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Pontificia Universidad Javeriana

Seminario: Canibalia
Profesora: Adriana Urrea
2 de mayo de 2014
Estudiante: Viviana Brito


Clera aciaga


Perro! No por mis padres ni por mis rodillas supliques.
Ojal la clera y mi corazn me indujeran a cortar y comer cruda tu carne, tal dao hicsteme!
Aquiles a Hctor
Homero, Ilada, canto XXII, 345

Furiosa. Admirada de los hombres vivo
Por la audacia y por la fuerza
Por la belleza de un cuerpo que se lanza airado en la batalla
Batiendo la tierra y a los hombres de carne blanda
Gana el que vierta ms sangre del enemigo a la sedienta arena
Gana el que al Hades entregue ms almas.

Nosotros los hombres, hemos sido devoradores de hombres
Poco duran los pactos y hasta la paz es pendenciera, pues no puede el cordero esperar que el len
no le mire como presa
As tampoco el hombre se quiebra de rodillas, si no que saca su arma y devora lo que pueda.

En la batalla por saber quin es el ms fuerte la tierra sedienta recibe la sangre
La cultura cainita; fundadora de ciudades, protegidas por los dioses, ha prometido vengar siete
veces al que a Can mate
Como si fuera suficiente que la sangre se derrame!
Como si bastara con quitar el aliento al semejante!
Si no se bebe la sangre y no se come la carne no estar completa la accin de ser el ms grande.

Y as vamos, y as vivimos, con las manos sucias de sangre y purificndonos con ella
Con la excusa de la revolucin; que es una perra rabiosa que ama de la carne de los que se
entregan a ella
Los pactos, las instituciones y la libertad son el antdoto frgil para curarnos de la clera aciaga
Que la simpata nos salve de la borrachera de la guerra!
Que nos impida comernos el corazn del otro!
Que nos impidan que nos ciegue la ira!
Pero si un hombre devorara otro con su instinto canbal, para curarme el dolor y lamerme las
heridas, me volvera como Pramo, que soport lo que ningn padre soportara, me enjugara mi
llanto, revestida de valor, y besara las manos del homicida.
Viviana Brito

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