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Hay una esquina en la ciudad donde nada es lo que parece.

Algunos la tildan de aburrida, otros


logran descubrir una mnima parte de su encanto y se los puede escuchar deslizar la palabra
pintoresca por entre sus labios. La realidad es que es uno de esos lugares que saben albergar
magia.
Se dice que antes de que la ciudad existiera, ah ya haba adoquines; y que todos los colectivos
del mundo te dejan a media cuadra. Se dicen muchas cosas. Susurradas, bajito. De boca en
boca, en reuniones de amigos, entre enamorados. Y aunque en ningn libro se lo cita, el
encanto del lugar es conocido por todo aquel que lo merece.
En uno de las cuatro esquinas que forma el cruce de las calles, se lo puede encontrar. Dnde el
aroma del caf compite con la transpiracin de las jarras de cerveza que pueblan las mesas de
la vereda cada verano. Hay demasiadas sensaciones para aquel que est atento a lo realmente
importante. Un lugar especial para ponerse a tratar de pasar lo real a texto, o a trazos o
acordes.
Desde esta esquina cautivadora de la ciudad. Sentado en una mesa que da a la ventana en una
noche de ste lamentable invierno cmo saben serlo todos. Te digo: Bienvenido al bar
Arcangel, pas que si llegaste es porque estas en casa.



En este bar el caf y la tinta van de la mano. Y en las noches de verano, los adoquines llegan a
sentir la transpiracin de las jarras de cerveza. El encanto del lugar, sabe aburrir a algunos e
invita a descubrir la verdad a otros muchos. La verdad de que lo formal no es ms que un
asesinato de lo autntico. De que el calor trae alegra. Y de que la realidad puede leerse en
metforas y versos. Entre otras cosas, muchas otras.
En la esquina de una mesa dice a fuerza de raspar la madera:la vida est hecha de letras, y
con ellas yo te escribo y te traigo hasta ac. Y si ests leyendo esto, las letras te guiaron a este
humilde bar. Asique no queda otra cosa para decir, ms que Bienvenido, ponete cmodo.

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