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ALFABETO PARA

NADIE

Cristián Gómez O.

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3
ALFABETO PARA NADIE

©Agencia Editorial FUGA


©Cristián Gómez O.

Derechos reservados
Registro de propiedad intelectual
Inscripción número: xxxxxxx-x
I.S.B.N. 00000-00000-0000

Diagramación: Ángela Barraza Risso


Diseño portada: Arturo Ledezma M.

Impreso en Valparaíso, Chile


por Editorial FUGA

4
EL MÁS
PACIENTE

Habla de esto:
un hospital

demasiado
moderno y
delantales

blancos,
prohibiciones
de fumar

a menos de
veinticinco
metros

de cualquier
ingreso al

recinto

penitenciario,
donaciones

hechas por
todos y cada
uno de

los bancos
de la ciudad,

5
organizaciones

sin fines de
lucro,

millonarios

cuyos nombres
aparecen
bautizando

pabellones
completos

de atención
cubierta

por un seguro
en el que
todos

piensan

pero del
que

nadie
habla

y en
el

casino,
una familia
el matrimonio

y el niño

6
calvo,

delgadísimo

(y lo único que alcanzas a escuchar


al pasar por el lado de su mesa
es que está funcionando el
tratamiento.

7
HOMO SACCER

Algunos juzgan al héroe


de acuerdo a las posibilidades
que tenga en contra.

Y cometió el error
de no morir en el
intento.

Otros aseguran
que la clave se encuentra
en lo sucedido, si por

lo sucedido se entiende
referir con palabras
decorosas

lo que de otro modo


no sería sino un
espejismo en

el desierto,
una ilusión
más bien

espiritual antes que


óptica y producto
a todas luces

de los azotes de
silicio en las

8
espaldas

de aquellos
obligados a
referir la

historia.

Nunca sobreviven los mejores.

9
INCURABLE

Creo haber escrito algún


poema. A veces me levanto
de la cama para verme reflejado

como una mancha en el espejo.


Después de todo a nadie le
preocupa el curso de la

historia ni las alas de un ángel


ni un espejo retrovisor. Creo
haber escrito algún poema

me dijo el paciente con


cáncer terminal antes de

darse por vencido y

negarse a recibir
una nueva sesión

de quimioterapia.
Creo haber escrito,

creo haber puesto encima


de la mesa las cartas

guardadas bajo la manga.


La paternidad no se reclama
ni se comprueba

10
sin necesidad de someter a
los exámenes

el rostro ajeno
de una hija.

Creo haber escrito algún


poema después de reflejarme

como una mancha entre las sábanas


como un tahúr en su prisión

para inclinar el azar en mi favor y


sorprender luego a los jugadores del
día, con este poema lleno de

cartas marcadas, que nada dice


y contra el cual no hay

respuesta
posible

y que ni
siquiera

es una
interrogación.

11
DOMINGO POR LA TARDE

El exilio perdió a sus héroes.


Nosotros, asomados al balcón, vinimos
a reemplazarlos. Nadie nos dio la bienvenida.

En el cuarto de al lado escucho los quejidos de


alguna pareja, la división capitalista del
trabajo y las tarifas del servicio
telefónico

contribuyen de igual manera


a la redacción de panfletos revolucionarios
que de otra manera no encontrarían su razón

de ser más allá de la contemplación solipsista


del atardecer en un espejo, el crepúsculo
adecuadamente sancionado por la

tradición: te acompaña sin decir una


palabra, con el sol a cuestas

ni siquiera el silencio es necesario.

12
NO SE EQUIVOCABAN LOS MAESTROS
(museo de bellas artes, versión libre)

Alguien cree estar escribiendo en el fin del mundo,


pero no puede negar que el camión de los helados
está pasando nuevamente por el parque donde
los niños se arremolinan a su alrededor y la

descripción del paisaje no ha cambiado


porque el ojo del que mira no ha cambiado:
confía impertérrito en que el mundo es una
catástrofe tranquila, una reunión de nubes

diríase que de paso por el cielo


sería el único argumento convincente
para encerrarnos a conversar en un café
:de cualquier cosa, menos de las nubes.

