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Lucien Goldmann Para una sociologia de la novela A editorial ayuso ‘Traduccisn de la eicion correida y aumentade: Jame Ballesteros 1 Gregorio Ore Ccublerta y maqueta dela coleclén: Csur Bobis 14 icin 1967, Eatorat Ciencia Nueva 2 edicia 1S, Baitoral Ayuso ISBN: oassconees Depésit legal M. 2.76975 Imprime: Clsas-Orcopea, 8, L, Martines Fae, 5. Madrid? PREFACIO Los tres primeros capitulos del presente volumen han sido publicados en el numero 2 de 1963 de la Revista det Instituto de Sociologia de Bruselas, consagrado a la sociologia de la no: vela. Entre ellos figura el estudio sobre la nueva novela (*) y Ja realidad social, que constituye el texto de una intervencién fen un cologuio en el que figuraron Avatw Rossr-Gasuuer y Na- ‘THaLin SARRAUTE, texto al que he afladido algunas ideas explica- tivas relativas a la obra de Roope-Gritier. E] conjunto sinte- tiza los resultados de dos arios de investigaciones sobre la socio- logia de la novela realizados en el Centro de Sociologia de Li- teratura del Instituto de Sociologia de la Universidad de Bru- selas. El euarto capftulo ha sido escrito para la revista amerivana Modern Language Notes, en la que seré publicado, probable- mente, al mismo tiempo que el presente volumen. Nuestro objeto en este prefacio es, unicamente, salir al paso de una posible objecién relativa al desplazamiento entre el nivel en que se situa el primer estudio que formula una hipé- tesis completamente general sobre la correlacién entre la histo- ‘la de la forma novelesca y la historia de la vida econémica en las sociedades occidentales, y aquel en que se coloca el estudio acerca de las novelas de MaLnAUX, muy concreto por el contra- (@). Teaduelmos en todo momento la expresiin enouveau romans por enue novelay a bien con esta den ‘ome er bien a Wedel 1) ido Fendmeno de ia Bowela 10 PARA UNA SOCIOLOGIA rio, pero en que muy raramente se desborda el andlisis estruc- ‘ural interno y en donde queda muy reduelda la parte propia~ mente sociolégica. Afiadamos también que el estudio sobre la ‘nueva novela se sitda a un nivel intermedio entre la general dad extrema del primer trabajo y el andlisis interno que carac teriza el segundo. “Estas diferencias de nivel son reales y se derivan del hecho de que, lejos de constituir un estudio acabado, este volumen no hhace mas que resumir los resultados parciales de un trabajo de investigacién atin no finalizado. ‘Los problemas sociolégicas de la forma novelesca se mues- tran apasionantes, susceptibles de constituir una renovacién, tanto de la sociologia de la cultura, como de la eritica literaria, y, a la vez, de una complejidad extrema; ademés, se refieren un campo particularmente amplio. Por ello resulta imposible rogresar en este campo tinicamente mediante los esfuerzos de tun solo investigador o de algunos de ellos, perteneclentes a uno 0 dos centros de estudio. Como es natural, no desfalleceremos en nuestros estuerzos de investigacién, tanto en la Bscuela Practica de Altos Estu- dios de Paris, como en el Centro de Sociologia de la Literatura de Bruselas, Pero, con todo, no se nos oculta que, en los pré- ximos afios, nuestra labor se vera forzosamente limitada a cu brir un sector muy redueldo del inmenso campo que es preciso cexplorar, Somos también conscientes del hecho de que tnica~ ‘mente podeén realizarse progresos sustanciales el dia en que la sociologia de la literatura se transforme en un campo de in- vestigaciones colectivas, realizadas por un niimero suficlente- mente elevado de Universidades y de centros de investigacién e todo el mundo. Con esta perspectiva, y hablda cuenta de que los resultados ‘ya obtenidos, aunque parciales y provisionales, se nos presen- tan como de Valor suficiente para poder hacer luz en el proble- ‘ma objeto de estudio, nos hemos decidido a publiearios, con la esperanza de que puédan quedar integrados en otros esfuerzos de investigacién en desarrollo, o, al menos, tomados en consi- deracién y analizados por quienes los efectien, 0 suscitar en ‘otros lugares esfuerzos orientados en la misma direccién. De la ‘misma forma, esperamos vivamente que, en consecuencia, pu- DE LA NOVELA a Dlicaciones sociolégicas provenientes de otros puntos habrén de servirnos de ayuda en nuestra labor. Antes de terminar, quisiéramos sefalar una vee mas hasta ‘qué punto los métodos recientes de critica literaria —estruetu- ralismo genético, sicoandlisis e, incluso, estructuralismo esté tieo, con el que no nos mostramos de acuerdo, pero algunos de cuyos resultados parciales nos parecen incontestables—, han puesto al orden del dia la exigencia de constituir una ciencia seria, rigurosa y positiva, de la vida del espiritu en general y de la ereacién cultural en particular, No se nos escapa que esta ciencia se encuentra atin en sus ‘comienzos. No disponemos ms que de algunos estudios can- cretos, muy escasos, mientras que, por el contrario, Ios estuidios tradicionales —empiricos, positivistas 0 sleolégieos— dominan enteramente en el mundo de la vida universitaria, al menos en un sentido cuantitativo. Afiadamos, ademds, que esos es- ‘casos trabajos cientéficos de que se dispone son de un acceso muy dificil, no sélo para los lectores en general, sino, incluso, para los mismos estudiosos, en tanto significan una oposicion frente a habitos mentales sOlidamente establecidos, mientras ‘que, por el contrario, los estudios tradicionales se encuentran favorecidos por esos hébitos, lo cual facilita su accesibilidad. Se trata, en realidad, de un trastorno radical en el estudio clen- tifico de la vida cultural, semejante a los que en otro tiempo biieron posible la formacion de ls clenelas positivas dela a turaleza, iHlabfa, en efecto, algo que pareciese més absurdo en el pasado que sostener el hecho de la rotacién de la tierra o el principio de inereia, cuando la experiencia inmediata e incon- testable dejaba patente para todo el mundo que la Uerra no se mueve o que una piedra que se arroja jamas podra continvar indefinidamente su trayectoria? Hay algo que parezea hoy 145 absurdo que afirmar que los verdaderos autores de la cr {ign cultural son los grupos sociales y no los indivicuos aisla- dos, cuando la experiencia inmediata prueba, de una manera aparentemente incontrovertible que toda obra cultural, ya sea literaria, artistica o filoséfica, tiene por autor a un individuo? Pero la ciencia se ha formado siempre, a pesar de las aevi- dencias inmediatasy, en lucha con el esentido comin» estable 2 ‘ldo; y esta formacién ha encontrado siempre las mismas dif ccultades, las mismas resistencias, los mismos tipos de argu- mentos. En realidad, esto constituye un hecho normal y, en ultima instancia, positive y estimulante. Ws la prueba de que, a pesar de todas las resistencias, frente a toda clase de conformismos {¥ de posiciones intelectuales eémodas, el trabajo clentifico con linia su camfno, con Ientitud, indudablemente, pero sin inte- rrupeién. Paris, junio, 1964. Hemos aprovechado la reedicién de esta obra para afiadir tres notas (paginas 187, 207 y 236) y un estudio sobre el ulti- mo film de Rosor-Gnitter (redactado en colaboracién con ‘ANNA OLIVIER, ¥ que habla sido publicado ya en U'Observateur, Gel 18 de septiembre de 1964) Es preciso afiadir que la afirmacién segiin la cual «los ver- daderos autores de la creacién cultural son los grupos socia- Jes y no los individuos aislados» ha suscitado numerosas criti ‘cas; eserita con el fin de provocar la discusién, podemos reco- rnocer, hoy, que acaso la forma demasiado eliptica de la ex- presién haya podido favorecer los malentendidos. Sin embargo, hablamos explicado ampliamente nuestro pen- samiento en anteriores publicaciones. Las notas que hemos afiadido al tiltimo capitulo de esta obra, ponen, también, las ‘cosas en su punto. Para nosotres no queda ninguna duda de que, en el sentido en que Hegel escribfa que ela Verdad es el ‘Todos, los auténticos autores de la ereacién cultural son, efec- tivamente, los grupos sociales y no los individuos aislados: pero el creador individual forma parte del grupo, con frecuen’ cia por su nacimiento o su status social, y siempre por la sig: nificacién objetiva de su obra, ocapando un puesto que, sin duda, no es decisive, pero que, sin embargo, si es privilegindo. ‘Ademds, y especialmente en la medida'en que fa tenden ia a la coherencia, que constituye la esencia de la obra, se sitda no sélo al nivel del creador individual, sino también al del grupo, 1a perspectiva que ve en este tiltimo el verdadero sujeto de la ereacién puede incluir el papel del escritor e in- ‘corporarlo a su anilisis, en tanto que la perspective contraria no nos parece vélida. Paris, abril, 1965 1, INTRODUCCION A LOS PROBLENAS DE UNA SOCIOLOGIA + DE LA NOvELA ‘Cuando hace dos afios, en enero de 1961, el Instituto de Sociologia de la Universidad Libre de Bruselas nos propuso hnacernos cargo de la direccién del grupo de investigaciones de sociologia de la literatura y consagrar nuestros primeros tra- bajos a las novelas de ANoRé MaLRaUx, no dejamos de sentir una seria preocupacién al aceptar el encargo. Nuestros estu dios sobre la sociologia de la filosofia y de la literatura tragi- ‘cas en el siglo xvi no nos permitian en absoluto considerar de antemano la posibilidad de un trabajo acerea de una obra no- velesca, y, menos atin, sobre una obra escrita en una época casi contemporénea. En realidad, durante el primer afio nos dedicamos, fundamentalmente, a una investigacién de tipo preliminar acerca de los problemas de la novela en tanto que ‘género literario, trabajo para el cual tomamos como base el texto, ya casi clasico —aunque todavia muy poco conocido en Francia— de Grorce Lukics, La teorfa de la novela* y el libro, ‘que acababa de aparecer, de René Greazp Mentira roméntica y verdad novelesca?, en el que se reproducen sin mencionai los —y, como el autor nos ha asegurado, en consecuencia, sin conocerlos— los andlisis de Lukes, modificdndoles, sin embar- ‘g0, en varios puntos concretos. El estudio de La teorfa de la novela y del libro de Grmano T Buta obra he. sido publicada después on francés por las ediciones Gonthier en libro de bolo, mi Han Cheat Mente romantica y verdad novelas, Pai, Gras, 6 PARA UNA SOCIOLOGIA nos ha llevado a formmuler algunas hipétesis socildgicas que znos parecen particularmente interesantes, y a partir de las cua- les se desarrollan las ulteriores investigaciones sabre las no- vvelas de Malraux. | Bstas hipétesis se refieren, de un lado, a la homologia en- tre la estructura de la novela clésica y la estructura de la eco- nomi liberal, estableeida sobre el intereambio,y, de otro, ala fxistencia dd clertos paralelismes entre sus evoluciones pos teriores. Comenzaremos por tratar los rasgos principales de la es- tructura expuesta por Luxics y que caracteriza la forma de la novela en general, si no en la medida en que 61 piensa, al me- nos en une de sus aspectos mas importantes (y, probablemente, desde el punto de vista de la genesis, el primordia). La forma de novela que estudia Lus{cs es la caracterizada por la exis- tencia de un héroe, definido, en frase fell2, con la expresién de héroe problemético 1La novela no es otra cosa que la historia de una busqueda degradiada (que Lukes denomina edemoniacay), busqueda de valores uténticos en un undo también degradado, pero a nivel mas avanzado y de un modo dstinto. PPor valores auténtieas es preciso comprender, naturalmen- te, no los valores que la eritia o el lector estiman autentices, sino aquellos que sin estar manifestamente presentes en la no- vela, constituyen, de modo implicit, la base de la estructura cin del conjunta de su universo. Ni que decir tiene que estos valores son especifios de cada novela y diferentes de una no- ela a otra Siendo la novela un género épico que se caracteriza, con- twariamente a fo que sucede con la epopeya o el cuento, por Ja ruplura insuperable entre el héroe y el mundo. LUEACS se See ate a ett Eloesi a agisane ae ion Setar eee ee eee ne ye See Naar a Rie ariete reirats See See eee tectonics Se ae SE Shere rr DE LA NOVELA 17 ccupa de hacer un andlisis de la naturaleza de las dos degrada ciones, la del héroe y la del mundo, que deben engendrar a la vyez una oposicién constitutiva, fundamento de esta ruptura inguperable, y una comunidad suficiente para permitir la exis- tencia de una forma épica. ‘La sola ruptura radical habria desembocado en la tragedia © en la poesia lirica, y la ausencia de ruptura, o la existencia de una ruptura simpiemente accidental, habria conducido a la epopeya 0 al cuento, Situada entre las dos, la novela ofrece una naturaleza dia \éetica en Ta medida en que, por una parte, participa, precisa- mente, de Ia comunidad fundamental del héroe y del mundo que supone toda forma épica, y, de otra, de su Fuptura insu- erable. La comunidad entre el héroe y el mundo es conse- ‘cuencia del hecho de que ambos se encuentran degratados res- ppecto de los auténticos valores; 1a oposicion es consecuencla de la diferencia de naturaleza entre una y otra degradacion, El héroe demonfaco de la novela es un loco o un criminal, fen todo caso un personaje problemdtico, como ya se ha dicho, ‘euya biisqueda degradada, y por eso mismo inauténtica, de va- lores autenticas en un mundo de econformismo y de conven- cién, constituye el contenido de este nuevo génera literario qué los escritores han creado en,la sociedad individualista y que han denominada «novelas ‘A partir de este anélisis, Luxes elabora una tipologia de la novela. Partiendo de la relacién entre el héroe y el mundo, dis- tingue tres tipos esqueméticos de la novela occidental en el siglo xxx, a los que afade un euarto, que constituye ya una transformactén del género novelesco hacia modalidades nuevas {ue requeririan un tipo de andlisis diferente. Esta cuarta po- ibilidad se le aparece, en 1920, expresada, ante todo, en las novelas de Totsror, orientadas hacia la epopeya. Los tres tipos constitutivos de la novela sobre la que realiza su estudio son: 2) La novela del «idealismo abstractos, caracterizada por Ja actividad del héroe y por su conciencia excesivamente es- trecha respecto de la complejidad del mundo (Don Quijote, Rojo y Negro), 0) La novela sicolégica, orientada hacia el andlisls de la ‘vida interior, earacterizada'por la pasividad del héroe y su 2 18 PARA UNA SOCIOLOGIA ‘conciencia demasiado amplia para sentirse satisfecho de lo que el mundo convenclonal en que vive puede proporcionarle. A. este tipo pertenecen Oblomov y La educacién sentimental. Por uiltimo, ©) ‘La novela educativa, que termina por una autolimita- cién que siendo, sin duda, una renuncia a la busqueda pro- blemética, no constituye, sin embargo, ni una aceptacion del mundo de cenvencién ni un abandono de la escala implicita de valores; es una autolimitacién que debe caracterizarse por la calificacién de emadures virily (Wilhelm Meister, de Gorrie, © Der grime Heinrich, de Gortenie> KELLER), ‘Los estudios de Revé Gitano, a cuarenta afios de distancia, coinciden muy frecuentemente con los de Luxfcs. Para Gr- apo, la novela es también la historia de una busqueda degra- dada (que llama eidélatra») de valores auténtices, por un hé- roe problemético en un mundo degradado. La terminologia que emplea es de origen heideggeriano, si bien, con frecuencia, le ateibuye un significado distinto del que le conferia Hzi- peace, Sin intencién de adentrarnos en esta cuestion, dire- ‘mos, simplemente, que Gran, en lugar de la dualidad de que Hurscaza hacia distineidn entre lo ontologico y 10 éntico, se vale de la dualidad, sensiblemente proxima, dé lo ontolégico y lo metafisico que para él corresponden a lo auténtico y lo inauténtico; pero, mientras que Heiprcces excluye toda idea de avance y de retroceso, Ciranp confiere su terminologia de lo ontolégico y lo metafisico un contenido mucho ms pré- xximo a las posiciones de Luxics que a las de Hemecce, intro- @uciendo entre los dos términos una relaclén regida por las, ‘categorias de progreso y de regresién faa una rupeite radical entre el Ser (en Linacs Ta Totaidad) 9 todo sabe io dea ie se uade abi, sta en inset tino de RecN), ca ch "fata iferenca es la que Hetprccr deslgna como Ia existente entre tp ontelégeo yp éatico, ¥en esta perepectiva, la metalsic, que es una fe as tormas ads elevadas'y mas generale de pensamienta ch indicate, ‘eds, en tluma instancls,et'6! campo Ge fo Satieo. Gencorcantes en cuanla In necondad’ ce ia distincién entre fo onto- rogico yo dntic, In totaidad lo teérico de lo meral y Jo metaiece aa Boniiones de Hnioroorn y se Lies son esonciaimente iferentes en 18 Inanesa de concebi ous relacones ‘Come ilosoia dela historia el pensamlento de Lunes implica la idea DE LA NOVELA 9 La tipologia de la novela de Grrano descansa sobre la idea de que la degradacion del mundo de la novela es el resultado ‘de un mal ontolégico mas © menos desarrollado (este «més 0 menos» es rigurosamente contrario al pensamiento de Hel- ‘degger), al que corresponde en el interior del mundo novelis- tico un incremento del deseo metafisico, es decir, del deseo degradado. 7 “Esta tipologia se encuentra, pues, fundada sobre la idea de la degradacién, siendo aqui donde Giaanp incorpora al ané- lisis lukacsiano una precisién que, a nuestro juicio, es particu- larmente importante. A sus ojos, la degradacién del mundo novelesco, el progreso del mal ontolégico y el incremento del deseo metafisico, se manifiestan, en realidad, por una media- tizacién més 0 menos grande, que hace aumentar progresiva- mente la distancia entre el deseo metafisico y la busqueda auténtica, la basqueda de la «transcendencia vertical En a obra de Gitano abundan los elemplos de mediacién Jas novelas de caballerias que se interponen entre Don Quijote la busqueda de valores caballerescos, el amante que se cru- 2a entre ol marido y su deseo de la mujer, en el Marido eterno, de Dosroievsnt, ete. Nos parece, sin embargo, que no consi- gul6 clegir sus ejemplos siempre con la misma fortuna. Tam- poco estamos convencidos de que la mediatizacién sea una categoria tan universal del mundo de la novela como piensa Ginano. El término de degradacién nos parece més amplio ¥ mas apropiado, a condicién, naturalmente, de precisar la na- de un devenir del congcimiento, de una esperanza de,prosreso y de un Sele Blgsola precsamente ta nteoduscién Se la cate: {forts de fa totalded coma fundamento. co tolas las investgnsones Ds ‘ies $e tetas las releeiones sabre datos poston, "Por el sontrario Heibesctn estabiece una eeparactin radical (¥, per 10 rite, abstracts $ conceptual) entre ei Ser'v 10 dado, entre io olor Pio atice, entre la Mlowotia y le clenela poctiva,‘ciminanda de esta Jorma toda idea de progreco y reeresn, Vigne s parar, también, 2 una Floctia ‘de ia histor, pero’ una Blsotla astracta ce‘doe dimensiones. io aulunico } lo ipautdaice, la aperturn baste el See y el olvido cel Set ‘Como se vo, l bles lp terinlnolagia de Camano es, ciertament, de origer heidoggeriann ia inteoduecibn de Ine categorist de progress Y' Se Teste: Sin le aprorima alas posieiones de Luxaes 2 PARA UNA SOCIOLOGIA turaleza de esta degradacién con ocasién de cada andlisis en particular. ‘Sin embargo, queda claro que al hacer luz sobre la catego- fa de la mediacién, incluso exagerando su importancia, GrRaxD hha conseguido precisar el andlisis de una estractura que impli- cca no sélo Ia forma de degradacién més importante de las que caracterizan el mundo novelistico, sino también, muy proba blemente, la*Yorma primera desde el punto de vista de la gé- resis, la que hace nacer el genero literario de la novela, ha- blendo engendrado este ultimo a continuacién otras formas derlvadas de degradacién. Partiendo de ahi, la tipologia de Gitano encuentra su fun- damento, primero en la existencia de dos formas de media- ‘ién, externa e interna, caracterizada la primera por el hecho de que el agente mediador es exterior al mundo en que se des- arrolla la actividad de bisqueda del héroe (gor ejemplo, las novelas de caballer‘as en Don Quijote), y la segunda, por la circunstancia de que el agente mediador forma parte de este mundo (el amante, en el Marido eterno). En el interior de estos dos grandes grupos, cualitativamen- te diferentes, encontrames en Cimanp la idea de una degrada- cién progresiva que se evidencia por la proximidad creciente entre el personaje novelesco y el agente mediador, y la dis- tanciacion cada vex mayor entre este personaje y la franscen- dencia vertical Intentemos precisar ahora un punto esencial, acerea del cual existe une fundamental discrepancia entre Luxics y Gi- aK, Siendo la novela la busqueda degradada de valores autén- ‘ricos en un mundo. inauténtico, ha de ser, necesariamente y ‘2 la vez, una biografia y una erénica social, Un hecho particu Jarmente importante es que, en la novela, la situacién del es- critor con relacién al universo que ha creado difiere de su situacién con respecto al universo de todas las demas formas Iiterarias. A esta particular situacién G1raro Ia llama humo- rismo; Lukics, ironfa, Ambos estén de acuerdo en el hecho de que el novelista debe rebasar 1a conciencia de sus héroes, Y¥ que este exceso (Iidmese humorismo o ironia) es, estética- ‘mente hablando, el elemento constitutive de la creacién no- vvelesca. Pero dichos autores se distancian al apreciar la na- DE LA NOVELA a turaleza de este exces0, pareciéndonos que, sobre esta cues- 16m, la posicién de Luxics es mas aceptable que la de Greano. Para Ginano, el novelist, en el momento de escribir su ‘obra, ha abandonado el mundo de la degradacién a fin de vol- ver @ encontrar la autenticidad, la transoendenela vertical. Por ello piensa que la mayor parte de las grandes novelas termi nan por una conversion del héroe a esta transcendencia verti- fal, ¥ que el cardcterabstracto de clertos finales (Don Quijote, Rojo y Negro, acaso tambien La Princesa de Cléves) se debe a una ilusién de lector, o bien al resultado de supervivencias {el pasado en la conciencia del eseritor. ‘Una afimmacién semejante es rigurosamente contraria a la estética de Loxics, para la cual toda forma literaria (Jo mismo due toda gran forme artstica en general) nace de la necesidad dle expresar un contenido esencial. Si realmente la degrada- eign de la novela fuera rebasada por el escritor, e incluso, por Ja eonversién final de cierto miimero de héroes, la historia de cesta degradacién no seria otra cosa que la historia de un hecho Aistinto, y su expresion tendria, alo sumo, el eardcter de un relato mas 0 menos entretenido. Sin embargo, la ironia del escrtor, su autonomfa con rela- cién a sus personajes, la conversion final del héroe de la n0- ‘ela, son realidades indiscutibles ‘Luxcs piensa, no obstante, que precisamente en la medi- 4a en que la novela es la ereacién imaginaria de un universo regido por la degradacln universal, ese exceso habré de ser forzosamente degradado, abstracto, conceptual, y no vivido como realidad conereta. La ironia del novelista se hace sentir, segiin Luxics, no silo sobre el héroe, cuyo eardcter demoniaco conoce, sino tam bien sobre la naturaleza abetracta, y por lo mismo insuficlente ¥y degradada, de su propia conciencia. Por ello, 1a historia de la busqueda degredada, dlemoniaca o idélatra, es en todo caso 1a Gniea posibilidad de expresar realidades esenciales, 1La conversién final de Don Quijote o de Jullén Sorel no es, como cree GrRAto, el acceso a la autenticidad, a la transcen- dlencia vertical, sino, simplemente, 1a toma de’ conciencia de Ja vanidad, del cardcter degradado, no sélo de la busqueda 2 PARA UNA SOcTOLOGtA anterior, sino también de toda esperanza, de toda busqueda posible. Por ello esta conversién es un final y no un comienzo, y es 1a realidad de esta ironia (que es también siempre una auto- ironia) lo que permite a Logics exponer dos definieiones em- parentadas de esta forma novelesca que nos parecen igualmen- te acertadas:, £1 camino ha comenzado, termind el viaje, ¥ ‘La novela es fa forma de la madurez viril, Bsta wltima f6rmula ‘acaso defina con més precisién, como hemos visto, la novela educativa del tipo de Withelm Meister, que termina por una autolimitacién (renuncia a la busqueda problemética, sin que, sin embargo, sea aceptado el mundo de la conveneién ni aban- donada la implicita escala de valores) Asi, pues, la novela, en el sentido que le dan Loxics y Gr ‘Ramp, aparece como un género literario en el que los valores, auténticos, siempre discutides, no podrian ser presentados en Ja obra bajo la forma de personajes conscientes o de realida- des coneretas. Hstos valores no existen més que bajo una for- ma abstracta y conéeptual en la conciencia del novelista, en la que comportan un cardcter ético. Ahora bien. las ideas abs- tractas no pueden existir en una obra literarla, en que no pa- sarfan de constituir un elemento heterogéneo El problema de la novela es, pues, hacer de lo que en la ‘conciencia del novelista es abstracto y ético, el elemento esen- cial co na obra en Ia que.esta realidad no podria existir mas que a modo de una ausencia no tematizada (mediatizada, di- Fis Gyv.ce) oy lo que es igual, de una presencia degradada, ‘Como dice Luxécs, la novela es el tinico género literario en que 1a ética det novelista se transforma en un problema estética de 1a obra, Ahora bien, el problema de una sociologia de la novela ha preocupado constantemente a los socidlogos de la literature, sin que, hasta ahora, se haya dado, en opinién nuestra, nin- giin paso decisivo en la via de su elucidacién, En realidad, puesto que la novela fue, durante toda la primera parte de stt historia, una biografla y una erénica social, siempre se ha es- tado en condiciones de mostrar que la erénica social reflejaba ds 0 menos la sociedad de la época, constatacién para la cual, no es necesario, ciertamente, tener la condicién de socislogo. DE LA NovELA 2B Por otra parte, se ha relacionado la transformacién de la novela, desde Kars, con los andlisis marxistas sobre la co- sifcacién, Sobre este punto es preciso decir también que los sociélogos serios habrian debido ver en ello un problema més bien que una explicacién. Si bien es evidente que el mundo absurdo de Karns, de £ extranjero, de Caos, 0 el mundo compuesto de objetos relativamente auténomos de Rosse-Gxi- Lier, corresponden al andlisis de la coslficacién tal como fue {esarrollado por Manx y los marxistas posteriores, queda plan- teado el problema de saber por qué, shientras que este andli sis fue elaborado en la segunda mitad del siglo xxx relativo @ un fenémeno cuya aparicién se sitiia mucho antes, no se haya ‘manifestado este mismo fenémeno en la novela més que a par- tir de la primera guerra mundial, En suma, todos estos andlisis descansaban sobre la rela- cin de clertos elementos del contenido de la literatura nove- Jesca y de la existencia de una realidad social que reflejaban ‘casi sin transposicién 0 con la ayuda de una transposicién més © menos diéfana. Ahora bien, el primer problema que hubiera debio atior- dar una sociologia de la novela es el de la relacidn entre la forma novelesca misma y la estructura del medio sovial en cuyo interior se ha desarrollado, es decir, de la novela como gé nero literario y de la sociedad individualista moderna, Hoy nos parece que el conjunto de los analisis verificados por Luxics y Gano, a pesar de haber sido elaborados uno ¥ ‘otro sin preocupaciones especificamente sociolégicas, nos per~ mitiré, si no elucidar totalmente el problema, s{, al menos, dar un paso decisivo hacia su elucidacién, En efecto, acabamos de decir que la novela se caracteriza por ser la historia de una busqueda de valores auténticos de modo degradado, en una sociedad degradada, degradacion que, fen lo que concierne al héroe, se manifiesta principalmente en Ja mediatizactén, en la reduccién de los valores auténticos al nivel implicito, y su desaparicién como realidades manifiestas Esto comporta, evidentemente, una estructura singularmente compleja, y no serfa ffeil imaginar que la misma haya podido aparecer ‘un dia por capacidad inventiva individual, sin nin- fin fundamento en la vida social del grupo. m PARA UNA SOCIOLOGIA Lo que serfa, sin embargo, completamente inconcebible, es que una forma literaria de tal complejidad dialéctica, se hu- biese dado, durante siglos, en los mas diferentes escritores, cen los paises mas diversos, y que hubiese llegado a ser la for- ‘ma por excelencia mediante la cual se haya expresado en el Plano literario el contenido de toda una época y no hubiese hhabido una homologia, o una relacién signifcativa entre esta forma y los aspectos mas importantes de la vida social La hipétesis que presentamos al respecto nos parece par- ticularmente sencilla y, sobre todo, sugestiva y verosimll, a pesar de que hayamos necesitado afios para enicontrarla. ‘En nuestra opinién, la forma novelesca es, en efecto, 1a transposicion al plano literario de la vida cotidiana en la so- ciedad individualista nacida de la produccién para el mercado. Existe una homologia rigurosa entre Ja forma literaria de la novela, tal como acabames de definirla siguiendo a Luxics ¥ ‘8 Ginaxo, y la relacidn cotidiana de los hombres con los bienes fen general y, por extensién, de los hombres entre si, en una sociedad que produce para el mercado, La relacion natural, sana, de los hombres y de los bienes fs, en efecto, aquella en que lq produccién se halla resulada conscientemente por el consuino futuro, por las cualidades concretas de los objetos, por su valor de uso. ‘Ahora bien, lo que caracteriza la produccién para el mer- ‘ado es, por el contrario, la eliminacién de esta relacién de la conciencia de los hombres, su reduccién a lo implicito gracias a la mediacién de la nueva realidad econémica ereada por esta forma de produccién: el valor de cambio. En las otras formas de la sociedad, cuando un hombre te- nnfa necesidad de un vestido o de una casa, tenfa que produ: citlos por si mismo u obtenerios de un individuo capaz de producirlos, quien debia, o podia, proporcionarselos, bien en virtud de clertas normas tradicionales, bien por razones de autoridad, amistad, etc., o bien como contrapartida de otras ‘prestaciones “Ea gxtructura mental de Ia medicién no aparece, o lo hace on pte 1g socandari mientras el cambio no pase Ge tot erpordaico al reivares io sabre fos excedentes 0 tenga ol caractar de un cambio de valores de liso que Individuos © grupos no podran procuelr en el interior de une DE LA NOVELA 25 Actualmente, para obtener un vestido 0 una casa, Io que importa es conseguir el dinero necesario para su compra, El productor de vestidos o de casas no tiene en consideracién el valor de uso de los objetos que produce. En su opinion, és- tos no son mas que un mal necesario para obtener lo tnico que le interesa, un valor de cambio suficlente para avegurar la rentabilidad’ de su empresa. En la vida econémica, que constituye 12 parte més importante de la vida social moder- ra, toda relacién auténtica con el aspecto cualitativo de los objetos y de los seres tiende.a desaparecer, tanto respecto a las relaciones entre los hombres y las cosas como a las rela- clones interhumanas mismas, para ser sustitufda por una re- lacién mediatizada y degradada: la relacién entre los valores de cambio puramente cuantitativos, Como es natural, los valores de uso contindan existiendo, fe incluso regulan, en tltima instaneia, el ccnjunto de Ia vida ‘econémica; pero su accién toma un eardcter implicito, ezac- tamente como el de los valores auténticos en et mundo de la novela En el plano conselente y manifiesto, la vida econdmica se compone de gentes orientadas exclusivamente a produclr va- lores de cambio, valores degradados, a los que se incorporan algunos individuos —Ios creadores en todos los terrenos— que continian orientados esencialmente hacia los valores de uso, y que por ello se situan al margen de la sociedad, trans- formindose en individuos problemdticos, y naturalmente in- cluso éstos —a menos de aceptar la ilusién (que Gianp Ila- marfa mentira) roméntica de la ruptura total entre la esen- cia y la apariencia, entre la vida interior y la vida social— no podrian dejarse engafar por las degradaciones que sufre su actividad ereadora en una sociedad que produce para el mer- cado, inmediatamente que se manifiesta al exterior, en cuanto ‘queda materializada en un libro, un cuadro, la ensefianza, una composicién musical, etc, que posee un cierto prestigio, ¥ por tanto, un cierto precio. A esto es preciso afiadir que, como consumidor Ultimo, opuesto en el acto mismo del carnbio a ‘Soomia esencalmente natural, La transformaciin fundamental en el ‘Seseerolo ea couiencldn se Gebe aia aparcion de la roduccion om et merendo. 