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aaNnane 0 MEGAESTRUCTURAS Reyner Banham El ya citado briténico Reyner Banham, redactor de (a revista Architectural Review y miembxo del Inde pendent Group, se converte a lo largo de los aos seenta en el critica de arquitectura mas convencido, defensor » promotor de tas corrientes de alta tecnologia en arguitectura, al unisono con la presentacin de las nuevas ideas del grupo Archigram. A pesar de gue ya han aparecido las primeras criticas a ta ortadoxia de la arquitectura y al urbanismo ‘modernos, Banham publica en 1960 su libro més caracteristico, convertido ya en wn texto cldsico: Teoria y diseiio en la era de la maquina, Banham continia la tradiciin de (a critica operativa del Movimiento Moderno, ejemplificada por Sigfried Giedion, arrancando de la influencia del pensamiento postivista de finales del sigio XIX, sobre todo Auguste Choisy y de la formulaciin tardo-beaux-arts de Julien Guadet Textos posteriores continian desarroliando esta linea. Desde La arquitectuta del entorno bien cli- ‘matizado (1969) hasta La Adlantida de hormigén. Edificios industriales de los Estados Unidos ¥ arquitectura moderna europea 1900-1925 (1545). En cambio, en el libro del que reproducimos algunos fiagmentos —Megaestructuras— Banham acepta las criticas divigidas a la propuesta megaestructural que 4 finales de los aio sesenta y principios de los setenta se propone en el campo dela arquitectura de alta teenologia. Reyer Banham (1922-1968). Megaestructures, ediciin espaiola, Megaestructuras. Futuro urbano del pasado reciente. ed. Gustavo Gili. Barcelona, 1978. Si nos remitimos @ los diccionarios clasicos, es probable que el significado puramente léxico de megaestructura sea tan obstinadamente ¢o- rrecto y fastidiosamente fil como el propuesto por Cook y Klotz, a saber: imegaestrucura: Una masa arquitectonica colosal, aa superescala y de unidades mukiples. Esta claro que el concepto tiene mas niveles de «significaciény que éste, incluso en el sen~ tido puramente técnico, habitual en los est dios lingiifsticos. Mas que luego, unos cuatro 0 mis tarde, se volveria familiar hasta el abu- rrimiento en ka televisién britanica: un perple- jo jubilado pascando desconcertade por la tundra de ladritlo pulverizado que habia sus tituido a una zona familiar del centro de la ciudad, destruida para despejar el solar y per mitir el tipo de «urbanizacién global» que posibilité tantas pseudo-megaestructuras bri- tinicas. Sin embargo, su acometida aiin no se dirigia a las megaestructuras, sino a la clase de «mentalidad arrasadora» que estaba desa- rraigando muchisimas zonas urbanas antiguas, sin preocupatse por lo que vendria a susti= ‘uirlas, st LA cRISIS DE LA MoDERNIDAD Seguia Inego explicando en qué consistiria probablemente tal susticucién, y entonees la ‘megaestructura recibia de Hleno la estocada del segundo filo, al ser atacada no sélo por aque- lo que era, sino también por las pretensiones uelectuales de sus componentes: Ja siguiente generacin de arquitecto-planities dores nos depara algo mejor. \ mediados de los ais sesenta, sus componentes asistieron a escuelas ddecoradas con posters del Captain Marvel y de Su- perman y con enormes ampliaciones forograficas de haves espaciales. Ahora eseriben la evtica arquitec tenica que domina en Inglaterra, con una asombro- sa-mezcla de drida jerga téeniea y lenguaje de la cultura sofisticada, que hubiera servido a George ‘Orwell para una leceidn prictica. Un pastiche —no tuna patodia— de este estilo daria algo como esto: «Cambios paramétricos en las posibilidades tecno logicas, despediidos cual polvo radiactivo por obje- tivos orientados hacia la defensa, erean formas apro- piadas para los deseos de la era espacial y avivan las potencialidades para las alucindgemas cultaras audiovisuales que a fa larga hacen estallar la menteo, Si alguien cree que