Cada vez que se habla de cambios refundacionales en Chile, aparecen voces reaccionarias
a frenar toda intencin renovadora utilizando el mayor clich de la transicin a la
democracia: "Necesitamos cambios, pero no podemos derribar lo construido y hacer todo de nuevo". La frase es transversalmente til: Le sirve a la Concertacin para defender sus administraciones y tambin a la Alianza, pues, en gran parte, sus ideas son las que han gobernado desde la intervencin militar en 1973. Es evidente que utilizar este argumento es una estrategia muy astuta, ya que traza una lnea divisoria entre los moderados responsables, que pretenden cambios formales que no alteren las bases estructurales del modelo, y los radicales irresponsables, que procuran reformar los pilares que lo sustentan. Sin embargo, al igual que pas con algunos edificios nuevos que quedaron inhabitables tras el terremoto de 2010, cuando el problema est en los cimientos del sistema, los cambios moderados y superficiales sirven para apenas prolongar la agona de un derrumbe inminente. Chile ha construido relaciones sociales en base al consumo, el individualismo competitivo y la ausencia de derechos, mientras que los cambios que requiere para avanzar hacia la igualdad social son absolutamente incompatibles con aquellos pilares. Pensando en el largo plazo, lo nico verdaderamente responsable es un cambio cultural-refundacional que apunte a las bases del modelo actual e inserte a la solidaridad, la cooperacin y los derechos garantizados como columnas fundamentales e inamovibles. As opera el modelo educacional finlands, as fue como Islandia logr superar la crisis europea y as es como cualquier tipo de poltica social considerada exitosa funciona. Es necesario, entonces, dejar de lado el discurso hegemnico que asocia reestructuracin con irresponsabilidad y entender que los cambios que nuestro pas necesita son, por definicin, refundacionales, pues los cimientos del modelo de desarrollo son los que estn irremediablemente fatigados.