¢@Regresa
‘Acaso tenfa razén Emilio Uranga cuan-
do afirmaba que el tema del mexicano
‘era un asunto generacional. Propuesto
‘como tema por el grupo Hiperi6n, justo
a fines de la década de los 40, varios
destellos indican que las disquisiciones
‘acerca del ser del mexicano, con las mo-
icaciones del caso, volverén a poner-
se de moda. A 30 affos de distancia, 0
sea, dos generaciones después, en me-
dio de la incertidumbre producida por fo
{que el lugar comiin ha bautizado ya co-
mo la crisis més profunda del México
moderno, la tematizacién del mexicano
ino debe pareceros necesariamente un
signo regresivo y estéril, la puesta en es-
‘cena de un episodio histérico ya supera-
do y del que no deberiamos ocuparnos.
Mejor que calificar prematuramente el
fenémeno, me gustaria sefialar algunos
indicios que, en mi opinion, presagian
este retorno.
Primero que nada, y sin. que .esto:im-
pliquie ningund priotidad, el redescubri
miento de Heidegger. El creciente in-
terés por la obra de este filésofo (como
lo manifiestan titulos editados hace po-
0 por la Universidad de Puebla yla apa-
ticién del Heidegger de Steiner) asi co-
mo'is «svclorizacion —que ya se pre-
ei Sanre'existencialista, el de
la filosofia de lo mexicano?
Evodio Escalante
1 Ser y la Nada, indican que la tenden-
cia volverd a centrarse en el andlisis del
‘ser-ahf, es decir, del hombre tomado en
‘su cotidianeidad, en su contingencia, en
‘su perpetua necesidad de resolverse en
actos. Heidegger, como se sabe, es la
fuente en la que bebieron profusamente
‘casi todas los fildsofos de lo mexicano,
de Emilio Uranga a Jorge Portilla, pero
‘también otros libros, como Ef aberinto
‘de Octavio Paz, serian im-
influencia benéfica de
Heidegger y su énfasis en el estudio de
{as significaciones implicitas en ei fen-
‘gueje cotidiano.
Por otra parte, la crisis esviritual d=
los afios 40, que presenciaron ia debacle
de los valores de Occidente
ahora env México pera de vn modo
tenso. En la: primera suf
mos comertestigos de un mundo-que é=-*
derrumbaba, ahora lo.que se derrumba
es el pais. No somos espectadores sino
actotes del drama, un drama —por cier-
to— para el que nadie’ tiene respsiesta,
todavia. E/laberinto dela soledad se
cia con un andlisis del pachuco.s vier-
40 que ahora ya no hay pachucos, pero
en su lugar —y como antipada de
mismos~ han surgido los cholos y tas
bandas. 6 pachuso,ev-arna una reb
lion estética de-carécta: ecividual; tos
80 fepite.
panchos en cambio son esencialmente
‘gregarios. Si su estética punk es tan in-
dividualista como la de sus antecesores
{aunque en estilo /acra), su ética y su
mitologia pertenecen a lo sacial. La ban-
da es, en efecto, una sociedad en pe-
quefio, una nueva fraternidad basads en
la violencia y la accién destructiva. En la
banda y por la banda, los panchos recu-
‘san ta legalidad burguesa y los supues-
tos logros del desarrollo nacional.
Ellos son, por cierto, y aunque nos
‘cueste trabajo reconocerlo, los. Gnicos
‘grupos en este pais que tienen una épi-
ca qué defender. No pretendo hacer el
fagio de la violencia ciega, reactiva,
irracional, pero las bandas son una dé
Jas novedades mds interesantes de los
Lltimos tiempos, y sin duda seran objeto.
-de- mayor: atencién por parte de
esttos eSpecialistas. La avidez por lo
particular, asf se trate de la mera excre-
‘cencia, podré saciarse ampliamente en
‘estos grupos en los que puede verse en-
carada la fenomenologia del relajo es-
pediada -0r Jorge Portilla.
Par cierto, la Fenomenologia del rela-
{2 de Portilla, fibro inconsequible duran-
te muchos afios, acaba de|ser, réditado
en una_coleccién auspiciada ‘por el
CREA. Esto ¢s algo més —me atrevo 3
sugent-— que una mera casualidad.
a