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El ser humano a lo largo de la historia a

considerado que la muerte es un paso al más


allá. A su vez las distintas religiones mantienen
la teoría que el mundo espiritual es tan real y
palpable, como el mundo material. Por los
testimonios, no por creencias o tradiciones, de
personas que afirman haber muerto y regresado
de manera conciente al útero materno, los
yoguis tibetanos aseguran que los vivos
proceden de los muertos. Las religiones
occidentales tienen una concepción muy distinta
de la muerte, consideran que la vida del más
allá es espiritual y se sostiene eternamente,
basada en las acciones que se han realizado en
la vida terrenal. Por eso aquellos que llevaron
una vida de codicia, de odio y de rencor serán
relegados al mundo de las tinieblas, donde se
liberarán de sus culpas, mientras que los que
hayan llevado una vida justa y honrada, se
ganarán el cielo.

Creencia egipcia:

Para los egipcios el


mundo del más allá, el
mundo de los muertos,
es como un desierto
dividido por un extenso
río que corre a lo largo
de unos 30 kilómetros de
tierra cultivable, muy similar al Valle del Nilo,
lugar donde ellos vivían. Del mismo modo que el
Egipto faraónico, el mundo inferior llamado
Duat, comprendía doce regiones. Cada una de
ellas se relaciona con una de las doce horas de
la noche. Estas doce regiones estaban habitadas
por una gran cantidad de dioses, espíritus y
muertos ordinarios. Estaban separadas por
portones, cuidados por serpientes alzadas sobre
su cola, atentas y ocultas, para evitar ser
sorprendidas por insólitos muertos.
Los egipcios representaban al alma con la forma
de un pájaro que tenía la cara del muerto. Esta
alma voladora dejaba momentáneamente el
cuerpo privado de su vida. Luego, el alma
pájaro, regresaba a visitar a los familiares, y se
las veía en los jardines y los árboles que se
encontraban a la orilla del río Nilo. Su
existencia se debía a las atenciones materiales
y a la piedad que les ofrecían los vivos, ya que
esta alma, viajera y apta para la felicidad, debía
ser nutrida y colmada de obsequios. Si los
muertos eran olvidados por los vivos, se
convertirían en Bennu, un pájaro de los
estanques, que volvería a la casa terrenal para
atemorizar a quienes debían haberlos

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