26 PARA UNA SOCIOLOGIA los productores, todo ihdividuo, en la sociedad productora para el mercado, tiene ocasién de observar, en alggin mo- ‘mento del dia, Ja existencia de los valores de uso, que no pue- de conseguir sino es por mediacién de los valores de cambio. De aguf que Ia ereacidn de la novela, como género litera- rio, no tenga nada de sorprendente. La forma extremadamen- te compleja que presenta en apariencia es aquella en que los hombres sa encuentran diariamente sumergidos cuando se ‘ven obligades a buscar toda cualidad, todo valor de uso de un ‘modo degradado por la mediacién de la cantidad, det valor de ‘cambio, ¥ elio en una sociedad donde todo esfuerzo por orien- tarse directamente a la produccién de valores de uso no podria dar otro resultado que el de engendrar individuos tambien de ‘gradados, si bien de un modo diferente, el del individuo proble- mitico. Por tanto, estas dos estructuras, le de un importante género de la novela y la del camblo, se manifiestan rigurosamente ho- maélogas, hasia el punto de que podria hablarse de una sola y misma estructura que se muestra en dos planos diferentes, ‘Ademés, como veremos més adelante, la evolucién de la forma de Ia novela que corresponde al mundo de la cosificavién no podria comprenderse més que en la medida en que se la ponga fen relacién con una historia homéloga de las estructuras de cesta ditima. ‘Sin embargo, antes de proceder a formular ciertas observa ciones a propésito de esta homologia de las dos evoluciones, es preciso examinar el problema, particularmente importante para el sociélogo, del proceso en virtud del cual la forma lite- raria ha podido surgir de la realidad econémica, asf como las modificaciones que el estudio de este proceso nos obliga a in- troducir en la representacién tradicional del condicionamiento sociolégico de la creacién literaria ‘Encontramos un primer hecho realmente sorprendente. resulta imposible hacer uso del esquema tradicional de la socio. logis literaria, marxista o no, en el caso de la homologia estruc- tural que acabamos de mencionar. La mayor parte de las tra- bajos de soviologia literaria establecen, efectivamente, una re- Iacién entre las obras literarias mas importantes y la concien- ia colectiva de los grupos sociales, en cuyo interior han naci- DE LA NovELA 2 do. A este respecto, la posicién marxista tradicional apenas di- feria del conjunto de los trabajos sociolégicos no marxistas, respecto a los cuales no introducia més que cuatro ideas distin= tas, que son ‘@) La obra literaria no es el simple reflejo de una concien- cia colectiva real y dada, sino el resultado, a un nivel de cohe- rencia muy elevado, de las tendencias propias de la conciencia de tal o cual grupo, conciencia que es preciso concebir como luna realidad dinémica, orientada hacia un cierto estado de equilibrio. En el fondo, 1o que separa en este terreno, como en los demas, a la sociologia marxista de las tendencias sociolégi- cas positivistas, relativistas o eclécticas, es el hecho de que ve el concepto clave no en la conclencia eolectiva real, sino en el concepto construido (zugerechnet) de conciencia posible, unico que permite comprender la primera, ) La relacién entre el pensamiento colectivo y las gran- des creaciones individuales literarias, flos6ficas, teolégicas, et- cétera, reside no en una unidad de contenido, sino en una ¢o- hherencia més desarrollada y en una homologia de estracturas que puede expresarse por contenidos imaginarios extremada- mente diferentes del contenido real de la conciencia colectiva. ©) La obra correspondiente a la estructura mental de tal 0 ccual grupo social puede ser elaborada en ciertos casos, muy ra ros a decir verdad, por un individuo que haya tenido escasa relacién con el grupo. Hl cardcter social de Ia obra reside, ante 7 todo, en que un individuo serfa incapaz de establecer por si ‘mismo una estructura mental coherente que se correspondiese con lo que se denomina una avisi6n del mundo». Tal estructura ho puede ser elaborada mas que por el grupo, siendo el indi- vviduo tinicamente el elemento capaz de desarrollarla hasta un grado de coherencia muy elevado y transponerla al plano de la creacidn imaginaria, del pensamiento conceptual, etc. 4) La conciencia colectiva no es ni wna realidad primera ni una realidad autOnoma; se elabora implicitamente en el comportamiento global de los individuos que participan en la ‘vida econémica, social, politica, etc. Como se ve, se trata de tesis extremadamente importantes, suficientes para establecer una diferencia muy considerable centre el pensamiento marxista y las demas concepeiones de la 28 PARA UNA soctOLOGtA soctologia de la literatura, Sin embargo, ¥ a pesar de estas di- ferencias, los tedricos marxistas, al igual que la sociologia lite raria positivista o relativista, han pensado siempre que la vida social no puede expresarse en el plano literario, artistico 0 fi- loséfico, mas que a través del eslabén intermedio de la con- cienela colectiva, Ahora biep, en el caso que acabamos de considerar, 1o que sorprende en primer lugar es el hecho de que, si bien podemos encontrar una homologia rigurosa entre las estructuras de 1a vida econémica y una cierta manifestacién literaria especial- ‘mente importante, no se puede descubrir ninguna estructura andloga al nivel de la conciencia colectiva, que parecia hasta gut el eslabén intermediario indispensable para conseguir la homologia o una relacién inteligible y significativa entre los diferentes aspectos de la existencia social. La novela estudiada por Lukics y Gitano no parece ser de ninguna manera la transposicién imaginaria de las estructura conscientes de tal 0 cual grupo en particular, sino que, por el contrario, parece expresar (y quizd sea éste el caso de una par te muy extensa del arte moderno en general) una biisqueda de valores que ningiin grupo social defiende efectivamente y que Ja vida econdmica tiende a convertir en fmplicitos para todos los miembros de Ia sociedad. La antigua tesis marxista que vefa en el proletariado et vini- co grupo social capaz de constituir el fundamento de una cul tura nueva, por el hecho de no hallarse integrado en una sociedad cosificada, partia de Ia representacion soclolégica tra- dicional, segiin la cual, toda creacién cultural auténtica e im- portante no podfa surgir més que de una conjuncién funda- ‘mental entre la estructura mental del creador y la de un grupo parcial més o menos extenso, pero de alcance universal. En realidad, para la sociedad occidental al menos, el anlisis mar- xista se’ha revelado insufleiente; el proletariado occidental, lejos de quedar extraiio a la sociedad cosificada y oponerse en. tanto que fuerza revolucionaria, se ha integrado en ella en gran, medida, y su accién sindical y politica, lejos de trastornar esta sociedad y de reemplazarla por un mundo socialista, le ha per- ‘mitido asegurarse una posicién relativamente mejor que la que permitian prever los anslisis de Manx. De LA NOvELA 2» Y, sin embargo, la creacién cultural, aunque mas © menos ameriazada por la sociedad cosificada, no ha cesado en abso- luto, La literatura novelista, lo mismo que podia decirse de 1a ‘ereacion poética moderna y de la pintura contempordnes, son formas suténticas de erescién cultural, sin que se las pueda hacer depender de la eonciencia — incluso posible— de un igru- po social particular. Antes de abordar el estudio de los provesos que han permi- tido y hecho realidad esta transposicidn directa de la vida eco- némica a la vida literaria, sera preciso eonstatar que, si bien un proceso semejante parece contrario a toda la tradicion de estudios marxistas sobre la ereacién cultural, confirma, en rea- Iidad, de una forma completamente inesperada, uno de los mas importantes andlisis marxistas del pensamiento burgués, a sa- ber: Ia teoria del fetichismo de la mercanela y de la cosifica- ign. Este andlisis, que MaRx consideraba como uno de sus des- cubrimientos més tmportantes, establece, en efecto, que en las sociedades que producen para’el mereado (es decir, en los ti pos de sociedad en que predomina la actividad econémica) la conciencia colectiva plerde progresivamente toda realidad ac- tiva y tiende a transformarse en un simple reflejo* dg la vida econdmica y, finalmente, a desaparecer. oa Resultaba asi plenamente evidente entre este andlisis par- ticular de Marx y la teorfa general de la creacién literaria y fi Josética de los marxistas posteriores —que suponia un papel activo de la conciencia colectiva—, no una contradiecidn, sino luna ineoherencia, al no haber tomado en consideracién esta i- ‘ima teoria las consecuencias para la soclologia literaria de la afirmacién de Manx, segxin la cual en las sociedades que pro- ducen para el mercado sobreviene una modificacisn radical del ‘estado de conciencia individual y colectiva e, implicitamente, ‘as referimos a una sconcienct-efejo cuando el contenido de esta consiensa'y el conjunto de Int relaionea eatre lor aerenter elementos de ‘ete contedide (lg gue liamamos su esievetura) suften Ta accion Go ots ‘SRinpor dela vida scl, iu que, a eu ven ecten edbee ellos De hee SOE sfuein po ha ago sicenaecn nce, ene seal’ de ia Sgcad capitalist. Ena crea slo embargo una tendencia ela disminccs Flpida'y progretiva de la scldn de a tencienia gre ia vid econdmice ‘vinvectamente, al eresimiento continuo de a acelin del sector sconémicd ‘Soin vidn soi sore el conten y la etructora de Ta conciencln, 30 PARA UNA SOCIOLOGIA de las relaciones entre la infra y la superestructura, El andlisis de 1a cosificacién, elaborado primero por Manx en el plano de Ja vida cotidiana, desarrollado después por LuxAcs en lo que se refiere al pensamiento {ilosdfico, cientifieo y politico, y ulte- riormente objeto de investigacién de un cierto miimero de te6- rleos en diferentes campos particulares, y sobre el cual nos- otros mismos hemos publicado un estudio, se revela asf, al menos por afora, confirmado por los hechos en el andlisis so- ‘lolégico de una forma de la novela Una ver dicho esto, se plantea la cuestién de saber cémo ‘iene lugar Ja ligazén entre las estructuras econémicas y las ‘manifestaciones literarias en una sociedad en que esta liga- 26n tiene lugar fuera de la conciencia colecttva. A este respecto hemos formulado la hipétesis de la accién ‘convergente de cuatro factores distintos, que son: 2) El nacimiento, en el pensamiento de los miembros de la sociedad burguesa, y'a partir de la condueta econémica y de la existencia del valor de cambio, de la categoria de la media- cidn, como forma fundamental y cada ver més desarrollada de pensamiento, con la tendencia implicita a reemplazar este pen- samiento por una falsa conciencia total en la que el valor me- Glador se convertira en valor absoluto, y en la que el valor me- iatizado desaparecerd enteramente; 0, en lenguaje mas claro, con la tendencia a imaginar el acceso a todos los valores bajo el 4ngulo de la mediacién, con la propensién a hacer del dinero yy del prestigio social valores absolutos, y no simples mediacio- nes que aseguran @l acceso a otros valores de carécter cualita tivo. )_ La subsistencia en esta sociedad de un cierto niimero de individuos esencialmente problemdticos en la medida en ‘que su pensamiento y su conducta siguen dominados por valo res cualitativos, sin que no obstante puedan sustraerlos ente- ramente a la existencia de la mediacin degradante, cuya ac- i6n es general en el conjunto de la estructura social, Entre estos individuos se encuentran, en primer lugar, to- dos los creadores, escritores, artistas, fildsofos, teélogos, hom- bres de acci6n, etc, cuyo pensamiento y conducta estan regidos ante todo por la calidad de su obra, pero sin poder escapar to- DE LA NovELA, 3 talmente a Ia accién del mercado y a la acogida de la sociedad cosificada. ©) Al no poder ser ninguna obra importante la expresién de una experiencia puramente individual, es probable que el sgénero novelesco no haya podido aparecer y desarrollarse mas que en la medida en que un estado de descontento afeetivo no conceptualizado y una aspiracion afectiva directamente orien- tada hacia valores cualitativos se hayan desarrollado en el con- junto de la sociedad 0, quizé, tinicamente entre las capas me- ‘dias, en cuyo interior se reclutan la gran mayorla de los no- velistas ) abia, en fin, en las sociedades de tipo Uberal que pro- ‘ducen para el mercado, un conjunto de valores que, sin trascen- der del individuo, tenian no obstante un alcance universal y, cen el interior de estas sociedades, una validez general. Bran Jos valores del individualismo liberal, vineulados a la existen- cia misma del mercado concurrencial (libertad, igualdad, pro- piedad, en Francia; Bildungsideat, en Alemania, con sus deri- vados ‘de tolerancla, derechos del hombre, desarrollo de la personalidad, etc.). A partir de estos valores tuvo lugar el des- arrollo de la categoria de la biografia individual que se ha con- vertido en el elemento constitutive de la novela, donde, sin em- bargo, ha tomado la forma del individuo problemético, a par- tir de: 7 Agu se plantea un problema difeil de resolver por el momento, ue pode ser fesuitaaigun dla mediante sabojos de iabestigacton soci ‘Beacon de tcl de. encancay elec afectva no ‘coneplutiizada, que ha permitido el deceroilo de’ a forms, novelist "Sx un primes momento hanlamos pensado que ls cosineaién, a tender 1 aisover a itegrar ia societedfiobal lo diferentes grupos parales {bor lio, & privares, hasta certo punto, de su especitldad, Lene um {acheter Se fal forma contrario als realidad tanto olgica como scale flea del incividue humane que habrie de engendrar en todos los inaivicos Fumstes, en grade mas 0. menes intenco,reatclones e opesicisn (0, Se Gagraie de forma cualtstivamente mds avensada, reactones de ova" Siete ale duc Tetons al mando colin, restores ‘Spe gnaccuentia, nor he pafecdo tn embsrgo que en ello sxitia unm suposidién © prion, no contolnda’ Ia do ln exstencia de une naturaleza Biolegea, cayge manifesacionesexterares ne podtian quedarenteramente Aleanaturaleades por la realidad soci ‘Ahora bien, puede suceder tambien que las resistnclas, incluso afec= waste fa cosileacian quaden clreunacrites a certassapas focal partes Jes; alas que habia de limtatte el trabajo de investigucise postiva, PARA UNA SOCIOLOGIA 12 La experiencia personal de los individuos probleméti- ‘cos, ya mencionados antes en el punto B). 2 La contradiceiéa interna entre el individualismo como valor universal engendrado por la sociedad burguesa y las im- Portantes y penosas limitaciones que esta sociedad imponia Tealmente por sf misma a las posibilidades de desarrollo de los ‘ndividues, Este esquema hipotético parece quedar confirmado entre cosas por el hecho de que cuando uno de estos cuatro ele ‘mentos, el individualismo, ha sido abligado a desaparecer por Ja transformacién de la vida econémica y la sustitucion de 1a economia de libre concurrencia por una economia de cartels y de monopolios (transformacién que comienza a finales del Siglo xrx, pero cuyo cambio cualitativo lo sitiian la mayor par te de los economistas entre los afios 1900 y 1910), tiene lugar una transformacién paralela de la forma novelesca que dese. bboca en la desaparicién del personaje individual, del héroe; transformacién que, a nuestro juicio, queda caracterizada de una forma extremadamente esquemética por la existencia de dos perfodos: 4) Bl primero, transitorio, durante el cual la desaparicion e la importancia del individuo lleva consigo las tentativas de sustituir la blografia como contenido de la obra novelesca por valores nacidos de ideologias diferentes. Porque si en las 4. ‘ledades occidentales estos valores se han revelado demasiado ‘ébiles para generar formas literarias propias, podian servir ‘eventualmente de punto de apoyo para una forma ya existente, que se encontraba en peligro de perder su contenido anterior En este plano se sittian, en primera fila, las ideas de comuni dad y de realidad colectiva (institueiones, familia, grupo s0- cial, revolucién, etc.) que la ideologia socialista habia introdu- ido y desarrollado en el pensamiento occidental. ) El segundo perfodo, que comienza aproximadamente ‘con Kare, y se continda con la nueva novela contemporénea, no ha terminado todavia, y se caracteriza por el abandono de todo intento de sustituir'el héroe problematico y la biogralia individual por otra realidad y por el esfuerzo por elaborar Ia otra De: LA NovELA, 33 novela de la ausencia del tema, de la no-existencla de toda Duisqueda que progresa Ni que decir tiene que esta tentativa por salvaguardar la forma novelesca dindole un contenido, emparentado sin duda con el contenido de la novela tradicional (que era desde siem- pre la forma literaria de la busqueda problemética y de la au- sencia de valores positives), pero, sin embargo, esencialmente diferente (se trata ahora de eliminar dos elementos esenciales del contenido especifico de la novela: la sicologia del héroe problematico y la historia de su busqueda demonfaca), debia generar al mismo tiempo orientaciones paralelas hacia formas diferentes de expresion. Quizé existan en ello elementos para uuna sociologia del teatro de la ausencla (Bzcxerr, Ioxesco, Apauov, durante cierto tiempo), asi como de clertos aspectos de la pintura no figurativa, ey Hay que mencionar, por fin, un problema tiltimo que podria 1y deberia dar lugar a investigaciones posteriores. La forma no- velesca que acabamos de estudiar es, por esencia, critica y opo- siclonal. Es una forma de resistencia a la sociedad burguesa en desarrollo. Resistencia individual que no ha podido apoyar- se, en el interior del grupo, més que en procesos psiquicos afec- vos y no conceptualizados, precisamente porque resistencias consclentes que hubieran podido dar lugar’ a formas literarias ‘que implicasen la posibilidad de la existencia de un héroe po- sitivo (en primer lugar, la conciencia oposicional proletaria, tal como la esperaba y a prevefa Manx) no se han desarrollado sufcientemente en las sociedades accidentals. La novela de héroe problemético se revela asi, contrariamente a la opinién tradicional, como una forma literaria vineulada sin duda a la historia y al desarrollo de la burguesta, pero que no es la ex- presién de la conciencia real o posible de esta clase, Pero ahora se plantea el problema de saber si, paralel ied “GE amino hn comenvato, ol saje na tenmingsa La. nacea Roveus podria queda® caracterizada per la supresion de ia primera porte {el enue, ‘Su tempo qvedarla seracerizo por st enuncade: aL Sptaclén permanece,poro'alviale ha terminadon (Kareay Naruate Sie vers) 0 Smplemente por ia consiatacan ge que wel vale he termnado a's que el camino haya comensadon (ist ies primeres novelay de Rosecmuen. 4 PARA UNA SOCIOLOGIA ‘mente a esta forma literaria, no se han desarrollado otras que se correspondiesen con los Valores conseientes y las aspiracio- hes efectivas de la burguesia; nos permitimos mencionar a este respecto, ¥ a titulo de sugerencia completamente general hipotética, la eventualidad segin la cual la obra de Batzac —euya estructura seria preciso analizar a partir de ahi-—cons- tituirfa Ja tiniea gran expresién literaria del universo estruc- urado por los valores conseientes de la burguesia: individua- lismo, ansia de poder, dinero, erotismo, que Irlunfan sobre les antiguos valores feudales de altruismo, caridad y amor. Sociologicamente, esta hipétesis, de ser exacta, podria estar relacionada con el hecho de que la obra de Bauzac se sitia pre- ‘cisamente en una época en que el individualismo, en sf ahist6- rico, era la base de la estructura de la conciencia de una bur- ‘guesia que se hallaba construyendo una nueva sociedad y que ‘se encontraba en el nivel tds elevado y mds intenso de sia elicacia histérica real. Subsidiariamente, hace falta asimismo plantearse por qué, con excepcién de este nico caso, esta forma de literatura no- velesca no ha tenido mas que una importancia secundaria en Ja historia de la cultura occidental, por qué la conciencia real yy las aspiraciones de la burguesia no consiguieron nunca, du ante el siglo xmx y el x2, erear una forma literaria propia que pueda situarse al mismo nivel que las otras formas que cons- tituyen la gran literatura occidental. ‘A este respecto nos permitiremos formular algunas hipéte- sis completamente generales. HI anélisis que acabamos de rea- gar hace extensiva a una de las formas novelescas ms impor- ‘antes una afirmacién que nos parece ahora valida para casi todas las formas de ereacién cultural auténtica y respecto de Ja cual la tinica excepelén que somos capaces de pexcibir por el momento es precisamente la obra de Bauzac’, que mostré ace un afo, al {rater de Jos mlsmes problema y mencionas Ia oxi tencia de In novela de héroepeeblemtico 9 hele subieatura novelerch Indra postivo, eseribiamos: sPor imo, onslaizemor ene ecto fort Inge Una gran iterropacin, Ta del esiaio socoloice robre Ia obra do Balzec Hote nos parece consitulr ina forma novolesce prope, gue inte- fa elementos importantes pertenecontes 4 los des Uipos de novela. que ‘Tegusmos de mendionar y represeta, pobeblemente, le manilstacin no ‘elesee mde importante dela strip Las notacfotmlasas on eta pas finas fntentan precisa aigo Ia ipotess que estas meas dejan entteve, DE LA NOvELA 35 facultades para crear un gran universo literario estructurado por valores puramente individualistas, en un momento histé- rico en que los hombres, en actividad concurrencial, animados ppor estos valores ahistéricos, se hallaban empefiados en la ts- rea de producit una considerable transformacién_histérica (que, en el fondo, no Ilegé a su fin en Francia hasta la revolu- cin burguesa de 1848). Con esta tinica excepcidn (quiza seré preciso agregar todavia algunas otras escasas excepclones even- tuales en las que no pensamos por el momento), a nuestro jui- clo, no se produjo ninguna creacién literaria y artistica de va- Jor, sino alli donde hay una aspiracién a rebasar al individuo y 1 buscar valores cualitativos transindividuales, eE1 hombre re- basa al hombres, hemos afirmado parodiando ligeramcnte a Pascat. Esto significa que el hombre no podré ser auténtico ‘mas que en la medida en que se conciba o se sienta como parte de un conjunto en transformacién y se site en una dimension transindividual histériea o transeendente. Ahora blen, el pensa- ‘miento burgués, vinculado, al igual que la sociedad’ burguesa misma, a la existencia de la actividad econdmica, es precisa- ‘mente el primer pensamiento en la historia radicalmente pro- fano y ahist6rico a la vez; es el primer pensamiento cuya ten- dencia es negar todo lo sagrado, ya se trate de lo sagrado celes- te de las religiones transcedentes, ya de lo sagrado inmanente del futuro historico. En nuestra opinién, ésta es la razén fun- damental, en virtud de la cual la sociedad burguesa ha creado Ja primera forma de conciencia radicalmente aestética. Bl ca- récter esencial del pensamiento burgués, el racionalismo, ig- nora, en sus expresiones extremas, la existencia misma del arte. No existe estética cartesiana 0 spinozista, e incluso para ‘Bauwcarren el arte no es mis que una forma inferior del co- nocimniento, No es casualidad que, con excepoién de ciertas situaciones particulares, no encontremos grandes manifestaciones liter ras de la conciencla burguesa propiamente dicha. En la socie- dad vinculada al mereado el artista es, como ya hemos dicho, ‘un ser problemético, y esto significa critico y opuesto a la so- cledad. ‘Sin embargo, el pensamiento burgués cosificado posefa sus valores teméticos, a veces auténticos, como los del individua- 36 lismo, a veces puramente convencionales, a los que LUKAcs lla~ ‘maba la falsa conciencia y, en sus formas extremas, la mala fe, y Henosccrn, la charlataneria, Estos estereotipos, auténticos 0 ‘onvencionales, tematizados en la conclencia colectiva, habrian de dar lugar a una literatura paralela, al lado de la forma no ‘velesca auténtica, que contase también una historia indivi. dual y que pudiese naturalmente, ya que se trata de valores conceptualizados, comportar un hétoe positive. Serfa interesante seguir en sus evoluciones estas formas novelescas secundarias, cuyo fundamento seria, naturalmen- te, a conciencia colectiva, De ello podria resultar —todavia no nos hemos ocupado de su estudio— una gama muy variada, desde las formas mas inferiores, del tipo Drty, hasta las més, elevadas, como las de escritores tales como ALEJANDRO DUXAS 0 Evcento Sue. Acaso sea también sobre este plano sobre el que debieran situarse, paralelamente a la nueva novela, clertas obras de gran éxito vinculadas a las nuevas formas de la con- ciencia colectiva. Como quiera que sea, estimamos que el esbozo que acaba- ‘mos de trazar, aunque extremadamente esquematico, podria ‘constituir el marco aceptable para un estudio sociolégico de la Jorma novelesca. Estudio que serfa tanto més importante cuan- to que, aderras de su objeto propio, podria significar una apor. tacion nada desdefiable al estudio de las estructuras siquicas de ciertos grupos sociales y, especialmente, de las capas mo- dias de la cociedad. 2, WTRODUECION 4 JN ESTUDIO ESTRUCTUBAL DE LAS NO- Vibas DE MALRAUX ‘A fin de precisar los limites del presente trabajo, ereemos obligado decir de principio que no pretende ser, en ningtin 50, un estudio socioldgico acabado de los escritos literarios de Matraux. Un estudio semejante supondria, en efecto, por un lado ha- ‘cer luz sobre cierto mimero de estructuras significativas, c2- paces de explicar, al menos en gran parte, el contenido y el eardcter formal de estos eseritos, y, por otro, la demostracién. bien de la homologia, o bien de la posibilidad de encontrar una relacion significativa entre las estructuras de este universo terario y cierto mimero de otras estructuras sociales, econdtni- cas, politicas, religiosas, ete. ‘Ahora bien, nuestro trabajo se mantendré dentro del mar- co de la primera fase, la del andlisis interno, destinado a trazar lun primer esbozo de estructuras significativas inmanentes a la ‘obra, esboz0 que, con toda probabilidad, habra de ser modifica Go y precisado por la investigaci6n ulterior sobre las homolo- iglas J las relaciones signifcativas con las estructuras intelec- Quales, sociales, politicas 0 econémicas de Ja época en cuyo transcurso han sido elaboradas, ‘Sin embargo, y sin sobrepasar tales limites, hemos creido que, incluso en este estado provisional, los resultados de este studio, aunque hipotéticos, podian presentar interés suficiente para ser objeto de pubiteacién. 38 PARA UNA SOCIOLOGIA Al estudiar la obra de Mautavx destaca inmediatamente un primer hecho: entre sus primeros escrites, tales como Reino estravagante, Lunas de papel, La tentacién de occidente, que afirman la muerte de los Dioses y la descomposicién universal de los valores, y los escritos siguientes —Loe conguistadores, La via real, La condicién humana existe no so una dife- rencla de contenido, sino también una diferencia de forma. A pesar de que'tanto én uno camo en otro caso se trata de obras de ficcién, nicamente las citadas en segundo término crean lun universo intencionadamente realista, conatituido por seres, sin duda imaginarios, pero individuales y vivos, lo que les etri buye un cardcter novelesco, en tanto que las del primer grupo son ensayos, como La tentacién de oecidente, o historias fan- tésticas y alegorieas (como el Reino extravagante y Lunas de papel) a pesar de la afirmacién de MALRavx al conilento de Lunas de papel, sein la cual cen este libro no hay nada sim: balices Si ademés constatamos que todas las novelas posteriores de Maxnavx haban de crear universos regidos por valores positi- vos y universales y que el primer escrito, que sefiala una nue- va crisis, La lucha con el éngel, habia de ser a la ver el dltimo ¥ el menos novelesco, el mas intelectual de los eseritos de fe- tion de Mavraux, nos parece posible la formulacién de una primera hipotesis: En esta obra, dominada por la crisis de lor valores que caracterizaba la Buropa occidental en la época en ‘que fue elaborada, 1a ereacién propiamente novelesca corres- onde al periodo en que el escritor orey poder salvaguardar fa ezistencia de ciertos valores universales auténtics, frente a to- doy contra todo. En suma, los mismos titulos de las obras, como Lunas de papel, El reino exiravagante, por un lado, y Los conguistada- 12s, La via real, La condicién humana, Bl tiempo del desprecio, ‘La esperanca, de otro, presentan la diferencia de contenido que hha determinado transformaciones formales y ha hecko posible la apericién de un perfodo propiamente novelesco en la obra del eseritor. El perf propiamente novelesco, tomando estas palabras fen un sentido estricto, se lita, sin’ embargo, a tres obras: ‘Los conquistadores, La vfa real y'La condicién humana que, en DE LA NOvELA 9 ‘el conjunto de la obra de MaLeavx, son las tinicas novelas que ‘pueden calificarse de tales, ya que El tiempo det desprecio ¥ La esperanza son relatos orientades hacia una forma lirico- plea, y Los nogales del Altenburg forman una serie estructy- ‘rada de relatos destinados a plantear primeramente un proble- ‘ma conceptual. Fis preciso aclarar también que en este estudio Ia expresién eperiodo novelesco» sera empleada en un sentido ‘menos riguroso y més ampllo, de forma que pueda comprender las sels obras de intencién realista que, en el conjunto de la ‘obra de MALRAVx, tienen por finalldad deseribir un universo do personajes individuales y vivos. Puesto que es principio concreto de toda investigacién so- ‘cfologica y genética analizar, en la medida de lo posible, el con- tenido y la estructura de los eseritos de todo autor en su orden ‘eronoldgico, preciso nos sera detenernos, aunque sea breve- mente, antes de comenzar el andlisis de sus obras novelescas, fen sus tres escritos anteriores, que, a falta de conocimiento de Ia fecha exacta de su redacci6n, estudiaremos en el orden que aparezea més favorable para el andlisis ', Reino extravagante (subtitulo: «Hlistorian) se compone de dos partes de las que una de ellas, segtin una nota de edicio- nes Skira, fue escrita en 1920, en tanto que el conjunto de la obra fue publicado por primera vez en 1927. El contenido esencial de este eserito parece ser, a la vez, ta conclencla de la vanidad y de la muerte universal de los va lores y la aspiracién roméntiea a un valor desconocido e incog- noscible. En la primera parte la encarnacién de éste se halla figurada por la princesa de China que constituye el suefio del principe del pafs, princesa a la que nunea ha visto y que se pa- rece a la flor azul de los roménticos alemanes como se parecen entre si dos gotas de agua. Sin embargo, y a pesar de que esta aspiracién a un valor desconocido e inasequible sea la panorémica global ultima de Ja obra, tan sélo son dos las veces en que se hace alusién expli- clta a ello en el transourso de las veinte paginas de que consta 1 escrito en las ediciones Skira, Bs verdad que estos dos pasajes 1 gue, por otra parte, es el que ha adoptado Mazavx mismo en 1a ceticiia Se Su ebvas of Shes 40 PARA UNA SociOLOGtA se hallan en lugares particularmente signifcativos: uno al f- nal de la primera parte? y el otro al final de la obra. ‘Las diecinueve piginas restantes estén dedicadas, por el con- trario, al tema de la muerte universal de los valores. ‘Este tema define el tiempo mismo de la primera parte; los seres estuvieron vivos en otros tiempos, y tenfan una significa- ldn; pero ya no lo estén. Este pensamiento queda indicado ya en las primeras Iineas. Demonios y lugares santos, papas y an- tipapas, emperadores ¥ conquistadores existieron un dla, pero ya no existen; y el recuerdo de su grandeza pasada no hace ‘més que dar color a la vanidad de un presente duradero y eterno: Tener cuidado, demonios rizados; pélidas imé- genes se forman sobre el mar en silencio; no es ésta uestra hora, Mirad, mirad: frente a las tumbas de Jos santos lugares, los vigilantes dan cuerda lenta- ‘mente a los relojes que miden la eternidad a los sul- tanes muertos —papas y antipapas dorados se persi- guen por los desiertos sumideros de Roma; tras ellos rien sin ruido demonios de cola sedosa, que son los antiguos emperadores—...