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MISTICOS Y MAGOS DEL TIBET Alexandra David-Neel MISTICOS Y MAGOS DEL TIBET Casanova, 82 08011 Barcelona ‘Traducir: Josoph Aptana Portada: AgusinPanker| © Lorene Pon ‘© esciones igo Primer econ Sepia 1988 |sotves-c8668-10-7 Depot gal 6-37245-1988 Fotocompreon Pomeriog ..Lpanto, 26,3. 08013 BARCELONA Imprescnyencuncrncln: NDCE, AG. Caspe, 16 0601S BARCELONA PROLOGO ara muchos occidentales, el Tibet sigue siendo un enig ima. El epals de las nievese es para ellos la cuna de lo miste- oso, de lo fantéstico y de lo imposible. ‘Los lamas, los magos, los brujos, los nigromantes y los ccultistas de toda clase que pueblan esas elevadas mesetas espléndidamente aisladas del resto del mundo, debido tanto a fa naturaleza como a la voluntad de aquellos hombres, son gentesa quienes se atribuyen poderes sobrehumanos. Por ello, os relatos més inverosimiles se aceptan como vverdades indiscutibles. Dirfase que, en ese pas, plantas, ant males y gentes pueden sustraerse a su antojo alas eyes més firmes dela fisica, la quimica la fisiologia y hasta del simple sentido comin. Asf pues, es natural que Ios cientiicos, acostumbrados & la disciplina rigurosa del método experimental, solo hayan ‘prestado a esos relatos una atencin despreocupada y diverti- 4a, como la que se otorga alos euentos de hades, "Tal era mi estado de dnimo hasta el dia en. que tuve Ia ‘suerte de conocer a la sefiora Alexandra David-Neel ‘La famosa y valiente exploradora del Tibet retine todas las condiciones fisicas, morales e intelectuales que deseari mos ver juntas en un solo observador para tratar semejante tema, Aunque lo que digo se oponga a su sentido de la mo- destia, engo interés en afirmart. La sefiora David-Neel entiende, eseribe y habla corrion- temente todas las lenguas del Tibet. Ha vivido catorce aftos seguidos en «el pais de las nieves> y en sus regiones vecinas, Profesa el budismo y ha sabido eaptarse la confianza de los mds grandes lamaista. Su hijo adoptivoes un auténtico lama. Misticos y magos del Tibet Esta célebre exploradora se ha sometido al adiestramien- to psiquieo que ella misma nos relata. En resumen, la sefiora David-Neel, segiin nos afirma ella misma, se ha convertide ‘en una perfectaasistica, reconocida como tal por los propios frientales, cosa de mayor importancia atin para la explora- cién de un terreno vedado, hasta aquet momento, a los ob- servadores extranjeros Sin embargo, esta asatca, ests perfectatbetana, ha sabido mantenerse occidental, aunque una occidental seguidora de Des: cartes y de Claude Bernard, practicando la duda filosfica det primero, que debe sr, segtin el segundo, la guia de todo sabio. Sin ideas preconcebidas y no siguiendo doctrina o dogma especial alguno, la sefiora David-Nee! ha podido observar las cosas del Tibet con entera libertad y objetividad. En una de las confereneits que le ped para mi citedra del Colegio de Francia (que fue ls de Claude Bernard), la sefiora David-Neel afirmé: «Todo aquello que de cerca © de lejos tetiga afinidad con los fendmenos psiquicosy con la accién de las fuerzas fisicas en general, ha de ser estudiado y sistemati- zado como una cieneia, No hay en todo ello milagros, nada sobrenatural, nada que engendre y alimente la superstcisn, El adiestramiento psiquico, razonade y conducide cientifica- ‘mente, puede lograrinteresantes resultados. Por ello, los da- tos adquiridos por dicho adiestramiento, aun cuando éste se realice empiricamente y basado en teorias alas que no: pre pademos asociarnos, constituyen documentos tiles de ‘nuestro estudiow. Por eso mismo, advertimos que el determinismo cientitico esti tan alejado del esceptcismo como de la ciega credulided. Los estudios dela seiora David-Neelinteresardn tanto a los orientalistas, como aos psicdlogos y alos fisi6logos. Doctor D'ARSONVAL ‘Miembro dela Academia de yyde la Academia de Medicina, Profesor del Colegio de Francia, ‘Presidente del Instituto General Psicol6gico INTRODUCCION Recién publicado el relato de mi viaje a Lasa, un gran n- mero de personas demostr6 gran interés, ya fuese por articu- los dedicados a mi libro o por motivos particulares, por saber ‘cémo habia conseguido vivir entre los lamas y en informar- ‘me, ademés, sobze las doctrinasy las prcticas de los misticos yde los ocultistas ce Tibet. ‘Coneste libro intento satisfacer su amable curiosidad. Sin ‘embargo, la tarea ofrece algunas dificultades por el poco es- pacio de que dispongo. Para responder alas dos preguntas de indole distinta que se me haa hecho, he relatado primero las, circunstancias que me han puesto en contacto con el mundo religioso lamalsta y con el de los ccultistas de todo géner0 ‘que gravitan en tomo suyo. Después, he intentado reunir cierto niimero de hechos sobresalicntes que se refieren alas teorias ocults y misticas y alas practicas de adiestramiento psiquico de los tibetanos, Siempre que he encontrado en mis recuerdos algo que se le refiera, lo he narrado en su lugar correspondiente. No se tra ‘a, pues, de un diario de viaje, ya que el tema no se presta & allo, En el curso de las investigaciones que he llevado a cabo, {el dato abtenide un dfa no se completa a veces hasta que n0 han transcurrido varios meses ¢ incluso afios. Slo presentan- do la sintesis de los datos adquiridos en distintos sitios se pue- de aspirar @ dar una idea exacta de este asunto. 'No obstante, me propongo volver a tratar, en una obra sms téenica, la cuestion del misticismo y dela filosofia de los hhabitantes del Tibet Hemos transcrito los nombres tibetanos fonéticamente, cen general, como en el Viaje de una parsiente « Lasa. Aque~ 9 Misticos y magos de! Tibet los casos en los que se menciona Ia ortogratiatibetana harén ‘er cudnto se aleja de la pronunciacién correcta. Nétese, ai- mismo, que toda g, hasta delante de una e 0 una, tiene Soni do de gue, gt. Ast, por ejemplo, gelong se prononla gue long. 10 1, HIMALAYA ». Entonces estamos de acuerdo, Le dejo a Dawasan- ‘dup como intérprete. Seguird nuestra misma ruta.» Es un hombre ei que me habla?... Este personaje tan pe- quefi, de catis amarillento, vestido con traje de brocado de color naranja, con una estrella de diamantes que ceateliea sobre su gorro, jn0 es ms bien un genio que ha descendido de las montafas vecinas? Se le lama lama reencamado y principe heredero de un ‘ono himalayo, pero por ahora dudo de su realidad. Proba- blemente va a desvanecerse, como un espejismo, con su sé 4uito abigarrado y su montura con gualdrapa de pao amari- lip. Forma parte de la magia en que vivo, o en que creo vivir, desde hace dos semanas, Este neva episodio enceja perfec: tamente en el mundo onirico; dentro de un momento me des- pertaré en la cama, en cualquier parte, em un pats que no fre ‘cuentan los genios ni los Jamas reencarnados vestidos con ti- 3 irisadas, donde los hombres usan vulgares chaquetas y los caballos, de tamafio natural, no se envuelven en telas co lorde sol Un redoble de timbales me sobresalta; los oboes inician ‘un aire melancolico en tono menor. El genio monta en su res- plandeciente caballo; sefores y lacayos de la escolta satan Sobre sus caballes, sang it Pe rele rncpe ama, soriendo rai Escucho mis propias palabras como si fueran ajenas y le pprometo llegar dos das después a su capital, yl singular ca- Dalgata se aleja, precedida porios misicos. ‘Con los ultimos sones de la planidera melodia, que se pagan a lo lejos, empieza a desvanecerse la especie de en- n Misticos y magos det Tiber cantamiento que me retiene inméuil. Doy un paso. No, no he sofiado; toda esta escena es real. Estoy en Kalimpong, en el ‘Himalaya, y junto a mise encuentra el intérprete puesto a mi dispasicion desde que llegué. {Cm me hallaba en aquel lager? Ya lo he dicho antes. En quella época, el Dalai Lama se vio obligado por razo. nes politicas a refugiarse en territorio biténico, y su estan- cia en Ia frontera india me parecié una ocasién tnica para verle y obtencr datos sobre el género de budismo que preva- Teefa en el Tibet. Son muy pocos los extranjeros que se han acercado al monje rey, retirado en su ciudad santa, en el pais de las nievess. Incluso en el destiero, no resultaba facil abordarle; hasta mi visita, se neg6 repetidamente aconceder audiencia a ningun mujer que no fuese tbetana. Fui la pri= ‘mera con quien hizo una excepci6n, e intuyo que he sido la ‘Al abandonar Darjling, una fresca mafana primaveral, en que Ia montafia se envolvia on nubes rosadas,estabs muy lejos de imaginar los incresblessucesos que conllevaria mi vi- sita, Crefa tan s6lo que se trataria de una charla interesante, cuando en realidad me embarcaba en uns serie de peregrina’ ciones que habrian de retenerme en Asia durante diez largos ‘fos, ‘Cuando pienso en el comienzo del largo camino recor do, el Dalai Lama apazece en mi recuerdo como el sefior ge neraso que, al pic de las murallas que rodean sus dominios, descubre al vigjero y le sefala la direccion a seguir para en= ‘aren su mansion. ‘Aquella direccién me fue indicada en tres palabras «Aprenda el tibetano». Sihemos de creer sus vasallos, que le llaman thamstched ‘mkyenpa (el Omnisciente), el soberano del Tibet sabia, al ddarme aquel consejo, cudl habia de ser el resultado, y me {guiaba no séloa Lasa, su capital prohibida, lo que no hubiera significado gran cosa, sino también hacia los inasequibles 1. Enelibe Vii deuna parisenvea Lesa R Himalaya maestros misticos y magos desconocidos que se ocultan en su pals maravillos, En Kalimpong, el fama rey ocupaba una gran casa que pertenecia al ministo del rajé de Butén. Para que la residen fia adquiriese cierto majestuoso aspecto, habia simulado una avenida con dos hileras de altas eaia de bambées, plantadas desde el camino, con una banderola en cada una donde fig: Taba escrito: ;Aum mani padmé hum, 0 sea «el caballo del aires, rodeado de f6rmulas mégicas. Creo que en aquel tiem- po aiin no se habia inventado el estandarte tibetano: un leon Se oro sobre fonda rojo. La carte del soberano en el desterro era numerosa y los servidores superaban la centena. Generalmente, todo aquel ‘mundo se abandonaba a la placider del dulce far nlene yal encanto de charlas interminables, reinando la tranquilidad en tomo a fa mansién del gran lama, Pero en cuanto llegaba lun dia de fiesta 0 de recibo, aparecta por todas partes una ‘gran cantidad de dignatarios y de servidores, ruidosa y llena de afin, Llenabaa las puertas, se asomaban a todas las venta- nas, se esparcian en torno, apresurindose, agitindose, voci- ferando, tan idénticos los unos a los otros la mayor parte de las veces con sus vestides mugrientos, que cualquier extran- jero habria cometido, fécilmente, lamentables confusiones, {Cun lejos estaban of decoro, la etiqueta y el lujo del Potala! Los que han Ilegado a ver, la orila del camino, aquel cam- ‘pamento donde el soberano de! Tihet aguardaba & que sus vvasallos le reconquistasen el trono, no pueden suponer lo La expedicion britanica que penetes a viva fuerza en te- rritorio prohibido, exhibiéndose en su capital a pesar de los Cencantamientos y de las brujerias de los magos mas eSlebres, hizo, quiza, comprender al Dalai Lama que los bérbaros ex: tranjeros eran sus amos por la fuerza. Los diversos invents ‘que Tue conociendo durante un recorride porla India, pudie ron convencerle también de la habilidad que tenian para B Misticos y magos del Tibet adueftarse de la materia y darle forma. Pero respecto ala in- {erioridad mental de los blancos su conviecid era inquebran- table, en lo que no hacia més que compartir a opinion co- iiln de todos los asiticos, desde Ceildn a los confines sep- tentrionales de Mongolia. ‘Una occidental empapada de las doctrinas budistas era algo inconcebible para é1. Si hubiese desaparecido mientras hhablaba, no se hubiese sorprendido: al contrario, lo que le sorprenda era la realidad de mi persona, ‘Rendido a la evidencia, al fin, el Dalai Lama quiso infor- rmarse sobre mi maestro, Debia tenerlo y tnicamente podia ‘er un asidticn, Adn se sorprendié més cuando le asoguré ‘que, antes de nacer yo, ya habfan traducido al francés el tex- to tibetano de uno de ios libros budistas mas apreciados por lostamas." ‘Como era ua hecho que admitia con dificultad, le rstaba importancia: «Si algunos extranjeros han aprendido, de ver ‘dad, nuestro idioma —decia— y leido nuestros libros sagra- ‘dos, su mensaje se les ha escapadon. ‘Al decir esto me ofrecia una excelente ocasign para pre sentarle mi demanda, Me apresuré a aprovecharla: «Precisa- mente —le contesté— porque temo que algunas doctrinas re ligiosas del Tibet hayan sido mal interpretadas, me atrevo a dlirigirme a usted para que melas aclare>.. “Mi respuesta agrad6 al Dalai Lama: no s6lo me dio exp ceaciones orales sobre las preguntas que le hice, sino que mas tarde me entregs un memorial deserrollando algunas de aquellas, El principe de Sikkim y su escolta habian desaparecido;, sélo me restaba cumplir mi promesa y preparar el viaje & ‘Gangtok. No obstante, otra idea bulia en mi cabeza, Habja presenciado le vispera ls bendicién del Dlai Lama 1. El Gyatcher rfp, trauido por Eduardo Foucau, profesor de callie se France “ Himalaya 4 los peregrinos, tan diferente de una bendicion papal en Roma, Mientras que el papa da la bendicion a la multitud co solo gesto, los tibetanos, més exigentes, quieren recibir cada uno su bendicion particular. Los lamaisias tienen maneras de ‘bendecir que corresponden al grado de admiracién del lama {que bendice por aquel a quien otorga su bendicién. Poner las «dos manos sobre a cabeza de alguien es el modo mas cortés, ‘Con menos cortesfa, una sola mano roza la cabeza, yen esto hhay matices, como el contaeto con dos dedes 0 con uno solo, ‘¥ por iltimo, queda la bendiciOn dada rozando la cabeza con tuna especie de plumero compuesto de un mango del que cuelgan cintas de seda de diversos colores. Advertiremos que en este modo de bendicion siempre hhay contacto, directo o indirecto, entre el lama y los fiees. {Por qué es necesario dicho contacto? Porque, sogtin los la mmaistas, la bendicién no consiste tan s6lo en invocar la mi ‘icordia de Dios sobre las personas o las cosas, sino en infun dirles a fuerza saludable que emana del lama. El ntimero considerable de gente que acudia a Kalimpong. para sentir el roce de las cintas del plumero empusado por el Dalai Lama me dio una idea de su gran prestigio. El desfile ddur6 algunas horas y advert que la procesién de devotos no estaba compuesta s6lo de lama(stas ind/genas. Se encontra- bban entre ellos muchos nepaleses y bengalies pertenecientes a sectas hinds. Me fijéen varios que llegaban como simples. espectadores que, repentinamente, sentian una especie de atraceién oculta que les obligaba a feunise corriendo al pia oso rebar. ‘Mientras contemplaba aquella escena, descubri a un indi viduo sentado en el suelo, algo retirado, cuya pelambre en- ‘marafiada se arrollaba en forma de turbante a usanza de al ‘gunos ascetas de la India. Sin embargo. el hombre no tenia ‘asgos indios y levana un habito mondstco lamaico, mu- {griento y hecho jirones. El indigente tenia una pequens al- forja a su lado y contemplaba ala multitud con expresion que seme antojé buriona. 15 Misticos y magos del Tibet Se Jo mostré 2 Dawasandup, preguntandole si tenia idea de quign era aquel Didgenes himalayo. —Debe de ser un naldjorpa' (visjero) —me contest6, y ‘como notese mi curiosidad por saber més, el complaciente twaductor fue a hablar. Volvié muy serlo—. Ese lama —me dijo— es un butani,! un asceta peripatético. Vive unas veces acd, otras alléen cuevas, en casas abandonadas o bajo los dr boles del bosque. Estard aqut unos dias y se loja en el pe- ‘que‘io monasterio vecino. ‘Después de Ia partida del principe con su cabalgata, re ‘cordé al vagabundo. Disponia de tiempo; :no podria ir hasta la gompa (monasterio) en que se alojaba? Tal ver Te enon tease. :Por que parecia buriase del gran lama y de sus fcles? Seria interesante averiguarlo. ‘Comuniqué mi deseo a Dawasandup, que se ofrecis a ‘acompanarme, Partimos a caballo y legamos pronto a la gompa, que eta, sencillamente, una casona de labranza. En €l Iha kang (sala donde estan las estatuas de los dioses) en- ‘contramos al naldjorpa sentado en un almohadén, delante de ‘una mesa baja, acabando de comer. El encargad del templo nos trajo otros almohadones y nos ofreciété ‘Se trataba de conversar con el asceta erkante, muy poco dlispuesto a ello, porque con la boca lena de arror, solo con- test6 con un ligero grufido a nuestros amables saludos. Mientras yo buscaba una frase para romper el hielo, aquel buen hombre se eché a refr pronunciando algunas palabras, Dawasandup parecta sentirse disgustado, = ,Qué dice? —pregunté. [Diseulpe —contest6 el intérprete—, estos naldjorpas cemplean, a veces, un lenguaje rude... No sé si debo tradu- Por favor —repliqué—. Estoy aqut para tomar nota de todo y especialmente de las cosas ms inusuales. 