Está en la página 1de 6
DESCRIPCIONES * BERTRAND RUSSELL, Hemos tratado en el capitulo precedente acerca de las palabras todo y alguno; en este capitulo consideraremos la palabra el (Ia) en el singular, y en el préximo capitulo consideraremos la palabra el (la) en el plural, Puede pensarse que es excesivo dedicar dos capitulos a una palabra, pero para el matemitico filos6fico es una palabra de enorme importancia: al igual que el gramético de Browning con la enclitica $¢ darfa la doctrina de esta palabra si estuviese «muerto de cintura para abajo» y no meramente en una prisién. Hemos tenido ya ocasién de mencionar «funciones descriptivas», esto es: expresiones tales como «el padre de x» 0 «el seno de xo. Estas expresiones han de definirse definiendo primero «descrip- ciones». Una «descripcién» puede ser de dos clases, definida o indefinida (0 ambigua). Una descripcién indefinida es’ una expresién de la forma «un tal-y-tal>, y una descripcin definida es una expresi6n de la forma «el tal-y-tab». Comencemos con la primera. «jCon quién te encontraste?» «Me encontré con un hombre.» «Esto es una descripcién muy indefinida.» No estamos por lo tanto separdndonos del uso habitual en nuestra terminologia. Nuestra pre- gunta es: {Qué asevero realmente cuando asevero «Me encontré con un hombre»? Supongamos por el momento que mi asercidn es verda- dera, y que de hecho me encontré con Juan. Es claro que lo que ase~ vero no es «Me encontré con Juan». Puedo decir «Me encontré con un hombre pero no era Juan»; en ese caso, aunque miento, no me contradigo a mi mismo, como lo haria si cuando digo que me encon- tré con un hombre quisiese decir realmente que me encontré con Juan. Es claro también que la persona a la que estoy hablando puede entender lo que digo, incluso si es un forastero y no ha oido hablar runca de Juan. __ Pero podemos ir més allé: no solamente Juan sin« ‘amy ningin hombre efectivo entra en mi enunciado. Esto resulta Obvio cuando el enunciado es falso, puesto que entonces no hay mas raz6n por la que deba suponerse que Juan entra en la proposicién que por Ja que deba suponerse que entra otra persona cualquiera. De hecho * Version castellana de Luis Ml. Valdés Villanueva, sonatas SNe spencer 8 PRR SE TOE NA AS eA DESCRIPCIONES a7 elenunciado continuaria siendo significativo, aunque no podria posi- Ejemente ser verdadero, incluso sino hubiese ningiin hombre en ab- pxito, «Me encontré con un unicornio» o «Me encontré con una ser- picnte marinay son aserciones perfectamente_significativas, ‘si pipemos lo que seria ser un unicornio o una serpiente marina, esto sep gual es la definiciGn de esos monstruos fabulosos. Asi pues es s0- famente lo que Ilamamos el concepto lo que entra en la proposici6n. Hin'cl caso de, por ejemplo, «unicornio», lo Gnico que hay es el con- Fepto: no hay también, en algtin lugar entre las sombras, algo irreal {que pueda llamarse «un unicornio». Porlo tanto, puesto que es signi- Jeativo (aunque falso) decir «Me encontré con un wnicornio», es Maro que esta proposicién, correctamente analizada, no contiene Somo constituyente «un unicornio», aunque contiene el concepto saunicornion. ‘La cuestiOn de la «irrealidad» con Ja que nos enfrentamos en este punto, es una nocién muy importante, Desorientados por la gramti- iy la gran mayoria de los l6gicos que han tratado esta cuesti6n lo han hecho de acuerdo con procedimientos errdneos. Han considerado la forma gramatical como una guia de andlisis més segura que lo que de hecho es. Y no han cafdo en Ia cuenta de qué diferencias en la forma gramatical son importantes. «Me encontré con Juan» y «Me encontré Eon un hombre» contarian tradicionalmente como proposiciones de la misma forma, pero de hecho son de formas completamente dife- rentes: la primera nombra a una persona efectiva, Juan; mientras tanto la segunda incluye una funcién proposicional y se convierte cuando se explicita en: «La funcién “Mee encontré con x y x es huma- no” es algunas veces verdadera.» (Se recordaré que adoptamos la convencidn de usar «algungs veges» como no implicando més de una vez.) Esta proposicion no é§ oBviamente de la forma «Me encontré con x», @u¢ da cuenta de la existencia de la proposicién «Me encon- fre con unr dnicornig» a pesar del hecho de que no hay tal cosa como ‘aun univornion. 