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En los ltimos aos slo nos veamos

cuando andabas de un lado para otro


y leas como embriagado
tu Dream demoledor-
audible, sonoro
en otro mundo entonces como ahora.
yo quera seguir viviendo
para evitarme tu elega.
Pero en realidad nuestra vida fue la misma,
la habitual
que nuestra generacin ofreca
(Les Maudits- el agasajo
que cada generacin de americanos
se hace al llegarle el turno):
primero alumnos, luego profesores,
nuestra galaxia de grands matres,
en los cincuenta, becas de estudio
en Pars, Roma y Florencia,
excombatientes de la Guerra Fra, no de la Guerra-
lo mejor que la vida puede dar
soando ms tarde en el whisky de las seis,
esperando el fuego con hielo,
hasta el tacto del vaso fro,
como el que aguarda a una muchacha
si t hubieras esperado.
Quisimos obsesionarnos escribiendo
y lo hicimos.
Te levantas tan aturdido como yo,
y encuentras las gafas olvidadas dentro de un zapato?
Algo me oprime el corazn con fuerza-
all, aqu todava, los buenos tiempos
en que nos sentbamos junto a un lago fro en Maine,
hablando del Cuento de Invierno,
los celos de Leontes
en la sintaxis quebrada de Shakespeare.
T fuiste el primero el triunfar.
Precisamente el otro da,
di con la diferencia que existe entre nosotros- el humor
incluso en esta ltima Dream Song,
rindote de la escapada sigilosa
de tu hogar y tus clases-
para saltar desde el puente.
Las muchachas no movern la escarcha de tu tumba.
Para mi asombro, John,
te rezo a ti, no por ti,
pienso en ti, no en m,
sonro y me duermo.
.
.
.
.

John Berryman

Robert Lowell

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