—un rey, al que no gusta més que la misica y los suplicios, camina errante durante la noche, desolado, haciendo reso- nar altas trompetas de plata y arrastrando a su pue- bblo que baila... he aqui que en la frontera entre las dos Indias, bajo arboles de hojas tupidas como bestias, un conquistador abandonado se duerme en su armadura negra, rodeado de monos inquietos...» (in este caso, como en general en este ensayo, los subrayados son nuestros) Incluso lo que todavia existe, se define por la conciencia de su destruceién futura y por la huida de la vida. En ia ciu- Timo te atvidars, princess de China” (blame de Ia princes de Chinas, dio volviéndose hacia mi, :No la habla visto Yo nunca? “10h, fasta, Tastido!, suspieé ol principe... Yo tampoco, pobre in- teil“ y,desputs de up momento ée sllencie tue To even a election DE LA NOvELA, 41 ad a la que legan los viajeros, un mereader que vendfa £6 nix, quemé uno ante sus ojos. «I animal renacta inmediatamente de sus ceni- 228, pero se aprovechs de la imprudente alegria del meteader para eseaparse, con un vuelo, por lo de- ‘més, pesado y sin elegancia. Consternacién. Todos los rostros se elevan para seguir al ave con la mira- da; en el silencio no sq dejaban oir mas que las vo- es que gritaban en la lejanfa: «Ciudad nacida de? ‘mar, Wegaré et dia en que los peces de las tinieblas ‘se aduefiarén de tus palacios de formas animales... Los dragones inmortales, y de tanta belleza que su sola contemplacién ¢hace desaparecer las penas més profundas y los més agudos doloress, pueden tambien «ser utilizados como barémetross; sacerdotes remueven las grandes calde- ras de innumerables dioses menores de cobre amarillento, En- cerrado en un calabozo, el narrador se halla penefrado por una gran tristeza..., cansado..., sin alegria... Contempla ho teles abandonadosy, etc. Es conducido a presencia del prin cipe del pafs quien escucha los informes de los mensajeros; éstos le anuncian la muerte universal que, por supuesto, se resiste a admitir, puesto que piensa en la princesa de China «Principe, he ido a Babilonia la desierta, chudad no es més que polvo.. —Esta bien; yo iré més lejos, mucho més lejos. 4Conoces ti el infierno, el infierno con su cielo lle- no de estrellas violeta... y, en lo profundo, sus gra vves cantos...? “Los cantos no existen, prineipe...a la Otro mensajero ha levado a la hija del principe al Zar comedor de pescado; en su relato encontramos una de las imagenes mas importantes del texto, imagen que se re- ppetira con frecuencia en los primeros escritos de MaLRAUx, y que, a nuestro juicio, ofrece una significacién particular; se trata de aguella en que los dioses que reinaban ocultos en los 2 PARA UNA SocTOLOGtA templos o en los subterréneos, que habfan salido a causa de un ineendio, se han convertido en simples juguetes mecdnicos, ‘estén ausentes, o, en todo caso, han perdido su poder. Se estaban preparando silenciosas invasiones. 1La princesa, rodeada de gatitos blancos, hacia eon- ‘dyelr a su presenela todos los dioses de los pueblos vyéncidos, en una cueva plagada de ciempiés, enca- denéndolos uno a uno... Un dia el templo se in- cendi6; los fdolos, ennegrecidos, salian de las lls- ‘as; los guardias del zar luchaban con sus hachas ‘azules contra las turbas de caballeros rebeldes que blandian los aceitados créneos de grandes anima- Tes... iY ahora? —Ahora, la zarina es la unica que relna. Duran- te el deshielo, los ttimos ‘dolos se han marchado ro abajo como pesadas bareas (un gran cemente- Flo se extiende en la desembocadura...). Desde el palacio la zarina mostraba su flota mucrta a los dio- $08 prisioneras de los tributaros, alos dioses enca- denados, enmohecidos, que habia ordenado atar a Jos barrotes de la ventana, en tanto que eantaban los sacerdotes eristianoss, La segunda parte de la obra describe la expedicion y 1a de- rrota de un ejército que ni siguiera entré en batalla, a quien no se le ofrecié ninguna resistencia, sino la presentada por tuna ciudad abandonada, convertida en laberinto invadida por pajaros, lagartos, y, por ultimo, escorpiones; Ia historia ‘de un ejéreito que se ha hundido —hasta el punto de ser victi- ma de los escorpiones (no disponfa de fuerza alguna para defenderse)— en la masa blanduzea de una realidad sin es- tructura, al carecer de valores, Es la repeticién de la primera parte en forma narrativa Es digno de observar, tinicamente, por su significaclén espe- cial, la reaparicién de la imagen de los dioses sacados de los subterréneos, y que a la luz del dia, ven perdido todo su po- De LA NOVELA a der*, Notemos iguslmente el epflogo en que el narrador, que sobrevive a la matanza, resulta ser un joven viejo, que arras- tra una vida carente de interés, viviendo sélo del recuerdo de Ja antigua derrota. Bste epflogo termina en el relato con una imagen romantica, andloga a la de la princesa de China, con que finalizaba la primera parte: «quiza pueda tomar uno de los barcos que navegan hhacia las Islas Afortunadas. Apenas tengo sesenta aos. Es natural que este escrito de un joven de veinte o de ‘veintisiete afios que ya se siente viejo, ¥ para quien los valo- res no son més que un recuerdo, no posea mucho valor lite- 7” Salioron hombres, eargadas de magnifies objetos, entre las que po ian Sistinguirse soda)” perlas: manigule, grandes musecas ricamente ‘stig, fuguetes antiguee.. Estos saldados"pertenecian alas (opus Sfgunas’y sortas,a'Ta patio mas salvaje del elercio, avanzaban bee {ndamenie, slucnados, con un rugido confuse que Tue elevandose yee fenvir en un clamor: 1; Los diowes!, Las dlosts!, ;LOS DIOSES'> Tt Saber, que desde hace varlos slglos los sehores envargados Ge los pores dedutelan de todas I init deme on eon, gue deginban a Tron. Ura eae ‘apest de polvo se extendia por slguas de las cameras subtertaneas ce- ‘Sider de las Noces mis bellas de los Srutog mda sogulares det imo Siglo, Por encima, inaumerabieg juguetes enredados, se huadiaa, en pers ‘es las profunaidades Los princpes ge esta por lo bereditario. Lee sefores de le terra ‘Evade pusrly cotiplcads”. Bare tr Ge revolt coda sodado levaba 5 pos eatin 40 lag shusts. eslada los analog Yecdalcoy ls mubecss, enact, ieyrey oo pereitandws et al del rvplandc del cen‘ we ects? Batimis que ios rofelos ojos que producian sus tales Joyas "Ena noche, fue, sit duds algund, una de lag noches ms randes del mundo, une de Squeliat en que lor dieses cmbrvteiios cniregan Ia res lor gens suvaies Ge le poesia, Durante tua in noche-wio yea log rados teldados dieron vactan, en Tangs faréndula alando en torso af ieapsente alco Yup Boguras, maninindo, avemere Gedlen fos gritos. vejos de Lab hogueras, et is tnseblas mas profusdas, Id verduges 7 ow arquetos chino se levaban candestioamente ay beraa ‘erdaderas ele principes derrotadee, entre aus manor en. copa, para "Yenderias es os reinos det Sur, on donde los reyes eatdn pintadon, “4 PARA UNA SocrOLOGtA Un eritico que no poseyese més que este texto veria en él, sin vactlar, el deseneanto superficial y, acaso, puramente ver- bal de un adolescente bien dotado y, a la vez, excesivamente preocupado de su propia persona, “EL resto de la obra nos prueba que, no obstante, se trata de algo muy distinto; es la expresién de una sensibilidad agu- da afectada por Ia crisis intelectual y moral del mundo oeci- dental, tal como Ta sentia uno de los espiritus més inquietos y.més poderoses de la 6poca. A ello se debe, ante todo, el hecho ‘de que hayamos ereido conveniente consagrar algunas paginas al analisis de este escrito en calidad de estudio del clmiento sobre el que se levanta toda su obra Tutura, y que nos de- tengamos muy brevemente en el estudio de los dos siguientes. ‘La vision que nos ofrece la obra Lunas de papel es, en efecto, bastante aproximada; esta obra apareci6 por primera vvez en 1920. ‘La obra estd explicitamente vinculada a la titulada Reino extravagante ya que en ella se nos dice que éste es el imperio dela muerte’ Se compone también de dos partes: un prélogo de cinco péinas en la edicién Skira, y una exposicién de veintidés que, al igual que en Reino extravagante, desarrolla 1déntico tema que-en la primera parte ‘La influencia de la literatura de vanguardia se deja sen- ‘ur notablemente en ella, no solo en la forma, sino también en €l contenido; el escrito, en efecto, refiere la lucha de los es- citores no conformistas contra el Reino extravagante, el Im- perio de la Muerte, es decir, la sociedad burguesa de la épo- ¢a%.Sin embargo, MALRAUX no cree en esta lucha, siendo solo ‘su vanidad el objeto de su exposicidn, las dos veces de un modo simbélico e, incluso, alegorico. ‘En el prdlogo el universo esta constituido por un lago, ‘gobernado por un genio en forma de gato e iluminado por la = Ahora, aio la Lufuria, ea los dominios de la Muertel» Bl Orgu= i protests ‘Eetor, oe seradeceria nftamente que no not pusierals en ridielo. ‘Todos eatemoa que eel imperio de im Merten ce liama st aReino extra: vista de 1a fecha (1920), oe tate, probablemento, de Dada y de ‘odavie en tora 8 Tear DE LA NovELA, 45 luna. Los dientes de ésta se desprenden para caer dando vuel- tas sobre el agua, donde vuelven a encontrar los globos que van a luchar con el castillo dibujado por el reflejo de la luna y con el genio mismo del lago. Su contexto nos indica ‘que estos globos son los escritores, mientras que los hijos de la luna, el castillo y el genio del lago, no son més que ssimbolos de Ta sociedad entera. ‘Los hijos de la luna creen sin rodeos que los escritores ‘son personajes no conformistas, misteriosos quizé, pero serios fe importantes. Una vez disipada esta ilusién, estalla el con- flicto, Cuando han encontrado los globos. «alos j6venes hijos de la luna crefan que estaban for- jando obras Invisibles y complicadas. Con el cono- ‘cimiento de la verdad, la indignacién se apodera de ‘ellos. Sus narices, transformadas en tacos de billar, arrojaron los aerostatos al lago. Ligeros, aunque rollizos, rebotaron, y su elegancia armoniosa, des- pert6 el celo de las lunas que desearon su muerte, ‘iste deseo no fue escuchado. Puesto que no po- dian holgazanear, los globos se vieron obligados, jay!, @ actuars, Cuando vieron sobre el lago el castillo dibujado por el re- flejo de la luna, se decidieron a asaltarlo. A este propésito, uno de ellos se adelanté y co- ‘menz6 la lectuira de una obra de tesis que habia escrito cuando atin estaba en el colegio. El palacio, despreciativo, no respondi6, ;Desdén fatal! El ac rostato continué leyendo. A la palabra «Cortina» el Palacio estaba ya completamente adormecido. Sol- taron todos los globos y apareclé uno, a guisa de escarapela, en el marco de cada ventana, Entraron sin dificultads, En el castillo encontraron: «Marionetas, gendarmes, guardas, casadas, dia- bos, aldeanos con paraguas rojas, porteros, mufe- ‘cas de todas clasesy, 46 PARA UNA socroLoGta Los cojen y loe atan a las ventanas para lanzar sobre ellos 1a sus propios hijos. Los fantoches caen con un resorte. ‘Sin embargo, ante esta derrota, el genio del lago pasa a Ja ofensiva. Valiéndose de un barril siembra el espanto en- tre los globos, temerosos de que contenga un explosivo; sin embargo, el mas valeroso se atreve a aproximarse; el contenido del barril es mucho mas peligroso: champén exquisito, de s0- lera. Los globos se emborrachan; asf, el genio del lago podré atarios. Uno ver obtenida la vielorla, grita: «Mfirad, los bonites globos prisioneros; no los ven- do, los regalo; Qué? js que nadie quiere uno?... Puesto que nadie desea los malvados globos, yo, Genio det Lago, les condeno a muerte... Morirén shorcados». Intenta atar los globos a un tubo neumético para eolgarlos y hacerles sacar la lengua; pero ellos se resisten. iwSus lenguas se obstinan en jugar al escondite! iQué testarudas! “Si; se obstinan. Mi vida est Irremediablemen- te perdida. ;Oh, pasién; te vas a quedar sin tu pa- satlempo, Y al genio det lago: «Se colgé del extremo del rosario, con las patas fen eruz, como correspondia. Entonces, como su peso habia aumentado, el ro- sarlo se estird; cada una de sus cuentas s3c6 la Ten- ‘gua, ¥ del dije, que era un gato con las patas en ‘cruz, sabié una lengua victoriosa, que parecié que- rer golpear a las demés, pero cay6, flaccida, como si un alfilerazo la hubiese reventadow ‘Las precedentes lineas no necesitan comentarios; no pue- de caber duda de que se trata de una sétira de los escritores ¥ pensadores no conformistas, en guerra contra la sociedad de DE LA NovELA a ‘mufiecos que ocupa el castillo, corrompidos por el barril de champén y confundides, al fin, en la muerte universal que in- vade el universo, La segunda parte, dividida en tres capitulos, Combates, Viajes, Victoria, describe la lucha de estos mismos intelectua- Jes no conformistas (a quienes aqui se presenta bajo la forma de los siete pecados capitales, caminando con las manos*, de Jos euales cinco surgen directamente de un fruto que, a su vez, nace de la transformacién de uno de los globos, y' los otros dos provienen de la sustitucién de dos personajes shuertos por ‘un cientifico y un muisico) contra la muerte y su eReino ex- travagantey. Hs intitil insistir sobre los diferentes episodios que jalonan ‘este viaje y este combate, eplsodios en su mayor parte sim- bélicos; cabe recordar tnicamente el hecho de que para com- Datir a’los siete pecados capitales, la muerte envia dos armas extremadamente peligrosas, las serpientes bigéfonas, que co- ‘mienzan a cantar «Ven, queriday, y los tubos de geissler, a los que los pecados capitales combatiran con ayuda de un’ foné- grafo y de una pila eléctrica, Es decir, que las dos armas ‘més poderosas del Imperio de la Muerte contra los escritores ¥ los pensadores son la pseudocultura de la «mass median y la ‘técnica industrial; pero sucede que para combatirlas los es- critores emplean armas que son esencialmente semejantes, lo que hace su lucha discutible y ambigua. Al final del escrito se define la posicion de Matratx. La Muerte, en efecto, se ha ‘modernizado 0, por mejor decir, industrializado. Tiene vérte- bras de aluminio y articulaciones de latén. Disfrazado de mé- dico, el orgullo le prescribe un baio de dcido nitrico, en el que quedard corroida y destruida, Sélo cuando parece asegurada, Por fin, la victoria de los pecados, MaLnaux se decide a ter- ‘minar su texto de la forma siguiente La muerte estaba muerta. Sentados en las al- menas de la torre més alta del castillo, los pecados contemplaban emo el atardecer acariciaba la ciu- 7A los pecados no les gustaban las aciones ase posian ser relies. as por cusiguiera’ so nepaban famblin s ulliear sus pies Y era Dera ‘as'un placer endar sobre las maton eae SS a | 48 PARA UNA SOCIOLOGIA dad en calma. Todavia no se manifestaba ningiin ‘cambio. —iAbora, a trabajar! —dijo el Orgullo. iA trabajar! —repitieron los pecados. —iPor dénde espezamos? —afiadié Hifi, Se produjo un largo silencio al que el miisico pu- 0 fin diciendo, no sin cierta vacilacién: +Perdén, queridos amigos... Cuando yo era hom bre padecia de anemia mentaj,... No os sorprenda, pues, mi pregunta: ;Por qué hemos matado a la Muerte? ‘Los pecados levaban colgando de sus cinturones a manera de amuletos, los trozos de su esqueleto Llevando a ellos sus dedos, repitieron.. —St, :por qué hemos matado a la Muerte? Se miraron a continuacién, Tenian tristes sus ca- ras, Entonces, con la cabeza entre las manos, esta- Haron en sollozes, {Por qué habian matado a la ‘Muerte? Todos lo habian olvidado». De esta forma, el final se nos aparece a la vex distinto y semejante a la primera parte. En ésta, el mundo habia ven- ido a los escritores; en la segunda, son éstos quienes salen victoriosos, pero tanto en un caso como en otto, Ja victoria ccarece de significacién, ya que tanto vencedores como venci- ddos son victimas de la'misma muerte universal Estas mismas ideas serdn desarrolladas de nuevo, en un plano conceptual, en la obra titulada La tentacién de occi- dente, constituida por el intercambio de cartas entre un in- telectual occidental que vive en China y otro oriental duran- te sus viajes por Europa. EI titulo sugiere la tentacién que para Oceldente repre- senta el resto del mundo y, en especial, Oriente, una vez que ‘sus valores han perdido la vitalidad y'se encuentran afecta- dos por una enfermedad mortal, Pero, a pesar de que tanto el titulo, de una manera explicita, como la mayor parte de la obra estn dedicadas a la crisis de la cultura occidental, Ins liltimas cartas reflejan que la cultura china padece, asimis- bn 1A NOWELA 0 ‘mo, de una crisis complementaria, de anilogas consecuencias. lo mismo que Occidente, que se repliega en costumbres xxtrafias que comprende, pero que no comparte, Ios jévenes cchinos se sienten atraidos por la cultura occidental, a la que ‘dian, Tanto en un caso como en el otro, esta actitud es de- Dida a la decadencia de los valores especificos de cada una de estas civilizaciones (en Occidente el individualismo, y el panteismo de la sensibilidad en Oriente), asf como de las ba- rreras que la vitalidad de estos valores oponfa en otros tiem pos a la atraccién y a la seduceién de las culturas extrafias Al objeto de no ir mas allé de los limites que debe tener ‘este trabajo, mencionaremos tinicamente dos pasajes que, & nuestro julelo, ofrecen una particular significacién, ‘En primer lugar, para designar la crisis de la cultura chi- na, Ia reaparicién de la imagen del gran incendio que ha des- truido todos los valores «..Yo quisiera que el dia de nuestra flesta na- ‘clonal _no fuese ya el aniversario de nuestra re- volueién de nifios enfermes, sino de aquella noche fen que los inteligentes soldados de los ejéreitos aliados se escaparon del palacio de verano, llevan- dose con cuidado los preciosos juguetes mecénicos ‘que durante diez siglos le habian sido ofrendados al Emperador, aplastando las perlas y limplando sus hotas con las capas de los reyes tributarios...» Falta en este texto la palabra dioses —que, por otra par- te, tiene un significado completamente andlogo 2 los dos pa- sajes citados de EI reino extravagante y al que encontrare- mos més tarde en Los conquistadores— por la sencilla razon de que Matraux, hablando de la crisis actual, acababa de de- finir, por boca de un viejo pensador chino, Wang-Loh, la an- tigua cultura china como una cultura sin dloses: «..Hs la destruccién, el aniquilamiento del més grande de los sistemas humanos, de un sistema que consiguié vivir sin apoyarse en los dioses ni en los hombres. {El aniquilamiento...!» 50 PARA UNA SOCIOLOGIA En segundo lugar, la deseripeién de la crisis de la cultu- +a occidental. ‘Tras la'desaparicién de los valores trascenden- tes de la Bdad Media, se deriva tal crisis —siendo notable aqui la penetracién de Matnaux— de la de los valores individua- Iistas, que habfan reemplazado a la divinidad en la cultura clasica, y de la imposibilidad de crear estructuras 0 formas nuevas, que ya no podrian apoyarse ni sobre 10 transindivi- dual ni sobte el individuo: «...La realidad absoluta fue para vosotros Dios, después el hombre; pero el hombre murié a con tinuacién de Dios, y ahora buscais angustiados al ‘guien a quien confiar su extrafa herencia. En mi opinion no serin muy duraderos vuestros peque- fos intentos de estructurar nihilismos modera- dos...» Pero MALRAUX hace aparecer —lo cual reviste un interés particular a la luz de los tltimos escritos de arte de este au- tor, y tiene auf, para nosotros, una significacién especial para ilustrar hasta qué punto los mismos hechos pueden te- ner valores y significados opuestos cuando se integran en es- tructuras mentales diferentes— como sintoma de la crisis y de la decadencia de la cultura occidental, la aparicion del ‘Museo Imaginario, que algunas décadas més tarde, Ie pare- ‘cerd el fundamento més sdlido de esta cultura y de la misma condicién humans «...Los ewropeos estén cansados de st mismos, eansados de su individualismo que se derrumba, cansados de su exaltacién. Lo que les sostiene es ‘menos un pensamiento que una delicada estructura de negaciones. Capaces de ir hasta el sacrificio, pero Wenos de desgana ante 1a voluntad de accién que hoy deforma su raza, desearfan buscar bajo los ac- ‘tos humanos una razén de ser més profunda. Sus defensas deseparecen una @ una, No quieren opo- nnerse @ aquello que se ofrece a su sensibilided; no pueden dejar de comprender. La tendencia que los DE 1A NovELA. st ‘empuja a desertar de si mismos les domina més atin cuando consideran las obras de arte. Bl arte se con- vierte entonces en un pretexto, sin duda, el mas delicado: la tentacién més sutil sabemos es aquella que est reservada a los mejores. No hay mundo imaginario a cuya conguista no se esfuercen hoy en Europa los artistas inquietos. Palacio abandona- do que el viento de invierno ataca, nuestro espiritu se disgrega poco a poco, y sus rendijas, de bello efecto decorative, no dejan de extenderse... Estas obras, y el placer que proporcionan, pueden ser caprendidas» como una lengua extrafia; pero ocul- ta por su sucesién, se adivina una fuerza angustio- sa que domina el espiritu, En el intento de renovat incesantemente ciertos aspectos del mundo, mirén- dolos con nuevos ojos, se da una ardiente ingenios! dad, que actia sobre el hombre a manera de un estt- pefaciente. Los suefios que se han aduefiado de nos- otros dan lugar a otros suefios, cualquiera que sea 1a forma en que hagan sentir su sortilegio: planta, cua- dro, libro. EI especial placer que se encuentra en el descubrimiento de artes desconocidos cesa con su descubrimiento, sin transformarse en amor. Que ‘vengan otras formas que nos afectardn y que no queremos, como a reyes enfermos a quienes todos los dias Levan los més bellos presentes de su reino, de quienes todas las noches vuelve a apoderarse ‘una vider fiely desesperante..,.». «Bste es el mundo que invade Europa, el mundo con todo su presente y todo sw pasado, sus amontonadas ofrendas de formas vi- ‘vas o muertas y de meditaciones... Bste gran espec- taculo trastornado que comienza es, querido amigo, ‘una de las tentaciones de Occidente.» La profunda crisis de la civilizacién occidental, la crisis de los valores individualistas y de las esperanzas en que se apo- ‘yaban, se manifiesta, entre otras cosas, en na crisis de la ac- ‘i6n, y también, como hemos visto, en una crisis del amor; se 32 PARA UNA SOCIOLOGIA trata de una crisis general de los valores en la que no sobrevive ‘més que una sola actitud:: el conoelmiento. Lo real que declina se alia con los mitos, prefl- riendo aquellos que nacen del espiritu. zQué recla- ma la visién de fuerzas inaprehensibles, que levanta entamente la vieja efigie de la fatalidad en nuestra civilizacién, cuya magnifica y quizé mortal ley es ‘que toda tentacién se resuelve en conocimiento...? En el corazén del mundo occidental hay un conflicto sin esperanza, cualquiera que sea la forma bajo la cual se descubra: el del hombre y lo que ha creado.» Bl libro acaba, también, rechazando el somnifero que repre- senta el cristianismo: 4... una fe mas alta: la que ofrecen todas las eru- cces de las aldeas, y las mismas cruces clavadas s0- bre nuestros muertos.» «... Yo no la aceptaré nunca; no me rebajaré a su- plicarle el sosiego a que me llama mi debilidad...» y en una toma de conciencia clara y desesperada que, por esta &poca, es la ultima palabra de Manav, expresa: «Avida lucidez, ardo todavia ante ti, llama solita- ria y erguida, en'esta pesada noche en que el ama- rillo viento ulula, como en todas estas extrafias no- ches en que el viento extenso repetia en torno a mi 1 orgulloso clamor de la mar estéril...» Entre Reino extravagante, Lunas de papel y La tentacién de oceidente, de una parte, y Los conquistadorés, de otra, hay un salto cualitativo: la transformactén de un joven, que escri- ‘be bien, pero cuya visién no es original ni profunda, en uno de Jos escritores més grandes de la primera mitad del siglo xx en la Europa occidental. Sin duda, esta transformacién leva con- sigo un progreso en la técnica de la escritura y en el dominio del estilo; pero, en realidad, si esta transformacién no fuese | | 0 AA NovELA 33 Ulvhida més que a esta clase de progreso, ofrecerfa un aspecto jovlual ¥ progresivo, ¥ no podria, de ninguna forma, explicar tuna transformacién que, por el contrario, se presenta de una rmuanera Brusca y eualitativa ay otres dos argumentos que van en el mismo sentido: de na parte, una vieja experiencia de los socidlogos de la culture, ‘asi siempre confirmada por el resultado de investigaciones oneretas, que demuestra que los cambios cualitativos en el in= rior de una obra, de un estilo, de un género literario o ar- tistico, nacen siempre, incluso cuando entrafian cambios técni- ‘vs importantes, de un contenido nuevo que acaba por crear sus propios medios de expresién; de otra parte, la evolucién nlterior del mismo Mauravx, quien, a partir de 1999, época en |i cual se encontraba, con toda seguridad, en el punto mas ele- vawlo del dominio de su escritura y-de su estilo, ces6 de escribir bbeas literarias, para volver a los ensayos y a las obras concep- ‘wales, a un nivel sin duda mucho més elevado, Serfa, por nuestra parte, demasiado atrevido recordar aqui nuestra hipétesis inieal, sein la cual la obra propiamente li- Icraria del escritor, su posibilidad de crear universos imagina- vos concretos de alcance realista, estaba estrechamente ligada 1 una fe en los valores humanos universalmente accesibles a todos los hombres, en tanto que los eseritores conceptuales co- rresponden a una ausencia de dicha fe, ya tenga esta ausencia Ja forma de la desilusién inicial, ya la de la teoria de las élites creadoras, anunciada en Los nogales del Altenburg y desarro- llada a partir del Museo Imaginario. I novelista Mauraux, entre Los conquistadores y La con- dlicién humana, es un hombre que eree en valores universales, aunque sean probleméticos. Hl escritor MaLnavx, de Tiempos de desprecio y de La esperanza, es un hombre que cree en va- lores humanos universales y transparentes, si bien profunda- mente amenazados. El autor de Los nogales del Altenburg, ‘obra que se sitia entre la creacién literaria y la reflexién con- ceptual, es un hombre que expresa su desilusién y busca to- davia wn fundamento para su fe en el hombre. ‘Tenemes, ademés, el MatRavx ensayista © historiador del arte, que mo conciernen a nuestro estudio, ya que éste se re- st PARA UNA SOCIOLOGtA fiere s6lo al MALRAUX escritor y a su visi a sus vislones y expresiones iiterarias ©, mas exactamente, Ignoramos en qué orden fueron escritos Lor conquistado- res y La via real. Aunque importante, la cuestién no es, sin embargo, decisiva, ya que los dos libros tienen idéntiea estruc tura y se complementan mutuamente, Ellos dos solos sirven para clasificar a MaLRavx, de golpe, como uno de los mas gran- des escritores del siglo xx, dado que mediante ellos se aporta luna solucién nueva y original al problema més importante que se planteaba, bajo diversas y complementarias formas, tanto en la filosofia como en la literatura occidentales de la época el de dar una significacién a la vida en el interior de la crisis general de los valores. Intentemos esbozar la situacién tanto en literatura como en {ilosofia, al nivel, muy relativo, de una investigacion que se hhalla todavia en sus eomienzos, En nuestros estudios sobre la sociologia de la novela he- ‘mos caracterizado este periodo como un periodo de transicién entre dos formas novelescas que se encontraban en tna rela~ cidn inteligible con el conjunto de la estructura social y econd- ‘mica, correspondiendo la primera, basada en el héroe proble- ‘mético, a la economia liberal y ligada al valor, universalmente reconocido y fundado en la realidad, de toda vida individual en tanto que tal, y la segunda, la novela de cardeter no biogréfico, que corresponde a las sociedades en las que el mercado liberal hha sido ya sobrepasado y, con él, el individualismo, Ahora bien, si la novela de héroe problemético y la novela no biogréfica constituyen estructuras relativamente unitarias ¥ estables, entre una y otra se sitia un periodo de transicin mu- ‘cho més variado y rico en tipos de ereacién novelesca, nacido del hecho de que, de una parte, la desaparielén del fundamen to focial y econémico del individualismo no permite a los es- critores conformarse con un personaje problematico como tal sin vineularle a una realidad que le es exterior, de otra parte, la evolucién econdmica, social y cultural, no se eneuen- fra atin suflcientemente avanzada para crear las condiciones Ge una eristalizacién definitiva de la novela sin héroe y sin personaje, a DA NOVELA 55 No hay por qué imaginarse, naturalmente, que estos tres perfodos se hallen perfectamente delimitados en el tiempo, La vida soclal es una realidad compleja en la que se superponen sus diferentes aspectos; hay escritores que elaboran ya nove- las sin personaje, otros se hallan todavia en la fase del héroe problemético, mientras que clerto mimero de ellos se sitiian en ‘1 plano que hemos llamado periodo de transicién, no teniendo ‘esta distinelén de tres perfodos sucesives otro vaior que el de luna esquematizacion destinada a orientar la investigacién Sea como sea, las primeras novelas de Maxnaux se sitian cen la Iinea general de la novela de transici6n, euya problems tea es la del sujeto y ol sentido de Ia accién y, en lo posible, la dela accién individval en un mundo en que el Individue no re- presenta ningtin valor por el simple hecho de ser individuo, Y la importaneia de Los conguistadores y de La via real reside en que hablendo integrado a un nivel muy avanzado la concien- tia del problema de la crisis de los valores, expresada ya de orma radical en sus tres primeros escritos, MaLnavx presenta, sin embargo, una solucién en el plano de la bografia indivi ‘tual, mientras que cierto numero de otros eseritores (y 1 mis Imo a partir de La condicién humana) se orientan hacia la sus- litucién det héroe individual por un personaje colectivo, [En resumen, Lor Conquistadores y La via real se sittian en- lee las dtimas grandes tentativas de la novela de héroe proble- ‘atico, ¥ elo con plena conciencia det hecho de que la vida de los heroes de este tipo no seria suficiente y que, para hacerla significativa, seria preciso remontarla a un clerto contexto 80- ‘ial e histérico, Digamos, de una ver, ¥ antes incluso de abor- dar la deseripeién estructural de las dos obras, que en esta pperspectiva sus héroes han de ser, necesariamente, hombres de twccién, Don Quijote, Julién Sorel, Emma Bovary eran interesan- les, en realidad, ‘por su propia sicologia; a Garin y a Per- ken seria imposible separarles de su accién. Bsta no es un de- * Faquematizaign que, sn embargo, tene su fundamento en ln reali std, un Burepa eigen ch edct, oferta a un util que fen i gra que fies aa Vr ln envesgedure yi etrutura des novelas biauaavye, despues dela segunda fuerss mundial (a beast de que ello 5 de ado tnconcedtbe). 