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Las leyes de la Enfermedad Mental y

Emocional
LAS LEYES DE LA
ENFERMEDAD MENTAL
Y EMOCIONAL

(Definición, Origen, Manifestación,


Síntomas Preliminares y Curación)

Reproducción del

FOLLETO DE LA SALUD MENTAL

Número Dos

Movimiento Buena Voluntad


24 Horas de Neuróticos Anónimos®

Movimiento Buena Voluntad 1


24 Horas de Neuróticos
Anónimos
índice

Pag.
Prefacio 3

PARTE I
DEFINICIÓN DE LA ENFERMEDAD
Pág.

Capítulo 1.- Las leyes de la enfermedad mental y emocional 5

Capítulo 2.- Algunos hechos que hemos aprendido acerca de la enfermedad 9


emocional y mental

Capítulo 3.- La Enfermedad emocional. Enfermedad espiritual 12

Capítulo 4.- La enfermedad mental y emocional. Enfermedad del alma 14

Capítulo 5.- La enfermedad está dentro de nosotros 16

Capítulo 6.- La enfermedad emocional es la misma en todas las personas 18

Capítulo 7.- La enfermedad mental y emocional es una cosa, y la selección de 21


los síntomas es solamente una casualidad

Capítulo 8.- La enfermedad mental y emocional: El mal carácter glorificado: El 22


suicidio: El último grado del mal carácter

Capítulo 9.- "La Enfermedad", La enfermedad mental y emocional 24

PARTE II

ORIGEN (CAUSA) Y MANIFESTACIÓN DE LA ENFERMEDAD

Pags.
Capítulo 10.- La causa de la enfermedad emocional: El egoísmo 25

Capítulo 11.- Preocupación por uno mismo es puro egoísmo, y el egoísmo es la 27


causa de la Enfermedad emocional

Capítulo 12.- La causa inmediata y la causa remota de la enfermedad emocional 28

Capítulo 13.- Preocupación por uno mismo: El camino a la ruina 31

Capítulo 14.- Las emociones violentas son: Locura y viceversa. Locura son 33
emociones violentas

Capítulo 15.- La Ira: Una emoción destructiva 36

Capítulo 16.- Cómo estar emocionalmente enfermo 39

PARTE III

CURA DE LA ENFERMEDAD

Pags.

2
Capítulo 17.- La respuesta a la enfermedad emocional: El amor 40

Capítulo 18.- Una explicación a las curvas de la enfermedad emocional y de la 43


recuperación

Capítulo 19.- Formas del carácter que crean la enfermedad o la salud 44

Capítulo 20.- Un Dios, una persona, una enfermedad, una salud 46

Capítulo 21.- Entre más cerca estamos de las personas, más cerca estamos de 48
Dios

Capítulo 22.- Resumen de recuperación en N.A.: Ahora quiero a las personas 50

Capítulo 23.- Las personas necesitan de las personas y podemos encontrarlas a 51


través de N.A. El milagro de la recuperación por medio de
Neuróticos Anónimos

Capítulo 24.- Sentir amor, cariño y acercamiento por las personas es salud mental 53

Capítulo 25.- Punto de destino: La salud mental 54

Capítulo 26.- La recuperación en Neuróticos Anónimos es verdadera después de 56


conocer internamente nuestra condición

Capítulo 27.- Si usted quiere estar enfermo ese es su problema. Si usted quiere 57
recuperarse, ése es nuestro problema. Neuróticos Anónimos

Capítulo 28.- Una oración para todo momento por Grover B. 59

OPINIONES

Pags.

Opinión sobre la Psiquiatría 60

Opinión sobre la Religión 61

3
PREFACIO

Este libro presenta reproducciones del FOLLETO DE LA SALUD MENTAL que confirman nuestras declaraciones de LAS LEYES DE LA ENFERMEDAD
MENTAL Y EMOCIONAL. Estas leyes han sido descubiertas y probadas a través de los años, como lo demostrarán estos artículos. Las LEYES se comprenden mejor
cuando los artículos son leídos en su orden cronológico.

La división del libro en tres partes presenta un problema difícil para la ubicación de los artículos. Casi todos tienen que ver con todo lo relativo y a la
recuperación, y ubicar algún artículo en alguna parte en particular sólo podría hacerse situándolo en aquella parte del libro con que dicho artículo se relaciona más.

