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Carta de Fernando Gonzlez

Envigado - 6 Agosto 63 - Otraparte A Gonzalo Arango Me enferm, me dio un espasmo en el centro nervioso de los msculos de los ojos, pero ah voy. Pero con este drama suyo Los ratones van al infierno, obra preciosa y en la cual se entreabre el Paraso... Cmo soy feliz! La puerta sin alas que no se abre sino en amor, en la llama que es la llave de ella, se est entreabriendo para Gonzalo... Quin ser esa madre a quien el amor la hizo preferir ser infierno a cielo, a cambio de la felicidad de otro, del nio sin pies? Pues sa es el drama de los dramas! Yo hasta creo que Ud. no se ha dado cuenta plena del misterio que se le est dando a Ud. en amor. Nada menos que la respuesta a la gran pregunta: por qu encarn el Hijo de Dios y se hizo El hijo del Hombre? Ya Ud. Gonzalo de mi alma, va sabiendo, va siendo la respuesta a la suprema pregunta, a la pregunta que produce el escndalo: por qu Dios tena que ser hombre escupido y crucificado? Y por eso dijo l: Ay del que se escandalizare en m!; ay del que se escandalizare en la madre que se hace ratn para salvar al hijo sin pies!. Ud., Gonzalo mo del alma, es el nio sin pies, y quin es la mujer que por amor escogi descender al infierno de los ratones? Creo que son dos mujeres, pero esto es imaginaciones: creo que su mam, aquella llama de amor vivo a quien un da envi con Ud. un racimo de pltanos murrapos..., y otra, alguna otra, pues entre los dones que Dios le dio a Usted estuvo el amor en forma de mujer, decidieron ser el infierno para que Ud. fuera el cielo. Todo ese misterio que se est dando desde lugares en donde moran los inteligibles, donde est ahora su mam, no lo publique hasta que tenga una ntida conciencia de l . La Puerta sin Alas, se entreabre en dolores y beatitudes y no se puede forzar: es don. Ahora Sexo y saxofn: el libro es bellsimo: es un camino que comienza en una ratonera (la nada) (non serviam, etc.) y que asciende, asciende. El camino es suyo; sus alas son juveniles y el amor circula por ellos a torrentes. Recibe el amor de este ansioso de juventud perpetua, Lucas de Ochoa

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