56 PARA UNA SOCIOLOGIA talle accidental a la expsesién de una preferencla sicolégica de Matravx, sino una necesidad estructural de su personaje. ‘Sin su esfuerzo para conseguir clertos fines en el mundo ecterior, sin Ia seriedad de este esfuerzo (y la expresién de esta seriedad es el hecho de que va con toda naturalidad hasta Ia asuneién de la posibilidad del suicidio y el riesgo de la rauer- te), sus personajes carecerian por completo de interés. Se ha reprochado on frecuencia a los héroes de Mannaux, ¥ espe- cialmente a Garin y a Perken, no ser mas que aventureros. Pero el mismo Matravx hizo un intento por distinguirlos de éstos, oponiendo, por ejemplo, Perken al rey Mayrena, o bien Claudio a su padre. Quede claro que la terminologia es una cuestién que no nos interesa, que nos es completamente indiferente saber qué se entiende por «aventurero»; sin embargo, la distincién que hace Matnawx parece ofrecer una gran importancia para la com- prensidn de sus obras. Mayrena y el abuelo de Claudio se inte- resan especialmente por ellos mismas, en el estilo de su accion, ¥ de su vida. Garin, Perken y el mismo Claudio se interesan ex- lusivamente en los fines que persiguen, su aecién es seria por- que se halla orientada, en primer término, hacia la victoria, ¥ elestilo de su vida resulta precisamente del hecho de que elles no piensan en este estilo en el momento de la accién. ‘Antes de seguir adelante en el andlisis, sera preciso que nos detengamos un tanto en el contexto intelectual en que nace la respuesta de MaLnavx, en la manera como se planteaba en el curso de este perfodo critico de la conciencia occidental el pro- blema de los valores en el plano del pensamiento conceptual en general y filoséfico en particular. La crisis del individualismo, desarrollada en otra direcelén, habia llevado, en efecto, al centro de la problemética floséfica estos mismos problemas de la accién y de la muerte, Bn el pensamiento cristiano de la Edad Media Ia muerte era para el individuo un problema particularmente importan- te ya que constitufa el balance de su vida, el instante en el 4 Puede suceder, por otra parte, que MaLnavx haya descubierto ettos problemas a través elas hloboliad Gxitensalsin 7 marina gue Denes {Efsban en Francia por estonces: el esaio de erta ponetrecan eed el tema de nuestros prOximos taba DE LA NovELA 7 que habia de decidirse, de una vez para siempre, el carécter de ‘su existencia eterna, el hecho de si se salvaria o se condenarfa para toda la eternidad. No era, pues, el problema esencial, puesto que se hallaba subordinado al de Ia salvacién, Mis tarde, sin embargo, cuando el individuo lego a ad- quirir valor universal en tanto que tal, no llegaré a encon- trar, o encontraré cada vez menos, el problema del instante de su desaparicion; permanecen eternos los valores individualis- tas de la razén y de la experiencia en la medida en que habré siempre individuos que los mantengan realmente o tengan vit- tualmente la posibilidad de mantenerlos. Mientras el individuo existe, es valor en tanto que individuo; una vez que muere, deja de existir como valor y como problema; de aqui que, como hemos dicho en otra parte, las filosofias individualistas sean en sus tendencias virtualmente amorales, aestéticas? y arreligiosas. En el siglo 2 Ia crisis de los valores individualistas, que, como ya se ha dicho, nacié de la supresién del mercado libe- ral y tuvo como consecuencia, en literatura, la decadencia de la novela tradicional de héroe problemitico, no sélo ha reac twalizado el problema de la muerte al nivel del pensamiento conceptual, sino que, incluso, 10 ha colocado en el centro de la problematica filosoica. = | Siel comportamiento del individuo no puede fundamentar- © fe, en efecto, ni en los valores transindividuales (puesto que et individualismo habfa suprimido todos) ni sobre el valor incon- testable del individuo (ahora puesto en duda), el pensamiento habia de centrarse neceseriamente en las dificultades de este + fundamento, en los limites del ser humano como individuo, ¥ _ ¢ enel més importante de todos ellos, su desaparicién inevitable, © es decir, la muerte. Se encontraba asi reactualizada la posicin pasealiana, y no cs por casualidad que vuelva a expresarse alld por el aiio 1910 fen un gran escrito filoséfico: La metafisica de la tragedia, de once. Luxics. El problema que se planteaba de forma cada ‘ver més aguda y consciente a los fildsofos de la época era, en ue se trate de una estitica puremente Dedonista que se arte al pacer © el agrade individuals, eliminande toga selscoa 58 PARA UNA SocrOLOGiA efecto, el de la ausencia de fundamento de los valores y de po- sibilidades de superarla. En esta perspectiva el comportamien- to individual se presentaba bajo dos aspectos complementa- ios: referido al individuo, como limitado esencialmente por la ‘erte y contrastando con ésta en su esfuerzo por encontrar luna significacién (con la particularidad de que toda significa- cidn individual quedaba necesariamente reducida a la nada por Ja muerte de individuo en que se fundaba); vinculado a la so- ciedad y a la comunidad humana, como ausencia de toda forma de realidad transindividual y, por ello mismo, como dificultad de encontrar en la accién externa una significacion plena y valida. En resumen, desprovisto de dos de los posibles funda- ‘mentos, el individuo y las realidades transindividuales, el com- portamiento humano se encontraba en tela de juicio, y esta crisis tomaba, para el pensamiento filos6fico, la forma del do- ble problema de la muerte y de la azcién. 2 Es precisamente a esta problematica a la que las dos prime + ras novelas de MaLnaux dan una respuesta coherente y aguda- ‘mente original. En el momento en que aparecen Los conquistadores, Lu- xcs ya habia dado, en efecto, dos respuestas opuestas a estas ,-cuestiones, Hn 1908, en La metafisica de la tragedia, habia afir- mado que la realidad absoluta de Ia muerte como limite y la dausenela de toda realidad transindividual haelan imposible toda _ | ida suténca‘en el mundo, toda acid vada, Ho pucende | situarse la autenticidad para él més que en la conciencia clara | de este limite y en la grandeza de una renuncla querida y ra- 1 dical En 1923, ya marxista, afirmaba la realidad de un sujeto ‘transindividual de la historia: el proletariado revolucionario, | ya partir de ahi, la posibilidad de una vida y de una accién sig- nificativas, y el eardcter secundario, en ultima instancia, de la | muerte, que no era més que un hecho individual, incapaz de suprimir el verdadero sujeto del pensamiento y de la accién, Por muy diferentes que sean estas dos posiciones, estamos seguros de que el lector habré observado la existencia en ellas de un elemento comin: la exclusién reciproca de la accién stgnificativa y de la muerte como realidades humanas funda- ‘mentales; en 1908, la realidad esencial de la muerte suprime be 1A NovELa 9 para Luxécs toda posibilidad de accion significativa; en 1923, la posibilidad de la accién relega, inversamente, a segundo pla- no el problema de la muerte, Bl pensemiento de HsinecoEr sobre este punto, expresadoen su Sein und Zeit, aunque trabajando con los mismos elemen- tos, e8 esencialmente diferente, Hn wltima instancia, se trata de una sintesis conservadora de las dos posiciones de Luxkcs, sintesis que lleva @ la afirmacién de una posibilidad de coexis- tencia entre la autenticidad, la conciencia aguda de la reali- ad de la muerte y un cierto modo de accion significativa intra- mundana. ‘Como Luxécs en 1908, Hiipeccex piensa en 1927 que la ini- ca posibilidad de una existencia auténtica es la de la vida para yy hacia la muerte (Sein 2um Tode). Sin embargo, al igual que Lukes en 1928, Heipeccen piensa que esta existeneia indivi- dual auténtica puede realizarse en la acclén histériea no gra- cias a la realidad de un sujeto colectivo transindividual, sino por la repeticién (auténtica y no mecdnica) de la actitud y del comportamiento de las grandes figuras del pasado nacional, El fundamento, en Ia flosofia de Heiveccen, de esta super- vivencia de los valores a la muerte del individuo es un proble- ‘ma filos6fico dificil. Quizé implique la idea subyacente de una comunidad auténtica, no de hombres como tales, sino de indi- viduos que constituyen una élite creadora. Si esta interpreta- cidn fuese valida, resultaria, en el fondo, ser un pensamiento muy préximo de aquel que desarrollaré MaLaux en sus escr'- tos sobre arte. Sin embargo, es un problema que no nos inte- esa por el momento, Baste con decir que para todo escritor © pensador que busque atin una visién individualista de alcance universal, la posicién de Luxcs, en 1908, presenta la dificul- tad de negar toda posibilidad de vida auténtica en el mundo; Ja de 1923, la de negar el carécter primordial del individuo; y lade Huupeccrr en Sein und Zeit, la de coneiliar la impartan- cia esencial de la muerte para toda conciencia individual au- téntica con la supervivencia del valor de los proyectos y de las acciones individuales mas allé de la desaparicién del individuo. En el estado actual de nuestro andlisis no conocemos nada todavia acerca de la génesis biogréfica e historica de las ideas de Maznavx; pero la visién que se encuentra en la base dv © PARA UNA SocrOLOGTA Los conquistadores y de La via real, que permitié a MaLaux crear una forma especial de novela de héroe problemético, se situa, con toda evidenela, en el eontexto intelectual que acaba- ‘mos de deseribir. Porque en todas estas novelas 1a muerte y Ja accién significativa se excluyen en tanto que presencias, pudiendo constituir, sin embargo, una estructura en la medida en que se sugeden en el tiempo. ‘Mientras el individuo vive, la autenticidad de su vida re- side en la dedicacién total a la'accién revolucionaria de libera- cin, en la exclusiva preocupacién del triunfo, acclén que re- Jega'la muerte a un lugar sin duda real, pero secundari. No existe para el héroe mas que como limite, siempre presente, ¥ cuya incorporacién a la conciencia convierte por si sola su accign en realmente seria. Pero, por otra parte, constituye también una realidad vir- tual e inevitable, extrafia a la accién, y cuya actualizacién debe privar necesariamente de todo valor, retroactivamente, a una aceién que no encontraba su fundamento més que en el indi- vviduo, ‘Mientras que Garin 0 Perken actiian, la muerte no existe ‘para ellos mas que como riesgo y Iimite de Ia accién, cuya asun- idm la hace seria y valida. Cuando la muerte hace su aparicién, fu aceién pierde retroactivamente todo valor, encontrandose solos,leomo el nombre de Pascat o el de Luxécs en la Betafi- sica de la tragedia. En cuanto a la estructura constituida por esta sintesis de Ja accién y de la muerte, crea un individuo sui generis, que no ces ni el hombre tragico de Pascau y del primer Lux&es, ni el genio roméntico de Hripeaces, sind Garin y Perken, las hom- bres de accién no conformistas, revolucionarios, problemdticos ¥y enfermos, de las dos primeras novelas de MaLnavx. En esta perspectiva pasamos a analizar los dos escritos de Jos que ya hemos dicho que, por desgracia, ignoramos el orden ‘eronol6gico. Los conquistadores, aparecido en 1921, se compone de tres * partes, cuyos titulos resumen la novela «Las aproximacio- nes», ¢Potenciasy, «Hl hombres. ~ La historia es relatada por un joven que abandona Buropa DE LA NoveLa a para dirigirse a los lugares en que encontrara al héroe de la novela y donde tiene lugar un acontecimiento decisivo del tras- curso historieo. ‘Sin embargo, Mannavx indica desde el prineipio que Ga- rin no existe de'manera autnoma, por si solo. En el plan de conjunto, el hombre no llega ms que después de las poten- cias; ¥ las aprozimaciones no son tales porque conduzean al narrador hacia Garin, sino por ser aproximaciones al lugar que permite a Garin tener una existencia significativa, ser él mismo, La novela comienza por constatar en la misma frase el lugar de accién y su naturaleza, la esencia del universo que describe: Se ha decretado la huelga general en Cantén. No se trata de un simple hecho distinto, quiza extremada- ‘mente importante, pero, con todo, de la misma naturaleza que Jos demas; constituye, en la novela, una transformacién radi- cal del universo, instante en que comienza a existir y a partir {tel cual la vida se hace, por fin, posible| En el mundo pasivo ¥ fen descomposicién que MALRAUX habia deserito en sus obras anteriores aparece algo que inspira a la vida y que constituye tun nuevo valor: la accién y, més precisamente, la accién revo- lucionaria e histériea, En este mundo, con el que no se identifica (no es ni chino al revolucionario profesional, y acaso por ello pueda consti- tuirse en héroe de la novela), Garin podra tranisformarse en ‘un personaje esencial y —Io que es lo mismo— dar una sig- nificacién y un valor 2 su existencia, Si nos situamos a un nivel muy general, podriamos con- formarnos con constatar que MaLRaux descubrié en la accién hstorica la posibilidad de una creacién literaria original. Ello serfa, quiz, suflelente para un estudio fenomenolégico. Como socidlogo, hemos de constatar que esta aecién tiene en la obra novelesca de Marravx una forma concreta, determinada por Ja época, la del encuentro con el mundo y ia ideologia comu- nnistas; ereemos obligado detenernos un tanto en este en- cuentro, Si bien no hemos realizado ningiin examen profundo toda- via mas que de la parte més importante de la literatura nove- a PARA UNA SOCIOLOGIA lesca comprendida entre las dos guerras, en nuestra opinién ‘Matraux es, con Vicror Sence, el tinico escritor conocido que hha hecho de la revolucién proletaria un elemento estructural importante de sus creaciones lterarias. En el fondo, entre 1927 y 1939, MALRAUX es, en Francia, el tinico novelista de esta revolucién. Ello indica la importancia que para él tuvo el encuentro que le permitié crear un verdadero mundo no- velesco, el eneuentro con la ideologia comunista.que para él, sin duda alguna, aparecté como la tinica realidad auténtica en uun mundo en descomposicién. ‘También con toda seguridad Maumaux no es comunista, ni en sus tres primeras obras novelescas, Los conguistadores, La via real y Le condicién humana, ni en su tltima obra pro- iamente literaria, Los nogales del Altenburg. Las obras escri- tas en la perspectiva més proxima al pensamiento comunista ficial son El tiempo del desprecio y, sobre todo, La esperanza. Esta constatacion plantea a todo aquel que desea emprender lun estudio soctolégico de los escritos de MaLRavx, al menos os grupos de problemas importantes. Bl primero, que supo- rne una vasta tarea de investigacién empirica, consiste en sa- ber en qué medida la relacién, bastante compleja, de MAL RaUx con el pensamiento comunista entre los afios 1925 ¥ 1933 es un fenémeno individual o, por el contrario, expresa tun hecho més general, resultante del encuentro de las preacu- paciones que dominan a ciertos grupos de intelectuales fran- ‘cesee con la realidad de la revolucién Tusa y del movimiento revolucionario mundial; el segundo, de orden puramente es- tético, es el de la relacién entre el lugar que ocupa en esta visién el movimiento comunista y Ia forma literaria de las obras mismas. ‘No es, en efecto, un azar que 1a forma novelesca de los ‘tres primeros escritos (Los conguistadores, La via real y La condicién humana) coincida con una relacién compleja que implica a la vez una comunidad y una distancia entre el escri- tor y el movimiento, mientras que, en el Tiempo del desprecio y en Lo esperanza, cuando la aproximacién aventaja a la distancia, vernos brillar esta forma propiamente novelesca para dar lugar a una forma literaria nueva sui generis, que seria preciso analizar de nuevo. Debemos decir, por fin, que Los DE 1A Noveta 8 nogales del Altenburg, obra intermedia desde el punto de vista formal entre la ereacién literaria y el ensayo, se define , en gran parte, por la relacién entre Mateavx y el comunismo, en la medida en que uno de los aspectos de este escrito es precisamente la ruptura radical de esta relaeién, ‘Antes de pasar al andlisis de Lot conquistadores, hemos de decir también que existe, en relacién con esta novela, dos tex- tos importantes que se nos aparecen fundados en un tinico ¥ mismo malentendido. Una carta de ‘Trotsky que trata del li- ‘bro como si fuese un escrito politico, ignorando por entero su cardcter literario ¥ las exigencias formales de su estructura novelesca y, cosa curiosa, wna nota final afiadida por MALRAUX en el momento de su reedicién en la «Pléiades, en la que da una explicacién de su repulsa del comunismo, y en la cual se sitda, sin duda en perspectiva opuesta, en el mismo plano que antes lo hiciera TaoTs«y. Ni que decir tiene que en nuestro ‘trabajo intentaremos, por el contrario, permanecer en el pla no de un universo imaginario, fundado, es clerto, en la reali- ddad social y politica de la época, y para cuyo estudio constitu yen un factor explicativo las convicciones politicas del eseri- tor, si bien uno s6lo entre otros varios y, en ningyin caso, el ‘més importante (puesto que el sociélogo de la literatura sabe que con mucha frecuencia las exigencias formales se sobre- ponen a las convinciones conceptuales del autor), universo ue, sin embargo, tiene sus proplas exigencias estructurales, a las cuales se trata precisamente de comprender y de escla- : Se ha decretado ta huelga general en Canténs. Hste acontecimiento significa un cambio decisivo para la vida de los coolies chinos y para la misma civilizacién china. ‘Bn China no se conocian las ideas que levan a la acelén, pero esas ideas se apoderan de ella, 10 mismo que la idea de igualdad se apoderaba de las gentes en la Francia del 89, como si fuese una pre- sa... En Cantén... hasta el individualismo mas sim- ple resultaba insospechado. Los coolies estén des “a PARA UNA SOCIOLOGIA cubriendo que existen, simplemente, que existen.... La propaganda de Garin... ha actuado sobre ellos de una manera perturbadora y profunda e impre- vvista— con una violencia extraordinaria, dindoles la posibilidad de creer en su propa dignidad... la revolucién francesa, la revolucién rusa fueron fuer- tes porque dieron a cada uno su tierra; esta revo- Incién esta dando a cada uno su vidav. Las dltimas frases indican, de golpe, que, en la novela, la revolucién china toma una importancia particular y diferente de la de la revolucién rusa y del comunismo internacional; por ‘otra parte, en el mismo texto se hace observar esta distancia: “«Borodin quizé atin no ha comprendido bien estov. En otros pasajes se contiene 1a misma indicacién, El na- rrador que, camino de Cantén, lee los mensajes y reacciona conforme a la importancia que tienen los lugares y las cosas para el mundo de la novela. «Suiza, Alemania, Checoslovaquia, Austria... pa~ semos, pasemos, Rusia, veamos. No, nada intere- sonte. China, ‘jah! Mukden: ‘Tehang-Tso-Lin... Pasemos. Cantény. En este pasaje, los nombres de paises 0 de cludades no son simples constataciones googrdficas 0 sociolégicas, sino la descripcién de la estructura del espacio novelistico. En el centro, Cantén y China; més lejos, Rusia; Suiza, Alemania, etc., fuera de sus limites y, por ello, indiferentes, ‘Ahora bien, Mabnavx sigue siendo’un escritor occidental, + preocupado de los problemas de Occidente, realidad que han onstatado la mayoria de los criticos. Si para escribir novelas + sobre la revoluctén sitia la accién en China y en Espatia, se + debe a que los movimientos revolucionarios se han producido fen estos pafses, por lo que, atendlendo a motivos de tipo rea~ lista, ha de situar la aecién tan cerca de la realidad como sea bn 1 NOVELA cy posible. Sin embargo, nos parece que en estas novelas y, qui- ‘4, en el pensamiento de la mayor parte de los pensedores de lu época, no se encuentra ninguna huella de la conciencia de tin hecho que hoy aparece evidente para nosotros: que Chi nna, en particular, y los pafses no industrializados, en general, ticnen sus problemas propios, diferentes de los que afectan a ls sociedades occidentales, y'que en Ios dos grupos de paises sv dibujan evoluciones distintas. ‘Al hablar de China, Matnauxc no quiere ni refugiarse en el ‘cxolismo ni relatar una situacién particular, sino hablar del hombre universal e, implicitamente, del hombre occidental, tle si mismo y de todos sus camaradas. En esta perspectiva, China, Cantén, la lucha contra Ingia- lrra representan la accién histériea y revolucionaria univer nal, Ja accién Uberadora que dota al hombre de una nueva eoncienla de su existencia y de su dignidad, Y, naturalmente, ‘cl mundo de la novela se organiza enteramenite en torno al tie de esta accién: el capitalismo extranjero —representado tsspecialmente por Inglaterra, con sus aliados en la misma China—, representa allf a las potencias antagénicas y, cosa importante, la Rusia soviética, con sus representantes en la novela, Klein, Borodin, Nikolayev, constituye una fuerza alis ‘la positiva, pero extranjera y diferente de la revolucién china. ‘La primera parte, «Aproximaciones», relata cémo el via- jero ve dibujarse progresivamente en el curso de su viaje el mundo de la novela, mundo del que sabemos ya que esti constituide por los elementos que indican los titulos de las ‘otras dos partes del libro: «Las potencias» —la revolucién china, apoyada por Rusia y los comunistas y, frente a ella, Inglaterra—, y «Bl hombres —Garin, 'En el interior de este marco general constituido por las poteneias en conflicto, hemos de examinar la estructura In- lerna de la potencia revolucionaria y los principales persona- jes que la encarnan. En primer término, se encuentra la masa china, descrita en su compleja estructuracién, desde los po- bres de Indochina, simpatizantes pasivos, que se conforman con apoyar Ia revolucién de forma financiera, hasta Ios cua- ros sindicales y los alurmnos de la escuela militar. No hemos de insistir mas’en este andlisis. Se trata de un problema sin 65 PARA UNA SOCIOLOGIA duda interesante para un estudio exhaustivo de la obra, pero cuya realizacién nos llevaria a prolongar desmesuradamente las dimensiones de este trabajo. Hsta masa conslituye el tras fondo de la obra. En cuanto a los individuos, estan en primer plano Garin y Borodin, elos dos manitusy, De primera intencién, podiamos vernos tentados de escri- bir «el héroe de MatRavx y el militante comunistay, pero se- ria simplificar las cosas extremadamente, porque en la novela ‘el comunismo esta representado por tres personajes que en- ‘carnan con toda evidencia, en la perspectiva de MarRavx y de Garin, tres elementos constitutives y distintos del movimiento comunista, cada uno con su valor humano diferente: Klein, Borodin y Nicolayev. El primero, Klein, es el militante entregado sin reservas, ligado estrechamente’al pueblo (en la novela, esta vincula- cién se expresa por la relacién con su mujer, encarnacién in- tegral del pueblo oprimido), que consagra toda su vida al par- tido y cuya accion le Hevaré a la tortura y a la muerte, Borodin es el jefe revolucionario, el hombre de accién, para quien, sin embargo, la accién no podria existir més que fen tanto que lucha contra la opresién; dlgamos, de principio, due lo mismo que la accién de Garin esta estructurada y ame- nazada por el limite de la muerte, la de Borodin se encuentra estructurada y amenazada por un limite diferente, pero que posee andloga funcién, la de Ia victoria; Borodin, ‘revolucio- nario profesional, no podria nunca llegar a ser gobernante ni hombre de estado. Asi es como en la novela, donde la enfer- ‘medad es la expresién de una accién cuyo porvenir amenaza con destruir retroactivamente la significacién, cae gravemente enfermo, igual que Garin, aunque por razones diferentes. Por iiltimo, Nicolayev, el eterno palicia, lo mismo bajo el zarismo, como ahora en China, como lo sera siempre, ¥ para quien la victoria no produciria ningun cambio; limitado, ro- busto y realizando stiles funciones, pero sin poseer, apenas, valor humano ninguno. En esta novela de la revolucién, Garin y Borodin son los dos manituss, porque su vida esta estrechamente ligada a la acclén revolucionaria come tal y no podria concebirse fuera bn 1a NovELA o vie ella; su existencla perder toda signifcacién en el mo- mento en que cese esta acclén, para Garin a causa de la muer- te, nara Borodin a eausa de la victoria del partido al que per- twneee. Vin torne a ellos, los dos personajes més importantes, Hong y ‘Tehen-Dat, enearnan la actitud abstracta, de principio, sin lio con la situacién conereta y las consecuencias de sus ac- ws, Hong, anarquista, en el plano material de la accién; ‘eheng-Dat, en el terreno espiritualista y abstracto de los prin- wo Hong ga queer mala 8 toda cot Ios en y lerosos; ‘Tcheng-Dat se opone, por principio, a toda vio Iincta en el fondo, los dos son, cada uno a su manera, mora- lintas Kantianos e idealistas iabiendo encontrado asi, en el curso de su viaje, las po- tencias que constituyen no ‘sélo el cuadro, sino incluso, los lomentos de la estructura novelesca, el narrador —y Mat- rrx-— estén en condiciones de evocar, gracias a la lectura de a fieha poliefaca, yendo de lo exterior a lo esencial, el per- onaje central de la novela: Garin, La ficha le califiea sin paliativos de eanarquista militan- lw». Bl narrador, que le conocfa de antes, corrige: «si bien ha Jrecuentado los medios anarquistas, no lo ha sido nuncay. Lo ‘uc, en verdad, le preocupaba no éra tal o cual idea, sino el medio de dar una significaci6n a su vida. 4A los veinte aos... todavia bajo la influencia de sus estudios de letras, recién terminados, y de los que no quedaba en él mas que la revelacién de grandes existenclas opuestas («,Qué libros merecen Ja pena ser escritos, salvo las Memorias?s), era in- diferente a los sistemas, partidario decidido de es ‘coger aquel que las eircunstancias le impusierany. Y poco mas adelante, hablando de los anarquistas. «eBstos cretinos quieren tener razén. Pero, no hay més que una razdn que no sea una farsa: el em- peo lo més eficaz posible de su fuerza.» 68 PARA UNA SOCIOLOGIA Y¥ este empleo no podria darse mas que aplicado a la lu- ccha por un objetivo preciso y no vuelto sobre sf mismo. «No es tanto el hombre como la conquista quien 7 hhace el jefer, me habia dicho un dia. Y habia afia- ido con ironia: «jDesgraciadamente!» Y algunos ‘dias mas tarde (se encontraba entonces leyendo el Memorial), afiadia: Bs, sobre todo, la conquista 1o que sostiene el alma del jefe. Napolesn legs a de- cir, estando en Santa Elena: «iY, sin embargo, qué més novela que mi vidal» También el genio se pudre... Mezclado en una confusa historia de ayuda Snanciera para facilitar el aborto a ciertas j6venes, un dia se vio acusado fen Ginebra debiendo comparecer en juicio. Todo el proceso no le inspira otro sentimiento que el del absurdo total de la co- ‘media que se representa ante él y de su participacién, aunque sélo sea externa, en una sociedad en la que ee siente totalmen- te extrano. Enrolado, a continuacién, en la Legién Extranjera, se da cuenta de que la guerra es algo completamente alejado de la accién auténtica, al igual que el anarquisme, y termina por evadirse tras corto plazo; en Zurich ‘entra en contacto can ‘emigrados bolcheviques, teniendo la impresién, al principio, de que se trata de simples tedricos, hasta el dia en que, sor- prendido, se da cuenta de que estos doctrinarios habian orga nizado y hecho triunfar una revolueién, De esta forma encuentra por ver primera una eficacia re- volucionaria e intenta utilizar estas relaciones para dirigirse «a Rusia, lo que no consigue, lograndolo respecto a China, don- de transformara la oficina de propaganda que se le confia, ‘més 0 menos por casualidad, y que era una institucién sin ‘mucha importancia, en uno de los principales centros de ac- cidn revolucionaria, Gracias a eu actividad y a la de su or ganizacién se consigue la transformaelén de China, que para- liza al adversario en la huelga de Cantén. Hay que agregar que en el curso de su viaje, el narrador tuvo ocasién de darse cuenta de que esta accién que, vista desde el exterior, aparece PIL LA NOVELA 0 tan grandiosa y eficaz, se halla minada por mailtiples peligros Interiores, tales como la falta de dinero, el poder del adver- «ivi, us agentes en el campo chino, la intmensa autoridad de ‘Tehen-Dai opuesta a la violencia, etc. Pero Ia cuestién no se ha terminado todavia; muy al ccontrarlo, estamos en el instante decisivo, en aquel en que 1a vietoria 0 la derrota serén las que den su verdadera significa ‘cin al compromiso de Garin: su vida. ‘fe permito Uamar su atencién especialmente s0- bre esto: este hombre se encuentra gravemente en- fermo». Como es natural, la ficha no hace mencién ni de la natu- raleza ni de las consecuencias de la enfermedad. No obstante, se cuida de especificar que ano tardard en verse obligado a abandonar el tro pleo», lo que et narrador apostilla con dos palabras: «Lo dudos. La segunda y tercera parte del libro van a mostramos esta, ‘estructura que Ya conocemos (las potencias y el héroe), pero ‘en acelén, No és, naturalmente, posible analizar con detalle, ‘en el marco de un estudio limitado, cada una de las novelas ‘lo MaLmaux; una ver perfilada la estructura, es preciso pro- ‘coder a exponer referencias parciales. ‘La acci6n gira en toro al esfuerzo de los revolucionarios, cuya organizacién esta dirigida por dos personalidades nota- hes, que son Garin y Borodin, con la finalidad de obtener del obierno un decreto que prohiba a los buques que se dirijan a China detenerse en Hong-Kong, lo que paralizaria el tréfico lel puerto, El gobierno, del que forman parte no s6lo los ele- ‘mentos revolucionarios, sino también los representantes de la Inurguesia moderada, vaella y anda con rodeos. Ahora bien, tuna de las fuerzas mas importantes que le empujan a contem- 7 PARA UNA SOCIOLOGIA porizar es Tehen-Dal, representante de las tradiciones chinas, moralista opuesto a ia violencia y cuyo prestigio es conside- rable. Tras él se encuentra el general Tang, tniembro asimis- mo del Kuomintang, que, apoyado por Inglaterra, prepara la {intervencién militar contra las fuerzas revolucionarias de Can- ‘én, ¥ ‘Teheng-Dai, partidario de la lucha puramente espiri- tual y de la unidad en el geno del Kuomintang, le apoya, igno- anda, o finiendo ignorar, como es natural, que de esta for- ma hace el juego al enemigo. Frente a ellos, Hong, el moralista de la accién y de la violencia revolucionaria, que acabara por querer matar a to- dos los ricos independientemente de las consecuencias politi- cas que puedan derivarse de tal aceién, y sin preocuparse del hecho de que los revolucionarios tienen necesidad del apoyo de una parte de la burguesia > sparicién abrupta: el Turén que animaba las nuevas pasiones turcas, que quiza habia salvado a Constantinopla, el Turdn no existia.» Si la accién de Enver, y la suya misma, habian tenido al- ‘guna eficacia, habfa sido nicamente en la medida en que co- rrespondian a los intereses reales de ciertas tribus, y en la medida en que éstas podian apoyarse en lo que, en fin de cuen- 1 1A NOVELA am tus, se habfa manifestado en cierto sentido como fuerza efec- el panislamismo de Abdul-Hamid: «Sabla, en lo sucesivo, lo que se podia aleanzar de estas gentes, Se batirian con gusto por Enver, gene- ral vencedor, eonvertido en el yerno del califa. A. condicién de que les pagase bien y de que el riesgo fuese moderado (contra Inglaterra, lo hubiesen pen- ssedo dos veces), {Bn nombre del ‘Turdn? Bien. El Islam hubiese basiado, Por otra parte, alli donde mi padre dejaba alguna huella, era gracias a los anti- {guos agentes panislémicos de Abdul-Hamid...» Detrés del turanismo de Enver, se encontraban, simple- tnente, los intereses del Estado turco. Con Enver, una expli- ‘cacién intentada, sin esperanza, por lealtad, no da, desde Iue- yo, ningun resultado: @Bista discusion le parecta indtil. Gravemente en- fermo en Ghazni, habia tomado su decision partien- do de un error que tanto le habfa comprometido, pero al recobrar la salud el odio se abria camino: Como si la equivoeacién procediese no de él mismo, sino de esa Asia central, mentirosa, idiota, que se ‘oponia a su propio destino, y de todos los que con 1 habian compartido su fe. —Deberia haber enviado primero un musulmén... Aljo Enver.» Bn todo esto, la transposicién de la situacién contemporé- nea es evidente; hay que leer Rusia en lugar de Turquia, go- bierno zarista por Abdul-Hamid, paneslavismo por panisiamis- mo, revolucién de febrero, apoyada por las potencias occiden- tales, por primera revolucion turca apoyada por Alemania, comunismo por turanismo, y, por dltimo, probablemente, Sta- lin por Enver Pacha. Aunque ta toma del poder se veriscase en 1917 bajo 1a dzescién de Letina embargo, fa Wensposcida lo simpliice un tanto m PARA UNA socrOLOGiA Detengémonos, a través de todos estos episodios, en la Hi gura de Victor Berger, intelectual convertido en hombre de accién, porque, seqrin él, esta es la tnica forma de comprome- ter y ordenar su vida conforme a una idea (a su tio, que de- fine al hombre por sus secretos, opondré la frase, breve y la- e6nica: «et hombre es 1o que hacen). Bl texto mos indica, en la conversacién que se menciona ‘mantenida con el enviado especial de Bulow, cuales son las rax zones que le han levado a incorporarse al turanismo: {Como puede ser —pregunté— que se sienta interesatlo por el turanismo hasta tal punto? Apa- sionado, si se me permite, —Hay pocas acciones a las que alimenten los sue- fios en lugar de pudrirlas —dijo, sonriendo a me- ‘das. ¥ continuando eon la sonrisa—: ;Qué me pro- pone usted mejor?» Los tres primeros episodiog de 1a obra han permitido a Matnaux definir su nueva vision del hombre e indicar las ra- zones por las cuales se ha separado a la ver del comunismo ofi- cial, que no es, en realidad, ms que una ideologia de estado, Y¥ de la oposicién, moralmente respetable, sin duda, pero que je ha matado a si misma. Dos péginas, particularmente impor- tantes, describen la vuelta de Victor Berger a Marsella. Bn ella descubre la cotidiana realidad, las gentes que viven al dia, Jas vitrinas de los almacenes, ‘las cosas mas simples, las ealles, los perros»; pero descubre también que cuando uno se ha comprometido en la acciGn ya no es posible volver atrés. Le da vueltas en la cabeza la frase de un anarquista, acabada de publicar en los periddicos : ‘«;La muerte de un individu no tiene ninguna im- portancia! Pero después sueede una cosa inesperada todo ha cambiado, las cosas mds simples, por ejem- pio, los perros...» DB LA NOVELA 173 Reeuerda una gran decepeién que sufrié en su juventud piadosa: ‘sta noche, como entonces, se sentia libre, con uuna libertad penetrante que no se distinguia del abandono.s El euarto episodio, el ms importante de la obra, es el co- Joguio de Altenburg, cuyo modelo fue tomado, probablemente, de'los encuentros de Pontigny. Como Pontigny, Altenburg es, fen efecto, un lugar en el que se encuentran los primeros pen sadores de Buropa. La discusion en que participa Victor Ber- ser, aureotado por su prestigio de hombre de accion que fas- fina durante mucho tiempo a los sntelectuales, cuando, en realidad, ya ha cesado de serlo, tiene lugar después de la mar- cha de la mayoria de los intelectuales de mas prestgio, con ex- cepeidn de Uno solo, Méusenc, antropélogo, africanista, pro- hablemente una especie de mezcla de Pnosmus, de ServcLan, e Marnavx mismo, de quien el mundo elentifico espera impa ciente la gran obra sintetica de flosofia hegeliana de la his- torla, En realidad, MéimExc ha descubierto también, como el rarrador, la ruptura entre las ideas y el hombre eterno, y a partir de ahf, de la lmposiblidad de toda filosofia de ese Bé- hero. Bajo la influencia de su experiencia africana tambien ha destruido lo que estaba escrito ya de su trabajo y colgado Tas hojas ‘tde las ramas bajas de los érboles de diversas es- pecies, entre Sahara y Zanzibars, El coloquio mismo se halla preparado por diversos episo- ios significativos, de los que mencionaremos solamente dos: El relato del witimo viaje que Walter * ha hecho con Niet~ sche, vuelto loco, para llevar a éste a Basilea en un vagén de tercera, A la salida de un tinel, Friedrich cantaba: «can poema desconocido por nosotros; era su tk timo pooma, Venecia, No me gusta la musica de "io del nercador y animador de los cloquies del Altenburg. 