Está en la página 1de 1

El amor desde su perspectiva filosófica

Si la actitud del amor ha de formar parte, en algún momento, de las


descripciones que siguen las tendencias de la ciencia experimental, deberá
definirse de manera tal que pueda ser observada y cuantificada con cierta
precisión. Baruch de Spinoza estableció una definición que puede cuadrar
con los requerimientos de las ciencias humanas y sociales. Escribió al
respecto: «El que imagina aquello que ama afectado de alegría o tristeza,
también será afectado de alegría o tristeza; y uno y otro de estos afectos
será mayor o menor en el amante, según uno y otro sea mayor o menor en la
cosa amada».[]
La definición de Spinoza, en la que la actitud del amor implica compartir
alegrías y tristezas de otras personas, no difiere esencialmente de la
definición bíblica del amor, ya que el mandamiento sugiere «compartir las
alegrías y tristezas de los demás como si fuesen propias», tal el «amarás a
tu prójimo como a ti mismo».
No sólo esta definición se refiere a aspectos observables y contrastables
con la realidad, sino que también presenta aspectos cuantificables, ya que
indica que en mayor o menor medida serán compartidos los afectos,
mientras mayor o menor sean la alegría o la tristeza asociada a la persona
amada.
De la definición mencionada Spinoza extrae algunas conclusiones inmediatas,
tales como los sentimientos que surgen hacia un tercero. Según sus propias
palabras: «Si imaginamos que alguien afecta de alegría a la cosa que
amamos, seremos afectados de amor hacia él. Si imaginamos, por el
contrario, que la afecta de tristeza, seremos, por el contrario, afectados
también de odio contra él».[]
Observamos, en esta expresión, que el odio aparece como una actitud
opuesta al amor, como una tendencia a intercambiar (respecto del tercero
mencionado) los papeles de tristeza y alegría como afectos compartidos.
Para Leibniz, la felicidad es al hombre lo que la perfección es a los entes, y
esa felicidad radica fundamentalmente en el amor. El amor a Dios, según el
filósofo, debe ser con ternura, y debe tener el ardor combinado con la luz.
Así pues, la perfección humana consiste en amor luminoso, un amor en el que
se combina la ternura con la razón.

También podría gustarte