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traducción de EL TIEMPO DE LAS TRIBUS

DANIEL GunÉRREZ MARTÍNEZ

El ocaso del individualismo


en las sociedades posmodernas

por
MICHEL MAFFESOLI

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siglo
voIntluno
siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
CERRO DB.. AGt.Io' ~, DELEGACIÓN Cf:IfOACÑ<l. 04311), MÉXICO. D.F.

siglo xxi editores, argentina, s.a.


~ 1821.7 N. Cll1!1OMG,BUENOSAIRES.ARGENTINA

Para Raphaille, Sarah-Marie,


Emmanuelk, GabrieUe

cultura Libre
edición al cuidado de ricardo valdés r.
portada de ivonne murillo

primera edición en español, 2004


© siglo xxi edito.-ell, s. a de c. v.

Isbn 968--23-2529-3

primera edición en francés. 2000


© la tabl e ronde, parís
título original: le tnnps mo-s trib/f-s
© michel maífesoli, 1988

derechos reservados confonne a la ley,


se prohfbe la reproducciólI total o parcial
por cualquier medio sin la autorización por
escrito del editor;

impreso y hecho en méxícc


EL MERCADEO YEL TRIBAUSMO POSMODERNO
PREFACIO A lA PRESENTE EDICIÓN

[,os socitJdaJes ~ J61I policulturaíee.


Cmtros cullumhsde naturale.uu distintas
atan en adivídad: la (o 1m) reügión,
úEstDdoNariún, la 1radil:i6n tk 1mhllf1UJ1lidade.J
ojmnJan oconjugan sm morales,
sm ~ sus mobIos
en ti M'fIO de la eJC!Ula J ftlero de ella.
IDGAR MORlN, L'espril du temJM

Desde el crepúsculo del siglo xx hasta los albores del siglo XXI, la me-
táfora del tribalismc tiende cada vez más a acrecentar su estado laten-
te y evidente en todas las sociedades contemporáneas. Las sociedades
hispanas repartidas en un vasto mapa cultural, no sólo han encontra-
do en el tribalismo la metáfora de su contemporaneidad, sino que
han podido describir por medio de ésta la dinámica arcaica del triba-
lísmo, es decir, su dimensión fundamental y primera.
El tribalismo que vagabundea desde tiempos inmemoriales en los
flujos grupales, vuelve a emerger legítimamente en nuestros tiempos
confrontándose, complementándose, anteponiéndose con mayor
fuerza frente al ideal fundamental que estructuró a las sociedades
modernas, es decir, el ideal de progreso. De hecho, la guía de traba-
jo que ha cimentado la sociología de lo cotidiano desde hace veinte
años, ha sido la violencia totalitaria' que dicho ideal ha ejercido des-
de su acomodamiento, a lo largo de dos siglos en las sociedades ins-
critas en la modernidad. Dicha violencia no es más que una crítica al
mito del progreso. En efecto. se trata de esta gran idea judeocristia-
na occidental que encontró su mayor apogeo durante el siglo XIX.
volviéndose así, un metadiscurso alrededor del cual se ha referido la
mayor parte de los análisis sociológicos del siglo pasado. Se trata de
un mito que sin duda alguna han forjado las sociedades occidentales
que conocemos y que parecen diseminarse cada vez más en un vai-
vén societal contemporáneo. entre lo instituido y lo subterráneo. No

'M. Ma8"e!lOli, La l1UJ1ma I6IaIiItliffl (1979), Parí.. Dnclée de 8rouwer, 1999.

[91
!O EL TIEMPO DE lAS TRIBUS EL ME.JlCADEO y l:L TKIBAUSMO i'OSMODERN'O 11

obstante, la metáfora del tribalismo, que para los etnólogos más or- suma, la paradoja es la marca esencial de los momentos cruciales y de
todoxos correspondería a las tribus primitivas estudiadas, ha mostra- los cambios históricos.
do que ya no son las grandes instituciones las que prevalecen en la En América Latina tal parece que las paradojas han sido una cons-
dinámica social, sino aquellas pequeñas entidades que han estado tante en su historia. En efecto, el continente americano muestra en
(re)aparedendo progresivamente. Se trata de mlcrogrupos emer- su cotidiano histórico un conjunto de países, vasto en unificaciones
giendo en todos los campos (sexuales, religiosos, deportivos, musica- nacionales pero conteniendo en ellas una gran diversidad de cultu-
les. sectarios). Regresamos así, a algo anterior al llamado mito del ras, contraponiéndose en ocasiones unas a otras, ya sea que se trate
progreso, a la gran estructuración societal constituida a partir del si- de Estados-Nación renegando su diversidad étnica como los países
glo XIX. Así. la imagen del tríbalísmo en su sentido estricto simboliza del Cono Sur (Argentina. Chile, Uruguay). ya sea que se trate de na-
el reagrupamiento de los miembros de una comunidad específica ciones que trataron de absorber la identidad indígena a través de la
con el fin de luchar contra la adversidad que los rodea. Haciendo re- promoción unificadora de la ciudadanía estatal (México. Guatema-
ferencia a lajungla de asfalto que está muy bien representada por las la, Bolivia). Países con grandes efervescencias económicas, pero al
megalópolis contemporáneas latinoamericanas, verbigracia la Ciu- mismo tiempo con grandes desigualdades sociales, gritando discreta
dad de México, San Pauto, Tijuana, Río de janeíro, Caracas, Carta- y paulatinamente la historia de su contradicción. Contradicciones q~e
gena, Buenos Aires, etcétera. es evidente observar cómo se reestruc- van desde el debate de Valladolid que discutía acerca de la carencia
turan esas pequeñas entidades grupales. Estas "selvas de piedra" no de alma en las poblaciones autóctonas, y que hoy forman parte de su
son más que uno de tantos ejemplos, en donde se observa que la di- atractivo cultural. hasta los momentos posmodernos donde se esbo-
námica social se da más que nada en el interior de las mismas socie- zan contrastes económíco-socíates y culturales deslumbrantes. Llega-
dades. dentro de las mismas megalópolís. Se híerven en ellas dinámi- mas a algo que parece ser la revancha de su historia.
cas tan importantes como lo es el "sentimiento de pertenencia", es En este sentido. la Paradoja en América Latina; en México. en Bra-
decir. un reconocimiento mutuo, es el hecho de ceñirse y codearse sil. en Colombia. en la Argentina. etcétera. así como en las socieda-
unos con otros, donde se favorece una forma de solidaridad. Esta des contemporáneas en general. en tanto noción heurística en las
idea del tribalismo continúa teniendo así, una gran importancia y ciencias sociales. nos permite entender lo que sucede en la actuali-
marcará sin duda la dinámica de las sociedades en los próximos de- dad, en Ja era posmodema. Es decir; comprender "la cosa y su con-
cenios. trario". la imagen del espejo a la inversa. La paradoja es una manera
Asimismo, nos referimos a una especie de paradoja que se encuen- de comprender la posmodernídad, en las sociedades contemporá-
tra entre la tradición y la modernidad, entre el salvaje y el civilizado, neas, pero también lo fue a lo largo de los tiempos. Fjemplo de esto
entre la parte "originaria" de las sociedades tradicionales y esa parte lo podemos encontrar en tiempos mesoamencanos en donde el mer-
progresista de "la racionalidad prometeica". Esta paradoja es sin du- cado era lugar de encuentros e intercambios. era también el lugar de
da una marca del cambio, y no se la puede asociar apresuradamente la administración del poder. Asimismo, en los tiempos de Maquiave-
con lo ilógico, lo irracional. La paradoja es una dinámica. ciertamen- lo era en el pensamiento de-la plaza pública, encontrábamos dicha
te contradictoria, pero complementaria a la vez. Para ilustrar lo que lógica: el mercadeo. Hoy es posible encontrar dichos paralelism?s
el tribalismo representa en la posmodernidad, tomemos la imagen con los refranes populares, las redes informáticas de las charlas Vir-
del mediodía y de la medianoche; ambas para existir necesitan de Sil tuales, los chismes que se vuelven rumores y luego noticias. etcétera.
contrario, es decir; para que una jornada completa se cumpla se ne- Todo ello siempre en una dinámica de contracorriente a la del pen-
cesita del día y de la noche, el mediodía tiene necesidad para existir samiento oficial. del pensamiento racionalista. en donde la sociedad
de la vida misma de la noche. así como la medianoche la tiene del .es concebida más bien de manera organizativa por el bien del pue-
mismo día. En otras palabras, unajornada en su totalidad necesita de blo, al mismo tiempo que actúa contra el pueblo, es decir. sin tomar
dinámicas contradictorlales para existir y para ser comprendida. En realmente en cuenta al vulgo. En este sentido. estamos por un lado
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frente a un pensamiento que refleja una lógica de tipo dialéctico, que ría popular;" es el pensamiento del mercado. de la plaza pública. y es-
trata de superar la antítesis, a partir de una construcción racional, y te pensamiento se encuentra en su estado más depurado. en una rí-
por el otro el pensamiento del mercado, de la plaza pública, el pen- ca dinámica en los países de América Latina y en algunas regiones de
samiento popular. lugar donde uno se da cuenta de que las cosas no la Europa ibérica.
están completamente divididas y ya predeterminadas, lugar donde la Para ilustrar una paradoja con respecto a Europa y el mundo bis-
vida en su vastedad se reencuentra. panoamericano, podemos mencionar en primer lugar. aquella refle-
En este sentido, ya no se trata de definir algo negro o blanco, sino xión ya anunciada por Baudelaire'" y retomada en otra obra." acerca
de entender el vaivén en el seno de la vida social, entender el claros- del fastidio y desencanto en las cuales. las sociedades europeas en la
curo de la dinámica social. es precisamente aquí, donde encontramos época en que vivimos parecen estar sumergiéndose. de manera que
la referencia a la ambivalencia. a la ambígüedad.Es esto lo que se en- se tiende a producir una especie de intencionalidad por parte de cier-
cuentra en la paradoja intrínseca de la vida social en donde uno no tos grupos de luchar contra el aburrimiento y la desesperanza, a par-
se puede dividir de manera tajante, dicotómica, donde siempre exis- tir del codeo mutuo. En este sentido. la búsqueda de actividades aso-
te una ida Yvuelta entre un polo Yotro. entre una circunstancia y otea ciadas a los deportes de alto riesgo. el ecoturísmo, los grandes
venidera. festivales culinarios. sexuales. artísticos. musicales, los viajes exóticos
En Europa. por ejemplo, se empieza a aceptar que las sociedades así como los programas televisivos de concurso y los conocidos wality
están entrando en una lógica más compleja, que aquella circunscrita slwwsson una prueba de este cotidiano que trata de combatir conjun-
en una dualidad progresista. En este sentido Baudrillard o Edgar Mo- tamente a una cotidianidad aseptizada heredada de un racionalismo
rín han recalcado sobre el hecho de la heterodoxia del pensamiento demasiado mecanicista.
e insistieron sobre el lado abstracto del pensamiento académico ofi- Ahora bien. por el otro lado y haciendo efecto de espejo, se pue-
cial. Por la fuerza de los eventos, uno puede darse cuenta forzosamen- de observar de este lado del Atlántico a las sociedades que viven por
te de la lógica de esta paradoja. y usarla así. comouna herramienta lo contrario en una aparente esperanza y en una actitud traducida
metodológica y epistemológica que nos permita comprender la plu- emblemáticamente con la "fiesta", con "la constante energía dionísíe-
ralidad, la complejidad, la heterogeneización de la vida social. ca". Dicha actitud, fonna en realidad una especie de barniz para el
En América Latina este pensamiento popular (proveniente inclu- cotidiano social. Los bien conocidos "Todos santos día de muertos"
so de diversos mitos) se había intentado borrar por medio del gran del Laberinto de la soledad de Octavio Paz ilustran claramente esta ló-
discurso mítico del progreso. Este pensamiento del cotidiano. no obs- gica: "la Fiesta no es solamente un exceso, un desperdicio ritual de
tante. está a punto de afirmarse serenamente, de mostrarnos que es los bienes penosamente acumulados durante todo el año; también es
posible, teóricamente. afinnar la existencia de algo y su contrario en una revuelta, una súbita inmersión en lo informe, en la vida pura. A
urra esp1ral paralela, en un mismo espacio-tiempo. En ese sentido, en través de la Fiesta la sociedad se libera de las normas que se han ím-
nuestras sociedades hispanoamericanas encontramos elementos que puesto. Se burla de sus dioses. de sus principios y de sus leyes: se nie-
pueden servir y dar de hecho a las problemáticas de las ciencias so- ga a sí misma"." Actitud que esconden y ocultan en efecto otros dos
ciales europeas instrumentos para pensar su paradoja, para pensar lo elementos que son quizás esenciales en la vida cotidiana de los lati-
paradójico que se vive en la vida cotidiana. De esta manera, se puede
decir que América Latina ha retroalimentado la sociología europea
en los últimos decenios.
En el fondo de las cosas. podríamos preguntarnos modestamente, A este respecto véase M. Foucault, Hay 'fU" ""frnJer 1a.<OriLJmJ, México, FCF~ 2000.
11
Véase Baudelaire, -Au lecteur", ln jkun du mal, Le Uvre de Peche, París, Galli-
111
¿qué es un pensamiento interesante en las Ciencias Humanas. si no
mard.19(H.
aquel que se Inscribe en un pensamiento que pennanece arraigado IV M. Maffesoli. Du 1IDIIUJdi.11IU, Le Ijvre de Peche, 1997.
en la vida y en el cotidiano? Es aquí, donde encontramos una sabídu- vOctaVioPaz, El taJJmnllJ tk la sokdaJ, Cátedra, Madrid, 1998, pp. 186-187.
I4 EL TIEMPO DE LAS TlUflUS
EL MERCADEO Y EL TRIBALlSMO POSMODERNO 15

noamencanos. a saber la desesperanza yel sufrimiento. En otras pa- tre las estructuras formales y los fenómenos informales. Esto es evi-
labras.Ja fiesta y la esper~nza en su forma de capa de primer plano, dente en los grandes agrupamientos masivos tecno y festivos, en don-
se conjugan con el cinismo del sufrimiento, con el humor negro que de encontramos que hay algo que subterráneamente está trabajando
existe en la idiosincrasia histórica, con esa burla de sus dioses. De he- al cuerpo. _. ' . .
cho, si hay un elemento que une a las poblaciones de América Lati- A lo opuesto de todo esto, sin duda en los palses de Ame~c~ Lati-
na, es bien el sentimiento de pertenencia que se tiene con respecto na yace una tendencia con carácter trágico. En efect~, lo ~glCO en
a una opresión y sufrimiento encontrados comunes y transcrita en oposición a lo dramático no busca superar el mal f~nclonamlento,el
una misma historia y con un mismo protagonista. Malo la imperfección, sino de vivir con éstos, realizar con todo ~~
• En este sentido, podríamos decir, entonces, que así como las socie- lo mejor posible la vida de cada uno. Así, encontramos unacorrelación
dades europeas pretenden ocultar su aburrimiento y desesperanza que históricamente se hace entre lo trágico y la ~esta, donde
por medio de actividades lúdicas, deportivas y culturales, las socieda- la dimensión de ésta traduce un efecto de eíervescencta, se trata de
des en América Latina, tratan por el contrario de enmascarar el su- un dinamismo, que en griego significa fuerza y que se expresa en el
frimiento y la desesperanza por medio de su actitud conrradíctorial hervidero social que adviene. Es la marmita, la olla donde se sazonan
que se esboza en un ambiente de esperanza y fiesta. el orden de lo festivo y lo trágico, en donde al mismo tiempo algo del
Por consiguiente sería interesante hacer el ejercicio de distinción orden de la muerte flota sinuosamente. Desde ese punto de vista las
entre el drama y lo trágico." El primero es sin duda el gran motor de cabezas de muertos hechas de azúcar y chocolate durarite las festivi-
las civilizaciones europeas, que consiste etimológicamente en querer dades, las máscaras mortuorias que se exhiben en las fiestas, son c:;jem-
superar el mal y desear el bien absoluto a como dé lugar, y esta pers- plos emblemáticos de esto. Todos estos símbolos, parecen recordar
pectiva dramática llega a tal punto que desemboca en una dinámica "que todos, finalmente vamos a .morir" y de manera i~~onsciente o
contraria, a saber, una sociedad del fastidio. aseptlzada, es decir, una no, ilustra un sentimiento de Finitud que expresa lo rragico y por en-
sociedad que al címentarse en el deseo de superar el desorden, el mal de lo trágico de la fiesta.
funcionamiento, termina por moldear una forma por demás asepti- Los antropólogos han mostrado con mayor insistenc~a, que. hay
zada. Una de las grandes características que encontramos en países una relación entre lo trágico, la fiesta y la muerte, y al nusmo tiem-
como Francia, Alemania o Dinamarca, si no la más importante, al me-- po una intensidad de la existencia. En, este sentido, la .posmodemi.
nos la más común, es esta especie de ambiente mortífero en donde dad está situada más que nada en una epoca de tragedia y no en un
todo parece funcionar bien, a la perfección, todo está completamen- ambiente dramático. Incluso la tradición occidental de los periodos
te reglamentado, sintiendo así una falta de sentido a la intensidad. que van del siglo XIX al xx, que fueron ~ncialm~ntedramáticos, ~
Ahora bien, es importante darle a esto el matiz necesario que se en- tomándose progresivamente en el Espíritu del lIe~po conte~pora­
cuentra entre el nivel instituido, institucional, y el nivel de la cotidia- neo en un ambiente más bien trágico. En este sentido los paises de
nidad y de lo informal. En efecto. pese al asepüclsmo que rige en es- América Latina son indudablemente un conservatorio sociológico de
tas sociedades, está emergiendo una especie de dinámica díonísíaca lo trágico y habría que ver hasta qué punto esta actitu~,1a podemos
en las jóvenes generaciones y de las cuales hay que estar atentos. Las encontrar en una influencia española, en donde también se puede
prácticas juveniles muestran que hay un verdadero abismo entre la encontrar el sentimiento trágico de la vida, el sentimiento trágico de
dimensióQ.histórica mortífera instituida y fastidiosa. y una forma de la existencia.
intensidad subterránea. En otras palabras, hay un daro descalce en- En esta perspectiva, Miguel de Unamuno analizó bas~te bien lo
que seria una forma de expresión mayúscula, macroscoplca~ exage-
rada en América Latina. Un ejemplo palpable de esta herencia y q~~
" M. Maff~lj, L 'oml".,,u, Dion~ amirilnaion-á TIlle .<Q(.ioúJgie de l'mp. Paris, Le üvre por cierto no deja de mostrar sentimi~ntosambivale~~sy paradoJl-
de Peche, 1991. ces, es la Corrida, tan común en Espana, como en MeXlCO y en algu-
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nas otras partes de América Latina y el sur de Francia. Ahí, encontra- por un saber erudito, sino en el sentido de lo que va a romper ,la mo-
mos una muestra, sin duda alguna, de la dinámica eminentemente notonía, el encierro de los valores establecidos y desgastados. Este. el
trágica. bárbaro, peOllanece de hecho en nuestra imaginación, en nuestros
Asimismo, en la ciudades de América Latina y en todo el continen- marcos colectivos de la memoria. VII
te en general encontramos una especie de paradoja entre un seden- En América latina, por ejemplo. el bárbaro se encuentra en una
tarismo momentáneo y lo que llamamos la circulación social. Se trata doble interpretación: entre el esquema de la marginalización y la
de una paradoja que se establece en el mundo urbano, en donde es atracción exótica-folclórica, y el carácter reivindicativo de la plurali-
evidente observar una especie de nomadismo fragmentado y localiza- dad cultural. Cualquiera que sea la interpretación dada al bárbaro,
do y un sedentarismo pasajero. Si a esto se le agrega el hecho de que ya sea ésta la del marginal, ya sea la del poblador originario, cierto
tendemos cada vez más a establecemos en el mundo urbano, sin du- es que en América latina el bárbaro encuentra hoy su lugar de seduc-
da podemos vislumbrar una especie de sinergia social cada vez mayor ción claramente institucionalizado por los medios de comunicación,
en las épocas venideras. Hablaremos así, de una metáfora paradójica las instituciones culturales, etcétera. Cabe recordar, sin embargo, que
expresada bajo el nombre del nomadísmo-sedentarizado, cuya expre- el bárbaro contiene más que nada el carácter dionisíaco de la diná-
sión está nítidamente traducida por la metáfora del tribalismo. mica social, es decir, se trata de la actitud a veces espontánea, a ve-
- Todo esto que acabamos de mencionar, no son más que pistas pa- ces estratégica de renovación de la norma establecídao el contorne-
ra comprender las sociedades posmodernas, de donde el desafio miento de las reglas instituidas. Así, la metáfora del bárbaro es
para las ciencias sociales latinoamericanas estriba en la capacidad bastante interesante ya que retoma importancia en los países euro-
que pueda tener cada pensador para adaptar sus herramientas heu- peos y encuentra un gran reconocínéento en los países de América
rísticas a las paradojas, a las dinámicas contradictoriales, a los mo- Latina, donde en realidad su silueta nunca había desaparecido. El
vimientos subterráneos que hierven en su localidad, en su misma bárbaro es también la idea-de la sed por el otro-allá, es la expresión
sociedad. Nos encontramos en una dinámica polisémica, que es ne- de alejarse del lugar que promueve un enclaustramiento en sus pro-
cesario traducir, comprender, desmenuzar con precaución de ma- píoe valores. y por lo contrario, buscar la renovación por medio de
nera metafórica. los valores externos.
Finalmente, en este principio de siglo cuatro metáforas aquí pro- Al mismo tiempo, en la metáfora de la sed por el otro-allá. encon-
puestas nos ayudan entonces a comprender lo que está sucediendo trarnos la dinámica establecida desde los pioneros en las llanuras de
en América Latina en el marco de la reflexión de la sociología del co- los Estados Unidos, hasta los millones de migrantes que llevan en su
tidiano. imaginario una ola con la cuesta dirigida hacia arriba del continente,
Primeramente. el bárbaro que inyecta la sangre nueva en las socie- que expresa una sed de la conquista, no nada más del bienestar so-
dades contemporáneas. No se trata solamente de bárbaros que se po- clal, sino también de un mundo lejano, de un mundo en donde se an-
drían categonzar por medio de los movimientos sociales, sociedad ci- hela la conquista de lo movible, de lo pasajero, de lo imponderable.
vil, grupos étnicos reivindlcativos, etcétera. No se trata de la imagen Por otro lado, el policulturalismo, es también sin duda una metá-
asociada a la barbarie en América latina o en la Edad Media en Europa. o al fora fuertemente usada en estos tiempos, a veces con abuso. a veces
clásico debate entre el mundo europeo progresista y civilizado y con desdén, pero que traduce en todo caso la aceptación de una rea-
el mundo americano retrógrada y bárbaro de donde la legitimidad lidad arcaica, la legitimación ya mencionada por Max Weber del po-
del colonialismo se construyó alrededor precisamente de la dicoto- liteísmo de valores. En esta perspectiva, no sólo son representativos
mía bárbaro-civilizado y que en la actualidad se ha extrapolado en su
forma eufemista a partir de la dicotomía desarrollado-subdesarrolla-
do. Se trata aquí de otra visión completamente diferente del bárba- ... Los remitimos a M. Halbwachs, Ú5 aufra sociaux tk UJ mimoiTt, París, A1bin Mi-
ro, no en el sentido peyorativo construido durante la modernidad o chel, 1997, YLa fIIimomcollet:lWe, Paria, PUF, 1968.
18 EL TIEMPO DE LAS TlUlIUS
EL Mll:ltCADEO y EL TRIBALlSMO POSMODERNO 19
países como Guatemala, México o Brasil. En el continente europeo, pide que la costumbre se transforme en un mortífero hábito. Es-
España es un ejemplo emblemático. no nada más por la admi~is~­ to refleja sin duda, un paralelismo con respecto a la polisemia,
ción más o menos impulsada y organizada con respecto a la díversí- el multículturaltsmo o el polículturalísmo, poco importa el tér-
dad cultural, sino también porque refleja el enriquecimiento existen- mino, ya que lo que es del orden de la evidencia en estas nocio-
te entre sociedades fuertemente diferenciadas pero compartiendo un nes es que se trata aquí de la expresión de todo aquello que no
estar-juntos. Ciertamente, aunque en esta realidad permanecen fuer- va a reducirse a la unidad. Se trata de la heterogeneidad en don-
tes indicios de conflicto, también es cierto que el intercambio cultu- de actualmente encontramos en una diversidad de términos, el
ral. la circulación social de los valores, producen nuevas dinámicas esfuerzo intelectual de no desdeñar el carácter de lo movible. el
que aquí se pretenden comprender. En todo caso, quien dice poJicul- hervidero cultural que yace ahí.
turalísmo, hace referencia también al desacuerdo social que puede En este sentido, actualmente nos damos cuenta que ya no es posi-
surgir, y. que al final de cuentas es esto lo que da cabida al cambio his- ble reconocerse a partir de los valores del trabajo, la fe en el porve-
tórico. nir, en el progreso si no se hace forzosamente referencia a los valores
Finalmente, la figura de la anomia tan utilizada en la sociología arraigados, localístas, cotidianos, en suma, a los valores del mercadeo.
durkheimiana, encuentra su riqueza analítica, sobre todo cuando nos En esta perspectiva. encontramos en América Latina una verdadera
referimos al continente americano, siempre y cuando se vea ésta opues- fuerza en las afirmaciones localístas. Induso, las diversas ciudades es-
ta a la interpretación clásica y se revise desde un enfoque, ya no mar- tablecidas en estas sociedades reivindican su localismo, en contra de
ginal, ya no como el outsider, sino como la dinámica de lo no estable. las grandes centralidades: San Paulo, Monterrey, Santa Fe, Cartage-
Para concluir, todas estas metáforas nos ayudan a pensar lo que es- na, son vivos ejemplos de estas reivindicaciones localistas. Recorde-
tá en movimiento, sin tener que lidiar con las especificaciones del mos inclusive cómo durante todo el siglo xx, el mantenimiento de las
concepto y con sus rigideces, que a veces son sin duda necesarias, pe- dinámicas centrales tenían que pasar necesariamente por una buena
ro que es ciertamente la expresión de las sociedades estáticas, muer- administración y negociación con las instancias locales. con los caci-
tas, estables. Para retomar algunas reflexiones de Octavío paz, recor- quismos del lugar. Hablamos de una especie de reafinnación y refun-
demos cómo expandiendo la metáfora de Dionisio, la cotidianidad cionalidad de lo local, que es, sin duda, una de las grandes caracte-
social y por ende las cuatro figuras aquí mencionadas logran resumir-- rísticas de la posmodernidad, impulsada por la saturación social del
se en su esencia. El bárbaro, por ejemplo, es aquel que se va a bu!car universalismo. Así. parece ser indispensable partir de lo que se sien-
al otro lado del Mediterráneo, cuando la ciudad entra en crisis. Este, te por el otro, de sus olores. de su manera de comer, todo esto sien-
Dionisio, el bárbaro vuelve a dar un Alma a la ciudad que por elitis- do una referencia al entorno, el cual es necesario comprender a par-
mo o desprecio de lo popular, tiende a acabar viviendo en la endoga- tir de un sentimiento de pertenencia y un arraigamiento dinámico.
mia, en la reproducción de sí mismo. Esto refleja, una manera de vivir la heterogeneidad galopante de
Por otro lado, desde un punto de vista antropológico, los va- nuestras sociedades. Esto culmina con la idea tomada de Durkheim,
lores exógenos, pueden rectificar la vida en un momento dado. pero encontrada primeramente en los poetas alemanes del siglo XIX,
Por ejemplo, en los países europeos durante la Edad Media o in- bien conocidos por Nietzsche: la anomia, que es hoy lo que parece
cluso en e! mismo Imperio romano, encontrábamos que, preci- será lo canónico del mañana, es decir, una energía contenida en la
samente cuando las sociedades estaban en estado moribundo, el necesidad del exceso, del desorden, necesidad de lo que viene a rom-
otro-allá del bárbaro venía a dinamizar, volvía a dar sentido y per con el encierro, en las sociedades demasiado ensimismadas en
sangre nueva a la sociedad. Hay una virtud, una virtud de! bár- una lógica de ruptura analítica.
baro que puede evitar toda forma de encierro. Se trata de una Es en la anomia precisamente que encontramos el resumen meto-
relación entre e! bárbaro, Díonísío y la sed por e! otro-allá, re- dológico de las metáforas del Bárbaro, de la sed del otro-allá, del po-
lación que se encuentra lejana a lo estático, un vínculo que im- liculturalismo, de la heterogeneidad, de la polisemia. La anomia es
20 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS EL MERCADEO Y EL TRIllALl8MO I'OSMODERNO 21

la expresión de la vida; que no se encierra en un valor, es como diría y culturas. Éstos serán sin duda, los desafíos intelectuales que tendre-
Fernando Pessoa, "la intranquilidad del ser". Esta intranquilidad de mos que enfrentar en los tiempos venideros, en donde las reflexiones
la existencia, más allá del sentimiento de seguridad, de la ideología esbozadas en este libro no son más que la expresión del compromiso
esceptizada en toda sociedad, es un sentimiento de necesidad del que se tiene con estos desafíos, y que esperamos estimulen a los pen-
desorden. Así, a fuerza de querer una primacía. una dominación del sadores del mundo hispano a emprender y continuar enfrentándolos.
orden nos vemos conducidos a la intranquilidad, a la muerte. Y como
sabemos, el cadáver no se mueve, es incluso la perfección misma de
lo estático. La idea de anomia nos da cuenta así. que está presente MICHEL MAFFESOU
siempre la revancha de la existencia, la revancha de la vida. De ma- DANIEL GunÉRREZ M.
nera que, grandes pensadores que habían sido estigmatizados, mar- enero de 2004
ginalizados por la academia de su tiempo, son hoy reapropiados por París-Ciudad de México
la misma academia que reconoce la fecundidad de sus temas (Sim-
mel para la sociología, Nietzsche para la filosofía, etcétera, pensado-
res ambos que estudiaban la dinámica de la anemia}.
La noción de anomia muestra, entonces, en la posmodernldad ese
regreso a la vida, y ese destello que optimiza lo que unoJleva consigo
mismo, poco importa el país del que se hable, las ciencias humanas y
sociales estarán obligadas.sin duda a interpretar la anomia de mane-
ra diferente de como se había analizado en la tradición holista-fun-
cionalista, ya que es a partir de esta noción que se pueden compren-
der las tendencias de las nuevas generaciones. las cuales ya no se
reconocen en las certidumbres, morales, científicas, sociales, políti-
cas de antes, sino que intentan de manera explícita o no, introducir
una "forma" de desorden, de fuerza Ydel desarreglo que está de aho-
ra en adelante dibujando lo que serán las sociedades del mañana. So-
ciedades que tienden al deseo de la errancía y la rebelión, desde las
revoluciones del siglo xx hasta las últimas reivindicaciones étnicas de
finales del mismo siglo. Desde la búsqueda del Grial, hasta la búsque-
da de la identidad mestiza, al tiempo que se inscriben en la búsque-
da de la conquista del presente.
Virtud que encontramos en América Latina por su apertura, la cual
ha sido el secreto de su fuerza de atracción. Es una especie de esca-
pismo del hermetismo. Sed del otro-allá, sed de la conquista, que
muestran cómo los grandes imperios regionales, locales, y hoy finan-
cieros, se han constituido a partir de la mezcla, de la concatenación
de lo multiforme. En todo esto, sin duda encontramos ~~os que
se pueden expresar en un nomadismo intelectual, que puede reper-
cutir en un relativismo de valores, de donde la evasión intelectual nos
puede llevar más que nada a una confrontación multivariada de ideas
ENCONTRAR lAS PAIABRAS
l'REFAaO A LA TERCERA EDICiÓN FRANCESA

Coda vez que se dermlflÓml


/a.{ euídencilIs, elpoeta ron/e$la
aplaudiendo al/Jon!t:nir.
" " " mAR

UN ARCAÍSMO JUVENIL

La época no carece de interés, por lo menos para aquellos que se di-


vierten observando sus convulsiones. La figura conjunto de todo esto
es muy simple. La encontramos, por cierto, en todos los periodos de
profundas mutaciones. De un lado están algunos propietarios de la
sociedad; aquellos que poseen el poder de decir y de hacer. Ronro-
nean en sus habituales órganos de expresión y otros "centros de deci-
sión". Se responden unos a otros por medio de sus diversos boletines
parroquiales. y consultan en éstos, prioritariamente, una información
esencial: la sección necrológica. Del otro lado se encuentra la vida sal-
vaje, un tanto anémica, desordenada en todo caso. La mayoría pletó-
rica. En suma, tenemos así el poderinstituido, bajo sus diversas formas:
cultural, religiosa, social, económica, contra la potent:ia instituyente.
Esta dicotomía, ciertamente, demasiado marcada, merece ser ma-
tizada. Pero a veces hay que "filosofar a martillazos". La caricatura es
útil, ya que atrae la atención sobre estas evidencias demasiado obvias
para que uno esté consciente de ellas. Digamos la palabra: el rey está
desnudo. En su último avatar. al haber sido tomados todos los pode-
res por la generación de las revueltas europeas de 1968, la élite mo-
derna no "representa" nada más que a ella misma. Ésta se abstrajo, li-
teralmente, de una realidad social que ya no la reconoce como tal.
Habiendo vendido su alma por un plato de lentejas, esta genera-
ción se encuentra, de manera más o menos consciente, amargada,
triste e infecunda. Se conforma con repetir las recetas filosofico-polí-
tícas que la condujeron al poder. Recetas elaboradas en un siglo XIX
que se acababa apenas de terminar y cuya pertinencia ya no es nada
evidente. Recetas republicanas, ciudadanas, democráticas: la lista de
los encantamientos es bastante larga, y que culmina en el "pensamíen-
[23J
24 EL TIEMPO DE lAS TRIBUS
ENCONTRAR US PALABRAS
25
to único" conformista, moralizador; que d,icta y repite ad nauseam lo
que convendría hacer, 10 que las cosas tendrían que ser. Es precisa- En efecto. hace unos 15 años, en una época en que no estaba de
mente sobre esta lógica del "deber ser" en la que se cimienta el resen- moda, propuse la metáfora de la "tribu" para dar cuenta de la meta-
timiento y la rabia del policía, del juez y del cura dormitando en to- morfosis del lazo social. El término ha sido ampliamente retomado.
dos aquellos que quieren, o que afirman querer, realizar la felicidad Los mercenarios se apoderaron de él. Cienos intelectuales (a vetes
de los demás en' su lugar y, a veces, en contra de ellos. ~n ~os mismos) aceptan otorgarle su verdadera importancia. Los Pe-
Amargados, he dicho, tristes, aquellos que traicionaron un bello riodistas, por supuesto, lo utilizan sin moderación. La realidad del tri-
sueño. Se volvieron notarios en lugar de los notarios que aborrecían. ~ism? está presente, deslumbrante, para bien y para mal. Realidad
De ahí el mecanismo habitual, de la proyección que consiste en ver ineludible que no se encuentra limitada a una zona geográfica partí-
al mundo más miserable de lo que es, con el fin de hacerse cargo de miar. * Sin embargo, todavía hace falta pensarla.
él y salvarlo. Pero, ¿puede ser salvado por esos viejos gruñones que, a Es a esto a lo que quiere dedicarse el libro El tiempode las tribus. El
lo largo de artículos, de programas de televisión y de libros edifican- análisis pretende ser pertinente y prospecnvo. Quiero decir con esto
tes, sermonean a la "gente." para que no se convierta en lo que ellos en congruencia con los valores emergentes en la vida social, e indi-
mismos se convirtieron: espíritus malévolos, esencialmente preocu- c:md~ una ~n~encia que no se encuentra más que en su primer i.ói-:_
pados por sus privilegios, simbólicos o materiales, recién adquiridos? Cia. SI, el tríbalíemo, en todos los terrenos, será el valor dominante
"Sin objetividad ni subjetividad." Es así como Oeorges Lukács de- en los decenios por venir. De ahí la necesidad, para retomar una ex-
finía a los periodistas. Esta fórmula puede en su momento, ser apli- presión de Durkheim, de destacar sus "caracteres esenciales", Entien-
cada al conjunto de la élüe moderna. Es esto mismo lo que constitu- do esta expresión en su sentido més etimológico: lo que corre el ries-
ye su abstracción, su desarraigo; lo que funda su arrogancia y también go de dejar una huella durable.
su cinismo. Cosas que secretan pensamientos convencionales, que sus- Esto no se puede hacer con prisa. Me he obligado, en todos mis li-
citan buenos sentimientos y alguno que otro "moralisrno" que son lo bros: a evitar un doble escollo: el de la complicación a ultranza por
pro.pio de las "bellas almas" que se mantienen en lo alto del adoquín medio de la cual los letrados de todos los tiempos aseguran su poder,
SOCial. La mediocridad de la medlocracía es ahora evidente. La roca y el de la superficialidad apresurada que un cieno tipo de periodis-
Tarpeya se encuentra, como se sabe, cerca del Capitolio y los deten- mo tiende a privilegiar. Si el tribalismo es una tendencía de fondo, es
tares del saber establecido serán, dentro de poco, precipitados hacia necesario, más allá de una sociología de las circunstancias, elaborar
ahí. Dejemos que las cosas se realicen por sí mismas. un pensamiento destinado a perdurar.
N.o sería inútil, en cambio, participar en ese verdadero trabajo in- Nos encontramos aquí, lo reconozco, ante una verdadera parado-
ventivo ante el cual cada época está confrontada: encontrarlos palabras ja: indicar una dirección precisa con "palabras" que no poseen, en
menosfalsas posibles para tratar de decirlo que ella es. absoluto, la precisión del concepto. Quizás habrá que aprender a
Encontrar las palabras para expresar nuestro tiempo: he aquí la aceptar, y a vivir, esta paradoja. En vez del machaqueo, de los encan-
ambición, la pretensión que hice mía hace tres decenios. Trabajé con tamientos referidos más arriba: repetir, sempitemamente, las pala-
constancia, desafiando la conspiración del silencio y la hostilidad, bras claves del siglo XIX, tenemos que aprender a Contentarnos con
o~ulta o descarada de aquellos que ahora se atribuyen por su cuenta, metáforas, con analogías, con imágenes, cosas difusas que serían Jos
piratas de poca monta, lo que habían descuidado, negado o refuta- medios menos torpes posibles para poder expresar glo que es". lo que
do.. Lo cotidiano y sus rituales, las emociones y pasiones colectivas, se encuentra al estado naciente. Es cómodo, en efecto. "entretener-
simbolizadas por el hedonismo de Dionlsio.Ia importancia del cuer- nos con la cantaleta" democrática o republicana. Y es a esto a lo que
po hecho espectáculo y del goce contemplativo, la revivificación del
nomadismo contemporáneo. he aquí todo el séquito del tribalismo
posmoderuo. .. Ciertamente, no ~5 gratuito qu~ El/ÚlmjH> b /n.o tribu.oltaya sido traducido al inglés,
portugés. italiano, a1~mán,japonésy ~5pañOI.
26 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS ENCONTllAR LM PALABRAS 27

se dedica la mayor parte de los intelectuales. periodistas, políticos. lisis es la de la potencia societal. 1 La he llamado socialidad, centralidad
trabajadores sociales y otras bellas almas.que se sienten "responsa- subterránea; poco importa el término. Se trataba de atraer la aten-
bles" de la sociedad. Sea cual fuere la situación, sean cuales fueren ción sobre esta fuerza interna, que precede y funda el poder bajo sus
los protagonistas, no se les ocurren más que las expresiones de ciu- distintas formas. Me parece que es esta "fuerza" la que está presente
dadanía, república, estado, contrato social, libertad, sociedad civil. en el neotribalismo contemporáneo. Después de la dominación del
Esto es completamente honorable e incluso bien amable. Sin duda, "principio del legos", el de una razón mecánica y predecible, el de
pero he aquí palabras que parecen venidas del planeta Marte para la una razón instrumental y, estrictamente, utilitaria, asistimos al retor-
mayor parte de los jóvenes, a quienes no les interesa la política, y ni no del "principio del eros". [Eterno combate entre Apolo y Dionisio!
siquiera lo socíal. La abstención durante las elecciones es particular- , En este sentido, antes de ser político, económico o social, el triba-
mente reveladora a este respecto, ya que muestra que el mecanismo lismo esun fenómeno culturaL Verdadera revolución espiritual. Revolu-
de representación ya no tiene ninguna relación con lo que es vivido. ción de los sentimientos que pone en relieve la alegría de la vida pri-
Para evitar repetinne (aunque la redundancia sea inherente al mi- mitiva, de la vida nativa. Revolución que exacerba el arcaísmo en lo
to, y las "ideas obsesivas" lo sean para las obras creativas), sintetizaré que tiene de fundamental, de estructural y de primordial. Cosas, es-
las "palabras" nuevas a lo largo de dos grandes ejes esenciales: por taremos de acuerdo, que se encuentran bastante alejadas de los valo-
una parte el que pone en relieve los aspectos a la vez "arcaíces" y ju- res universalistas o racionalistas característicos de los actuales deten-
veniles del tribalismo. Por la otra, el que subraya su dimensión comu- radores del poder.
nitaria y la saturación del concepto de individuo. Aquí tenemos, me Pero son estos valores nativos los que dan origen, ciertamente, a
parece, las dos raíces del tribalismo posmodemo. He aquí, pues, lo aquellas rebeliones de la fantasía, aquellas efervescencias multifor-
que debe tomar en consideración un pensamiento radical. mes, aquel abigarramiento de los sentidos de los cuales las múltiples
Desconfiar del hocico de los pensadores establecidos. Ensucian to- muchedumbres contemporáneas ofrecen ilustraciones brillantes. To-
do lo que tocan. Más vale, con ligereza, participar en aquello que he do esto no puede ser pensado por una mente solemne, segura de sus
llamado un "conocimiento ordinario":" el saber de los intersticios en prejuicios y de la verdad de su punto de vista. No se puede reflexio-
~ palabras y en las cosas. En ciertos momentos, el verdadero saber nar sobre el aspecto nativo del tribalismo más que si partimos de "las
se encuentra en lo que se mueve, en el aspecto tembloroso yestreme- cosas mismas". Desde este momento, adoptando una postura feno-
cedor de lo que vive. Ahí se esconde lo poco de verdad, la verdadaproxi- menológica, de la cual la meditación de Heidegger nos da numero-
mativa a la cual es posible pretender. Hay en esta paradoja una verdade- sos ejemplos, la verdad reside en la revelación de lo que siempre es-
ra exigencia intelectual que va al encuentro del espíritu del tiempo, que tuvo ahí.
se esfuerza por tomar en serio los sueños colectivos,sin tener, por esto mis- Frecuentemente he indicado que se podía caracterizar la posmo-
mo, que encerrarlos en el cepo de los prejuicios teóricos. dernídad como el regreso exacerbado del arcaísmo. Es ciertamente
Bergson lo mostró perfectamente: siempre enco~tramos una in- esto lo que más choca con la sensibilidad progresista de los observa-
tuición en el fondo de todo pensamiento creativo. Este puede, por dores sociales. El progreso lineal y garantizado, causa ~ecln de.wI
cierto, ser considerado como tal si se encuentra en congruencia con evidente bienestar social, está siendo sustituido por una e ~ ~
la intuición creativa de una época determinada. Recordemos: la in- "regresión", característica del "tiempo de las tribus". En este caso, hay
tuición es aquella "visión interna" que ve, lo más cerca posible. la que encontrar también una palabra oportuna para describir un esta-
energía propia de un individuo, una situación o un conjunto social do de hechos C!ue no es simplemente regresiva. Se puede hablar al
dado. Por mi parte, la intuición que está presente en todos mis ané-.

1 Remite aquí a mi libro: M. Maffesoli. La violenu /otalitai,., (t979), París, Desclée


• Véase M. Maffesoli, f:/ amocimin¡IQ ordi1l41W, México, FC[ [T.j. de Brouwer, 1999,cap.l "Poder-Potencia".
28 El. TIEMPO [lE LAS TRIBUS
ENCONTRARI~SPALABRAS 29

respecto de "regrediencla" (M. Cazenave), regreso en espiral de va- del vello, de la piel, de los humores y los olores, en suma, en todo lo
lores arcaicos colaterales al desarrollo tecnológico.tvo propongo hoy que recuerda al animal en lo humano. ¡Ensalvajamiento d~ la vida!
otro término: ingri que, con la misma imagen que podemos encon- He aquí precisamente la paradoja esencial de la posmodermdad, que
trar en ciertas lenguas neolatinas, español, italiano. portugués, ponen pone en escena el origen, la fuente, lo primitivo y lo bárbaro. y, ~í,
en relieve el hecho de que puede existir un camino que no tenga me- al redinamizar, de manera no siempre consciente, un cuerpo SOCial
ta. un andar que no se detenga. Entrar (ingressa) sin progresar (pro- un tanto envejecido, la fidelidad a las fuentes es garantía de porvenir.
gnssa). He aquí lo que me parece estar en juego en nuestras tribus En este sentido, el tribalismo es la expresión de un arraigamiento di-
contemporáneas. No las mueve una meta por alcanzar. un proyecto nómico.
económico, político o social por realizar. Prefieren "entrar en" el pla- Enlace entre el arcaísmo y la vitalidad, he aquí la primera clave de
cer del estar-juntos. "entrar en" la intensidad del momento, "entrar este libro. Es también la primera paradoja de la posmodernidad. Aun
en" el goce del mundo tal cual es. si no lo indico más que aíusivamenre, nos encontraremos con el mi-
Hay terapias que descansan en el principio de la regresión. ¿Por to del puer aternus. Aquel niño eterno, aquel viejo infante que encon-
qué, con la corrección semántica que acabo de aportar. no se podría tramos presente en ciertas cultures. Digo pertinentemente mito, o
considerar un procedimiento similar en lo concerniente a la vida so- también figura emblemática, ya que estajuventud no es, símplemen-
cíali. Oigamos el Eclesiastés: "Los ríos retornan a su fuente para co- te, un problema de estado civil. Es cierto que las jóvenes generacio-
rrer de nuevo" (1, 7). Existen a veces, cívílízacionalmente, actitudes nes viven de manera' paroxística estos valores hedonistas. Pero, por
de "íngresíón" que favorecen tina nueva revivificación social. Lo que un proceso de contaminación, todo el conjunto del cuerpo social
nos incita a operar una verdadera inmersión en el inconsciente co- queda implicado.
lectivo. Quiero decir con esto.tomar en serio los fantasmas comunes, Ciertos de mis críticos han considerado que el tribalismo, que ya
las experiencias oníricas, las manifestaciones lúdicas por medio de las no se puede, empíricamente, negar, era la particulari~d de un gm-
cuales nuestras sociedades vuelven a expresar lo que las liga al sustra- po de edades, aquella de la adolescencia prolongada. Esta es, en mi
to arquetípal de toda naturaleza humana. opinión, otra forma de negar el profundo cambio de paradigma que
Esto no dejará, quizá, de sorprender alas protagonistas de la mú- se está llevando a rabo. El lenguaje joven, el vestirse joven, el cuída-
sica tecno, de los desfiles urbanos o de las raoes porties: Pero hay al- do del cuerpo, las histerias sociales, son ampliamente compartidas.
go en esas histerias comunes que debe ser puesto en relación con el Cada cual, sea cual fuere su edad, su clase, su estatuto social, está, en
mecanismo de la reminiscencia platónica. Reminiscencia que corre mayor o menor medida, contaminado por la figura del "niño eterno".
a la par con la revivificación. Es esto lo nativo, lo bárbaro, lo tribal: En una palabra, ya que esto forma parte de mi reflexión actual, me
dice y redice el origen, y por esto otorga de nuevo vida a aquello que parece que la estructura patriarcal vertical está siendo sucedida por
había tendido a anquilosarse, a aburguesarse, a institucionalizarse. una estructura horizontal, fraternal. La cultura heroica, característi-
En este sentido, el regreso a Jo arcaico en numerosos fenómenos ca del modelojudeocristiano y después moderno, se cimentaba sobre
contemporáneos expresa, la mayor parte del tiempo, una fuerte car- una concepción del individuo activo, "dueño de sí mismo", dominán-
ga de vitalidad. dose y dominando la naturaleza. El adulto moderno es la expresión
Como he indicado frecuentemente, se puede encontrar este vita- acabada de tal heroísmo. G. Durand ve en él el viejo "arquetipo cul-
lismo en las efervescencias musicales, pero se puede, de igual modo, tural constitutivo del Occidente".'
observarlo en la creatividad publicitaria, en la anomia sexual, en el
regreso a la naturaleza, en el ecologismo en boga, en la exacerbación
3 Gr. Ghaoying Sun y Gilbert Durand, -Du colé de la montagne de I'Ese, Munldg-
,",.,imtll4ginaim, bajo la dirección de A. Siganos y S. Vierne, Orencble, Ellug, 2000, p.
2 Gr. F. Casalegno, Ú.s ryb=oáalilis, (GFAQ)-París V,junio de 2000. 69. Véase tambiénA. Pessjll, f.o _Iagm' Ik.sgiants de la mute, ibid., p. 255.
30 EL TIEMPO DE LAs TRIBUS ENCONTRAR. LAS PALABRAS 31

Hay que encontrar, aquí también, la palabra adecuada para de- ras más o menos impuestas, está la vida y.su inagotable riqueza, la vi-
signar la vitalidad no activa de las tribus posmodernas. Vitalidad, da sin finalidad ni empleo, la vida nada más.
así pues, del "niño eterno", un poco lúdico, un tanto anómico. En suma, la esencia deljudeocristianismo es la formidable tensión
Utilizando una expresión de Guy Debord, esta "prodigiosa inac- hacia la "Ciudad de Dios", ya sea que se trate del Paraíso strido sensu;
tividad", un tanto amenazadora respecto al orden establecido, no o la sociedad perfecta, no cambia en nada el asunto, Esta tensión re-
concernía más que a algunos grupos vanguardistas, bohemios. ligiosa o moralístíco-polüíca necesitaba, como protagonista, un adul-
marginales o excluidos voluntariamente. Ya no es éste el caso. To- lo fuerte y racional. Es este arquetipo cultural el que el neouibalismo
da ocasión es buena para vivir, en grupo, esta pérdida de sí en el posmodemo incomoda. Su protagonista es entonces un "niño eter-
otro, de la cual aquel perpetuo niño que es Dionisia, y las baca- no" que, por medio de sus actos, de sus maneras de ser, de su músí-
nales que suscita, constituyen ejemplos acabados. ca, de la puesta en escena de su cuerpo, reafirma, ante todo, una fi-
'Evocando el Tour de Francia y sus montañas, Alain Pessín habla de delidad con lo que es.
un "regreso a la infancia". La expresión es juiciosa y caracteriza per· No nos equivoquemos, tal fidelidad no es, para nada. la aceptación
tinentemente el imaginario de esta competencia deportiva con toda de un statu quapolítico, económico o social. ¡Al contrario! Les recuer-
su carga, manera más o menos barroca, de fantasías, de sueños, de do que, en mi propio trabajo, he establecido un lazo estructural en-
alegría de estar-juntos" y de ludismo compartido. Pero tal ''r,egreso" tre Dionisio, el tribalisrno y el nomadismo. Cosas anómicas, que po-
puede ser aplicado a las muchedumbres contemporáneas. Estas no nen en relieve el aspecto pagano, lúdico, desordenado de la
son más que una sucesión de tribus que expresan de todo corazón el existencia. Así, es hacia nuestras sociedades racionalizadas a ultran-
placer de la horizontalidad, el sentimiento de la fraternidad, la nos- za, asepuzadas por excelencia, que se aplican a anular todo riesgo po-
talgia de una fusión preindividual. sible cual sea que éste fuere; es a estas sociedades a las que el barba-
Escucho aquí a los 'vírtuístas" de todo tipo ponerse adar de gritos ro regresa. Es esto también, el sentido del tribalismo.
con gran fuerza. Veo a los psicoanalistas de todas las escuelas poner" Por cierto, por poco que sepamos entenderlo con profundidad, es-
se a invocar la "ley del padre". Y, quizá, no se equivocan. El puereter- te regreso del bárbaro no es algo malo. Recordemos aquí lo que de-
nus es un tanto amoral. Podría ser, a veces, hasta francamente inmo- cía Le Play: "Las sociedades perfectas permanecen incesantemente
ral. Pero este inmoralismo puede ser ético por el hecho de soldar en sometidas a una invasión de 'pequeños bárbaros' que acarrean sin ce-
conjunto y fuertemente a los diversos protagonistas de tales eferves- sar todos los malos instintos de la naturaleza humana." Dejemos a un
cencias. El "regreso a la infancia" no es únicamente individual. Hace lado la calíñcacíón-moral que no presenta interés alguno. En cambio,
cultura. Induce otra relación respecto a la alteridad, respecto a ese veamos cómo es recurrente un fenómeno particular, en el que regu-
otro que es el prójimo. a ese otro que es la naturaleza. Relación que larmente vuelven las fuerzas vivas al seno mismo de lo que está dema-
ya no es heroica sino que se contenta con lo que la alteridad es para siado institucionalizado. Los "pequeños bárbaros" de Le Play, las "pe-
lo que es. Hay en el "viejo infante" una tolerancia, una generosidad queñas hordas" de Charles Fourier no dejan de evocar a los juniorsy
innegables que extraen su fuerza de aquella memoria inmemorial de otros "salvajones", que nos recuerdan, pertinentemente, que un lu-
la humanidad que "sabe", con un saber incorporado, que más allá o gar en donde se trocó el morir de hambre por el morir de aburrí-
más acá de las convicciones, de los proyectos de todo tipo, de las me- miento, no merece llamarse "ciudad","
Frente a la anemia existencial suscitada por un social demasiado
racionalizado, las tribus urbanas destacan la urgencia de una socíalí-
• "Elre-ensemble", es algo má!¡ que la convivencia o el convivir, es el hecho de estar-
juntos. Se tTata de un concepto caro a Maffeeoli, que indica un sentido de pertenencia
dad empática: compartir emociones, compartir afectos. Lo recuerdo,
entre los miemhros de un grupo dado y que convoca generalmente a una dinámica de
IlOlidaridad momentánea o duradera, de los miembros de una llOCiedad. Es también el
recodeo, el roce constante que se da imperativamente enta vida cotidiana [T.j. 4 Cf. P. TaCWlseI, Charla F'ourin; fejn¿ dn passiuns, Paris, Desclée de 8rouwer, 2000.
32 EL TIEMPO DE L\S TIUBUS
t:NCONTRAIl LAS PAllBRAS

el "comercio", fundamento de todo estar-juntos, no es, simplement~, neración representativa. "el" autor inevitable, "el" artista genial, y po-
intercambio de bienes; es también "comercio de ideas", "comercio dríamos prolongar hasta el infinito una lista en este sentido. Es, a es-
amoroso". Expresándolo en términos un poco más antropológicos, te respecto, ínstructívo, divertido, sorprendente, ver cómo esta pren-
hay momentos en que se observa un deslizam~entoimportante".el pa- sa. sin excepción, reconoce los talentos poéticos de tal esposa de
so de la "polis" al "tíaso", el de un orden político a un orden fusional. ministro, o la originalidad filosófica de la hija de tal presidente (a me-
Es éste el paso que describe El tiempo de las tribus. Nos encontramos nos que se trate de lo contrario, que para el caso es lo mismo) por la
lejos del universalismo moderno, el de la nustració~. el de Occidente única razón que ellas son la hija y la mujer de un presidente o de un
triunfante. Universalismo que no era, de hecho, mas que un etnocen- ministro. La pobreza o la calidad de sus obras, para el caso, importan
trismo particular generalizado: los valores de un pequeño cantón del poco. Al celebrarlas, la tribu de los medios de información ve la opor·
mundo extrapolándose en un modelo válido para todos. El rríbalís- tunidad de obtener ciertas ventajas de esta celebración. ¿A dónde fue-
mo nos recuerda, empíricamente. la importancia del sentimiento de ron a parar los valores de nuestra República francesa? ¡A menos que
pertenencia, a un lugar, a un grupo, como fundamento esencial de sean los de una república bananera!
toda vida social. En todos estos casos podemos observar perfectamente el papel de-
sempeñado por las amistades y la importancia de las redes de influen-
cias. En pocas palabras, la dimensión subjetiva, en estos "hallazgos",
ya no necesita ser demostrada. Mecanismo endogámico que justifica,
EL IDEAL COMUNITARIO muy frecuentemente, la relación "medíocracía-medíocrídad" cuya im-
portancia aún no podemos evaluar como es debido. De hecho, la ex-
Otra clave o "carácter esencial" del neorríbalísmo posmodcmo es pre- presión "boletines parroquiales" que se le aplica cada vez más a la
cisamente la dimensión comunitaria de la socialidad. Es importante prensa destinada a formar la opinión. no hace más que traducir una
insistir sobre este punto, puesto que es tan frecuente leer, y oír, que realidad tribal que no tiene nada que envidiarle al mundo del ham-
el individuo y el individualismo serían la marca esencial de nuestro pa y de las mafias constituidas.
tiempo. Esto es otro índice del desfasamíento de la inteliguentsia res- Qué podríamos decir del mundo político y sindical, en los que las
pecto a la realidad. Aquí. se limita a proyectar sus propios valores so- corrientes y subcorríentes, las tendencias y otros clubes de pensamien-
bre el conjunto social. Bastaría ver la importancia de la moda. del ins- to traducen, de facto, la fragmentación de estas organizaciones ho-
tinto de imitación. de las pulstones gregarias de todo tipo, de las mogéneas sobre las que se había fundado la modernidad. Ahí tam-
múltiples histerias colectivas, de las muchedumbres musicales, depor- bién, por la fuerza de las cosas, el tribalismo triunfa. Sin distinguir
tivas, religiosas de las que he hablado frecuentemente. para conven- entre izquierda y derecha, lo que prevalece es una política de clanes
cerse de lo contrario. luchando unos contra otros: y en la que todos los medios son válidos
La cosa es aún más divertida cuando observamos que, acarreada para abatir, someter o marginalizar al contrincante. En esta lucha sin
por el espíritu del tiempo de este momento, esta misma ínteíiguent- piedad las diferencias doctrinales son mínimas, y hasta ínexlstentes.,
sía, de manera inconsciente, funciona con todas las características del Sólo cuentan los problemas personales y la sumisión al líder. Es esto
tribalismo. El mundo universitario es un ejemplo acabado de esto, ya lo que suscita un sentimiento de pertenencia que abre la vía hacia los
que está constituido por un conjunto de clanes, cada uno agrupado puestos ambicionados. Que el jefe sea carismático o, al contrario, ba-
alrededor de un héroe epónimo, que maneja libremente la exctusí- ladí, importa poco. Para retomar una expresión trivial: "soy de fula-
vídad.Ia exclusión, el desprecio o la estigmatización. Y el que no tie- no", punto y aparte. Esto quiere decir que le pertenecemos y que se-
ne el olor de lajauría es, inexorablemente, repudiado. guiremos al pie de la letra sus consignas.
Lo mismo sucede con la prensa, que descubre. periódicamente y Señalemos, de paso, que es sumamente divertido ver a estos mis-
con un conformismo sorprendente, "el" pensador del siglo, "la" ge- mos políticos proponer una legislación contra las "sectas", arguyen-
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS ENCONTIlAR LAS PAlABRAS

do que éstas ~uzgan, someten y aniquilan el espíritu crítico, etcétera, la crítica individual, distan mucho de ser valores contemporáneamen-
cosas que constituyen la plataforma del tribalismo político. Aplican- te activos. El pensamiento y la acción son, ante todo, cIánicos. Éste es
do un análisis jungiano, podemos decir que esta ley "anrísectas" es el gran cambio de paradigma.
una manera de proyectar hacia el exterior una "sombra" que nos ha- En efecto. en todos los ejemplos que acabo de citar, y en todos
bita. Satanizando y atribuyéndoles a otros ciertos valores que consi- aquéllos, bastante numerosos, que, empíricamente, constituyen nues-
deramos malignos, negamos que también son nuestros. De hecho, tra vida cotidiana, podemos decir que el individuo, y el individualis-
secta y dan político poseen una estructura idéntica: el sentimiento de mo teórico que le sirve de fundamento teórico, ya no funcionan. Se
pertenencia. ha efectuado una satunuWn, en el sentido más amplio del término,
Universidad, prensa, política, sindicato. podríamos continuar la lis- del elemento fundamental de todos lo sistemas teóricos occidentales.
ta: administración. clubes, formación, trabajo social. patronato. iglesias, El "tiempo de las tribus" es el revelador de tal saturación. Ésta es la
etcétera. El proceso tribal ha llegado a contaminar el conjunto de las lección del "arcaísmo" posmodemo: estamos volviendo a actuar, en
instituciones sociales. Y es en función de gustos sexuales, de softdanda- todos los dominios, la pasión comunitaria. Podemos rehusarlo, ofuscar-
des de pensamiento. de relaciones amistosas, de preferencias ñtosóü- nos, negarlo, protegemos de él, no importa, la tendencia está ahí y
cas o religiosas que van a instalarse las redes de influencias, los compa- nos empuja hacia el prójimo, quien nos incita a imitarlo. Volverse mo-
drazgos y otras formas de ayuda mutua de las que ya se ha hablado, que da del mundo: yo soy pensado ahí en donde creo pensar, yo soy ac-
constituyen el tejido social. "Redes de redes". como lo muestro poste- tuado ahí en donde creo actuar.
ríormente, en las que el afecto, el sentimiento. la emoción bajo sus di- En el fondo, esto es la revancha de lo "díonísíaco", es esto el am-
versas modulaciones desempeñan un papel e~",~o viene al caso biente erótico de la vida social, es esto la importancia otorgada a la
decir si esto está bien o mal. Más vale reconocer que, contrariamente "proxémica cotidiana", es esto lo que está enjuego en el mito del puer
a un social racionalmente pensado y organizado. la socialldad no es etermu. El imperativo categórico kantiano. imperativo moral, activo y ra-
más que una concentración de pequeñas tribus que tratan, como pue- cional. es sucedido, utilizando una expresión de Ortega YGasset, por un
den, de conjuntarse, de entenderse, de arreglárselas. ¿Heterogeneiza- "imperativo atmosférico". que podemos entender como un ambiente es-
ción, politeísmo de valores, estructura hologramática, lógica "contra- téríco en el que únicamente importa la dimensión rransíndwídual, coleo-
dictorial", organización fractal? Ellénnino empleado importa poco. Lo tiva, y hasta cósmica.
que es seguro es que ya no es a partir del individuo, poderoso y solita- Esto es la saturación del sujeto, la subjetividad de la masa, que he
rio, fundamento del contrato social, de la ciudadanía deseada o de la llamado el "narcisismo de grupo" y otras fonnas del Urgrund colecti-
democracia representativa defendida como tal, que se constituye la vi- vo. Es decir. lo que constituye el Jont1c, también podríamos decir el
da en sociedad. Ésta es, ante todo, emocional, fusional, gregaria. Gre- fundos. de todo estarjuntos: esto es lo que le sirve de soporte. su ca-
garismo que no deja de ser chocante, pero que es necesario pensar. pital básico.
De hecho, en todas las instituciones que acabamos de mencionar, Ahí se encuentra el punto nodal filosófico del tribalismo. Hay que
el tribaliamo, más o menos "enmascarado", es de rigor. Y si pude pa- tenerlo muy presente en la mente, ya que son todavía insospechadas
recer polémico al describirlo. solamente fue así porque la mayor par- sus consecuencias sociales. Evocando un análisis de Gilbert Simon-
te del tiempo es negado. Por esto no es nada inútil, incluso paraaque- don, yo diría que lo que está en juego es lo MÁS QUE UNO. Lo que ha-
llos mismos actores de esta parodia, de darles "el olor de su propio ce que cada uno de nosotros participe en una especie de preindivi-
excremento". Pedagogía un tanto primaria pero, vaya usted a saber, dualidad El mundo y el individuo, a partir de entonces, ya no pueden
que a veces puede resultar útil. En lugar de recitamos, de manera hi- ser pensados a partir de la reduaio ud unum· cuyo esquema fue dise--
pócrita, los beneficios del universalismo, quizá deberían mejor reco- ñado por Comte y que, volens noíens; constituye la base de los diversos
nocer que son miembros de una tribu y que se comportan como ta-
les. Sólo podemos ganar cuando las cosas son claras. El libre examen, • Reducción a la unidad u homogeneización d., la vida social [T].
EL TIEMPO DE US TRIBUS
ENCONTRAR LAS PALABRAS 37
sistemas sociológicos que le sucedieron. Hay que volver al mecanis- tuación. En pocas palabras, ya no es la verticalidad del cerebro lo que
mo de participación mágica: con los otros (tríbalísmo), con el mundo prevalece, sino el despertar de la persona en su totalidad, lo que re-
(magia) con la naturaleza (ecología). En cada uno de esos casos, ya quiere, como ya he indicado (instante eterno), un "pensamiento del
no se trata de encerrarse en la fortaleza de su mente. en su identidad vientre". Un pensamiento que sepa encargarse de los sentidos. las va-
(sexual, ideológica, profesional) intangible sino, todo lo contrario, sienes y las emociones comunes.
de la pérdida de sí mismo, del gasto y otros mecanismos de pérdida En esta perspectiva encontramos un fondo arquetipal de alegrías.
que ponen en relieve la apertura, el dinamismo, la alteridad, la sed de placeres. de dolores también. que se arraigan en la naturaleza (na-
del infinito. turaleza natural, naturaleza humana, naturaleza social). "El alma de
El tríbalísmo, más profundamente, es una declaración de guerra la campiña" (Carl Ousrav Jung) que el judeocristianismo, y luego el
al esquema sustancialísta que ha marcado al ~ccidente: ~I Ser, ~io~, burguesísmo no borraron completamente, tañe de nuevo. Retoma
el Estado, las Instituciones, el Individuo, podríamos conunuar SI qUI- fuerza y vigor en lasjunglas de asfalto de nuestras ciudades, pero tam-
síéramos la lista de las sustancias que sirven de fundamento a todos bién en los daros de los bosques cuando, de manera paroxística, las
nuestros análisis. Querámoslo o no, seamos o no conscientes, la ON- tribus tecno, durante sus raoespisan extasiadas aquel barro con el que
TOLOGÍA es el punto de partida. En suma, sólo lo que dura, es est~ble, todos estamos hechos. Nos encontramos aquí en el corazón mismo
consistente. merece atención. El INDMDUO es su último avatar. El es del tribalismo posmoderno: la identificación primaria, primordial en
el Dios moderno, y la IDENTIDAD su modo de expresión. , cuanto a aquello que de humw hay en lo humano.
Pero otras culturas no descansan sobre tales fundamentos. Estas Resulta que este tomar en consideración lo sensible, del humus, del
pasaron a Oriente, el Oriente pasó por ellas. Esto no es un simplejue- cuerpo, es algo común y corriente en numerosas culturas. Es lo que
go de palabras. La oríentalízacién difusa que contamina nuestra ~da nos puede hacer decir que el milenio que se inaugura ante nuestros
cotídíana:" sincretismos religiosos o filosóficos, maneras de vesurse, ojos no será tan catastrófico como algunos predicen. Sin embargo,
de alimentarse, técnicas corporales, todo esto, es del orden de la ON- __ marca, sin lugar a dudas, el fin de una época. La de un mundo orga-
TOGENESIS. Quizás es esto el "más que uno" del que se ha hablado. nizado a partir del primado del individuo. Individuo, recordérnoslo,
Quizás es esto el retorno del "niño eterno", quizás es esto la impor- capaz de ser el amo de su historia y así pues de realizar, junto con
tancia que se le otorga al presente. Una forma de duración que se ci- otros individuos con la misma característica, la historia del mundo,
mienta sobre la no permanencía de la gente y de las cosas, el dinamis- El regreso avasallador del destino, del cual somos tributarios, es co-
mo del devenir, la prevalencia de las situadones. rrelativo al de la comunidad.
Se trata, con las consecuencias sociológicas que implica, del desli- Destino comunitario, comunidades de destino, he aquí la "marca"
zamiento del individtw de identidad estable ejerciendo su función del tribalismo. Esto no va sin producir cierto temor, ya que estábamos
dentro de los conjuntos contractuales, a la persona que desempeña pa- acostumbrados a la mecánica de la sociedad como se había ordena-
peles dentro de tribus afectuales. He aquí precisamente la participa- do desde el principio de los tiempos modernos. Es este temor lo que
ción mágica en algo de preindividual, o también el hecho de que uno suscita el catastroflsmo a la moda, y que ve en el tribalismo el retor-
no existe más que dentro del marco de un inconsciente colectivo. no de la barbarie. Sin embargo, por una parte, la barbarie ha sido fre..
A partir de entonces, la soberanía del ego cogito pierde su importan- cuentemente la ocasión para regenerar un cuerpo social lánguido y
cia. Lo mismo sucede con el sujeto actuante, así como con el ciuda- debilitado después de un largo periodo de endogamia. y, por otra par.
dano actor voluntario de un contrato social racionalmente regulado. te, ¿por qué un ideal comunitario sería más nocivo que el ideal socie-
El universalismo, del sujeto, de la razón, avalar de un Dios trascen- tario? Podemos, en todo caso, constatar que genera calor humano.
dente, cede su sitio a razones y a afectos locales. particulares, en si- La proxémica conforta los afectos. La horizontalidad fraternal. pro-
pia del tribalismo, es causa y efecto de lo que he llamado "lo erótico
5 Gr. P. Le Quéau, LA Ienuuion botuJdI,is¡" París, Desclée de Brouwer, 1998. social".
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS ENCONTItAII. LAS PALAlIII.AS

,_ Echarse una mano, encontrar nuevas fonnas de solidaridad, de ge- nacientes que, más allá de los prejuicios, de los pensamientos para-
nerosidad, instalar dispositivos. caritativos, todas estas son oportuni- noicos y otros simplismos morales, forman nuestras sociedades. St-
dades para vibrarjuntos, para expresar ruidosamente el placer de es- guíendo siempre esta misma mentalidad no prejuiciosa y no norma-
tarjuntos o para emplear una expresión algo trivial frecuente en las tiva se tiene que aprender a volver a las mismas cosas. Sabio adagio
jóvenes generaciones: "reventarse". Expresión pertinente si tenemos fenomenológico (zu den Sac4m mbst) que permite aprehender la ló-
en cuenta que destaca el fin de la fuerte identidad individual. Nos re- gica interna de un fenómeno, su esencia íntima. Es precisamente de
ventamos en la efervescencia musical, en la histeria deportiva, en el esto de lo que se trata en relación con las tribus posmodemas. Ya es-
calor religioso, pero igualmente en una ocasión caritativa o, también, tán aquí, y esto, como he indicado a menudo, para bien o para mal.
en una explosión política. Su complejidad, su aspecto complicado, requiere una cierta com-
Estaríamos, por cierto, bien inspirados si prestáramos atención a esas plicación en su enfoque. Por esta razón este libro posee, espero, una
explosiones calificadas demasiado rápidamente de políticas. En efecto, construcción orgánica por medio de sedimentaciones sucesivas que
contrariamente a la lógica política, lógica moderna por excelencia, en la lo constituyen: las características esenciales del tribalismo, el sentí-
que todo está programado, en la que la acción se inscribe dentro de un miento de pertenencia, la constitución de redes horizontales, la sim-
mecanismo táctico y estratégico, si no es que previsto, por lo menos pre- biosis afectual, y los mecanismos de contaminación que todo esto no
parado, las explosiones sociales contemporáneas son tan violentas como deja de suscitar. He aquí su orden o su razón interna.
repentinas. Son, también, efímeras. No es éste un sitio para analizarlas, Pero para aprehenderlos, o por lo menos para entenderlos, no sir-
basta indicar que expresan, de manera paroxística, el papel de las pasio- ve de nada aquello que maliciosamente santa Teresa de Ávila llamaba
nes, la importancia de las emociones compartidas. Se trata de una pues- "toda la leña reunida de los discursos". También podríamos mencio-
ta en escena en la que el papel principal no le toca a un individtwracimull, nar los discursos huecos de los sistemas teóricos, de todas las tenden-
sino a una pernmaque desempeña, teatralmente, un papel dentro del mar- cias y variantes reunidas. Es en este sentido que es importante, labor
co de una teatralidad comunítaría., colectiva si la hay. "encontrar las palabras" menos falsas posibles. ¡A vo-
Algunas mentes brillantes se han dedicado a mostrar la importancia lar por el momento los métodos, los "terrenos" o las investigaciones
del "ideal eomunítarío"." En nuestros días revive. Yen vez de negar o de cualquiera que éstas sean! Dejémoslos a los contadores, a los adminis-
satanizar tal renacimiento, quizá sería mejor trazar sus diferentes sobre- tradores del saber y a cualquier otro "pensadorzuelo". Cuando se pro-
saltos. Renacimiento de "comunidades espirituales" (Gabriel Tarde), qui- duce un cambio de paradigma hay que saber, paradójicamente, cavar
zás hasta podemos hablar, como Bachelard, de "narcisismo cósmico", en profundo y apegarse a la superficie de las cosas. Esto es el pensamien-
todo caso de algo que supera, y por mucho, a los individuos que las com- to radical del que hablé al principio: localizar las raíces para apreciar
ponen. Algo que reposa en el contagio y en la inflación del sentimiento. mejor el crecimiento que éstas permiten. Yesto, en función de los gus-
Algo que, a partir de un arraigamiento específico, integra en una religa- tos, por el simple placer de ver o por el de actuar. Como se quiera.
ción cósmica. Contrariamente al uníverselísmo abstracto, propio de lasfi- En todo caso, frente a las mentes lastimeras, está lo que aprendí
losofías modernas, el tribalismo pone en juego un mecanismo complejo de la lección generosa de mis maestros y de la experiencia. Es lo que
constituido por participaciones mágicas, por interacciones múltiples, de transmito a mis estudiantes. Así lo dijo. con más belleza, Rainer Ma-
concordancia entre la gente y las cosas. ¡Eseste hervidero lo que hace que na Rilke:
la época sea tan atractiva!
En efecto, como lo aconseja Leibniz, en el espíritu que le es pro- Con más arte plegaria las ramas
pio, se trata de "no despreciar casi nada". En todo caso no las cosas de los sauces
Aquel que, de los sauces aprehendiera
6 Los remito a las referencias y a los análisis que he dado en M. Maffesoli, La tmns- las raíces.
f<gllmJíun tUI politU[lIe, In trihali.<alihn dll moruu, París, Gras..et, 1992. (Sonetos a Oifeo, 1, 6)
40 EL T1EMI'O DE LAS TRIBUS

Son las cosas mismas las que nos enseñan lo que son y, muy a me- A MODO DE INTRODUCCIÓN
nudo. para pensarlas convenientemente necesitamos saber llevarle la
contraria a los pensamientos conformes.
Tal como lo deda al principio, esto no se hace sin dificultad. Zar-
par con rumbo a alta mar, de la tranquila certeza de las teorías esta-
blecidas, siempre es doloroso. Igualmente, cavar para buscar las raí-
ces requiere un esfuerzo. Pienso haberme ~plic~d~. ~ora le ~o~a .at ALGUNAS PRECAUCIONES USUALES
lector proseguir este esfuerzo. Y esto, lo repito, sm JUlClOS a primi, sm
pensamientos preconcebidos. De esta, manera se podrá ver en el sor- Ambiente, he aquí un término que aparecerá a menudo a lo largo de
prendente mimetismo.tribal otra manera de pensar 0, C? to~o.caso, este libro, por eso quizá sea de utilidad decir en algunas palabras lo
de vivir la relación con la alteridad. Este esfuerzo podrá, asnmsmo. que ha presidido su elaboración.
darle el sentimiento de que la vida, a.pesar de todo, perdura. Y que Comencé una obra anterior apadrinado por Savonarola... Esta vez
esta vitalidad es asumida, vo/ernnalms, por las tribus contemporáneas invocaré a Maquíavelo, haciendo referencia a lo que él llama "el pen-
que se ocupan de ella En.loque me concierne, es esto ~o ~ueme con- samiento de la plaza pública". Para aquellos que leen, o que saben
vierte en espectador conmqv.ido de esta pobre mueca Simiesca, espec- leer, en este momento en donde llega a su fin la era moderna, se per-
tador enternecido de este pobre y noble gesto humano. sigue de este modo una reflexión de largo alcance, que por medio de
las nociones de poder, socialidad, cotidiano, imaginario, pretende es-
Les Chalp-Cervieres tar atenta a aquello en lo que se cimienta profundamente la vida co-
21 de julio de 2000 rriente de nuestras sociedades. Actualmente, la preparación del terre-
no permite orientar firmemente el rumbo hacia la culturo, que debe
entenderse en el sentido más amplio del término y que hoy prevale-
ce sobre el proceso económico-político. El énfasis que se da a los di-
ferentes rituales. la vida banal, la duplicidad,losjuegos de apariencia,
la sensibilidad colectiva, el destino. en pocas palabras a la temática
díonísraca, que, aunque se haya prestado a broma, no deja de utilizar-
se a menudo de diversas maneras en numerosos análisis contemporá-
neos. Es normal, pues la historia del pensamiento muestra claramente
que.junto con mimetismos intelectuales o autolegitimaciones aprío-
rísticas, existen legitimidades que se verifican con el uso. Algunos ad-
ministran un saber capitalizado, otros, en el sentido etimológico del
término, "inventan", es decir, sacan a la luz lo que ya existe pero que
nos cuesta trabajo discernir.
Sin embargo, no hay motivos para mostrarse triunfalistas, Este dis-
cernimiento no es nada fácil. Expresión de una prudencia sin duda
necesaria pero a menudo demasiado mortífera, el espíritu de lo so-
lemne domina nuestras disciplinas. Por otro lado, es interesante no-
tar cómo a veces hace buen equipo con la desenvoltura más preten-
ciosa. ¿Existe acaso una gran diferencia entre lo que Max Weber
llamara el "pequeño engranaje" de un pensamiento tecnocrático y la

[41J
42 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS .... MODO DE INTRODUCCiÓN

indiferencia que obtiene beneficio en detrimento de lo que él (? presta fácilmente al recorté conceptual. Dejemos esto a los notarios
otros) sembraron tiempo atrás? En realidad ambas cosas no hacen SI- del saber, que creen hacer ciencia dirigiendo el reparto clasificado de
no confortarse mutuamente, yel hecho de que sean ensalzadas por lo que supuestamente toca a cada quien. No tiene importancia que
un público embobado merece atención. ¿Se debe entonces, como ha- el reparto se haga en función de las clases, de la categoría socíopro-
cen algunos, vilipendiar una época apática y un tanto ignorante? No fesional, de las opiniones políticas o de otras detenninaciones aprio-
seré yo quien caiga en esta solución simplista. Es normal que algunos rísucas. Para emplear un término un poco bárbaro, que trataremos
representen el papel de bufones ante periodistas ap~esurados. Des- constantemente de aclarar, intentaremos mantener aquí una perspec-
pués de todo, esto también forma parte del legado so~t~, pero. ~ pue- tiva "holística": aquello que, dentro de una constante reversibilidad,
de igualmente imaginar que exista alguien con ambiciones distintas: une la globalidad (social y natural) y los distintos elementos (medio
dirigirse a aquellos que quieren pensar por sí mismos y que hallan e~ y personas) que la constituyen. Lo que, en el curso de la temática que
tal libro, o en tal análisis, una ayuda o un instrumento que les penm- reivindico, equivale a unir los dos extremos de la cadena: el de una
fa presenciar la Epifanía de su propio pensamiento. ¿Ingenuidad, pre- ontogénesis existencial y el de la trivialidad más simple.' La primera
tensión? El tiempo 10 dirá. Sólo algunos espíritus sagaces sabrán an- iluminará, como si se tratara de un rayo láser, las distintas manifesta-
ticiparlo. ciones de la segunda.
Ya se habrá comprendido que la ambición de la presente obra es Es obvio que, en la perspectiva de "la separación" que aún sigue
dirigirse misteriosamente, sin falsa simplicidad ni inútil complicación, desempeñando un papel dominante, está manera de proceder es in-
a la comunidad de espíritus que, al margen de capillas, camarillas y quietante, y se preferirán enfoques; ya sea monográficos o delibera-
sistemas, entiende aquella "hommeríe" de que hablaba el sabio Mon- damente teóricos. Sin embargo, haré a un lado las delicias intelectua-
taigne y que es también su suerte y predicamento. Mentes libres, por les de cada una de estas actitudes, confiando en que el hecho de que
supuesto, pues se verá que por medio de los derroteros que siguen, ciertas consideraciones "no actuales" pueden hallarse en perfecta ade-
es menester ser dueño de los propios movimientos para emprender cuación con su tiempo. Por lo que aquí nos ocupa, haré referencia a
la aventura del pensamiento. Freischwebende InteUigentsia. Es ésta una Léví-Strauss, quien, con el interés por todos conoddo, mostró que no
perspectiva que puede ser inquietante, pero que no carece de interés tenía caso exacerbar la división clásica entre magia y ciencia, pues al
para quienes conceden a dicha aventura la calidad que le es debida. acentuar los "datos sensibles", la primera había estado presente en el
En suma, no tengo ninguna gana de hacer uno de esos libros que, co- desarrollo de la segunda.\! Por mi parte, intentaré llevar hasta el lfmi-
mo decía G. Bataille, "invitan a la facilidad a aquellos que los leen ... le la lógica de semejante comparación, o cuando menos aplicarla a
(uno de esos libros que) convienen, las más de las veces, a mentes va- tipos de polaridad cercanos. Esto lo explicaré de manera más detalla-
gas e impotentes cuyo fin es huir y dormir" (CEuvres romptetes, t. VIII, da en el capítulo final, pero me parece que nos encontramos ante
p.583). Una paradoja fecunda, además de muy útil a la hora de apreciar con-
No se trata aquí de satisfacer ningún capricho, sino más bien de figuraciones sociales que se apoyan cada vez más sobre la sinergia de
proponer algunas precisiones que no serían inútiles, ya que no res- aquello que antes se tenía tendía a separar.
petaremos la tradicional repartición disciplinaria, lo cual, natural-
mente, no permitirá beneficiarnos de la tranquilidad intelectual que
suele conllevar. Pero es precisamente el objeto abordado el que re-
clama esta transgresión. En efecto, en la actualidad hay un hecho ca- I Reconocemos aquí un planteamienw que adoptaron pensadores como A. SchulZ,

da vez más aceptado: la existencia social que aquí nos ocupa no se G. H. Mead y E. Goffman, sobre este tema remiWa U. Hannerz, &púmTlaviJl,~París,
Minuit, cap. 4; y sobre el vaivén del que se habla en este texto véase p. 277. Podemos
citar asimismo a P. Berger y T. Luckmann, Lo ronstntction sorioletk la mJl.iU, París, Me-
ridiem Klinclsied, 1986.
• "Hommerie" como gesto humano [T,]. 2C. Lévi- Strausa, l.a pemk Mllvagt, París. Plon. 1962. pp. 19 ss.
EL TIEMPO DE LA.S TRiBUS A !l{ODO DE INTIlODUCC¡ÓN

-La antinomia entre el pensamiento erudito y el sentido común Vemos, así pues, la importancia del aviso enunciado anterionnen-
parece darse por descontada. Y, naturalmente, al primero suele pa~ te: el hecho de que el dinamismo social no adopte ya los métodos pro-
recerle deficiente el segundo: cuando no se le califica de "falsa con- pios de la modernidad no significa que haya dejado de existir. Y, si-
ciencia", el sentido común es, en-el mejor de los casos, estúpido. El guiendo el trayecto antropológico que he indicado antes, podremos
desprecio a las anima candida es la piedra angular de la actitud inte- mostrar que hay una vida casi animal que recorre en profundidad las
lectual. En otra ocasión ya me he pronunciado sobre tal fenómeno, diversas manifestaciones de la socialidad. De ahí la insistencia en la
pero ahora quisiera mostrar que esto explica a menudo la incapaci- "religación". en la religiosidad. parte esencial del tribalismo que nos
dad que se puede tener a la hora de comprender lo que, a falta de va a ocupar.
un término mejor, llamaremos la vida. Referirse a la vida en general Sin acudir a ningún contenido doctrinal, se puede hablar a este
es muy arriesgado. Puede conducir, en particular, a ensoñaciones sin respecto de una verdadera sacralización de las relaciones sociales, de
.futuro; pero en la medida en que seamos capaces de frenar esta pueg. eso que. a su manera, el positivista Durkheim llamó lo "divino social".
ta en perspectiva de los "datos sensibles" evocados anteriormente, Es así como, por mi parte, entiendo la Potencia de la socialidad, la cual
podremos arribar a esta existencia concreta, tan ajena a los racíod- mediante la abstención, el silencio y la astucia, se opone al Poder de
nios desencarnados. Al mismo tiempo, es importante conservar la lo económico-polüiro, Concluiré esta primera aproximación con una
posibilidad de practicar la navegación de altura: es así como "inven- clarificación aportada por la cábala, para la cual las "potencias" (Se-
tamos" nuevas tierras. Y esto nos lo permite la categoría general. Tal firot) constituyen la divinidad. Según G. &holem, estas potencias son
es, pues, la apuesta de la sinergia en cuestión: proponeruna sociología los elementos primordiales "en lo que se funda todo lo real", así, "la
vagabunda que, al mismo tiempo, no caraca de objeto. vida se propaga hacia el exterior y vivifica la creación pennanecien-
El movimiento reversible que va del formismo a la empatía pue- do al mismo tiempo en el interior de manera profunda; y el ritmo se-
de igualmente permitir dar cuenta del deslizamiento de importan- creto de su movimiento, de su pulso, es la ley de la dinámica de la na.
cia que se está operando desde un orden social en escencia mecanis- turalezav.! Este pequeño apólogo permite resumir lo que es, a mi
ta hacia una estructura compleja de predominio tngánico. Estamos juicio, el papel de la socialidad: más acá o más allá de las formas ins-
asistiendo a la sustitución de la Historia lineal por el mito redundan- tituidas. que siempre existen y que a veces dominan, existe una cen-
te. Se trata de un regreso al vitalismo, cuyas distintas modulaciones tralidad subterránea infurmalque garantiza el perdurar de la vida en so-
intentaremos mostrar. Los diferentes términos evocados se encade- ciedad. Es hacia esta realidad que conviene volver nuestras miradas.
nan, además, los unos sobre los otros; la organicidad retoma al im- No estamos acostumbrados a ella, nuestros instrumentos de análisis
pulso vital o aquella vida universal tan cara a Bergson, quien, no hay están un poco anticuados. sin embargo, múltiples indicios, que inten-
que olvidarlo, proponía una intuición directa para hacerla conscien- taré formalizar en este libro. nos dicen que éste es el continente que
te. M. Scheler y G. Simmel compartieron asimismo esta visión de la tenemos que explorar. Nos encontramos ante un verdadero desafio
unidad de la vída." Volveré frecuentemente sobre semejante puesta para los decenios venideros. Ya lo sabemos, siempre empezamos a re-
en perspectiva, pues además de que ésta permite comprender el pan- conocer lo que es post festunr, aún es necesario mostrarnos lo sufícíen-
vitalismo "oriental" presente en numerosos pequeños grupos con- temente lúcidos y desprovistos de prejuicios intelectuales para que es-
temporáneos, da igualmente cuenta de la emoción y de la dimen- ta demora no resulte demasiado importante.
sión "efectual" que los estructuran como tales.

