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PUNTD 0E VISTA No GL, Néstor Garcia Canclini _ {DE QUE ESTAMOS | HABLANDO CUANDO _ HABLAMOS DE LO POPULAR? nnocesivles no polttieas que los movslizan politicamente Por iltimo. al desmoronaese los paradigaas economics tas en kas crencias sociales, se ha hecho visible que la crisis, econdmiea del capitalismo y ta erisis del Estado se vincukan hina crisis ideoligico-cultural. Hoy entendemos esta triple commocidn, al modo de Geansei, como una cuss de hegemonta, y sabemos que no basta analizar las estruc. twas globales de la produecisn y reproduccién social para explicar y modifiear procesos que se desarrollan, eon un Fhgica espeeitica, en ti vida eotidiana de las clases subalter Aqui la pregunta pertinente no es por qué ahora las cieneiay sociales se ocupan de este tema, sino por qué re ign ahora Las concepeiones politicas de lo popular |. Hay una cineepeion biokigica-telarice de lo popu lar. ¥ que surgio come ideoloyia ofginica de los Estados ol gitquicos y sobrevive en movimientos nacionalistas le dere cha. Detine a kr nacién como un conjunto de individuus lunidos por lizos naturales ef espacio geugrilico, la ra Za ¢ wracionates el amor a una misma tierra, a reli idn- sin tomar en cuenta las diferencias sociales entre los de cada nacion. Aunque desprecia los eriterins histori 0s para definir to nacional y se apoya en componentes raciales, en realidad este nacionalisna consagra un modo dle rolacionar la naturaleza con la historia: ef orden social impuesto, en una etapa de bajo desarrollo de las fuersas Productivas, por los latifundistas y la Iplesia, Su rechavo de {a historia es, en verdad, wnt reeurso para apantalar un perso. do historico particular, el que se dertumba ante la industria lizacion y la urbanizacién, esa herencia dificil de reacomo: dar en medio de conflictos protagonizados por nuevas fuer 748 sociales. Sus meditaciones metafisicas sobre “el Ser na buscan preservar en el plano simbélico la identifica cid de los intereses nacionales con los de los patticios y las grandes familias, disimulan bajo interpretaciones aristocrati- PuMwTe ve Gas del pasado la explotacion con que la oligarquia obtuvo fu privilegios, bajo el respeto a los origenes la sumisién al orden que los benefici6, La dindmica historia, que ha ido onstituyendo sl concepto —y el sentimiento~ de naci6n fs diluida en “la tradicién’. Se olvidan los conflictos en me: dio de los cuales se formaron ls tradiciones nacionales oe fos narra legendariamente, como simples trimites arcaicos para Configurar instituciones y celaciones sociales que gira: fisarian de una vez para siempre Ia esencia de la Nacin: by {alesia, el Ejérito, la familia, fa propiedad Ysteiscurso ‘acionalista, explicable como reaccion ideotigica de autodefensa en estancioros cultos y escritores dle provincia, persste todavia dentro de movimientos pops ntina id done (uve mayo difusion y fue elaborado originariamente por figuras hares. En a At Exito politicn eomo Leopoldo Lugones y Jutio Irazusta, pero la derecha peronista retony ef alos recientes los principales temas Ue ese nacionalismo arcaizante, su estilo metaisica de plorar la identidad, [a eerteza de que los problemas det pais Se resolverin mediante alanzas entee las instituciones que quardan la herencia: ef Fjército, ta Iglesia y el pueblo, en tendide como una fuerza mistica y tel ‘Si biew la oligarquia aristoctica ina sido la principal por: tadort de este macionalismo -muchos de sus rasgos som rest= inidos por corrientes populistas © indigenistas que asignan ‘ana versiGn idealizada det pueblo el miclew del Ser Nacio: nal, Su politic a promo cin dot folelore, coneebido como archivo osifieado y apo: Titico, Este Folclore se constituye a veces en toro de un ceultura consiste sobre todo. paquete de esencias prehispinicas, olsas mezclando earac teristicas indigenas con algunas forntadas en la colonia @ 1 las gestas de la independenicia, en otros casos convirtien- {lo en matrir ahistériea ciertos rasgos que distinguirian nuestra personalidad atacional de Io otro. lo