1. Ltealmeate, sel que alcanzado la seridad peeectas,perocn ‘semis generates, un aceta mie 3 Taigema de Buti 16 Himatay —Entonces.... perdéneme, dice: «,Oué viene a hacer aqui esta majadera?» ‘No me extrafé demasiado el tono grosero de le pregunta. ‘También en la India ciertos sannyasins (ascetas) ingen ins tar cuando se les visita, —Contéstele —dije & Dawasandup— que he venido a preguntarle por qué se burlaba de los que recibfan la bend ion del Dalai Lame —Llenos de importancia todos ellos y déndose importan- cia por lo que hacen ~masculé cl naldjarpa entre dientes— Insectos que se agtan en lam. inicio de la conversaci6n era de lo més curios, ~Y usted —le repiqué—,;se encuentra a salvo fuera del estercolero? ‘Rig con grandes carcajadas. —"Tratarde evitarlo cs hundirse cada ver més. Me revuel- co en él como un puerco. Lo digiro yl transformo en arena 4e oro, en arroyo de agua clara. Mitareaes fabricar estrellas ‘Decididamente, mi interlocutor gustaba de las compara ciones excatoldgices. Seria su manera de presumir de super- hombre En fin —dije—, los piadosos lsicos deben estar en to cierto al aprovecharse de la presencia del Dalai Lama para ‘obtener su bendicién. Son buenas gents sencilas cuyo esp ‘itu no puede llegar a doctrinas més elevadas. El naldjorpa me interrumpi6. —Para que la bendicién sea eficaz —dijo— hace falta que «quien a otorga posea la fuerza transmisora. Puede emplearla de diferentes mods. Por qué sila tiene, el precio protector (Dalai Lama) necesita soldados para comibati los chinos 0 a cualquier otro enemigo? (No puede rechazar det Tibet a {Quien no le agrada y cercar el pais con una murala invisible € infranqueable? El Padmasambhava (guri nacido en ¢1 oto) tenfa aquel poder, y su bendicion llega siempre a quienes Ie adoran, aunque vive ahora en la tegibn lejana de los rakcha- sas. Yo s6losoy un humilde diseipul, y sin embargo 7 Misticos y magos det Ther EL humilde diseipulo me pareci6 loco y, sobre todo, no poco vnidaso, porque su «sin embargo» iba acompafado de tuna mirada que decia bastante sobre el pensamiento final de lninacabada frase ‘Mi intérprete se sentia a todas luces molesto. Sentia por el Dalai Lama una gran admiracida y no le agradaba aquellacr- tica, Por otro lado, el hombre capsz de «fabricar estrellas con excrementos caninos» le inspiraba cierto temor supersticioso. Propuse que nos fuésemos, pero al saber por el encarga- do del templo que el ama continuaba su viaje al dia siguien te, alargué algunas rupias a Dawasandup diciéndote que se las ofreciese pura proveerse en su camino, El regalo disgust al naldjorpa y lo rechaz6, con el pretex to de que ya tenia més provisiones de las que podia llevar Dawasandup ctey6 acertado insistiry se adelant6 con Ia in- tencion de dejarie el dinero sobre la mesa. No le salié bien. No habia dado tres pasos cuando le vi vailar, retroceder ise de espaldas contra la pared, como sile hubiesen empuja- do violentamente. Al mismo tiempo lanz6 un grito y se evs amano a la boca del estomago. Elnaldjorpa se levants y sald de a estancia burléndose He recibido un formidable pufetazo que me ha echado para atrés —dijo Dawasandup—. El lama esté enojado, peémocalmarle..2 = Vamonos ~ dije—. El lama nada tiene que veren lo que hha pasado. La causa puede ser cualquier desarreglo en el fun- cionamiento del coraz6n, Hari bien en visitar a un médico. EL intérprete, pélido y acongojado, no replicd y regresa- mos sin que lograse disipar sus temores. Al dia siguiente, de madrugada, Dawasandup y yo part- ‘mos para Gangtok El camino de herradura que seguiamos se adentraba en el, Himalaya, tierra sagrada que la tradicion hinds puebla de sa- bios, aseetas, autores de prodigios y dioses. Las estaciones estivales fundadas al margen por los extranjeros apenas han 18 Himalaya ‘cambiado su aspecto. La selva virgen recobra sus derechos a pores kilémetros de los grandes hoteles, donde se baila al son del jazz. Flotando entre las nicblas errantes, un extrano desfile de arboles, envueltos en largas lianas de un verde Iivi- do, esboza gestos inquictantes ante ls viajes. En la jungla ‘exuberante, desde los valle hasta los altos picos cubiertos de nieves perpetuas, todo el pais se ve envuelto por una atm6s- {era de misterio indecible. En este marco propicio, la hechiceriareina soberana entre las poblaciones pseudobudistas y de los médiums: benpos, aos, buntingos y yabas de ambos sexos hacen legar los mena Jes de los diosesy de los muertos hasta las mas pequefias aldeas, Durante el viaje, pernoctamos en Pakyong, y al dia si aguiente legamos a Gangtok, que me recibié a pocos kiléme- {os del pueblo capital con una formidable tormenta de gra- nizo desencadenada repeatinamente. ‘Segan los tibetanos, los fenmenos metcoroligicos se de- ben a los demonios o a los magos. El pedrisco es una de sus armas favoritas. Emplean los primeros para trastornar Ia ‘marcha de los peregrinos que se dirigen a los lugares santos ylos lamas taumaturgos para impedir el acceso de los inopor- ‘unos a sus retiros y para ahuyentar a los discipalos candids tos poco constantes. El supersticioso Dawasandup me confes6, algunas sema- nas més tarde, que habja consultado con un mapa (adivino) sobre el asunto del huracdn tan imprevisto en el dia radiante de millegada. El oriculo habla declarado que los dioses locales y los santos lamas no me eran hostiles, pero que, sin embargo, me ‘costaria gran trabajo permanecer en el «pais de la religidn> (perifrass para designar el Tibet). Fuso casualidad o carividencia, el mopa no se equivocs- ba. Elfuturole diola razén, EI principe heredero de Sikkim, S. A. Sidkeong Namg- yal, era lama verdadero, abad de un monasterio de la sects 19 Misticos y magos del Tiber de los khagyudkarma y, ademas, ulku,!considerado como la reencarnacion desu io, lama de santa memoria, Segiin costumbre, habia tomado el habito religioso desde ‘muy nino en el monasterio del que era jefe nato y donde ha ‘fa pasado una parte desu juventud. Lego, ls autoridades britinicas le dieron la referencia, ‘en lugar de su hermano mayor. como sucesor eventual del ‘maharaj, su pade, yelresdente inglés Te sae0 del monasterio ‘confiéndole a un hind britanizado para que le sirviese de tutor ¥ de maestro, Completaron su educacién, no del todo homogé- ‘nea, uma corta temporada en la universidad de Oxford y un via- je alrededor del mundo baja tutela de un diplomtico. 1g tuk hablaba perfectamente cf inglés ¥ no tan fano, su lengua matema. Se expresaba con co rreccion eft indostano y un poco en chino. La villa privada {que mand consiruir en los jardines del palacio paterno se ‘parcefa a una linda casa de campo ingles. langueada por un templo tibetano. El interior respondia a su aspecto exterior: mucbles de estilo inelés en el piso bajo. y en el primer piso, ‘oratorio ysaléntibetanos. El joven principe cra de espirty abierto. Se interesé en sequida por misinvestigaciones y, con gran afén, intemt6 ayu- darme. ‘Consagré el primer tiempo de mi permanencia en Sikkim a visitar los monasterios diseminades por los bosques. Me impresionaron mucho por su situacion, generalmente mara- villosa, sobre montafias escalonadas. Como eran de cons. truccién ristica, los imaginaba habitados por monjes dedica- dos 2 1s contemplacién, que despreciaban las ambiciones y las luchas del mundo y cuyos dias transcurrian en laquietud y en meditaciones profundas. Pero la realidad no respondia a la apariencia. La mayor parte de los religiosos de Sikkim son simples aldeanos. poco Eultos, que no sienten el menor deseo de iustrarse ni siquiers 1. Lama de expe saperio, a qe los extranjeros thm buds eno ease pa. 8) 20 Himalaya sobre el budismo que profesan. Por otra parte, no tienen mo- mentos de oci. Los monasteris son pobre, sin la menor ren ‘ta que repartir entre sus miembros, y también carecen de bien- Inechores tos. Por eso, las traps (eligiosos de lero inferior) se ven obligados # trabajar, ya que no cuentan con subsidies ‘egulares ni con donaciones que les aseguren laexistencia, Es necesara la explicacién acerca del término rapa, qu cabo de empleary que seguiré empleando, Los autores extranjeros denominan lamas, indistintamen- te, a todos los miembros del clero, No es lo mismo en el i bet, Sélo los dignatatios eclesidsticos tienen derecho al titulo {de Lama (superior): as los tufkus, os sacerdotes de monaste~ rios importantes y los religiosos que poseen altos grados ut ‘verstarios. Todos los otros monjes, aun cuando hayan recibi do ordenacién mayor (la de gelong), no son més que trapas (Giseipulos). No obstante, por cortesta se acostumbra a dar el tftulo de lama, al diriirls ta palabra, a todos los religiosos| de edad madura ycultos, ‘Algunos érapas de Sikkim, consideracos como sabios por sus colegas, eran capaces de celebrar ciertos rites religiosos. Ensefiaban los recitados litdrgicos a novicios que pagaban ‘sus lecciones con donativos en especie y un poco de dinero, [pero con frecuencia otros les pagaban sirviéndoles de eria: dos. A pesar de es0, el ejercicio sacerdotal era la fuente prin cipal de ingresos de todos los frailes. TEL budismo ortodoxo, ya se sabe, prohibe todos Ios ritos religiosos. Los lamaistas eruditos admiten de buen grado su inutlidad en lo referente ala luminacién espiritual, que slo puede ser aleanzada por cl esfucrao intelectual. Sin embargo, la mayoria de ellos preconizan ciertos modos rituales para ‘otros Fines, como la curacion de enfermedades, la prosper: ‘dad material, el dominio de los seres maléficosy Ia direccién ‘del espiritu de los difuntos en el mas alld. La principal mision eclesidstca de los monjes montafieses del Himalaya era la de proceder a los funerales religiosos, Debo decir que la eumplian con gran celo y hasta con una rontitud que casi rzaba con el agrado. Misticos y magos del Tibet Los ritos funeratios se componen de uno o dos banquetes que Ia familia del difunto ofrece a todos los miembros del mo- hasterio del que era fligrés, Ademas, so oftecen honorarios, en dinero y en especie, a los apas que ofician en la casa mor- tworia, Ya he dicho que el clero aldeano de estas montafss, de ordinario, es pobre ¥ ayuna, As{ que, a veoes, es diffi repri- ‘mir en esta gente primitiva un cierto placer cuando la muerte ‘de alginricachén del terrufo les promete dias de abundancia. Los hombres ya maduros saben disimular generalmente sus sentimientos, pero los nifios novicios que cuidan de los rebatios en el bosque son de una ingenuidad divertida Un dia que estaba sentada merendando cerca de unos frailecillos pastores, oimos, debilitado por la distancia, so- nid prolongado de un instrumento de viento. En un abrir ycerrar de ojos, los chicos, que jugaban jun tos, se quedaron inmaviles, atentos, eseuchando. El mismo sonido se repitid. Los nifos comprendieron. Las caracolas dijo uno de ellos. ~Alguien ha muerto —afiadis otro. Después permanecieron silenciosos mirdndose, con fos ojos billantes,sonriendo come complices. ~ Vamos a comer carne —murmuré uno de los chicos. in embargo, en ciertas aldeas, el sacerdote Iamasta tie- ne que sufrir la competencia del hechicero. De ordinario, testo no acarrea enfrentamientos; ambos, la mayor parte de las veces, si tienen fe en sus métodos, tienen también fe en ls de su vecino. Aun cuando el lama sea més respetado que cl ben (hechicero) —sectario de ls antigua religion de los aborigenes— 0 que el mago ngagspa —asimilado al clero of cial—, se considera a estos iltimos mas hébiles cuando hay ‘que tratarcoa los demonios que, de modo diferente, perjudi- can a un ser viviente oal espiitu de un difunto. Un hecho fortuito hizo que deseubriese c6mo el lama ofi- ante extrae el expiritu del cuerpo de los moribundos y Io di- rige hacia el buen camino en el otro mundo, 2 Himalaya Regresaba aquol dia de una excursién por el bosque cuando of un grito breve y agudo que no se parecia al de nin- ‘Bin animal conocido, Minutos mas tarde, el mismo grito se epitié dos veces seguidas. Avancé quedamente en la direc cionde donde proventa Pronto divsé una cabafa oculta en un pliegue del terre ‘no, Escondiéndome tras un matorral. pude observar lo que ppasaba sin que me viesen, Estaban alifsentados en el suelo, bajo los 4rbotes, das monjes, con los ojos bajos, en actitud de rmeditar, —jHlik! —exclamé uno de ellos, con una voz muy espe ial. —;Hik! —repiti6 cl otro algunos momentos después. ‘¥ continuaron asf, sin hablar ni moverse, espaciando sus aritos con argos intervalos de silencio, Observe que parecian ‘emir aquel grito con gran esfuerzo, como si lo sacasen del fondo de las entranas. Después de haberlos observado du rante algdin tiempo, vi que uno de ellos e levaba la mano a Ja garganta con expresion de dolor en el rostro. Volvis la ca- bbeza y escupid un hilillo de sangre. ‘Su compaiero le dijo algunas palabras que no pude escu- char. El monje se dirigis ala cabatia sin responderie. Vi en- ‘tonces que del pelo le sata una larga paja que se mantenia er- {Buida sobre la cabeza. ; Qué significaba aquel adorno? Apro- ‘vechando que uno de los dos irapas habia entrado en a caba- fay el otro me volvia la espalda, me escabull. En cuanto encontré a Dawasandup le interrogué. ;Oué hacian aquellos dos hombres? {Por qué daban aguel extrafio prito? Ese grito —me explics mi intérprete— es una exclama- ‘ida ritual que el lama oficiznte profiere junto al que acaba {de morir, con el fin de desprender su espritu del cuerpo ha- cetlo salir por un hueco que esta silaba magica produce en la boveda del créneo. Sélo el lama que haya recibido de un maestro competente el don de articular ese hik con la ento- nnacion y la fuerzs psiquica que requiere es capaz de actuar con éxito. Cuando oficia al lado de un cadaver aftade ;fet! 2B Misticos y magas del Tibet ‘tras el jhik!, pero debe guardarse de pronunciar ese fer cvan- do ejetcta Gnicamente la préctica del rito, como los monjes que usted ha visto. La combinacién de estos dos sonidos arzebata, inevitablemente, e]espiritu del cuerpo y, por consi- {uiente, el lama que los pronunciase correctamente moriria ‘con rapidez. El peligro no existe cuando esté oficiando, por- {que obra entonces como procurador, en lugar del muerto, prestindole su vo2, de modo que el efecto de las sflabas mé- Bicas lo siente el muerto y noel lama ‘Cuando un maestro competente ies ha conterido el poder psiquico de atraer el espirita fuera de su euerpo, los dsefpu- fos tienen que ejercitarse en emitireorrectamente el jhik! Se “eonoce que han alcanzado su objeto sila paja, hineada en el ‘eréneo, permanece tiesa, sin eaerse, durante todo el tiempo ‘que quieran. En efecto, la pronunciacién correcta de hik pro- ‘duce un pequefo orificio en la boveda del craneo y la paja se inserta en él. El agujero es mucho ms ancho cuando se trata de un muerto. Llegan a poder introducir el dedo menique. Dawasandup se interesaba mucho en lascuestiones relati- ‘vas ala muerte ya supervivencia de un espirit. A los cinco ‘ seis aos de estas explicaciones, tradujo una obra clasia ti- betana sobre las peregrinaciones de los difundos en el més all! ‘Algunos funcionarios briténicos y algunos orientalistas cextranjeros han hecho uso de los servicios de Dawasandup, reconociendo su talento. Sin embargo, tengo motivos para creer que siempre desconocieron su verdadera personalidad, ue disimulaba muy bien, En cierto modo, Dawasandup era, de verdad, oculista y hhasta mistico. Cultivaba Tas comuniones seeretas con las da- kinisy con los dioses amenazantes; todo lo que se relaciona- ’ba con el mundo misterioso de los seres generalmente invisi- bile le atrafa iresisiblemente. Tenia también tendencia al 1. Elba Tod a 2, Deidaesfemeninas das qu hay varias ators Los tibetan los da el tulo de madres. Ensen 2s Beles ne doctrinas tics 4 *supersticioso, pero por encima de todo, bueno y cart Himalaya ‘mediumnismo; pero a necesidad de trabajar le impedia cult varlo como hubiera deseado. ‘Nacido en Kalinpong, descendlia de butanis y de sikkime- ses, gentes de las montafas y de los bosques. Le admitieron ‘como becarioen la escuela superior de Darjling para mucha- hos de origen tibetano. Entr6, después, en el servicio brité- nica de Ia India, donde le nombraron intérprete en Base Duar, localidad stuada en la frontera sur de Butin. ‘Allfencontr6 al lama que fue su guia espirtual y por el que sentia gran respeto. He conseguido imagindrmelo tal eval debe ser, por cuanto de I me hacontado Dawasandup. Me ha pare ido igual a muchos otros que he conocido: algo docto, algo Le diferenciaba de sus colegas la eitcunstancia de haber tenido como guni (director espiritual) a un verdadero santo ceuya muerte merece ser relatada, Era un ermitano quo se dedicabs a la contemplacién mis- tica en un sitio apartado, en Butén, Uno de sus diseipulos vi- via con ly leservia, Pero un buen dia, cierto bienhechor del ermitafio fue a vi. sitarley le dejo una pequetia suma de dinero para que com- prara provisiones para el invierno. El discipulo, aguijoncado ‘ot lacodicia, asesin6 al viejo maestro y huy6 con el dinero, El lama, dejado por muerto, volvié en sf. Lleno de sabla- 20s, sus heridas eran graves y el anciano suftia atrozmente. aca sustaerse a aquella tortura se absorbis en Ia meditacion Los misticos tibetanos aleanzan una concentracién de pensamiento que suspende la sensibildad fisica y la atenta ‘considerablemente. ‘Otro diseipulo del lama, que fue a verle algunos dias des- ppués, lo encontrs inmévil, envueltoen una manta, Llamaron fu atencisn el olor que desprendian las Haas, ya infectadas, y la manta lena de sangre, Interrogs a su maestro, El anaco: reta le cont6 fo que habia pasado; y como el hombre quisiera ir corriendo al monasterio més proximo en busca de un médi 0, lo prohibis. Si se enteran del estado en que me encuentro buscarén 25 Misticos y magos del Tibet al culpable —dijo—. Como no puede estar muy lejos, lo en: contrarén, y probablemente seré condenado a muerte. No puedo permitirlo, No diciendo lo que ha sucedido tiene mas tiempo para escapar a sus perseguidores. Algin dfa volve Auiad, a sentimientos mejores y, en todo caso, no seré lca sa de su muerte, Ahora no me hables més, déjame solo y ‘marchate. Mientras estoy meditando no sufro, pero en cuan- to recobro Ia coneiencia del cuerpo los dolores que padezeo son intolerables. 'Ningin disefpulo oriental discute una orden de tal natu leza, Comprende el espiritu que la dicta. E1 hombte se arro- Aillé a los pies de su gurd y se retir6. Algunos dias después el ermitaiio morfa solo.en su cueva. ‘Aun cuando Dawasandup admirase mucho la conducta de aquel santo lama, tales alturas morales le parcefan dema- siado elevadas para alcanzarlas. Lo confesaba con huildad, Lo que le atrafa de un modo irresistible, ya lo he dicho, eral ‘ato con los seres del mundo oculto para lograr podetes su- ppernormales. Su suefo era ver prodigios y legar a hacerios. ‘Tenfa todas las aspiraciones de un mago, pero carecia de la cioncia y de Ia fuerza moral para realizarlas. La bebida, pasin muy frecuente entre us compatriot, fue 1a maldicion de su vida. Alimentaba en luna dsposicién a en- colerzarse, y por ello estuvo a punto de converse en asesino, Mientras permanect en Gangtok pude ejereer cierta in- fuoncia sobre él. Consegui que me prometiese abstenerse por completo de hebidas fermentadas, prohibidas a todos los ‘budistas; pero para perseverar en esta resoluciGn era preciso ‘una energia mayor de la que tenfa mi iatérprete. No podia re- Sista los que asu alrededor opinaban que beber firme y de~ jar caer Ia raz6n en el fondo del vaso era el deber de un fel dlisefpulo de Padmasambhava. 