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Ninguna persona merece tus lgrimas, y quien se las merezca no te har llorar.
Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.
La vida no es la que uno vivi, sino la que uno recuerda, y cmo la recuerda para contarla.
En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces.