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MADRE LOCURA

Gua mi camino,
en tus manos mi aparente destino
en tu piel escrito ya mi final,
en tu manto mis pensamientos,
cbrelos, Llnalos de ti.

Madre locura hoy soy hijo tuyo
dame tu luz y djame ver el mundo con tus ojos,
djame ver una realidad en la que no exista el dolor
acgeme en tu seno, hazme feliz.

Llvame lejos de este lugar Madre ma
llname de besos, de caricias mustias ,
llvame de tu mano,
y mantente a mi lado hasta el final.

Confname aqu, Junto a ti
el resto de mi vida,
el resto de tu vida,
por toda la eternidad.

D. H. Valdemar.
















A MI MAESTRO
Ocasionalmente el dulce sonido del trueno llega acompaado de la incandescente luz que a
cegarnos ha dedicado su efmera existencia.
Hay momentos de claridad mental en los que nuestro cuerpo absorbe todo el dolor que el
mundo ha envuelto en la piel del rojo sentimiento.
En ese destello de obsceno placer demencial contemplamos posibilidades tan espantosas a los
ojos de la normalidad, posibilidades que rodean nuestra mente, provenientes del deseo de
escapar.
Arrojar estos pensamientos, estas ideas probablemente sera lo ms sensato.
Hay ocasiones en las que la mente, sorda a las suplicas de nuestra alma, desencadena de s la
maldad que el tiempo le ha ido forjando, y deja como nica opcin una solitaria puerta, y del
otro lado de la misma, una splica desgarrando el silencio, llamndonos, dndonos el abrigo
que necesitamos.
Es ah cuando cruzamos el punto sin retorno.
Ocasionalmente es en estos momentos en los que la cordura nos separa del dulce abrazo del
mundo banal, escogemos saborear la locura y no sufrir la realidad.

D.H. Valdemar.

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