1 Apsol del Tet en e siglo Vt, Padasambhava era ua mao aque prteneclo a seca de sue! bude degenerado Hamad basis ‘Ehuricos pero nada prueba que fee inlemperant, como alguaos que ‘en acr creer para sia su borracher, % Himalaya Cuando conoet a Dawasandup hebla dejado el servicio det Gobierno para cjereer las funciones de primer maestro thirector de la escuela tibetana de Gangtok. En el papel de profesor era inenarrable [Los trabajos particulares de traduociones w otras coses, tas visitas yl largas conversacones con los lamas, el oficio de los ito ocultosy, sobre todo el gusto por la lectur la {que debia sa erudiciGn le impedian ocuparse de la escucla ¥ £Tmenudo pares olvidarse de su existencia. Dondequiera qe fese, hasta en el lugar més rcdindito desu casa, levaba ta libro yabsorto en él se sentiaembargado por una especie Ge extn que le hacia peter durante horas y horas la nocibn del sitio en ques hallaba. Llegabs apasase un mes entero sin poner los pies en la sala donde daba clase, abandonando a sus {scolares en manos de un segundo mest que, a su vez, imi {aba la nepligencia del jefe sempre quel era posible Los miuchachos, libres, no hacian mds que jugar y deam- balar por los bosques praximos a la escuela olvidando lo poco que habian aprendido. Sin embargo, un buen dia Dawasandup aparecia ante ellos eo fa faz tan severa como la del jue de los ditutos. y Jos muchachos temblaban eoa toda su alma, porque sabian por experiencia lo que les espersa Primero tenfan que formar fla delante del examinador. Este hacia una pregunta a uno de los dos escolares del exre- smo de a fila Ste ciseipulo no contestaba, ocontestaba mal, tl compafero que estaba junto a él podta responder, ysi16 hacia suisfacttiamente, 4 fe ordenaba dar un fuerte bofe- {nal primeroy ocuparsu sito. El despraciado que habia recibido el bofetn era interro- ado otra ver, 9 side nuevo permanecia mudo o contestaba ial, el tercero de fa fila debia administrare otro sopapo ¥ ‘uitarle cl sitio, acondicin de mostrarse més sabio. ‘Gualquir chiquillo desgraciado, atontado por el castigo sucesivo, pada encontrar ene timo puesto del fila des- ppués de’haber recibido doce cachetes. Sucedia frecuente- mente que algunos esoolares, compaiers de fila, eran inca 2 Misticos y magos del Tibet paces de recitar la leccidn. En ese caso, el més stbio del gru- po distribuia solo todos los sopapos, y si todos resultaban qualmente ignorantes, Dawasandup se encargaba del cat go general “Algunos chicos vacilaban al pegar fuerte a un amigo y se ‘ontentaban con fingrlo. No les valfa, porque Dawasandup Vigilaba. «Amiguito —decia riendo eruelmente—, no sabes hacerlo. Acércate, voy # ensefiarte». ¥ ;pam!, la mano enor ime cafa sobre la mejilla del chico, que veta las estrellas y que, para no tener que soportar una nueva demostracién, tenga ue abofetear a su condiscipulo con vigor capa de dejar sa tisfecho a su terrible maestro. A veoes el castigo no tenfa que ver con fas lecciones. En quella bendita escuela, donde desconocian toda disciptina, cl espfritu de inventiva y nad trivial de Dawasandup desc bria por todas partes faltas a regla sin formular que surgian con intermitencia, Eatonces cogia un baston ad hoc, ordena- bba que el condenado extendiese el brazo abriendo la mano y. en [a palma, ef muchacho recibia, dando aullidos, los palme- tazos que su verdugo fijaba. Sino extendia la mano, el infeliz recibialosgolpesen lacabera Mientras maniobrata con su bast6n, Dawasandup ejecu- taba una especie de danza, saltando a cada golpe que daba y cemitiendo un sonoro ;har, como es costumbre de ciertosle- fiadores. Y de esta manera, con la participacion foreada del desgraciado chiquillo, a quien el dolor hacia pataleary retor: cerse, el castigo adquiria el aspecto de un baile diabolo. He visto tales escenas cuando llegaba al colegio sin que ime esperasen y, ademés, los chicos, familiarizados conmigo, ‘me informaban ampliamente. ‘Al cabo de unos dias o de unas semanas de aquellasctvi- dad profesional, Dawasandup dejaba de nuevo a sus discipu- Podria narrar muchss otras cosas concernientes a mi bra- vo intérprete, hasta ciertas historias divertidas, como los euentos de Boccaccio, No sdlo era maestro de escuela, ocul- tista y letrado; también sabia desempetiar otros roles. Pero 28 Himalaya hhaya paz para su memoria, no quiero denigrarle. Taly como yo lo he conocido, Dawasandup era una personalidad intere- sante que habia adquirido gran erudicion por su esfuerzo y su perseverancia, Siempre me alegré de haberle encontrado y Feconozeo eusinto le debo. ‘Afado que Dawasandup es el autor del primero y tnico diccionario, hasta ahora, anglotibetano, y que termin6 sus ‘las siendo profesor de tibetano en la universidad de Calcuta, Me llevé una gran alegria cuando el principe tulku me anuncié que un verdadero tibetano, doctor en filosofia de a télebre universidad monéstica de Trachilhumpo,' vendria a la gompa de Enché, cerca de Gengtok, y que muy pronto tambien volveria a su pafs natal otro lama originario de Sik- kim que habia cursado sus estudios en el Tibet. Al cabo de poco tiempo tuve ocasién de conocer a los dos, hombres, reconocidos letrados. EI primero, Kuchog® Chos-dzed, pertenecia a la familia de los antiguos reyes del Tibet. Por razones polities habia estado encarcelado durante bastante tempo y atribuia el pre- cario estado de su salud a los alimentos envenenados que, se- sin crefa, le dieron durante su reclsion. EI principe de Sikkim, que estimaba mucho 2 los letra dos, acogié con entusiasmo al refugiado. Para proporcionar- le medios de existencia, y al mismo tiempo para que los mon- jes jOvenes sacasen provecho de su cienci, le nombré abad ‘del monasterio de Enché, con la obligacion de ensefar la gra- ‘matica a unos veinte novicios, Kuchog Chos-dzed era un gelug pa, es decir un miembro de la secta reformada fundada por Tsong Khaps (hacia 1400) yllamada fariliarmente secta de los bonetes amarilos 1, Stands on gata, capital de provincia de Teng 2. sSeorm com oro mate Je mayor resp, que hace, més ben, suivante al sr fos ingles, indcando a rango socal superior a ds 2» Misticos y magos del Tibet Los autores extranjeos, que deseriben las préctcas rei siosas de los bonetes amaritos como totalmente opuestas & las de los Bonetesrojos. habrfan resifleado su error al ver due un sacerdote glug pa estaba al frente de una secta jay Salmodiaba los oficios con sus monies. Tgnoro si puedo clasficarente os mstcos al lama de Ea- ché Y's se dedicaba normalmente a la moditaci, pero era ‘sombroso como erudit, Su memoria era como wna bibio- Teca milagrosa en a que cada libro estuviese siempre dis- puesto a abrise en la pdgina nocesaria a menor gest. Citae ba a docenas los textos sin ef menor esfuerzo, En el Tibet {esto no es excepsional, pero lo era la comprensi6n perfecta de los maties més stiles de los textos que posefa Kuchog Chos-dzed "Ya fuese por dscrecin 0 por orglloinstintivo de su no- bea, mayor y ms antigua que lade sututor llama de E- ch raravea vista al principe, y eso slo cuando tenfa que comunicarlealgin asunto del monasteio que dria. A ve- ces venia a mi casa, pero, en general, era yo quien sua ala ‘gompa, situada sobre la cesta de una montafa que domins- baCangiok. Despucs de varis charas, llama, descontiado como to- dos los orientales, se vais de una graiosa estratagema para Probar la extensiOn de mis conocimientos del budismo y el frado de comprension de sus doctinas Un dia que fui a vsitarlo, me present6 una hoja de papel lens de preyuntssy, con la mayor cores, me invil6 8 con- testaras inmediatamente Las euestiones a trataroran abstracts y hablan sido esco- sida con premeditacin para desconcertarme Super’ la prucba con honra y el examinador qued6satis- fecho. Me confess entonces sus das acerca de que yo fuese ‘budista, como afrmabs y. sin poder desenmarana los mat vos, el temor de que mi atin porinterrogar los lamas escon- diese intenciones ocultas. Desde entonces me pareci completamente tranquil, demostrindome micha confianza, 30 Himalaya Er segundo lama, que leg6 poco tiempo después, volvia del monasterio de Tulung Tserpug, situado en la regién de Lasa. Estudié alien su javentud y regres6, mas tarde, como seeretario del jefe de Ia secta de ios karmapas (la secta mas, importante de los bonetes rojo). Le llamaban Bermiak Kuchog (seftor de Bermiak) por- ‘que era hijo de un gran sefior de aquel lugar, de los excasos ‘miembros de la nableza de Sikkim que pertenceia ala raza de Jos aborigenes: los lepchas. Habla recibido, como Kuchog Chos-dzed, la ordenacién ‘mayor de gelong, vera soltero. Ocupaba una habitaci6n en el ppalacio, titulo de capellin del maharais, Casi todas las tardes atravesaba los jardines para dirgirse ‘la villa del principe heredero, y ali, en la sala amueblada a In inglesa, conversébamos largamente sobre las cosas desco- ‘nocidas on Occidente. Recuerdo, con gusto, aquellas charlas donde empecé a escorret el velo que nos ocilta el auténtico cardeter del bety desu mundo religioso. ‘Sidkeong tulku, que siempre usaba trajes irisados, pres fa sentado en un divin con una mesita delante, y yo lo hacta vis @ vis, sentada en una butaca, Frente a nosotros colocaban un pequetio taz6n de fina poreeiana china sobre pie de plata, ‘cubierto con una tapa en forma de pagoda, adornada de co. raleso de turquesas ‘A cierta distancia del principe, el seflor de Bermiak, ma Jestuoso con su tinica mondstica y su toga granste oscuro, ‘colocaba otra butaca, una mesita y un tazén con platillo de plata, pero sin apa. En cuanto a Dawasandup, presente mu- thas veces, se sentaba a la manera oriental @ auestros pies (en Oriente se dice «en forma de loto»), y su taz6n, puesto sobre el tapiz, no tenia ni planillonitapa. Asflo prescribi etiqueta tibetana, muy complicada y muy estrcta en la cate- {oria de las tapas, tazas y asientos de diferente altura que co- sresponden a cada huésped. ‘Mientras conversaba Bermiak Kuchog, disertador y eru dito, nos servian con gran abundancia elt tibetano, color de a ‘Misticos y magos del Tiber rosa marchita, sazonado con manteca y sal. Los tibetanos ri- 0s tienen a su alcance a cualquier hora una taza llena. La ex- presin corriente en el Tibet para sefalar alas gentes que vie ‘ven en la opulencia es la siguiente: «Sus labios estan siempre hhimedos de té 0 de cervezar. Por respeto a mi ortodoxia bu- dista slo aparecia el téen aquellas reuniones, [Lo trafa un sirviente joven en una enorme tetera de plata. CCirculaba con ella levandola a la altura del hombro. Luego | inclinaba hasta nuesteastazas, con los gestos estudiados y pprecisos del oficiante que celebra un rto, Las maderasoloro- Sas que ardian en un rinedn del cuarto le lenaban de un per- fame distinto de los inciensos dela India que yo habia tenido ‘ocasidn de aspirar durante mis viajes. Otras veces, una melo- dla lenta y grave, hondamente melancslica, nos legaba, de- biltada por la distancia, desde la copilla de palacio... ¥ el lama de Bermiak coatinuaba conversando, deseribiendo la vida y las mediteciones de los sabios y de los metafisicos que habian vivid o que vivian en la terra prohibida, cya fronte- raestaba tan proxima. Debo a Kuchog Chos-dzed y a Bermiak Kuchog el haber- sme iniciado en la fe de los lamaistas yen ls creencias que sere fierem a la muerte y al més all, y que son tan poco conocidas. ‘Como el primero de estos lamas era miembro de la secta de bonetes amarilosy el segundo pertenecia a una de las sec- ta de Bonetes rojs, al oft alos dos tenfa la seguridad de que ‘mis informes representaban la opinién admitida en general, y no tal o cual doctrina perteneciente a una secta y rechazada por las restantes. Ademés, en los fos siguientes tuve aume tosas ocasiones de interrogar a otros lamas de las distitas giones del Tibet. Para facilidad del lector, hago a continu sion ua resumen de las diversas informaciones.. La muerte y el mas allé Generalmente, los profanos imaginan que los budistas reen en la reencamacién y hasta en la metempsicosis. Se 2 Himalaya trata de un error. El budismo ensefa que la energia que pro: ‘duce la actividad mental yfisica de ua ser es causa dela apa icin de nuevos fenémenos mentales y fisioos cuando este ser ha sido disuelto porla muerte. Existen teorias stiles sobre el tema, y los mistioos del Ti Det, mds que otros budisias, parecen haber logrado un punto de vista ms profundo de la cuestién. No hace falta insistir para comprender que slo un nimero selecto de ellos enti ea los conceptos filos6ficos. En cuanto alas masas, aunque repitan el credo ortadoxo — «Todos los agregados son transi- torios, no existe ningtin “yo” en el individuo—, permanecen ficles ala creencia ms simple de una entidad indefinida que. revistiendo formas diversas, peregrina de mundo en mundo. ‘Sin embargo, los lamaistasdifieren mucho de sus correli- narios de los patses del sur: Ceilan, Birmania, etc. ¥ €X- plican las condiciones de esta peregrinacién de modo muy particular. Segin ellos, tanscurre un lapso de tiempo mas 0 menos grande entre el momento de la muerte ¥ aquel en que €l difunto renace en una w otra de las seis especies de sexes ‘animados reconocidos por ello. Estas seis especies son, respectivamente: 1) los dioses; 2) Jos no dioses, especies de ttanes; 3) los hombres; 4) los no hombres, que comprenden los genios, espiritus, hadas, et., de carécter amable unos y malhechores otros; 5) los anima Aes, y 6) los yidags, seres monstruosos perpetuamente tortu~ rados por el hambre y la sed, y los habitantes de purgatorios distintos que soportan crueles sufrimientos, ‘Ninguna de esta situaciones es perpetua. La muerte llega ppara todos, tanto para los dioses come para los desgraciados {que gimen en los purgatoris, y la muerte sigue el renacer, sea en la misma clase de seres en una clase distin, La creencia popular segura que el difunto renace en con- dicién mas 6 menos feliz, por sus buenas o malas acciones. ‘Los lamas, mejor informados, enseflan que ei hombre ocual- uier otro ser, desarrlla por sus actos y sus pensamientos afinidades que le conducen con toda naturalidad hacia una ‘ondicidn de existencia en relacién con ellss. Por vitimo, 33 Mésticos y magos del Tibet otros dicen que unser modifica la naturleza de la sustancia ‘le que se ompone por his actos y, especialmente, por sac tividad mental, y puede transformarse a sf mismo en dios, en animal, en eondenado,etecera “Tales teoras son, hasta aqui, cas igules las que admi- ten la mayor parte de los budistas. Los lamaistas son m4 Or sinales eno que sigue Es necesario advertir que a importancia otorgada por al- frnassectas budistas mahayeanistas al saber hacer y la abi Iidad es macto mayor en los lamaistas. VE] que sabe To que hay que hacer, vives confortble- mente hasta en el infierno.» Este es un refein muy popular en el Tibet. Nos muestra mejor que cualquier otra expica én Ia opinign dels lamaistas a propésito de lo que deno rman thabs, el metodo “Mientras que la mayor parte de su correligionrioscreen aque la suerte dels dfuntos depend, matematicarente, de Su moral, los lamaitassuponen que el «que sabe lo que hay aque hacer» puede modiicar y hasta mejorar su suerte post ‘morte renacer en la mejor condicion posible igo lo mejor posible porque, a pesar de su fnucha con- fianza en los efectos de 1a habilidad, ezeen tambien que el peso de los actos pasos posce fuerza considerable, tanto Ge, veces, todos ls enfuerzos del difuto y hasta Tos de Cualquier tavmaturgo inicado que se interese por él son ind tiles para retener el espa que se precipita hacia un renack ricnto miserable ‘Mis adelante daremos un ejemplo de ello Partiendo de la idea de que el metodo, el saber hacer, es siempre de interés eseacial, los lamaistasjuzgan que al arte de bien vivir habria que afadivle el de bien mori y saber de Senvoiverse enel mas all. Los iniiados deben conocer lo que les espera cuando rmueren, y los contemplativos ven y experimentan de ante- mano las Sensaciones que acompanan ala mucrtc. Nose sor- prenderdn ni se turbarén cuando la personalidad presente se disgregue y aquelo que ha de prosegui su camino, entrando En Himalaya conscientemente en el més alld, eche a andar con pleno cono- imiento de los caminos, de los senderos y de los lugares ‘donde conducen. {Qué es aquelio que sigue su camino cuando el everpo es ya cadaver? Es una de las miltiples conciencias que distin- juen los lamaistas: la conciencia del yo 0, segin otra expre- ‘on, el deseo de vivir. ‘Designaré con el nombre de espiriu al viajero cuyas pere- srinaciones vamos a seguir en ef mas allé. Aunque este ter- ‘ino no representa bien lo que los letrados expresan coa las palabras yid ky rmampar chespa. tiene la ventaja de ser fami liar a los occidentales y, adem, he de emplearto por no en- ‘contrar otro similar en los idiomas europeos. ‘Ya he comentado que los niciados son capaces de canser- var el espritu licido durante el acontecimiento de la disre- ‘gaci6n de su pertonalidad y de pasar de este mundo al otro plenamente conscientes de lo que les sucede. Asf que no ‘esitan ninguna ayuda en su dltima hora yes inti la celebra i6a de tos religiosos tras su muerte 'No sucede igual para el vulgo, y por vulgo se entiende aqui cualquiera, religioso 0 aico, que no posee la ciencia de a muerte. Y son la gran mayoria El lamaismo no deja abandonados a estos ignorantes a st ‘mismos. Mientras agonizan, y después de que han expirado, tun ama les ensefia fo que no han aprendido durante su vida. ‘Les explica la naturaleza de los eres y de las cosas que se les ‘aparecen, les tranquiliza y, sobre todo, no cesa de indicarles Ta buena direceién que han de tomar, El primer cuidado del lama que asiste « un moribundo es ‘tratar de impedirie que se duerma, que pierda el sentido o ‘que entre en coma, Le senala la pérdida sucesiva de las dife- rentes conciencias que animaban sus sentidos: concieneia del ‘ojo, conciencia de la nariz, de Ta lengua, del cuerpo, de la ‘oreja, os decir, la pérdida gradual de la vista del olfato, del gusto, del tacto, del ofdo. El pensamieato debe permanecer alertay activo al suceso que se desarrolla en el cuerpo ya in- sensible. Se trata de proyectar el espititu fuera de su cuerpo 35 ‘Misticos y magos del Tibet por la béveda dol creo, porque si se escapase por otro con- sducto veria grandemente comprometido su bienestar futuro. Los iniciados capaces de provocer por su cuenta la ascen- sign del espiritua la caspide de la cabeza, pronuncian, euan- do sienten su fin prdximo, el ik! y el fe! liberadores. den asi sucidarse yse dice que algunos lo hacen. Elespiritu, desprendido de la carne, emprende una pere~ sgrinacion peculiar. Aun cuando la ereencia popular haga de sta un viaje real através de lugares reales, poblados de seres ‘gualmente reals, os lamaistas mas instruidos la consideran ‘como un desfile de visiones subjetivas, un suefio que el mis- ‘mo espiritu erea, bajo la influencia de sus tendencias diversas de sb actividad pasada. ‘Algunos afirman que el espiritu, inmediatamente des- pués de su desencarnacisn, tiene la intuicién, pasajera como el ayo, dela suprema realidad. Sies capaz de alcanzar aque- Jia luz, se libera definitivamente de la ronda de los renaci- rmientos y de las muertes sucesivas. Ha llegado a ser nirvana. Es un easo extrafio, En general, el espirtu se deslumbra ‘con aquella claridad sibira. Retracede, arrastrado por falsas ‘eoncepeiones, por su apego a la existencia individual, al yo y ‘los placeres de los sentidos. O se le escapa por completo el significado de lo que se le aparece, asi como al hombre absor- t0-en sus problemas se le excapan los hechos que se preducen as alrededor, I difunto vulgar, que ha entrado en el mas allé durante ‘un desvanecimiento, no se have cargo inmediato de su situa- cién cuando recobra la conciencia, Durante varios dias habla ‘on Tas personas que viven en su antigua casa y encuentra muy extrafio que nadie le conteste ni se dé cuenta de su pre- Un lama del monasterio de Litang (Tibet oriental) me conté que varios muertos habian hecho saber por los paos (mediums) que se esforzaban en usar cosas de su pertenen- cia, como coger el arado para ira labrar los campos, 0 descol- ‘gar sus ropas, que pendian de un clavo, para vestise. Viendo {que no podian realizalo, se iritaban, 36 Himalaya En ese caso el exprtu del muerto ests desorientado 206 ha pasado? Seta en un cuerpo inerte, igual a 8y0, fodeado de lemas. 