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YO, ELLA Y ESO

Margaret Atwood

Por qu los autores desean fingir que no existen? Es una manera de escurrirse, de evitar la verdad y las consecuencias. Quisieran negar el crimen, aunque sus huellas digitales estn en las copas del martini, para no hablar del serrucho y el cuello de la vctima. Amnesia, alegan. Epilepsia. Sobredosis de azcar. Posesin diablica. Qu cmodo tener un gemelo autor, que vive en el cuerpo de uno, mira por sus ojos, aplica la pluma al papel o el dedo al teclado, mientras uno hace qu? Se lima las uas? Fui yo, lo confieso. Pero toma en cuenta: el fui es crucial. Para cuando leas estas palabras, el yo que las escribi habr olvidado lo que era eso, aunque eso se queda, habitando el papel, inaudible hasta que tropiezas con l y tu campo de energa lo activa, y en tu cabeza toca una voz extraa, como olvidado gramfono. Al mismo tiempo, una imagen miasmtica surge, como espritu de un pantano. Vacilante, indistinta, en parte miedo, en parte deseo cumplido, ella es yo tal como t me concibes. T proporcionas hasta el vestuario: gasas blancas de madona, cuero negro y ltigos, frescos trajecitos, todo se debe a ti. Yo no tengo nada de eso. Proyeccin, alucinacin colectiva, trastorno neurolgico, llmala como quieras, pero no la confundas conmigo. No tuvo nada que ver con la escritura de este texto, este eso, realizado por m, slo por m, con un bolgrafo Express en un cuaderno Hilary (doy estos detalles para convencerte) en un barco que cruza el Lago Erie, el 6 de septiembre de 1993. Fecha que, mientras la escribo, adopta la inasibilidad, el brillo lquido, la seductora fosforescencia de la ficcin ms tortuosa y mendaz. Cmo puedes creerlo? Cmo puedes creer algo que yo diga? ste es el problema, aunque no de ella. Ella es la que consideras plausible, la que te da gato por liebre, porque t la creaste. Pero a m no.

Me, She, and I en Antaeus nm. 73-74, Daniel Halpern (ed.), New Jersey, 1994, p. 7. (Traduccin de Alfonso Montelongo).

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