se trata de una broma, ya puede empezar a leer las revistas de arquitectura para descubrir qué es Jo que le espera, La nueva ieneracion se dedica a preparar megaestructuras, Las megaestructuras son diffeiles de describ, hay gue verlas, pero fundamentalmente son. como todo To que, com aspiracidn unitaria e inusitada enver- sadura, se constrayé en 1967 para la Expo de Mon teal, Son autodestructoras (importante palabra) y aautorrenovadoras, por medio de gigantescas miq fnas que cn su interior se mueven perpetuamente arriba y abajo, controladas finalmente por gigan- tescas computadoras ‘Tras un trabajo de demolicién tan preciso y bien observado como éste, Hall casi no ne- cesitaba recuerir a la clisiea pulla brit contra todos los arquitectos modernos —«Sus dlsciiadores todavia querrin vivir, desde lue- go, en los escasos residuos del Londres vieto- tiano..»—, aunque también aqui esté muy bien informado, ya que todos aquellos cuyo estilo prosisico es identifieable en la imitacion anterior (incluido yo, que acuié la expresin light-and-sound clare) vivian efectivamente, por quel entonces, en fincas construidas antes de 1910. Pero Hall pado haber reconocide que nuestro fastidio ante las insuficiencias de tales fincas y su infraestructura victoriana de servi- cios en pésimo funcionamiento, era un pode- roso motivo subyacente a la demanda de me- jora tecnoldgica que infundié vigor a tantas ideas megaestructurales A primera vista, se hubiese podido esperar que una critica como la de Peter Hall viniera de Ia izquierda comprometida, pero ésta ain tardaria mucho en llegar, y las razones de la tardanza de esta respuesta han de buscarse en las tradiciones y contradicciones internas del ‘mismo pensamiento de izquierdas. A pesar de algunas especulaciones sobre Ia vivienda a pe- quefia escala en las fincas del campo, que acre- ditados miembros del Partido Comunista de Gran Bretaia formularon a principios de los afios cincuenta, las tradiciones de la izquierda ‘se han preocupado cada vez mas por la vivien- da a la mixima escala posible. En los Estados Uniclos, por ejemplo, los su pervivientes de la Vieja Izquierda posteriores a McCarthy, sus simpatizantes liberales y, so- bre todo, los grandes constructores politicos de estilo liberal, como Robert Moses en Nueva York 0 Clark Kerr en Berkeley, parecen ha- berse comprometide efectivamente con el gi- gantismo urbano y la planificacién interesta- tal, Tomaron al Tennessee Valley Authority por su beau idéal y estudiaron, en «multiversi- dades», los problemas de Ja «megalépolisy, para la que propusicron una legislacién, que dio paso a los programas de renovacién urba- nna y a los proyectos de iransito masivo que habjan de servir de circunseripeién legal y fir nanciera para las megaestructuras de los dise- adores urbanos. En Gran Bretafa, el Partido Laborista no silo era el «partido de las masas», sino que a ‘mediados de los afios sesemta también se habia comprometido con la «candencia de la tecno- logia». En la practica, su compromiso con la renovacién urbana a gran escala duré mis tiempo, remontandose a las agitaciones por de- molicién de barrios pobres de los afios veinte y treinta, y pricticamente cualquier edificio de tipo megaestructural dependid en Gran Breta- fia de poderes para comprar, requisar, conde- nar, construir, reconstruir, financiar y proyec- tar, que Se remontaban hasta una legislacién de inspiracién originalmente socialista En Europa, especialmente en Francia, la pa ranoia sobre la politique pavillomaire (edificios en propiedad) mantuvo tan sélidamente unida aaxuast a la mayoria de la izquierda contra las vivien- das unilamiliares situadas en sus propias pa celas de terreno, que casi automaticamente es- tuvo a favor de los grandisimos proyectos de viviendas populares. Aun sin los ejemplos de planes similares en los paises socialistas de la Europa del Este, su