~ M. Scheler, NaJ"'" ~/IONtU'.\ rk lo- :rympallú", (.Im/ri/mlion a l'itud" des In;. ck la vie émt>-
tion,u/U, París. Payot, 1928, p.1I7. 4G. Scholem, La mYSj~jfliw, París, Ceñ, 1985, pp. 5938.
El.. TIEUPO DE LAS TRI5US A MODO DE INTRODUCCiÓN

QUOMODO tica supone que "se es" de eso mismo que se describe, necesita una
"cierta comunidad de perspectiva".7los etnólogos y los antropólogos
En efecto, es preciso adecuar, en la medida de lo posible, nuestras han insistido ociosamente en este fenómeno, ya es hora de que lo
maneras de pensar y los objetos (re)nacientes a los que pretendemos aceptemos para las realidades que nos tocan de cerca.
acercarnos. ¿Cabe hablar a este respecto de revolución co~micana? Pero como todo lo que nace es frágil, incierto y plagado de imper-
Puede ser. En todo caso, hay que demostrar una buena dosis de rela- fecciones, nuestro acercamiento ha de tener también estas mismas
tivismo, aun cuando sólo sea para mostramos receptivos a un nuevo cualidades. De ahí la apariencia de ligereza. Un terreno movedizo re-
estado de las cosas." quiere un andar consecuente con él, por lo que no es ninguna ver-
En un primer planteamiento, y para ir a contrapelo de una actitu? güenza practicar suifsobre las olas de la soclalidad. Es; incluso, una
harto difundida en la modernidad. quizás haya que aceptar ser deli- cuestión de prudencia, que además no deja de revelarse eficaz. A es-
beradamente inútiles; prohibirse cualquier corto circuito con laprác- te respecto, la utilización de la metáfora es perfectamente pertínen-
tica y negarse a participar en un co.nocimiento i~stnlment.al. Recuer- te, más allá de sus títulos nobiliarios y de su uso en las producciones
do a este respecto el ejemplo, cunosamente olvidado, de los padres intelectuales de todos los periodos de efervescencia. permite las cris-
fundadores de la sociología, quienes, según la frase de aquel gran talizaciones específicas que son las verdades aproximativas y momen-
historiador de la disciplina que es R Nisbet, "no dejaron jamás de ser táneas. Se ha dicho que Beethoven solía encontrar en la calle los mo-
artistas". y no olvidaremos que las ideas que posterionnente pueden tivos de sus más bellos temas. El resultado es innegable.¿Por qué no
estructurarse como teoría, resultan ante todo "del ámbito de la ima- escribir nosotros también nuestras partituras a partir de la misma
ginación, de la visión, de la íntuíción"." El consejo es oportu~o, pues fuente?
fue así como, a finales del siglo pasado. los pensadores aludidos, en Al igual que ocurre con la persona y sus máscaras en la teatralidad
la actualidad autores canónicos, fueron capaces de proponer sus per- cotidiana, la socialidad es estructuralmente astuta e inasible; de ahí
tinentes y plurales análisis de lo social. Aunque sólo fuera por la fu~r­ la desazón de los universitarios. los políticos o los periodistas, al des-
za de las cosas, es decir, cuando nos vemos confrontados a cualquier cubrir que está en otra parte cuando creían haberla comprendido. En
(re) novación social, es de swna im portancía practicar cierto "dejar" una carrera casi desesperada. los más honestos de entre ellos se deci-
teórico, sin que por ello, según señalé, renunciemos al espíritu o fa- den entonces a cambiar subrepticiamente de teoría y a producir otro
vorezcamos la pereza y la fatuidad intelectual. ~n la tradición com- sistema explicativo y completo para poder captarla de nuevo. ¿No se-
prensiva, que es la mía, se procede siempre mediante verdade~ ap:o- ría mejor, como ya dije, "serlo" y practicar igualmente la astucia? En
ximativas. Esto es tanto más importante cuando se trata del ámbito vez de abordar de frente -de manera positivista o criticándolo- el da-
de la vida corriente. Aquí, con más razón que en otros ámbitos, no te- to social que es huidizo, utilizar una táctica matizada y atacar de ma-
nemos por qué preocuparnos de lo que podría ser la verdad absolu- nera indirecta. Tal es la práctica de la teología apofática, que no ha-
ta. La verdad en este caso es relativa. dependiente de la situación. Se bla de Dios sino por omisión. Así, en vez de querer, de manera
trata de un "situacionismo" complejo, pues el observador está ala vez, ilusoria, aprehender firmemente un objeto, explicarlo y agotarlo, es
aunque sólo sea parcialmente, integrado en la situación concreta q,ue mejor contentarse con describir sus contornos, sus movimientos, sus
describe. La competencia y la apetencia van a la par, y la hermenéu- vacilaciones, sus logros y sus diversos sobresaltos. Pero como todo se
sostiene, esta astucia podrá asimismo aplicarse a los distintos instru-
mentos que se utilizan tradicionalmente en nuestras disciplinas y con-
1; Yo he dedicado un libro a este prohlema: M. Malfesoli, La rrmn"imma ordina.i1l',

París, Meridiens Khncksieck, 1985. Gf. también. ÉllJ(!,'tde la. míson se....ihle, París, Grasset,
1996. 7Acerca de este tema, "a certaín oommunity of outlook" los remito al libro de W.
6 R. Nisbet, tulmdilinn.wáowgiqlll'.. París, PUF, 1981, p. 33 Outhwalte, UJtdentanJing .fOCiallife, Londres, A1len and Unwin, 1975.
EL TIEMPO DE LAS TRllIUS
A MODO DE INTIlODUCCIÓN

servar de ellos lo que tienen deútil, ya! mismo tiempo superar su ri- Se puede daruna idea del deslizamiento que está produciéndose en
gidez.A este respecto. sería bueno hacer lo que Ooffman, e~~ ?tr? la actualidad y de la tensión que éste suscita en el esquema siguiente:
marginal fue un inventor de conceptos. aunq~e a veces prefin.~ un-
lizar palabras antiguas confiriéndoles un senud~ nuevo o haciéndo- SOCIAL SOCIALIDAD
las entrar en combinaciones originales que rompieran con la pesadez
de los neologismos"." Preferir los "míníconceptos" o las nociones a Estroduro -w..iro F.strvdum f".OfIIpúja u OfXdnicn
las certidumbres establecidas, aun cuando esto pueda resultar cho- (Modernidad) (Posmodernidad)
cante, es, a mijuício. testimonio de una actitud mental que pretende
situarse lo más cerca posible de esta desordenada marcha caracterís-
tica de toda vida social.
t

I{~~~~~)
agrupamienl~ contractuales
l
Organieaclones «onómlco-políti<:all
(Venus)
Masas
t

~;;;l~
tribus aittlUales

(dominios cultural, productivo, lIexuaI, ideológico)


OBERTIlRA

Así queda esbozado a grandes rasgos el marco general en el que se


moverán las diversas consideraciones sociológicas siguientes. El 3J,U- Es en función de esta doble hipótesis (deslizamiento y tensión)
blente de una época es, en consecuencia. el de una investigación. Es- que, fiel a mi manera, haré intervenir diversas lecturas teóricas o in-
ta se extiende a lo largo de varios años. De manera regular, sus resul- vestigaciones empíricas que me parezcan útiles para nuestra re-
tados provisionales fueron "probados" por varios colegas y por v.l;rios flexión." Como ya he indicado, no pretendo hacer aquí ninguna dis-
jóvenes investigadores tanto en Francia como en numerosas umver- criminación al respecto, por lo que, junto con obras sociológicas,
sídades en el extranjero. Se basa sobre una paradoja esencial: filosóficas o antropológicas, se cita con igual derecho la novela, la poe-
El constante vaivén que se establece entre la masificación creciente y el de- sía o la anécdota cotidiana. Lo esencial es poner en relieve algunas
sarrollo de los mUrogrupos que UamaTi "tribus". formas que, por "irreales" que puedan parecer, sean capaces de per-
Se trata aquí de una tensión fundadora, que creo caracteriza la so- mitir la comprensión, en el sentido más amplio del término, de esta
cialidad de este fin de siglo. A diferencia del proletariado o de otras multiplicidad de situaciones, experiencias, acciones lógicas y no lógi-
clases, la masa, o el pueblo, no descansa sobre una lógica de la iden- cas que constituyen la socíalídad.
tidad; al no tener un objetivo preciso, no es el sujeto de una historia Entre las formas analizadas figura. por supuesto, la del tribalinno.
en marcha. La metáfora de la tribu permite, como tal. dar cuenta del en la que se centra esta obra. Dicha forma va precedida por las de la
proceso de desindividualización, de la saturación de la función que le comunidad emocional, la potencia y la socialidad que la fundan, y va
es inherente y de la acentuación del papel que cada persona' está lla- seguida por las del policuhuralismo y la proximica que son sus cense-
mada a desempeñar en su seno. Se da por supuesto que, así como las
masas se hallan en perpetua ebullición, las tribus que se cristalizan en
ellas no son estables y que las personas que componen estas tribus
pueden cambiar de una a otra. r
• Existe un asp«to exoterico un aspectoesolérico en todo planteamiento. El apa-
rato critico es su expresión. Con el fin de no recargar el cuerpo del texto, este apara-
1.0, en ~I que se exponen de manera máll pormenorizada mis coeeíderaoonee, ha que-
dado relegado al final de la obra. Estasreferencias, ademáll de los elementos iIustmtivos
8 V. Hanne.-z, rJ/J. riL, p. 263 . que pretenden suministrar, pueden permitir a los lectores abundar en SUB propias in-
• Recordemos que en griego "persona" significa más<::ara o nadie [T.l. vestigaciones.
50 EL TIEMPO DE LAS TRIBU~ "MODO DE INTRODUCCIÓN 51

cuencias. Yo propongo. in fine, para aquellos interesados, un "méto- distas. sin olvidar, por supuesto. a aquellos que son, simplemente, de
do" teórico para poder guiarse por medio de lajungla inducida por cultura. Es a todos ellos a quienes me dirijo. haciéndoles la indica.
el tríballsmo. No cabe duda de que, en los asuntos abordados, hay cíón de que el presente libro no pretende ser sino una simple inicia.
una cierta monotonía y también una cierta redundancia. y ello en cíón para penetrar lo que es. Si es ficción, es decir. si va hasta el lími-
función del objeto estudiado. Al igual que las "imágenes obsesivas" te de una cierta lógica. no "inventa" más que lo que existe; lo que,
que se pueden descubrir en toda obra literaria, poética, cinematográ- desde luego, le prohíbe proponer alguna solución para los tiempos
fica. etcétera, cada época repite, de manera punzante. múltiples va- por venir. Por el contrario, al tratar de plantear diversas cuestiones,
riaciones alrededor de algunos temas conocidos. Así, en cada una de que pretenden ser esenciales, propone un debate en el que no tienen
las formas abordadas. se descubren las mismas preocupaciones, sien- cabida las evasivas, las aprobaciones mediocres ni mucho menos los
do solamente el ángulo de ataque el que cambia. De este modo, espe- silencios truculentos.
ro poder dar cnmplidacuenta del aspecto policromático del todo so- Hay épocas que viven en la efervescencia y que tienen necesidad
cíal. En una notoria acusación contra la maquinaria causal. G. Durand de impertinencias roborativas, yo espero haber contribuido a ello. Son
habla de la "teoría del recital", que sería la manera más adecuada de asimismo periodos en donde las utopías se banalizan, se realizan, _y
traducir la redundancia del relato mítico, así como de sus dobletes y en donde abundan los sueños despiertos. ¿Quién dijo que estos mo-
de las variantes que difunde.é Esta teoría conviene perfectamente al mentos soñaban los siguientes? Tal vez menos como proyecciones que
"conocimiento" ordinario que elaboramos aquí y que se conforma como ficciones hechas de retazos dispersos, de construcciones inaca-
con detectar y re-citar la eflorescencia y el abigarramiento repetitivo hadas, de tentativas más o menos logradas. Conviene. por supuesto.
de un vitalismo que, de manera cíclica. lucha contra la angustia de la hacer una nueva interpretación de estos sueños cotidianos. Es ésta la
muerte repitiendo lo mismo, ambición de este libro. ¡Soñadora sociología!
Pero esta teoría del recital, un tanto estética, no está hecha para
quienes creen que es posible esclarecer la acción de los hombres, y
menos aún para quienes, confundiendo al estudioso con el político,
piensan que es posible actuar. Es, más bien, una determinada forma
de quietismo. que se conforma con re-conocer lo que es, 10 que suce-
de. U na valoración del primum vivere en cierta manera. Como ya be
dicho. estas páginas están forzosamente reservadas a unos hafrfrJ fe».
Re-conocer la nobleza de las masas y de las tribus es patrimonio de
una cierta aristocracia del espíritu. Quiero precisar, no obstante, que
dicha aristocracia no necesariamente está reservada a una determi-
nada capa social ni a un determinado gremio, y menos aún a especia-
listas. Debates, coloquios y conversaciones me han enseñado que se
encuentra equitativamente repartida entre un gran número de estu-
diantes, de trabajadores sociales, de hombres con decisión, de perio-

9 G. Durand. "La BeaUl.écomme présence paradétique: essai SUT les resurgences


d'un ba&in sémanuque'', f.'ranl.l5, vol, 53.1984, Frankfurt·Main.lnsel, 1986, p. 128. So-
b.-e el tema de las 'fmagenes obsesivas" utilizado antenonnente, d. C. Mauron, & 1M-
1lIp/IIJr1U obsidallzes a" m]tJ~ pusonm!~ Parí,.]. Corti, 1962.
1. lA COMUNIDAD EMOCIONAL
ARGUMENTOS DE UNA INVESTIGACIÓN

EL AURA ESTÉTICA

Aunque adopte a veces una forma lancinante, habrá que volver regu-
larmente sobre el problema del individualismo, aun cuando sólo fue-
ra porque obnubila, de manera más o menos pertinente, toda la re-
flexión contemporánea. Como tal, o bajo una forrna derivada cuando
se habla de narcisismo. se halla en el centro de numerosos libros, ar-
ticulas y tesis que lo abordan desde un punto de vista psicológico, na-
turalmente. pero también desde un punto de vista histórico, socioló-
gico o político. Es, en cierto modo, un paso obligado para quien
pretende contribuir a la construcción de un saber sobre la moderni-
dad. Esto no es, en absoluto, inútil. Lo que sí plantea más problemas
es cuando las circunstancias hacen que el individualismo se convier-
ta en el sésamo explicativo de un sinnúmero de artículos periodísti-
cos, discursos políticos o propuestas moralistas. Éstos, sin menoscabo
de cualquier tipo de prudencias o de matices eruditos, difunden por
ello mismo un conjunto de pensamientos convencionales y un tanto
carasrroflstas sobre el ensimismamiento, sobre el fin de los grandes
ideales colectivos o, entendido en su sentido más amplio, del espacio
público. Nos encontramos entonces confrontados a una especie de
dvxa, que quizá no esté destinada a durar mucho, pero que está am-
pliamente aceptada y que corre el riesgo, por lo menos, de disfrazar
o negar las nuevas formas sociales que se elaboran en nuestros días.
Tanto, que algunas de ellas pueden tener expresiones muy vistosas,
mientras que otras se mantienen completamente soterradas. El aspec-
to espectacular de las primeras sirve, por otro lado, a clasificarlas en
las rúbricas de las extravagancias inconsecuentes que se dan regular-
mente en los períodos problemáticos, lo cual facilita la propensión a
la pereza, característica de toda doxa.
No tengo la intención de abordar aquí frontalmente el problema
del individualismo, pero a menudo hablaré de ello a contrario. Lo
esencial es indicar, describir y analizar las configuraciones sociales
que parecen sobrepasarlo; a saber, la masa indefinida, el pueblo sin

[531
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
54 LA COMUN'lDAD EMOCIONAL 55

identidad o el rríbalismo como nebulosa de pequeñas entidades lo- nalidad" que sólo permite existir en "la mente de los demés'"! Tal
cales. Se trata, por supuesto. de metáforas que pretenden acentuar perspectiva nos obliga a superar la clásica dicotomía entre el sujeto y
ante todo el aspecto confusional de la sodaíídad, siempre la figura el objeto que sirve de fundamento a toda la filosofía burguesa. El
emblemática de Dionisia. A título de ficción, propongo hacer "como acento no está puesto sobre lo que une, sino en lo que separa. Tam-
si"lacategoria que nos ha servido durante más de dos si~los para ana- poco en la historia que construí contractualmente asociada con otros
lizar la sociedad estuviera completamente saturada. Se dice que la rea- individuos racionales, sino en un mito en el que participo. Los hé-
lidad supera a menudo la ficción, intentemos, entonces, ponemos a roes.Ios santos o las figuras emblemáticas pueden existir, pero son en
la altura de la primera. Tal vez haga falta mostrar, como lo.h~ hecho cierto modo ideales-tipo, "formas" vacías, matrices que permiten a ca-
algunos novelistas, que el individuo no pos~e ya la sustancíalídad ~;te da quien reconocerse como tal y comulgar con los demás. Dionisia.
le habían reconocido por lo general los filosofas desde la Ilustración. Donjuan, el santo cristiano o e! héroe griego; se podrían desgranar
Por supuesto. se trata de una postura previa. Tal. será, en .definitiva, la hasta el infinito las figuras míticas y los tipos sociales que permiten
vía que tomaremos, esclareciéndola con algun~ anotaciones, obs~r. una "estética" común y sirven de receptáculo a la expresión del "no-
vaciones o anécdotas, que, si bien serán ímperünentes, no careceran sotros". La multiplicidad de tal o cual emblema favorece infaliblemen-
totalmente de fundamento. te la emergencia de un fuerte sentimiento colectivo. Esto es algo que
El teatro de Beckett nos indica el camino al destruir la ilusión de vio bastante bien P. Brown al analizar el culto de los santos- en la An-
un individuo dueño de sí y de su historia. De la manera más paroxís- tigüedad tardta.t Al crear una cadena de intermediarios. este culto
tica y algo poco premonitoria, muestra la contingencia, el aspecto efí- permitió desembocar en Dios. La persona desmembrada y esas nudo-
mero de todo individualismo, a la vez que subraya la facticidad del sidades específicas que son los santos: tales son los elementos que for-
proceso de individuación y el hecho de que éste conduce a una pri- man la deidad y el colectivo ec1esiástico que le sirve de vector.
sión. El individualismo es un búnker obsoleto y, como tal, merece ser Se puede aplicar este análisis a nuestro asunto: hay momentos en
abandonado; esto es Jo que nos sugiere Beckett. Postura que no care- los que lo "divino" social toma cuerpo por medio de una emoción co-
ce de originalidad roborativa dentro del consenso del pensar moder- lectiva que se reconoce en tal o cual tipificación. El proletariado, el
no prefabricado; postura que debió escapar a muchos de sus segui- burgués pudieron ser "sujetos históricos" que tenían una tarea por
dores, pero que no deja de hallarse en perfecta congruencia con realizar. Tal o cual genio teórico, artístico o político pudo entregar
aquel antiguo saber que hace de cada individuo el simple punctumde un mensaje cuyo contenido indicara la dirección que había que se-
una cadena ininterrumpida, o que incluso se le atribuye una multi- guir. Tanto unos como otros no pasaban de ser entidades abstractas
plicidad de facetas que hacen de cada quien un microcosmos, crista- e inaccesibles que proponían un objetivo. Por lo contrario, el tipo mí-
lización y expresión del macrocosmos general. Reconocemos aquí la tico tiene una simple función de agregación; es puro "continente".
idea de persona, de la-máscara que puede ser cambiante y que, sobre No hace sino expresar. durante un momento determinado, e! genio
todo, se integra en una variedad de escenas, de situaciones que sólo colectivo. Tal es, pues. la diferencia que se puede establecer entre los
tienen valor por ser representadas frente a otros. periodos abstractos o racionales y los periodos "empétícoe". Los pri-
La multiplicidad del yo y el ambiente comunitario que induce ser- meros descansan sobre el principio de individuación, de separación,
virán de telón de fondo para nuestra reflexión. He propuesto llamar-
le a esto el "paradigma estético", en el sentido de experimentar o de
sentir en común. En efecto, mientras que la lógica individualista des-
1 Cf. G. Dursnd, "Le reeour des immortel", ú tnnps de ltJ r;¡fo:ion. Paris. Ceñimard,
cansa sobre una identidad separada y encerrada en sí misma••la per-
1982. pp. 207. 219. Sobre el "paradigma estético", d. mi libro, Au t:ml.ll' des ~
sona no tiene valor más que por su relación con los dernés. Haciendo
(1990). París, Le Livre de Peche, 1995, cf. igualmente T. Adorno, NoIes nP'" fa liItértII-.
la sociología de algunos autores modernos (W. Faulkner, T. Mann), Pans, Flammarion, 1984, p. 210, sobre el búnker del indWiduaHsmo.
Gilbert Durand habla a este respecto de una "potencia de ímperso- i P. Brown. /.1. culIe rkJ sairns, Pans, Cerf 1984. p. 72.
EL TIEMPO DE lAS TRIBUS
56 LA COI.fUNIDAD EMOCIONAL 57

mientras que, por el contrario, los segundos están dominados por la lo que late en la noción de Stimmung (atmósfera), tan característica
indiferenciación, la ~pérdida~ dentro de un sujeto colectivo, eso que del romanticismo alemán, sirve cada vez más, por una parte, para des-
yo llamaré el neotribalisnlO. .' . cribir las relaciones existentes en el interior de los microgrupos so-
Son numerosos los ejemplos de nuestra Vida cotidiana que pueden ciales, y, por otra, para especificar la manera como estos grupos se si-
ilustrar el ambiente emocional secretado por el desarrollo tribal; se túan en su entorno espacial (ecología, hábitat, barrio). Asimismo, la
puede incluso notar ~ue tales ejempl~s ~an dejado de s?rprender, utilización constante del término inglésIeelingen el marco de las re-
pues ya forman parte integrante del paIsaje urbano. Las dl~ersas .apa- laciones Interpersonalés merece particular atención; servirá de crite-
riencias punk, kiki, paninan, que expresan claramente la uniformidad rio para medir la calidad de los intercambios y para decidir acerca de
y la conformidad de los grupos, son como tantas muestras de espec- su prosecución o del grado de su profundización. Ahora bien, si nos
táculo permanente que ofrecen las megalópolis contemporáneas. referimos a un modelo de organización racional. ¿qué cosa hay más
Conjuntamente a la tendencia a la urientaliuuión de la existencia q~e inestable que el sentimiento?
puede ser observada en las cíudades occidentales, se puede relacío- De hecho, parece necesario operar un cambio en nuestra manera
nar con el análisis que hace Angustio Berque de las relaciones de de apreciar los reagrupamíenros sociales. A este respecto, se puede
"simpatía" entre el yo y el prójimo enjapón. Debilidad de distinción, utilizar con provecho el análisis socíohistérico que hace M. Weber_a
e incluso indistinción entre el sí y el prójimo, entre el sujeto y el ob- propósito de la "comunidad emocional" (Gemeinde). El autor precisa
jeto, he aquí algo que se presta a la reflexión. La idea de la extensibi- que se trata de una "categoría", es decir, de algo que nunca ha existi-
lidad del yo (vun ego relativo y extensible") puede ser uno de los úti- do como tal pero que puede servir. de revelador de situaciones pre-
les metodológicos más pertinentes para la comprensión del mundo sentes. Las grandes características atribuidas a: estas comunidades
contemporaneo.é No vale la pena evocar la fascinación que ejerce emocionales son su aspecto efímero, la "composición cambiante", la
hoy el japón, ni incluso referirse a su gran rendimiento económico inscripción local, la "ausencia de organización" y la estructura coti-
y tecnológico a la hora de proclamar el hecho de que, si la distinúón diana (Veralltiiglit:hung). Weber muestra igualmente que, con distin-
es tal vez una noción que se aplica a la modernidad, dicha noción tas apelaciones, estos reagrupamientos se encuentran en todas las re-
es, en cambio, completamente inadecuada ~ara describir las diver- ligiones y, en general, aliado de las rigideces institucionales} Es la
sas formas de agregación social que surgen. Estas poseen contornos eterna historia del huevo y la gallina: resulta dificil establecer una an-
indefinidos: el sexo, la apariencia, los modos de vida y hasta la ideo- terioridad, pero de su análisis se desprende precisamente que del la-
logía se ven cada vez más a menudo calificados en términos zo entre la emoción compartida y la comunalización abierta se susci-
(rtrans....., "meta... ") que sobrepasan la lógica de la identidad y de ta esta multiplicidad de grupos que llegan a constituir una forma de
lo binario. En pocas palabras, al prestar a estos términos su acep-- 1<1.7;0 social al final de cuentas muy sólido. Se trata aquí de una modu-
ción más fuerte, se puede afirmar que asistimos tendencíalmente a ladón que, cual un hilo rejo" que recorriera el cuerpo social, no es
la sustitución de un social racionalizado por una socialidad de pre- por ello menos permanente. Permanencia e inestabilidad son los dos
domino empático. polos alrededor de los cuales se arücularé.Jo emocional.
Ésta la encontramos expresada en una sucesión de ambientes, de Conviene precisar desde un principio que la emoción de la cual
sentimientos, de emociones. Es, por ejemplo, interesante notar que aquí se trata no puede asimilarse a ningún tipo de pathos. Me parece

~ A. Berque. Vil~~ li>spaa allJapo", París, PUF, 1982, p. 54. Se encontrará un ejem- 4 M. Weber. Itamum;, d JtKiiIi. París, Plan, 1971. por ejemplo, pp. 475-478.
plo del uniforme en F. vaíente, "Les Paninart", en Soó;lif, París, Masson, núm. 10, sep- • Meláfora que hace alusión al hilo rojo que se amarra a las cuerdas usadas por 1011
tiembre de 1986. Sobre la "orientalización", d. P. Le Quéau, La l.entalúm brruMAi.lh', Pa- marinos. el cual significa en esto" caso, el hilo conductor que permite guiarse en las búa--
rís, DDB. 1998. quedas dificiles, y llegar finalmente a lo profundo de la idea que se estáesbolalldo [f.].
EL TIEMPO DE LAS TKIRUS
58 LA COMUNIDAD EMOCIONAl 59

erróneo interpretar los valores dionisiacos a los que remi.t~ esta remé- partir de la cual se cristalizan todas las representaciones: intercambio
tka como si fueran la manifestación suprema de un acuwsmo colec- de sentimientos, tertulias de café, creencias populares. visiones del
tivo propio del burguesism~. ~Jimero fue la marcha común hada el mundo y demás parloteos sin consistencia que constituyen la solidez
Espíritu. luego hacia el domínto concertado de la n~turaleza y del.~e­ de la comunidad de destino. Ya que, contrariamente a lo que hasta
sarrollo tecnológico y, por último, tendríamos !a IOstrume~taClo~ hace JXKo era apropiado admitir, podemos ahora concordar que la
coordinada de los afectos sociales. Esta perspectiva es demasiado fi- razón ocupa muy poco sitio en la elaboración y en la divulgación de
nalizada o dialéctica. No cabe duda de que algunas realizaciones co- las opiniones. La difusión de éstas. ya sea que se trate de los primeros
mo el "paradigma" constimido por el Club Mediterranée,' militan en cristianos o de los obreros socialistas del siglo XIX, le debe mucho más
este sentido. Pero nuestro análisis debe estar atento al hecho de que a mecanismos de contagio del sentimiento o de la emoción vividos
lo que predomina de manera masiva en la actitud grupal ~s el desgas- en común. Ya sea dentro del marco de una red de pequeñas células
te el azar, la desindividualización. aquello que no perrrute ver en la sociales. ya sea por medio del cabaret, caro a sus asiduos. la emoción
comunidad emocional una nueva etapa de la patética y lineal marcha colectiva es algo encarnado, algo que se desarrolla en el conjunto de
histórica de la humanidad.Las conversaciones con el filósofo italia- facetas de aquello que el sabio Montaigne llamó la hommerie, es decir.
no Mario Pernlola, atrajeron mi atención sobre este punto." Y pro- esa mezcla de grandezas y bajezas. de ideas generosas y pensamien-
longando, desde un punto de vista sociológico, sus trabajos, yo diría tos mezquinos, de idealismo y arraigo mundano; en suma, el hombre.
que la estética del "nosotros" es una mezcla de indiferen~iay de e~er­ Lo que no impide que sea precisamente esto lo que garantiza una
gía puntual. De manera paradójica, encon.tramos aq?J un ~unoso forma de solidaridad, una forma de continuidad por medio de las his-
desdén hacia toda actitud proyectíva y una Innegable Intensidad en torias humanas. Anteriormente hablé de comunidad de destino; pues
el acto mismo. Es lo que caracteriza la potencia impersonal de la bien. ésta puede a veces expresarse en el marco de un proyecto racio-
proxémica. . ' nal o político, mientras que otras veces sigue, al contrario. la vía más
A su manera, Durkheim hizo también hincapié en este hecho. y SI, borrosa con un trazado mucho más indefinido de la sensibilidad co-
como acostumbraba, se muestra bastante prudente, no por ello deja lectiva. En este caso se hace especíal hincapié en el aspectO coníusío-
de hablar de la "naturaleza social de los sentimientos" y de destacar nal del grupo pequeño. Éste, por concatenación con otros grupos.
con fuerza su eficacia. "Nos indignamos en común", escribe, ysudes- garantiza el perdurar de la especie. En el primer caso, esto produce
cripción evoca claramente la proximidad del barrio y su misteriosa 10que Halbwachs llama la 'vista desde fuera", que es la historia; míen-
"fuerza atractiva", que hace que algo tome cuerpo. Es en este marco tras que en el segundo, por el contrario. se elabora. "vista desde den-
en donde se expresa la pasión. donde se elaboran las creencias comu- tro", una memoria colectiva."
nes o, simplemente, se busca la compañía "de los que piensan ydelos Siguiendo con la paradoja. la sensibilidad colectiva.-! por una parte.
quesienten COI1W nosotros". 6 Estas observaciones, por triviales que parez- está ligada al espado próximo; mientras que por la otra trasciende al
can, pueden aplicarse a múltiples objetos, y de.staca~, sobre tod~, el mismo grupo y lo sitúa en un "linaje" que se puede entender ya sea
aspecto insuperable del substrato cotidiano. Este Sirve de matnz, a stricto sensu; ya sea en una perspectiva imaginaria. De todas maneras, '
sea cual fuere el nombre que se le dé (emoción, sentimiento, mitolo-
gía o ideología), ésta, al superar la atomización individual, crea las
• Club Mediterranée es uno de 105primeros clubes turísticos que ínveruaron Ios via- condiciones de posibilidad de una especie de aura que va a especíñ-
jes organizados, en donde se proponen mliltiples actividades en gmpo ~e tipo cultu-
rar tal o cual época: así tenemos el aura teológica de la Edad M~
ral. también es considerado una asocíacíén de encuentros. En la actualidad ha,..cen-
tros de recepción en casi todo el mundo sobre todo en jos lugares paradisíaco, fr. l
5 M. Pemicla, Transiti, Bolonia, Capela. 1985.
t.
6 Durkheim, fh 14 divi.rion du tmvailsocial, Paría, Alean, 1926. p. 70. El subrayado 7 M. Halbwachs, La ftIinIom rolkctive, Paris, PIW. 1968. p. 78, sobre la ideología tr.uu-
es mío. individual. d. igualmente]. Freund, ~ du cunj/il, Paris, PUF. 1985, p. 204.
60 EL TIEMPO DE LA.S TRiBUS LA COMUNIDAD EMOCIONAL 61

el aum política del siglo XVIII o el aum progresista del siglo XIX; inclu- lo 6), propongo calificar esto de espiritualidad materialista. Es una
so es posible que estemos asistiendo a la elaboración de un auul este- expresión un tanto gótica, que remite a esa que A. Berque, a propó-
tica, en la que se encontrarán, en proporciones diversas, elementos sito de la eficacia del medio, llama la relación "trayectíva" (subjetiva
que remiten a la pulsión comunitaria. a lapropensión mística o a una y objetiva). Ya es hora, en efecto, de observar que la lógica binaria de
perspectiva ecológica. A pesar de lo que pueda parecer, existe una só- la sepamdón que ha prevalecido en todos Jos ámbitos no puede seguir
lida relación entre términos tan distintos. Cada uno, a su manera da aplicándose como tal. El alma y el cuerpo, el espíritu y la materia, lo
cuenta de la organlcidad de las cosas, de ese glutinum mundique ha imaginario y la economía, la ideología y la producción -la lista podría
ce que, pese a (o a causa de) la diversidad. el conjunto tome cuerpo seguir alargándose- ya no se oponen de manera estricta. De hecho,
Esta solidaridad orgánica no deja de expresarse de múltiples ma- estas entidades, junto con las minúsculas situaciones concretas que
neras, y es ciertamente en este sentido que hay que interpretar el fe- representan, se conjugan para producir una vida cotidiana que se es--
surgimiento del ocultismo. de los cultos slncréticos y, de manera más capa cada vez más a la taxonomía simplificadora a la cual nos había
común, la importancia que se le concede a lo espiritual o a la astro.. acostumbrado cierto positivismo reductor. Su sinergia produce una
logía. Esta última en particular, no es practicada ya únicamente P';I sociedad compleja que merece a su vez un análisis complejo. "Lo mul-
señoritas soñadoras. Numerosas investigaciones en curso dan fe de SIl tídímensíonal y lo inseparable", por utilizar una expresión de Morín,"
doble inscripción cultural y natural. Gilbert Durand muestra, a este nos introducen en una "espiral" sin fin que va a tomar obsoleta la
respecto, que la astrología centrada en el individuo es de origen re- tranquila y muy aburrida contabilidad de los notarios del saber.
ciente, toda vez que la astrología clásica tenía "como primera meta el Es en función de las precauciones y de las precisiones aportadas
destino del grupo, de la ciudad terrenal". 8 La astrología se inscribe en que se le puede atribuir a la metáfora de la sensibilidad o de la emo-
una perspectiva ecológica figurada por las "casas" que predisponen a ción colectiva una función de conocimiento. Es un instrumento me-
cada uno a vivir en un entorno natural y social. Sin desarrollar a fon- todológico que nos introduce en el corazón de la organicidad carac-
do esta cuestión, se puede afirmar que participa claramente del aura terística de las ciudades contemporáneas. Es así como cobra todo su
estética (aisthesis) que se cimienta sobre la unión, por más precisa que sentido el siguiente apólogo: "Imagínense por un instante que el Pa-
ésta sea, entre el macrocosmos y los microcosmos, y entre cada uno dre eterno quisiera llevarse al cielo una casa de Nápoies. Para su gran
de éstos a su vez. Lo que nos puede enseñar este ejemplo, así como asombro, descubriría cómo, poco a poco, todas las casas de Nápoles,
otros ligados a él, es que son éstos los reveladores del clima holístico como si se tratara de una única y gran construcción, se vendrían aba-
subyacente al resurgimiento del solídarísmo o de la organicidad de jo detrás de la primera, una tras otra: casas, cuerdas de tender, can-
todas las cosas. ciones de mujeres y gritos de chíquilíosr.!" Es ésta la emoción que ci-
Así, contrariamente a la connotación que se le suele atribuir con mienta un conjunto. Éste puede estar compuesto de una pluralidad
demasiada frecuencia, la emoción o la sensibilidad deben considerar- de elementos: siempre hay un ambiente específico que los toma so-
se en cierto modo como una mezcla de objetividad y de .~ubjetividad. lidarios entre sí. Dicha experiencia es vivida ante todo como tal, as--
En mi reflexión sobre "la importancia de la proxémica" (cf. capítu- pecto éste que conviene que el estudioso tenga bien presente. Resu-

5 G. Durand, La ¡oí dI( romm",¡"'-, París, Denoél, 1983, p. 222, cf igualmente la te- 9 A Berque, ~Expn:ssing "orean mediance", coloquio The r.onditiuns 1I00 uisiutuof
sis en cuno sobre la astrolcgta de E. 'Ieisaier; CEAQ-París V. Las tnveatjgacionea del KomJ & ber.uming 1In aJvanad wunlrJ, Seúl, septiembre 1986. Conviene remitir aquí de
Centro de estudios sobre el actual y el cotidiano (CEAQ), París V, pueden ser consul- nuevo al notable análisis de E. Morin, el cual deberla inquietar a 101 más honetlOl de
tadas en: <www.univ-París5.fr/(CEAQ»o«CEAQ)@univ-Paris5.fr>. Se podría ha- sus detractores: La mitJwde J, 1lIcoonaWalla! de la RmntJWana/I, Parú, Seuil, 1986; p.
blar asimismo de "transmigración" de las almas en la cábala, que se inscribe en la pers- bre "la noción de enmedio", cf.j.-F. Bemard-Becbaries, Rnllle ~ du-*"ti~
pectiva holística aquí desarrollada. A este respe<:lo cr. G. Scholem, fJ/1. ál., pp- 215 Y 1980/1, cuaderno BO.
25355. 10 Citada por A. Medan, Auana tk Naples. París. ed. des Auues, 1979, p. 202.
62 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS L" COMUNID"D EMOCION"L

mlendo, se puede decir que-lo-que caracteriza a la estética del senti- vos, cuyo emblema sería el Silicon Valley, hasta eso que yo llamo, el
miento no es en modo alguno una experiencia individualista o "inte- "grupísmo" en el seno de la empreeajaponesa, nos percatamos de que
rior", sino. por el contrario, algo qne, por su misma esencia, es aper- la tendencia comunitaria puede correr a la par con la alta operativi-
tura a los demás. al Otro. Apertura que connota el espado, lo local. dad tecnológica o económica. Tomando buena nota de diversos estu-
la proxémica donde sejuega el destino común. Es lo que permite es- dios a este respecto, A Berque puntualiza que "el grupismo se dife..
tablecer un vinculo estrecho entre la matriz o el aura estética y la ex- rencia del gregarismo por el hecho de que cada uno de los miembros
periencia ética. del grupo, conscientemente o no, se esfuerza ante todo por servir al
interés del grupo en vez de buscar simplemente refugio en él".1l El
término "grupísmo", aunque no resulte particularmente eufónico en
francés, posee empero el mérito de poner en relieve esa fuerza del
., LA EXPERIENCIA ÉTICo'\: proceso de identificación que permite la solicitud que conforta lo que
es común a lodos.
Ya he señalado, sobre todo al hablar del inmoralismo ético, que es- Tal vez sea prematuro extrapolar la significación de algunos ejem-
te término no tiene nada que ver con ningún tipo de moralisrno, tan plos aún aislados o de una situación particular, como la de Japón; que
estimado en nuestros tiempos. Volveré ulteriormente sobre esta cues- si no valen más, tampoco valen menos que aquellos otros ejemplos
tión. No obstante, en suma, preciso que a una moral demasiado pe- que privilegian el narcisismo contemporáneo y que, además. se cen-
sada y abstracta, opondría una ética que mana de un grupo determl- tran en la esfera de la economía. fetiche preferido, al menos aún en
nado y que es fundamentalmente empática (Einfühlung) , proxémica. nuestros días, de la ideología dominante. Por mi parte, veo en ellos
La historia puede promover una moral (una política), mientras que una ilustración más del holísmo que se dibuja ante nuestros ojos: for-
el espacio puede favorecer, por su parte, una estética y secretar una zando las puertas de la privacy, el sentimiento toma lugar, o en cier-
ética. tos países conforta su presencia en el espacio público, produciendo
Ya hemos visto cómo la comunidad emocional es inestable, abier- a.sí, una forma de solidaridad que ya no se puede ignorar. Por supues-
ta, lo que puede tornarla en numerosos puntos anómica respecto a to, es necesario recalcar que ésta, más el desarrollo tecnológico, in-
la moral establecida. Al mismo tiempo, no deja de suscitar un estric- vade de nuevo la forma comunitaria que se creía superada.
to conformismo entre sus propios miembros. Existe una "moral del Podemos interrogamos acerca de la comunidad, de la nostalgia
hampa", a la que resulta bastante dificil sustraerse. Se conocen sus as- que le sirve de fundamento o de las utilizaciones políticas que se pu-
pectos paroxísticos: la mafia, las organizaciones criminales; pero se dieron hacer de ella. Por mi parte, vuelvo a repetir que se trata de una
olvida con mucha frecuencia que un consenso parecido reina en el "forma" en el sentido que he dado antes a este térmíno.tt Que ésta
mundo de los negocios, en el medio intelectual y que uno podría, a haya o no existido en tanto tal importa poco, basta que a manera de
placer, multiplicar los ejemplos. Obviamente, en estos diferentes me- telón de fondo esta idea permita hacer resaltar tal o cual realización
dios, como el grado de pertenencia se halla diferenciado, la fidelidad social. que puede ser imperfecta. e incluso puntual, pero que no por
para con las reglas del grupo, a menudo no dichas, está de por sí su-
jeta a múltiples variaciones. Sea como fuere, es importante, de mane-
ra no normativa, apreciar sus efectos, su fuerza compulsiva y también,
tal vez, su dimensión prospecúva. En efecto, a partir de la doxa indi- II A. Be~q"e, VrIITt l'~paa fJujapon, París, PUf. 1982, pp- 167 Y169.
l~ En el momento de terminarse este libro. acaba de aparece~ un análisis agudo y
vidualista de que he hablado antes, la persistencia de un etbos de gru-
desenmchecedcn j-L, Nancy, La ct1IIIlIIUPUJult ~ Parll, C. Bourgoit, 1986: too
po aparece muy a menudqconsiderada un arcaísmo en vías de extin- b~e el "fonnismoM , véase mi libro, M. Mafi'esoli, La ronnoUsanaorrlinainJ. Paria, Klinck-
ción. Parecería que en la actualidad estuviera produciéndose una sieck, 1985. Sobre el tribalilmo y la tecnología, cf.la te!lil de F. CasaJegno, ~
evolución al respecto. Así, desde pequeños agrupamientos producLi- lis, París V,junio 2000.
EL TIEMpO DE LAS TRIBUS LA COMUNIDAD EMOCIOfolAL 65

ello deja de expresar la cristalización particular de sentimientos c~ ble historiador italiano, es que más allá de su aparente funcionalidad,
munes. Desde esta perspectiva "formista", la comunidad se caracten- todo conjunto social posee un fuerte contenido de sentimientos vivi-
zará menos por un proyecto (pro-frctum) orientado hacia el futuro que dos en común. Yson éstos los que suscitan esta búsqueda de una "mo-
por la realización in aau de la pulsíón del estarjuntos. Haciendo re- ralidad diferente" que yo he preferido llamar aquí experiencia ética.
ferencia a expresiones de la vida cotidiana como darse calor, codear- Para retomar la oposición clásica, se puede decir que la sociedad
se, rozarse, pueden ser éstas, tal vez. el fundamento más simple de la se halla orientada hacia la historia que está por hacerse, mientras que
ética comunitaria. Algunos psicólogos han subrayado que existe una la comunidad agota su energía en su propia creación (o, eventual-
tendencia gliscom6rftca en las relaciones humanas. Sin pretender pro- mente, recreación). Es esto lo que permite establecer un nexo entre
nunciar ningún juicio. me parece que es esta viscosidad lo que se ex- la ética comunitaria y la solidaridad. Uno de los aspectos particular-
presa en el estarjuntos comunitario. De esta manera. e insisto en ello mente llamativos de este nexo es el desarrollo del ritual. Como se sa-
para evitar toda desviación moralizante, por la fuerza de las cosas. por- be. éste no está, propiamente hablando, finalizado, es decir, orienta-
que existe la proximidad (promiscuidad), es porque se comparte un do hacia una meta; es, por el contrario. repetitivo y, por ello mismo,
mismo territorio (sea real o simbólico). vemos nacer la idea comuníta- tranquilizador. Su única función consiste en confortar el sentimien-
ria y la ética que es su corolario. to que tiene de sí mismo un grupo dado. Es bastante ilustrativo, a es-
Recordemos que este ideal comunitario se encuentra en la ideolo- te respecto. el ejemplo de las fiestas "corroborí" que ofrece Durk-
gía populista y. más tarde, en la anarquista, cuya base es precisamen- heim. El ritual proclama el retomo de lo mismo. Más concretamente,
te el agrupamiento proxémico. Para estos últimos, y en particular pa- por medio de la multiplicidad de los gestos rutinarios o cotidianos, el
ra los rusos Bakunin y Herzen, la comunidad aldeana (obscina o miT) ritual recuerda a la comunidad que "toma cuerpo". Es inútil verbali-
constituye la base misma del socialismo en marcha. Completada por zarlo, pero sirve de anamnesis de la solidaridad y, como indica L.-Y.
las asociaciones de artesanos (artels) , prepara una civilización funda- Thomas, "implica la movilización de la comunidad". Como he dicho
da sobre el solldarísmo." El interés de esta visión romántica supera un poco antes, la comunidad "agota" su energía en su propia crea-
la habitual dicotomía propia del burguesismo del momento, tanto en ción. El ritual, por su repetitividad, es el indicio más seguro de este
su versión capitalista como en la marxista. En efecto, el devenir hu- agotamiento, pero por ello mismo asegura el perdurar del grupo. Es-
mano aparece considerado como un todo. Es esto lo que presta a la ta paradoja la ha visto bastante bien el antropólogo de la muerte a
obscina su aspecto prospectivo. Notemos, asimismo, que esta forma so- propósito del ritual funerario, el cual sitúa en un puesto de honor el
cial pudo. con razón, parangonarse con el furierismo y, más en con- "ideal comunitario, que reconcilia(ria) al hombre con la muerte, y
creto. con el falansterio. F. Venturí, en su libro ya clásico sobre el po- con la vida".!!> Como lo explicaré más adelante, hay épocas en donde
pulismo ruso del siglo XIX, no deja de hacer este acercamiento. Yo cosa la comunidad de destino se experimenta con particular acuidad, sien-
que atañe más de cerca a nuestro asunto, señala la conexión que exis- do entonces cuando, por condensación progresiva, se dirige la aten-
te entre estas formas sociales y la búsqueda "de una moralidad dife- ción a lo que une. Unión pura, en cierto modo, sin contenido preci-
rente". Lo hace, empero, no sin mostrar algunas reticencias: para él, so; y unión para afrontar juntos, de manera casi animal, la presencia
sobre todo en lo que se refiere al falansterio, esta búsqueda pertene- de la muerte, la presencia en la muerte. la historia, la política y la
ce más bien al género de las "rarezas". 14 Pero lo que no vio el estima- moralia superan en el drama (dmmein), que evoluciona en función de

13 Véase el notable y erudito análisis en esto" sentido de B. Souvarine. Staline, Aper- l~ L.-Y.Thomaa, Ri~.. b mnr~ París, Fayanl. 1985, pp. 16y 277. Se puede notar igual-
fU hu/oriqrl' dll boklumil11U<, París. G. Lebovid. 1985, p. 44. mente que J.-L Nancy, op. cil., pp. 42 S!I., establece una aproximación entre comuni--
14 F. Venturi, Le., inli1lnilw/." /l<JIt't.pbn In rhJolutúm, Pam. Gallimard,1972, p. 230. cf dad y muerte. Sobre el aspecto dclico y trágico del ritual, remito a mi libro, M. Maffe-
también el notable libro de P. Tacussel, aWI'1es Frtllrin; lejm de, pns.¡itms, París, Ollll,2000. solí, Lo conquit.e dl~ pri.wIl. PaJis, IlIlB, 1998.
6Q El TIEMPO PE.u.S TRIBUS
l.A COMUNIDAD EMOCIONAl. 67

los problemas que se plaruean.v también los resuelve. o intenta re- Iíatívos. Esto es sin duda cierto-pero no por ello deja de funcionar y
solverlos. El destino, la estética y la ética, en cambio, la agotan en un de movilizar las emociones colecüvas. Podemos cuestionamos sobre
trógíroque se apoya en el instante eterno y secreta por ello mismo una la significación o la recuperación política de estas manifestaciones,
solidaridad que le es propia. como también podemos, y ello es el objeto de estas observaciones,
Vivir la propia muerte cotidiana podría. ~r e! resultado ~e un ~n. destacar por una parte, que ya no se espera que sea únicamente el Es-
timiento colectivo que ocupa un lugar privilegiado en la Vida SOCial. lado quien se encargue de ciertos problemas cuyos efectos sentimos
Es esta sensibilidad común la que favorece un ethos centrado en la palpablemente en nuestra proximidad, y por la otra, que la sinergia
proximidad; es decir, hablando con más sencillez. una manera de ser de estas acciones, por mediación de la imagen televisiva, puede tener
que puede ser alternativa tanto en lo que atañe a la producción como un resultado nada desdeñable. Tanto en uno como en otro caso, es-
al reparto de los bienes (económicos o simbólicos). En su análisis de tos ejemplos -que yo veo muy cercanos o es quizá la realidad lejana
las muchedumbres, a veces algo somero pero lleno de apreciaciones acercada por la imagen- resuenan con fuerza en cada uno de noso-
brillantes. G. Le Bao señala que "las reglas derivadas de la equidad teó- tros, constituyendo así una emoción colectiva. Se trata de un meca-
rica pura no pueden conducir" las muchedumbres. ya que general- nismo que dista mucho de ser secundario, y encontramos aquí de
mente la impresión juega un papel no desdeñable.!" Lo que equivale nuevo la idea holística (global) que guía nuestro propósito; Ia sensi-
a decir que lajusticia misma está subordinada a la experiencia cerca- bilidad común que se halla en la base de los ejemplos aducidos pro-
na. y que lajusticia abstracta y eterna está relativizada por el sentimien- viene del hecho de que participamos, o correspondenws, en el sentido
to (sea éste de odio o de amor) vivido en un territorio dado. Son nu- amplio y tal vez algo místico de estos términos, en un ethos común.
merosos los sucesos, ya hablen de atrocidad o de generosidad, que Para formular una ~Iey" sociológica, yo diría, como un leitmotiv, que
ilustran esta temática general. El comerciante. fundamentalmente ra- lo que se privilegia no es tanto aquello a lo que cada quien 11a a adhe-
cista, protegerá al árabe de la esquina, mientras que determinado pe- rirvoluntariamente (perspectiva contractual y mecánica) sino lo que es
queño burgués preocupado por la "segundad ciudadana" no denun- emocionalmente común a todos (perspectiva sensible y orgánica).
ciará al raterillo del barrio. y así sucesivamente. La ley del silencio no Es esto la experiencia ética que había sido descartada por la racio-
es solamente una especialidad de la mafia, y esto los policías de tal o nalización de la existencia. Y esto es también lo que traduce el resur-
cual pueblo o barrio lo saben de sobra. Ahora bien, el denominador gimiento del orden moral de manera bastante falsa, pues pretende
común de estas actitudes (que merecerían un desarrollo específico) racionalizar y universalizar reacciones o situaciones precisas. y pre-
es precisamente la solidaridad surgida de un sentimiento compartido. sentarlas como nuevos apriorismos, mientras que lo que constituye
Ensanchando un poco el territorio, encontramos, gracias a los me- realmente su fuerza es el hecho de hallarse completamente ligadas a
dios de comunicación, reacciones similares en la escala de la "aldea una sensibilidad local. y es sólo a posreríorí que se encadenan for-
global". No es una ley de justicia abstracta la que favorece el desarro- mando un efecto de estructura global. El ideal comunitario del ba-
llo de los hogares de asistencia alimentaria para necesitados, o de que rrio o del pueblo actúa más por contaminación sobre el imaginario
un grupo de amigos se hagan cargo de los desempleados, o de otras colectivo que por persuasión sobre una razón social. Tomando pres-
manifestaciones caritativas. Se puede incluso decir que, desde una tado un término empleado por Walter Benjamín en su reflexión so-
perspectiva lineal y racional de lajusticia, estos ejemplos son un tan- bre la obra de arte, yo diría que nos hallamos en presencia de un au-
to anacrónicos, por no decir reaccionarios. Estas reacciones, de ca- raespecífica, que, en un movimiento defeedback (retroalimentación),
rácter artesanal y puntual, que no abordan el fondo del problema, surge del cuerpo social y regresa a éste, determinándolo. Lo cual re-
pueden servir de fácil coartada y reducirse a la pobre función de pa- sumiría de la manera siguiente: la sensibilidad colectiva proveniente de la
forma estétka desemboca en una mlación ética:
Es conveniente insistir en ello, aun cuando sólo fuera para relati-
16C. Le Bon, Psyd~ <k5fo"h... París, Retz, p..¿f.A. Akoun, 1975, p. 42.
vizar los ucases positivistas que quieren ver en el imaginario colectivo
68 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS l.A COMUNIDAD EMOCIONAL 69

a una cortesana de lujo que se puede despedir en tiempos de crisis. convierte al análisis de la sensibilidad colectiva en un insuumentode
De hecho, se puede decir que éstos adoptan las formas más diversas; primer orden, Para ilustrar esta observación epistemológica, me limi-
a veces se manifiestan de manera macroscópica informando los gran- taré a dar un solo ejemplo, aquel del pueblo judío.
des movimientos de masa, las distintas cruzadas, las revueltas especí- Sin poder, ni querer hacer de éste un análisis específico, y conten-
ficas o las revoluciones políticas y económicas. A veces, por el contra- tándome con mencionarlo a modo de pista de investigación, se pue.
rio, se cristalizan de manera microscópica inigando profundamente de afirmar que este último es un ejemplo particularmente represen-
la vídade una multiplicidad de grupos sociales. Otras veces, en fin, se tativo de la antinomia que acabo de indicar. Por una parte, vivió
da una continuación entre este último proceso (esotérico) y las ma- intensamente el sentimiento colectivo de la tribu, lo que no le impi-
nifestaciones generales (exotéricas) indicadas en primer lugar. Sea dió a lo largo de los siglos asegurar la permanencia de valores gene.
como fuere, se nara cíaramente de un aura cuyo orbe. más o menos rales y (sin dar a este término un sentido peyorativo) cosmopolitas.
extendido, sirve de matriz a esa realidad siempre y continuamente Una religión tribal que le permitió resistir la asimilación, modos de
sorprendente que es la socialidad. vida tribales que fundaron concretamente su comunidad de destino
Es desde esta perspectiva que hay que apreciar el ethos de la co- y, por supuesto, una sexualidad tribal que garantizó su perdurar por
munidad. Lo que llamo aquí aura nos evita pronunciamos sobre su medio de las múltiples carnicerías y vicisitudes que sufrió. Circulación
existencia o su no existencia. Resulta que todo funciona "como si" de la palabra, circulación de bienes, circulación de sexo: he aquí los
ella existiera. Es en este sentido que hay que entender el ideal-tipo de tres pivotes antropológicos alrededor de los cuales se articula, en ge-
la "comunidad emocional" (M. Weber), la categoría "orgiéstíco-exta- neral, la vida social. Para el caso que nos ocupa, poseen un vigoroso
tica" (K. Mannheim) o aquello que he llamado la forma dionisfaca. componente tribal. Varios historiadores y sociólogos han hecho hin-
Cada uno de estos ejemplos caricaturiza, en el sentido llano del tér- capié en la vitalidad del "gueto", del shtetl, de la sinagoga, su ambien-
mino, esta salida de sí mismo, éx-tasis, que se halla en la lógica del ac- te y su fuerte cohesión. y, como si se tratara de un recipiente de ener-
to social.'? Resulta que dicho "éxtasis" es mucho más eficaz cuando gía, es a partir de estos lugares que se elabora una buena parte de lo
atañe a grupos pequeños, volviéndose por este hecho más percepti- que será la civilización de la ciudad de la Edad Media, de la metrópo-
ble para el observador social. Es para dar cuenta de este conjunto lis de la Edad Moderna y, quizá. de la megalópolis de nuestros días.
complejo que propongo emplear, de manera metafórica, los térmi- Así, el ethos de la Gemein.sdl.ajt. de la tribu, puntúa regularmente el de-
nos de "tribu" o de "tríballsmo". Sin acompañarlos cada vez de comi- venir civilizacional de Occídente.t" Pista de investigación, indiqué; en
llas, pretendo de este modo insistir en el aspecto "cohesivo" del com- efecto. numerosos son los ámbitos -el intelectual. el económico, el es-
partir sentimental de valores, lugares o ideales, que están a su vez piritual- que han estado influidos, de manera prospectiva, por lo que.
completamente circunscritos (iocalismo) y que encontramos, bajo surge del caldo de cultivo emocional de las comunidades judías.
modulaciones diversas, en numerosas experiencias sociales, Es este No se puede expresar mejor la realización de ese "concreto univer-
constante vaivén entre lo estático (espacial) y lo dinámico (devenir), sal" que fue una de las principales apuestas de la filosofia del siglo XIX.
lo anecdótico y lo ontológico, lo ordinario y lo antropológico, lo que Extrapolando, de manera heurística, el ejemplo que acabo de aducir.
seria posible afirmar que, paradójicamente, son los valores tribales los
que, en determinados momentos, caracterizan una época. En efecto,

17 Pese a lo que pueda parecer a ciertas mentes apresuradas, la temática orgiástico-


extática es una constante en la tradición sociológica; podernos señalar a M. Weber, &rr
"omie n .lOCiilé, op. cil., p. 565, K. Mannbeím. fdio/.ogU! tt >ltopie, Paris, Riviére. 1956. p. 18 Hay que citar, por supuesto, el libro clásico de L Wiertb, ughdJn. París, Charnp
154, y. por supuesto. hay que citar a Durl<.heim, f,nflrmu'l 8immtariTt.\ tk id vito ndp... Urbaln, 1980. Sobre la meU"Ópolisdel imperio austro-húngaro. er. W. M.Johnaton, L'es-
.w, París. PUF, 1968. Remito igualmente a mi pequeño ensayo sintético. L'omJJrttkDUm,.. pritlJÍrollOÍS, PaJÍs, PUF, 1985, pp. 25-28, sobre los trabajOll de la Escuela de Chicago, ~
sos, I'f)nlribltliun á ""t.roriolip rk l'orgie, París, Le Livre de Peche, 1991. se U. Hannerz, Explmt!r fa ui&, Parls, Minuil, W: 62-67 y 91.
70 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
LA COMUNIDAD EMOCIONAL 71
estos valores pueden cristalizar; en.mayormedída, lo que posteriormen- do a la doxa socíológica.I? Afortunadamente, ya que se trata de una
le se difractará en el conjunto del cuerp<:> social. El momento tribal pue-
temática de primera importancia. Evoca lo trivial, la vida de todos los
de compararse con el periodo de gestacíon: algo se perfecciona, se días, en suma, la costumbre, que, según G. Simmel, es "una de las for-
prueba, se experimenta antes, de emprender el vuelo hacia una mayor mas más típicas de la vida social". Cuando se conoce la importancia
expansión. En este sentido, la vida cotidiana podría ser, según la ex- que éste solía otorgarle a la "forma", la eficacia que le prestaba, es fá..
presión de W. Benjamin,.lo "concreto más extremo", Este atajo permi- di imaginar que no se trataba de una palabra sin sentido. Un poco
te comprender cómo la vivencia y la experiencia compartidas pueden más adelante, precisa: "La costumbre determina la vida social al igual
servir de fuego purificador en el proce!¡ü alquímico que permite que que lo haría una potencia ideal. "20 Nos vemos así remitidos a una ac-
se lleve a cabo la transmutación. La nada o la casi nada se convierte en ción duradera que inscribe profundamente en los seres y las cosas. La
una totalidad. Los rituales minúsculos se invierten hasta convertirse manera en cómo se dejan ver se trata prácticamente de un código ge-
en la base de la socialidad. Multum in parvo. Por supuesto, es dificil pre- nético que limita y delimita mucho más que lo que la situación eco-
ver lo que siendo minúsculo se volverá macroscópico, dada la ímpor- nómica y política, la manera de ser con los demás. Es en este sentido
tante cantidad de desecho que hay, pero no es aquí en donde reside el que, después de la estética (el sentir en común) y la ética (la argamasa
cuestionamiento: basta, como lo he dicho antes, con indicar la "forma" colectiva), la costutn!Jn es con toda certeza una buena manera de ca-
a partir de la cual se inicia el crecimiento de los valores sociales. racterizar la vida cotidiana de los grupos contemporáneos.
Se puede entonces afirmar, que la ética es en cierto modo el ci- "Dar un sentido más puro a las palabras de la tribu." Permítaseme
miento que va a reunir los diversos elementos de un conjunto dado. hacer mía esta inquietud mallanneana; así, al igual que a los otros
No obstante, si se ha comprendido bien lo que acabo de exponer, es "míníconceptos" empleados anteriormente, pretendo darle a la pala-
menester dar a este término su sentido más simple: no el de alguna bra costumbre su acepción más amplia, y también más próxima a su
teorización apriorística, sino el de aquello que, día a día, sirve de cri- etimología (consuetudo): el conjunto de los usos comunes que permi-
sol a las emociones y a los sentimientos colectivos, lo que produce mal te que un conjunto social se reconozca por lo que es. Se trata aquí de
que bien, sobre un territorio dado, que los unos logren ajustarse con una relación misteriosa, que sólo rara vez y de manera accesoria se
los otros y unos y otros con el entorno natural. Este acomodo, es por halla formalizada y verbalizada como tal (en los tratados del saber-vi-
supuesto relativo, elaborado en la dicha y en la desdicha, y surgido vir o consuetudinarios. por ejemplo). Ello no impide que esta rela-
de relaciones a menudo conflictivas; éste puede mostrarse flexible, si ción obre o "actúe" profundamente sobre toda la sociedad. La cos-
bien presenta una asombrosa longevidad. Es, ciertamente, la expre- tumbre, en este sentido, es lo no dicho, el "residuo" que funda el
sión más característica del querer-vivir sodal. Es necesario detenerse, estar-juntos. Yo propuse llamar esto la centralidad subterránea o la po-
aunque sólo sea un instante, en algunas manifestaciones de esta éti- tencia social (contra poder), idea que encontramos también en Goff~
ca cotidiana, pues, al ser una expresión de la sensibilidad colectiva, man (La me soutermine) y más tarde en Halbwachs (la Sodité silenaeu-
nos introduce de lleno en la vida de esas tribus que, en su conjunto, se).21 Lo que pretenden destacar estas expresiones es que buena parte
constituyen la sociedad contemporánea.

19 Cf. por ejemplo el artículo de G. Ríst, "La nolion médiévale d' hahiJu.. dans la lIO-
ciologie de P.Bcurdieu", RroueeurofJÑ1l.lIe des5rienas sociales, XXII. 1984. pp. 67, 21(1.212,
LA COSTUMBRE YM. Maffesoli, La r.onnais.Janaonfinam. 0(1. cit.• p. 224 Ynotas 60 y61.
20G. Simmel, AProblemes de sociok>gie des religicns", Afl:h~ da 5l:ienaJ sotidIstln
De Aristóteles a Mauss, pasando por santo Tomás de Aquino, es ,.,./igiom, París, CNItS, 1974, núm. 17, pp. 17 Y21 yG. P.-Watier, Simmef, laMKiologiutl1l»-
p;riena, París. Méridiens Klincbied;, 1986.
amplia la lista de aquellos autores que se han interrogado sobre la im- 21 Ya he desarrollado esta idea de "centralidad subterránea" en mis librooJanteriOl'-
portancia del habitus (exis); se trata de un término que acabó pasan- mente citados; con respecto a M. Halbwach.t, d. La mimoin!~, 0(1. cil., pp. 180-
72 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LA COMUNIDAD EMOCIONAL

de la existencia social escapa al orden de la racionalidad instrumen- gamasa en el interior de una pequeña comunidad, permiten que las
tal. no se deja finalizar ni puede limitarse a una simple lógica de la comunidades se unan y, por elle mismo, transformen "la distancia res-
dominación. La duplicidad, la astucia. el querer-vivir. se expresan por pecto de lo sagrado en profundo gozo de proxímídad't.P
medio de una multiplicidad de rituales. de situaciones, de gestuali- Toda organización in statu nmcendi ofrece un espectáculo fascinan-
dad, de experiencias que delimitan un espacio de libertad. A- fuerza te al sociólogo, ya que las relaciones ínteríndívíduales no están toda-
de ver siempre la vida como alienada, a fuerza de anhelar tanto una vía fijadas, y las estructuras sociales tienen todavía la flexibilidad de
existencia perfecta y auténtica, olvidamos a menudo, testarudam~n­ la juventud. Al mismo tiempo, es útil encontrar puntos de compara·
te, que la cotidianidad se cimienta sobre una serie de libertades m- ción para poder fonnalizar lo que se observa. A este respecto, el aná-
terstícíales y relativas. Así como se ha reconocido en el terreno de la lisis del historiador de la civilización cristiana a partir de los micro-
economía. podemos estar de acuerdo sobre el hecho de que existe grupos locales es sumamente pertinente. Aunque sólo sea a modo de
una socialidad oscura cuyas distintas y minúsculas manifestaciones se hipótesis de trabajo. es ciertamente posible aplicar el doble proceso
pueden rastrear con facilidad. de religación social y de negociación con lo sagrado, propios de las
Adopto la perspectiva de Durkheim y de su escuela. que siempre primeras comunidades cristianas, a las distintas tribus: las cuales se
privilegiaron la sacralización de las relaciones sociales. Por mi parte, hacen y se deshacen in praesenti. Por más de un motivo, esta aproxi-
como ya he afirmado en diversas ocasiones -y no me cansaré de re- mación es sumamente esclarecedora: organización, agrupamiento al-
peürlo-, considero que todo conjunto dado, desde el microgrupo rededor de un héroe epónimo, papel de la imagen, sensibilidad co-
hasta la estructuración estatal, es una expresión de lo divino social, mún, etcétera, pero lo que cimienta el conjunto es la inscripción
de una transcendencia específica, aun cuando ésta fuera inmanente. local, la espacíalizacíón y los mecanismos de solidaridad que son sus
Pero ya se sabe que, según han mostrado numerosos historiadores de corolarios. Además. es precisamente esto lo que caracteriza lo que he
las religiones, lo sagrado es algo misterioso, aremorízanre, inquietan. llamado anteriormente la sacralización de las relaciones sociales: por
te y que conviene contentarlo. n~gociar con él, y las costumbres tie- una parte, el complejo mecanismo de dar y recibir que se establece
nen precisamente esta función. Estas son a la vida cotidiana lo que el entre distintas personas y, por la otra, entre el conjunto así constitui-
ritual a la vida religiosa stricto sensu; 22 Es asombroso observar cómo, do y un medio dado. No es importante distinguir entre intercambios
sobre todo en la religión popular. resulta bastante difícil -ésta fue la "reales" o intercambios simbólicos; en efecto, la comunicación. en su
tarea constante de la jerarquía eclesiástica- trazar una línea divisoria sentido más amplio, no deja de tomar los caminos más diversos.
entre costumbres y rituales canónicamente aceptados. Se puede en- El término "proxémica", propuesto por la Escuela de Palo Alto,
tonces así afirmar que, al igual que el ritual litúrgico toma visible a la parece dar plena cuenta de los dos elementos, cultural y natural, de
Iglesia, la costumbre hace, por su lado, que una comunidad exista co- la comunicación en cuestión. A. Berque, por su parte, destaca el as--
mo.tal. Además. en un momento en el que la repartición no estaba pecto "trayectivo" (objetivo y subjetivo) de dicha relación. Quizá,
aÚI~ completamente definida. según P. Brown, fue intercambiando convendría recurrir simplemente a la vieja noción espacial de barrio
consuetudinariamente reliquias que las distintas iglesias locales se y a su connotación afectiva. 24 Es éste sin duda un término obsoleto.
constituyeron en una verdadera red. Estas reliquias sirven como la ar-

23P. 8rown, Le rnlle dn sainLl, trad. A. Rouselle, Parú, Cerf, 1984, p. 118. Sobre la
religación contemporánea, sin compartirla mayoria de sus análisis pesimis!all ni de SU5
138; Ysobre el análisis, en este sentido, de los libros de Goffmann. cf. U. Hannerz, Ex· esperanzas, los remito al libro bien informado, de M, Bolle de Bal, La Ientalitm rollImu-
p/qm'In. vilk, op. ál., pp- 271~. nautai"" les /HJ1'tJdous k In. rdiona tI de In. wntrH:l-lUTUI!, Bruselas, Univel'lliti de Brulle-
2\!Sobre.lo I""",tul",,,. r/.
R. Otto, f"e wm, París, Payot, 1921; en lo que concierne üee, 1985 y V~ au lU'UT tks sdnuzJ /¡u_i7w, De In. mm_, L'Hannattan, 1996-
a la ~ligión popular, cf. M. Mesli, "Le phénoméne religiellx populaire", f.es >Wgiun~ P" 24La Escuela de Palo Alto es actualmente bien conocida en Francia; en g.:nernl; las
¡mlaim, Quebec, Universidad Laval, 1972, obnu de Bateson y de Watza.lawicse encuentran traducidas al francés en la ediciones
74 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LA COMUNIDAD EMOCIONAL 76

pero.que resurge hoy insistentemente en los escritos de numerosos Esta metáfora expresa perfectamente el vaivén constante entre-el
observadores sociales -señal de que ya está presente en numerosa- estereotipo consuetudinario y el arquetipo fundador, Me parece que
mentes. Este "barrio" puede adoptar modulaciones harto distintas: es este proceso de constante reversibilidad lo que a mi juício consti-
estar delimitado por un conjunto de calles. designar una zona libi- tuye aquello que Gilbert Durand llama el "trayecto antropológico";
dinalmente investida (barrio "caliente", "zona roja", etcétera), refe- concretamente se trata de la estrecha conexión que existe entre las
rirse a un conjunto comercial o a un punto nodal de transportes pú- grandes obras de la cultura y esta "cultura" vivida al día lo que cons-
blicos, el tipo importa poco para nuestro asunto, en todos Jos casos tituye la argamasade toda vida sodetal. Esta "cultura" puede asom-
se trata de un espacio público que conjuga una cierta funcionalidad brar a más de uno; está formada por un conjunto de pequeñas "na-
con una carga simbólica innegable. Profundamente inscrito en el das" que, por sedimentación, producen un sistema significante. Es
imaginario colectivo, no está empero constituido más que por una imposible establecer una lista exhaustiva de éstas. lista que como tal
encrucijada de situaciones. momentos, espacios y gente sin atribu- constituiría un programa de investigación sumamente pertinente pa-
tos, que casi siempre, adoptan nombres bajo la forma frecuentemen- ra nuestro tiempo; en ella tendría cabida desde el hecho culinario
te de los estereotipos y más banales. La plazoleta, la calle, la. tienda hasta el imaginario de los electrodomésticos, sin olvidar la publici-
o el estanco de la esquina, el café de apuestas, el quiosco de pe riódi- dad, el turismo de masas, el resurgimiento y la multiplicación de las
ces, etcétera; he aquí. según los centros de interés o de necesidad, ocasiones festivas.l!6 Como vemos, se trata de cosas que dan cumpli-
diversas manifestaciones triviales de la socialidad. Es, no obstante, es da cuenta de una sensibilidad colectiva que tiene bastante poco que
ta manífesjacién la que suscita el aura específica de tal o cual barrio. ver con el dominio económico-político que ha caracterizado a la mo-
Este término lo empleo aquí adrede ya que traduce claramente el dernidad. Esta sensibilidad ya no se inscribe dentro de una raciona-
movimiento complejo de una atmósfera secretada por los lugares. lidad orientada, finalizada (la Zweckmtionalitiit webe ria na), sino que
por las actividades, y que les imprime recíprocamente un color 'f un se vive en el presente, se inscribe en un espacio dado. Hic el nunc: y,
sabor particulares. Puede ser que se trate de esa espiritualidad ma- de este modo, produce "cultura" cotidianamente, a la vez que permi-
terialista de la que hablaba poéticamente Edgar Morin cuando se re- te la emergencia de verdaderos valores, a menudo sorprendentes o
fería a un deiermínado barrio de Nueva York que rezuma genialidad chocantes pero en todo caso ilustrativos de una dinámica innegable
por címentarse sobre la "ausencia de genialidad de sus individuos" {tal vez convenga relacionar esto con lo que M. Weber llama la Wer-
Y, extendiéndola a la ciudad entera, ésta se convierte en una obra trationalitiil) .
maestra aun cuando "sus vidas sean deplorables". Pero. prosigue, Es esta comprensión de la costumbre como hecho culmrallo que
". ..si te dejas poseer por la ciudad. si te conectas con su flujo de ener- nos permite apreciar la vitalidad de las tribus metropolitanas, ya que
gía. si las fuerzas de muerte que se esconden en ella para despeda- éstas secretan esa aura (la cultura informal) en la que, volens nolens,
zarte despiertan en ti el querer-vivir, entonces Nueva York consegui- todos nos hallamos inmersos. Son numerosos los ejemplos que po-
rá pslcodelízartev." dríamos aducir al respecto. Su denominador común es que invaria-
blemente nos llevan hacia la proxémica. Así, en el sentido más sim-
ple del término, tenemos esas redes de amistades cuyo único objetivo
de! Seuit. Cf. el "digest" que propone de estos autores Y. Winkin, La OOlRIf'l/.e rommmr;· es el de reunirse sin objeto ni proyecto específicos, y que cuadrícu-
wtion, París, Seuil, 1982; eltérmino "trayectivo" es utilizado por A. Berque en su aru
culo "Expressing korean mediance" W cit. Sobre el barrio, cf. K. Nosche, La Sig7lifi'"
lion aff«líl.lf' dI, quarlier, París, Librairie des Méridiens. 1983, y F. Pelleuer, "LeCl1ln
anthropologique du quartier", ¡'~t-:f eI.'iociéU, París, Anthroprn, 1975, núm. 15. '16 Et Centre d'Étudea sur l'Actuef et le Quotidien de la Sorbona (París V) se está
2!> E. Morin y K. Appe!, NIlI':INJ Yorlt, París, Oalüée. 1984, p. 64. Sobre e! "trayecto ''', especializando en este tipo de investigaciones. A título de ejemplo, remito a los núme-
tropotégico", pienso naturalmente en el libro clásico de G. Durand, Le.- slnU'llIre.(/111/0 ros de la revista SociBis, París, Masson, 8 (Turismo), 7 (cocina). así como al artículo de
ropologíqll4! tú I'i~nai...... París. Bordas, 1969. H. Strohl, "L'éleceroménager", SoOéIh, 9.
EL TIEMPO DE LAS TtlI8{1.~
I..A COMUNIDAD EMOCIONAL 77
lan cada vez más la vida cotidiana de los grandes conjuntos. Ciertas chos siglos la doctrina social tomista; la cual tuvo un claro efecto en
investigaciones ponen claramente de manifiesto que tales redes tor- la formación de una simbólica común. Así, aparte de un análisis so-
nan obsoleta la estructura asociativa. 27 Y, sin embargo, esta última
ciohistórico, se puede asimismo acentuar la dimensión eocíoanrropo-
pret~ndía ser flexible y cercana a los residentes, en contacto directo lógica, y destacar la íntima relación que existe entre la proxémica y
c~n sus problemas; empero, por estar demasiado finalizada y organi- la solidaridad. En cierto modo, la ayuda mutua tiene forzosamente
zada, se ha cimentando la mayoría de las veces sobre una ideología que existir, no se origina por mero desinterés: el apoyo prestado pue-
política o religiosa en el sentido abstracto (lejano) del término. En de serme recíproco el día en que lo necesite, De esta manera, todos
las redes de amistad, la religación es vivida por sí misma, sin ningún ti- se hallan incluidos en un proceso de correspondencia, de participa-
po de proyección. Además, dichas redes pueden ser sumamente es- ción que le concede preferencia al cuerpo colectivo.
pecíficas. Es gracias a la tecnología, en el caso, por ejemplo, de los Esta estrecha conexión es igualmente discreta. En efecto, es con
reagrupamientos privilegiados con Mínitel, '* donde el marco efíme- palabras encubiertas como solemos hablar de las dichas e infortunios
ro de tal o cual ocasión especifica que un determinado número _de personales, familiares o profesionales, y esta oralidad funciona como
personas va a (re)encontrarse. Estas ocasiones pueden suscitar rela- un rumor que, para este caso, tiene una función intrínseca: delimita
ciones continuas o no. En todo caso, lo que sí realizan efectivamente el territorio en donde se efectúa el compartir. El extranjero no obtie-
es la creación de "cadenas" de amistades que, según el modelo for- ne en esta situación su parte, y, si fuera necesario, se recuerda a la
mal de las redes analizadas por la sociología estadunídense, permi- prensa, a la autoridad pública y a los curiosos en general que "los tra-
ten una multiplicación de las relaciones únicamente mediante el jue- pos sucios se lavan en casa". Es un reflejo de supervivencia que con-
go de la proxémica: un tal me presenta a un cual que conoce a un cierne a la acción delincuente, pero que puede aplicarse igualmente
otro, etcétera. a las acciones o a los momentos felices. De hecho, bajo sus diversas
Semejante concatenación proxémica, sin proyecto, no deja de p':.o- modulaciones, la palabra consuetudinaria, el secreto compartido, es
ducir efectos secundarios. Así, por ejemplo, el de la ayuda mutua. Es- la principal argamasa de toda socíahdad. G. Simmello mostró clara-
ta resulta de una antigua sabiduría; aquella sabiduría popular, en la mente, de manera paroxística, con respecto a las sociedades secretas;
cual es preferible no creer, que afirma que, en todos los sentidos del pero lo descubrimos también en las investigaciones que atañen a la
término, la "vida es dura con los pobres... el dinero se gana dificil- medicina tradicional, que muestran que el cuerpo individual no pue-
mente y, por lo tanto, entre prójimos hay que prestarse ayuda y asis- de curarse más que gracias al cuerpo colectívo.t" Se trata en este ca-
tencia mutuas"." Así resume E. Poulat el sustrato popular de la ideo- so de una metáfora interesante, pues esta medicina, como se sabe,
logía "democristiana". Por más de un motivo, es un modelo que considera a cada cuerpo un todo que hay que tratar como taLPero
merece atención, pues, más allá de la demacrada cristiana strnlfJ sen- conviene igualmente observar que esta visión global se halla a menu-
su, podemos aquí percibir en forma de eco lo que fuera durante mu- do redoblada por el hecho de que el cuerpo individual total es tribu-
tario de ese todo que es la comunidad. Esta observación permite dar
todo su sentido al término "ayuda mutua", no remitiendo únicamen-
~7 Véase J. C. Kaofmann, J~ ""ti ~slú¡t<t<, Méndiens Klincksied;, 1988. Sobre las te a esas acciones mecánicas que son las relaciones de buena vecin-
redes)' su formalizadón, d. U. Hannerz, ¡.~ ft¡ "iU" afro ril., pp. 21().252. Sobre 10 dad. De hech'o, la ayuda mutua, tal y como la entendemos aquí, se
cotidiano en general, d. M. Maffesoli. La anupw du ptéslml, 1979. DDB, 1998.
• Minitel es una pequeüa lenninal infonnatizada y comercializada por la compañía
de télefonos de Francia, y funciona para consultar los bancos de datos e intercambiar
informaciones [T. J. 29 cr.. en elle sentido, el ejemplo africano en E. de Rosny, La J/!I/JI: de lila chiuR. Fa-
2!! E. Poulat, Call.olicistlll', difmQCmt~ el socialistlll' (el movimiento católico a y Mgr.Be-
ris, Plon, 1981, pp. 8I}' 111. Sobre el rumor ysu función, ct; M. B. BemardyV. Cam-
nígm, del nadmientodel $OCialismo a la victoria del faso::ismo), Pans. Ca.stennan, 1977,
pian, Ligmb.J wMines, París, Payot, 1992. El artículo de G. Simmel, -Les socíété seca-
p.58. tes~, NOIlvtlk mJlU de p.'J{hanalJ.~ Pans, Gallimard, 1977.
18 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LA COMUNIDAD UIOCIONAL '19

inscribe en una perspectiva orgánica en la que todos los elementos ja unión. No está de más, con todo, recordar que lo divino es extraí-
confortan. mediante su sinergia. al conjunto de la vida. Así, la ayuda do de las realidades cotidianas, que se elabora poco a poco en el com-
mutua sería la respuesta animal, "no consciente", del querer-vivir so- partir de gestos simples y rutinarios. Es en este sentido en el que el
cial: una especie de vitalismo que "sabe", en el sentido de saber incor- habitus o la costumbre sirven para concretar, para actualizar. la dimen-
porado, que la unicidad es la mejor respuesta al dominio de la muer- sión ética de toda socialidad.
te, algo así como un desafío. Cedámosle a este respecto la palabra al Es suficiente recordar que la costumbre, como expresión de la sen-
"poeta: sibilidad colectiva, da cabida mido semu a un éx-tasis en lo cotidiano.
La borrachera, el parloteo, la conversación anodina, que acompaña
¡Ser sólo uno con todo lo que vive! Ante tales palabras... la dura Fatalidad la vida de todos los días, incitan a "saíírse de sí mismo" y, de esta ma-
abdica, la muerte abandona el círculo de las criaturas y el mundo, sanado de nera, crean esta aura específica que sirve de cimento al tribalismo.
la separación y el envejecimiento, irradia intensificada belleza. Como se ve, no conviene reducir el éxtasis a unas cuantas situaciones
HÓLDERUN, H)perl6n paroxísticas particularmente tipificadas. Lo díontsíaco remite, por su-
puesto, a la promiscuidad sexual y a otras efervescencias afectuales o
Este sentimiento colectivo de fuerza común, esta sensibilidad mís- festivas. pero permite igualmente comprender la elaboración de las
rica que cimienta el perdurar, se sirven de vectores bastante triviales. opiniones comunes, así como de las creencias colectivas o de la Mxa
Aunque no es posible analizarlos aquí, se puede decir que se trata de común. En suma, esos "marcos colectivos de la memoria", utilizando
todos los lugares de la charla o, más generalmente, de la conviviali- la expresión de M. Halbwachs, es que se permiten poner de manifies-
dad: cabarets, cafés y otros espacios públicos, que son "regiones to las vivencias o las "corrientes de experíencía't." Junto a un saber
abiertas", es decir, lugares en donde es posible dirigirse al prójimo y. puramente intelectual existe un conocimiento que integra también
por ende, a la alteridad en general. Hemos partido de la idea de la una dimensión sensible, un conocimiento que, de acuerdo con la eti-
sacralidad de las relaciones sociales; pues bien, como mejor se expre- mología,' permite "nacer con". Este conocimiento encamado, o co-
sa esta idea es en la circulación de la palabra que. por lo general, nadmiento, encuentra sus raíces en un corpus de costumbres que me-
acompaña a la circulación de la comida y de la bebida. No olvidemos recen, como tales, un análisis específico. Esto permitiría apreciar cuál
que la eucaristía cristiana, que pone de manifiesto la unión de los fie- es la modulación contemporánea del "palabreo", cuyos diversos ritua-
les y la unión con Dios, no es más que una de las formas logradas de les desempeñaban un papel muy importante en el equilibrio social
la comensalídad que se encuentra en todas las religiones del mundo. de la aldea y de la comunidad tradicionales. No es imposible imagi-
Así queda estilizado el hecho de que, en el café, durante el transcur- nar que, correlativamente al desarrollo tecnológico, el crecimiento
so de una comida, al dirigirme al prójimo, es a la deidad a quien me de las tribus urbanas favorezca un "palabreo informatizado" que reac-
dirijo. Volvemos así a la constatación, tantas veces expresada, que reú- tualice los rituales del ágora antigua. En este sentido, ya no estaría-
ne lo divino, el conjunto social y la proxímídad.P La comensalídad, mos confrontados, como ocurrió en su nacimiento, con los peligros
bajo sus distintas formas, no es más que la visibilidad de esta comple- de la computadora macroscópica y desconectada de las realidades
próximas, sino, por el contrario, gracias a lo "micro" o a la televisión
por cable, nos veríamos remitidos a la difracción hasta el infinito de
:lII Está por hacerse, en este sentido, un amplio estudio sobre los lugares publicos. una oralidad cada vez más diseminada. El éxito de Minitel en Fran-
Las inw.stigaciones sobre los bares, bajo la dirección de S. Hllgon, se están realizando
actualmente en el CEAQ: sin embargo, nrn; podemos remitir a C. Bougle, EISa" mr fe
nigi"" des (;(/,,1/"''<, París, PUF, 1969, p. 47, así como a U. Hannerz, Explom-la vifk, "P. ól.
pp. 249 ss.. igualmente J. M, lacrosse ~I aL, "Normas espaciales e interacción", en Iv.- ~I M. Halbwachs, La 11lémoiu mllHlroe. ap. ciJ., pp. 51 se.
drnrhn srx:iok>git¡'lf. Lovaina, vol. \1, núm. 3, 1975, p. 336, donde se habla en particular • En francés, rorlrl6ma....... (conocimiento) puede dividirse wn na.issanuque signifi-
del bar como "región abierta~. ca nacer con [T.J.
80 EL TII:ldPO DE LAs TRIBUS LA COMUNIDAD EMOCIONAL 81

oia ha de 'interpretarse en este sentido, así como en numerosos cam- pamos escuchar las conversaciones de las oficinas, las fábricas, los pe-
pos: la-educación, el tiempo-libre; el trabajo o la cultura, la comuni- sillos de los colegios o incluso de las sempiternas tertulias de café, tan
cación próxima inducida por este proceso se estructura en fonna de instructivas para el observador social. Yo incluso tendría tendencia a
red. con todos los efectos sociales que cabe imaginar.32 mostrarme un poco más radical al respecto y afirmaría que forma par.
En un principio, el crecimiento y la multiplicación de los medios te de la lógica de los medios de comunicación el no ser más que un
de comunicación masivos pudieron provocar la desintegración de la simple pretexto para la comunicación, como pudieron serlo la diatriba
cultura burguesa apoyada en la universalidad y la valorización de al- filosófica en la Antigüedad, el sennón religioso en la Edad. Media o
gunos objetos y actitudes privilegiados. Pero podemos preguntamos el discurso político en la Era Moderna.
ahora si la prosecución de este crecimiento. y la trivialización que in- El contenido de las formas que acabamos de citar no es por supues-
duce, no conducirá a estos mismos medios a un mayor acercamiento to desdeñable para algunos, pero conforta el sentimiento de partíci-
a la vida banal. En este sentido, asumirían de nuevo una cierta cultu- pación en un grupo más vasto, el sentimiento de salir desí mismo. lo
ra tradicional en la que la oralidad es un vector esencial. Así pues, los que les confiere su valor para la gran mayoría. En este sentido, la aten-
medios de comunicación contemporáneos, al no servir únicamente ción se concentra en el continente que sirve de telón de fondo, que
para visualizar las grandes obras de la cultura, sino, sobre todo, para crea ambiente y que por ello mismo une. En todo caso, lo que está en
poner en imagen la vida de todos los días, desempeñarían ese papel cuestión es, ante todo, lo que permlte la expresión de una emoción
asignado a las diversas formas de la palabra pública; es decir, asegu- común, 10que hace que nos reconozcamos en comunión con los de-
rar, mediante el mito, la cohesión de un conjunto social dado. Como más. Habría que ver si la multiplicación de las televisiones o de las ra-
se sabe, este mito puede ser de distintas suertes; por mi lado, consi- dios locales no va a favorecer precisamente dicha sensibilidad. Es, en
dero que existe una función mítica que recorre transversalmente el todo caso, una hipótesis que se puede vislumbrar y que no priva por
conjunto de la vida social. Tanto un evento político como un peque- completo de fundamento la importancia que se le pueda conceder a
ño hecho anodino, la vida de una estrella del espectáculo como la de la costumbre. Al tornar visible lo próximo, la costumbre secreta la
un gurú local, pueden en un momento dado tomar una dimensión "argamasa" destinada a una comunidad dada. Los barrios, o incluso
mítica. Al plantearse precisamente el problema de los medios de co- los inmuebles "con cable" de servícío de televisión van a vivir quizás
municación, F. Dumont no deja de indicar, de manera matizada, que unos valores que finalmente se encuentran poco alejados de aquellos
éstos, independientemente de su contenido, sirven principalmente que animaban a las tribus o a los clanes que constituían las socieda-
para "alimentar; como antaño, los chismes y las conversaciones co- des tradicionales.
filmes y corrientes... lo que se decía antes del cura o del notario, se Sobre la base de lo dicho, y dando al término comunicación su
dice ahora de tal o cual personalidad del cine o de la política".33 Es sentido más fuerte. es decir, lo que estructura la realidad social y no
más que asombroso lo atinado de esta observación por poco que se- lo que se da por añadidura, se puede ver en la costumbre una de sus
modulaciones particulares. Modulación que cobra importancia cuan-
do, como consecuencia de la saturación de las organizaciones y de
j2 Nos podemos remitir aquí un poco al informe elaborado por M. de Certeau y L
las representaciones sociales impuestas desde arriba, los valores pro-
Girad, I.imfiruloÍ'" r/l' lo COffIlff1tnJmtJtm, París, 1984 (Inforole del Ministerio de Cultura xémícos (re)aparecen en el escenario. Se puede afirmar incluso que,
francés); d. igualmente, en un ámbilO más espedalbado, la tesis de P. Delmall, L'eJiv,¡ en esta fase del péndulo, el aspecto comunicacional destaca tanto
ternUnoJ, rojem; socim"':~.fi1Ulhti M. noulMlú.. In:lm~ ¡J.u;a/i.v".';, Universidad de París más cuanto que es vivido por sí mismo, sin tomar como pretexto nín-
VIII, 1986, Yla tesis de F. Casalegno, Cybn'socúililh, París V,junio 2000, allí como de S. gún tipo de finalización. Existe una relación directa entre una acen-
G. Lee, Mi4ío.., n. ""1Ihier'c,,", de I'e>/laa pl/biie, París V, 1999.
.'>3 F. Dumont trata. acerca de la noción de cultura popular en C.. Iltu'P.. pofndam.. el
tuación de la comunicación, cuyo único objetivo es la comunicación
sociáis amtnnportU""'~ Quebec, Universidad de Quebec, 1982, p. 39. Del mismo autor misma, y la superación de la actitud critica, que, por su parte. está ti·
se puede leer con provecho L'alltl,ropologie ni l'absma de /'hume. PaJÍs, PUF, 1981. garla a una orientación más instrumental. más mecanísra, más ope-
82 EL TIEMI'O PE LAS TRillU8 LA COMUNIDAD EMOCIONAL 83

racional de la sociedad. Con el predominio de la actividad comuní- descansa sobre el ajuste, sobre el acomodo, sobre la articulación or-
cacíonal, el mundo es aceptado tal y como es, lo que remite a lo que ganlca con la alteridad social y natural..!\4Este principio contraviene
en otra parte propllse llamar el "dato social"¡ De ahí surge la rela- el modelo activista que constituyera la modernidad. En la hipótesis
ción que se puede establecer entre la costumbre y la comunicación. presentada aquí, es un principio esencialmente consuetudinario y re-
El mundo aceptado por lo que es, es por supuesto, el "dato" natur~l crea, de manera prospectíva, los valores tradicionales que habíamos
que tenemos que cuidar y que se inscribe en :10. proceso de reve~l­ creído ya superados. De hecho, tras el periodo de "desencantamien-
bilidad como en el caso de la perspectiva ecológica; pero es también to del mundo" (Entuzuherungde Weber), postulo que estamos asistien-
el "dato" social con el cual cada uno contará estructuralmente: de do a un verdadero reencantamiento del mundo, cuya lógica vaya inten-
ahí el compromiso orgánico de unos con otros. Es esto lo que llamo tar replantear aquí. Digamos, resumiendo, que, ante unas masas que
aquí tribaJismo; es precisamente a lo que nos remite la temática ge- se difractan en tribus, o ante tribus que se incorporan en masas, di-
neral de la costumbre, en la cual cuenta menos el individuQque la ella reencanramíenrc utiliza como principal cimiento una emoción
persQ1la, la cual debe desempeñar su papel en una escena global, y es- o una sensibilidad vivida en común. Pienso, en este curso de ideas en
to en función de reglas muy precisas. ¿Acaso, se trata de una regre- las meditaciones proféticas que Hólderlin hacía respecto de las apa-
sión? Puede ser, si consideramos la autonomía individual como el ho- cibles orillas del Neckar: el poeta ligaba el sentimiento de lo que es
rizonte insuperable de toda vida en sodedad. Pero, además del común, lo "nacional" (que designa el sustrato popular) y que sirve de
hecho de que la antropología nos muestra que se trata en este caso argamasa a la comunidad, con las "sombras de los dioses antiguos
de un valor que no es general ni en el tiempo ni en el espacio, po- [que], tal y como fueron, vienen de nuevo a visitar la tierra..." Al vol-
demos aceptar el hecho de que el principium im!ividuaJumis es cada ver sobre ese apacible camino, se vio inundado por aquellos dioses.
vez más cuestionado dentro del seno mismo del mundo occidental. Fue asimismo en la soledad del sendero de Eze en la que ese otro "lo-
Éste es un aspecto daramente perceptible por medio de ese baróme- co" que es Nietzsche experimentó la irrupción dionisíaca. Su visión
tro que es la sensibilidad de los poetas o de los novelistas {cf.• por no resulta menos premonitoria:
ejemplo, el teatro de S. Beckeu) o, más empíricamente, por medio
de la multiplicación de las actitudes grupales que impregnan la vida Hoysolitarios, ustedes que viven separados serán un día un pueblo. Los que
de nuestras sociedades. Por último, y esto merece ser tomado en se han designado a sí mismosformarán un día un pueblo designado, y de es-
cuenta, nos encontramos con que ciertos países que no han hecho te pueblo ha de nacer la existencia que supere al hombre.
del individualismo el fundamento de su desarrollo están conocien-
do en nuestros días una vitalidad innegable, además de ejercer una Nuestro Philosophenweg ha de pasar por las playas repletas de vaca-
fascinación que parece va a perdurar. Japón es uno de esos países, y, cionistas con "goce de sueldo", en los grandes almacenes rebosantes
por paradójico que pueda parecernos, cabe citar también a Brasil. de una furia consumidora, entre los grandes aglutinamientos depor-
Tomemos tanto un país como el otro como prototipos cuyo aura es tivos de inquietante frenesí, o por medio de muchedumbres anodi-
esencialmente rituálica, cuya estructura de base es la "tribu" (o el nas que vagabundean sin finalidades específicas. Por diversas causas,
reagrupamiento orgánico, para no escandalizar) y que son, el prime- parecería como si Dionisia hubiera invadido todos esos lugares. Las
ro actualmente y el segundo en potencia, polos de atracción del ima- tribus que él impulsa presentan una turbia ambigüedad, sin desde-
ginario colectivo; y esto desde un punto de vista a la vez existencial,
económico, cultural o cultual.
No se trata aquí de presentarlos como modelos acabados, sino de
indicar que, como alternativa al principio de autonomía, sean cuales fue- ~ A. Berque analiza este principio de a1onomía en Japón en VJlIre l'espaa auJafrtm,
París, PUF. 1982. p. 52. sobre la primacía del ritual consuetudinario en Brasil. d. R. Da
ren los nombres que se le quieran dar (autogestíon, autopoiesis, etcé-
Matta. CanwvaJ el bonJi~ París. Seuil, 1983, sobre el Brasil en general. cf.J.Machado.
tera), existe un principio de alonomía (la ley viene del exterior), que I.e 8Tésil, frays d" prismt, París, DDD. 1999.
EL TIEMPO DE lAS TRIBUS

ñar una tecnología de lo más sofisticada, son en cierto modo un tan-


2. LA POTENCIA SUBTERRÁNEA
to bárbaras. Tal vez sea éste el signo que anuncia la posmodernidad.
Sea como fuere, el principio de realidad, por una parte, nos invita a
tomarlas en consideración puesto que ya existen y, por otra parte, nos
recuerda que, en innumerables épocas, fue la barbarie la que acabó
regenerando civilizaciones moribundas.
ASPECTOS DEL VJTALISMO

Una observación hecha con bastante sentido común por Émile Durk-
heim merece, pese a su banalidad, nuestra atención: "Si la existencia
perdura es porque en general los hombres la prefieren a la muerte. "1
No es éste el momento para detenerse sobre la incapacidad de nu-
merosos intelectuales para comprender este poderoso querer vivir
(la potencia) que, a pesar de las diversas imposiciones, o quizá gra-
cias a ellas, continúa irrigando el cuerpo social; en cambio, sí cabe
preguntarse, si no por qué, al menos qué es lo que hace que no po-
damos seguir ignorando esta pregunta. Permanezcamos en el orden
de las banalidades, aunque sólo sea para irritar a los pedantes uni-
versitarios que juegan a los científicos para hacer olvidar lo increí-
blemente llano que es su pensamiento. Ciertos historiadores de ar-
te hacen hincapié en que existen periodos en que dominan las "artes
táctiles" y otros en que prevalecen las "artes ópticas", o también un
arte que debe ser "visto de cerca" y otro que exige un "distanciamien-
to" para poder ser apreciado. Fue apoyándose en una dicotomía se-
mejante como W. Worringer elaboró su célebre oposición entre la
abstracción y la emparra (Einfühlung). En pocas palabras, todo lo que
tiene que ver con la empana remite a la intuición en lo que se rela-
ciona con las representaciones, y a lo orgánico en lo que es del or-
den de la estructuración. Incluso todavía a partir de la idea del KUll$t-
WQllen, este autor hace referencia al pueblo, a la fuerza colectiva que
lo anima; en definitiva, a ese vitalisnw que merece una atención par-
ücular."
Es evidente que hay que considerar esta clasificación de manera
arquetípica, es decir, inexistente bajo una forma pura: se trata de una

I t. Durkheim, LesJonM:S&men1lJiTes tkltJ vM~ Parú, U: Livre de Poche, 1991.