22 3 ‘Debido a la falta del aparato de las funciones proposicionales, muchos I6gicos se han visto empujados a la conclusion de que hay ob- jetos irreales. Se argumenta, por ejemplo por parte de Meinong * que podemos hablar sobre «la montaria de oro», «el cuadrado redon- dos y asi sucesivamente; podemos hacer proposiciones verdaderas de las cuales estas expresiones sean los sujetos; por consiguiente tie- nen que tener algin género de ser l6gico, puesto que de lo contrario las proposiciones en las que ocurren carecerian de significado, En tales teorfas, me parece, hay una falta de ese sentido de la realidad {que deberia preservarse incluso en los estudios més abstractos. Lal6- Untersuchungen zur Gegenstandtheorie und Psychologie, 1904 48. LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO gica, mantendrfa yo, no tiene que admitir un unicornio en mayor me- dida que puede hacerlo la zoologia, pues la logica se interesa por el mundo real tan yerdaderamente como la zoologia, aunque por sus rasgos mas abstractos y generales. Decir que los unicornios tienen una existencia en herdldica o en literatura o en la imaginacién es una evasion sobremanera lastimosa y mezquina, Lo que existe en heral- dica no es un animal, hecho de carne y hueso, que se mueve y respira or su propia iniciativa. Lo que existe es una figura o una descripeién en palabras, Similarmente, mantener que Hamlet, por ejemplo, exis- te en su propio mundo, a saber, en el mundo de la imaginacién de Shakespeare, tan yerdaderamente como (pongamos por caso) Napo- le6n existié en el mundo ordinario, es decir algo deliberadamente confundente 0, dicho de otro modo, confuso hasta un grado que es Gificilmente crefble. Hay solamente un mundo, el mundo «real»: la imaginacion de Shackespeare es parte de él, y los pensamientos que él tuyo al escribir Hamlet son reales, También lo son los pensamien- tos que tenemos al leer la obra. Pero forma parte de la esencia misma de la fiecién el que solamente los pensamientos, sentimientos, etc, de Shakespeare y sus lectores sean reales, y que no haya, adicional- mente, a ellos un Hamlet objetivo. Cuando se han tomado en cuenta todos los sentimientos provocados por Napoleén en los escritores y lectores de historia, no se ha tocado para nada al hombre efectivo; pero en el caso de Hamlet, se ha llegado a sus entrafias. Si nadie pen- sase sobre Hamlet, no quedarfa nada de él; si nadie hubiese pensado sobre Napoledn, pronto se veria lo que alguien (Napoleén) hizo. El sentido de la realidad es vital en logica, y cualquiera que le haga trampas pretendiendo que Hamlet tiene otro género de realidad esta haciendo un flaco servicio al pensamiento. Un sentido robusto de la realidad es muy necesario al construir un andlisis correcto de propo- siciones sobre unicornios, montafias de oro, cuadrados redondos, y otros pseudo objetos tales. En obediencia al sentido de la realidad, insistiremos en que, en el analisis de las proposiciones, no ha de admitirse nada «irreab». Pero, después de todo, si no hay nada irreal ;c6mo, podemos pregunta. nos, si podriamos admitir algo irreal? La réplica es que, al tratar de roposiciones, estamos tratando en primera instancia con simbolos, ssi atribuimos significaciGn a grupos de simbolos que no tienen signi- ficaci6n alguna, caeremos en el error de admitir irrealidades, en el Linico sentido en que esto es posible, a saber: como