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Guerreros virtuosos, soldados a sueldo. Méviles de reclutamiento militar durante el desarrollo de la guerra de independencia* Beatriz BRAGONI™* [San Martin) Jonds prometia alguna cosa que no cumpliere con exactitud y religion ‘dad. Su palabre era sagrada, Ast todos, ‘ofes oficiales y topo, teniamos una fe ce ‘gen sus promescs (GerSnimo Espejo, El paso de os Andes, p. 12816), q | perfil profesional del ejército de los Andes quiz sea una de las aristas més difundidas por la literaturaen tomo a las razo- nes que permitieron asegurar la revolucién de independen- cia americaniajen los confines australes del antiguo imperio espa- fol. Esa nocidn suele ir acompaiiada de la imagen consagrada que rodea a la figura de su creador, el entonces coronel José de San Martin, quien parece haber reunido todos los atributos necesarios para formar un ejército de profesionales en medio de un contexto adverso y de precarias condiciones para hacer y ganar la guerra. Desde temprano las historiografias nacionales confeccionadas en el siglo XIx insistieron en atribuir el éxito de la campafia militar que reconquist6 a Chile y avanz6 sobre Lima, al “genio” organizador de un plan ofensivo de proyeccién continental y deun ejército regular + Estainvestigacon ha contado con un subsidiootorgado porla Fundacisn Antorchas, *cowicer/UNCuye. Dimension AntROPOLGGICA, ARO 12, VoL. 35, SEP"eMARE/DcIeMIARE, 2005 y disciplinado que estuviera en condiciones de llevarlo a cabo. Alf jas cualidades personales de San Martin, el "Mesias regenerador”, se convirtieron en punto de partida insustituible para hacer con- currir atributos de estricta indole profesional: personalidad aus- tera y aguda inteligencia eran compatibles con las dotes militares adquiridas en las huestes del ejército real en la misma peninsula al momento de hacer frente al avance de las fuerzas napolesnicas; a ese perfil profesional fabricado al calor del siglo de las luces, habia sumado més tarde un firme compromiso con la “cause de América” que lo habfa conducido a subordinar sus propias aspira- ciones personales en pos de un destino colectivo comin. Esos ras- gos que bosquejaron la semblanza ideada por Mitre en torno a la excepcionalidad sanmartiniana,' también suele ir acompafiada de otro tipo de valoraciones como las exhibidas en la organizacién del ejército y en su relacién con oficiales y tropa: si su funcién como administrador, no de politico, delimitan ef haz de mediaciones y gestiones que como gobernador intencente de Cuyo le permitieron sostener a partir de 1814 una activa politica afin a la movilizaci6n de recursos materiales y simbdlicos con el fin de poner en marcha el “plan” definitivo, la imagen de “padre” evocada no sélo por sus Ieales subalternos al estilo del general Gerénimo Espejo, eleva a un primer plano el tipo de relacién diferenciada que lo vinculaba con jefes, oficiales y tropa. Pocas dudas caben de la pervivencia de aquella estampa san- martiniana ala hora de sopesar el papel ocupado por el ejército de los Andes en el desarrollo de las guerras de independencia. Edificada en la segunda mitad del siglo XIX por un puitado de contempord- neos que estaban en condiciones de trazar un balance no solo sobre el desempeno personal de su creador en la epopeya libertadora que habia disparado la formaci6n de la nueva nacién, sino el de toda una generacién de oficiales que una vez concluida habria de expe- rimentar las tragicas consecuencias introducidas por la ruptura de los mandos militares en el ciclo de guerras civiles abierto en 1820.” * Bartolomé Mite, Historia de San Martin y dea emcpacin SutAmercan, tN. Véase dems, Tula Halperin, “sagen angentina de Bolivar, de Funes a Mit, en El espejo de i Historia, Prablemas argentinesy peropectisas latincomericnnas, 1987, pp. 13139 y "Mice y 1a formolacion de una historia nacional para la Argentina”, en Anuar es, Tandem, Hi 1996, pp. 42.68 15s la vision entre otros de los generales José Marta Paz y Jorénime Espejo como de tetros oficiales al estilo de Manuel Pueyeredon, Hilarion dela Quintana u Olazabal. 