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El trabajador social ¿Propositólogo social?

Autor: César Barrantes

Se trata del fragmento relativamente autónomo de un texto que tiene como pre-texto el
tema general del Primer Encuentro Latinoamericano de Trabajo Social, realizado del 5 al 8
de octubre de 2005 en la Sede Bogotá de la Universidad Autónoma de Colombia: “El
Trabajo Social Crítico en el Contexto Latinoamericano. Propuestas Alternativas para la
Construcción de una Nueva Sociedad” (Barrantes 2005c).
Este comentario tiene el semblante de una aporía que tomó vida cuando -en un ejercicio del
comentario del texto como disciplina (Esperanza 2003; Márquez 2005)- decidí tomar como
punto de partida al significante que pudiera parecer el menos significativo del Primer
Encuentro. Se trata del signo que en castellano llamamos punto y que media las dos
oraciones que integran el tema arriba enunciado.
Como es sabido, el punto ostenta una amplia gama de significados en casi todos los órdenes
que tienen que ver con los más acá y los más allá de la vida, la agonía y la muerte.
De los diccionarios consultados hemos tomado dos. Me refiero al sentido gramatical de
separación (de palabras, frases, ideas, oraciones) y al que se le da en las denominadas
ciencias duras o exactas: elemento del espacio al que sólo se le puede asignar una sola
posición.

Primer acto
En un primer escenario, el punto que nos ocupa ostenta una sola posición inconmovible, es
decir, sólo posible de ser no-movible. Simplemente allí está en el centro mismo de la
Convocatoria: persistentemente sosteniendo la única posición que le ha sido asignada: la
que separa, divide, escinde. Es así que las prácticas de los dos campos problemáticos –el
del trabajo social y el de las propuestas societales- resultan ser independientes, es decir, una
no se deriva de la otra, ambas no están relacionadas de manera necesaria pudiendo no tener
nada en común; en términos dialécticos y sicoanalíticos, al no contener una el deseo de la
otra no hay reciprocidad, antagonismo ni contradicción, sólo indiferencia entre ambas. Por

Fragmento introductorio de la ponencia central presentada al Primer Encuentro Latinoamericano de
Trabajo Social “El Trabajo Social Crítico en el Contexto Latinoamericano. Propuestas Alternativas para
la Construcción de una Nueva Sociedad”, organizado por la Asociación de Egresados de Trabajo Social
de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 5-8 de octubre de 2005. En Revista Margen, Buenos
Aires: www.margen.org/
lo tanto no hay caminos ni puentes, temporalidades ni espacialidades que transitar ni
rebasar; no hay deseo ni necesidad de movilizarse de las propuestas societales al singular
campo del trabajo social ni desde éste al de aquellas que, en este escenario, se configuran
como un ámbito no propio del trabajador social en virtud de que éste no ha constituido a
aquél en objeto de su deseo. En sicoanálisis, cuyo referente es el vínculo social, quien no
desea no siente malestar en la cultura ni en la barbarie ni en nada y no puede soñar ni
dormido ni despierto. Sin deseo no hay ética, política ni derecho, entendiendo
zpinosianamente que la ética (Lacan 1959, Savater 1988) trata de lo que deseamos o
queremos a partir de lo que somos dentro de las circunstancias que nos son dadas; no se
refiere, en modo alguno, a lo que se debe o puede ser o hacer. Sin deseo no hay libertad de
apropiación, potenciación, totalización, universalización ni de rebasamiento de lo real1, que
es el habitáculo donde nos constituimos en sujetos y nos movemos. El sujeto sin deseo no
quiere hacer historia ni tener futuro compartido. En consecuencia, el acto termina en el
momento mismo de su inauguración. Se baja el telón sin que haya cantos ni sinfonías pues
no hay nada qué discutir ni celebrar.