objetos descritos, En la proposicién «Me encontré con un unicornio», la totalidad de Jas ¢uatro,palabras juntas constituyen una proposicién significativa, y la palabra «unicornio» es significativa por sf misma, en justamente el mismo sentido que la palabra chombre». Pero las dos palabras «un unicornio» no forman un grupo subordinado que tenga significado Por si mismo. Asi pues, si atribuimos significado falsamente a esas oot escrect: acess a te cn me DISSE RUSEE RE PSTD DESCRIPCIONES 49 ncontramos a cuestas con «un unicornion y con el aos ae como puede haber tal cosa en un mundo donde no hay Pr¥cornios. «Un unicornio» es una descripciGn indefinida que no des- ultbe nada, No es una descripcién indefinida que describe algo irreal. Una proposicidn tal como «x es irreab» solo tiene significado cuando ap cs una descripcién definida o indefinida; en ese caso la proposi- Gién sera verdadera si «x» es una descripein que no describe nada. Pero el que la descripci6n «x» describa algo o no describa nada, no es en ningiin caso un constituyente de la proposicién en la que aparece; {gualmente «un unicornio», que hemos considerado hace un momen- to, no es un grupo subordinado que tenga significado por s{ mismo. Todo esto resulta del hecho de que, cuando «x» es una descripci6n, «x @s irfeal» 0 «x n0 existe» no es un sinsentido, sino que siempre son proposiciones significativas y algunas veces verdaderas. ‘Podemos ahora proceder a definir de manera general el significa- do de las proposiciones que contienen descripciones ambiguas. aa pongase que queremos hacer un enunciado sobre «un tal-y-tal>, donde «tales-y-tales» son aquellos objetos que ticnen una cierta pro- piedad @, esto es: aquellos objetos x para los que la funcién proposi- Eional @x es verdadera. (Por ejemplo, si tomamos «un hombre» ‘como nuestra instancia de «un tal-y-tal», (pr sera «x es'humano».) Digamos ahora que queremos aseverar la propiedad y de «un tal- tal», esto es: queremos aseverar que «un tal-y-tal» tiene aquella pro- piedad que x tiene cuando apx es verdadera. (Por ejemplo, en el caso de «Me encontré con un hombre», x sera «Me encontré con x».) ‘Ahora bien, la proposicidn de que «un tal-y-tal» tiene la propiedad yp no es una proposicién de la forma «px». Si lo fuera, «un tal-y-tal» tendrfa que ser idéntico a x para una x adecuada; y aunque (en un sentido) esto puede ser verdadero en algunos casos, no es ciertamen- te verdadero en un caso tal como el de «un unicornio». Es justamente este hecho, que el enunciado de que «un tal-y-tal» tiene la propiedad no es dela forma wpx, lo que hace posible que «un tal-y-tal» sea, en un sentido claramente definible, «irreal». La definicién es como sigue: El enunciado de que «un objeto que tiene la propiedad @ tiene la propiedad 1p> significa «La aserci6n conjunta de px y x no es siempre falsa» Dentro de os limites de la légica, esta es la misma proposicién que podria expresarse por «algunos ¢ son wp»; pero retoricamente hay una diferencia, puesto que en un caso hay una sugerencia de sin- 50 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO gularidad, y en el otro caso de pluralidad. Este no es, sin embargo, el punto importante. El punto importante es que las proposiciones que son yerbalmente sobre «un tal-y-tal», cuando se las analiza correcta- mente, se encuentra que no contienen ningiin constituyente repre- sentado por esta expresién. Y esta es la raz6n por la que tales propo- siciones pueden ser significativas incluso cuando no hay tal cosa como un tal-y-tal. La definicién de existencia, tal como se aplica a las descripciones ambiguas, resulta de lo que se dijo al final del capitulo precedente. Decimos que «existen hombres» o que «existe un hombre» si la fun- cin proposicional «x es humano» es algunas veces verdadera; y ge- neralmente «un tal-y-tal» existe si «x es tal-y-tal» es