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Un hombre paseaba con su mascota por las orillas del ro Mochi.

En sus
manos, llevaba una soga sujetada a un saco. El cachorro miraba de una forma
triste, pero el dueo no se conmova. Al llegar al peasco ms alto, coloc un
hueso de pollo en el saco y, el perro, seguido por el olor, se introdujo dentro de
l. Al instante, el perverso hombre aprovech para hacer un nudo con la soga
en la boca del saco y lo lanz con mucha fuerza hacia el ro.
Ante su inminente desenlace, el perro entr en pnico, logrando solo
consumir el poco oxgeno que tena. La corriente del ro arrastr sin rumbo al
cachorro, dejando atrs al malvado dueo. Los ladridos ahogados por la
desesperacin y la oscuridad del saco llegaron a odos de un joven que viva en
un poblado cercano. Este cursaba el cuarto de secundaria y ayudaba en las
tareas del campo a sus abuelos. Una de sus rutinas preferidas era nadar en el
ro Mochi y aquel da no haba sido la excepcin. Al escuchar los quejidos
agonizantes del perro y percatarse de dnde provenan, no dud en lanzarse a
rescatarlo. Despus de varios intentos fallidos, logr atrapar el saco y lo arrastr
hasta la orilla. De forma inmediata, desat el nudo y carg al perro
cuidadosamente. Al llegar a su casa, coloc al cachorro en un lugar clido
porque este tiritaba de fro. Cuando el cachorro reaccion por completo, el joven
le dio de comer y de beber. El abuelo acostumbraba regresar del trabajo a las
seis de la tarde, trayendo el pan para la cena. El perro, al percibir el olor, se
levant vidamente dando saltos alrededor del anciano. Al ver esto, el joven
explic a su abuelo lo sucedido horas antes. El abuelo, conmovido por la
bondad de su nieto, le permiti adoptar al perro. Inmediatamente, este fue
bautizado como Fausto.
Desde aquel da, Fausto y su dueo se convirtieron en amigos inseparables.
El perro acompaaba todos los das a su amo en su caminata diaria por el ro.
Fausto aprendi a conocer el terreno, pero si alguna vez se alejaba de casa por
mucho tiempo, su dueo sala a buscarlo.

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