forineo, bo imperialists, Va sea conto folklore rutal o urban, takes ten dencias coineiden al pretender encontrar fa cultura nacional ya hsts en alain origen quimétien de nuestro ser, en la te tra, en a sangre o en “victudes” del pasudo desprendidas de los process sociales que Las engensdraron hss sig transformando, Pa paises como fa Ay atin y ol Uruguay, formados er “parte mediante fa sustitucidin le bos pueblos indigenas por ‘una mezels heterogénea de innsigrantes, fa pretension de ab- solutizar cualquicra de las raiees desentendiéndose de ta his toria foviente es una empresa easi extray ante, Pero tamnpo- oo fesiste ante la informaciin antropoldgica mds elemental lo aspiraciin de als sial puro en los paises andinos © mesoamericawos. ;Dénde std ly nacién que logrd evitar el mestizaje, Ia penetracion (vleleapitalisme en sus habitosde produccion y consumo? 2, Otra voncepeién sustancialista de lo nacional-popu- lar, la estazalista, rige en varios paises ta politica cultural Para ella la identidad no esta contenida en la raza, ni en 1 ef nacionalisme sobre un origen 13> paquete de virtues geogeiticas, ni en el pasado o la ts dlivion, Se aloja en ef Estado. Como vonsecucneia de proce: sos de Independencia o revolucion, el Fstado aparece como ef lugar en que se condensiron Tos valores nacionales, el or dden gue revine fas partes de la sociedad y regula sus con lic- tes. Una organizacion mis 0 menos corporativa y populista conelia los intereses enfrentados y distribuye entre los sec- tores mis diversos la confiana de que participan en uns to- lulidad protectora que los abarca. Esta “participacién™ pue- de estar sustenida por la figura carismuitica de un Hider (Var- 238 en Brasil, Perdn en la Argentina),? o por una esteuctura partidario-estatal jerirquicamente cohesionada (el sistema mexicano), L, cece F Reameeseaye (G89 - Esuvitd b¢ HisToAm — Deeimos que para esta concepcién lo nacional reside en cl Estado y no en el pueblo, porque éste es aludido como destinatario de la accién del gobierno, convocado a adherit, alla, pero no reconocido genuinamente como fuente y jus- tificacién de esos actos al punto de someterlos a su libre aprobacién 0 rectiticacién. Por ef contrario, se exige a las iniciativas populares que se subordinen a “los intereses de la nnacidn’ (fijados por el Estado) y se descalifican Tos intentos de onganizacion independiente de las masas. También suele recurrirse al origen étnico o al orgullo histérico para relor- 2a la afirmacidn nacional, por lo cual esta corriente proton: {g2 en parte ka anterior, pero ef gjercicio y ef control de la identidad no se derivan prioritariamente del pasado sino de fa cohesién presente tal como el gobierno nacionalista a re presenta, La politica cultural identifica la continuidad de to nnacional-popular con ka preservacion del Estado. Promueve, tentonces, las actividades eapaces de cohiesionar al pueblo y algunos sectores de la “burguesia nacional” contra la oigar- ‘quia, caracterizada como antinacién, «sta afirmacién de lo nacional impulsé en el primer go: bierno peronista tn desarrollo inusitado de la cultura sub tern (por ejeniplo, el auge del tango y la poesia popular); gener una industria cultural bajo la proteccién del Estado, (politica nacional de radioditusion, ereacidn de estudios de cine) que por primera vez reconoeié y divulgo masivamente nniuchos temas y personajes populares. En los primeros me: ses del iltimo gobierno peronista, en 1973, un proyecto po. Iitico semejante, radicalizado fugarmente por la izquierd, propici talleres barriales de plistic: Fiencias ereativas y criticas en ky comunic awances en Ia proxluecidn cultural del pueblo, {Por qué tantas veces no solo en la Argentina este crecimiento de la cultura popular se desvanece al poco tien po © es manipulado (0 reprimido) por los Estados populis; has? Hoy razomnes derivadas de la descomposicion eeonomica ¥ politica de tales prooesos, pero también se debe a una ca faeterizacién inadecuada de lo popular, entendide como et conjuuito de pustos, hibitos sensibles e intelectuales “espon tsingos” del