algunas’ veces verdadera. Podemos poner esto en otro lenguaje. La proposicion «Socrates es un hombre» es sin duda equivalente a «Socrates es hu- mano», pero no es exactamente la misma proposicin. El es de «S6- crates es humano» expresa la relaciGn cle sujeto y predicado; el es de «Sdcrates es un hombre» expresa identidad. Es una desgracia para el género humano el que haya elegido emplear la misma palabra «es» para esas dos ideas enteramente diferentes —una desgracia a la que, desde luego, un lenguaje I6gico simbélico pone remedio—. La iden- tidad en «S¢crates es un hombre» es identidad entre un objeto nom- brado (aceptando «Sécrates» como un nombre, sujeto a puntualiza- ciones explicadas més adelante) y un objeto descrito ambiguamente. Un objeto descrito ambiguamente «existira» cuando al menos una tal proposicién es verdadera, esto es: cuando hay al menos una proposi- cién verdadera de la forma «x es un tal-y-tal», donde «x» es un nom- bre. Es caracteristico de las descripciones ambiguas (como opuesto a las definidas) que pueda haber un nimero cualesquiera de proposi- ciones verdaderas de la forma anterior —Sécrates es un hombre, Pla- tones un hombre, etc —. Asf, «existe un hombre» se sigue de Sdcra- tes, de Platén 0 de cualquier otro. Respecto de las descripciones detinidas, por otro lado, la forma de proposicién correspondiente, a saber: «x es el tal-y-tal» (donde «x» es un nombre), puede solamente ser verdadera para un valor de x como méximo. Esto nos lleva al tema de las descripciones definidas, que han de definirse de una ma- nera andloga a la empleada para las descripciones ambiguas, pero bastante mas complicada, Llegamos ahora al tema principal del presente capitulo, a saber: la definicién de la palabra ef (0 /a), en el singular. Un punto muy im- portante sobre la definicién de «un tal-y-tal» se aplica igualmente a «el tal-y-taln; la definicidn que ha de buscarse es una definicion de proposiciones en las que aparece esta frase, no una definicién de la Irase misma aisladamente. En el caso de «un tal-y-tal», esto es bas- . tante obvio: nadie podria suponer que «un hombre» era un objeto definido, que pudiese ser definido por sf mismo. Sécrates es un hom- | i i i | DESCRIPCIONES St bre, Platén es un hombre, Aristételes es un hombre, pero no pode- mos inferir que «un hombre» significa lo mismo que significa «Sécra- tes», ¥ también lo mismo que significa «Plat6n» y también lo mismo que significa «Arist6teles», puesto que estos tres nombres tienen di ferentes significados. No obstante, cuando hemos enumerado todos Jos hombres que hay en el mundo, no queda nada de lo que podamos decir: «Esto es un hombre, y no’solamente eso, sino que es ef “un hombre”, la entidad quintaesencial que es precisamente un hombre indefinido sin ser nadie en particular». Resulta, por supuesto, com- pletamente claro, que cualquier cosa que hay en el mundo es de! Ga: si esto es un hombre, esto es un hombre determinado y no otro cualquiera. Asi pues no puede encontrarse en ¢l mundo una entidad tal que «un hombre», como algo opuesto al hombre especitico. Y de acuerdo con esto es natural que no definamos «un hombre» mismo, sino las proposiciones en las que aparece. En el caso de «el tal-y-tal» esto es igualmente verdadero, aunque aprimera vista menos obvio. Podemos mostrar que esto tiene que ser elcaso, mediante una consideraci6n de ta diferencia entre un nombre yuna descripcidn definida, Tomese la proposiciGn «Scott es el autor Ge Waverley». Tenemos aqui un nombre «Scott», y una descripcién «el autor de Waverley», que se asevera que se aplican a la misma per- sona, La distincidn entre un nombre y todos los demas simbolos puede explicarse como sigue: Un nombre es un simbolo simple cuyo significado es algo que puede aparecer solamente como sujeto, esto es: algo del género que, en el Capitulo XIII, definimos como