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Semblanza de Montesquiew 29 é 30 33 4. El espiritu de las leves sociales 3 5._El inicio de la sociologia politica 39 La divisién de a 41 7._Libertad y sociedad 42 8._Interés comiin y repul 44 Referencias bibliogrdficas ieee 45 Capiruio 3. Orden y progreso: Condorcet, Saint-Simon, Comte ..... 47 1, El positivismo progresista y el origen de la sociologia ....... 47 2. Condoreet: razén publica cial. er) 3. Saint-Simon: progreso, sociedad industrial v tecnocracia...... 51 4. Saint-Simon: la ciencia del hombre y de la sociedad ... 55 5 COR EUEEN ovreccoers mmm eremevencere ee ST 6. Comte: ciencia y sociologia . 60 7. Comte: la evolucién de la humanidad 64 8. Comie: altruismo y progreso moral 68 Referencias bibliogrdficas . 69 Cartraie 4. Liberallame y soclologies Tocqueville» Mill ........- 71 1. Liberalismo y cieneia social. . a 2, Semblanza de Tocqueville B 3. Un anillisis sociologico de Estados Unidos . : B NOTA A LA TERCERA EDICION AMPLIADA, La nueva reedicion y revisién de esta crénica de la teoria sociolég ca clasica me ha brindado la oportunidad de ampliarla con respecto a un campo de indagacién y desarrollo de la disciplina que pertenece también a su acervo hoy candnico: la sociologia del saber, del conociminto y de Ja ideologia. Se analiza aqui tal y cémo surgié en los decenios de su for- maci6n como campo identificable y especifico dentro de la ciencia social. Junto al capftulo dedicado a los grandes economistas de talante sociolé- gico que incorporé a la tiltima ediciGn revisada y ampliada. he incluido ahora las aportaciones epistemolégicas de Max Scheler, Karl Mannehim y Antonio Gramsci, que completan y desarrollan —como constataré el amable lector— una sociologia del conocimiento y de la ciencia cuyos mientos fueron firmemente establecidos por sus predecesores inmedia- tos. Esa tarea inclufa asimismo la de hacer de la sociologia la critica y la conciencia moral de nuestro tiempo. En el nuevo capitulo, el décimoter- cero, se incluyen las observaciones pertinentes sobre el surgimiento pos- terior de una del conocimiento cientifico, algo que ha acae do merced, precisamente, a esas aportaciones. SALVADOR GINER Julio, 2011 PREFACIO La inteligencia sociolgica del mundo humano es la propia de nues- tro tiempo, La sociologia no es la tinica disciplina que nos suministra ideas, creencias, argumentos y datos para entender a los seres humanos © para orientarnos en el mundo. También lo hacen las demas ciencias so- ciales, asf como la filosofia. Poca duda cabe, no obstante, del lugar nu- clear que ha venido a ocupar la sociologfa en la comprensién serena y Hicida, ast como en el juicio moral de las cosas humanas. En particular, Jas de los tiempos modernos. Con frecuencia, hasta en aquellos casos en los que la mente contemporanea intenta explicar el mundo humano des- de perspectivas muy distintas a la de la sociologia, entra ésta en ellas. La inteligencia sociolégica de nuestro universo y de la condicién humana es hoy la predominante. Intentaré justificar tal afirmacién en este libro. Su aspiracién princi pal no es ésa, sin embargo. Es la de presentar la evolucién de la teoria so- cial moderna desde la mirada de la sociologia, tanto durante sus fases ini- ciales como durante la formulacién del cuerpo de interpretaciones y teo- rias que constituye su acervo clasico. Espero mostrar con ello cémo tal le- gado ha contribuido a una vision v diagnéstico aceptables de nuestro tiempo y mundo. Este tratado pretende poner a disposicién del lector una versiGn a la vez fehaciente y erftica de varias de las teorfas e interpreta- ciones principales que ha ido aportando la sociologia a partir de su con- solidacién como una de las ciencias sociales y, ciertamente, como una de las actividades intelectuales mas descollantes de la época moderna. Al pergeftarlo he hecho un esfuerzo por ser fiel al espiritu y la letra de los diversos pensadores, analistas, corrientes y escuelas examinadas. Por ello, y tal vez porque no me falta alguna experiencia académica en este terre- no, espero que sus lectores lo encuentren fiable como