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Pierre Bourdieu El baile de los solteros La crisis de la sociedad campesina en el Bearne ‘Traduccién de Thomas Kaut Pa EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA. Tita de la ein orignal Leh des cdibasies © Eaiios du Seuil Pacis, 2002 Pablicad con te aya det Miniseri francés ‘de Cultura Centro Nacional el Libro Ditto del cole Julio Vives ‘aseacén: Photo DR © EDITORIAL ANAGRAMA, S.A, 2004 Pedié dela Cres, 38 (98034 Barcelona ISBN: 84-339-62124 Depésio Legal B. 42708-2006 Printed in Spin iberduples SL, Cossinaci, 19, 08014 Barcetona El baile de Navidad se celebra en el sal in- terior de un café. En el centro dela piste, brillan- ‘emente iluminads, ballan une docena de parejas, al son de unas canciones de moda. Son, principal. ‘mente, eestudiantes, alumnos de secundaria 0 de fos instcutos de ls ciudades vecinas, en su mayo- ta hijos del lugar. ¥ también hay algunos solda- dos, muchachos de la ciudad, obreros © emples- dos, que visten pantalén vaquero y cazadora de ‘cuero negro y Mevan la cabeza descubierta 0 som breco tirolés. Encre las bailarinas hay varias mu- chaichas procedentes de los caseios mis alejados, que nada diferencia de las dems nativas de Les. quite que trabajan en Pau como costureta, cria- dasa dependintas. Varine adelecentesy nifias de dice @ doce afos bilan ence sf, mientras los cha- vales de persiguen y se zarandean encce las parejas. Plantados al borde dela pists, formando una masa oscura, un grupo de hombres algo mayores observan en silencio: todos rondan los creiata 20s, lovam boina y visten trae ascuro, pasado de moda. Como impulsados por la tentacién de par- sicipar en el bale, avanzan a veces y estechan el ‘expacio reservado a las parejas que balan, No ha faltado ni uno de fos sokeros,rodos estén ali. Los hombres de su edad que ya estin casas han de- jado de ie al baile. O sélo van por la Fiesta Mayoe © por la feria: ese dia todo el mundo acude al Pav 20 y todo el mundo baila, hasta los wiejoss. Les solteros no bailan nunca, y ese dia no es cepcidn. Pero entonces Ilaman menos la atencién, porque todos los hombres y las mujeres del pueblo han acvdide, ellos pars tomarse unas copia con los amigos y ella para espiae, coillear y hacer con- jenacas sobre las posibles bodas. En los biles de ese cipo, como el de Navidad © el de Ao Nuevo, los soleros no tienen nada que hacer. Son bailes «para los jévenes, es deci, para los que no estin casades; los solvetos ya han superado la edad nébil, pero son, y lo saben, «in- casabless, Son bailes a los que se va a balat, pero ellos no ballarin, De ver en cuando, come para dlisimulae su malesta, bromean 0 alborotan un poco. Tocan una marcha: una muchacha se acerca al ineén de los solterosy le pide a uno que baile on alla. Se rsiste un poco, avergonzado y encan- ‘ado. Da una vuelta por la pista de baile subrayan- do deliberadamente su tompeaa y falta de agilided, tun poco com hacen los vigjos el dia del baile de 4a asociacin de agricultores y ganaderos,y hacien- dlo guifios a sus amigos. Cuando acaba la cancién, ‘yaa sencarse y ya no bailaré mas. «Ese, me dicen, ses el hijo de An... [un propicraio importance) La chiea que lo ha invitado a bailar es una vecina, {Lo ha sacado a dar uma vuelta por la pista para que esté contentow Todo vuelve a la normalidad. Se- suicdn all hasta la medianoche, casi sia hablar, ‘medio del ruido y las luces del bale, contemplan- do a las inaccesibles muchachas. Luego in a fa sla de la fonda, donde se pondrin a beber senta- dlos unos frente a ortos. Cantatin a vor en grito antiguas canciones bearnesas prolonganclo hasea ‘quedar afénicos unos acordes discordantes, mic sas, al lado, fa orquesta toca twists y chachachis Y, en grupos de dos 0 de tres, se alearin lenta- ‘mente, cuando acabe la noche, caming de sus cbnditas granjas Penne BouRDEU! 1. Véase Reproduction interdice, La dimension symbotique de ta domination économiques, en Etudes rurale, 113-114, encoun de 1989, INTRODUCCION Los articulos recopilados aqui remiten en tres ocasiones al mismo problema, pero cada vex con un bagaje tedrico més pro- fundo porque es més general y, no obstante, tiene mayor base empiric." Y, por ello, pueden resultarinteresantés para aquellos ‘que deseen seguir una investigacién de acuerdo con la logica de su desarrollo y llevarlos al convencimiento, que yo siempse he tenido, de que cuanto més profundiaa el andlisis tedrico, mds cerca esti de.los datos de la observacién. Creo, en efecto, que, cuando se trata de ciencias sociales, la trayectoria heuristica tie. ne siempre algo de viaje inicdtico. ¥ tl ver no sea del rodo.ab- surdo ni eseé del codo desplazado considerar una especie de Bi- dungsroman, es decit, de novele de formacién intelectual, la historia de esta investigacién que, tomando como objeto los pax decimientos y los deamas asociados a las relaciones entre los se- xas asf rezaba, més 0 menos, el tieulo que hahia presto, mucho antes de la emergencia de los gender studies al articulo de Les Temps modernes dedicado