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RESUMEN
El objeto de este trabajo consiste básicamente en demostrar la concreción en el
Derecho honorario del principio del respeto a los actos propios en el sistema jurídico
clásico, con énfasis en la excepción de pacto, formulando una aproximación a los
principios generales del Derecho, concepto y funciones; consideración de la fe y la
buena fe en el sistema jurídico romano y de la doctrina de los actos propios, con
referencia a las herramientas creadas por el pretor para su aplicación.
INTRODUCCIÓN:
El objeto de este trabajo consiste básicamente en tratar de demostrar la
concreción por la vía del Derecho honorario del principio del respeto a los actos propios
en el sistema jurídico clásico, para lo cual haremos una breve referencia conceptual a
los principios generales del Derecho para luego analizar algunos aspectos de la fe y la
buena fe en el derecho romano y principalmente referirnos a su aplicación por el Pretor
a la solución de casos concretos.
1.1)Aproximación conceptual:
Se suele señalar que ellos tendrían su origen o sus raíces en el Derecho romano.
Sobre el particular, habría que precisar que:
a)El Derecho romano constituyó no uno sino varios sistemas jurídicos, pero
principalmente dos: el ius civile y el edictum, ello, según Alejandro Guzmán Brito, si
por sistema jurídico se entiende la interdependencia lógica de una proposiciones y su
derivación de ciertas premisas o principios.
c)A diferencia de lo que ocurre hoy en día, los juristas romanos no se encontraban
encerrados en los límites infranqueables de un ordenamiento legal, de modo que la
creación de nuevos principios y el desarrollo de los existentes fue tarea precisamente
confiada a ellos mismos.
Nuestra lógica es una lógica aplicada a proposiciones formuladas con una
estructura literaria fija y por ende se encuentra dominada por la exégesis; mientras que
la de los juristas se aplica a principios que carecían de palabras prescritas, y por ello
pudo ser constructiva.
Al respecto, tal como lo recuerda el profesor Di Pietro, los romanistas suelen repetir que "el
pueblo del Derecho no es el pueblo de la ley". Mientras que en el derecho contemporáneo parece
expresarse todo de la 'ley', en Roma, por el contrario, se espera todo del iuris prudens, de allí que cuando
se habla del ius es necesario hacer algunas aclaraciones sobre su forma de ser, que resultan esenciales
para poder comprenderlo. Una de ellas es señalar que en Roma, a diferencia de lo que ocurre en el
Derecho moderno y en el Derecho actual, ius y lex se mantenían como órdenes distintos, siendo muy
pocas las leyes que interesan directamente al ius, entendido éste bajo su faz estrictamente privada, lo que
determina que existan zonas muy vastas del ius privatum que no aparecen legisladas, como ocurre con la
materia de los contratos, de la propiedad, de las servidumbres, del matrimonio y de la filiación,
regulando, de esta forma, muy pocas materias del ius privatum, existiendo de esta forma más que
“lagunas”, es decir sectores jurídicos no legislados, “islas”, o sea algunos pocos y escasos sectores
legislados, en medio de una vasta superficie del mar de lo “no legislado”.
En general, Di Pietro destaca que las leges romanas se suelen limitar de una manera módica a
señalar determinadas reglas imperativas, terminando allí su función, correspondiendo el resto al ius, en el
entendido que al ser aplicadas hay que tener en cuenta la interpretación de lo que significan cada uno de
estos vocablos y ello, no al modo del filólogo, sino en la aplicación concreta que resulte justa y equitativa
en cada uno de los casos. De esta forma, cuanto más la lex expresa lo “general”; en cambio el ius se
ocupa de la “especie”
d)El instrumento principal en esta tarea confiada a los juristas romanos, y esto es
algo que ya se adelantó, fue el caso. En efecto, atendida la especificidad de éste, los
juristas podrán introducir innovaciones tendientes a lograr una solución justa, sin
pretender derogar las leges, y con ello el ius civile, sino que interpretarlas y cuando se
da una situación inequitativa, determinar un remedio que no necesariamente tiene que
ser del ius civile, pudiendo más bien corresponder al ius praetorium.
