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a carne asada,
a jazmn,
a ceniza,
a fuego de lea,
en medio del aroma de la ciudad china.
Le arranca el vestido,
le arranca las braguitas de algodn blanco
y la lleva as, desnuda, hasta la cama.
Una vez en la cama, el miedo se apodera de l.
l dice que no puede, que es demasiado joven,
que no puede hacer una cosa parecida.
As que es ella quien lo hace.
Con los ojos cerrados, le desnuda
botn a botn, lentamente.
La piel, su piel.
La piel es de una suavidad suntuosa.
El cuerpo es lampio,
sin ms virilidad que la del sexo.
Ella no le mira a la cara.
Le toca,
toca la dulzura del sexo, de la piel.
Acaricia el color dorado,
la novedad desconocida.
An veo ese lugar de infortunio, de placer,
las paredes pintadas,
la mampara de listones que da a la caldera,
las manchas de sangre.
Lo recuerdo perfectamente.
La habitacin oscura est envuelta
por el interminable clamor de la ciudad.
Es arrastrada por la ciudad,
por el fluir de la ciudad.
Acarico su cuerpo en medio de ese fragor,
de ese ir y venir del exterior.
El mar, pens, la inmensidad.
Le haba pedido que lo hiciera una y otra vez,
que me lo hiciera.
Y l lo haba hecho,
lo haba hecho en la untuosidad de la sangre.
Pienso: lo tiene por costumbre.
y tambin la tierra.
Una noche, durante la travesa del oceano Indico,
en el gran saln de la cubierta principal,
se produjo el estallido de un vals de Chopin.
No corra ni un soplo de viento
y la msica se haba propalado por todo el barco
como una exhortacin del cielo
relacionada con algo desconocido,
como una orden de Dios,
de significado inexcrutable.
Ella llor porque pens en el hombre de Chole, su amante,
y, de repente, no estaba segura de no haberle amado
con un amor que le hubiera pasado inadvertido
por haberse perdido en la historia
como el agua en la arena.
Y slo ahora lo redescubra
en ese instante de msica arrojada a travs del mar.
Aos despus de la guerra,
despus de las bodas, de los hijos,
de los divorcios, de los libros,
el haba venido a Pars con su mujer
y le haba telefoneado.
Estaba intimidado.
Le temblaba la voz,
y en ese temblor ella reconoci el acento de China.
l saba que ella haba empezado a escribir libros,
se haba enterado de la muerte de su hermano pequeo
y lo haba sentido por ella.
Despus ya no haba sabido que decir.
Y luego se lo haba dicho:
le dijo que todo era como antes,
que todava la amaba,
que nunca podra dejar de amarla,
que la amara hasta la muerte.