pueblo, sin discriminar fo que representa sus in toreses y Io ene Jos aparatos estatales y privados inowularon cn las masas at través de la edueaci6n escolar y comunicavio nial. AI no quebrar radicalmente las estructura ilenlogicas, impuestas por fa dom ciertos programas de dlemocratizacidn edweativa y reivindicacién de Ta cultura popular, como los emprendidos por gubieros pe ronistas, quedan a mitad de camino, Su caracterizacién cchauvinista de lo popular y lo nacional, explicable en el pri mer gobierno de Peron come la ideologia que acomparia ky politica de sustituci’in de impottaciones, hizo rechacar en bbloque lo extranjero y encunbrar indiferenciadamente los temas y el lenguaje del pucblo merckinde lo reaecionacio y lo progtesista, los intereses de los aprimidos y los de la ia dustria cultural, Rara vez este navionalismo reconoce que muchos ingredientes conformistas fa Uehen ser retormulados, at se plantea como ky cultura de ‘otros pueblos puede aprovecharse en tanto brota de expe riencias liberadoras. acién en la vida cotidian istas del folelone Comunicacién y cultura: la discusi6n cientifiea sobre lo popular Algo nos resulta insatislactorio en nuestra propia eri tica del estatalismo populista. Proponemos una hipstesis; ‘que la insuficiencia Ue estas objeciones deriva de la ma: nera en que la izquierda ha analizado las relaciones entre cultura y politica en las ciencias sociales. Tratemos, enton n xg PUNTO DE VOTA, Qed, HELE, HHH ces, de criticar Ia eritica politica debatiendo los modelos Gientificos con que se estudia lo popular. La mayor parte de la bibliografia puede ser agrupada en dos vertientes que aparentan ser alternativas: describen los mnecanismos supuestamente- omnipotentes de la domina- cin ideol6gica o exaltan la capacidad de resistencia pol- tica de las clases subalternas, La primera tendencia prevalecié en los aftos sesentas Simulténeamente con la expansién industrial y urbana de ‘América Latina, la ampliacin det consumo a sectores me- dios y populares, el desarrollo de la televisin y otras comu- neaciones masivas, se intent6 explicar la dominacién cultu- ‘al con el concepto de manipulacién. Bajo la influencia de ta escuela de Francfort y de teorias eriticas sobre la etapa monopolica del imperilismo, mecinicamente transferidas al proceso cultural, éste fue analizado segiin una eoncep- ism “teoldgica”” del poder. Al verlo como omnipotente y dmnipresente, se deducian de las estrategias de los domina- dores los efectos sobre los dominados; se ereia, por ejem- po, que con sSlo analizar los objetivos evondmicos e io Iogicos de los medios masivos pod saberse qué necesida des goneraban, cOmo sometian alos eonsumidores. Tin la décade de los setenta, los estudios encaraos desde ! modelo anterior mostraron su unilateralidad, su fatalis sno, Sus deficiencias para explicar muchos aspectos de la cullura popular. Bajo la influeneia gramsciana, se presto fiencidn a capacidad de réplica y autonomia de las el ses subalternas. FI avance de movimientos politicos alter ratios Foment6 una exageracién opuesta a a del decenio anterior: se insistié tanto en la contraposicién de la cult ru subalterna y fa hiegermOnica, y en la necesidad politica de uclender Ia independeneia de ki primera, que ambas fueron pensadas como exteriores entre si. Con el supuesto de que la tarea de la cultura hegeménica es dominar y lade la cul: tua subalterna es resist, muchas investigaciones no pare ceu (ener otra cosa que averiguar fuera de fas modos en que tua y otra cultura desemperan sus papeles en ese libeeto. {ins iltinos anos, al volvese rutinaras las denuncias so- ive el “imperialismo ealtuesl", vemos rnultiplicarse tos tra hajas que descubren por todas partes la resistencia popu basindose nis en aspiraciones politicas que en las escasas Jescripeiones.cientifieas (0 confundigndolas), Se atibuye les de resistencia eontra el poder a fendmenos que son simples reeursos populares para resolver sus problemas \ ovganizar su vida al margen del sistema hegemsnieo (so Inlaridad barrial, fiestas tradicionales). En otros casos, tas