Nadie tiene ganas de salvarse de nada


pero sí de tomarse un par de chelas, de
las últimas profecías sobre algún remoto
apocalipsis las palabras tienen poco que

decir: las danzas de la muerte, un anillo


en el dedo de los que no alcanzan a apretarse
el cinturón, aunque nada tengo en ello que
ver la improbable falta de presupuesto:

y es cierto que no sabemos distinguir


como le gusta enrostrarnos a los catedráticos
de las plazas más preciadas entre el cierzo
y el mistral, ok: touché. Así decía mi hermano

13
cuando hacíamos esgrima con palos de escoba
y terminaba sacándome cresta y media cuando
a los dos se nos pasaba la mano con el ardor de
los guerreros: él moriría poco después, tendido

en una cancha de fútbol, mordiendo no sé


si con desesperación el pasto, de seguro
ya inconsciente, producto de una falla en
el ventrículo derecho del conjunto arterial.

El camión de los helados pasa haciendo sonar


la sirena, los niños están a punto de alcanzarlo y
el conductor sólo piensa en lo fácil que será entregarle
las planillas al supervisor del turno de las mañanas.

14
POEMA DE APREMIOS Y CONCESIONES

Es bueno que algunos salgan a planear en sus avionetas


(los pueden llevar muy lejos). Uno se acostumbra, a veces
a echar de menos y sin avergonzarse. Cuando

me daba un par de vueltas por el centro y visitaba el


sindicato de empleados de talabarterías, pude darme
cuenta de tantas cosas. Después recorría la calle

Ayllavilú y desde la perspectiva de un niño de doce años


montado en una Einstein-Sta. Rosa, más tarde en una
M.Montt-Cerrillos: no dejaba de imaginarse ese

tugurio como una especie de lugar sagrado y sin acceso.


El error se repetiría con frecuencia, pero el cabaret El Infierno
sería pronto reemplazado por un estacionamiento de dos

pisos que no
tardó mucho tampoco en ser asimismo reemplazado
por uno de tres. La penitenciaría, el mercado, la estación.
No hace mucho almorcé por ahí con un amigo
que dice

ya no ser mi amigo. También subieron los precios.


Lo único que ha bajado es la
bencina. Debe ser lo que
estoy tomando.

15
CLASE

Voy a hablar, entonces, de una letra.


Del componente, simplemente, de un alfabeto.
Cada lector, dicho sea de paso, tiene su propio rostro.
La vida no es tan corta como se piensa.
Entró al cuadrilátero dueño de una inexorable
indiferencia. Tiró unos guantes
como para tantear la noche.
Las batallas que hoy en
día se pelean

ocurren todas en el desierto:


las cámaras, las luces, el
público que lo ovaciona:
elementos puramente del

decorado,
que no habrá de modificar
la decisión dividida de los jueces.

Una autobiografía como cualquier otra


revestida de la misma elegancia de
un crepúsculo, un espejo siempre

de sí mismo, una repetición del


aire que respiramos y
dejamos
de respirar.

16
ENCENDÍ UN CIGARRILLO Y MIRÉ A MÍ ALREDEDOR CON
LA ESPERANZA DE ENCONTRAR UN ROSTRO CONOCIDO.
PERO NO TUVE SUERTE. LOS CLIENTES PARECÍAN
EXTRAS DE UNA MALA PELÍCULA DE PRESIDIARIOS A LOS
QUE NADIE DEJARÍA AL CUIDADO DE UNA MONEDA DE
CIEN PESOS.

El panorama ante nosotros no incluye el optimismo.


El equilibrio de fuerzas se ha logrado a costa de
ciertos sacrificios que no estaban en los cálculos
de nadie. Aún así, la dirección ha decidido seguir
adelante, para lo cual se requiere del aplauso de la
asamblea. Y aplaude la asamblea. La obra gruesa está
acabada, por ahora el principal objetivo es lograr que los
festejos sigan en manos de los que no saben (lo) que
están festejando y todo el mundo vea en ello otra
consecuencia inevitable en un mundo plagado de
consecuencias inevitables. Como en toda primavera,
las hojas que brotan lo hacen con el mismo tipo
de inocencia que los jóvenes repartiendo volantes
en los semáforos de las grandes avenidas. Son una
especie de alegría pasajera como todo sentimiento
de este tipo que se precie. Esto, que parece un
comentario al pasar de algún cuadro de
cienfuegos, tiene, a su vez, por paradójico
que parezca, aplicaciones prácticas que
algún día darán sus frutos, basta con leer
los diarios de derecha para despotricar
después con orgullo en contra de los
diarios de derecha, el hecho de que
los nombres no coincidan en este caso
con los objetos, tiene tanto que ver con el clima
como el clima tiene que ver con las palabras.

