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UN MODELO DE MADUREZ A UNA EDAD TEMPRANA

Óscar Arias Sánchez


Presidente de la República
Recibimiento de la Selección Sub-20 de Costa Rica
Casa Presidencial, Zapote
21 de octubre de 2009

Amigas y amigos:

Hace algunas décadas, el más grande poeta costarricense, Jorge


Debravo, hablaba de aquellos que han perdido la esperanza, que se han
replegado en las filas del cinismo y de la angustia y han renunciado a la
valiente tarea de soñar con lo imposible. Con la emoción de un creyente en el
espíritu humano, Debravo le preguntaba a sus contemporáneos quién tendría
el valor de devolver la esperanza a los desilusionados, o en sus propias
palabras: “¿Quién, viene, hermanos míos, hombres de todo el mundo, quién
viene a levantarlos? ¿Quién desea merecer la medalla inmortal del ‘muchas
gracias’ que será como un árbol sobre su pecho?”.
Hoy estamos aquí porque ustedes vinieron a levantar al pueblo de Costa
Rica, a sembrar la semilla de la esperanza en corazones que a menudo pierden
la fe en los milagros. Por su extraordinario talento y por su esfuerzo, ustedes
han merecido la más digna medalla que puede recibir un representante
costarricense: la medalla inmortal del “muchas gracias”, que permanecerá
invisible sobre su pecho por el resto de sus vidas.
Es una lástima que el ser humano no pueda estar en dos lugares al
mismo tiempo. Porque hubiera sido maravilloso tenerlos aquí el día que
jugaron contra Brasil. Hubiera sido fantástico aplaudir con ustedes cada balón
que despejaron del área, cada tiro a marco, cada una de las emociones
electrizantes que durante noventa minutos nos tuvieron al borde de la silla.
Cómo me habría gustado que pudieran escucharnos gritar, con el corazón en la
garganta: “vamos, muchachos”.
En la vida, uno puede sentirse satisfecho si ha dado a los demás buenos
recuerdos. Les aseguro que ningún costarricense olvidará ese gol al final del
segundo tiempo extra contra Emiratos Árabes Unidos. Ningún costarricense
olvidará la emoción de haber visto su bandera ondear en el penúltimo partido
de una copa del mundo. Ningún costarricense olvidará la imagen de un joven
de Siquirres alzando el Guante de Oro, en una de las ciudades más antiguas de
la humanidad. Nos han dado motivos para recordar y recordar. Por eso les
damos las gracias.
Gracias a Ronald González, a quien Costa Rica le debe tanto y le deberá
todavía más. Gracias a todo el cuerpo técnico y administrativo del equipo.
Gracias a sus familias, que los han acompañado desde que eran chiquillos de
escuela, mejengueando en la plaza del barrio con las medias cafés y las
rodillas raspadas. Y gracias a cada uno de ustedes. Gracias porque han vuelto
a establecer un modelo a seguir para los niños y los jóvenes de Costa Rica. Un
modelo de madurez a una edad temprana. Un modelo de disciplina a una edad
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problemática. Un modelo de esfuerzo a una edad propicia para escoger los


caminos fáciles en la vida. Hoy les quiero pedir que por favor no olviden que
son un ejemplo. Ésa es una responsabilidad que viene con la fama, y que los
obliga a pensar no sólo en ustedes mismos, sino también en los cientos de
miles de niños y jóvenes costarricenses que quieren ser como ustedes.
Estoy convencido de que éste es apenas el inicio de una carrera
meteórica. Todos ustedes, desde la delantera hasta la defensa, desde la media
cancha hasta la banca, tienen grandes oportunidades ante sus ojos. Sé que
sabrán aprovecharlas; sé que sabrán tomar las decisiones correctas para poder
crecer hasta su verdadero tamaño; sé que continuarán puliendo la medalla del
“muchas gracias” que llevan sobre el pecho, y por eso les digo, hoy que sí
pueden oírnos, “vamos, muchachos”.

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