Despus de abrir pesadamente los ojos, y estirar la mano buscando a tientas la perdida y fastidiosa alarma, se lleva una gran bocanada de aire al diafragma, tomando un par de minutos asimilar el aliento de vida. Se ha de incorporar apresuradamente -porque dos minutos se transformaron en 15- corriendo al cuarto de aseo; cuidar que el jabn no le entre en los ojos, y se enjuagar perfectamente. Tras este fervoroso ritual de abluciones, abrir violentamente el ropero, -entretanto suena la musical cafetera-, la escurridiza y colorida ropa vuela. Titubeante al fin encuentra qu ponerse, y al contemplar su inversa figura en el espejo arregla pequeas arruguitas se contemplar satisfecho. Cuando finalmente vuelva a respirar La cafetera sigue sonando! Correr escaleras abajo, apagar la estufa, no beber caf, tomar su maletn, y saldr corriendo. Una advertencia: cuide de no olvidarse los zapatos, sera una lstima haber sacrificado intilmente ese caf.