Conoc a mi primer amor en el sitio menos romntico de Madrid: el
Metro. Me top con ella en un mugriento vagn de la lnea seis. El fequillo le cubra la cara y lea una antologa de Antonio Macado. !as estaciones se sucedan" pero ella no se dignaba a levantar la cabe#a del libro que alimentaba mis celos. $an slo ansiaba una mirada que poder llevarme al laberinto del subsuelo. !a pr%ima parada ya era la ma y yo aba abandonado toda esperan#a cuando" de pronto" ella mir tras el cristal y acto seguido a m. !uego otra ve# a Macado y despus de nuevo a m. En un alarde de inusual cora&e" logr soportar la tirana de sus o&os verdes y ella me regal una sonrisa. Abandonamos &untos el tren y me abl de los surcos del a#ar. 'ace a(os que se )ue de mi vida. *o s a dnde" eso ya poco importa. !o que es seguro es que nunca volver a conocer el amor en el Metro" porque oy nadie levanta la mirada del libro" porque all ya no ay libros" slo tel)onos inteligentes. +avier +imeno