ereencia de que las clases trabajadoras tenian que vivir en nicleos com- pactos y centrales, donde pudieran concentr se y desplegarse de modo conveniente, cual cjéreito politico, cuando ta Revolucién final- mente amaneciera, garantizaba que no tuvie~ ran dificultad alguna en seguir fleles a sus tra diciones fourieristas del phalanstére giganteseo como adecuada morada del obrero. Cuando por fin la izquierda empezé a plan- tear una critica s6lida de la megaestructura, fue con argumentos que seguramente proce dian del neomarxismo de Herbert Marcuse, arguyendo que las libertades permisivas offe- ‘idas por la adaptabilidad y las transitorieda- des internas de la megaestructura eran iluso- rias, pues lo maiximo que implicaban era el legir entre alternativas inamovibles, preseri- tas por los diseiiadores del megasistema, y que por cello estaban tan desprovistas de sentido como la supuesta eleccién del consumidor en- tre los distintos productos que le olrecen los supermercados del sistema capitalista, Que yo sepa, esta critica no procedia de la izquierda establecida y organizada; por el contrario, me fue formulada, de manera bastante apropiada, por estudiantes parisinos disidentes, durante la segunda noche de los éoénements de Mai de 1968, Todavia mas sorprendente es que no eran estudiantes de sociologia 0 de politica, sino de arquitectura. De hecho, era una critica interna que. como toda critica interna, proce dia de arquitectos que pretendfan realizar otro tipo de arquitectura Pues de lo que si puede tacharse a Hall —volviendo brevemente hacia atrés— es de haber pasado por alto que muchos de aquellos ccuyos estilos prosisticos le habian servido para ejercitar su agudeza satirica, habian empeza- do a dudar de la megaestructura y de sus ex- ponentes, Hall hubiera tenido que ser un vo- raz lector para haberlo observado en fecha tan temprana como e] octubre de 1968, pero un acento examen de las piginas de Architectural Design, para poner un ejemplo descollante, le hubiera mostrado que acababa de empezar el reflujo de la marea. Pudo haber encontrado asi una opinién muy eseéptica (la primera im- presa) sobre Cumbernauld, en el niimero de septiembre, y un ataque a la torre de oficinas Shizuoka, de Tange, ya en el nimero de mayo. Aqui, no sélo el mes era significativo, sino tam- bign el autor, ya que se trataba de Giinther tschke, al que hasta entonces muchos ha- n-considerade como el apéstol del metabox Jismo en Europa. Sin embargo, aqui Nitschke atacaba a Tange precisamente a causa de aquellas caracteristicas de creacién de una imagen monumental que hasta entonees habia acreditado su obra a los ojos de tantos megaes- tructuralistas: EI niicleo inico no sélo hace de principal apoyo estructural del edilicio, sino que incorpora los ser vicios; de este modo, la parte de la arquitectura lus sericios— que, como generalmente se da por sentado, tiene la maxima probabilidad de necesita ‘un cambio temprano, queda integrada en la parte ta estructura — que lo mas probable es que perma- rnezea inmutable hasta la demolicién del edificio. El conjunto ¢s una inedmoda fantasia basada en una ppremisa errnca. Mis indicios de que en cierto modo los ja- poneses habian fracasado aparecieron en’ la misma revista, en diciembre de aquel afi, en tun articulo (sin firma) de su director adjunto, Robin Middleton: Podria decirse que el croquis de Arata Isazaki para una ciudad espacial, mis que cualquier otro proyecto, lanzé a los metabolistas japaneses en si ‘camino hacia la farsa... Desde entonces, estudiantes de todo el mundo han ajustado, transformado y de- formado tar eficazmente aquellos prototipes, que al Fin se hace evidente la horrenda naturaleza de las propuestas. No obstante, el croquis de Isozaki pa- recia tener, a pesar de Su cualidad visionaria, un nuevo realismo, que lo hacia mas aplicable que otras nociones utopicas anteriores, Las delgadas