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Siglo I a.c., en La Galia, los Celtas construían figuras huecas en las que
luego introducían a seres humanos y los quemaban vivos en honor del
dios Teutates.
No creemos que sea ese vuestro deseo y sin duda, son la mayor parte
los que rechazan tal acto de sadismo, pero sabemos que no es fácil
enfrentarse a los pocos que lo amparan, porque éstos han hecho de la
violencia con una criatura una de sus señas de identidad, arrastrando
con su iniquidad el buen nombre de muchos vecinos a los que les
repugna comprobar como sus calles se tiñen de suplicio, de degradación,
de truculencia y de muerte de un inocente.
Ponéos en el lugar de ese toro al que hoy vais a embolar con fuego y al
que acosaréis, ese con cuya vida vais a acabar, y si la racionalidad de la
que se supone que disponemos como humanos os lo permite, imaginad
su tormento físico y psicológico. ¿Os parece realmente justo sentiros
dichosos cuando alguien, con la misma capacidad para sentir que
nosotros, está experimentando tanta angustia y dolor?.
Acabemos de una vez por todas con esta costumbre infame, y con todas
aquellas que nos convierten en los únicos seres de la Naturaleza que
dañan a otros por placer y distracción. Todos sabemos que poco a poco,
se van prohibiendo estas prácticas tan ruines, y con el Toro de Jubilo
acabará por ocurrir lo mismo, Qué sentido tiene aguardar más tiempo
entonces, ¿para acrecentar nuestra vergüenza y que sean más los toros
torturados?.
Por ese motivo estamos hoy aquí, con la esperanza de que ésta sea la
última vez y que a partir de hoy, el nombre de Medinaceli quede para
siempre borrado de la ignominiosa y siniestra lista de pueblos en los que
el martirio y sacrificio de animales continúa siendo legal y forma parte
de la juerga.
Gracias a los que habéis venido desde toda España para defender a las
eternas víctimas, cuya indefensión es todavía mayor porque ni siquiera
tienen la consideración de tales. Algunos, rebuscando entre la miseria
porque ese es el escenario en el que se debaten, dirán que estáis aquí
porque se os ha pagado para contar con vuestra presencia. No merece la
pena responder a tales embustes, pues entran en la misma categoría
que aquellos que mantienen que el toro no sufre, o que los animales han
sido criados para acabar así. Pero hablando de dinero, sí conviene
recordar, que estas exhibiciones de crueldad están sufragadas con
fondos públicos, lo que constituye una afrenta todavía mayor.
Y gracias también a aquellos a los que no les ha sido posible acudir pero
que apoyan esta lucha por acabar con el maltrato a los animales, al igual
que nuestro reconocimiento y admiración, por todos los habitantes de
Medinaceli que avergonzados, angustiados, hartos e impotentes, son
testigos cada año de este espectáculo salvaje y sangriento.