Segundo acto
En un segundo escenario no menos evanescente que el anterior, el deseo de vincular una
práctica con otra existe pero el punto que separa y divide es inconmovible; se resiste
absolutamente a ser removido de la única posición que le ha sido asignada; no puede ser
vencido. Por lo tanto el deseo de quienes quieren rebasar sus propios límites y explorar el
campo de las propuestas societales se encuentra bloqueado, irrealizado, imposibilitado. El
punto que obtura, divide, separa y aleja no puede ser suturado. La herida narcisista persiste
en seguir conmoviendo a amplios grupos de trabajadores sociales.
El acto se cierra dando lugar a un canto coral -invisible pero perfectamente audible- sobre
el malestar y el lamento, la frustración y la queja.

1
Lo real en nuestro enfoque y a diferencia del sicoanálisis, se entiende como la realidad socialmente
construida, intersubjetivada, objetivada, acotada, es decir, en proceso de (re)conceptualización, simboli-
zación y socialización. Es el momento de mayor cualificación de la praxis constituida como tal en tanto
productora de sentido (significado y direccionalidad). Es el todo-posible, la racionalidad total mas no
absoluta, de la siempre inconclusa aproximación del sujeto al conocimiento y apropiación del saber de lo
real. El fundamento de lo real es la unidad interna entre sujeto y objeto, conciencia y realidad, pensamien-
to y ser, teoría y práctica, poder y conocimiento; sociedad, estado y nación; entre lo real y lo ideal; y entre
lo económico, lo político, lo espiritual, lo ideológico, lo histórico y lo cultural.
Tercer acto
En un tercer escenario, el mismo punto que separa y divide y que en el segundo escenario
aparece como inconmovible, en éste ha sido vencido por el deseo dando lugar a la
posibilidad de suturar, unir, construir y apropiarse del vínculo significante entre las dos
prácticas que, en el primer escenario, se nos presentan como independientes y
recíprocamente indiferentes y, en el segundo, como imposibles. En otras palabras, lo que en
los dos escenarios anteriores aparece como campo indiferente y externo al trabajo social, en
éste las propuestas para la construcción de una nueva sociedad advienen como objeto de
deseo, de apropiación y potenciación para los trabajadores sociales y las trabajadoras
sociales que, en virtud de su deseo, han sido constituidos en propositólogos y
propositólogas societales.
En consecuencia, la obra termina –en un despliegue creador de maravilloso eclecticismo-
con una polifonía apoteósica escrita por Juanes con ritmo del Ballenato, inspirada en la
Marcha de Aída de Verdi, el Mesías de Haendel y el Himno a la Alegría de la Novena
Sinfonía de Beethoven, bajo la dirección magistral de Carlos Vives.
Según los cronistas de la época fue tal el impacto que la obra causó entre los colegas
asistentes, que éstos quedaron crecidos en su pundonor, gratificados en su afán de
reconocimiento social, profesional y académico y con una sensación de inmortalidad tal
que salieron de dicho evento levitados, cada uno susurrándose en comunión consigo
mismo: tengo un nuevo trabajo: soy propositólogo societal; tengo un nuevo trabajo: soy
propositóloga societal. Sin embargo, de manera insólita, al día siguiente los noticieros
reseñaron que, por una extraña razón, nuestros colegas no pudieron encontrar el camino al
habitáculo de su pertenencia. En consecuencia, varias medianoches después aún se
encontraban deambulando por los no lugares de la ciudad: autopistas, aeropuertos,
supermercados, centros de telefonía, televisión y redes de cable y centros comerciales,
preguntándole ansiosamente a cada transeúnte por el lugar del Imperio donde se estaban
fabricando propuestas para una nueva sociedad: ¿latinoamericana, local, global, de
trabajadores sociales, de poetas muertos, de científicos, de filósofos, de estados, de pueblos
y naciones? Poco importaba ya. Extraviados de su propia identidad habían perdido el don
de volver audible el movimiento mismo del pensamiento y por lo tanto la facultad de
reconocer sus propias obras. El punto que divide y separa se había impuesto. En la
profundidad de la más oscura medianoche, la queja había desaparecido.