Cualquier artículo que trate de la enfermedad mental y emocional debe hablar necesariamente de la causa, manifestación, diagnóstico y cura de la
enfermedad y podría ser colocado en cualquier parte del libro. Los artículos han sido ubicados por su contenido predominante. Sugerimos al lector tomar en cuenta
este hecho y, si así lo desea, buscar en el libro los artículos que estén relacionados con todas las partes de la enfermedad.

Nos sorprendió mucho que desde los primeros artículos fuimos guiados a través de estas LEYES a través de un proceso continuo. Estamos
agradecidos a un Poder Superior, pues creemos firmemente que EL nos reveló dichas LEYES a su debido tiempo y cuando le pareció conveniente. EL nos llevó
directamente a ellas pero no pudimos verlo sino hasta que fueron creadas con las partes progresivamente desarrolladas. Pero la cosa que aturde la imaginación y
nos ayuda verdaderamente a creer en la influencia de un Poder Superior es la forma progresiva en la evolución y revelación de estas LEYES pues nunca hubo un
artículo que no hilvanara en el desarrollo de dicha progresión. Fue como si hubiésemos sido enviados a un camino desconocido para nosotros y no obstante ello
arribamos a nuestro destino. Nosotros creemos que esto es exactamente lo que sucedió.

Nosotros creemos que estas LEYES pertenecen a un Poder Superior, que son absolutamente verdaderas y que nos fueron reveladas para darlas a este mundo
que sufre. Estas LEYES han sido probadas y comprobadas por cientos de miles de personas y satisfacen todos los requerimientos científicos que deben llenar las LEYES.

Estamos profundamente agradecidos.

Grover B.
N.A.I.L.
Neuróticos Anónimos hace por el individuo emocionalmente enfermo (neurótico) lo que Alcohólicos Anónimos hace por el alcohólico. Funciona exactamente igual
que A.A.

N.A. es una asociación de personas que se reúnen para resolver sus problemas emocionales siguiendo el Programa de Recuperación de Alcohólicos Anónimos,
adaptado para N.A. El único propósito de Neuróticos Anónimos es ayudar a las personas emocionalmente enfermas a recuperarse de su enfermedad y a mantener su
recuperación.

Para ser miembro de N.A. no se pagan cuotas ni contribuciones. Las personas recuperadas ayudan a los que aún están sufriendo.

Todos pueden asistir a las sesiones abiertas de Neuróticos Anónimos. A las sesiones cerradas solamente pueden asistir quienes sufren dolencias emocionales, en
donde siempre son bienvenidos.

Alcohólicos Anónimos ha dado su permiso a N.A. para usar sus Pasos y su Programa como lo ha hecho con otros grupos anónimos.

Deseamos expresar nuestra gratitud a Dios y a los Alcohólicos Anónimos por darnos los medios para nuestra recuperación que hemos recibido de EL
a través de ellos.
Capítulo 1

LAS LEYES DE LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL


(Definición, origen, manifestaciones, síntomas preliminares y curación)
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Septiembre de 1969)

La enfermedad Mental y Emocional es:

Una enfermedad que nos causa una existencia solitaria.

Una enfermedad espiritual.

Siempre es la misma en todas las personas, sólo los detalles superficiales varían.

Caracterizada por síntomas dolorosos siendo la selección de los síntomas únicamente una casualidad.

Progresiva si no se somete a tratamiento.

Es de inmediata curación.

Es causada por el egoísmo innato de la persona, que le impide adquirir la habilidad de amar.

1. Es curada por la eliminación del egoísmo y la adquisición de la habilidad para amar.

Con estas LEYES DE LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL presentamos una explicación completa, real y probada que responde a todos los
requerimientos científicos que una teoría o explicación debe tener. No aceptamos llamar a nuestra explicación una teoría porque puede ser sometida a prueba, tiene
hechos comprobados y por lo tanto es LEY.

La Ley de la Gravedad es llamada ley porque puede ser siempre sometida a prueba repetidamente. No es una teoría Nuestras Leyes de la Enfermedad
Emocional y Mental también pueden ser probadas y repetidas por cualquier persona, en cualquier lugar y los resultados siempre serán los mismos. Han sido
probadas por cientos de miles de personas y nunca han fallado en dar los mismos resultados predichos.

Nuestras Leyes de la Enfermedad Emocional y Mental cumplen los requerimientos científicos, y:

1. Explican todos los hechos conocidos acerca de la enfermedad.

2. Sugieren nuevas áreas para la recopilación de hechos.

3. Predicen correctamente el curso de la enfermedad.

4. Están basadas en la observación y experiencias de muchas personas.

5. Pueden ser probadas repetidamente por cualquiera, en cualquier lugar y a cualquier hora.

6. Son prácticas, funcionan y dan resultado.

4
7. Tienen aplicación universal.