2s posible que haya mucro? Pretendon las bent gents que, para asegurase de cll, cl derencarnado debe digirsea tna tetra aenosa y rata huela de sus pis. Sve que dich halla tiene los pies welos, ¢ decir, conc abn hacia adelante los dedos hacia ats, fo pucde quedarle ninguna dada: std muerto bien mucrto, Pero, se dir, cq lane de eopri es el que tiene pis? Estos no pertenecen al esp, sino al cuerpo eéreo al que ‘sin est unido, Los tbetanos, como fs antiguas egipeios,creen ene do- be. Er via, en estado normal, el doe permanece estes mente unido eon clser material. Pero certascrcunstancias pueden denniloy entonces fe posible mostarse lejos del uerpo material, invisible realizar vests persgrinaciones Te separacion del cuerpo y desu dobie se relia involun- tariamente en algunos hombres, xls qve han procticad Aprendizaje adhoc pueden efectari 4 voluntad,segin los tbetanos. No obstant, la eparacin noes completa: hay un Tazo que une a ambos y pers, més 0 menos tiempo, des- prs de la muerte. A la Gestrucidn del caddver sigue, gene- Falmente adel doble, pero no necesariamentc, yen ertos Casos puede sobrevivirie ‘Se encuentran enel Tibet gentes que han permanecidoen estado letirgico ms 0 menos tiempo que fuego deseiben tos gares que aseguran haber recorido. Unos se han ita doa vistar pases habitados por hombres, pero otros reltan Peregrinaciones alos paraiso, alos pargatorios 0 al Bardo. In regida intermedia donde el espnta vage después de Ia tere, mientras espera su reencamacién, Estos sngulres peregrinos son llamados delogs, qu sig- nites , pense, La biografia del asceta Milarespa, queef con Dawasandup, ¥ todo cuanto habia oido sobre Ia vida de los ermitaios, sus Singulares doctrinas y los prodigios que hacen, habfan excita- do mi curiosidad. Ahora se trataba de aprovechar aquel ‘ocasion y hablar con uno de ellos. Pero je6mo? El muchacho s6lo hablata el dialecto del Sikkim y, por supuesto, descono- {alos términos filosoficos de los ibetanos. No podria tradu- ‘iris preguntas. La situacién me preocupaba y me exeitaba. Dormi mal, ‘con suefios incoherentes. Me vela rodeada de elefantes, ‘apunténdome con sus trompas erectas, que cmitian los soni. dos de las trompetas tibetanas. Aquel concierto singular me ddespert6. Mi cuarto estaba rodeado de sombras. No veka los elefantes, pero escuchaba la musica. Después de algunos {nstantes de atencién, reconoci aires religiosos, Los lamas to- aban en el stro del templo. ;A quién dedicaban aquel con- erto nocturno?... Pasara lo que pasase, quiseintentar la en- ttevista con el gomichen. Le pedi audiencia y, al dia siguien- te, volvi al monasterio con el muchacho, Se llegaba a la habitacion del lama por una escalerilla de earacol que conducia a una loggia pequefia, decorada con frescos. Mientras esperdbamos que nos invitasen a entrar me centretuve examinandolos. Sobre uno de los muros, un artista ingenuo, de imagina- oo Monasterio de Kum-Bum merciante chino de la provincia lejana de Kansu y algunos anénimos con el deseo de aprovechar la protecciGn que signi- fica iren grupo numerosoa través de un pais pligroso. ‘Viaje sumamente pintoresco, Mis compaieros de ruta cconstituyen ya, por si mismos, un motivo de asombro. ‘Nuestro gigantesco jefe de caravana invitO un dia, en Ia pposada que acupsibamos, a unas hetairas chinas. Pequetitas, ‘con pantalones de raso verde claro y chaquetas rosa. Entran, como una familia de Pulgarcitos, en la habitacion del otro lama, Es un ngagspa que apenas pestenece al clero, y esta ceasado, de la secta muy heterodoxa de magos. Con la puer= ta abierta, xe organiza un Sspero y ruidoso regateo. Los tér- ‘minos, cinicos ¢ ingenuos a un tiempo, son traducidos at chino por su impesibleintéxprete secretario. Negocio hecho [por cinco piastras. El invididuo se queda com una de las mu ‘Recas toda la noche y no la despacha hasta las diez de fa ma- ana, ‘Otro dia el mismo gigante se pelea con un oficial ehino, Los soldsdos del puesto cercano, armados, invaden la posa= da, Ellama lama asus criados, que corren a coger sus armas. El posadero se echa a mis pies, suplicéndome que intervenga para evitar una batalla Con la ayuda del comerciante, compaiero de viaje, que sabe el tibetano y me sirve de interpret, convenzo a los sol- ddados de que es indigno de ellos prestar la menor atencion a salvajes dela «ticrra de prados». Después demuestro al gue- rtero lama que un hombre de su rango no puede alternar con ‘vulgares soldados. Renace kacalma, Tuve ocasién de conocer la guerra civil y el bandoleris- ‘mo, Trato de ser enfermera bondadasa y de cuidar als heri- dos, faltos por completo de auxi ‘Una mafiana veo, horrorizada, un ramillete de cabezas, ‘cortadas colgads Ia puerta de mi posada. Mi placido hijo adoptivo se inspira en ellas para exponerme consideraciones filosoficas sobre la muerte, Elcamino empieza a ser impracticable; combaten delante 9s Misticos y magos del Tet de nosotros. Se me ocurre que podemos alejaraos de los combaticntes dando un rodeo para alcanzar Tungschow. Al dia siguiente de mi llegada rodean la ciudad. Contem- plo los asaltos, que se verfican con escalas, y veo a lo asal- {antes arrojar una liuvia de picdras desde las murallas. Me parece vivir en uno de aquellos viejo cuadros que represen {an las guerras de antatto, Aprovecho el dia de tormenta, en que los ejércitos estén resguardades, para huir, Carrera en la noche: Hegada a la ‘rill de un rio tras el cual estaremos 2 salvo. Llamamos al Dbarquero que ha de pasarnos en su barcaza, La respuesta es un tiroteo desde la ots ila Recuerdo agradable de un té en casa del gobernador de Shensi. El enemigo cerca la ciudad, Nos sirven el té solda- 1. Franco veo. de 1940 2. Hana nena de cebad tostada, principal alimento dels tibeta 0s, Ocupa alle lugar del pen ea Ociente “3 maquclla pce el dla chin este casa nade Undo par det dar de os 100 Monasterio de Kum-Bum Ast, dia tras dia, en Jos erudos amaneceres invernales como en los tbios del estio, durante todo el alo, se celebra- ‘ban aquellos extranos mitines en numerosas gompas disper- ‘ss por inmensos territorios, de los que el Tibet es slo una ‘minima parte. Todas las maftanss, los chicos, medio des- piertos, se encuentran junto asus mayores, bafadosen aque Ia extrania atmésfera mental, mezcla de mistcismo, de gula y de avidez por las limosnas. ‘Aquel comienzo del dia puede aclararnos el cardcter dela via mondsticalamaica. En él hallamos las asociaciones hete- rogsneas que la asamblea matutina deja presenti: filosafia suti, mercantilismo, espirituslidad elevada, persecucisn en- ‘carnizada de placeres mundanos. Elementos diversos, tan es- trechamente mezclados, que en vano se esfuerza uno por se- pararlos completamente Los novicios, educados entre tales corrientes de influen- cias contrarias, ceden a una u ott, segin sus tendencias ya direcciéa de sus guias. ‘La educacign clerical tibetana consigue una pequelia e- leecién de letrados, gran niimero de holgazanes torpes, de amables y joviales gozadores de la vida y pintorescos vaga- ‘bundos, més algunos misticos que pasan su vids en las ermi- tasdel desierto en continua meditac Sin embargo, la mayor parte de los miembros de! lero ti= bbetano no pertecen clara y exclusivamente a una wotrade es- tas categorias. Més bien llevan ocultos, en potencia al me- nos, cada uno de esos caracteres. Es evidente que Ia plural dad de personajes en un solo individuo no es exclusiva de los lamas del Tibet, pero ta poseen en alto grado, y por es0 sus discursos y su conducta son continua fuente de sorpresas paral observador. 1 budismo lamaista es muy distinto del que se encuentra en Ceilsn, en Birmania, en Siam y hasta del que existe en China y Tapén. Los lugares que eseogen los tibetanos para 1, Fucra del Tibet cl amatano se extends por tods Mongo, parte eSiperiay de Manshira,y tee adptos sa on ta Resin cutee 101 Misticos y magos det Tibet ‘construir sus casas descubren, en parte, lainterpretacién par- ticular que han dado ala doctrna budista ‘Asentados en cumbres que azota el viento, los monaste- rios del Thet muestran una fisonomia agresiva, que parece huye a toda prisa hacia el sur. Cuando juzga que estd bastan- te lejos de los monstruos para no temer nada de ellos, se para. Entonces pasan otros vagabundos desu calana. Alaban Tos encantos de cualquier pals bendito, tierra de abundancia ¥y de alegria, adonde se encaminan. Lleno de entusiasmo, el hombre errante se les agrepa, dirgiéndose al oeste. Y, ut vez més, en este camino, otros incidentes le hardn cambiar ‘de rumbo sin haber entrevisto siquiera el reino de la felici- ad, YY asi, cambiando continuamente de dizeecién toda su vida, aque! loco no alcanzaré nunca su meta ‘La muerte le sorprenderd en el curso de sus deseabelladas peregrinaciones, y las Tuerzas antagGnicas, nacidas de su act ‘Yidad desordenada, se dispersardn. No habigndose produ do la suma de energia® necesaria pata determinar ia conti- rnuacién de una misma corriente, ningin rulkw puede for- PPor el contrario, el hombre iluminado se compara a ur viajero que sabe adonde quiere iryesté bien informado de Ia sStuaclin geogrifica del sitio que ha escogido como objetivo y de los caminos que ha de seguir. El espiritu, emteramente Absorto en su tarea, ciego y sordo alos espefisos ya las ten- taciones que se le presentan a cada lado del camino, no se aparta para nada de su ruta. Este hombre dirige las fuerzas 1. Elam que hac eta compari dei olor a fuegoe, Lote ‘anos que evan las mons os dover de pasts del ort Som my habe en perc, dead muy leer coor que esparce ana hopes, tamu nos es! humo. "Eo autores tetanoe mencionanfeewentemente esa eneria. Se esoatina Chagso Pa us Monasterio de Kum-Bum cengendradas por su concentracién del pensemiento ¥ por su actividad fisica, En cl camino la muerte puede disolver su ‘cuerpo, pero la energta psiquica de la que éste ha sido a la ver ereador¢ instrumento, permanece coherente. Obstinin- Flores ilumin6 su memoria, ‘Vio @ aque! lama muchacho y se vio @ sf mismo, lama ya anciano. Los dos viajaban por aquel mismo camino, de vuel- ta de una larga peregrinaciéa a los santos lugares de! Tibet, regresando a su monasterio, enclavado en la colina. "Recorde todas aquellas cosas al jefe de Ia caravana con los mas minuciosos detalles sobre su vida en el lejano monas- terio y muchas otras partcularidades. ¥ resulté que el objeto ide la expedicién de los mongoles era, precisamente, para ro- gar al Dalai Lama que les indicase el medio de descubrir al fulku sefior de su monasterio, cuya sede no se ocupaba desde hhacfa mas de veinte aos, a pesar de evantos esfuerzos se ha- ‘lan hecho para descubrir su reencarnacién, “Aquellas gentes supersticiosas casi llegaban a creer que, por efecto de su omnisciencia, el Dalai Lama habfa conocido fu inteneién y,en su enorme bondad, les habfa hecho trope- zat con el lama reencarnado. El vagabundo de Ngari fue sometido inmediatamente ala prueba habitual, y, sin equivocarse ni vacilar, sacé de un ‘200, donde estaban mezclados con otros anslogos, los obje- tos que pertenecieron al difunto lama. Los mongoles ya no dudaban sobre la legitimidad de su talk. ‘Al dfa siguiente Ia caravana volvia sobre sus pasos, ale- {findose al lento caminar de sus grandes camellos y desaparc- tiendo por el horizonte en las soledades del Gobi. Con ella smarchaba el nuevo tua hacia su extrafo destino, 128 4, LOS « da del créneo, con un sable en la mano. De un tajo répido, le corta Ia cabeza. Luego, mientras se reinen tropas de gloto- nes en golosa espera, separa sus miembros. fo desuella y le abre el vientre, Las visceras se le escapan, la sangre corre a raudales, y los repugnantes convidados muerden, despeda- zan y mascan ruidosamente, mientras el ficiante fo excita & Ja limpieza con palabras litargicas «Durante inconmensurables perfodos de tiempo, en el curso de repetidas existencias, seres innumerables me han prestado —a expensas de su bienestar y de su vida~ alimen- fos, vestides y todo género de servicios para mantener mi cuerpo saludable y gil, para defenderio contra la muerte Hoy pago mis deudas ofreciendo este cuerpo, que tanto hhe querido y mimado, para que lo destruyan, »Doy mi carne a los que tienen hambre, mi sangre a los ue tienen sed, mi piel para cubrir alos desnudas, mis huesos como combustible para los que tienen fri. »Doy mi felicidad alos desgraciados y mi soplo vital para reanimar alos difuntos ‘Que la vergienza caiga sobre mi si retrovedo ante ese se crificio. Que Ia vergllenza caiga sobre vosotros sino os atre- véisa aceptarlo.» Este ae to del drama se Hama el banguete rojo. Le sigue el 1. Imsginar(uhetan, mip) $8 entende come aa eoacenracion de pensanientolevads si ertomo de produc nobatvacion de as fet subjetve qu so ha imapado, Erin estado de trance ene que lor Sechos¥ los gare imapnads susttayen completamente sts ye se Svirtenen estado concen norm 137 Misticos y magos del Tibet banquete negro, cuya significacién mistiea s6lo se revela a Tos discipulos que han recibido iniciacién de grado supe- La vision del diabélico festin rojo desaparece, las visas y los gritos de los glotones se apagan. La completa soledad de Tas tinieblasy el silencio suceden a Ia orgfa siniesta, y la exal- taci6n prodicida por su dramético sacrificio va decayendo, [poco & poco, enelcelebrante, Debe imaginar ahora que se ha vuelto un montoncito de restos carbonizados, emergiendo de un lago de barro negro, el barro de las manchas espirituales adquitidas y de las malas acciones efectuadas durante innumerables vidas sucesivas, cuyo origen se ierde en la noche de los tiempos. ‘iene que comprender que la idea de saerificio que acaba de exaltarle no es més que una ilusién, nacida de su orgullo ciego, que carece de fundamento, En realidad, no tiene nada que dar, porque no es nada, Con a ronuaca silenciosa del asceta, que rechaza la em briaguez vanidose engendrada por la idea de sacrficio, er ‘mina el to Allgunos lamas emprenden viajes para celebrar tched en cerca de 108 lagos, en 108 cementerios, 108 bosques, etecte sa. Consagran alos aesteejerccio, recorriendo no s6lo el TT- bet, sino el Nepal y parte de la India y dela China. ‘Otros se contentan con retirarse a la soledad para le cele- bracién cotidians de tched durante mis @ menos tiempo, cambiando eada dia de sitio. El peregrino escoge el sitio don- dese ha de colocar arrojando una piedra con una honda, An- tes de dar vuelta a la honda, da varias vueltas con las ojos co- rrados para perder la notin de la direccién. Los abre en ef instante en que Ia piedra se escapa de Ia cuerda, para saber ‘en qué sitio cue ‘Algunos usan la honda para indica la diteceién que han de tomar. Por ejemplo, arrojando una piedra a la sala del sol, caminardn todo el dia hacia el punto del espacio que ha sefalado, es decir, que soguirdn aquelladireccién todo cuan- toes posible em terreno montafioso. Se detendrén al cropis- 138 Los edemonios» ‘culo en el sitio que hayan alcanzado y celebraran sched ala roche siguiente. Este rito posee un lado fascinador, que no puede apre- arse al eer una descripcién seca y escueta y al ignorar el ‘medio en que se eoncibi6. ‘Como fantos otros, he sufrido la atraccién singular de su simbolismo austero y del fondo impresionante que le prestan los paisajes nocturnos del Tibet. La primera vez que marché, sola, a una de aquellas ex- traordinarias peregrinaciones, me pare cerca de un lago de transparentes aguas, engastado entre orillas pedregosas. El paisaje cicundante, completamente desnudo, expresaba una triste impasibilidad que exclufa toda impresion de miedo ode seguridad, de alegria 0 de tristeza. Se sentia uno zozabrar en Ia indiferencia ininita de las cosas, [La noche empatié el claro espejo del ago. mientras yo so- faba en la extra mentalidad de la raza que ha inventado ‘ched y tantas otras précticas igualmente extras, [La fantasmagorica procesin de las nubes, iluminadas por la Luna, se desazrollaba alo largo de las cimas vecinas, des: cendia hasta donde yo estaba, rodedndome de fantasmas ne~ blosos. Uno de ellos avanz6, siguiendo un rastro de luz re- pentinamente proyectada sobie el agua oscura, como un t3- Piz delante de sus ies. Gigante disfano, cuyos ojos eran dos estrelias, me hizo settas con su largo brazo, que surgia de amplia manga. ;Me llamaba? ;Me rechazaba? Vacilé. Entonces se aceres, tan real, fan viviente, que cerré los ‘ojos para dispar aquella alucinacign. Me sentiabrazada, en- ‘vuelta en los pliegues de un manto flexible y fri cuya sus- tancia suil me penetraba, heléndome hasta el fondo de mi {Qué visiones contemplaran esos hijos de las soledades encantadas, es0s novicios educados en Ia superstci6n, arro- jados por sus padres esprituales «la noche, enfrentados con su imaginaci6n, que el rito enloquecedor sobreexcita! iba acon paiiado de auténticos pataleos y de vociferaciones rtuales ‘sem, ches, sem, que subian de tono hasta hacerse ensorde- codaras. Volvié a arreglarse la toga, que arrastraba por el suelo; puso a un lado su damaru y su trompeta macabra y, soste= riendo con una mano una estaca y con Ia otra una piedra, plants su tienda salmodiando, ‘Aquella tienda mindscula, de algodén liviano, que ha- bria sido blanco en tiempos remotos, parecia grisécea bajo los rayos de la Luna, Lat silabras Aum — A — Hum, recor tadas en tela azul, adomaban los tres costados que forma- 144 } 4 Los «demonios» ban mutalla, y alrededor del techo pendian volantes de los cinco colores misticos. El conjunto era raido, sucio y misera- ble. El esquelético colebrante pareeta nervioso. Sus miradas iban de los pedazos de cadaver esparcidos ante él, sl horizon- te limitado donde la luz engaiadora de la Luna transformaba ¥ disolvia las formas, reduciendo el paisaje a simple claridad Pélida. Vacilaba visiblemente y dos o tres veces se pasé la ‘mano por la frente, suspirando. Finalmente, pareci6 hacer fcopio de valor. Cogiendo nerviosamente su kangling, emi 1i6 una serie de sonidos ruidosos que se aceleraban mis y sms, y lana6 en cuatro direcciones una llamada desesperada; fuego, penetr.en su tienda. {sQUe harla yo? La segunda parte del rito se verificaba dentro. No podia ver mas; silo escuchaba un murmullo in- dlistinto de salmodia, entrecortado, al parecer, por gemidos planideros... Valia més marcharse. Mientras resbalaba con precauciéa fuera de mi escondite, of un grufido sordo y un animal pasé raudo delante de mi. Era un lobo, al que molestaba, El ruido hecho por el naldjor- ‘Pa lo habia tenido alejado y ahora que el silencio reinaba de ‘nuevo se aventuraba a acercarse al festin preparado allf para losde su especie. ‘Comencé a bajar por ‘una exclamacién me retuvo, ~;Pago mis deudas! {Saciaos conmigo! —vociferaba el ‘rapa. Venid, demonios hambrientos. En este banquet mi ‘carne s¢ transformard en el objeto de vuestro deseo. He aqut ‘campos fériles, verdes bosques. jardines florecidos, alimen- 105 puros o ensangrentados, vestdos, medicinas bienhecho- rs... Tomad, comed!