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Los caballeros Templarios


Pbro. Juan Lisandro Scarabino

Introducción
Los Templarios fueron una orden militar. Éstas surgieron en la época de las
Cruzadas. Las órdenes militares son instituciones características de la Edad Media. Son
una admirable conjunción del espíritu monacal y del espíritu guerrero. Sus miembros
eran laicos que se obligaban, por medio de votos, a defender la religión y a proteger a
los peregrinos. Sus miembros unieron a ciertos votos religiosos la obligación de apoyar
con las armas determinadas actitudes de los poderes cristianos europeos de la época.
Este aspecto militar se manifiesta en las fronteras con el Islam.
Las órdenes militares dependían directamente del papa, estaban exentas de la
jurisdicción del clero secular.
Las órdenes militares fueron, entre los siglos XII y XV potentes corporaciones
en el plano social y económico. Ésta era su tercera peculiaridad.
Cuando se perdió definitivamente Tierra Santa, se trasladaron a Europa, se
pusieron al servicio de los reyes pero conservando su independencia.

Órdenes militares, a parte de los Templarios:


• Los caballeros de San Juan u Hospitalarios:
Unos caballeros de Amalfi, la habían fundado para atender a los enfermos y
peregrinos en Jerusalén (1048). Inicialmente estos caballeros se ocupaban únicamente
de su Hospital, luego asumieron la obligación de la guerra, en tiempos de su segundo
gran maestre, Raimundo de Puy (1130).
Estos hospitalarios tomaron la regla de San Agustín, con aprobación de Pascual II
(1113).
Sus sacerdotes atendían al culto divino y estaban al servicio de los enfermos en los
hospitales, mientras que los caballeros se batían con los turcos por la conquista y
defensa de la Tierra Santa.
Al ser ocupada Jerusalén por Saladino (1187) pasaron a Chipre, desde donde
continuaron luchando contra los turcos.
Perdura aún en Italia como Orden de Mérito.
Su hábito era de capa negra con una cruz blanca.
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• Los caballeros teutónicos:


Su origen se encuentra en el hospital militar alemán fundado por algunos caballeros
de Brema en San Juan de Arce durante el asedio de esta ciudad. Después de tomada la
ciudad se llamó Hospital de los alemanes en Jerusalén (1190).
En 1525 el gran maestre Alberto de Brandeburgo se pasó al protestantismo y
secularizó los territorios de la Orden. Los caballeros teutónicos existen hoy en Austria.
Su hábito era de capa blanca con cruz negra.
• Órdenes militares Españolas y Portuguesas:
Simplemente las mencionamos: en España la Orden de Calatrava (1152); Orden
de Santiago (1170); Orden de Alcántara y de Montesa (fines del siglo XII) y en
Portugal, las de Avis y San Miguel (principios del siglo XIV).