a este problema, ha posiblirado 0 ha obrado una aueéntica conversién. El térmivo conversin no es, ‘ami parecer, exagerado para designar la transformacién, a la ver 1, Pierre Bourdicu, «Celiba e condition paysannes,en Etudes rurale 5-6, abril septiembre de 1962, pips. 32-135; ses satéges mauievoniales dans le syste de reproductions, en anal, 45, jliorocubre de 1972, pigs. 1105-1127; «Reproduction incerdte. La dimension spmbolique de a domination économique, ap. city pigs. 15-36, intelectual y afectiva, que me ha llevado de la fenomenologfa de la vida afectiva (fruto también, cal vez, de los afectos y de las aflicciones de la vida, que se tataba de negar sabiamente), a una visién del mundo social y de la préctica a la vez mds distanciada y realist, y ello gracias a un auténtico dispositive experimental para propiciar la cansformacién del Erlebnis en Erfabrung es deci, del saber en experiencia. Esta mudanca intelectual conlle. vvaba muchas implicaciones sociales puesto que se efectuaba me- diante el paso de la filosofia a la etologia y a la sncialogia y, dentro de ésta, ala sociologia rural, sieuada en el peldano infe. flor dentro de la jerarquta social de las disciplinas, y que la re- rnuncie electiva que implicaba ese desplazamiento negativo en el «espacio universitario tenia como contrapartida el suefio confuso de una reintegracién en el mundo natal, En el primer texto, escrito 2 principio de los afios sesenta, en un momento en el que la etnografia de las sociedades eu peas es casi inexistente y en el que la sociologfa rural se mantie~ nea una distancia considerable del terreno», me propongo, en tun articulo acogido entusiésticamente en Etudes ruraler por Isaac Chiva (quiéa pondria hoy a disposicién de un'joven i vestigador desconocido casi medio aiimero de una reviea?), te- solver ese enigma social que es el celibato de los primogénicos en una sociedad conocida por su apego furibundo al derecho de primogenitura, Todavia may cercano de la visién ingenus, de la que, sin embargo, pretendo disociarme, me lanzo a una especie de descripcién total, algo desenfrenada, de un mundo social que conozco sin conocerlo, como acurte con codos los uuniversos familiares. Nada escapa a la furia cientificista de quien descubre con una especie de enajenamiento el placer de objecivar tal como ensefia la Guide pratique d'sude divecte des comportements culturele, de Marcel Maget, espléndido ancidoto hriperempirista contra la fascinacién que ejercen entonces las claboraciones estructuralistas de Claude Lévi-Strauss (y de la que da fe suficience mi artical sobre la casa cabilefia, que escri- bo mis o menos cn esa época). El signo mis manifesto de ls transformacién del punto de vista que implica la adopeién de 12 {a postura del observadot es ef uso intensivo al que recurro en- tonces de la fotografia, del mapa, del plano y de la estedisticn, ‘odo rene cabida all: aquela puerta esculpida ante la que ha, ‘ba pasado mil veces o los juegos de la festa del pueblo, la edad y la marca de los aucoméviles y la pirimide de las edades, yen trego al lector el plano ansnimo de una casa familiar en la que jugué durante toda mi infancia. El ingente trabajo, infinitamen fc ingrato, que requiere la elaboracién estadistica de numero. sisimos cuadros de gran complejided sobre poblaciones rela. tivamente importantes sin la ayuda de la calculadora 0 del ordenador participa, como las no menos numerosas entrevistas ‘sociadas a amplias y profundas observaciones que llevo a cabo cenconees, de una ascesis de aire iniciético, A avés de la inmersi6n total se realiza una reconciliacién on cosas y personas de las que el ingreso en otra vida me habia alejado insensiblemente y cuyo respeto impone la postura exno. ‘gcifica con Ia méxima naturalidad. El regreso a los origenes va arcjo con un regreso, pero conttolado, de lo reprimido, De todo ello apenas quedan huellas en el texto. §1 algunos camen. tatios finales, imprecises y discursivos, sobre la distancia que media entre la visién primera y la visién erudita permicen adi- vVinar ‘el propdsito de reflexividad que presidia inicialmence ‘oda la empresa (para mf se tataba de chacer un Triste nipios al revés), nada, salvo tal vez la temnura contenida dela deserip- cin del baile, evoca el clima emocional en el que se lleva cabo mi investigacién. Pienso, por ejemplo, en el punto de pace tida de la investigacién: la foro de (mi) curso, que uno de mis condiscfpulos, empleado en la ciudad vecina, comenta con un escueto y despiadado wincasablen refetido @ aproximadamente {a mitad de los que salen en ella; pienso en todas las entrevists, # menudo muy dolorosas, que he mancenido con viejos solteros de Ia generacién de mi padre, que me acompafaba con fie. ‘cuencia y que me ayudaba, con su presencia y sus discretas ins terverciones, a desperar la confianza y la canfidencia-pienso en aquel antiguo compafiero de escuela, al que apreciaba mu. cho por su finura y su delicadeza casi fereninas, y que, etirado 7 13

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