* El joven exaltado soplé furiosamente en su kangling, dio tun grito horrible y salt, tan bruscamente que su cabeza tro 1pez6 con el techo de la tienda, que se e vino encima. ‘Durante algunos instantes se agit6 bajo la tela; nego salié vertiente de la montaia cuando 1. Sona palsbras reas Mas Masticos y magos del Tiber con Ia cara descompuesta, convalsa, de lovo, aullendo y ges- ticulando descompasamente, come presa de horibles dolo- Entonces legué a comprender lo que era tched pars los aque este rito hipnotiza, Sin duda alguna, aquel desgraciado sentia la mordedura de los glotones que Te devoraban vivo. Miraba a todos lados y se dirigia a.un auditorio invisible, como si hubiera estado rodeado por tropas de setes de otros ‘mundos y contemplase espantosas visiones. Ei espectéculo rho carecia de interés, pero yo no podia mirarlo friamente ‘Aquel pobre loco se mataba con tan macabro deporte: é¢ ‘era el secreto de su enfermedad y por ello habia juzgado ini- tiles mis medicinas para un caso as Deseaba vivamente despertarle de la pesadlla en que se agitaba. Dudaba, sin embargo, porque sabfa que intervenir era infringir fa regla: los que han comenzado aquel adiestra- riento deben proseguiro sin auxilio. “Mientras permanecfa indecida, of al lobo grunir otra vez. Estaba parado sobre nosotros, en la cumbre de un monticulo, ¥ petrficado all en actitud de pénico, mirando fijamente la tien- sa derrumbada como si él también viese Fancasmas espantoses. El joven monje continuaba su mimica insensata y sus gri- tos de torturado, No pude aguantar més. Corrt hacia él y, en cuanto me vio, me llamé con gestos vehementes Ven, ti que estas hambriento ~gritaba—, devora mi came, bebe mi sangre! iMe tomaba por un demoniol... A pesar de a compasién {queme inspirabs, por poco me echo a reir —Célmese —le dije—. Aqui no hay demonios. Soy la re verenda dama lama que usted conoce, Parecid no haberme oido y persstia en ofrecerse a mi como alimento. Pensé que, con la claridad lunar, el zen en el que iba en- ‘vuelta me daba quizis el aspecto de un fantasia Le dejé caer ye hablé con dulzura. —Mireme, recondzcame ahora, 1465, Los «demoniox» Fue intl, Fl infortunado novicioalucinaba. Extendis los bbrazos hasta mi inocente toga, que estaba en el suelo, y aim terpelé como un individuo més de la tropa diabice, {2POr qué no me habla marchado sin intervenir? Solo ha- bia conseguido exaltar mis a aquel desgraciado, ‘Mientras reflexionaba sobre lo que debia hacer, el rapa {que vacilaba al andar, tropezs con una de las estacas de la Uienda y cayé pesadamente, permaneciendo inmévil como si estuviese desmayado. Le vigilé para ver si se levantaba, pero sin atreverme a acercarme por temor a asustarle més. Des pués de un rato se movi y juzgué oportuno reirarme. Resolvi entonces informar al iama del problema. Proba: blemente, su diseipulo padecta crisis semesantes y, muy pro- bablemente tambien, Rabdjoms Gyatso no loignoraba, pero uiza ef muchacho deliraba aquella noche mis que de ordi- nario. Su maestro podta enviar a por al oto rapa y evitarle varias horas de sutrimiento. Bajé, pues, hacia el shang. Durante mucho tiempo, mien- tras me alejaba a grandes pasos, continué oyendo, & intervie los, el sonido del kangling, al que contestaba, a veces, el aul do del lobo. El ruido decrecié gradualmente, se apags, ¥ me sumergf otra vez con delicia en la pazsilenciosa del desirto. La débil luz de una lamparila de alta, estrella mindscula en ‘el repliegue oscuro del monte, indicaba la residencia del lama, Evite pasar por Ia tienda donde su servidor dormia, pro: Dablemente,y subi con rapidez hacia la caverna, ‘Rabdjoms Gyatso yacia sentado en meditaciGn, Sin mo- ‘verse, levant6 solamente los ojos al alzat yo la cortina y diri- gitle la palabra. En pocas frases le descrbt el estado en que habia dojado a su diseipulo, Sonris débilmente. —Conocéis rched, a lo que parece, jesunma.* ;No es ver- ddad?... —pregunts con calma, 1. Reverend sora Término muy coats epleado a dtgse aun mujer que ccupe lle rango en clown iso mai “7 Mésticos y magos del Tibet —. He pratcad lito yo misma Nocontess ' Espere unos instants. Luego, como el lama paecta ber eta mi presencia nent on despertr' stim, Rimporhe~clje~lepreveng con toda werednd Po: seo algunos conocimieatos medion, & que el terror exper tent pos dscpulo puede pone ravenene enero y ‘asta oco Pref verdaderamente que se sea devora ve fo esd, sin duda alguna contest cl lama siempre con identicaplacidez—, pero no sospecha que se come 8 St mismo. Unda quletoaprenders ‘Me disponia'contesiar que, antes de saber, el pobre nove daria a otros cts do alba ich an su pro pio caver. Perc lama pares avina mi pemsaiento, Sin darme tiempo a ci una palabra, contour elevando un cola or r —Parece usted insinuar que esté familiarizada con el csendoro directon? (Su gia espititual no le ha informdo Sci pti que se corte y noha aepado std enon es es fos! enfermedad, ocurao muerte? Noe fill ~prosigué— fears porcompieto de aston, bora el eapejmo dl mundo imaginano y exmirel expr de ercencls quiméi- Cas, El conoeimiento correcta’ ena joya preconky debe pasar. pretio clevado.Existon muchos métodos para near arpa“ El yo ede ser menos groseramente rut gue el que conviene al hombre por quien usted sent it- tha, per estoy seguro de que cs ambien pero. Ses mo- fo, no valenada: Ahora regres sted su lends. Puede vole Seraerme por later. aslo oie Era nb nisi, Las ideas expresadas por el lama son conientes entre lo miso ibetanee Salud sleniosamenteyreqresé ami campamento 1. Prciada, roo muy respete. 5 Yandogpet tabs, ersten, rsdn ext. 4 Lincrasin spre, feminaeron expert 148 Los «demonios» A la tarde siguiente volu a ver a Rabdjoms Gyatso y rave vatias conversaciones con él durante mi permanencia en aquel lugar. No era crudito, pero tenfa puntos de vista profundos sobre mas de un tema y me feliite por haberle encontrado, Hay que prevenirse y no conceder demasiado exédito las numerosas historias horripilantes a propésito de iched {ue corren entre los naldjorpas: sin embargo. a sensacién de ser devorado durante la celebracion del rto y el deeaimiento de los novicios no son hechos raros. He conocido a doso tres ‘easos de é:t0s, ademas de To que acabo de narrar,ylo mismo ‘que Rabdjoms Gyatso, los maestros de los pobres apreadices rnaldjorpas se neyaban a tranquilizarlos revelindoles la natu- raleza subjetiva de sus tensaciones, Por otra parte, como Ya 1g he dicho, muchos maestros no ereen que tas sean siem. pre enteramente subjetivas Se dice que el plan dramétion de rched y su texto fueron cconcedides por un lama llamado Padma Rigézin, jefe de Ia secta del dzogstchen (gran terminacion), que vivié hace unos doscientos afos En 1922 me encontré junto a su sucesor, © mejor dicho, seqiin la creencia tibetana, cerca de aquel mismo Padma Rigdzin, muerto varias veees y renacido, que ocupaba siem- pre el trono abacial de dzogschen gompa. El lugar salvaje y desolado donde se levanta el monaste~ rio, en los confines del desierto septentsional, explica ficil- ‘mente que la imaginacidn de sus monjes se haya ejercitado sobre temas lagubres. ‘Sin embargo, el amable Padma Rigdzin, que me otorg6 su hospitalidad, no parecia inclinado a ta melancolia, Las preocupaciones de orden comercial convivian en su espiritu con deseos infantiles. Me pregunt6 largamente sobre Indo- china y sobre Birrtania, informéndose de los productos que aquellos paises importaban y exportaban. Queria, especial- mente, saber si podria encargar pavos reales, que deseaba in corporat a su pequeda colecciin zool6gica, 109 Misicos y magos del Tiber No obstante, lejos de las suntuosas habitaciones donde vi via el gran lama, castasaisladas cobijaban a monjes cuya faz grave y pasos misteriosos se adlaptaban mejor al paisaje en ue se movian. ‘Algunas de as viviendas, especialmente construidas para quel uso, estaban habitadas por eligiosos que observaban la mis estrieta reelusién y no se comunicaban con nadie ‘Unos aspiraban 2 obtener facultades supranormales 0 pode- ‘res mégicos, mientras otros se absorbian en contemplaciones infsticas que, seg las teorias mas honradas por la Secta,ha- ban de conducirls a a iluminacin spiritual Desde largo tiempo atris, el monasterio de Dzogstchen tiene fama como centro de ensefianza de los métodes esotéri cos de adiestramiento psiquico. Los que haa llegado a la meta de tched pueden prescindir del aparato escénico del rito. Se reduce éste para ellos. pri ‘mero a una meditacién slenciosa, durante Ia cual las diferen- {es fases del drama se evocan mentalmente. A poco, también sesuprime este ejercici. Sin embargo, el recuerdo del noviciado u otras razones {que sélo conocen ellos, inspiran, a veces, aciertos gomichens fl deseo de reunirse para celebrar ‘ched juntos. Mas en tal ‘caso, la celebracidn se convierte en una especie de festa en kt que el mistico se regocija de su liberacin spiritual. Tie tenido la suerte de poder contemplar a algunos de es- tos ascetas, kampas de gran estatura, pintorescamente ata- viados con la tenue falda de algod6n de los respas,' el pelo trenzado eayendo hasta ls pies, bailando bajo el cielo estrella- do, en la cspide de nuestro globo, luego sumiéndose en inter- ‘minables meditaciones que fos retenian hasta después de la au: rors, sentados eon las piernas eruzadas, el busto erecto, los ‘ojos bajos, en absoluta inmovilidad, como estatuas de piedra. Era un especticulo inolvidabe. 1, espa, le que han ugg el poder de desarolareeslrintemo amd me (ese pp 218). 130 Los edemonios» Los devoradores de «soplos vitales» Al comienzo de este capitulo he mencionsdo la ereencia en los demonios cazadores de soplosvitales. Se habla mucho de elloenel Ther CCreen los tibetanos que, mientras parte de estos persona- jes diabslicos viven como vagabundos, siempre al acecho, ¥ artebatan por si mismos el soplo de los vivos, otros se esta blecen en algunos lugares, contenténdose con que les taigan el soplo que se escapa de los muertos. Ciertos individuos, hombres o mujeres, son los encargados de la tarea, pero in conscientemente, enestado de trance. {Se limitan al papel pasivo? {No extirpan los soplos antes, de la hora fatal? Nadie To sabe, como nadie conoce con certe- za alos «portadores de soplos». Generalmente, ellos mismos ignoran a qué actos se dedican con su doble durante los pe- Todos de trance. Un eélebre grupo de devoradores de soplos —mejor cho, devoradoras, porque se trata aqui de demonios fome 1nos-—, ha elegido domicilio en el histGrico monasterio de Sa- mye, al surde Lasa, cerca de la ribera del Brahmaputra Visité su antro durante mi permanencia en Lasa. El viaje por ssalo ess lleno de interés y es propicio para preparar el espfritu alos relatos fantésticos. Cerca de Lasa, en ia olla izquierda del Yeru Tsangpo (Brahmaputea) se tropieza con un Sahara en miniatura, cuyas unas blancas avanzan més cada dia, invadiendo poco & poco el pais. A pesar de la cadena de montafas que ls ier el pa 0, las arenas han llegado ya al valle del Kyi-tchu y su polvo impalpable comicnza a acumularse a lo largo de los setes que odean a Norbuling, palacio campestre del Dalai Lama. Més alld de! peculiar monasterio de Dordji-tag, aparece de repente un verdadero desierto. Primero se divisan toda ‘ia, a lo lejos, algunas escasas granjas apoyadas en las monta- fas, cuyos campos han sido completamente cubiertas por I arena; luego desaparece toda traza de habitacién o de culti- vo, Hasta donde alcanza a vista se extienden las arenas, d 1st Misticos y magos det Thet lumbrantes de blancura. El cielo, muy azul, sin una nube, et sol ardiente, la reverberaciOn cegadora, me daban casi laim- presion de encontrarme en Djerid, pero sel paisaje ofrecia flguna semejanza con el desierto atricano, el gusto del aire diferia bastante, Era siempre el del alto Tibet, con la delicio- saligereza de tres mil metros de altura. ‘Namerosas leyendas, antiguas las unas, otras casi recien tes, se refieren a aquelleFegién, y en muchos sitios muestran vestigios de hechos milagrosos. Entre ellos uno de los més rnotables es una gigantesca roca, en pie, aisada en el lecho del rio. Cuentan que, hace unos silos, aquel coloso eché volar desde la India y se dirigi al Tibet por los aires. ;Cual cra el objeto de su viaje singulaz? La historia no lo dice. Qui- 24 la belleza quieta del iamenso valle, su rio azul y su cielo turquesa le impresionaron, y leno de admiraciGn se paré, descansando sl enorme mole sobre Ia arena. Sea lo que fue- re, termin6 la carrera vagabunda y, desde entonces, un éxta- sis ininterrumpido lo retuvo alt, solitario, con su pic inmers0 ena corriente. [Llegué a Samye por la noche. El aspecto del paisera siempre e! mismo, doloroso y eno de misterio, como el de un seren su Gltima hora. Habja visto en el Gobi aquella desosperscin muda, im- esa en la faz de las cosas que van a desaparecer, yl expre- sion desesperada de las florecillas, cuya corola se impreana del polvo de Ia muerte; pero en torno a Samye, parecian ‘mezclarse vagas influencias ocultas con la simple accién de las cosas naturales, y la tristeza que inspiraba el paisaje me- Janc6lico tenia un tinte de inquietud, cas de pénio. ‘Samye es un oasis cercado a medias, plécidamente absor- 10 en los recuerdos de su brillante pretérito, © quiz4, habien- do alcanzado el desprendimiento supremo, contempla la ma~ rea fatal que avanza y esté a punto de sumergirle. Las altas rmontaias que rodean al monasterio estén ya envueltas, cast hasta Ta cima, en un sudario de arena y, a su misma puerta, dunas nacientes, de donde sobresalen las cops lastimosas de los drboles,invaden lo que antes fue una avenida. 132 Losedemonioss La gompa esté cercada por un muro blanqueado con can- tidades de cheriens en miniatura sobrepuestos —varios mi- les, sin duda— y colocados a igual distancia unos de otros ‘Mis allé sobresalen otros chertens blancos o verdes y1os do- rados tejados de algunos templos. El golpe de vista, al caer el sol, era original y maravilloso, vagamente ireal. El monsste~ tio, perdido en mited de aque! pats agonizante, evoceba la ‘dea de una ciudad magica creada por un encantador. ‘De hecho Samye fue construido mégicamente por un he: ‘hicero, y milagrosamente construido segin Ia leyenda, Samye es uno de los lugares historicos més eélebres del ‘Tibet. Allise erigié el primer monasterio bidico del «pats de las nievess," hacia el siglo Vid de nuestra era. Lemos en las crénicas tibetanas que los demonios del pafs se oponian a Ia consirucciSn, y todas las noches des- {ruian el trabajo hecho por los albaniles durante el dia, Et lustre mago Padmasambhava, no slo consiguié que cesase su obra de destruccisn, sino que leg6 a convertiros en servi ores obediontes, Ellos mismos terminaroa el monasterio en ‘unas cuantas noches. ‘Ouiz4 esta leyenda sea la transformacién fantéstica de un hhecho real. Basta con ver en los demonios empefiados en im: pedir la construccién del monasterio a los sectarios de la ant {gua religiGn del Tibet, los bempas, contra Tos que Padma Sambhava luchs durante su estancia en el Tibet, ¥ con quie res tuvo que transiir mais bien que vencerios. ‘Durante largo tiempo, Samye fue la sede de poderosos ia ‘mas, La fundacin de la secta de los bonetes amarilos y la six tuacién predominante que adquirieron, como clero oficial 1st Los «demonios» ‘plos vtales, jamas conservan el menor recuerdo del pecias de su excursion, {Noes Ia supersticin la comunion ms universal?” {La razén de que los uge vayan a Samye se explica por el hhecho de que los demonios hembras, lamadas singdongmo (faz de len), han elegido su residencia en Samye, donde ocupan un departamento en el templo habitado por el lama ‘ordculo y el dios aut6ctono Pekar. Este departamento permanece siempre cerrado. En una de sus habitaciones, completamente vacta, estan depositados tun tajo y el cucillo ritual de hoja curva. Pertrechadas con los dos instruments, la singdongmos pican ls soplos. ‘Picar el soplo es un prodigio de primer orden, ciertamen- te, pero los tbetanos, a su modo, suministran pruebas El tajoy la cuchilla permanecen en el antro de las diablas ‘durante un ano, pasado el eual se retiran para reemplazarlos ppor otros nuevos. Y dicen que entonces comprueban que la hhoja del cuchillo esté melladay afinada y la madera cortada ‘gastada por el uso. lugs khang ha provocado innumerables relatos de pest dill, Dichas historias describen las luchas que sostienen los soplos presos y torturados en el ugs kang y relatan espanto~ sas aventuras de evasion, durante las cuales los soplos que se escapan corren enloquecidos a través del pats, persepuidos [por las singdongmos hambrientas. ‘Cuentan los habitantes de Samye que por la noche oyen, fa veces, en el ugs khang, gemidas, rss, gritos yelruido de lt ccuchilla sobre el tajo. A pesar de la vecindad demoniaca, los bbuenos tibetanos, monjes aldeanos, duermen apaciblemen- teen aquel extrefio monasterio. Durante mi temporada en Samye visité detaladamente ‘cuanto se puede ver en el ugs khang. A la entrada de la vie Vienda habia sacas de cueto figurando los sabres invisibles donde se tren os soplas. La puerta estaba cerrada con enor- ‘mes candados y sllada con el sello del Dalai Lama. ‘Aquella puerta, en principio, debe abrirse una vez al aio peri 155 Mésicos y magos del Tibet para que el lama Tcheukyong pueda cambiar el tajo y el cu chill rituales. Segtin me declaré uno do los dignatarios ele Ssticos del tempo la regla nose observa estrictamente, y el io de utensilios para uso de las singdongmos ya so efee: ‘sa muy de tarde en tarde. ‘Hace tiempo, el Teheukyong también podia hacerse acompafar por un monje cuando penetraba en la casa de los ‘demonios, Pero le han retirada el prsilegio a propdsito de tun drama singular. Se cuenta que un da, en el momento en que e ama Teheuk- ‘yong habia renovado los objetosrituales y se disponta a salir ‘el departamento de las singdongmas con su intendente, este Ultimo not6 que cogian su zen por detrés, como para retenerle —/Kuchog! jKuchog! —grit6 aterrorizado, dirigiéndose llama. Alguien tira de mi zen ‘Los dos hombres se volvieron; vieron el cuarto vacio. Continvaron hacia la puerta y el lama atravess el umbral; ef intendente iba a seguitle, cuando cayé muerto, Desde entonces, s6lo llama Teheukyong ests auroriza- {do a desafiar los peligros oeultos del ugs khang. Suponen que la inicineiém que ha recibido y as formulas midgicas cuyo se- creto posee le permiten librarse de ellos. Los posesos envenenadores Silas singdongmos se complacen en picar soplos vitales, algunos de sus hermanos de la orden de malhechores usan los posesos, envenenadores inconscientes, park procurarse vetimas. ‘Son conocidas en todo el Tibet muchas historias referen- tes a estos envenenadores, y hacen temblar a los vigjros. quienes temen constantemente encontrarse con uno de ellos. La extrana funcién de «guardién heredero del veneno» recae, sobre todo, en las mujeres. {UOUE veneno? Nadie lo sabe exactamente, No es ningin veneno natural, vegetal o mineral, sino quiz4 un compuesto 156 Los «demonios» de ingredientes que recuerda el de ls filtros de la Edad Me- dia, Aunque es mis verosimil que el veneno exista solo en la imaginacién. Dicen que la mujer lo conserva bajo sus senos, en tna bolsita, pero que nadie ha visto nunca tal bolsita, aun cuando la sospechosa esté desnuda. De hecho, aseguran que esinvisible,y este misterio aumenta el terror que inspira. ‘Cuando Mega el momento de administrar el veneno, el - sorber el veneno, He visto a un hombre que, segin decia, era el héroe de tuna extraia historia de envenenamiento. Iba de viaje y. por el camino, entré en una granja para beber. La duetia de ta ‘cata le preparé cerveza echando agus hirviendo sobre el grax no fermentado que estaba en un evenco de madera.’ Des- poss, se fue al piso de arriba, ‘Solo ya, al Viajero le extrafié mucho que la cerveza hivie~ se a borbotones en la esculila de madera. Seguin lo tibeta- ‘os, aquella ebullicion insolita es senal de veneno. Elealdero del que la mujer habla sacado agua seguta sobre cl fuego. ‘Aquella agua coatinuaba bullendo; et hombre meti6 un caci- lio y vers el eontenido sobre la cerveza sospechosa. Instan téneamente oy6 el ride de una caida en el piso de arriba. La ‘mujer que le habia atendido acababa de caer muerta.. Este veneno es un pespetuo manantial de inguictud en el “Tibet para los viajeros. Mas de una vez personas excelentes 1. Asi asostumbran hacer os betanes dl Himalaya que consumen cervezncliem, 137 Misticos y magos det Tibet ime advertfan del peligro que podia correr aceptando hospita lidad en casas desconocidas, y me pedian que fuese muy pru- ‘dente y que examinase lo que me daban de comer o de beber. ‘Algunos atestiguan que los envenenadores prefieren las victimas de las Grdenes religiosas, porque Ta muerte de un santo lama tiene mucho més mérito para su diabslico amo. Existen tazones de madera especial que son sensibles, siin dicen, al veneno. Nadie sabe dénde lo esconde, nadic trata de descubritlo ni de librarla de ello. Todos estén con- vencidos de que no hay remedio ni defensa contra semejante fatalidad. Acechan los menores gestos de le infortunada mujer, la tienen aislada y, a menudo, ella misma acaba por cteer ea la cexistencia de su veneno. [La muerte del conservador del venento no elimina el pel ‘gro. Aquel inagotable veneno se lega y el legatario no puede rehusarlo, Quiera o no, toma posesin de ély tiene que con- verti, asu vez, en envenenador. Repito que lo mismo cuando administra el veneno qt cuando lo lega a slguien, dicen que el poseso ejecuta el acto inconscientemente, como brazo de una voluntad descono- cid, Elpunal encantado Segan los tibetanos, no sélo los seres animados son sus- ceptibles de ser posesos; también pueden sero los objetos no animados. Veremos, en los siguientes capftules, los procedimientos, de los magos para inculcar en ellos la voluntad. Por otra par- te, digen que ciertos objetos que hayan servido en los ritos migicos no deben conservarse en las casas Inicas en Tas de ™monjes no iniciados, por temor a que los sefes peligrosos que han sido subyugados por medio de ellos se venguen sobre el ‘que los posee, sf no conoce el medio de defenderse. Tengo algunas piezas interesantes gracias a esta opinién 158 Los edemonior» popular. Varias veces, yentes que habian heredado objetos Se tal énero me han rogado,insistentemente, que ls librase de ellos. Vale la pena que cuente cémo un dia la fortuna se ‘puso de mi parte. Durante un viaje rapecé con una pequenta ‘ceravana de lamas, y hablando con ellos, como es uso en ca minos donde hay pocos viajeros, supe que Mevaban un purba (pual magico) que causaba muchas calamidades. ‘Aquel instrumento ritual habia sido de un lama, jefe de ellos, recién fallecido. El pufal inicio sus fechorias en el mismo monasterio: de tres religiosos que le habian tocado, {dos murieron y el tercero se habia roto una pierna cayéndo: se del caballo, La pértiga de una de las grandes banderas de bendicisn colocadas en el patio de la gompa se habia part do, lo que era muy mal presagio. Asustados, no atreviéndo: se a destrur el purba, temiendo mayores calamidades, los ‘monjes lo habia metido en un armario, pero de éste salian fextrafios rides. Por fin, habsan decidido ir a depositar el ‘objeto nefasio en una pequena caverna aislada, consagrada ‘una divinidad, pero los pastores que vivian bajo las tien- ddas en aquella regin amenazaban con oponerse. Recorda- ban la historia de ua purba —ignoraban la &poca— que, en ‘condiciones similares, habla danzado solo por el aire, hi- riendo y matando a buen niimero de personas y de anima- les, Los desgraciados poscedores del pural magico, cuidado- ssamente encerrado en una caja y envuelto en papeles impre- ‘0s con encantamientos, parecian muy aflgios. Sus caras descompuestas impidieron que me burlase, Tenia tambien ‘curiosidad por ver el arma hechizada —Dejenme ver el purba —dije—; quizas encuentre me- io de ayudarles. [No se atrevian a sacarlo de la caja; al fin, después de lar- {gas consultas, me permitieron que lo sacase yo misma, Elob- jeto era muy antiguo y muy interesante; s6lo los grandes mo- nnasterios poseian purbas asi. La codicia me tentaba; lo que- ria, pero sabfa que los lamas no lo venderfan por nada del ‘mundo. Habja que reflexionary buscar una idea. 139 Misticos y magos det Tibet —Acampen ustedes con nosotros esta noche — dije los viajeros-— y déjenme el purba, ya pensaré. Mis palabras nada les prometian, pero el atractivo de una bbuena cena y de una charla con mi gente, que les distraeria ddesus preocupaciones, les hizo aceptar. ‘Al anochecer me alejé del campamento levindome osten- siblemente el pufal, cuya presencia, fuera de ta caja y sin es- tar yo, hubiera aterrorizado a los erédulos tibetanos. Cuando juzgué que estaba bastante lejos, clavé en tierra el instrumen- tocausa de tanta inguietud y me senté sobre la manta, pensan- «do que podsia explicar a los lamas para que me lo cediesen, LLievaba ya unas horas alli cuando me parecis ver eerea del ugar donde habia plantado el purl magico la silueta de un lama. La vi avanzar y bajarse con precaucisn; una mano salié lentamente del zen en que el personaje se envolvi, algo indis- tinto en la oscuridad, y avanzé para apoderarse del purba. De un salto me puse en pie, y mas répida que el ladr6n. te cogt TAR! ;No era s6lo a mi a quien tentaba! Entre los que querfan deshacerse de él habta alguno, menos ingenuo que sus comparieros, que apreviaba su valor y deseaba venderlo 8 escondidas. Me crea dormida, Pensuba que no me‘enteratfa, Alda siguiente se atribuiria la desaparicion del pafal a cual ‘quier intervencién oculte y aquello daria lugar a un cuento -ms, Era una listima que un plan asf se malograse. ero yo tenia el arma magica, la ten(a tan apretada en ‘mi mano, que mis nervios, excitados por la aventura y provocados por las asperezas del mango de cobre repuja- do, me daban la impresion de que se movia débilmente... 2¥ el ladrén, ahora?... En torno mio, la llanura tenebrosa fstaba desierta, . 26 Ensrenamiento psiquico sa era la regla primitiva, pero dudo que se observe es ttictamente en nuestros dies espa es una persona que se viste de algodén, que no le- va mds que un solo vestido de algod6n. No fatan, sin embar- 40, en el Tibet, los respas que esconden ropa de abrigo bajo su ligera vestimenta Esos impostores pueden ser charlatanes que deliberada- ‘mente tienden a engafiar para sacar provecho, o individuos ue de verdad se han ejercitado en la préctica de tumo, pero ‘con poco tiempo para obtener frutos duraderos. Como compensacién, hay ascetas tan versados en tuo, ue pasan de respa, prescinden del vestido de algodén y vi vven completamente desnudos en las montafas solitarias du ‘ante una temporada o durante toda la vida Los tibetanos estan muy orgullosos de tales proezas y se bburlan de los yoguins desnudos que encuentran cuando van en peregrinacin ala India. No comprenden que en ese pais Ia desnuudez simboliza el renunciamiento absoluto y no ten- de a exhibir resistencia fisica excepcional. Yendo a Gaya," ppor Nepal, con un amigo y un servidor laico, uno de estos superrepas, que s¢ habia ejercitado en la region de Khan ‘Tisé,? se encontré al legar a las llanuras de la India con un sadhu echado al sol sobre una esterilla, Su rostro su pastu- 1a respiraban vanidad desvergonzada y al respa le hizo gra- ia, —Amigo —le diio—, te invito a venir a echarte, con ese traje, ala orilla del ago Mofang;? de seguro que harias otras El hindd no pudo compreader lo que el lama le deeia en tibetano y debid de preguatarse por qué los tres viajeros se reian de é a carcajadas eli Gaye ada cere de gen cnc ao rc Bu ana dna Es Iga de poregrnacion pata ox ‘tas de todo cpa sean 2 Nombretibetano dees montes Kailas, en The occidental 5 Laposngrnd cords os moots Kai. 2 Miésticos y magos del Tibet El mismo anecoreta me cont6 este episodio que le diver- tia rememorar-en su vejez. En resumen, al comien2o del aprendizaje, el fendmeno de crecimiento del calor o la sensscidn de calor s6lo dura mientras e practica el ejercicio. El fio se vuelve a sentir gra dualmente en cuanto cesan la concentraci6n de espirita y la gimnéstica respiratoria. Por el contrario, entre los que perse~ ‘eran en el aprendizaje durante alos, la produccion de calor se convierte, segin dicen, en funcién natural, que entra en laccin por simisma cuando desciende la temperatura. ‘Ademas de la prucba de secar os lienzos mojacos, hay otras varias. Una de ellas comsste en sentarse en la nieve. La ‘cantidad de ésta que se derrite debajo del respay el radio mis ‘0 menos extenso en el que se derrite alrededor suyo indican tel grado de calor que irradia Es diffell tener una idea absolutamente precisa de la im- portancia de los resultados de sumo. Sin embargo, hay mu- ‘chas pruebas. Los ermitaiios viven verdaderamente desou- 405, 6 con un vestido muy ligero, durante todo el invierno, en medio de la nieve, x elevadisimas altitudes. No solo yo los hee visto, Los miembros de la expedicion que trat6 de alcan- zar la cispide del monte Everest divisaron a alguno de esos anacoretas. Por mi parte he obtenido resultados sorprenden- tesen mis limitados experimentos de sumo. Mensajes por el aire Los misticostibetanos son taciturnos. Aquellos que acep- tan disefpulos emplean, para instruilos, métodos en que n0 _abundan los discuss. La descripcion de esos extrafios méto dos no entra en el tema presente. Baste con decir aqut que Jos disefpulos de los ermitaios contemplativos sélo ven a su maestro muy rara vez, con intervalos que se miden segan el grado de progreso del discipuloo segin sus necesidades espi- 28 Enarenamiemso psquico rituales, cuyo Gnico juz se maestro, Mess osfostranscu ren de entrevista a entrevista. Pese west separacion, macs. tto'y dsciputo pueden cominicarse, sin embargo, cate i undo ls crcanstancas lo exigen, en especial on quest Inés desarollados paiquicamente Ta telepatia es una de las ramas de la ciencia ovulta de los tibetanos. Parece desempetar en las allasregiones del sais de las niovess el papel que la tclegrafia sin hilos Je- Sempea desde no hace mucho en occidente, No obstante, rientras en nuestros paises los aparatos de transmision se encuentran a la orden del public, laexpedicon, més stl de mensajes por ef vento! es privilegio Je una iinoria de inicindostibetanos. ‘La (elepatia es conosida por ls occidentale. Més de una vez las ociedades que se ocupan de investigaciones pe 4uicas han sefalado fencmenos telepaticas. Sin embargo, sts parecen haber surgido, en general, por casualidad sin aque el causante del fendmeno hays tenido concencia dela Parte que tomaba en él En cuanto a las experienias que han intentado para efectuar comunicaciones tlepatices deliberadamente, son de dudese resultado, porque no han podido repetie aca pFicho; con suficient certidumbre de éxito, Enire los tibetanos ex dstint, Afiman que la tlepata es una cienca que puede aprendere como otra cualquiera fecibiendo sufctenteentrenamiento, que su iniciados son instrumentos aptos para poner en prctta la teria, Tndican diferentes medios para adquri poder de elepa- tia: sin embargo, len tibetanos epost ciencias secre- tas atibuyen, undnimementeclorigen del fenémeno a une intensisima concentracin de pensammiento que legal esta- do de trance. * a 3. La misma palabra rang, promencads ng, quiere deste ver. sire y vento, hasta alguna veces, cl sopio deta repiraion. Tambien fe puede interpretar slang a eng la en el sentido de slletago pol tron watravér elaine - 29 Misticas y magos del Ther Adviertase que el estudio de los fendmenos telepaticos en ‘eccidente ha atribuido a ésta la misma causa que la descu- bierta por los tbetanos. ‘Los maestros misticos declaran que el que aspia a ser hi bilen el arte de la telepatia ha de ejercer un control perfecto sobre su espiritu, de manera que pueda producir a voluntad la poderosa concentracién de pensamiento sobre un objeto finico, del que depende el éxito del fendmeno. EI papel de recepior consciente, dispuesto siempre a vi braral choque sutil de las ondas telepsticas, se considera casi tan dificil como el de puesto emisor. El que quiere ser recep for, ha de estar coneciado primero con aquel de quien mas es pesialmente espera mensajes. La concenttacién de pensamiento sobre un tnico objeto, hasta el punto de que todos los otros objetos desaparezcan del campo de la percepcién consciente, es uno de los pilates del ejerccio espiritual de los lamaistas. Por otto lado, cl en ‘renamiento comprende también ejercicios que tienden a de sarrolla la facultad de percepcién de las diferentes corrien- tes de fuerzas sutiles que surcan en todos sentidos el univer- s0. Apayéndase en estos hechos, afirman algunos que la tele pata, como el aano y otros talentos tiles, pero no indipen- fables, son resultados accesories del adiestramiento espiri- tual, ¥ que, por consiguiente, es superfiuo hacerles objeto de tan estudio especial ‘Otros ven las cases de distinto modo. Convienen en que las facultades adquiridas por el adfestramiento spiritual per tmiten practicas la telepatia y gran parte de las artes ccultas; pero aftaden que los incapaces de alcanzar las etapeas eleva {das del sendero mistico, que no aspiran a ello, pueden legt timamente esforzarse en adquirir cualquiera de las amas ac- Los maestros misticas resultan, generalmente, de sa opi nid y muches preparan asus diseipulos en latelepata ‘Algunos anacoretas contemplatives han logrado eaptar los mensajes telepaticos de su gufa espiritual sin haberse adiestrado sisteméticamente. Se considera este fendmeno 230 Enrenamiento psiquico cfecto de Ia profunda veneracién que le han consagrado. Un ‘ndmero menor de mists pasan por ser espontiineamente ‘capaces de emitir mensajes. En cuanto alos que cultivan la telepatia las lineas princt- pales de su adiestramiento pueden sr fassiguientes: En primer lugar. es indispensable practicar todos los ejer- cicios inventados para product el estado de trance en lz com ‘eentracién de pensamiento sobre un objeto Gnico, hasta que ‘elsujeto se identifiea con el objeto, Hay que ejercitarse, igualmente, en la préctica comple- rmentaria de esta concentracidn, es decir, yaciar el espiritu de toda actividad mental, que el silencio y la tranquilidad sean totales para ‘Después vienen la distineidn y el andlisis de las diversas influencias que determinan stbitas y aparentemente inexpl ‘cables sensaciones psiquicas 0 fisicas en Ios estados de espiri- tu parsiculares: alegrfa, melancolia, temor, y aun los recuer dos sibitos de personas, de cosas 0 de acoatecimientos que nada parece ligar a los pensamiientos oa las acciones presen: tesde aquel en caya memoria surgen. ‘Cuando cf diseipulo se ha ejercitado asf durante aio, ‘puede ira media con su maestro En ese momento, aisladas en una habitacin sin ruidos y «asi oscura, los dos concentran su pensamiento en um objeto sé mejante. Al final Jel ejercicio el dseipalo informa al lama sobre las fases de su meditacin, sobre las diferentes ideas, sensaciones o percepciones subjetivas que han surgido du ante ol curso de ella. Estos detalles se comparan con los de Ia meditacion del maestro y se anoten semejanzas ydivergen- TLuego, sin haberse informado del abjeto que su maestro hha escogido como sujeto de contemplacién, estorzéndose por impedir que nazcan pensamientos en su espiritu, haciendo el vaefo en s{ mismo, el novcio vigila la aparicion inesperada de pensamientos, de sentimientos, de percepciones yue no pa: recen derivan de ninguna de sus propias preocupaciones 0 nnociones. Los pensamientos y las imagenes del ejercicio se 21 Misticos y magos del Tibet someten de nuevo al lama, que los eompara con los que ha Sugerido mentaimente as discipulo. ‘Ahora cl macsio va da 6rdenesprecsasasu disipulo, mientras este tlio permaneceatentoacora distancia. Siel hovicio entiende las Srdenes fo demostraré comtestando alo due se le ha dicho © eumpliendo fo que Te ban mandado. £1 Aprendizaje contin igual, aumentand, progresivamente Ja distancia entre el maestro y su diseipulo. Después de ha terse sentado en fa misma habitacién, ocuparda cuartos dis tintos en el mismo edificio, 0 bien el noviio regresard a su propia choza o gua, y mds adelante so rasladatd a algunos Kilometros dela residencia del lame, ‘Admiten gencralmente en cl Tibet que los misticos avan 2zados son capaces, si quieren, de ler los pensamientos ajenos. Cuarido = supone que un maestro tiene ese poder, se deduce que sus dseipulos no pueden ejercitarse en en. Viarle mensajes (lepsticns. Conovera su inteneton antes te que tengan tiempo de recogerse para intentar la expe- Verdadera oerrénea, i opinion que de de tiene obli- 2. lama hontado con el tule de dubichen (sabio mago) § conducirse como poscedor real del poder que se le atri- buye. Por esta razon, sus disipulos comicnzan a ejercitar se cambiando mensajes telepsticos entre ‘Sesosian dos o mais novieios para practicar este ejerci io bajo la direccion del lama, y el entrenamiento viene a sereomoel deserto {Los novicios més adelantados ensayan sus progresos enviando comunicaciones telepsticas inesperadss, fuera de los ejercicis previstos y en momentos en que el corres. onsal que tratan de alcanzar esta probablemente muy ‘eupado y no se le ourte recibir ningun mensaje “También trata de sugert, por meio dela elepati, pen samientoso soto personas con quienes jamds an practizado ejerccios. Hay quien ensaye sgiriendo actos 1 ls animales. ‘Consagran aos a esas prictics ya oles distntas con el mismo fin. Es imposible adivinar cudntos de los que peri 232 Entrenamiento psiquice guen tan arduo aprendizajealcanzan resultados verdadero. Seria, por otra parte, un error imaginar estos citculos de es- tudios ocultos bajo el aspecto de escuclas freeuentadas por rnumerasos disejpulos, como los colegios de grandes moras- terios. Nose parecen en nada. En alo cual vale aisiado, me- dia docena de discipulos pueden encontrarse agrupados mo- ‘menténeamente en torno a Ie vivienda de un ermitano, Ese es un méximo que rara ver se alcanza. Lejos de ali, en otf0 Inueco de la montana, se encontrarin quiaa tres © cuatro no= vieios ms, euyas chozas primitivas estin en un radio de uno a dos kilometros en torne a la ermita del maestro, Por eso se ‘comprende que tnicamente practica los divers0s ejercicios de adiestramiento psfquico un nimero fimitado de indivi- ‘duos y no todos en el mismo sitio, Seu cuales fueren los fru tes que sacan los estudiantes de una preparaci6n sistematica en la practica de la telepatia, los maestros misticos mis vene~ rables no la alientan. Todos los es{uerzos para llegar a poser poderes supranormales los corsideran como wn juego infan- Ail sin ef menor interés Parece probada que esos grandes contemplativos pue- den, a Voluntad, comtinicarse por telepatfa con sus disefpulos yy hasta con cualquier ser animado, pero como ya se ha indi- cado varias veces, su poder se atribuye al resultado accesorio de su profundo conacimiento de las leyes psiguicas y ala pe {ocei¢n espiritual Se dice que, cuando por la luminacién que resultade esas, investigaciones mentales, dja uno de considerarse asf mis- mo y 4 ofro como entidades absolutamente distintas y des provistas de punto de contacto, la telepatia es facil, Juzg0 is prudente no dseutilo que haya de verdad o de imagine id en estas teorfas. Todavia explicaré que ls comunicacio ‘nes, por medios burdos, entre maestros y disepules, como ccarlas que caen del techo 0 que se encuentran bajo la al rmohada al despertar, son cosas desconocidas de los misticos tibetanos. Cuando se les interroga por asuntos semejantes no ‘pueden creer que su interlocutor hable en serio y que ao sea tan farsante ireverente 233 Misticos y magos det Tibet Recuerdo la graciosac hhumpo a quien decfa que algunos filings crefan en la posiili- dad de comunicarse por ese medio con los espiritus de los muertos y hasta con ciertos maestros misticos tibetanos. «| son esas gentes las que