Los caballeros Templarios


Luego de que Jerusalén cae en manos de los cruzados el 15 de julio de 1099,
después de un asedio de 39 días, los fieles de occidentes deseaban visitar Tierra Santa y
querían ser atendidos allí. Así nació la orden de los Templarios.
En 1118/1119 van a Jerusalén Hugo de Payens (muerto en el 1136), Godofredo de
Saint Omer y siete compañeros, quienes por penitencia fueron como peregrinos y con el
fin de ayudar a la causa. Se presentaron al Rey de Jerusalén, Balduino II, y él les
encomienda el cuidado del acceso a Jerusalén por el mar (aproximadamente a unos 50
km.). Los aloja en un lugar que daba sobre la explanada del Templo. De aquí reciben el
nombre de caballeros Templarios.
Al comienzo tuvieron muchas dificultades, ya que eran muy pobres. Vestían lo que
les regalaban y la plata que les donaban se las entregaban a los peregrinos. En esta
época surge el sello de la orden, el cual expresa esta situación precaria: dos caballeros
cabalgando en un mismo caballo. Pero las dificultades fueron vencidas cuando Hugo se
ganó la simpatía de San Bernardo, que los ayudó con la regla de la orden, la cual se fijó
en el sínodo de Troyes en 1128. La regla fue completada por el patriarca de Jerusalén,
Esteban, en el 1130. El concilio decreta que como vestimenta, dejaran de usar ropa vieja
y que llevaran una capa blanca. Recién en el año 1146, el papa Eugenio III les otorgó
una cruz roja, sobre el lado izquierdo del pecho. El color de la misma, representaba el
martirio, al cual los miembros estaban expuestos constantemente. Ya habían muerto en
Palestina 20.000 Templarios. También ese mismo año surgió el estandarte, el cual era
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de lino blanco con rayas negras y le llamaron Beauséant. El mismo fue el grito de
guerra que utilizaban. Dicho estandarte tenía la siguiente inscripción en latín: “!on
nobis, Domine, non nobis, sed tuo nomini da gloriam”. El blanco y el negro
significaban las dos actitudes del verdadero Templario, el negro indicaba las oscuras y
terribles amenazas que significaban para sus enemigos y el blanco para proclamar la
radiación de bondad de todos los verdaderos seguidores de la cruz.
Para su propaganda, escribe el santo un opúsculo: “De laude novæ militatiæ ad
milites Templi”. Dicho escrito consta de un prólogo y 13 capítulos. Está dedicado a
Hugo de Payens. En sus cuatro capítulos primeros se encuentra un directorio espiritual
para los Templarios y en los restantes un directorio espiritual para cualquier fiel que
visite Tierra Santa. Lo escribió entre los años 1132 y 1136.
Estos monjes-soldados, tenían votos y obligaciones monásticas. Su finalidad fue la
defensa, con armas, de los cristianos peregrinos.
Estaban regidos por un gran maestre y tenían 3 clases de integrantes: los caballeros,
los legos de servicio y los sacerdotes y capellanes. Los hermanos legos eran escuderos,
cocineros, herreros… Así aprendieron a hacer muchas cosas que en Europa no se
conocía.
La gente les iba tomando confianza y simpatía. Llegaron a depositarles sus ahorros
en sus cuarteles. Los Templarios habían aprendido a usar los cheques bancarios. Gracias
a ellos, lo depositarios podían retirar sus ahorros en cualquier cuartel de los caballeros.
Por otra parte los ancianos y enfermos que iban como peregrinos para poder morir allí,
les donaban todas sus riquezas. Todo esto hizo que la orden se enriqueciera mucho.
Esto, como veremos más adelante, será uno de los motivos de su supresión.
Eran excelentes guerreros, ellos peleaban a muerte y siempre a favor de Jesucristo,
nunca por otro motivo. Las crónicas de los Templarios están llenas de historias de
lealtad y coraje. Al respecto nos cuenta San Bernardo: “Al acercarse el combate,
ármanse de fe en su alma y cúbrense por fuera de hierro, no de oro, a fin de que así,
bien pertrechados de armas, no engalanados con joyas, infundan miedo a sus enemigos
sin provocar su codicia… Al punto de comenzar la pelea, no se lanzan a ella
impetuosos y turbulentamente, como empujados por la precipitación, sino con suma
prudencia y exquisita cautela, ordenándose todos en columna cerrada para presentar
batalla…apenas el clarín da señal de ataque, dejando súbitamente su natural
benignidad, parecen gritar con el salmista: ¿No he odiado, Señor, a los que te
aborrecían? ¿No me he requemado ante la conducta de tus enemigos? Y así cargan
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sobre sus adversarios, cual si entrasen en un rebaño de corderos, sin que, a pesar de su
escaso número, se intimiden ante la cruelísima barbarie e indigente muchedumbre de
las huestes contrarias… Experiencia frecuentísima tienen de esto, porque más de una
vez les ha ocurrido derrotar y ahuyentar al enemigo, peleando uno contra mil y dos
contra diez mil.”
En el año 1162 sobresale en los anales Templarios, ya que el papa les hizo unas
concesiones especiales: los benefició por la bula papal de Alejandro III: se liberaba a los
Templarios de toda jurisdicción espiritual excepto de la Santa Sede, no tienen
obligación de pagar el diezmo y debían tener capellanes propios (con el fin de no
depender del clero secular), también podían tener sus propios cementerios y no podían
irse de la orden a no ser que se entrase a otra más estricta.
Para ser caballero se requería que el aspirante proviniera de una familia
caballeresca. El candidato tenía que estar libre de cualquier obligación, bien de salud y
tenía que tener una perfecta condición física. No había ningún tiempo de aprendizaje o
de noviciado, aunque en el principio existía este tiempo previo.
Supresión de la orden de los Templarios
Según Jedin, la supresión de los Templarios fue uno de los acontecimientos más
impresionantes de la historia de la Iglesia a comienzos del siglo XIV.
Felipe el hermoso, rey de Francia, les debía mucho dinero y no toleraba que el mejor
ejército de su tiempo no lo obedeciera. Por estas razones organiza el infame proceso
contra los Templarios. Para su propósito se valió, en el 1307, del testimonio de un
caballero expulsado: Esquiú de Floriam, quien presentó toda una lista de acusaciones,
según la cual los templarios pecaban contra los diez mandamientos. Se los acusaba de
todo: de ser idólatras, de adorar a Mahoma, de celebrar Misa sin pan y sin vino, de
escupir sobre la cruz, de ser homosexuales (inclusive este era un requisito para ingresar
a la orden) y muchas injurias más.
El Rey por todo esto decretó el arresto de los Templarios en toda Francia y como
estos no levantaban armas contra los mismos cristianos, no opusieron resistencia. Una
vez apresados, fueron torturados y ante las torturas, muchos reconocieron por cierto
todas estas falsas acusaciones.
Vino desde Chipre el gran maestre, Jacques de Molay, quien luego de ser torturado
y haber confesado como verdaderas las acusaciones, antes de morir, en 1314, juró con la
mano sobre la cruz que eran falsas las acusaciones y dijo: “Cito al Rey y al Papa al
tribunal de Nuestro Señor Jesucristo”.
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En el concilio general de Viena, en el 1312, los padres conciliares exigieron que los
caballeros sean interrogados. Pero ni el Rey, ni el Papa (Bartan de Got) Clemente V
(1305-1314), aceptaron la petición y ellos mismos decidieron suprimir la orden.
Los bienes pasaron a las manos del rey, la jerarquía eclesiástica y a las otras órdenes
de caballería.

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