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LA AVARICIA NO ES
BUENA


Javier Leoz
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Un recin casado tena un buen puesto de trabajo. Pero, incluso esa
responsabilidad, se le haca poco. Decidi presentarse a unas
oposiciones y las aprob. De repente se encontr siendo gestor de una
de las principales empresas de una ciudad.
Era tanto lo que ganaba que, por aadidura, decidi adquirir una
granja en la montaa. Y, aprovechando la ocasin tena su mujer y
cuatro hijos- les propuso el plantar hortalizas, sembrar flores y sacar
rdito de toda aquella gran inversin.
La mujer y los hijos se convirtieron de la noche a la maana en
esclavos. No haba tiempo para la familia. No exista opcin para el
dilogo.
Un da, cuando el joven regres de su trabajo, se encontr una hoja
con el siguiente escrito: nos vamos; aqu hay de todo menos cario.
Adis.
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El joven intent alcanzarlos. No pudo. Su tesoro ya no era la familia.
Su corazn avaricioso estaba en el tener.

Virgen, pobre y humilde: poco le
import a Dios que fueras as.
Dios se enamor de la riqueza de
tu persona.
Dios se enamor del tesoro de tu
alma.
Dios se enamor de la forma con
que mirabas a la vida y a El
mismo.
Dios, Mara, se enamor del
jardn de tus entraas.
Aydanos a comprender que la
riqueza no est en lo que se tiene
sino, muchas veces, en aquello que
no valoramos.
Ensanos a invertir tiempo y
dinero no en lo material y s en
aquello que nos puede aportar
dicha en nuestro caminar.
Aydanos a despojarnos de tanto
trasto que llena la azotea de
nuestro corazn y de nuestras
conciencias.
Aydanos a codiciar los bienes
del cielo, aydanos, Mara, a no
abandonar los tesoros de nuestra
familia, de nuestros amigos, de







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nuestros seres queridos.
T, que fuiste pobre y rica,
haznos comprender que la vida
hay que llenarla no de cosas
cuanto de momentos de entrega,
amor y servicio.
Amn