han conquistado la India», exclam6 asombrado por inocencia de aquellos temibles ingleses, Por Jas observaciones que he hecho a lo largo de varios alos, parece deducirse que las transmisiones telepaticas, al igual que los demas fendmenos psiquicos, encuentran cn el ‘Tibet un medio muy favorable para sa produccion. ;Cuiles son, exactamente, lus condiciones que las faciitan? Serta te- merario contestar a esto de manera categrica cuando la na turaleza misma de los fenémenos paiquicas se nos muestra atin tan misterios. ‘Tal vez han de tenerse en cuenta certs influencias fisicas debidas a la altitud det territorio tibetano. Quiz también el gran silencio en que esti sumido todo el pais. Ese extraordi- nario silencio, del cual dirfa —sise me permitiese tan extrania texpresidn— que se hace ofr sobre los lamores de los torren- tes mds furiosos. Asimismo, es posible que favorezca la ma- ifestacién de las fuer2as psiquicas la ausencia de grandes aglomeraciones humanas, cuyos habitantes, por su actividad ‘mental, erean multiples torbellinos de energfa paiquica que ompen las sutiles ondas a las que probablemente se deben los fenémenos. Sean cusles fueren las causas, las transmisiones telepa: as, a voluntado inconscientes, no son rarasen el Tibet Por lo que a mi respecta, tengo la seguridad de haber reci- bido mensajes telepaticos de los lamas con quienes habia es- lado en relacién. Hasta es posible que el niimero de esos mensajes uese mayor de lo que yo imagino. Sélo he rete do, como abservaciones vilidas, un aimero muy pequefio de ‘casas en los cuales, Varios dias 0 varios meses después de su 1. Extranjero, en general, aunque Js tbetanos aman ast en prt lar aloe ingles, cncos extranjeos do raz blanea que conocet. spare ‘Selosrusos aman eos slsmos araenr9 00 fg ae Enurenamiento psiguico transmisibn, el ama autor e ha informado, porsf mismo, de los resultados. ‘Aparte de las comunicaciones que se refieren a asuntos de orden espiritual que no pueden ser atribuidas exactamen- {te 8 una transmisién telepética, sino a cierta identidad entre Ta naturaleza de las ideas del maestro y de su discipulo, pue- do referir dos casos completamente diferentes. Uno de ellos se prodijo en el valle del rio de Denchine, durante mi viaje a Lata, El lama autor de lo que me parecid un fenémeno de te lepatia muy caracteristico pertenecia al monastetio. de ‘Tehedzong. "Yongden y yo habamos pasado la noche al aire libre, cen un fos0 natural eavado por las aguas en Ta estacidn de las Huvias y seco y endurecido por Is helada en aquel mo- ‘mento. Por falta de combustible para hervir elt con man- teca, que era nuestro desayuno habitual, partimos en ayu+ nas para emprender nuestra etapa cotidiana. Hacia el me~ diodia, encontramos sentado en la alfombra de su slla de ‘montar, cerca del camino, a un lama de aspecto respeta ‘ble que terminaba su almuerzo. Con él se encontraban tres monjes jvenes, de fisonoma distinguida, que tenfan més aire de disefpulos acompanando a su maestro que de ‘rindos vulgares. Alrededor del grupo, cuatro caballos trabados pugnaban por pacer algunas briznas de hierba seea. Los vigjeros, que tenian un haz de lea, habian en- cendido fuego, ¥ una tetera humeaba todavia sobre las brasas. ‘Como ¢s costumbre entre los peregrinos mendigos,* salu damos muy cortésmente al lama, Probablemente, el deseo ‘que Ia vista de la tetera nos inspiraba se lefa en nuestro ros- tro. Ellama murmuré: Nying-dié, y en alta vor nos invit6 a 1, Los tibetanos mont caballo sabre silas de mde oad. Se colocauna slfombr de manera espe sobre esi 2 Efecuamoe aque viaje dvtaador. Veane Vii deunapaiiensea Lae 5 Bxcamicgncorente que expres piedd, listima, Pode rit se. poon miso meno: -{Qus penal =jQ46 tte», Pobre gente 235 Mésticos y magos del Tibet sentarmos y a presentar nuestros tazones! para recibir t€ y ‘sampa, ‘Uno de los évenes rapas verts el resto del Sen nuestros tazones, colocd un saquito de tsampa a nuestro lado y fue a ayudar a sus compatieros a ensillar ya carga a las bestias ppara la partida. Entonces uno de los caballos se asust6 de re- pente y iuy6. Es un incidente muy comdn; otro de los mon- Jescogié una cuerda y marché en busce del animal El fama era callado: siguio con los ojos, sn decir palabra, al caballo que corria por fos campos desmudes. Continuamos comiendo en silencio. Mirando en torno mio vi una eseudila de madera que habia tenido leche cuajada, Adiviné que el Jama la habia encontrado en una granja que veta a cierta dis tancia del camino, Murmuré al otdo de Yongden: Cuando el lama se vaya itemos a mendigat leche cvgja- daa la ganja, Hablé muy quedo; no obstante, el lama parecia haberse eenterado de mis palabras. Me contemplo largamente con es- crutadora mirada y repiti6 en vou baja: Nying-djé; luego vole vis la cabeza, El caballo no habia ido muy lejos, pero estaba en plan ju guci6n, Al trapa le cost6 acercarse. Por fin se dejé echar la Ssoga al cuello siguid décilmente al monje. I fama permanecia siempre quieto, con los ojos jos en el hombre que venia hacia nosotros, De repente éste se pars, permaneci6 quieto unos instantes ‘en actitud atenta y condujo Ta bestia a una roca, donde ls a, Entences volvi6 sobre sus pasos y, dejando el camino, se dzi= 46 a a granja, Poco despucs le vi volver junto al caballo le- vando afgo que yo no atinaba a distingur. Cuando lleg6a nues- {ro lado vi que aque! algo era una escudilla de madera lena de leche evajada. No la puso ante su maestro, sino que la retuvo interrogando al lama con la mirada, como diciendo: «Era esto Toque pedisis? {Oué debo hacer ahora con el cacharro?». 1 Les visors pores evan sempre un train do madera en abs «que forme dlarte a smpia nic cet porelituran 236 Bnirenamientopsiguico A. estas preguntas silenciosas el lama incliné la cabeza afirmativamente ordenando al monje que me dese la euajada El segundo hecho que voy a relatar no tuve lugar en el TF bot propiamente dicho, sino en el territorio fronterizo que forma parte de las provincias chinas del Kansu y del Szet chuan, En la linde del inmenso bosque que se extiende entre Te igen y el puerto de Kunka, se hablan agregado a mi pequena ‘caravana seis vigeros. Esta regin es conocida por hallarse Jnfestada de atrevidos saqueadores tibetanos, y Tos que han de atravesarla procuran tener ocasion de formar un grupo lo _ns numeroso y bien armado posible. ‘Cinco de mis auevos camaradas eran mereaderes chinos y {el sexto un ngagspa henpo. especie de gigante cuva larga ca bellera, envuelta en un pedazo de ela roja, formaba un enor ime turbante, Siempre « la exza de informes sobre las doctri- nas ¥ las précticas religiosas,invité al viajero solitaio a com- partir mi comida, con la esperanza de hacerle charlar sobre femas que me interesaban. Supe asi que se trasladaba cerca de su maestro, mago benpo que cumplia un gran dubthab (ito magico) en una montaia de los alrededores. El objeto ner contra ellos y los accidentes a que esté expuesto el hechi- ‘ero torpe que deja escapar a su prisionero sin haberle dom nado. La segunda categoria comprende a los que estin més 0 ‘menos convencidos de que s6lo su propio poder obra en el trabajo de magia y ere las formas especiales que momenté- rneamente necesita, asf como fabricamos losinstrumentos ne- ‘cesarios para ejecutar cualquier género de esfuerzo. Los magos de este orden no mi ‘aceidentes que sufren sus colegas menos ilustrados lo expli ‘can ciontificamente. Respecto a ellos, no bastan sus conoc ‘mientos de la ciencia de esa hechicerfa para protegerles com- pletamente Podria dar mil detalles sobre los tsham-pas, pero tengo 1. Los lamas que percnecen an secta de saya parson consirados ‘como lw mis haben el ste de maadar coo Taia ye el rant y [puede doce que even inex 258 Teorias misticasyentrenamiento espiritual que limitarme, Indicaré,finalmente, que la costumre quic- re que el duefio del tsham-pa lo instale, cumpliendo ciertas ‘ceremonias, en el lugar donde ha de transeurrirel tiempo de la reclusion. Si éstaes dela especie rigurosa y el religioso e- ibe su alimento por el torno, la puerta de su celda permane ‘cerd cerrada pars su preceptor espiritual, que estamparé su selloeneella. En otros casos, el lama instructor vsitard de vez ‘en cuando 2 su diseipulo, para averiguar los resultados de su ‘trabajo espiritual y aconsejarie. Por ultimo, siel sham es de clase menos severa, se coloca en la puerta del recliso una ‘bandera on la que estn insritos los nombres de las personas ‘admitidas a verle, para su servicio o para otros motives con0- cidas y aprobados por el gur. En el muro dol isham-khang donde el monje se encierra para toda la vida plantan, a veces, Si volvemos ahora la mirada hacia el joven iniciado que cen lugar de solctar la dircociGn espiritual del lama, miembro regular de monasterio, desea la de un anacorera contemplati- v0, cusdro cambia de aspect, Los métodos de ensefanca se tornan extrafios y duros, hasta la barbaric. Ya hemos visto ejemplos en el capitulo an- La trilogia: examinar, meditar, comprender, que ya he indicado, adquiere fuerza especial en los verdaderos adeptos el eamino directo, y el disipulo dirige por completo su acti- vidad intelectual s tales fines. A veces, los medios que se tusan parcoen extravagantes, pero mirando ms de Corea, ve= ‘mos que el fin que se persigue es perfectamente razonable. ‘Tambien es probable que los inventores de estos métodasco- nociesen 2 fondo la mentalidad de su clientela y hayan obra~ doen consecuencia. Segiin Padmasambhava, las otapas del progreso espiritual son as siguientes: 1? Leer gran cantidad de libros sobre las diferentes rel giones y filosofia, Escuchar discursos de muchos letados y 259 Misticos y magos del Tibet maestros que profesan teorias diversas. Experimentar por sf mismo numerdsos métodos de toda especie 2." Bscoger una doctrina entre todas las que se han exami nado y rechazar las otras, lo mismo que un aguila escoge su presa entre el rebano, 3.9 Permanecer en situacion modesta, tener aspecto hu- milde, achiearse, no intentar ser uno de ios grandes de este Universo, Pero detrés de esa fachada de insigificancia, ele- var el espiitu muy alto y planear por encima de los honores y dela gloria terrestre. 42 Ser indiferente # todo. Obrar como el perro 0 el cer- do, que comen cuando se les presenta la ocasién. No hacer ningin estuerzo para obtener © pata evitar, admitir lo que venga, rigueza o pobreza, alabanzas o desprecio. No distin- fuir entre virtud a vicio, gloria 0 vergenzs, bien o mal. No Afigitse, arrepentirse o lamentarse, hagase lo que se haga v. por otra parte, no felictarse, ni alegrarse, ni enorgullecerse denada ‘5 Contemplar sin emocién alguna, con espiritu libre. el conflict de opiniones y las diversas actividades de los seres. Pensar: «Tales la naturaleza de las cosas, la manera de ser de las diferentes individualidades». Mirar al mundo como el hhombre mira, desde la montaiia mds alta de Ia tegin, los va les asus pies ylascimas menos elevadas que la suya. 6." La sexta etapa no puede deseribirse: equivale a la ‘comprensign del vacto." ‘A pesar do esta clase de programas, se esforzaria uno en vvano por establecer la regular graduacion de los miltiples ejercicis educativos inventados por los padres del desierto ie ‘betanos. Fn la préctica esos ejereicios se combinan, y no s0- lamente cada maestro mistco tiene su método particular, sino que es raro que dos disefpulos del mismo maestro sigan igual camino, 1, De ua mode genera, puede entender waco como desproviso del yen rate ibetaa: cos sees animados etn desprowstos de otal asco extn desprovas de you. 260 Teortas mistcas y entrenamiensoespiriwal Hay que orientarse en un caos, que es, en summa, la conse ceuencia del caos de tendencias y de eplitudes individusles {que los partidarios de Ia via directa rehisan meter en idéntico rmolde. Libertad es el lems de las alta planicies del «pais de las nieves», pero por singular paradoja, los novieios lo apren den con la mas estricta obediencia & sus guias espiritusles ‘Sin embargo, ls obediencia exigida slo comprende las préc- ticas y la manera de vivir ordenada por el maestro, No hay doctrina impuesta; el esprit de! diseipulo permanece libre, Guefio de creer, de neyar, de dudar, segdn ls inclinaciones ‘que poses. ‘Oj decir a un lama que el papel de maestro de la via direc: ta consiste, en primer lugar, en desmontar, Debe animar a su Aiscipulo a deshacerse de creencias, ideas, costumibres adqui Fidasy tendencias innatas, de todo To que ha crecida en sues piritu por efecto de causas cuyo origen se pierde en la noche clos tiempos. ‘A falta de poder catalogar ordenadamente los diversos ejercicios espirituales en uso entre los discipulos de los ena~ coretas, y también porque es imposible conocerlos todos, he- ‘mos de contentarnos con considera algunos, tratando de dis ‘cernir nosotros mismos eémo cada uno de ellos tend al ob- jeto final, que-es ia completa emancipacion Das ejerccios tienen particular preferencia. Uno consiste en considerar eon atencién el movimiento perpetuo del espirita, sin tratar de ponerle ligaduras. Otro, fen parar, al contrario, su vagancia y jarle para coneentrar el pensamiento en un abjeto unico, Los dos estén prescritos en a iniciacién, A veces, exclusi= ‘vamente uno: despues, exclusivamente el otro; mas tarde, a ternados uno y otto. Por iltimo, los dos ejereicios pueden ppracticarse en el mismo dia o hasta sucederse sia intervalo. El entrenamicnto para adquirir la concentracin mental perfecta es preliminar indispensable en todo género medita- fivo. La raz6n es obvia, no hay que explicarla, Todos los no: vicios se ejercitan en ella, Respecto ala observancia del it y ‘venir del espirtu, s6lo se recomienda alos inelectuaes. 261 Misticos y magos del Tibet Todos los budistas practican los ejecicios de concentra cién. En las seetas de los palses del sur (Ceili, Birmania, Siam) usan a veces diferentes aparatos llamados Kasinas, que son 0 bien eireulos de arclla euyo color varia, o una superfi- cle redonda cubierta de agua, o una hoguera que hay que mi rar, a través de una pantalla, por un agujero redondo. Se contempla en cualquiera de estos cculos hasta que su ima- gen se ve tan clara con los ojas cerrados como abiertos. Este procedimiento tnicamente tiende a acostumbrarse a concen- trar el espiritu y no trate de producir estados hipnoticos como varios stores han erefdo. Los kasinas no sof mas que tun medio entre muchos ottos. Los tibetanos consideran per- fectamente indiferente la naturaleza del objeto para adiestar- se. Fl principiante debe preferirel que atrae y retiene més f&- cilmente su atencién La siguiente anéedota, conocidisima en el Tibet, iustraré el hecho, Un muchacho ruega # un anacoreta que le gufe en| la via espiritual. El ultimo desea que se ejercite primero en la cconcentracin de espiritu, «;Cudl es tu acupacién ordina- fia», pregunts al aspirante naldjorpa. «Guard los yaks», contest6, «Bueno —dijo el gomuchen—, medita acerea de un yak.» El auevo disefpulo se instalé en una caverna acondicio- rnada para vivienda, como tantas del Tibet, en las regiones frecuentadas por los pastores, y comenz6 su aprendizaje. Al cabo de algdn tiempo el maestro se dirigié al lugar donde le habia dejado en meditacién, le Hamé y ordend que salicse Su disespulo le oye, se levantay quiere salir del refugio. Pero su meditacidn ba llegado a ser lo que se pretendia: se ha iden {ifieado tanto con el objeto al que ha dirigido sus pensamien tos, que ha perdido la conciencia de su propia personalidad, y coatesta, mientras luca en la salida de la gruta, como si al itn obstéculo lo retuviese: «No puedo sali; mis cuernos no me dejan». Se sentia yak ‘Una de las variedades de los ejerccios de concentracion ‘onsite en escoger cualquier paisae: por ejemplo, un jardin 262 Teorfas misticas y entrenamientoespiritwal Lo miran, lo observan en todos sus detalles. Anotan en el Pensamiento las diferentes especies de flores que se encuen- tran, el modo de estar agrupadas, los arboles, su altura, la forma de las ramas, la diferencia de las hojas, y ai sucesiva- ‘mente, todas las particularidades que se pueden observar. ‘Cuando Megan # formarse una idea tan clara de este jardin {que se pueda ver tan claramente con los ojos cerrados como abiertos, se empiezan a eliminar, uno @ uno, los dstintos de- talles del conjunto que representa el jardin. Las flores pier- den gradualmente sus colores y sus formas se deshacen; hasta su mismo polvo desaparece. Los érboles se despojan de las hhojas, sus ramas se achican, parecen penetrar en el tonc0, aque se adelgaza y llega a ser una simple linea cada vez més te- fue, hasta que se hace invisible. Sélo queda el suelo desnu- do, ¥ de éste hay que sustraer tambicn las piedras, la tierra Elsuelo desaparece a su vez, eteétera. Con ejercicios de este género, se llega a eliminar la idea {del mundo, de la forma y de la materia; a coneebir, sucesiva- ‘mente, Ia idea det espacio puro einfinito, luego lade la if nidad de la conciencia, para legar, después, a la esfera del vvacfo ya aquella donde no existe ni conciencia ni ausencia de conciencia. Estas cuatro clases de meditaciones son elisicas cen budismo; se les da el nombre de meditaciones sin forma Han elaborado muchos sistemas para conducir a estos es tados de espiriu particulares. Tan pronto son éstos fruto de la contemplacion o del razonamiento, como, al contrario, se producen otras veces después de una serie de introspecciones ‘miauciosas © por investigaciones y reflexiones que conciet- nen al mundo exterior. Por altima, dicen los tbetanos, hay ‘gentes que legan a lograrlo de repente, sia la menor prepa raci6n, micntras estén en un sitio cualquiera y ocupados en ‘cualquier menester. ‘Otto ejercicio acostumbrado en el adiestramiento mistico consiste en considerar cualquier objeto concentrando el pen samiento Unicamente en él, de tal modo que n0 s6lo no se ‘yea nada més, sino que tampoco se tenga idea de ninguna ‘otra cosa. Perdieado, poco a poco, la nociin de Ia propia per- 265 ‘Misticos y magos del Tibet sonalidad, se llega a revestir la personalidad del objeto con- templado, como, en la cita anterior, el hombre que se sentia| ‘yak. Pero no hay que detenerse ahi, Cuando uno ha llegado a ‘converirse en el objew que se contempla, es decir, que se Sienten las sensaciones especiales que su forma, su dimensién ¥¥ sus particularidades pueden produci, sata de contemplar- ‘se asf mismo como un objeto externo. Asi, quien tome un r- ‘bol como objeto de contemplacién,olvidars su personalidad humana, tendré que sentir su tronco rigido, sus ramas, el mo- vimiento de éstas, la vida escondida en sus raices, la subida de Ia savia,etostera, Lucgo, como drbol convertido en suje- to, tendr que contemplar al ser humano convertide en obje= 10; sentado ante él, considerarlo y examinarlo miuciosa- ‘mente. Volviendo a colocar su conciencia en el hombre sen ado, miraré otra vere drbol; uego, como drbol, contempla- 1 de nuevo al hombre, y este movimiento alternativo de transposicign del sujeto y del objeto lo repetiré cuantas veces duiera Es un ejerccio que se practica en el interior por medio de tuna estatuilla, de un bast6n Hamada gomching (madera de ‘meditacién) 0 con una varita de incienso. Encender esta tlt ‘ma en la oscuridad més absoluta oe una habitaciéa muy