herramienta para conocer las aportaciones de la sociologia al entendimiento de nuestro di- ficil mundo, € incluso para poderlo mejorar en alguna medida Si bien es cierto que Ia teorfa sociolégica ocupa un lugar destacado dentro del esfuerzo por comprender nuestro universo humano y sobre todo para entender la naturaleza v destino del mundo moderno, también descuella por su capacidad de guiarnos racional_y moralmente en su seno. En efecto, la sociologia no es slo una disciplina descriptiva y ana- litica. Es también una actividad critica y normativa, una ciencia social 12 ‘TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA moral. Es la actividad mediante la cual nos pensamos a nosotros mismos como seres humanos y como sociedad: la reflexién —y la reflexividad— son parte esencial suya como lo es su vocacién de sefialar cémo debe- riamos conducimnos para conformar un mundo social mas decente v fér- til, 0 menos doloroso (aunque algunos de sus cultivadores hayan intenta- do escapar a esa noble servidumbre). Su naturaleza, para bien o para mal de quienes la cultivan, es transdisciplinar y hasta intersticial, Sin perder una identidad discernible, la sociologfa es una indagacién de frontera, nunea ajena a la historia, a la filosofia, a la economia y a la etnologia. La teoria sociolégica, como parte nuclear y general de la sociologia, se halla estrechamente vinculada a esta ultima, en lo que tiene de cien- cia social especifica, empfrica y hasta aplicada. La sociologia, como des- cubrira cualquiera que se acerque a ella con la debida curiosidad y can- didez, es cumulativa. Crece, incrementa conocimientos. Su incremento en saber, sin embargo, no es linear, ni facil, ni exponencial. El saber so- ciol6gico firme es arduo. Su aumento a través del tiempo, su cumulati- vidad, lo es atin mas, Para ello hay buenas razones, que se iran desgra- nando en las paginas que siguen. Lo significativo, sin embargo, en todo esto es que esa suerte de saber sociolégico es factible. Nuestros cono mientos sociol6gicos avanzan y se enriquecen sin cesar. (Tiempo ha pu- bliqué un breve libro, El progreso de la conciencia socioldgica —con el que éste se halla emparentado— que respondia a semejante convencimiento.) El caracter anfibio de la sociologfa —el hecho de que aspire a ser, a un tiempo, ciencia y disciplina humanfstica— confiere, no obstante, una importancia capital a su dimensién histérica, Asi, aunque hoy ‘sabemos mas’ que algunos de nuestros pensadores clasicos acerca de este o aquel aspecto del mundo, en sociologia —al igual que ocurre con la filosofia— sus esfuerzos nunca dejan de ser interesantes. Por esa razén nunca nues- tros clasicos sociolégicos acaban de pertenecer solamente a una arqueolo- gia que nada tuviera que decirnos a las gentes de hoy. En plena mudanza de la civilizaci6n, en el siglo xx1, con todo lo que esta transformandose dia a dia en nuestras vidas, contintia siendo interesante adentrarse en la obra y logros de quienes elaboraron el niicleo de cierta sociologia perermis, mucho antes de que pudieran vivir lo que nosotros estamos pr do. Sélo acereandose a sus aporta y nos desvelara el secreto de por qué aquellas gentes siguen di cosas fundamentales aunque no moraran en el mundo de hoy. (En no po- cos casos Hegaron a tener vislumbres extraordinarios de lo que avecina- ba.) El secreto de su permanente interés reside en su voluntad de desen- trafar la vida social a partir de una visién moral combinada con una concepcién de la naturaleza humana que iba mas alld de todo relat mo. Las mudanzas hist6ricas y las diferencias entre sociedades 0 situa- ciones son indudables —las estudia la sociologfa— pero los rasgos per- manentes de la raza humana y los criterios que la rigen no lo son menos. Ambas cosas, en apariencia contradictorias, son ciertas. Lugar habré para justificar y explicar este aserto, PREFACIO 13 Sin un conocimiento minimo de la historia del pensamiento socio- l6gico fundacional no seremos nunca, de veras, competentes como cidlogos. Y si no pertenecemos a ese oficio, osaria afirmar que poser cierta conciencia sociolégica de nuestro mundo 0 que conocer la