manifestaciones de pretendida “impugnacion” o “con traegemonia” represemtan mis bien lt anibiguedad, el ca- ficter irresoluto de las contradiceiones en las clases subal teenas (por ejemplo, defensas de intereses localistas que no euestionan lo resortes bisicos del captalismmo) Varios hechos impulsan hoy la revisién de estos mode- los: las derrotas de movimieritos revolucionarios, la crisis de Paradignas politicos liberales y populistas, un renovado in- lerés cientifico por los procesos de consumo, comunicacion ¥ organizacién popular. Nuevas maneras de concebir estos ttes procesos, y su relacién con la hegemonia, estan cam- biando las discusiones sobre ef conocitniento y ta transfor- acion de lo popular. 1. La hegemonia es entendida —a diferencia dela domi: 'eeibn, que se ejerce sobre adversarios y mediante a violen- 2 como un proceso de direecién politica eteolépia en ¢lque una clase o sector logta una apeopiacion preferencia de bis instancias de poder em aliana con otras class ad “endo espacios donde los grupos subalternos desarollay ely L184 ~ pricticas independientes y no siempre “funcionales” para la reproduccidn del sistema, 2. ET consumo abarca los procesos sociales de apropia- cin de los productos, y por tanto de lucha entre las clases por participar en ta distribucién y hacer presentes sus de- ‘mandas en la planeacidn social. En este sentido, el consumo es mucho mids que el repertorio de actitudes y gustos catalo- gados por lasencuestas funcionalistas de mercado y opinién, ‘© que el irea donde se completa el proceso productivo, don: de “se realiza el producto”, como decfa Mar. El consumo es ef lugar en el que los conflictos entre clases, originados por la desigual participacién en la estructura productiva, se contintian a propésito de la distribucidn de los bienes y la satisfaccidn de necesidades. Es también el concepto clave para explicar la vida cotidiana, desde el cual podemos en tender los habitos que organizan el comportamiento de di forentes sectores, sus mecanismos de adhesin a la cultura hhegeménica 0 distincién grupal, de subordinacién o resis: tenia 3. Las formas propias de organizacién de los sectores po- pulares v de resoluciin de sus necesidades, En ta medida en ‘que la hegemonia no es simple dominacién, admite que las clases subalternas tengan sus propias instituciones (sindica- tos, partidos) y redes de solidaridad. Dado que la clase h igemnica yc} Estado no pueden incorporar a todos los sectores a ly produccidn capitalista ni proporeionar bienes ¥ somvicios suficientes para su reproduccién material y siri- bolica, deben aceptar que parte del pueblo establezca for ‘mas propias de satisfacer sus necesidades, 4Cémo vincular estos tres aspectos en ta investigacién de Tos procesos sociales? Una primera regha metodolégica 8 no snstanciatizarlos en agentes determinados: no. exis ctores que se dediquen full-time a consteui la hege ‘otros entregados al consumisino y otros tan con ciewtizados que viven solo para la resistencia y el desarro- lio auténomo de una existencit poplar alternativa, Tar poco hay que limitarse a atribuir a instituciones el ejer- Cicio exclusive de estas funciones, como cuando se adjue dlica a tos aparatos ideoligicos ls tates permanente de ho dlar tas eoncieneias, a los medios masivos li de empujar compulsivamente al consumismo y a las organizaciones po- plates ta representaci6n inmarcesible de los intereses opti midos. En los hechos, si bien unas y otras insituciones co tresponden predomiuntemente a estrategias de clases dic versis, todas estén atravesadas por las contradictorias rel ciones que viven sus membros al partieipar en el proceso tlobal. La hegemonia, el consumo ¥ la ofganizacidn pop lar para satisfacer sus necesidades deen scr analizades como instancias, funciones 0 dlispositivos (en ol sentido foucaultiano) mis que como imbitos institucionales «pro Piedades de clases estrictamente recortados, ti segundo lugar, al vincular la hegemonia con ef con sumo se advierte por qué no puede ser mera impsicisn Sabemos que la burguesia como propietaria de los medios