2 er. 105 desarrollos con relación a la historia del arte en W. Worringer, AMtmt:tion
d ,inftihlung, París, Méridiens Klincksieck, 1978, pp. 13-14.

[851
86 EL TIEMPO DE lAS TRIBUS LA POTENCI¡\ SUBTERRÁNEA 87

"irrealidad" cuya única función es servir de revelador de-situaciones ta aquí de la tradición mística o gnóstica, que se opone a la rama cri-
comunes y corrientes, que son, por su parte, bastante "reales". . tica o racionalista; pero se trata de la gnosis antigua a la de Princeton,
Así, respondiendo la pregunta que acabamos de plantear, es POSI- pasando por la mística de Bóhme y de Loisy,1o del desenfreno de los
ble que, tras un periodo en el que prevaleció el distanciamiento, "pe- sentidos y de las costumbres a las medicinas suaves y a las exploracio-
riodo óptico", que se podría llamar también -haciendo reíerencía a nes astrológicas contemporáneas; existe un hilo conductor que se per-
su etimología- periodo teórico (theorein: ver), estemos entrando en una petúa: el de la potencia. Si bien es que podríamos llamar "dionisia-
época "táctil", en donde sólo importa la proxémica. En términos más na" la actitud espiritual mientras que la perspectiva más sensual
sociológicos. se puede decir que nos encontramos aquí con un desli- remitiría a lo "dionisiaco", las dos actitudes. no obstante, se cimenta-
zamiento de lo global hacia lo local, el paso del proletariado como rían sobre la primacía de la experíencíafsobre un vitalismo profun-
sujeto histórico activo al pueblo que no es en modo alguno respon- do y sobre una visión más o menos explícita de la organicidad de los
sable del porvenir. Este hecho nos obliga a considerar la saturación diversos elementos del cosmos. Numerosos cuestionamientos relacio-
de la cuestión del poder (es decir, de lo político) en su función pro- nados con la saturación de lo político. el cambio de valores, el fraca-
yectiva, así como la emergencia de la cuestión de la potencia. que so del mito progresista. el resurgimiento de lo cualitativo, la impor-
mueve con profundidad a la multiplicidad de las comunidades dis- tancia que se puede atribuir al hedonismo, el perdurar de la
persas, disgregadas y. sin embargo, ligadas unas a otras en una arqui- preocupación religiosa, la imposición de la imagen. que se creía to-
tectónica diferenciada que se expresa en lo que he dado en llamar talmente evacuada y que cada vez invade con mayor contundencia
"la armonía conñíctual"." Es en esta perspectiva esquemática que es nuestra vida cotidiana (publicidad. televisión), cuestiones todas que
conveniente apreciar la readopción del vitalismo; a saber. el hecho tienen como telón de fondo aquello que se puede llamar la potencia
de que haya vida en vez de nada. Desdeñando de la "separacíón't.fa irreprimible. Se trata de una fuerza bastante dificil de explicar, pero
alienación y la actitud crítica que es su expresión, lo que ahora im- cuyos efectos se pueden constatar en las diversas manifestaciones de
porta es analizar "la afirmación" de la vida, el querer vivir socieral, la socialidad: astucia, ensimismamiento, escepticismo. ironía y joco-
que, aun de manera relativista, le sirve de soporte a la vida cotidiana sidades trágicas en el seno de un mundo supuestamente en crisis. Ya
"vista de cerca". que en realidad, la crisis se muestra por medio de los poderes en
Retomando el esquema que propuse para la figura emblemática aquello que tienen de imposición vertical, de abstracto. Es esta opo-
de Dionisio, me parece que el papel desempeñado por la potencia sición entre el poderext1Ínseco y la Jwtencia intrínseca lo que tenemos
no.deja nunca de estar activo. No obstante, su acción es ya sea secre- que meditar con rigor, y que es la traducción sociológica de la dico-
ta, discreta u ostensivaCuando no se expresa en esas formas de efer- tomía estética (óptica-táctil) planteada anteriormente. Con relación
vescencia que son las revueltas, las fiestas, los levantamientos y otros a este movimiento pendular que permite comprender el (rejsurgi-
momentos candentes de las historias humanas, se concentra de ma- miento y el desgaste de los cuestíonamíentos en el ciclo en espiral del
nera superlativa en el secreto de las sectas y las vanguardias, sean las retorno de lo mismo, nos podemos remitir a un autor canónico, Cé-
que fueren, o en su menor grado. en las comunidades. las redes.fas lestin Bouglé, quien. sin dejar de mostrarse hombre de su tiempo (el
tribus; en suma, en las menudencias de la vida común y corriente que principio del siglo racionalista) y de su medio (la escuela positivista
son vividas por sí mismas y no en función de alguna finalidad," Se tra-

Méridiens, 1982, reed. Le Livre de Poche, 1991. yo le debo esto a G. Durand, en par-
ticular a su artículo "La noción de límite", en Eranos, 1980, Frankfurt-am Main,Jahr-
5 Cf. M. Maffesoli, F:<sai.5 ,"'T In. violnlu banalt! ~I fonMtria, 2a ed., Parí., Librairie des buch ed Insel, 1981, pp. 35-79.
Méridien~ 1984. !; cr.• por ejemplo, A. Faivre, F.dcamhaU-WI el la Ihéoscphie chrilimN, París, Klinck-
4 He empleado este movimiento pendular entre lo "bsper" y lo "hipo", tomado de sieck, 1969, p. 14, o el estudio sobre Loisy de E. Poulat. Critique d. mplique. París, Le
la endocrinología de Brown Sequart, en mi libro L'mnmldeDWnJs(),<, París, librairie des Centurión, 1984, y E. Teissier y H. Laborit, Étnifed. ~.w, PaJis, Oraseet, 1992.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LA POTENCIA SUBTEII-II-ÁNEA 89

francesa), no dejó de poner en relieve las cualidades que actúan en que nos encontramos aquí en presencia de un "arraigamiento diná-
lo que no es la estricta tradición occidental. Así, en su análisis sutil- mico".'
mente matizado del régimen de castas, sobre el que será necesario Así, en el momento en que es apropiado lamentarse (o regocijar-
volver, una vez señalado que.r'la tierra de las castas" podria ser la cuna se, lo que viene a ser lo mismo) por el fin de lo social, es necesario,
del mito de Dionisia (p. 168), muestra claramente que existe una os- con sentido común y lucidez, recordar que el fin de una cierta forma
cilación entre "la existencia llena de realidad" del mundo griego (y, de lo social, la evidente saturación de lo político. puede permitir so-
podríamos añadir, de sus herederos) yel hecho de que esta existencia bre todo la reaparición de un instinto vital, que, por su parte, está le-
no es más "que una ilusión decepcionante" para el hindú (pp. 166- jos de apegarse. El catastroñsmo en boga sigue siendo sumamente dia-
167). Sin embargo, esta concepción escéptica se expresa asimismo co- léctico (hegeliano), demasiado lineal (positivista) o incluso cristiano
mo un "soplo de sensualidad" y a veces hasta de "brutalidad" (ihidem); (parusfa) para poder apreciar las múltiples explosiones de vitalismo
de esta manera, más allá de las observaciones de rigor, no puede de- que caracterizan a todos esos grupos o "tribus" en constante fennen-
jar de afirmar que un no-actívísmo (más que pasividad) puede ser di- tación que se encargan, lo más cercanamente posible de ellos mismos,
námico. Es imposible- explayarnos aquí sobre esta cuestión, lo que de múltiples aspectos de su existencia colectiva. Esto ~ el politeísmo.
no nos impide reconocer una vez más, junto con Bouglé, que a la Pero esto, como suele ser el caso frecuentemente, los intelectuales. y
"razón ordenadora" se le puede oponer "la imagínacíón amplifica- más concretamente los sociólogos, [sólo lo comprenderán Postlestum!
dora" (p. 197), yque cada una de esas especificidades puede tener su Propongamos algunas metáforas: como el fénix antiguo, el ocaso
propia fecundidad." de una forma exige siempre el florecimiento de otra. Por su parte, "la
Podemos sin duda alguna extrapolar esta idea y superar el marco imaginación amplificadora", a laque se ha hecho antes mención, pue-
estrecho de las "razas" para darle la dimensión socioantropológica de permitirnos ver con claridad que la muerte de la monovalencía his-
que aquí nos interesa. Es posible que la potencia actualmente en ac- tórica o política puede ser la ocasión de apoderarnos de nuevo de la
ción no sea ajena a la fascinación que no dejan de ejercer, el pensa- matriz natural. Ya he indicado anteriormente el proceso: deslizamien-
miento y los modos de vida orientales. No es que estén destinados a to de la economía omnipresente a la ecología generalizada, o también,
desempeñar el papel monopolista que caracterizó al modelo euro- según la Escuela de Francfort, paso de la naturaleza como objeto (Ce-
peo, o que sigue todavía por algún tiempo caracterizando al amen- genstaná) a la naturaleza como compañero de juego (Gegrnspield). A
can way 01 lije, sino para que, según modalidades diferenciadas, pue- este respecto, los movimientos ecologistas (ya sea que se estructuren
dan entrar (ya están entrando) en una composición intercultural en partidos o no), la moda de los alimentos biológicos o macrobióti-
que no dejará de reactivar el debate sobre tradición y modernidad. cas y los diversos naturismos en boga son indicadores particularmen-
A este respecto, es un índice sumamente esclarecedor el lugar que te instructivos. Esto no es ningún rodeo inutilizable en el marco de
ocupaJapón en el imaginario contemporáneo; a mijuicio, sus exce- nuestra reflexión. sino más bien un parámetro de gran importancia
lentes resultados de operacionalidad industrial, así como su dina- que suele escapárseles demasiado frecuentemente a los voceros del ea-
mismo conquistador, no se pueden entender si no se tiene en men- taerroñsmo, salvo en los casos en que lo reducen a su dimensión polí-
te la fuerte carga tradicional y la dimensión ritual que atraviesan de tica. Podemos pensar en E.Jünger y en su fascinación por los minera-
lado a lado las diferentes modulaciones de su vida colectiva, cuya im- les, o también referirnos al poeta J. Lacarríere, que destaca con
portancia todos conocemos. El traje convive con el quimono en el especial fuerza y belleza el resurgimiento de la Gran Diosa Tierra:
guardarropa del empresario eficiente. Podemos repetir una vez más

6 er. c. Bouglé, l~<s"i\ sur le rigi7tV tW r.astes, 4a ed., prol. de L. Dumond, París, PlIF, 7 Es el título que he dado a mi tesis de :kr. dclo, Grenoble, 1973, cuyas parteeeeen-
1969. Me remito igualmente a A. Danielcu, SJ¡ÍM el Ditm]W5. París, Fayard, 1979. ciales reaparecrn en M. Maffesoli, IÁgiq/U Ik UJ dominalion, ParúI, MJF, 1976.
90 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LA POTENCIA SUBTERRÁNEA 91

SielIlpre encontré un cierto parecido entre los mitos y los corales: sobre un siguiendo la estela del tema goetheano del Natur-Gott, el Dios-Natu-
tronco común y vivo que ... se mineraliza con los siglos ... brotan floraciones raleza, este vitalismo siguió estando presente en la psicología de lo
vivas,ramificaciones de tentáculos... vasculartdades orales y efímeras que pro- profundo, cuya importancia fue capital para nuestro siglo xx.
longan sin cesar la pulsión abismal del filum. O· Lacarriere, L'éti grec, Píon, Es algo patente en el proceder de C. G. jung, cuya fecundidad se
París, 1976, p. 148.) vuelve a reconocer en nuestros días; no obstante. al margen del mo-
vimiento freudiano. el "principio organizador de la vida" se halla tam-
El conjunto de este bello libro, que se podría comparar con el Co- bién en el centro mismo de la obra de Oroddeck. Así, según uno de
loso de Marusi de H. Millcr, se desenvuelve en el mismo tono; nos re- sus comentadores, éste siempre ha manifestado "un gran interés por
vela un reencantamiento del mundo mostrando la estrecha relación la physis; es decir. por el crecimiento espontáneo, o el cumplimiento
existente entre la arborescencia -aun mineral- de la naturaleza y la efectuado de un devenir, tanto en la naturaleza como en el ser huma-
explosión de la vida, cuyo índice es el mito. El fllum mencionado nos no"." Si he citado a Groddeck en la tradición psicoanalítica es por-
recuerda, con pertinencia, que, si las civilizaciones son mortales o in- que. por un lado. se inspira en Nietzsche, cuya actualidad no se ha
cluso efímeras, el sustrato en el cual se arraigan es, por su parte, in- tenninado de indagar. pero también porque el adagio en el que se
variable, al menos a los ojos del sociólogo, No está de más tener siem- inspiró: Natura sanas, medicus curato se halla en la base misma de los
pre presente esta trivialidad que nuestro "ombliguismo" tiende a movimientos alternativos que, desde todos los rincones del mundo.
hacernos olvidar. están cambiando drásticamente la configuración social. Y también a
Sólo así será posible comprender lo que yo llamo "el perdurar so- esto tenemos que estar atentos si queremos calibrar debidamente la
cietal", término un tanto bárbaro por el que entiendo la capacidad pertinencia de lo que he llamado la potencia. Cabe imaginar que este
de resistencia de las masas, Esta capacidad no es forzosamente cons- "logro" en el seno del dato natural, es decir. la arborescencia o creci-
ciente: está incorporada en cierto modo mineral, sobrevive más allá miento siempre continuados. no carecerá de efecto sobre el dato so-
de las peripecias políticas. Yo me aventurarla incluso a decir que exis- cíal. Al redescubrir las virtudes de una naturaleza-madre. el sentido
te en el pueblo un "saber de fuente segura" o una "dirección segura", de la globalidad recupera su lugar. Hay reversibilidad. no dominación
a la manera heideggeriana, que lo convierten en una entidad natural unilateral. Es esto lo que permite decir que todos los grupos que con-
que supera con creces sus diversas modulaciones históricas o socia- sideran la naturaleza como compañera o socio son fuerzas alternati-
les. Ésta es una visión un poco mística de las cosas. pero sólo ella nos vas que a la vez rubrican el declive de cierto tipo de sociedad. si bien
puede permitir explícarel hecho de que, a pesar y por medio de las apelan al mismo tiempo a un renacimiento irresistible.
·carnicerías y las guerras, de las migraciones y las desapariciones, de Naturalmente. éste que nosotros vemos ·in statu nascendies comple-
los esplendores y las decadencias. el animal humano siga prosperan- tamente caótico. desordenado, efervescente. Pero sabemos, por las re-
do. Ahora que hemos perdido el miedo a las invectivas y a los juicios flexiones de Durkheim, que la efervescencia es el indicio más seguro
de valor, y que los terrorismos teóricos ya no paralizan más las aven- de lo prospectívo, de lo que está llamado a durar y. a veces también,
turas del pensamiento (ni nuestros pensamientos aventureros). no a institucionalizarse. El hormigueo es para Bachelard una "imagen
está de más que los sociólogos analicen con rigor aquella perspectiva primera", Recuerda además este autor que. en el siglo XVII. "la orto-
global. holista, proclamada al fundarse nuestra disciplina. El recono- grafía de la palabra caos es caJwt [bache. sacudida]". comparación que
cimiento de un vitalismo irreprimible puede fonnar parte de tal pers- resulta bastante ilustrativa cuando se sabe que el caos es eso mismo
pectiva. No se trata de hacer aquí una lista exhaustiva de las investi- sobre lo que se erige el cosmos y posteriormente ese microcosmos que
gaciones que van en este sentido:" conformémonos con indicar que.

§ e; M. Lalive D'Epinay, C.roMedI, París, Ed. Universitaires, 1984, p. 24. CE, pp. 125-
~ Sobre el vitalismo, er. M. Maffcsoli, L'¡rlSlanl élenll'~ París, Denoel, 2000. 134, la buena bibliografía que se ha suminis!rado,
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
92 LA POTENCIA SU8TERIlÁNEA

es el dato social. El hormigueo es signo de animalización. pero tam- hacen referencia al Tao o al pensamiento hindú para apuntalar sus
bién de animación. 10 G. Durand lo ilustra abundantemente. El hor- hipótesis. Por su lado, el físicoJ.-E. Charron pretende mostrar que "el
migueo que se puede observar. actualmente y que ~~ne una fuerte espíritu es inseparable de las investigaciones en el campo de lañsíca",
connotación natural puede entenderse como expresión de la poten- Por falta de competencia, no me es obviamente posible entrar en es-
-cia o del querer vivir. que son causa y efecto del fl1um vital. Como di- te debate. En cambio, sí podría utilizar, de manera metafórica, esos
ce el psicoanalista alemán: "Kot ís nicht Tot, es ist A~Jang von ~~ . análisis para ilustrar más claramente la pista del vitalismo o de la po-
Precisando un poco más estas observaciones, digamos que SI exrs- tencia que se manifiestan en el dato social. Tomemos particulannen-
te un ocaso de las grandes estructuras institucionales y activistas -des- te el ejemplo de los "hoyos negros", esas estrellas que, por densifica-
de los partidos políticos como mediación necesaria,. hasta el proleta- ción vertiginosa, mueren para nuestro espacio-tiempo para nacer "en
riado como sujeto hísrórico-, existe, por el contrano, desarrollo de un nuevo espacio-tiempo", lo que él llama "espacío-tíempo comple-
lo que podemos llamar, de manera muy general. comunidades de b~­ jo",!\! Acudiendo a una imagen, y como respuesta a aquellos que se
se. Ahora bien. éstas descansan fundamentalmente sobre una realí- hacen preguntas sobre el ocaso de los modos clásicos de las estructu-
dad proxémica de la coalla naturaleza es la forma acaba?a. Con mu- raciones sociales, podemos sugerir que es la densidad de la socialidad
cha agudeza, G. Símmet muestra que "el apego sentimental a,la --eso que acabo de llamar su "in-tensión" (in-tendem)-Io que la:hace
naturaleza", "la fascinación de la potencia", suele acabar transfonnan- acceder a otro espacio-tiempo en el que se mueve a sus anchas. Dicha
dose en religión. Existe, stricto sensu communion dentro de la belleza y densidad todavía existe: la experiencia en sus diversas dimensiones.
la grandeza.'! La religión es aquí el elemento que Ii~;. y liga p?rqu~ la vivencia en toda su concreción, el-sentimiento y la pasión que, con-
se da el codo acodo, porque existe físicamente proximidad. AsI, a di- trariamente a lo que se suele admitir, constituyen lo esencial de todas
ferencia de la "extensión" de la historia, que se cimienta sobre con- las agregaciones sociales. En general, esta densidad logra expresarse
juntos vastos y paulatinamente más imperso~ales,~~ naturale~favo- por medio de las delegaciones, de las representaciones que puntuali-
rece la "in-tensión" (in-tendere) ,junto con la mversron, el entusiasmo zan las historias humanas (asambleas generales, consejos, democra-
y el calor que ello entraña. La referencia, tal vez algo desenvuelta, a cias directas, parlamentos en sus inicios, etcétera), pero con el tiem-
la naturaleza y a la "religión" que ésta secreta tiene por única ambi- po. y en virtud de la rigidez ineluctable de las instituciones, asistimos
ción el indicar que, más allá de la arbitraria dicotomía entre vida fl- a trna separación creciente que puede conducir al divorcio. Es enton-
sicay vida psíquica, y, por consiguiente, entre ciencias de la naturale- ces cuando la "densidad" se exilia a otro espacio-tiempo en espera del
za y ciencias del espíritu, rupturas impuestas por el siglo XIX, estamos encuentro con nuevas formas de expresión, En efecto, adoptando el
volviendo a descubrir una perspectiva global que es a todas luces pros- término que E. Bloch aplicara a otros fenómenos, existe muy a menu-
pectiva. do "no-contemporaneidad" entre una institución ysu soporte popu-
Son numerosos los científicos (físicos, astrofísicos, biólogos) que lar. Así, en nuestros países democráticos, lo que algunos nobles espt-
trabajan activamente en dirección de tal revisión. Algunos incluso, co- ritus llaman el desarrollo del antiparlamentarismo no es quizá más
mo por ejemplo el premio Nobel F. Capra o el biólogo R Sheldrake, que un cansancio respecto de la libido dominandi"que anima a la vida
pública, o también una saturación deljuego político, que no es con-
siderado más que en función de aquello por lo que todavía presenta
algún interés: sus representaciones teatrales.
to er. el análisis de G. Durand, Le.' .•/null,"S mlthropologiqtll's dI! fimngi,wirt, París,
No obstante, dejando a un lado a los que viven de sus juegos pue-
Bordas, 1969, pp. 76 ss., y las citas que hace de G. Bachelard, La IP= el k..1iveries du re-
pos. París,J. Corti, !984, pp. 56, 60 Y270. riles, aún es necesario preguntarse por "la importancia de esos 'agu-
11 Cf. G. Simmel, "probl¿,mes de la sociologte des religions-' traducción francesa
ArriJiI"'" rk sorintngu, fip., 'eligiJI''-', (;NIlS, París, núm. 17, 1964, p. !5; ("J. también G. P. Wa-
tier, Simmtl el les sá"",e" ¡mmaifl".<, París, Meridians Klindsied" !992. 12 Cf.J.-E. Charrcn, L~I, r.etirn:ofl1l1l, Albin Michd, París, 1977, pp. 65-78 Y83.
EL TIEMPO DE LAS TRlBUS LA POTENCIA SUBTERRÁNEA 95

jeros negros' de la socialid~d"; .EsJ.o:~iene al menos el ~érito de o~li­ bates con mis amigos grenobleses, como C. Verdillon, y merece 'ser
gamos a volver nuestras miradas hacia esta base, d~masladasveces Ig- destacado a este respecto. Cuando la municipalidad de Grenoble de-
norada, de nuestra disciplina. Pasemos de la arquitectura celeste a la ddió construir la '"Villeneuve", laboratorio de una nueva manera de
que constituye nuestras ciudades. Reflexionando sobre el intervalo, vivir la ciudad, de vivir en ciudad, le pidió a los urbanistas que previe-
G. Dorfies, que se inspira en numerosos esteücístas, declara que no ran largos "corredores" que unieran los apartamentos con los ascen-
existe arquitectura "sin espacio interior". Por otra parte. amplía el de- sores, así como "galenas" para permitir a la gente reunirse. Se convir-
bate al mostrar que esta espacialidad interior posee un importante tieron en lugares de fuertes corrientes de aire, de carreras o hasta de
arraigo antropológico (gruta. nicho, abrigo) o psicológico (seno ma- pánico. Asimismo. de acuerdo con la ley. se previeron "metros cua-
terno, útero. aparato digestivo). La reflexión sobre el "laberinto",.que drados sociales". De este modo, además de los equipamientos socíoe-
ha sido particularmente bien ilustrada por los surrealistas y los srtua- ducatívos, se dejó una habitación libre en el extremo de cada corre--
cionistas, y también el "hueco" del que habla G. Durand, todo e~lo dar. Se la destinaba a reuniones, asociaciones o talleres. En realidad,
destaca el hecho de que se necesita "el interior" para que cualquier estas habitaciones fueron ocupadas rápidamente, de manera infor-
construcción exista. 13 Lo que se dice de la arquitectura se puede ex- mal, por actividades anodinas o contrarias a la moral clásica. En todo
trapolar a la arquitectónica de la socíalídad. Se trata en este caso de caso, fueron lugares en los que se pensaba -por proyección o cons-
la:hipótesis central de mi investigación desde varios años atrás: la ne- uucción fantasmagórica- que ocurrían cosas inauditas, si bien com-
cesidad de una centralidad subterránea. El que los arquitectos o los ur- pletamente necesarias a toda vida de grupo. Mundus est immundus.
banistas contemporáneos hayan redescubierto la necesidad del espa- Así, los "metros cuadrados sociales" eran lo inmundo que permitía la
cio perdido, del ágora, del paso subterráneo, de los pórticos. de los comunicación, la diatriba o la vida por procuración. Lógicamente,
patios, etcétera, no es sino la transcripción coústructívísta de esta im- aquello duró muy poco, y se pusieron candados a aquellos lugares de
periosa necesidad de "lo hueco". Ya lo he sugerido: antes de volverse libertad que fueron puestos a disposición de los animadores sociales.
el mundo que conocemos, la palabra mundus significaba el "agujero" ¡Triste fin si lo hubo!
al que se arrojaban las víctimas sacrificadas a los dioses, los niños re- Sin embargo, más allá de esta anécdota, lo que pretendo dejar aquí
chazados por sus padres y los desperdícíos.l" en suma/todas las cosas bien claro es que siempre hay, retomando una expresión de Simmel,
que dan sentido a la ciudad. "un comportamiento secreto del grupo respecto del exterior" .1& Es és-
Un hecho (que les pareció fútil a los urbanistas del momento pe- te, más o menos añrmado según las épocas, el que origina el perdu-
ro que no careció más tarde de efectos) alimentó innumerables de- rar societal y que, más allá de los ocasos específicos, garantiza la pe-
rennidad del fdum. Repitiéndolo una vez más, se trata naturalmente
de un ideal-tipo que no existe bajo su forma pura y que rara vez se pre-
senta como tal por parte de los propios protagonistas. cosa bastante
l~er. G. Dorflés, L'interoalle pm/u, traducción francesa, París, Librairie des Méri- normal; y, sin embargo, es sin duda alguna este "secreto" el que per-
diens, 1984. pp. 71 SIl.; cf. también G. Durand, [ej stnu:lum anl"ropowgiques de I'i~­ mite medir la vitalidad de un conjunto social. En efecto, es pre~tvan­
nai..., '1'. cu., p. 55. Sobre el situac;onisffio y el laberinto: ¡nln'nalimlav Ji.l"aIÚlmJme,
A'msterdam, Van Oenne, 1972.
do las etapas de una revolución. los motivos de una conspiración o,
He dirigido también personalmente una pequeña monografía sobre el laberinto más simplemente, la resistencia pasiva o la conspicua actitud de reser-
en Génova. Doct. Polycop. {lE;R de urbanización, Universidad de Grenoble. 1973. va frente a cualquier poder (político. estatal, simbólico) como se crea
cr. igualmente la imporl;¡lndade Iall grutas para explicar la vitalidad napolitana: A. una comunidad. Explosiva o silenciosa, nos encontramos aquí ante
Medam, Amltlts rkN~.. París. Éd. des Autres. 1979. p. 46, yJ. F. Matteudi, Ladtirk$
rmaphi¡'s, París, Librairie des Méridiens. 198~.
H Cf. M. Maffeeoli, La Clmqll;U dlt ~ml, donde se encontrará una sociología de
la vida.cotidiana. París, l'ITF (1979), 008, 1998, cap. lIJ, "L'espace de la scciahté", pp- L,G. SimmeI, ~ La socii1é ,w:uur, N('IIvrlfe mtIIe tk PSJcluJnaly."" París, Gallimard. núm.
61-74. 14,1976, p. 281.
96 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
LA POTENCIA SUBTERRÁNEA
97
una violencia cuyos aspectos fundadores no han sido todavía comple- comunidad; se trata menos de un contenido, que es del orden de la
tamente destacados. En este caso se trata también de la potemia. fe, que del que contiene, es decir, de algo que es matriz común o que
Resumiendo estas pocas observaciones, se puede decir que el "vi- sirve de soporte al "estarjuntos". Retomaré a este respecto una defi-
talismo", que nunca dejará de asombramos y que, en ,todo c~, es ,la nición de Simmel: "El mundo religioso sumerge sus raíces en la com-
condición de posibilidad para comprender la potencia de la vida Sin plejidad espiritual de la relación entre el individuo y sus semejantes
calidad no puede comprenderse más que abandonando la ac:titud en- o grupo de semejantes... estas relaciones constituyen los más puros
juícíadora (o normativa}, que es en general la que caractenza al de- fenómenos religiosos en el sentido convencional del término. "17
tentador del saber y del poder. Al hablar acerca de la versatilidad de No se trata de hacer aquí sociología de la religión; por otra parte,
la muchedumbre,julien Freund propone clasificarla "bajo la catego- los especialistas en este campo se muestran más bien reticentes en
ría de lo privativo"; es decir, que ésta no sería ni negativa ni positiva, cuanto oyen hablar de resurgimientos de lo religioso. Por mi parte,
sino que podría ser "al mismo tiempo socialista y nacionalista" ,.tfJ Yo me abstendré claramente de entrometerme en su objeto mismo de
traduciría esto, en mi lenguaje. diciendo que la muchedumbre se ha- estudio, limitándome tan sólo a permanecer en la zona borrosa. en
lla en hueco, que es la vacuidad misma, y que en esto mismo reside la nebulosa del sentimiento religioso. De hecho, de manera delibera-
su potencia. Al rechazar la lógica de la identidad, que transforma al da, lo que permite estar atentos al desarrollo religioso stricta sensu
pueblo en proletariado (en "sujeto" de la historia), la muchedumbre (particularmente en sus manifestaciones no institucionales), así co-
puede ser, de manera secuencial o simultáneamente, la muchedum- mo a la importancia concedida a lo imaginario y a 10 simbólico, son
bre de los "vulgares" conformistas o de los rebeldes, la muchedum- todas las cosas que incitan a las mentes apresuradas o prevenidas a
bre racista o generosa, la muchedumbre ilusionada o cínica. Filosófi- hablar del regreso del irracionalismo.
camente se trata de una incompletud que, C017W tal, es rica en Se puede afirmar, en principio, que existe una relación indudable
porvenir. Sólo la imperfección es signo de vida, mientras que la per- entre la reincorporación de lo natural (del naturalismo) y el reencan-
fección es sinónimo de muerte. Es por su abigarramiento. su eferves- tamiento del mundo que se observa en la actualidad. Más allá de las
cencia. su aspecto desordenado y estocástico, su conmovedora inge- demístífícacíones, "demltologízaciones" que han encontrado adeptos
nuidad, por lo que el vitalismo popular nos interesa. Es porque es esa hasta en el seno mismo de las reflexiones teológicas, el "fisgón" social
nada que presta fondo al todo por lo que, de man,era relativista. se que es el sociólogo no puede pasar por alto todos esos múltiples ele-
puede ver en el vitalismo la alternativa al ocaso; pero al mismo tiem- mentos que privilegian a la suerte, el destino, los astros, la magia, el
po es anunciador de una muerte: la muerte de la modernidad. tarot, los horóscopos, los cultos a la naturaleza, etcétera. Es incluso
veraz que el desarrollo de los juegos de azar como se conocen en
Francia. de los juegos populares (lotería, lotería instantánea. quinie-
las. lotería nacional) hasta llegar a la moda de los casinos. participa
LO DMNO SOCIAL en este mismo proceso. Nos encontramos aquí ante pistas que mere-
cerían investigaciones precisas. No hay necesidad de escandalizarse.
Cabe preguntarse por otro aspecto de la potencia popular: por lo "di- Recordemos, en efecto, lo que es un "postulado esencial de la socio-
vino social", término mediante el cual E. Durkheím designaba esa logía" para É. Durkheim: "Una institución humana no podría r-imen-
fuerza agregativa que se halla en la base de todo tipo de sociedad o tarse en el error y la mentira: así jamás hubiera podido perdurar. Si
asociación. Se la podría denominar también con el término de "reli- no se hubiera fundado en la naturaleza de las cosas, habría encontra-
gión", empleando este término para designar lo que nos une a una

17G. Simmel, -Probh':mes de la sociologie des rehgions", Anhiws Ik s~ des"""


16 J. Freund, &l(iOÚJ~ dll ron/'it, Pa~ís, PUF, 1983, p. 214. ligians, Paríll, CNR5, núm. 17, 1964, p. 24.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
98 loA POTENCIA SUBTEllRÁNEA

do ... resistencias que nunca hubiera podido vencer."!" Es~ sabia ~b­ ra se puede hablar de reencantamlenro del mundo, es porque éste se
servación se puede aplicar también a nuestro tema. El sentido comun, "da por supuesto". Este naturalismo, esta complicidad merecen 'espe-
la constatación empírica, los artículos de la prensa. todo mundo CO~S­ cial atención; es eso lo que permite hablar de "dato" social o también,
tata la multiplicación de los fenómenos re~igiosos. ~í pues, convre- según la expresión de Schutz, de "taken lar gran1efl' (dado por supues-
De abordarlos sin necesidad de exagerar su tmportancía, pero tampo- to).19,Participamos, mal que bien, somos parte de este mundo mise-
co sin descalificarlos a priuri rabie, imperfecto y, sin embargo, preferible a "nada". Visión trágica
En primer lugar, porque esto remite a actitudes exi~tentes~":todos por excelencia, que supone menos el cambio (reforme, revolución)
los medios. Con relación al "populacho", esto se entiende facihnen- que la aceptación de lo que es, del statu quo. Fatalismo, dirán algunos,
te, Pero, aunque se practica todavía con cierta discreción, ya no es ra- yen parte tienen razón; pero contrariamente al actívísmo (¿anglosa-
ro en el medio culto ponerse a hablar del horóscopo, o llevar ~n el jón?), que pone a competir individuos opuestos, ese fatalismo (¿me-
c'u~1I0 o en la muñeca algún amuleto. Respecto a otras capas sociales, diterráneo?), mediante una integración en la matriz natural, refuer-
algunos estudios actualmente en curso pondrán de manifiesto estos za el espíritu colectivo. Preciso que si lo "divino" humano o social (a
fenÓmt,=nos. Como anécdota: recientemente, en el transcurso de ~?a partir de Feuerbach, y pasando por Comre, o de Durkheim) es una
cena en la que se habían dado cita varios miembros de la alta función preocupación del pensamiento social, se puede no obstante estable-
pública (más algunos personajes "de adorno~, como un obispo, un cer un paralelismo con cierta tradición mística, según la cual a lo que
universitario y una astrólqga) tuve la oportunidad, ~r una parte, d~ hay que llegar es a la pérdida en el "gran todo". Dicha actitud remite,
departir con una astróloga famosa que me ennumero todos Jos polí- al naturalismo de que se ha hablado; y, al mismo tiempo, sirve de Iun-
ticos de todas las tendencias, que eran sus clientes, y, por la otra, de damento a la constitución de pequeños grupos (comunión, fusión
escuchar las confidencias de un prefecto, hombre racional, ,si es que erótica o sublimada, sectas, congregaciones, etcétera), que no dejan
existen, quien me habló del escalofrío mágico, verdadera droga se~a­ de tener relación con lo que se puede observar en nuestros días.%O No
nal, que lo poseía al escuchar los números premiados de la lotena, hay que olvidarlo, ya que la expresión teológica da perfecta cuenta de
Naturalmente, para evitar comprometerse por completo, era su cho- este proceso: "la comunión de los santos" se cimienta esencialmente
fer el que se encargaba de Ir a comprar el fatídico billete. ~to.p~ede sobre la idea de participación, de correspondencia, de analogía, no-
ser anecdótico, pero son precisamente estos hechos, por lIl;as rrunuscu- ciones éstas que parecen perfectamente pertinentes para analizar los
los que sean, los que, mediante sucesivas sedimentacion~, constitu- movimientos sociales, que no se dejan ya reducir a sus dimensiones
yen a la vez lo esencial de la existencia individual y.col,ecuva: Lo que, racionales o funcíonalíatas. El gran sociólogo Roger Bastide, cuyos
en todo caso, ponen netamente de manifiesto, es la existencia de una análisis vuelven a desempeñar un papel capital, habló de la religión
relación con el entorno natural o cósmico muy distinta de la que nos en términos de "evolución arborescente".21 Aquí también, además de
tenía acostumbrados el pensamiento puramente racionalista. Y, obvia- la imagen naturalista que esté en cuestionamiento, nos vemos remiti-
mente, esta otra relación no puede dejar de tefle~ ~onsec~enc!~~­ dos a la idea de elementos ligados orgánicamente (las ramas que for-
pables en nuestras relaciones con los demás (fanuba,. ~ficma, fábrica, man un árbol), de anillos y de concatenación, así como de comuní-
calle), y ello es tan cierto que es la manera como es VIVIdo y represen-
tado"el estar (ahí tirado) en el mundo" que determina su puesta en
escena; queriendo decir con ello la gestión de las situaciones que, ca- 19 Sobre el "dato" social cf M. Maffesol.i, La violmu /QtaÚtaiR, París, PUF, 1979. er.
da vez más, constituyen la concatenación existencial. Si de esta mane- las obras de A Schutz, ColJuIed /JafJt!r5, voIs. 1, 2 Y3, Amsknlam, ManinUll Nijhoff.
2Il Sobre este terna d. hu investigaciones de). Zylberberg, y J. P. Montrniny, "L'.,..
pnt.Je ]x)Uvoird les rernmes ... ", RniuJrr.hessoritJgmphiqun, Quebec, XXII, 1,enero-abri1
1%1. •
18 É. Durkheisn, {",s¡'"ml!.•é1émelllaires,{, la "il!rrüginL5t!, 5a OO.,París, I'lI. (1968, p. j) 21 R. Ba"ude, ÉJemenL' ,{, wcioWgie migieu.v, p. 197, citado por c. Laliw: D' Epinay, ~R.
Le Limde Peche, 1991. Bastide et la sccíoíogíe des o.:onfins", L'ann« ~ vol. 25, 1974, P. 19.
100 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LJ\ POTENCIA SUBTERRÁNEA \61

dades imbricadas unas a otras.en .un conjunto más vasto. Vieja figura transciende a todos sus miembros": esta bella fórmula de Poulat2!l re-
bíblica de lajerusalén mítica; "en-donde todo conjunto forma cuer- sume a la perfección la temática de la trascendencia ínmeneme, La
pon y prefigura por ello mismo la convivialidad del paraíso por venir. causalidad o el utilitarismo no pueden explicar por sí solos la propen-
¿Podemos, a partir de estas someras observaciones, extrapolar y esta- sión a asociarse. A pesar de los egoísmos y de los intereses particula-
blecer un lazo con la potencia popular? Me parece que se trata de un res, existe una argamasa que asegura el perdurar. Tal vez haya que
proceso legítimo. y más aún cuanto que la característica esencial de buscar su fuente en el sentimiento compartido. Según las épocas, es-
la religión, que puede modularse de manera diferente, sigue siendo te sentimiento apuntará a ideales lejanos y, por consiguiente, de dé-
no obstante intangible: se trata siempre de transcendencia. Ya sea que bit intensidad, o a objetivos más potentes por estar más próximos. En
se sitúe ésta en un más allá o bien que ésta sea una "transcendencia este último caso no podrá estar unificado, y menos aún racionaliza-
inmanente" (el grupo, la comunidad que transciende a los indlvi- do, y su misma fragmentación no hará sino poner aún más de mani-
duos), la cosa sigue siendo fundamentalmente la misma. Ahora bien, fiesta su coloración religiosa. Así, la "religión civil", que resulta difí-
nuestra hipótesis, contrariamente a quienes se lamentan del final de cil aplicar a toda una nación, puede ser vivida perfectamente, en el
los grandes valores colectivos y de la reducción al individuo, cosa que ámbito local, por una multiplicidad de ciudades (ejemplo griego). o
ponen abusivamente en paralelismo con la importancia dada a la vi- de agrupamientos particulares. En este caso, la solidaridad que ésta
da cotidiana, consiste precisamente en que el hecho nuevo que se des- engendra adopta un sentido concreto. Es en este sentido como una
taca (y que se desarrolla) resulta ser la multiplicación de los peque- cierta indiferenciación, consecutiva a la mundialización y a la unífor-
ños grupos de redes existenciales; una especie de tribalismo que se mización de los modos de vida, y a veces también de pensamiento,
cimienta a la vez sobre el espíritu de religión (~Ligare) y sobre ello- puede ir de par con la acentuación de valores particulares, que, éstos
calísmo (proxémíca, naturaleza), Quién sabe si, ahora que se acaba la sí, son asumidos, con intensidad, por algunos cuantos. Así, podemos
civilización individualista inaugurada por la Revolución francesa, nos asistir a una massmediaeión creciente, a un vestir estandarizado o a un
tengamos que confrontar con aquello que fue un intento abortado fastJood invasor y. al mismo tiempo, al desarrollo de una comunica-
(Robespierre): es decir, aquella "religión civil" deseada por Rousseau. ción local (radios libres y 1V por cable), al éxito de un tipo de ropa
Esta hipótesis no carece de fundamento, sobre todo si se tiene en determinado, de productos o platos locales; todos ellos momentos
cuenta que, como observa E. Poulat, no dejó de preocupar, a lo largo concretos, en que cada uno se reapodera de su propia existencia. Es
del siglo XIX y a principios del xx, a pensadores de la talla de Pierre precisamente esto lo que pone de manifiesto que el avance tecnoló-
Leroux, Cornte por supuesto, Loisy o también Ballanche (quien pen- gico no consigue borrar la potencia del enlace (de la re-ligión), y a
saba que "la humanidad sería llamada a formar una cuarta persona veces incluso le sirve de ayuda.
en los cielos").22 Inspirándonos en un término aplicado a Lamennais, Al encontrarse saturados los fenómenos de abstracción, Jos valo-
podemos decir que esta perspectiva "demoteísta" puede permitirnos res impuestos verticalmente, las grandes maquinarias económicas o
comprender la potencia del tríbalismo, o la potencia de la socialidad, ideológicas, se puede observar. no su refutación (lo que equivaldría
incomprensible para los analistas económico-políticos. a atribuirles demasiada importancia), sino un recentramíento sobre
Como se sabe, a Durkheim le preocupó constantemente el lazo re- objetivos al alcance de la mano, sobre sentimientos realmente com-
ligioso. "Cómo se sostiene una sociedad que nada trasciende pero que partidos, cosas todas que constituyen un mundo, de costumbres, de
rituales, aceptado conw tal (takenfurgranted).
Es precisamente esta proximidad la que confiere su sentirlo pleno
a eso que se llama lo "divino social". Éste no tiene nada que ver COn
22 E. Poulal, CrilU¡lI~ el mystÍl¡lU'. París, ed. du Centurión, 1984, pp'¡'19y 230 Ylas re-
ferencias a Ballanche. Elmil de palingtinl<'U> ,,(J(:wil-, y a Larnennais: P,"""" d'"n ,:myal1l,
nota 26.
• El pueblo como dios, o incluso como el divino social [T.J. t~ l/>id., p. 241.
102 EL TIEMPO Dl: LAS TRIBUS LA POTENCIA SUBTERRÁNEA 103

ningún dogma ni inscripción institucional; reviste más bien una fibra En un texto de asombrosa actualidad sobre la "concepción social
paganaqlle, aunque no concuerden con esto los historiadores. nun- de la religión" j Durkheim, para quien "la religión es el más primitivo
ca ha llegado a desaparecer por completo en las masas populareyAl de todos los fenómenos sociales", luego de haber constatado el final de
igual que ocurre con los dioses lares, causa y efecto de la reunión fa- los viejos ideales o divinidades, afirma que es menester sentir "por
miliar, lo divino del que aquí se trata permite en las inhumanas y frias debajo del fria moral que reina en la superficie de nuestra vida co-
metrópolis recrear cenáculos de calor humano, espacios de sociall- lectiva, las fuentes de calor que nuestras sociedades conllevan en sí
dad. El desarrollo vertiginoso de las grandes metrópolis (megalópo- mismas", las cuales él sitúa "en las clases popularesr.w Se trata de un
lis sería la palabra justa) que nos anuncian los demógrafos no puede diagnóstico que se inscribe precisamente en la misma línea de nues-
sino favorecer esta creación de "aldeas en la ciudad", por parafrasear tra demostración (diagnóstico que es compartido cada vez más por
un titulo conocido. El sueño de Alphonse Allais se ha realizado: las numerosos investigadores): la deshumanización real de la vida urba-
grandes ciudades se han convertido en campiñas en las que los ba- na secreta encuentros específicos para compartir la pasión, los senti-
rrios, los guetos. las parroquias, los territorios y las diversas tribus que mientos. No lo olvidemos: los valores dionisíacos, que parecen gozar
los habitan han sustituido a las aldeas, ayuntamientos, comunas y mu- de actualidad, atañen al, sexo, pero también a los sentimientos reii-
nicipios de antaño. Pero como es necesario reunirse alrededor de una giosos: ambos son modulaciones deja pasíóg.
figura tutelar, el santo patrón que se venera y festeja es sustituido por Es porque lo "divino social" posee en menor grado una función
el guro, la celebridad local, el equipo de futbol o la secta de modes- de adaptación, de conservación en cierto modo, por lo que lo redes-
tas dimensiones. cubrimos en mayor grado en las explosiones de rebeldía. En otro lu-
El hecho de "darse calor" es una manera de aclimatarse o de do- gar ya he abordado este tema.junto con la noción de "revolución ou-
mesticar un entorno que, sin ello, sería amenazador. Varias investiga- robora",26 al mostrar que ha existido siempre una fuerte carga
ciones empíricas realizadas en medios urbanos han puesto de mani- religiosa en los fenómenos revolucionarios, los cuales han sido cali-
fiesto estos fenómenos. En su análisis de los cambios sociales consecutivos ficados como únicamente políticos. En el caso de la Revolución fran-
a las migraciones urbanas de una ciudad de Zambia, Benneuajules- cesa esto resulta evidente, como fue también el caso durante las dis-
Rosette llama la atención sobre el hecho de que existen "habitantes tintas revoluciones de 1848 en Europa, y H. De Man mostró que la
que siempre han participado activamente" en la reorganización y el propia revolución bolchevique no salió indemne. La Guerra de los
crecimiento de la comunidad. Y, precisa la autora: "The most distifUti- cam~i~puede considerarse como el paradigma de lo que venimos
ve charactaistic shared by many of tnese residents 15 their memhership in indi- diciendo, y el bello libro de E. Bloch sobre ésta hace un análisis in-
genous African cñurches". * Es, por cierto, esta participación la que ha- soslayable. Por cierto, a este respecto Mannheim no dudó en hablar
ce que estos subgrupos sean los más visibles de la comunldad.o Así, de "energfas orgiéstíco-extáücas", que tenían "sus raíces en planos
el cambio urbano es quizá correlativo con una des-cristianización ga- [... l profundos y vitales del alma".'? Y. ¿por qué hacer referencia a
Iopante, pero no deja de propiciar un sincretismo religioso de efec- estos momentos de efervescencia si no para indicar que existe un
tos aún incalculados. constante vaivén entre explosiones y distensiones, y que este prcce-

25K. Mannheim, l~d utopie. Parí" Riviere, 1956, pp. 157 SIl. Sobre la temáti-
• La característica común más distintiva de la gran mayoría de \05 residentes es su ca explosién-distensién eC. É. Durkheim, J...e¡¡ furmes ilimenIoiresde la vio! ~ Paris,
membría en las Iglesias indígenas africana'! [T.j. PUF (1968), Le Livrede Peche, 1991.
H B.Jules--Rosette. ."-Tmbols '!f c1w.1!~ 'lOO.. tmmilitm in a 7..ambian wmmmn't, Nuo;-va 2l; Para ser más precisos, en la gradación de las relaciones, de toda vida social, de
Jersey. Ablex, 1981, p. 2. Sobre la importanda de las religiones ancreustas en I\u gran- toda scciabihdad y de toda socíahdad.
des aglomeraciones .nbanall, como Recife, c.f. R. Motta, Cid",kt t/roofiío, Recife, 1980. 27M. Maffesoli, La vinkrn--" totalitaire, Parí, (1979), DDB, 1999, cap. 11, pp. 76-115, Y
E. Bloch, 1ñomas MunuT, /héoIogino de la rivolulicn, Parfs.JuUiard, 1964.
104 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LA POTENCIA SUBTEllRÁNEA 105

so es causa y efecto del lazo religioso. es decir. del hecho de compar- pueblo se mantenga como tal y sobreviva a las peripecias polítiCal.
tir la pasión? De hecho. la religión así entendida es el origen de to- Este denwteísmo está aquí exagerado (caricaturizado); pero es. a mi
da vida social." parecer. conveniente presentarlo así para comprender debidamen-
Es el crisol en donde se realizan las diversas modulaciones del es- te la extraordinaria resistencia a las imposiciones multifonnes que
tar-juntos. Los ideales pueden, en efecto, envejecer, los valores colec- constituyen la vida en sociedad. llevando aún más adelante nuestra
tivos saturarse, toda vez que el sentimiento religioso secreta siempre hipótesis. podemos. a partir de lo que se acaba de decir, proponer
y de nuevo esa "trascendenc-ia inmanente" que permite explicar el un cambio mínimo en el adagio clásico y sustituir el populo por el éeo.
perdurar de las sociedades por medio de las histo~as ~umanas. ~ en Así, para el sociólogo que se esfuerza por comprender el vitalismo
este sentido que constituye un elemento de esa rmstenosa fx?lencUl de de la socialidad, la pizca en el pan podría ser: "Omnis potestas a popu_
la que aquí tratamos. lo". En efecto, y es aquí donde la socíoantropologta puede tener una
He hablado antes de actitud exratíca que conviene entender, stric- dimensión prospectíva, por no decir profética: es posible que la es-
lo sensu, como fuera de sí, En efecto, el perdurar del que se acaba de tructuración social en una multiplicidad de pequeños grupos que se
hablar reposa esencialmente sobre el hecho de que hay masa, pue- acoplan unos con otros permita eludir. o al menos relativizar. las ins-
blo. G. Le Bon no duda en hablar de la "moralización del individuo tancias de poder. Es ésta la gran lección del politeísmo, sobre la que
por la muchedumbre", y aduce algunos ejemplos en este sentido.29 tantos análisis se han realizado, pero que todavía nos propone una
Es algo que comprendieron bastante bien los teólogos católicos, pa~ nueva pista de investigación sumamente fecunda. Para ser más pre-
ra quienes la fe era secundaria respecto a la expresión de dicha fe cisos, podemos imaginar un poder en vías de mundialización, bi o
en el marco de la Iglesia, Empleando un lenguaje de moralista, diré tricéfalo, disputándose y repartiéndose las zonas de influencia eco-
que, para ellos, el "fuero externo" (o fuero eclesiástico) es ~ im- nómico-simbólicas. jugando a la intimidación nuclear y. a un lado.
portante que el "fuero interno". Empleando ahora un lenguaje que podemos imaginar también la proliferación de diversos agrupamien-
me es más familiar, y que he teorizado antes en relación con lo que tos de interés. la creación de baronías específicas y la multiplicación
he llamado "el inrncralismo ético", diré que, sean cuales fueren la si- de teorías e ideologías opuestas unas con otras. Por un lado, la ho-
tuación y la calificación moral. que. como se sabe, son efímeras y lo- mogeneidad, por el otro, la hererogeneizacíón. O también. reutili-
enlizadas, la verdadera argamasa socíetal es el compartir del sentí- zando una vieja imagen: la dicotomía en el plano universal entre un
miento; ello puede conducir a un levantamiento político, a una "país legal" y un "país real". Esta perspectiva es negada actualmente
revuelta puntual. a la lucha por el pan, a una huelga solidaria, como por la mayoría de los politistas y de los observadores sociales, en par-
puede también expresarse en la fiesta o en la trivialidad corriente. ticular porque ésta contraviene a sus esquemas de análisis surgidos
En todos estos casos constituye un ethosque hace que. contra viento en los pensamientos positivistas o dialécticos del siglo XIX. Pero si es-
y marea, aun después de haber pasado por matanzas y genocidios, el tamos en condiciones de interpretar indicios (índice es el dedo que
señala) tales como el masivo abandono del compromiso político o
sindical, el atractivo cada vez mayor que ejerce el presente. el hecho
de considerar el juego político como lo que en realidad es: actividad
28 É. Durl<heim, La ront>1'lUm .<tIrinJ, b la rnigUm. dans k ."",/;""",1 migiI'Ttx a ['MW?! teatral o de variedades de mayor o menor interés, la inversión en
ad'udk, París, Vrill, 1919, pp- 104 SS., citado por E, Poulat, Gri1itpa el mplUpU'. ap, ál., p. nUevasaventuras económicas. intelectuales. espirituales o existencia-
240. 'hrios estudios en curso en el CEAQ. intentan destacar esta convivialidad (vdar- les, todo ello debería incitamos a pensar que la eoclalldad que está
se calor") en el seno de las secla!l urbanas. er, también la siguiente definición: "Uama-
mas e1emellWs religiosos a los elementos emocionales que forman el aspecto interno
emergiendo no debe nada al viejo mundo (que es aún el nuestro)
y externo de las relaciones sociales", G, Simmel, Pmblimwide la.rocioÚlgil! desreligion.... ap. político-social.
ál., p, 22. La ciencia-ficción es. a este respecto. un ejemplo instructivo: en
29 G. Le Bon, Psyrlwlo¡r,ie bs[vl/k-$, Paris, Retz, 1975, p. 73. ella encontramos, bajo una apariencia tecnolégíco-gétíca.Ja hetero-
EL TIEMPO DE LAS TlURU.s LA POTENCIA sllaTERkÁNEA 107
, " y 1a Insolencia
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con relación a los conformismos de los trate de una figura de estilo, la aproximación que se puede estable-
que acabamos de hablar." . cer entre el pueblo y el soberano está perfectamente fundada. Por lo
Por medio de esta autonomización respecto a los po~eres dcmi- demás, ya sea mediante el levantamiento, la acción violenta, la vía de-
nantes se puede expresar la divinidad"social'.En efecto, evitando plan- mocrática, el silencio y la abstención, el desconocimiento desprecia-
tearse la cuestión de lo que "debe ser la socle~ad :utura~ se ha~en ~a­ tivo, el humor o la ironía. son múltiples las maneras que tiene el pue-
crííícíos de los "dioses" locales (amor, comercio, violencia,,terntono, blo de expresar su potencia soberana. Y todo el arte del político
fiesta, actividades industriosas, alimentación, ~elleza, etcetera). q.~e consiste en obrar de manera que estas exjTresitmes no cobren demasía-
pueden haber cambiado de nombre desde los ueropoe d.e la A~U~,,: da amplitud.
dad grecorromana pero cuya carga emblem~Ucasigue Menda ídénn- El poder abstracto puede triunfar de manera puntual. Yes cierto
ca en sí misma. Es precisamente en este senudo como se opera la rea- que se puede plantear la pregunta de u Boétíe, ¿qué es lo que fun-
propiación de la existencia "real", que está en la base de aquello que da la "servidumbre voluntaria'? u respuesta la encontramos sin du-
llamo la potencia popular. Con gran confianza ~ nec~da~, de ~anera da alguna en esta autoconfianza incorporada por la que el cuerpo so-
tal vez un tanto animal--es decir. expresando mas un ínsunto Vitalque cial sabe que, a largo plazo," el Príncipe, sea cual fuere su forma
una facultad crítica- los grupos. las pequeñas comuni~adesy l~ re- (aristocracia, tiranía, democracia, etcétera). es siempre tributario del
des de afinidad o de vecindad se preocupan de las relaciones sociales veredicto popular. Si el poder es cosa de individuos, o de una serie de
próximas, y lo mismo ocurre respecto al ento.m? nat~I~. As~ incluso individuos, la potencia es la herencia del ftlum y se inscribe en la con-
si parniéra11WS alienadospor el lejano orden economlco-polituo, jmservamos. tínuídad. Es en este sentido que esta última constituye una caracterís-
su soberanía sofn-e su existenciapróxima. En esto claramente desemboca tica de lo que podríamos llamar lo "divino social". Todo es una cues-
lo "divino social". que es al mismo tiempo el secreto del perdurar: es tión de anterioridad. Hablar de potencia, de soberanía, de divinidad
en lo secreto, en lo próximo, en lo insignificante (10 que se e~c~pa a a propósito del pueblo equivale a reconocer, tomando de nuevo una
la finalidad macroscópica) donde se ejerce el control d~ la sooahd.ad. expresión de Durkheim, "que el derecho proviene de las costumbres.
Se puede afirmar incluso que los poderes pueden únicamente. ejer- es decir. de la vida misma"32 o también que "las costumbres originan
cerse mientras no se distancien demasiado de dicha soberanía. Se la verdadera constitución de los Estados". Esta prioridad vitalista se-
puede entender este "soberano" colocándolo en la perspectiva con- gun la pluma de este conocido positivista merece ser recalcada; fue
tractual de J-J Rousseauc lo que le da una dimensión unanimista y ciertamente dicha reflexión la que le permitió destacar la importan-
un tanto idílica)1 cia del lazo religioso en la estructuración social. Se trata, obviamen-
Lo podemos contemplar igualmente como aquella "armoní~ con- te, de una idea general que exige ser actualizada, pero reconocer que
flictual" en la que, por un efecto de acción-retroacción. un conjunto, la íntima relación entre el vitalismo (naturalismo) ylo religioso cons-
mal que bien, ajusta los elementos naturales. sociales y biológicos,que tituye un verdadero vis a tergoque impulsa a los pueblos y les garanti-
"lo componen y, por ello mismo, garantiza su estabilida~. La teona d~ za perennidad y potencia, contiene fuertes consecuencias en un mo-
los sistemas o la reflexión de E. Morin muestran con ngor la actuali- mento en el que la comunicación, el ocio, el arte y la vida cotidiana
dad y pertinencia de dicha perspectiva. Así, aunque para muchos se de las masas imponen una nueva configuración social.

-'O Cf.• a este respecto. la excelente obra de L.-V. Thomas. Fall/asml'5 /lit tp.mtidinl, Fa-
ris, Méridiens, 1984. y M. Maffesoli. La ronqtlitl' d,~ f>ri<en1, Paria (1979). tIlJII. 1998. "Le
fantaanqee aujour le jour". pp. 85-91. . .• .
, 31 É. Durkheim, M""k.''l'Un~ rl RlH~~vml, !Jffl't'W't,n; di! la .\ocinlogU<. Pans, Maree! Ri- 3l! cr.. por ejemplo. la presentación que hace del problemaj. FRUn<t Sot:ioIogiedu
viere. 1966, pp. 40 Yl08. wnjü~ París. PUF, 1983, p. 31.
EL TIEMPO DE LAS TRIIlUS
LA POTENCIA SUBTERRÁNEA

EL "ENSIMISMAMIENTO" POPULAR MafTesoli) hemos tomado prestada a la astroñsica. Como és sabido.


en un libro. no de vulgarización sino de divulgación. el físicoJ.-E. Char-
Al observar las historias hnmanaspodemos decir que lo pol~tico, en ron muestra claramente que un "hoyo negro" es una estrella cuya den-
cuanto acoplamiento de los individuos y de los grupos en~re SI, es una sidad creciente da origen a otro espacío.P Un "nuevo universo". dice
estructura insalvable. y sobre este punto no podemos smo estar de él en concreto, Procediendo por analogía (práctica que algunos re-
acuerdo con julien F~eund cuando habla de "esencia de I? político". chazan pero que no deja; sin embargo, de serie útil a nuestras disci-
Ello no impide que ésta, además de ser pe.~anent:, sea l~~ente plinas), podemos lanzar la hipótesis de que, en determinados perío-
movediza. Existen modulaciones de lo político. Segun las sltuaclon.e~ dos, al no entrar ya la masa en interacción con los gobernantes, o,
y los valores que predominan duran,te ciert? tiempo,. el orden políti- digamos, al disociarse por completo la potmcia del poder. asistimos a
co tendrá mayor o menor Importancia en e~Juego SOCial: Naturalmen· la muerte del universo político y a la entrada en el orden de la socia-
te, esta importancia depende, en gran medida:, de la actitud de I~s go- lidad. Creo, además, que aquí tratamos con un movimiento pendular
bernantes. Utilizando una expresión aplicada al pensamiento que procede por saturación: por una parte la participación directa o
sociológico de Pareto, se puede decir que, mientras exista un "víncu- delegada predomina, por la otra, se impone la acentuación de valo-
lo fisiológico" entre los gobernantes y las masas. seguirá ~jerciéndo~ res más cotidianos. En este último caso. se puede decir que la sociali-
una cierta reversibilidad; habrá, si no consenso, al menos intercambie dad es el recipiente de las energías que. en el orden de lo político, te-
y íegítímación.t" Se trata de un fenómeno que n? es excepcional; des- nían tendencia a difundirse en el dominio público.
de lasjefaturas antiguas hasta un cien;o paternalismc ,Patronal, p~an. Es, por cierto, bastante interesante notar que, por lo general, esta
do por la ecuanimidad de los Antonínos o por un cierto popubsmo retención respecto a la inversión pública va a la par con un "gasto"
eclesiástico existe un determinado tipo de poder que descansa ante en el orden existencial (goce, hedonismo. carpe diem, cuerpo, sol);
todo sobre 'la realidad de los debewsque incumben a los jefes.Pt Éstos mientras que en el burgueslsmo es más bien lo contrario lo que se
son responsables de su autoridad y deben responder igualmente de puede observar: encogimiento, economía de (yen) la existencia, y
las hambrunas, de las catástrofes naturales así como del desorden eco- gasto energético en el campo de lo público (economía, servicio pú-
nómico o social. La función simbólica que ejercen cesa, o se ve fisura- blico. grandes ideologías motívantes ... ), el cual sale triunfante.
da, en cuanto deja de funcionar el equilibrio del cual so~ ~garant~s.. Sea como fuere, lo cierto es que conviene apreciar toda una serie
No es posible desarrollar aquí esta pista de investigaclon. La índí- de hechos que destacan el creciente desinterés respecto de una cosa
ca únicamente para que sirva de revelador de esa forma de la poten- pública general y abstracta en función de este telón de fondo, La
CM popular que es el "ensimismamiento", En ~~ecto, es cuan~o el.~r­ "mayoría silenciosa", que en realidad no es más que un conglomera-
den de la reversibilidad ya no existe (y el análisis de esra termmacron do de grupos y de redes yuxtapuestas o secantes. que no puede se-
no puede, obviamente, reducirse a consideraciones moralistas) cuan- guir definiéndose mediante retos comunes, abstractos y decididos
do vemos desarrollarse actitudes de repliegue. fuera de ella. No puede seguir caracterizándose a partir de un obje-
Para entender esto, conviene referirnos una vez más a la metáfora tivo por realizar, es decir, ser el proletariado. agente de una sociedad
d~ los "hoyos negros", que algunos de nosotros (Baudrillard, Hillman, venidera, o ser el objeto de un estigma estructural y congénito: el po-
pulacho atrasado o infantil que hay que conducir o proteger. Entre
estos dos polos se mueven numerosas ideologías y acciones en las que
~~ Sobre la relación entre élite y masa, er. el análisis de E. A. Albertoni, [Al,' "'a~
todavía se enrolan los políticos (conservadores. revolucionarios, re-
dom k pnrs;e' fk.& tiortrinaire.. (¿,S ililil.' (Mosca.Pareto-Mi(:hels), Doctrine de la rla.<M paüt~
Icrmístas), los poderes públicos, los trabajadores sociales y los respon-
qlu ti ~ des ~It!s' París, Méridiens Klincksleck, 1987: . . '
~ Sobre esta temática, er" a titulo de ejemplo, el anahS1S de E. Poulat sobre la Igle-
sia, Calholici.5me, difllorn¡tÚ' rl.sociabstlU, Casrerman, 1977, p. 121, o el de E. Renan, Marr-
Amlk, París, 1.(0 livre de Peche. 1984, cap. 11, p- 40. J.-E. Charron, [,'esprit, al inamnu, París, A1bin-Michel,
.'ló 1977, p- 216.
no: EL TIEMPO DE LAS TRIBUS LA POTENCIA SUBTERRÁNEA
HI
sables económicos. En realidad, el debate se sitúa ya en otra parte. tiplicar tantas veces, podemos decir, no obstante, que lo que actual-
Así, prosiguiendo con la hipótesis de la saturaci~n d~l orden políti- mente no está más que esbozado, lo que ahora se encuentra in $tQlu
co, se puede explicar la actitud de la masa -que inquieta tanto a los ncnand~ seguirá afirmándose en los decenios venideros. Cada vez que
analistas y comentadores políticos- por el hecho de que, de manera hay resurgimiento de ese "politeísmo de valores" del que hablara M.
latente, se da una cierta reticencia antropológica hacia todos los po- Weber y que --si hacemos caso omiso de algunos investigadores lo su-
deres, que no deja de expresarse puntualmente con ~a~or o men~r ficientemente audaces como para enfrentarse al conformismo en bo-
eficacia. según el tiempo y el lugar. De manera paroxlsuca, ~s decir, ga_37Yparece inquietar a tantos nobles espíritus, asistimos a la rela-
para entender bien este fenómeno, podemos hacer referencia a esos tivización de las estructuras y de las instituciones unificantes. No hay
países -como es el caso de Sicilia tal y como aparece en El gawpardo por qué asustarse, al contrario, pues la efervescencia inducida por es-
de Lampeduse- que supieron preservar su originalidad a causa o gra- te politeísmo es, por lo general. el indicio más claro de un dinamis-
cias a las múltiples invasiones que los sumergieron. Por haber sabido mo renovado en todos los ámbitos de la vida social: ya sea en la eco-
plegar el espinazo y actuar con astucia, mantuvieron vivas sus parti- nomía, la vida espiritual e intelectual o, naturalmente, en las nuevas
cularidades. Consideremos también este análisis de Bouglé a propó- formas de socialidad. Y es curioso observar cómo, por regla general,
sito de la India: "Todo tipo de autoridades se probaron frente a esas el distanciamiento respecto de lo político sirve de revelador del dína-
masas inmensas: éstas vieron [ ... l sucederse los imperios y multipli- mismo del que acabamos de hablar. Este distanciamiento es en reali-
carse los principados. Lo que es cierto es que todos los gobiernos [... ] dad la reactivación del instinto vital de preservación, de conservación
parecen haber descansado únicamente sobre la superficie del mun- en el ser; es la figura demoníaca que encontramos en todos los mitos
do·hindú.]amás lo tocaron [ ... ] en su profundidad." Así, la actuali- y en todas las religiones; el Satán de la tradición bíblica que dice no
dad de este texto resulta más asombrosa cuando el sociólogo explica a la sumisión. Aun siendo puntualmente destructora, la figura satáni-
la imposibilidad de dominar el país "real" por el hecho de que exis- ca no deja por ello de poseer una función fundadora. Y en este sen-
ten compartimentos, castas. Esta observación es enriquecedora: poi tido remite directamente a la Qpotencia" popular. Ya he dicho en otra
este motivo los hindúes "parecen estar hechos para ser subyugados parte que existe una "sabiduria demoníaca" siempre activa en el cuer-
por todos, sin dejarse asimilar ni unificar por nadie";36 pero, y arries- po social a la que indudablemente le podemos atribuir parte de esta
gándonos a que Bouglé se revuelque en la tumba, podemos,..de ma- facultad de distanciamiento, de no-pertenencia estructural. Podemos
nera heurística, extrapolar esta observación y afirmar que la "no-do- observar que, incluso en el siglo XIX, en el momento en que.se origi-
mesticación" de las masas, su baluarte más sólido frente alas distintas na y organiza el movimiento obrero, éste se expresa por medio de una
dominaciones, descansa ante todo sobre el pluralismo. En el ejemplo multiplicidad de tendencias: comunista, anarquista, cooperativista,
de la India, éste podría ser el sistema de castas; en el de Sicilia será la utopista, cada una dividida a su vez hasta el infinito. ¿Qué significa es-
fuerza del localismo, es decir, de los distintos "países" y 'familias ~ que to si no que ninguna instancia política puede pretender el monopo--
la componen; mientras que en el caso de nuestras sociedades podría lio? Como ha observado atinadamente E. Poulat: "Las masas popula-
ser las distintas redes, grupos de afinidad y de interés y demás lazos res guardan, más o menos, un cierto ensimismamiento [... l con lo
de vecindad que estructuran nuestras megalépolís. Sea como fuere, cual no hacen más que pagarle con la misma moneda a las clases su-
lo que está en juego es la potencia contra el poder. aun cuando aquella periores" ,38 y yo añadiría: incluso cuando algunos miembros de estas
no pueda avanzar más que disfrazada para no verse aplastada por és
te. Haciendo referencia a los ejemplos históricos, que podríamos mol-
37Gr., po~ ejemplo, M. Augé, 11 ghlied.. poganisme, Gallimard, París, 1983; cf. Iam-
bién D. JefJ~ey,JouiS$(ma du .<tJffi, Pa~ís, Armand Colin, 1998.
56 G. Bouglé, F.MlIÍS .<UT k ti,gitll." de.' (;'Is/l«, 43. ed., París, PUF, 1969, p. 140, So,I." 38 E. Poulat, É.gIise con/a ~ París, Castennan, 1977, p. HIl. Sobre esta acri-
cll¡a. er.
mi análisis, M. MafTesoli, l.ogiqtu tk la dominatWti, Parí$, PIIF, 1976. tud de reserva. er. M. MafTesoli, F>S.lais sur la VÚJÚm(;, oonafe rl jondtJlria, Parú"Méri-
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
112 LA POTENCIA SUIHERRÁNEA

clases pretendan hablar en nombre del pueblo 0, lo que viene a ser donde se pueden apreciar las actitudes del "como si" en su calidad de
lo mismo. a dirigirlo. Aquellos que "no forman parte" no lIeg~n nun- manifestaciones de potemia. La duplicidad es lo que permite existir;
ca a ser totalmente dignos de confianza, pues ~~ sabe, ~esde .lJempos recordemos al respecto el aforismo de Nietzsche:
inmemoriales. que quienes, animarlos por la lib~ (umunandl,. se apo-
yan en elpueblo para llegar al poder, nu~ca dejan de ~~lJcar, en Todo lo que es profundo ama el disfraz [... ]; todo espíritu protundc necesí-
nombre de razones con mayor o menor validez, una rmlpoliliA que so- ta un disfraz. Yo diría aún más: alrededor de todo espíritu profundo crece y
lo guarda r~l~ciones muy remotas con las aspiraciones po~ulares. se desarrolla sin cesar un disfraz.
Podríamos alargarnos hasta el infinito co~ este tema; bastenos ~('­
ñalar que el "ensimismamiento" es mucho mas ten~ que las adhe.slo- Este aforismo no se aplica solamente al genio solitario; es también
nes específicaso superficiales, a determinado parudo o a dete~lI~a­ aplicable al genius colectivo. Y dar cuenta de ello equivale a-introdu-
da política..Por mi parte, yo veo en ello una estructuro, ~ntropologt(a cir en sociología un vitalismo ontológico. Así tenemos. la astucia cam-
que, por medio del silencio, la astuda,la lucha: la pasl~dad. el~hu. pesina, el insolente desenfreno de los obreros 0, de manera más ge-
mor o la irrisión, sabe.resístír con eficacia a las ideologías, ensenan- neral. la multiplicidad de las manifestaciones del ingenio popular
zas o pretensiones de quienes intentan ya sea dominar, ya sea realizar para evadir la opresión de lo legal (sistemas D), actitudes todas que.
la felicidad del pueblo, lo que para el caso no representa gran dife- sin saber cómo verbalizarlas, manifiestan una desconfianza estructu-
rencia. Esta actitud de reserva y ensimismamiento no quiere decir que ral frente a lo instituido a la vez que afirman el aspecto irreprimible
na se preste ninguna atención aljuego (de lo) político, sino lodo lo de la vida. Pero como no es posible expresar abiertamente esta des-
contrario. pues se considera a éste como tal. En otro lugar he pro- confianza y este querer-vivir, se utiliza el procedimiento "perverso"
puesto llamar a esto "la política del Bel Canto": lo que importa no es (per via = camino desviado) del consentimiento aparente.:
tanto el contenido sino que la canción sea interpretada con belleza. Nos encontramos ante una vieja estructura antropológica. aquella
Todos sabemos. que, para los partidos políticos. es cada vez más im- de la magia. que todavía encontramos en rituales y en prácticas su-
portante "hacer pasar.el mensaje", y no tanto el perfeccionarlo; im- persticiosas que se resisten a perecer. Se participa y al mismo tiempo
posible extendernossobre este problema, pero puede que no se tra- se guardan las distancias. Es esto lo que hace que tales rituales resu-
te más que de-la expresión del relativismo popular. Como respuesta man técnicamente la ambivalencia del hombre: 'sapiens y demens a la
al abandono del compromiso y a la marcha atrás. se cuida la imagen. vez. Aplicándola a arra objeto. E. Morin habla de "participación esté-
Se le habla más a la pasión que a la razón, y durante las grandes reu- tica"39para poner en relieve este doble juego. Yse puede pensar que,
niones el espectáculo de variedades es más importante que el discur- por ejemplo, la afición popular por las series de' televisión tipo Dallas,
so de la personalidad política, la cual a menudo tiene que conformar- es la expresión de este ludismo profundamente íncorporado. Si di-
se con desempeñar un papel de estrella estadunidense. cha actitud "estética" se ejerce respecto de esos poderes simbólicos
Es teniendo esto bien en mente como se podrá entender que es que son la televisión, el arte o la escuela, no hay razón alguna para que
posible hacer "como si" -sin por ello tener que alabar la acción y la no se aplique también al ámbito de lo político. aunque sólo sea en
sinc-eridad del mercachifle político. En mi libro sobre la vida cotidia-- función de lo que ya hemos dicho acerca de su devenir espectaenlat
na mostré la importancia de la categoría de la duplicidad: se trata de o teatral. El voto a un determinado diputado o partido puede ira
ese trivial juego doble que infonna a profundidad todas nuestras exis- la par con la profunda convicción de que nada cambiará respecto a
tencias (Laconquete du présmt, pp. 138-148). Es dentro de este marco la "crisis" económica. a eso que se ha dado en llamar la inseguridad

diens,I9S4; cap. Ul, p.I!l9. Sobre la "sabiduría demoníaca", d. mi artículo "L"errance ..... E. Morin, l.'-'pril du tnnp,., Le LiYI"e de Pache, 1984, p. 87. So~ la televisión, d.
et la conquete du monde", ibid.. p. 157. D" Wolton, l.afoJJe du Ingi.s, París. Gallimard, 1983.
EL TIEMPO O'; !..AS TRIBUS
114 LA POTENCIA SUBTERRÁNEA
lIS

o al-crecímíento deldeSeillpled. Pero al hacer "corno si" participamos destino es el de ser una veleta; servidor y rebelde, cretino y genial,
mágícamente'en un juego colectivo, que nos rec?e~a.que aq~ello valiente y cobarde." Ciertas versiones de su mito hacen de él incluso
que es la "comunidad" ha podido. puede o podra eXlS~r: Est~, nene un. hermafrodita; y también un hidalgo o un hijo de la plebe. Lo que
que ver a la vez con el esteusmo y la irrisión, con la paruclpaclon y la es indudable es que encama claramente la duplicidad absoluta (do-
retícencía, Es--scbre todo, la añrmaclónmítica de que el pueblo es ble, duple) , que permite eludir las diversas influencias o recuperacio-
fuente de poder. Este juego, o este sentimientO estético, es puesto en nes políticas. Por supuesto, no es accidental que este personaje ha-
escena colectivamente tanto para sí mismo como para el poder que ya podido encontrar en la Nápoles populosa y viva su lugar de
10 orquesta. Esto permite al mismo tiempo recordarle a este último resídencla.s!
que se trata deun juego, y que existen límites que no se deben fran- Constatamos, por lo demás, que su perpetua ambigüedad se ex.
quear. Eso es lo que se llama la versatilidad de las masas (un voto po.f presa por medio del escarnio respecto de los poderes o de todas las
la izquierda, otro por la derecha); puede interpretarse en este senu- formas instituidas: políticas -por supuesro-, pero también familiares,
do, y,'cuando tiene oportunidad, no deja de expresm:se de manera económicas y sociales. Extrapolando, se puede decir que en esta ac-
paroxística. Todos los pensadores políticos han reflexionado acerca titud no hay cabida al ataque frontal contra los poderes dominantes,
de este fenómeno. Esta versatilidad, verdadera espada de Damocles, cosa de la que se encargan las organizaciones políticas, sino más bien
es la que lleva perpetuamente la batuta del juego, ya que al hechizar de la astucia o el rodeo. Digamos, retomando una expresión situacío-
el pensamiento de los políticos, determinan su estrate~a o su táctica nista, que, en vez de "luchar contra la alienación con medios aliena.
en función de-ella; y es, también, una de las modulaciones de la po- dos" (burocracia, partidos, militancia, postergación del placer), se
tencia, la cual; stricto sensu, detennina al poder. Una singular observa- practica la burla. la ironía, la risa, cosas que, de manera soterrada;
ción de Montesquien resume esto a la perfección: "El pueblo tiene contravienen a la nonnalización o a la domesticación, cometido pro-
siempre demasiada acción o demasiado poca. Unas veces, con cien pio de todos los garantes del orden decidido desde el exterior y, por
mil brazos trastorna todo; y otras, con den mil pies no anda sino co- ende, abstracto. Por lo que respecta a nuestras sociedades, esta do-
mo los insectos" (Solm'el espíritu de las leyes, la. parte, libro n. cap. 11). mesticación de las costumbres desemboca en lo que llamé "la asepsia
Así pues: pasividad y actividad, y esto de manera que escapa a nume- social" (La violena totalitaim, pp. 1~167), que tiene como consecuen-
rosos razonamientos lógicos. Desde una perspectiva puramente racio- cia la crisis ética o la desestrucruracíón social que conocemos en la
nal, no se puede confiar en él. Apoyándose en algunos ejemplos bis- actualidad.
tórícos.]. -Freund hace claramente destacar esta ambivalencia que se Pero la ironía impide precisamente que esta domesticación sea to-
observa de manera notable, particularmente durante las situaciones tal. Desde la risa díonísíaca de las bacantes contra el sabio adminis-
paroxísticas: guerras, revueltas, luchas intestinas, revolucíones.t" En trador Penteo hasta la sonrisa dolorosa del valiente soldado Schveik,
realidad, desde la perspectiva que he desarrollado en este estudio, lo reactualirado en la Checoslovaquia contemporánea, existe una lista
que podríamos llamar el proceder estocástico de la masa es la expre- interminable de actitudes que ejemplifican la no-adhesión. Esto re-
sión de un verdadero instinto vital: a imagen y semejanza de los com- sulta particularmente irritante para los poderes que pretenden, co-
batientes en el campo de batalla, sus serpenteos le permiten esquivar IDO es natural, dominar los cuerpos. pero saben bien que para que
las balas de los poderes. S1l destreza se inscriba en la larga duración es menester que vaya
Haciendo referencia a una figura emblemática particularmente acompañado del dominio de las mentes. El ensimismamiento de la
viva en Italia, podemos comparar la versatilidad del pueblo con Po- ironía, aunque sea en menor grado, introduce una falla en la lógica
lichinela, que resume en su figura la unidad de los contrarios: "Mi