os cura es favorable también para prepararse a la meditacion Esta meditacion se llama niam par jag pa, Y consiste en con dluci el espiritu a una calma absoluta, ¥ la contemplacién del ‘minisculo punto de fuego de la varita de incienso contribuye ‘a proporcionar la paz Entre los budistas este uso cuenta con muchos aos. Bud- hhagosha, en una de sus obras llamada Manoratha Purani ha- bla de la religiosa Upalavarna, «que tiene el espiriu fijo en Ja contemplaciOn de su limpara, cuya contemplacién le sirve de peldaso para legar al conocimiento perfecto». [Las personas que practican Ia meditacin metédica y re gularmente, suelen experimentar, después de sentarse en el Sitio reservado para ello, la sensacion de dejar caer un fardo, de despojarse de un manto pesado y de penetrar en una re ign silenciosa, Los misticos aman a esta impresion de libe- 264 Teortas misicas y ensrenamientoespiritwal raci6n y calma niam per jag pa, unificar, nivelar, es decir, apaciguar evalquier agitacion que levanta olas en el esprit Otro ejercicio, que se practica menos, consiste en despla 2ar la conciencia én el euerpo mismo. La explicacin es la si- guiente: Sentimos nuestra conciencia en nuestro corazén. Sélo nuestros brazos parecen anexos de nuestro euerpo; pensa- ‘mos en os pies como formando parte alejada de nosotros; en suuma, como objeto de un sujero que esta otro lado. El diseipulo se esforzard por sacar a la conciencia-sujeto ‘de su domictio habitual, ransporténdola, por ejemplo. a su ‘mano. Debe sentise luego una cosa que tenga le forma de cinco dedos y de la palma de Ia mano, colocada al extremo de ‘una larga atadura (el brazo) que la une a una gran masa mor viente (el cuerpo). Es preciso que sienta la sensacién que podriamos experi- _mentar si en lugar de tener los ojos colocados en la cara los tuviésemos en Ia mano, y ésta, provista de ojos y sede det pensamicnto, sc levantase y se bajase al final del brazo para cexaminar la cabeza y el cuerpo, en vez de dirgir ls ojasa la ‘mano cuando queremos mirarla, como se hace habitual- {Cul es el fin de estas singulares gimnasias? La respuesta que con frecuencia me daban no satisfaré probablemente & nadie y. sin embargo. esta ver la nica correcta. Me dijeron Jos lamas: «EI fn 6s casi imposible de explicar, porque quien ‘no ha obtenido el fruto de los ejercicios no puede entender las explicaciones. Por esta préctica se legan a experimentar ‘otros estados psiquioos aparte del habitual; se sale de los i mites feticios que asignamos al yo y, por consiguiente, se percibe netemente que el yo no existe. Uno de ellos aprove- thé una observacign que le hice como argumento favorable & sus ideas. Mientras hablaba det «corazén como sede del pen- samlento y del espititu», le dije que los occidentales seaala- 'ban mas bien como tal al cerebro, Mi interlocutor replies in- ‘mediatamente: «Ya ve usted que se puede sentir el expiritu fen varios sitios, Puesto que estos hombres tienen la sensacion 265 Misticos y magox del Tibet de pensar en su cabeza yo la tengo en mi corazdn, podemos ‘reer que es posible también sentir en el pie la impresion de pensar. Por otra parte, no son més que sensaciones engafo ‘as sin sombra de realidad. El espirtu no est en el corazn tien la cabeza. Para aprender es0, para no tenerlo prisione- ro enel cuerpo, som itles estas précticas» En el fondo, estos ejecicios y tantos otros que todavia parecen més extravagantes,tienden, sobre todo, a preseindir de nociones corrientes y rutinarias, 8 hacer comprender que ‘otras pueden sustituirias y que nada hay absolutamente cier- to en las ideas que formanos seg unas sensaciones que se pueden reemplazar por otras. ‘Una concepcién de orden andlogo dicta alos adeptos de la secta china ian frases tan enigmaticas como la siguiente: “He aqui que una nube de polvo se eleva del mar y el bra ‘mido de lis ola se oye en la terra.» Se ha dicho que Ia doc- trina de isan es «el arte de percbir la estrella polar en el he rmisferio australy. ‘Aqut aparece lo que elermitaiotibetano me decia del ps- pel del maestro que preside el desmonte del espirtu de su dis- Ciptlo. Con ayuda de las paradojas desarraiga en éste la fe {que concedia alas ideas, a las percepciones, a las sensaciones senoralmente reconocidas por verdaderas, y no le permite reemplazar éstas por una nueva fe en las nociones paradsji- cas que le propone. Unas y otras no son més que relatividad 0 ‘purailusin La pregunta acostumbrada en el Tibet, que misticos, ana coretas y contemplativos habitantes de los monasterios reali ‘an alos iniciados es la siguiente: Una bandera flota al viento: ,qué eso que se mueve, la bandera ol viento?» La respuesta que se considera correcta es que ni el viento nila bandera se mueven, sino el esptitu, 1, Mis conosit bj el nombre de Ze chu qo se le da en el Japs, donde cuenta coe gran nimero de adopt eaten assole de ale lscoatided Su nombre signifies seta de a medtacone 266 Teortas mistcas y enirenamiemsoespiriual Los adeptos de Ia sectats'an remontan el origen de esta pregunta al sexto patriarea de Ia secta. Segia la tradicion, te vio a dos monjes que contemplaban una bandera flotan- do al viento ‘Uno sostenta: «La bandera se mueves, y el otto afirma ba «El viento et el que se mueves. Entonces, el maestro les, cexplicd que el movimiento no pertenecia, en verdad, nial viento ni a ta bandera, sino a algo que existfa en ellos mis 28e han introducido estas maneras de pensar en el Tibet por la India o por la China? Juzgo prudente aplazar la contes- tacign, pero relataré Ia que me dio un lama de Kham: «Los benpos ensenaban esto antes que Padmasambhava viniese al ‘Tibet>. Afirmaciones semejantes nos Nevan a la hipstesis de que existia en cierta doctrina filosofica del Tibet antes de la introducién del budismo. Pero ,que erédito hemos de conce- derlas? Dejando a un lado tos resultados més trascendentes del ejercicio que eonsiste en colocar el espiriu en cualquier parte ‘del cuerpo, sefialaré, ademds, que se produce un crecimiento notable del calor en dicho sitio, o por lo menos, que se expe- rimenta esa sensacin, Es muy dificil registrar lo que realmente ocurre, porque la idea misma de dedicarse una investigacion cualquiera romperia Ia concentracién y daria lugar a que el espiritu vol- viese a su domiclio ordinario, destruyendo asi In causa del calor. Por otra parte, dedicarse a un andliss sobre otra per sona es imposible. Los ermitafos y sus disefpulos no tienen nada de la mentalidad de los mediums que dan sesiones en los paises occidentales por una remuneracién y admiten que se examinen de manera ertica los sucesos producidos por su intermediario. EI menos importante de los disefpulos de un gomchenti- betano se extratiaria mucho si le propusieran semejante cosa, Me parece ofr su respuesta: «Me interesa muy poco que crea o no en estos fendmenos —dirla—; no tengo el menor deseo de convencerle a usted. Eso esté bien para los mala 267 Maatcos y magos del Tibet barstas que se exhiben, pero yo no doy representaciones tea ales» EI hecho es que los orientales no hacen gala de sus cono- cimientos misticoflosoticos o psiquices. Es sumamente dili- cil obtenersu confianza en este punto, Un viajero ala caza de lobservaciones puede perfectamente recibir hospitalidad de ‘ug lama, tomar t familiarmente con él durante meses y mar- charse creyendo que su huésped es un perfecto ignorante ‘cuando éste hubiese podida no solamente contestar a todas ‘sus preguntas, sino enseftarie muchas otras cosas en las que ni siquiera habte pensado. ‘Seu cual fuere la historia del calor y de la sensacién deca Jor producida por el ejercico deserito anteriormente, més de una vez, acostada en mi tienda bajo la nieve, me ha ealentado los pies y proporcionado un buen sueo. Pero euando no se cesta babituado, esta prictica exige tal esfuerzo que resulta fa- tigossima, Para terminar el asunto haré observar que los términos ‘raducidos por conocimiento, conciencia, espiritu, no tienen cexactamente la misma significacion en tibetano que en len suas romance. Los tibetanos distinguen hasta once tipos de conocioien- to-conciencia, y poseen tre términos que precisamos tradu ir por espirius, aunque cada uno tenga un sentido propio. Una de las précticas corrientes empleadas para darse ‘cuenta del grado de concentracign del espiritu durante la me- ditacion consiste en colocar una limpara encendida sobre Ia cabeza del novicio que va a meditar. Los que viven solos Ia colocan ellos mismos sobre su cabeza. Por lampara se entien- de un pequefto utensilio de cobre, algunas veces de barro, en forma de copa, montado sabee un pie de ancha base. Lienan estas copas de manteca derretida, después de haber colocado luna mecha. La manteca enfriada forma una especie de tort, ddedonde sale la mech, La lémpara se sostiene con facilidad sobre la cabeza mientras se conserva una inmovilidad completa, pero al me- ‘nor movimiento se cae. Como la concentracién perfecta pro- 268 Teorfas misticas y entrenamientoespiritual duce esa inmovilidad, su ausencia se prueba al caer la kim- para. ‘Cuentan que un maestro que habia colocado una limpara sobre Ia cabeza de un iniciado volvie al dia siguiente y le en contré sentado meditando, pero sin su limpara. que estaba junto a él vacia de manteca. Contestando a la pregunta de sit maestro, el novicio, que no se habia enterado muy bien del ‘objeto del ejercicio, dijo: «La lampara no se ha eaido; senci lamente, la he quitado cuando se apag6 solas. “ZY cbmo las & saber que estaba apagada, o que tentas una Kémpara sobre la cabeza, si realmente hubieras aleanza- do la concentracion de esptritu?, repos el maestro. ‘A veces, una tacita de agua sustituye a la limpara. Otras llama ordena a su discipuo, ya sea ene! periodo de concen- tracién, o antes de éste, o en cualquier momento, que lleve de un lado @ otro una taza de agua llena hasta los bordes. El Exito de la prueba consiste en que durante e! trayecto no cai fa fuera ni una sola gota. Es una manera de registrar el grado de tranquilidad de espiritu, El mas minimo movimiento que se prodice en éste determina un movimiento del cuerpo, y la taza, llena hasta el horde, vacila aun con un sencillo estreme- cimicnto de los deds, dejando caer el agua. La mayor o me- nor cantidad de agus vertida y elnimero de veces que pro duce determinan el mayor o menor grado de desaz6n. Tal es la teorfa de esta préctiea, muy conocida en todo oriente, se= in creo. Los hindies cuentan algunas lindas historias acerea de esto. He aqui una ‘Un guri tenia un alumno a quien consideraba muy avenza- ddo en la perfeccin espiritual. Sin embargo, deseando que diese recibir un complemento de instruccién de Janaks, el sa- bio real de gran renombre, le envio a él, Este timo dejo al viajeroa la puerta de su palacio durante vari dia, sin permi- tirle entrar, yel muchacho, aunque pertenecta ala nobleza, no manifest6 e! menor disgusto por aquella falta de atenci6n ‘Cuando, al fin, lo condujeron ante el soberano, se le entregs tuna taza lena de agua hasta el borde, diciéndole que tenia que darla vuelta ala sala del trono llevéndola en la mano, 269 Misticos y magos del Tet ‘Tanaka estaba rodeado de un fausto orienta: el oro y as piedras preciosas refulgfan en los muros del amplio vesifbu- lo; los seiores de la corte, ostentando espléndidas joyas. se ‘eicontraban reunidos en torno a su sefior,y las bailarinas de Palacio, maravillosamente hermosas y muy ligeramente ves- tidas, sonrefan al joven extranjero mientras pasaba entre cls. No obstante, recorri el trayecto sin verter ni una sola gota. No le habia conmovido aquel especticulo que se pre= sentaba ante sus ojo, Janaka le devolvié a su guru diciendole (que nada tenia que enseftarl, Los tibetanos conocen Ia teorfa de los khorlos (ruedas), familia alos hindtes, de quienes, verosimilmente, la han to- ‘mado, aunque en este c2s0 intervienen algunos benpos y de claran que una doctrina ansloga, «pero sin mezela de supers- ticiéns (estas palabras son de un benpo letrado), era conti da por sus antepasados antes de que llegasen misioneros del bbudismo téntrico, Sea como fuere, lainterpretacion de los habitantes del Ti= bet dlfere en muchos puntos de ta clisica en los sectarios del tantrismo hindi Los khorios son, segin los misticos, centros de energia s- tuados en diferentes partes del cuerpo. Estén representa- {dos por lotos, cuyo ndmero de pétalos y de color varta. El oto mismo es un mundo que contiene dingramas, deida- des, etc. El loto es puramente simbslico, se emtiende, y re presentante de las fuerzas diversas. Las teorias que se refio- en alos khorios y las pricticas a que han dado lugar, for ‘man parte de la ensedanza oral ultraesotériea. El principio general del adiestramiento, en el que estos Khiorlos desem: pefian un papel, es el de drigir una corriente de energia ha- fia el loto superior, el dab tong (loto de los mil pétalos), si tuado encima de la cabeza. Las diferentes practicas de este adiestramiento tienden a que se utlieen para el desarrollo ‘de Ia inteligencia facultades espirituales 0 poderes magicos, Ta suma de energfa que, abandonada a su corriente natural, 20 Teortas misicasy entrenamientoespiritual produce manifestaciones animales de orden sexual principal- mente. Los maestros tibetanos que pertenecen ala secta lamada ‘No de de habla lama de esta vision, pero se mits ‘rdonamente sn querer darme explicacioncs a eeacion de un fantasna, com hemos isto ene op tulo anterior propdsio del yam, tiene dos objtos clob- jeto elevado, que consist en enschar al dsepslo que no triston mas doses que los ereados por su pensamiento, yt ‘Objet, mds interealo, do rem la propia protec, {Camo protege el Fantasma a su propio crear? Aparecién- loss en st igar Es una pti coment, Todss hs maenas tf lama qu est inkado se revste dela personalidad des don tutelar (podria revesise de ote slo desese) y suponen, en: tence, que los eres maléolon en verde vero como hombre, Joven come un dos de aspect terible que Tos pone en fuga Ss fell que quienes practcan muy scriamente tds las matanas eto que consist en reves la forma de su dam, sean capaces de exibir est, Nos silgranengaiar ais demo tos, pero cieramente no engaan alos Humane. Sin embargo, ime han contado qe algunos lamas se habtanspareido de Peite bojoel pedo de eros personajes el pnteon lata Encanto alos magos, solo ven ena ereacin den pa (astasma) vn medio de proveerse do un instrumento que cjecute ns voluntades.¥ en exe cso el Fantasma no es nets Striamente un dios tucler, sno ctalgoer ser objeto inani tmado propicio ass designion” ‘Una vez formado, dicen lo oclistastibetans, este fan- tasmna end a liberate del totele del ago, Viens a ese tar un hij rebelde y eentan que se producen lchas entre cl rago yu criatura, dramaticas a vecrs. Gilantambin casos en los que el fantasma va eumplir se apartaba duleemente, Bl 1, Véae oque se dicho delosuusen el apt 3 201 Mésticos y magos det Tibet una misidn, no vuelve y continda sus peregrinaciones como un titere semipensador y semiinconsciente. Otras veces es un drama la operacion de disolverlo. EI mago trata de destrair ‘su obra y el fantasma se empena en conservar la vida que le han infundido. “Todos estos cuentos draméticos de materializaciones en rebeldia, ;son pura imaginacién sélo? Es posible. No asegu- ro nada, ine imito a relatar lo que he sabido por gentes que ‘me han merecido fe en otras ocasiones, aunque ellas mismas pueden ilusionarse En cuanto a la postilidad de crear y de animar un fanta ‘ma, casi no puedo ponetio en duds. Incrédula de ordinario, {quise ensayar la experiencia yo misma, y para no dejarme in {luis por las formas impresionantes de ias deidades lamaistas, {que tenia casi siempre ante mis ojos en cuadros y en estatuas, ‘escogi un personae insignificante: un lama bajo y rechoncho, de tipo inocente y jovial. Al cabo de unos meses el bues, hhombre habia tomado forma, Poco a poco se fj y vino a ser una especie de comensal. No esperaba x que pensase en él para aparecer, sino que se dejaba ver en el momento en que ‘mi espiritu estaba acupado en otra cosa, Lallusién era, sobre todo, visual, pero llegué a advertr como si la tela de un traje me rozase y a sentir la presién de una mano sobre mi hom bro. En aquel momento no estaba encerrada, montaba aca ‘allo todos los dias, vivia bajo mi tienda y gozuba de excelen- tesalud, segtn mi felizcostumbe. Gradualmente se operé un cambio en mi lama. Los ras gos que le habfan adjudicado se modificaron: su cara, mofle {uda, adelgaz6 y tomo una expresion vagamente burlona y perversa. Se volvié més inoportuno, En una palabra, se me ‘escapaba, Un da, un pastor que me tra manteca, vio al fan- tasma y le tom6 porun lama de earne y hueso. Debfa de haber dejado que el fendmeno siguiese su curso, pero aquella presencia insdita empezaba a enervarme. Se convertia en una pesadilla, Me decid a disipar una alucina cidn de la que no era plenamente duefia. Lo consegut, pero después de seis meses de esfucrzo. Miluma era de vida recia, mw Reflexiones Noes sorprendente que haya legado a alucinerme volun- tariamente, Lo interesante en esos casos de mareralizacion {es que otros ven la forma creada por el pensamiento. Los ti- bbetanos no estn de acuerdo sobre la explicacion de este fe- ‘nomeno. Unos creen que existe realmente la creacion de una forma niaterial, ots Unicamente ven un caso de sugestion el pensamiento del ereador del fantasma se impone involun tariamente # otro y lehace ver lo que él mismo ve. A pesar de la ingeniosidad desplegada por los habitantes del Tibet en su deseo de encontrar una explicacién racional todos los prodigios, algunos de éstos permanecen initeli- sibles, ya porque sean puras invenciones. ya por otras cau: ‘Asi admiten, generalmente, que los misticos avanzados ro deben nevesariamente morir de modo ordinario sino que pueden, siempre que lo deseen disolver su cuerpo sin dejar astro. Cuentan que Restchungpa desaparecié de esa mane. a, y que la esposa de Marpa, Dagmedma, se incorporé a su ‘marido durante una meditacion particular No obstante, estas tradiciones cuyos héroes vivian hace siglos se nos aparecen como purus leyendas. El hecho si ‘Buiente, de fecha relativamente cercana, despertard nuestro interés tanto més cuanto que, co lugar de haberse producido ‘en una ermita solitaria, el prodigio acontevi6, segén dicen, fen pleno day ante centenares de testigos. ‘Me apresuro a declarar que no me encontraba entre ellos Yy€s Facil imaginar cusnto le lamento. Mis informes proceden ‘de personas que aseguran haber visto e!fendmeno. El inico Tazo que me liga con el prodigia es que he conocido al que ‘dan por héroe del misimo. ste eFa, como anteriormente he contado, uno de los ‘guias espirituales del Trachi Lama, Le llamaban Kyongbu Pimpotché. Durante mi estada en Figatzé estaba ya viejo y vi Via como ermitafo a algunos kilémetros de la ciudad a la ori- lla del Yesru Tsangpo (Brahmaputra}. La madre del Trachi 298 Misticos y magos del Tibet varias historias extraordinatias sobre él Decian que, a medida que los afios pasaban, el sabio y santo asceta disminuia de tala, Es signo de alta perfecciénespiritul, segtn los tibetanos, xy hay muchas leyendas sobre los mistcos magos que, habien {o sido hombres de gran estatura, fueron redueiéndose gra-

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