17
LA DERROTA

La visita al museo concluye delante de


una estatua, un enorme montón de tela reunida bajo el nombre
de una calle del centro de Santiago. Está amontonada
como si se la hubieran arrancado a un infinito número
de gente que la hubiera tenido puesta, ropa que apelotonada
en el medio de un museo perdido aquí en el midwest

ofrece lo mejor de sí. La ropa está desnuda, sentencia


mi hija mayor que entiende mejor que uno mismo
esto de andar presenciando con desconfianza
lo que sólo se puede mirar por vez primera:

después ya sólo el comentario, mirar la hora,


volver como si tuviéramos que volver.

18
ENCENDÍ UN CIGARRILLO Y MIRÉ A MÍ ALREDEDOR CON
LA ESPERANZA DE ENCONTRAR UN ROSTRO CONOCIDO.
PERO NO TUVE SUERTE. LOS CLIENTES PARECÍAN
EXTRAS DE UNA MALA PELÍCULA DE PRESIDIARIOS A LOS
QUE NADIE DEJARÍA AL CUIDADO DE UNA MONEDA DE
CIEN PESOS.

No lo hubiera imaginado nunca.


Pero tampoco es que sea una
sorpresa. A lo mejor no lo
entendiste. Si quisiera

algún consejo ya te lo
hubiera dicho. De vez
en cuando es mejor

que las cosas se calmen


primero. Queda mucho
todavía. Y no traje
nada para cambiarme:

sin embargo no hace


falta que vuelvas a
repetírmelo.

Sin embargo no hace falta


que vuelvas a
repetírmelo.

19
QUE INACABABLE EMPIEZA

El mar se demuestra pero nadando.


Los granjeros de la zona, al hacer la
cosecha del maíz, tienen que tener cuidado
de no electrocutarse con los cables del tendido
eléctrico, derribados durante el último tornado.
Al subirse a sus tractores comprados con un largo
crédito que terminarán de pagar sus hijos, no debieran

estar tocando el suelo. Las estadísticas dicen


que después de una tormenta los índices de
accidentes laborales se incrementan en un
doscientos por ciento, lo que da una cifra
anual de un catorce por ciento acumulado
en las últimas dos décadas. Las razones

(dicen los que saben) se pueden atribuir


al aumento de la actividad meteorológica
debido fundamentalmente a la deforestación
de vastas zonas del área norte y a que las
cosechas, sobreexplotadas por los biocombustibles,
son cada vez más difíciles de cubrir por un sólo
operario encargado de una cantidad creciente de
acres. Como los cultivos orgánicos demandan

al menos dos o tres años manteniendo intacta la tierra,


durante ese tiempo el pequeño propietario no recibe
ninguna entrada, cero ingreso, lo que le significaría
sobre endeudarse por echarse el destino del planeta
sobre los hombros. Sus dos hijas salen a jugar al patio
y él se pone a pensar en cuando sean grandes, en la

20
universidad, en crecerlas. Hace cálculos, ve venir
los años, una de ellas vuelve con un pájaro entre las
manos: tiene un ala medio rota, pero quizás tal vez
se salve. Y cuando lo llevan adentro, cuando lo
comienzan a cuidar, las niñas vuelven con sus hijos,

se sientan a conversar con el abuelo que puede que


otra vez les repita esa historia sabida de memoria
en las sobremesas de la familia, de cuando era joven
y le gustaba nadar y un día llevó muy lejos a la abuela,
hasta las playas de North Carolina para que ella conociera el mar
y se decidiera por fin a casarse con un joven granjero del interior
que recién había heredado un pedazo de la tierra y ni siquiera
sabía como se arreglan los tractores, para que ella conociera
el mar y le tuviera el mismo respeto que le tienen los marinos
que nunca han sabido nadar ni tampoco necesitan aprender
porque el mar no se explica ni se demuestra sino es con un par
de estas palabras que lo miran desde el muelle golpear el muelle,
da lo mismo que suba o que baje la marea los botes amarrados
sólo esperan que amanezca para seguir estando amarrados.