(…)
La trama fabulada ha puesto en escena la temática de la alienación en el trabajo social, es
decir, de la confusión entre perspectiva y prospectiva, visión de mundo y modelística y todo
ello con propuestas alternativas de sociedad; confusión que hace que quienes la sufren se
encuentran perdidos en el entramado de objetivos, metas, intereses, prácticas y discursos
que no les pertenece y para los que no han sido formados aún.
¿Existe en el ser-en-el-mundo del trabajo social que está queriendo llegar a ser (consigo
mismo, con otras disciplinas, con la sociedad), algún punto de obturación o flujo de vacío
que esté subsumiendo el ritmo de sus experiencias y esté escindiendo a los trabajadores
sociales y las trabajadoras sociales de su capacidad de comprender, aprehender, explicar,
potenciar y –por qué no- poetizar el mundo –la trama social de la cual somos arte y parte-
en su propia realidad y, por ello, esté siendo fuente de malestar y queja entre ellos?, ¿qué y
cómo hacer para que el trabajo social y sus agentes puedan colocarse en situación de
contribuir efectivamente a la erradicación de las causas del malestar y la barbarie y liberar
de éstas a quienes las sufren? ¿Desde dónde se trataría de hacer propuestas de sociedad:
desde la diferencia poscolonial, desde la colonialidad del poder, desde el poder neocolonial,
desde la diferencia imperial, desde el saber de los trabajadores sociales y las trabajadoras
sociales o desde el saber del O(o)tro?
Son preguntas que tienen una sonoridad que –evocando muy mediatizadamente a Derrida
(2002)- el que hace la ley, el padre, el amo, el capitalista conviene en hacer audible y por
lo tanto ser él mismo interrogado, asumiendo el doble riesgo de responder con su propia
identidad y aceptar la trasgresión implicada en dichas preguntas. Pero fundamentalmente
son preguntas autocuestionadoras cuyos sentidos desde el hijo, el esclavo, el asalariado, el
subordinado aceptan la posibilidad de resignificar la dialéctica hegeliana del amo y el
esclavo; en este sentido, sin dejar de marcar sus propias fronteras espectrales, se tornan
sorprendentemente en otras en tanto y en cuanto se han desprendido de una creencia ingenua:
que la realidad social contiene su propia pregunta y su propia respuesta, que los hechos tal
cuales son hablados por la verdad que está contenida en la génesis misma de aquella. En
realidad son brújulas intelectuales cuya paradojal finalidad es, apenas, proyectar
fragmentos de puentes y sus prolongaciones que señalizan una cierta ruta de que, más allá
de las dobles rupturas epistemológicas (de contenidos, de métodos, de paradigmas)
podamos retomar las continuidades temáticas2 y apuntar, por diversas vías que pudieran no
conducir a ningún lugar, a la resignificación de lo dado.
Lo anterior implica remirar los objetos del pasado, retomar las teorías de los clásicos de las
diversas épocas y, a partir de las nuevas plataformas epocales actuales, resemantizar
aquellos y rescribir éstas para saber qué se puede hacer con todo ello. Por la mediación de
una recuperación histórico-crítica de los grandes y pequeños temas, se podría llegar a
otorgar nuevas funciones a las teorías y métodos, sujetos y objetos de conocimiento pero no
sólo de cara al pasado (¿el padre, el amo, la ley?) cercano o lejano- sino fundamentalmente
a la construcción de un nuevo punto de partida para la producción, circulación y consumo
de conocimientos y saberes que les conciernen a los y a las agentes del trabajo social. Se
trata en fin, de un paso necesario -hasta de simple rigor metodológico- para poder iluminar
inéditas exploraciones tendientes a abrir el trabajo social, al multidimensional proceso de
constitución teórica de nuevos sujetos históricos que le agreguen valor (plusvalía según
Marx, plus de goce según Lacan) al vínculo social, es decir, a la reproducción ampliada del
conjunto de relaciones sociales de producción de valores (tangibles, intangibles de cambio
y de uso) dentro de los que incluimos la producción de imágenes alternativas de sociedad,
objeto reflectivo de estas notas.
Es a propósito de lo anterior y de la problematización del malestar y la queja, de la
alienación y la barbarie como experiencias del trabajo social, que podemos parafrasear al
Mires (1998:253) freudianamente subversivo mas no al que se ha acostumbrado a la
calefacción eurocéntrica que termostatiza con el socialismo neoliberal chileno, diciendo –
en consonancia con Freud ([1930]1975)- que esta fuerza histórica que es el malestar en
tanto miedo y deseo al mismo tiempo, tienen los trabajadores sociales y las trabajadoras
sociales que asumirla, compartirla, organizarla y epistemologizarla; asimismo, alimentar
dicho malestar con la pasión subversiva de saber que son hablados, si bien trans-