de produccién y circulacin, tiene un papel decisivo en la organizacién material e ideoldica de la vida popular. Pero si pretende ejercer eficazmente su hegemonia, desde el no mento de la produecién debe incluir en los productos y ‘mensajes (en el ndmero y diserio, en la funcion y el sen- tido) no sélo sus intereses sectoriales sino aguella parte de la cultura subalterna que vuelva a esos productos itiles ¥ signficativos para la mayoria. Para entender la eficaci Persuasiva de las acciones hegeménicas hay que reconocer segiin In expresion de Godelier - lo que en ells existe de “servicio” hacia las clases populares $i no pensamos al pueblo como una masa sumisa que se deja ilusionar siempre 3e | | i i i i i I QUITO ©. VESTA, clase fy 1R6, megs 1754 sobre lo que quiere, admitiremos que su dependencia der: va, en parte, de que encuentra en la'accidn hegem6nica cier {a utilidad para sus necesidades. Debido a que este “serv cio” no es enteramente ilusorio, las clases populares prestan. fu consenso, conceden 2 la hegemonia una cierta legitimi- dad. A teatarse de hegemonia y no de dominacion, el vincu Jo entre ambas se apoya menos en la violencia que en el contrato: una alianza en la que hegeménicos y subalternos pactan prestaciones “reciprocas”. La importancia objetiva ¥ subjetiva de este intercambio explica por que la explota Gidn No aparece todo el tiempo como el aspecto de sus rela- ciones. Explica también el éxito de! populismo ~ politico y conmnicacionsl- no por ser una operacién manipuladora sino por su capacidad de comprender este enlace, esta ne: cesidad recfproca, entre clases opuestas. La consistencia de sus alianzas politicas se asienta, parcialmente, en su habil «dud para aliar las transformaciones de la produecién con la redistribucién en el consumo. Hay otras razones por kis cuales la hegemonfa no es im: posicién absoluta, En la citculacién,-y sobre todo en el con Sumo, los bienes y mensajes heyemdnicos interactian con los codigos perceptivos y los hibitos cotidianos de las cla ses subalternas, El repertorio de bienes y mensajes ofrecidos por la cultura hegenwinicx condiciona las opciones de las Clases populares, pero éstas scleccionan y combinan tos ma teriales recibidos ett la percepci6n, en la memoria y en et so y construyen con ellos, como el briculeur, otros site mas que nunca son el eco automtico de la oferta hege in esta compleja interaccidin, ni las clases ai los objetos. tii os medios ni los espacios sociales tienen Iugures sustart cialmente fijados, de una ver para siempre. Por eso estin tal formuladas preguntas tales como si el tango 0 ef rock son hegemdnicos o subalternos: su origen cultural y su con tenido no bastan pars adscribirlos 2 un sentido w otro; lo lecisiva seri examinar su uso, Ia felaeiGn con los dispositi ‘ws de poder actuantes en cada coyunutra, Por otra parte, si rekrcionamos las politieas de las organi: zaciones populares con la hegemonia y el consumo, descubri ‘nos fa unilateralidad de las interpretaciones que silo regis- tran si resistencia al poder, que las analizan siempre como agentes contrahegeménicos. Las organizaciones populares "dems de representar los intereses de trabajadores— par Licipan de, las relaciones sociales y las reglas de poder fijauas por el sistema. Sus miembros que militan en sindicatos © partidos también intervienen en procesos de consumo, en la ‘competeneia sexual, cultural, barrial, en otros espacios de hucha material y simbdlica, Esta doble o triple o quintuple nculacion de cada sujeto ayuda a entender las contradic- ciones y ambiguedades de las organizaciones populares, de sus lideres y militantes. En la decision de dectarar una hivel 142 u ocupar una fibrica intervienen, ademas de lo laboral y lo politico, otros Factores que casi nunca se nombran en las asambleas: In disputas entre fracciones del sindicato. el esta tlo de las necesidades familiares y subjetivas, alianzas de pa tentesco y compadra7go, etc, Quienes luchan contra el po- der desemperian esa lucha desde un contexto multiletermi: ado, donde la resistencia y lx impugnacién coexisten