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rase una vez un ratn que viva en una humilde madriguera en el campo. All, no le haca falta nada.

Tena una cama de hojas, un cmodo silln, y flores por todos


los lados.
Cuando senta hambre, el ratn buscaba frutas silvestres, frutos secos y setas, para comer. Adems, el ratn tena una salud de hierro. Por las maanas, paseaba y
corra entre los rboles, y por las tardes, se tumbaba a la sombra de algn rbol, para descansar, o simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y
feliz.

El valor de la paz
Un da, su primo ratn que viva en la ciudad, vino a visitarle. El ratn de campo le invit a comer sopa de hierbas. Pero al ratn de
la ciudad, acostumbrado a comer comidas ms refinadas, no le gust.
Y adems, no se habitu a la vida de campo. Deca que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la vida en la ciudad era
ms emocionante.
Acab invitando a su primo a viajar con l a la ciudad para comprobar que all se vive mejor. El ratn de campo no tena muchas
ganas de ir, pero acab cediendo ante la insistencia del otro ratn.
Nada ms llegar a la ciudad, el ratn de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa. El ajetreo de la gran ciudad le asustaba.
Haba peligros por todas partes.
Haba ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las personas. La madriguera de su primo era muy distinta de
la suya, y estaba en el stano de un gran hotel.
Era muy elegante: haba camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las paredes eran revestidas. Los armarios
rebosaban de quesos, y otras cosas ricas.
En el techo colgaba un oloroso jamn. Cuando los dos ratones se disponan a darse un buen banquete, vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de la
madriguera.
Los ratones huyeron disparados por un agujerillo. Mientras hua, el ratn de campo pensaba en el campo cuando, de repente, oy gritos de una mujer que, con una
escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con el palo, para matarle.
El ratn, ms que asustado y hambriento, volvi a la madriguera, dijo adis a su primo y decidi volver al campo lo antes que pudo. Los dos se abrazaron y el ratn de
campo emprendi el camino de vuelta.
Desde lejos el aroma de queso recin hecho, hizo que se le saltaran las lgrimas, pero eran lgrimas de alegra porque poco faltaba para llegar a su casita. De vuelta a
su casa el ratn de campo pens que jams cambiara su paz por un montn de cosas materiales.
FIN

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