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Librera Editrice Vaticana
Quien acta segn el evangelio vive la amistad con Dios y se preocupa por el prjimo.
Nuestro Seor Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre (2Co 8, 9)
Jess, despus de hacer un ayuno durante cuarenta das y cuarenta noches, al fin sinti hambre (Mt 4, 2)
Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con l tambin habis resucitado (Col 2, 12)
Nuestro corazn tiene necesidad de agua que brota para vida eterna.
Fijmonos los unos en los otros para estmulo de la caridad y las buenas obras (Hb 10, 24)
Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinters, que nacen del egosmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la esfera privada.
Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos guardianes de nuestros hermanos. (cf. Gn 4, 29)
Nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazn hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre.
Lo que mueve la reprensin cristiana es siempre el amor y la misericordia, y brota la verdadera solicitud por el bien del hermano.
En necesario que se redescubra la importancia de la correccin fraterna, para caminar juntos hacia la santidad.
Nuestra existencia est relacionada con la de los dems, tanto en el bien como en el mal.
Animmonos recprocamente para alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras.
El secreto radica en escuchar la Palabra de verdad y rechazar con decisin la mentira y el mal.
De qu sirve rasgarse las vestiduras, si el corazn sigue lejos del Seor, es decir, del bien y de la justicia?
T amas a todas tus criaturas, Seor, y no odias nada de lo que has hecho; cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Y los perdonas, porque t eres nuestro Dios y Seor
Antfona de Entrada
En la oracin resuena en nosotros la voz del Padre que nos invita a decir: Amn.
Tomemos un tiempo para el silencio que nos permita escuchar la voz de Dios.
Vivamos del mismo amor de Cristo que nos invita a la entrega total.
El Hijo de Dios, a pesar de todo, est dispuesto a dar su vida por nosotros.