8. Ofrecen tratamiento efectivo: CURAN.

9. Pueden ser usadas inmediatamente, en realidad, ya están en uso.

Esta enfermedad es tan vieja como la raza humana, toda la sociedad ha tenido miembros que la han padecido y hasta recientemente, había frustrado a
todos los investigadores que a través de la historia habían buscado la forma de curarla. Aún hoy en día la enfermedad mental y emocional es el problema No. 1 de
Salud Pública de la Nación. No había existido realmente ninguna esperanza hasta que las presentes Leyes se hicieron realidad. Ahora entendemos lo que es la
enfermedad emocional y mental y éste ya no es un misterio.

El problema parece tener una explicación y solución muy simple, una vez que los principios contenidos en estas Leyes son comprendidos y
asimilados.

La clave para conocer, resolver y eliminar el problema de la enfermedad es el reconocimiento de que ésta es causada por EL EGOÍSMO INNATO DE LA
PERSONA QUE LE IMPIDE ADQUIRIR LA HABILIDAD PARA AMAR Y ES CURADA AL ELIMINARSE EL EGOÍSMO Y ADQUIRIR LA HABILIDAD PARA AMAR. Nos
asombramos de que esta clave no fue encontrada antes. Usando esta clave, Neuróticos Anónimos ofrece un método por medio del cual, las personas emocional y
mentalmente enfermas pueden obtener la curación que desean, eliminar el egoísmo y adquirir la habilidad para amar -restablecerse y continuar bien-. Pero este
cambio requiere una FUERZA más grande que la del individuo, DIOS COMO CADA CUAL LO CONCIBE, ya que el intelecto solamente no puede darnos el cambio
que deseamos.

Esta simple clave, que explica la causa y la curación de la enfermedad, también explica todo lo relacionado con la misma. Todo ser humano nace
egoísta y debe adquirir la habilidad para amar. Si él no la adquiere, continuará egoísta y esto más adelante le impedirá ser feliz. Si un niño adolece de un egoísmo
innato puede predecirse que él tendrá problemas con sus padres, sus parientes, su prójimo, sus compañeros; y más tarde, con sus jefes, sus amigos, su familia. En
pocas palabras, con cualquiera y en cualquier situación. Es absolutamente inevitable. Seguramente no habrá ningún escape hasta que él aprenda a amar.

Más tarde, él sufrirá de gran soledad, retraimiento, depresión, ansiedad, culpabilidad, remordimiento, y todas las emociones tormentosas asociadas
con la enfermedad emocional y mental. Él progresará en su enfermedad si no es sometido a tratamiento hasta que llegará a una profunda psicosis, tratará de
suicidarse, o tomar drogas, volverse un criminal o cualquier otra conducta antisocial. No hay esperanza para él hasta que aprenda a sobreponerse a su egoísmo y
aprenda a amar.

El egoísmo innato impedirá a la persona de llegar a tener relaciones humanas, cariñosas y recíprocas. Ella no puede tenerlas, ya que no las conoce,
ésta absolutamente impedida de experimentar cualquier acción humana y es, por lo tanto, la persona más sola del mundo. No puede encontrar paz ni descanso en
ningún lugar, y buscará el amor en vano. Hará cosas para atraer la atención y alabanza, pensando que es amor. Buscará aventuras “amorosas” pero en vano. Sus
ansias de ser amada la llevarán a hacer cualquier cosa si se le permite continuar. Ella no ha aprendido el secreto: PARA RECIBIR AMOR DEBEMOS DARLO
PRIMERO.

Esta es la causa de la enfermedad emocional y mental. No hay ninguna otra causa. Esta es la única cosa que hará que una persona esté emocional y
mentalmente enferma. Más tarde en su vida, ella dirá que la causa de su enfermedad es “alguna experiencia traumática” que la culpa la tiene su esposa, sus padres,
sus jefes, o cualquiera, o cualquier cosa, pero estas excusas serán el RESULTADO de su enfermedad, no las causas.

Claro, él tendrá problemas con sus padres, su jefe, y todas las personas que se predijeron antes. Por lo tanto, tratar estas personas no lo curará.
Solamente responda a la pregunta: ¿Por qué tiene él problemas con su jefe, su esposa, sus amigos, etc.?. Otras personas no los tienen. Es porque él ya estaba
enfermo y ha estado enfermo toda su vida. En cuanto a lo de que fue “una experiencia traumática” eso es falso. Ya que únicamente se debió a que él ya estaba
enfermo y lo tomó traumáticamente. Millones de personas “normales” han tenido muchas veces lo que puede ser llamado “experiencias traumáticas” y ellos no las
perciben como traumáticas. DEJE DE CONSENTIR A LA PERSONA ENFERMA Y DE AYUDARLE A CONTINUAR ENFERMO.