2
“…La continuidad que existe entre la cosmogonía [judeo-cristiana] y la cosmología evolucionista actual
es una continuidad ‘themática’ y no de contenido o de método. Así como existe una ruptura
paradigmática entre ambas perspectivas, existe una no menos fuerte continuidad ‘themática’.
Prolongando la analogía sostenemos que la composición/complementación entre las categorías de la
modernidad/posmodernidad es otra de estas alternancias meta-epistemológicas que exhiben continuidad o
ruptura según se privilegie una lectura themática o paradigmática” (Piscitelli 1988:69, cita No. 1).
históricamente en tanto sujetos del inconciente, fundamentalmente por la historicidad de la
propia existencia a la cual estamos sujetados.
Sólo así, nos parece, podremos estar en condiciones de darle rienda suelta a nuestros
poderes creadores y asumir –cada uno al nivel y espesor que le corresponde y de acuerdo
con sus propias circunstancias- la misión de contribuir a cambiar el curso de las cosas que
tanto nos molesta y que tanto malestar causa a billones de seres humanos en el mundo.

BIBLIOGRAFÍA
Barrantes, César (2005a), Trabajo social en el contexto actual ¿Reinvención o repetición?, Conferencia
Inaugural del Quincuagésimo Tercer Congreso de la Asociación Mexicana de Escuelas de Trabajo
Social, León, Guanajuato., México, 5-7 de mayo de 2005.
Barrantes, César (2005b), “Pensar el trabajo social en la construcción de un nuevo paradigma”, ponencia
magistral de cierre al V Congreso Ordinario de la Federación Mexicana de Escuelas de Trabajo
Social, celebrado en la UNAM, México D.F. del 17 al 19 de noviembre de 2004. En Revista Margen,
No. 36/37, 2005, Buenos Aires, en línea: www.margen.org/
Barrantes, César (2005c), “¿Es el sur el norte del trabajo social? Entre el angloeurocentrismo y la geopolítica
de la producción de conocimientos y saberes en la alborada latinoamericana (un texto cualquiera que
apenas desea ser escrito)”, ponencia central del Primer Encuentro Latinoamericano de Trabajo Social,
realizado del 5 al 8 de octubre en la Universidad Autónoma de Colombia, Bogotá.
Derrida, Jacques; Dufourmantelle, Anne (2000), La hospitalidad, Ediciones de la Flor, Buenos Aires.
Esperanza, Graciela (2003), “Contar con la ye”, En Varios (2003), Apuntes para una epistemología del
psicoanálisis, Cuadernos del ICBA, No. 7, págs. 23-26, Instituto Clínico de Buenos Aires, Miembro
de la Red Internacional del Instituto del Campo Freudiano, 1° edición, septiembre, Buenos Aires.
Freud, Sigmund (1975), El malestar en la cultura, Alianza Editorial, Madrid.
Lacan, Jacques (1959-1960), “Seminario 17: El reverso del psicoanálisis”, en Lacan. Seminarios del 1 al 27
sin textos establecidos, Escuela Freudiana de Buenos Aires, Paidós. Versión CDRoom.
Márquez, Carlos (2005), La disciplina del comentario de textos: una lectura sin estándares, pero no sin
principios, trabajo de ascenso, Escuela de Administración, Universidad Central de Venezuela,
Caracas.
Piscitelli, Alejandro (1988), “Sur, modernidad y después. Un debate a partir de la metamorfosis de la ciencia”,
en Varios (1988), Imágenes Desconocidas. La Modernidad en la Encrucijada Posmoderna, Clacso,
Buenos Aires.
Mires, Fernando (1998) El malestar en la barbarie, Editorial Nueva Sociedad, Caracas.
Savater, Fernando (1988), Ética como amor propio, Grijalbo Mondadori, Barcelona, España.

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