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An perduran el eco de sus pasos

en el silencio de la tarde

sangre, melancola, cenizas,


la tristeza nos arrebata y hunde
en das de llantos y olvido,
cobijados por melodas fnebres,
ahogamos nuestros plidos sueos
en mares de oscuridad,
vagando por los recuerdos
caminamos entre las brumas del ayer,
donde an queda el susurro de la vida
impregnado en el silencio,
los jardnes desolados girando en el vaco,
las lpidas de cristal sepultadas bajo lgrimas
reflejando nuestro rostro muerto
sobre rosas marchitas,
el cielo ennegrecido nos oprime
y no respiramos,
las hojas secas cubren el sendero
y nos perdemos,
hay visiones tan horribles
que, si se apoderan de la mente,
inventan fantasmas de hielo y fuego
que danzando y rindo
entre escalofros y ardores,
nos sumergen en la nada
y morimos.

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