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Rafael Porlán: «Por una escuela activa e investigativa»

PROFESOR. Rafael Porlán durante una de sus clases en la Universidad de Sevilla. / A.A.
Rafael Porlán Ariza nació en Sevilla hace 55 años. Es biólogo, doctor en Ciencias de la Educación,
catedrático de Didáctica de las Ciencias de la Universidad de Sevilla y profesor de la Facultad de
Ciencias de la Educación de dicha Universidad. Autor de numerosos artículos y libros como
'Ecología y Escuela', 'Constructivismo y Enseñanza de las Ciencias', 'Constructivismo y Escuela', 'El
Diario del Profesor' y 'El Conocimiento de los Profesores'. Así mismo, es miembro de la Red IRES
(Investigación y Renovación Escolar) y del Foro por Otra Escuela' de Sevilla. Igualmente está
implicado en los Movimientos de Renovación Pedagógica al tiempo que continúa con su labor
investigadora de las dificultades para el cambio de los docentes. A finales de octubre estuvo en
Granada para participar en las I Jornadas Andaluzas de Innovación e Investigación Educativa.

–¿Qué es la Red IRES y quiénes la integran?


–La red IRES es un colectivo de docentes de todos los niveles del sistema educativo que tratamos
de llevar en nuestras clases un modelo de enseñanza basado en la investigación de alumnos y
profesores. El alumno aprende investigando y el docente mejora sus clases reflexionando e
investigando, a su vez, su propia práctica. Por último, consideramos que el currículum ha de ser
abierto y flexible y que es la comunidad educativa y los equipos de docentes quienes han de
concretarlo y experimentarlo. A este modelo lo denominamos MIE (Modelo de investigación en la
Escuela) y se concreta en doce puntos que se pueden consultar en nuestra web.

–¿Cómo surge el manifiesto pedagógico ‘No es verdad’?


–Surge como reacción a diferentes artículos de prensa de escritores, catedráticos y personas de
relevancia social, en los que demuestran un desconocimiento preocupante sobre la situación real
de la escuela y sobre las medidas a adoptar para paliar el fracaso escolar. Un buen ejemplo es el
artículo de Arturo Pérez Reverte, novelista y académico de la lengua, titulado "Permitidme
tutearos, imbéciles", que no tiene desperdicio. También es la respuesta a determinados textos que
han circulado entre los profesores, especialmente de Secundaria, en los que se critica y se
ridiculizan los enfoques pedagógicos que ponen el acento en la actividad y en la participación del
alumnado. Un ejemplo significativo es el ‘Manifiesto antipedagógico’.

–¿También por el efecto multiplicador de los medios de comunicación?


–En efecto. Surge también como respuesta a determinadas noticias alarmistas de los medios de
comunicación en relación con la llamada ‘violencia escolar’, en los que se tienden a presentar
casos muy concretos como algo frecuente y habitual. Todas estas situaciones son causa y efecto, al
mismo tiempo, de una serie de lugares comunes que circulan en la sociedad sobre la escuela, los
niños, niñas y adolescentes que están muy lejos de la realidad. El fracaso escolar no es la
consecuencia de que la escuela haya cambiado el modelo educativo tradicional, sino todo lo
contrario, el fracaso se debe a que en la escuela sigue predominando, aún hoy, un modelo
tradicional, transmisivo y obsoleto.

–¿Cuáles son los principios de la escuela que proponen?


–Necesitamos una escuela centrada en los alumnos y en su desarrollo integral, no sólo conceptual.
Donde los contenidos, en la enseñanza obligatoria, se relacionan con las cuestiones relevantes de
la realidad de hoy y del futuro. Una escuela activa e investigativa, donde el alumno deje de ser
objeto de adoctrinamiento académico y pase a ser sujeto de aprendizaje. Una escuela con formas
de evaluación que informen y formen a todos los implicados, y que busque la mejora de los
procesos, y no la mera sanción. Una escuela con espacios y tiempos adecuados para los ritmos y
necesidades de niños, niñas y adolescentes. Una escuela con docentes motivados, comprometidos
y bien preparados profesionalmente para la tarea de educar. Una escuela, en suma, pública y laica,
donde la democracia y la participación sean la garantía de una auténtica gestión comunitaria y
autónoma.

–¿En qué fase se encuentra?


–Hasta ahora, al mes de iniciar la campaña, se han recogido cerca de 1.700 firmas y unos 3.000
euros de aportaciones económicas. Estamos sólo al principio, pretendemos incrementar
significativamente esta cifra y dar a conocer el Manifiesto, y una representación de los firmantes,
en un anuncio de página completa en un periódico de difusión estatal. Han firmado colectivos muy
significativos de los Movimientos de Renovación Pedagógica (Rosa Sensat de Cataluña, Acción
Educativa de Madrid, también personas relevantes del mundo educativo como Gimeno Sacristán,
Ángel Pérez Gómez, César Coll, etc.
Estereotipos combatidos por el manifiesto pedagógico

Según este docente los principales estereotipos que se pretenden combatir con el Manifiesto
pedagógico “No es verdad” son: a) la idea de que en la escuela española predomina un modelo
permisivo, no transmisivo, donde los estudiantes se dedican todo el tiempo a hacer actividades en
grupo, poco relevantes y donde los contenidos de siempre ya no se enseñan (es lo que algún
columnista ha llamado despreciativamente "la Pedagogía de la plastilina"); b) La idea de que los
niveles de los contenidos bajan (cualquier padre o madre que vea los libros de texto de sus hijos
puede comprobar que eso no es cierto); c) La idea de que los alumnos de hoy son peores que los
de antes y d) La idea, absolutamente errónea, de que los profesores de hoy tienen un exceso de
formación pedagógica y un déficit de formación en los contenidos, pues o que ocurre realmente es
precisamente lo contrario.

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