A mi salida de la Casa de los Muertos, en Siberia, me tome el atrevimiento de
dirigirme a usted como cualquier hombre escptico y golpeado por la vida podra escribir. Ante una sociedad que nos vende falsas esperanzas, vanas alegras y pocos anhelos por una vida justa y plena, hoy le hilo unas letras caviladas tras haber ledo su reciente escrito titulado Alegra del Evangelio. Y no est por dems equiparar su gran empresa al proverbio griego de esquilar un len, pues es titnica la tarea propuesta en su escrito y ms grande aun, el espritu que lo dict. Percibo al igual que usted que la sociedad tecnolgica ha logrado multiplicar las posibilidades de placer, pero encuentra muy difcil engendrar la alegra (Exhortacin, n7). Es evidente que todos los sistemas de pensamiento supuestamente de progreso que ahora habitan cmodos y a manos llenas en los pueblos y grandes urbes, son insuficientes, carecen de contenido sustancioso que hagan pasar de un placer corporal a una alegra de corazn. Hoy soy testigo de que el hombre ha sido derrumbado, el castillo de sus ilusiones se ha venido sin estrpito, sin dejar rastro, se ha esfumado como un sueo; y l ni siquiera se percata de que ha estado soando. Como el amante envilecido por el amor a su amada, que se da cuenta de que sta le ha sido infiel; as ha cado el gran sueo del progreso de una alegra sin fundamentos trascendentales, sin valores universales. Una alegra sin Dios es una quimera que engaa por mucho tiempo, pero llega el momento que cae la venda y la luz del sol hace ver lo que no podan ver esos ojos cegados. Comparto la idea de que hemos aprisionado a Cristo en esquemas aburridos privando as al cristianismo de su creatividad (n 11). Mientras
estbamos acostumbrados a las palabras de pecado, prohibicin, excomunin,
dogma y doctrina, es en estos prrafos en donde usted los cambia por alegra, misericordia, proximidad, ternura y amor. A veces Dios me enva instantes de paz; en esos instantes, amo y siento que soy amado; en uno de esos momentos compuse para m mismo un credo, donde todo es claro y sagrado. Ese credo es muy sencillo. Es ste: creo que no existe nada ms bello, ms profundo, ms simptico, ms humano, ms perfecto que Cristo; y me lo digo a mi mismo con un amor celoso, que no existe ni puede existir. Y ms que eso: si alguien me probara que Cristo no est en la verdad y que sta no se encuentra en l, prefiero quedarme con Cristo a quedarme con la verdad.