un «individuo» 0 un «particu- lar». ¥ un simbolo «simple» es aquel que no tiene parte alguna que sea simbolo. As{ «Scotty es un simbolo simple, puesto que, aunque tiene partes (a saber: letras separadas), esas partes no son simbolos. Por otro lado, «el autor de Waverley» no es un simbolo simple, pues- to que las palabras separadas que componen la expresién son partes que son simbolos. Si, como puede ser el caso, cualquier cosa que pa- rece ser un «individuio» es en realidad susceptible de andlisis poste- rior, tendremos que contentarnos con lo que puede llamarse «indivi- duos relativos», que serdn términos que, a través de todo el contexto en cuestién, no'son analizados jamés y jamés aparecen de otra mane- ra que como sujetos. Y en ese caso habremos de contentarnos, co- rrespondientemente, con «nombres relativos». Desde el punto de vista de nuestro presente problema, a saber: la definici6n de las des- cripciones, este problema, el de si estos son nombres absolutos 0 so- lamente nombres relativos, puede ignorarse, puesto que ataiie a dife- rentes estadios en la jerarquia de «tipos», ‘mientras que hemos de ‘comparar parejas tales como «Scott» y «el autor de Waverley», en las {que ambos se aplican al mismo objeto, y no plantean el problema de los tipos. Por lo tanto, podemos por el momento tratar a los nombres 52 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO. como si fueran absolutos; nada de lo que tendremos que de de de esta suposicién, pero su expresidn en palabras se abret tanto mediante ella Tenemos, entonces, dos cosas para comparar: (1) un nombre, gue es un simbolo simple, que designa directamente un individag que es su significado y que tiene este significado por si mismo, inde, pendientemente de los significados de todas las demas palabras; (2) una descripcién que consta de varias palabras cuyos significades fauin ya fijados, y a partir de los cuales resulta cualquier cosa que haya de considerarse como el «significado» de la desctipeion. Una proposicién que contiene una descripcién no es idéntica a aquello en lo que la proposicién se convierte cuando la descripein se substituye por un nombre, incluso si el nombre nombra el mismo ob, eto que describe la descripcién, «Scott es el autor de Waverley» es obviamente una proposicion diferente de «Scott es Scotty: Ia primera Fan hecho de Ia historia de la literatura, la segunda es una perosru, llada trivial. Y si ponemos cualquier otro distinto de Scott en lugar de cel autor de Waverley», nuestra proposiciOn se convertiré en falsa y For lo tanto no es ya ciertamente la misma proposicién, Pero, podria {iscitse, nuestra proposicién es esencialmente de la misma fortna que {Pongamos por caso) «Scott es Sir Walter», en la que se dice que dos Rombres se aplican a la misma persona, La réplica es que, si «cot ce Sit Walter» significa realmente «la persona llamada “Scoit" es la pers sona llamada “Sir Walter”», entonces los nombres estin siendo psc dos como descripciones; esto es: el individuo, en vez de ser nombre. do, esté siendo descrito como la persona que tiene ese nombre, Este ¢sun modo en que se usan los nombres frecuentemente en la prdctica J, como regla general, no habré nada en la fraseologia que muestre si estin siendo usados de esta manera o como nombres. Cuando se use wuagmbre directamente, para indicar meramente aquello de lo que gstamos hablando, no es parte del hecho aseverado, 0 de la falseded fiseoulta que nucstra aseividn es falsa: es meramente parte del sia polismo en el cual expresamos nuestro pensamiento. Lo que quere, ‘mos expresar es algo que podria (por ejemplo) traducirse a uy len. guaje fordneo; se trata de algo para lo cual las palabras > Gféctivas son Yu Yohfculo, pero de lo que no son parte alguna, Por otra parte; cua do hacemos una proposicin sobre «la persona llamada “Scott”™, el hombréVfECtivo «Scott» entra en lo que estamos asevernicls y'no Feigaitente en ellenguaje usado al hacer la asercion, Nuestra propo. sicién seré ahora una proposicién diferente silo substituimos por ca persona llamada “Sir Walter”». Pero en la medida er rd un, Go como el hecho de que hablemos en inglés o en frances, Ast pues, en la medida en que los nombres son usados como nombres «Scott og DESCRIPCIONES oe isma proposicién trivial que «Scott es Scott». Esto a proposicon que la que resulta de substuit «el aufor de os Bley» por un nombre, sea cual fuere el nombre por el que Se superandg usamos una variable, y hablamos de una funcién propo- Cu Gigamos pe, el proceso de aplicer enunciados gonerales ire x a casos particulares consistird en sustituir la letra ex» por un soprpze,suponiendo que @ es una funcion que tiene individuos para nem pgumentos. Supsngase, por ejemplo, que wax es «siempre ver i alta rollers: arate que eSOcrates, «PlatOnr y «Aristteleo son nombres (una Juposicion muy temeraria), podemos inferira partir dela ley de iden- tidad que Socrates es Socrates, Platon es Paton y Aritoteleses Ars ssteles. Pero cometerfamos una faaca si intentésemosinteri sn vemisas adicionales, que el autor de Waverley es el autor de Waver- Ey. Esto resulta de Io que acabamos de probar, asaber: que’ souna oposiign substituimos wel autor de Waverley» por un nombre, a proposicin que obtenemos es diferente, Es decir, aplicando elresul {ado a nuestro presente caso: Si ax» es un nombre, x = x noes la aisma proposicion que el autor de Waverley eel autor de Waver- ley» in importar qué nombre pueda ser exe, Asipues, del hecho de gue todas las proposiciones de la forma wx = son verdaderas no fxdemos inferir sin ms ayuda, que el autor de Waverley e el autor de Waveriey: De cho propoiiones dela fora ol tart -y-tal» no son siempre verdaderas: es nece: fel an termino quote explicard en breve). Es falso que el actual Rey de Francia ese actual Rey de Francia o que el cuadrado redon doeselevadeda redone, Cando sbsttvimos in nome por una pci6n, las funciones proposicionales que son «siempre ver derase pueden convertirse en falsas, sila descripeiGn no describe nada. No hay ningin misterio en esto tan pronto como nos damos cuenta (lo cual fue probado en el pardgrafo precedente) que cuando substituimos una descripcisn el resultado no es un valor de la fun icional en cuesti6n. Pre stamos ahora en posicion de define as proposcions en as que aparece una descrpcin definida, La nia cosa que ditingue ela Yay de un aly tal eslnimplicacion de uniidad, No podemos ha- Blar devel haitante de Londres», puesto que habitar en Londres un tributo que no essnico- No podemos hablar sobre cel actual Rey de Francia, puesto que no hay ninguno; pero podemos hablar sobre sel actual Rey de Inglaterra. Asi pues, proposiciones sobre «el ta y-tal> implican siempre las proposiciones correspondic: 54 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO «un tal-y-tab», Una proposicis: Proposicién resultante de una funcién proposicional x mediante la Substitucion de «x» por «el autor de Waverley». Podemos decir que al ate Waverley» significa «el valor dex para el que “x escribié es verdadera». Asf, por ejemplo, | « de Waverley era escocéss inclaye: ”” Propostcin cel autor ¢ ) eeribl6 Waverley» no es siempre fals; «si x ¢ y escribieron Waverley, idénticos» e ry) Sempré verdadera; 2 SE Eto es @) six escribié Waverley, x era escocés» es siempre verda- Estas tres proposiciones, traducidas al lenguaje ordinario, enuncian: (1) al menos una persona escribié Waverley; (2) como méximo una persona escribié Waverley, (3) quienquiera que escribié Waverley era escoces Todas estas tres proy posiciones estén implicadas por «el autor de Wa- verley era escocés». Conversamente, las tres juntas (pero no dos dc cllas) implican que el autor de Waverley era escovés. Por lo