1% PARA UNA socTOLOGIA Friedrich, Hs mediocre; pero este canto era..., Dios mio, sublimer. Al escuchar este canto, Walter se habia dado cuenta de que algunas obras humanas eran més fuertes que la muerte, que Ja Jocura, que el absurdo de la vida, que fresisten al vértigo que nace de 1a contempla~ eign de nuestros muertos, del cielo estrellado, de la historia...» Victor Berger se hubiera inelinado a darle la razén, pero cen su conelencia el canto de Nietzsche se mezclaba con el ros- tro de su abuelo, muerto en Relchbach; por primera vez en el libro aparece el tema central, el de la relacién entre la crea cign y la vida, «Ell privilegio de que hablaba Walter era mas po- deroso frente al cielo estrellado que frente al dolor. Y quid hubiese tenido razén respecto al rostro dé un hombre muerto si no hubiera sido un rostro que- rido,,, Para Walter, el hombre no era més que «el miserable montén de secretos», creado para alimen- ‘tar estas obras que rodeaban su cara inmévil hasta las profundidades més sombrias; para mi padre, todo el cielo eatrellado estaba aprisionado en el sen- timiento que habia hecho decir a un ser impregna- do ya todo él del deseo de la muerte, despues de una vida sin brillantez y frecuentemente dolorosa: «Si tuviese que escoger otra vida, escogerfa la mia...0 ‘Mas adelante se nos dice que Métvenc adornaba su habi- taclén con pequefios personajes extraordinarios, modelados en areilla, a los que llamaba sus monstruos; todos eran ede una tristeza sobrecogedora, la de los monstruos de Goya que parecen acordarse haber sido hom- bres... unos eran benéficos, otros maléficos. Los enviaba a sus amigos.» DE LA NOVELA 175 En realidad, estos monstruos, desprovistos de sentido, que poseen la nostalgia de una humanidad que no pueden alcan- ‘ar, corresponden al mensaje que ahora, después de haber des- truido su obra, puede atin transmitir Mousenc. ‘Al describir el coloquio no podemos entrar en el detalle de Jas opiniones que se afrontan, dejando de lado también la iro- nfa de Manaux frente a cierto nimero de intelectuales. La figura central es 1a de Méuseac, que habiendo abandonado la obra que debia producir «una interpretacién del hombre rigurosa y podero- samente coherentey esarrolla ahora la tesis splengeriana de las civilizacfones ri- gurosamente cerradas unas con relacién a otras, bajo las cua- Jes no existe més realidad permanente que el amotio campe- sino. Las culturas no son para él mas que conjuntos de for- ‘mas significativas impuestas a un material neutro e indiferen- te; el hombre eterno no es histérico. «Bl hombre fundamental es un mito, un suefio de {intelectuales respecto de Ios campesinos. ;Pensad lun poco en el obrero fundamental! ,Quieren uste- des que, para el campesino, el mundo no esté hecho de olvido? Los que no han aprendido nada, nada tienen que olvidar. Yo sé lo que es un campesino julcloso. ;Pero es0 no es el hombre fundamental! No existe hombre fundamental, aumentado, segun las épocas, con lo que piensa y cree; existe el hom- bre que piensa y cree, o nada. Una elvilizacién no es un ormamento, sino una estructura. Mirad. Todos cconocemos la pasién de nuestro amigo Walter: es- tas dos figuras géticas y este mascarén de proa son, ‘como sabéis, de la misma madera. Pero bajo estas formas no se encuentra el nogal fundamental; no hay més que troncos.» En cuanto a la idea de la historia, se trata simplemente de la forma que nuestra cultura ha intentado imponer a esta na- 176 PARA UNA SOcTOLOGIA furalezaindiferente; sin embargo, tras la historia qui h atin, dice Motnenc: ne «algo que es respecto de la historia lo que ella es respecto de la naciGn, de la revolucién. Quizé nues- tra conciencia del tiempo. Yo no digo nuestro con- cepto, que es reciente...» Bl coloquio ha terminado. La respuesta que de él se des- prende es, aunque més amplia y sustanciosa, la misma que la que Walter desarrollaba al hablar de su viaje con Nietzsche: ‘existe una realidad humana absurda, desprovista de forma, a Ja cual las creaclones de los intelectuales, las culturas, impo- nen signifcaciones temporales, localizadas sin duda, pero que son la Unica esperanza humana de dar un sentido provisional (ala vida y de triunfar del absurdo y de la nada, Pero al salir de la sala tomarén forma en la conciencia de Victor Berger las mismas reservas que surgieron con motivo de Ja conversacién de Walter sobre el viaje de Nitusche. Descubre la realidad que les sirve de fundamento y justifica la realidad ‘que habian olvidado los participantes en el coloquio: los no- gales del Altenburg. En efecto, entre el tronco, la madera, materia bruta, y la forma gética creada por el escultor, esté el arbol vivo, que se desarrolla y respira, «Habfa alcanzado los Arboles grandes: los abe- tos, Uenos ya de noche, con una gota todavia trans- parente en el extremo de cada aguja; los tilos, todos ellos rebosantes de ruido de gorriones; los mas hermosos eran dos nogales: se acordé de las esta- tubias de la biblioteca (..). «Mi padre pensaba en los dos santos, en Atlante. La madera convulsionada de estos nogales, en lugar ‘de soportar la carga del mundo, se abria con una vida eterna en sus hojas barnizadas sobre el cielo, y sus nueces, casi maduras; en toda su masa solem- nne por encima del amplio circulo de j6venes brotes, y de las nueces muertas del invierno. «Civilizacio- e LA NOVELA i” nes o animalidad, como estatuas 0 troncos...». Entre Jas estatuas y los troncos estaban los drboles, y su oscura silueta, como la de la vida. Y Atlante, y la fara de San Marcos, contraida de gético fervor, se perdian como la cultura, como el espiritu, como todo To que mi padre acababa de oir, sepultados en la sombra de esta estatua indulgente que las fuerzas de la tierra se esculpfan a s{ mismas, y que el sol, al ras de las colinas, extendia sobre la angustia de los hombres hasta el horizonte. ‘tHlacia cuarenta afios que Europa no habia co- nocido la guerra.» ‘La guerra es, junto al abandono de la {deologia revolucio~ naria, la segunda realidad fundamental en torno a la cual se Organiza el universo de la obra. Si los episodios que describe ‘se sitian a la vez entre 1914 y 1940, es, quiza, con el fin de po- der mostrar, asimismo, que no se trata de tal o cual guerra particular, sino de la guerra como tal en sus relaciones con fos hombres ¥, més allé de ella, de todo lo que de antihurano y de barbaro pueden tener las culturas creadas por los inee- lectuales y los hombres de accién. ‘Los nogales del Altenburg adquieve toda su importancia cuando se sitda frente a la guerra, ‘Los intelectuales del Altenburg, 1os WALTER, los MSLBERG, no habfan visto més que una dualidad simplificada; por una parte, el hombre eterno, que vive al dia, el campesino, la ma- Gera informe, indiferente y neutra; de otto lado, la creacién Ge los intelectuales, las obras de arte, las culturas, Bn realidad, lejos de ser indiferente y neutro, el hombre ‘que vive al dia, el campesino de Mé.seRo, estaba vivo, como fos nogales de! parque de Altenburg, y si bien no hacia a historia, se esforzaba en su vida cotidiana por vivir, comer, Yestirse, amar a los demés, tener hijos, ser feliz. Es decir, que ‘este hombre no era pasivo respecto de las esculturas, sino que Jas compartia, separando lo que en ellas habia de favorable para conseguir la vida y la felicidad de lo que era nocivo ¥ fmalsano, y si bien no hacia frente de manera activa a la bar- harie més que muy raras veces, actuaba con su paciencia mi 178 PARA UNA SOCIOLOGIA Jenaria que acababan siempre por desgastar las instituciones y las culturas amenazadoras para su naturaleza y sus aspira- ‘lones. Partiendo de ahf, no tenemos necesidad de insistir mucho en los tres ultimos episodios de 1a obra, particular ‘mente importantes, pero cuya significacién es fécil de com- render. De entre ellos, dos nos muestran en lo que pueden trans- formarse los hombres de accién y los intelectuales creado- res cuando su actividad es ejercida en favor de la guerra, frente al hombre y la vida, Victor Berger, perteneciente al servicio de contraespiona- asiste un dia a una escena en que el capitan Wurtz intenta servirse del amor de un nifio hacia su madre, de lo que hay de més {ntimo, més profundo, més esencial en Ia vida, para desenmascarar a una mujer que sospecha ser una espia, Yy cuando percibe la repugnancia de Victor Berger hacia su ‘modo de proceder, le objeta: Con estos actos, que tanto miedo le causan, se salvan las vidas de millares de nuestros soldadoso. Mas adelante, Victor Berger es destinado, con el mismo capitén Wurtz, a acompafiar al profesor Hoffman, notable hombre de ciencia, que ha conseguido fabricar con ‘precisién rigurosa un nuevo gas de una efieacia extrema, y debe orga- niizar el primer ataque experimental sobre las lineas rusas; ante la repulsién del capitan Wurtz, todavia influido por los antiguas conceptos del valor militar, Hoffman uilizard las an- terlores respuestas de Wurtz a Berger: «Si 0s colocais en un plano superior —dijo el profesor, imperativo— los gases constituyen el me- ‘io de combate més humano (...), »Para el capitin estos dos hombres eran enemi- ‘gos. Hombres de palabras y de niimeros, «intelec- tuales» que deseaban destruir el valor, y que le hhacian desaparecer. Su valor era real: ‘hecho pri- ‘i: LA NovELA 179 sionero por los rusos, condenado a muerte, habia rechazado dar la menor informacién, a pesar de ha- bérsele ofrecido cien mil rublos y' la libertad en ‘Rusia, de donde se habia evadido. Hsta firmeza jus- tificaba todo a sus ojos, le hacia acreedor de todos los derechos. Movia hacia uno y otro lado su cabeza redonda, con naria de trompetilla, como molesto por ‘unas moscas que no habia. »—Serd una gran desgracia —dijo— si tenemos que ver desaparecer del imperio los viejos concep- tos alemanes de la guerra. »Mi padre escuchaba, miraba a Wurtz transfor- mado en moralista (sin hablar del otro moralista). Como se miraba a un loco al cusl uno se parece en parte, Bl capitin habia defendido contra él la uti- lizacién del nifo, justifiada por el nimero de sol- dados que se salvaban con ella, y el profesor no hhacfa sino utilizar el mismo argumento, ;Caramba, ‘esta habitaci6n esta lena de santos!» El episodio siguiente se refiere al ataque mismo, que, afor- tunadamente o desgraciadamente, no es realizado sélo por in- tolectuales y téenicos, por Wurtz, Hoffman y Vietor Berger, sino bajo las indicaclones de éstos, por la masa de soldados, por estos hombres de vida rutinaria que MALRAUX nos pre- ssenta con sus conversaciones girando en torno a su vida co- tidiana, al amanecer en las trincheras esperando la orden de ataque. Y cuando, por fin, el ataque se lanza, tendré lugar ta ma- ravillosa descripcién del sobresalto humano, de la resistencia contra la barbarie, de estos soldados que al alcanzar las trin- ccheras donde miles de rusos se encontraban gaseados, se ol- vidaban de la guerra y de toda realidad inmediata para sen- tir, ante todo, la solidaridad con el projimo, victima del bér- baro destino que le impone la civilizacién. Desobedeciendo la orden de avance, eargan con los rusos gaseados y, abriéndose camino, se agolpan sobre las ambulancias para’ que se les reste ayuda. Vietor Berger, confuso al principio, sin com- prender lo que pasa, seré ganado, sin embargo, por el movi 180 PARA UNA SocIOLOGtA miento a medida que se amplia, y terminar4, como los demas, por cargar con un ruso gaseado y volver hacia atrés, Al ha- cer esto, se cruza con camiones cargados de soldados que le iran estupefacto ¢.., ellos le observaban con la inguietud de quie- nes encuentran el primer indigena de un pais des- ‘conocido; de esta forma, muy pronto, reconocerén el primer gaseado (..). Mi padre les ‘mlraba, tam- bign, pasar uno tras otro: ia barrera de la piedad zo seria eficaz muchas veces. Es a morir a lo Unico ‘que el hombre no se habitta Esta tercera parte termina por la conciencia que toma Vic- tor Berger en el momento en que cree que él esta también gaseado, acon una evidencia fulgurante, tan perentoria como este tenue silbido en la garganta; el sentido de la vida era la felicidad, y él, jeretino!, se habla preocupado més de otras cosas que de ser feliz. Hs- erdpules, dignidad, pledad, pensamiento, no eran ‘més que una monstruosa impostura, reclamos de ‘una potencia siniestra de la que, en el ultimo ins- tante, se escucharian sus carcajadas insultantes. En. esta hosca retirada bajo el imperativo de la muer~ te, no le quedaba mas que un odio salvaje contra todo lo que le habia impedido ser feliz. Le pareci6 centrever la ambulancia; intents correr més depri. sa; sus piernas giraron en vacio, el universo se de- rrumbé de golpe; el bosque destacaba en un cielo que, al mismo tiempo, se abria bajo sus pies. EL altimo episodio nos lleva, en 1940, al campo de Char- tres, El narrador se encuentra atormentado por un tinico pro- blema: qué es el hombre. «... no pienso més que en Io que le sostiene con- tra la fascinacién de la nada. Y cada dia que pasa PA. NOVELA 181 ‘me obsesiona mas el misterio que no opone, como afirmaba Walter, sino que une, por un camino bo- rrado, la parte informe de mis compafieros a los ccantos que tienen lugar ante la eternidad del ciclo nocturno, a la nobleza que los hombres igmoran que hay en ellos, a la parte victoriosa del tinico animal que sabe que debe morirs, El Libro termina con el relato det ataque, en el que parti- ipa el narrador, y en el curso del cual se encuentra ence- rrado en un earro con tres de sus compafieros: Bonneau, ru- ‘én, que vive casi siempre en suefios; Leonardo, bombero en. 1 casino de Parfs, que habiéndose acostado en clerta ocasién con la estrella del espectaculo, pensaba sin cesar en esta gran folicidad de su vida; Pradé, al que la primera guerra ha im- edido instruirse, y que plensa en su hijo, dla vinica porcién de absoluto de esta humillante, triste e inquietante aventura que se lama vida, su hijo, de quien espera hacer un hombre instruido. Se esta- IMlece entre los cuatro hombres una camaraderfa viri, intensa © indefinible. En cierto momento tienen la impresién de que hran caido en una fosa, en donde se encuentran a merced del primer obis que sea destinado para ellos. Pradé imagina ya ‘que el porvenir de su hijo esta comprometido irremediable- mente. Consiguen quitérselo de la cabeza eBista ver no pasaré nada... La guerra no ha ter- ‘minado,,, quiza mafiana estemos vivos de nuevo». Al fa siguiente, los combatientes encuentran ante ellos tun pueblo evacuado, en la zona de lucha. Los patos, las galli- nas, los huevos, los utensilios de la vida diaria estén allt to- davia, actualizando la presencia permanente de quienes han partido, pero volverdn pron:o: «Ante mi hay dos regaderas con sus rosetas en forma de eleachofas que tanto me gustaban de pe- 12 PARA UNA SOcTOLOGtA quefio; me parece como si el hombre hubiese he- ccho su aparicién desde lo profundo s6lo para in- ventar una regadera...», iosotros y los de enfrente no somos buenos més que en nuestra mecanica, en nuestro valor, en nues- tra,ruindad; pero la vieja raza de los hombres, que hheinos expulsado y que no ha dejado aqui| mis que sus instrumentos, sus ropas y sus iniclales bor- dadas en las servilletas, me parece llegada, a tra- vés de milenios, de las tinieblas existentes esta noche, lentamente, cargado avaramente, con todos los restos que acaba de abandonar ante nosotros, las earretillas, los rastrillos, las earretas bfblicas, las casetas de perros, las ‘conejeras, los hornos vacios...2. La imagen final del libro consiste en «dos campesinos muy viejoss, sentados sobre un banco, de quienes se dan cuenta de pronto. Son Ios aldeanos de que decfa Méxuenc que cons- tituian la masa sin forma, que viven al dia, y que, sin em- ‘argo, aqui, frente a la barbarie mecdnica de la guerta, ponen de relieve, bruscamente, su verdadera significacién: ‘fola, abuelo, jse toma el sol? G0 Eg ella quien contesta: —=2Qué vamos a hacer? Ustedes son jévenes; ‘cuando se es viejo no queda més que despojos.... Son las mismas palabras que habia pronunciado el solda~ do al comenzar el libro: aispero que esto se gaster, y, de re- pente, el narrador comprende, en esta lucha eterna entre el riesgo de barbarie que implica la cultura y la vida fundamen- tal, secular y paciente, la verdadera funcién de esta altima que permite asegurar continuamente la supervivencia y el renacimiento del hombre: 4Vinculado al cosmos como una piedra,.. Ella, sin embargo, sonri, con una sonrisa lenta, reflexiva; DDE 1A NovELA 183 parece mirar a lo lejos —més alld de un campo de {ithol abandonado y de las torres de los earros de combate brillantes ‘de rocfo, como los matorrales que los camuflan— la muerte, con indulgencia e {incluso con ironfa, en un guifio misterioso, sombra aguda del rabillo de sus ojos. »Puertas entreabiertas, ropa, trajes, huellas de hombres, amanecer biblico en el que los siglos se mueven indecisos, como todo el deslumbrante mis- terio del amanecer se revela profundo en el que aflora a estos labios ajados. Ante una sonrisa 03- cura que hace aparecer el misterio del hombre, la resurreccién de la tlerra no es més que un deco- rrado estremecedor. »ahora comprendo lo que significan los mites antiguos de los seres arrancados a los muertos, Apenas si me acuerdo del terror; el unico reeuerdo {que llevo conmigo es el del descubrimiento de un seereto sencillo y sagrado. aQuizd fuera asi como Dios mirase al primer hombre... Damos aqui por concluido nuestro estudio, ¥ ello por di- vversas Tazones, que no son, quizd, independientes unas de las otras, La primera es que Los nogales del Altenburg es el ultimo escrito de Maunavx que presenta atin en gran medida el ca- récter de una obra de ficei6n. Después de ella, como sabemos, Maunavx se dedicaré a producir una obra nueva, sin duda importante, pero de cardcter completamente diferente: sus estudios sobre arte, respecto de los cuales un estudio més acabado habrfa de establecer primeramente su naturaleza a fin de precisar si se trata de verdaderos estudios cientificos © més bien de ensayos en los cuales el anélisis de las obras artisticas da a Mauravx Za ocasién de plantear, en un plano conceptual, cierto ntimero de problemas y sugerir otras tan- tas respuestas. La segunda es que, al menos en la obra siguiente. Las voces del silencio, toda idea de valor humano universal (lo 184 PARA UNA socrOLoGIA ‘mismo 1a de la condicién humana en tanto que virtualidad de aspiracién revolucionaria a la dignidad y a la creacién de Ja historia, que la del hombre eterno en tanto que aspiracién a la felicidad y resistencia a la barbarie; Kyo, May, Katow, Kassner, Manuel, as{ como los prisioneros y los aldeanos de Los nogales del Altenburg) ha desaparecido por completo. Por tiltimo, la terver razin es que con la segunda guerra ‘mundial termfa, no sélo el periodo a que se refiere nuestro estudio, y respecto del cual este trabajo no es més que una primera etapa, sino también un periodo particularmente no- table de la historia de la Europa industrial y capitalista: aquel que lamariamos con gusto la gran crisis estructural de Buropa y de la cual las dos guerras mundiales, el fascismo italiano, la crisis econémica de 1929-1933 y el nacional-socia- lism no han sido sino sus manifestaciones mas importantes. Desde el fin de 1a segunda guerra mundial han tenido lugar, en efecto, toda una serie de cambios cualitatives en la vida econémica, social y cultural en las sociedades industriales ocel- dentales, cambios que, es de comprender, no estamos en con- Giciones de analizar aqut. ‘Habremos de conformarnos con mencfonar dos de los més importantes de ellos: el descubrimiento de la energia nuclear, ccon todas sus consecuencias en el plano de la estrategia mi- litar y en Ia politica internacional, y, avin més importante, probablemente, la creacién de mecanisinos de regulacién eco- némica y de intervencién estatal, que se han manifestado suficlentemente eficaces para impedir, hasta la fecha, toda crisis seria de superproduccién, ¥ respecto de los que puede admitirse con cierta verosimilitid que impedicén, quizé por ‘mucho tiempo, quizé para slempre, la repeticién de una crisis, del tipo de 1a de 1929-1933. Estudiado desde el punto de vista fen que nosotros nos situamos, pudiera dividirse en tres gran- des periodos Ja historia del ¢apitalismo occidental, ‘a) Hi del eapitalismo liberal y su desarrollo en el curso de Ja segunda mitad de! siglo xrx durante los primeros afios del xx, impulso ligado a la postbilidad de una expansién co- lonial prolongada y continua. 2) “El de la gran crisis estructural del eapitalismo ocel- dental que se extiende desde 1912 a 1945, aproximadamente, 1A NOVELA 185 y cuyo origen es, en primer lugar, la disminucién y después ‘I ayotamiento de las posibilidades de penetracién econdmica rn los pafses nuevos (a lo que hay que afiadir, a partir de 1917, la desaparieién de dos mercados subdesarrollados, par- ticularmente importantes: el mercado ruso, y, mas tarde, a rasa de las permanentes guerras civiles, el mercado chino). ©) La aparicién, después de la segunda guerra mundial, dle una sociedad capitalista avanzada que, gracias a la crea. ‘ein de poderasos mecanismos de intervencién estatal y de rogulacién de la economia, puede prescindir de la exportacién nasiva de capitales para invertir en el mercado interno. Puede verse hasta qué punto, por encima de su importan- cia particular para la obra de MaLRavx o para la historia de ‘sus ideas filoséficas y politicas, constituye el fin de la segunda ‘uerra mundial un viraje primordial en la historia de la so- iedad occidental en su conjunto y, quiz, como ya hemos dicho, la evolucién ideol6gica de MaLzaux es, en gran parte, Ja expresién de este cambio del mundo en el que vivia y par- tendo del cual eserib{a sus obras. En este estudio hemos intentado, en la medida de lo po- sible, evitar los juicios de valor de orden estético o politico, 2 pesar de que, como se ha dicho y es sabido, su eliminaci6n total es imposible, pudiendo el investigador intenter, tan sélo, reducir al maximo la incidencia de estos juicios sobre su trabajo. Permitasenos, no obstante, decir aqui que los 1azos estrechos que hemos podido establecer entre Ia evolucién de Ja obra de Matai y la historia cultural, soctal y politica de ‘Buropa occidental desde el fin de la primera guerra mundial, as{ como la coherencia interna de sus escritos, que nos hemos esforzado por poner en claro, parecen sugerir que nos encon- ‘ramos en presencia de un eseritor particularmente represen- tativo y que su evolucién plantea, en el doble sentido de su naturaleza y de los peligros que encierra, los problemas prin- cipales que surgen de las relaciones entre la cultura y la fase mis reciente de la historia de las sociedades industriales occ!- dentales, Desaparicién de las perspectivas y de las esperanzas re- volucionarias; nacimiento de un mundo en el que todos los ‘actos importantes se hallan reservados a una élite de especia- 186 PARA UNA SOCIOLOGIA Lstas (que se pueden denominar creadores 0 teenécratas, se agin se trate de la vida del espiritu o de la vida econémica, Social y politica); reduccién de la masa humana a puros ob- jetos de accion dle esta élite, sin ninguna funcién real en la ‘ereacién cultural y en las decisiones sociales, econémicas o politicas; dificultad de proseguir la creacién' imaginaria en. un mundo en que no encuentra apoyo en valores humanos uuniversales, 7 tantos problemas que conciernen, manifiesta- ‘mente, al tiltimo estadio de la obra de Mannavx, como a la evolucién reciente de nuestras sociedades. Agreguemos, tam- bbién, puesto que al comienzo de este estudio hemos estable- ido una aproximacién entre la teoria de las élites creadoras del vltimo MauRavx con la posicién implicita de Hiwecces que se desprende de «Sein und Zeit», que entre la obra de 1926 y las posteriores a la segunda guerra mundial, entre el Iibro de Hteccrr y los ensayos estéticos de MaLRaux, hay una diferencia anéloga a la que separa el capitalismo de en- tonces, que era un capitalismo en crisis, del capitalismo re- ‘organizado de hoy: la desaparicién de la importancia esen- cial de la angustia. ‘Todo esto no son més que hipétesis, que ser preciso de- terminar y constatar ulteriormente. GBs la obra de Maueavx la expresién més 0 menos tiplea del pensamiento y de la afectividad de un grupo social par- cular? ;Queda inserita en una estructura mds vasta que com- prende otras obras con las que podria establecerse una rela- ign estructural? Si esto es asl, {qué relacién existe entre estas estructuras de la vida intelectual que todavia no hemos deducido, y las estructuras de la vida econémica, social, po- Iitica entre las dos guerras, tanto en Francia como en Europa occidental? ;Cuales son las relaciones entre la evolucion de Mazraux y la de los demas intelectuales y escritores, que, durante la misma época, han hecho dejacién, también, de los ‘valores revolucionarios?’ ;Cudles son las obras, mis 0 menos importantes, de la literatura francesa de entreguerra, escritas fen una perspective humanista, que afirman la existencia de valores humanos universales? ;Cudles son las estructuras de "sus mundos? ‘Nos hemos limitado a enumerar estos problemas, a los De LA NovELA 187 ‘que no podriames dar de momento una respuesta seria, al objeto de recordar que el presente estudio no constituye mas {que un punto de arranque, provisional y, sobre todo, parcial, fen el cuiadro de una investigacién mucho mas amplia sobre ‘el pensamiento, la literatura y la sociedad francesas de en- ‘treguerra, investigaciOn que intentaremos realizar en el curso de los préximos afios. Ya estaba publicado este estudio cuando nos dimos cuenta de que en I ser y Jo nada Saxrne desarrolia contra Huneccer y contra MALRAux (al que atribuye solamente la posicién de La esperanza, segun la cual ela muerte transfor- ‘ma la vida en destino») un andlisis muy préximo al que hemos hecho al estudiar Los conguistadores y La via real. No hay cuda de que la accién hist6rica no tiene ningin valor privi- legiado en este libro radicalmente individualista, pero, para SaRTRE, el hombre se define por el proyecto fundamental y Jos proyectos secundarlos que se insertan en 6], en cuya pers pectiva la muerte futura no es una posiblidad del sujeto, sino, por el contrario, un factor externo, un impedimento impre- ‘isto, inesperado, con el cual hay que contar, conservando su cardcter especifico de inesperado, Fstos proyectos quitan toda mportancia decisiva a la conciencia de la muerte hasta el fa en que la muerte, inevitable, les destruye retroactiva- ‘mente su valor. Habiendo quedado excluida toda influencia conseiente, el hecho de que dos escritores de esta importancia, desarrollen ‘en Franeia, con tan corto intervalo, posiciones a'la vez com= pplejas y tan préximas, hace suponer la accién de factores transindividuales y, probablemente, sociales; pero, por el momento, esta constatacién no plantea mas que un problema, sin que nosotros sugiramos ninguna hipétesis en su eluci- dacién, 3. nveva novaua ¥ REALIDAD* Después de las dos intervenciones habidas de esritoes, ha blaré ahora en tna perspectiva muy diferente: ln del socié- Jogo. Este, en efecto, entre el punto de vista del soxidogo elidel eseritor una diferencia anéloga a la que se da entre at Ppunto de vista del corredor o del atletay Ia del sicélogo o del Fisidlogo que estudian In estructura siquica o fisiologiea de su comportamiento, ‘No es menos clerto que ambas aproximaciones pueden re- sulla tan contradictoras como complementaris. Sim hablar de Ia eventoalidad, sempre posible, de tn sociélogo 0 de ws critico,o respectivamente de im siediogo o de un Ssilogo que Se equivoguen y elaboren teorias erréneas, puede siceder, en tect, que el corredor o el atieta no conozcan las estructras Siquieas ofisioligicas que les permiten realizar sus pruebas, 0 aque cl eseritor no sea completamente conseiente del mecanisme de su ereacién, ello independientemente de la calidad respec tiva de estas pruebas oe esta ereaidn. Afortunadamente, si cere con frecwencia que las dos perspectivas se complementan Y¥ explican mutuamente, Fste sera el caso, en gran medida, de hoy, ya que, sin ser socilogos ni eriicos, SARRADTE. ‘Azam Ronos-Gnivusr nos han hablado como teSreos, lo que = Bl presente ecudio es el texto de una intervencién en mesa re- ‘onda argnnisada en Bruselae con Narsauie Sannavte y Rome-Griiser al'uat‘he sido incorporado un andlisis de las novelas do Rome Guzen, pubjleado en le Tevsta Mediations, ne 4 1902. Tuas incervencenes de Natiacie.Sexaure y de. Row seo puvleaes por ia Revuta de Socoiona et. Unioes sacar han 190 PARA UNA SOCIOLOGIA signiica que han hecho —brilantemente, por elerto, ¥ con Inucha penetracion- labor de eitions iteraie, ‘Al hablar en tecer lugar y como socilogo, 0 que aqut samp adel sor en gran medida, un eomplemento las dat Depeicones que acabats de escuchar. Sin ermbargo, se busno Comenzar por sefular lo que, en estas expostlones, me pa fece no slo vio, sino de patcular importanel, aa como To.que me separa a pesar de que sean divergencias secun- datas, en titna instinela del analsis de Narnaute Sa Comencemos por un punta comin las dos exposciones, su profesin de fe sobre el realismo tration efecto, tanto que mumerasos eric una gran parte del pubic, Yen eh la nueva novels un canjunto’de_cxperiencas pura Tnente formals y, en el mejor de los casos, una tentativa de tvason fuera de i realidad soil, doe de ioe prinelpales re: presenantes'de est escuela acaban de dciron que, por él Eontrario su obra habia nacido de in esfuero tan rigutoso ¥ tan radical como les sido posible por aprehender, en fo gue tiene de mis esencial ia rentdad de nvestro tempo. Mo. mentario a las exposiciones 7 ala tbra de ls dos eccitores fended por finalided, en. primer lugar, lustrar y concretar tata afimnucén, que ie purest, al tistao tempo, importante y vada, Otro elemento comin a ts dos exposiciones que me pa rece itil sean, es ia afrmacion ce que st estos dos ese tones han adoptad una forma diferente a Ia de los noveistas Ge siglo xin ha sido, en primer lugar, porque tenian qe describe y expresar una resided humana’ (el scisogo dia tion relidad socal en ia medida en que, para tla reall dad humana es social diferente de I que hablan de describe Sexpresar estos utimes. Finalmente In expoicion de Nannatse Samaaore me psx rece notabie en cuanto.a su penetracion y verdad al demos. tear como los habits siquion, las estricturas y ag cate. foray mentales antiguas que persisten el conlenela de {E'nmyor parte de las gente, ls impden aprehender Ia nue- wa realidad, que es evencial ena medida en que ella est: Tura efectivamente, la vida eaticlana de Tos hombres, incluso DE LA NovELA, 191 aunque muchos no sean conscientes de ello. El dinico punto fen que temo que su profesién de escritor le haya impedido comprender la importancia de la realidad social e hist6rica, es Ia forma en que Naruatte Sanzaure concibe el proceso del cambio de la realidad que ha hecho necesario el paso de la novela clisica a la nueva novela, y las fuerzas que han con- tribuido a operar este fenémeno. ‘Temo que, en este proceso, NaTHaLie Sannaure sobreestime la importancia de los escri- tores y subestime implicitamente la de los hombres. Al ha- blar, muy justamente, del progreso de las investigaciones li- terarias, NaTHALIE SaRnavTE las Imagina, un poco exagerada- ‘mente, en mi opinién, al modo de la historia de las clencias fisico-quimicas. Parece como si para ella existiera una reali- dad humana dada de una ver para siempre (ansloga a la rea- lidad eésmica) que los escritores, como los hombres de cien- cia, exploran unos a continuacién de otros, creando asi, a través de las cadenas de generaciones, un simple desplaza- miento del interés hacia nuevos sectores que, una vez re- ‘sueltos los anteriores problemas, es importante explorar. De- bido a que Batzac y Savona, han analizado la sicologia det ppersonaje, y, por ello, generalizado y hecho banal su conoci- ‘miento, es por lo que, Segiin NatHALte SARRAUTE, este concoi- miento apenas presenta ya interés, y los escritores posterio- res, Joyce, Prost, Karsa, han debido orientarse hacia reali dades més finas y sutiles, abriendo asi un camino que los nnovelistas posteriores deben esforzarse por continuar a su ver. En realidad, me parece que, a este respecto, RORBF-GRI ust ha visto mds claro. No hay en el campo humano reall- dad inmutable, dada de una vez para siempre, y que se tra- taria tan sélo de explorar con renovada agudeza a través de las generaciones de artistas y de escritores. La esencia de la rea- lidsd humana es, en si misma, dinémiea y cambia en el trans- curso de la historia; ademés, este cambio es, en grado des- ‘gual, naturalmente, obra de todos los hombres, y si bien los escritores toman parte en ello, esta participacién no es, sin embargo, ni exclusiva, ni, incluso, preponderant SI la historia y la'sicclogia del personaje se hacen cada ‘ype mis dificiles de describir sin caer en lo anecdético y en el hecho diverso, no es s6lo porque Batzac, SrENDHAL o Flav- 192 PARA UNA SOCIOLOGIA seat lo hayan descrito ya, sino porque todos vivimos en una sociedad diferente a aquella en que ellos vivian, una sociedad fen la que el individuo como tal, e, implicitamente, su bio- gratia y su sicologia, han perdido todo importancia realmente primordial y han pasado al nivel de la anéodota y el hecho diverso, Como ha dicho Rosss-Grituer en su exposicion, si la ‘nueva novelg describe de forma diferente las relaciones de un ‘marido celoso con su mujer, el amante de ésta y los objetos. que les rodean, no es porque el autor busque a cualquier pre~ cio una forma original, sino porque la misma estructura de {que participan todos ests elementos ha cambiado de natura- leza. En efecto; la mujer —a la que seria preciso afiadir el amante y el marido celoso— se han convertido en objetos. y fen el conjunto de esta estructura y de todas las estructuras. tesenciales de la sociedad contemporanea, los sentimientos hu- ‘manos (que son y han sido siempre la expresion de las rela clones interhumanas y de las relaciones entre los hombres ¥ fl mundo material, natural 9 manufacturado) expresan ahora, relaciones en las que los objetos tienen una permanencia y ‘una autonomfa que plerden progresivamente los personajes. ‘Una vez hechas estas observaciones preliminares sobre dos ‘exposiciones que me parecen ser documentos de gran impor- ‘tanela para la comprensién de la literatura contemporénea, permitaseme —ya que estoy hablando también como socié- logo— plantear el problema de la naturaleza de las transfor- mactones que han creado, efectivamente, la necesidad de una forma nueva de novela, ¢ ilustrar también con algunos ejem- pplos, la forma en que se encuentran expresados clertos rasgos esenciales de esta realidad humana nueva en la obra de Na ‘ruauie Sannavrs y de Ronse-Griturr. Esti claro que en el marco tan breve de esta exposicién no es posible hacer una historia global de las sociedades occiden- tales desde comienzos del siglo xox. Me conformaré, pues, obligado por las circunstancias, con mencionar algunos puntos particularmente importantes para el problema que hoy nos ccupa, el de la nueva novel, ‘Tomaré como punto de partida una correlacién que, a mi Julcio, aparece como altamente sugestiva En el plano literario, la transformacion esencial se rea- DE LA NovELA 193 liza en primer lugar —nos lo acaban de decir Navianis Sa- naavre y Rosse-Gruter— en la unidad estructural perso- naje-objetos, modificada en el sentido de una desaparicién mds 9 menos radical del personaje y de un reforzamiento correla- tive no menos considerable de la autonomia de los objetos. Ahora bien, nuestras investigaciones sobre la forma de la, novela en el grupo de sociologia literaria del Instituto de Bru- selas, nos habfan Hevado ya a la hipétesis de que la forma novelesca es, entre todas ias formas literarias, 1a més inme- diata y directamente ligada a las estructuras econémicas en el sentido estricto del término, a las estructuras de cambio y de produccién para el mercado, En esta perspectiva, me parece significativo constatar que, desde 1867 e, incluso, desde 1859, cuando nadie pensaba todavia en los problemas litera- ios que acaban de plantear NarHaime Sanraure y Ross Gruner, Cantos Manx, al estudiar las principales translor- ‘maciones acaecidas en la estructura de la vida social por la aparicién y desarrollo de la economia, las situaba, precisa- ‘mente, en el plano de la dualidad individuo-objeto inerte y sefialaba le transferencia progresiva del cocficiente de reali- ad, de autonom{a y de actividad del primero al segundo, Se trata de la eélebre teorfa marxista del fetichiemo de la mer- conefa, 0, para emplear el término adoptado casi unsnime- mente en la literatura marxista desde los eseritos de Luxics, de la cosificacién, Por estimulantes y signifcativas que sean para nuestra hi- pétesis las concordancias entre los andlisis te6ricos de MARX fen el sigio xrx y los descubrimientos de ciertos escritores con- ‘tempordneos, nos parecen, sin embargo, demasiado generales para que una investigacion sociolégica pueda conformarse con ellas. Queda por preguntarse, en efecto, eémo se explica la dis- tancia de cerca de un siglo que separa la puesta en claro del fendmeno de la cosificacién respecto de la aparicién de la novela sin personaje. En el fondo, la cuestién que se plantea es la siguiente: {Bxiste una relaci6n inteligible o una homologia entre la his ‘oria de las estructuras cosificacionales y la de las estructuras novelescas? Para responder es preciso tener en cuenta, en ri 8 194 PARA UNA SOCIOLOGIA opinién, cuatro elementos devisvos, cuya naturaleza tratare- mos de definir brevemente: 2) La cosificacién, como proceso sicolégico permanente que actia desde have varios siglos, sin interrupeién, en las socledades oceidentales productoras para el marecado; Y tres elementos particulares que determinan el aspecto conereto de las estructuras cosificacionales en la historia de estas socledades y, por ello mismo, la periodizacién de éstas: 2) La econoimia liberal que, hasta comienzos del siglo =, conserva ain la funcién esencial del individuo en la vida eco. noinica y,a partir de ahi, en el conjunto de la vida social ©) Bi desarrollo, al final del siglo xix y, sobre todo, a co- mienzos del xx, de truts, monopolios y capital financiexo, 10 que entrafia un cambio cualitativo en la naturaleza del eapita- lismo occidental, cambio que los tedricos marxistas han deno- rminado el paso de capitalismo liberal al imperialismo. La con secuencla de este paso —cuyo viraje cualitativo se sitta hacia la primera década del siglo 20-— ha sido, en primer lugar, des- de el punto de vista que nos acupa, 1a 'supresiGn de toda im portaneia esencial del individuo y de to vida individual en et {interior de las estructuras econémicas, y, a partir de ahi, en el conjunto de ta vida social "@) 1) desarrollo, en el curso de los aos que precedieron ala segunda guerra mundial y, sobre todo, después de su fi nal, de una intervencién estatal en la economia, y la ereacién, ‘graclas a esta Intervencidn, de mecanismos de autorregulaclén ue hacen de la sociedad’contempordnea una tercera apa Cualitation en la historia del eapitalismo occidental. Suponiendo que los coneeptos de economia liberal, de mo- nopolio, tuts, capital financiero y de intervencién estatal son més 0 menos eonocidos, aqut nos conformaremos con insistir sobre el de la cosificacién. iQué es lo que entendemos por esta palabra? Tal como lo describe Marx en el primer capitulo del Capit, bajo la ex. presién de fetichismo de la mercancia, el fenémeno es extre- madamente simple y facil de comprender. Tia sociedad capitalist, en la que todos los bienes son pro- ducidos para el mercado, difiere de manera esencial de todas Jas demés formas anteriores (3, probablemente, ulterores) de in: 1A NovELA, 195 injzacién social de la produccién. Estas diferencias revis- (wn, naturalmente, milltiples aspectos. Estos, sin embargo, se dlerivan con la mayor frecuencia de una primera diferencia fundamental: la ausencia en la sociedad capitalista liberal de todo organismo capaz de regular de manera consciente a la vor la produceién y la distribucién en el interior de una uni- dad social cualquiera, ‘Tales organismos existian en todas las formas precapita- listas de sociedad, ya se tratase de una sociedad primitiva que vivia de la caza y de la pesca, ya, en la Edad Media, de la fa- milia campesina 0 bien de la Unidad constituida por el castillo feudal y clerto numero de familias campesinas en Ia aldea, obligadas a prover prestaciones personales o censuales, o bien «que se tratase incluso, hasta cierto punto, de la economia mer- ‘anti de la ciudad europea en sus comienzos (si bien aquf el plan existiese bajo la forma de una especie de coneiencia no lematizada y transhicida, y que un estudio profundo podria encontrar en él, probablemente, las primeras manifestaciones del fenémeno de la cosificacién}. Esta regulacién de la produccién podia ser tradicional, re- ligiosa, opresiva, ete, pero, sin embargo, tenfa un carécter consciente o, al menos, transhicido, como en el caso de la cit dad medieval. Del mismo modo, resulta consciente en una so ‘ledad gocijalista o de caricter secialista, en la que la produc ‘ign se halla organizada por una comisién central del plan, ‘Ahora bien, en la sociedad liberal clésica no existe, preci- samente a ningin nivel, una regulacién consciente de la pro- duccidn y del consumo. Naturalmente, la produceién se en- ‘cuentra regulada en ella, no produciéndose, a la larga, més que la cantidad de trigo, de calzado o de cafiones correspon- diente a la demanda y, por consiguiente, al consumo efectivo de la sociedad, Pero esta regulacién tiene lugar de un modo implicito, extrafo a la conciencla de los individuos, imponién- dose a ellos como la accién mecdinica de una fuerza exterior. Esta rogulacién se efectua a través del mercado par la ley de ln oferta y de la demanda y, sobre todo, a través de las crisis que, perlédicamente, corrigen los desequilibrios. En el plano inmediato de las conelencias individuales, la ‘vida econémica toma el aspecto del egofsmo racional del homo 196 PARA UNA SOCIOLOGIA oeconomicus, de la investigacién exclusiva del méximo prove- cho, sin preocuparse en absoluto de los problemas de la rela- cién humana con los demés y, especialmente, sin ninguna ‘consideracién para el conjunto, En esta perspectiva, los demas hombres se transforman para el vendedor o el comprador en objetos semejantes a los demas objetos, simples medios qua, les permiten conseguir sus intereses, y euya tinica cualidad humana importante seré su capacidad para coneluir contratos y engendrar obligaciones vinculatives, ‘Sin embargo, como las regulaciones que imponen las exi- gencias del conjunto no actian en menor medida, su existen- cia se manifestard de una u otra forma, y resulta que, elimina dias de la conciencia de los hombres, estas regulaciones reapa- recen en la sociedad como propiedades nuevas de los objetos Snertes, que se adicionan a sus propiedades naturales: el valor de cambio y el precio. - Naturalmente, los érboles han sido y son siempre verdes fen verano y se han secado en invierno, sean grandes o peque- hos, vigorosos 0 careomidos, etc, En tuna economia que pro- duce para el mercado, tienen, ademas de esto, una propiedad de la que carecen en una economia natural, y que, a pesar de las apariencias, tampoco pierden en una evonomla planifica- da: Ia de voler tal o cual suma de dinero, de tener un precio ligado a la oferta y a la demanda, y que determina, en ultima instancia, el numero de rboles que este 4 otro afio serén cor- tados y utilizados en la produceién; esto vale, naturalmente, para todas las demas mereancias, De esta forma, todo un conjunto de elementos fundamen- tales de la vida siquica, todo lo que en las formas sociales pre- capitalistas estaba —y’estaré en las formas futuras, asi Io e3- eramos— constituido por sentimientos transindividuales, las relaciones con valores que sobrepasan al individuo —entre los que estan la moral, Ia estética, la carldad y la fe— desapare- fen de las conciencias individuales en ef sector econémico, ‘cayo peso e importancia erece de dia en dia en la vida so. cial para transferir sus funciones a una propiedad nueva de los objetos inertes: su precio. ‘Las consecuencias de este cambio son considerables, no ae nme Sites + ic 14 NOVELA 197 lwniendo posibilidad de analizarlas aqui’. Por otra parte, im- pliean también aspectos positives y han permitido el desarro- Ho de cierto niimero de ideas fundamentales de la cultura eu- ropwa oceidental (ideas de igualdad, de tolerancia y de liber- ‘uul individual, entre otras). Pero han contribuido a aumentar progresivamente el desarrollo de la pasividad de las concien- ‘cas individuales y la eliminacién del elemento cualitative en las relaciones entre los hombres, por un lado, y entre los hom= hires y la naturaleza, por otro, Bs este fenémeno de la abolicl6n, de la reduceién a lo im- plieito de un sector extremadamente importante de las con- iencias Individuales, y al que se le sustituye por una nueva propiedad, de origen’puramente social, de los objetos inertes, fen la medida en que penetran en el mercado para ser cambia- «los: y a partir de abf, la transferencia de funciones activas del hombre a los objetos; es esta ilusién fantasmagérica: (que Man asimilé a la perspectiva que ofrece el personaje de Sia ESPEARE, para quien saber leer y escribir era una cualidad natural y la belleza el resultado de un mérito) a To que se ha ‘designado con la expresion tan sugestiva de Jetichismo de la ‘mercancia y, posteriormente, de cosificacién. Bn Ia estructura de Ia sociedad liberal que Manx anallza- ba, la cosificacién, de esta forma, reducia a lo implicito todos Jos valores transindividuales, transforméndolos en propieda- des de las cosas, no dejando como realidad humana esencial y manifiesta mas que al individuo privado de toda relacién in- rmediata, conereta y consciente, con el conjunto. Un mundo equilibrado, correspondiente a esta estructura, hubiera sido, en el dltimo limite, el de Robinson, el del indi- viduo aislado frente a un mundo de objetos, de plantas y de animales, en el que los demés hombres no existen més que como asalariados, como queda expresado por el personaje de Viernes. Sin embargo, como ha hecho notar Luxies en un anilisis mucho mas avanzado, el hombre no hubiera podido seguir siendo humano y aceptar la ausencia de contactos con- "ease agate propésita: Historia y conciencis de clase, de G. Lukes, 4 eLs vaineacisns, en Proetigeconcs daldcteas, de - Gonos (Edie e's Universal Central de Venossnia. Caracas) 198 PARA UNA SOCIOLOGIA ‘cretos y univocos con otros hombres, de forma que la creacién humanista que correspondia realmente a la estructura cosifi- cacional de 1a sociedad Uberal era la historia del individuo problemético, tal como se expresa en la literatura occidental desde Don Quijote hasta Stexouat. y FLavaerr, pasando por Goxrue, y, como ha demostrado Gimano, con ciertas modifica ciones, hasta Proust, y en Rusia, hasta Dosrouevsky, Rowne-Gmi.uer acaba de decir que la novela clésica es una novela en la que los objetos tienen una importancia primor- dial, pero que no existen mas que por sus relaciones con los individuos. Los dos perfodos ulteriores de la sociedad eapita- lista occidental, et periodo imperalista —que se extiende, apro- ximadamente, entre 1912 y 1945— y el periodo del eapitalismo ‘de organizaclén contempordnea, se definen, en el plano es- tructural, el primero por la desaparicién progresiva del indi ‘Viduo como realidad esencial y, eorrelativamente, por la inde- pendencia creciente de los objetos, y el segundo por la cons- titucién de este mundo de objetos —en el que lo humano ha perdido toda realidad esencial lo mismo en tanto que indivi- ‘duo que como comunidad— que se transforma en univers autonome con su estructuracién propia, que sélo alguna vez permite la expresién de lo humano, y ello con dificultad. Permftaseme formular una hipétesis que sera necesario, naturalmente, constatar con experiencias posteriores. En mi opinién, a los dos tiltimos petiodes de la historia de la econo- mia y de la cosificacién en las sociedades occidentales corres ponden, efectivamente, dos grandes perfodos en la historia de Jas formas de la novela: el que yo caracterizaria de buena gana por 1a disolucién del personaje, y en el que se si- ‘tian obras extremadamente importantes, como las de Jovce, Karka, Mustt, La Néusea de Saurus, El Bztranjero de Cx- us, ¥, muy probablemente, como una de sus manifestacio- nes mas radicales, la obra de Natuatie Sannaure; el segundo, ‘que comienza ahora solamente a tomar expresién literarla, ¥ el que Romps-Gaiuuer es uno de sus representantes més au ténticos y brillantes, es precisamente el que marca 1a apari- cin de un universo auténomo de objetos, que tiene su propia estructura y sus propias leyes, y vinicamente a través del cual puede aiin expresarse, en clerta medida, la realidad humana, i 1 NOVELA 199 Al abordar ahora la obra conereta de estos dos novelistas, tw yustarla comenzar por constatar que escribiendo en la ‘misina época, a nuestra, lo que nos dicen de la realidad no ppuvsle ser, a pesar de todo lo que les separa, radicalmente di- ferente. ‘ia oposicién entre NasuaLte Sannavre y Roupe-Gnun.er reulica mas bien en lo que les interesa, en lo que buscan, que feu lo que constatan, NaTHatse Sanmavte es todavia —en la Tora mas desartollada, mas extrema— una novelista del pe- iwlo que hemos caracterizado como el de la disolucién del tiersonaje. Las estructuras globales del mundo social no le in- {etesan mucho; busca por todas partes lo humano auténtico, Ii inmediatamente vivido, mientras que Rosne-Grituer busea lo humano también, pero como expresién exteriorizada, como realidad inserta en una estructura global. Pero una vez formulada esta diferencia, sus constataciones hios parecen muy préximas, Al buscar lo inmediatamente vie ‘vido, NatHALIE SaRRAUTE constata que esta vivencia no existe (n las exterlorigaciones que son todas, casi sin excepeién, in- ‘auténticas, distorsionadas y deformadas. Asi, ante esta disolu- ‘iin extrema del personaje, ella limita el’ universo de sus hibras al Unico campo en que puede encontrar la realidad que le parece esencial (a pesar de que la encuentre aqui también \leformada y exasperada por la impostbilidad de exterioriza~ ‘cin, a los sentimientos ya la viveneia humana anteriores a {oda expresién, a lo que llama los tropismos, la subconversa- cidn, la subereacién, Bn este sentido (y espero que no me lo lomé a mal) ella me parece un escritor que expresa un aspecto ‘esencial de la realldad contempordnea en una forma para la ‘cual no hay duda erea toda una modalidad nueva, pero que to- ‘davia es la de los escritores de la desaparicién del personaje, Karka, Musm, Jovce, como ella misma reivindica con mucha frecuencia, Interesada, ante todo, por la sicologia y las relaciones in~ terhumanas, NaTMALIe SaRRaurs no es victima de Ja ilusién ccosifeadora y tiene conelencia del hecho de que todos los as- peetos, incluso los mas falsos ¢ inauténticos, de las relaciones interhumanas, aquellos que impiden al méximo la comunica~ cidn, resultan, en iltimo Uérmino, de una degradacién de To hu: 200 PARA UNA SOCIOLOGIA ‘mano, de lo siquico. Nos hubiera gustado afiadir que tiene con- ciencia de que la autonomfa creciente de los abjetos no es més que la manifestacién exterior de esta degradaclén; pero seria inexacto esto, porque, al no conceder demasiado interés a todo 10 Que es exteriorizacién, Nanas Sarmaurs no toma nota de la nueva condicién que tienen los objetos en la vida social Basta tomar, a modo de ejemplo, entre otros muchos, las cua renta paginds consagradas al picaporte de una puerta al co- mienzo del Planetarium; el autor no concede en ningiin mo- mento la menor autonomfa a este pieaporte; todo se expresa desde 1 principio en reacclones siquicas de la anciana, de los ‘obreros, del sobrino, de su padre, de su madre, de sus amigos La estructura esencial de la relacién objeto-individuo es la mls ‘ma que en la novela cldsica. Naraatip SaRRAU?E constata tink ccamente las reacciones siquicas que constituyen el contenido de esta relacién; en esta perspectiva no hay ninguna diferencia sencial entre la «funckin en el interior de la obra, que corres- pponde al picaporte, y Ia de todas las manifestaciones exterio- es de los hombres, como, por ejemplo, la del eélebre escritor ‘ave eseribid «un ensayo ‘sobre Husszks, o la de GERMAINE Latuane en el episodio de la Ubreeia, Por el contrario, Rosse-Griuier, centrado en las manifes- taciones exteriores de la vida social, no constata el cardcter ‘esenciaimente humano y siquico de las relaciones que se en- Cuentran en el origen de Ia cosificaci6n y de la autonomia cre- lente de los objetos. Quizé se podrian caracterizar Ios eseri- {8 de ambos autores trasladando a la nueva novela la dis- tincin de Luxcs entre la novela del idealismo abstracto, cen- tradoen la accién del héroe y su inadecuacién con el mundo, 12 novela sicoldgica de la desilusién, entrada en la imposi- bilidad de actuar, engendrada por una inadecuacién de tipo conplementario. Es preciso sefialar, una vez més, que tanto 8 uneaso como en el otro, estos dos tipos de una misma es- ‘ricura sufren una modificacién, deblda a la desapariclén del etsmaje® sult ito deci hala una Mleratore rela pudiers se el dun sue consguiora Integrar'a In ver lor dos aspecloy Ge la resid fered com tanta penetsSisn, erpecivamenies for Natwause Saas 77 Howe Grn, i 40 NOVELA 201 Mouse Gniaer expreda esa misma resided dela sociedad contemporsnea en una forma esencaimente neva, Vara di tartgn la desertion del personajes un hecho conumado, pro conatata que este persinaje ha sido reempla. na por otra realtdadautinoma {que no Interesa a Nara tin Stnsuors: el univer costieado de lov objetes, Y como tinea también la realidad humana, so que consti oto pun. tircomin entre los dow escrtores, constata que esta realidad, {que no podria encontrase en lag estruturas globales como ‘ruldad esponténea,inmediatamence vivid, no puede Dalla smd queen la medida en que se express todavia en la e= tractaray las propiedades de los objetos ° Comprenderan ustedes ahora porgue, en tanto que socié- logo, penso que en nuestra époc, con los limites que el estre= Chamlento del universo humano impone a ta creacion cok tora las obras de Nariaise Sattaore y Ge Ronee Gnas son fendmenos.partcularmente importantes, Sin embargo, pens que la obra de Rouun-Gnirt (y espero que 0 80 mo: Teste po ell fo es menos por To que ha quersde poner en ela aque por lo que eettivamente ha puesta ‘Forgue pse ser que en el cuadre que scabamos de tra zar, el del tniverso ayténomo esenciatmente eal y humana Inente extrano de tas cosy Route Gauiiet haya buscado to Gavia realidace scogieas el complejo de Eaipo en La dobte ‘rere det profesor Dupont ma dosesén en EL Mirdn; Wn fentimiento de eelos en La Celot, y, quizs, una ctr sic Snaitica en Bl ato pasado en Marienbod. Pero lo importante tts, a mi modo de ver, en que ets intenciones —en ets puesto que hayan sido efecivas—'no han conseguldoineorpo- Fare ala obra ms queen la medida en que podian vinelatse f'n ands esenclat por otra parte, de la estuctires gl tales de la reallad soa El complejo de Baipo queda como adorno externo de Za dobie morte tel profesor Dupont; In obsesén de Matis, los Clos del mado, no son més que puntos de partia, materia tive permiten expresarestrctiran esenclaes en otro sentido, Shue habrian podido sec expresadas tambien por sentiments Serenter; las relaciones entre el hombre yin mujer en BU ‘io pasado en Aforienbad se transorman en la expresion de 202 PARA UNA SOCIOLOGIA {as relaciones humanas en su conjunto, Ademés, y aun a ries- ‘g0 de decepeionar a la mayor parte de los eritices que se han entrado en los problemas formales de su obra, yo dirfa que de la leotura de los escritos de Romse-Grituer he sacado la impresién de que los problemas formales, aun siendo en extre- ‘mo importantes, no han tenido nunca un carécter auténomo; Rosne-Gurnumr, como todos los verdaderos escritores, tiene algo que decir, y busca, naturalmente, las formas mas adecua- ‘das de hacerlo. El contenido de sus escritos no puede sepa- rarse de la ereaci6n literaria, ni ésta del conjunto de su obra. ‘Se ha hablado mucho de los problemas formales en las novelas ‘de Rosse-Gaitter. Quizd sea tiempo de hablar de su contenido, ‘No se trata, naturalmente, de pretender encontrar en estas novelas un contenido esotérico. La basqueda formal de Rosas Gautuer es una tentativa de mostrar el contenido lo mas ma- nifiesto, lo mas accesible que se pueda, y si los eriticos y los lectores tienen tantas dificultades para aprehenderle, no es por defecto del escritor, sino de los habitos mentales, de los, Sentimientos preconcebidos y de los juicios preestablecidos desde los cuales 1a mayor parte de ellos abordan la lectura, ‘Roobe-Gritter comenz6 sus publicaciones en 1953, con una ‘especie de novela policfaca titulada La doble muerte det pro- fesor Dupont. En este escrito se conserva, en gran escala, el ‘esquema tradicional del género (un asesinato frustrado, una Investigacién policfaca, ete), en el interior del cual se inserta, ssin embargo, un contenido nuevo que entrafia cierto nimero de modifcaciones formales bastante importantes, Sin embar- 420, me parece que es esta disparidad entre el nuevo contenido ¥y la forma, s6lo parcialmente renovada todavia, lo que lleva ‘a Rooue-Gauiuzsr a recordar en toda una serie de detalles lo que quisiera decir. Bs el conjunto del problema de las alusio- nes al mito de Edipo que el autor multiplica de forma més 0 menos externa en el cuerpo mismo de la obra (motivos de las ccortinas de una ventana, la decoracién de una chimenea, el ‘enigma de la esfinge, el pasaje relativo a la eventual existen- cfa de un hijo de la victima, etc), para lamar la atencién del lector sobre el hecho de que no se trata de una novela poli- ‘faca de tipo corriente, sino de una obra cuyo contenido esen- cial se parece al de la tragedia antigua. En realidad, estas bi 1A NOvELA 203 iilusiones habrian sido indtiles (y no encontramos nada pare- ‘ido en las obras posteriores de Rosse-Gar.ter) si la forma ‘le la obra hublera sido lo bastante adecuada para hacer evi- ‘lente el contenido. En qué consiste, por otra parte, la relacién que Rosas-Geiuier quiere establecer entre La dable muerte del profesor Dupont y el mito de Edipo? En ultima instancia, lla se muestra, a nuestro juicio, bastante déhil y discutible; 1 libro no hace uso, en realidad, del mito mismo. Esta casi seguro de que Daniel Dupont no ha sido asesinado por st propio hijo; en todo cago, no hay nada en el libro que per- mita defender con éxito la hipétesis. La relacién radica en el hecho de que, en ambos casos, se trata de un encadenamiento ‘de sucesos que se desarrollan en necesidad inevitable, que ni las intenciones ni los actos humanos podrian cambiar en abso- luto, Sin embargo, estructuralmente, Ia tragedia antigua, que resulta del conflicto entre la voluntad de los dioses y los es- fuetzos de los hombres y que transforma la vida humana en destino, tiene muy poco de comin (y es muy posible que Rouue-Gautter, que renunciara enseguida a toda alusién a la ‘misma se haya apereibido de ello) con el proceso mecénico & inevitable que tiene iugar en el interior de un mundo en el ue los individuos y su busqueda de la Ubertad han perdido toda realidad y toda importancia, BI contenido de Ia obra es, precisamente, esta necesidad meednica e inevitable, que rige tanto las relaciones entre los, hombres como las relaciones entre los hombres y. las cosas, en lun mundo que se asemeja a una maquina moderna provista ‘de mecanismos de autorregulacién, Habiendo decidido una or- ganizacién clandestina antigubernamental matar cada dia un hombre, se decide por el llamado Daniel Dupont. Por desgra- cla —y' esto puede suceder en la mecéniea mis perfeccio- nnada— tiene lugar un desajuste desafortunado: Daniel Dupont fenciende demasiado pronto la lémpara de su eseritorio; el ase- sino, asustado, apunta mal y no le causa mAs que un ligero rasguifio en el brazo. Dupont, que se siente marcado, y que es luna persona que tiene importantes relaciones gubernamen- tales, intenta, al objeto de protegerse, hacer creer que el ase- sino ha conseguido su propésito y decide ocultarse por algin tiempo, con el fin de escapar —asi lo espera— a la Vigilancia 208 PARA UNA SOCIOLOGIA de Jos asesinos. Se envia un detective para investigar el erie men, que, en