41 ('J". las obserwóones y las referencias sobre Polichinela en A. Medan AR:lInIl:J de


40 J. Freund. St>rit>/ogU' du mufla, París, PlIf, 1983, Pp- 212 SS. Napt..s, Paris, des Autres, 1979, Pp- 84 Y118 ss.
EL TIEMPO VE LAS TRIBUS LA POTt.:I\ICIA SUBttlUlÁNll 117

de'Ia dominación. Las bromas, los chismes, los panfletos, las cancio- son responsables de tales condiciones, apropiarse de su existencia,e
nes y demás juegos de palabras populares, así tomo las ocu.rrencias intentar de manera relativa, gozar de ella. Perspectiva trágica, que
de eso que se llama "la opinión pública", están ahí para medir la evo- pretende no tanto cambiar el mundo sino arreglárselas con él, aco-
ludón de esta falla. Y no existe ninguna época ni ningún país en el modarlo; tanto es así que no se puede cambiar la muerte (forma pa.
que, en un plazo más o menos largo, este mecanismo de defensa ~o roxístíca de la alienación) pero a la cual es posible acostumbrarse, en-
haya dado algún resultado positivo; co~o hemos ~odido ver est?s ul- gañar o apaciguar.
timas años, en Francia o en Estados Unidos. por ejemplo, podra ma- Así pues, la ironía y el humor desembocan con nat~ralidad en la
nifestarse mediante el estallido de escándalos de inevitables reper- dimensión festiva, cuyo aspecto trágico que se olvida muy frecuente-
cusiones' políticas; pero también puede tomar la forma de un mente, es de suma importancia. Se puede decir, retomando la tenni-
desprestigio que va royendo progresivamente la legitimidad del po- nología de G. Bataille, que el "gasto" resume a la vez el vitalismo na-
der establecido. Señalemos, de pasada, que, como fue el caso de la tural del pueblo y el aspecto irrisorio del poder (cf los mecanismos
Francia de finales del siglo XVIII o de la Rusia de principios del xx, de inversión sexual, los carnavales, etcétera). Ahora bien, el "gasto"
este clima de ironía subversiva suele preceder a los grandes levanta- no es más que una manera paroxística de expresar la ironía, la risa o
mientos revolucionarios. el humor, de manera casi institucional. Al mismo tiempo, es causa y
En su excelente libro -sobre la formación de la sociedad brasileña, efecto de esa energía social que no se agota en los juegos y arcanos
Gilberto Freyre sumínístra numerosos ejemplos de lo que él llama del poder. Platón, que no se interesaba más.que por las almas de éli-
"malicia popular"; así, en un país en el que el color de la piel reviste le, se preocupaba poco del hombre ordinario e incluso pensaba que,
una gran importancia, los apodos y los juegos de palabras ponen de para no exponerlo a las tentaciones del poder, lo que el pueblo ne-
manifiesto "los rasgos negroides de las grandes familias aristocráticas", cesitaba era un "hedonismo inteligente", que era "la mejor regla prac-
así como toda una serie de rasgos que las relacionan con el alcoholis- ticable de una vida satísfactoríat.w Esta lección fue escuchada por nu-
mo, la avaricia y la erotomanía.v No es seguro que se trate en este ca- merosos tiranos y poderes diversos, que no dejaron de suministrar al
so de reacciones moralistas, sino más bien de una manera, aunque sea populacho su quántum de juegos para que se mantuviera tranquilo.
simbólica, de relativizar el poder. Particularmente, en este último Y algunos autores afirman, no sin razón, que sigue siendo éste el pa_
ejemplo, haciendo hincapié en todo aquello que las clases dominan- pel que se les atribuye a los distintos espectáculos, deportes y demás
tes, a regañadientes o a contrapelo de sus ideologías ostentadas, de- emisiones televisivasde gran audiencia, es decir, el de calmantes. Con
ben a las bajezas o a las debilidades de la naturaleza humana. los totalitarismos suaves que conocemos, los concursos televisivos de
De esta manera volvemos a encontrarnos con una de las hipótesis cifras y letras toman el lugar de los cruentos y sanguinarios juegos del
que cimientan esta reflexión previa sobre la potencia popular; a saber, circo romano. Esta temática no es falsa, si bien no tiene en cuenta la
la de un vitalismo o un desarrollo natural, que no hace sino traducir ambivalencia estructural de la existencia humana, que es a la vez es-
en el-plano social toda la dinámica de la phusis. La risa y la ironía son to y lo otro. El todo o nada que prevaleció en la perspectiva crítica
explosión de vida, incluso y sobre todo cuando ésta se encuentra ex- proveniente de la Ilustración y que aún prevalece en nuestras díecí-
plotada y dominada. La burla pone de manifiesto que incluso en las plinas, no está en condiciones de comprender el conflicto de los va-
condiciones más difíciles uno puede, en contra o junto a aquellos que lores que labra profundamente toda existencia social. Podemos, no

11 ef. G. Freyre, MaJI;"s,1 urlm't-s, donde se habla de la fonnación de la so<:iedad .3 Cf. el análisis de E. R. Dodds, Le.'gm:J a l'irrationrvl, París, F1arnmarion, 1959, cap.
brasileña, traducción francesa, ParÍll. Callimard, 1974 (p. ('j. p. 253). Vil, PlalÓn, el alma irracional, p. 209 más la cita de Platón en nota lI, p. 224. Para un
Sobre el reír subversivo, remilo a mi libro M. Matessoli, E,,1'lJi.> STtT 14 IJioinue bano/e análi3ia del wtiempo libre" contemporáneo. cf.). Dumaz.edier, ~ adtvrt& tl..
apm4tUtiu, Paria, Librairte des Méridiens, 2a. ed.. 1984, p. 78. I#npslibre, Paria, Klinckaied.. , 1992.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
LA POTENCI ... SUBTERRÁNEA
li9
obstante, estar seguros ele que la fecundidad de la sociología se halla
por esa vía. A este respecto, es Interesante citar un bello análisis del n~ ... reimerp.retan el ciclo natural a la vez que Confortan el senn,
sociólogo H, Lefebvre, representante emérito de esa perspectiva ni- mlt;.nto colectivo que tiene Quebec de sí mismo.
tica, y que no por esto deja de resaltar la "doble dimensión de lo co- , Este es un ejemplo de cómo un "gasto" comercializado o, como m-
tidiano: lo plano y lo profundo". Con un lenguaje algo anticuado, y rran algunos amargados, recuperado puede ser indicio de resistencia
subestimando sus constataciones. se encuentra obligado a reconocer y potencia. Gozar día con día, tener sentido del presente, aprovechar
que "en las cotidianidades, las alienaciones, los fetichismos, las reiñ- ese ~reseme, tomar la vida por el lado bueno, esto es lo que cualquier
caciones [ ... ] todos producen sus efectos. Al mismo tiempo, las nece- analista que no esté demasiado desconectado de la existencia común
sídades, al convertirse (hasta cierto punto) en deseo, se encuentran con y corrie~te pu~de observar en todas las situaciones y sucesos que
los bienes y se los apropian". 44 Al hacer esta referencia, pretendo an- acompan.an la Vida de las sociedades. "Los miembros de las clases po-
te todo acentuar el hecho de que es imposible reducir la polisemia pulares siempre han sido los epicúreos de la vida cotidiana." Observa-
de la existencia social, pues su potencia se cimienta precisamente so- c~ón harto pertinente de R Hoggan, que en su libro ofrece múltiples
bre el hecho de que cada uno de sus actos es a la vez expresión de ejemplos que. ~n en este sentido. Y destaca también que dicho epi-
cierta alienación y de cierta resistencia. Es una mezcla de trivialidad curersmo esta directamente relacionado con la desconfianza que se
y de excepción, de morosidad y excitación, de efervescencia y disten- muestra para con esos políticos que pretenden aportar felicidad al
sión. Y esto resulta particularmente sensible en lo lúdico, que puede pueblo: como es bien conocido el carácter ilusorio de sus promesas,
ser a la vez "mercancía" y lugar de un verdadero sentimiento colecti- sus acciones son generahnente acogidas con una buena dosis de es-
vo de reaproplacíén de la existencia. En cada uno de mis libros ante- cepticismo y de ironía. "Se puede uno morir de la noche a la maña-
riores he tratado de explicarme sobre este fenómeno. Me parece que na", por eso, contrariamente a los que piensan siempre en el maña-
es una de las características esenciales del pueblo. Característica más na o en función de éste, existe un claro empeño por afirmar los
o menos evidente, pet:o que traduce, más allá de la separación hereda- derech~s: por precarios que puedan ser, del presente. Es esta filoso-
da del judeocrístíanísmo (bien-mal, Dios-Satán, verdadero-falso), el ~a relativista, engendrada por las duras realidades de la vida, lo que
hecho de que existe una organícídad de las cosas, y de que, de mane- sirve de soporte al ensimismamiento y al hedonismo populares."
ra diferencial, todo contribuye a su unicidad. Paralelamente a los fes-
tivales de la cultura tradicional, la multiplicación de las verbenas pue-
blerinas, de los actos folclóricos o, mejor aun, de las reuniones festivas
alrededor de los productos agroaítmentaríos de tal o cual "región" no
dejan de ser instructivos. En efecto, la celebración del vino, de la miel,
de las nueces, de la aceituna, etcétera, durante la temporada turísti-
ca en Europa, a la vez que es sumamente comercial, estrecha los
vínculos colectivos al mostrar lo que éstos deben a la naturaleza y a
sus productos. En Quebcc, la sociedad de los festivales populares pu-
do así detallar el año con toda una serie de reuniones de aconteci-
mientos que, por medio del pato, del faisán, del aciano, de la manza-

H H. Lefebvre, Critiqlle tk la llíe t¡1w/idi"ml~ l- 11, Parts.I'Arche éditeur, 1961, pp. 71).
71· EslOS pa,o;ajes son eémornaucos del hastío que siente el autor ante el hecho de qUF 'l., R. Hoggart. La mllwrtdupatwre, París, de Minuit, 1970, p. 183. Nunca insistiremoe
lo real no cuadre con sus a priori.. . J~ bastante en el interés de este libro producido por un autor surgido del mismo me-
dIO que él describe.
3. lA SQCIALIDAD CONTRA LO SOCIAL

MÁS ALLÁ DE LO roLfTICO

Por lo general, es in absentia que el intelectual aborda un sujeto de es-


tudio, hace su investigación y propone su diagnóstico. Por esto mis-
mo, es natural que nuestras disciplinas desconfíen del sentido común
popular ("la peor metañsica", como diría Engels). Desconfianza que
a final de cuentas es poco original, y que se arraiga en lo más profun-
do de la memoria colectiva del letrado. Y esto, ciertamente, se debe a
dos razones esenciales: por una parte, a que el pueblo* se preocupa
sin sentir vergüenza, es decir, sin hipocresía ni prurito de legitimación,
de lo que es la materialidad de su vida -de todo lo cercano, podríamos
decir, contrariamente al ideal o al aplazamiento del goce. Por la otra,
a que se escapa del gran fantasma de la cifra, de la medida, del con-
cepto, que desde siempre ha caracterizado al procedimiento teórico.
Esta inquietud podría resumirse con la famosa fórmula de Tácito: "Ni-
hil in vulgo tmJdicum" ("la multitud no tiene ninguna medida", A1ltJk5
I, 29), o también con esta sentencia de Cicerón.s'lmmanius beluá' ("el
animal más monstruoso", La &pública I1I, 45). Se podrían multiplicar
indefinidamente las reflexiones de este tipo respecto a la masa; todas
le reprochan, de manera más o menos eufemística, su monstruosidad
yel hecho de que no se deja encerrar fácilmente en una definición.
En esta estela "ciceroniana" se puede situar el temor-de Durkheim
con respecto a la "sociología espontánea", o también el desprecio de
P. Bourdíeu hacia la jerga cultural o la revoltura de nociones que
constituirían el saber popular.' Todo lo que es del orden de lo hete-

• Naturalm",nte tomo al pu"'blo como "mito" (veése la nota 1).


1 Z. Yavetz, La pliÑrlle flrina Jouk,.twpo/iJifru $InIS leluJ~romain,París. Ma.-
péro. 1983. er. las numerosas citas sobre la desconfianza hacia la masa, por q..,mplo,
p. 25. Cf asimismo M. de Certeau, Art ¿, f4in, Paris 1().18, p. 116y P. Boufdieu, EsquU-
Msd'm'" fhiori,¿,Úl/Jr'alÚTlU. Oinebra, Droz, 1972, p. 202. Actllaim"'lIkesdivc:rtido (~
.solador) ver las palinodias UII poco d",magógicas, de nuestro "'fUdi1O socióIogoai filo
y al tanto de revueltas esp.~dficas de un pueblo que el síempre ha despreciado en ",1

[121J
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
122 LA SOCIALlDAD CONTRA LO SOCIAL

rogéneo y de la complejidad repugna a los ~~inistradores del saber~ jectum). En el mejor de los casos, este ente popular (pensamiento,
de la misma manera que inquieta a los adrnmlstradores del pode~. SI religión, manera de ser) será considerado como signo de una impo-
pensamos en Platón y en su preocupaci¿" por, ac~:msejar al ,prínCIpe, tencia para serotrncosa, que, por lo tanto, conviene corregin'' ¡En rea-
comprenderemos que vienen de muy lejos las mumas relaciones que lidad, podríamos intentar aplicar a nosotros mismos esta crítica para
unen saber y poder. ver si lo que nos caracteriza no es precisamente esta impotencia para
Sin embargo, con la modernidad se inaugura un fen6~~no e~pe­ comprender esaotra cosa que es el pueblo! Masa informe, a la vez po-
cíflco. la Revolución francesa introduce una transfonnaclon radical pulachera e idealista, generosa y mezquina, en suma, una mezcla con-
en la vida polfüca, así como en el papel que el intelectual debe ,desem- tradictoria que, como todo lo que está vivo, descansa en la tensión pa-
peñar en ella. Recordemos el análisis. de ,Nisbet y su famos~ ;onnu~: radójica. ¿No podemos considerar tal ambigüedad como lo que es?:
"la política se ha vuelto un modo de Vidaintelectual y moral . p~a­ una masa un tanto caótica, indeterminada, que de manera casi inten-
IDOS discurrir ampliamente sobre el asunto. En todo caso, es pr~Clsa­ cional tiene como único "proyecto" el de perdurar en el ser. Lo que,
mente esto lo que subyace a todo el pensamiento político y ~.tal de teniendo en cuenta la imposición natural y social, no carece de im-
los siglos XIX y xx. Pero es también lo que explica nues~ cuasi lm~c: portancia.
sibilidad para comprender hoy todo lo que supera el horizonte políti- Invertir nuestra mirada. Parafraseando a Maquiavelo, podríamos
co. Para el protagonista de las ciencias sociales, el pueblo o la m~ es decir: tomar en cuenta la opinión de la plaza pública más que la del
objeto y dominio reservados. Es esto lo que le da raz~n de ser y lo JUs- palacio. Esta preocupación nunca se ha perdido: desde el cínico de
tifica; pero al mismo tiempo resulta sumamente delicado abordarlo la Antigüedad hasta el populista del siglo XIX, nunca han faltado filó-
con serenidad. Abundan los apriorismos dogmáticos y las fóOllulas sofos e historiadores que actuaran de esta manera. A veces incluso se
consagradas. Éstos, en función de una lógica del "deber ser", ~tarán ha proclamado la supremacía del "punto de vista de la aldea" sobre
de ,convertir al populacho en "sujeto de la historia".o en c~alq~er~~ el de la ínreltgentsíar' pero esto constituye en la actualidad, una ver-
entidad recomendable y pertinente. Del desprecio a la idealización dadera urgencia en una época en donde las "aldeas" se multiplican
abstracta no hay más que un paso, fácilmente franqueado, consideran- en nuestras megalópolis. No se trata aquí de un estado de ánimo cual-
do, además, que no se trata de un movimiento irrev~rsi.~le:.~ ~l Sl~e-­ quiera, de buenas intenciones o de proposiciones sin consistencia, si-
to no resulta ser un "buen" sujeto, se vuelve a la apreClaClon IOIClaL Es- no más bien de una necesidad que le corresponde al espíritu del tiem-
la es indudablemente una sociología que "no puede reconoc~r más po. Esto podría resumirse de la siguiente manera: es a partir de lo
2 "local", del territorio y de la proxémíca como se determina la vida de
que un ente social siempre reconducido al orden del Estado".
De hecho, lo popular como tal, en su ambigüedad y su monstruo- nuestras sociedades, todo lo que recurre también a un saber local y
sidad, no puede ser concebido más que de manera peyorativa por el ya no a una verdad proyectiva y universal. Esto, sin duda alguna, exi-
intelectual político, que mide todo según las reglas del proyecto (pro- ge que el intelectual sepa "ser y participar" en eso mismo que descri-
be; vivirae, por qué no, como un "narodnik rnoderno't.t protagonista

fondo. A la vez que acepto esta idea del pueblo como "mito~, pienso que hay que pree-
tarle el sentido que le da Sorel. cr.J. Zylberbe~g. "Fragment d'un discoun cri~qlle sur s Cf. P. Brown, ú ndte des sainl.l. Cerf 1983. pp. 32 511., donde muestra cómo la re--
le nationalisme~, AIlt/¡m/",/ngU e/ ,fociilé, vol. 2, núm. l. F. Dumont, "Sur la genes<:.de ~ ligión popular está analizada a partir de dicha perspectiva.
notion de culture populaire~, en ClllluTe.1 polmlaiTe.' el .lfJcii/és conlemflomim.., Umverst- 1 F.Venturi, Les inl1dJ«JfIeIs, ¡, ~rlla tioolution (historia del populismo l1l5O en
dad de Quebec, 1982, p. 33. el siglo XIX), París, Gallimard, 1972, L 1, p. 50.
2 R. Nisbet, La trOOil;"" MXioiogi<pU', París, PUF, 1984, p. 54. Ct; igualmenll"; G. Re- s Se trata de una expresión de E. Morin, L~j du femfJs, Parí., Le I.ivre de Peche,
naud, A l'onúmId.¡ mlwTWw;fIIe. 'La société québécoise de sa dépendance á sa quotidie... 1984, p. 2O;!IObre la implicación del investigador, d. mis libTOll, M. Ma1TesoIi, La ron-
neté". Montreal, SL Manill, 1984, p. 182. '><lis.lana tmlinai". París, Klincbieck, 1985 y F~ tk la mÍSOll snuiMe, París, Grauet,
1996.
r Ibidem.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
124 LA SOCIAUDAD CONTRA LO SOCIAL
II!I
yobservador ele un conocimiento ordinario. Pero hay otra consecuen- do en un bloque compacto y sólido, cómo cada uno se funde en-un
cia, igualmente importante, que es la de saber destacar la pennanen- conjunto que posee su propia autonomía y su dinámica' espedfica: '
cia del hilo conductor popular que recorre el conjunto de la vida po- Se podrían aducir múltiples ejemplos en este sentido. F;jemplos
-lítica y social. . . que pueden ser paroxísticos o, por el contrario, más anodinos; pero
¿Qué quiere decir esto, si no que la historia o los grandes ac~nte- 10que todos ellos ponen de manifiesto es que existe, sbUtiisensu, una
. .
crrmentos.po líticos
'- son
, ante todo , asunto.de la.
masa?
' En sus tests..50- experiencia "ex-tatica" que funda ese estar-juntos en movimiento que
bre la filosofía de la historia, Walter Benjamín llamo ya la atencron es una masa revolucionaria o política. Es una experiencia que, natn-
sobre este punto. A su manera, Oustave Le Bon había ya indicado que ralmente, debe muy JX>Co a la lógica del proyecto. Así, pese a lo que
no habían sido los reyes quienes desencadenaron la matanza .de S~ pueda parecer la energía de la que se ha tratado aquí, causa y efec-
Barthélemy" ni las guerras de religión. como tampoco Robesplerre m to del simbolismo socíetal, puede ser designada como una especie
Saint:-Just desencadenaron el Terror. 6 Puede haber ~ecamsmos de de centralidad subterráneaque se encuentra constantemente tanto en
aceleración, algunas personalidades pueden ser consideradas ve:to- las historias de cada uno como en aquellas que puntualizan lá vida
res necesarios, y. naturalmente, ciertas causas objetivas desem.penan común.
un papel indiscutible, pero nada de todo esto basta pa~ explicar ta- Hay una fórmula en ldeologia y uiopÚl, de Karl Mannheim, que re-
les hechos. No son más que in~dientes que, para conJuntarse, ne- sume claramente esta perspectiva: "Existe una fuente de historia in-
cesitan una energía específica. Esta puede adoptar distintos nombres, tuitiva e inspirada que la historia real en sí no refleja sino de manera
como "efervescencia" (Durkheim) o Virtu (Maquíavelo), pero no por ímperjecta" Perspectiva mística, mítica por excelencia, pero que no
ello deja de ser perfectamente indecible, t~d~ vez que,es.este "no sé deja de iluminar numerosos aspectos de la vida concreta de nuestras
qué" 10 que sirve de argamasa. Sólo a postenon ~ podra disecar la ra- sociedades. Por cierto, la mística conlleva una esencia más popular
zón objetiva de tal o cual acción, la cual parecera e~toncessum~en­ de lo que suele creerse, en todo caso su arraígamíento claramente lo
te frígida. demasiado previsible. completamente ineluctable, rmen- es. En su sentido etimológico nos conduce a una lógica de unión: lo
tras que se sabe que depende, ante todo, tanto. en s~ntido propio que une a los iniciados entre sí; forma paroxística de la religión ("""
como figtlrado, de una masa incandescenuo:. Tes~mom~ de esto es ~a ligare) .
espléndida descripción que hace E. Caneuí del incendio de~ ~alacl0 Como se recordará, Karl Marx definía la política como una forma
de justicia de Viena, en .el que habían sido absueltos los policías ase- profana de la religión. Así, en el marco de nuestra temática, y yando
sinos de, obreros. "Han pasado cuarenta y seis años, y aún siento la un poco más allá, sería una ineptitud total afirmar que, en el moví-
emoción de aquella jornada hasta la médula. Supe desde aquel en- miento pendular de las historias humanas, la acentuación de la pers-
tonces que ya no me sería necesario leer una sola palabra sobre I~ pectiva místico-religiosa relativiza el compromiso político. Aquélla fa-
ocurrido en la toma de la Bastilla. Me volví parte de la masa, me ñmdí vorecería ante todo el estar-juntos, éste prívílegiaría la acción y la
en ella; no sentí la menor resistencia contra 1o que emprendíla .... "7
finalización de dicha acción. Para ilustrar esta hipótesis con un ejem-
Se ve aquí claramente cómo el fuego de la emoción común funde to- plo a la moda (pero nada es inútil para la comprensión del Espíritu
del tiempo en que vivimos), se puede recordar que el pensamiento
zen (Tch'an) y la mística taoísta, fuertemente arraigados en la masa
china. resurgen con regularidad, oponiéndose siempre a las formas
• Nombre dado a la matanza de proteslaIIles perpetrada en Parfs en la noche de
instituidas de la ideología y de la política oficial de Estado chino. Es
San Barthélrmy (Bartoíomeo), el 24 de agosto de 1572. bajo las órdenes de Charla IX
el estallido del concepto, así como la espontaneidad y la proximidad
rn.
6G.Le Bon,~ooJmlkt,Paris,Rett.1975, p .88.
7 E. Caneui, La amscinu" M.5 mo/... París, Albín Michel (1984, p. 280). Le Livre de
Peche, 1989. R K. Mannhejm, ld;%gie eI..wpíI!, París. Ma.-cel Rivier~. 1956, p. 96.
t:L TIEMPO DE.LAS TIlIBUS
126 LA SOCIAUDAO CONTAA LO SOCIAL
127
que estas.Inducen, lo que les permite favorecer la noja resistenc!a o "dioses parlantes" (P. Brown) , causas yefectos de la multiplicación de
la revuelta activa entre las masas." y <ligo esto para que se vea como numerosas tribus contemporáneas.
la mística, tal Ycomo acabo de describirla. es un con~~atoriopop~­ Precisemos igualmente, aunque sólo sea de manera alusiva, que,
lar en ~I que, más allá del individualismo y de su acuVls~o proyec~. si la tradición cristiana fue oficial y doctrinalmente sotericlógica e in-
vo, se confortan una experiencia y un imaginario colectivos, cuya SI- ~ividualista, su práctica popular fue, al contrario, convivial. No es po-
nergia forma .esos conjuntos simbólicos que están en la base, en el síble abordar este problema aquí, baste señalar que, antes de dogma-
sentido amplio del término, de toda vida socíetal.!" Esto, n~ ~ene na- tizarse en fe, la religiosidad popular -la de las peregrinaciones, los
da que ver-con la relación anq~l?~da. que une el s.ubJetiVlS~O .del cultos de los santos y muchas otras formas de superstición- es ante to-
intimismo mezquino con el objetivismo de la conqUIsta econormco- do una expresión de socialidad. Más que la pureza de la doctrina, es
política. Los conjuntos simbólicos d~~n más .bien entenderse como el vivir o el sobrevivir juntos lo que preocupa a las comunidades de
matrices en las que, de manera orgamca, se mterpeoeueo y ,fecu~­ base. La Iglesia católica no se ha equivocado en haber evitado siem-
dan los distintos elementOS del dato mundano, suscitando asr un VI- pre, de manera casi intencional, ser una Iglesia de puros. Por una par_
talismo irreprimible que se merece un análisis específico. te, luchó contra las herejías que pretendían arrastrarla hacia tallógi-
Por supuesto, hay que precisar que el espacio religioso del que se ca (como en el caso del donatismo), mientras que por la otra, reservó
trata aquí no tiene nada que ver con la manera habitual como se en- el "retiro" que supone el sacerdocio, el monacato y, afortiori, la vida
tiende la religión en la tradición oficial cristiana. Yello respecto a dos eremítica a aquellos que anhelaban seguir y vivir los "consejos evan-
puntos esenciales: por una parte, respecto a la adecuación que se sue- gélicos". Para los demás, ha mantenido siempre con firmeza una di-
le hacer por lo general entre religión e interioridad y, por la otra, res- mensión multidinista, que a veces roza el laxismo moral o doctrinal.
pecLo a la relación que se establece en principio e~tre religión,! sal- Se podría leer desde dicha perspectiva la práctica de las Indulgencias,
vacum. Estos dos puntos pueden, por cierto, resumirse por medio de la cual acarreó, como es bien sabido, la revuelta de Lutero, o también
la ideología individualista, que establece una relación privilegiada en- la benevolencia de los jesuitas de la corte que tanto ofuscó a Pascal.
tre el individuo y la deidad. De hecho, como sucede en el politeísmo Esta perspectiva "multidinísta" se puede acercar a la de la noción de
griego, podemos imaginar una concepción de la religión que, ante conservatorio empleada anteriormente: vuelve a un gntpo responsa-
todo, insista en la forma del estar-juntos, en eso que he llamado la ble de ese depósito sagrado que es la vida coíecüca.tt En este sentido,
"trascendencia inmanente", otra manera de referirse a la energía que la religión popular es claramente un conjunto simbólico que permi-
conjunta a los pequeños grupos y a las comumídades. 11 Perspecuva . te y conforta el buen funcionamiento del vínculo social.
metafórica, obviamente, que nos permite comprender cómo el aban-
dono de lo político corre a la par con el desarrollo de estos pequeños Bajo la forma de un divertimento, propondré una primera ~ley" sociológica:
Losdiversos modos de estTlu:turadones sociales nQ valm más que mi la medidaY a con~
didón tú! que permaneuan en aduuadón conla basepopularque les ha snvido de so-
jxnU.
9er. K. Schipper, U rorps tooll/¡>, París, Fayard, 1982, p. 27. Yo mismo he mostrado,
apoyándom~ en Van Gulik, que también en nuestros díllll se dan explosiones ,popula-
res que tienen que ver con el taoísmo. M. Maffesoli, L'Of/ÚJm de DKmJ~ cmrJriblúum d
une~ de 1'Q1gW, París (1982), p. 67, Le Livre de Poche, 1991. .
10 Sobre la relación entre la ~l(periencia y los conjuntos simbólicos cf. la referenc.,
a Dilthey hecha por J. Habennllll, r..,nnm.uawe'¡ ;m;",1, París, Gallimard. 1976, p. IS!. 12 SohH: el "multidinismo" y la socialidad inducida por la religiosidad popular d.
11 Sobre la interioridad v la salvación sigo el análisis de W. F. Otto, ús dieta de'" E. Poulae, Egli.", t:tJ1IWi>ourgro,rie, París, Casterman, 1977. pp. 21 Y 24, d. igualmente la
cm", pro!. de M. Deti~nne,'París, Payot, t981. Gr. p. 24 Y prologo, p. 10. buena descripción de la religión popular que hace Y. Lambert, DinJ. changt ni /Jma¡f
Sobre kl3 "dioses habladores" y vitalidad grupal que ello induce d. P. Brown, GaW- ne, París. Cerr, 1985, en particular sobre 11IlI "¡ndulgencillll como mutual espiritual",
~ de li4ntitpliUi lardivr.. París, Gallimard, 1983, p. 83. pp. 206-2<.18.
EL TIEMPO DE lAS TRIBUS
LA SOCIAUDAD CONTRA W SOCIAL 129
Esta leves válida para la IgIe,sf~~l.:pmo lo es ta~bién ~ara su fo"nna do que puede haber evolución y reversión de una forma a otra.y ello
' l a ' n o l í t i c a . "Una Iglesiano se sostiene SlO pueblo (E. sin olvidar, por supuesto, que la dimensión comunitaria es elmomen-
prolana,.que es r-, " . 1 hi " h
Renaa) ,13 Ylas dístinlas decadenciasque pu~tualizan as . ~stonas u- to fundador; lo cual es particularmente flagrante para las ciudades
-, '~' comprendel1le, a la luz de dicha observaclon.La des- que descansan en los "grupos de parentesco" o en las "asociaciones
manas ' . . pu~nap
' ,. oecto" de la base hace que las ínsütucíones
..
se vue lvan
conexlonJ"es r., ' d confesionales". Es, pues, a la vez hacia este movimiento y hacia aque-
b~ef:as y..S~I\.sentido. Pero, por el con~o: desde nuestro punto e llo que lo funda, hacia lo que conviene dirigir nuestra atención. En
vista, esto.in,d,i¡;a, Yenfatiza, que si la sOCl.ah~ad pued~ ~structur:rrse efecto, en esa combinatoria que constituye las estructuraciones socia-
'puntualmerW: en instituciones o en movimientos ~ohUCOS p.reclSo~, les, el cambio de lugar de tal o cual elemento, o incluso su saturación,
~bién los trasciende a todos.. Para retonn~ una Imagen mlO.eralo- puede acarrear una diferencia cualitativa de importancia. Así, el fin
gica, no.son sino seudomorfosis que se agluUna~ en una matriz que de una forma particular puede ayudamos a comprender el resurgi-
les sobrevive. Es este perdurar lo que aquí nos mteres~,.y lo que al miento de otra.
mísmo.tíempo explica que la falta de compromiso político general Como acabo de señalarlo, junto con la religión y la comunidad
que ~e puede obser:var en .nuestros días no sea en ~odo alguno c?rre- se halla otra noción que merece nuestra atencíén: la del pueblo. Es-
l<J.tivo con una falta de, estructuración acelerada, SIOO, al contrano, el te término se puede emplear sin intención particular, como ocurre
.Ill¡CeeU
di d na renovada
, , 'vitalidad. Es este perdurar, que es
. la marca
di a menudo con la palabra "social" en su sentido más simple, pero
de 'lo divino, lo que no es una entidad opresiva y. exterior SlOO to o o también se puede mostrar que su acepción puede evocar un conjun-
contrario, el que reside en el corazón de la realidad mund~a,y es a to de prácticas y de representaciones alternativas respecto al orden
la vez'su esencia y su,devenir. A este respecto, podemos refen~~s a la de lo político. No es otra cosa lo que ha intentado hacer la comen-
clásica terminología.de la sociología alemana, ya sea a la OposlCIO nu ~ te "populista". Entre sus diversas expresiones, el populísmo ruso del
meinscluift-Gesellschafl de Tónniee, o a la que propone Weber entre co- siglo XIX es el que mejor ilustró lo que venimos diciendo. Conoció
~unalización" (vergemeinschaflung) y "sodacíón" (Vcrgesellschtiftung). su momento de gloria, sus pensadores y sus numerosos sucesos eco-
El ethos comunitario designado por el primer conjunto de expre- nómico-sociales. Como es natural muy pronto fue considerado, par-
siones remite a una subjetividad común, a una pasión ~ompartida, tícularmente por Lenin, como la adolescencia del verdadero socia-
mientras que todo lo que se refiere a la sociedad es esencialmente ra- lismo: el socialismo científico. Obviamente, en lo concerniente a las
cional: racionalidad en valor (Wert) O en finalidad (Zweck). Hay un comunas campesinas, se instaló la duda en el marxismo en vía de
texto deM. Weber sumamente ilustrativo a este respecto. Observa, rigidez dogmática, y siempre me divierte citar la célebre carta del
por una parte, que toda socíacíón que "rlesbcrda el marco de la ~ 8 de marzo de 1881 de K. Marx a Vera Zasulic, en la que se siente
ciacíón con un fin detenninado [... ] puede procrear valores senu- claramente su íncertíd umbre ante el populismo, tan vivo en aque-
mentales que sobrepasan el fin establecido porell~brealbedrí~". Por llos momentos en Rusia. De hecho, se puede considerar que Ie rea-
otra parte, observa que una comunidad puede onentars~ hacia un~ lidad misma del pueblo fue algo completamente ajeno a la tradición
cierta racionalidad o finalidad. Así, a veces "un agrupanuento fa~Dl. "autoritaria" (marxismo, leninismo, estalinismo) del movimiento
liar es como una comunidad, y por otro lado, es explotado, sentido obrero y a aquellos que se asegurarían de la gestión teórica. Pues,
como una 'socíacíón' por sus miembros'U'' Weber destaca de este mo- COntrariamente a los anüautorítaríos (anarquistas, federalistas), la
perspectiva de los primeros es esencialmente política. Por su parte,
Marx había resumido bien dicho debate con la siguiente fórmula:
13 E. Renan, Ma", Aurek"u lafin dlt lIll>IIli<> anlU¡r.... París, Le Livre de Poche,_l~. p. "Cuando se habla del pueblo, me pregunto qué golpe bajo se le
354. Seenconttar.i una crítica del estatismo en]. Zylbe~rg,·Nation~isme-lntegralJOD" quiere asestar al proletariado.". Casualmente, ahora que, ya sea en
Dépenda¡;Jce". Revlled'jn~ation tllropknrn-, 1979, 11,numo 2, Canada, p~. 269 .55. su versión reformista o en su versión revolucionaria, son los defen-
l'I M. Weber,l!.conomiet1slxii/i, París, Plon, 1971. pp. 41-42,YLa vilk. Pans, Aubier, 1984.- sores del proletariado los que han tomado el poder en múltiples lu-
EL TIEMPO DE LAS TRI8US LA SOCIAUDAD CONTRA W SOCIAL

gares, [sabernos mejor qué.tipodegolpes.bajos se le han propinado no se les otorga más que a las luchas que corresponden a la estrate-
al pueblol'P gia que ha dictado el buró político, mientras que a las demás se les
Más allá de los ucases de que fue objeto, el populismo fue clara- llama, según las circunstancias, provocaciones, compromisos, traicio-
mente algo más que un niño atrasado que no había alcanzado toda- nes o colaboraciones de clase. Se puede precisamente establecer un
vía su madurez. Podemos postular que representaba la forma profé- paralelismo entre el hecho de que la clase obrera obedece cada vez
tica o, lo que viene a ser lo mismo, el laboratorio en el que se menos a las distintas órdenes que recibe y, por otro lado, la pérdida
esbozaba la relativización de la imponente dimensión económlco-po- de la fe que se puede observar respecto a la creencia en una direc-
lítica. Acentuando la solidaridad de base, los efectos de la comuni- ción precisa de la historia. El nofuture, eslogan de lasjóvenes genera-
dad, el mito de la comuna (la célebre abscina rusa) , y, para algunos, ciones, no deja de tener eco, aun de manera menos exuberante, en
anunciando que la máquina iba a favorecer a esta comunidad, L6 los el conjunto de la sociedad. Y cabe preguntarse si recurrir al pasado
populistas podrían ser hoy muy útiles a quienes piensan el presente (folclore, resurgimiento de las fiestas populares, incremento de la so-
y el futuro en términos de autonomía o de microsociedades. Convie- ciabilidad, fascinación por las historias locales) no es una manera de
ne tener bien presente esta perspectiva populista si se quiere enten- eludir la dictadura de la historia finalizada, progresista, y, por ello mis-
der el desarrollo de las pequeñas empresas, de las cooperativas, de la mo, una manera de vivir el presente. Lo que sí es cierto es que, al ha-
responsabllización por el prójimo que caracteriza a la economía de cer un cortocircuito en el camino real del progreso, el rechazo del fu-
nuestros días; en suma, si se quiere entender ese paso de la economía turo al que acabo de referirme restituye al pueblo sus cartas de
generalizada a la ecología generalizada, menos que dominar el mundo, nobleza. Esto no es un simple juego de palabras: pone de manifiesto
la naturaleza, la sociedad, pretende realizar colectivamente socieda- el aspecto aristocrático del pueblo.
des fundadas ame todo en la calidad de vida. Con relación al orden político, este aristocratismo adopta formas
Es en correspondencia con el espíritu del tiempo como, a finales diversas. En primer lugar encontramos ese desprecio en el que está
del siglo XlX y a principios del xx, la clase (o el proletariado) ocupa envuelto el personal político de cualquier tendencia. Ya he analizado
progresivamente el lugar del pueblo. Este proceso, que se consuma antes el "ensimismamiento" popular, del que dan sobrada fe nume-
principalmente en relación con el prevaledmlento de la historia o de rosas anécdotas, ocurrencias y observaciones de sentido común.t" No
la política, es de sobra conocido en nuestros días. Al mismo tiempo, hay necesidad de desarrollar el tema. Sin embargo, se puede obser-
somos, por una parte, cada vez más conscientes de la dificultad de de- var la versatilidad de las masas. Dicha versatilidad, resultado del "ensi-
finir una clase, mientras que, por la otra, estamos de acuerdo en reco- mismamiento", es una forma de insolencia específica: de aquellos que
nocer que es siempre postfestum como se le atribuye tal o cual acción, están animados por la libido dominandi esperamos ver qué son capa-
tal-o cual lucha, a la clase obrera o al proletariado que actuaría con ces de dar, o en qué pueden ser útiles. Nos encontramos de nuevo
plena concíencía.'? Por cierto, la mayoría de las veces esta cualidad aquí con la religión profana, como se ha indicado anteriormente: do
ut des; es decir, te doy mi voto para que me des algo a cambio. Al mis-
mo tiempo, empero, esto muestra la profunda no-adhesión de las uta-
15 Gr. K. Marx. mm""" presentadas por M. Rubel, París, Pléiade, t. 11. p. 1451.
sas a lo político. El interés de éstas está en la medida de lo pueden in-
F. Venturi, ús inlt'l1«lu"ll. le (JeIlpfe el id rioollltioll, op. cit., t. 1, p. 45, realiza un esta- vertir o "reinvertir".
do de estas dudas concemienres a la ob,~rw. Otro ejemplo 10 encontramos en la sen- Al mismo tiempo, esta versatilidad insolente es un escudo contra
sibilidad fouriertata, <:f. P. Tacussel, Char/n Fourier, ,...Ym d./'.$ pa..rim." Pans, llllB, 2000. cualquier tipo de poder. Los historiadores y los sociólogos coinciden
16 Cf. también F. Venturl, ¡bid., l. 1, p. 29.
17 Sobre la sustitución del pueblo por la clase, d. K. Mannheim, ld~ rllltnpW,
op. cit., pp- 60 Sll.
Por una crítica de la lucha de clase. cf.]. Freund, < ~ d" rorIflit, París, PUF, 1983, t8 Cf. M. Maffesoli, La ronnaissana nrdinai~ op. cil.• p. 167, YÚJ ~ du prismt,
pp. 72 ss. París (1979), DDB, 1998.
EL TIEMPO DE LI\.S TRIBUS
LJ\ SOCIALlDAD CONTRA W SOCIAL

en destacar cómo la masa adora y quema sucesivamente asus amos y


alos Valores más díversos, Lo~ ejemplos son abundantes en este sen- Naturalmentejuego aquí con las palabras (cosa necesaria siempre
o Údo. Se puede decir lo mísmo con relación a las ideologías y a las que se hacen leyes), Yentiendo por "sobrevivencia" a la vez lo que fun-
creencias, exaltadas en determinado momento y vilipendiadas poco da, lo que supera y lo que garantiza la vida. La sobrevivencia es, se-
después por las
mismas personas.P En lugar de dejamos ofuscar por gñn la expresión de Canetti, la 'sítuacícn central de la potencia";%O
este hecho, conviene ver en él un relativismo fundamental respecto de significa esa permanenre lucha contra la muerte en la que nunca cree-
las entidades dominantes. que tienen muy poco que ver con la proxi- mos del todo, ya sea la muerte natural stricto srnsu, o bien la imposi-
midad en donde se tejen los verdaderos lazos de solidaridad. En el cie- ción mo~fe~ secretada por la dimensión "pro-yectíca" de algún or-
lo de las Ideas o de los proyectos lejanos todos los gatos son pardos, en den economíco-poímro. Podríamos comparar esta Potencia con el
cU3.Q.lO que lodos coinciden en prometer mañanas encantadores. maná o con otras expresiones que designan una fuerza colectiva que
Ya he mencionado el deber sagrado de hacer perdurar la existen- trasci~nde a los individuos o a las facciones particulares. Po~ mi par-
cia. Se trata de un saber incorporado, algo animal si se quiere, que per- te, qUIero establecer aquí una relación entre la Potencia y "lo concre-
míte a las masas resistir. En efecto, lo que se llama versatilidad podría to más extremo" (W. Benjamín) que es la vida de todos los días. Fren-
ser una manera de mantener lo esencial, y de descuidar lo factual, lo te a las historias hechas de nada y de todo, de carne y de sangre, la
puntual. La guerra de losjefes, su teatralización, no es desdeñable, par- historia política carece de consistencia para una memoria colectiva
ticularmente como espectáculo, pero éste es ante todo abstracto, y la que sabe de sobra a qué atenerse.
mayor parte del tiempo no tiene los efectos positivos o negativos que Las historias más que la Historia. Tal podría ser el maravilloso se.
se le atribuyen. Si el papel de lo político es el de la animación -de ahí creto que nos explicaría el perdurar de las sociedades. Más allá del
la puéstaen escena-que le es necesaria, así como la monumentalidad orden de lo político, grandes conjuntos culturales se mantienen por
en que se'apoya y la pompa con que se víste-, el de la masa es, por su medio de los si~os. Las culturas griega, latina, árabe, cristiana, para
parte, el de la sobrevivencia. Hay que mantenerse en el ser. A partir de lo que nos concierne, se cimientan sobre una potencia interior que,
entonces, las evasivasy los cambios de opinión se pueden entender en de manera constante, renueva, conforta y redinamiza aquello que los
función de semejante responsabilidad; esto sí es concreto: Para avanzar poderes tienden a acotar, hacer rígido y, en última instancia, a des-
en mi ~~entación, diré que, sin reparar demasiado en escrúpulos truir. Nos encontramos aquí ante un querer-vivir-colectivo que exige
excesivos o en estados anímicos accesorios, el pueblo como masa tiene la una atención más aguda por parte del observador social. Simmel so-
responsabilidad esencial de triunfar sobre la muerte de todos los días. lía señalar que, para entender una decisión política, era menester
Cometido que exige, lo sabemos, un esfuerzo constante y una gran eco- abrazar el conjunto de la vida del que decide y "considerar muchos
nomía de energía. Es precisamente esto lo que funda su nobleza. aspectos de esta vida ajenos a la política".
Retomando una dicotomía que ya había planteado entre el poder Forzosamente, para entender esa decisión fundamental constan-
y la potencia (La aiolence totalitaire, PUF., París. 1979, capítulo r), Yju- temente renovada que es la "sobrevivencia" de la especie, hay que sa-
,gando con las palabras, propondré aquí una segunda ley: ber superar el marco estrecho de la simple finalidad política. La vida
ordinaria, testaruda e irreprimible, nos compele a ello. ¿Hay que ver
El poder puede y ckbe encargarse de fa grstión de la vida, mientrasque la potencia t!S en esto, como lo dice hábilmente Gilbert Renaud, la expresión de
responsahle de la sobrevivencta. una "socialidad frondosa que se resiste a la domestícación'P! Yo di-

19 cr. z. Yavetz, La fIli'bt' pi V frrina..., af'. ril.• pp. 38 ss., y54, concerniente al vals de 2<1 Cf. E. Caneuí, Ln r.vn.lriena des 1IWLs-, op. cil., p. 33, Le livn: de Peche, 1989.
los.emperadores, o a la actitud en contra de Calígula. G. Le Bon, P..,d~ desf(lldA 21 G. S!mmel, ~ prohlimes tÚ la phiJlJsopll~ tÚ l'histuire, Parra, PUF, 1984, p. 1M, YG.
op. ril., p. 144, muestra la mi.ma versatilidad en cuanlO a las ideologías. Re~a~d. A fomlm du ralimuúisw, op. ril., p. 257. Su proposición programática sobre la
ilOclahdad en el Quebec parece enriquecedora en tiempos futuros.
134 EL T1E1oIPO DE LAS TlUBUS Li\ SOCIALlDAD CONTRA LO SOCIAL 135
naque, en todo caso, esto constituye un reto dificil al que será dificil individuo en una masa más indistinta. A ésta no le interesa en abso-
no responder durante este cambio-de siglo. luto la noción de identidad (individual, nacional o sexual), que fue
una de las conquistas más importantes del burguesísmo. A mi enten-
der, el preguntarnos acerca del fundamento socioantropológko de
este hecho puede aclarar nuestra comprensión de la relación antinó-
UN "FAMlUARISMO" NATURAL mica entre la masa y lo político.
Tratamos así de mostrar que la masa ya ha existido, que es una mo-
-Me parece que existe una relación estrecha, y algo perversa, entre el dulación del esrarjunros, y que tiende a favorecer elementos que el
individuo y la política. En efecto, estas dos entidades son los polos proyecto político (tautología) olvida o niega. Se puede en primer lu-
esenciales de la modernidad, Ya lo he dicho antes: el principium indi- gar destacar, aunque sólo sea rápidamente, el aspecto cambiante y
viduationis es aquello mismo que determina toda la organización po- caótico de la identidad. En fórmula pascalíana, se podría decir que
lítico-económica y tecno-estructural que se inaugura con el burgue- su verdad varía según las fronteras temporales o espaciales. Esto lo re-
sismo, Durkheim, ciertamente uno de los grandes pensadores de este sume a la perfección la siguiente observación de Max Weber: "La
proceso, observa de manera perentoria que "el papel del Estado no identidadjamás será, desde el punto de vista sociológico, más que un
tiene nada de negativo. Tiende a asegurar la más completa individua- estado de cosas simplemente relativo y flotante. "23 Con agudeza, We-
ción que permite el estado ecctar'." El Estado, en cuanto expresión ber observa aquí que, según las situaciones y la acentuación de tal o
por excelencia del orden político, protege al individuo contra la co- cual valor, la relación consigo mismo, la relación con el prójimo y la
munidad, De manera anecdótica, digamos que basta observar que relación con el entorno pueden ser modificadas. Dándose por supues-
aquellos que eran los más ultrapolíticos en los años sesenta, esos mis-- to que "la identidad" atañe tanto al individuo como al agrupamiento
mos que proclamaban "todo es política", afinnan hoy con la misma en el que se sitúa: cuando existe una identidad individual, nos encon-
convicción; ya veces con el mismo sectarismo, la necesidad del indi- tramos una identidad nacional. De hecho, la identidad, bajo sus dis-
vidualismo. Para ellos, no se ha dado un cambio fundamental, sino tintas modulaciones, es ante todo la aceptación de ser algo determí-
tan sólo una. diferencia de orientación. nado. Conformidad con la exhortación a ser estoo eso otro; proceso
Es, pues-una falacia establecer un paralelismo entre el fin de lo que, en general, sobreviene tardíamente en el devenir humano o so-
político y el repliegue sobre el individuo, o lo que llamamos el retor- cial. Efectivamente, lo que tiende a predominar en los momentos de
no del narcisismo. Se trata aquí de una perspectiva de corto alcance. fundación es el pluralismo de las posibilidades, la efervescencia de las
En realidad yo postularía que la saturación de la forma política corre situaciones, la multiplicidad de las experiencias y de los valores; co-
a la par con la saturación relativa al individualismo. Prestarle aten- sas todas que caracterizan a lajuventud de los hombres y de las socie-
ción a este hecho es, así pues, otra manera de interrogarse acerca de dades. Yo diría, por mi parte, que se trata del momento cultural por
las masas. Tanto en lo relativo al conformismo de laajóvenes genera- excelencia. En cambio, la elección que se impone progresivamente
ciones, a la pasión por el aspecto exterior en los grupos o "tribus", a en la elaboración de una individualidad personal o social, el hecho
los fenómenos de moda, a la cultura estandarizada, así como a eso de que se elimine la efervescencia y el pluralismo bajo sus distintos
que se podría llamar la unisexua1iz.ació de la apariencia, todo nos per- aspectos, conducen generalmente a eso que se puede llamar civiliza-
mite afirmar que estamos asistiendo a una disolución de la idea del ción. Es en este segundo momento dominado por la moral de la res-
ponsabilidad cuando florece lo político.

112 É. Du~kheim. Lepm.sfk socinlogiP. París, PUf, 1969, p. 103. Remito igualmente a M.
Mañesotí. La ,JWle,u:e llJtau/anr, París (1979), DDB, 1999. caps. VI y VIt, así como a r _
oo rk Diooysaf... , op. cit., introducción, ~~ M. Webn, Essais s,,~ la ~ tk la .1€ÍImt:e (1913), París, Pjon, 1965, p. 360.
EL TIEMPO DE lAS TRlBUS I.A SOCIAUDAD CONTRA LO SOCIAL

, . Me-apoyo aquí en la clásica dicoto'!lía empleada po~ ~I .pensamien- pe!. 26 Esta distinción es importante, pues permite comprender que,
to alemán y bien formalizada por N. Elias: 24 antes de civilizarse, de fi- como en un movimiento pendular, las formas de agregación pueden
nalizarse, una esttucturación social, de cualquier tipo que fuere, es privilegiar ya sea lo político, ya sea lo que propongo desde hace tiem-
un verdadero caldo de cultivo que incluye todo, hasta los contrarios. po llamar la socíalídad. La masa, de la que se decía era. "monstruosa",
Este caldo de cultivo está en ebullición, es monstruoso, dislocado, pe- remite, por supuesto, a la segunda categoría.
ro al mismo tiempo rico en posibilidades futuras. Podemos servimos Sin embargo, esta "monstruosidad" merece atención, pues permi-
de esta imagen para afirmar que la masa es esa misma cosa que se bas- te destacar un aspecto nada desdeñable de la masa: su relación con
-ta a sí misma-que no se proyecta, no se finaliza, no se "politiza", sino la naturaleza, con lo que es natural. Se ha hablado de caldo de culti-
que vive el torbellino de sus afectos y de sus múltiples experiencias. vo, de efervescencia y dislocación, cosas que designan el caos y lo no
Por eso es la causa y el efecto de la disolución del sujeto. En mi jerga, civilizado; cosas que precisamente reacentúan ese elemento natural
yo diña que es díonísíaca, confusional. Numerosos son los ejemplos que la civilización trata siempre de negar. Hay un pequeño apólogo
que contemporéneamente, de manera más o menos tajante, abogan de W. Benjamin que indica cómo el don de reconocer semejanzas le
en este sentido. En tales momentos se crea un "alma colectiva" en la parecía el vestigio de "la antigua compulsión a parecerse a los demás".
cual se borran las aptitudes, las identidades y las individualidades. Lo Parecido que podía realizarse con la gente, pero también con los
que no impide, por lo demás, que esta entidad efervescente pueda muebles, la ropa y la vivienda. 27 Vemos así cómo este principio de simi-
ser el sitio donde se efectúe una reapropíación real. Cada uno parti- litud, que constituye la base del "nosotros", del pueblo, de la masa, es
cipa de este "nosotros" global. Contrariamente a lo político que, pa- un intermediario entre el mundo natural y el social. Ya no existe se-
radójicamente, descansa en el "yo" yen lo lejano, la masa, por su par- paración entre el cosmos, lo social y en el interior del todo social; nos
te, está .hecha de "nosotros" y de proximidad. El desarrollo de las hallamos, por el contrario, en presencia de 10 que se puede llamar la
historias de vida hace resaltar que el sujeto que relata habla a menu- culturiuuión de la naturnleza, y la naturaliz.tu:Wn de la cultura. >

do en términos de "nosotros".!5 Así, la comunidad "efervescente" pue-- Es ahí donde se encuentra el origen del conformismo, la del sen-
de sera la vez disolución individual y reapropiación de la persona. timiento, cuyo impacto en la vida social empezamos de nuevo a no-
Tenemos aquí la distinción, clásica desde Mareel Mauss, entre per- tar. También ahí se encuentra. una especie de vitalismo ontológico
sona e individuo. En nuestros días, L. Dumont, en Francia, y R Da que se manifiesta en el ecologismo en boga del momento.
Matta, en Brasil, han abordado este asunto con los excelentes resul- Me parece que este prurito de imitación y de conformismo, este
tados que conocemos. Desde la perspectiva que nos ocupa, se puede vitalismo del que acabo de hablar, en suma, esta "correspondencía"
decir que -"de jure", naturalmente- el individuo es libre, acuerda y algo mística que estamos viendo emerger puede ser una de las carac-
establece relaciones igualitarias. Es esto lo que va a servir de base al terísticas esenciales de la masa popular. Si retomamos la distinción
proyecto o, mejor dicho, a la actitud proyectiva (verbigracia, políti- formulada anteriormente, podremos decir que al individuo unifica-
ca). En cambio, la persona es dependiente de los demás, acepta un do responde la persona heterogénea, capaz de una multiplicidad de
dato social y se inscribe en un conjunto orgánico. En una palabra, se papeles.
puede decir que el individuo tiene una función, y la persona un pa-

26M. Mauss, Sor:ioIDgú:d anl}m}~, París, !'Uf, 1968, ~Une catégorie de l'espru hu-
24 Gf. N. Élias, lA riviiúnlitm de. m,J'l"-';, París, Calman-Lévy, 1973. main. La nolion de personne" L Dumont, Homohimm:hil:u... París, Gallimard, 1967. R
~~ Me remito, por supuesto, a G. Le 8011, P:rydwúp del jlJtlit'.s, 0(1. rit., p. 51. yaJ, ec.
Da Malta, CAm4vol., bandiL,d him... Paris, Seuil, 1983, pp. 210111. Sobre la mafia, mi
Beauchard, La Puisumce d"sjotllt'.s, París. PllF, 1985. Sob~ las historias de vida y el paso artículo M. Maffesoli, ~La maffia comme métaphore de la sociakté", Ca}Iien inlemDlw.
del ~yo" al "nosotros" cf M. Catani, TUflteSllznm", París, Líbrairie des Méridjens, 1982, 'l4t1xtk~ Pans, I'I.Jf, vol. LXXIll, 1982.
pp. 12Y 15.El término "efervescencia" se remite. naturalmente, a É. Durkheim. ~7 W. Benjamin, Sen. nniqlu; Pans, L N. Maurice Nadeau, 1978. p. 72.
138 El- TIEMPO DE LAS TRIBl,lS L" SOCIAUOAD CONTRA LO SOCIAL 139
.Se puede considerar que esta persona no es más que una condensación en per- Aglauro' en la ciudad ateniense hasta todas las fiestas nacionales con-
petuo desequilibrio, y que se inscribe en,unfúumdel que ella no es más que temporáneas. pasando naturalmente por el calendario litúrgico del
un elemento. ritual cristiano, siempre nos encontramos con el mismo proceso de
anamnesls del que estamos hablando: no existimos más que como
La constatación poética 0, más tarde, psicológica de la pluralidad cuerpo. En su análisis del cristianismo de una aldea bretona, el so-
de la persona (~yo es otro"}, puede en efecto interpretarse, desde un dólogo Y. Lambert deja constancia de una ceremonia partícularmen-
punto de vista socíoantropológico, como expresión de un continuum te instructiva: hablando de los fines últimos, el sacerdote elabora una
infranqueable. Nosotros no valemos más que en tanto que estamos puesta en escena en donde unos niños de la aldea representan, en
vinculados a un grupo. Siendo, obviamente, de poca importancia el igual nÚmertI, a los difuntos del año. 29 Imposible expresar mejor la fe-
-que estavinculadón sea real o fantasmagórica. Recordemos cómo cundidad y la gestación de la idea del ftlum. Es a partir de éste que el
Proust, después de la muerte de su abuela, ve que los rasgos de ésta imaginario socíal se construye una historia y por ende se constituye
se van transfiriendo a su madre. Al adoptar la imagen de la abuela y como tal.
al identificarse con ella. la madre asume, de esta manera, la perpe- Habría que ver, gracias al esclarecimiento de estos ejemplos paro-
tuación de- un tipo por medio de las generaciones. Con su gran sen- xísticos, cómo todos los grupos se fundan, en el sentido simple del
sibilidad. el novelista muestra a la perfección cómo la muerte se ins- término, en la transcendencia del individuo. Es esto lo que me inci-
cribe en una vitalidad indestructible. No es practicar un imperialismo ta a hablar de una transcendencia inmanente, es decir, de algo que a la
sociologista el reconocer, como lo hace Halbwachs, que "en realidad. vez supera a los individuos y brota de la continuidad del grupo. Nos
nunca estamos solos [ .. .] pues siempre sentimos dentro de nosotros encontramos aquí con una perspectiva mística que se puede 'paran-
cantídad.de personas".28 La memoria o los recuerdos colectivos, ya gonar con ese otro misticismo que constituyen ciertos psicoanálisis.
sean públicos, privados o familiares. lo muestran claramente al tor- Esto ocurrió con el de Groddeck, cuyo arraigo vitalista es de todos co-
nar un barrio o una ciudad en lugares en los que las vidas se han se- nocido. "Nosotros somos vividos por el ello";* "el ello es una fuerza",
dimentado, transformándolos en sitios habitables. Esto es, pues, lo es más "el yo no es más que un artificio, un instrumento al servicio
que 'permite que se establezca un feedback entre el grupo y la perso- del ello", ejemplos que podríamos multiplicar en este sentido.30 Bas-
na, y ello. naturalmente, de manera orgánica y no ya según la equi- renos indicar que el "ello" del que aquí se trata puede describir per-
valencia racional del orden político. E. Renan mostró cómo, para los fectamente, de manera metafórica, a la masa, al pueblo o al grupo del
primeros cristianos, la fuerza de la comunidad -yo diría, su poten- que hablamos; es una fuerza que actúa ruando creemos estar actuán-
cia- reposaba en "grandes hombres bases" (Megala Stoikeia}. Era al- dola: el yo sólo es válido en la medida que se refiera a ésta. Encontra-
rededor de sus tumbas donde se constituían las iglesias. Por su par- mos aquí todos los ingredientes que se dan en la constitución de las
te, P. Brown señala que aquellos santuarios eran simplemente pequeñas masas contemporáneas. Además, dicha extrapolación per-
llamados "ellugar" (o topos) y que, de manera paulatina, fueron cons-
tituyendo verdaderas redes que se extendieron por toda la cuenca
mediterránea. Ya sea bajo forma religiosa o profana, dicha práctica • Diosa que representaba a la ciudad de Atenas [T.j.
de fundación la encontramos de manera regular en el curso de to- l'9y. Lambert, Dim cka.m ~ París, Cerf 1985, p. 45. Sobre el análisis de
das las-historias humanas. Y, al margen de la monumentalidad urba- E. Renan, Man;A'lrN, OIll4ftn du 1JIOIIdeantit¡tu, París, Le Livre de Poche, 1984, p. 126.
na o rural (palacio, iglesia, monumentos diversos), este Jeedhadr. se ex- Sobre el "topos", cf P. Brown, l,a MKieIi el le saai rWm t"'ntUpUli t/If'tliw,.Paría,Seuil,
1985, pp, 15 ...
presa en todas las ceremonias de conmemoración. Desde el culto de
.. Término psicoanalftico que designa el conjunto de pulsienes y tendencias que
la repulaíén mantiene en el inconsciente [T.].
YJ er. la buena praentación de Lalive D'Épinay, C.rr>tldd, París, Éd Universitaires,
~~ M. Halbwachs, La mimoi"" fo/krli,,,,, París, I'l'F, 1950, p. 2. pp. 24 Y40.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
,\40 LA SOCIAUDAD COroTRA LO SOCIAL HI
mite~d!'$taca( el estrecho parente~o que existe entre estas ~n~~ades masas? Por un lado. la razón y su luz; por el atto; el instinto ysu-pe-
y el.orden natural. Vemos así claramente lo que supe~ allOdlV1dua- ligrosa oscuridad. Podemos imaginar una vía intermedia, una 'forma
lismo como practica --esto por ríescontado-, pero tambten como caos- social"!\!específica. que haga que la astucia y la elocuencia sean algo
truccíon ídeológtca- ._ distinto a una acción individual o a una estructura impuesta. La "me--
. La memoria colectiva es ciertamente una buena expreslOD para maria colectiva" (M. Halbwachs), el habitus (M. Mauss) 'pueden ser
describir el ~is~~ma simbólico y el mecanism,o de p~rti~i~ación de este tipo de forma en donde entren en composición a la vez loe ar-
que acabo pe hablar, Por supuest?, est~ té,numo esta ~U1zas un ,tan- quetipos y las diversas íntencíonalidades que permitan ajustarse a es-
to desgastad9 o anticuado, pero Sigue mdl~ando con Justeza ~ ngor tos arquetipos, habitarlos en cierta manera. Éste es el espíritu de gru-
que, así como no existe una duración individual, tampoco existe un po, el espíritu del clan. cuya sinergia o yuxtaposición producen el
pensamiento singular. Nuestra conciencia no ~s más que un punto espíritu del tiempo.
de encuentro, una cristalización de corrientes diversas que, con pon· Se trata de una correlación permanente, de un "relacionismo"
deradones específicas, se entrecruzan, se a~r~en, se re,pelen. Las esencial en donde "la experiencia biográfica personal se corrige y se
construcciones ideológicas, aun las más dogméucas, son ejemplos ~a­ amplía en la experiencia biográfica general"." Es esto lo que desem-
bales de ello; en efecto, nunca llegan a estar completamente unifi- boca en la vida común. La interacción, la intersubjetividad crean al-
cados. Así. podem~s'afirmar que un pensamiento personal es el que go que es cualitativamente diferente a los elementos que las consti-
sígne la "pendiente de.un pensamiento colectivo".31 Esto lo ~orrobo­ tuyen. Así, la memoria colectiva puede servirles, en el sentido simple
rano cada quien a su manera. los investigadores contemporáneos en del término, de revelador a las acciones, intenciones y experiencias
física teórica o también en biología. como es el caso de R Sheldra- individuales. Es ésta, verdaderamente, una esfera de comunícacíón,
ke. q~len habla de "creoda" (dirección necesaria) p:ua describir la causa y efecto de la comunidad. Así, lo que parece más particular'-
simultaneidad de descubrimientos cercanos o parecidos en labora- zado, el pensamiento. no es más que un elemento de un sistema sim-
torios muy.alejados unos de otros. Partiendo de hipótesis dis~nt.as. bólico. que es la base misma de toda agregación social. Ensu aspec-
aunque participando en el mismo "espíritu del,tiempo,", estos mves- to puramente utilitario o racional, el pensamiento individualiza, así
tígadores constituyen un grupo. aun cuand~ este este punteado o como en el nivel teórico acota y discrimina; en cambio, al integrar-
atravesado por conflictos. Se puede decir 10mismo re~pecto a los rea- se en una complejidad orgánica. es decir, al dejar su sitio al afecto y
grupamíentos constitutivos de la socialidad; cada qUl~n, a su mane- a la pasión, o también a lo no-logíco, este mismo pensamiento favo-
ra, compone SIl, ideología, su historia particular, a parur de e~tos ele- rece la comunicación del estar-juntos. Esto trae consigo, en el pri-
mentos dispares que se encuentran repartidos por todos los nncone.s mer caso, el desarrollo de lo político como factor de unión de estos
del mundo. Estos elementos pueden tomarse prestados de la tradí- elementos dispares. Es esto lo que permite, en el segundo caso, po-
cíen del lugar o, por el contrario, ser tran~:ersales respecto a és~ ner de manifiesto la preeminencia del grupo. o de la tribu, que no
sin embargo. sus ensambles presentan similitudes que van a consu- se proyecta hacia lo lejano ni hacia lo futuro, sino que vive en este
tuir una especie de matriz dando nacimiento y confortando las re- concreto de lo más extremo que es el presente. Nos encontramos
presentaciones particulares. . aquí ante la expresión más sencilla y prospectiva de la saturación de
Se diría que esta manera de plantear el problema permite s~perar
la clásica pregunta en ciencias sociales: ~son los i~divi~~os o ble~ !~
grupos indiferenciados los que determma~ la hlsto~~. ~ también;
¿es el "gran hombre" providencial o, más bien, la aceren ciega de las .12 En el sentido de G. Simmel, en el que me inspiro libremente aquí, cf. In ~
a.
_ rk la ph.ilo.mph~ de fhifloire, París, PUF, 1984, pp. 74 ss. Sim_"
P. Watier, G. les
srienus hllmaines, París, Klincbieck., 1992.
~~ Dilthey, cit. por J. Habermas. Connaissanu ti inWit, Parls, Gallimard, 1976, pp.
31 Gr. M: Halbwa<:hs, La mémoirf (.o/Julil!~, op. aL. p. 92 189 ss.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
LA SOCIALIDAD CONTRA LO SOCIAL
'4>
lo político y de su soporte, que es el individualismo. Vemos que em- En una palabra, la economía del orden político, fundada en la razón, el pro-
piezan a ser: remplazados por estructuras de comunicación a la vez jecro y la actividad, deja paso a la teología de un orden orgánico (u holfstíco},
intensivas y reducidas en el espado. Estos reagrupamientos por afi- que integra a la vez la naturaleza y la proxémica.
nidades ocupan de nuevo esa antigua estructura antropológica que
es la "familia ampliada": una estructura en que la negociación de la Aunque dicho cambio no deja de ser inquietante en numerosos as-
pasión y del conflicto se efectúa en el plano más próximo. Sin remi- pectos, ya no es posible negar su realidad. Durkheim atribuía a los
tir a la consanguinidad, este reagrupamiento se inscribe bien en la grupos secundarios el dinamismo que integraba a los individuos en
perspectiva. del filum que renace con el resurgimiento del naturalis- el "torrente general de la vida en sociedad". Una imagen semejante
mo. Se puede decir que las redes que puntualizan nuestras megaló- viene bien a este propósito. Existe efervescencia en el vitalismo social
polis reencuentran las funciones de ayuda mutua, de convivialidad, y natural, sobre todo durante ciertos periodos que viven la desestabi-
de comensalidad, de apoyo profesional y a veces incluso de rituales lización de sus valores y de sus convicciones. Yes bastante posible que
culturales que caracterizan al espíritu de la gens romana. M Sea cual los gmpos secundarios que forman una metástasis en el cuerpo so-
fuere el nombre que-demos-a estos reagrupamientos: grupos de pa- cial. significando por su presencia el fin de una modernidad civiliza-
rentesco, grupos familiares; grupos secundarios, grupos de semejan- da, esbocen con pertinencia la forrna socíetal que está naciendo.
tes, se trata de un tribalismo que siempre ha existido, pero que, se-
gún las épocas, ha sido más o menos valorado. Lo que es cierto es
que, en la actualidad, lo hallamos perfectamente vivo, adoptando CÚ'"
mo sede los sótanos de nuestros grandes complejos urbanísticos o
las aulas de la me d'Ulm.*
Distintas investigaciones contemporáneas, como las de Young y
Willmott respecto a la sociabilidad del vecindario en las grandes ur-
bes, o las de Raynaud sobre la multiplicidad de los "grupos secu~da.
ríos", testimonian del perdurar de un cierto espíritu gremlal." Este
es causa y efecto de la interacción. de la reversibilidad, que son cíer-
tamente los elementos más ajenos a la vida política. Es, pues, en és-
tos en donde conviene buscar la forma contemporánea que está re--
vistiendo a la soctalídad.

M CL 105 análisis de É. Durl<heim en este sentido: ¡:a'Hlf' .lOciIJwgiq'"" 1, pp.


307-332; n, pp- 319-323. YC. Bougle, Essais sur k régilJU' M costes, París, PUF, 1969,
pp. 36 Y 51.
• En esta calle se encuentra la Escuela Normal Superior de París, en donde se ha
formado buena parte de los grandes pensadores de Francia [T.l.
35 a. M, Youngy P, Willmott, U"I!ÍllaI!' dan! la vifJe, París, u.:1. Centre Georges Pom-
pidou, 1983, y E. Raynaud, ~Gro\1pes secondaires et solidarité organique: qui exerce
le control social?~, en Li1.n"'~ .'ocUilogú¡lU', París, 1983. Es de lamentar que este ultimo
estudio r"'ativice implfcitameme la importancia de los grupos cuya existencia se reco-
noce.
4. EL TRIBALISMO

lA NEBULOSA AFEcnJAL

"Noi .sianw la splendida realta".· Esta inscripción, escrita torpemente y


hallada en un rincón perdido de la Italia meridional, resume bien el
reto de la socialidad. Encontramos en ella un resumen de los distin-
tos elementos que la caracterizan: relativismo del vivir,grandeza y trá-
gedia de lo cotidiano, pesadez del dato mundano, que se asume mal
que bien, todo ello expresado en un "nosotros" que sirve de argama-
sa y que ayuda precisamente a soportar el conjunto. Se ha insistido
tanto en la deshumanización, el desencanto del mundo moderno y
la soledad que engendra que ya casi no podemos ver las redes de so-
lidaridad que se constituyen en ella.
Por más de un concepto, la existencia social está alienada y some-
tida a las órdenes de un poder multiforme; pero esto no impide que
exista una potencia afirmativa, que, a pesar de todo reanuda el "jue-
go (siempre) recomenzado del solidarismo o de la reciprocidad". Se
trata de un "residuo" que merece nuestra atención.' Para abreviar, se
puede decir que, según las épocas, predomina un determinado tipo
de sensibilidad: un estilo que especifica las relaciones que entablamos
con los demás. Esta puesta en perspectiva estilística está siendo cada
vez más destacada (P. Brown, P. Veyne, G. Durand, M. Maffesoli).l! En
concreto, permite dar cuenta del paso de la "polis al tiasc", o también
del orden político al de la fusión. Mientras que el primero privilegia
a los individuos y sus asociaciones contractuales, racionales, el segun-o
do va a acentuar la dimensión afectiva, sensible. Por un lado, se en-

• Somos la espléndida realidad [T.J.