Di Pietro destaca que el jurista no es un sirviente obsecuente de la ley, por cuanto
a quien sirve es la justicia, siendo un prudente del ius, que significa técnicamente Como
lo recuerda Livio: "...leges rem surdam, inexorabilem esse". A quien sirve es a la
iustitia. Por ello es un prudens del ius, que como dijimos, en todas las épocas romanas
significa técnicamente "lo justo", de allí, que según la solución justa que él intuya en el
caso que le ha sido propuesto, utilizará los datos de la lex (cuando ésta exista), a veces
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siguiendo sus palabras en forma literal, pero otras veces apartándose de las
mismas para seguir su “espíritu”, lo cual no significa que los juristas romanos no
acataran las leges ni el ius civile, sino que se presentaba siempre el problema de la
interpretación jurídica en la aplicación de cada uno de los casos concretos, existiendo de
esta forma una especie de confrontación entre el ius determinado por la lex y aquél otro
“que sin estar escrito consiste en la sola interpretación de los prudentes" (Dig. 1, 2, 2,
12).
Por ello, apunta Di Piedtro, el ius era definido por Celso como el ars boni et
aequi, por lo cual el jurista sabe que, para poder lograr una solución justa puede aplicar
variados instrumentos lógicos para la búsqueda de dichas soluciones, tratando de
entender el “caso concreto” a la luz de la interpretatio de las reglas aplicables, eso sí con
una importante inspiración ética que lo mueva a impedir que la aplicación puntual de
una norma, de una regla, de un principio jurídico lo pueda llevar a concluir en una
solución injusta.
Schulz enseña que la fides se define en la antigüedad como ser de palabra , tener
palabra: fit quod dicitur, destacando que aunque sea ésta una de las habituales
definiciones etimológicas a base de juegos verbales, y aunque el contenido de la palabra
esté con ello lejos de ser agotado, el significado esencial, sin embargo, está recogido,
pudiendo traducirse como “fidelidad”, o sea, la sujeción de la palabra dada, el sentirse
ligado a la propia declaración, siendo significativo, en este sentido, el pronto
reconocimiento del negocio jurídico no solemne en el entendido que la fides exige que
se mantenga la palabra, cualquiera sea la forma en que haya sido expresada.
En el viejo derecho romano la buena fe constituye un ingrediente imprescindible
en la vida jurídica, que se traduce en la idea que la sola palabra, siendo imposible no
reconocer el especial protagonismo de la fides en múltiples y variados aspectos de la
vida del pueblo romano y es así como Amelia Castresana señala que el ser y sentirse
persona obligaba al ciudadano romano a frecuentes referencias a la fides, desde aquella
espontánea de la interjección hasta aquellas otras, más complejas, ante determinadas
situaciones jurídicas y que Bonfante traduce sosteniendo que el pueblo romano fue el
pueblo del Derecho y de la fides y, si Roma pudo ser tan fecunda en la creación jurídica
fue precisamente por su vivencia de la fides.
Lo anterior tendría sus efectos en el ámbito jurídico y es así como podría
entenderse el importante desarrollo y utilización del mandato y otras figuras afines
como la gestión de negocios y el hecho de que las garantías personales prevalezcan
frente a las garantías reales, lo cual se recoge en la afirmación según la cual en Roma
para el amigo hacerse garante forma parte del offficium
Otro efecto que se puede destacar es el de la preeminencia de la fidelidad romana
es, además, el rígido vínculo que nace de un contrato obligatorio válido. En efecto, el
contrato perfecto vincula, y está fundamentalmente excluido el desistimiento unilateral
del contrato, lo que se aprecia con claridad en algunos contratos como la venta en la
cual el derecho facultativo de resolver el contrato por incumplimiento fue siempre
extraño al derecho romano y si bien el derecho de revocación por incumplimiento del
contrato está sancionado en el Corpus iuris, ello sería producto de una interpolación
postclásica.