torres de hhormigén que servian de soporte y contenian los servicios, estaban unidas por puentes enrejados que volahan agiles y arrogantes por encima de ruinosas columnas déricas. Las columnas represensaban fas Viejas ciudades, los pilones de hormigén las nuevas. Daba la impresién de que las nuevas y asombrosas 'megaciudades se podrian construir muy por encima ‘de las Viejas cindades, evitando todas las desagra- eles complejidades del uso, la propiedad de te- 46 reno y la buroeracia, Se podrian superar eon cle sancia los intereses creades, La sensacién de pérdida y deseneanto aqui seialada, también llama Ja atencién hacia uno de los significados radicales, anti-Establish- ment, de la megaestructura, que no slo los metabolistas lo habian prometido, sino tan ign Yona Friedman: que se podian superar los antiguos dessrdenes y descontentos de las iudades y crearse un mundo nuevo en el cie- lo, purificado de los membra disicta de agotadas y pretéritas civilizaciones de la tierra sobre la que se elevarian. Esa habia sido la promesa; la ejecucion era menos estimulante: Pero al igual que muchas ideas seminal, la me- sgacindad ha resultado inelegante en la practica, Las primeras interpretaciones japonesas son de una pe- sada torpeza... De modo similar, la muy alabada «plataforma de tierra artificial» en Sakaidle, de Ma sato taka, se parece (an poco aun madelo de megaciudad como cualquier otro proyecto de vie vienda construide sobre una losa situada a a alvara del primer piso Vale la pena observar que, hasta aqui, Jas que) fen gran medida estéticas, sobre la inelegancia y la pesada torpeza, mis una algo marginal en el sentido de que aparentemente el metabolismo no podia cumplir lo promet do, que no explica realmente por qué no po= dia, Sin embargo, estas razones ya son esbo- zadas en otro lugar del mismo mimero de Architectural Design. Chris Abel, en un articulo que rompe una primera lanza a favor de las ventajas de la densidad ultra-baja y las «lee ciones de la dispersion», arriesga la siguiente critica de la megaestructura: La Universidad Libre de Berlin se disting por ser, de entre lo que en kx actualidad se halla en construccidn, lo que mas se acerea al coneepto de ‘megaestructura. std ampliamente considerada como un modelo de fs wllexible ciudad del futuro™, Sin embargo, todo cambio permitide por el sistema debe verse severamente fimitado. por la superpesi= con de semejante mezcla de actividades, todas las cuales estin sometidas a fas mismas rest uesta ver c6mo puede renovarse el sistema sin na seria ruptura de su organizacién cohesiva, El ideal subyacente a estas propuiestas puede ponerse de re- lieve mediante una comparacion entre la Plug, 1A CRISIS DE LA MODERNIDAD. Gity de Archigeam y ol Scarborough College de To- ronto (también merecide [sic] como pratotipo de estructura urbana), de John Andrews, Obsérvese una ver mas que Philip Johnson habia enseiiado las cartas al decir que habria megaestructura cuando las empresas constractoras ‘stuvieran preparadas, antes de_pronunciar una sola palabra acerea de la disponibitidad de la gente, Evidentemente, la meguestructura cera un pariente cercano de las altas financas; quienes consideraban inaceptables los conglo- mmerados y las multinacionales tambign encon travian inaceptable la megaestructura. Aque- las megaesttucturas que pudieran alcanzar siquiera la limitada permisividad de Plage ity representarian inversiones masivas en alta tecnologia: por consiguiente los neomarxstas y Tos neoluditas se unirfan para encontrar ina- Ceptable la mogacstructura. Esta, casi por de- finiién, significaria la destruccin o el eclipse die los ambientes urbanos a pequeda escala; ‘guienes acababan de redescubrir la «comuni- dad en los barrios pobres, temerian tanto a la megaestructura como a cualquier otra clase dle programa de renovacién urbana a gran es cala y considerarian que ka