us como almohada para tocar por las noches. A veces lo colocaba debajo de mi cabeza, otras veces contra mi pecho o en mis pies. Solo necesitaba a ese gato para calmarme, sentir su suavidad y calor mientras me dorma.
Pero esa pequea satisfaccin se volvi insuficiente. Al cabo de unos das, todo a mi alrededor me pareci muy abrupto, con mucha aspereza; senta las rectas invadindome, perfilando todos los espacios por los que transcurra, el fro del metal, la agresividad del concreto, la indiferencia del yeso. Quera caminar sobre gatos, dormir sobre gatos, trabajar sobre ellos, nadar en ellos. Quise tener cosas suaves por todos lados.