21
DESPUÉS DE ESO ABANDONAMOS EL CINE
SIN QUE NADIE NOS VIERA SALIR

Pero puedo dar fe


de que esas fueron sus

últimas palabras.
Tiempo atrás

había dicho
algo parecido

como si estuviera
citando a algún

personaje que
yo debiera

conocer,
un dato

que no
cambiaría

el rumbo
de la rueda

de su fortuna
ni el hecho

de haber
dejado

22
la historia
cuando el

culpable
estaba a

punto de
confesar

después de
haber sido

sometido
a una larga

lista de
apremios

ilegítimos
(lo que en

nada modifica
los hechos,

sino a lo sumo
lo que ellos

signifiquen.

23
DOÑA INÉS DE SUÁREZ YA NO EXISTE

Un suero metodológicamente administrado


en la boca de enfermos terminales y
enfermeras tan complacientes

como dejaditas de la mano de dios:


universos que no van más allá de la
puerta batiente, a partir de la cual

los hechos tienen varias versiones,


todas ellas verdaderas: de paseo
he constatado en primera

persona el abandono en que


yace dama tan ilustre, y cual
caballero, me he ofrecido (

a nombre de todos, a costa


de un nuevo paréntesis
abierto: a quemarme las

mejillas y recibir después


la bendición de nuestros
enemigos a usanza de

lo que nuestros profesores


repitieran hasta el cansancio
en el baño de los colegios

de una clase media que


insistía en salir de vacaciones

24
al valneario incomparable de bentanas:

los mozos nos llaman


con nuestro nombre
y se atreven a

cargarnos hasta
la puerta de un
taxi estacionado

en la noche y
las ruedas encima
de la vereda,

la tarifa es
cuestión de
minutos,

una negociación
que no necesita
tornarse violenta

si el juego está
empatado de
antemano:

el trabajo ennoblece
al hombre a los ojos
de dios, aunque sea

el trabajo de soportar
la conversación
interminable de

cierto tipo de
habitués, devenidos
en amistades

25
a falta de un nombre
mejor para lo que va
quedando de la noche

(pero henos aquí, mi socio


de vuelta en esta mesa
arreglándolo todo en día de

semana, teniendo que esperar


a que pase el último colectivo
con rumbo de cualquier

manera incierto y rogarle que


nos lleve de vuelta otra vez
hasta el hogar, hasta la

historia –que escrita


así con minúsculas
y apretujada entre los

pasajeros del móvil, abre la ventana


para que entre un poco de ese aire en
el clima enrarecido del asiento posterior

y el viento le golpee el rostro con la fuerza


de lo que está por suceder y nuestra única tragedia
sea que podamos evitarlo pero no queramos evitarlo.

Pídase la otra pues compadre.

26
MIRABA EL RÍO DESDE UNO DE LOS PUENTES
QUE LO CRUZAN. Y NO PENSABA EN NADA

I.-

Una mujer ha descubierto el otoño.


Para ordenar las palabras
como hojas esparcidas por el suelo.

II.-

Una mujer ha descubierto el otoño.


Lo lleva sobre sus espaldas como los
cargadores de avenida la paz: soportan

el peso del mundo sobre los hombros


(y las cajas infinitas de la fruta
pudriéndose y perdiéndose

en las mismas aceras del siquiátrico


y del cementerio.

III.-

Una mujer ha descubierto el otoño.


La transfiguración de la noche
pone de manifiesto el afán de componer
de espaldas a la realidad pero de

cara a los transeúntes

27
que vienen en sentido contrario
por las mismas aceras de avenida
la paz: allí donde se hicieron

los funerales vigilados del poeta.

28
LE PEDÍ QUE SE QUEDARA. ME PREGUNTÓ QUÉ
IBA A PASAR. LUEGO SE SENTÓ Y ENCENDIÓ
UN CIGARRILLO (ELLA NO FUMA)

No se ama a una mujer sin amarla,


no se la confunde con la falta de sueño

y una noche más en vela: no se le


arranca el vestido por si acaso,

a ver si los astros azules –a lo lejos


justifican haber perdido tanto

el lugar como el espacio:


mitologías aparte,

el uso de la voz
pasa por haberla

compartido,
los frutos de

la tierra
piden

más de una
boca, el

vino, sin ir
más lejos

no tiene gracia

29
si no tiene un

plato que lo adobe,


los viejos

hubieran preferido sus


buenas carbonadas,

tallarines derramándose
en los manteles como

señales de buena salud.