96 Dimension AnroroLoaice, Alto 12, Vou. 35, stPnemone/Dciewane, 2005 Tampoco quedan demasiadas dudas que la apelacién a aquel pa- sado, y a esos actores decisivos del ciclo abierto con la revolucién de 1810, vinieran acompafiados de valoraciones afines no sélo ala disciplina militar sino al peso que en ella adquiria el sentimiento pa- tridtico y el virtuosismo guerrero” Si en 1816 El Censor reproducta tuna opinin que sostenia quiz con conviccién desmedida que "Ios ejércitos serian la escuela del honor y la virtud”, seis décadas mas tarde el general Espejo evocaba con nostalgia el lima que habfa en- vuelto sus pasos en el ejército de los Andes: “el] entusiasmo bélico es del temple que dominaba a esos insignes varones que lanzaron el grito que conmemoramos cada 25 de mayo. jAquellos aiios brillaba el patriotismo puro, el entusiasmo verdadero! La emancipacién, la guerra, era el simbolo de los argentinos”. Se trataba de “tiempos que ofrecian rasgos de magnanimidad, de abnegacién civica”.* Si la literatura histérica ha insistido lo suficiente en ubicar la centralidad de un ejército profesional en la estrategia ofensiva que liquid la amenaza contrarrevolucionaria, también ha sido prodiga al exaltar la larga cadena de preparativos que culminaron en su organizacién y en el Ambito territorial o jurisdiccional que ofrecié condiciones propicias a su formacién. Cabe recordar que hacia 1814 la revolucién rioplatense atravesaba serios obstculos en la fron- tera norte y sélo habia conseguido asegurar para sf los bastiones de Salta y Tucumén; en el litoral la situaéién no era menos critica, Pocos podian prever que una vez ganada Montevideo a la cau- sa, las disidencias entre los directoriales y Artigas prolongarfan la guerra introduciendo inflexiones politico-territoriales de alcances insospechados que extenderian la accidn de las montoneras y de las propuestas confederativas a Cordoba y a la misma Buenos Aires.’ El ano cuatro de la revolucién también estarfa destinado a perdurar en lacalenda negra de los primeros tiempos de vida independiente del otro lado de la cordillera: la ofensiva realista dirigida desde la peninsula después de restablecido Fernando Vil en el trono, y con ducida desde Lima por el virrey Abascal, haba dado fin ala Patria 2 Tuo Halperin Donghi, Tdi pullin espa idalogin de Mayo, 1984, « Gerda Espejo, El paso dees Andes, XVI primera pare, 1963, p. 13830. + Emesto Celesia, Federalismo argentine, 1932, M. Blanca Paris de Oddone, “Presencia de Actigas en la eovalucign del Rio de la Plata ({810-1820)", en Ana Frega y Ariadna Islas (coord), Nucons mirada en forno al atigusino, 2001; Ana Erega,“Cauillos y mortoneras en Ta revolted radieal artiguist",en As 13 2002, pp 75-110, Fabisn Herrero, "Buenos Aces ‘ana 1826, Una tendencia confederativa", en Boletin anignan, nim 12, 1995, pp. 7-32. ‘Guernenos WnrL0s0s, soLDADOS A sUELOO. Movs oF RecLuTAMENTO... 97 Vieja chilena y amenazaba con avanzar sobre los bastiones revo- Jucionarios rioplatenses. En ese 2anorama incierto, las ciudades cuyanas emergian como escenario favorable primero para sostener Ia frontera revolucionaria y después para avanzar sobre Chile con el propésito de reconquistar esa plaza para la causa americana. Ast lo entendié el gobierno central al elevarlas a la categorfa de gober- nacién en 1813, desprendiéndola de la capital cordobesa con lo cual se coronaba un sostenido reclamocuyano vigente desde finales del siglo XVII que explicaba la rapida adhesin al movimiento revolu- Cionario iniciado en Buenos Aires en mayo de 1810, e instalando tun afio después a la cabeza de la jurisdiccién al coronel San Martin. nese escenario adverso, la gesta sanmartiniana correspond{a ser ‘entendida a partic de una contexcualizacidn mayor que invitaba a ubicar una sostenida politica de mediaciones llevadas a cabo en el 4mbito local con el propésito de formar un ejército disciplinado, entrenado y apertrechado para hacer la guerra. De tal forma, la ges- tidn gubernativa y administrativa del “genio militar” se tradujo en la capacidad de concentrar relaciones institucionales y personales de envergadura que habilitaron