Nuevamente nuestro pas acapar la atencin por un suceso trgico.

El hallazgo de fosas
clandestinas en Iguala, Guerrero, ha tenido un impacto similar a aquel hecho de 1968. Esta vez
adjudicado a bandas del crimen organizado. Con el agravante de su vinculacin a las autoridades
de aquel municipio.
Todo comenz un 26 de septiembre cuando jvenes normalistas fueron atacados sin piedad por
los que se hacan llamar policas municipales, aquella accin haba dejado seis muertos y 25
heridos, adems de 43 desaparecidos, a partir de aqu se empieza a cuestionar el Por qu quienes
estn para salvaguardar nuestra integridad estn vinculados con el supuesto crimen organizado?
Por qu un gobierno que nos prometi justicia, paz y tranquilidad nos da lo contrario? Cmo es
posible que un alcalde pueda dar rdenes de matar a unos estudiantes por su libre expresin?
La opinin pblica nacional e internacional reaccion ante la evidente violacin masiva de
derechos humanos a manos de actores subnacionales ilegales y gubernamentales. El caso de
Iguala puede estar claramente enmarcado como un delito de lesa humanidad porque hubo
responsabilidad de funcionarios pblicos, tambin conocimiento previo de autoridades locales y
federales respecto a la presunta responsabilidad delictiva del alcalde y porque no se tomaron
acciones preventivas para evitar esta masacre que tuvo como vctimas a un grupo de jvenes
estudiantes.
Mxico est de luto, pero tambin est en un despertar humanitario cansado de sangre,
impunidad, corrupcin y por supuesto miedo.
Esta fue la gota que derramo el vaso para muchos, ya que desde hace un mes escuelas
universidades y ciudadanos se han unido con los familiares de los desaparecidos, reclamando que
el gobierno los regrese con vida, alzando la voz por aquellos que a un siguen con miedo, gritando
desde lo mas profundo de su ser Ya basta, estamos cansados
Nos encontramos, ciertamente, ante una crisis que ha puesto en tensin no slo a nuestras
instituciones, sino a nuestra misma supervivencia como nacin civilizada.