1 Sobre la relación poder-potencia, remito a mi análi&is: M. Maffeaoli, La vio/ern;e to-
kiükiiTt, París (1979), reed., 008,1999.
2 Sobre el estilo er. P. Brown, ('~ fk l'Anlúplité 1atdivtI, París, Gallimard, 1983,
p. 16, Yel prólogo de P. Veyne. G. Durand, lA btidlllÚ""""'prisma pamdiw[Ilt!, Emnos,
1984, Frankfurt, Ineel Verlag, 1986, p. 129; M. MafFesoli, "El paradigma estético", en
Sociologit! ti Sot:;;/i.., Montreal. vol. XVII, núm. 2, oct. 1985, p. 36.
[145)
14fi EL TlEUPO DE LAS TRIRUS
EL T¡UBALlSMO 147

cuenua lo social, que posee una consistencia propia, una estrategia y cíones indefinidas e indiferenciadas.'Y, sin embargo, estas relaciones
una finalidad; por el otro, una masa en donde se cristalizan agrega- táctiles, formadas porsedímentaciones sucesivas, no dejan de- crear
dos de todo tipo, específicos, efímeros, de contornos indefinidos. un ambiente especial: eso que yo he llamado una unión punúada. Pa-
La constitución de lo social y su reconocimiento teórico no fue- ra facilitar nuestra reflexión, propongo una imagen: en su nacimien-
ron, en absolut-O, cosa fácil. Lo mismo ocurre en la actualidad con to, el mundo cristiano es una nebulosa de pequeñas entidades espar·
esa nebulosa que llamamos socíalidad. Así entendemos que una in- cidas por todo el Imperio romano. La ebullición que esto provoca
vestigación .pueda ser aproximada, parcial, a veces caótica, a imagen secreta entonces la bella teoría de la "comunión de los 'Santos". Enla-
de aquellas multitudes sobre las cuales no se tiene ninguna certeza. ce a la vez flexible y firme que no deja de garantizar la 'solidez del
Pero lo que está en juego. una vez más, tiene suma importancia; y cuerpo eclesiástico. Es esta efervescencia grupal, y su ethos específi-
apuesto que el futuro de nuestras disciplinas dependerá esencial- co. 10 que va a dar origen a la civilización que conocemos. Se puede
mente de nuestra capacidad de saber dar cuenta de la bullición en imaginar que estemos confrontados actualmente ante una forma de
cuestión. "comunión de los santos". Las mensajerías informáticas, las redes se-
Por mi parle. considero que la excesiva insistencia sobre el narci- xuales, las diversas solidaridades, el encuentro en las reuniones de-
sismo o sobre el desarrollo del individualismo, lugares comunes de portivas y musicales son sendos índices de un ethos en formación. No
numerosos análisis sociológicos y periodísticos, son pensamientos es otra cosa lo que delimita este nuevo espíritu del tiempo al que se
convencionales. A menos que no expresen el malestar profundo de le puede llamar socialidad.
los intelectuales que ya no comprenden nada de la sociedad que es Precisemos. ante todo, que la tradición fenomenológica y com-
su razón de ser, y que intentan así volver a darle sentido; en térmí- prensiva lleva ya largo tiempo abordando este problema. Estoy pen-
nos adecuados al campo moral o político en el cual sobresalen. No sando, en particular, en A. Schutz, quien, en muchos de sus análisis,
examinaré de nuevo este combate de retaguardia; baste con indicar, y más precisamente en su artículo "Making musíc together", estudió
aunque sea de manera un tanto tajante, cómo la experiencia del próji- la "relación de sintonía" (mutual tuning in mlationshiP) según la cual
mofunda comunidad, aun cuando ésta sea conflictiva. Que se me en- los individuos en interacción se epífanízan en un "nosotros muy fuer-
tienda bien: no pretendo participar en la elaboración de la mesco- temente presente" (in vivid pntsence). Por supuesto, en la base encon-
lanza moral tan de moda en nuestros tiempos, sino más bien dar los tramos básicamente la situación de cara a cara, pero, por contamina-
lineamientos de lo que podría ser una lógica de la fusión. Metáfora ción. es el conjunto de la existencia social el que se ve afectado por
ésta, ya que como vimos a propósito de la masa, la fusión puede efec- esta forma de empana." A propósito. ya sea por medio del contacto,
tuarse sin que exista eso que tradicionalmente se llama diálogo, in- de la percepción o de la mirada, siempre aparece lo sensible en la re-
tercambio y demás bagatelas de la misma índole. La fusión de la co- lación de sintonía. Como veremos más adelante, es lo sensible 10 que
munidatí puede ser perfectamente desindividualizante; crea una sirve de sustrato al reconocimiento y a la experiencia del prójimo. Por
unión que no implica la plena presencia ante el prójimo (lo que re- tanto. se puede observar que es a partir de lo sensible como se elabo-
mite a lo político), sino que establece más bien una relación vacía ra "la relación de las mentes", otra manera de nombrar la compren-
que yo llamarla relación táctit en la masa nos cruzamos, nos rozamos,
nos tocamos, se establecen interacciones, se operan cristalizaciones
y se forman grupos. ~ Gr. W.lknjamin. &sois, París, Denoél-Gonthier; 1983, p. 40, YP. Tacussel, Charles
Podemos comparar esto a lo que W. Benjamín dice de El nuevo PO"';n; k jMI 00 pas.siom, París, oee, 2000.
mundo amoroso de Charles Fourier, un "mundo en donde la moral no 4 A Schutz, "Faire de la masíque enllemble. Une étude des rappoets KJciaux~, tra-
ducción francesa. Sociñi'r, Pans, MaMOn, 1984, vol. 1, núm.!, pp. 22-27. Exttacto de
tiene ya nada que hacer", en donde "las pasiones se engranan y se me- "Making muaic together", Collected Papee 11, Nijhoff. La Haya. t 9'11, pp. 159-178. Cf.
canizan entre sí",,y un mundo en donde, retomando los mismos tér- también M. Gaillol, "Muhiple meaning", l'echno·, entreVi5ta11 deJ.-L Nancyy'M. Mal-
minos de Fourier, se observa un orden de combinaciones y de asocia- fesoli, París, Di. Voie, 1999.
EL TIEMPO DE LAS TRI8US EL TRI8ALlSMO 149

.síón, tomada en su sentido más amplio.Aunque resul~ b~~dí. no h~y a los fenómenos grupales con los cuales nos vemos contronrados en
que .temer repetirlo, la origin~i~ad del proce~er sociológico consis- nuestros días. Y ello principalmente en lo que a la 'lógica de la iden-
te en que descansa en la materialidad del estar-juntos. tidad se refiere; ésta ha servido de pivote al orden económico, políti-
.Díos .(y Iateología), el espíritu (yla filosofía) y el individuo (~ la co y social que ha prevalecido desde hace dos siglos; Pero; aunque to-
economía) le.ceden el sitio al reagrupamiento. El hombre no ~sta y~ davía continúa funcionando, su efecto de rodillo apísonador no tiene
considerado aisladamente. Y,aun cuando se dé prioridad a lo unagi- ya, ni mucho menos, la misma eficacia. Así, para captar bien el senti-
narío, cosa que yo me inclinaría a hacer, no hay que olvidar que éste miento y la experiencia compartidos, presentes en numerosas siruacíones
procede .de un cuerpo social y que se. ma~eri~liza e~ él. a su vez. No y actitudes sociales, conviene tomar ya otro ángulo de ataque. El de
hay, propiamente hablan~o, autosuficiencia, smo mas. ~len una c~ns­ la estética me parece el menos malo. Entiendo estética de una mane-
tante retroacción. Toda vida mental nace de una relación, y de su Jue- ra etimológica como la facultad común de sentir, de percibir. A pesar
go de acciones y de retroacciones. Toda la lógica co~u~icacional o de su racionalismo, Adorno había observado que la estética podía per·
simbolista se funda en esto. Es lo que Q. Spann llama la Idea de apa- mitir "defender lo no-idéntico que oprime en la realidad la obliga-
reamiento" (Gez.weiung). Es un efecto de pareja que se puede ver en- ción de la identidad".' Imposible describir mejor el florecimiento y
tre los padres y el hijo, el maestro y los discípulos, el artista y sus a?- la eíervescencía del neotribalismo que, desde sus distintas formas, se
miradores.' Considerando, naturalmente, que este efecto de pareja niega a reconocerse en cualquier tipo de proyecto político, que no se
transciende los elementos que 10 componen. Esta transcendencia es inscribe dentro de ninguna finalidad y cuya única razón de ser es con-
característica de la perspectiva sociológica en su fase inicial, la cual. sagrarse a un presente vivido colectivamente. Para convencerse de
como es bien sabido, se vio obnubilada por la comunidad medieval. ello, basta referirse a las investigaciones y monografías realizadas so-
Sin embargo, como el burguesismo triunfante tenía al individualis- bre los grupos de jóvenes, sobre los círculos de afinidades, sobre las
mo como, vector esencial, este modelo comunitario se vio progresiva- pequeñas empresas industriales. Y todavía quedan por realizar otras
mente rechazado, o no sirvió, por el contrario, más que parajustifi- investigaciones sobre las redes telemáticas para confortar el aspecto
car el aspecto progresista y liberador de la modernidad. Pero no por prospectivo de las relaciones de sintonía. ..
ello los mitos corporausra o solidarista dejan de estar presentes, co- Las distintas lamentaciones de los hombres políticos, de los cléri-
mo la estatua del Comendador, en el horizonte de nuestra argumen- gas o de los periodistas a propósito de la creciente desindividualiza-
tació~. Incluso el más positivista de los sociólogos, A. Comre, hace de dón son un índice que va en el sentido de realidades "suprasingula-
ellos una nuevafonnalízacíón en su religión de la humanidad. Ya co- res" o "supraindividuales". Al margen de cualquier apreciación
nocemos su influencia sobre Durkheím.y la sociología francesa, pero normativa, conviene saber analizar las distintas consecuencias de lo
lo que menos sabemos es que, por mediación de W. G, Sumner, el mi- anterior, A partir de experimentos psicológicos llevados a cabo en los
to solidarista halló eco.en el pensamiento estadunídense." años setenta, Watzlawick mencionaba el "deseo ardiente e ínquebran-
Sin querer alargamos al respecto, se puede señalar que el solida- table de estar de acuerdo con el grupo". Actualmente ya ni siquiera
ríemo o la religión de la humanidad pueden servir de telón de fondo se necesita hablar de deseo, sino de un ambiente que nos impregna.
Y lo que era experimental en los grupos californianos se ha vuelto rea-
lidad en la vida cotidiana. El deseo apelaba todavía a un sujeto, que
5Cf.. a titulo de ejemplo: Oumplowicz, Prici., tk socir>iogie, París, 1896, pp. 337 88. So-
era su portador; pero ya no es el caso. La inquietud de confonnidad
b're O. Spann, cf. el análisis que hace W.jobnston, L'''''pril vi"",,,,i., (una historia inw-
lectual y social), 1848-1938, París, PUF. 1985. p. 365. .
~ Sobre la fascinación por lo comunitario en la $Odología d. R. A, Nisbet. I"a tradt
lion,~IU, París, PUF. 1981,p. 30; sobre un precursor de la sociología americ.ana. 7 T. W, Adorno, 111iofi¡, esthiliqtu, París. Klin<:ksiecl<. 1974. p- 13. Cf mi defiJikión
cf P. St-Arnauo::!. W. G, $W1Irtn"t'lle., d#J;rds tk Ia~iplogie amiric.aim, Quebec, Univemdad d ... la estética. M. Maffe$Oli. Au cmudes~París (1990). Le Livre de'Poche.
LavaJ. 1984, p. 107. . , 1995. '
¡5D EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
EL TRIBALlSMO 151

eJ\ una consecuencia de la masificación, siendo. en el io.lerior de ésta embargo, a veces adoptan un aspecto endémico y se tornan preemi-
donde se operanincidenwrne.llte yde manera aleatoria, los reagru- nentes en la conciencia colectiva. Vibramos al unísono sobre cual-
pamíentos.Antes he hablado deIa "materialidad" del estar-juntos; quier asunto. Halbwachs habla, a este respecto, "de interferencias co-
pues. bien. el vaivén masa-tribu es la ilustración de ello. Es posible Ima- lectívast.? Lo que parece ser una opinión personal. es en realidad la
gínar quecen vezde estar ante un sujeto-aetor, nos encontremos con- de tal o cual grupo al que pertenecemos. De ahí la creacíón de esas
ñontados con un tmCaja.miertw de objetos. Como si se tratara de una mu- doxa que son la marca del confonnismo y que reencontramos en to-
ñeca rusa, el. gran objeto-masa
.
encubre pequeños objetos-grupos, que dos los grupos particulares, incluso en el que se declara más impar-
se difractan hasta el infinito. cial: el de los intelectuales.
Al elaborar su étíca de la simpatía. Max Scheler se esfuerza por mes- Esta nebulosa "efectual" permite entender la forma específica que
tramos que.ésta no es ni esencial ni exclusivamente social. Sería en adopta la socialídad en nuestros dí~: el vaivén masa:tribus. En efec-
cierta manera una íorma englobante, matricial. Es una hipótesis de to, a diferencia de lo que prevaleció durante los anos setenta -con
elite tipo lo que ahora voy a formular; Siguiendo el movimiento pen- esos puntos fuertes que son la contracultura californiana y las revuel-
dular de las historias humanas; esta, forma, tras haberse visto minimi- tas estudiantiles europeas-, se trata menos de agregarse a una banda,
zada, estaría nuevamente presente, privilegiando la función emocio- a una familia o a una comunidad que de revolotear de un grupo a
nal y Jos mecanismos de identificación yde participación subsecuentes. otro. Es esto lo que puede dar la impresión de una atomización; lo
L9 que él llama la "teoríade la identificación de la simpatía" permite que puede evocar, equivocadamente, el narcisismo. En realidad, .con-
explicar las situaciones de fusión, esos momentos de éxtasis que pue- trariamente a la estabilidad inducida por el tribalismo clásico, ~_1teo­
den.ser puntuales, pero que pueden igualmente caracterizar el clima tribalismo se caracteriza por su fluide:z;.'w,grandes reunioríespun-
de una época. "Esta teoría de la identificación, esta salida extétíca de tualq y su dispersión. Es así como sc,' pfJ4cle-~íibi~ el esp~ulo
sí mismo se halla en perfecta congruencia con el desarrollo de la ima- caílejerode Iai-túegiaópolis mOderMs.~eptoal jogging; el punk,
.gen, con el del espectáculo (desde el espectáculo stricto sensu hasta los ellook retro, la gente dUc, los cómicos callejeros; todos ellos nos Invi-
showspolíticos) y, naturalmente. con el de las muchedumbres depor- tU. 'lltl'npaileoinces3:Dte. El ambiente estético del que se ha hablado
tivas, turísticas o, simplemente, de vagos. En todos estos casos asisti- anteriorrnentese constituye de sucesivas sedimentaciones; yes en el
mos a una superación del principium individuationis, que fue el núme- seno de dicho ambiente donde. de manera puntual, se pueden ope-
ro áureo de toda organización y teorización sociales. rar tales "condensaciones instantáneas" (Hocquenghem-Scherer), frá-
¿Hay que establecer; como propone Scheler, una gradación entre giles, pero que en un momento son. objeto de una !Uerte implicación
"fusión". "reproducción" y "participación" afectivas? A mi juicio, se- emocional. Es este aspecto secuencial lo que permite hablar de supe-
ría mejor. aunque sólo fuera a título heurístico. hablar de una nebu- ración del principio de individuación. Tomemos una imagen: en una
losa "atectual", de una tendencia orgiástica o, como ya lo he analiza- bella descripción sobre las autopistas estadunídenses y su tránsito,
do antes, dionisíara. Las explosiones orgiásticas, los cultos de Jean BaudriIlard explica aquel extrañ? rit~al ~ "a "re~larida~ de
posesión, las situaciones fusíonales han existido desde siempre. Sin (esos) Flujos (que) ponen fin a los destinos individuales . Para el, la

HCf. P.Watzlawick, La riabli <kIn fitdili, París, 1978, p. 91, YM. Scheler, Natu", rl for- 9 M. Scheler. op. cü., pp. 149-152. Sobre la tendencia diorúslaca, d. M. Maffesoli,
la .lJm/JaIhÚ!, París, Payoe. 1928, en panicular pp. 113, 83 SIl., 88 Y35. Sobre las
fIleS. tk l:omfm, tk Diun,.ws, tonlrilllltion 8 Itrl<! ~ <k l'orp. París (1982), Le Livre de Poche,
muchedumbres, er.j. Beaucbard, La PlIiU4l1U lk.lfmde~, París, PUF, 1985. Sobre el de- 1991, y K. Mannheim, /tlioIotfÚ!tt T.Uopit:, París, Mareel RiYiére, 1956, d.onde se ha~a, en
porte, cr.tce trabajos de F. Griffet. o. Siroet y la tesis en curso (CEAQ) de D. Femenias. p. 154. robre "qulliasmo orgiástico~. Y también M. Hafbwachs, ÚJ """""n- mlkdilJe. Pa-
Sobre el turismo, d. Socii/is, numo 8, París, Masson, vol. 2, núm. 2, 1986, YR Amiroll, rís, P'Uf. 1968, p. 28, sobre las "interferencias colectivas". Cf. también M. Xiberras, ÚJ
lm"t{Í'/f1.irr du tlntriml#" PUF, 2000. soriili intmW¡tt«., Parfs, Klincbied., 1989.
EL TIEMPO DE lAS TRIBUS EL TRIBALlSMO

üníca sociedad cerdadera.qel) .único calor que se siente ahí, (es) el Lo propio del espectáculo es acentuar, ya sea dírectamente; ya sea
de una propulsión, de una compulsión colecüvat.!" Esta imagen pue- de manera eufemística, la dimensión sensible, táctil, de la existencia
de ayudamos a. pensar. De. manera casi animal, se siente una fuerza social. Estar-juntos permite tocarse. Todos los placeres populares son
,que trasciende las trayectorias individuales o, más bien, que hace que placeres de multitud o de grupo; y no se podrá entender esta extraña
éstas se inscriban en un vasto balJet,cuyas figuras, por más estocásti- compulsión a congregarse mientras no se tenga en mente esta cons-
cas que sean, no dejan de formar, a fin de cuentas, una constelación tante antropológica. Volviendo a la dicotomía desarrollada por W.Wor-
cuyos distintos elementos conforman un sistema sin que la voluntad ringer entre abstracción y Ein.fühlung. se puede decir que hay momen-
ni la conciencia intervengan. Tal es el arabesco de la socialidad. tos abstractos, teóricos, puramente racionales, y otros en los que la
Caraderística deíosocial:. el individuo podía tener una furu:iim en la so- cultura, en el sentido más amplio del término, es una cuestión de par-
ciedad y funcionar en un partido, una asociación o un grupo estable. ticipación y de "raculídad". El retomo de la imagen y.delo sensible
Característica de la socialidad:. la persona (persona) desempeña pa~ en nuestras sociedades remite ciertamente a una lógica del tacto.
les tanto en el interior de su actividad profesional como en el seno de Es desde esta rúbrica como hay que entender el resurgimiento,
las diversas tribus en las que participa. Como su traje de escena cam- aunque sea de manera más o menos mercantilizada, de las fiestas po-
bia, esta persona va, según sus gustos (sexuales, culturales, religiosos, pulares, del carnaval y otros momentos de efervescencia. En una fe-
amistosos), a participar cada día en los diversos juegos del theatrnm liz fórmula, que merece reseñarse aquí, R. Da Matta observó que en
mundi. tales momentos "los hombres se transforman e inventan eso que no-
Nunca se ínsístírafo.suñcíente en ello: a la autenticidad dramatí- sotros llamamos pueblo o masa".tI! Invención que hay que tomar aquí
cadelo social corresponde la trágica superficialidad de la socialidad. en el sentido más estricto: hacer venir, encontrar (in-venin!) lo que
Ya mostré antes, a propósito de la vida cotidiana, cómo podía ocul- existe. El paroxismo del carnaval, su teatralidad y tactilidad exacerba-
tarse la profundidad bajo la superficie de las cosas. De ahí la impor- das, ponen de manifiesto con fuerza el mecanismo que estamos tra-
tancia de.ía apariencia. No se trata de abordarla aquí como tal, sino tando de descubrir aquí: el meollo de las multitudes y. en el seno de
sólo de indicar brevemente que es vector de agregación. En el senti- éstas, las pequeñas nudosidades que se forman, actúan e interactúan
do índlcado anteríormente.Ia estética es un medio para percibir, pa- entre sí. El espectáculo garantiza, bajo sus distintas modulaciones, una
ra sentir encomün. Es, asimismo, un medio para reconocerse. ¿Par- función de comunión. Circo y círculo tienen el mismo origen etimo-
va esthetifXi?-En todo caso, el abigarramiento indumentario, los lógico; y de manera metafórica se puede decir que se refuerzan recí-
cabellos multicolores y otras manifestaciones punk sirven de argama- procamente. Ahora bien, lo que caracteriza a nuestra época es preci-
sa. La teatralidad instaura y conforta a la comunidad. El culto al cuer- samente el entrecruzamiento flexible de una multiplicidad de círculos
po, los juegos de apariencia, sólo valen en cuanto que se inscriben cuya articulación forma las figuras de la socialidad.
dentro de una vasta escena en donde cada quien es a la vez actor y es- Es esta teatralidad, la del circo y la del círculo, esta concatenación
pectador.Parafraseando a Simmel y su sociología de los sentidos, se de los círculos, 10 que caracteriza otro aspecto de la soclalídad: el de
trata de una escena "común a todos". Se hace menos hincapié en lo la religiosidad. Término éste que conviene tomar en su sentido más
que particulariza que en la globalidad de los efectos. 1I simple, el de migací6n (Bolle de Bal), refiriéndonos a una de sus eti-
mologías: religare, volver a ligar. No se trata en absoluto, en esta socio-

10 cr. G. Hocquenghem-P; Scherer, l:a1/Ul aromi'f"j!, París, A1bin Michel, 1986, p. 17.
J.-Baudrillard, AmiriqI.e, París, Grasset, 1986, p. 107. cr. igualmente los trabajos de A. 1995. a. también P.Perrot, Le lmvaiJtks ~ París, Ginebrn, 1984.Sobre la "Parva
Moles, Institut de Psychologie Soc:,jale, Uni"",rsilé de Srrasbourg 1, acerca de la la calle estelhica", cf. G. Hocquenghem y &herer, op. t:it, p. 25. Sobre lo RJUÍb&e, Po SanKlt, In
y el rragafu~, ettétera. .flJr1M ~ b la vit~, ap. ciL Para una aproximación a la .tOcioIogía de l(ljl sentidos,
11 Sobre la aparit'lleia, remito a mis propios análisis en M. Maffesoli, La ..m il/l/N dlt ~ er, G. Simrnel, M~ ehph~.iviIJU, París, Félix Akan, 1912. ' .
.<Iml, París (1979), DDB, 1998, Y mi libro. Au m'1IXcb.. apparenas (1990), Le Ljvre de Poche, 12 R. daMatta, r.amavatt, fJaruüls tJ héms, París, Seuil, 1983, p. 116.
"11\4 EL TIEMPO DE,LAS TRIBUS
EL TIllBAUSMO

.lcgía soñadora qu~ practico,.de co~~etir con los cspec~~is~. Sin ha- quías de afinidad" (D. Hervíeu-Léger); lo que yo relacíonarfa.por mí
.cer.dísríncíón alguna entre lo relígíoso como tal y lo religioso por parte, con lo que llamaré la "socialidad electiva". Se trata aquí-de un
analcgta".Jntento .describir con este término el lazo orgánico ~n ~l paradigma que, como tal, puede ser metodológicamente utilizable.
cual ímeractúan ía naturaíeza.Ia sociedad, los grupos y la masa.! Uti- Yano se puede hacer la economía de las formas de simpatía que.jun-
lizando una imagen antes. citada, se trata de una nebulosa que, como to con la relación de causalidad, dan una visión más completa de un
toda nebulosidad (¿radioactiva?) va y viene, está quizá siempre ahí, mundo cada vez más complejo.
pero ejerce, más o menos efecto sobre el imaginario colectivo. No se De hecho, la relación simbólica que he esbozado aquí se inscribe
puede negar en nuestros días que su efecto sea veraz. deliberadamente en un esquema vitalista cercano al querer-sívír de
Para ser un poco más preciso. que esta religiosidad puede correr Schopenhauer o al impulso vital de Bergson. Asimismo; la socialidad
a la par con la descristianización u otra forma de desinstitucionaliza- yel tribalismo que la constituye son esencialmente trágicos: los temas
ción. Ycon razón.Ia socialidad designa precisamente la saturación de de la apariencia, de lo afectivo, de lo orgiástico indican la finitud y lo
los grandes sistemas y demás macroestructuras. Pero el hecho de huir precario; pero como ha insistido tanto L.Mv. Thomas, todos los ritos
o; al menos, de no prestar atención a las instituciones, no significa en de muerte preparan el "paso hada la vida" .16 Tal es el desafío esen-
absoluto el fin del religare. Éste puede manifestarse en otra parte. Es cial de la socialidad: permitir pensar eso que es portador de futuro
un debate de actualidad en el que se hallan particularmente enfras- en el seno mismo de lo que se termina. El desencanto respecto de to-
cedes sociólogos como Y Lambert o D. Hervíeu- " Lé ger. "Añaire.
di • JXlr
do lo que tuvo la primacía en el burguesísmo ito debe encubrir las
mí parte, que esta religiosidad puede ir a la par con el desarrollo tec- formas particularmente vivaces que 'están naciendo. Al morir a st.mís-
nolégico, o incluso ser confortada por éste. rno, el individuo permite que perdure la especie. Me remito aquí-a
Sea como fuere, y enlazándonos con el hilo conductor de nuestra aquella fórmula de las Mmwrias tk Adriano:
argumentación, diría que existe cierta relación entre lo emocional y
la religiosidad: M. Weber.le dedica a este respecto un párrafo de su Creo que sería posible compartir la existencia de todos, '1 está simpatía sería
Economía y sociedad a la "comunidad emocional" o a la "religiosidad una de las especies menos revocables de la inmortalidad.
de .lacomunjdad". Entre las características que les atribuye, encon- (M: Yourcenar)
tramos la de "vecindad" y. sobre todo, la pluralidad e inestabilidad de
sus expresíones.P ¿Es abusar del derecho de interpretación relacio- Asimismo, al superar la categoría del individuallilmo, la socíalídad
nar esto con la-proximidad, con lo táctil ycon el aspecto efímero que nos permite conocer (es decir nacer con) ,·Ias nuevasformas de socia-
rigen a nuestras tribus contemporáneas? En lo que atañe al nuevo IRa- lidad que están emergiendo.
pa del cristianismo de nuestros días, se ha llegado a hablar de "parro-

EL ESTAR-:JUNTOS "SIN EMPLEO"


13 Sobre esta relación org;inica remito a mi trabajo, M. MafTesoli, La conrwUsanre or-
dintU"" París, Méridiens, 1985. Sobre la "religación", d. Bol de Baile, ÚJ ltm/alion...,..
munall/am.. Uni""'n1idad de B~las, 1985, yP. u Queau, La tmtatúm bouddhil~ Par&. En una palabra todavía, y para que sirva de fundamento a lo que pue-
[lDB.I998. de ser la estructura socíoantropológíca del tribalismo, sería interesan-
14 Y. Lambert, Dilm r.hm>gf'ffl n",/agrV, París. Cerf 1985, y D. Hervíeu.Léger, """ UIlI
te recordar que, de manera directa o a contrarW, es' siempre' con re~-
nt1UlJf'aI¿ chri.s/ianisme, París, Cerf 1986, p. 49, donde se observan los rasgos especfficoll'
de la religiosidad obrera. y p. 217, donde se observa una afinidad entre el mundo 1IlO'
derno y la religiosidad. Sobre las "parroquias de afinidad", p. 12. O. también D. ~
frey.}ollisstma dll sacré, París, Armand Colin, ·1998. 16 L.-v. Thomas. Rill<$lk morf. Paiis-. Fayard, 1985.
l., O. M. Weber, Éwrwmief'l.,on;Ji, Parfs, Plan, pp- 475 Y478. * Véase nota p.79 [T,];
166 EL TIEMPO DE lAS TRIBUS El. TRIBALlSMo 157

cíen al grupo como acaba determinándose la vida social, trivialidad les tal o cual sociedad va a confortar "el sentimiento que ella tiene de
importante de .recordar, Hay .quienes han llegado a decir que la so- sí misma". Sobre esto insiste con pertinencia Nisbet, cosa laudable.
dedad medieval; como sistema de organización orgánica, constituyó pues se olvida con demasiada frecuencia que esta perspectiva de la
el modelo de "la utopía sociológica". Así, para tomar sólo algunos communitas sobrepasa el aspecto utilitarista y funcionalista que preva-
ejemplos, cabe recordar que es esta sociedad la que sirve de telón de lece en el economismo en boga.
fondo al análisis de Tocqueville sobre la democracia estadunidense. No deja de ser interesante notar que desde esta perspectiva M. Halb-
También se sirve de ella Le Play para elaborar su concepto de "estra- wachs analiza la permanencia del grupo. que es algo distinto a un
tos familias"; y otro tanto se puede decir de la "comunidad" de Tón- "ensamble de individuos". Lo que él dice sobre un grupo formado
níes.o de las "asociaciones intermedias" de Durkheím.!? Me parece en el seno de la Escuela (jNonnal Superior de roe d'Ulm, por su-
que, más que servir de material de comparación, esta nostalgia me- puestol) sería igualmente válido para el estudio de cualquier grupo
dievalista pone de manifiesto que, contrariamente a las perspectivas mafioso. Comunidad de ideas, preocupaciones ímpersonales.estabí-
mecanícístas e individualistas características del positivismo del siglo lidad de la estructura que supera las particularidades y los individuos:
XIX, la perspectiva orgánica no puede hacerse de lado por completo. he aquí las características esenciales del grupo, el cual se cimienta an-
-Se ha dicho que K. Marx se sintió fascinado por la única revolu- te todo sobre el sentimiento compartido. Existe en este análisis una
ción que, a sus oj06. había triunfado: la Revolución burguesa de 1789; lógica de la despersonalización un tanto mísdca.Esta "sustancia im-
su obra, que descansa en caregortas.esencíalmente burguesístas, de- personal de los grupos duraderos" ,l9 de fuerte connotación erótica y
ja sentir tal impresión. Tal vez sea posible afirmar algo parecido res- pasional se inscribe en la perspectiva holística que es propia de la co-
pecto a Durkheim en relación. con el medievalismo. Esto quiere de- munidad orgánica; todo contribuye a su conservación, inclusive las
cir que sin dejar de ser un protagonista de la primacía del papel de disensiones y las disfunciones. Basta con observar la organización de
la razón y del individuo en la sociedad, Durkheim no puede dejar de los grupos primarios (familiares, amistosos, religiosos, políticos... ) pa-
constatar" deJacto, la importancia del sentimiento y de la comunidad. ra convencerse de la pertinencia de dicha dinámica. Esta superación
Me parece-que la distinción que establece entre "solidaridad mecáni- o relativización del individualismo se encuentra en la sociología ale-
ca" y "solidaridad orgánica", y sobre todo la aplicación que les da, ya mana (en Tónníes, por supuesto, pero también en Weber y Mann-
no son de especial pertinencia. En cambio, sí es importante destacar heim}. Esto es evidente en el caso de G. Sirnmel, quien, en particular
que se sintió verdaderamente obnubilado por esa realidad que es la a partir de las sociedades secretas, mostró claramente a la vez la di-
solidaridad, 18 10 cual no es un asunto de poca importancia. En efec- mensión afectiva y sensible de las relaciones sociales}' su ñorecímíen-
to, aunque esto no haya sido analizado suficientemente por los segui- to en los pequeños grupos contemporáneos. Se trata de un hecho cul-
dores del fundador de la escuela francesa de sociología, es indudable tural que puede ser de sumo interés para la comprensión del devenir
que el problema del consenso prerracíonal y preindividualista es, pa- comuntcacíonal de nuestras sociedades. El análisis de las estructuras
ra él, una base sobre la cual puede y va a construirse la sociedad. De elementales o de los microgrupos sociales permite. en efecto, mino-
ahí la importancia que le concede a la conciencia colectiva o a esos rizar el papel del individuo, que tanto se había inflado desde el Re-
momentos específicos (fiestas, acciones comunes) mediante los cue- nacimiento. Como la rana de la fábula, que quiere hacer olvidar que
se sitúa en un conjunto del que es parte integrante y no elemento

17 Sobre medievalismo y so<;iología, d. el análisis y los ejemplos de R. A. Nisbet, r..


tmdition sociotogiqt~ París, PUF, 1984, p. 30.
18 Con relación a K. Marx, d. F. Lévy, K Mane, histo¡,.,. d ·un bo~is aJ/nnand, Parit, 19 Cf. M. Halbwachs, La nuimni,.,. ~ Paris, PUf, 1968, pp- 119-120. Sobreel no-in-
GI"llIISet, 1973. Sobre Durkheim, d. R. A. Nisbet. ibid., pp- 110- 111. dividuaJismo en G. Sirnmel me he explicado ya en: mi artículo: M. Maffesoli, "Le pamdig-
Sobre el problema de las 'sotidandades mecánica y orgánica. d. M. Malfesoli. lA me eethénque", .~ lit sociiti, Mcntreal, vol. XVII, núm. 2, oct. 1985. Cf. también P.
viok1l# totalilairt, París, PUF, p. 120. Watier, G. Simmd, la.fOCÚJlogie el lexpériena du PIIOtUk m.odmre, Paris; Klincbieá. 1986.
EL TIEMPO lIE LAS TRIBUS
EL TRIBAUSMO 1!l9

J:~encial. En eíecto, parafraseando a Platón ensu contestación a Pro- terogéneos, de continuo y de discontinuo?'Hubo un tiempoeri dón-
tágoras:.¿por qué ha de s.er el individuo la medida de todas las cosas de se puso de relieve lo que se dísünguía en un conjunto dado. lo que
y no el cerdito que lo alimentar De hecho.fa lógica comunicacional se podía separar y particularizar. Hoy n~svam~~ dando c~enta .cada
Q ~!Jién la,interacción, particularmente visibles en los grupos, tien- vez más de que es mejor considerar la síncrorucídad o la sinergia de
den a privilegiar el todo, así corno la arquitectónica y la complemen- las fuerzas operantes en la vida social. A partir de entonces, en lo con-
tariedad procreadas por .ellas. Es esto lo que nos permite poder ha- cerniente a nuestro tema. constatamos que el individuó no puede' es-
blar de un alma colectiva, de una matriz básica que engloba y vivifica tar aislado, sino que está ligado, mediante la cultura, la comunica-
el conjunto de la vida de todos los días. ción, el esparcimiento. la moda, a una comunidad que tal vez no
Sin temer la simpleza del argumento, ni su aspecto repetitivo, tal tenga las mismas cualidades de la Edad Media, pero que sí tiene su
vez podamos hablar de una socialidad natural, insistiendo precisamen- misma forma. Es ésta la que conviene poner de manifiesto. Inspirán-
te sobre el aspee;to paradójico de la expresión. En efecto. aun cuan- dome en G. Simmel, he propuesto ver en la forma del "vínculo de re-
do estp adopte la forma de la agresividad o del conflicto, existe una ciprocidad" que se entreteje entre los lndividu~. Se trata, en ~ierto
propensión a reagruparse: es aquello que Pareto llama el instinto de modo, de un vínculo en donde el entrecruza¡ruento de las acciones,
la combinación, o también 'ese "instinto interno" que, según Locke, de las situaciones, de los afectos forma un todo. De ahí la metáfora:
se halla en la base de toda~oci~dad. Sin pronunciarnos sobre el con- dinámica del tejery estática del tejido social. Así, al igual que la fonna
tenido de esta inclinación, podemos considerar que la comunicación, artística se crea a partir de la multiplicidad de los fenómenos reales o
a la vez verbal y no verbal, constituye una amplia red que liga a los in- fantasmáticos, de la misma manera lafurma sócietol podría ser.'u~
dlvíduos entre sí.Naturalmenre, el prevalecimiento de una perspec- creación específica a partir de los hechos minúsculos que com?One n
ti~a: racionalista hacía considerar que sólo la verbalización tenía esta- la vida común y corriente. Así pues este proceso hace de la Vida co-
tuto de vínculo social. Por lo mismo fue fácil observar que numerosas mún una forma pura. un valor en sí. "Impulso de socialldad" (~­
~ituaci~nes,"sííencíosas" se escapaban a tal vínculo. Ésta es, ciertamen- ligkeit) irreprimible e infrangible, que, para expresarst;. a~opta, ~?
te, una de,l~ ~ones adelantadas por la ideología individualista, he- los momentos, la vía regia de la política, del acontecimiento histórí-
redera de la. lustración y completamente ajena a los modos de vida ca, o la vía subterránea, aunque no menos intensa de la'vi~ banal.
populares, alas costumbres festivas y banales, al hahitus, que esrruc- Desde esta perspectiva, la vida puede considerarse u~a ob~ de ar-
turanen profundidad, sin necesidad de ser forzosamente ver-baliza- te colectiva. Aunque fuera una obra de arte de lo CUrsi. lo kitsch, fol-
das, Javída de todos los días. Las investigaciones contemporáneas so- clórico o incluso un producto de las distintas manifestaciones del 'mass
bre el lenguaje corporal, sobre la importancia del ruido y de la entertainement contemporáneo. Todo esto puede parecer futilidad
música, sobre la.proxémica, alcanzan, por una parte, las perspectivas hueca y vacía de sentido, sin embargo, es innegable que existe una
mísücas.poéticasy utópicas de la correspondencia y de la arquitecto- sociedad "política" y una sociedad "económica"', exist~ tam~ién una
nica, y. por la olearias consideraciones de la física teórica sobre lo in- realidad que no necesita calificativo: la de la coexistencia SOCial como
finitamente pequeño.P ¿Qué, quiere decir esto si no que la realidad tal, que yo propongo llamar socialidad, y que pod~a ser la ~f~ima I~­
nq es más que una vasta disposición de elementos homogéneos y he- díca de la socialización".21 En el marco del paradigma estéuco, que

2na. Basarab Nicolescu, Nmu, ÚI parliwle "1 le mmuk, París, Le Mail, 1985: sobre la Df04, t. XXII, 1984, pp. 67, 2Q1-212.Cí. también B. Valade, P.....w, la n<Jissam:ed'uneau-
stncronícídad, cf E. T. Hall, ¡' ..-delií tk U. m1J.Tl", París, Seuil, 1979, p. 75. Sobre el ~
h?~,ParílI,PUF.I990. , ' ,.' .
bUTts, cf M. Maffesoli, La amnaissance omin.. i..., París, Librairie des Méridiens, 1985. pp. 21 Sigo aquí un análisis, muy pertinente, de G, Simmel, SocioIogieel;,pis~Pa-
225 ss. Sobre 1011. orígenes tomistas del IlaÚÍlus. er. G. Rist, "La Notion médiévale d'~ rís, PUF, 1981, p. 125. Contrariam",nte a lo que hace la.~uctora L ~m, yo p~
bil'l-S dans la sccíologie de P. Bourdieu'; &mu, ;"mpénl7lf' des ..nenas socWk", Ginebra. pongo traducir (;'.sdliglteil. por socialidad y no por soclabihdad.
EL TIEMPO PE LAS TRIBUS
El TRJBALlSMO 16'1

me es tan apreciado, lo lúdico sería eso que no se preocupa por nin- mue las formas de agregación social: Mirada transversal, o compara-
gún tipo de finalidad, de utilidad, de 'practícídad", o ~~ eso qu~ sue- tismo en cierto sentido, que constata que es a partir de un imagina-
.le.llamarse "realidades", sino que al ser aquello que estillUl la existen- rio vivido en común como se inauguran las historias humanas. Aun
cia hace resaltar su característica esencial. Así, el estar-juntos es, a mi cuando la etimología esté sujeta a discusión. la religión (1l!ligan'), la
entender; ·J..Indato básico. Antes de determinarlo o de calificarlo de re-ligari6n es una manera pertinente de-entender el vínculo social. Es-
cualquier manera, digamos que es la espontaneidad vital que le ga- to podrá irritar a los puristas. pero yo por mi parte me limito a la pro-
rantiza a una cultura Su fuerza ysu solidez específicas, Esta esponta- puesta de P. Berger y T. Luckmann: "The SfJciologicalunderstanding of
neidad podrá, por consiguiente, artificializarse, es decir, civilizarsey '1l!ality'falls somewhere in lhe middk betueen that of!he man in lhe shut and
producir obras (políticas, económicas o artísticas) notables. Pero that ol!he philosopher. ""-23
siempre es necesario, aunque sólo fuera para apreciar mejor las nue- Además, cuando se observan rupturas importantes en la historia
vas oríeruacíones .(0 las re-orientaciones}, volver a esa forma pura que de las mentalidades, resulta fácil observar que la efervescencia que es
es el esfar-juntos sin ,empleo. Esto puede servir, en efecto, de telón de su causa y efecto es muy a menudo patrimonio de pequeños grupos
fondo, de revelador a los nuevos modos de vida que renacen ante religiosos que se viven como totalidad, que viven y actúan a partir de
nuestros ojos. Una situación nueva relativa a la economía sexual, la un punto de vista de totalidad. La separación política/ideal ya no tie-
relación laboral, el r~parto de la palabra, el tiempo libre, la solidari- ne sentido. Los modos de vida son vividos como tales, como ese "con-
dad sobre los reagrupamientos de base. Para poder entender bien to- creto de lo más extremo". según la expresión: de W. Benjamín, en
do esto, necesitamos esa palanca metodológica que es la perspectiva donde se juegan al día la trivialidad y la utopía. la necesidad y el de-
orgánica del grupo. seo, el encierro en la "familia" y la apertura en el infinito. Se ha po-
dido decir que los -tíasos" díonísíacos característicos del final del he-
lenismo, o las pequeñas sectas de principios del cristianismo fueron
la base de la estructuración social que siguió. Tal vez sea posible de-
EL MODELO ~REUGIOSO" cir lo mismo en lo que concierne a la multiplicación de los reagrupa-
mientos afectivo-religiosos que caracterizan nuestra época. Así, la uti-
Cuando Durkheím describe las Formas elementales de la vida religiosa, lización de la metáfora religiosa puede compararse con la de un rayo
no pretende hacer un análisis exhaustivo de la religión de las tribus láser que permite una lectura de lo más completa en el corazón mis-
australianas. Su ambición es comprender el hecho social. Sucede lo mo de una estructura dada.
mismo con M. Weber: su ética del protestantismo podría ser objeto Todos aquellos que se han interesado por el culto de Dionisia han
de numerosas críticas por parte de una sociología o de una historia destacado su llegada tardía al panteón griego y. en numerosos aspec-
de las religiones simio sensu. Pero no es éste en absoluto su objetivo. tos, su carácter extraño. Por lo que aquí concierne, y destacando su
¡Yqué decir del Tótem y tabú de Freud! En cada uno de estos casos. si aspecto emblemático, podemos considerarlo como el paradigma de
bien con objetivos distintos, se trata de dar a luz una lógica: aquella la alteridad fundadora: eso que a la vez clausura e inaugura. A este
de "la atracción social".22 Es en esta perspectiva que me permito ha- respecto, es interesante observar que los "nasos", que son reagrupa-
blar de modelo religioso. Perspectiva metafórica si la hay, al grado
que más allá de todas las especializaciones, y sin invalidarlas en mo-
do alguno, es importante utilizar imágenes religiosas para captar in
• ~E1 entendimiento sociológico de la 'realidad' cae en algún lado en medio entre
aquello del hombre de la caUe y aquello del filósofo" ff.].
2~ P. Berger, y T. Luckmann, 11le.rodal am..tnu:titm of realit]. Nueva York, Anchor
'rJ. Es inútil citarlas obras de Durkheim, weber o Freud. Tomo prestada esta e"pre- Books, 1967, p. 2. Traducción francesa: l.a r.on.struditm.<tJrial, de la rlalité, París, Méri·
sién a p, Tacussel, L'allraeliun JOCinb, París, Libratrie des Méridiens, 1984. diens-Klincksieck,1987.
162 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS EL nUBAUSMO

míeneos religiosos encomendados a esta divinidad extraña y extran- particular en la teoría social; lo que no pennitió ver toda -la carga mí-
jera, poseen esta doble función. Así, contrariamente a las opciones tica (utópica) que actuaba dentro del movimiento obrero.
políticas tradicionales, los üasos son transversales, rechazan las discri- El pequeño grupo, en cambio, tiende a restaurar, de manera es-
minaciones sociales, raciales y sexuales. para luego integrarse en la tructural, la eficacia simbólica. Yvemos cómo, cada vez con mayor in-
religión de la ciudad. 24 Por una parte, congregan, constituyen nue- sistencia, se está constituyendo una red mística de hilos finos pero ro-
vas agregaciones, nuevos grupos primarios; por la otra, revivifican la lides, que permite hablar del resurgimiento de lo cultural en la vida
nueva sociedad. Doble actitud que caracteriza a toda fundación. Se social, Tal es la lección esencial que nos dan estas épocas de masas,
trata en este sentido de un procedimiento que no deja de repetirse las cuales descansan principalmente en la concatenación de grupos
regularmente, en particular cada vez que se observa la saturación de con íntencíonalkíadee dispersas pero exigentes. Esto es lo que pro-
una ideología 0, más precisamente, de un epistemeparticular. pongo llamar el reencanramiento del mundo,
Con respecto al periodo del cristianismo naciente. E. Renan mues- El sociólogo E. Troeltsch estableció una distinción entre el "tipo
tra atinarlamente cómo son los pequeños grupos los que van a dar secta" y el "tipo Iglesia", Llevando aún más lejos esta tipología, y tal
origen a lo que se convertirá después en el cristianismo: "Sólo las sec- vez también acentuando su carácter tajante, se puede decir que, así
tas poco numerosas logran fundar algo," Las compara a "pequeñas como hay épocas que pueden caracterizarse a partir del "tipo Iglesia",
masonerias", y su eficacia descansa esencialmente en el hecho de que las hay también que se inscriben ante todo en el "tipo secta", Respec-
la proximidad de sus miembros crea vínculos profundos, lo que aca- to a este último, es el aspecto imtituyente lo que se privilegia, Ahora
rrea una verdadera sinergia de las convicciones de cada quien. 25 Ais- bien, lo que caracteriza a lo instituyente es, por una parte, la fuerza
lados o, lo que es lo mismo, perdidos dentro de una estructuración de- siempre renovada del estar-juntos y, por la otra, la relativización del
masiado vasta, un individuo y su ideal acaban finalmente teniendo futuro, así como la importancia que se le otorga al presente en la tría-
poco peso; en cambio, imbricados en una estrecha y cercana conexión, da temporal, Esto tiene consecuencias organizacionales: así, la secta
su eficacia se ve multiplicada por la de los demás miembros de la "ma- es ante todo una comunidad local que se vive como tal y que no tiene
sonería". Es esto, por cierto, lo que permite afirmar que las ideas tie- necesidad de una organización institucional visible. Para esta comu-
nen fecundidad propia, cosa que, por regla general, el positivismo nidad basta con sentirse parte integrante de la comunión invisible de
del siglo XIX, bajo sus distintas variantes (marxismo, Iuncionalismo}, los creyentes, lo que nos conduce a una concepción mística, la "co-
puso fuertemente en tela de juicio, Es verdad que la lógica económi- munión de los santos". Resulta así un grupo pequeño que funciona
ca que prevaleció durante la modernidad, y que privilegió a la vez el en la proximidad y que no se inscribe más que de manera poco defi-
proyecto político y la atomización individual, no podía en absoluto nida dentro de un conjunto más vasto,
integrar la dimensión de un imaginario colectivo; a lo sumo, pudo Otro aspecto del "tipo secta" es la relativización del aparato buro-
concebirla como un suplemento anímico, una bailarina para uso pri- crático. Pueden existir jefes carismáticos y gurús; pero el hecho de
vado y repetitivo. Lo que desembocó, sin hacer ruido, en el "desen- que sus poderes no descansen en una competencia racional (saber
canto del mundo" (Entsauberung) que conocemos y que triunfó en teológico) o en una tradición sacerdotal, los fragiliza y no favorece su
inscripción en la larga duración, Esto permite decir aquello de que
"en la secta, todo es asunto de tOOos",%6 Quizá resulte dificil hablar a
~4 Sobre este punto, d. M. Bourlet, "L'orgie sur la montagne", Nmml'/k rn"lJl d'rl- este respecto de actitud democrática; se trata, de hecho, de un siste-
Jmnp.rythimw, Paris,l983, núm. 1, p. 20. Para una utilizaóón más general de la figura ma jerárquico, orgánico, que vuelve a cada uno indispensable en la
de Dionisio, cf mi libro M, Maffesoli, L'omine "" Dio""""" rornrilmtWn a "nI' sociof.orie de
¡'or-gU, París (1982), Le Livre de Po<:he. Gr, asimismo M. Xibertas, La soúiJé intmeU¡r.n,
Klindvlieck,1989.
25 E. Renan, Mcm; Amile ou; la Jin d.. flW,u/e antiqut', París, Le Uvre de Peche, 1984, 2(;1- Séguy, Chri.rliani.lnrt! tfsociili, Introduction a la KJclologie de Emst Troeltsch, Pa-
pp. 317-318. ris, Cerr, 1980, p. 112, Gr. mi análisis del ~tipo se(;ta~, pp. 130 SIl,
1i4 EL TIEMPO DE l..AS TIUBUS EL TkIBAUSMO 165

vida del grupo. Es•.por cierto, esta reversibilidad la.qu~ g~rantiza el forma social que es la red: conjunto no organizado y no obstante sóli-
dinamismo constante del conjunto. Las estructuras instituidas por el do, invisible y. sin embargo, sirviendo de osamenta de cualquier tipo
mecanismo de delegación que suscitan tienden a favorecer la tibieza de conjunto del que se trate. Por lo general, la historíograffa ignoró
de sus miembros. En cambio, el "tipo secta" torna a cada uno respon- altaneramente la fértil historia cotidiana para fijarse exclusivamente
sable de todos. De ahí la conformidad y el conformismo que no deja en unas cuantas cristalizaciones emergentes (hombres o aconteci-
de suscitar. Presente, proximidad, sentimiento de participar en un lo- mientos). Lo mismo cabe decir de las ciencias sociales (politología,
do; responsabilidad: he aquí algunos caracteres esenciales operantes economía. sociología). las cuales desdeñan todo lo inorgani:uuioo, lo
en el grupo-secta. Son estos caracteres tos que permiten que, los gr:u- que es más grave, niegan su importancia. El "tipo secta", por su di-
pos en cuestión puedan constituirse en "masa". En efecto, el imperia- mensión popular, indica que existe un cristianismo de masa que se
lismo de la institución no se comprende si no existe una estructura puede considerar como una especie de capa freática que irriga en
rígida, orientada hacia la larga duración y dirigida por un poder só- profundidad esas instituciones particulares que pueden- ser las Igle-
lidamente asentado. Si, por el contrario. prevalece el localismo. es sias, las sectas u otros movimientos calíficados.w El resurgímíento de
muy posible conformarse con otras entidades que funcionen según las comunidades de base. o de grupos de afinidad en las Iglesias con-
los mismos principios. De ahí la imagen de federalismo o, al menos. temporáneas. muestra claramente que esta capa freática está lejos de
de cohabitación que da en general la estructuración en red. agotarse. Existen momentos en los que no se la cuida, o en los que la
Con relación a lo que acabo de indicar, es igualmente interesante gente se sirve de ella para saquearla. También existen otros momen-
notar-la base popular del "tipo secta". Es una constatación con la que tos más "ecológicos" en los que nos damos cuenta de todo lo que le
están de-acuerde todos los que analizan este fenómeno, desde laAn- debemos; en particular esa sólida argamasa que son la repartición y
tigüedad tardía hasta nuestros días. Esto es particularmente evidente la ayuda mutua o la solidaridad desinteresadas. Es esto lo que permí-
cuando se observan las sectas cristianas durante los cuatro primeros te el perdurar de la socialidad a largo plazo. El gntpo pequeño ofre-
siglos de su existencia, Es bien conocido que en sus inicios. el cristia- ce el modelo acabado de dicha construcción arquitectónica; en ella
nismo atrae ante todo a las minorías y a los esclavos. Así, cuando Ju- encontramos en escorzo, y fuera de toda sistematización teórica. la
liano el Apóstata trata de combatir al cristianismo, cree que se enfren- actualización de los caracteres a los que acabamos de referimos.
tará con unos grupos Incultos que no gozan de ningún apoyo por El "compañerismo" cuyo arraigamiento en las cofradías religiosas
partede esas élites que para él son los filósofos, Otro tanto cabe de- es bien sabido, o también aquellas antiguas subdivisiones parroquia-
cir de las sectas medievales. y parecería ser una constante a este res- les que fueron las 'fratrías", evocan claramente el compartir frater-
pecto. Se puede afirmar; en efecto, que la estructura sectaria es opues- no. y sus etimologías insisten particularmente en la convivíalidad, la
ta, oal menos indiferente. respecto al clero y a las clases dirigentes solidaridad familiar o el pequeño reagrupamiento que halla su ori-
en general. 27 Y ello en función de la ideología de la proximidad a la gen en la remota repartición clánica. 29 También en este caso, si bien
que nos hemos referido antes. Conformismo y reticencia respecto del quizá con otros nombres, dicha estructura de base. después de haber
poder dominante. Volvemos a encontramos con la perspectiva gene-
ral de la lógica anarquista: el orden sin el Estado.
Es en este sentido como podemos desarrollar la proposición de 28 La expresión "capa freática" es aplicada por E. Poulat al catolicismo popular en
Troeltsch acerca de un ideal-tipo sectario. Éste permite destacar esa (~dimomUieel.wrialisme,
París, Casterman, 1977, p. 486. Sobre la permanen-
cía del "país real" y de la base del catolicismo, cf. E. Poulat, ÉglW tXmlre ~~ Pa-
rís. Castennan, 1977, p. 155. er. asimismo los trabajos dejo Zylberberg y de P. Coté,
Université Laval, Quebec, Fao.:ultad de Ciencias Sociales.
27 cr. Gibbon, Hi..In"" d" dhlin pI dp 14 rh,,1i' de ('"",pire romai", París, Laffont, 1983, 2!1 Sobre el ~tlJJI?, d. el artículo de A. Guede, Le compagnrnUlngt' el apjmm-
t. 1,capítulo XXJI;, p'p. 632 55. Sobre las 1le(Ctas m",dievales., d.). Séguy, "'J.
nI..pp. 17()'179. Ji$.Ill{{fI, PUF, 1996. Sobre las"fratrías", d. Y. Lamben,lNu rMlIgftl!n Bmagne, París, Cerf
1985, pp. 40 Y264.
EL TIEMPO DE lAS TRIBtr~
EL TRIBALlSMO
1m
sido olvidada, vuelve a adquirir actualidad o nuevas modulaciones, Es decir, los procesos de atracción y de repulsión dependerán de Una
pero eu for~a sigue siendo esencialmente religiosa (re-Iigante). elección. Estamos asistiendo a la elaboración de lo que propongo lle-
mar una "socialidad electivd'. Es verdad que este mecanismo siempre
LQ que hemos llamado el "tipo secta"se puede entender como una alterna- ha existido pero, en el caso de la modernidad, se encontraba modera:
tjvp ala pura gestión racional de la institución. Al volvera cobrar importan- do por el instrumento corrector político que hacía intervenir el como
cia de manera regular,esta alternativa acentúa el papel del sentimiento en la promiso y la finalidad a largo plazo, llevándolo más allá de los intere-
vid"social, lo cual favorecerá el juego de la proximidad y el aspecto cálido ses particulares y deí Iocalísmo. La temática de la vida cotidiana o de
de lo que se halla en estado naciente. la soctalídad (contra lo político y lo social) pone en cambio de mani-
fiesto que el problema esencial del dato social es el relacionismo, lo
Tornado en este sentido, el modelo religioso podrá describir con que puede traducirse de manera más trivial en el codeo de individuos
pertinencia el fenómeno de redes que se escapa a cualquier espe,cie y de gmpos. Dando por supuesto que la religación misma-es más im-
de centralidad, y a veces incluso de racionalidad. Los modos de VIda portante que los elementos ligados. Lo que prevalece es menas el ob-
contemporáneos, es necesario decirlo y repetirlo, ya no se estructuran jetivo por alcanzar que el hecho de estarjuntos. En una óptica símme-
a partir de un polo unificado. De manera un tanto estocástica, son tri- liana: el für-mit-gegerreinander. De ahí la necesidad de eso que llamé la
butarlos de ocurrencias, experiencias y situaciones harto variadas. Ca- sociología formista, es decir, un pensamiento que registre las formas
sas tedas que. inducen reagrupamientos de afinidades. Todo transcu- o las configuraciones existentes, sin ánimo de criticarlas ni juzgarlas.
rre.ccmo si "el amor loco" y el "azar objetivo" del surrealismo, o el Tal fenomenología es la actitud estética que corresponde a una este-
encuentro y la "deriva" del sítuacíonlsmo, se hubiesen capilarizado tización de la vida común y corriente, Esto induce una conducta esto-
progresivamente en el conjunto del cuerpo social.3O La vida como obra cástica que, empleando ejemplos tomados de ámbitos y lugares varia-
de arte ya no es patrimonio de unos cuantos, se ha vuelto un fenóme- dos, no es más que una variación musical sobre el tema del
no de masas; y ello dando por supuesto que la estética a laque esto re- Zusammensein.. 31 No debemos, empero, temer insistir y volver a la car-
míte no puede resumirse en una cuestión de gIlSto (buen o mal gus- ga desde distintos ángulos, pues resulta bastante dificil aprehender un
to estético) ni de contenido (el objeto estético). Es la formaestitka pum fenómeno grupal con instrumentos de análisis que fueron elaborados
la que nos interesa: cómo se vive y se expresa la sensación colectiva. fundamentalmente desde una perspectiva política. Esto hace, por cier-
to, que en la actualidad se cometa con frecuencia la siguiente equivo-
cación: analizar el distanciamiento respecto de lo político o la pérdi-
da del sentido social en términos de resurgimiento del individualismo.
LA SOClAUDAD ELECTNA
Sigamos, pues, nuestra deriva haciendo destacar particularmente el
aspecto afectivo o "afectual" (M. Weber) de los reagrupamientos.
Podemos decir que es a partir de la concepción que una época se ha-
ce de la alteridad. que se puede determinar la forma esencial de una
sociedad determinada. Así, correlativamente a la existencia de una sen-
sación colectiva, vamos a observar el desarrollo de una lógica de red. SIA la vez que reconozco lo primodial del relacionismo en G. Sirnmel, me opon-
go a la interpretación individualista que da J. Séguy, ~Aux enfances de la sociologie
des rehgions: Georg Simmel", An:hivlts de socitJ/o¡!frdes rrlígúms, Parfs, CNJIS, 1964, núm.
17, p. 6.
Para todo lo relacionado con el estetismo, d. mi anículo M. Maffedi, "Le paradig-
, so Se puede interpretar en el sentido de las historias cotidianas conceptos histori-
me esthétique~, S"cwÚlgied sociili, MonlreaI, vol XVII, núm. %, oct. 1985; ~'l:lsimimJo Y.
cistas tales como, "situatlonal detennination" o "seat in life", propuestos por P. Berger
AIC!ii, "La philosophie de I'an de Georges Simmel: son optique socjologJq~e", Sociifés,
y 1: l,uckmann,' nu: ,m<ud am.•ln",I;,,,, "frmlity. ap. cit., p. 7. a. asimismo, sobre el su-
París, MaMOn (de próxima aparición). El ténnino ~n:liance~ está tomado ~ Bolle de
r~ealismo y ~¡"situa~iollismo, P. Tacus~et, ¡;"JITfI(lion .<a<:in/e, "/J. ril,
BaI, La lentation rommunaulai1P, Universidad de Bruselas, 1985.
16ll EL TIEMPO m; LAS TJUaUS
EL TKIIIAUSMO

Llama la atención. cómo, ensu momento fundador, la socíalídad


todo lo que generalmente se coloca: en 'el orden de lo simbólico. 'EA-
es particularmente intimista. Lo mismo ocu~re cuando queremos es- te ejemplo muestra claramente que la sociedad mundana es un'toüo
trechar.lazoe o recordar eso qu~ nos es comun a todos. A este respec- que sería vano querer cortar en rodajas; y dentro de este todo el es-
lo la comida es un verdadero sacramento. "Io que toma visible una taojuntos festivo, convívíal o banal ocupaun lugar nada desdeñable.
g~cia- invisible", como reza el.c~tecismo. Técnica simbólic~ p'?r ex- Hasta el sabio Durkheim reconoce el importante papel que desem-
celencía, dinamos de manera mas moderna. Desde la eucansua has- peña el afecto. Esto ya lo he mostrado enotra parte (cf. L'tnnlire de
ralos banquetes políticos, pasando por las entrañables "comilonas" Dionysos) con relación al análisis que éste hace de las fiestas corrobo-
familiares, obtendremos una larga lista de procedimientos de anam- ri en las Formas elementales de la vida mligiosa.Es todavía más sorpren-
nesís que s~llan alianzas, borran oposiciones o restauran amistades dente notar el lugar que le asigna en la Divisúín del trabajo social. Así,
quebrantadas. La comida es aquí la metáfora de los vínculos q~le se de manera un tanto vitalista, le atribuye al grupo una "fuente de vida
crean en.el interior de los pequeños cenáculos durante los penados mi generis. De éste se desprende un calor que reanima y" calienta los
de efen:~sc~ncia. Desde la multiplicación de los cultos privados al es- corazones, que los abre a la simpatía... " Como vemos, no puede ser
trecho tejido de pequeñas células que ofrecen hospitalidad a los líde- más preciso y pronostica que las "efusiones del sentimiento" ocupa-
res de la nueva religión, cristiana o a los revolucionarios de los tiem- rán también un lugar importante en las "corporaciones del porvenir".
pos modernos.S las nuevas agregaciones sociales, el nacimi~~to de Casi se podría leer esto como un análisis de las redes contemporá-
valores alternativos pasa por.aquello que se puede llamar la lógica de neas. Lo que es cierto es que la famosa teoría de los cuerpos interme-
red..l';s decir, aquello que privilegia ante todo el calor afectivo, o que dios, tal vez la aportación más relevante de Durkheim, sería totalmen-
por lo menos muestra que éste ocupa un lugar preferente en la es- te incomprensible si no se le integrara esta dimensión -aíectíva.:
tructuracíón o el objetivo social. Además, resulta evidente que la acentuación del grupo es una decons-
. ," \.4 existencia de dichapulsión afectiva es innegable en el juego P> trucción del individualismo, el cual parece prevalecer en quienes se
Iítíco, como no nos hemos cansado de repetir. Puede ser interesante reclaman del positivismo durkheimiano. Este individualismo exíeté;
señalar de paso que. dicha pulsión no deja tampoco de actuar en el es innegable, le permite a la sociología naciente explicar la dinámica
orden económico. Es esto lo que analiza Célestin Bouglé en su ensa- característica de la modernidad, pero al mismo tiempo se halla com-
yo sobre las.castas. Desde una perspectiva próxima a lo que se ha di- pensado por su contrario o, más exactamente, por la remanencía de
cho respecto al compañerismo, a las corporaciones de oficios o cofra- elementos alternativos. Es esta tensión paradójica la que, por cierto,
días, Bouglé muestra que la casta no es sino la forma paroxística, es garante de la tonicidad de una determinada sociedad.
"petrificada", del gremio medieval. Se sabe del papel que desempe- De este modo se debe entender el vitalismo que se encuentra de
íian ambas en la estructuración de la industria y de la economía oc- manera regular en la obra de Durkheim. ¿Nostalgia de la comunidad?
cídemales.o hindúes. Pues bien, este papel sólo puede existir en la Quizás. En todo caso, dicho autor hace hincapié en que, a imagen del
medida que existan prácticas de convivialidad, de solidaridad, de ayu- cuerpo individual, el cuerpo social es un organismo complejo en el
da mutua jurídica, así como otras tantas formas de expresión cultu- cual el funcionamiento y el disfuncionamiento se ajustan de lo me-
rales o cultuales." Así, el orden económico se halla sustentado por jor. Así se articula su comparación entre la división del trabajo social'
y la división del trabajo fisiológico: estas divisiones sólo aparecen "en
el seno de masas poltcelulares, que ya han adquirido cierta cohesión",
32 SOb..... el ejemplo del culto privado, á. E. R. Dodds, u,~ grl'l:'lrll'irralw7IIw, París,
Concepción orgánica, si la hay, que se cimienta sobre "la afinidad de
F1arnrnarion, 1959, p. 24{l.cr. asimismo P. Brown, La vie tk SaintAugllslin, París, Seutl,
1971, p. 51, sobre las redes de los maniqueos. sangre" y "el apego a un mismo suelo",* Este apelar a la espontanei-
3s Cf. C. Bouglé, &sais SI" le riginu des r~~, París, PUf, 1969, pp- 32-35. ~bre el
'juego de las pasiones humana3 en la sociedad q\lebequense~,Ó. G. Renaud, A l'o,,~
dn mt~.(Jlisme, Montreal, Sto Martin, 1984, p. 167. Si É. Durkheim,lk la division dl~ 17m1flÜ social, París, Félix Alean, 1926, p. 261. Sobn"
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS EL TRIBAU8MO 171

dad ya las fuerzas impulsivas ,que superan la simple racionalidad con- Más allá del igualitarismo y del contrato social, Hegel adopta una
rracrual acentúan el relacionísmo, la unión de series de atracciones y perspectiva "concéntrica" de la sociedad; es decir, que los diferentes
de repulsiones como elementos básicos de todo conjunto social. Co- círculos que la componen se ajustan unos con otros, y su valor se man-
mo se sabe, se han analizado las construcciones eróticas del divino tiene mientras permanecen vinculados. Así, el Estado es para él una
marqués de Sade como si fueran combinaciones químicas que preva- especie de communitas communitatum; 105 primeros no son los indivi-
lecieran sobre cada uno de sus elementos. Esta metáfora paroxística duos, sino sus relacíones.P Esta idea de interconexión es digna de no-
puede ser útil para-nuestro tema; el eros o la pasión favorecen los rea- tarse, pues privilegia el papel de argamasa que puede desempeñar lo
grupamientos de elementos, y ello en función de la "valencia" propia afectivo, el codeo. En este sentido, conttariamente a la interpretación
de estos últimos. Puede existir saturación, y entonces asistimos al na- tradicional, el estado hegeliano podría no ser más que un conjunto
cimiento de-otra combinación. Así, en el orbe del vitalismo espontá- vacío, una idea teórica cuya única función consistiría en destacar la
neo entra en juego la conjunción o la tensión paradójica de lo estáti- disposición espontánea de los distintos elementos que, de manera
co; la comunidad, el espacio, y lo dinámico; nacimiento y muerte de progresiva, constituyen el todo. Por supuesto, esta disposición está le-
los grupos que forman la comunidad y que viven en dicho espacio. El jos de ser uniforme, es caótica en muchos aspectos, sin embargo, lo-
antiguo debate sobre Ia.estructura y la historia se ve así sustituido por gra dar cumplida cuenta de una sociedad, sin duda nada ideal, pero
el del azar y de la necesidad de historias cotidianas. que mal que bien existe. Se puede decir, en efecto, que la lógica de la
Vista de esta manera, la sociedad no se resume en una mecanici- red. y el afecto que le sirve de vector, son esencialmente relativistas.
dad racional cualquiera, sino que vive y se organiza, en el sentido am- ¿Hay que afirmar, como es conveniente, que los grupos que constitu-
plio del término, por medio de encuentros, situaciones y experien- yen las masas contemporáneas carecen de ideal? Tal vez seria mejor
cias .en el seno de los distintos grupos al que pertenece cada sugerir que carecen de una visión de lo que debe ser de manera ge-
individuo. Estos grupos se entrecruzan unos con otros y constituyen neral y absoluta una sociedad. Cada grupo es para sí mismo su pro-
a la vez una masa indiferenciada y polaridades muy diversificadas. Sin pio absoluto. É9te es el relativismo afectivo que se traduce, entre otras
salimos del esquema vitalista, podríamos hablar de una realidad pro- cosas, en la conformidad de los estilos de vida.
toplásmica, proveniente de la estrecha conjunción existente entre la Pero esto supone la existencia de una multiplicidad de estilos de vi-
sustancia alimentaria yel núcleo celular. Estas imágenes tienen la ven- da, una especie de multiculturalismo. De manera a la vez conflictiva y
taja de resaltar a la vez la importancia del afecto (atracción-repulsión) armónica, estos estilos de vida se imponen y se oponen unos a otros.
en la vida social y mostrar que éste es "no consciente" o, en términos Es esta autosuficiencia grupal la que puede dar la impresión de cerco;
de Pareto, "no lógico". Es necesario insistir en dicha organícídad, pero lo que sí es cierto es que la saturación de una actitud proyecüva,
pues es ésta la que condiciona múltiples actitudes calificadas de irra- de una intencionalidad vuelta hacia el futuro, "ex-tensiva", se halla
cionales que se observan en nuestros días. y, sin que sea posible dar compensada por un incremento de la calidad de las relaciones más'
una definición exacta (de ahí el empleo de metáforas), es a partir de "in-tensivas" y vividas en el presente. Al multiplicar la posibilidad de
dicha nebulosa como se puede comprender eso que vengo propo- las relaciones sociales, la modernidad las había vaciado en parte de to-
niendo llamar, desde hace ya varios años, seciaiidad. do contenido real. Esto fue particularmente una característica de las
Así como he hablado de semejante remanencía en Durkheim, así metrópolis modernas; y se sabe que este proceso tuvo buena parte de
también se puede decir que existe en el romanticismo hegeliano una responsabilidad en la soledad gregaria de la que tanto se ha hablado.
constante teórica que descansa en la nostalgia de la comunidad. La posmodernidad, por su parte, tiende a favorecer en las megalópo-

el gmpo como "fuente de ~ida·. d. prologo a la 23. ed .• p. xxx. Sobre el enlrecruza.. '5 er., a este respecto, el análisis sociológico que hace R. Nisbet, ui IraJititm wcWIb-
miento de los grupos, cf. M. Halbwachs, t a mélJl(lj.... a¡/hctÍlM, op. git¡tw, PlUÚ,PUf, 1984, p. 78.
EL TIEMPO DE US TRIBUS EL UlBAWMO

lis contemporáneas a la vez, el retraimiento en el grupo mismo y una descritos por M. Mauss, determinan los usos y costumbres que nos-
profundización de las relaciones en el interior de estos grupos. Que- constituyen al determinar el medio en .el que nadamos cual plas:ma
dando claro que esta profundización no es en modo alguno sinónimo vital. Ahorabien, elto. último. no IOn en modo algunoconlcienta;
de unanimismo, como prueba el hecho de que el conflicto desempe- están ah{, imperativos y condicionantes, J6lidos; losvivimos sinespre-:
ña también su papel en él. De todos modos ése no es el meollo de la sacios. Los vivimos tal vez, por qué no decirlo, de manera un tanto
cuestión: béstenoe recordar que la atracción y la repulsión son causa animal. Es esto lo que nos evoca la lógica de las redes que se desarro-
y efecto del relacionismo. Es este último el que sírve de vector a la "ma- lla en las masas contemporáneas. La impersona.lización, seña mejor
sa policelular" (Durkheim) o "concéntrica" (Hegel) que estamos ana- decir la desindividualización, que provoca es, por cierto. perceptible
lizando. Naturalmente, esta estructuración en redes de afinidades no en el hecho de que cada vez son más las situaciones que se analizan
tiene ya nada.que ver OJo el presupuesto voluntario que encontramos, a partir de la noción de atmósfera. No son ya la ídentídad, la precí-
en general.en la base de la asociación económica o política. sióndel trazo los que prevalecen, sino lo borroso, lo ambigu~,IOI ca-
En efecto. 10 que hay que. tener bien presente es que la nebulosa lificativos en términos de "meta... " o "trans... "; y ello en-numerosos
"afectiva" ("afectual"l que estamos describiendo no implica un pre- ámbitos: modas. ideologías. sexualidad. etcétera.
juicio humanista ni tampoco antropomórfico. Esto es, como se sabe, La multiplicación de las investigaciones científicas y de los artícu-
mi delenda Carthago .es.t. el individuo y sus distintas teorizaclones no los periodísticos que hacen referencia al "ambiente" (Jeeling. Stim-
tienen nada que ver en la cuestión, como tampoco. por cierto, la ac- mung) es bastante instructiva a este respecto. Lo cual no deja de te-
ción Q,e.dicho Individuo en la historia en curso. En el marco de la te- ner consecuencias para nuestros métodos de análisis. sobre todo en
mática de Jo .díonlsíaco, .cuyo paroxismo es la confusión, las masas lo que atañe a la modestia teórica. que tiende cada vez más a caracte-
efervescentes (promíscuídades sexuales, festivas. deportivas) o las rizarlos. No es éste el momento adecuado para desarrollar dicho pro-
masas comunes y corrientes (muchedumbres banales. consumidoras. blema; bástenos con indicar que es consecutivo al hecho de que-un
maleables... ) superan las características del principio de individuali- conjunto civilizacional que confía en (y tiene conciencia de) sí mis-
zadón. Es cierto que no sería falso afirmar que las intencionalidadcs mo. un conjunto de representaciones dominadas por la claridad del
particulares desempeñan cierto papel en el proceso de interacción; concepto y la seguridad de la razón, está siendo-sustituido por lo que
pero esto no debe impedimos ver que. en cuanto "forma" social, es- propongo llamar el claroscuro de los modosde organizadón, de las JlUJM-
te proceso está constituido por una "multitud de minúsculos canales ras de pensar el mundo. Como todo claroscuro, éste tiene su encanto.
cuya exísrencía escapa a la conciencia individual". G. Simmelllama a Tiene también sus leyes, que no conviene ignorar si queremos reco-
esto "efecto de composición" (Zusammenschluss}.36 Efectivamente. si nocemos en él.
bien no se puede determinar qué es lo primero, sí es cierto que la
preeminencia del grupo y la primacía del afecto permiten destacar
que la densidad de la vida cotidiana es. ante todo, cosa de fuerzas im-
personales. Por lo demás, es esto lo que explica la denegación de que lA LEYDEL SECRETO
ha sido objeto por parte de aquellos intelectuales que, desde el siglo
XVIII, vienen reflexionando sobre la existencia social. Una de las características. y no de las menos importantes, de-la masa
Y, sil"). embargo. esta vida cotidiana, en su frivolidad y su superficia- moderna es ciertamente la ley del secreto. En una pequeña broma
lidad. es ciertamente la condición de posibilidad de toda forma de sociológica que escribí (Cahiers internationauxde socWlogie, 1982, vol.
agregación. Como ya he indicado antes, el exis o el hahitus, tan bien LXXIII, p. 363), traté de mostrar que la mafia podía considerarse co-
mo la metáfora de la socialídad. Se trataba de algo más que de una
simple private jokepara unos cuantos. En particular cuando insistí, ~r
116 G. Símmel, Ú-' frmÓlirms de ln. f",ilamp"u- M l'f¡istftíl1'. París, Pt'F, 1984, p. 75. una parte, sobre el mecanismo de protección respecto del estenor,
114. EL TIEMPO DE LA,S TRISI
EL TRIBALlSMO

ee decir; respecto de .las.formas superiores del poder, y cuando mos- excelencia de la comunicación. Y.aunque su aproximación etimológi-
tré. pqr la otra, cómo el secrete que.esto Inducía no era sino una ma- ca se preste a controversia, se puede recordar que existe un vínculo en-
nera de confortar al grup.o. Trasladando la imagen a un terreno ape- tre el misterio, la mística y lo mudo; este vínculo es aquel de la inicia-
nas menos inmoral (o, mejor dicho, .que saca menos provecho de su ción que permite compartir un secreto. Que éste sea anodino o incluso
inmoralidad}, podríamosdecir que las pequeñas tribus que conoce- objetivamente inexistente, no cambia en esencia las cosas. Basta, inclu-
mos, elementos esuucturantes de las masas contemporáneas, presen~ SO fantasmagóricamente, conque los iniciados puedan compartir algo.
tan características parecidas. A mi entender, la temática del secreto Es esto lo que les da fuerza y dinamiza su acción. E. Renan mostró bien
es, ciertamente. un ángulo privilegiado para entender eljuego SOl. ¡.l! el papel del secreto en la constitución de la red-cristiana en sus orige-
que. tíene lugar ante nuestros ojos. Esto puede parecer parado¡«.« nes: no deja de tener un efecto inquietante, pero también atrae, y con-
cuando se.piensa en la gran importancia que tiene la apariencia o la tribuyó en buena medida a su consabido éxito. asCada vez que se quie--
teatralidad en la escena cotídíana.El carácter abigarrado de nuestras re instaurar, restaurar o corregir un orden de cosas, una comunidad,
callesm~ d~be hacemos olvidar que puede existir una dialéctica sutil se recurre al secreto que fortalece y conforta la solidaridad de base. Es
entre el mostrar y el ocultar y que, al igual que ocurre en La carta m tal vez el único punto que han visto atinadamente los que hablan del
bada de Poe, una ostentación manifiesta puede ser el medio más se- "encogimiento" en la vida cotidiana. Pero su interpretación es eITÓ-
guro de no ser descubierto. A este respecto, se puede decir que la nea: el recentrarse en lo próximo, así como el compartir iniciático
multitud y la agresividad de los looks urbanos, a imagen del borsalino que esto induce. no son en modo alguno signos de debilidad; son, por
de los mafiosos, es el índice más nítido de la vida secreta y densa de el contrario, el índice más seguro de un acto de fundación. El silencio
los mícrogrupoe contemporáneos. concerniente ala político apela al resurgimiento de la socialidad.
EIl'su artículo sobre "La sociedad secreta", G. Simmel insiste, por En las antiguas cofradías, la comida tomada en común implicaba
lo demás, en el papel de la máscara, de la que se sabe que, entre otras el saber guardar el secreto respecto del exterior. "Cosas de familia",
funciones, tiene la de integrar a la persona en una arquitectónica de, ya sean las de la familia strido sensu, las de la familia ampliada o las de
conjunto. La máscara puede ser una cabellera extravagante o rolo- la mafia, cosas de familia de las que no se habla. Este secreto dificul-
reada, un tatuaje original. la utilización de ropa retro o también el ta muy a menudo el trabajo de los policías. educadores o periodistas.
conformismo de un estilo chic. En todos los casos, subordina a la per- Yes cierto que los destrozos de los menores, los crímenes de pueblo
sona a esa sociedad secreta que es el grupo de afinidades escogido. y tantos otros sucesos suelen resultar de difícil acceso. Lo propio ocu-
Tenernos aquí una clara "desíndicidualízacíon", o participación, en el rre respecto a la encuesta sociológica. Aunque sólo seade manera alu-
sentido místico del término-en un conjunto más amplío.F Como ve- siva, conviene señalar que existe siempre cierta reticencia a mostrar-
remos más adelante, la máscara me transforma en conspirador con- se a las miradas ajenas; éste es un parámetro que debemos integrar
tra los poderes establecidos; pero podemos afirmar desde ahora mis- en nuestros análisis. Así, yo contestaré a quienes invalidan (aunque
mo que esta conspiración me une con otros, y ello de manera nada sólo sea semánticamente) el "encogimiento" en lo cotidiano. dicien-
accidental, sino estructuralmente operante. do que estamos en presencia de una rollet;tive privacy, de una ley no es-
Nunca me cansaré de recalcar la función unifican te del silencio, el crita, de un código de honor, o de una moral clánica, que, de mane--
cual.llego a ser entendido por los grandes místicos como la forma por ra casi intencional, se protege contra lo que viene de afuera o de
arríba." Se trata de una actitud que no deja de tener su pertinencia
desde el punto de vista de este estudio.
37 Remito a los capítulos que he dedicado a la teatralidad en M. Malfesoli, 1", ron-
pr;."'nl, tour 11"" sorWWp;U rk bi 1';' 'flUJiidiroll<', Parí~ (1979). lJOB, 1998.
qJl¿Y, dlt
Sobre el secrete, cf. el notable artfculo de G.Sirnmel, ~La sodété secrete", traducción 3/! Cf. E. Renan, Man:A ume, ou tafindu monde (JJll.ique, op. cu., p.29-i.
f",ncesa.NOlUlelk "'IIl'rk /WJchmudyse. Pa~, Gallimard, 1976, núm. 14, pp- 281-305. :19 Sobre el sociólogo "exU'aIljero"• d.
E. Monn, Cmnmw",en Frona; bi mflmnorplllJ.Wde
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
EL TRIBAUSMO m
En efecto, lo propio de esta actitud es el favorecer la conservación entre estos tres términos: secreto, popular, resistencia. Lo que es más,
de uno mismo: "egoísmo. de grupo" que hace que éste pueda desa- resulta que la forma organizacional de esta conjunción es la red, cau-
rrollarse.de manera casi autónoma en elseno de una entidad más am- sa y efecto de una economía, de una sociedad e incluso de una admi-
plia. Esta autonomía, contrariamente a la lógica política, no se hace nistración paralelas. Así, pues, posee una fecundidad propia que me-
en "pro" ni en "contra", sino que se sitúa deliberadamente a un lado. rece atención, aun cuando ésta no se exprese 'por medio de las
Esto se expresa mediante una clara repugnancia al enfrentamiento, categorías a las que nos había acostumbrado la politología modema.
una saturación del actívismo y un distanciamiento respecto del mili- Nos encontramos aquí ante una pista de investigación que puede
tantísmo, cosas todas que se pueden observar en la actitud general de resultar rica en enseñanzas, pese a que (y dado que) raras veces se le
lasjóvenes generaciol)escon respecto a lo político, y que se descubre suele prestar atención. Propongo llamar a esto la hipótesis tU la centra-
asimismo en el seno de esos neófitos de la temática de la liberación lidad subterránea:
que son los movimientos feministas, homosexuales o ecológicos. Son
numerosas las. bellas almas que califican esto como un compromiso A veces el secreto puede ser el medio de establecer contacto con la alteridad
poco honorable, degeneración o hipocresía. Como siempre, el juicio en el marco de un grupo restringido; al mismo tiempo, condiciona la actitud
normativo es de poco interés; en nuestro caso, no permite captar la de este último respecto de cualquier tipo de exterior.
vitalidad operante en estos modos de vida, "eludiéndolo". En realí-
dad, esta evasión o este relativismo pueden ser tácticas para asegurar Esta hipótesis es la de la socíalídad, y si sus expresiones pueden ser
lo único de lo que la masa se siente responsable: el perdurar de los sin duda alguna muy diferenciadas; su lógica no deja por ello de mos-
grupos que la constituyen. trarse constante: el hecho de compartir una costumbre, una ideolo-
De hecho, el secreto es la forma paroxística del ensimismamiento gía o un ideal determina el estar-juntos y permite que esto sea una
popular cuya continuidad socíoantropológíca ya mostré con ameno- protección contra la imposición, venga ésta de donde venga. Contra-
rídad.w En cuanto "forma" social (no hablo de sus actualizaciones riamente a una moral impuesta y exterior, la ética del secreto es a la
particulares, que pueden ser justo lo opuesto), la sociedad secreta vez federativa e igualadora. El rudo canciller Bísmarck, refiriéndose
permite la resistencia. Mientras que el poder tiende a la centraliza- a una sociedad de homosexuales de Berlín, no deja de notar este
ción, a la especialización, a la constitución de una sociedad y de un "efecto igualador de la práctica colectiva de la prohibición".42 La ho-
saber universales, la sociedad secreta se sitúa siempre en el margen, mosexualidad no estaba entonces de moda, como tampoco lo estaba,
siendo resueltamente¡ laica, descentralizada e incapaz de tener un para el caso, la igualdad; y si conocemos el sentido de las distancias
cuerpo de doctrinas dogmáticas e intangibles. Sobre esta base, la re- sociales que tenían los junkers prusianos. podremos apreciar mejor,
sistencia surgida del ensimismamiento popular puede proseguir, im- en el sentido que acabo de indicar, la naturaleza y función del secre-
perturbable, su camino por medio de los siglos. Varios ejemplos histó- to en dicha sociedad de homosexuales.
ricos precisos, como el del taoísmo," muestran claramente el vínculo La confianza que se establece entre los miembros del grupo se ex-
presa mediante rituales y signos de reconocimiento específicos que
no tienen otro objetivo que el de fortificar el grupo pequeño con re-
1'I.tIW.1tt, París; Fayard (1967), Le Livre de Peche, p. 37. Sobre la comensalía, remito a K lación al grande. Como se ve, se repite el doble movimiento fonnu-
Poutat, oinligristMn wtJwacisme intigml, París, Caseerman, 1969. Sobre el fantasma reduc- lado anteriormente; desde la criptolalia erudita hasta "el argot más
ter del sociólogo, cf. G. Renaud, ti. l'mnbredll ralionalisnv. KLt sociedad se convierte en un
laboratorio y uene que conformarse a la realidad definida por elsocióíogo" (p. 235).
ro Cf. mi libro, M. Maffesoli, La rmulllivd'l pr;.""'l. "p. cil. Sobre el "egoísmo de gro-
po", rf el artículo de G. Simmel, op. nI., p. 298. ~2 Cf., los recuerdos de Bismarck. citados por G. Sirnmel, La sociiti~, W cit., p.
iI Cf. a este respecto. K. Schipper, Úrorp.• Iaoi.w, París, Fayard, 1982. pp. 28-37. É5- 303. Para una buena introducción a la homceexuabdad, d. G. Ménard, L~
te muestra perfectamente cómo las sociedades secretas se apoyan en el ·país real~. té dém]~ifik, Otawa, Leméac, 1980.
178 [l TIEMPO DE LAS TRlBUS EL TllIBAUSM:O '179

corriente'! (lenguaje a la "inversa"), el mecanismo es el mismo: el se-- ne más que uno, esencial: el de asegurar a muy largo plazo la super-
creto compartido del afecto, a la vez que conforta los vínculos próxi- vivencia de la especie. Por supuesto, este instinto de conservación no
mos, permite resistir a las tentativas de unifonnización. La referencia es algo consciente, así pues, no implica una acción ni una determina-
al ritual destaca el hecho de que la cualidad esencial de la resistencia cióo racionales. Sin embargo, para poder ser más eficaz, este instin-
de IOSgrup08 y de la masa es la de ser más astuta que ofensiva. Así, és- to ha de ejercerse en el plano más próximo. Es precisamente esto lo
la puede expresarse por medio de prácticas pretendidamente aliena- quejustifica el vínculo que postulo entre los grupos pequeños y la ma-
das o alienantes. Eterna ambigüedad de la debilidad. que puede ser sa. Y es esto lo que hace precisamente que eso que llamamos "los mo-
la máscara de una fuerza innegable, cual mujer sumisa que no tiene dos de vida", que están en el orden de la proxémica, tengan la actua-
necesidad de dar muestras manifiestas de su poder, ~gura como es- lidad que todos conocemos.
tá de.ser una verdadera tirana doméstica. En este mismo contexto hay Volveremos después sobre esta cuestión de manera más precísa,
que situar el análisis que hace E. Canetti a propósito de Kafka: cómo pero por ahora ya se puede afirmar que la conjunción "conservación
una humillación aparente confiere, en contrapartida, una fuerza real del grupo solidaridad-proximidad" encuentra una expresión privile-
a quien se somete a ella. En Sil combate contra las concepciones con- giada en la noción de familia, entendida naturalmente en su sentido
yugales de Felice, Kafka practica una obediencia a contratiempo. Su más amplio. A este respecto, es curioso observar :que esta constante
mutismo y su gusto por el secreto "han de considerarse ejercicios ne- antropológica no deja de tener eficacia, y-ello.pese a que los historia-
cesarios en su obstínacíón't." Se trata de un procedimiento que en- dores o los analistas sociales la olvidan muy a menudo. Ahora bien,
contramos en la práctica grupal. La astucia, el silencio, la abstención, desde las ciudades de la Antigüedad hasta nuestras urbes modernas,
el "vientre fláccido" de lo social son armas temibles de las que hay mo- la "familia" así entendida tiene la función de proteger, de limitar la
tivos para no fiarse. Otro tanto ocurre con la ironía y la risa, que han intrusión del poder dominante, de servir de muralla contra el exte-
desestabilizado, a mediano o a largo plazo, las opresiones más sólidas. rior. Toda la temática de los padroni, del clientelismo y de las distin-
La resistencia adopta un perfil bajo en relación con las exigencias tas formas de mafia, encuentra ahí su origen. Volviendo al periodo de
de una batalla frontal,' pero que posee la ventaja de favorecer la com- la Antigüedad tardía, tan pertinente para nuestro tema, se puede des-
plicidad 'entre quienes la practican, y eso es lo esencial. El combate tacar que san Agustín concibe su papel de obispo precisamente en es-
comporta siempre un más allá de sí mismo, un más allá para quienes te sentido: la comunidad cristiana es la familin Dei. En parte la exten-
lo emprenden; siempre hay un objetivo por alcanzar. En cambio, las sión de la Iglesia se debe a la calidad de sus patrones y de sus redes de
prátlicas del'Silencio son ante todo orgánicas, es decir, que el enemigo solidaridad, que supieron protegerla contra las exacciones del Estado. 44
importa menos que la argamasa social que secretan. Según la prime- Pero si esta estructuración social está particularmente bien repre-
ra hipótesis, nos hallamos en presencia de una historia que elabora- sentada en la cuenca mediterránea, si adopta ahí formas paroxísticas,
mos, solos o asociados contractualmente; según la otra, nos hallamos esto no significa que se quede circunscrita en ella. Hay que afirmar
ante un destino afrontado colectivamente, aun cuando esto sea im- con fuerza que, aunque se hallen atemperadas por la preocupación
puesto por la fuerza de las cosas. En este último caso, la solidaridad de objetividad, las estructuraciones sociales de que nos hablan las his-
no es una abstracción o el fruto de un cálculo racional, es una impe- torias, incluidas las más contemporáneas o las más racionales, están ro-
riosa necesidad que compele a actuar pasionalmente. Es un trabeje das ellas atravesadas por los mecanismos de afinidades a que acabamos
duradero que suscita la obstinación y la astucia a que nos hemos re- de referirnos. El familiarismo y el nepotismo, en sentido estricto o me-
ferido; pues, al no tener un objetivo en particular, el pueblo no reüe- tafórico, hallan aquí su sitio, y no cesan, por medio de los "cuerpos",

13E. Caneui, l..l1l'imlliena .w·mnL., ·Paris, Albin Michel (1984), p. 164, Le Livre de oHCf., en este sentido, la notable biografía de P.Brown, La,~ deSainIAugu,<lin, tra-
Poche,1989. ducclén francesa, PaTÚ, Senil, 1971, p. 226.
18tr EL TIEMPO DE LAS TRIBUS EL TIlIBALl5MO 181

de las escuelas, de los gustos sexuales yde las ideologías, de recrear ni- Al mismo tiempo, tanto en la esfera de la proximidad tribal como
chos protectores o territorios particulares en el seno de los grandes en la de la masa orgánica, hay cada vez mayor tendencia a recurrir a
conjuntos políticos. administrativos, económicos o sindicales. Es la la 'máscara" (en el sentido indicado anteriormente), Cuanto más se
eterna historia de la comunidad o de la "parroquia" que no se atreven avanza enmascarado tanto más' se conforta el lazo comunitario. En
a reconocerse. Y, para alcanzar este fin naturalmente no se escatiman efecto, en un proceso circular, para poder reconocerse se necesita el
los medios, por poco honotables que sean. Diversas investigaciones símbolo, es decir, la duplicidad. la cual engendra el reconocimien-
han puesto de manifiesto el procedimiento informal de la "palanca" tO. 47 Es así como se puede explicar, a mi entender, el desarrollo del
para favorecer a la "familj¡i".Y, desde los altos ejecutivos salidos de las simbolismo desde sus distintas modulaciones que se pueden observar
prestigiadas escuelas parisienses hasta los estibadores de Manchester en nuestros días.
que utilizan el filón sindical, la ayuda mutua es exactamente la misma
y, para el caso que nos ocupa aquí, expresa claramente un mecanismo Lo socialdescansasobre la asociación racional de individuosdotados de iden-
de astucia que conforta una socialidad especíñca.w No carecería de in- tidad precisa y de existencia autónoma, la socialidad en cuanto a ella sirve ce-
terés poner de manifiesto este ikgalisnw tal Ycomo opera en el seno mo fondo, por su parte, a la ambigüedad fundamental de la estructuración
de las capas sociales que se declaran garantes de la más pura moral: al- simbólica.
tos funcionarios del Estado, alta ínteliguentsía, periodistas de opinión
ydemás altas conciencias. Béstenos con señalar que no existen 'Justos" Prosiguiendo el análisis, se podría decir que la autonomía abando-
ame los ojos de lo universal, es mejor no hacerse ilusiones al respecto. na el orden individual y se desplaza hacia la "tribu", el pequeño gru-
Permítaseme añadir que más vale así, pues, en definitiva, por poco que po comunitario. Numerosos analistas políticos observan esta autcno-
se contrarresten, estos distintos Ilegalísmos, a imagen de la guerra de mización galopante (lo que la mayoría de las veces los inquieta). En
iosdioses tan querida a M. Weber, se relativizan y neutralizan. Utilizan- este sentido, se puede considerar el secreto como una palanca meto-
do una expresión de Montherlant, se puede decir que siempre existe dológica para la comprensión de los modos de vida contemporáneos,
"una cierta moral en el interior de la inmoralidad l ... l una cierta mo- pues. repitiendo una fórmula lapidaria de Sirnmel, "La esencia de la
ral que el clan se forjó únicamente para él" y cuyo corolario es la indi- sociedad secreta es la autonomía", autonomía que él aproxima a la
ferencia respecto de la moral en general." anarquía.t" Baste con recordar, a este respecto, que la anarquía es an-
La reflexión en tomo del secreto y de sus efectos, por anómicos que te todo la búsqueda de un "orden sin Estado". Esto es, de cierta ma-
sean, conduce a dos conclusiones que pueden parecer paradójicas: nera, lo que se perfila en la arquitectónica que vemos operar en el in-
por una parte, asistimos a la saturación del principio de individuliza- terior de los mícrogrupos (tríbalísmo) y entre los distintos grupos que
cíón, con las consecuencias económico-políticas que esto conlleva, y, ocupan el espacio urbano de nuestras megalópolis (masa).
por la otra, podemos ver cómo se perfila un desarrollo de la comuni- A modo de conclusión, se puede afirmar que el "desarreglo", o tal
cación. Es este proceso lo que puede hacer decir que la multiplicación vez sería mejor decir la desreglamenracíón, introducido por el triba-
de los microgrupos no es comprensible más que en un contexto orgá- lismo y la masificación, así como el secreto y el clíenteíísmo induci-
nico. El tribalismo y la masificación son dos cosas que van a la par. dos por este proceso, todo ello no ha de considerarse ni como algo
completamente nuevo, ni tampoco de manera puramente negativa.

4., Remito aquí al trabajo de investigo"ción sobre los ejecutivos de A Wickham y M.


