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EL INDIO

Fernn Silva Valdez


De "Agua de tiempo", 1921
Vena
no se sabe de donde
usaba vincha como el benteveo
y penacho como el cardenal.

Si no saba de patrias, saba de querencias,
Lo encontr el espaol establecido
pescador en los ros, cazador en los bosques,
bravo en todas partes y cerrndole el paso
con arreos de guerra, vivo o muerto:
siempre como un estorbo, siempre como una cua
entre l y el horizonte.
Modelado en barro de rebeldas,
pasa como una sombra, desnudo y gil,
por los senderos speros de la leyenda.

Esbelto, musculoso, retobado en hasto,
entre el cobre y el rojo estaba su color;
una seal de guerra le haca punta a su instinto,
entonces, por sus venas
en vez de correr sangre corra sol.
Esttico, instintivo,
se pona en el rostro los ms vivos colores,
y en la cabeza plumas, como las aves bellas;
Si el exceso de adornos no lo haca ms indio,
cuanto ms se adornaba se senta ms hombre.

Seor de la comarca,
por un pleito de caza con la tribu vecina
blanda su coraje afilado en el viento;
como los troncos de la flor indgena
era duro por fuera y era duro por dentro,
su nica dulzura temblaba en su lenguaje,
como en las ramas de la flora india
tiemblan las pitangas.

Vadeaba los arroyos en canoa;
entraba a las querencias de las fieras,
o ambulaba durante varias lunas
en una aparicin horizontal
curtido de intemperie,
rojo de sol o hmedo de tormentas,
en los das rayados de chicharras
o en las noches tubianas de relmpagos.

La conquista espaola enderez sus rumbos;
y las tribus que erraban por rutas diferentes
se ataron en un haz, alrededor de su jefe,
para rodar a un tiempo,
como las boleadoras.

No saba reir, no saba llorar,
bramaba en las peleas como los pumas
y mora sin ruido, cuando mucho
con un temblor de plumas, como mueren los pjaros.

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