La pequeña historia que cuenta esta novela es ficción, pero está
enmarcada en otra Historia, con mayúscula y cruelmente verdadera, que tocó vivir a los españoles en los años 20 y 30 del siglo pasado. Para enriquecer la trama con matices históricos, consulté diversos manuales de Historia de España, como los escritos por Raymond Carr, Pierre Vilar o Javier Tusell.
Para saber más de la vida cotidiana y captar el ambiente de entonces,
leí y disfruté Madrid 1900, de Pedro Montoliú, la serie Crónica de Madrid, coordinada por L. López Sancho; la historia de ABC titulada ABC. El periódico del siglo, o, incluso, La forja de un rebelde, de Arturo Barea. Para saber cómo era el sistema educativo de la época, me fue de gran utilidad el libro de Etayo Gordejuela, Galindo Nieto y Portela Sandoval, titulado Universidad Complutense, de Madrid de la Edad Media al III Milenio.
La búsqueda por Internet era también obligada. Fueron de muchísima
ayuda las páginas web de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (cervantesvirtual.com), de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (uned.es), de la Unión General de Trabajadores (ugt.es). Encontré datos de mucho valor en pequeños tesoros en forma de web, como la página del Instituto de Enseñanza Secundaria Casas Viejas, de Cádiz (iescasasviejas.net), Madrid histórico (madridhistorico.com), Segunda República (segundarepublica.com), Ojos de papel (ojosdepapel.com) Historia-Es (historia-es.com), o el Portal Fuenterrebollo (fuenterrebollo.com).