con la reproduccidn de hibitos y relaciones sociales instaurados por el sistema hegeménico. {Significa esta complejidad y relativa indeterminacién de los agentes sociales que no existe un sentido historico glo- bal, de larga duracién? Nada de eso. Lo que queremos decir fs que ese sentido no se haya sedimentado ahist6ricamente, ni distribuido en instituciones inconmoviblemente hegems: nicas o subalternas. Mas que establecer catdlogos de unas y Esvvksd DE WICRIA ‘otras, es preciso captar cOmo el sentido circula y varia en el ‘desenvolvimiento (0 el desvanecimiento) de los contflictos. Para no identificar maniqueamente la reproduccién de lo establecido con las clases hegeménicas y la transformacion con las subalternas, debemos vincular estas oposiciones con, otras dos problemiticas: primero, la manera en que las es- tructuras sociales se reproducen cotidianamente en los hé- bitos de consumo y de representacién populares; segundo, como reelaboran estos sectores la cultura hegeménica, en. ‘qué condiciones logran desarrollar su organizacion autono- rma y su capacidad de réplica, Consumo, hibitos y vida cotidiana La teoria clisica de la ideoiogia y los estudios conductis- tas sobre los “efectos” se empantanan casi en el mismo Iu- gar. Aunque relacionan de modos diferentes las determina- cones objetivas y las reacciones subjetivas, 1a “teoria” del reflejo en un caso y el mecanismo estimulo-respuesta en ‘otro hacen creer que las acciones ideol6gicas se ejercen pun- tualmente sobre los receptores y pueden generar pricticas, inmediatas. A ambas concepciones les falta una elaboracién, tnxis compleja sobre los procesos psicosociales en que se ccontiguran las pricticas y representaciones de los sujetos. fando un anuncio comercial o un mensaje politico se a los receptores, se inserta en sistemas de Iabitos, ‘constittidos en su mayoria desde la infaneia. Las correspon: encias fuertes de las estructuras sociales con el comporta ‘miento de los individuos se producen a través de un largo proceso de formacién de hibitos y gustos, no por las in- i encias ocasionales con que los medios o los partids po- ticos buscan orientar la conducta. Si hay wna homologia estructural entre el orden social ¥y las pricticas de los sujetos es porque éstos han interiori- vada las determinaciones sociales. Como lo demuestra Bourdiew, los hibitos, generados por las estructuras obje tivas, generan a su vor las prieticas individuales, daw a tat conducta esquemas. bésicos de percepciin, pensamiento y aveidn. Por ser “sistemas de disposiciones durables. y transponibles, estructuras estructuradas. predispuestas Funcionar como estructuras estructurantes”,S los hibits, sistematizan el conjunto de las pricticas de cada persona ¥y cada geupo, garantizan su coherencia con el desarrollo, Social mis que cualquier condicionamiento ejercido por eampaias publicitarias. © politicas. Los hibitos “propra; man” el consume de lus individuos y las clases, 0 sea Io que van a “sentir” como necesario. “Lo que le estadisti cca registra bajo la forma de sistema de necesidades - dice Bourdieu no es otra cos que la colverencia de elevcio rnes de un hibito.”® Ta sociedad organiza ta distribucién bienes n desigual de los teriales y simbélicos, y al mismo tiempo organi Za en los grupos y los individuos la relacion subjetiva con cllos, las aspiraciones, la conciencia de lo que cada uno puede apropiarse juracién de la vida cot diana se acraiga la hegemionia: no tanto en un conjunto de ideas “alienadas” sobre la dependencia o la inferior dad de los sectores populares como en usta interiorizacion ‘mula de la desiguaklad social, bajo ta forma de disposicio- nies inconscientes, inscriptas en el propio cuerpo, en el orde- amiento del tiempo y el espacio, en la conciencia de lo posible y de lo inalcanzable. in embargo, las pricticas no son meras ejecuciones de los habitos producidos por la educacién familiar y escolar, por Ia interiorizacién de reglas sociales. Si bien los habitos tienden a reproducir las condiciones objeti- 29

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