la obtencién de recursos en el corto plazo.Si un aceitado sistema de alianzas y cooperaciones primé en [as relaciones con el Cabildo y el personal administrativo, miliciano y politico esparcido en la misma capital y las ciudades subalternas, {as disposiciones reglamentarias, impositivas y judiciales buscaron regular las relaciones con el “vecindario y pueblo” en la medida que de ellos debia provenirel dinero y los recursos necesarios para alistat, reclutar y formar soldaddSyLa historiografia regional, en una linea oblicua que va de Hudsof a Draghi Lucero, no tardé en asociar esa gestion exitosa con el sentido de “unidad eficiente” que el gober- nador intendente imprimis en la administracién cuyana solapando aquel momento fundacional de la patria con la participacién activa del vecindario y los pueblos de Cuyo? Este articulo toma distancia de estas imagenes candnicas con el fin de sumergirse en las dindmicas y los méviles del reclutamien- toy disciplina militar del ejército de los Andes. Parto del supuesto que al legitimo sentimiento patristico que englobaron los primeros tiempos de la Revolucién, deben sumarse los estimulos materiales Jorge Comadrin Ruiz, “Mendoza en 1810", Actas de Congreso Internacional de His- torn de Amie, V, 1961 amis Hudson, Recuerdos histrioe de as Province de Cuyo, 1, 1898; Juan Draght Lucero, Cncioneo popular cuyane, 1938, 98 Dmension AntROPOLEGIGA, ARO 12, VoL. 95, SePnEMaRE/DNCIEMaRE, 2005 que sirvieron a su factura ensayando una aproximacién posible sobre aquellos grupos sociales menos estudiados para quienes la revoluci6n y la guerra operaron como expectativa favorable para emprender carreras sociales y politicas hasta entonces insospecha- das. Esa senda trazada por Tulio Halperin en su clésico ensayo de los afios setenta, en el cual proponia que la disrupcién revolucio- naria habia impactado de igual modo en las clases superiores de la antigua sociedad virreinal que en sus sectores populares, dando origen en las primeras a una mutacién decisiva que iba a terminar en el reemplazo de una elite por otra, y que para las segundas la militarizacin se convertia en Have de acceso para la administra- cidn y la politica, ha sido objeto de nuevas aproximaciones.* Una de ellas ha reparado en diversos aspectos ligados a la militariza- Gin y el reclutamiento militar sobre los sectores subalternos como fenémeno indagatorio favorable para acceder a una mejor com prensién de la cultura politica plebeya.’ Estas paginas dialogan en parte con estos presupuestos aunque proponen un acceso diferente al problema allibicar al salario como vehiculo transmisor de la eventual profesionalizacisn y disciplina del ejército de los Andes; el segundo apunta a complejizar esa evidente dimensién material de la relacién entablada entre oficiales y tropa ensayando una res- titucién posible de las identificaciones politicas y territoriales al interior de los ejércitos patriotas, Vom el lector habré ya advertido un ejercicio de esta naturaleza no es del todo desconocido. Hace dos décadas, Halperin destacé la manera en que el salario o prest + La meal apronimacign lpn dea mltarzacin ena expen oplatense ehspasoumertaee arrcera Tipe Rann y ur forms deo ie “esis een ncn oh tera econ Ltn 1865 y Gem uaa ges Estado argentino (1791-1850), 1982 , aa ane bcd Slvatre Rectan wit dpa yproltaizatn en lea de Rona cB fale nn 5592 pps Lan ene den pasa ane foroinrotn nd ro lan 9p, Sh at ee *:Facinerasos contra cajetillas? La conflictividad social rural en Buenos Aires durante la d ESS tumeniceran erste ene be en 22008 Repeats de la justice dans la campagne de Buenos Aires, 1800-1830", en Etudes rurales, enero-junio, {5a me 15h pp sss" montonra de Cpe Beer en far Pea esol als lcay ature paltcets obec de Buen Aes tana parade wasn 70 18) onenca presenta eacs nro Taal Sorbent i Megs Sdades dl revelacon [se topo ports on gusta do indapendens, 115A Anuar standy nm 200 pp 38.68, Ca ot sees de Buros Ace poli ene 18 y 180 on alte win Ec ray poe el tana Mae de E CGuennenas virtuosos, SOLDAOS A SUELOO. MOWLES DE RECLUTAMENTO... 99

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