Está en la página 1de 1

Marsilio Ficino a un hombre que no puede soportar una herida:

Tu sufres, mi amigo, porque has recibido una herida; eso lo reconozco.

Pero pareces haber sido lastimado, no tanto porque otro te ha hecho un mal, sino porque
creíste que lo que hizo era malo. Para un hombre malvado, de hecho, todas las cosas,
hasta lo bueno se convierte en malo. Para un hombre bueno, sin embargo, todas las
cosas, hasta aquellas que parecen muy malas, son finalmente convertidas en buenas.

¿Estás pensando en venganza? Te advierto sinceramente: ten cuidado. Porque si intentas


ser vengado, vas a sufrir una segunda y una tercera herida y, por tu deseo de destruir
al otro hombre vas a destruirte a ti mismo. Las abejas, provocadas, pican causando muy
poco daño y al picar dejan la vida. Por supuesto, no te animo a olvidar por completo.
Quizás sea útil recordar, para que al menos otra vez seas más cauto con hombres malos.

Está acostumbrado a nunca perdonar, quien una vez ha dañado. Perdona libremente, te
lo ruego, no sea que te traigas problemas, y él te dañe nuevamente una y otra vez. Por
necesidad sus males lo esperan. Porque la fortuna no deja nada sin tocar, la naturaleza
no deja nada sin dañar, ni tampoco Dios deja nada sin vengar.

También podría gustarte