Preparados por las mujeres

que ahora pueden ser amadas


desvestidas como siempre
aunque se hayan desvestido

y los hijos ya paridos


de antemano.

30
COMO SI NO QUISIERA QUE LA ESCUCHARA
DIJO ALGO SOBRE EL JARDÍN

En la pantalla se suceden los personajes


pero continúa siempre la misma trama
(nadie diría que esto es lindo, ninguna de

las muchachas ubicadas en las filas posteriores


y como de costumbre bien acompañadas
confesará su preferencia por este corpus

pero qué importa: los personajes no se


dirigen a la platea ni tampoco se han
percatado de la cámara: removida

la cuarta pared de la habitación


donde giran la mayoría de sus
problemas no queda sino el

naturalismo

que observamos con la


paciencia del entomólogo
y un peso en la conciencia

que aspira a reemplazar


a la conciencia.

31
NO QUERÍA SALIR DE NOCHE

Una vez nos juntamos a celebrar


los cien años de Pessoa; a cada cual
le correspondía un heterónimo,
a mí me tocó en suerte Álvaro de
Campos, ingeniero y cosmopolita,
desenfadadamente maricón, según
contaba Ofelia. La casa era una
de esas antiguas casas señoriales
donde hubiéramos tenido que entrar
por la puerta de servicio. Ni el vino
ni las velas nos salvaron del invierno,
a punto de partir como nosotros: fue,
sin embargo, la última noche que hizo frío.

32
Y SORPRENDER LUEGO A LOS JUGADORES DEL DÍA

Con un certificado de buena conducta que no me


haría ni los haría más felices ni sirve para terminar con
la única sospecha que se cierne sobre nosotros,

esa según la cual asistimos de brazos cruzados


a la historia como si la varita mágica estuviera en
nuestras manos, la misma con la que pretendían

gobernar en fantasilandia, pero sin bajarse a vomitar


(aunque todos se bajaron vomitando) de la única montaña
rusa que funcionaba de verdad. Con la mirada

puesta en el espejo retrovisor y descifrar así el verdadero


nombre de las ambulancias: con las alas cerradas
porque un ángel de espaldas a la historia

ha caído víctima de un viento inexorable


y el encargado de ponerlo frente a nosotros
se ha dedicado menos a la geometría

que a la reproducción detallada del progreso:


la acumulación en tiempos de escasez
como una forma de contribuir

a la profecía autocumplida del desabastecimiento


y la mala costumbre de reemplazar la historia
con nuestra historia, de recordarlo todo

como si fuera una despedida, como si hubiéramos


sabido de antemano que de verdad tendríamos que

33
despedirnos tanto del sol como del reflejo del sol,

la última posibilidad que tuvimos de abrigarnos


con ropa y abrigo que fueran nuestros como eran
nuestros el aire que respirábamos y también

el que dejamos de respirar.

34
LOS TÚNELES MORADOS

Esta fue nuestra playa girón.


Por esto nos recordarán
aunque no paguemos
ni hayamos pagado nuestras
cuotas revolucionarias. La épica
de lograr cazar un taxi (ya se nos
pasó hace rato la última de las micros

es, a fin de cuentas, nuestro orgullo.


Nuestro único orgullo, una última
elegancia. Hemos compuesto
los himnos pertinentes,

incluso podemos exhibir


las necesarias divisiones
entre nosotros, después

de la batalla, todos quisieron


ser generales. Pero los soldados,
los que fusil en ristre, los
que a bayoneta calada:

desperdigados por el mundo,


añorando esas noches del nuevo
congreso, donde planeamos
el asalto a los palacios

de un invierno que
para nosotros siempre
se tradujo en carpetas

35
bajo el brazo,

en tratar de cruzar la
próxima calle: algunos
están por llegar, otros

(armados de una ardiente paciencia)

algún día llegaremos.