apor- tacién que a él ha realizado la sociologfa no puede dafar nuestra educa- 6s Geni chavs snodeines, Como cindedsnns refestvos remnom Estas razones hacen que siga siendo interesante estudiar la evolu- cin del pensamiento sociolégico como ocurre con la filosofia, pero también con la economia politica, la antropologfa y otras disciplinas— a través de la obra de sus autores, y no s6lo segiin corrientes, teorias y con- ceptos anénimos. Las aportaciones de Montesquieu, Mars, Simmel, Pa reto, Durkheim, Weber, y tantos otros podrian subsumirse, cémo no, e relatos y analisis mas o menos sistematicos. En ellos predominaria el es- tudio tematico y conceptual. Ese ejercicio merece la pena y ha sido in- tentado ya por quienes han codificado el acervo y aportacién de la ciplina. Es dable agrupar las perspectivas de la sociologfa en sendos ha- ces tedricos asi como de pesquisa empirica, Es posible, y hasta fecundo también, narrar la historia del pensamiento sociolégico desde los pectivos dngulos de sus tradiciones internas, que serian por lo menos a saber: la estructuralista y funcionalista; la racionalista e indivi- dualista; la conflictivista; la interaccionista simbélica; la del intercambio; y finalmente, la histérica. Pero el enfoque tradicional, mas cronolégico y entrecruzado, que es el que predomina en este libro, tiene sus indudables y probadas ventajas, no sélo narrativas, sino también de mayor fidelidad al desarrollo histérico real de la ciencia social. Hay demasiados solapa mientos y areas compartidas para que la demarcacién entre una co- rriente y otra sea lo suficientemente nitida. Asi, el evolucionismo (que no aparece en la quintuple v convencional clasificacién recién aludida) pue- de ser conflictivista (como lo es gran parte del darwinismo social del si- glo xix 0 del neodarwinismo de finales del xx) 0 funcionalista, o ambas cosas a la vez, Ha habido un marxismo —corriente conflictivista donde Tas haya— de naturaleza abiertamente estructuralista. Hay un utilitaris mo —que pertenece a la tradiciGn racionalista individualista— que con- duce al colectivismo (socialista) y otro a la concepcién de la conducta so- cial como fruto de la eleccidn 0 tria racional (individualista) de cada cual. En cuanto a la sociologia histérica, es casi por definicién de natu- raleza hibrida, lo cual no ha impedido, sino al contrario, que sea de las que mejores resultados ha engendrado. Y asi sucesivamente. Para colmo s autores mAs interesantes cabalgan sobre dos 0 més de es- ivas. Sin negar pues la posibilidad de aislar las grandes corrientes inter- nas de la disciplina, mi opcidn narrativa y analitica se ha inclinado por Ja mas tradicional, la de dar cuenta de las aportaciones singulares de los diversos investigadores y pensadores mas descollantes de la sociologia Eso si, recordando —ya desde este mismo prefacio— la posibilidad de 4 ‘TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA agrupar las corrientes y subcorrientes recién mentadas segiin otros cri- terios taxonémicos que en algunos c: n muy esclarecedores. Prue- ba de que ello me parece posible y deseable es mi obra anterior, a la que me he referido, cuyo enfoque era precisamente ése, junto a varios ensa- ‘os posteriores que he compuesto, hoy atin dispersos en diversas publ caciones ¢ idiomas. Mi estrategia de sclecci6n ha sido la de atenerme al canon de lo que, desde la perspectiva histérica, humanista y vinculada a la ética que pro- pongo, es menester considerar como tal dentro de la sociologia. En so- ciologia el grado de consenso sobre su propio canon tedrico es bastante elevado. Prefiero —y pienso que lo agradecera el lector— no entrar aqui en una discusion detallada de este asunto para, en vez de ello, referirle directamente al texto que sigue. En él se sustancia mi posicién por lo que se refiere a la eleccidn de temas can6nicos y autores que también lo son. Para evitar cualquier malentendido quede ya aqui constancia de que no pienso en el canon sociolégico como una codificacién osificada de apor- taciones cuya lista es un numerus clausus. Ni creo ni jamés cref en una entelequia que algunos colegas, con quienes