realidad, no ha tenido lugar. Pareceria que se ha perturbado el carécter fatal y mecénico del proceso, que hubiese podido producirse una desviacién de la linea normal En realidad, se trata de una ilusién: el proceso es fatal y el ‘mecanismo, perfecto. Pues, por el simple Juego de los sucésos, y sin que nadie sea consciente ni lo quiera, el detective ma- tard la presunta victima que se convierte asi en victima real, Jo que hard posible proseguir Ia investigacién sobre un ase- sinato efectivo, En cuanto al grupo de asesinos, continuaré su trabajo sin darse cuenta incluso del error cometido y hard ‘matar al dia siguiente otra persona, Albert Dupont. Podria plantearse un iltimo problema: el motivo del ti- tulo (*), que apenas si esté ligado a la accién por el hecho de que varias veces, el detective Wallace entra en una Ubrerfa @ comprar gomas. Me da la impresién de que en esto se trata, al igual que en el caso del mito de Bdipo, de una evocacién Dastante externa al contenido de la novela: a un nivel inme- diato, las autorregulaciones que borran la frustracién, a otro nivel mas general, el mecanismo de una sociedad que hace desaparecer toda huella de desorden vivo y de realidad del in- dividuo, Estos temas son los mismos que se encontrardn, si bien @ lun nivel literario incomparablemente més elevado, en la se- gunda novela del autor, aquella que ha suscitado las diseu- siones més vivas entre las criticas literarias: El Mirén. Al- sgunos de ustedes se acordarén del primer articulo, vehemente € indignado, de B. Hexnior en Le Monde, y su ulterior recti- ficacién cuando propuso que la obra fuese clasifeada entre las, diez. mejores para levarse de vacaciones, ‘EL Mir6n plantea las mismas cuestiones que La doble muer- te del profesor Dupont, pero a un nivel mucho més radical, ‘que entrafia_profundas transformaciones formales, Natural. ‘mente, son sélo estas diltimas las que han llamado la atencién de los eriticos, quienes, al nivel del contenido, no han visto mas que Ia anécdota, la relacién de un simple hecho que los, (©) Ea doble muerte del profesor Dupont oe itulo que tiene 1a nove 1a Gn suversién astelana’ Hai. Sete y Baral. Barcelona), siendo el {tho original ef de Las gomas (Les Gommes). N. det DEE LA NOVELA 205 dejaba indiferentes, o, en todo caso, los escandalizaba; y, na- turalmente, no partiendo del contenido que las justifiea y hace necesarias, las modificaciones «formalesy podian parecer arbi- trarias 0 artificales. Pocos eriticos, que nosotros sepamos, se hhan planteado aunque slo fuese la cuestiOn del titulo, EU Mirén, que es una indicacién bastante clara del contenido del libro, ‘para estudiarla al nivel que le corresponde. Porque, {quia es el mirén? No hay duda de que el término sdlo pue- de aplicarse pareialmente respecto del viajante de comercio Matias, quien ha cometido realmente el asesinato de que se trata en el libro. Cierto critico ha hecho notar que el término tendrfa mejor aplicacién respecto del joven Marek. No obs- tante, a esta observaciin puede oponerse una objecién impor- tante: la de que seria dificil, en realidad, convertir al joven ‘Marek en el personaje central de la obra, Preguntémonos, sin embargo, cual es el contenido del li- bro y veremos que la respuesta surge por si misma. Natural- ‘mente, no consiste en la relacién simple de un hecho cual- quiera con ocasién del asesinato de una nif, Hilo no offe- ceria nada nuevo respecto a la novela tradicional, A.un nivel mas inmediato, el autor transcribe el relato que el viajante de comercio, Matias, intenta reconstruir sobre sti estancla de veinticuatro horas en una isla a donde habia ido a vender relojes. Matias, que durante este tiempo ha dado muerte a una nifia, se ve obsesionado por el recuerdo de este asesinato y el temor de ser detenido, De esta forma, el relato ‘queda caracterizado desde el principio por dos elementos; por luna parte, el deseo de dar una versién plausible y sin lagunas de su estancia en la isla, eliminando toda alusién al asesinato, Yy, Por otra, el temor de ser descubierto y arrestado, que s¢ iraduce en la obsesidn de los grilletes y de todo lo que le re- euerda un «ocho tumbado», euya forma tienen para él Este temor deforma la estructura intencional del relato, im- pldiéndole seguir una trayectorla conforme a la intencién ini- cial, conduciéndole constantemente al asesinato mismo de la nifia que trata de ocultar 0 a clertos acontecimientos que tu vieron lugar en la nifiez de Matias y que en la vivencia per~ sonal de éste (Rosee-Guiuier se sirve aqui en cierto modo 206 PARA UNA SOCIOLOGIA del sicoandlisis) estan ligados al asesinato, confiriéndole su signiticacién sicolégica. Este contenido explica el estilo de la obra y, especialmente, Ja permanente fluctuacién en el interior de una sola y tinica frase entre personajes distintos y acontecimientos que se si- ‘tian en épocas diferentes. EI mirén es, pues, a un nivel inmediato, el mismo Matias, puesto que él relato tiene lugar, no en el momento en que comete el erimen, sino més tarde, en el momento en que in- ‘enta reconstruir una versién de su estancia en la isla, que eliminaré todo recuerdo del crimen, aunque su visién se en- cuentre continuamente levada al crimen mismo, a los dife- rentes objetos que se relacionan con él Sin embargo, el gran descubrimiento de Matias, descubri- miento que se iré realizando progresivamente en el iranscurso de la narraci6n?, es que no sélo le es imposible ocultar un ase- sinato, al que su temor obsesivo le conduce constantemente, sino, sobre todo, que su esfuerzo es supérfluo, ya que se apoya en una representacién enteramente falsa de la realidad social En efecto, Matias comienza por deseubrir que en la isla hay ddos personas que han sido testigos del asesinato (lo que es cierto, al menos, respecto a una de ellas y, muy probablemente, rrespecto a la otra), y que ambas se obstinan en demostrar la inexactitud de sus afirmaciones siempre que éstas tienden a ‘ocultar el acto, Esta constatacién hace nacer en él una angus- ta, pasajera sin embargo, ya que se da cuenta muy pronto que si uno u otro de los dos testigos se esfuerzan, sin duda, por co- rregir sus declaraciones no lo hacen porque les preacupe la verdad, no tienen ninguna intencién de denunciatle y hacer que le persigan: son simplemente mirones, Matias deseubrira ‘muy pronto que todos los habitantes de la isla, que en esta no- vvela, como en toda obra de arte, constituyen, no un sector par- cial de un universo global, sino este universo mismo, podrian deseubrir al asesino muy fécilmente, con un minimo esfuerzo, ‘pero que no se interesan en ello mas de To que lo hacen el joven Marek o la pequefia Maria. En el fondo, este asesinato, como el >i cual, contrariamente go que Rosse-Gautucr dice con frecuencia o sus novels, no se ste al nivel del personaje contra, sino, haste isto unto, por encime de 2, como en todor os nevointas clésete 1A NOVELA 207 le Lat doble muerte det profesor Dupont, esta inserto en el or slew de cosas y, en la medida en que la nifia asesinada no se ‘wemeja a los demas habitantes de la isla y representaba un ‘lemnenta de espontaneidad y de desorden, su desaparicién re- presentard wna tranguilidad para ellos De esta forma, el mundo de la novela est constituido tii vsamente de mirones pasivos que no tienen la intencién ni la twisbilidad de intervenir en la vida de la sociedad para trans- Tormarla cualitativamente y volverla més humana, El inico tiombre que ha podido pensar por un instante que el asesinato- tle la nia era una accién punible y susceptible de eliminarlo ‘lc la vida social, era el mismo Matias, quien, al final de la na- rracién, comprendiendo su error, desprecia’ las posibilidades ide escapar que se le abren y espera tranquilamente a la ma- fiana siguiente para tomar el barco que hace el servicio re- ular entre la isla y el continente. ‘Asf es como el asesinato queda integrado en el orden uni- versal, caracterizado en La doble muerte del profesor Dupont por la’ qutorregulacién que eliminaba toda posibilidad de mo- Uifieaeién nacida de un elemento imprevisible del tempera- ‘mento individual, de una falta individual inesperada, y, en Et Mirén, por la pasividad de todos los miembros de la sociedad * Quick neva aaui un Stine elemento exterior sobregadido at conte: nid, ezencial de Je novela, aunque te halle mucho. mas estrechomente Tigado a este contenido que lo esl [np lusiones al mite de Fipo en Ta ‘bra precedente. Con relacign al probleme ae le naturale del tnivenee ‘humane imagined por Rotge-Geiuuer, universe que, como hemos dich, "orresponde muy’ se‘ceca sla exencin Sele sociedaa induatlal ocldenta, Vihecho de que Is oickima haya sido en cierto modo ub see margoal, ‘tratigy¥ que su tupresion haya Hecho dessparecer un elemento de pet {orbacin imprints sin duday quede dentro del plono de To anecdético. ‘Ctavor Orsanhy Jraw Caosvest, profesor de la Universidad de Ca: acon, sesndo con itdependencin ano Ge of, han llamace muestra stem raabre al hecho de ue e! texio de Ropti-Gntisr. Telos de aAnar iss ha matado cr realidad a le nia, suglere, por a conirario 1 (dega yin posulidag de que se trate de un delito puramente imagineto, Now parece jstiteaca eats sbecrvacién y ahora pensames Que, ele me: Aide ‘en ge Matias toma peogresvamente conciencia de 1 pesivided {us ‘damental et mundo, In renldna de ms acto tise ~-coma Ia se todor los {itor borraree ransforméndoee fete en vin suofo, en un siueinac ‘en imaginecién pura Matis, que he comonzede por matar 4 in nia femina por no haberlo hecho ¥ por trensformarce mismo en un simple mirc, 208 PARA UNA SOCIOLOGIA Permitaseme unas palabras a fin de evitar toda posibilidad de malentendido, si bien pueden ser, quiz, initiles, El tema de estas dos novelas, la desaparicin de toda importancia y de toda significacién de la accién individual, las convierte, en mi ‘opinién, en dos de las obras més realistas de la literatura no- velesca contemporénea. Podrian, no obstante, encontrarse lec- tores o criticos eapaces de oponer cierta objecién, basada, apa- rentemente, en el sentido comin: no es verdad que siempre ‘que un asesino falla, venga un mecanismo social a corregir su falta, 1o mismo que no es cierto que, cuando un viajante de ccomercio asesina una nifia, los vecines queden indiferentes y las autoridades no se preocupen de detenerle y entregarle a Ja justic ‘De una forma inmediata, estas objeciones tienen un funda- ‘mento real; el problema se plantea, sin embargo, a un nivel ‘mucho més radical. Diariamente se dan innumerables crime- nes contra lo humano, que forman parte del orden social mis- ‘mo, que son admitidos y tolerados por las leyes sociales y por la estructura siquica de sus miembros. En otras tiempos, bajo formas sociales anteriores, la existencia de estos elementos in- hhumanos (piénsese, simplemente, en los privilegios feudales © fen las reales érdenes de expulsién) podia y debia, en cierto momento de la evolucién, provocar una indignacién tal en los or ole pte, paren deans de La taper, Aue Quen nos a is i ulin ae te inerrant Sone Fenland B ard ge a, Cio de i ah Parao'en rene Bese seer, en elea, au fart ‘cena soar cna et Utne Bis own-Gunsze have cetde opener une concent erniada hace 1 Toaemai ae tea vie tn mundo eee gue eos come er‘ stn ran‘ simian ou foi cell a ESSiSe esate hs parce srbabie— au up andl eine tao‘ eaie sec apna gue coresonaer aud acu titaines consents St ec ey a ert Sul bo slo erpable COTES SRE Se See aoe tS aad asec ae Sg leientive toplementanS con tesa as See Tala deur anlante gee Compre peeonate nama no “al atguo bres problems rotate estar de re Sete tk ‘aio on mundo Remiog ln soe indusial contemordnen Se sue moterGnzer he tmaa,cnuene Incencentemer et: en {ihn de nnrs vetlel probs intraarea ese Shi Osinan serrate wl en ea pensive a obra de | | 4 LA NOvELA 209 ‘miembros de ciertos grupos sociales y en os eseritores y pen- adores que les servian de portavoces (basta con pensar en Vorraire o en LEssinc, a titulo de ejemplo) que desembocase ‘en una transformacién social que hiclese imposible su perma- iencia, Ubre de suscitar otras injusticias y otros usos inhuma- ‘hos, que acabarian por suseitar nueva indignacin, y asi suce- sivamente, ‘Lo que constata Rosss-Guinter, lo que sirve de tema a sus dos primeras novelas, es la gran transformacién social y hu- mana, nacida de la aparicion de dos fenémenos nuevos y de jimportancia capital; de una parte, las avtorregulaciones de la sociedad, y, de otra, la pasividad creciente, el cardcter de «ani- ones» qué toman los individuos, progresivamente, en la 80- tiecad moderna; la ausenela de participacién activa en la vvida social, lo que en su manifestacion mas visible, los soci6lo- {gos modernos Haman despolitizacién, pero que, en el fondo, es tin fenémeno mucho més fundamental y que podria ser desig- nado, en gradacion progresiva, por términos tales como des- politzacién, desacralizacién, deshumanizacién, cosificacion, Esta misma cosifcacién, a un nivel atin més radical, sirve de tema a la tercera novela de Ross:-Guunter: La celosia. El ‘mismo término empleado por Logics indicaba que la desapa- ricidn de toda Importancia y de toda significacién de la accién de los individuos , su transformacién en mirones, en seres pu- ramente pasivos, no eran més que las manifestaciones perié- reas de un fenémeno fundamental, precisamente el de la co- sifcacién, el de la transformacién de os seres humanos en co- sas, hasta un punto en que resulta dificil distinguirlos de éstas. Ahora bien, es a este nivel al que Rowst-Gritter resliza una ‘yee més el andlisis de la sociedad contemporénea en La celosia Esta novela esta escrita desde el punto de vista de un espec- tador celoso, el marido probablemente, que mira a través de tuna celosia y su mismo titulo indica que es imposible sepa- rar en este Universo el sentimiento del objeto. El conjunto de Ja obra muestra la autonomfa creciente de los objetos, que son «lero economia moderna conta el misma fate dando aue‘en a vite ceonbmica no hay Inaividuos fo pucientemen eettnds‘come para aue su muerte pueda ser repsreda por ia Basa. uw 210 PARA UNA SOCIOLOGIA Ja dnica realidad concreta, y, fuera de los cuales, las realida- des humanas y los sentimientos no podrfan tener ninguna rea- lidad auténoma. La presencia del celoso no se indica nada més que mediante una tercera silla, un tercer vaso, ete. ‘Diversos pasajes de la obra afirman la imposibilidad de se- parar lo siquico, el saber, el sentimiento, del objeto: “eiface falta una mirada a su plato vacfo, pero su- cio, para convencerse de que ella no ha omitida ser- virse... En este momento el boy retira los platos. Se hace imposible asf controlar otra ver las huellas que manchan el de A... —o su ausencia, si no se ha Servidor. Lo que importa, mas que tales detalles, sin embargo, es la estructura de un mundo en el que los objetos han adquirido una realidad propia, auténoma; en el que los hombres, lejos de dominar los objetos, son asimilados a ellos; y en el que los sentimientos no existen sino en la medida en que pueden ma- nifestarse todavia a través de la cosificacin Mientras que la discusién no vers6 més que sobre estas tres novelas, Rosse-Gniutrr permanecia firme en sefialar una diferencia importante entre su mundo novelistico y toda ten- tativa marxista para interpretarlo como una protesta contra la deshumanizacidn, Los marxistas, decfa, son gentes que to- ‘man posicién. Yo soy un escritor realista, objetivo; creo un ‘mundo imaginario, al cual no juzgo, ni apruebo, ni condeno, pero cuya existencia registro como realidad esencial. Esto era, precisamente, lo que constitufa la originalidad de Rosue-Gornter, en el interior de un proceso de transforma cién de la novela moderna, que desde hacia tiempo, habia he- ccho de la cosificacién el centro «nismo de la ereacién artistica Karga, Sarre en La nausea, Cacus en El extranjero, con- servaban atin perspectivas humanistas, explicitas o implicitas, que convertian manifiestamente a estos libros en obras de ausencia. El mundo frio de Rovsx-Grinter rechazaba de tal forma la constatacién de Ta ausencia a un plano posterior, al nivel de lo implicito, que apenas se hacfa visible al critico que {ntentaba encontrar la significacién global de su universo, 1a NOVEL aun Bl laberinto, ditima de sus novelas publicadas hasta 1 juicio humano que Rosss-Gauutxr describe, penetra %, primera en su obra, Desde la primera pagina hasta la ‘el sentimiento de angustia domina la obra. Es el nuevo canetito que se agrega a los temas y a los medios formales que owus-Gruaer habia descubierto y utilizado ya en sus obras santeviores, Bn este sentido el libro nos interesa mas como una ‘apa, como el eslabén de una cadena extendida hacia el por- \wenir, que por su propia estética, Rosue-Gniur se habla mos- trada en todas sus obras como un escritor demasiado radical para conformarse con una presencia humana reducida a la an- squstia, tema que se habia hecho casi banal, y al que apenas da tina signifcacién nueva inserténdolo en el universo vacio de ss novelas anteriores, También en su reciente obra, que es vnés un film que un libro, El ao pasado en Marienbad, ha aviadido @ la angustia su otra cara, la que le permite dar a la realidad humana en el mundo contempordneo su dimensién ilobal: la esperanza. No es que Roose-Gminier se haya con- vertido en un optimista respecto de los valores que animan esta obra (esta seguro de que, en la sociedad actual, el opti- mismo no seria mas que un embuste fécil y barato), pero en esta misma sociedad, como en las demés, cuando se plantea 1 problema de la existencia humana auténtica, aparece en pri- mer término como problema de la naturaleza del tiempo, in- dividual e histérico, Las tres primeras novelas de Ronst-Gur- Luer expresaban, entre otras cosas, el cardcter cosificado de su universo, mediante la eliminacién de todo elemento tem- poral. La celosfa, que es la més radical de todas, se sitia en lun presente continuo. Cuatro capitulos de siete, comienzan por la palabra ¢ahoray, Una de las modalidades de introduecién del tiempo en un mundo atemporal, es, naturalmente, Ia an- jgustla, Pero, como hemos dicho, la deseripeién de ésta habria sido incompleta mientras que no se Ie afladiese el otro aspecto de la viveneia temporal, del cual ella no es sino la contraparti- dda negativa: la esperanza (real y justificada o bien ilusoria y frustrada). Este es el tema que ha pasado desapercibido a ia ‘mayor parte de los eriticos, aunque, 1o mismo que en las no- velas, no haga falta buscarlo en profundidades extraordinarias ¥ dificiles de aleanzar, sino al nivel simple de la historia tal 212 PARA UNA SocrOLOGiA como se expresa de una forma inmediata en EI afio pasado en ‘Marienbad. E1 castillo barroco de Marienbad es, trasladado al ‘ine, el mundo mismo del vacfo y de Ia muerte en el que no podria suceder nada nunca, en el que uno se entrega a aque- Ios juegos que presuponen que el jugador va a perder, pero fen que ciertos jugadores ganan y otros pierden siempre (aun- {que estos iltimos no se hallen presentes en el film)? y en el ue, por fin, Hos seres plantean todavia el problema de Ia es- peranza, La esperanza y la angustia no son més que los dos aspectos subjetivos de una realidad cuyo aspecto ontolégico es el tiempo, y esto no s6lo en su dimensién futura, sino en to- das sus dimensiones, e, implicitamente, también en la det pasado. Al nivel det sentido comin, el problema de saber si ‘1 afio pasado sucedié 0 no algo es un problema de concordan- cia de indicios, estimonios y recuerdos; en el mundo de Rowss- Gnutzzz, el problema de saber si los dos protagonistas se han encontrado realmente 0 sf, por el contrario, en Marienbad no hhan sucedido el afio pasado més que seudoacontecimientos des- provistos de significacion y de temporalidad, parecidos a los {que se producen a cada instante en el castillo, no podria ser decidido por ningtin recuerdo ni por ningun testimonio, Ni una otogratia, ni un talén roto, ni el recuerdo comin de un frio fexcepeional podrfan tener decisiva importancia. El hecho de que el hombre y la mujer se hayan encontrado 0 no el aio pasado en Marienbad depende inicamente del cardcter fun- dado o ilusorio de la esperanza que existe atin en su concien- cia, y cuya realidad constituye el contenido del film. $i consi- guen, no s6lo abandonar el castillo, sino encontrar en otro sitio (el jardin, en el film) una vida auténtica, una vida en la que los hombres y los sentimientos humanos’ puedan existir real- mente, en la que puedan tener lugar acontecimlentos, entonces serfa clerto que se habrian encontrado en Marlenbad, En el ‘caso contrario, ni las fotos, ni los testimonios més irrefutables modificardn en nada el hecho de que no ha abide encuentro, Y¥ Rosoe-Griuter es un escritor demasiado radical para igno- 7 Los jugadores que pierden no son mis gue la contrapartida de los (que gatan'y to tienen reslidad propia, Roppe-Gaicy te Fass eh esto, Borate los que realmente plerdan en a vida no odlan penetrar en eae ‘Hinata Gesruirsu unided” brs 1 NOVELA 213 rir que 1a respuesta al problema del film no depende sola- mente de Ia voluntad de Tos dos protagonistas, sino, en primer Iugar, de la naturaleza del castillo y de la naturaleza del jardin, Wslo es 1o que los sociélogos han descubierto hace bastante tiempo al afirmar el eardcter histérico y social de la significa- cin objetiva de la vida afectiva e intelectual de los individu. Y aquf también, Rosse-Gnitizr no es s6lo un escritor de en- ‘vergadura, sino'también (quiza es la misma cosa) un escritor dle una honestidad perfecta. La respuesta que nos da por dos veces, al final y al principio del film (a pesar de que el es- peetador que presencia el film por vez primera no pare aten- ida en ello), no ofrece equivoco. Los dos protagonistas han hhecho lo mejor que pueden hacer los hombres en el interior dde la sociedad en que vivimos: han partido hacia un mundo dlistinto en busca de vida, no pudiendo imaginarse con cla- ridad (lo dicen ellos mismos en el transcurso del film) en que podria consistir. Parten hacia el jardin, del que esperan seré para ellos un mundo nuevo, un mundo en que los hombres po- ‘drén ser ellos mismos; pero no encuentran nada alll, porque cl jardin, al igual que el castillo, no era mas que un cemen- terio: «Bll parque de este hotel era una especie de jardin de estilo francés, sin aeboles, sin flores, sin vegeta- cin ninguna... La grava, la piedra, el mérmol, la Iinea recta mareaban en él espacios'rigidos, super- ficies sin misterio, Parecia, a primera vista, imposi- ble perderse en él... 2 primera vista... a lo largo de los paseos rectilineos, entre las estatuas de gesto estereotipado y las losas de granito, en que estais ahora a punto de perderos, para siempre, en la no- che tranguila, sola conmigo. La obra de Rosus-Grinter plantea, naturalmente, muchos ‘otros problemas propiamente estéticos y que se refieren, en primer lugar, a las modificaciones que el contenido hace su- {rir a la forma novelesca. Nos parece, sin embargo, que este analisis simple del contenido mas inmediato de los eseritos de ‘Natuaute Samaure y de Ronne-Gricen, ast como del film de 214 PARA UNA SOCIOLOGIA este ailtimo, que acabamos de esbozar, es suficiente para dejar sentado que si se da a la palabra realismo el sentido de crea- cién de un mundo cuya estructura es andloga a la estructura esencial de la realidad social en el seno de la cual ha sido es- crita la obra, NaTuauiz Sanmavre y Rouse-Gnitusr pueden contarse entre los escritores mas radicalmente realistas de la literatura francesa contempordnea |. LA INMORTAL! ‘Tras un fracaso a raiz de su estreno, el ultimo film de Rosse-Guizr, La inmortal?, obra interesante, tanto en si ‘misma como por el lugar que ocupa en la evolucién intelee- tual dq un escritor de singular tmportancia, acaba de ser pro- yectado durante una semana en una pequefa sala del Barrio Latino. Este film, muy claro, es sin embargo difictimente accesible al publico medio de las salas de especticulos, lo que explica su fracaso total, aunque es de esperar que provisional, porque ‘no esta excluido el que se convierta un dia —sin haber tras- cendido al gran publico— en un clisico de los eine-clubs y de las cinematecas. Dado el pequerio espacio de que disponemes, dejaremos hoy de lado el aspecto téenico y estético de La inmortal, para hablar, especialmente, de su contenido y del lugar que ocupa cen la obra del novelista y del cineasta, En el plano inmediato, el film describe una historia bas- tante simple. Un francés, profesor del Liceo en Turquia (a quien designaremos el narrador), se acuerda de manera mas (© menos fragmentarla y aparentemente desordenada de una aventura de cardcter mas o menos sadomasoquista que tuvo *_eperamos poder publicar muy pronto, en Ia linea de este a un pate flats alas novelas Se CLipne OLE ‘Sire testo ha side redectado en colaborandn con Axo OLuvien Del que es gulonista p aires. iss, 00 1a NOVELA 215 ‘on este pafs, cuya lengua ignora, con una mujer de la que no ‘uucid nunca ni su verdadero nombre, ni su direccién, ni las ‘cwordenadas sociales. Habiendo penetrado en su vida como ‘un meteoro, desaparecl6 inmediatamente con la misma brus- «queslad. Después de una busqueda larga e infructuosa, el hé- rc la encuentra otra vez de repente en una esquina; atemo- rzadla le hace entrar en su coche y parten para un largo paseo nocturno, Inesperadamente, en medio de la carretera se levan- uno de los dos perros de un hombre enigmitico que se ha visto a lo largo del film; asustada, 1a mujer lanza el coche eontra un érbol y se mata. Después, el narrador trata de com- prender lo que ha pasado, su propio lugar en un mundo in- ‘comprensible, donde se habla «turco», las relaciones entre Lal- yy este mundo, acabando por tomar el mismo coche, que en- cuentra en una tienda de ocasién, hacer el mismo camino ¥ ‘atarse en las mismas eircunstancias y en el mismo lugar en que habia tenido lugar el primer accidente. Descrita de forma tan esquemética, Ia anéedota puede pa- recer banal, pero, con esta trama, Rosse-Guitter ha replan- teado de nuevo los problemas que dominan el conjunto de su obra y que servian ya de estructura a El aflo pasado en Ma- rienbad, los de la relacién entre el sujeto, el mundo deshuma- nitado de Ia cosifcacién y las posibilidades de una esperanza humana, En este film, Lailé 0 Leila (su nombre no es seguro y lo cambia bastantes veces), tlene una funcién muy precisa en la estructura global constituida por estos tres elementos. Ella ces lo imaginario, real e irreal a la vez, que permite al hom- bre realizarse en tanto que hombre, afirmarse y —aunque no se diga expresamente en el film— querer algo, esperar. Pero Rosae-Grituer? es lo contrario de un roméntico; sabe que 12 esperanza, la apertura a lo imaginario, no es independiente del ‘mundo real de la vida cotidiana, ni, simplemente, extrafio a éste, Entre Lailé y el mundo existe una relacién esencial, tan enigmética e incomprensible como este mismo mundo, ente- ramente desprovisto de significaciin. Rospe-Gaiuizr nos in- ica solamente los elementos pertinentes de esta relacién. El > Hasta agul, al menos 216 PARA UNA socrOLOGtA ‘mundo es hostil a 1o imaginario; se presenta bajo la forma de dos enormes perros que acompaian a un gran burgués, muda ¥ enlgmético, de la fija mirada del pescador también’ mudo, 4e la orilla del mar, y bajo la forma de la actitud hostil de dos obreros en la cantera, credndose una atmésfera de amenaza permanente, 'Ni por un instante puede caber la menor duda de que este ‘mundo es hostil a Lailé. Pero, a su vez, ella no admite tam- poco la validez de este mundo, Cuando esté presente, las casas y las murallas se transforman en ruinas, las mezquitas en de- ‘corados de cartén-piedra, los cementerios, los subterrdneos en fengafios para turistas; en resumen, el mundo plerde su realidad. Desde el principio del film se sabe que el mundo y lo imaginario se excluyen mutuamente, que son, a la larga, incompatibles, y que, sin embargo, el muindo no se hace sopor- table més que gracias a Ia presencia de Lailé, de esta Lailé a la que, simbolizado por el perro que se levanta en mitad de la carretera, acabaré por destruir. Pero, ;ha muerto, en verdad, fisicamente, Lailé? Y, zquién Ja ha matado? Otra mujer en el film, la sirvienta, que se le parece ¥ que se llama como ella, es integrada en el mundo para convertirse en un simple objeto; una tercera parece ate- rrorizada y no puede expresarse ni manifestarse; cuando ha- ble sera para decir al narrador que la muerte de Lailé no ha sido un accidente, que ha sido asesinada, y que él es el ase- sino, Bsto es lo que le levard al sucidio. En realidad, todas estas afirmaciones, en apariencia con- tradictorias, son verdaderas y se complementan, Lailé ha sido asesinada por el narrador, que no ha conseguido salvaguardar ‘su presencia en el mundo} pero ha sido asesinada tambien por 1 mundo, que no permite al hombre alcanzarlo, Ha sito y es asesinada a diario por el mundo bajo el triple modo del ase- sinato (accidente provocado), de la integracién en su objeti- vvidad y de la opresién, Habria mucho que decir sobre muchas escenas aisladas, ricas en significacién, pero su estudio exigirfa un trabajo més profundo, Observemos que Rosee-Guuuet ha querido sefialar esta vez, expresamente, que el mundo cosificado e inhuman en el que ni Lailé ni el narrador consiguen vivir abarca todas i LA NOVELA 27 las capas sociales; lo que ha sido expresado, en primer lugar, ‘en un momento importante del film, el de la desaparicién de por medio de una escena en la que los obreros la mi- ‘ran con la misma hostilidad que el burgués de los perros, es- ‘cona que es seguida inmediatamente de otra en que gente del pueblo transporta un atatid a cualquier sitio, probablemente, ‘a un falso cementerio, EI film tiene, por otra parte, una estructura completamen- te regular e, inchuso, dialéctica, Se compone de tres partes (po- dria decirse, sin estuerzo, que son la tesis, al antitesis y la sintesis) cast iguales. La primera describe la aparicién de Lailé, que destruye el mundo y lo hace irreal; cuando esté presente, las murallas son ruinas, los palacios son destruidos, el pescador est ausente, ‘se retira la silla que tiene al borde de! malecén, el hombre ca rece de perros. A veces, es verdad, aparecen’ unos hombres ante ella, en el curso de una recepcién, y la borran, pero re- aparece en otro sitio y continta su accién edesrealizadoray. Ein la segunda parte, desaparecida Lailé, el proceso es in- verso; el mundo recupera su realidad; las murallas ruinosas son sustituidas por fortificaciones intactas, los hombres co- mienzan a hablar, pero sus respuestas a las preguntas del na- rrador son vagas y evasivas; no eabe duda de que evitan ha- lar de ello; puede suesder que no hayan conocido jamas la cexistencia de Lailé, puede que no hayan visto la opesicién en- tre ésta y el mundo, puede ser que, por fin, experimenten un cierto disgusto al evocar su recuerdo, Finalmente, en Ja tercera parte, después de la muerte de Lailé, el narrador intenta comprender lo que ha pasado, su situaci6n en el conjunto, reviviendo en el recuerdo las escenas anteriores, pero de modo diferente. Mientras que en la pri- mera parte no habia ningtin contacto entre Lailé y el mundo (odo 1o més, al dormir en la playa, se siente asustada al ofr un Tadrido en suefios), al evocar sus recuerdos, el narrador los, transforma y corrige. Anora Lailé y el mundo estén relacio- nados; ella se encuentra permanentemente amenazada por éste. HI subterréneo toma aspecto de una prisién, el hombre aparece con sus perros en tuna escena en que éstos no le acom- pafieban en la primera parte, y en seguida volver a ver el na- 218 PARA UNA SOCIOLOGIA rrador a Lailé prisionera detras de una reja, de donde la harén ‘desaparecer los ladridos de los perros, Al comprender, por fin, qué es lo que ha pasado (y que pasa todos los dias), e3 decir, que el mundo no puede tolerar Ia existencia de Lailé, ir en seguimiento de aquella a que no puede renunciar, aquella que ha dado el titulo a su film, La inmortal, Cada parte termina por una escena particularmente elo- cuente y significativa que