36
EL APRENDIZ DE RIMAS
(still life)

I.-

El cuerpo humano de una mujer


calza con el cuerpo humano de un
hombre y el rostro de un hombre

enmarcado en un cuadro decimonónico


mirando a los visitantes que hipotéticamente
se detengan a contemplarlo como parte de

las actividades de esparcimiento que a fines del


siglo veinte son capaces de costearse en una sociedad
postindustrial y lo suficientemente democrática

como para que el abuelo de todos ellos departiera


con el pintor y su paisaje pero igual no esté en el
cuadro: la división de una ciudad

de acuerdo a la programación televisiva, donde un testigo


debiera dar cuenta de la forma en que ve la realidad
(e incluso también de la realidad) sin por ello tener que

avergonzarse. No se avergonzaron los emisarios de la


corona, de cualquier corona, cuando leyeron en perfecto
español: un edicto que declaraba aquellas tierras como

parte del botín, ante un auditorio taino e ignorante,


a dios gracias, de la gramática de nebrija, lo cual
les costaría no sólo las tierras en cuestión, sino

37
también tener que cargar con las ruinas, con tomos
infinitos escritos por los arqueólogos de un futuro
donde la única imitación de las ruinas

son un par de frutas sobre una bandeja,


como un dios menor la naturaleza ha muerto
retratada en la quietud de su agonía.

II.-

La única superstición posible es aquella que nos


previene de las manchas de sol durante el embarazo.
De ahí que la piel sea como una forma de contemplar
el pasado, un recuerdo indiscutible que salta a la vista
de familiares y de amigos que no pueden eludir en los

comentarios elogiosos de la recién venida al mundo.


Ni las higueras en la noche de san juan, ni la vuelta a
la manzana en año nuevo, ni ponerse en cuatro patas
a las puertas de una repartición ministerial: las prebendas

no caen de maduras en el árbol de la ciencia ni tampoco


en el de la sabiduría, más bien hay que remecerlos y
subirse como una temporera sobre las ramas (para
compartir los intereses de la nueva clase empresarial

que mis compañeros de clase media y santiaguina


han llevado hasta sus últimas consecuencias, hay
quien ha señalado la inequívoca relación entre la filosofía
cartesiana y la solución final implementada en los campos

de concentración judía, que también son los campos de

38
concentración donde enjaularon a pound para que escribiera
los cantos pisanos de memoria que también son los campos de
concentración en que nos pusieron a escribir y a otros muchos
los pusieron a tener familia

(la corriente aplicada en los genitales

no ha sido ningún impedimento.

39
Este libro fue escrito, en gran medida, gracias a la colaboración
de Damaris P., matancera de origen y cubana de adopción.
A ella, entonces, quede dedicado.
Aun cuando, como he dicho por ahí, le deba mucho más que un libro.

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Índice

El más paciente 5

Homo Saccer 8

Incurable 10

Domingo por la tarde 12

No se equivocaban los maestros 13

Poema de apremios y concesiones 15

Clase 16

Encendí un cigarrillo y miré a mi alrededor con la esperanza de


encontrar un rostro conocido. Pero no tuve suerte. Los clientes
parecían extras de una mala película de presidiarios a los que
nadie dejaría al cuidado de una moneda de cien pesos 17

La derrota 18

Encendí un cigarrillo y miré a mi alrededor con la esperanza de


encontrar un rostro conocido. Pero no tuve suerte. Los clientes
parecían extras de una mala película de presidiarios a los que
nadie dejaría al cuidado de una moneda de cien pesos 19

Que inacabable limpieza 20

Después de eso abandonamos el cine sin que nadie nos viera salir 22

Doña Inés de Suárez ya no existe 24

41
Miraba el río desde uno de los puentes que lo cruzan.
Y no pensaba en nada 27

Le pedí que se quedara. Me preguntó qué iba a pasar.


Luego se sentó y encendió un cigarrillo (ella no fuma) 29

Como si no quisiera que la escuchara dijo algo sobre el jardín 31

No quería salir de noche 32

Y sorprender luego a los jugadores del día 33

Los túneles morados 35

El aprendiz de rimas 37

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ALFABETO PARA NADIE
se terminó de imprimir en el mes de
Diciembre del año 2007

Este libro fue hecho a mano y en su


composición se utilizaron tipografías:
Californian FB y Goudy Old Style.
Impreso en papeles: Bond auesado de 80
gramos y Cartulina Murillo de 120
gramos.

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