gente nunca esta- ria preparada para ello. Pata los hippies, los transfgos de comunas abandonadas, las gue~ rrillas urbanas, los aetiistas sociales, los mar- inados politzados, los panteras negras, los rmoderados sibaritas de clase media y los con servadores hist6ricos, los marcusianos, los radicales de las escuclas de arte y los protago- nistas de la democracia callejera de los érne- iments de Mai, la megaestructura era un simboto casi perfecto de la opresidn del capitalism fi heral. Se a condend casi antes de que taviera Ja posibilidad de prodacirse Como ya dijimos, sélo Paolo Soleti_y sus arcologias sobrevivieron esta desercién_en masa; casi sd: los Habitats de Moshe Sal die y las maicho menos edificables Biotcctures dde Rudolf Docrnach mantuvieron una ascen- dteneia residual mas bien exigia,y las romant- «as visiones de espiculas de jardin ramificado, de forma habitable, por encima de Ia ciudad de Los Angeles y sb rea metropolitan de Glen Small, siguieron siendo aprectados local mente, Pero cuando Justus Dahinden publics Stadstakiren fir Morgen (Estructuras urbanas awnase we para cl faturo) en 1971, ese morgen ya era un. futuro fésil y el libro un involuntario monu- ento conmemorativo de un movimiento mmuuerto y, lo ms conmovedor de todo, el triste bite de los muy amados parecia haber pasa do por alto. Gon Dahinden, la megaestruetura se retira a ta tradicion visionaria de la que habia surgido y esta completamente a tono con los grandes disefios nacidos muertos, como el Whitehall de Inigo Jones 0 el cenotalio para Isaac Newton de Boullée Por mucho que pudiera parecer que Ios ar quiteetos de los sesenta deseaban convencerse de que las megaestructuras «se habian origi nado naturalmente en las ciudades de la his- toria», puede comprobarse historieamente que hunea se construyé ninguna megaestru mnscientemente proyectada como «al, si \erviniera cietta monomania arquitectinica que, proycctando ¥ promoviendo, impulsando ¥y negociando, Hevara la idea a buen puerto. Esto fue cierto desde el principio en Cumber- nauld, en donde Town Gentre es como es, y de la forma que es, casi enteramente gracias fa Ja determinacion de Geoffrey Copeutt en cconseguirlo, por mucho que otras manos cola boraran en el disefo y la ejecueién de los de- talles. Y la determinaciin personal es critica hasta el mismo fin ailtimo que, para los pro- pésitos de este estudio, debe ser en todas los sentidos el Centre Pompidou —anteriormente conocido como Centre Beaubourg— de Paris De hecho, el encaryo y la ejecucidn de este proyecto constituyen un monument a la de- terminacién de mas de un hombre, y es im- probable que una megaestructura como ésta, que en Giertos aspectos es la mis extrema de las construidas, se hubiese podido realizar sin partidarios muy influyentes. Uno de ellos era, efectivamente, €1 hombre mis influyente de Francia, ya que tanto la disponibilidad del solar como la iniciacién del proyeeto derivan directamente de_una serie de esas «interven- ciones presidenciales» que han marcado la re- ciewte historia de li planifieacién urbana de Paris. El nombre del centro recuerda a la pos teridad la citada intervencién, aunque al estar muy unida a la virtual destruceién de toda la zona de Les Halles, es probable que ello no. revierta en absoluto en una reputacién paste: ma del presidente Pompidou. Afdase a ello la determinacion de los arquitectos, Renzo Pis- no y Richard Rogers, que en 1970 ganaron el cconcurso para el proyecto; y la ain mayor de- terminaci6n del ingeniero, Edmund Happold, de Arup and Partners; y la determinacion die rectiva, menos publica pero mucho mas soste- rida, del programmaticin (jmuchisimo més que tun simple edirectivon!) Frangois Lombard, ccuya vinculacién al proyecto se remonta a la redaceién de las bases del concurso; el restil- tado es el tipo de «cuerpo de voluntad» nece sario para crear lo que seguramente