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Sobre los concursos literarios Resulta acaso improcedente el atrevernos a acatar o desdear los fallos otorgados por los

jurados literarios. Imagino que cualquiera a quien se seale como ganador acatar con beneplcito una tal decisin. Y, desde la orilla opuesta, aceptemos que todo autor cuyas obras han sido postergadas o rechazadas infinidad de veces terminar bien por desconfiar de la calidad de sus escritos, o bien optar por acusar de insensatos a esos jurados incapaces de descubrir la validez artstica de su material. Pues ya se ha dicho muchas veces que no es algo sencillo ser objetivos frente a nuestro propio trabajo. Pero independientemente de la calidad o pobreza de los textos que se presentan a concurso, quedar siempre le duda con respecto a los criterios que determinan lo que se considera el texto mejor. No se trata de acusar un amaado trfico de influencias en tal tipo de certmenes. Se trata, por el contrario, de establecer qu producto esperan; y si eso, en sumo rigor, puede ser considerado como arte. Creo que todo escritor debe defender con verdadera tozudez la validez de su esttica literario (aun a riesgo de equivocarse), ya esa, y solo esa independencia de espritu podr, andando el tiempo, dar cuenta de su singularidad como escritor.

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