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Wittgenstein y Carnap
Wittgenstein, L., Tractatus Logico-philosophicus
4.1 Una proposición representa la existencia y no existencia de los hechos atómicos.
4.11 La totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural total (o la totalidad de las ciencias naturales).
4.111 La filosofía no es una de las ciencias naturales.
(La palabra «filosofía» debe significar algo que esté sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales.)
4.112 El objeto de la filosofía es la aclaración lógica del pensamiento.
Filosofía no es una teoría, sino una actividad.
Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones.
El resultado de la filosofía no son «proposiciones filosóficas», sino el esclarecerse de las proposiciones.
La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos.
Carnap, R., La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, 1
Un lenguaje consta de un vocabulario y una sintaxis, es decir, de una colección de palabras que tienen una significación, y de reglas de la formación de las proposiciones; esas reglas indican cómo se pueden formar las proposiciones con las diversas clases de palabras. Según eso, hay dos clases de seudoproposiciones: o contiene la proposición una palabra de la cual erróneamente se ha supuesto que tiene un significado, o las palabras que entran tienen significado, pero están dispuestas en una manera opuesta a la sintaxis, de suerte que no llegan a formar un sentido completo (…)
6. Hemos visto antes que el sentido de una proposición descansa en el método de su verificación. Una proposición afirma únicamente lo que es verificable con respecto a ella. Por lo tanto, una proposición, si de hecho afirma algo, puede únicamente afirmar un hecho empírico. Algo que, en principio, esté más allá de lo experimentable, no podrá ni ser afirmado, ni pensado, ni preguntado.
Las proposiciones con sentido se dividen en las siguientes clases: en primer lugar se dan las proposiciones que, en virtud de su sola forma, son ya verdaderas (“tautologías”, según Wittgenstein; corresponden aproximadamente a los “juicios analíticos” de Kant); no dicen nada sobre la realidad. A esa clase pertenecen las fórmulas de la lógica y de la matemática; no son ellas mismas proposiciones o aserciones sobre realidad, sino que sirven para la transformación de dichas aserciones. En segundo lugar se dan las negaciones de esas proposiciones (contradicciones): son contradictorias en sí mismas; por lo tanto, en virtud de su forma, falsas.
Para las restantes proposiciones, la decisión sobre su verdad o su falsedad está en las proposiciones de protocolo; son, pues (verdaderas o falsas), proposiciones de experiencia o empíricas y pertenecen al dominio de la ciencia empírica. Una proposición que se quiera formar sin que pertenezca a ninguna de esas clases, resultará automáticamente sin sentido. Como la metafísica no quiere ni asentar proposiciones analíticas ni ir a parar al dominio de la ciencia empírica, se ve obligada, o a emplear palabras para las cuales no se indica ningún criterio, y que, por lo mismo, están vacías de sentido; o a combinar palabras que tienen sentido, de tal manera que no resulte ni una proposición analítica (o contradictoria) ni una proposición empírica. En ambos casos, el resultado inevitable son seudoproposiciones.
El análisis lógico pronuncia, pues, el veredicto sobre la carencia de sentido de todo presunto conocimiento que pretenda ir por encima o por detrás de la experiencia (…)
Pero, entonces, ¿qué le queda a la filosofía, si todas las proposiciones que afirman algo son de naturaleza empírica y pertenecen a la ciencia de lo fáctico? Lo que queda no son proposiciones ni ninguna teoría o sistema, sino tan sólo un método, a saber, el del análisis lógico. En la precedente exposición hemos ilustrado el uso, en su aspecto negativo, de ese método; sirve para eliminar las palabras sin significación, l
Wittgenstein y Carnap
Wittgenstein, L., Tractatus Logico-philosophicus
4.1 Una proposición representa la existencia y no existencia de los hechos atómicos.
4.11 La totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural total (o la totalidad de las ciencias naturales).
4.111 La filosofía no es una de las ciencias naturales.
(La palabra «filosofía» debe significar algo que esté sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales.)
4.112 El objeto de la filosofía es la aclaración lógica del pensamiento.
Filosofía no es una teoría, sino una actividad.
Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones.
El resultado de la filosofía no son «proposiciones filosóficas», sino el esclarecerse de las proposiciones.
La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos.
Carnap, R., La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, 1
Un lenguaje consta de un vocabulario y una sintaxis, es decir, de una colección de palabras que tienen una significación, y de reglas de la formación de las proposiciones; esas reglas indican cómo se pueden formar las proposiciones con las diversas clases de palabras. Según eso, hay dos clases de seudoproposiciones: o contiene la proposición una palabra de la cual erróneamente se ha supuesto que tiene un significado, o las palabras que entran tienen significado, pero están dispuestas en una manera opuesta a la sintaxis, de suerte que no llegan a formar un sentido completo (…)
6. Hemos visto antes que el sentido de una proposición descansa en el método de su verificación. Una proposición afirma únicamente lo que es verificable con respecto a ella. Por lo tanto, una proposición, si de hecho afirma algo, puede únicamente afirmar un hecho empírico. Algo que, en principio, esté más allá de lo experimentable, no podrá ni ser afirmado, ni pensado, ni preguntado.
Las proposiciones con sentido se dividen en las siguientes clases: en primer lugar se dan las proposiciones que, en virtud de su sola forma, son ya verdaderas (“tautologías”, según Wittgenstein; corresponden aproximadamente a los “juicios analíticos” de Kant); no dicen nada sobre la realidad. A esa clase pertenecen las fórmulas de la lógica y de la matemática; no son ellas mismas proposiciones o aserciones sobre realidad, sino que sirven para la transformación de dichas aserciones. En segundo lugar se dan las negaciones de esas proposiciones (contradicciones): son contradictorias en sí mismas; por lo tanto, en virtud de su forma, falsas.
Para las restantes proposiciones, la decisión sobre su verdad o su falsedad está en las proposiciones de protocolo; son, pues (verdaderas o falsas), proposiciones de experiencia o empíricas y pertenecen al dominio de la ciencia empírica. Una proposición que se quiera formar sin que pertenezca a ninguna de esas clases, resultará automáticamente sin sentido. Como la metafísica no quiere ni asentar proposiciones analíticas ni ir a parar al dominio de la ciencia empírica, se ve obligada, o a emplear palabras para las cuales no se indica ningún criterio, y que, por lo mismo, están vacías de sentido; o a combinar palabras que tienen sentido, de tal manera que no resulte ni una proposición analítica (o contradictoria) ni una proposición empírica. En ambos casos, el resultado inevitable son seudoproposiciones.
El análisis lógico pronuncia, pues, el veredicto sobre la carencia de sentido de todo presunto conocimiento que pretenda ir por encima o por detrás de la experiencia (…)
Pero, entonces, ¿qué le queda a la filosofía, si todas las proposiciones que afirman algo son de naturaleza empírica y pertenecen a la ciencia de lo fáctico? Lo que queda no son proposiciones ni ninguna teoría o sistema, sino tan sólo un método, a saber, el del análisis lógico. En la precedente exposición hemos ilustrado el uso, en su aspecto negativo, de ese método; sirve para eliminar las palabras sin significación, l
Wittgenstein y Carnap
Wittgenstein, L., Tractatus Logico-philosophicus
4.1 Una proposición representa la existencia y no existencia de los hechos atómicos.
4.11 La totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural total (o la totalidad de las ciencias naturales).
4.111 La filosofía no es una de las ciencias naturales.
(La palabra «filosofía» debe significar algo que esté sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales.)
4.112 El objeto de la filosofía es la aclaración lógica del pensamiento.
Filosofía no es una teoría, sino una actividad.
Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones.
El resultado de la filosofía no son «proposiciones filosóficas», sino el esclarecerse de las proposiciones.
La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos.
Carnap, R., La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, 1
Un lenguaje consta de un vocabulario y una sintaxis, es decir, de una colección de palabras que tienen una significación, y de reglas de la formación de las proposiciones; esas reglas indican cómo se pueden formar las proposiciones con las diversas clases de palabras. Según eso, hay dos clases de seudoproposiciones: o contiene la proposición una palabra de la cual erróneamente se ha supuesto que tiene un significado, o las palabras que entran tienen significado, pero están dispuestas en una manera opuesta a la sintaxis, de suerte que no llegan a formar un sentido completo (…)
6. Hemos visto antes que el sentido de una proposición descansa en el método de su verificación. Una proposición afirma únicamente lo que es verificable con respecto a ella. Por lo tanto, una proposición, si de hecho afirma algo, puede únicamente afirmar un hecho empírico. Algo que, en principio, esté más allá de lo experimentable, no podrá ni ser afirmado, ni pensado, ni preguntado.
Las proposiciones con sentido se dividen en las siguientes clases: en primer lugar se dan las proposiciones que, en virtud de su sola forma, son ya verdaderas (“tautologías”, según Wittgenstein; corresponden aproximadamente a los “juicios analíticos” de Kant); no dicen nada sobre la realidad. A esa clase pertenecen las fórmulas de la lógica y de la matemática; no son ellas mismas proposiciones o aserciones sobre realidad, sino que sirven para la transformación de dichas aserciones. En segundo lugar se dan las negaciones de esas proposiciones (contradicciones): son contradictorias en sí mismas; por lo tanto, en virtud de su forma, falsas.
Para las restantes proposiciones, la decisión sobre su verdad o su falsedad está en las proposiciones de protocolo; son, pues (verdaderas o falsas), proposiciones de experiencia o empíricas y pertenecen al dominio de la ciencia empírica. Una proposición que se quiera formar sin que pertenezca a ninguna de esas clases, resultará automáticamente sin sentido. Como la metafísica no quiere ni asentar proposiciones analíticas ni ir a parar al dominio de la ciencia empírica, se ve obligada, o a emplear palabras para las cuales no se indica ningún criterio, y que, por lo mismo, están vacías de sentido; o a combinar palabras que tienen sentido, de tal manera que no resulte ni una proposición analítica (o contradictoria) ni una proposición empírica. En ambos casos, el resultado inevitable son seudoproposiciones.
El análisis lógico pronuncia, pues, el veredicto sobre la carencia de sentido de todo presunto conocimiento que pretenda ir por encima o por detrás de la experiencia (…)
Pero, entonces, ¿qué le queda a la filosofía, si todas las proposiciones que afirman algo son de naturaleza empírica y pertenecen a la ciencia de lo fáctico? Lo que queda no son proposiciones ni ninguna teoría o sistema, sino tan sólo un método, a saber, el del análisis lógico. En la precedente exposición hemos ilustrado el uso, en su aspecto negativo, de ese método; sirve para eliminar las palabras sin significación, l