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Milpas

Por Antonio Hernández Rolón

No queriendo recordar, las milpas ese año fueron muy irregulares. Algunas
cambiaban, al principio, para dar grandes y suculentas mazorcas; otras en el
medio, daban mazorcas secas; las del final daban unas grandes, otras chicas,
otras secas. Pero había que sacar la masa para las tortillas, había que tener
algo para echar en el comal sobre el fogón; el canasto debía rebosar de
tortillas. No importaba sentirse sola, las preocupaciones, la sensación tercera
de muerte, el canasto, el pequeño canasto, debía estar lleno de tortillas.

Donde vive el silencio.

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