Patterson, ú.l mrrihi'/e.I, París. Ramsay, 1983. Sobre los estibadores, d.los trabajos ci- {7 Sobre la duplicidad del símbolo, además de lo que ya sabemos respecto a la tra-

tados por M. Young. y P. Willmott, Úl~ dans l4 vilV, traducción francesa, París, CCI, dición occidental, podemos remitir a la fundón de su equivalente chino expresado
Centre Georges Pompidou, 1983, pp. 124$8. por la palabra 'Loco", cf K. Schipper, 1~.r0rf'5 taoiSIe, op. cit., p. 287, nota 7.
46 er. H. Montherlant y R. Peyrefinc, C~~, París, Plon, 1983, p. 53. 4R G. Simmel, La soáile v.vék, "P. t:il., p. 293.
EL TIEMPO [lE lAS TRIBUS EL TRIBAUSMO [85

Por.una parte se trata de un fenómeno que hal1amos ñecuentemen- subterránea recorre el cuerpo social, tiene que ponerse en relación
te.en las historias humanas, en particular durante los periodos de con la capacidad que tienen los microgrupos para crearse. Tal vez nos
cambio cultural (el ejemplo de la Antigüedad tardía es, a este respec- encontremos aquí ante la rnuui6n por excelencia, la creación pura. Es
to, instructivo); por la otra.al romper la relación unilateral con el po- decir, las "tribus" de las que hablamos pueden tener un objetivo o una
der central; o con sus delegados locales, la masa, por medio de sus finalidad, pero eso no es lo esencial; lo importante es la energía uti-
grupos, va a poner en juego la competencia y la reversibilidad; com- lizada en la constitución del grupo como tal. Así, elaborar nuevas ma-
petencia de los grupos entre sí y, en el interior de éstos, competencia lleras de vivir es una creación pura a la cual debemos estar atentos.
entre los distintos "patronest.t? Es este politeísmo el que, por lo de- Conviene insistir en ello, pues es una "ley" sociológica el juzgar todas
más, puede 'hacernos afirmar que la masa es mucho menos involuti- las cosas en función de lo que está instituido. Ley de la gravedad que
V\l- que dinámica. En efecto, el hecho de formar "una banda aparte", a menudo no nos permite ver lo que está naciendo. El vaivén entre
COPla se puede ver en las redes sociales, no implica el final del estar- lo anómico y lo canónico es un proceso que aún no nos ha mostrado
juntos, sino simplemente que éste se manifiesta en otras formas que toda su riqueza. Así, para precisar mejor mi postulado, diré que la
no son las reconocidas por la legalidad institucional. El único proble- constitución en mi de losmit:rogrupos contemporáneos es la expmWn más aro-
ma serio es el del umbral a partir del cual la abstención, el hecho de bada de la creatividad de las masas.
hacer "banda aparte", provoca la implosión de una sociedad dada. Se Esto nos remite a la vieja noción de comunidad. Se diría que, en ca-
trata de un fenómeno que ya hemos podido observar'" y que, por en- da momento fundador -ése que yo llamaré el momento cultural por
de, no debe extrañar al sociólogo quien, más allá de sus preferencias, oposición al momento civilizacional que le sígue-, la energía vital se
de sus convicciones, y hasta de sus nostalgias, está ante todo atento a concentra en la creación de nuevas fonnas comunitarias. Apelo a los
lo que se halla en vías de nacer. historiadores: ¿acaso cada gran fractura en el devenir humano -revo-
lución, decadencia, nacimiento de imperio- no ve surgir una multi-
plicación de nuevos estilos de vida? ÉstOS pueden ser efervescentes, as-
céticos, estar vueltos hacia el pasado o hacia el futuro: su característica
MASASY ESTlWS DE VlDA común es que, por una parte, cortan con lo que está comúnmente ad-
mitido acerca de la agregación social, y por la otra, acentúan el aspec-
Se le llama modos de vida o (sociología de la) vida cotidiana, lo cier- to orgánico de esa misma agregación. Es en este sentido en el que el
to es que se trata de una temática de la que ya no nos podemos esca- "grupo en fusión" del momento fundador se inscribe dentro del sim-
par. Tampoco cabe contentarse con criticarla, ya se haga esta "críti- bolismo al que nos hemos referido anteriormente. A semejanza de la
ca" en nombre de una vida no alienada o en nombre de una lógica dudad campestre del célebre humorista A Allais, vemos desarrollar-
del deber ser. Por mi parte, considero que este (re)surgimiento es se eso que podríamos llamar "las aldeas de la ciudad"; es decir, esas re--
particularmente significativo del cambio de paradigma que se está laciones cara a cara que caracterizan a las células de base. Esto puede
operando en nuestros días. Más precisamente. yo propondría como proceder de las solidaridades, de la vida común y corriente, de las prác-
postulado que el dinamismo societal, que de manera más o menos ticas cultuales o incluso de las pequeñas asociaciones profesionales.
En estos distintos puntos, los análisis históricos podrían permitir
esclarecer el devenir de las megaJópolis y de las metrópolis contem-
poráneas.'! En efecto, eso qlle se llama "La Crisis" no es quizá sino el
19 Sobre la aproximación con la Antigü",dad, cf. P. Brown, La ,mili el le .•arri dan..
l'Anlíqllilé tardive, traducción francesa, París, Seuil, 1985, p, 110.
.'>0 Sobre las consecuencias del fenómeno de "banda aparte" en la sociedad roma-
na, por ejemplo, cf. E. Renan, ¡\fmto A.. "'le, <nI Infi .. d.. ftI(f1ukanliqlll', París, Le Livre de ~l Sobre d "grupo en fu!ión~ cf., nalUralmenk,j..p. Sartre, CrilU¡uerU la mison dio-
Poche, 1984, p. 77. ledique, Paria, Gallimard, 1960, p. 391. Para la creatividad de lee form:u comunitarias
lB< EL TIEMPO DE LAS TRI5US EL TRIBAUSMO 185

fin de las grandes estructuraciones económicas, políticas o ideológi- El caricaturista francés Cabu, al crear a su "clasemedíero", plasmó es-
cas. Y. en cada uno de estos ámbitos, basta con remitirse a las expe- to de manera sumamente instructiva.
riencias de todo tipo. a las descentralizaciones y a otras autonomías Sea como fuere, se puede afirmar, al margen de toda actitud en-
minúsculas, o al estallido de los saberes y a la alta operatividad de las juiciadora, que el tribalismo, bajo sus aspectos más o menos relucien-
entidades de tamaño humano, para apreciar la pertinencia del poro- tes, está impregnando cada vez más los modos de vida. Yo diría que
digma tribalque propongo. Este paradigma, conviene destacarlo bien, se está convirtiendo en un fin en sí mismo; es decir. que, por media-
es completamente ajeno a la lógica individualista. En efecto, contra- ción de bandas, clanes o pandillas interpuestas, recuerda la impor-
riamente a una organización en la que el individuo puede (de jure, si tancia del afecto en la vida social. Como lo señala pertinentemente
no deJado) bastarse a sí mismo, el grupo no se puede entender más una investigación reciente sobre los "grupos secundarios", las madres
que en el interior de un conjunto. Se trata de una perspectiva esen- solteras, los movimientos feministas o de homosexuales no buscan un
cialmente ntlacionista. El que la relación sea atractiva o repulsiva no "acomodo puntual de situaciones individuales", sino más bien una
cambia para nada el asunto. La organicidad de que se trata aquí es "reconsideracíón de conjunto de las reglas de solidarldad".'1'3 El be-
otra manera de discurrir sobre la masa y su equilibrio. neficio es secundario, incluso ni siquiera es seguro que el éxito sea
Más allá de la dominante que acentúa la perspectiva macropolíti- deseado, lo que podría arriesgar el desmoronamiento del aspecto cá-
ca o macroeconómíca, la investigación de la vida urbana contempo- lido del estarjuntos. Y lo que se acaba de decir respecto a los movi-
ránea daría mejores muestras de inspiración si tratara de esclarecer mientos organizados tiene aun mayor validez en lo que se refiere a la
la relación simbólica que (rejestructura nuestros barrios. y no sólo multiplicidad de los grupos díspersos, cuyo único objetivo es el man-
de apariencia, sino deliberadamente. La familia nuclear atomizada, tenerse unidos. Resulta que dicho objetivo no deja de actuar constan-
desarraigada, el aislamiento que resultaría de ello, todos aquellos aná- temente sobre el conjunto social.
lisis realizados, naturalmente, en nombre de buenas intenciones re- Es precisamente esta red la que une. como ya lo he indicado an-
formadoras o revolucionarias, no resisten a la observación, ni a la de- tes, al grupo y la masa. Esta unión no tiene la rigidez de los modos
riva urbana sin prejuicio. Testimonio de ello es la "verdadera de organización que conocemos, sino que remite más bien a un am-
sorpresa" de Young y Willmott quienes, en sus investigaciones sobre biente o a un estado de ánimo, expresándose preferentemente por
el este de Londres, hablan de un "sistema de parentesco y de comu- medio de los estilos de vida que van a privilegiar la apariencia y la
nidad casi tribal" .52 Este "casi", perfectamente prudente ya no es per- "fonna".H Se trata, en cierto modo, de un imonsciente (o no-conscien-
tinente ahora que las barreras ideológicas se están cayendo y ellriba- te) colectivo, que sirve de matriz a la multiplicidad de las experiencias,
lismo se verifica cotidianamente. Para bien o para mal, hay que situaciones, acciones o deambulacíones grupales. A este respecto, es
afirmarlo, pues, si la tribu es la garantía de la solidaridad, también es sorprendente observar cómo los ritos de masa contemporáneos son
la posibilidad del control; puede también ser la fuente del racismo y cosa: de mícrogrupos que, por una parte, son bien distintos y, por la
del ostracismo pueblerinos. Ser miembro.de una tribu puede llevar a otra, forman un conjunto. indistinto y un tanto confusíonal, a esto
sacrificarse por el prójimo, pero también a no tener más apertura nos remiten la metáfora orgiástica y la transgresión de la identidad
mental que la que provoca el chauvinismo del dueño de un negocio. individual.

COn relación a laAntígiledad, cf. P. Brown, Groise de l'AnIUp¡jJi /lml.ive, traducción fran- 5~ E. Reynaud. "Groupes secondaires el schdarué organique: qui exerce le contrO-
cesa, París, rus. 1984. p. 22. Sobre el perdurar-y el escuchar de la solidaridad, ef. G. Re- le social?~, en I:annitl .~u, París, 1983, p. 184. Sobre la importancia de 1011
naud. Á tarnfm¡ dll ratilmalisme. La Société Québécoise, Momreal, Sto Martín. 1984, p. "gangs", d. E. Morin, LMfrrit du~, París, Le livre de Peche, 1983, p. 130.
179. MGf. mi artículo M. Maffesoli, -Le paradigme eslhélique: la sociologie cornme art",
52M. YOllng P.Willmott. ¡Al vil/ngl'dans In vilú., traducción francesa. París, cel, Cen- Socinlagit<d sociéIi, Montreal, vol. xvtl, numo 2, oct. 1985. Cí., asimismo -La connai.sstma
tre George!loPompidou, 1983. p. 18, d. p. 153. ardinain:, París, Klincksieck, 1985, cap. IV: Hacia un 'formismo' sociológico-.
186 EL TIEMPO DE u.s TRIBUS EL TRIBAuSMO 187

.Prosigamos con. la paradoja: estos ritos de masa tribales (ritos de comunitario de funciones diversificadas y complementarias. En un
masa y ritos tribales) son perceptibles en los diversos encuentros de-- país como Brasil, en donde la playa es una verdade? institución ~~
portivos que, por el ejercici9 mediá?~o, adquie~n la im~rtancia que blica, algunas monografTas han resaltado que en Río la numeracton
conocemos. Los encontramos también en la funa consumidora (¿con- de los "cuadras" (puestos de vigilancia escalonados a lo largo de 10-
sumadoras) de los grandes almacenes, de los hípermercadoe o de los das las playas) permiten reconocer el territorio propio (núm. X: "ten-
centros comerciales que, por supuesto venden productos, pero que dencia izquierdista", núm. Y: homosexuales, núm. Z:juventud dora-
generan más simbolismo, es decir, la impresión de participar en una da, etcétera); de manera similar, en Bahía las diferentes partes de las
especie común. Podemos advertirlo igualmente en esos ~ovimientos playas constituyen puntos de encuentro según el grupo al que se per·
sin meta precisa que se pueden observar en algunas avenidas de nues- tenece.
tras grandes ciudades. Cuando lo miramos con atención, este codeo Lo que se puede aprender de estas anécdotas es que existe un
indistinto. que se asemeja a las peregrinaciones animales, aparece de constante vaivén entre las tribus y la masa, que se inscribe en un con-
hecho constituido por una multitud de pequeñas células que entran junto temeroso del vacío. Este horror varo;' que se manifie~ta, por
en ínteracctónjse halla asimismo puntuado por toda una serie de re- ejemplo, en la música "sin parar" de las playas, en los comercros y en
conocimientos; de gentes y de lugares, que hacen de este caldo de síg- numerosas calles peatonales, es un ambiente que no deja de.evocar-
nos de cultura un conjunto bien ordenado. Por supuesto, es preciso nos el ruido permanente y la agitación desordenada de las CIUdades
que nuestro ojo sepa acostumbrarse a este flujo incesante; pero, si lo- mediterráneas y orientales, Sea como fuere, lo cierto es que ningún
gra, cual cámara invisible, a la vez tomar en consideración una globa- ámbito se libra de este ambiente, y si, a modo de resumen y de con-
lidad y enfocar determinados detalles, no dejará de estar atento a la clusión, convenimos en que el teatro es un buen espejo para apreciar
potente arquitectónica que estructura estas deambulaciones. Recor- el estado de una sociedad dada, nos bastará entonces recordar, por
demos, por lo demás, que estos fenómenos no son nuevos: el ágora una parte, lo que debe la agitación de nuestras ciudades a los distin-
antigua o 13: pass~~i~iana, el paseo vespertino en el sur de Fran- tos espectáculos callejeros, así como, por la otra, el desarrollo del "tea-
cia, presentan las mismas características y son lugares de socíalídad tro bárbaro" y el (re)surgimiento de los distintos cultos ~e poses~ón
nada desdeñables. de origen africano, brasileño o hindú. No se trata de analizar aqUl es-
Por último, y en elmisrno orden de ideas, esos rituales de evasión tos fenómenos, sino sólo de indicar que todos ellos descansan en una
que son las vacaciones veraniegas ofrecen el espectáculo de playas lógica tribal que a su vez no puede existir más que insertándose, me--
atestadas, 10 que no deja de entristecer a numerosos observadores, diante la concatenación de la red, en la masa. 56
que deploran la promiscuidad y el engorro que ocasiona tal hacina-
miento. También en este caso conviene recordar que, por una parte,
se trata de algo que permite vivir una forma eufemística de comunión 56Sobre el "teatro bárbaro", cf. las referencias y las investigaciones a que remile
y, como indica G. Dorñes, "abolir todo Intervalo entre el yo Ylos de- G. Dorñés, ibúL, p. 163. El tarentismo está bien analizado por E. de ~ino,.J.tJ lnTrI
más, construir una amalgama única".:''' Por otra parte, tal hacínamíen- M 1"I!I/IOTlÚ, traducción francesa, Gallimard, 1966. Sobre el candomble, remito a R.
to se halla sutilmente diferenciado, de modo que los gustos indumen- Matta CUUuk t ~ Recife, 1980, Y "Le syllogisme du sacre", Sociilh, París. Mas-
tarios o sexuales, así como los deportes, las bandas e incluso las son, 1985, núm. 5, y V. Cosla Lima, A/amíglM M Sdnlo nos crmdomhib, jtjtruJgrJS do &J.
J.itJ, Salvador, 1977. ,
regiones se reparten el territorio de la costa, recreando un conjunto A. Schutz, "Making music together" SociiW, París, Masson, vol. 1. numo 1, 1984.
Sobre eltantrismo d.J. verenne. Lt ttJn/Tismt. París, 1977.
Sobre 1lUI1eCtali, me remitonaturalmentea trea bellos artfculOl de j, Zylberberg y
~~ G. Dorflés, L'intenJo/b perdu, traducción francesa, Pans, Librairie des Méridiens,
J. p,Monuniny, "L'esprit. le pouvoiret les femm..,.", articulo colecti~ de un ~ovimien­
lo cultural de Quebec. khtrrhtsMJCiop;mphiques. xxn, 1, 1981. También la tesiade P..Ca-
1984, ~p:. 30 se. Ni qué decir que no comparto la queja de G. Dorflés respecto al triba--
té.1Ñ ltJdirJotion au pouvoi.r.1Mftm_ dtJm le I"I!'OIOlWIOU chtJmlfflJliqtu, MonlIeal, Unlvt':r-
lismo contemporáneo y su "miedo al vacío'.
eidad Laval, 1984.
188 EL TIEMPO DE lAS TRIBUS EL TlUBÁUSMO 189

.Todas estas cosas contravienen al espíritu de seriedad, al individua- tante de ello ya que construían las catedrales sobre este principio. Tal
lísmo y a la "separación" (en el sentido hegeliano del término) que es el ordende la masa. Así, modos de vida ajenos unos a otros pueden
caracterizan el productivismo y el burguesismo modernos. Estos han engendrar una especie de manera de vivir común. Y ello pennane-
hecho todo lo posible para controlar o aseptlzar las danzas de pose- ciendo, curiosamente, fieles a lo que es la especificidad de cada uno.
sión y demás formas de efervescencia popular. Ahora bien, tal vez ha- Fue precisamente esto lo que produjo, en la fase de fundación, la fe-
ya que ver en esto lajusta venganza de los valores del sur sobre los del cundidad de los grandes momentos culturales.
norte: las "epidemias coreográficas" (E. de Martino) tienen tenden-
cia a desarrollarse. Hay que recordar que éstas tenían una función
agregativa. El hecho de lamentarse y de regocijarse en grupo tenía co-
mo resultado a la vez el curar y reintegrar en la comunidad al miem-
bro enfermo. Estos fenómenos propios de la cuenca mediterránea
(menadismo, tarenüsmo, diversas bacanales), de la India (tantrismo)
o del ámbito africano o latinoamericano (candomblé, shangó) son
de sumo interés a la hora de estudiar las terapias de grupo. las redes de
medicinas paralelas, las distintas manifestaciones de eso que Schutz
llamaba making music together, o también el desarrollo sectario, cosas
todas que son las modulaciones contemporáneas de "la epidemia co-
reográfica".
En realidad, no son tales o cuales estilos de vida los que se pueden
considerar proféticos, sino más bien el barullo de éstos. En efecto.
aunque es imposible decir qué es lo que se va a retirar para formar
una nueva cultura, sí se puede afirmar que ésta será estructuralmen-
te plural. contradictoria. Bouglé veía en el sistema de castas la unión
en el culto de la división. Tensión paradójica que no deja de suscitar
sentimientos colectivos intensos "que se elevan por encima de este
polvo de grupoS".57 [Bella lucidez que, más allá del juicio moral. pue-
de ver la sólida organicidad de un conjunto! Por nuestra parte, po-
dríamos decir que la modernidad ha vivido otra paradoja: la de unir
borrando la diferencia, y la división que ésta induce; o, al menos, in-
tentando atenuar sus efectos, lo que, como se convendrá, no carece
de grandeza y de generosidad. Todo el orden de lo políticose basa en es--
too Pero, a imagen de otras épocas o de otros lugares, se puede ima-
ginar que la argamasa de un conjunto dado está precisamente cons--
tituida por lo que divide (cf.la polemología conyugal). La tensión de
las heterogeneidades, que actúan unas sobre otras, aseguraría la soli-
dez del conjunto. Los maestros de obras de la Edad Media sabían bas-

5' C. Bouglé. E<!iais stlf lf .lJslhMM-S rasU>:s, París, PITf, 1969. p, 152.
5. EL POLICULTURALISMO

DE LA TRIPUCIDAD

Si la modernidad pudo estar obnubilada por la política, la posmoder-


nidad podría estarlo a su vez por la tribu, lo cual modifica la relación
con la alteridad y, más precisamente, con lo extranjero. En efecto, en
la perspectiva política lo que tiende a predominar es una solidaridad
mecánica de los individuos racionales entre sí, y de sus conjuntos pa-
ra con el Estado. En cambio, en el caso de la tribu nos vemos confron-
tados con una solidaridad orgánica que tiende a acentuar principal-
mente el todo. Empleando una fórmula de G. Simmel, podríamos
decir que, según la perspectiva individualista (y política), lo general
es "eso respecto a lo cual todos son parte integrante más que eso que
es común a todos".' Ahora bien, es este "común a todos", por repar-
tido que esté entre pequeños grupos, lo que parece ser pertinente en
nuestros días. Por eso, más allá de un individualismo o un narcisismo
de fachada, prestaremos mayor atención a las actitudes grupales que
tienen tendencia a desarrollarse en nuestras sociedades. Actitudes
que, a mi juicio, se inscriben, en la lógica dícmsíeea de la.Wcialithid.
Es evidente que la mclüpíícacíón de' pequeños grnpos de afinidades
en3Uestras megalópolls modernas plantea el problema de- sus rela-
ciones más o menos conñletuales. En todo caso, este neotribalismo
nos recuerda que el consenso (cum-sen.nuzlis) no es únicamente racio-
nal, cosa que solemos olvidar." Es indudable que esta hipótesis del

1 Me pare~, en efecto, necesario invertir la ntilización de estos conceptos durkh",i-


mianos; cf mi propuesta en M. Maff"'5()li, La viokna totalilairlJ, Parfs (1979), 008, 1999,
p. 210, nota 1. G. Simmel, Pmblimuk philMofJh.ink l'fJislom, París, PUf, 1984, p. 13t. a.
la noción de "hetemcultura" introducida por J. Pomer;
~ er. el prólogo a la $C'gunda edición de M. Matreroli, I:~ tk DionJsos, París
(1985) Le Livre de Peche, 1991. Sobre esee ·nOl!lOtros-DionystJll~, remito asimismo al
artículo de M. Bourlet, ·DionystJll, le meme el I'autre~, Nouvd/emflU' d'nh,rwps,eJUatrie,
núm. 1, 1983, p. 36. er. también M. Xlbertaa, lA socírli i~ París, Klinclsied.,
1989.

[191J
192 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS EL POLlCULTUlI.ALlSMO 1~

"sentimiento compartido" obliga a repensar el papel del tercero, es Así, al sueño de la unidad está a punto de sucederle una especie
decir, de lo plural en la estructuración societal. La relación conyugal de unkidad: el ajuste de elementos diversos. A imagen de la coenes-
individuo-Estado podía conocer fases tempestuosas; sin embargo, su tesía, que sabe integrar, en el marco de una armonía conflictual. los
orbe estaba bien delimitado. Pero la intrusión del tercero nos hace funcionamientos y dísfuncíonamteruos corporales. la noción del ter-
penetrar en una tempestad cuyas consecuencias resulta difícil medir. cero acentúa el aspecto fundador de la diferencia. Yello no en la pers-
No carece, pues. de interés apreciar algunos elementos esenciales de pectiva unanimista de la tolerancia, sino, más bien, con referencia a
esta efervescencia. lo que se puede llamar la organicidad de los contrarios. La famosa
Como se sabe, es julien Freund, después de C. Schmidt y G. Sim- coincidentia opposiwrum, de antigua memoria. que, desde los alquimis-
me], quien mejor ha -desracado en reiteradas ocasiones la importan- tas medievales hasta los taoístas del Extremo Oriente, ha fecundado
cia de la cifra tres en, la vida social. La noción de tercero ha adopta- tantas organizaciones y tantas representaciones sociales. Según el
do desde entonces una dimensión epistemológica que deja mal taoísmo, en particular, a la hora de describir el "país interior", el cam-
paradas a las simplificaciones reductoras." Con la cifra "3" nacería la po de cinabrio. raíz del hombre, se sitúa" a ms'pulgadaS por debajo
sociedad y, por ende, la sociología. No es nuestra intención abordar del ombligo para expresar la trinidad del Cielo,· de la Tierra y del
aquí frontalmente esta cuestión; digamos simplemente que, desde las Hombre". De igual manera, para destacar mejor su riqueza, el Tao
investigaciones antropológicas (Lévi-Strauss, Dumézil, Durand) has- considera el tres como lo que da nacimiento "a los Diez mil seres"."
talos experimentos psicológicos de la Escuela de Palo Alto, hallamos Todo esto ha sido analizado repetidas veces; por eso nos limitamos
constantemente la primacía del tríadísmo." En el sentido más amplio a indicarlo aquí, aunque sólo sea de manera alusiva, para insistir en el
del término, el dinamismo cultural e individual descansa en la ten- hecho de que es la multiplicidad la que constituye el principio vital. A
sión de elementos. heterogéneos. Se trata de una perspectiva que es- los paladines de los sistemas monistas o dualistas no está de más recor-
tá adquiriendo cada-vez mayor importancia a medida que resurge una darles que la eíervescencía y la imperfección del tres siempre se han
visión simbolista del mundo socíaí.! Naturalmente, nos hallamos muy encontrado en el origen de la vivacidad y del dinamismo prospectivo.
lejos de esa unidad que, desde el alba de la modernidad, ha venido Hay momentos en donde este pluralismo se ve ya sea negado ya
siendo el objetivo del racionalismo occidental. La metáfora del tria- sea olvidado, asístiéndose entonces a la constitución de entidades ti-
dísrno permite poner de manifiesto la paradoja, el estallido, el desga- pificadas, concebidas sobre modelos homogéneos: naciones unifica-
rramiento, lo contradíctoríal en acto; en una palabra, la pluralidad das, sujetos históricos (proletariado), progreso lineal, etcétera. Pero
constitutiva de este neotribalismo contemporáneo. estas hipóstasis no resisten el desgaste del tiempo y sus duras leyes. Ya
sea en relación con las masas y sus comportamientos o por las esrruc-
mracíones políticas, las realidades diferenciales acaban siempre im-
poniéndose. Yson numerosos los ejemplos que muestran que, tras un
~ Cf.J. Freund, SociolDgU< dll ro"flil, París, rUF. 1983, p. 14. Por supuesto, hay que re-
mitir a 1:I'$,ieT/re d.. /HJ1i¡üpu:, París, Sire}'. 1965, cap. "11. Para un buen análisis del terce-
proceso de centralización y de unificación, se está volviendo al parti-
ro, podemos remitir aJ. H. Parl;" sociólogo de Pusan (Coree) ÚfflJliI el rommll"imlirm cularismo y al localismo. en todos los ámbitos. A este respecto, el
dans k ftWtÚI depen.ser corin¡, tesis de París V. 1985, pp. 57 es. ejemplo de la historia política francesa resulta sumamente esclarece-
4 A título de ejemplo sobre las comradicdones de las ~organiz.adonf'$ denomina- dor. Toda entidad unificada es provisional, y la consideración de la
das dualistas", d. Léví-Suauss, AntJm.poWgie stmc/lIra/e, París, Plon. 1974, p. 179; d. asi- diversidad y de la complejidad es una actitud de sentido común que
mismo. G. Dumezil.jllpiln, Mnrs, Qllirinl'5, París, Gallimard, 1941, y G. Durand, L'6.me
I~, le! pltnUl. rk frsJfJIi, París, Denoel-Mediation, 1980, pp. 83-84. Yla experiencia psi-
cológica rk que habla P. Watzlawick, Ln rénliti de la rMIilé, París, Seuil. 1978, p. 90.
5 Sobre el triadismc a partir de una visión simbolista, d. G. Durand, Ln 1m dll ClJI"- 6 Cf. K. Schipper; Le cmps 1lJoñú, París. Fayard, 1982, p. 146 (el subrayado ee msc),
",mniD; l'arís. Denoel, 1984. p. 90; d. asimismo, M.l..ali~ O'Épinay, Groddedc, París, Ed. y p. 16. Cf., asimismo. la tesis de Wonlc.i. Chol, ÉhuJe.mrla ~non dUlJÜste, Pa-
Unáversitaire, 1983, pp. 56-57, sobre el reparto trinitario en e"" psicoanalista. rís V, 1996.
:Ji!! EL TIEMPO DE l.i\S TRIBUS
EL POUCULTUIlALlSMO 195

los Intelectuales suelen rechazar, basándose en que esto impugna la de goce presente y de incoherencia pasional. Cosas que, naturalmen-
simplicidad del concepto. te, inducen a la Vt'%el encuentro y el rechazo. Esta ambivalencia ha si-
Con el tercero empieza. el infinito. Con lo plural, se integra lo vi- do reiteradas veces analizada desde una perspectiva psicológica; aho-
vo en el análisis sociológico. Por supuesto, esto no nos simplifica en ra conviene apreciar sus incidencias sociales y observar que se
absoluto la tarea.corno demuestra el hecho. sirviéndonos de una ex- acomoda perfectamente al desarrollo tecnológico. En efecto, pode-
presión de Morin, de que el pluralismo operante en el pueblo torna mos observar que, con la ayuda de la microínformaüca, estas formas
a este último "polífono•.por no decir cacófono". 7 Pero no hay más re- de asociación en vías de extensión que son las mies (el neotribalismo
medio que aceptar el riesgo, pues, por una parte, la unanimidad, la contemporáneo) descansan en la integración y en el rechazo afecti-
unídad.eon a menudo perniciosas para la estructuración de la ciu- vo. Esta paradoja, signo patente de vitalidad, es' en todo caso una de
dad (cf. Aristóteles•.LaPolítica Il, 1261 0-7), y. por la otra, por poca las claves más útiles para todo enfoque comprensivo.
atención que prestemos al espíritu del momento, no podremos dejar
de reconocer el irreprimible empuje de lo plural bajo todas sus for-
mas en nuestras sociedades. El plurículturalísmo que esto induce no
carece, por supuesto, de riesgos; no obstante, al ser fruto de la con- PRESENCIA Y ALEJAMIENTO
junción de un principio lógico yde un principio de realidad, resulta
vano tratar, de negar su importancia. Sobre todo teniendo en cuenta Así, apoyándonos en la clásica dicotomía entre cultura y civilización,
que, cornoocurre con todos los periodos de efervescencia, esta hete- se puede señalar que la primera, dado su dinamismo fundador, no
rogeneización en acto es la matriz de los valores sociales por venir. tiene miedo alguno a lo extranjero. Antes al contrario, sabe hacer
Así, constatando ante todoesta heterogeneízaclón, y por consiguien- buen caldo de todo lo que le llega del exterior, y esto sin dejar de ser
te, analizando después sus componentes, podremos estar en condí- ella misma.
clones.de indicar todo Io que está en juego en nuestra sociedad fini- Conviene remitirse. a este respecto, a todos los ejemplos que'nos
sep.Jla¡ y que se va,esbozando en esa nebulosa que podemos llamar suministran las historias humanas: el estar seguro de sí mismo -lo que
$pcia#dtu1. es una forma de autonomía y, por ende, de exclusión del prójtmo-
A falta de una dirección garantizada, indique,mos una vez más la favorece la acogida de este prójimo. En el erudito análisis que hace
orientación que puede tomar dicha socíalídad. Esta ya no se basaría Louíe Réau a prop6aito del desarrollo de la lengua y cultura france-
en Iamonovalenciafaustiana del "hacer" y en su acompañante, el aso- sas en Europa, se observa cómo en los siglos XVII YXVlll los extranje-
ciacionismo contractual y finalizado, eso que yo resumiría con la fór- ros se sentían seguros de recibir en Francia una acogida "extremada-
mula, "economía-polñlca del yo y del-mundo", Sucede todo lo con- mente amable y halagadora. Nunca la xenofilia, por no decir incluso
trario (de ahí la metáfora "orgiástica" que empleo Irecuentememe)," xenomanía, fue tan extrema"," Es una observación, como vemos, que
la socialidad que se esboza integra una buena parte de comunicación, no puede ser más Instructiva: los "extranjeros son mimados" y, al mis-
mo tiempo. los modos de vida y de pensamiento específicamente fran-
ceses tienden a convertirse en hegemónicos. Se puede decir que al-
,7 er. E, Morin, La fUlht" de 1'UR.').'l, París, Fayard, 1983, p. 181. Sobre las "realida- go parecido ocurre cada vez que nace algo auténticamente vigoroso.
des" diferenciales cf. G.. Simmd.Probf;,¡¡,.s de la ~ tk.s religiom, París, CNI{S, 1964, La potencia, como ya he tenido ocasión de mostrarlo.!" no tiene na-
núm. 17, p. 13; para un amiJ.isis de texto de Aristóteles cf.J. Freund, StK:WIogie dlt ¡;m¡-
}lit, op. nJ.. pp- 36 55.
8 Cf. el análisis de ~comunicacióngeneral" que hace P. Tacu.'l5eI, L'tlttraclion ,,,,rilJ¡'~
Pari~, Librairie des Mér,idiens, 1984. Sobre las redes, cf.Ja tesis de F. Casalegno, CJIN.r- 9 L. Réau, L'EltTO!"¡ranftliJt afl Sihk dt.l Luminu. París, Albin Michel, 1951,
.wciaülés, (CfAQ), Parfs V,junio de 2000 y S. G. Lee, MMim,¡ ~ de l',.spoa~
pp. 303 es.
Mic, Parf, V, 1999.
HI M. Matfesoli, La viokna totalitaúP, París (1979) DDB, 1999.
El TIEMPO DE L\S TRIBUS
EL POLlCULTURALISMO

daque ver con el poder ni cou lo queJo acompaña; a saber, el temor que, más acá (o más allá) de los grandes ideales tan lejanos y máS O
y el.miedo padecidos o infligidos. Es la debilidad la que engendra re- menos impuestos, su vida cotidiana esta constituida por la mezcla, de
plegamiento sobre uno mismo.y agresividad. Mientras que la civiIi~­ diferencia y de conjunción con el prójimo, aun cuando éste sea Io
cíón se atrinchera en su miedo raquítico, la cultura puede difundir- "otro", lo extranjero o lo anómico con·extrañas costumbres. Prime-
se y.aceprar al tercero.. Es sin duda esto lo que explica el siguiente ramente, relacionemos masa y cultura en su momento fundador/No
hecho, que Réau destaca con asombro (ibid., p. 314): en el siglo XVIII se trata de una relación fortuita o abstracta: cada vez que una época
no se hizo ningún esfuerzo por difundir el uso del francés, toda vez comienza, que una ciudad florece o que se epifaniza un país, esto se
que. esta lengua conoció entonces una expansión formidable. Desde verifica siempre a partir de una potencia popular. Y es sólo después
la.Atenas del mundo antíguo hasta la Nueva. York de nuestros días, cuando se lleva. a cabo una confiscación (de la época, de la ciudad.
pasando por la Florencia del quauroceruo, encontramos constantemen- del país ... ) por parte de unos cuantos, que se constituyen en gesto-
te tales polos de atracción, que funcionan de hecho como procesos res, propietarios o clérigos, detentadores de ta-legitímídad y del sa-
de merabolízacíón ~e elementos extranjeros. ber. En segundo lugar, conviene reconocerle a esta conjunción a la vez
En este sentido, se ha podido establecer una relación entre la vita- una capacidad de absorción y de difusión. Los ejemplos aducidos an-
Iídad de una región como Alsacia y "la aportación constante de san- teriormente lo prueban bien: una entidad segura de sí misma integra
gre extranjera". Según.E Hoffet, es este mestizaje el origen de las e irradia. Osando una imagen organicista, digamos que un cuerpo en
"obras capitales" producidas en esa región. u Cierto es que, si existe forma sabe ser flexible. ¡Abajo las rigideces y las prudencias. las pre-
una tragedia de Ja.fronrera (Granze TragOdie), ésta no deja por ello de cauciones y las bajezas! Para emplear un claro término de G~ Bataille,
ser. dinámica. Puentes y puertas, por utilizar una imagen de G. Sím- existe una especie de soberanía que brota de esta conjunción: una
mel: los países fronterizos viven en modo mayor las fusiones, los de- forma de animalidad triunfante que "siente" cómo dosificar la partí-
sequilibrios y las inquietudes consecutivas a los movimientos de po- cularídad que preserva y lo general que nos integra en el vasto deve-
blacicnes. Peco, al mismo tiempo y por la exogamia que ello suscita, nir mundano. Se trata del vaivén entre el nomadismo y la sedentarí-
vemos nacer creaciones originales que expresan a la perfección la si- zación que constituye la aventura humana, entre el sí y el no que están
nergia de las cualidades propias de la estática y de la labilidad del da- en la base de toda representación.
to social. Sinergia que se halla resumida en la expresión "arraígamíen- Entre la gran cantidad de ejemplos históricos, hay uno que me vie-
to.dínémíco". No bay que olvidar.que es esta tensión "fronteriza" la ne a la mente y es particularmente revelador al respecto y que, ade-
que permite explicar pensamientos como los de Spinoza, Marx, más, puede ser considerado programático para nuestro tiempo: el de
Freud, Kafka...., personajes a la vez integrados y distantes. La fuerza la querella del donatismo, momento particularmente dificil para el
de sus pensamientos proviene tal vez del hecho de descansar en una cristianismo naciente. Por más de un concepto, me parece que este
doble polaridad.P Presencia y alejamiento. Estas regiones determi- periodo llamado -Anügüedad tardía" no deja de tener un gran pare-
nadas y estas obras geniales viven o indican, de manera paroxística, eso cido con el nuestro. Para decirlo en pocas palabras: una civilización
que constituye, en modo menor, la vida corriente del pueblo. Antes se acaba, una cultura está por nacer. El historiador P. Brown, en su
-deser el racista, el nacionalista o, de manera más trivial, el antes men- notable obra sobre san Agustín, analiza con pertinencia lo que anta-
cionado clasemediero, el pueblo "sabe", con un saber incorporado goniza a los donatistas y al obispo de Hipona.P Desde el punto de
vista que nos ocupa aquí, sólo retendré, simplificándolo, un elemen-
to esencial de la disputatío: para los primeros, hay que aislarse, penna-
II F. Hoffet, Psydlanaiy.", tk I'Al<ace, Estrasburgo, 1984. pp. ~. 48. Se podría hacer necer en una Iglesia de puros, apartarse del mundo con todas las con-
rclerencia igualmente a Sicilia y a la acción del emperador Fedenco 11.
12 cr. la notación hecha en este senudo por O.lkvault D'A1lones. en MlIsú¡rus, !la"
ntUwl1-5 .f1<Tla~jtti~ Parte, C, Bourg&lis. 1979, p. 47. Is a. P. Brown, S<Um AT¡gustin, París, Seuil, 1971, pp- 251·259.
EL TIEMPO DE LAS TItIBUS
EL POLlCULTUKALlSMO

secuencias inducidas por tal díscrímínacion. Según A,gu~tín:en c~. Esta intrusión del extranjerismo puede funcionar como anamnesi!:
bio, hay que sentirse lo suficientemente fuerte para ~mdar lo otro , ésta le recuerda a un cuerpo social olvidadizo que es esuucturalmen-
ser,flexible para ganar el mundo. Y ello porque esta absolutamente te heterogéneo; aun cuando por facilidad, tendía a resumir todo en
seguro de la validez, de .launiversalídad y, sobre todo, ~el aspecto la unidad. Este recordatorio del politeísmo de los valores es partícu-
prospecuvo del mensaje evangélico. Por esto n~estro ob~spo,. que al larmenre flagrante en las ceremonias dionisíacas. Dionisia, dios veni-
haber sido maniqueo conoce las delicias del purismo maximalista, no do "de otro lugar", debía integrar a esos "otros" de las polis griegas
duda en tomar dela herencia literaria y filosófica del mundo pagano que son el meteco y el esclavo. Parece ser (cf. M. Bourlet) que el tia-
lo q~e puede confortarel.mensaje del que él se siente heraldo.. ~n so los asocia con los ciudadanos. Así, aun cuando sólo sea de mane-
aquel momentoenque se inaugura un nuevo mun~o, esta c~esl.1on ra puntual y ritual, la comunidad se reactualiza como función del aquí
~UQ1e una importancia especial: en vez de la tranquila segu~dad de y del allá. Recordemos que el culto a Aglauro celebraba a la polísco-
la secta cerrada ,en,sí misma, san Agustin prefiere una ecclesJam am- mo unidad, pues bien, el tiaso orgiástico recuerda que ella también
r.
pliada y abierta a la efervescencia de corrientes de hombres venid~s es unicidad, es decir, conjunción de contrarios.
de horizontes múltiples. La ciudad de Dios que el pretende construir En suma, volviendo a nuestra argumenracíón-ínícíaí, "la civiliza;
tiene las medidas del vasto mundo, nada más normal que aceptar tam- ción languideciente necesita a los bárbaros para regenerarse"." ~Es
'bi~ sus turbulencias. Sólo a este precio podrá perdurar. ¡Visión ge- paradójico indicar que el extranjero permite que se instaure una nue-
nialde fundadorde una. nueva cultural va cultura? El papel desempeñado por los romanos con relación a la
-, .Unpar ,d~ palabrasmás en este sentido, pero pasando ahora a ~trp civilización griega, el de los bárbaros respecto al imperio romano de-
campo, mítico esta,vez (¿más, por cierto, que el precedente?). volcien- clinante y, más cerca de nosotros, la apelación de "hunos de Occiden-
do.al .temadíonísíaco, .pertinente asimismo para comprender nuestro te" (die Westhunnen) que se dio a los protagonistas de la Revolución
presente, podemos. observar que, en la ciudad de ~ebas,~!vilizad~,~­ francesa, o también ese grito de adhesión: "VIVa la revolución de los
cionalmente administrada y un tanto lánguida, la rrrupcron de Dioni- cosacos", lanzado por ciertos anarquistas cansados de las debilidades
si~~~presenta la irrupción del extranjero. Memina~o, perfumado, del burguesismo, todo ello recalca la importancia cultural del extran-
vestido distintamente, su apariencia, los modos_ de Vida y de pensa-
!1-. - , 14 jerismo fundador. Por último, la reciente película de Mosco, Des terto-
mieruo q~e propaga, resultan chocantes por mas de un concepto. Tistes ti la retmite, muestra en infinidad de ocasiones que, durante 'la
Ahora bien la irrupción de esta extrañeza corresponde al paso del he- resistencia contra la opresión nazi. entre los más vigorosos defenso-
lenísmoclésícoal periodo helenístico. Dionisia, dios (¿semidiós?) tar- res de la idea Francia abundaron los apátridas de todos los países. Me-
dio, turba la perfección de aquél, pero permite la eclosión de éste. Lo nos amodorrados que ciertos buenos franceses, combatieron y -díe-
que se agota. auncuando se encuentre en la cornpletud, precisa de ron sus vidas en nombre de unos ideales que, para ellos, simbolizaban
un disfuncionamiento,..a un cuando éste viniera del exterior para re- al país que habían escogido como tierra de asilo.
dínamízarse. La mayoría de las veces, por lo demás, el elemento ex- Lo que en todo caso es cierto es que todos los grandes imperios de
tranjcro .no hace sino actualizar una potencialidad que se había des- los que nos hablan las historias humanas son fruto de las consabidas
deñado o embridado. En la lógica que he indicado anteríorrnente, la fusiones. Las notas desenvueltas que acabamos de lanzar remiten a
tensión y la paradoja son as¡ pues, necesarias, algo así como un inje~. los trabajos de historiadores que han abordado este problema, el cual
to que permite a los árboles agotados volver a dar buenos frutos.

15 M. Maffesoli,14WJ1nai.~1WIa' ordinaiR, fm'ii. rk:sociolnr."~ París, Klincl-


11 Remito aquí a un artículo erudito y exhaustivo, aparecido después de concluir-
se mi .trabajó sobre lo dionisiaco: M. Bourlet, "Dionyeos, le méme el I'autre", en N~
síeck. 1985, p. 132. Sobre la Revolución francesa, ce. L Réau, 1:F.urope fmtifaise au su-
de rks Luftlim&, ap. cit" p. 368. Cf.. asimismo, la obra de J O:eurderoy, llmn-.-a, 'la riw-
vtI/k mn", d ,tltllap.<'jchialfÚ, ap. ci1.
luJion par k3 COSl1lf'U!S Paris, Champ Libre, 1912.
EL TIEMJ'O DE LAS TRlBl/S EL POLlCULTUIlALlSMO

S€ puede resumir en la siguiente; cita sacada del notable libro de Ma- la historia, son remplazados por una efervescencia socíeral, que favo-
rie-Francoíse.Baslez, quien, con tiento y erudición, señala que "mu- rece la fusión, la miscibilidad y la 'mezcla entre Occidente y Oriente.
chas. ciudades debieron su fortuna a una población heterogénea" .16 En una palabra, el politeísmo de· los valores. Politeísmo claramente
Observación que se puede completar con la hipótesis de que fue la informe, indefinido, pero al que conviene estar muy atentos, pues es-
falta de apertura, el miedo raquítico a lo extranjero, lo que condujo tá lleno de porvenir.
a la pérdida a numerosas ciudades. Como se sabe, "Roma no está ya Los bárbaros están en nuestras puertas; Pero, ¿hay motivos-para
en Roma", sino que a partir. de un determinado momento, tiene que preocuparse, tomando en cuenta que también nosotros lo somos en
medirse con la alteridad, es decir, con su imperio heterogéneo. He parte?
intentado mostrar que se trataba de una estructura socioantropoló-
gica. Es inútil volver al análisis que dedica G. Simmel al extranjero; es
de sobra conocido. En cambio, manteniéndose fiel con su espíritu (y
en este caso también con su forma), es preciso que el sociólogo sepa EL POLITEÍSMO POPULAR O LA DIVERSIDAD DEL DIOS
repensar la importancia de dicha "forma" social. Ésta no es cosa del
pasado; la' Escuela de Chicago, Sorckin, mostraron su primacía res- Tras haber indicado la importancia que hay que atribuirle al "terce-
pecto a nuestra modernidad. También Gilberto Freyre supo demos- ro" y expuesto someramente el papel que desempeña en la historia
trar eómo.aiguiendo el ejemplo de Portugal, Brasil se constituyó y se de las sociedades, puede ser interesante destacar una de sus caracte-
dinamizógracias a-la miscibilidad y a la movilidad, en todos los sen- rísticas esenciales. Característica lógica en cierto modo, yque se pue-
tidos del término-U de describir cabalmente con la expresión weberiana "politeísmo de
Forzosamente, en lo quea nuestra posmodernidad se refiere, ya los valores". Es preciso insistir en esta temática, pues todavía no es en-
va siendo hora de deslindar las consecuencias de la heterogeneidad tendida debidamente, sin duda por e! prurito de reducida a toda eos-
constitutiva de nuestras- sociedades, la cual, por lo demás, se halla só- ra al orbe de lo político. Digamos, para ser más precisos, que d he-
lo'eú sus inicios. En esos caldos de cultivo que son las megalópolís cho de que cierta derecha utilice para su combate cultural y político
contemporáneas, ya no es posible seguir negando ni al extranjero, ni la mitología politeísta, no basta para invalidar esta última ni para ane-
el papel que desempeña. Y los ejemplos históricos o míticos que he xionada a un campo. Me parece incluso que e! politeísmo sobrepasa
dado son 'como metáforas que pueden permitirnos pensar el floreci- el orden de lo político; estructuralmente, se podría decir, puesto que
miento: de las imágenes, el hedonismo y el vitalismo, que se pueden la relativización de unos valores con respecto a otros desemboca en
calificar de díomsíacos, Cosas que, al ser vividas en pequeños grupos la indecidibilidad. ¿Qué hay más contrario que esto a la lógica de lo po-
de manera-diferenciada, al no ser dependientes de un vínculo parti- lítico? Además, si quisiéramos ser más precisos, o más fieles al espíri-
cular y al no remitir a representaciones unificadas, excluyen toda ex- tu que anima esta reflexión, tal vez convendría hablar "de henoteís-
plicación unidimensional. Los valores de la AuJklii:rung[Ilustración) mo", como lo hace C. Bouglé respecto a la religión védica, en la que
que, al ser exportados se constituyeron como modelo para el mundo "todos los dioses se convierten a su vez en soberanosr.t"
entero, parecen saturados. Y en su lugar, como en otros periodos de Es practicando esta matización y. vuelvo a insistir, de manera me-
tafórica, como podemos convocar a los dioses para que nos esclarez-
can e! problema social. En efecto. he propuesto relacionar al pueblo
16 M. F. BalIlez, L'étrangprdam la C,m.",antitpll', París, Édilion Les Belles Lettres, 1984, con el acto fundador de la cultura; pues bien, me parece que esta re-
p.75.
lación conjuntiva permite acoger lo extranjero sin dejar de ser uno
17 G. Freyre, Mailn'-s rl f!iCÚlvt<s, París. Gallimard, TeI, 1974, (p. ej., p. 210). Cf. tam-
bién R. Motta, ~La Sociologie au Brésil", ('AJhim; in1emnuaruJltx de wriologie. París, PUf,
vol. LXXVIII, 85. Por lo que se refiere a G. Simmel, d. L'ÉaJ/e de CllirOf!!', París, Aubier;
1984. Cf. también mi libro M. Maffesoli, [)¡¡ nomadiimll, París, Le Livre de Pocb.-" 1997. 18 c. Bouglé, Essais.rur 11 figi_ des tmle8, Pans, PUf, 1969, p. 2Q3,nota 2.•
EL TIEMPO PE Li\..S TRIBUS EL POLlCULTURALISMO

mismo (o mejor todavía, permite que el uno mismo sea fecundado cómo en la tradición monástica se encuentran juegos que expresan
per lo-extranjero). Es como consecuencia de esto que podemos pre-. este pluralismo irreductible. Tales el caso de dicha ritmomaquia,que
sentar el politeísmo como el indicio más seguro del "no-racismo" po- descansa en una alta formalización matemática. Así, tanto en las prác-
pulan" ticas populares (peregrinaciones, culto a los santos) como en la ex-
Hagamos un rodeo una vez más. La particularidad esencial de la presión mística o en la sofisticación lógica, la alteridad, lo extraño o
tradición judaica y luego del cristianismo, fue su monoteísmo Intran- lo extranjero tuvieron siempre numerosos conservatorios que permí-
sigente. Se trata de una línea de demarcación esencial sobre la que tieron resistir a la simplificación y a la reducción uníraría.w El éxta-
no cabe redundar. En cambio, sí cabe recordar que, una vez asenta- sis, así como la fusión de las fiestas votivas permiten expresar a la vez
do este principio, existen en la vida cristiana mil y un maneras de lo idéntico y lo diferente. La "comunión de los santos", que es una
transgredirlo. Desde un punto de vista antropológico, Oilbert Du- base de la oración monástica, y la efervescencia popular remiten de
rand analizó notablemente, desde su observatorio saboyardo, la fe y manera eufemística o actualizada a un estar-juntos que es, por cons-
las prácticas populares, que tan bien conoce. A mi manera, yo tam- rruccíon, diverso y polifónico.
bién mostré que el culto a los santos podía ser una avanzada politefs- Esta perspectiva nunca ha desaparecido del ámbito de lo que se:
te dentro del seno del rigor monoteísta, como lo demuestra el hecho define como el monoteísmo cristiano. Así, Émile Poulat, en su minu-
de que la distinción teológica entre el culto de "Iatrfa", dirigido sola- cioso análisis del catolicismo de los siglos XIX y xx, se pregunta qué es
mente a Dios, y el de "dulía", que se reserva a los santos, es una digo. lo que permite a lo "dispar coexistir sin conflicto". ¿Cuál es, pues, el
unción casuística con muypoeo efect-o en la vida cotidiana. Por su "patrimonio hereditario de este extraño filum, capaz de terminar re-
parte, la sociología religiosa, aunque con bastante reticencia por cíer- vistiendo formas tan JXlCo compatibles como la contrarrevolución ca-
tc.uampoco desdeñó tal problema.'? No se trata tanto de abordarlo tólica, la democracia cristiana, los revoluci-onarios cristianos?"21 Es,
de frente como de destacar, para el tema que nos ocupa, que nos en- ciertamente, la idea del Pueblo de Dios, 4naúJgon por excelencia de
contramos ante una actualización de la tradicional coincidstuia OPpIJ- la coincidemia oppositorum de la divinidad. "Catolicismo popular, cato-
sitll'ntnJ"que, cual hilo conductor, recorre toda la vida religiosa y, por licismo Interclasíeta", dice también Poulat, y es cierto que, más allá de
ende, la social. sus distintas expresiones polídstas, esta base popular insiste en con-
.,La. mística y la teosoña cristiana, como atestiguan, por ejcmplo.]. servar la pluralidad de los modos de pensamiento y de ser. Es en este
Bóbme y Eckartshausen, .elempre han sabido mantener vivaz nL1 sentido que se constituye como fdum, basamento infrangible y per-
preocupación. La reciente tesis de M. E. Coughtrie, "Rhythmoma- manente. Es la garantía de que la vida perdura gracias a la multíplí-
chía, apropaedeutic game of the middle Agee", mostró claramente cídad de sus expresiones, mientras que un valor hegemónico, por per-
fecto que sea, tiende a agotarla. Se puede emparentar esta coexistencia
estructural con el pensamiento contradictorial (Lupasco, Beígbeder),
• MIa expresión la empleo intencionalmente, haciendo referencia a lo "no-Iógiro"
de Pareto. Puede existir lo ilógico en lo "no-Iógico"; pero ésta no es, en el sentido am-
plio del término. su r:ualidful esencial. Se podrían hacer de5aITOIIosanálogos para el
"no-racismo". 20 Cf. por ejemplo A. Faivre, F,dramlumslm'.t la thioMJph~ París, Klinckllied., 1969',
..19 Sobre esta distinción, y robre el politeísmo cristiano, remito a L'ombu tk D¡"n~ p. 14, YM. E. Coughtrie, Rh]tJmwmadiia, a ~ gumeoftke middleAp. Universi-
sos, 01'. rilo Respecto a la obra de G. Durand, d .• en particular, La/m du amionnilff, Pa- dad de Cape Town, 1985, p. 26.
rís, Denoel,.1984. Para un. análisis de.la religión popular, remito a Y. Lambert, Dim '1 E. Poulal, Égúser.on~~i.lie,Pari~ Casrerman, 1977, pp.59 Y130; sobre lo si-
r:hange en Brtltagn~, París. Cerf, 1985. Se puede retener esta frase: -Los chascos sobre >tlltilmlntm., cf. p. 87 YC.aLhoIir.ísmJ; tlémnt:raliut wri.ali<llU', París, Cast.ennan, 1977, p. 486.
la religión popular no serfan tan tenaces si la mayoría de los especialistiul no se con- Yo también he conocido personalmente un pueblo semejante, Wangen, en el que el
tentaran con interrogar a los militantes, a los .reeponsables [... l. que no piden más culto y la misa se celebraban bajo la sombra tutelar de una vidriera en la que figuraba
que eso ... ", p. 17"Cf. también, D. Jeffey, jOlúswnct. dll sarri, París, Armand Colin, el C!io del Creador encastrado en un triángulo isósceles. ¡Súnbolo mllllÓnicodonde 1011
1998. haya y metáfora consumada del triadismo! '
El TIEMPO DE lAS TRIBUS
EL POLlCULTURALlSMO

forma Jógicadel politeísmo-, La instit':l~ió¡;l del simultaneum; que per- combata, no puedo negarles el existir; Es este reconocimien~lo que
mite en ciertas pequeñas aldeas alsa,danas que los.católicos y los pn ,. permite establecer una analogía entre las categorías religiosas y las re-
testantes recen por turnos en la misma iglesia, puede ser una buena
laciones sociales.
metáfora, más allá de las consabidas razones contingentes, de dicho Adoptando la misma sensibilidad teórica que Weber; el sociólogo
contradictorlal en acto. Así" (':1 politeísmo .stricto sensú y e! cristianismo G. Simmel nos invita también a ello; en efecto, según éste, Dios se ca-
plural nos indican queconviene buscar siempre sin cesar un modus racteriza "como coindJmtia opjJositurum. centro a partir del cual se fun-
viven.djpara integrar al "prójimo". Este es el precio de la comunidad, dan las antinomias de la vida". En el mismo texto, hace referencía'a
la comunión de los .santos yel cuerpo místico. Y la guerra que se ha- la tribu ("la comunidad religiosa original era la tribu"), así comó'a la
cen lQs' distintos dioses, Q los conflictos, a veces sangrientos, que re- dependencia del individuo respecto de esta última. La dependencia
s~i~~-de las difer~:nu:~¡n~erPretadones' del mismo Dios, todo ello respecto al dios siendo de hecho una "estilización" (es decina la vez
conduce en deñnitívaal afianzamiento del cuerpo social. Aquí, la mi- el aspecto riguroso y eufemizado) de la primera.2!I Las tribus y 5llli lu~
tología se une a'19~ resultados de las investigaciones de punta en Ió- chas, la fuerte interdependencia que constituye a estas
tribus y, al mis-
!pea. oen cíbemética-el disfuncionamiento, lo contradictorial, ocu- mo tiempo, la necesidad de un Dios que una los contrarios, tal es el
pan un.sltío-nada desdeñable, dentro de la estructuración de 10 real marco epistemológico-mítico en el que se inserta la dialéctica' del
y de. la representación que lo explica. También concuerda con cier- "amor y del alejamiento" que parece estar en la base de toda estruc-
tos análisis weberíanos, como muestra esta famosa constatación, que turación social. Que la religión (rn-ligat'e) sea la expresión de una so-
merecese¡.cil.ada.~.nuev.o:"La sabiduría popular nos enseña que cialidad plural en el sentido que acabo de indicar, no tiene nada de
una.~~S<\ puede~,t:verdadera aunque no sea, y de hecho no siendo, extraño. En efecto, recordemos que, antes de converürse-en ínstíru-
nibelíanísanta ni buena. Pero éstos no son más que los casos más ción, con la consabida rigidificación resultante, las congregaciones
elementales de la lucha que enfrenta alas dioses de los diferentes ór- religiosas servían ante todo para darse calor humano y respaldarse
denes y de los diferentes valores. "22 En este texto, M. Weber, haden- ante la dureza del "orden establecido" social o natural. ..
do.~lícitareferencia, relaciona estrechamente e! politeísmo con lo Ello no obsta para que estas congregaciones, y la Interdependen-
popular. Tal vez habría que decir que hay periodos en los que la ma- cia que inducen, sean una mezcla de comunicación y de conflicto: Ci-
sa, saturada de explicaciones y de procedimientos racionales, finali- tando de nuevo a G. Simmel, el "codeo" y el estar-juntos del' "ser el
zados, producuvístas.economistas, se torna hacia el sustrato natural, uno para el otro" pueden ir perfectamente a la par con el "estar el
yo_diría.~ecológico:,de toda vida social, siendo entonces cuando en- uno contra el otro" (Simmel, ibid., p. 17). Regresaremos sobre esto
cueutrade nueve el vaivén que se establece entre la variedad de la na- más adelante; pero la armonía o el equilibrio pueden ser co~ictua­
turaleza y la multiplicidad de lo.divino. Lo que no deja de entrañar les. Desde esta perspectiva, los distintos elementos del todo social (co-
ciertas crueldades, pues quien dice politeísmo dice antagonismo. mo de! todo natural) entran en relación mutua, estrecha y dinámica;
Quien se remite a la naturaleza se remite también a sus duras leyes, en suma, designan una labilidad, sinónimo de lo vivo. La complejidad
como la violencia y la muerte. Pero la lucha de los dioses, así como la de la que nos habla E. Morin posee las mismas características y, en es-
I~cha de 19s grupos entre sí es de todas maneras mejor que la dene- te sentido, e! rodeo que proponemos aquí no es sin duda tan inútil
gación de lo-extranjero. En la guerra, éste adopta rostro humano. como podría parecer a primera vista. Considerando, además. al mis-
Existe: Y aunque sus costumbres contravienen con las mías, aunque mo tiempo, quejunto al miedo o a la realidad del racismo, son la mul-
yo no las considere ni "bellas" ni "santas" ni "buenas", aunque yo las

2~ Divago libremente a partir del texto de G. Simmel, ~P~bl¿'~es d~ la sociologie


I'2.M. Weber, L.. Sllvonj el le poli#q'ltl!,- traducción francesa de J. Freund, París, Plon, des religiona", t.raducción francesa de J. Séguy: An:hiw:s de sot:iologie da "'ligiun.5; Pans,
1959, p. 93, CNIt5, 1964, núm. 17, p. 19.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS EL POUCULTURALlSMO 207

tiplicación de los grupos religiosos, el pluriculturalismo y las redes logía el monopolio de la investigación sobre el otro. Demanerape-
afectivas los que.van ocupando un sitio cada vez más importante den- recicla, la teología debía interesarse por el otro absoluto. En la actua-
tro de la complejidad de las megalópolís contemporáneas. Obnubila- lidad resulta difícil mantener tales separaciones. La sociología de lo
dos por el modelo individualista y economista, que dominó amplia- cotidiano, en particular. ha sabido llamar la atención sobre la duplí-
mente durante la modernidad, olvidamos que las agregaciones cídad, el aspecto doble y duple de toda situación social, así como so-
sociales descansan igualmente en la atracción y el rechazo afectivo. La bre el "ensimismamiento" del pueblo y la pluralidad intrínseca de lo
pasión social, a pesar de. lo que piensen algunos, es una realidad ine- que parecía homogéneo. No lo reiomaremos.P Por el cont~~io, a
ludible. y si no podemos encajarla en nuestros análisis dejaremos de partir de esto podremos orientar resueltamente nue~tra reflexión se:
compr.ender múltiples situaciones que ya no se pueden dejar arrinco- bre la arquitectónica fabulosa que se construye a partir de esras duplí-
nadas en la sección. de t~h€chos varios" de nuestros periódicos. Y ello ciclarles y de sus sinergias. Todo esto rebosa vitalidad. Vitalidad desor-
can tanta mayor razón, cuanto que, como ocurre en todo momento denada, cacofónica. como se ha dicho anteriormente, y efervescente
de fundación "cultural", irrumpe el acontecimiento mulürracial. Sin también, pero muy dificil de negar. ' ' '
buscar la protección .de ningún padre fundador, podríamos leer una Me he referido antes a la Antigüedad tardía y a su carácter para-'
parte de 4 división del trabajo socialde Durkhelm desde esta perspec- digmático a la hora de pensar nuestro propio tiempo. Hubo un uem-
üva. Aunque lo siguiente disguste alas epígonos de Durkheim, guar- po lleno de "dioses parlantes", como los llama P. Brown; y; éste. agre-
dianes, celosos de su. templo, la amistad. la simpatía y, naturalmente. ga, cuando los dioses hablan "podemos estar segu~ ~e que ~e~~
sus contrarios, entran, de: manera no desdeñable, en el análisis de la que ver con grupos que aún pueden hallar una expresmn colectiva .
solídarídad.Tesümouío de frases de esta índole: "Todo mundo sabe Aplicando esto a nuestro tema, se puede decir que la polifonía con-
que.amamos a quien .se nos parece, a todo el que piensa y siente co- temporánea da cumplida cuenta de una pluralidad de dioses que tra-
mo.nosotros. Peroel fenómeno contrario no se da con menor fre- bajan en la construcción de una nueva "cultura". He hablado de pa-
cuencia, A menudo ocurre.que nos sintamos atraídos por personas que radigma para insistir en la eficacia de esta referencia histórica, pues
no.se.nos parecen, precisamente porque no se nos parecen" (p. 17). nosotros, que estamos realizando la conquista del espacio, olvidamos
Ojambíén.Tíeréclíto pretende que sólo se conjunta 10 que se opone, con demasiada frecuencia que también es posible reducir el aleja-
queIa.arrnonía más, bella nace de las diferencias, que la discordia es miento del tiempo. "Tiempo einstiano", que así nos permite leer el
la ley de todo deveníc.La falta de parecido, de la misma manera que presente "transportando imágenes" (metáforas) del p~do',De esta
el.parecido, puede ser causa de atractivo mutuo" (p. 18). Él llama a manera, al insistir en la vitalidad de los dioses yen su diversidad, en
esto ~a.kl; llna-y ala (.l'ra,.amistad", que serian por naturaleza.P' Dejar. realidad no estamos haciendo sino estilizar la efervescencia de nues-
sentado en los preliminares de su obra eso que yo lIamaria una amis- tras ciudades. Dejémosle ahora la palabra al poeta:
tad contradíctoríal explicaría esta solidaridad que permite entender
de manera lógica que 10 que difiere se complementa. Me parece que el hombre está lleno de dioses, cual esponja inmersa en ple-
Por supuesto. enesta perspectiva existe un cierto funcionalismo; no cíelo. Estos dioses viven, alcanzan el apogeo de su fuerza y luego mueren,
pero esto importa poco mientras no elimine la contradicción de ma- dejando a otros dioses sus altares perfumados. Son el principio mismo de to-
nera abstracta y nos permita pensar la alteridad y su dinámica espe-
cífica. Hasta hace poco se había dejado a la antropología y a la etno-

2!1 Sobre lo ordinario, que ·oculta una diversidad fundamentar, d. M. Cenea y Lo


Giard L'tmütuJ~dela rommunil:atiun, Parfs, Dalloz, 1983, p. 21. Sobre la -duplicidad",
21 É. D~'rkhdm, J)" i4 division dlllravail.",ó4~ París, Félix A1can, 1926, pp- 17, 18 ss. remito al capílUlo que le dedico, M. MafTe80li, La ~ d,j; frrisenI, purrr;",e soriologie
Sobre la diferencia en la sociedad conyugal, d. l. Pennacchieni 1.,0. poI;moWgUlOOjugor de kI vil> quotidimne, París (1979), Illlll, 1998.
fe, Parfs, Mazarine, 1986. es P. Brown, ~ de I'Antiq>ulé tmdiT'I', París, Callimard, 1983, p. 83.
EL TIEMPO DE LAS T1UBUS EL POLlCULTUIlALlSMO

da transforIl1ación de, todo. Son íaneceskíad del movimiento. Yo paseé en- Precisemos también que, desde la' perspectiva de la pasión social
touces con embriaguez en.medio.de mil concreciones divinas. indicada anteriormente, y de la que no se puede prescindir, el pro-
(Aragon, El campesino de París) blema que se plantea a nuestras sociedades será el de equilibrar estas
pasiones que se oponen y cuyo antagonismo se acentúa desde el mo-
Es este movimiento que va de la cultura a la civilización, y luego mento en que se reconoce una pluralidad de naturaleza, una plura-
también a la creación de .cultura, el que se puede leer en el politeís- lidad de naturalezas.F Es en este sentido en el que hablo de armonía
mo (antagonismo} de los valores que vivimos hoy día. Algunos lo lla- conflictual, pues el equilibrio es más delicado de alcanzar cuando la
marán decadencíaj.y por. qué no, siempre y cuando se entienda por pasión prevalece sobre la razón; cosa que actualmente no deja de ob-
decadencia que lo q\le muere está grávido de lo que va a nacer. Las servarse en la vida tanto cotidiana como pública. " ..
flores.que se marchitan... agotadas por su perfección, son promesa de Comencemos con una noción que es difícilmente admitida en
bellos frutos. nuestros días y que por cierto no se suele abordar con la debida serie-
dad; me estoy refiriendo a la noción de jerarquía. Bouglé ha observa-
do que el panteísmo acogedor de la India, así como su politeísmo
efectivo, están estrechamente ligados al sistema de castas. 28 El carác-
EL.EQUiLIBRIO ORGÁNICO ter acogedor y el no-dogmatismo doctrinal de la religión hinduista
descansa, en realidad, sobre su agudo sentido de la jerarquía. Se Ira-
Las culturas se agotan.fas civilizaciones mueren, todo forma parte de la de una situación paroxística que 'no puede ser exportada como tal;
esemecanísmo-de la-saturación claramente descrito por el sociólogo ni siquiera servir de modelo, pero que muestra a la perfección cómo
P. Sorokin.·.Esto yalle sabe.. Pero bay una pregunta más interesante: una sociedad pudo ronsrrutr su equilibrio sobre la coexistencia de las
¿qué,es.lo que hace .que perdure la vida? El principio de la respuesta diferencias, codificarlas con el rigor que todos conocemos y, así, cons-
podría precisamente encontrarse en la perspectiva heraclitiana o truir una arquitectónica que no carece de solidaridad. Por su parte;
nietzscheana: la destrucción es al mismo tiempo construcción. Si la L Dumont, en su Romo hierarchicus, supo mostrar la Imerdependen-
tradición de homogeneización política se satura, espontáneamente, da real y la conjundón de las comunidades producidas por tal siste-
por indiferencia o por los golpes recibidos por la intrusión de lo ex- ma. Es cierto que no deja lugar al individualismo, pero ofrece, de ma-
tranjero.es porque sus-efectos útiles ya han pasado. A partir de en- nera asombrosa, una comprensión holfstica de la sociedad. Estos
toneee, el equilibrio que había logrado crear, cesa. Este equilibrio se trabajos son actualmente bien conocidos y no requieren comentario;
había logrado en detrímentode lo que se puede resumir con la pala- nos apoyamos aquí en ellos para concluir que' la conjunción de gru-
bra difereru.ia. Ahora se .trata de ver cómo este "tercero" .estructuraan- pos pequeños, diferentes en cuanto a sus modos de vida e ideológica-
tropológica que hemos seguido paso a paso, puede integrarse dentro mente opuestos, es una fonna social que puede estar equilibrada.
de un nuevo equilibrio. En efecto, en la lógica de nuestra argumen- Lo que propone el sistema de castas de manera paroxística puede
tación, y refiriéndonos a numerosas situaciones históricas, podemos encontrarse, en forma suavizada, en la teoría de los "estados" de la
postular un equilibrio que pueda ctmentarse sobre lo heterogéneo. Edad Media. La teorización doctrinal suplementaria, que se encuen-
Empleando de nuevo nuestro concepto pendular, se puede decir que
la unidad del burguesísmo puede ser remplazada por la unicidad po-
pular. Tomando al pueblo no como sujeto histórico, a la manera de
'17Se hallará una constatación de este tipo de punto de vista freudiano en A. G. Sla-
la burguesía o del proletariado, "sino como entidad contradictorial; o
ma, I",~ rlw.~'~tln d'absoltl, ~tk la gdlu:he n. tkla droi'-l, París, Gruset, 1980, 'pp. 21, 22
también 'como práctica cotidiana en la que el "mal", el extranjero, el Y24 sobre Heráclito. '
prójimoya no sean.exorcizados, sino integrados según medidas y pau- 2\1 Ce. C. Bouglé, EuaÍJ ror l#! rigiml' MI ro.Jfl!-1, París, pur, 1935, 4a.'ed., 1969, p. 59.
tas variables, aun cuando éstas fueran homeopáticas. Asimismo, L. Dumont, HtJmffW hierarr.hinu, PaJÍlI. GaUimard, 1967.
216 EL TIEMPO DE LAS TR.lBUS EL POUCULTURAUIlMO :m
tra confortada, verbígracíapor el tomismo católico. Este último ela- reales; y, lo que es más, una libido dominandi (la violencia legítima} que
bora a partir de la exístencía.de dichos "estados" un pensamiento so- halla vías de expresión de bajo costo para el conjunto del 'CUerpo so-
bre la democracia que, como lo ha hecho notar E. Poulat, tiene un cial. P. Brown habla en este sentido de "modelo de paridad".30
sentido sensíblemente.dísunto del que nosotros damos a esta palabra. Esta perspectiva tiene la ventaja de tomar en consideración losdos
Así, esta "democracia no opone a las clases inferiores con las otras, elementos de toda vida mundana: el conflicto y la comunicación, y 10
como tampoco fomenta su nivelamiento, pero se opone a todas las que es más, ofrece un modelo de "renrabilizaciónvde su existencia con-
fuerzas sociales que comprometen su armonía [... ] defiende la igual- junta. En este sentido no es anacrónica. Al aplicarla al caso particular
dad propmr.Umal en el 0fr1en jcrárquico, a la vez que se refiere. histórica- de la formación de Brasil, Gilberto Freyre habla incluso de "proceso
mente, a la tradición medieval de la comuna'O" Por mi parte, diría de equilíbración't.U Siempre existe el peligro deeufemizar el.mode-
que.se trata de unaforma social, que encontramos, además de en los lo, así como de justificar las opresiones, por lo que sólo un análisis con-
ejemplos citados. en-el popuíísmo, en las construcciones utópicas (co- creto permite formarse una opinión; pero, desde-el punto de vista Ió-
mo la de C. Founerjcen el solídarísmo y en las realizaciones concre- gíco, no hay motivos para invalidarla en principio. En todo caso, en.Ia
tas, que de manera más o menos sofisticada, esparcen nuestras socie- reflexión que nos ocupa, permite entender cómo .la negociación de
dades desde el siglo XIX. los antagonismos puede serie útil al equilibrio del conjunto. y, lo que
. ' .Queda sobreentendido que, por más precauciones que se tomen es más, cómo el extranjero en su confrontación con el ciudadano, el
(.fa,"'¡gualdad·proporcional", por ejemplo), nos hallamos lejos del lgua- errante en contacto con el sedentario, el poderoso y el clíente.ee ea-
litarismo, al menos verbal. que caracteriza a lamodemidad desde que cuentran dentro de una vasta intercomunicación que todos necesitan.
la Revolución francesa hiciera de él un ideal universal. Lo cual no es Esto tiene, además, la ventaja de tomar nota de lo que existe. Pues. ya
óbice para-que se descubra también en aquel tramo cultural una soli- codificada en el sistema de castas, ya teologizada como algo conforme
daridad real, aun cuando ésta se halle limitada al grupo, o al menos a al designio divino, o bien astutamente enmascarada por racionaliza-
lo-que es proxémíco, y una manera de vivir el antagonismo. Como se ciones ígualítarístas, la jerarquía es un hecho que cada quien puede
reoerdará.Fouríer proponía en sus falansterios la "guerra de los pas- constatar. Es mejor tomar nota de ella para corregir sus efectos.mée
telillos", forma de competición culinaria que simbolizaba claramente nocivos. Esta corrección es tal vez más eficaz en las estructuraciones
la-atraccíón/repulsión de toda socialidad. Esto no deja de evocar a su sociales que piensan en términos de proxémíca; es decir, que dejan-a
vez la jilotimia antigua; despojada de su aspecto frívolo. En efecto, ésta los grupos involucrados la tarea de buscar formas de equilibrio..,
permitía a los poderosos, a los nuevos ricos y a los afortunados, rein- En efecto, en este caso, dada la interdependencia de toda vídaeo-
yectar en la comunidad parte de lo que habían ganado; y ello median- cial, cada uno sabe teuer necesidad del otro en un momento dado.
te construcciones públicas, edificaciones de lugares de culto o vivien- Existe reversibilidad: no voy a impugnar un privilegio del que podría
das para· los necesitados. Asimismo, la jilotimia tenía una dimensión ser beneficiario mañaua bajo una forma u otra. La necesidad del pri-
competitiva, -puesto que estos favorecidos-por el destino, así como sus vilegio. que tan importante papel desempeña en Francia (como nn-
apoderados, se lanzaban desafíos que era dificil no aceptar. De esta ma- merosos periodistas y escritores de éxito lo han revelado recíentemen-
nerael orden jerárquico permitía una especie de equüibrio mgánico, te), se ve así justificada. Incomprensible desde una perspectiva
que, de manera coenestésíca, correspondía a las necesidades de la co- mecanícista, halla su justo sitio en una visión orgánica, en donde to-
munidad. Juego de diferencias ritualizado en cierto modo. Ninguna
igualdad proclamada o programada, sino un ajuste, una compensación
MI P. Brown, GenGtdt l'Amiquili larrÜve, op. tiL. p. 79. a. el análi$isque se hace aquí
de la Phifotjmia, el cual dista bastante de lo que G. Renaud. A l'&m1mldu ~ op.
29 E. Poutat, Cal/wlicisme, dimtKmtie el !JOCÍrúi.sme, Parí" Casterman, 1977, p. 85, nota cit.,lIama el -sooaí-estatísmo", cf p. 215.
33yp.86. ~l er. G. Freyre. Maw< d 6C/aves, op. cit., p. 93.
EL TIEMPO DE LAS 'raratrs EL I'OLlCULTUIlALlSMO

das' las cosas se sostienen. Pero esto quiere decir que el individuo no nal, orientado hacia un fin. En cambio el papel y la teatralidad hallan
es-el principio y el fin del todo social, sino que es el grupo, la comu- su sitio en un tiempo cíclico, cuyos momentos se.comparten. Este de-
nidad, lo colectivo en su totalidad lo que prevalece. Para emplear un venir cíclico da a cada grupo la seguridad de que podría beneficiar-
concepto de la filosofía alemana; digamos que la toma en considera- se de nuevo de un momento del tiempo que le está reservado. Baste,
ción de la jerarquía, de-la diferencia, y los modelos de paridad y re- a este respecto, con saber que el carnaval es preparado por cada uno
versibilidad que ello induce, remitirían a una "regulación espontá- con mucha anticipación. Esta seguridad tiene gran importancia ruan-
nea" (NaturtlJÜchsig). Volvemos a encontrar aquí el vitalismo del que do se sabe que la gestión del tiempo que pasa es un elemento primor-
se 'habló antes. Contrariamente a los periodos que acentúan la activi- dial en eso que yo he llamado "el enfrentamiento con el destino", Du-
dad-racional, esta regulación sería propia de ellos que muestran ma- rante un tiempo determinado, y en coordinación con otros
yor confianza en -la.soberanía intrínseca de cada grupo. Estos grupos. momentos, el pueblo sabe que podrá ejercer su soberanía.
Iras una larga serte.depruebas-errores y de enfoques caóticos, saben Posteriormente, este momento de soberanía popular va a permitís
encontrar el-ajuste debido entre sus objetivos y sus maneras de estar integrar lo anómíco, lo extranjero, Da Matta habla en este sentido de
diferenciados. Asf,'paradójicamente, el "tercero" puede hallar con "periferia" o de "linde" (p. 65). Con referencia aloque he dicho an-
mayor facilidad su-sitio en-un tipo de sociedad que no niegue a pno- teriormente, se trata de una verdadera anamnesís. El bandido, la pt:Olr
ri la-dimensión jerárquica de la existencia social. Aparte de advertir- tituta y hasta la misma muerte (forma del otro absoluto) pueden ex-
se en ejemplos históricos ya tipificados, esto también se puede obser- presarse como figuras emblemáticas. El cuerpo social recuerda que es
var-en numerosas situaciones sociales determinadas y observables en una mezcla inextricable de elementos contradíctoríales; y la multipli-
nueseos días. Tales el caso del carnaval. Sobre éste se han realizado cidad de disfraces y de situaciones provocadas por éstos es, a este res-
numerosos')' pertinentes análisis. Desde un punto de vista socíoantro- pecto, sumamente esclarecedora. Asimismo, es corriente.que un mis-
pologíco. escogeré aquí, por parecerme especialmente atinado, el de mo individuo cambie cada día de traje. Multiplicidad exreríor y
Roberto da Matra. Por supuesto, no voy a exponer todo su análisis, si- multiplicidad interior, se podría decir. Así, los antagonistas son ínter-
no únicamente destacar algunos de sus puntos fuertes que se arucu- prerados de manera lúdica o se agotan en la competición a la que.se
lan.claramente con nuestro tema. Primero que nada, la inclusión de entregan las escuelas de samba y los individuos en lo que se refiere,-en
la actividad festiva en las sociedades holistas yjerárquicas. En lo que particular, al costo del vestuario. Nadie se libra de esta competición"
atañe alstríangulo ritual brasileño", muestra cómo.junto al día de la abundan anécdotas u observaciones directas 'que dejarían asombrado
patria; que representa-al Estado nacional y al ejército.junto a la Se- a más de un espíritu calculador. La fdotimia, de la que se ha- hablado
mana Santa, cuyo protagonista esencial es la Iglesia, el carnaval con- anteriormente, podría aplicarse aquí a la masa; el gasto, incluso de par-
cierne esencialmente 'al pueblo. a la masa. 32 Esta tripartición es. por te de la gente que no tiene nada, es una manera de recolocar en el cir-
muchos motivos, interesante, pues; da cabal cuenta de una coexisten- cuito colectivo lo que había sido privatizado: dinero y sexo. Así.como
cia que se reparte el-tiempo. Reparto diferenciado, sin duda, pero el poderoso de la Antigüedad se redimía construyendo templos, así
que, en el marco de una teatralización generalizada, atribuye a cada también la gente se hace perdonar aquí su individualidad en el tiem-
grupo un papel que desempeñar. Y digo bien pape~ en oposición a po normal construyendo catedrales de luz en este tiempo festivo.
lunaim. la cual remite a un funcionamiento social. mecánico, racío- Además,junto a los antagonismos interpretados colectivamente,
junto a la pluralidad de personajes que se expresan en el disfraz, en-
contramos la aceptación del extranjero. El hecho de que esté emble-
3:l R. da Matta, CamDoo/s, bandils rilléTw, Parfs, Seuil, 1983. pp. 57 ss. Sobre la "tea-
matizado es una manera de reconocimiento. Así, aunque tal vez el ra-
tralidad" y"el enfrentarse al destino", remito a mi libro, M. MafTesoli, La ronquill' du cismo no esté ausente en la vida cotidiana de Brasil, la efervescencia
/Jti'itm/' "1'. ril. R'espeeto a la samba, cf M. Sodré, Samba o dono do rorpo. Río, Codeen, y la teatralización del carnaval son una manera de relativizarlo o de
1979. temperarlo, por así decir. Por medio de estos diversos elementos ca-
EL T1E.!oU'ODE LAS TRIBUS
EL POUCULTUIlAUSMO

racteristicos del carnaval. 19que se.vive es una determinada forma de han sido anatematizados por el maestro. las distintas comisiones son
o~nicidad. Todo el carnaval se-inscribe en la organicid.a~ de la tri- lugares en los que están permitidos todos los golpes bajos, etcétera'.
partición-festiva, y en su interior encontramos una org~lJcldad espe- Lo que conviene retener de todo esto es que se participa en la-gloria,
cíñcaque deja un sitio real a la multiplicidad de las funciones y de los en los disgustos del maestro. "Yo soy su hombre" es una frase que ya
caracteres, Y, el que esta.multiplicidad no sea "más que" interpretada, no se oye en Francia tanto como antes, aunque su realidad exista; en
no cambia en nada el asunto, El imaginario, cosa cada vez más admi- cambio. en Italia se oye todavía frecuentemente la frase" lo sanodi l'u-
tida, desempeña también un.papel de estructurante social. 1W, io sonodeU·altro...• Soy de su clan, de su grupo.é" ¿Hay que lamen-
Son esta efervescencia ritual y este conuadíctoríal en acto los que tarlo>, ¿hay que combatirlo? En todo caso, es necesario reconocer los
al volver cíclicamente permiten confortar, en la vida común y comen- efectos de tal actitud. En la medida en la que, en un ámbito dado; los
te. el-sentimiento de. participar en un cuerpo colectivo. Así como en grupos pueden ndattvizarseunos a otros, este mecanismo del clan pue-
el carnaval se interpreta el papel de tal general, de tal conde o de tal de permitir el juego de la diferencia, la expresión de todos y, por tan-
grande del mundo. ¡tSf también se puede uno glorificar posterionnen- to. una forma de equilibrio. Es la mafia, de la cual he dicho antes en
ts.de ser el chofer.de dicho general. O también, siguiendo nuevamen- algún momento que podía ser la "metáfora de la' Süciedad".35 Cuan-
u: aDa Matra, se puede ver a toda una servidumbre regocijarse del tí- do se respetan las normas de buena conducta, existe regulación y 01'-
tulo de Barón que. acaba de obtener el amo."Se trata Casi. d e una den orgánico. Lo que no deja de ser benéfico para todos.
"partícípacíón" en el sentido místico del término. Destaca consecuen- Todos los actores son partes integrantes del mismo escenario, al
cias secundarias concretas (financieras, privilegios, prioridades) pe- tiempo que sus papeles son díterentes.jerarquízados, a veces conñío-
ro.también simbólicas. Al formar cuerpo con una entidad superior, tuales. La regulación recíproca es, ciertamente, una constante huma-
}lo conforto mi existencia propia. Esto nos incita a atribuir a la solida- na, una estructura antropológica que descubrimos en todos los gran-
ridad un espectro ampliado y a no limitarlo a su sola dimensión igua- des grupos socioculturales. Esto lo puso muy claramente de manifiesto
litaria o económica. G. Dumézil, y la física moderna lo redescubrió a su manera: la relati-
La diferencia vivida en la jerarquía puede ser vector de este equilí- vidad general de Einstein es buen testimonio de ello. En cada uno de
brío social que tanto nos preocupa. Otro ejemplo cotidiano puede ser estos grandes grupos se descubre un indudable politeísmo, que pue-
la .socíalidad de base: la vida de barrio o la vida sin calidad de todos de estar bien afirmado o más o menos oculto. Pero, aun cuando hay
los días, desdeñable desde una perspectiva macroscópica, pero que monovalencia aparente de un valor (de un dios), se descubre siempre
cobra toda su importancia con la acentuación de la proxémlca. Pode- un valor o varios valores alternativos, a me.ua voce, que no dejan de ac-
mos observaraquí.el mismo mecanismo de participación del que aca- tuar en la estructuración social y en su equilibrio: tal es el caso, por
bamos de hablar, Participación en un hamo, en un grupo, en un ani- ejemplo, de la multitud de movimientos heréticos en el seno de la rí-
mal emblemático, en un equipo de fútbol, alrededor de un guro o de gida cristiandad medieval, o también del hasidismo popular que per-
un pequeño jefe local. Se trata de.una forma de clientelismo en la que meará profundamente el intransigente monoteísmo mosaíco.w .
se reirnerpreta lajerarquía. "Se pertenece" a un lugar, a una banda o
a un personaje local que se convierte así en héroe epónimo. Varios es-
tudios sobre la alta función pública, la universidad o los directivos de
• Yo soy de uno. yo soy del otro {T.].
empresas hacen destacar claramente este proceso. El microcosmos in- Si A. Medam, Arm..... rh NapiLs, París. Édi!ion desAulre8. 1979. p. 78. hace un buen
telectual, aun compuesto por las "mentes libres" por excelencia, no anillisis del cJientelismo en Nápcles. Paralas empresas, podemos remitimosaA. Wld-
queda exento de esto: no se leen las producciones de los rivales que ham y M. Penereon, Les{~París. Ramsay. 1984. Buenos análisis y clasificación
de filiales.
3/; M. Maffesoli, "La maffia comme métaphore de la sodalik'-. Ca1Uer3 i~

rh ~ París, PUf, 1982, vol. l.xxm, pp.~.


