Todas esas cosas que no hago porque no me da la gana.
Empezaba un día más. Apenas dejaba de llover; el piso mojado, el olor a
tierra húmeda, lo mejor para el alma. El oyamel cargado con perlas de agua, los pichones sacudiéndose y clamando el desayuno. Todo un mundo nuevo que se venía, entonces…