ser, una vez terminado, ¢l monumento conmemorativo mayor erigido a las aspiraciones yal estilo de la megaestructura De hecho, las dimensiones del proyecto no son desmesuradas; dimensionalmente, es un no medio entre las megaestructuras cons- truidas: un poco mas largo que Cumbernauld, no tan alto como la Place Bonaventure, por ejemplo. Conceptualmente, es algo menos au- daz que el Fun Palace de Cedrie Price y Joan Littlewood, pues los suelos de los pisos son permanentemente fijos. Sin embargo, todo lo que hay en los pisos es movible, por lo cual se acerca, al menos me te, al carcter ludigue de la Nzo-Babilonia de Constant, No obs ‘ante, en sus usos proputestos es mucho menos formalmente libre © participante de lo que el programa situacionista de Constant hubiera pedico; es mejor considerarlo como un caso extremo de la categoria convencional de édifice polyealent, que tro cul sentido mas 0 menos corrientemente a en Francia, solo que mucho mas Mlexible uso bien atendido. Lo que aumenta su aleance como monumen- to al movimiento que termina, es que sit as- pecto visual sigue siendo archigramatico, En iertos aspectos ahora lo es mis: Ia primera versién, ganadora del coneurso, con esquinas de gran radio en el techo de la casa actistala- da, evoca superficiaimente el estilo de algunos de los dibujos de la «Ciudad inmediatan de Archigram, pero la segunda versién, draistica- mente revisada, que es la que se esti constru- yendo, se acerca mas a Plug-In City en sus estructuras visiblemente abiertas, con com nes, ete., que Las atraviesa nas cen los detalles grificos y en las implicaciones de funcién transitoria ad hoe de los grandiosos sw 1 CRISIS DF La MODERNIDAD dibujos que se realizaron para su presemtaci6n, 1 ellos puede verse un mundo de colores vie vvos, formas agudas, hinchables, artelactos sa- jetados a la estructura, gigantescas pantallas para proyecciones y toda la demas iconografia de diversion y lexibilidad de los viejos buenos tiempos, estilizadamente dibujados y fotomon- tados por miembros del grupo «Crysalis», de obediencia archigramatica, que se desplazd desde Los Angeles para trabajar especilica- mente en este proyecto, en el despacho de Paris, Lo que ya queda claro en el estado de la construccién en ef momento de escribir, es que ¢l edificio terminado se parecer notablemente esos croquis: en realidad, dari una impre~ sidn de megaestructura superior a la que da- ban los croquis, y ello debido a la forma en que han sido tratados los niveles exteriores de la estructura del edificio. Los pisos, inmensos y despejaclos, se apoyan sobre entramados que, en los limites exteriores, cuelgan de los cortos bbrazos de palancas de acero heroicamente es culturales, las cuales se equilibran en torno a las columnas verticales, proyeetando sus lar- gos brazos muy adentro del espacio circunda te, Las extremidades de los largos brazos que- dan estabilizadas y unidas entre si por una armadura exterior de rigstras horizontales y verticales ligeras, aseguradas diagonalmente mediante barras de tensién. Esto no s6lo confiere a las elevaciones una nografia estructural mas rica, sino que tam- bién crea una zona de servicio, en el exterior de Jos pisos principales, que ocupa toda Ia lon- sgitud y la altura de ambos lados del edificio. Dentro y sobre esta armadura y la zona que crea se hallan colgados, casi cual sagradas re- liquias de los suefios de los afios 60, artefactos tan familiares como pasillos y esealeras meci- nicas para peatones, de factura tubular y trans- parente, conductos de colores, tramos de ser- vicios ¥ capsulas de colores igualmente vivos, enas de mecanismos de servicio. El efecto vi sual de estas dos elevaciones tieas en imagenes garantiza que la vista que se percibe desde el Plateau Beaubourg en nombre de George Pom- pidow, sera captada como una megaestructu- ra: supera la prueba decisiva de parecerlo, Este