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Se daba el toque de queda en la catedral y todos los habitantes de la ciudad de Mxico, se encerraban a piedra y lodo, pues nadie quera

salir, ni siquiera asomarse los ojos hacia fuera. La ciudad viva aterrorizada porque continuamente se escuchaba este lamento: -Ay, ay de mis hijos, que ser de mis hijos La llorona clamaba la gente y, por el susto, apenas podan murmurar una oracin: y con la mano temblorosa hacia la seal de la cruz. Las mujeres opriman en su corazn los rosarios, las cruces o las imgenes que llevaban. Se deca que esto era cosa de ultratumba pues si se tratara de gritos humanos no se escucharan tan lejos y, sin embargo estos lamentos se oan por toda la ciudad, traspasando paredes, y todos los habitantes los escuchaban. Dicen que hasta los soldados, que haban mostrado su valenta en la conquista de Mxico, al llegar esa terrible ora, no queran salir a la calle. Los hombres se acobardaban y a las mujeres le temblaba todo el cuerpo; los corazones se sobresaltaban al or ese lamento que penetraba a los huesos . Quin podr ser el valiente que se atreviera a salir al escuchar ese llanto qu causaba profunda lastima?

Segunda parte
Hubo algunos que envalentonados por el vino, decidan

salir a su encuentro hallando la muerte .Otros quedaron locos de la impresin y, los menos, no volvieron a intentar esa aventura preferan quedarse encerrados en sus casas. La llorona era una mujer que flotaba en el aire vestida de blanco, cubriendo su descarnado rostro con un velo muy suave, que permita verle la calavera de su cara. Cruzaba la ciudad lentamente por las calles, plazas y callejones y, los que la vieron, dicen que alzaba los brazos y emita aquel gemido angustioso que asustaba a todos _Ay, ay de mis hijos, que ser de mis hijos Luego se desvaneca en el aire y se trasladaba otros sitios a emitir sus quejidos, asta llegar a la plaza mayor.

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