33 lbj¡l., p. 183 Ylas ~eferencias a MacJladQ_de ~is que hace en la nqla 2. ~Cf.losejemplosque da, en este sentido, G. Durand. 1:. ~.IA pl1uielstúPSJ"
216 El TIEMPO DE lAS TRIBUS

A imagen de la química, se puede decir que todo es cuestión de 6. DE LA PROXÉMlCA


combinación: por asociación diferenciada de los elementos se obtie-
ne tal o cual cuerpo específico; pero, a partir de un cambio mínimo
o en función del desplazamiento de un elemento, el conjunto puede
cambiar de forma. Es así como, en definitiva. se opera el paso de un
equilibrio social a otro. Es en el marco de dicha combinatoria como
hemos tratado de apreciar el papel del tercero. esa cifra "tres", engen- "lA COMUNIDAD DE DESTINO
drador de sociedades, pero tantas veces olvidado. Ciertas referencias
.hisrórícas teóricas o anecdóticas han pretendido recalcar que su toma Por encontrarnos.obnubílados ante las grandes entidades que se han
en consideración corresponde siempre a un momento fundador. un impuesto a partir del siglo XVIII: la historia, la política, la economía,
momento de cultum.En cambio. el debilitamiento que supone el pa- el individuo, tenemos cierta dificultad para enfocar nuestra mirada
so de la cultura a la civilización tiende a favorecer el encogimiento en en "lo concreto más extremo" (W. Benjamin) que es la vida que a to-
la unidad, a suscitar el miedo al extranjero. Otra idea conductora es dos nos toca. Sin embargo. parecería que tratamos aquí de un envite
el postular que la efervescencia provocada por el tercero es correlati- nada desdeñable, y en todo caso será ineludible durante los decenios
va a una acentuación del pueblo, que se conforta con el juego de la por venir. No se trata, por cierto, de una cuestión nueva, y al final de
diferencia, que él estima benéfico para cada uno. Las imágenes reli- esta explicación, fiel a mi estilo, intentaré mostrar a la vez su arraiga-
giosas y místicas son, a este respecto, particularmente ilustrativas, pues miento antropológico y las modulaciones específicas que pueden ca-
recuerdan, y encaman mal que bien, de manera cotidiana, una uto- racterizarla hoy día.
pía colectiva, aquel imaginario de una comunidad celeste en donde Hay momentos en los que cuenta menos el individuo que la comu-
"todos seremos idénticos y distintos. Como idénticos son, y distintos, nidad en la que éste se haya inscrito. Asimismo, lo que importa no es
todos los puntos de una circunferencia con relación a su centro't." tanto la gt"a!l historia que describe los hechos, sinolas historias vivi-
Como se ve, esta reflexión alusiva y metafórica no deja de tener re- -das día a díJ,las situaciones imperceptibles, que constituyen precisa-
lación con la realidad contemporánea; ya lo he ido indicando fre- mente la trama comunitaria. Estos dos aspectos me parecen camele-
cuentemente a lo largo del presente análisis. La socialidad que se es-- rfsrícos de lo que puede expresarse mediante el término "proxémíca"
boza ante nuestros ojos se funda, con mayor o menor fuerza según Esto requiere, naturalmente, estar atentos al componenterelacional
las situaciones, en el antiguo antagonismo del errante y el sedentario. de la vida social. El hombre en relación. No sólo la relación ínterin-
Al igual que en todo paso de una combinatoria a otra, esto no queda dividual, sino también lo que me liga a un territorio, a una dudad, a
exento de miedos y de temblores, incluso por parte de los observado- un entorno natural, que comparto con otros. Así podríamos definir
res, que también son protagonistas sociales. Pero si sabemos dar las pequeñas historias vividas día a día:' .tiempo que se cris.taliuJ en espa-
muestras de lucidez, lo que, lejos de toda actitud enjulciadora, es cio; Desde este puntO de vista, la historia de un lugar se convierte en
nuestra única exigencia, sabremos reconocer, parafraseando a WaI- historia personal. por medio de la sedimentación, todo lo anodino,
ter Benjamin, que "no existe documento de cultura que no sea tam- -hecho de rituales, olores, ruidos, imágenes, construcciones arquitec-
bién documento de barbarie". tónicas- se convierte en lo que Nietzsche llamaba un "diario figurati-
vo", en donde se aprende lo que hay que decir, hacer, pensar. querer;
que nos enseña "que aquí se podría vivir puesto que se vive". Así, se
forma un "nosotros" que permite a cada quien mirar "más allá de la efi-
cM, París, Denoel, 1980, p. 143 Ynotas. Sobre Einstein y la relatividad general, ef.J.-E. mera y extravagante vida individual", sentirse "como el espíritu de la ea-
Charron, 1:(..\1"';1, cel ínomnu; París, A1bin Michel, 1977, p. 56. sa: del linaje, de la ciudad". Imposible expresar mejorel cambio de per-
37J, Lacaniere, L'i/i (m.-. Parí!¡,Plon, 1976, p. 54. Análisis del misticismo griego. spectiva que, a mi entender, es preciso efectuar. Un enfoque diferente,

[217J
218 .EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
DE LA PIlOXtMlCA 119

y se acentuará aquello que es común a todos, que es hecho por todos, ciudades helenísticas descansan esencialmente en la doble polaridad
aun de manera microscópica "Puesto que la historia viene de abaio." del cosmopolitismo y del arraigamiento (lo que no excluye producir
Ocurre que regularmente dicha acentuación logra expresarse. y esa civilización específica que todos conocemos).' ¿Qué quiere decir
cabe preguntarse si no nos encontramos ante uno de esos momentos esto sino que la multiplicidad de los grupos, fuertemente unidos por
de fermentación en los que. al haberse saturado ciertos grandes idea- sentimientos comunes, va a estructurar una memoria colectiva cuya
les, se elaboran mediante una alquimia misteriosa las maneras de ser diversidad misma es fundadora? Estos grupos pueden ser de diversa
que van a regir nuestros destinos. Se trata de transmutación, pues na- índole (étnicos, sociales), estructuralmente, es su diversidad lo que
da se crea; así, cierto elemento relegado. pero que jamás ha dejado asegura la unUidad de la ciudad. A imagen de lo que dice S. Lupasco
de estar presente, vuelve al frente del escenario, adquiere una signi- de lo "conrradictorial" ñsíco o lógico', es la tensión entre los diversos
ficación particular y se torna determinante. grupos lo que asegura la perennidad del conjunto;
Esto mismo ocurre con las distintas formas de reuniones prima- La ciudad de Florencia es, en este sentido, un ~mplo particular-
rias, que son los elementos de base de todas las estructuraciones S6- mente ilustrativo. Así, cuando Savonarola se propone describir el
ciaíes. En su análisis: de la civilización helenística, F. Chamoux obser- ideal-tipo de una república, será la estructura florentina la que utili-
va que aquello que se tiende a calificar de período de decadencia zará como modelo. ¿Ycuál es? Bastante simple, en realidad, y muy dis-
pudo ser considerado como "la edad de oro de la polis griega". Tal tinto de la connotación peyorativa que se suele atribuir en general al
vez ésta no determine ya una historia en marcha, pero su intensa ac- calificativo de "florentino". Así, en su De Poütia cimienta la arquitec-
tividad cotidiana testimonia una vitalidad propia, una fuerza especí- tónica de la ciudad sobre la idea de'proximídad. La civilas es una com-
ñca, que se consagran al afianzamiento de aquello que es "la célula binación natural de asociaciones más reducidas (vict). Es el juego de
comunitaria en la que descansa toda civilización". 2 En efecto, las gran- estos elementos, unos con relación a otros, lo que asegura el mejor
des potencias pueden enfrentarse para regir el mundo en su totali- sistema político. De manera casi durklÍeimiana, hace descansar la so-
dad o para hacer la historia; por su parte, la ciudad se contenta co~ lidez del sistema en estas "zonas intermedias", que escapan tanto a la
asegurar su perdurar, proteger su territorio y organizar su vida alre- extrema riqueza como a la pobreza exagerada."
dedor de mitos comunes. Mito contra historia. Empleando de nuevo Así, la experiencia de lo vivido ~ común es precisamente lo que
una imagen espacial, a la extensión (ex-tendere) de la historia se opo- funda la grandeza de una ciudad. Cierto es que Florencia no careció
ne la "in-tensión" (in-tenden:) del mito, que va a privilegiar lo que se de brillo. Y abundan los observadores que destacan lo que éste le de-
comparte mediante el mecanismo de atracción/repulsión que le es bió a una antigua "tradición cívica popular". El humanismo clásico
inherente. que produjo las obras maestras que conocemos pudo así ser fecun~­
Éste es, por cierto, uno de los factores del polículturalismo ante- do por la cultura volgare.f> Conviene recordar este hecho, flUes, sll~
riormente abordado (capítulo 5). En efecto, el binomio tarítorio-mi-. política exterior de la ciudad no fue particularmente gíoríosa, su VI-
to, que es el principio organizador de la ciudad, es causa y efecto de_
la difracción de dicha estructura. Es decir, que, cual una muñeca ru-
sa, la ciudad encierra otras entidades del mismo género: barrios, gru-
3 Jbid., p. 231, sobre otra aplicación de esta polaridad, d. el tipo ideal de I~ ciudad
pos étnicos, corporaciones, tribus diversas, que van a organizarse al- elaborado por la Escuela de Chícagc: en panicular, E. Burgess: U. Hannerz, Ex:plom" fa
rededor de territorios (reales o simbólicos) y de mitos comunes. EsWS viJh, París, Milluit, 1983, p. 48.
4 Se haDará UIl análisis de Ih PolWa. d. D. weinstdn, SaoonaroiedFlorffla, París, Cal-

mann--Lévy, 1965, pp. 298-299. .


5 [bid., pp- 44-45 Ynotas 18 y 19 respecto a la irradiación de la ciudad de FlOTeIlCIa.
1 Sobre Nietzsche, cf. el análisis que hace F. Ferrarotti, Hi.¡/ni", d h~/nim lk vie, Pa- Sobre "el espacio como categoría de nuestro entendimiento", cf. A; Moles y E. ~t:­
rí&, Líbrairie des M":ridiells, 1983, pp- 32 ss. mer; Les údTyrinllw dq ¡W:u. PaJis, Méridiens, 1982; sobre la "comunidad de sentido ,
2 F. Chamoux, Lo ~"ili5aiio" helJi"isliqlu, París, Arthaud, 1981. p. 211. d.J. F. 8ernard-Béchariers, JinJIu: frarlfaiY du marfuting, 1980/1, cuaderno 80.
220 EL TIEMPO DE LAS TR,IBU8
DE LA PII.OXÉMICA 221

talídad interior, y ello en todos los campos, ha dejado un impacto que recer, aseguran la soberanía sobre la existencia. Constatación que se
duró mucho tiempo. Ahora bien, esta vitalidad se cimienta ante todo impone de manera puntual, como lo ilustran algunos ejemplos his-
sobre aquello que podríamos llamar un mícrolocalísmo generador tóricos; sin embargo, como suele ocurrir, lo que se deja ver en estos
de cultura. momentos paroxísticos no hace sino traducir una estructura profun-
He hablado anteriormente de "combinación natural". Este "natu- da, que garantiza, en tiempo ordinario, la perennidad de cualquier
ral" es, por supuesto. medianamente cultural; es decir, surgido de una tipo de conjunto social. Sin prestar a este término una connotación
experiencia común y de una serie de arreglos que, mal que bien. ha política muy precisa, se puede decir que la constante "pueblo" es, en
logrado constituir una especie de equilibrio a partir de elementos fun- sus distintas manifestaciones, la expresión más simple del reconoci-
damentalmente heterogéneos, Armonía eonflictual en cierto modo. miento de lo local como comunidad de destino.
Esto llamó particularmente la atención de M. Weber, el cual, en su El noble, por oportunismo o alianzas políticas, puede variar, cam-
ensayo sobre la ciudad, deja constancia del vaivén que se establece biar de pertenencia territorial; el mercader, por las exigencias mis-
entre el pueblo (popolo) y la estructura política. Naturalmente, no se mas de su profesión, se halla en constante circulación; por su parte,
trata más que de una tendencia, pero no deja de ser ilustrativa y de el pueblo garantiza el mantenimiento. Como lo indica G. Freyre res-
dar cumplida cuenta del ajuste entre la dvitasy el vicusque acabamos pecto a Portugal, es él "el depositario del sentimiento nacional y no
de mencionar. Descubrimos aquí algo de la dialéctica cosmopoliús- la clase dominadora".8 Por supuesto, hay que matizar tal afirmación;
mo/arraigamiento de las ciudades helenísticas; si bien los dos polos pero es innegable que, frente a los frecuentes pactos de las clases di-
los constituyen en este caso la familia patricia y el pueblo. En primer rigentes, encontramos un cierto "intransigeruismo" en los estratos po-
lugar, dichas ciudades se neutralizan, por así decir. Los "jefes de las pulares. Éstos se sienten más responsables de la "patria"; tomando es-
familias militar y económicamente más poderosas se repartían (los) te término en su sentido más simple: el territorio de los padres. Esto
puestos y los cargos oficiales, asegurando así la gestión de la ciudad"." se entiende, poco móvil de por sí, el pueblo es snictosensu un "genio
Expresión política del politeísmo de los valores, este reparto de los del lugar". Su vida diaria garantiza la unión entre el tiempo y el espa-
honores es una manera de, a la vez que se distribuye, atemperar el do. Es el guardián "no consciente" de la socíalidad.
poder. Al mismo tiempo, merced a esta estructura prácticamente es- Es en este sentido como hay que entender la memoria colectiva, la
tatista, la ciudad tenía su propia autonomía (económica, militar, fi- memoria de lo cotidiano. Este amor al prójimo y a 10 presente es, de
nanciera), pudiendo así negociar con otras ciudades igualmente au- hecho, independiente de los grupos que lo suscitan. Expresándonos
tónomas. a la manera de W. Benjamin, estamos aquí ante un aura, un valor en-
Sin embargo, esta autonomía se hallaba relativizada en el seno de globante: eso que ya antes he propuesto llamar una "transcendencia
la propia dudad mediante la organización del popolo. Este último, inmanente". Es una ética que sirve de cimiento a los distintos grupos
contrapunteando a los patricios, representaba "la fraternización de que participan en este espacio-tiempo. Así, tanto el extranjero como
las asociaciones profesionales i arti o paratin)", lo que no le impedía el sedentario, tanto el patricio como el hombre del pueblo forman,
reclutar una milicia y contratar asalariados (el Capitanus popoli y su volens noíens, parte integrante de una fuerza que los supera y que ase-
equipo de oficiales). 7 Se puede afirmar que estas fraternízacíones sur- gura la estabilidad del conjunto. Cada uno de estos elementos es du-
gidas de la proximidad: barrios, corporaciones, representaban el "po- rante cierto tiempo prisionero de ese glutinum mundi que, según los
derío", la sociabilidad de base de las ciudades en cuestión. Es en este alquimistas de la Edad Media, garantizaba la armonía de lo total y de
sentido en el que lo próximo y lo cotidiano, pese a lo que pueda pa- lo particular.

6 Gr. M. Weber, La vilJe, París, Aubier-Momaigne, 1984, p. 72. '8 G. F.-eyre, Mailu., ~l escla~.. la formalitm de la nll:ii/i brmünllu, París, Gallimard,
1 [bid., p. 129.
1970. p. 201.
222 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS DE lA PROXtMlCA

Como ya he díchoanteriormente, existe una estrecha relación en- nos conformamos con lo que tenernos. Y cierto es que, más allá de
tre el espacio y lo cotidiano-Aquél es, ciertamente, el conservatorio sus diferentes y a menudo pobres declaraciones de intención, los
de una socíalídad que ya no se puede seguir desdeñando, como po- protagonistas de la vida común y corriente son, de manera concreta,
nen de manifiesto numerosas investigaciones sobre la ciudad. Esto lo de una gran tolerancia para con el prójimo, los otros, lo que ocurre.
traduce la interrogación, un tanto prudente a mi parecer, de H Ray- Esto permite que, de manera paradójica, pueda brotar de la miseria
mond en su prefacio al. libro de Young -y WilImott: ~ ¿Hay que pensar económica una innegable riqueza existencial y relacional. En este sen-
que, en ciertos casos, morfología urbana y modo de vida obrero lle- tido, tomar en consideración la proxémíca puede ser el medio apro-
gan a formar un todo armoníco>'? Por supuesto una armonía seme- piado para superar nuestra habitual actitud de sospecha y para
jante existe. Es incluso el resultado de eso que yo he propuesto lla- apreciar las intensas implicaciones personales e ínterpersonales que
mar "comunidad de destino". Y para quien conozca por dentro ese se expresan en lo trágico cotidiano.
tipo de viviendas que son las "vecindades" del norte de Francia o los Esta expresión la empleo aquí con toda intención, pues las relacio-
"conjuntos habítacíonales" de los pueblos mineros del sur y centro nes fundadas en la proximidad distan mucho de ser-relajadas. Em-
del mismo país, no existirá duda alguna de que es esta "morfología" pleando una expresión conocida, las "aldeas urbanas" pueden tener
la que sirve de crisola la conjuncíón de los distintos gmpos entre sí. relaciones a la vez densas y crueles. En efecto, el hecho de conocer
Naturalmente, y nunca se insistirá en ello lo suficiente, toda armonía siempre algo sobre el prójimo, sin conocerlo con exactitud, no deja
integra una dosis de conflicto. La comunidad de destino es un aco- de afectar notablemente los modos de vida cotidianos. Contraria-
modo respecto al entorno natural y social y como tal debe confron- mente a una concepción de la ciudad formada por individuos libres
tarse a la heterogeneidad bajo sus diversas formas. que mantienen esencialmente relaciones racionales -béstenos, a es-
Esta heterogeneidad, este aspecto contradictorio, ya no son más te respecto, recordar el adagio conocido según el cual el ambiente de
los de la historia sobre la que se puede actuar -parücularmente me- la ciudad nos hace libres: Stadduft macht ¡m-, parecería que las me-
diante la acción política-, sino aquello con lo que hay que negociar galópolis contemporáneas suscitan una multiplicidad de pequeños
y llegar mal que bien a un acuerdo. Y esto no se puede juzgar a par- enclaves fundados en la interdependencia absoluta. La autonomía
tir de una vida que,no estuviera alienada, a partir de una lógica del (individualismo) del burguesismo está siendo remplazada por la he-
"deber ser". Refiriéndonos a la metéfora aimmeliana "del puente y de teronomía del tribalismo. Démosle a éste el nombre que queramos:
la puerta" -lo que une y lo que separa-, la acentuación de lo espa- barrios, vecindarios, grupos de intereses diversos, redes, estamos asis-
cial, del territorio, hace del hombre relacional una amalgama de tiendo al retorno de una implicación afectiva y pasional, cuyo aspec-
apertura y de reserva. Y ya se sabe que cierta afabilidad es a menudo to estructuralmente ambiguo y ambivalente es de sobra conocido.
indicio de un potente "ensimismamiento". Digo todo esto para dejar Como ya he dicho, aquí describo una "forma" matricial. En efec-
bien claro que la proxémica no significa, en modo alguno, unanimis- to, esta tendencia afectual es un aura que nos empapa, pero que pue-
mo; no postula, como la historia, la superación de lo contradictorio de expresarse de manera puntual y efímera. También esto forma par-
ni de aquello (o de aquellos) que molesratn). Según la expresión tri- te de su aspecto cruet. Y no es contradictorio, como dice Hannerz,
vial: "hay que contentarse con lo que nos toca". De ahí una apropia- ver materializarse "contactos breves y répídos".'? Según los intereses
ción, por relativa que sea, de la existencia. En efecto, al no apostar ya del momento, y según los gustos y las ocasiones, la implicación pasio-
por una posible vida perfecta, ni por un paraíso celeste o terrestre, nal va a conducir hacia tal o cual grupo, o tal o cuaí actividad. Llamé

9 H. Raymond, prefacio a M. Young y P. Willmou, Le vilbj~ "'an.. in. TJifk, Paris, cel, 10 Cf. U. Hannerz, ap. cil.., p. 22; sobre las "aldeas urbanas", d. H. Oans, v" urlHm
Centre Georges Pompidou, 1983, p. 9. vi/lagrr3, Nueva York, Free Presa, 1962. Sobre la atracción, d. P.Tacussel, L'allmcÚlm_
• Véase Sirnrnel. ap. rilo [T.l. cWle, Parú, Klincbieck, 1984.
EL TlEMPQ DE LAS TRIBUS DE LA PROX!MICA 225

a es-to "unicidad" de.ía comunídad, o una especie de unión puntea- Finales del siglo XIX, fue galopante, seobsetvan'numerosos indicios
da, 10 cual, naturalmente, induce .la adhesión y la discrepancia, la que remiten a lo que se podría denomínarúna "oríentalízacíén" del
atracción y la repulsión, ,y, por ende. no está libre de todo tipo de des- mundo, Ésta se expresa en modos de vida específicos, nuevas'coetum-
garramientos y conflictos. Estamos aquí, sin duda, y es.to es una. ca~~­ bres indumentarias, sin olvidar las nuevas'actítudes respecto a la ocu-
terístíca de las ciudades contemporáneas, en presencia de la díaléctí- pación del espacio y el cuidado del cuerpo'. Sobre 'este último punto,
ca masa-tribus, en la qUt; la masa sería el polo englobante y la tribu el en concreto, cabe advertir el desarrollo 'yla multiplicidad de las "me-
de la cristalización, particular. Toda la vida social se organiza alrede- dicinas paralelas" y diversas terapias de' grupo. Varias investigaciones
dor de estos dos polos en un movimiento sin fin; movimiento más o en curso demuestran, de hecho, que, lejos de ser marginales estas
menos rápido, más O; menos intenso, y más o menos "estresante" se- prácticas, bajo formas diversas se capilarizan en el conjunto del cuer-
gún los lugares y las personas. En cierta manera, la éti~~ del ins~~te po social. Naturalmente, esto corre a la par con la introducción 'de
inducida por este movimiento sin fin permite reconciliar la esratrca ideologías sincretlstas que, al atenuar la clásica dicotomía cuerpo/al-
(espactos.estrucruras) y Ia dinámica (historias, discontinuidades), ma elaboran de manera subrepticia un nuevo espíritu del tiempo, al
que, por lo general, se consideran antinómicas. Junto a conjuntos cí- que el sociólogo no puede mostrarse indiferente. COmo ha demos-
vilizatorios, que vana sermás bien "reaccionarios", es decir, privile- trado Baltruealtíe a propósito de la egiptomailía,' esta intrusión de 'la
giadores delpasado, la tradición y la inscripción espacial, y junto a "extrañeza" se da de manera puntual; con todo', se diría que el pro-
otros conjuntos progresistas, que van a hacer particular hincapié en ceso que ésta contiene ya no está reservado a una élite y que sobre 10-
el futuro, el progreso y el avance hacia el porvenir, podemos imagi- do secreta esas pequeñas tribus que, mediante concatenaciones y en-
nar agregacionessociales que alíen "contradictoriamente" estas dos trecruzamlentos diversos, hacen acto y efecto de cultura.P . ..
perspectivas yhagan deja "conquista del presente" su valor esencial. Ahora bien, la característica esencial de los indicios a que acaba-
La dialéctica masa-tribu puede servir entonces para expresar esta mos de referimos es la de constituir una nueva configuración de la
competencia (cumfeteTe).1l . . . relación espacio-tiempo. Reutilizando las nociones propuestas desde
-R~t,otnando una temática que, desde G. Durand y E. Morín, no el principio, se hace hincapié en lo próximo y en lo afectual.: en lo
dejaya indiferentes a los intelectuales, habría que reconocer que hay que une a un lugar, que es vivido con los demás. A modo de ilustra-
un.proceso sin Finque va de la culturalización de la naturaleza a la ción heurística, me referiré aquí a A Berque, quien declara que "no
narurallzación de lacultura.Jo que conduce a entender al sujeto en es imposible que ciertos aspectos actuales de la: cultura occidental
su ~edio a la vez natural y social. En este sentido, es menester estar coincidan con ciertos aspectos tradicionales de la culturajaponesa" .I!I
atentos a los c~bios que se están operando en nuestras sociedades. Ahora bien, si seguimos con atención su análisis en este punto, obser-
El modelo puramenteracional y progresista de Occidente, que sabe- varemos que los puntos fuertes de esta coincidencia ~.refieren a' la
mos, conoció la muudialización, se halla en vías de saturación, y es- acentuación de lo global, de la naturaleza, de la relación con el en-
tarnos asistiendo a Imerpenetraciones de culturas que no pueden torno, cosas todas que inducen un comportamiento de tipo comuni-
dejar de .recordamos el tercer término (contradíctoríal) al que aca- tario: "La relación naturaleza/cultura. y la relación sujeto/prójimo,
bamos de hacer referencia. Junto a una occidentalización que, desde están ligados indisolublemente a la percepción del espado" (p. 64).

II Sobre este tema y sus categorias esenciales. remito a mi libro M. Maffesoli, lA am- l'lA título de ejemplo, se puede señalar, en el marco del (&Q, París V, la tesis de E.
qt.uivdu pri'lrnl, Paris (1979), IJnR, 1998. Empleo aquí el término dialéctico en el senti- 'Ieiasier sobre la asttología; á. asimismo el libro S.Joubert, La mison fJolJthiisk, Pari"
do simple (aristotélico) del ténnino: un pennanenle remili~ de un polo a otro; com- L'Harmattan, 1991. Se puede Iambién hacer referencia a la obra de]. ljumazedier, ~
parable cón'la acción-retroacción" O con 'l;i rizo "moriniano": cr., a este respecto, E. ejemplo La rioolutitm du terrtps ~ Kliencb:ied.• 1988. , . _. . ,. '
Motin, l.a mil1wik, t. 3, IA.COtImlissanu de la ronnlJissa1U>', Parfs, Seuil. 1986. IS A- Berque, Vivno I'espna auJaf1un, Pañs, PUf, 1982, p. 34; o. análms de pp. 31-89.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS DE LA PRoxfMICA

A.~traerse)omenos posible del propio medio. que aquí conviene en- taron sobre los juegos rituales de personas desindividualizadas, sobre
tender en-su sentido más amplio. remite strU:tissimo sensu a una visión papeles vividos colectivamente, lo que no ha dejado de producir ar-
simbólica de la existencia•.en la que estarán privilegiadas las "percep- quitecténicas sociales sólidas y "relevantes". No lo olvidemos, la con-
ciones inmediatas y las referencias próximas" (p. 64). La unión de lo fusión efectual del mito dionisíaco ha producido hechos civilizacio-
espacial, lo global y lo "intuitivo-emocional" (capítulo 1, El aura esté- nales de importancia; es posible que nuestras megalópolis sirvan de
tica) se inscribe por completo en la tradición, olvidada, renegada y vi- marco para su renacimiento.
tuperada, del holismo sociológico. La de una solidaridad orgánica, la
del estar-juntos fundador, que puede no haber existido pero que no
por ello deja de ser el fundamento nostálgico, de manera directa o a
contrario, de tan tos análisis nuestros. La temática de la Einfühlung (em- C.ENIl!S toa
paria), que nos viene del romanticismo alemán. es la que mejor ex-
presa esta pista de ínsesngacíon.'! En múltiples ocasiones he intentado Indícar-que la acentuación de lo
Por paradójico que pueda parecer. el ejemplo japonés podría ser cotidiano no era un encogimiento narcisista. una timidez individua-
una expresión específica de este hollsmo, de esta correspondencia lista, sino más bien un recentrarse en algo próximo. una manera de
mística que conforta lo social como muthos. En efecto, ya sea en la vivir en el presente, y colectivamente. la angustia del tiempo que
empresa, en la vída.ccüdíana, durante el esparcimiento, pocas cosas transcurre. De ahí el ambiente trágico (contrato dramático que, por
parecen escapársele. Resulta que la amalgama contradictorial que su parte, es progresista) que caracteriza a estas épocas. Es asimismo
esto induce no carece de consecuencias en la actualidad, y ello a interesante notar que éstas privilegian lo espacial y sus distintas mo-
cualquier nivel que lo contemplemos: político, económico, indus-- dulaciones territoriales. En fonoa lapidaria. podemos así pues afir-
trial; lo que no deja tampoco de ejercer una cierta fascinación sobre mar que el espacio es tiempo concentrado. La historia se escorza en
nuestros contemporáneos. ¿Hay que hablar. como Berque, de un historias vividas al día.
"paradigma nipón"> (p. 203). Es posible; sobre todo. si el térmlno pa- Un historiador de la medicina establece a este respecto. un nota-
radigma. contrariamente al. de modelo, se refiere a una estructura ble paralelismo entre el "calor innato hipocrático" y el fuego del al-
flexible y perfectible.. Lo que en todo caso es cierto, es que este pa- tar doméstico indoeuropeo. Ambos se experimentan; a su juicio. "co-
radigma da perfecta cuenta de la dialéctica masa-tribu que nos ocu- mo fuentes de calor de un género particular. Ambos se sitúan en
pa principalmente aquí, de este movimiento sin fin y algo indefini- puntos centrales y disimulados: el altar antiguo dedicado al culto fa-
do. de esta "forma" sin -centro ni periferia. cosas todas compuestas miliar, en medio de la casa e invisible desde el exterior, y lo caliente
de elementos que, según las situaciones y las experiencias en curso, innato que procede de la región del corazón, escondida en lo más
se ajustan en figuras cambiantes según algunos arquetipos preesta- profundo del cuerpo humano. Y ambos simbolizan la fuerza protec-
blecidos. Este hervidero. este caldo de cultivo tiene motivos para za- tora... "t& Esto concuerda con mi hipótesis acerca de la centralidad
randear nuestras razones individualistas e individualizantes. Pero. ¿al subterránea, que caracterizaría a la socíalídad. De ahí la importancia
fin y al cabo. es esto realmente nuevo? Otras civilizaciones se cimen- del "genio del lugar"; ese sentimiento colectivo quemo}dea un espa-
cio. el cual retroactúa en el sentimiento en cuestión. Este nos hace
considerar el hecho de que toda forma social se inscribe en un surco
trazado por los siglos, del que es tributaria, y que las maneras de ser
14Recuerdo que he propuesto invertir los conceplOiS durkheimianos de "solidari-
que la constituyen no pueden entenderse más que en función de es-
dad orgánica" y de "solidaridad mecánica", M. Meffesoli, La violena loIa1itoir¡¡, París,
(1979).008. 1999; sobre l'EinfühJltng, remito a mi libro La (.(IIIooinona ordinaiR, París,
Klincksieck, 1985. Sobre la nostalgia de la comunidad entre [os padres fundadores. d.
R. Nisbet, La troJilÍ(m. .wriologiqtUJ, París, PUF, 1982. 15 C. Lkhtenthaejer, J!isloíTt tk la mMeriru. París. Fayard. 1978, p. 100.
128 EL TIEMPO DE lAS TRIBUS DI': LA PRoxfMICA

te sustrato. En.resumen, se trata de. toda la temática delhabitus tomts- y se difunde. Luego, poco a poco, estos toptñse unen unos a otros me-
la o del exis aristotélico. diante los vínculos flexibles de los que hablamos. Antes de ser la or-
NOI encontramos aquí ante un hilo conductor muy antiguo. El cul- ganización imponente que conocemos, la Iglesia es, en sus inicios, la
to a Aglaum, que simboliza.a la dudad de Atenas, o también los dio- alianza voluntaria. por no decir incluso federativa, de entidades au-
ses lares de las familias romanas, son buenos testimonios de ello. E. tónomas que tienen sus tradiciones, sus maneras de ser religiosas ya
Renan ironiza sobre lo que él denomina "infantilismos municipales", veces hasta sus ideologías (teologías) específicas. "Las asociaciones lo-
los cuales no pennitirían acceder a la religión universal.Jf Ironía un cales permanecían muy fuertes", o incluso, cualquiera de estos ropos
tanto abusiva al ser cultural. Esta "municipalización" tenía efectiva- suscitaba un "patriotismo local intenso"; es en tales ténninoscomo
mente una función de "religación", es decir, eso que hace de un con- describe Brown el auge del cristianismo alrededor de la cuenca me-
junto indefinido un sistema armónico en el que todos los elementos, díterrénea.t? Según él, fue la existencia de estos ropoien donde se im-
de manera contradíctorial, se ajustan y confortan al todo. Es así co- plicaban los sentimientos colectivos y la adhesión de cada comunidad
mo, al erigir altares a.la gloria de Augusto, los romanos integraban a "su" santo, lo que le permitió a la Iglesia implantarse y fundar.civí-
las ciudades conquistadas a esa nebulosa a la vez sólida y flexible que Iización. Esta tradición localista tendrá un desarrollo sólido y durade-
era ~I imperio romano. En este sentido, la religión civil tiene stricto ro que nunca llegará a ser completamente aniquilado por la tenden-
sensu una función simbólica. Expresa, a la perfección una transcen- cia centralizadora de la Iglesia institucional.
dencia inmanente que, a la vez que supera la atomización individual, Por dar unos cuan lOS ejemplos, podemos recordar que, ulterior-
no debe su carácter. general más que .a los elementos que la compo- mente, serán los monasterios los que desempeñen este papel de pun-
nen.- Así, "el altar doméstico", ya sea que se trate del de la familia o, to de referencia. Y ello principalmente debido a que eran conserva-
por contaminación, del de la ciudad, es el símbolo del cimiento so- torios de reliquias. Duby dice a este respecto que el santo "tenía allá
cietal. Hogar en el que el espado y el tiempo de una comunidad se su residencia de manera corporal por medio de los vestigios de su
prestan a interpretación; hogar que legitimiza constantemente el existencia terrenal't.t" Es principalmente gracias a esto que los mo-
hecho de estar-juntos. Cada momento fundador tiene necesidad de di- nasterios se van a convertir en remansos de paz, que, por una parte,
cho lugar: ya sea en, forma de anamnesis, como durante los distintos van a extender esta función de conservación a las artes liberales, a la
momentos festivos, .ya sea por medio de la esclsiparidad, cuando el agricultura. a la técnica. y, por la otra, van a hacer proliferar y consti-
colono.o el aventurero acarrean un poco de tierra natal para que sir- tuir una ceñida red de casas que serán como muchos, centros de res-
va de fundamento a la que va a ser una nueva ciudad. plandor que con el tiempo llegarán a ser el Occidente cristiano. Hay
Como se sabe. el cristianismo naciente se inscribe en este localis- motivos para reflexionar sobre algo que es más que una simple me-
mo. Es inclusive alrededor de tales lugares colectivos donde se afian- táfora: conservación del santo/conservación de la vida: el arraiga-
za.Basra referirse-a los trabajos de P. Brown para convencerse de ello. miento (más o menos mítico, por cierto) de un santo que se convier-
Este autor habla incluso de "culto de santos municipales". Es alrede- te en foco de atención, en el sentido amplio del término, de una.
dor de un topos, lugar en el que enseña y en el que está enterrado un historia en devenir. Para hacer un juego de palabras, podemos decir.
hombre santo, donde una.dctermínada iglesia se funda.se construye que el lugar se omuíerte en lazo. ~ Esto nos recuerda que nos hallamos

16 cr. K.Renan, Lo ¡fform~ en (Eu"rt! rompIPks, París, Calmann-Lévy, p. 230. Cf. tam- 17Cf. P. Brown, La sociifiel/e sam dtms litnlU¡!liJilanliT1t, París, Seuil, 1983, pp. 214-
bien,Gibbon, 1Ii.lwi,.,. du dédin el de la chute de l'nnfrirt romai7l. París, 198!!, p. 51: "Augus- 217; cf. también Le cuiIetks sainls, París, Cerf 1984, capítulo 1, "Lo $ilgradoy la tum-
to [... J permite a algunas capitales de provincia que se le erijan templos; no obstante, ba". er. también O. Jeffrey. Jouissana du $OtÚ, París, Armand Colin, 1998.
exigió que se celebrara el culto de Romajunto con el del soberano", y en la p. 58: "va- IS G. Duby, lA IDnps tks calhédTa4lc(I'artet la société), 980-1420. París, Gallimard.
rías perronas colocaban la imagen de MarcoAurelio entre las de sus dioses domésticos". • LÍe/. devienllinl [T.l.
230 EL TlEMPQ DE LAS TRIBUS DE LA PkoxbuCA 231

quizás en presencia.de una estructura antropológica que hace que la como doble polaridad fundadora de un conjunto dado. Laproxímí-
agregación alrededor de un espado sea un dato de base de toda for- dad física, la realidad cotidiana tienen tanta importancia como el dog-
ma de socialidad. Espacio y socialidad. ma que la religión supuestamente debe conducir. De hecho, aquípre-
En todo caso, en el marco de las hipótesis reflexivas que propon- valece el que contiene sobre el contenido. Esta "religión del suelo" es
go aquí, esta relación es la.caracterfstíca esencial de la religión popu- sumamente pertinente para apreciar la multiplicación de las "aldeas
lar. Este térmíno estremece a más de uno, si se considera sobre todo urbanas", las relaciones de vecindad y la reactualízacíón del barrio,
que el clérígo, el q\le sabe. siempre renuente a no adoptar una visión cosas todas que acentúan la intersubjetividad. la afinidad, el-sentí-
dominante yana abstraerse de 10 que pretende describir. Y, sin em- miento compartido. A este respecto, he hablado anteriormente de
bargo, este término de religión popular es adecuado; además, es ca- una trascendencia inmanente; ahora podríamos decir que la religión
si.una tautología Q'4e connota, para nuestro caso, lo que es del orden popular integra "lo divino al horizonte mental cotidiano del hom-
de la proxémlca.Anres de ser una teología, e incluso una moral pre- bre".21lo que no deja de abrir vastas pistas de investigación. Pero, más
císa.Ja religión es más que nada un lugar. "Se tiene una religión co- que nada, estas observaciones acentúan la constante tenitorial de la
mo se.tícne un nombre, una parroquia, una famílía."" Esto es una dimensión religiosa. El suelo es lo que da nacimiento, lo que permi-
realidad, al igual qu~ eso que me hace elemento de una naturaleza de te el crecimiento, el lugar donde mueren todas las agregaciones so-
la que yo me siento parte integrante. Descubrimos aquí la noción de ciales y sus sublimaciones simbólicas.
holismo: la. religión, que se define a partir de un espacio, es una ar- Todo esto puede parecer muy místico, pero se trata, como ha de-
gamasaque se agrega a un conjunto ordenado, a la vez social y natu- mostrado atinadamente Ernst gíoch, de una espiritualidad materialis-
ral. Se trata.de una constante notable que es estructuralmente signi- ta, que yo agregaría de bien arraigada; o mejor aun. de la mezcla inex-
ficante. En efecto, el culto a los santos en la religión popular puede tricable de un imaginario colectivo y de su soporte espacial. Nada de
ser útil para apreciar contemporáneamente la eficacia social de un preeminencias pues. sino una reversibilidad constante, un juego de
determinado guro, de un taljugador de futbol, de una vedeue local, acciones-retroacciones entre las dos polaridades de la existencia. Acu-
o incluso de un personaje notable carismático. La lista al respecto se- diendo a una imagen, digamos que la vida social es la corriente que,
ría interminable. Ahora bien. si hemos de creer a los especialistas, lo en un proceso sin fin, pasa entre estos dos límites indicados. Más en
que va a caracterízar a las prácticas religiosas populares: piedad. pe- concreto, ¿qué quiere decir esto, sino que es la relación del sentimien-
regrinajes, cultos a los santos, es su carácter local, su arraigo cotidia- to colectivo y del espacio, la expresión de una arquitectónica armonio-
no y.su expresión del sentimiento colectivo. Todas estas cosas son del sa, donde. para retomar la imagen del salmista, "todo conjunto forma
orden de la proximidad. La institución puede recuperar, regular yad- cuerpo"? .
ministrar el culto local de tal o cual santo, y ello con mayor o menor Sin poder extendernos más en el tema, por falta de competencia.
éxito. pero esto no quiere.decir que no haya existido primeramente vamos a aludir aquí al candomblé brasíleño." menos por sus repte-
espontaneidad, que hay que entender como algo que surge y que ex-
presa un vitalismo propio.
Esta religión viva, natural, la podemos resumir con una frase de mismo, pp. 107 Y 123, donde se hallarán referencias a los trabajos de H. Hubert, R.
D. Hervíeu-Léger; que ve en ella la expresión de relaciones "cálidas. Hertz YS. B o n n e L . .
fundadas en la proximidad, el contacto y la solidaridad de una comu- 21 er. M. Meslin, "u phénomene religíeux populaireft, w rrligions popuIairls, UDI-
nidad local".20 Imposible describir mejor lo que une religión yespaclo versidad Laval, Quebee, 1972, p. 5.
2\! er.. por ejemplo, los estudios de R. Molla, (Reeife). "Estudo do xango", llnJista
de antropología. sao Pauto, 1982.
Costa_Lima (Salvador de Bahía), A famili4 de Millo nos cunbombtis jefr. Nagm da &-
1~ E. Poulat, i:gw.e amt" bou'8""iW. París, Caoiterman, 1977, p. 112. hW,' un LdwW de ",lafoes itltrtJifrUPtJis Salvador, UFBA, 1977.
so D. Hervieu·Uger, V.m- 1m 1Wltvf'a11 chri.ditlni.sme, París, Cerf. 1986, p. 109; cf., asi- M. Sodrr (Río de janeiro), Samba, t:lduno do tmpo.Río, Codeen, 1979.
EL TIEMPO PE LAS TIUBUS
Uf: LA PROXÉMICA
233
sentacíones sincreüstasque por su organizacíon territorial. En.efec-
te la armonía simbólica es asombrosa.en ~I interior de un termro. El mite cierto perduraren médíodel hervidero y de la efervescencía'de
ordenamiento de las casas! lugares de.culto y de educación, el papel una vida en perpetuo recomienzo. LO que dice Halbwachs de'la vi-
quejuega I~ n:aturaleza, ya sea con mayúscula, como es el caso de los vienda familiar: "imagen apaciguadora de su continuidad'Tlo podría-
grandes terreiros,o en modelo reducido corno se puede ver en una so- mos aplicar a nuestras tribus contemporáneas. Adhiriéndose á su lu-
la h~bit~ción,· todo ello muestra claramente la estrecha amalgama y gar, un grupo transforma (dinámica) y se adapta (estática). Es en este
el holísmo de los diversos elementos sociales. Más aún, evidentemen- sentido que el espacio es un dato social que me hace y que se hace.
\~ para aquellos que ~ven ahí, así corno para aquellos que. no vi~e~ Todos los rituales individuales o colectivos, cuya importancia se está
masque de manera ocasional, el (erreiroes lugar de r~fere~~la.Se e~ empezando ahora a reconocer, son causa o efecto de dicha perma-
de, tal o cual terreiro. Es interesante observar que la simbólica mdUCI- nencía. Se trata verdaderamente de una "sociedad silenciosa",' de una
da por este m~~j9 se difracta después, en mo~o men?r, en el con- "potencia del medio material" (Halbwachsj.w que es necesaríaál
junto de la vida social. El paroxismo cultual, bajo sus diversas e~pre­ equilibrio existencial tanto de cada uno de nosotros como del grupo
síones, incluso cuando no es reivindicado como tal, no deja de en su totalidad. Ya sea el mobiliario familiar o él "mobiliario" urba-
info~ar a una multiplicidad de prácticas y de creencias cotidianas, no, ya sea aquello que limita mi intimidad o la arqúítectura que ~e sir-
y ello de manera transversal: en todas las ciudades y en todos los arra- ve de marco (muros, casas, calles, conocidos y familiares), todo for-
bales del país. Este proceso merece atención, ya que en un país cuy~ ma parte de una proxémica fundadora qu~ acentúa la primacía d~l
potencialidades tecnológicas e industriales son actualmente rec~n?,l­ marco espacial. Todo esto a la vez da sensación de segundad y pemu-
das por todos, esta perspectiva "holísuca" debida al candomble d~sta te la resistencia; en el sentido simple del término, lo que permite per-
mucho de debilitarse. Luego entonces, hablando Como Pareto, este durar, lo que permite no ceder a las distintas ímposieíones natura1~
representa. un "residuo" esencial (quintaesencial) a toda compren- y sociales. Eso es la comunidad de destino. En ~~te se·ntid~, el "g~~ló
sión social. En todo caso, se trata aquí de una modulación específica del lugar" no es una entidad abstracta, es también un ~mo maltc~c:
de la relación espacio-socialidad, arraígamíento tradicional-perspec- so que trabaja continuamente el cuerpo social y permne la esrabili-
tiva posmoderna, en suma, de una lógica contradictorial de la estáti- dad del conjunto más aUáy por mediode la multiplicidad de las varía-
ca y de la dinámica que, para lo que nos interesa, llega a articularse clones de detalles.
armoniosamente. . Estamos aquí ante una dialéctica a la que, cunosam~nte,Se h~ ~
. Ahora bien, volviendo a la espiritualidad materialista a la que me nido prestando muy poca atención, dado el gran pronto que ecsna
he referido antes, ¿qué es lo que nos enseña esta lógica? Principal- por destacar y acentuar el aspet:to evolutivo de la hum~idad ~ero,
mente, qu~ el espacio asegura a la socialidad una sensación de segu- y aplicando aquí una distinción desarrollada por W'.Womnger, SI hay
ridad necesaria. Ya se sabe que la cerca acota pero también da vida. momentos en los que la producción social, es decir; el acomodo al
Toda la sociología "formista" puede resumirse en esta proposícíon.P mundo, es esencialmente "abstractíva" {mecánica, racional, ínstru-
Al igual que los rituales de anamnesís, el puñado de tierra de que he mental), también hay otros en los que remite a la Einfühlung (o~­
hablado así como el concentrado cósmico que son e1tenFiro, el altar níca, imaginaria, afectual). Como ya he indicado anteriormente, exis-
doméstico romano ojaponés, la estabilidad del espacio es un punto ten épocas donde, según ponderaciones diferenciadas, encon~os
de referencia. un punto de anclaje para el grupo. Esta estabilidad per- estas dos perspectivas conjuntamente. Tal es el caso de la arquitectu-
ra de las ciudades, que conviene entender aquí en el sentido simple
del término: ajuste a un espacio dado, así, esta arquitectura puede
23Me he explkado al respecto. M. MaKesoli, /4 ctmnai.~<4naordinaire.•• op. cit., 1985.
Sobre Pareto. ef. B. Valade, Pareln, /o. nais.<4nad ¡"'"al"" .<lJ(iQ1agie. Parfs, PUf, 1990, yT.
Blin. Pllfflomim'~ ,1~ ParÍs, L'Harmauan, 1996. 24Cf. las extraordinarias páginas que M. HaI~ehs dedica a la memoria colectiva
del espacio. LA 1JIémoi,.. rollet:ji~ París, PUf, 1968, pp. 1&1-158.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS DE LA PROXtMlCA 235

ser a la vez la aplicación de un desarrollo tecnológico preciso y en el lidaridad que merecían atención; cosa' que los populistas y los anar-
mismo movimiento, la expresión de un estar-juntos sensible. La prí- quistas no dejaron de hacer.26-
mera.remitirfa a la dinámica, y la.segunda privilegiaría la estática so- Tanto en uno como en otro caso, la servidumbre, o una estructu-
cial. Es esta última la que nos interesa. De ella ha salido lo que he- ra social alienante, es afrontada de manera colectiva. Y esta comuni-
mos llamado la preocupaciún del sentimiento de seguridad. En una dad de destino se funda en la responsabilidad común, por simbólica
investigación, que inauguraba su reflexión sobre la (las) ciudad(es), que pueda ser, de un territorio. Se puede emitir la hipótesis de que
A. Medam hablaba incluso a este respecto "de las necesidades ances-- la dependencia y la servílídad pueden ser completamente secunda-
trales de protección", las cuales relaciona, por cierto, con el ímagí- rias, siempre y cuando estén relativizadas, o repartidas, en el marco
nario colectivo y la vida cotídíana" El abrigo, el refugio como reali- de un vínculo afectual. Me parece estar oyendo los gritos en el cielo
dad subterránea, ' pero no menos soberana, son de toda vida en por las "bellas almas", denunciando. en el mejor de los casos, elana-
sociedad. La potencía.de la socialidad respondería, sin oponerse for- cronísmo, y en el peor el aspecto reaccionario de dicha hipótesis. Pe-
zosamente, al poderde la estuctura económico-social. Si desdeñamos ro no importa, ya que, por poco que apreciemos-de manera serena y
esta tensión paradójica, corremos el riesgo de olvidar que, aliado de desilusionada numerosas estructuracíonee sociales, nos damos cuen-
la abstracta responsabilidad política que ha prevalecido teórica y ta de que, más allá de las pretensiones de una autonomía abstracta,
prácticamente desde el siglo XIX, existe una responsabilidad mucho todas encierran una fuerte carga de heteronomía con la cual hay que
más concreta, que es. aquella del espacio vivido y del territorio co- negociar. Esta negociación puede desembocar en un enfrentamien-
mún. Por supuesto, mientras que la primera es por naturaleza ma- to político (dominante histórica);' puede a veces orientarse hacia la
croscépíca.Ja segunda, es cosa de pocos, al ser fruto de una experien- elaboración de refugios colectivos (dominante espacial). No noe corn-
cia compartida.. Es .esto lo que he propuesto llamar una estéuca pete aquí decidir qué es lo mejor, sino constatar que esta segunda ac-
existencial. titud no carece de eficacia propia.
Dicha perspectiva-se presta mal a las ideologías individualistas o a Existe, a este respecto, una paradoja que merece atención, pudien-
la temática de la liberación, provenientes de la filosofía de las Luces. do en esto detectar. aquí y allá, una relación entre el pueblo judío y
Para retomar un análisis de C. Bouglé, el "sentimiento de las respon- la agricultura. Podemos coincidir en el hecho de que dicha relación
sabilidades comunes;' respecto del suelo, y la solidaridad que ello in- no fue una característica dominante en su historia, sin olvidar, por su-
duce, no concuerdan con las "iniciativas independientes de los indi- puesto, que este hecho es resultado de un pluricausalismo que esca-
viduos". Se trata de una reflexión sobre el régimen de las castas, pero pa a toda reducción simplificadora. Lo que es indudable es que, co-
esta valoración de la proxémica en las "aldeas-conjuntadas" puede ser mo dice atinadamente F. Raphaél, "la relación de los judíos con-la
esclarecedora para el resurgimiento tribal. Lo propio cabe decir con tierra es a la vez más compleja y más ambíguav.t? En efecto, los judíos
relación a la famosa obscina del preeocialísmo ruso. Al igual que en re- parecen ser los protagonistas por excelencia de una visión dinámica
lación con las castas y a su interdependencia, esta comuna campesi- (histórica) del mundo. Lo cual es en parte cierto. Pero, al mismotiem-
na estaba -ligada a una estructura feudal y, como tal, en el marco de po, la diáspora, o la extranjeridadjudía, no tiene sentido más que con
la racionalización del mundo, merecía ser destruida; pero "desde el relación al país de Canaán. Existe una tierra que es, en el sentido sim-
punto de vista de los campesinos", estaba rebosante de ideales de so- ple del término, "mítica", la cual funda la unión y conforta la comuni-
dad, que puede estar dispersada sin que por ello siga siendo orgánica-

~5 Cf. A. Medam, lÁ1. "ilb ren."'>!', PaTis,Anthmpo-s, 1971, p, 103. Sobre ladistindón
de W. Woninger, cí. Abslmrlilm,1 Einjftlllllng, París, Kllncksieck, 1978. Sobre la expe- 26 Sobre estos dos ejemplos históricos, cf. C. Bouglé, Essais.lUT h 1igime ikt ClJ.d~.I. Pa·
rienda compartida, cf. M. Maffesoli, Au tmlX,(es ,¡pparNIaJ (1990), Le üvre de Poche, rís, PlJF, 1969, p. 184, YF. Venturi, op. dL, 1972.
1995. 'tf F. Rapbaél, judaisme tt mpitalisme, Pans, PUF, 1982. p. 2QI.
EL TIEMPO DE LAS TKIBUS DE LA PROXf.MJ:CA

mente solidaria, y ello a partir de un proceso de constante anamne- solidaridad, etcétera). Es esto lo que mejor caracteriza la intensa.ac-
sis territorial. Este apego a un lugar-fue, suictosensu; un erhos que ase- tividad comunicacional que, de múltiples maneras, sirve de mantillo
guro el perdurar de la comunidad por medio de l.:u múltiples vicisi- a eso que he llamado el neotribalismo. Precisemos que este hecho no
tudes, y algunas muy graves. como todos sabemos. Esta es la paradoja: pasó inadvertido a Durkheim, el cual, en su reflexión sobre los "gru-
al puntuar un largo desarrollo histórico, la tierra "mítica" se va a di- pos secundarios", había observado atinarlamente a la vez la "base te-
fractar en una diversidad de territorios, que podrán ser efímeros, frá- rritorial" y la "vecindad mareríalr.w Esta atención a la proxémíca en
giles y estar siempre -amenazados, pero que no por ello dejarán de el momento en el que la "división del trabajo social" estaba entado
constituir.refugios siempre y nuevamente renacientes, en donde las su apogeo merece especial consideración. Muestra que toda sociedad
diferentes comunidades judías van a confortarse. descansa en una especie de contrato entre los vivos, los muertos y-los
·A este respecta" el gueto es casi un arquetipo de esto que intenta- que van a venir. Quiero decir con esto que la existencia social sólo es
mos describir. Louis Wirth, en su libro ahora ya clásico, muestra da- posible en un detenninado lugar porque existe un aura específica-en
ramentecómo tanto en Europa como en Estados Unidos. el gueto la que, volensnolens, participamos nosotros. El territorio sería la cris-
ofrecía este espacio de seguridad, este "redil familiar", que, a la vez talización específica de tal aura. La vida de barrio, con sus pequeños
que recordaba: losorfgenes, tenía una función de recreación. Así, rituales, puede analizarse a partir de este extraño fdum. Es eso que,
contrariamente al formalismo que rige sus relaciones con el mundo en términos apenas menos metafóricos. Durkheím llama el holismo.
de los gentiles, eljudío halla en el gueto una lengua, rituales cotidia- Toda la fuerza de lo cotidiano. incluso cuando inadvertida, des-
nos, círculos de amistad, en suma, la familiaridad que hace que la vi- cansa en este filum. La socialidad, o la proxémica, se constituye así a
da resulte tolerable..EI análisis insiste también en la estructura de los partir de una constante sedimentación que deja huella, que crea "te-
"pequeños grupos" que prevalece en el interior del gueto, así como rritorio". El extranjero, el errante, se integra o rechaza esta sedimen-
en el ambiente "emocional" que resulta de ello. 28 Utilizando la ima- tación; puede incluso crear otra (véase el policulturalismo), pero es-
gen de la muñeca, rusa, el gueto se inserta en el gran conjunto que tá obligado a deteOllillarse en relación con ella. Acudiendo a una
es la.ciudad•.sirviendo él mismo de englobante de una multiplicidad imagen yo tomaré prestado un aforismo de Ebner-Eschenbach: "La
de subgrupos, que se congregan en función de sus lugares de origen. ambrosía de los siglos pasados es el pan cotidiano de los tiempos ve-
de sus preferencias doctrinales y cultuales como otras tantas tribus que nideros" (Die Ambrosie derJrüheren]ahrhunderteist das tiigliche Brot der
se repartiesen un territorio común. spiiteren). La tríada temporal está aquí resumida, y el aforismo da ca-
Lo que este ejemplo nos enseña es la conjunción entre, por una bal cuenta de la espiritualidad materialista que, de manera no cons-
parte, la inscripción espacial y. por la otra. la argamasa emocional. Es ciente, o sin ser espectacular, informa con profundidad la vida co-
en este sentido que el gueto puede permitir esclarecer numerosos mún y corriente y las experiencias colectivas. Como he dicho en
reagrupamientos contemporáneos, que se definen a la vez a partir de repetidas ocasiones, esto traduce de manera contradictoria el arrai-
un territorio y a partir de _un compartir afectual, sea cual fuere, en gamiento dinámico característico de toda sociedad.
concreto, el tenitorio en cuestión o el contenido de la afección: in- La inscripción espacial y su connotación simbólica o mística que
tereses culturales. gustos sexuales, preocupaciones indumentarias, acabo de destacar, enlazan directamente con la tradición orgiástico-
representaciones religiosas, motivaciones intelectuales y compromi- dionisiaca que, según ciertos sociólogos (M. Weber, K. Mannheim, M.
sos políticos. Se podrían multiplicar a placer los factores de agrega- Scheler), es una constante social (no olvidemos que Dionisia es una
ción, pero lo cierto es que se pueden circunscribir a partir de esos dos divinidad "arbustiva", arraigada). Ahora bien, lo propio de esta tradi-
polos que son el espacio y el símbolo (compartir, forma específica de ción es descansar en el "éx-tasis" y salida de sí. M. Scheler establece

21! Cf. L. Wirth, 1.." gllt'-#o. París,Champ Urbain, 1980. l!'I É. Durkheim, De In diuision du tmvail social, París, Alean, 1926, p. XXXIII.
EL TIEMPO DE LAS TIlIBUS
DE LA PIlOXtM¡CA

un. paralelismo entre.este.proceso y.el de identificación. Yo me iden- dimensión estética de tal o cual inscripción espacial: servir de memo-
tifico con un determinado lugar, tótem o piedra porque me integran ria colectiva, servir a la memoria de la 'colectividad que la ha elabora-
enel línaje de los ancestros. -También habla, a este respecto, de "pie- do. Por supuesto, posteriormente estas inscripciones pueden ser ob-
dras humanas". Por supuesto esta identificación es emocional y colec- jeto de análisis estéticos .strU:to.renru y convertirse, de esta manera, en
tiva, que provoca una 'fusíón atecuva simbólica".30 Se trata asimismo obras de la cultura; pero no hay que olvidar que superah, y con mu-
de Wla temática actualmente bien conocida, y el mismo término de cho. eso que muy a menudo no es más que una reduccidn abstracta
"dionísracc" (rejcomíenza, en detrimento de los amargados de la teo- e intelectual. Desde esta perspectiva, la catedral no vale más' que el de-
ría. afcrmar parte de numerosos análisis sociológicos. Por el contra- corado cursi de una manzana de viviendas obreras, los graffitid las pin-
00,10 que Importa acentuar es su aspecto ectoniano, sus expresiones tas urbanas pueden ser comparadas a las pinturas de las grutas prehís-
que remiten a lo que estáterritorializado, materializado o encarna- tóricas.3~ En cada uno de estos casos hay un grupo que se expresa. que
do, en el sentido amplio de esta palabra. Habría que ver también si delimita su territorio y. así. conforta su existencia;
latemática de la reencarnación, la resurrección y la metempsicosis, Por último, y aunque no sea posible desarrollarlo con precisión;
al postular la perdurabilidad y.al asegurar la estabilidad de unfilum, conviene establecer un paralelismo entre la proxémlca y la importan-
no es comparable oon procedimientos de identificación con fuertes cia que (re)toma el imaginario en la vida soclal. Casi convendría, en
consonancias.espaciales. En todo caso,' estas puestas en perspectiva nuestro caso, establecer una "ley" sociológica: cada vez que la descon-
mítico-antropológicas.no deberían dejar de ilustrar las múltiples for- fianza respecto de la imagen tiende a prevalecer (iconoclasma, mo-
mas de eíercescencia extatíca contemporáneas (musicales, sexuales, novalencia racionalista), se elaboran representaciones teóricas y mo-
consumidoras, deportivas, etcétera) que, de manera más o menos du- dos de organización social que tienen 10 "lfjano" por denominador
radera, 'forman.cuerpo", delimitan un territorio, en definitiva. rein- común; en tales ocasiones se asiste al dominio de lapolítica, detínea-
vierten esos valores arcaicos y. primitivos de proxémica que el racio- lismo histórico, cosas esencialmente prospectivas. En cambio. cuan-
nalismo, con demasiada facilidad, había creído aniquilar. do la imagen, bajo sus distintas modulaciones. vuelve al escenario; es
Resumiendo-los ejemplos y acotaciones dadas, se puede decir que entonces el localismo que se torna una realidad ineludible.
existe-una estrecha relación entre el territorio y la memoria colectiva, Para tomar sólo un ejemplo histórico que puede servir de trampo-
lo cual ha hecho deeír a M. Halbwachs que, en lo que se refiere a sus lín a nuestro análisis, cabe recordar que, en el momento en que se
ciudades. casas o. apartamentos, los grupos "dibujan en cierto modo constituye la civilización cristiana, la íconoclasma es la bandera ideo-
su forma sobre el suelo y hallan sus recuerdos colectivos en el marco lógica bajo la cual se alinean los paladines del centralismo. toda vez
espacial así definido")H Es ésta una expresión fuerte que hace añicos que el íconodulísmo es cosa de aquellos que privilegian la expresión
la barrera demasiado estricta entre la historia social y su inscripción de los sentimientos locales. Por supuesto, existe una racionalización
en un lugar- determinado. Además, no deja de ilustrar precisamente teórica, teológica para ser más precisos, que suele darse a este con-
eso que yo pretendo resaltar aquí: la revalorización del espacio es co- flicto, pero lo esencial consiste en saber qué forma adoptará la orga-
rrelativa a la de los conjuntos más restringidos (grupos, "tribus"). La nización de la sociedad. En este sentido, Peter Brown, al analizar dí-
proxémtca simbólica y espacial privilegia el prurito de dejar su hue- cho conflicto, habla incluso de "jacobinismo iconoclasta". Todos los
lla, es decir, de atestiguar la propia perennidad. Ésta es la verdadera medios son buenos para extirpar los cultos locales, por la sencilla ra-

so Cf. M. Schder, NaLlIrt! do jrmIIU dt la sympalhie, París, Payot, 1928, p. 36 (d. tam- !oí Sobre el arte de la plantilla, d. la investigación de M. Devdle, "Imagínaíres, po-
bién p, 37, nola 1), sobre lo orgiástico-dionisiaco, d. K. Mannhdm, ldinlngU el ,,~ choirs, tribus, utopies", SoriiIi:s, París, Masson, 1986, núm. lO; sobre 1011 graffiIi, pode-
París, Riviere, 1956, p. 158, YM. Weber. &onomÚ' fj ,5IXiit;, París, Plon, 1971. mos remiúr al análisis dejo Baudrillard, L'khangP 9J~d la mm1, París, G-a1limard,
~I M. Halbwacha, La mhnoirt! rolÚ'cjjve, París, PUf, 1968, p. 166. 1976, pp, 118 ss,
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS DE lA PIlOXtMlCA 241

zón de que.éstos entorpecen la actividad del gobierno central. Estos ra", que aquí llamo tribus, que suscitan yse reconocen en determina-
cultos locales se organizan alrededor de un hombre santo y de un ico- da manera de representar, imaginar, los productos, los bienes, los ser-
no específico; ahora bien, "uno yotro recibían su consagración desde vicios y las maneras de ser que los constituyen como grupos. En cuan-
abajo". A partir de aquí se caldeaba todo un sistema complejo de in- to a la televisión, habida cuenta de su división, no es ya portadora de
terrelaciones entre los distintoswpoi que constituían una verdadera un solo y único mensaje válido para todos. En efecto, aunque lo que
sociedad paralela al margen de la organización centralizada que se exponemos aquí no sea más que una tendencia, hay que reconocer
ponía en pie. 33 De este proceso cabe retener el papel desempeñado que la televisión se dirige cada vez más a conjuntos particulares: ya
por el icono, que legitimaba el contrapoder del hombre santo y ser- sea grupos por edades, regiones, ciudades e incluso barrios. El ejem-
vía-de cristalización a la expresión de los sentimientos de los grupos plo de los inmuebles "con cable" no hace sino reforzar este proceso.
locales. ¿Qué quiere decir esto, sino que la imagen ya no es lejana, impuesta
En suma, en la soledad inherente a todo medio urbano, el icono, desde arriba y totalmente abstracta, sino que se inscribe en la proxi-
familiar y próximo. es un punto. de parámetro que se inscribe en lo midad? Para bien o para mal, ésta no es la cuestión, ésta va a jugare!
cotidiano. Éste es.el.centro de un orden simbólico complejo y con- papel de icono familiar. Un inmueble o un barrio se van a dar a sí mis-
creto en el que cada quien tiene una función que desempeñar en el mo como espectáculo. En el marco de la megalópolís, la imagen te-
marco de una teatralidad global. Ésta permite así, el reconocimiento levisiva se va a inscribir en una relación táctil, emocional, afectua1; y,
de sí.por los demás y; por último, el reconocimiento de los demás. Es por este hecho, va a confortar a la tribu como tal, creando, además,
la fuerza empática de la imagen que, de manera regular, resurge pa- para ésta, el sentimiento de un espacio de seguridad. Como se ve, la
ra paliar los efectos mortíferos de la uniformización y de la conmuta- apuesta teórica no puede ser más importante, si se tiene en cuenta,
tividad que induce. Naturalmente, conviene apreciar cuáles pueden sobre todo, que es precisamente "de abajo" de donde surgen estas
ser las modulaciones contemporáneas de lo que acabamos de llamar nuevas manifestaciones del estarjuntos.34
icono. Son diversas, y cada una de ellas exigiría un análisis específico Lo que es cierto es que todo esto remite al espacio. En los distin-
y profundo. Me.he contentado aquí con destacar su lógica, o incluso tos ejemplos que hemos dado existe una connotación territorial, Apo-
su "forma". Pero debería permitir destacar la función "ímagínal" de yándose en investigaciones lingüísticas, A Berque establece una dis-
una multiplicidad de emblemas locales. Como ya he señalado, éstos tinción entre lenguas "egocéntricas" y lenguas "lococéntrícas't." Es,
pueden ser tanto notabilidades de cualquier tipo, ya sean animales sin duda, posible extrapolar su análisis y reconocer que existen cul-
con los cuales el grupo se identifica, ya sean lugares específicos o pro- turas de dominante "egocéntrico", y otras que serian "Iococéntrícas".
duetos del terruño, cada uno de los cuales constituye, por supuesto, Las primeras privilegiarían al individuo, sus acciones-consensuadas;
un epónimo. las segundas acentuarían en primer plano, el entorno, ya sea natural
, , Se puede añadir que la preñez de la imagen emblemática se acre- o social. Se puede igualmente contemplar que se den, en el seno de
cienta con el desarrollo tecnológico. En efecto, si bien en sus inicios una misma cultura, secuencias diferenciales, poniéndose el acento
la imagen publicitaria o televisiva era globalmente sospechosa, en par- unas veces en lo que individualiza, y otras, en cambio, en el aspecto
ticular por ser portadora de un, mensaje ideológico-único y alienan- colectivo y deaindividualizante. Tal es, en todo caso, mi hipótesis con
te, nos damos cuenta de que, en relación con la publicidad, por un relación a nuestra cultura. En este sentido, la valorización del espa-
lado, ésta tiene su origen en algunas figuras arquetípicas y,y por otro
lado, en función con esto, se dirige a públicos "que se tienen en la mi-
501 Sobre estos díversoe puntos, señalo algunas ínvestígaciones: A Sauvegot, Figure..
de la publiáti, fl(;lUflS du monde, París, PUF, 1987; M. DeYille, In ~lips d ks frunes,
~~ P. Brown, La soriétiet h saaidalls líblli'1l1iti /aTdive, París, Seuil, 1985, pp- 218, 224 =Q.
Y 226. !16 Cf. A. Berque, Vnm- l'espaa auJapon, París, PUF, 1982. p. 47.
El TIEMPO DE LAS TRIBUS
DE LA PROXDIICA

cío.por mediación dela imagen, ~.I. cuerpo y el territorio,sería sim- rosa mentale, esto puede ser un' territorio simbólico, de cualquier es-
'plem~nte la causa, el efecto de lasuperación del individuo en un con- pecie, que no por ello es menos real. Bástenos, a éste respecto,' con
junto més vasto. Una sociedad fundada en dicha dinámica corre el referimos a esos "campos" que los intelectuales acotan para hacer de
riesgo de ver sus valores esenciales invertidos, éste es quizás el desa- ellos sus trofeos de caza, para comprender que la metáfora de Ia tri-
fiocontemporáneo lanzado portadas las experiencias y todas las si- bu o de la aldea no carece de interés heurístico. En todos los árribi-
tuaciones sociales que se.fundan en la proxémica'; tos, pues, intelectual, cultural, cultual, comercial, político, se observa
la existencia de esos arraigamientos que permiten a un "cuerpo" so-
cial existir como tal.
Resulta, además, que el sentimiento de pertenencia tribal puede
TRIBUS Y REDES verse confortado por el desarrollo tecnológico. Al hablar de la "gala-
xia electrónica", A Moles, sin duda con algunas reticencias, sugiere
En efecto, la acentuación espacial no es un fin en sí mismo: si se de- lo que podría ser el "modelo de una nueva aldea'g~obal".S7y ello prin-
vuelve su sentido al barrio, a las prácticas vecinales y a lo afectual es cipalmente merced a la interactividad secretada por este modelo. En
ante todo porque eso permite redes de relaciones. La proxémíca re- efecto, de manera potencial el "cable", las mensajerías informáti~as
mite esencialmente a la fundación de una sucesión de "nosotros", que (lúdicas, eróticas, funcionales, etcétera) crean una matriz comunica-
constituye la sustancia misma de toda socialidad. En la línea de lo an- dona! en donde aparecen, se fortifican y mueren grupos de confi~­
tes dicho, me gustaría destacar que la constitución de los mícrogru- raciones y objetivos diversos; gmpos que recuerdan bastante las arcar-
pos, de las tribus que acompaña la espacialidad, se hace a partir del cas estructuras de las tribus o de los clanes pueblerinos. La única
sentimiento de pertenencia, en función de una ética específica y en el diferencia notable característica de la galaxia electrónica es, cierta-
marco de una red de comunicación. Tales podrían ser las palabras mente, la temporalidad propia de estas tribus. En efecto, a lo opues-
maestras de nuestro análisis. to de lo que induce generalmente esta noción, el tríbalísmo del que
Aunque no.sea más que una metáfora, se podrían resumir estas se trata aquí puede ser perfectamente efimero y organizarse según
tres nociones hablando. de una "multitud de aldeas" que se entrecru- las ocasiones que se presentan. Para retomar una vieja terminología
zan, se oponen, se ayudan mutuamente, sin dejar de ser ellas mismas. filosófica, éste se agota en el acto. Así como destacan varias encuestas
En la actualidad disponemos de algunos análisis especulativos, o al- estadísticas, cada vez son más las personas que viven "en soltería"; pe-
gunas ínvestígacíones de CaIflPO, qne no dejan de confortar este pun- ro el hecho de ser solitario no significa vivir aislado. Y,según las oca-
tode vista;36 el objeto ciudad es una sucesión de territorios en don- siones que se presenten. sobre todo gracias a los anuncios informáti-
de la gente, de manera. más o menos efímera, se arraiga, se repliega, cos propuestos por el Minitel, el "soltero". se agre~g~rá a tal o. c~al
y busca cobijo y seguridad. Al emplear el término "aldea" he precisa- grupo, o a tal o cual actividad. Así, por medio de muluple~medla~IC:
do que se trataba de una metáfora. En efecto, lo que delimita puede nes (el Minitel sólo es una entre muchas otras), se consutuyen tn-
por supuesto ser un espacio concreto, pero también puede ser una bus" deportivas, amistosas, sexuales. religiosas, u otras; ~ada ~na. ~e
ellas con una duración de vida variable según el grado de implicación
de sus protagonistas. . '
En efecto, así como existen verdades sucesivas en las relaciones
.'16 El
término "muhttud de aldeas", que está cercano a la Escuela de Chicago, como
ya he señalado; está tomado aquí de j. Beauchard, La frtli5.IllTla MSfrmks, París, PUF,
amorosas, así también, la ciencia se construye a partir de aproximacio-
1985, p. 25; sobre las relaciones de vecindad y sus conflictos, o sobre la solidaridad, se
puede hacer referencia a una investigación de F. Pelletler, "Quaruer et communica-
tion sociale", E'1Jau.s el soái/is, núm. 15, 1975. Cf. también, F. Ferrarotti, JlislolTl'd his- .~7 A. Moles, Thimie .<tnu:l..rok lk UJ rommu"j,..... /itm el sociéti5, París. Mas!lOn. 1986, pp.
tnjm b ";.,, Paiís. Librairie des M¿ridiell5, 1983, p. 33. 147 a., y F. Casalegno, Cybt:rsocialilés, París, Gl'.AQ, 2000.
EL TIEMPO [lE LAS. TRIBUS [lE LA PKQXfMICA

nes secuenciales; se puede imaginar. una participación a estas diversas te, éstos, por su aspecto repetitivo y por la atención que prestan a lo
'formas" de socialidad que sea ella misma diferenciada y abierta. Esto minúsculo, atenúan la angustia propia del "presentismo". Al mismo
es posible por la rapidez del circuito oferta-demanda inherente al pro- tiempo, como el proyecto, el futuro, el ideal ya no sirven de argama-
cedímíento informático. sa a la sociedad, el ritual, al confortar el sentimiento de pertenencia,
Ello impide que,· aun cuando estén marcadas por el sello de la puede jugar este papel y permitir, así, la existencia de los grupos.
oportunidad, con la dimensión trágica que ésta entraña, dichas tri- No obstante, es necesario señalar que, en el mismo momento en
bus privilegien el mecanismo de pertenencia. Sea cual fuere el ámbi- que favorece la atracción, por plural que ésta sea, el sentimiento de
to en cuestión, es preciso participar más o menos en el espíritu colec- pertenencia procede, si no por exclusión, al menos por exclusiva. En
tivo.' La pregunta incluso no se plantea, y la integración o el rechazo efecto, es propio de la tribu el hecho de que, al acentuar lo que está
dependen del grado del feeling experimentado ya sea por parte de los próximo (personas y lugares), tienda a cerrarse sobre sí misma. Vol-
miembros del grupo, ya sea por parte del solicitante. Posteríormen- vemos a encontrar aquí la metáfora de la puerta (Tür), tan apreciada
te, este sentimiento será confortado o infirmado por la aceptación o por G. Simmel. Lo universal abstracto cede su sitio a la concreción de
el rechazo de los distintos rituales inirláticos. Independientemente lo particular. De ahí la existencia de esos "localismos" que han sor-
de la duración de la tribu, estos rituales son necesarios. Se puede ob- prendido a más de un investigador. Así, en el interior de un mismo
servar, por lo demás; que ocupan un lugar cada vez más importante barrio encontrarnos la existencia de una serie de clubes; los reagrupa-
en la vida cotidiana. Existen rituales más o menos imperceptibles que mientos amistosos se hacen en un perímetro bastante preciso. La pro-
permiten sentirse a gusto, como "ser un habitual" de tal bar o de tal pia peregrinación se hallará circunscrita a un número determinado
cabaret; por lo mismo, uno no podría transgredirlos por tomar su bo- de calles. Este fenómeno es de sobra conocido en las ciudades del sur
leta de las quinielas o de la lotería. Sucede lo mismo cuando se trata de Europa, si bien la investigación de Young y Willmott lo declara tam-
de ser bien atendido por los comerciantes del barrio, o por pasearse bién relevante para la ciudad de Londres.s" El localismo favorece eso
en tal o cual calle específica y bien tipificada. Los rituales de perte- que se podría llamar "el espíritu de mafia": enla búsqueda de vivien-
nencia se dan, por supuesto, en las oficinas y los talleres, y la socioan- da, para conseguir un trabajo y en lo que se refiere a los pequeños,
tropología del trabajo les presta cada vez más atención. Por último, privilegios cotidianos, la prioridad será dada a aquellos que pertene-
cabe recordar que.el esparcimiento y el turismo de masa descansan cen a la tribu o a aquellos que graviten en sus círculos de influencia,
esencialmente en esto mísmo.t" Por lo general, se analiza este proceso en el marco de la familia, pero
Podríamos multiplicar los ejemplos en este sentido, pero nos con- es igualmente posible extenderlo a la familia ampliada. es decir, a un
tentaremos con indicar que.junto al resurgimiento de la imagen y del conjunto que descansa en el parentesco, pero también en múltiples
mito (la historia que cada grupo se relata) en el mundo contemporá- relaciones de amistad, de clíenrelísmo o de servicios recíprocos.
neo, el rito es una técnica eficaz que constituye a la perfección la re- El término de vínculo (familiar, amistoso, etcétera) debe entender-
ligiosidad (re/.iga-rE) en boga en nuestras megalópolís. Se puede inclu- se en su acepción más fuerte: la de la necesidad, eso que la camara-
so decir que el aspecto efímero de estas tribus, y lo trágico que les es dería medieval alineaba bajo la rúbrica de la "obligación". La ayuda
propio, acentúan deliberadamente el ejercicio de los rituales; en efeo- mutua, bajo sus distintas formas, es un deber, piedra de toque del có-

!Ill E. T. Hall, A,,-blií tÚ< la cul1""', París, Seuil, 1979, p. 67, ofrece, a este respecto, el ~ er. M. Young y P. Willmott, Le ~ dans /o vil1e, París, Centre Georges Pompí-
ejemplo de las fabricas del Japón. Sobre el turismo, remito al artículo (y los libros) de dou, C(.1, 1983, pp. 137, 138, 143 Y passím. Remito asimismo a mi nota sobre la mafia,
R. Amirou, "Le badaud. approche du tourisme", .wáilé." Pans, Masson, 1986, núm. 8. M. Maffesoli, "La maffia: notes sur la sccenté", ÚJlJierJ in~ tk sociologie, París,
Finalmente.csobre.el ritual en. general, d. L.-V. .Thomas, Ri.¡'s tÚ< nwrt, París, Fayard, PUF, 1982, vol. txxm, Ysobre Corea a la teÑ de M. Kim. ús m ~ en (:mú, Parn
1985, p. 16 YC. Riviére. V, 1990.
:;1.6 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS DE LA PROXÍM¡CA 247

digo de honor; a menudo no.dicho, que rige el tribalismo. Esto indu- de ajuste específico. Puede haber ahí conflicto, pero se expresa en
ceese exclusivismo que, en numerosos aspectos, desconfía de todo lo función de ciertas reglas, pudiendo hallarse perfectamenre rítualíza-
que no es familiar. En su investigación sobre las "aldeas de lo cotídia- do. Recordemos la metáfora paroxística de la mafia: el reparto de los
no", Young y Willmott hacen una observación que pone de relieve es- territorios es por lo general respetado, y la guerra de los clanes o de
le fenómeno: "Son nuevos: no llevan aquí más que dieciocho años." las "familias" sólo se produce cuando, por alguna razón concreta, se
La paradoja sólo es aparente, esto significa que los "recién llegados" rompe el equilibrio de la "honorable sociedad". Si aplicamos este mo-
han creado otros vínculos, otras redes de ayuda mutua, y que partici- delo a las tribus urbanas, observaremos que existen mecanismos de
pan en otros reagrupamientos. Funcionan según su propia proxémí- regulación muy sofisticados. El papel del "tercero", muy bien descri-
ca..Se trata aquí de una realidad que es particularmente evidente en to por la sociología política (Freund, Schmitt), encuentra aquí su apli-
las grandes ciudades; pero que, como toda evidencia, merece ser re- cación. En concreto, hay un sistema de alianzas diferenciadas, que ha-
cordada. El grupo; para su seguridad, moldea su entorno natural y ce que una de estas tribus se halle siempre en posición mediadora. El
social, y al mismo tiempo eblíga, dejada, a otros grupos a constituir- aspecto puntual de estas alianzas hace que el sistema esté siempre en
se como tales. En este sentido, la delimitación territorial (lo recuer- movimiento, sin dejar de ser perfectamente estable. El papel del ter-
do: territorio físico y territorio simbólico) es estructuralmente funda- cero no lo desempeña, en efecto, una sola persona: lo puede desem-
dora de-múltiples socialidades.Junto a la reproducción directa, existe peñar un grupo entero, que hace contrapeso, que juega al interme-
una reproducción indirecta que no depende de la voluntad de los diario, que simplemente "hacen grupo", confortando así el equilibrio
protagonistas sociales, sino de ese efecto de estructura que es el bino- de un conjunto dado.
mio "atracción-repulsión": la existencia de un grupo fundado sobre Se puede comparar esto con la función de proxémica que existía
un fuerte sentimiento de pertenencia exige que, para la superviven- en la polis antigua. Era una función intermediaria que consistía en
cia de todos y cada uno, se creen otros gmpos a partir de una exigen- servir de nexo de unión entre los distintos grupos étnicos y naciona-
cia de la misma naturaleza, les que componían la ciudad. Jugando con las palabras, se puede de-
Las manifestaciones de este proceso son, al fin, bastante banales. cir que el próxeno (el prójimo) aproxima. Es este perdurar lo que
Basta con observar la frecuentación de ciertos cafés, la especificidad permite que, sin dejar de ser él mismo, el extranjero forme parte in-
de ciertos barrios o incluso la clientela de tal o cual escuela. lugar de tegrante de la polís y ocupe su propio lugar en la arquitectónica so-
espectáculo o espacio público para percatarse de la primacía de dicha ciaL ¿Es acaso, por lo demás, fortuito el que, como señala M.-F. Bas-
estructura. En el interior mismo de estos distintos lugares se pueden lez, sea el poeta Píndaro quien desempeña la función de próxeno y
advertir. otros reagrupamientos igualmente exclusivos, que descansan sea, al mismo tiempo, quien compone el ditirambo en honor a la po-
en la conciencia, sutil pero arraigada, del sentimiento de pertenencia lis? Cabe, en efecto, imaginar que la celebración de la polis como tal
o del de diferencia. Tal vez haya que ver en esto, como propone C. remite a la facultad que tiene ésta para domesticar e integrar al ex-
Bouglé, "las huellas del espíritu de casta".40 Lo cierto es que.junto a tranjero."
un jgualitansmo de fachada, ha exisitido siempre una arquitectónica Así, el reconocimiento de la diversidad y la ritualización de la mo-
social harto compleja, cuyos distintos elementos eran a la vez comple- lestia que esto suscita desembocan en un ajuste específico que, en
tamente opuestos y necesarios los unos con relación a los otros.
Se puede considerar que existe, deJacto, un reconocimiento recí-
proco de estos grupos. Como he indicado antes, la exclusiva no sig-
nifica la exclusión; así, dicho reconocimiento trae consigo un modo il Interpreto aquí libremente un análisis de M.-F. Baslez, L'étmnger dans la Gria ""-
tique, Parb, Les BeUes Lettrea, 1984, pp. 40 ss. Sobre el papel del-tercero", cf;]. Fre-
und, l:ts$tl'IQ! du politU¡ue. París. Sirey, 1965, y J. H. Park, lA atmllllunirotion el le roriflit
dans le 1IllIlk tú fJemN r.umn. Tesis Sorbona, París V. Sobre los terraorícs de la maIia, d.
40 C. Bouglé, r.s,'ai., .m,-~ rlÍ¡{i1lU' des mstes, París. P{IF, 1969. p. 5. J. Iannl, Desnffmm defamilh, París. Plon, 1978.
EL TIEMPO D~ LAS TRIBUS
DE LA PROXtMlCA 249

cierto modo, utilizala.incomodidady la tensión como sendos facto- mos de referirnos no hace más que ocupar el lugar de los antiguos ti-
-;es ,d~equilibrio útiles para la ciudad. Descubrimos aquí la lógica con- tos (que ya no nos arrevíamos a llamar así), vacíos de sentido a fuer-
tradictorial repetidas veces,analizada (Lupasco, Beigbeder, Durand), za de estar uniformizados. La condena apresurada no basta, como
y ,que rechaza las estructuras binarias o el,proce~i~iento ~ialéctico tampoco basta la condescendencia. Es precisocomprender que estos
por ser demasiado mecánicos o reductores. Las dls~ntas tnbus urba- ritos merecerían un análisis específico. Su vivacidad revela claramen-
nas "crean ciudad" porque son diferentes y a veces lncluso opuestas. te el hecho de que está emergiendo una nueva forma de agregación
Toda efervescencia esestructuralmente fundadora. Se trata de una social; tal vez resulte dificil conceptualízarla, pero, con ayuda de an-
regl<,'l,'sociológica de base qu~, por supuesto, no pasó ina~verti~ a tiguas figuras, es ciertamente posible trazar sus contornos. De ahí las
Durkheim; todo consiste en saber utilizar esta etervescencía y como metáforas de la tribu y el rríbalísmo aquí propuestas.
ritualizarla. Un buen medie, dentro de la lógica de lo que acabamos Resulta que esta metáfora traduce perfectamente el aspecto ertl.o-
de exponen.es dejara cada trtbu ser ella misma, con lo que elajuste cional, así como el sentimiento de pertenencia y el ambiente conflic-
resultante.sera más.natural.Ya lo he explicado en otro lugar: la coe- mal inducido por este sentimiento. Al mismo tiempo, permite- ver,
nestesia del cuerpo.social es comparable con la del cuerpo humano: más allá de este conflicto estructural, la búsqueda de una vída ccti-
en general, el funcionamiento y el dísfuncíonamlento se complemen- diana más hedonista, es decir, menos firializada y menos determina-
tan y. contrarrestan, Se trata de hacer que el "mal" particular sirva pa- da por el "deber ser" y el trabajo. Cosas que los etnógrafos de la Es--
ra el "bien" globalCharles Fouríer sítuó este procedimiento horneo- cuela de Chícago ya vislumbraron hace unos cuantos decenios, pero
pático en la base. de su falansterio. Así, se proponía utilizar lo que él que ahora han tomado una amplitud sumamente inestable. Esta "con"
llamaba las "pequeñas hordas" Q las "pequeñas bandas" aprovechan~ quieta del presente" se manifiesta de manera informal en esos peque-
do .sus mejores competencias, ppr anómicas que pudieran ser: "MI ños grupos que pasan "la mayor parte de su tíernpo vagando yexplo-
teoría se limita a.utilizar las pasiones (reprobadas) tal y como la na- rando su mundo".4S Lo que, naturalmente, los lleva a experimentar
turaleza las da, y sin cambiarlas en nada. Ahí está el acertijo o secre- nuevas maneras de ser. en las que el "paseo", el cine, el deportéo el
to del cálculo de laAtracción apasionada. "42 "entremés" en común ocupan un lugar de predilección. Es, porlo de-
.. E¡; posible que su.cálculo minucioso y un tanto utópico para su más, interesante notar que, con la ayuda de la edad y del tiempo, es-
tiempo, esté a punto de. realizarse en nuestros días. La heterogeneí- tas pequeñas bandas acaban estabilizándose, convirtiéndose en clu-
zacíón esta a la orden del día, toda vez que el pluriculturalismo y el bes (deportivo, cultural) o también en una "sociedad secreta" de
WJit~ísJP.O caracterizan a la perfección a las grandes ciudades con- fuerte componente emocional. Es este paso de una a otra forma lo
temporáneas, por lo que se puede pensar que el consenso es más propio que aboga en favor del aspecto prospecuvo de las tribus. Por supues-
tU; un ajuste "aff{Ct'lJ.{Ji" a posteríorí q'f!$ de una regulación mcíonal e prio- to, no todos estos grupos sobreviven, pero el hechode que algunos
ri. En este sentido, ~s necesario prestar una gran atendó? a eso que, asuman las distintas etapas de la socialización hace de ellos una "for-
de manera demasiado cómoda, llamamos marginalidad. Estaes, cíer- ma" social de organización flexible, un tanto irregular sin duda, IX;
tamente, ellaboratorío de los modos de vida venideros; sin embargo. ro que responde perfectamente, concreto modo, a los distintos condí-
la (rejnovacíón de los ritos de iniciación de los grupos a que acaba-

4S Cf. el análisis de estO! etnógrafO! qu,", hace U. Hannerz, ~ Úl viJle, I?aris,


Semi, 1983, pp. 59-00. Sobre la temática del presente, remuo a mi libro, M. Maffemli,
42 C. Fourier, (EUvrlS rmnpléll's, París, Anthmpos, t. V, p. 157; d. astmemo Durk-
La WfIfJIlitedu prisenl, París, PUF (1979), DD8,1998. En cuanto al modelo del »eereto, cf
É.

hefm, lA f~ ilémmtlJjl"f'~de in IINJ ""ligietLv, Pans, I'U.' (1968), Le Livre de Peche, 1991; G. Simmel, "Les sociétés secretes", RnNte fiufI«Jise b psydmnaf:Jse, Parls., PUf, 19T1. So-
oobre la utilización de la violencií'- me he explicado ya en M. Maifesoli, Esstlli sur Úl vio- bre los ritos de los gtUJ>O!I de adolesc.-,nks, eC. L.-V. Thomas, Rimbmnrl, París, Fayard,
Imeo( ba~ d flJ!ldalna, 2a. ed., París, Librairie de.s Méridiens, 1985; P. Tacussel, QItJf- p. 15. De manera máll general, cf. los libros de J. Dumazedier, Rivolulion. culJrtmUe du
U<s Fmtrier, op. ca., [l08, 2000.
temps tilM, París, Klinckllied, 1998.
EL TIEMPO DE lAS TRIBUS DE LA PJI;OXtMICA

donamlenros del entorno social.y de.este medio ambiente natural es- simple del término, más generosa, lo cual apela a la generosidad de
pecífico que es la ciudad contemporánea. Desde este punto de vista, espíritu del observador social. Ésta nos torna atentos a la multiplica-
la tribu puede llevarnos a plantear una nueva lógica social que corra dón de las tribus, que no se sitúan al margen. sino que son otras tan-
el riesgo de.címbrar muchos de. nuestros tranquilizadores análisis so- tas inscripciones precisas de una nebulosa que ha dejado de tener un
ciológicos. Así, lo que parecía "marginal" hasta hace poco no puede centro preciso.
ya seguir calificándose como tal. Antes de la Escuela de Chícago, M. Tomemos nota del hecho, de que existe una multiplicidad de lod
Weber había observado la existencia de eso que yo llamaré aquí un que secretan sus valores propios y que desempeñan la función de ci-
"rornantícísmo.trtbal", valorando la vida afectual y la experiencia vi- miento para aquellos que hacen y pertenecen a estos valores. u racio-
vida. No sin bastantes matices, por cierto. se dedica a separar el buen nalidad del siglo XIX se refería a la historia, o a eso que yo he llama-
grano de la cízaña.Sín embargo, contrariamente a lo que opinan cíer- do la actitud extensiva (extensión), la racionalidad que se anuncia es
tos.comentadores.me. parece que su análisis de los pequeños grupos principalmente proxémíca, intensiva (in-tensión), organizándose al-
místicos contiene ,in nuce numerosos elementos que permiten apre- rededor de un pivote (guro. acción, placer, espacio) que a la vez une
ciar-lo que resulta constatable en nuestros días. A este respecto. la a las personas y las deja libres. Es una actitud centrípeta y centrífuga.
prudencia. de Jean Séguy. ya no me parece relevante, pues, más allá De ahí la inestabilidad aparente de las tribus: el coeficiente de perte-
de las reservas propias. de su tiempo, la descripción de lo que escapa nencia no es absoluto, y cada cual puede participar en una multipli-
a la racionalización del mundo se halla en perfecta congruencia con cidad de grupos, invistiendo en cada uno de' ellos una parte no des-
lo no racional que mueve, con profundidad, a las tribus urbanas.f deñable de sí mismo. Este mariposeo es, ciertamente, una de las
Conviene insistir en este término: lo no racional no es lo irracional; características esenciales de la organización social que se 'está esbo-
es decín.no se.sltúa con relación a lo racional, sino que pone en pie zando. Ello permite postular de manera paradójica, por una parte. la
una lógica distinta -a la-que ha venido prevaleciendo desde la Ilus- existencia de esos dos polos que son la masa y la tribu, y, por la otra.
tración.-Se admite cada vez más en la actualidad que la racionalidad su constante reversibilidad. Vaivén entre-lo estático y lo dinámico.
de los siglos XVIII y XIX no es más que uno de los modelos posibles de ¿Hay que comparar esto con el "azar objetivo" tan querido de los su-
la razón operantes en la vida social. Otros parámetros. como lo afee- rrealistas? Lo cierto es que, cada vez con mayor frecuencia, cada per-
tual o lo simbólico, pueden tener. también su propia racionalidad. Así sona se halla encerrada en el círculo cerrado de las relaciones y, al
como lo no lógico no es lo mismo que lo ilógico, así también se pue- mismo tiempo. puede verse siempre golpeada por el shockde lo iIJ~
de .afirmar que la búsqueda de experiencias compartidas, el congre- dito, del acontecimiento. de la aventura. Hannerz califica de este mo-
garse alrededor de héroes epónimos, la comunicación no verbal, el do la esencía de la ciudad: "El hecho de descubrir algo por azar cuan-
gestual corporal descansan en una racionalidad que no deja de ser do en realidad se estaba buscando otra cosa. ~45 Esto puede aplicarse
eficaz y que, .por numerosos aspectos, es más amplia y, en el sentido igualmente a nuestro asunto: determinado por su territorio, su tribu
o su ideología, cada uno, puede igualmente, y en un tiempo muy cor-
to. hacer irrupción en otro territorio, otra tribu u otra ideología.
• 4-lLas reservas normativas de M. Weber se encuentran mayormente en Le Mflmnl 1'/ Es esto lo que me lleva a considerar como caducos el individualis-
k polilUpU1, que r.-{1Ilf' Il'xtos "educativos", más que en ¡::m,wmie el .<ocii/i, cf. M. Weber, mo y sus distintas teorizaciones. Cada actor social es menos actuante
Le SllIutnJrl '" prHilit¡It(', Parfs, P1on,,1959, pp. 85 Y 105 ss. Sobre la "comunidad emocio- que actuado. Cada persona se difracta al infinito. según el kairos, las
1-
nal", d. Économieel .<oc;;,é, París, ~Ion, pp. 478, 565, Y Séguy, "Rationalisation, moder-
ocasiones y las situaciones que se presentan; la vida social es enton-
nité el avenir de la religión chez M. Weber", An;/j~ de srietlas socil1k5 des reügitmf, Pa-
rís, GNRS, 1986,61.1, pp. 132 Y135 Ynotas. Sobre el clima en el que escribió M. Weber ces como un escenario donde, durante unos instantes. se operan cier-
!!Obre"lo orgiástico", y sobre Sil proximidad con la "escuda de los sacerdotes de Baa}"
ycon el círculo cósmico de Klages, d. W. Fietkan, "Ala recherche de la révolutíon per-
due", Walvdlmjamin. París, Cerf 1986, pp- 291 ss. 15 U. Hannerz, op. rif., p. 154.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS DE LA PROXtMlCA 2.3

ras cristalizaciones. La función puede ya dar comienzo, pero, una vez cuenta de la fuerza de las cosas, se ven obligados a ajustarse entre sí.
representada, el conjunto se diluye hasta que surge una nueva nudo- Este modelo macrosocíal se difracta a su vez y suscita la mirlada de
sidad. Estametéfora no es extravagante, en la medida en que nos tribus que obedecen a las mismas reglas de segregación y de toleran-
puede permitir comprender. la sucesión de "presentes" (7W future) cia, de repulsión y de atracción. De ahí, empleando de nuevo una ex-
que, de manera general, caracteriza a la perfección el ambiente del presión de U. Hannerz, ese "mosaico urbano" cuyo análisis dista mu-
momento. cho de estar acabado: "No hay en la ciudad ningún grupo cuyas
fidelidades no sean múltiples. "47
Para entender bien el hervidero que caracteriza a esta nebulosa,
tomemos como ejemplo el chisme, forma eufemística de la segrega-
LA RED DE REDES ción y del deseo de muerte. El chisme sirve de cimiento a un grupo y
permite negar la honorabilidad, la pertinencia y hasta la existencia
Aunque la organización social inducida por este paradigma pueda del otro. En un primer tiempo, la práctica del asesinato anónimo que
chocar con nuestras representaciones demasiado mecanístas, no por le es propio se emplea para confortar algrnpo en lo bien fundado de
ello deja de ser operatoria. Es una organización que forma estructu- lo que es o de su acción. É<lte tiene la verdad, teórica, exísrencíal.jdeo-
ra. Es, en.el sentido que he indicado antes, inspirándome en G. Sim- lógica, "en otra parte" está el error. Pero resulta curioso observar la
mel, unaf.onna en la que se mantienen juntos los distintos elementos gran rapidez con que se difunde el chisme. Cada pequeño medio tie-
del dato social en donde toman cuerpo. Es esto lo que me ha llevado ne sus mecanismos de rumor. Sin pretender estudiar aquí dichos me-
a hablar de organícídad y a repensar la noción de solidaridad orgáni- canismos, sí podemos decir que expresan a la perfección el hecho de
ca. 1'01" paradéjíco que parezca. al final de esta reflexión volvemos a que, en el seno de un grupo concreto, numerosos miembros partici-
hallarnos en el principio de nuestra investigación. ¿Cuál es el gluti- pan en una multiplicidad de tribus. Es así como un chisme se convier-
num.muruli que se elabora ante nuestros ojos? te en rumor. Esta interpenetración puede valer igualmente para gru-
Se puede señalar que ya existen sólidas investigaciones que han pos distintos entre sí. Así, y a título ilustrativo, se puede señalar que
abordado el problema de las redes: tal es el caso de la micropsícolo- un determinadojuicio perentorio, definitivo, más o menos fundado,
gíao de la formalización maremétíca.t" Es, sin duda, posible que las por supuesto negativo, sobre una personalidad de la tribu científica,
matemáticas contemporáneas perfeccionen, de manera sofisticada, se pasea por universidades, laboratorios, comités, comisiones, colo-
su modelo de interpretación, pero yo no tengo ni la competencia ni quios, congresos, revistas, informes, dando la vuelta entera al mundo
la apetencia necesarias para utilizar sus análisis. Béstenos aquí con in- académico. Los medios serán variables: la cosa irá desde la diatriba
dicar que.eí los métodos son divergentes, el objetivo es idéntico: dar de las conversaciones privadas hasta el silencio o la censura en los es-
cuenta de una nebulosa que posee una lógica propia. En efecto, yo critos publicados. Pero, de manera rápida, es el conjunto de este cuer-
formularía-este problema en los siguientes términos: los juegos de la po social el que se ve envuelto. Posteriormente, desde los cocreles has-
proxémica setnganizan,en nebuÚJsas policentradas. Éstas permiten a la vez ta las reuniones de trabajo, el chisme toca a la tribu de los 'editores,
la expresión de la segregación y la expresión de la tolerancia. En efec- que, a su vez, lo extiende a la de los periodistas. A veces la contami-
to, alrededor de los valores que les son propios, los grupos sociales nación no perdona ni siquiera a tribus como la de los altos funciona-
moldean sus territorios y sus ideologías. y, posteriormente, habida rios o de los trabajadores sociales, consumidores, para la ocasión, de
producciones teóricas. Así, es posible seguir, mediante concatenacio-
nes sucesivas, la eficacia de las pertenencias y de las fidelidades múl-
ifi Además de las referencias hechas por Hanne14. podemos remitirnos a la tesis de
S. Langlcia, ú-s 1if<oawo: sociallxf¡ In mobilitiprofe,~li(»,"¿¡', Sorbona, 1980, que plantea la
cuestión oon erudición a la vez que abre numerosas pistas prospectivas. 47 U. Hannerz, op. cit., pp- 8s.s9.
EL TIEMPO-IlE lAS TRIIlUS IlE LA PROXtMlCA 255

tiples. En este sentido, el comadreo es un buen revelador de la estruc- ritu enjuiciador, y no le atribuimos en seguida una connotación pe-
turaen red; y es bastante dificil encontraron medio que se halle libre yorativa, esto remite a la metáfora dionisíaca de la confusión: las co-
de é1. 48 sas, la gente, las representaciones se responden mediante un meca-
De hecho, el entrelazamiento (eso que los teóricos anglosajones nismo de proximidad. Así, mediante contaminaciones sucesivas se
de las redes llaman- connectedness) es una característica: morfowgica de la crea eso que se denomina realidad social. Como consecuencia de en--
agregación social que aquí nos ocupa. Recordemos, a este propósito, cabalgamientos y entrecruzamienros múltiples, se constituye una red
los experimentos de Milgram, que demostraron que, por mediación de redes; los distintos elementos se mantienen recíprocamente, for-
de cinco a seis puestos de relevo, se podían establecer contactos en- mando así una estructura compleja y, sin embargo, la oportunidad,
tre dos personas que vivieran en dos regiones totalmente opuestas de el azar y el presente ocupan un lugar nada desdeñable, lo cual pres-
Estados Unídos.t? Pero, apoyándonos en las propias investigaciones ta a nuestro tiempo ese aspecto incierto y estocástico que todos-sabe-
deMílgram, podemos hacer notar que la cadena que une a las perso- mas. Esto no impide, aunque no seamos del todo capaces de díscer-
nas en cuesríén está menos compuesta por individuos que por "mi- nirla, la existencia de una sólida organicidad, que sirve de base a las
cromedíos". En el c;jemplo dado, al igual que en los experimentos de nuevas formas de solidaridad y de socíaíídad,
Milgram, la información circula porque se transmite de pequeño nó- Es indudable que éstas no deben nada a ninguna ideología del de-
dulo en pequeño nódulo, y,a veces, en la cadena existe una nudosi- sarrollo fundada en un individuo dueño de sí y en un progreso en
dad más importante..Según los casos, ésta puede ser un bar, un salón, marcha continua; cosas que se inscriben en una perspectiva lineal o
un laboratorio universitario cotizado, una iglesia; poco importa para en una física constituida por la yuxtaposición de átomos aislados. Al
el caso.esta nudosidad estructura la infonnación recibida, corrige. igual que en otros ámbitos, es menester de vez en cuando operar una
limpia, inventa>una pequeña bajeza suplementaria, remitiendo lue- verdadera revolución copernicana. En efecto, seria una buena idea
go la información al nódulo siguiente. A la postre, el individuo afec- escribir un nuevo De mIOlutionibus OTbium.." que ya no se aplique al
tado por la infonnación importa poco, y, por tanto, menos aún el que espacio celeste, sino que muestre las evoluciones y revoluciones espe-
la transmite; y tanto uno como otro son simples peones intercambia- cíficas de un mundo social dislocado. Así, la red de redes ya no remi-
bles con un "efecto-de estructura" específico. De ahí el que la perso- tiría a un espacio en donde los distintos elementos se adicionan, se
nano sea responsable (no responda) de la información o del chisme: yuxtaponen, donde las actividades sociales se ordenan según una ló-
éste se difunde según el.aire del tiempo, haciendo y deshaciendo re- gica de la separación, sino más bien a un espacio en el que todo esto
nombres de suma fragilidad. Sic transit. .. se conjuga, se multiplica y se desmultiplica, formando figuras calei-
Lo que ponen de relieve los ejemplos aducidos, que no pretenden doscópicas de contornos cambiantes y diversificados.
ser más que meros indicios, es el aspecto no voluntario y no activo de Tal vez se pueda comparar esto con lo que A Berque llama "el es-
la estructura en redes. Se podría decir que dicha estructura está con- pacio areal". Espacio que tiene relación con las áreas, y que se opone
dicionada, o al menos precondicionada. Con lo cual, sus protagonis- a un espacio lineal únicamente definido por una sucesión de puntos:
tas se -pueden calificar de la misma manera: más que producir están "El espacio lineal sería más bien extrinseco, y el espacio areal más in-
producidos por la información. Si olvidamos por un instante el espí- trinseco."50 Me gustaría extrapolar las notaciones sobre este tema, que'
el autor aplica al japón. En efecto, se puede imaginar que la acentua-
ción del contexto, correlativo a esta "areología", nos ayuda a definir
mejor la eficacia de 10local o de la proxérmca. Así como ya lo he for-
1~ El problema del chisme o del mmor merece una nueva atención; además de 1011
mulado anteriormente, la ex-tensión da lugar a la "in-tensión", a par-
trabajos d~ E. Morin y de Shibutani (cf &/W1i.<, París, Masson, núm. O, 1984), remito
al libro de J.-B. Renard y V. Campion, Liglmb.5 "riJai""", París, Payot, 1992.
s.
4\' Milgram, 11", ,KfJniena o/ li''¡''g in nlv..; d. el análisis que hace de esta obra U.
Hannerz, ap. nI., pp. 245-247; cf., asimismo, p. 228. !>IlA. Berque, VW7l' I'espaa auJafKm, Pans. MJF, 1982, p. 119.
256 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
DE L\ PRoxbfICA 257
,tir de la cual. en vez de Interpretar la lógica de las redes a partir de más no poder y se difunden de manera paulatina en el conjunto de
un mecanismo un tanto causalista, a partir de una adición de secuen- la sociedad en su totalidad.
cias, se podrá apreciarla de manera holística, como la corresponden- El paradigma de la red puede así entenderse, como la reactualiza-
cia de áreas díferencíadas.En.el marco. de. una sociedad compleja. ca- ción del mito antiguo de la comunidad, en el sentido en el quealgo
da uno vive una serie.de experiencias que sólo cobran sentido en el que tal vez no haya existido nunca actúa con eficacia en el imaginario
contexto global. Al participar: en una multiplicidad de tribus, que se del momento. De ahí la existencia de estas pequeñas tribus, efímeras
sitúan, en relación recíproca, cada persona podrá vivir su pluralidad en su actualización, pero que no por ello dejan de crear un estado de
i.ntrí~seca. Sus diferentes "máscaras" se ordenarán entonces de ma- espíritu que, por su parte, parece llamado a durar. ¿Hay que ver en
nera más o menos ~onflictiva.y se ajustarán a las otras "máscaras" que esto el retomo trágico y cíclico de lo mismo? Es posible. En todo ca-
la f9dean., És,ta es•.en cierto modo. la manera como se podría expli- so, esto nos obliga a repensar la misteriosa relación que une el "lu-
cada morfología, de. la red. Se trata de una construcción que, como gar" con el "nosotros". Pues, por mucho que esto' irrite a los detenta-
pinturas. en .abísmo, pone de relieve todos $US elementos, aun cuan- dores del saber institucional, la irregular e imperfecta vida del día 'a
do éstos sean los mM minúsculos o Jos más anodinos. día no deja de secretar un verdadero "co-nocímíento ordínario": eso
- Perrnítaseme recordar aquí ~i hipótesis central: hay (habrá) cada que el sutil Maquiavelo llamara "el pensamiento de la plaza pública",
vez más un vaivén constante entre la tribu y la masa. O también: en
el ínterior de una matriz definida se cristaliza una multitud de polos Oraíssessac-Parfs
df atracción. Tanto en la primera como en la segunda de estas imá- 1984-1987
genes.ja argamasa de agregación -que podremos denominar expe-
riencia, lo vivido, lo sensible, imagen-, este cimiento entonces, está
compuesto por la proximidad y lo afectual (o lo emocional); a esto
nos remiten el área, lo minúsculo y lo cotidiano. Así, la red de redes
se presenta como una arquitectónica que no vale más que por los ele-
mentos que la componen. Volviendo a emplear la tipología del soció-
logo E. Troeltsch, la socialidad inducida por la red sería de tipo mís-
tico.!',l Este término califica perfectamente el dominante de la
"religación" contemporánea. En él encontramos a la vez lo borroso,
la movilidad, la experiencia, la vivencia emocional. Cosas que, como
he tratado de mostrar a lo largo de este análisis, sobrepasan la sustan-
cia irreductible individual y confortan el sentimiento colectivo. Pare-
cería así que, por medio de uno de esos conos circuitos habituales en
las historias humanas, la socialidad posmoderna recobrará algunos
valores por lo menos arcaicos. Si nos referimos a la monumentalidad
burguesa, a sus expresiones institucionales y a su inquietud pro-yec-
tiva, se trata aquí de valores "inactuales". y, sin embargo, son reales a

51 E. Troehsch, "Chrisuanisme et société", Archi,It'-s ¡J¡>Joru>ÚJgU 00 tl'ligifm.s, núm. 11,


1961, pp- 15--34: d. igualmeme, respecto a la nebulosa r al grupo sectario, D, Hervieu-
Léger, Vm;.trI lHmlJflm cJiristianisme, París. Cerf. 1986. pp. 145.343,353 r passim.
ANEXO
EL PENSAMIENTO DE LA PlAZA PÚBUCA·

lAS OOS CULTURAS

La existencia de un "pensamiento salvaie" es actualmente una cosa ad-


mitida; fortalecida por su experiencia adquirida en contacto con las
sociedades primitivas, la antropología está ahora a punto de volver la
mirada hacia lo cotidiano de las sociedades contemporáneas, incluso
hacia eso que se ha dado en llamar la "cultura de empresa" Yotros ám-
hitos que parecerían demasiado cercanos como para ser objeto de es-
fuerzos analíticos. Lo mismo cabe decir de la cultura erudita. que em-
pieza también a admitir la existencia de otra cultura:. la de los
sentimientos comunes. Nada que objetar sobre esta emergencia. Son
numerosas las investigaciones que dan fe de ésta,' pero no por ello se
deja de dar entre estas dos culturas un alejamiento que a veces resul-
ta infranqueable. No se trata, por supuesto, de plantear la superación
de dicha diferencia, ni tampoco de negar sus consecuencias reales, ya
sea en el orden del conocimiento, así como en el de la práctica coti-
diana, sino más bien, de involucramos con el fin de controlar mejor
sus efectos. Se trata de vivir la tensión paradójica inducida por la exis-
tencia de estas dos culturas; tensión que podríamos resumir así: có-
mo integrar en una perspectiva de pensamiento -perspectíva general
si las hay- lo que es del orden de lo evanescente, de lo puntual y de
lo efímero. Tal es la cuestión de un "conocimiento ordinario" que,
sin perder nada de su preocupación reflexiva, pretende permanecer
lo más cerca posible de su fundamento natural, es decir, de la sociali-
dad de base.
Por otra parte, se ven surgir por todos lados múltiples problemas
relacionados con este fundamento natural; eso que, a imagen de un
célebre precedente, podríamos llamar la "cuestión de la naturaleza".

• En homenaje a Franco Ferraroui.


I er., a este respecto, F. Dumom, CetIe cullllJ'f qt~ loo ~/h savant.!, QIlestions de cuJ..
tun!, Quebec, l<¿Re, 1981, p. 19.

[2591
260 EL TIEMPO oe U.S TRIBUS
ANEXO 261
Sin, embargo, contrariamente ,de lo que fue, desde las grutas de la merecería hacerse, sino de destacar que, según la expresión conocí-
Umb~ía hasta las comunidades del Ardeche, la temática ~francisca· da, existen distintos "intereses de conocimiento" (Habermas) que no
na", ya no se plantea dicha cuestión en términos tajantes y exclusivos. dejan de enfrentarse. Se puede, además, insistir en el hecho de que
En todo esto, ya no puede existir por un lado, la cultura y, por el otro, la sensibilidad popular siempre ha suscitado el descontento de los clé-
la naturaleza con todas las consecuencias que implica esta estricta di- rigos.
cotomía. Hay que constatar que la consecuencia esencial es la cons- Se trata de la antigua paradoja que existe entre los que quieren ex-
tante relativizadón del polo natural. Desde sus distintas modulacio- plicar (allanar), regir la vida, y esta vida misma, que siempre escapa
nes -popldar, folclore, sentido común, etcétera- éste estuvo casi a la explicación. La primera sensibilidad procede por distinción y por
siempre marginalizado. En el mejor de los casos, fue considerado co- análisis subsiguiente, mientras que la segunda prefiere la conjunción
mo una fase que había que superar; como una infancia de la huma- y la captación global de los distintos elementos del datomundano.
.nidad. siempre renaciente, que convenía erradicar por completo. 'Ia- Tanto los historiadores como los sociólogos han contestado a menu-
rea.de la cual tenía que hacerse cargo el pensamiento erudito. Por do la adecuación (ideal típico) establecida por Max Weber entre el
eso, antes de mostrar; o al menos antes de señalar, la sinergia que se espíritu del capitalismo y el protestantismo. De hecho, éste, en dicho
esboza en nuestros días entre, el polo. natural y el cultural, conviene libro, suele estilizar las características esenciales de lo que podríamos
analizar, aunque sea sólo brevemente, el desprecio constante, o la ne- denominar el burguesísmo, sobre todo en cuanto a su epis~ con-
glígencia, respecto del pensar popular: ya sea el de la mitología ya el trolar la naturaleza (social y natural] mediante la aplicación racional
de lo coüdiano.t Se trata de un procedimiento llamado a contrario que y sistemática de la actitud disyuntiva. Ésta puede resumirse por cíer-
puede ser de gran, utilidad para nuestro propósito. to, en lo que el decano Mehl dice del enfoque protestante, que, a di-
Para retomar un concepto de Gilbert Durand, no fue ayer que se íerencía de lo que parece "a veces caracterizar al pensamiento-catéh-
cuestionó el "trayecto antropológico" (eso que A Berque llamaría la ca", procede mediante "ruptura y mediante (el) rechazo de las
"trayectivídad") entre los polos a los que: acabamos de referimos. Así, conjunciones".!> En este sentido, el burguesísmo, y su ideología pro-
.en ía.nadíción cabalísuca.junto "al árbol del conocimiento" se habla testante, o también los valores anglosajones que son sus vectores, lle-
de un "árbol de la vida", Es la escisión entre esos dos árboles la que, van hasta su más extrema consecuencia la lógica de la distinción y de
según Scholem, permite al mal hacer Irrupción en el mundo." De ma- la separación. Todas estas cosas que caracterizaban claramente la mo-
llera metafórica, podemos decir que es ciertamente aquí donde se en- dernidad, para bien y para mal, en el sentido de que, al privilegiar la
cuentra una de las fuentes de.la separacíón entre la vida y la filosofía, demostración de un orden "del debido-ser" racional, ha olvidado sim-
así corno el antagonismo profundo y la dificultad que ésta tiene para plemente la "mostración" de un orden real, que, por su parte, es mu-
integrar la-rica experiencia de aquélla. Desde muy pronto se ve, pues, cho más complejo, cosa que el pensamiento moderno se ha reVelado
apuntar una importante distinción entre una cultura "filosófico-ra- a menudo incapaz de aprehender. Es testimonio de ello la adverten-
rionalista" y otra "populo-mitológica", distinción que, cual hilo con- cia de un historiador del populismo ruso lanzada a los intelectuales,
ductor, se descubre con regularidad en el largo recorrido de la hu- los cuales no debían "Iead the people in the name of absrract, bao-
mantdad." No se trata aquí de trazar su historia, lo que por cierto kish, imported ideas, but adapt themselves to the people as it toas... 1'6*

2 Con aplicación a un ámbito específico. cr. el análisis en este sentido que hace 5 R. Mehl, La théologie protestanle, París, PUF, 1967, p. 121.
C. G. Duboe, I.·jmagi>mi", tk ía Renaissance; París, 1'l1F, 1986, p. 959. 6 R. Pipes, citado por Venturi, Les inltllleduei&, lepeuple ti la rioolulion, París, Galli-
3 cr. G. Schoíem, La mY.ltiqllejullJf, París, Cerr, 1985, p. 86. man!, 1972, p. 49.
• Sobre :es,ta distinción, d. G..Scholem, SiÚloolfli L"'V;, La Grasse, Vernier, 1983, pp. • Guiar al pueblo en el nombre del absl.racw, de lo ""ludioso, de Ii¡,¡ ideas impo¡·
25 Y 39. radas, sino adaptarse enos mismos al pueblo rot>W es [T.j.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS ANEXO

Pero este paso de una légíca del deber ser a una lógica encarnada no observar que ya sea en el tratado erudito, ya sea en la multiplicidad
es nada fácil cuando se conoce el desprecio de 10banal, de lo ordina- de artículos o de entrevistas periodísticas, la preocupación moral si-
rio. y de la vida cotidiana en el que se halla fundada la cultura erudi- gue siendo el fundamento de numerosos análisis intelectuales. ¡En
ta, la cual, independientemente de las tendencias políticas, sigue ani- cuanto a quienes rechazan esta tendencia natural, son clasificados en
mando en profundidad numerosos análisis acerca de la realidad el apartado infamante de los eetetas!
social. Sería instructivo hacer, en este sentido, un compendio de las ex-
presiones de la actitud despreciativa respecto de la idiotez y de los
idiotismos del pueblo; en una palabra. respecto de su apego a los par-
ticularismos. Desde Gorki, quien observó que Lenin sentía un despre-
PARA DICHA DE LOS. PUEDLOS cio de "señor hacia la vida de las masas populares", hasta ese tipo del
vulgo que, según Sartre, observa que este último "descubre siempre
No retomaremos aquí un viejo problema que, desde hace ya más de el mal" cuando podría ver también el lado bueno de las cosas, es in-
un decenio hasta ahora, ha sido objeto de innumerables análisis. En teoninable la lista de quienes, a partir de sus aprioris críticos, se mues-
un tiempo en que aún no estaba de moda, yo hice mi contribución tran incapaces de comprender los valores que crean la calidad de una
al debate. Recordemos, empero, que es siempre d€sde el exterior que vida, preocupada ante todo por el orden de.la "proxémíca". Es una
conviene aportar al pueblo su propia conciencia. El leninismo formu- actitud que se puede resumir bastante bien en esta famosa ocurren-
lé-claramenre.esta perspectiva. y como se sabe. fueron raros los inte- cia de Paul Valéry: "La política es el arte de impedir a los sentidos mez-
lectuales que se sustrajeron a ésta.' Y todos los que, aún en nuestros clarse con lo que les atañe." En efecto, la incomprensión a que aca-
días, desconfían de la sociología espontánea, la de todos, se inspiran bamos de referimos obedece a esa lógica de lo ,moral-polítko de
en la misma filosofía: el desprecio de todo lo que no se rige por el or- ocuparse de lo lejano, del proyecto, de lo perfecto; es decir. de lo que
den del concepto, por no decir incluso también el desprecio de todo debería ser. En cambio. lo propio de lo que, a falta de mejores ténni-
lo-vivido. nos. podemos llamar el pueblo o la masa, es preocuparse de lo que
Recordemos, a este respecto. la afirmación hegeliana de que "el le es cercano, de ese cotidiano monstruoso, estructuralmente hetero-
pueblo ignora lo que quiere; sólo el Príncipe lo sabe". De manera géneo, en una palabra, estar en el centro de una existencia que es
paulatina, este privilegio del príncipe ha pasado a quienes pensaban muy difícil de intimar. De ahí su rechazo, casi consciente. de ser' lo
la lógica de lo político, los intelectuales, portadores de lo universal y que sea.
fundadores de la responsabilidad colectiva. Desde 105 príncipes del Para dar cabal cuenta de esto he propuesto la metáfora de la cen-
espíritu de los siglos pasados, que dictaban las leyes o la marcha real tralidad subterránea, con objeto de destacar los numerosos fenóme-
del concepto. hasta esos pálidos reflejos suyos que son los histriones nos sociales que, sin estar finalizados, tenían una especificidad propia.
contemporáneos, combatientes de. campos mediáticos, el mecanismo Así, según la hipótesis del neorríbajísmo, que formulo actualmente. se
es el mismo: se trata en todos los lugares y en todas las situaciones de puede decir que, en el seno de una masa multifoone, existe una mul-
"responder de", o de "responder para". A este respecto. es ilustrativo tiplicidad de microgmpos que escapan a las distintas predicciones o
exhortaciones de identidad habitualmente formuladas por los analis-
tas sociales. Ello no impide que la existencia de estas tribus sea flagran-
7 Remito, sobre este punto. a mis obras: M. Maffesoli, lA Ingitpu.tk la domination, Pa-
rrs, eus, 1976, Y La Triolem:e W/.aÜ1ili". París, PUF, 1979. U. asimismo B. Souvarine, S~
fII!, ed. Gérard Lebovici. 1985, p. 64. Cabe recordar que sólo algunos grupos de il1llpt- s M. Oorkí, Pen.sás intempestivt:S, Lausana, L'Áge de I'homme, 1975, citado por B.
ración anarquista, como, por ejemplo, 1011 consejtstas o los situacionistas. fueron Souvarine, op. cit., p. 18I.!.Lttms tkSarln', Temps, DI, 1983, P. 1680. P.Valéry,tEuvrtsWllJ"
refractarios al leninismo conceptual. pleJes. La Pléiade, t. u. p. 615.
EL TIEMPO DE LAS TllIIIUS
ANEXO 265
te. La.existencia de sus c,uluu;as,oo el\ en sí misma menos real. Pero, lidad subterránea: saber comprender una arquitectónica diferencia-
naturalmente•.ni éstas ni aquéllas se.inscribenen ningún orden polí- da que descanse en un orden o 'en una potencia interior. r que, sin
uco-moral, yun.análisis que. se haga esencialmente a partir de dichas estar finalizada, posea una fuerza intrínseca que consiente tornar en
categorías estará condenado al silencio. o lo que por desgrac~~ más cuenta.
frecuente, a la palabrería. Ya he dicho antes que no se puede .mu~,ar, Resulta que el vitalismo inducido por el planteamiento que acabo
y. menos aún .reducir; o traer la socialidad a tal? cual determínacíon, de indicar no es ninguna creación ex nihilo. Se trata de una perspec-
aun cuando ésta fuera de última instancia. Vivimos en un momento tiva que suele resurgir con regularidad. y que ha inspirado sus obras
de lo ~ás interesante, donde el ñorecímiento de lo vivido apela a un consecuentes. Para dar tan sólo unos cuantos nombres significativos
conocimiento plural, donde el análisis disyuntivo, las técnicas de la se- de los tiempos modernos, podemos remitir al "querer vivir" de Sebo-
paración y el apriorismo conceptual.deben dejar ~~ a una f~no.~e­ penhauer, al impulso vital de Bergson, a la LebensO%iologUJ de Simmel
nclogta compleja qlJ-e sepa integrar la partidp~lOn. la des~npe~on, o al querer oscuro de Léví-Strauss. En cada uno de estos casos se po-
las nanacil;mes vítajes y las distintas manifestaCiones de los Imagma- ne el acento en el sistema de las conjunciones, o también, empleando
rios colectivos. un término que está de moda, en la sinergia de los distintos elemen-
" .Di¿ho proceder, que torna en cuenta la vida, podrá estar en con- tos, culturales. sociales. históricos, económicos, del todo social. Con-
dlcíones.de expresar el, hervidero contemporáneo. ~mo.ya hemos junción que parece hallarse en adecuación con las grandes caracte-
tenido ocasión dedecir, nos hallamos lejos de cualquier upo de ah- rísticas sociológicas del momento. Podemos discriminar, separar,
dicació~ del espíritu, [todo lo contrario! En efecto, es posible que, si reducir un mundo dominado por el objeto o por lo objetivo. pero no
h~cemhsc.:=~to~ sepaptos encontrar un orden específico operante en se puede hacer lo mismo cuando nos enfrentamos a eso que yo Ita-
nuestros.días. .:\sí,.ala vitalidad socíetal correspondería un vitalismo maría el "regreso de la vida". Encontramos aquí un tema recurrente
lógico. En otros ténnin~s,.sucederfa una lógica de las pasiones (o de en M. Weber, claramente formalizado en la noción de Vt'73"te/um. A es-
la confusión] fila lógica poíúíco-moral a que estamos acostumbrados. te respecto, se ha podido resaltar el papel coyuntural que juega esta
E~ de rodos conocída Ia fórmula de san Atanasío "QU kairoi alla kUTÚJi" noción entre el conocimiento y la vida cotidiana. "DespiU tlle mystiqtte
·(PG,,25. 252 C), que se podría traducir: "no lo que se presente, sino with which the conafrt ofVerstehen has been invected, th.ere Seem$ no muon
JQ~ dioses". E. Martíneau propone una inversión de ésta: "QU kurioi a/la lo suppose that historirol QT sociological understanding ís essentiaUy difJmmt
.~iroi". que podríamos uaducír.de la siguiente ~era: "no a~torida­ from tmeryday understanding. "10* En realidad. existe una buena dosis de
des impuestas desde arriba, sino lo.que está ahí ,las oportunidades, mística en la noción de la comprensión, en cuanto que'se funda en
'9& momentos vividos en común." Se trata de una inversión que pue- un conocimiento directo, intuitivo y'global a la vez. Es una noción
de sernos de griln utílídad.a la hora de comprender nuestro tiempo. que congrega y mantiene juntos los distintos elementos que había se-
Las monovalencias religiosas o profanas han perdido vigencia, es po- parado el momento analítico.
síble.quelas.tribus que nos. ocupan se muestren más atentas al tiem- Pero tomemos el término místico en su sentido más amplio: aquel
po que jranscurre y a su valor propio, a las oportul).idad~s que se pre- que trata de comprender cómo las cosas se mantienen juntas, aun-
sentan, más que a las instancias dominantes, sean del upo que sean.
Asimismo, no es menos posible que estas oportunidades definan su
ordenque para ser más estocástico o más latente, no por ello deja de
ser menos real. Es esto lo que está en juego planteado por la centra- 10 W. Outhwane, UnJn:slmldingsociallife, Londres, GeorgeAllen y Unwin, 1975, p.
13. Sobre la noción de conjunción, cf. G. Durand, "La noñon de limile", Emnos 1980,
Frankfurtam Maín, veríag, 1981, pp. 43 Y46.
" A ~!iar de la mística con la cual el concepto de %nIehen ha sido vituperado, no
9 Cf,el p~d"iWío de E. Martineaua 51,1 traducción de EIn ellempsde Heidegger, Au'" parece haber razón para suponer que el enlendimienlo histórico o lIOCiológico es esen-
henuca, H. C., p. 14. cíahnente diferente del enlendimienlo cotidiano [T.}.
EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
266 ANEXO 267

que sea de manera contradictoria. y en qué reside la armonía conflic- ser más precisos, se podría hablar de contaminación 'de cada uno de
tiva propia-de toda sociedad. En.unapalabra, qué es ese glutinum mun- estos registros por medio del otro-Todas estas cosas que,-si no los in-
di que hace .que una cosa exista. Mística es el asombro mos~ado po.r validan, al menos sí relativizan, por una parte, la mirada exterior y,
ese tipo del pápuwque, ante el espíritu critico de Sartre, ve, Siente, di- por la otra, tal o cual monovalencia conceptual o racíonal.P
ce, el "bien existente en todas las cosas". Al "no" dísocíauvo se opone
el "si afinnativo. Recordemos que el proceder disyuntivo es la pen-
diente del principio de individuación. El individuo crítico que sepa·
ra, es el mismo que se separa. Si bien toda su obra participa de esta EL ORDEN INTERlOR
tradición, Adorno, cuando da rienda suelta a su mente, y a su lucidez,
hace este-tipo de observaciones: "ninguna persona tiene derecho, por La superación de la monovalencia racional como explicación del
orgullo elitista, a oponerse a la masa, de la que ella misma no es sino mundo social no es un proceso abstracto, sino que está-estrechamen-
un momento";» también "ya es de por sí una insolencia decir yo".'! te ligada a la heterogenización de este mundo; o también a eso que
En efecto, la actitud mística de la comprensión tiene en cuenta el yo he denominado el vitalismo social. Según E.- Renan, el dios anti-
discurso de la masa, de la que no es, a decir verdad, más que una ex- guo "no es ni bueno ni malo, es una fuerza".13 Esta potencia no tiene
presión específica, Así como se ha podido decir de bella manera: nada moralizador, sino que se expresa por medio de una multiplici-
"Nuestras ideas están en todas las cabezas." Contrariamente a la exte- dad de caracteres, que conviene comprender en el sentido más am-
rioridad, de la que se ha hablado antes, la comprensión toma nota de plio del término y que ocupan todos ellos un sitio en la vasta sinfonía
la globalidad y se sitúa en el interior de ésta. mundana.
Se trata aquí-de un ambiente específico que privilegia la ínteracü- Es esta pluralización la que obliga al pensamiento 'Sociala romper
vidad, ya 'Se trate de la interactividad de la comunicación o de aque- el cerco de una ciencia unidimensional. Tal es la lección esencial de
lla natural y espacial. Cuando propuse, en un libro anterior, la corres- Max Weber: el politeísmo de los valores apela a un pluralismo causal.
pondencia y la analogía como maneras de proceder en nuestras En el esquema conceptual que se impuso en el siglo XIX, según aca-
disciplinas, tenía en mente resaltada pertinencia de esta perspectiva bo de indicar, un valor era una cosa que se reconocía como buena-y
global en un mundo donde, por no haber nada importante, todo tic- el objetivo del intelectual consistía en obrar de manera que este uni-
.ne ímportaacia. donde-desde.el más grande al más pequeño, todos versal tomara fuerza de ley. Ésta es la perspectiva político-moral. YIas'
los elementos se corresponden entre sí. Se trataba también de desta- diversas ideologías que se repartían el mercado (conñíctualmenre}
car que, al igual·queuna pintura en camafeo, la vida social descansa funcionaban con el mismo mecanismo. Pero ya no puede ser lo mís-
ea un deslizamiento insensible, pero recíproco, de experiencias, si- mo ahora que se está produciendo una írrupcíonde valores totalmen-
tuaciones y fenómenos; fenómenos, situaciones y experiencias que te antagónicos, lo que relativiza por lo menos la pretensión universa-
remiten analógicamente unos a otras. A falta de explicarla, buscar su lista, a la vez que matiza el alcance general de determinada-moral o
por qué, es.posible describir dicha. indefinición. Con este fin, A. Ber- política. Es esta inupción la que funda el relativismo conceptual.
que emplea, a su manera, la noción de "medianza", que connota el
ambiente y registra también la resonancia multiforme de la que aca-
bamos de hablar. Es un vaivén entre lo objetivo y lo subjetivo, y entre
la búsqueda: de convivialidades y el procedimiento metafórico. Para 12 Sobre la correspondencia y la analogía, remíto a mi libro M. Maffeooli, lA am-
nai.~""fI(",l1(mlinaj""
KJinchíeck, 1985. Sobre la ~medianza', cf. A. Berque. ViU!l' l'espar-e
aTIJap¡m, París, "¡F, 1982. p. 41, Yú .....mJagrtll'arlífta, París, Gallimard, 1986, pp- 162,
165.
11 T. Adorno, M,nil/lrl ~ París, Payot, 1980, p. 47, Y Noks SIl>' la ü/lffalu1l', Pari~, 1~ E. Renan, Man: A ImUl', 011 In. fin du J1W>Uk anlique, París, llvre de Poche, 1984, p.
Flarnrnarion, 1985, p. 426. 314.
268 EL TIEMPO DE LAS TRI RUS ANEXO 269

Tal relativismo no es Iorzosamente un mal. En todo caso, éste exis- guimos al decano Strohl, gran conocedor del joven Lutero, se puede
te, por lo que es mejor tomar cartas en el asunto. Con el fin de com- ver cómo éste opone a una Iglesia institución y macroscópica una
prender mejor sus efectos, conviene recordar que, según la expresión "Iglesia invisible [... J que actúa por medio del intermediario de sus
de P, Brown, la historia de la humanidad está atravesada por una testígosr.!" Se puede afirmar que él veía aquí la esencia de la ecdesia
"constante tensión entre los modos 'teísta' y 'politeísta' del pensar't.!' constituida por pequeñas entidades locales y místicamente unida en
Por mi parte, yo diría por un constante movimiento pendular. Según la comunión de los santos. Para él, frente a una Iglesia institución ad-
la ley de la saturación, que tan bien ha ilustrado P. Sorokin, respecto ministradora de una dogmática establecida, existe una fuerza institu-
a los conjuntos culturales. existen paradigmas que van a privilegiar yente que es esencial. Potencia contra poder.
eso que unifica en términos de organizaciones políticas, de sistemas Es interesante notar cómo esta visión plural de la Iglesia tiene co-
conceptuales y de representaciones morales; en cambio. hay otros mo corolario una elaboración intelectual que corta con la rigidez es-
que, en los mismos ámbitos, van a favorecer la explosión, la eferves- colástica. Lutero había aprendido "a combinar fragmentos del siste-
cencia y.la profusión. Del Dios espíritu puro, poderoso y solitario se ma de Aristóteles con el de san Agustín sin que le inquietaran los
pasa a los ídolos corporales, desordenados y plurales. Pero, contraria- principios de estos sistemas (... ] podía con toda facilidad adoptar
mente allinealismosimplista, que sólo contempla una evolución de ideas derivadas de principios extraños, pero asimilables a sus propios
lo "poli" a lo "mono", resulta fácil observar que las historias humanas principios... " En estos dos aspectos, el ejemplo de Lutero es esclare-
dan múltiples ejemplos de un vaivén entre estos dos modos de expre- cedor, pues se puede decir que el éxito del luteranismo descansa en
sión social, la captación intuitiva del fundamento pluralista que caracteriza lo po-
Son numerosos los trabajos de erudición que han resaltado este fe- pular.
nómeno. 'G; Durand, buen conocedor de las mitologías, ha mostrado El decano Strohl no deja, por cierto, de destacar que Lutero "hijo
c-on acierto que el propio cristianismo es incomprensible, a pesar de del pueblo [... l tiene en sí mismo sus mismas cualidades y defec-
su intransigencia monoteísta, sin su sustrato síncretísta.!" Y, aún en tos ... "17 Dejémosle la responsabilidad de sus afinnaciones,lo que es
nuestros días, el desarrollo sectario, los movimientos carismáticos, las cierto, es que en su tiempo, los estratos populares no se equívocaroa
manifestaciones caritativas, las comunidades de base y las múltiples al seguirlo con entusiasmo, y al sacar la lógica de su enseñanza, se re-
termas de superstición pueden interpretarse como la manifestación belaron contra los poderes establecidos, hasta que Lutero, una vez al-
de un viejo fondo pagano, populista, que ha perdurado mal que bien canzado su propio objetivo: convertirse en visir en el lugar del visir,
en la religión popular y que hace añicos el caparazón unificador ela- apelara a la nobleza cristiana para reprimir el desorden de la chus-
borado a 10 largo de los siglos por la Iglesia institución. De hecho, se- ma. Pero esto es otra historia, [aquella de la "circulación de las élites"!
ría interesante mostrar cómo el aspecto unificado de la doctrina y de Lo que importa resaltar en primer lugar es que existe un funda-
la organización es menos sólido de lo que parece, y cómo es siempre mento social refractario a la unidad, a toda unidimensionalidad re-
susceptible de estallar y, sobre todo, perfectamente puntual. Los dis- presentativa u organizacional. Este fundamento parece manifestarse
tintos cismas o herejías son a este respecto una buena ilustración de funcionalmente en los momentos donde se observa a la-vez un pro-
dicho fenómeno. Y hasta las doctrinas que se revelarán más adelante ceso de masificación y un estallido de los valores en el interior de es-
como los apoyos más sólidos de las posturas monovalentes, por afron- ta masa. Lo que acabo de indicar respecto a la Reforma se puede apli-
tar lo desconocido y descansar en el deseo de libertad, son en sus mo- car al Renacimiento, en el que,junto a una tendencia general a la
mentos fundadores los sopoetes más sólidos del pluralismo. Así, si se- "fusión de las diferentes capas de la sociedad", así como lo ha obser-

H ef. P. Brown, lA .roni/; rlln&" dm!s I'AntUp¡iti lardillt!, París, Senil. 1985.p. 18. 16 H. Strohl, ["tihn, ParíS,I'llf. 1962, p. 294; d. también p.~..
15 Podemos remitir a G. Durand, La Foidll mrdmmier. París, Denoél, 1984. 17 llnd., pp. 200Y233.
210 EL TIEMPO DE LAS TRlBUS
ANEXO

vadojacobBurckhardt, elgran historiador de este p~ríodoj asistim?s secuencia en el desenvolvimiento posterior- de la historia, o, lo que
a una expíosíón vitalísra,en todos 105 campos, doctrinas, .artes,. socia- viene a ser lo mismo, la constiucción mitológica' que ha servido de
bilidad, estructuraciones, políticas; etcétera. Efervescencia que cons- fundamento a nuestra histoña. Así, hay momentos en Iris que '10 que
tituye un nuevo mapa social y que.casí siempre apela a nuevas formas puede parecer poco importante, lo que pasa Inadvertidó o lo que' se
de interpretación. Durkheim también lo notó respecto a la Re;olu- va a considerar marginal es, por una parte, el lugar de una implica-
cíón francesa {al destacar su aspecto religioso} y, de manera mas ge- ción real para sus protagonistas y,por la otra, resulta tener' consecuen-
neral.irespectc a toda forma de religión que, según sus palabras, "no cias de peso para el devenir social. El orden que trato de hablar pre-
se reduce a un culto único, sino que consiste en un sistema de cultos tende dar cuenta de este fenómeno.
dotados de cíerta autonomta't.l" Ya he analizado esto por medio de nociones como la del "vientre
Por. medio de todos estos ejemplos y citas podemos ver cómo hay fláccido" (desentenderse), el "ensimismamiento", la astucia; he llega-
momentos en lasque las sociedades se hacen más complejas apelan- do incluso a proponer la caregoría de duplicidad (La conrjuéte du F
de a procedimientos también complejos. Al clasicismo depurado pue- sent, PUF, Hl79) para dar cuenta de los procesos de abstención. Sin
de sucederle un barroco exuberante. y, así comolo clásico es lineal, embargo, conviene señalar que esta- tetnétíca.ademés de su interés
sísual.xerrado, analítico y.susceptíble de análisis claros, se sabe que prospectívo como tal, abre una indudable pista epísremológíca. Así,
el barroco se halla en devenir; es frondoso, abierto, sintético y remi- lo que indicaJ. Poirier a propósito de las historias de vida; que "quie-
te a una oscuridad relatívao, al menos, a un enfoque que descansa ren hacer hablar a los pueblos del silencio; captados por sus repre-
en el claroscuro. Estas pistas de investigación, propuestas para la his-- sentantes más humildes" ,I!! entra de lleno en esta perspectiva Este au-
toria de} arte por Wólfflin, 19 pueden aplicarse perfectamente a estas tor afirma que existe un silencio que habla; y que no conviene
consíderacíones epistemológicas. En nuestro casase pondrá el acen- violentarlo, sino más bien interpretarlo para poder' destacar toda su
Loen el segundo conjunto de, nociones. La socialidad barroca que es-- riqueza, En erecto, este silencio es muy a menudo una forma de disi-
tá emergiendo exige que sepamos descifrar la lógica de su despliegue dencia, de resistencia e incluso de distancia interior. Si seguimos las
'interno, ya que, lo repito, existe. un orden bien específico de la socia- pauw positivistas, que no quieren ver más que la posítívídad de las
lidad subterránea. Un orden interior que, de manera puntual, aflora cosas, se trata aquí de un "menos", de una inexistencia. Pero.conrrá-
en. momentos de fractura, de cambios profundos o de efervescencia; ríamente a esta actitud, hay que decir que diclio enfoque posee una
dando.por supuesto, que tales.momentos pueden ser perfectamente cualidad propia: la -nada" sirve de fundamento a una vida importan-
silenciosos o, por lo menos discretos, hasta el punto de escapar a la te. Descubrimos aquí la fórmula weberiana: comprender lo real a par-
tinur:a de análisis de quienes viven de-esta profesión. Recordemos el tirde las facultades de lo irreal, De hecho, las categorías deopacidad,
adagio "hay que saber. escuchar ala hierba crecer". astucia, duplicidad, los mecanismos de stlencío y claroscuro, son, an-
E.Jiinger nota, con agudeza, q?~ en los ~scritos de los egipcios no te todo, la expresión de un vitalismo que asegura: a la larga la conser-
encontramos ninguna alusión al Éxodo.ro Este no debió jugar un pa- vación o la autocreacíón de la socialidad. De ahí la ímportarícía epís-
pel muy Importante en la política interior de dicho país,y sabemos, remológtca a que acabo de referirme.
sin embargo, lo que esta pequeña evasión de esclavos tuvo como con- Detrás de las prácticas de silencio se esconde, como he tenido oca-
sión de exponerlo en otra parte, el problema de la sobrevivencia. Por
sobrevivencia entiendo esa facultad de adaptación que permite aco-
'IR É. Durkheim, r-ll,'!rrnIU'-S ;lémenlni"-,;U liJ. "ie religieTw, Paris, PUF (1968), pp. 36 .'15.,
modarse a Jos condicionamientos sin sucumbir a ellos. Es ahí donde
Le Livre de Poche, 1991. reside esencialmente el problema de la fuerza o, incluso, de la poten-
19 cr. H. Wólfllin, Rmail'onaet btlroq'u' Brtonne, G. Monfort, 1985 y, misma edi-
torial, Pri,.. rifit's !OIuit1mnlltlltx de l'M'loire tú l'art.
2{) Cf. E.Jünger, Gmffui. París, C. Bou'Wois, 1977, p. 35. 21 1. Poner, ú-s ririb de In lne, Paris, PUF, 1984, p. 23.
EL TIEMPO PE LAS TRIBUS ANEXO

cia, que no hay que confundir con el. poder. Mepennito recordar VIVENCIA, PRoXÉMlCA y SABER ORGÁNICO
también que, en su dimensión sociológica, se puede decir que la
sobrevívencía del pueblo judío remite tal vez a las estrategias que aca- Contrariamente a lo que suele admitirse, el final de los grandes rela-
bo de indicar. Las agudezas, los juegos de palabras, los silencios y las tos de referencia no se debe a que ya no haya grandes maestros del
astucias que le son subsecuentes, van a la par, en los judíos con un pensamiento. La calidad de la investigación intelectual no es forzosa-
gran respeto y un gran .amor por la vida. Son numerosos los observa- mente peor que la de otras épocas. De hecho, si existe desafección
dores que han señalado este fenómeno.F respecto de las ideologías dominantes y lejanas es porque estamos
y, en el mismo orden de ideas, se puede proseguir el fino análisis asistiendo al nacimiento de una multiplicidad de ideologías vividas
de una polemóloga de la vida cotidiana cuando destaca que sólo las día a día y que descansan en valores cercanos. Vivencia y proxémica.
relaciones amorosas, que escapan a la prescripción del decir y a la te- Este sentido de la concreción de la existencia puede entonces consi-
rapía del "decirse", tienen posibilidades de perduranP Tomo aquí las derarse como una expresión de buena salud. corno la expresión de
ilustraciones en un espectro deliberadamente amplio; éstas no tie- una vitalidad propia. Vitalismo que secreta en cierto modo un pensa-
nen nada que ver entre sí, si bien expresan cómo toda la socialidad miento orgánico. naturalmente con las cualidades propias de este ti-
se halla fundada en la comunión y la reserva, la atracción y la repul- po de pensamiento, a saber. insistencia en la penetración intuitiva: vi-
sión, y cómo, a fuerza de valorar en exceso el primero de estos tér- sión desde el interior. en la comprensión: registro global. holfsríca de
minos, se acaba olvidando la profunda riqueza de los segundos. En los diversos elementos de lo dado y en la experiencia común: lo que
nuestra preocupación, heredada del siglo XIX, por someter todo a la se siente junto con los demás come algo constitutivo de un saber vi-
razón y pedir razones a todo, olvidamos, empleando una bonita ex- vido. Algunos autores, la verdad pocos, han insistido en un pensa-
presión de Silesios, que "la rosa está sin porqué". Desde un punto de miento orgánico semejante. Podemos remitimos a ·W. Dilthey, natu-
vista epistemológico, como consecuencia de haber insistido demasia- ralmente, Pero también a todo el pensamíento.de inspiración
do en lo "dicho" de.Ias relaciones sociales, hemos olvidado que éstas nietzscheana, que privilegia lo dionisíaco y sus aspectos táctil, emo-
descansaban también en lo "no dicho". Semejante vacuidad es un cional, colectivo y conjuntivo. Podemos citar también a G. E. Moore
conservatorio que está aún por explorar. Resulta que esta perspecti- y su Apologie du senscommun, insistiendo en las verdades que se ocul-
va, perfectamente plasmada en la antigua sabiduría del secretum meum tan en este último; Moore observa con agudeza que "la mayoría de
mihi, puede introducirnos en el fundamento mismo de una socíalí- los filósofos (... ] van contra ese mismo sentido común en el cual ellos
dad concreta que no debe ser considerada como el simple reflejo de participan, no-obstante, en sus vidas cotídíanas't." Podríamos aun ci-
nuestras ideas, sino que posee su consistencia propia. Se trata de una tar a algunos autores que. en este mismo lineamiento, centran sus in-
cuestión de sentido común, difícilmente admitida por el saber eru- cesugacíones en una temática cercana, como es el caso de la fenome-
dito, que se siente de este modo relativizado, pero que no deja de sur- nología sociológica. que. con A Schutz, P. Berger y T.Luckmann,
gir regularmente a la vez en la vida común y corriente y en el deba- mostró el gran interés temático y epistemológico de esta perspectiva.
te de ideas. En efecto, lo que se puede llamar el vitalismo y el "senüdo-comuno-

21 G. E. Moore, Apologie dll SI'nS rom"'IIfl, pp- 13!>-160, F. Annengaud, G. E. M_ el


la grmise de la pllilo'\':>/JI'u mwJyliqlw. París, K.iincuieck, 1986. cf p. 13. Es en la confluen-
cia de esta perspectiva y la de la fenomenología sociológica donde se sitúan los traba-
jas del Centre d'Études sur I"Actuel el le Quotidien (París V), asi como mis obras so-
1'20". W.J.Johnston, LhpriI. Vum,w". Une lli.¡/Qino inl41FrI'lI'lúel ,<nciab, París, PUf, 1985. bre el tema; M. ~i, Ln. conqtlÑ dll Jwirenl, ptnlTIl1ll! socioiogie de la w quotidien'M,
pp. 26-28. París, I'Ilr (1979), DD8, 1998, YLa ronnni.ual'la ordinam, fnicis de 5Ociologie~
23 1. Pennacchioni, lk ro1{l1etTl' ((mjugaJe, París, Mazarinc, 1986, p. 79. op. riI., Y tambio~n T. 81in, op. nI.
f:L TIEMPO DE LAS TRIBUS ANEXO 275

logia" están vinculados, ysu conjunción permite acentuar la calidad flexión que intentamos esbozar. comprender que existe. una lógica
intrínseca del hie y nunc, e n el valor del presentísmo, cuya riqueza societal que, sin obedecer a las reglas bastante simples del racionalis-
nunca se explorará lo suficiente. mo monocausalísta, no es por ello menos real. Para ser más precisos,
Ello no impide que se trate de algo que es difícilmente admitido podemos decir que existe una racionalidad abierta que da coheren-
en el enfoque intelectual, tan es cierto que su propensión natural cia a los distintos elementos de la realidad social sin reducirlos a nin-
(¿gravedad estructural?) lo empuja hacia lo lejano, lo normativo, la guna visión sistemática, cualquiera que ésta sea. Es decir, parafrasean-
elaboración de la ley general. Todas estas cosas que uno puede sub- do a V. Pareto, lo lógico y lo "no lógico" operante en estos elementos
sumir en la expresión "lógica del deber ser", y esto sin distinción de entran en sinergia para crear la arquitectónica que conocemos.
tendencias. De manera un tanto tajante, se puede decir que todos es- En efecto, salvo en los libros escolares, no hay nada que sea unidi-
tos procedimientos explicativos son centrífugos, siempre en busca de mensional en el seno de la vida social. Ésta es, en numerosos aspec-
un más allá del objeto estudiado. Es en el punto opuesto a esto don- tos, monstruosa, dispersa, siempre en un lugar distinto donde se cre-
de se sitúa la aproximación comprensiva, que es deliberadamente cen- yó haberla fijado. Es el pluralismo que la mueve con profundidad, y
tripeta, es decir, que toma en serio su objeto, por minúsculo que éste este estado de cosas es el que conviene aprehender. He aquí lo que
sea. Cada cosa será analizada en sí misma y por sí misma, y no se bus- pretende hacer la sociología de la vida cotidiana. Pero hace falta sa-
cará superar sus contradicciones dentro de una síntesis ilusoria. En ber, que no hay nada más dificil que la actividad intelectual que ésta
el marco de la perspectiva inaugurada por S. Lupasco y G. Durand, supone. Como dice W. Outhwaite respecto a la ambición comprensí-
se puede hablar de una."lógica contradictoríal". 25 Al deber ser, la his- va de G. Simmel: "This is [... J merely to say that everydayundcrstan-
toria, lo.lejano y la.explicación centrífuga: a lo contradíctorial, el mi- ding is a highly complex activity."28· Y ello porque la vida cotidiana,
to, lo cercano y-la comprensión centrípeta. más allá de las distintas racionalizaciones y legitimaciones que se co-
Es .lmeresarue notar que el impulso para repensar las categorías nocen, está petrificada de afectos, de sentimientos mal definidos, en
del conocimiento socíal procede, entre otros, de quienes destacan la una palabra, de todos esos instantes oscuros imposibles de soslayar y
importancia del espacio. Estoy pensando en particular en los traba- cuyo impacto en la vida social es cada vez más evidente. Cosas que en-
jos.deA. Berque, quien, por una parte, muestra cómo "el habitante cajan muy mal con la simplicidad del ideal, la simplificación de la per-
vive como tal (y) no para una mirada exterior", formulando a este res- fección, o incluso el fantasma simplón que reduce la existencia a lo
pecto la hipótesis de un sistema "areal o celular" que se mantiene en que ésta debería ser.
lo colectivo, en el sentido amplio del término, más que en el indivi- Es, en efecto, bastante fácil vagar por los cerros del mundo ínteli-
duo. Lo coalla lleva, por otra parte, a hablar de indistinción entre el gible. Éste es maleable a capricho y se presta a todo tipo de acroba-
sujeto y el objeto, entre el Yo y el Otro. 26 Lo que no debe llevarnos a cias, vuelcos y demás violencias conceptuales. Existe cierta brutalidad
olvidar, les procedimientos de correspondencia, metafórica o analó- en el acto puro del espíritu. Y no me cansaré nunca de repetirlo, la
gica. Sea corno fuere.es esta conjunción la que permite destacar un lógica del deber ser es una facilidad, un último recurso, una forma
cmkn inmanente vinculado al "medio físico" o al "campo concreto" truncada del conocimiento. Éste es mucho más respetuoso con la
donde se ejerce la vida social. 27 He aquí la apuesta mayor de la re- complejidad de la vida; y es ahí donde rechaza las definiciones aprio-
rísrícas creando las condiciones de posibilidad intelectuales que per·

~5 Cf. el posfacio de G. Durand a Sll.'I Sin ..t",,,, ant},,,,p"/;¡gi'(lUS tk I'imaginain', Pans,


Bordas, 1969. Sobre la utilización por la mitocrñica del procedimiento centrípeto, cf 211 W. Outhwaite, f IrukrWmding wciallifr. the metJwd calledVtTStehen, Londres, G. A1len
G. Durand, Figlln'-s IIIJtiqU",' f/ ,~, tk I'flt'UllTll, París, Berg, 1982, p. 308. y Unwin, 1975, p. 13.
'lfi A. Berqu~,. V¡,,,,,l'e..paa auJapl}{/, op. cit., pp-. 56 Y 124. • Este es 1... 1 meramente para decir que el entendimiento cotidiano es una activi-
27Cr., aeste respecto, A. Berque, Le sau'~etl'arlirla', París, Gallimard. 1986. p. 267. dad altamente compleja (T.}.
276 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS ANEXO 277

míten poner de manifiesto (epifanizar) los distintos elementos de di- sólo abusando se puede afirmar que presenta un saber más legítimo
cha complejidad. Como ya he explicado, ésta es la apuesta del 'for- que los demás. En efecto, estaríamos mejor inspirados si resaltáramos
mismo": poner en pie un procedimiento riguroso de descripción que la correspondencia, la sinergia, la complementariedad que une estos
se halle en congruencia con la apariencia abigarrada de la vida socíe- distintos saberes, más que establecer prioridades y jerarquías. De esta
tal y que, al mismo tiempo. sepa mostrar su pertinencia epistemoló- manera seríamos más sensibles a la cercana riqueza de estos saberes.
gica. Para ello conviene, naturalmente, diversificar nuestros criterios de eva-
Hay que recordar, en efecto, que, ante todo, es lo que se da por he- luación. En efecto, si para juzgar la validez de un enunciado o una
cho (véase Schutz tallen forgranteá) lo que se deja ver, lo que consti- práctica utilizamos el único criterio de coherencia formal o el de la
tuye el soporte de-las construcciones intelectuales, sean de la índole simple lógica causalísta, nos condenamos a hacer apreciaciones tauto-
que sean. Podemos tomar como ejemplo el proverbio. en el que lógicas. En lo que a la sociología francesa se refiere, P. Bourdieu es,
Durkheim veía "la expresión condensada de una idea o un sentimien- ciertamente, el caso más significativo, cuando ttje (o teoriza, según el
to colectivo", o incluso la conversación común y corriente que con- punto de vista) la "creencia práctica". No vamos a detenemos aquí so-
tiene a veces una filosofía de la existencia y un sentido de los proble- bre el desprecio inducido por esta actitud. Ésta se juzga a sí misma y,
mas venideros mucho mayores que numerosos debates académícos.w sobre todo, es una confesión de impotencia. Tampoco, según mi en-
Aquí se trata de. manifestaciones culturales stnctissimo sensu, es decir, tender, es afortunado hablar de "sentido teórico popular", pues en tal
lo que funda sociedad, y uno puede asombrarse de que la culturaeru- caso el sentido común esjuzgado o pasado por el exclusivo tamiz de la
dita sea-tan impermeable a tales manifestaciones. Se puede suponer perspectiva teórica. SI Tanto en uno corno en otro caso, se trata, como
que es esta impermeabilidad la causa principal de la esterilidad carac- lo he indicado, de una perspectiva "centrifuga" que se refiere a un más
terísüca de una·gran parte de las ciencias humanas y sociales. allá del objeto con una actitud enjuiciadora más o menos explicita.
De hecho, lo que hace cultura es precisamente la opinión, o "el La fuerza de la modernidad estribó en haber situado todas las co-
pensamiento de laplaza pública", cosas que constituyen la argamasa sas en el marco de la historia y de su desarrollo. El "centrifuguismo"
emocional de la socialidad. y, como se sabe, el pensamiento erudito no es más que la traducción intelectual de dicha puesta en perspec-
sólo se elabora a poster.i.ori. Adoptaré aquí una distinción de Femand tiva. Pero lo que fue una fuerza no deja de volverse una debilidad. En
Dumont, quien habla de "cultura primera", en la que nadamos sin efecto, la Historia ha evacuado las historias. La Historia ha relativiza-
preocupamos, y de "cultura segunda", que me agrega a un grupo par- do la experiencia; y es ésta la que, tras haber sido reprimida, vuelve a
ticular. 30yo diría, en el marco de nuestra problemática, que la prime- expresarse con fuerza en nuestros días. Sus modulaciones son de 10-
ra es en cierto modo el ambiente, el baño nutricio de toda vida en so- dos los órdenes, pero todos tienen como punto en común el privile-
cíedad, y que da origen, o al menos permite la eclosión de distintas giar el empirismo y la proxémica. Es precisamente esto lo que nos ha
tradiciones que. sólo pueden perdurar en tanto que éstas permanez- obligado a recentrar nuestros análisis y enfocar nuestras miradas ha-
can ligadas a la matriz- común. Existen, entonces, tantas tradiciones ciaese "concreto de lo más extremo" (W. Benjamin) que es la vida de
específicas como grupos. El de los intelectuales es uno de ellos; pero todos los días. La complejidad cotidiana, la "cultura primera", mere-
ce una atención específica. Es eso que yo he propuesto que llamemos
un conocimiento ordinario.S'l
29Cf. É. Durkheim, De In dw;..ion dll ImIJail .•orinl, Parí., 1926, p. 145. Cf. también,
sobre la esterilidad de los discursos académicos, K. Mannheim, ltÜolDgU' ti '1lofJU'. ParÚl,
Mareel Riviere, 1956, p. 69. Cf. también esta obS<':lVación enriquecedora de E. Renan: SI u. y. Lambert, 1Jieu r./umge 1m Hretagn.-. París, Cerf 1985, p. 225. De hecho, elli-
"son los tartamudeos de la gente del pueblo que se han convertido en la segunda bi- bro de Lambert es de gran interés. r S<': puede pensar que esta fónnula es una analo-
blia del género.humano", Marr A .. ",1e, op. cit., p. 291. gía, infeliz a mi parecer, ya que es demasiado contradependiente de la perspectiva de
30Cf. F. Dumont, "Cene culture que I'on appelle savante", Qru-,tilm3 d.. miJun, IQRC, Bourdieu.
Quebec, 1981, pp. 27 ss. 3:! M. Maffesoli, [,0. corrnaissann onünnim, op. riL Cf. también T. Blin. op. rilo
278 EL TIEMPO DE LAS TRIBUS

La apuesta es de suma importancia. ya que cada vez más, es esta ÍNDICE DE NOMBRES-
proxémica la que determina, en el sentido simple del término. la re-
ladón con los demás. Ya sea el "mundo social vivido". la experiencia
vivida. el relacíonísmo, las interrelaciones recíprocas, son numerosas
las expresiones que, desde Dilthey hasta Schutz pasando por K.
Mannheim, toman como a JrrWri de todas las categorías sociológicas
la socialidad natural y su arquítectónica.P Adorno, T.• 55n, 149, 266 Bergson, H.; 26,44, 265
¿Se trata de algonatural y precientifico? ¿De una sociología espon- Agustín, san, 179, 197·198,269 Bernard, M. B., 77n
tánea? ¿De un método especulativo? Poco importa el estatuto de dicho Albertoni, E. A., 108n Bennand~charies,J~R.61n,219n
procedimiento siempre y cuando nos permita trazar la señalización, Allais, A., 102, 183 Berque, A., 56, 61, 63, 73,74n,
aun cuando ésta sea sólo provísoria, de una configuración en curso de Appel, K.., 74n 830,225,226,241,255,260,
realización. Las estructuraciones estables estaban bien definidas por la Aquino, santo Tomás de, 70 266,2670,274
lógica de la identultuly por el juicio moral que le es vinculado. Las cons- Amirou, R, 1500, 2440 Blin, T., 232n, 273n. 277n
telaciones indeterminadas necesitan que sepamos destacar las identifi- Aristóteles, 70, 194, 269 Bloch, E.• 103.231
caciones sucesivas y el estetismo (las emociones comunes) que las tra- AuTnengaud,R,273n Bóhme.]., 87, 202
duce debidamente. La evaluación que se fue imponiendo de manera Arnaud, san, 1480 Bolle de Bal, M.• 730, 153,154n.
progresiva a lo largo de la modernidad se hallaba en perfecta con- Atanasia, san, 264 167n
gruencia con su objeto: el orden político. Pero no es seguro que se pue- Atoji, Y. 167n Bonnet, S.; 231n
da aplicar a ese hervidero que, desde las tribus hasta las.masas, va a ser- Augé. M., l11n Bouglé, c., 78n, 87, 88. 110, 1420,
vir de matriz a la socíalídad en devenir. Ésta, en todo caso, nos lanza Ávila, santa Teresa de, 39 168, 188.201,209,234.2350
un nuevo desafío.intelectual, más allá y más acá de la moral política: Bourdíeu, P" 121, 158n, 277
¿cuáles van a ser las estructuras socloantropojógicas del ordenpasiona/} Bachelard, G., 38, 91, 92n Bourlet, M., 162n. 191n, 198n.
Bakunin, M., 64 199
Ballanche, 100 Brown, P.,55. 72,1230, 126n, 127,
Baltmsaitis,j.,225 139, 145, 168n, 179n. 182n.
Baslez, M.-F., 200, 247 1840,197,207,211,228,229,
Bastíde. R. 99 239,268
Bataille, G., 42, 117,197 Burckhardt,j.,270
Bateson,G.,73n Burgess, E., 219n
Baudelarie, e., 13
Baudrillard.]., 12, 108, 151, 1520. Campion, v; 77n, 254n
2390 Canetti, E., 124, 133, 178
Beaucbard.], 136n. 150n, 242n Capra, R, 92
Beckett, S., 54, 82 Casalegno, F., 28n, 630, SOn,
Beigbeder, M., 248 194n,2430
Benjamín. W., 67, 70, 124, 133, rjaraní, M., 1360
~~ Sin animo de ser exhaustivos, se puede citar a Dillhey, Lr 11Wf14e de l'esprit, París, 137,146,161,216,217,221, Cazenave, M.• 27-28
Aubier, 1947; K. Mann-heim, ¡~ ~/ "topie. París, Rieiere, 1956; A. Schuu, Le c/u;r- 277 Certeau, M. de. SOn. 121n, 207
cheurdo ¡, quotitüm..París, Klincksieck, 1986. Chamoux, F.• 218
Berger, P., 43n, 161, 166n. 273

[2791
28() INDICE DE NOMBRES (NDlCE DE NOMBRES 281

Char, R., 23 Ferrarouí, F., 2180, 2420, 2590 Hólderlin, F., 7S, S3 Lévi-Strauss, c., 43,192,265
Charron.j.E; 93,109,2160 Feuerbach, L., 99 Hubert, H., 231n Lévy, F., 156n
Cicerón, 121 Fietkan, w., 250n Hugon, S., 78n Líchteruhaeler; c., 2270
Cceurderoyj.i lüsn Foucault, M., 13n Locke,]., 158
Comte, A., 35, 99,148 Fourier, C., 31, 146,210, 24S !anoi,j.,247n Loisy,87, 100
Costa Lima, V., 1870, 2310 Freud, S., 160, 196 Luckmann, T., 430, 161, 164n.
Coté, P.• 1650, 1870 Freund, J- 590, 96, 1070, lOS, ]effrey, D., 1I1n, 154n, 202n, 1660.273
Coughtrie, M. E., 202. 2030 114,192, 194n, 247 229n Lukács, G., 24
Freyre, G., 116,200,211,221 johnaton, W. M., 69n Lupasco. S.• 219, 248, 274
Daníélou, A, 88n . Johnston, w.J.• 272n Lutero, M., 127,269
Debord, G., 30 Oaíllot, M.• 147n joubert, S., 225n
Delmas, P., 80n Gans, H., 223n jules-Rosene, B.• 102 Machado,].,83n
Devine, M., 2390; 2410 Olard, L., 80n. 207n jung, C. G., 37, 91 Man, H. de, 103
Dilthey, w., 126n, 141, 273, 278 Gíbbon, E., 1640, 22So Jünger, E., 89, 270 Mano, T., 54
Dodds.E. R, 1170. 168n Goffman, E., 430, 48, 71, 720 ~helln,El,68,103,125.151n,
Dorfles, G., 94, 186 Oorkí, M., 263 KaIka, F., 178, 196 157,237.2380,2760,278
Duboís, C. G., 2600 Griffet,j., 150n Kaufmann,j. c., 76n Maquiavelo, N., 11,41, 123, 124,
Duby, G., 2290 Groddeck,91.139 Kim, M., 2450 257
Dumazedíer.]., 117n. 2250. 2490 Guedez, A., 165n Martinean, E., 264
Dumézíl, G., 192,215 Oumplowice, 148n La Boétie, E.• 107 Martirio, E. de, 187n, 188
Dumont, F.. 80,1220,2590,276 Laborit, H., 870 Marx. El, 125, 129, 130n, 156, 196
Dumont, L., 136,1370,209 Habermas.j., 126n, 141,261 Lacarriere.]., 89-90, 216n Matta, R da. 83n, 136, 1370, 153,
Durand, G., 29, 50, 54. 550, 60. Halbwachs, M., 59, 71, 79, 138, Lacrosse,j. M., 78n 187n, 212, 213, 214
740,75,870,92,94,145,192, 141,151, 157. 1700,233,138 Lalive D'Epinay, M., 91n, 99n, Mattendi, j, F., 94n
202.2150,224,248,260,2650, Hall, E. T., 158n. 2440 139n, 192n Mauron, c., 500
268,274 Hannerz, U., 43n, 48n, 69n, 72n, Lambert, Y., 1270, 154, 165n, Mauss, M., 70,136,1370,141,173
Durkheim, É., 19,25.45,58.65, 76n, 78n, 219n, 223, 249, 251, 202n, 277n Mead, G. H., 43n
680,72,85,91,96.97-99,100, 2520,253,254n Lamennais, 100 Medam, A., 94n, 215n, 234
103,1040, 107, 121, 134, 142o, Hegel, C. w., 171, 172 Lampedusa. C. T., 110 Mehl, R, 261
143,148,156,160,169.170, Heidegger, M., 27, 2670 Langíoís, S., 252n Ménard, C., 1770
172,206,237,248,270,276 Heráclito, 206, 209n Le Bon, C., 66, 104, 124, 132n, Meslin, M., 72n, 2310
Hertz, R, 2310 136n Milgram, S., 254n
Ebner-Eschenbach,237 Hervieu-Léger, D., 154, 155,230, Lee, S. G., 8On, 194n MilIer, B., 90
Eckartshausen, 202 256n Lefebvre, H.. 118 Moles. A.• 1520,219,243
Élias, N.• 136 Hillman,j., 108 Leibniz, G. w., 38 Mootaigne,59
Engels, F., 121 Hocquenghem, G., 151, 152n, Lenin, V. t., 129, 263 Montesquíeu, 114
153n Le Quéau, P., 36n, 56n, 154n Montherlant, H. de, 180
Faivre, A., 2030 Hoffel, F., 196 Le Play, F., 31,156 Montminj;]. P., 99n, 1870
Faulkner, v«, 54 Hoggart, R, 119 Leroux, P., 100 Moore, C., E., 273
282 ÍNDICE DE NOMBIlES
ÍNDICE DE NOMBRES 283
MOriD, E., 9, 12,61,74. 106, 113, Proust, M., 138 Sílesíus, A, 272 varenne.]., 187n
1750,1850,205.224,2540 Simmel, G., 44, 71, 77, 92, 95, Venturi, F., 64, 123n, 13On, 235n,
Moua, R., lü2n, 2310 Raphaél, F., 235 97, 104, 133, 141, 152, 153n, 2610
Raymond, R, 222 157,159,167n,172,174,176n, Verdillon, C., 95
Nancy,J.-L., 630, 650, 1470 Raynaud, E., 142n 177n, 191, 192,200,205,245, Veyne, P., 145
Nícolescu, B.. 158n Réau, L., 195, 196, 199n 249,265,275 Vieme, S., 29n
Nietzsche, F., 19,20,83,91,113, Renan, E., 108n, 128, 138, 139n, Símondon, G., 35
217 162,175,1820,228,2670,276 Sirost, O., 150n Watier, G. P., 71n, 920,141,1570
Nisbet, R, 46, 122, 1480, 156, Renard,].-B.,254n Slama, AG., 209n Watzlawick, P., 730, 149, 1500,
157, 171n, 2260 Renaud, G., 122n, 133, 168n, Sodré, M., 212n, 231n 192
Noschis, 1<., 740 176o, 184n, 211o Sorokin, P., 200, 208, 268 Weber, M., 17, 41, 57, 68, 75, 83,
Revault D'Allones, 0.,1960 Souvarine, B., 64n, 262n, 263n 111, 128, 135, 154, 157, 160,
Ortega y Casset.]., 35· Rilke, R M., 39 Spann, O., 148' 180, 204, 205, 220, 237, 2380,
Ouo,R,720 Rist, G., 71n, 158n Spinoza, B., 196 250,261,265,267
Ouo. W. F., 1260 Riviere, c., 244o Strohl, H., 750, 269 Weiostein, D., 2190
Outhwaite, w., 470, 2650, 275 Robespierre, M., 100, 124 Sumner, W. G., 148 wíckham, A, lBOo, 215n
Rohmer, E., 219n Sun, e., 29n , Wierth, L., 69n
Pareto, V., 108, 158n, 202o, 232, Rosny, E. de, 77n Willmott, P., 142, 180o, 184, 245,
275 Rousseau.j.j., 100, 106 Tácito, 121 246
Park, ]. H., 192, 2470 Tacussel, P., 31n, 64n, 130o, 1470, Winkin, Y, 74n
Pascal, ]27 Sade, A E, 170 160n, 1940,223n,248n Wirth, L., 236
Pauerson. M., 180n, 2150 Sansot, P., 153n Tarde, G., 38 weum», R, 270
Paz, 0.,13 Sartre,].-P., 183n, 263 'Ieíssíer; E., 600, 870 Wolton, D., 113
Pelletier, F, 740, 2420 Sauvegor, A, 2410 Thomas, L.-V., 65, 1060, 155, Wonki, C. 193n
Pennacchioni, L, 2060, 2720 Savonarola.].. 41, 219 244n, 2490 Worringer, w., 85, 153, 233
Perniola, M., 58 Scheler, M., 44, 150, 151n, 237 Tocqueville, A, 156
Perrot, P., 1530 Scherer, R, 1530 Tónníes, F.', 128, 156, 157 Xíberras, M., 151n, 162n, 1910
Pessin, A., 290, 30 Schipper, K.., 1260, 1760 181n, Troeltsch, E., 163, 164,256
Pessoa, E, 20 193n Yavetz, Z., 121n, 1320
Peyreñue, R., 180n Schmidt, e., 192 Unarnundo, M., 15 Youog, M., 142, 180n, 184,245,
Pipes, R.. 2610 Schmíu, 247 246
Platón, 117, 122. 158 Schotem, G., 45, 6On, 260 valade, B., 159n, 232n Yourcenar, M., 155
Poe, E., 174 Schopenhauer, A, 265 Valente, E, 56n
Poirien]., 1910. 271 Schutz, A., 43n, 99, 1870, 188, Valéry, P., 263 Zylberberg,].,99n, 122n, 128n,
Polichinela, 114, 1150 273, 276, 278 Van Gulik, M. B., 770 1650, 1870
Poulat, E., 76, 870, 100, 101, Séguy]., 163n, 164n, 1670, 250
108n, llI, 127n, 1650, 176n. Sheldrake, R, 92, 140
203,210,2300 Shíbutanl, T., 2540
Protágoras. 158 Siganos, A., 29n
ÍNDICE

EL MERCADEO Y EL TRInALISMO POSMODERNO


Prefacio a la presente edición /HJr
Michel Maffesoli y Daniel Gut.iérrez 9

ENCONTRAR LAS PALABRAS


Prefacio a la tercera edición francesa 23
UN ARCAÍSMOJUVENIL, 23; EL IDEAL COMUNITARIO, 32

A MODO DE INTRODUCCIÓN 41
ALGUNAS PRECAUaONES USUALES, 41; QUOMODO, 46;
OBEKIURA, 48

1. LA COMUNIDAD EMOCIONAL
Argumentos de una investigación 53
EL AURA ES:tÉTICA, 53; lA EXPEIUENCIA ÉTICA, 62; lA
COS1tJMBRE, 70

2. lA POTENCIA SUBTERRÁNEA 85
ASPECTOS DEL VITALISMO, 85; LO DIVINO SOCIAL, 96;
EL "ENSIMISMAMIENTO" POPl.Jl..\R 108

3. lA SOCIALIDAD CONTRA LO SOCIAL 121


Mk!,AUA. DE LO POÚllCO. 121; UN "FAMILlAIUSMO"
NATIJRAL, 134

4. EL TRIBALISMO 145
lA NEBULOSA. AFEClUAL, 145; EL ESTAR'iUNTOS "SIN
EMPLEO", 155, EL MODELO "RELIGIOSO", 160; lA so-....
ClAUDAD ELEGIlVA, 166; lALEYDEL5ECJlETO,173; MA-
SAS Y EStILOS DE VIDA, 182 •

5. EL POLICULTURALISMO 191
DE LATIUPUaDAD, 191; l'RESENaA Y AUJAMlENTo, 195;

[2851
EL POLITEÍSMo POPUlAR O lA. D1\"ERSlDADDEL DIOS, 201;
EL EQUlUBRlO ORGÁNICO, 208

6. DE LA PROXÉMICA 217
LA COMUNIDAD DF. D[STINO, 217; GEN/US LOCl, 227,
TRIBUS Y REDES, 242, lA. RED DE REDES, 252

ANEXO
El pensamiento de la plaza pública 259
LAS DOS CULTURAS, 259; PARA DICHA DE LOS PlJEBLOS,
262; EL ORDEN INTERIOR, 267, \T\'ENClA, PROXÉMICA y
SABER ORGÁNICO, 273

ÍNDICE DE NOMBRES 279

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