argumento ad visibilia, aun cuando se refiera a las apariencias superficiales, ega al corazin de la cuestion semantica de la megaes- ‘ructura, Sean cuales fueran los significados sociales 0 antisociales, mecanicos o fixncio les, civieos 0 ambientales, profesionales, radi calles 0 conservadores que las megaestructuras hhan acreditado o se les han imputado, éstas son también un cuerpo de imagenes, portado- ras de la clase de significaciones, imprecisas pero intensamente emotivas, que son insepa- rables de las imagenes visuales. Tales signilic caciones no son idénticas para todos los recep- tores; abundan en ellas las ambiatiedades y las redundancias, y los efectos que producen son distintos segiin los individuos, aun dentro de la misma clase general de observadores, ya sean los disenadores urbanos, los aetivistas so- Gales, los abrigados grupos de colegiales que paseaban al aire libre en la Expo'67 de Mon- teal 0 los arquitectos experimentales que, con sus camisas floreadas.y sus distintivos en la solapa, hicieron acto de presencia en la confe- rencia de Folkestone del aio anterior De principio a fin, el presente estudio ha tratado principalmente de la conciencia arqui- tect6nica de la megaestructara; a justo titulo, en mi opinién, pues, fueron arquitectos quie- nes presentaron el concepto y Ia palabra al mundo, y ellos quienes primero la rechazaton. Una de las leeciones de la arquitectura de me= diados del siglo XX es que los tipos de edlificios aparecen y desaparecen prineipalmente a ins- tancias del consenso arquiteetsnico. El aban dono de las viviendas de gran altura, por cjemplo, no se inicié porque los socidlogos las encontraran socialmente inadecuadas, 0 por- que tremendas accidentes las demostraran es- tructuralmente peligrosas: los arquiteetos jOve- nes y perspicaces ya habian optado por una densidad elevada de edificios bajos, aun antes de que tuviera que destruirse Pruitt-Igoe 0 que se hubiera derrumbado Ronan Point. Hechos como éstos sirvieron meramente para co ar lo que ya se habia convertido en saber aceptado entre los vanguardistas de la profe- Lo mismo sucedié con la megaestructura sus peores significaciones, en el fondo, es ron en los ojos de los arquitectos, en ‘casos los mismos arquitectos que habfan pro- clamado mas en voz alta sus virtudes cuando el cancepto todavia era reciente. ALfinal, como ronwen al principio, su significado mas potente es el arquitecténico, captado visualmente por hom- bres dedicados a la mesa de dibujo y al banco de modelaje. Gomo modo de imponer una for~ ma de orden sobre «el caos de nuestras ciuda- des, fue una invencidn de arquitectos, por mis que otras corrientes de opinién vinieran a apo- yarlo: y, finalmente, fue abandonado por ellos porque ofrecia generar una forma de orden que no podian controlar Ese orden amenazaba con volverse incontro- lable cada vez y dondequiera que se esforzase para abarcar otras pereepciones del estado de las ciudades. Los arquitectos se esforzaron en imponer un orden arquiteeténico porque en- contraban las ciudades arquitecténicamente incomprensibles; otros érdenes de sociedad las encontraron incomprensibles en otros sentidas, ©, mas a menudo, no las encontraron incor prensibles en absoluto, y aun las prefirieron ‘como eran —jo consideraron que ast eran pre~ feribles a como los megaestructuralistas po- drian querer transformarlas! En esta situacion, slo cabia la posibilidad de que las megaes tructuras fueran tomadas en serio en medios cultural 0 cconémicamente amparados, en los que se hiciera caso de las palabras de los ar- quitectos. Hacia fines de los afios 60, la pro- vision de ambientes tan privilegiados casi se habia agotado, y el dltimo de ellos bien podria ser el Plateau Beaubourg, Pero también esta claro que, por aquel en= tonces, también el mismo concepto estaba casi agotado.

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