deberfa ayudar a la comprensién. La desaparieién de Lailé, que cierra la primera parte, se dis- tingue por la hostil mirada de los obreros de la cantera y por el atatid que es transportado; su reaparicién, por el paseo en medio de un mundo del que ella tiene miedo, porque ahora conoce su cardcter amenazador, y por el accidente final. La tercera parte, por iltimo, durante la que el narrador llega len- tamente a comprender Io que ha pasado y su propia respon- sabilidad, termina con su suicidio* ‘Aparece el suicidio por primera vez en Rosse-Gninter. {2Cual sera le ulterior evolucién del eseritor? ;EI romanticis. ‘mo, la afirmactén de que la esencia puede abandonar el mun- do y situarse en lo imaginario', solucién hacia la que se han ‘rientado ya cierto niimero de escritores importantes de hoy? iLa tragedia, de la que se halla préximo el film La inmortal? ZEI retorno al realismo contemplativo de sus primeras nove- Jas, que se conformaban con registrar implacablemente la es- tructura de una sociedad cosificada, 0, finalmente', una toma de posicién combativa, explicitamente humanista’y critica? Un hecho cierto: con La inmortal, Ronse-Grinier se encuen- tra en un viraje. Conformémonos’s6lo con constatar la exis- tencia de un acercamiento a clerto eseritor muy diferente ¥ ‘cuyas preocupaciones parecen ser de muy distinto género. En su tiltima obra dramética, Los secuestrados de Altona, Jean- aut Sanrue, al plantear los problemas morales y politicos que dominan desde hace afios en su teatro, desemboca, también “Ba realidad, la palabra suelo es, ques, demasiago fuerte, ya ase no, sch Ip usie, tin ae stent ‘volver tue con Uae Gun oh 3° Sino el contenido, al mienoe el tala del Alm, La snmortal, parece fr en exto sntiso, Ea "que noe parece poco probable, es 1 NOVELA 219 por primera vez, en el suicldio del héroe’. También esta obra ‘aala un viraje semejante, plantesndose también, si bien de forma diferente, el problema de la evolucién ulterior. Para el soeidlogo y el historlador el hecho de que la evo- lucién de la sociedad contemporénea haya conducido a dos es- critores tan diferentes, ¢ incluso tan opuestos, al mismo ca~ llején sin salida, 0, pata ser més exactos, a dos callejones sin sallda tan préximos, es altamente significative, TT muerte de Hugo ala de Las menae susan noe un mio. tina oFfemitnds 3o thine pon moral nsompatble con ia waa, EL METODO ESTRUCTURALISTA GENBTICO EN HISTORIA L. be ia LiteRaruRA HI andlisis estructuralista-genético en historia de la lite- vatura no es més que la aplieacién a este terreno particular de un método general que, en nuestra opinién, es el timico vé- ido en las clencias humanas, Bs decir, consideramos la crea- cién cultural como un sector, privilegiado sin duda, pero, no obstante, de la misma naturaleza que los demés sectores’ del comportamiento humano, y, como tal, sometido a las mismas leyes y que ofrece al estudio cientifico dificultades, si no idén- teas, al menos anélogas. En el presente articulo es nuestro propésito exponer algu- nos principios fundamentales del estructuralismo genético aplicado a las ciencias humanas en general y a la critica lite- rarla en particular, asf como algunas reflexiones relativas a la analogia y a la oposicion entre las dos grandes escuelas com- plementarias de critica literaria que utilizan este método: el marxismo y el sicoandlisis, El estructuralismo genético parte de In hipétesis de que todo camportamiento humano es un intento de dar una res- puesta significativa a una situacién particular, y tiende, por ello mismo, a crear un equilibrio entre el sujeto de la accién ¥ el objeto sobre que recae el mundo circundante; Sin embar- 40, esta tendencia al equilibrio conserva siempre un carécter libil y provisional, en la medida en que todo equilibrio més 0 ‘menos satisfactorio entre las estructuras mentales del sujeto y el mundo exterior desemboca en una situacién en el inte- Tior de la cual el comportamiento de los hombres transforma 22 PARA UNA SOCrOLOGtA el mundo y en que esta transformacién hace que el equilibrio anterior resuite insufieiente engendrando una tendencia hacia un equilibrio nuevo que, a su vez, seré ulteriormente sobre- pasado, “Asi, pues, las realidades humanas se presentan como pro- ‘cesos de dobie vertiente: desestructuracién de estructuracio- nes antiguas y estructuraciOn de totalidades nuevas aptas para ‘crear equilibrios que puedan satisfacer las nuevas exigencias de los grupos sociales que las elaboran. En esta perspectiva, el estudio clentifico de los hechos hu- ‘manos, ya sean econémicos, sociales, politicos o culturales, im- pliea el esfuerzo de poner en claro estos procesos, separando de ellos a la vez los equilibrios que destruyen y aquellos hacia Jos que se orientan, Una ver dicho esto, basta con dedicarse a la realizacién de una labor conereta de investigacién para en- frentarse con toda una serie de problemas, de los que aqui es- Dozaremos algunos de los més importantes. En primer lugar, el de saber cudl es en realidad el sujeto del pensamiento y de la accin. Son posibles tres tipos de res- uestas, que entrafian actitudes esencialmente diferentes. En efecto, ge puede ver el sujeto en el individuo, como es el caso de las posiciones empiristas, racionalistas y, recientemente, las, fenomenolégicas; se puede sostener que el sujeto real y au- téntico es la colectividad, como sucede con ciertos tipos de pensamiento roméntico, reduciendo el individuo a un simple epifensmeno; y por ultimo, eabe admit, tal como lo hace el pensamiento hegeliano y, sobre todo, el marxista, que, al igual que el romanticismo, Ia colectividad es el sujeto real, sin olvi- dar, no obstante, que esta colectividad no es otra cosa que una ‘compleja red de relaciones interindividuales, y que es necesa- rio precisar siempre la estructura de esta red y el Iugar par- ticular que ocupan en ella los individuos, los cuales aparecen de manera manifiesta como los sujetos, sino ultimos, al menos inmediatos del comportamiento estudiado. ‘Si dejamos a un lado la posicién roméntica, orientada ha- cia el misticismo, que niega toda realidad y toda autonomia al individuo en la medida en que piensa que éste puede y debe identificarse integramente con el conjunto, podemos plantear seriamente la cuestién de saber por qué ha de vincularse la Dr 1A NovELA 223 ‘obra, en primer lugar, al grupo social y no al individuo que la hia escrito, tanto més cuanto que si ia perspectiva dialéctica no niega la importancia de este ultimo, las posiciones raciona- listas, empiristas 0 fenomenolégicas, tampoco niegan la reali- {dad del medio social, a condicién de ver en 61 solamente un condicionamiento exterior, es decir, una realidad cuya acelén sobre el individuo es de cardcter causal La respuesta es sencilla: cuando el estudio se esfuerza en tomar la obra sélo en 10 que ella tiene de especificamente cul- tural (iterarfo, filesético, artistico), queda unida solamente o cen primer lugar a su autor, pudiendo, en el actual estado de las posibilidades del estudio empfrico, poner de relieve, en el ‘mejor de los casos, su unidad interna y la relacién entre el Conjunto y las partes; pero, en ning caso, podrd establecer de forma pasitiva, una relacién del mismo tipo entre esta obra y el hombre que la ha creado. En este plano, si se toma al in- Gividuo como sujeto, la parte més extensa de la obra estudiada queda accidental, siendo imposible sobrepasar el nivel de las reflexiones mas 0 menos inteligentes o ingeniosas. Porque, como hemos dicho en otra parte, la estructura si- colégica es una realidad demasiado compleja para que se pueda analizar a la luz de tal o cual grupo de testimonios relativos a ‘un individuo que ya no vive o a un autor que no se conoce directamente 0, incluso, fundéndese en el conocimiento intui- tivo o empirico de una persona a la que se esté ligado por la- 10s de amistad mas 0 menos estrechos. ‘Bn resumen, ningtin estudio sicolégico podria explicar el hecho de que Racise eseribiese el conjunto de sus dramas y ‘tragedias y por qué no habria podido escribir de ninguna for- rma las obras de Connsi.is o de MouiRRe “fn esta perspectiva, un estudio socilégico quede contribur, en et limiter t Sxpice ip genesia de a obra, pero no potris, de ninguna forma, ayuse a comprenderia, 1895.5 Gombargo, si es imposble insert en la esructure biorsfica et contenido ya farina, en une palabea, Ia estrucure proplameste travis, ‘levies o atisice de Tas grandes bas culturaies, una escuela sleligles a go esteuturalcta genético, ta scoanaiticn,condgue, en certa medida, ‘Somacar af lado de ena esenea cularal eapecifien, une estructura 9 Una umiieatdn inatoiacal de enias obrar, que intents poder nsertat eh EXtenir boeraico Al Anal ce ese artielo volveremoe 8 tratar sobre Bonidades jis mites de ests insersin, 224 PARA UNA SOcTOLOGIA Ahora bien, por curioso que pueda parecer, cuando se tra- ta de estudiar las grandes obras de la cultura, el estudio socio- légico consigue destacar con mis facilidad los vineulos nece- sarias atribuyéndoles a las unidades eolectivas cuya estructu- racién es mucho més féell aclarar, ‘No hay duda de que estas unidades no son sino redes com plejas de relaciones interindividuales, pero la complejidad de Ia sloologia de Jos individuos se debe a que cada uno de ellos, pertenece a un miimero mis 0 menos elevado de grupos di- versos (familiares, profesionales, nacionales, relaciones de amistad, clases sociales, ete.) y a que cada uno de estos gr pos actila sobre su conciencia, contribuyendo asi a engendrar luna estructura Unica, compleja y relativamente incoherente, mientras que, inversamente, cuando estudiamos un numero suficientemente amplio de individuas, que pertenecen a un sélo y tinico grupo social, la aceién de los demas grupos so- clales a que pertenecen cada uno de entre ellos y los elementos sicolgicos debidos a esta pertenencia se anulan mutuamente encontrindonos ante una estructura mucho mas simple y co- herente? En esta perspectiva, las relaciones entre la obra verdade- ramente importante y el grupo social que —por mediacién de su creador— resulta ser, en ‘ltima instancia, el verdadero su- jeto de la creacién, son del mismo orden que las relaciones, entre los elementos de la obra y su conjunto. Tanto en un caso como en otro, nos encontramos ante relaciones entre 103 elementos de una estructura comprensiva y Ia totalidad de sta, relaciones que son, a la vez, de tipo comprensivo y ex- plicativo. Por ello, si bien no es totalmente absurdo pensar que sl el individuo Racixe hubiera recibido una educacién dife- ' Ln estadistion emplesta conoce, por otta pare, consecvencias andlo- «ga del mimo factor. et impocisle pieber Sin un stan margen se e7or Fost, Fete Susy te cnuran.atran un aecdente aloovils, © Snimargen de ervar muy reducide el numero de matrimonioe. scedeates DO muertos que ocurerin en un pals en tal'o cual semana. Sel ‘Dieho esto, ya gesar de que se trate de fendmenes semejantes, exsten cconsiderabies diferencias entre estas previsiones eatadistcas, relativas.& Spe eae di aun se bin spiro fas etrctra, 9 om ands is LA NOVELA 225 vente 0 vivido en otro medio, hubiese podide escribir obras del lipo de las de Conve. o Mouisee, por el contrario, es abso- Itamente ineonecbible imaginarse a la nobleza del siglo xvit laborando una ideologia epiciirea y radicalmente optimista © sea, que en la medida en que la ciencia es un esfuerzo yora destacar las relaciones necesarias entre los fendmenos, Ins tentativas de poner en relacién las obras culturales con los iupos sociales como sujetos creadores se revelan —en el ni ‘el actual de nuestros conocimientos— mucho més operatorias ‘que todos los intentos de considerar el individuo como el ver- dlndero sujeto de la ereactén, Sin embargo, una vez aceptada esta posiclén, surgen dos problemas, El primero es el de determinar cudl es el orden «le relacionas entre el grupo y Ia obra; el segundo consiste en saber cudles son las obras y cules gon los grupos entre los que pueden establecerse relaciones de este tipo. ‘Acerca del primer punto, el estructuralisme genético (y, con mayor precisién, la obra de Luxées) representa tun verda- ‘loro viraje en la sociologia de la literatura, ‘Todas las demés ‘seuelas de sociologia literaria, antigua y contemporénea, se cesfuerzan por establecer, en realidad, relaciones entre los con- Jenidos de las obras literarias y los de la conciencia eolectiva, ste procedimiento, que puede, a veces, proporelonar clertos resultados, en la medida en que estas relaciones existan real- ‘mente, presenta, sin embargo, dos inconvenientes mayores: a)" La toma en consideracién por el escritor de los elemen- los del contenido de la conciencia colectiva, 0, més simple- mnente, del aspecto empfrico inmediato de la realidad social que le rodea, no es casi nunca ni sistemitiea ni general, en- contréndose, solamente, en clertos puntos de su obra. Es deci que en la medida en que el estudio sociol6gico se orienta, ex clusiva 0 prineipalmente, hacia la busqueda de corresponder cias de contenido, deja escapar la unidad de la obra, es decir, su cardcter especificamente literario. | b) La reproduccién del aspecto inmediato de la realidad social y de la conciencia colectiva en la obra es, en general, tanto imés frecuente cuanto que el escritor tiene menos capa cidad de ereacién y se conforma con deseribir o narrar, sin Ineorporar su experiencia personal 5 226 PARA UNA SocrOLOGiA Por elo, la Sociologia literara, rientada hacia el contenido, tiene con frecuencia un cardcter ancedético, manifestindose, Sobre todo, operativa y eficaz cuando estudia obras de nivel medio o corrientes lderarias, pero pierde, progresivamente todo interés medida que se aproxima a las grandes crea- Tn este aspecto, el estructuralismo genético ha reprensen- tado un cambio toial de orlentacién, endo precisamente su hipétesis fundamental que el cardcter eolectivo de la ereacién literaria proviene del hecho de que las estructuras del uni- verso de la obra son homéloges a las estructuras mentales de Clertos grupos sociales o en relaciin inteligible con ellos, mie tas que en el plano de los contenidos, es decir, de la creaciéa de mundos imaginarios regidos por estas estructura, el es- critor tiene una libertad total. La utlizacién del aspecto in- mediato de su experiencia individual para orear estos univer- 08 imaginarios es, sin duda, frecuente ¥ posible, pero, en nin- guna forma, esencial, y su puesta en claro no eonstituye mas L. due una tarea wil, pero secundaria, del andlisis lterario Bn realidad, la Pelacion entre el grupo ereador y la obra se presenta lo mis frecuentemente segiin el modelo siguiente el grupo constituye un proceso de estructuracién que elabora en la conciencia de sus miembros tendencias afectivas, inte- lecwales y_précticas, hacia una réspuesta coherente con los problemas que plantean sus relaciones con la naturaleza y sts relaciones interhumanas. Salvo excepelones, estas tendencias auedan, sin embargo, alejadas de la coherencia efectiva, en la medida en que son, como hemos dicho antes, contrarrestadas én la conciencia de los individuos por la perienencia de cada tno a otros numerosos grupos sociales. (Asi, pues, las categorias mentales no existen en el grupo més que en la forma de Lendenclas més 0 menos avanzada ha- cia una coherencia que hemos llamado visién del mundo, vi- Sién que el grupo no crea, pero de la que labora (y sélo él puede elaborar) los elementos constitutlves y Ia energia que hrace posible su reunién. Bl eseritor imporiante es precisa- mente el individuo excepcional que consigue erear en cierto campo, el dela obra lterara (o pletsrica, o conceptual, 0 musi- cal, et), Un universo imaginario, coherente 0 cast rigurosa- bn 4a NovELA 21 rnwnte coherente, cuya estructura corresponde a aquella hacia li que tiende el conjunto del grupo; en cuanto a la obra, re- nulta mas mediocre o mas importante a medida que su estruc- ttura se aleja o se aproxima a la coherencia rigurosa, uede apreciarse la diferencia considerable que separa la ‘ologia de los contenidos de la sociologia estructuralista primera ve en la obra un reflejo de la conciencia colectiva; li segunda ve en ella, por el contrario, uno de los elementos constilutivos mas importantes de ésta, el que permite a los ‘njembros del grupo tomar conciencia de lo que pensaban, sen- ‘ian o haefan, sin saber, objetivamente, su significacién, Puede comprenderse por qué la sociologia de los contenidos se ma- nifiesta més eficaz cuando se trata de obras de nivel medio, cen tanto que, a la inversa, la sociologia literaria estructura lista-genética’se revela mas operativa cuando se trata de es- tudiar las obras maestras de la literatura mundial, "8 preciso sefialar alin un problema de epistemologia: si bien todos los grupos humanos actdan sobre la conciencia, Ja afectividad y el comportamiento de sus miembros, sin em. hhargo, sdlo ciertos grupos particulares y especificos pueden favorecer, con su accién, la creacién cultural. Asi, pues, es particularmente importante para la investigacién conereta, de- limitar estos grupos a fin de saber en qué direccién deben orientarse las investigaciones. La misma naturaleza de las srandes obras culturales indica cudles deben ser sus carac- leristicas. En efecto, estas obras representan, como hemos di- “eho, la expresién de visiones del mundo, es decir, de secciones de la realidad, imaginaria 0 conceptual, estructuradas de tal forma que, sin que sea preciso completar esenclalmente su estructura, se les pueda desarrollar en universes globales. Ess decir, que esta estructuracién tinicamente podria vincu- larse a aquellos grupos cuya conciencia tiende hacia una vision global del hombre, Desde el punto de vista de investigacién empirica, resulta cierto que durante un perfodo muy largo, las clases’ sociales han sido los tinicos grupos de este género, si bien pueda plan- twarse la cuestién de saber si esta afirmacin es vélida también para las socledades no europeas, para la antiguedad greco- romana y los perfodos que la precedieron, as{ como para cier- 228 PARA USA SOCIOLOGIA tos sectores de la sociedad contemporénea; pero una ver mas, debemos destacar que se trata de un problema de investiga. eld empitica positiva y no de simpatias 0 antipatias ideolé- gleas, como las que se encuentran en el fondo de numerosas teorias soctologicas. Sea como sea, la afirmacién de la existencia de un lazo entre las grapdes obras culturales y la de los grupos sociales corientados hacia una reestructuracién global de la sociedad 0 hacia su conservacién, elimina desde el principio todo intento de vinculacién a cierio mimero de otres grupos sociales, e5- peclalmente, a la nacién, a las generaciones, a las provincias, ya la familia, por no citar sino los mas importantes, No es {que estos grupos no actiien sobre la conclencia de sus miem- bros y en oposicién con la del escritor, sino que no podrian explicar por si mas que los elementos periféricos de la obra ¥¥ no su estructura esencial', Los datos empirices corroboran, or otra parte, esta afirmacién. La pertenencia a la sociedad francesa del siglo xvit no puede explicar ni hacer comprender Ja obra de Pascat, de Descartes, de Gasseor, 0 la de RAcixs, de Convene y de Mouiuae, en Ta medida misma en que estas obras expresan visiones diferentes e, incluso, opuestas, a pesar de que sus autores pertenezcan todos a la sociedad francesa del siglo xvit, En cambio, esta pertenencia comiin puede poner de relieve ciertos elementos formales comunes a los tres pensa- dores y a los tres eseritores. Después de estas consideraciones previas, llegamos al pro- blema més importante de toda investigacién sociolégica del tipo estructuralista-genético: el de la precision del objeto. Cuando se trata de la sociologfa de la vida econdmica, social 0 politica, este problema se presenta partioularmente dificil y absolutamente primordial; en efecto, no se pueden estudiar Jas estructuras més que una vez delimitado de manera més ‘menos rigurosa el conjunto de datos empfricos inmediatos que forman parte de elias, y, al contrario, no se pueden delimitar estos datos empiricos mas que en la medida en que se posee + Los trabajos soclligicos de este género se sition en et mismo plano aque 12 Sociologia del contenido que no posta, a su Yee dar cuca mas Aue de Glertes elementos secundarios y perifrits de las ebras. tw LA NovEta 29 vi sin hipétesis mas @ menos elaborada sobre la estructura jque forma su unidad Desde el punto de vista de la logica formal, el efreulo pue~ vie pateeer insoluble; en la préctica se resuelve fécilmente, ‘oanin todos los eireulos de este género, por medio de una se vie dle aproximaciones sucesivas. artiendo de la hipétesis de que cierto mimero de hechos puovlen reuniese en una unidad estructural, se intenta estable- ter entre estas hechos el maximo de relaciones comprensivas y explicativas, intentande, también, englobar en ella otros hhechos que parecen exteafios a la estructura que se esta ana- livando, De esta forma se llega a eliminar algunos de los he- cchos de que se habia partido y a afadir otros, modificandose ‘st la hipstesis inielal; se repite la operacion por aproximacio- hos sucesivas, hasta el momento en que se llega (este ideal es ‘nds 0 menos alcanzado, segiin los casos) a una hipétesis es- Lruetural que puede explicar un conjunto de hechos perfecta- ‘mente coherente Cuando se estudia la ereacién cultural, e} investigador se ‘encuentra, ciertamente, en una posicién privilegiada en lo que respecta a la hipétesis de partida. Bs probable, en efecto, que las grandes obras literarias, artisticas 0 filoséficas, constitu yan estructuras significativas coherentes, de forma que la pri era precisién del objeto se encuentra previamente dada, por asi decitlo, Todavia es preciso ponerse en guardia contra la tentacién de confiarse a esta suposicin de manera demasiado > Se puede parts, a ttulo de elemplo, de Ja hipétess dela exstencia tte une‘ eituclupa sgalteativa que seri’ la distadara; se Tegseia acl 8 ‘igrupar un conjunto de fendmenos come, bot ejemplo, ls rezimencs po- iifcos en los que el gobierno dspone de poderes sbiolutos, pero si se Imwna plat con um sla pen eaestral ia ees nos tog ‘Sliucuss sigifeativa y que es netesaro dstnguit grupos de dictsduras {ioc tieuen nowralerae y sgnifcacones diferentes; cuando, por elemplo, Iproocepan ce saruterevolusonara,o ore ontaria,Sediatire Spurtiste posreveluconaria, paresen’ conattuls concaplos operatives eng lo mismo, odo itenta de Inrerprelacigy unitara de os excites de asea.(y han sido muchos) fracaea ene l hecho de que aus obras més Ehporlasten Las provinciaiee 9 Las pentamienios,expressn perspectives incisimente tierentes, Uiay” que: conederatia se las quiere com frener somo expresiones de dor etructures disistas, x! bien selscona Barren ciertoe sepectos. 230 AKA UNA SOCIOLOGIA absoluta. Sucede, en efecto, que la obra contiene elementos he- terogéneos que habré que distinguir con precisién de su uni- ad esencial. Ademds, si 1a hipétesis de la unidad de la obra ofrece una gran verosimilitud, cuando se trata de las obras verdaderamente importantes, tomadas alsladamente, esta ve- rosimilitud disminuye considerablemente al tratarse del con- junto de tos gscritos de un solo y tinico autor. Por ello, hace falta, en la investigacién conereta, partir det andlisis de cada una de las obras de éste, estudidndolas en el ‘orden cronolégico de su redaccién en la medida en que pueda ser establecida. Este estudio permitird realizar agrupamientos provisiona- les de escritos, a partir de los cuales se trataré de buscar en Ja vida intelectual, politica, social y econémica de la época, agrupamientos sociales estructurades, en los cuales se podran integrar, como elementos parciales, las obras estudiadas, esta- Dleciendo relaciones inteligibles entre ellas y el conjunto, y, en los casos mas favorables, homologtas. El progreso de una investigacién estructuralista-genética consiste en el hecho de delimitar grupos de datos empiticos que constituyen estructuras, totalidades relativas'*, y en el de insertarlos a continuacién como elementos en otras estructu- ras més vastas, pero de la misma naturaleza, y asi sticesiva- mente, Este método presenta, entre otras, la doble ventaja de con- cebir desde el principio de manera unitaria el conjunto de los, hhechos humanos y, ademés, ser, a la vez, comprehensivo eaplicativo, ya que’la puesta en claro de una estructura sig- “ses plano, sobre todo en socologia de la cultura, es conveniente vaterse de une tcofazah externa ¥ cuantitativa, Sl se tata de iterpreta ln escnfe, nt que decir ene que puede darse cierto numero ee Interpte. {aelones distintas que explicen el sesenta oe vtenta por siento del tex!s or ela tal retullas no puede ser conilderaco coma una confrmscion letines, Por el contrario, es Tato que se puedan encontrar Joy interpre. {clones dlferentes que sean validas pare el echenta el noverta por {lento del texte. Hate probablidad aumenta mucho ase consigue iseriee La" estructura puesta de relieve con el snus genético en el intone de luna foalldad ms grande, s se consigue ullizat'se manera eflens para [a rca to tates alr dio 4 abi pesado too, ‘como et el caso del estudio de nuestra tragadia Gl sigio Xv, se conte: ifs poner eh claro, e incluso predecir un cierto nimero de hecho ignore Aes por is eapecalistas y og hstoridores, 4s AA NovELA 2 nifieativa constituye un proceso de comprehensin, mientras ‘que su ingereiGn en una estructura mas vasta es, respecto @ ‘lla, un proceso de explicacién. Por ejemplo, poner en claro In eatructura trégica de Los pensamientos de Pascat. y del fwatro de Racine es un proceso de comprensién; insertarlos ‘en el jansenismo extremista, despejando la estructura de éste, ‘es un procedimiento de comprensién con relacién al dltimo, pero de explicacién respecto de los escritos de Pascat. y de Tcive; insertar el jansenismo extremista en la historia glo- hal de jansenismo, es explicar el primero y comprender el seyundo. Insertar el jansenismo, como movimiento de expre- sién ideolégica, en la historia de la nobleza de toga del siglo xvut es explicar el jansenismo y comprender la nobleza de loga. Insertar la historia de la nobleza de toga en Ia historia islobat de la sociedad francesa es explicarla, comprendiendo ‘esta iltima, y asf sucesivamente. Explicacién y comprensién no son, pues, dos procesos inte- lectuales diferentes, sino un solo y mismo proceso referido @ ‘ios marcos de referencia. ‘Hagamos notar, por ulti, que, en esta perspectiva —en, ‘que el paso de la aparicién a la esenela, del data empiico y parcial abstracto a su significacién concreta y objetiva, se ve riflca mediante la insercién en totalidades concretas relativas, ‘estructuradas y significativas— cada hecho humano puede, y ‘debe, incluso, poseer un cierto numero de significaciones con- ‘retas, diferentes, segiin el niimero de estructuras en las que puede ser insertado de forma positiva y operativa. Ast, por ejemplo, si el jansenismo debe ser insertado, a través de las mediaciones mencionadas, en la sociedad francesa del siglo oil, en que representa una corriente ideol6gica retrograda y reaccionaria que se oponia a las fuerzas histéricas progresis- tas, encarnadas ante todo por la burguesia y la monarqufa, y, cen el plano ideol6gico, por el racionalismo cartesiano, es tam- bign completamente legitimo y necesario insertarlo en la es- truetura global de la sociedad occidental, tal como se ha des- arrollado hasta nuestros dias, perspectiva en la cual se hace progresista en la medida en que constituye uno de Tos prime +08 pasos en el sentido de la superacion del racionalismo ear- tesiano hacia el pensamiento dialéetico; y, por supuesto, = 232 PARA UNA SOCIOLOGIA tas dos signifcacones no son ni incompaibes, ni contradic Bn este mismo orden de ideas, nos gustaria, para terminar, detenernos en dos problemas de importancia singular en el estado actual de la eritiea literaria: a) el de la insercién de las obras literarias en dos totali- dades reales y complementarias, que pueden suministrar los elementos de comprensién y de'explicacién, a saber, el indi- vviduo y el grupo; y ) partiendo de abi, el de la funcién de ta creacién cul- tural en la vida de los hombres. Respecto del primer punto, existen hoy dos escuelas cien- Uificas del tipo estructuralista-genético que corresponden a los Intentos de insertar las obras en las estructuras colectivas y en la biografia individual: el marxismo y el sleoanslisis. Pasando por encima de las dificultades ya seftaladas de se- parar las estructuras individuales, comencemos por considerar ‘estas dos escuelas en cl plano metodolégico. Una y otra se pro- ponen comprender y explicar los hechos humans por la in- sercién en las totalidades estructuradas de la vida colectiva y de la biografia individual, respectivamente. ‘Asi, pues, constituyen dos métodos emparentados y com plementarios, por lo que los resultados de cada uno de ellos deberian reforzar y completar los del otro, al menos en apa- Por desgracia, en tanto que estructuralisio genético, el sicoSndlisis, al menos tal como Frrup lo elabors", no es suf- clentemente consecuente, encontréndose demasiado afectato el cientifismo que dominaba la vida universitaria de finales del siglo xx y comienzos del 2x. Esto se manifiesta, especial- ‘mente, en dos puntos capitales. En primer lugar, en las explicaciones freudianas falta to- talmente y de forma radical la dimensién temporal de futuro. Sufriendo con ello la influencia del cientifismo determinista de su tlempo, FReuD menosprecia completamente las {uerzas Canogemes demasiado poco su ulterior desarrollo para permitiraos pabiar dee vo 4a NovELA ee hwaitivas de equlbrio que actan on toda la estructura hus ivan andvidual 9 eolectiva;explicar es, para Cl volver a as eitancas-de la Infancia, a los fueraasinstintivas rechaza- ee Gpmimidas, mientras gue no tene en cuenta de ningtin si it Ranean’postiva que posran tener la coneienca ¥ la felnexn eon la realldad von segundo Tuger el indviduo e, para FaEWD, un auto imotutonpata quien los demas hombres no pueden ser mas ie gbjcen de satsfacciGn o do frustracion;, este hecho es wig bi fandamento de la ausencia de futuro que acabamos ‘fe menelonar. No bay dada de que sera fluo reduce, de manera dema- siads epecha, la ibido freudlana al terzeno sexual; no es wae jenn que es, en todo caso, tnaoizul y que, en 1a Vi soon cations de Ia humana, el sujeto colectivo y Ia sats HELE Gu una accion coletiva puede aportar al individuo faltan enteramente Se podrfan exponer ampllamente, con ayuda de numerosos cjenulbe concrete, las estorsiones que estas perspectvas en- snes galas ans freulanos de los hechos cultuales © Siditicoe beste este punto de vista, el marxisin s€ nos apa Nee emo mnomplarabemente més avarzado, la medida ee eormeura ne solamente el porveit como factor explis- Fee enign ia signifiaci6n Individual de los hechos = (aca a iado de su signfcacicn colectiva. Por ultimo, en el plano que aqui nos interes, el de las bras eulturales y, paricularmente, et de las obras Iterarias woe eve incontestable que estas sitimas pueden ser vA Os Pee integeadas en estructuras signifeativas de tipo ind sae Ge po elective. Unicamente, fo que es evidente por sf Be i SS a te Be eee ee ua canes ce coat eciae ettcas sae "st parvenir de una ilusign. Su contenido pruebs, por otra parte, era ae 234 PARA UNA SOCIOLOGIA ‘i mismo, las significaciones reales y valederas que pueden se- parar estas dos integraciones son de naturaleza diferente y ‘complementaria a la vez. La integracién de las obras en la Diogratia individual no podrfa, en realidad, revelar mas que su significacién individual y su relacién con los. problemas biograficos y siquicos del autor. Rs decir que, cualesquiera que fuesen la valider y el rigor cientifico de las investigaciones de este tipo, deton situar, necesariamente, la obra fuera de su contexto cultural y estético propio, para ponerla al mismo nivel que todos los sintomas individuales de tal 0 cual enfer- ‘mo tratado por el sicoanalista Suponiendo —sin admitirlo— que se puedan vincular véli-

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