tanto ng {Fes juntas pueden considerarse como definiendo lo que se quiere ee amediante la proposcion vel autor de Waverey era esoctes odemos simpler de algun ances ane SF scot. La primera y la segunda juntas son equivalentes a: «Flay un termine ¢ io Waverley” es verdadera cuando xes ¢ falsa cuan, dhe ies ak rs palabras: «Exist un término ctl que “x ese ‘averley” es siempre equivalente a "x eS ¢"-» (Dos pr posenn Son «equivatentes» cuando las dos son verdaderas ol a oa Significado de «el autor de Waverley existe», ‘odemos definir ahora «el término 2 que satisface la funcién be te Esta es la forma general de lo que lo anterior es un caso me vr eseribks Htor de Waverley» es wel término que satisface fa funeion io Waverley». Y «él tal-y-tab> incluira siempre referencia DESCRIPCIONES 55 alguna funci6n proposicional, a saber: aquella que define la propie- dad que hace de una cosa un tal-y-tal. Nuestra definicién es como sigue: «El término que satisface la funcién px existe» signifi «Hay un término ¢ tal que x es siempre equivalente a “x esc.» Para definir «el autor de Waverley era escocés», tenemos todavia que tomar en cuenta la tercera de nuestras tres proposiciones a saber: «Quienquiera que escribiese Waverley era escocés.» Esto se satisfara afiadiendo meramente que el c en cuestién ha de ser escocés. Asi «el autor de Waverley era escocés» es: «Hay un término ¢ tal que (1) “x escribié Waverley” es siem- pre equivalente a “x esc”, (2) ¢ es escocés.» Y de manera general: «el término que satisface px satisface wx» se define de modo que signifique: «Hay un término ¢ tal que (1) pr es siempre equivalente a “x esc”, (2) woes verdadera.» Esta es la definicién de las proposiciones en las que aparecen las descripciones, Es posible tener un amplio conocimiento por lo que respecta aun ‘término descrito, esto es, conocer muchas proposiciones concernien- tes a «el tal-y-tal», sin conocer efectivamente Io que es el tal-y-tal, esto es, sin conocer ninguna proposicién de la forma «x es el tal-y- tal», donde «x» es un nombre. En una novela policiaca las proposi- ciones sobre «el hombre que cometié el crimen» se acumulan, con la esperanza de que al final bastardn para demostrar que fue A el que cometié el crimen. Podemos incluso llegar a decir que, en todo cono- cimiento tal que pueda ser expresado en palabras —con la excepcién de «esto» y «aquello» y un pufiado de otras palabras cuyo significado varia en ocasiones diferentes— ningtin nombre, en sentido estricto, aparece como tal, sino que aquello que parece ser semejante a los nombres es realmente una descripcién, Podemos significativamente preguntar si Homero existi6, algo que no podrfamos hacer si «Home- To» fuese un nombre. La proposiciOn «el tal-y-tal existe» es significa- tiva, ya sea verdadera o falsa; pero si aes el tal-y-tal (donde «a» es un nombre), las palabras «a existe» carecen de significado. Es solamen- te de las descripciones —definidas 0 indefinidas— de las que puede aseverarse significativamente la existencia; pues si ea» es un nombre, fiene que nombrar algo: lo que no nombra nada no es un nombre y, 56 LA BUSQUEDA DEL SIGNIFICADO Por Jo tanto, si itent6 ser un nombre, es un simbolo desprovisto de pEnifcado, mientras que una descripciGn, como «el actual Rey de Proposicional gx; una descripcién tiene una ocurrencia wseemnde salameanl el resultado de substituir x por la descripeiGn en wr da tual Rey de Francia», y a continuacién negamos el resultado, la posicion co erangetaal Rey de Francia» es secundaria y nuestra pros PontiOn es verdadera: pero si tomamos «x no es ealvor y casey Fomresion entre ocurrencias primarias y secundarias &¢ one foes habitual de falacias por lo que se refiere a las desctipclonee’ Jas descripciones aparecen principalmente en matematicas en la yodemos decir en, analogia con el Ire de y es

También podría gustarte