3.1)Generalidades:
María Fernanda Ekdahl Escobar considera que éste es, en el Derecho comparado,
uno de los principios generales de mayor aplicación en la práctica forense y que no
obstante no constar necesariamente con un reconocimiento o consagración legal expresa
constituye una creación jurisprudencial, en la cual el rol del juez es decisivo, por cuanto,
como advierte José Piug Brutau, no crea Derecho quien proclama muy alto los
principios de justicia, sino quien lleva a cabo la tarea más ingrata, de convertirlos en
algo real y tangible y respecto de la cual Diez Picazo reconoce en el Derecho romano
sus últimas y más profundas raíces, sin perjuicio de que la regla adversus factum suum
quis venire non potest fue expresado por la Glosa y que básicamente consiste en
impedir un resultado conforme al estricto Derecho civil, pero contrario a la equidad y a
la buena fe y si bien no hay en el Derecho romano una regla general que ordene la
vinculación de la persona a sus propios actos, no debe olvidarse lo antes señalado en
orden a la forma de proceder de la clase jurídica romana.
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4.1)Precisión necesaria:
4.2)Forma de concreción:
Un paso más se dio en los bona fidei iudicia, en los que dada su naturaleza con la
misma acción que nacía de la relación sustancial (compraventa, arrendamiento) el juez
necesariamente debía tener en cuenta los pactos cruzados entre las partes
considerándolos en la condemnatio. Y desde este punto de vista se contempla una
categoría especial de pactos, los pactos ex continenti, pactos cruzados en el mismo
momento en que se concluía el contrato principal. Estos pactos eran consustanciales con
el negocio principal y se hacían valer en los juicios de buena fe; tenían los mismos
efectos que el llamado negocio principal.
De este modo podían añadirse a los contratos de buena fe (compraventa,
arrendamiento, sociedad, mandato, prenda, comodato y depósito) pactos convenidos en
el momento mismo de la conclusión del contrato, que eran reconocidos y tenían eficacia
en el juicio intentado con la acción dada para tutela del contrato principal, lo cual no se
extendió a los efectuados subsiguientemente y, en las estipulaciones, los que sólo
podían dar lugar a la concesión de una exceptio en favor del demandado.
De esta forma, resulta que si la reducción, la modificación o el aumento eran
acordado en el momento mismo en que se formaba el negocio jurídico principal, el
pacto venía a integrarse en él, lo que debía ser considerado por el juez a efectos de la
condena o de la absolución del demandado. (ver Ulpiano, D. 2, 14, 7, 5).
En todo caso, en la misma época clásica el pretor no se conformó con la genérica
cláusula edictal pacta conventa servabo protegiendo con excepción los nuda pacta (no
generadores de obligatio porque no estaban basados en una causa civilis), sino que fue
ampliando su protección hasta formarse la categoría de los pacta praetoria (categoría no
ideada por los romanos, sino por la moderna romanística) productores de acciones y
excepciones pretorias; en definitiva, creando obligationes honorariae.
Junto a los pacta praetoria, se reconocieron también los llamados pacta legitima,
productores incluso de obligaciones iure civili, eficacia que les reconoció la propia
legislación.
5.- El edicto del pretor fue lo que, más que ningún otro factor aislado, permitió la
adecuación del viejo derecho civil romano, contenido en la Ley de las XII Tablas, a las
nuevas necesidades, mediante la creación de herramientas procesales (acciones y
excepciones).
6.- La buena fe constituye un ingrediente imprescindible en la vida jurídica
romana, siendo imposible no reconocer el especial protagonismo de la fides en
múltiples y variados aspectos de la vida del pueblo romano, entre otros, en el ámbito
jurídico, constituyendo un recurso técnico-moral encaminado a llenar lagunas legales o
a corregir injusticias.
7.- El llamado deber jurídico de no contrariar las conductas propias pasadas
constituiría una suerte de concreción o derivación del principio de protección de la
buena fe, él cual obliga a una conducta leal, honesta, confiable y que encuentra apoyo
en la moral.