por otras razones he sentido gran afinidad, solfan llamar ‘sociologia critica’. Como si una sociologia anquilosada mereciera el nombre de la disciplina. La sociologia es criti: ca 0 no es. Es moral 0 es mfsera, También en esto al texto me remito Se han impuesto en el presente escrito ciertos criterios selectivos. Estos son atribuibles en algunos casos a mis propias inclinaciones y en bastantes mas a mis carencias y abundante ignoracia. Pero si hay algtin sesgo que haya conformado el enfoque que preside esta elemental his- toria de la teoria sociolégica clasica y que sea atin mayor que el que me impone la ignorancia o la pasién, son mis propios criterios teéricos, Cuando no los expongo de modo explicito, se dejan traslucir, Quiero de- cir, con el debido comedimiento, que expreso en este libro también mi propio modo de entender la materia y los asuntos de los que trata. He intentado incorporar e integrar en la teorfa sociolégica algunos mini mos aportes que mi propio empeio me ha permitido realizar. He dialo- gado con nuestros mayores y me he esforzado por evaluar su aportacién ¢ incluir la propia sin tergiversar su herencia ni sus hallazgos. He aspi- rado a que este componente personal no altere la utilidad del tratado para quien quiera conocer fielmente el contenido de la teoria social mo- derna. La naturaleza de esta obra me ha aconsejado prescindir de anota- ciones y referencias en cada pasaje del texto. No obstante, al cada Capitulo el lector encontraré notas y observaciones bibliogréficas, esencialmente en castellano, para mayor utilidad del lector. Las referen- cias en lenguas extranjeras se han reducido a la minima expresién, y en algunos casos sélo para indicar las fuentes en las que me he apoyado. PREFACIO 15 Algunos Capftulos iniciales —muy pocos— hacen uso muy reelabo- rado de materiales propios, tal y como aparecen en mi Historia del Pen- samienio Social, obra con Ia que la presente guarda algunas continuida- des. También las guarda con el libro, va citado, El progreso de la con- ciencia sociolégica —hoy agotado y que no he revisado atin para reedi- tarlo—, asf como con varias aportaciones mias dispersas por diversas pu- blicaciones, en varios idiomas. Deseo expresar mi mayor agradecimento a mis amigos de la Edito- rial Ariel. Por costumbre de la casa no me permiten que los mencione personalmente, Pero todos ellos saben cémo me siento reconocido por su rriftosa, paciente y estimulante colaboracién, que tantos ahos dura. También a aquellos colegas de varias universidades en nuestro pais y fue- ra de él que me confiaron la ensenanza de la historia de la sociologia 0 de Ia filosofia social y, en no pocos casos, se interesaron por mi tarea me echaron una mano para hacerla mejor, Varios compaieros y amigos han tenido la amabilidad y paciencia de leer el manuscrito de este libro. Menciono a continuacién aquellos que han aportado comentarios y observaciones especificas por escrito que me han ayudado a mejorarlo, Son Xavier Godas, Lili Gonzalez. de la Fe, Maria Teresa Montagut, Luis Moreno, Manuel Pérez Yrucla, Daniel Ra: ventés y David Tabara. Les estoy mas que obligado. SALVADOR GINER Sarria, Barcelona, AD 2001 NOTA A LA SEGUNDA EDICION REVISADA La muy favorable acogida que ha encontrado la primera edicién de la presente historia del pensamiento sociolégico clasico me ha animado a revisarla, He corregido algunas erratas en el texto, retocado algtin pa- saje poco claro y enriquecido la bibliografia, Asimismo, he afiadido un Capitulo, al final, con la intencién de hacer justicia a aquellos econo- mistas y criticos de la sociedad moderna y de la capitalista en particular, cuya aportacién al conocimiento sociolégico forma hoy parte de su acervo clisico, y que fueron coetaneos de los teéricos estudiados: Veblen, Cos- ta, Sombart y Schumpeter. Espero que en su presente versidn los lecto- encuentren el texto més satisfactorio. A los nombres mencionados \s artiba de quienes me echaron una mano para mejorar esta tratado, ‘me complace anadir ahora el de Eduardo Moyano Estrada SaLvaDOR GINER Noviembre, 2003

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