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PRIMERA EVOCACIN

Recuerdo
bien
a mi madre.
Tena miedo del viento,
era pequea
de estatura,
la asustaban los truenos,
y las guerras
siempre estaba temindolas
de lejos,
desde antes
de la ltima ruptura
del Tratado suscrito
por todos los ministros de asuntos exteriores.
Recuerdo
que yo no comprenda.
El viento se llevaba
silbando
las ojas de los !rboles,
y era como un alegre barrendero
que dejaba las nias
despeinadas y enteras,
con las piernas desnudas e inocentes.
"or otra parte, el trueno
tronaba demasiado, era imposible
soportar sin orror esa estridencia,
aunque jam!s ocurra nada luego#
la lluvia se encargaba de borrar
el dibujo violento del rel!mpago
y el arco iris pona
un buc$lico %in a tanto estrpito.
&leg$ tambin la guerra un mal verano.
&leg$ despus la pa', tras un invierno
todava peor. Esa ve', sin embargo,
no devolvi$ lo arrebatado el viento.
(i la lluvia
pudo borrar las uellas de la sangre.
"erdido para siempre lo perdido,
atr!s qued$ de%initivamente
muerto lo que %ue muerto.
"or eso )y por m!s cosas*
recuerdo mucas veces a mi madre#
cuando el viento
se aduea de las calles de la noce,
y golpea las puertas, y uye, y deja
un rastro de cristales y de ramas
rotas, que al alba
la ciudad muestra desolada y lvida+
cuando el rayo
iende el aire, y crepita,
y cae en tierra,
tra'ando surcos de carb$n y %uego,
eri'ando los lomos de los gatos
y trastocando el norte de las brjulas+
y, sobre todo, cuando
la guerra a comen'ado,
lejos,nos dicen, y pequea
,no ay por qu preocuparse,, cubriendo
de cad!veres mnimos distantes territorios,
de crmenes lejanos, de ur%anos pequeos-
)Tratado de urbanismo*

ngel Gonzlez

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