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Mis paginitas, ngel de mi guarda, fe De las nieras antiqusimas, No pueden, no hacen peso en la balanza Contra el horror tan denso de este mundo.
Cuntos desastres ya he sobrevivido, Cuntos amigos muertos, cunto dolor En las noches profundas de la tortura Y yo qu hago y yo qu puedo hacer.
Me duele tanto el sufrimiento de otros, y apenas Intento conjurarlo por un segundo con estas hojitas Que no leern los aludidos, los muertos ni los pobres Ni tampoco La muchacha martirizada.
Cul Dios Podra mostrarse indiferente A esta explosin, a esta invasin del infierno. Y en dnde yace la esperanza, de dnde Va a levantarse el da que sepulte La noche nuestra interminable doliendo.