8.- El mecanismo utilizado en el Derecho romano para su concreción o
aplicación a la solución de casos, se aprecia claramente en el Derecho honorario y
consistía básicamente en conceder una exceptio –con estrecho parentesco con la
exceptio doli- frente a una acción civilmente fundada, destacándose para los efectos de
este trabajo, la llamada excepción de pacto.
9.- Mediante la excepción de pacto resulta que aquel que se había comprometido
por medio de un pacto a no promover acciones o a renunciar total o parcialmente a los
efectos de un negocio iuris civilis, o a tolerar que otro realizara una determinada
actividad sobre la cosa, o a reducir el ejercicio de un derecho real propio, era inducido
en la práctica a abstenerse de intentar contra el otro sujeto una acción que habría sido
inútil, supuesta la concesión de la exceptio por parte del pretor y que, por tanto, se
comportara de acuerdo con el contenido del pactum.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
1.-Albaladejo, Derecho Civil, Tomo I, Barcelona, 1961,
2.-Castresana, Amelia, Fides, Bona Fides: Un Concepto Para La Creación Del Derecho, Tecnos,
S.A.,Madrid, 1991:
3.-De Castro, Derecho Civil De España, Tomo I, Madrid, 1955;
4.-Diez-Picazo, Luis Y Gullón, Antonio, Sistema De Derecho Civil, Volumen I, Tecnos, S.A.,
Madrid, 1998
5.-Diez-Picazo, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, Volumen I, Civitas, Madrid,
1996.
6.-Di Pietro, Alfredo, Derecho Privado Romano, Depalma, Buenos Aires, 1999.
7.-Ekdahl Escobar, María Fernanda, La Doctrina De Los Actos Propios. El Deber Jurídico De No
Contrariar Las Conductas Propias Pasadas. Editorial Jurídica De Chile, Santiago, 1989.
8.-Fritz, Schulz, Principios Del Derecho Romano, Traducción De Manuel Abellán Velasco,
Civitas, S.A., Madrid, 1990,
9.-Fueyo, Fernando, Instituciones De Derecho Civil Moderno, Editorial Jurídica De Chile,
Santiago, 1990.
10.-Guzmán Brito, Alejandro, Derecho Privado Romano, Tomo I, Editorial Jurídica, Santiago,
1996.
11.- Kunkel, Wolfgang, Historia Del Derecho Romano, Traducción De Juan Miquel, Editorial
Ariel, S.A., Barcelona, 1994,
12.-Lalaguna . Jurisprudencia y Fuentes Del Derecho, Aranzadi, Pamplona, 1969.
13.-Peñailillo Arévalo, Daniel, Obligaciones, Editorial Juridica, Santiago, 2003.
14.-Torrent, Armando, Manual De Derecho Privado Romano, Edisofer, S.L., Zaragoza, 1995,
15.- Volterra, Eduardo, Instituciones De Derecho Privado Romano, Traducción, Prologo Y Notas
A La Edición Española De Jesús Daza Martinez, Editorial Civitas, S.A., Madrid, 1991.
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SUMARIO:
INTRODUCCIÓN.
1)Los principios generales del Derecho.
1.1)Aproximación conceptual.
1.2)Funciones de los principios generales del Derecho.
1.3)Origen romano de los principios generales del Derecho.
2)Algunas palabras en relación a la fides y a la bona fides.
2.1)Concepto y aspectos generales.
2.2)Funciones de la buena fe en el Derecho romano.
3)Algunas palabras generales en relación a la llamada doctrina de los actos
propios o el llamado deber jurídico de no contrariar las conductas propias
pasadas.
3.1)Generalidades.
3.2)¿Principio general del Derecho?.
3.3)A modo de conceptualización y caracterización.
3.4)Elementos que han de reunirse en una situación para que proceda aplicar el
principio.
4)Reconocimiento de la doctrina del acto propio en el Derecho romano clásico.
4.1)Precisión necesaria.
4.2)Forma de concreción.
5)Precisiones en torno a la excepción de pacto.
5.1)Concepto y evolución de los pactos.
5.2)El derecho honorario y los pactos.
5.3)Solución para los bona fidei iudicia.
6)A modo de conclusiones.
Bibliografía.