Esta ley que establece que el egoísmo innato es lo que le impide adquirir la habilidad para amar y que es el egoísmo lo que causa la enfermedad,
también explica, predica y ofrece la curación para muchos graves problemas sociales que están causando tanta preocupación, tales como:

LA ENFERMEDAD EMOCIONAL Y MENTAL EN GENERAL.

• Niños abandonados por sus padres.

• Acciones criminales.

• Padres Negligentes.

• Manifestaciones.

• Accidentes de tránsito (muchos de ellos).

• Rebeliones en la juventud.

• Retardos mentales (en muchos casos).

• Desórdenes en las Universidades.

• Divorcios.

• Adictos a las drogas.

• Todos los casos donde la voluntad de un individuo interfiere con los derechos de otro.

• El descontento de esta generación.

Y EN EL CASO DE NACIONES:

• Guerras.

• Descontento de ciertas clases sociales.

• Mal entendimiento.

• Mal servicio.

• Avaricia.

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• Desigualdad de oportunidades.

• Desfalcos.,

• Conflictos y tensiones.

Absolutamente cierto es que el egoísmo y su consecuente inhabilidad para amar originan todos estos problemas.

Puro egoísmo es lo que hace:

Que una persona se rebele contra “el establecimiento” de cualquier orden social, su jefe, su esposa, sus amigos, él quiere “Que las cosas se hagan a
su manera”.

Hace que una persona abuse del “derecho de vía” cuando no debe hacerlo causando por lo tanto un accidente de tránsito. Las estadísticas muestran
que la mayoría de los accidentes de tránsito son causados por personas egoístas que desobedecen las leyes de tránsito que interfieren en la obtención de sus
propios objetivos.

Causa que los padres abandonen a sus hijos y los castiguen ya que ellos están interfiriendo con la que sus padres quieren de acuerdo a sus propios
deseos egoístas.

Causa que las personas quebranten las leyes para “obtener lo que ellos quieren”. No tienen consideración para otras personas y desean “obtener lo
que ellos quieren sin trabajar para ello”. Quieren también la publicidad que obtienen al convertirse en criminales, ya que así les parece que son GRANDES.

Causa que las personas se aprovechen de otras de cualquier manera, si éstas impiden el logro de sus objetivos egoístas.

Causa que las personas tomen drogas tratando de sentirse MEJOR.

Este egoísmo es la causa que las naciones se vuelvan contra otras naciones, opriman a las personas, busquen glorias para ellos mismos. Las naciones
nunca llegarán a curarse hasta que los individuos que las gobiernan estén curados.

Así que usted puede ver que estas leyes explican la enfermedad emocional y mental completamente. ¿Cuál es la prueba? . Nosotros hemos estado
severamente enfermos mental y emocionalmente y nos hemos recuperado, hemos encontrado que estas leyes son ciertas, hemos vivido a través de ello, nos
hemos recuperado, mirando a nuestro pasado y reconocido nuestros errores. Fuimos egoístas durante todas nuestras vidas y no encontramos nada que no fuera
una enfermedad emocional y mental hasta que aprendimos a eliminar el egoísmo y adquirir la habilidad de amar.

Ahora que podemos amar estamos bien, nos hemos recuperado, somos personas felices, saludables, alegres. Sabemos en que estábamos
equivocados y que fue lo que nos hizo recuperarnos. Cientos de miles de nosotros dicen lo mismo:

QUE ESTAS LEYES FUNCIONAN CON TODAS LAS PERSONAS QUE LAS PONEN EN PRACTICA. Estos son los hechos, las Leyes de la Enfermedad
Emocional y Mental son ciertas y serán aceptadas a su debido tiempo.

Esta es la única explicación de esta enfermedad y por lo tanto las únicas leyes que se aplicarán. Las estamos estableciendo ahora para ayudar a la raza
humana. Hay cura para la enfermedad emocional y mental. La damos a este mundo que sufre. Lo invitamos a que las tome y se recupere. Las leyes han sido
establecidas y se están divulgando.

A través de los años, nuestro folleto LA SALUD MENTAL ha publicado artículos que apoyan estas leyes. Estas leyes y los artículos publicados en dicho
folleto, han sido recopilados en forma de libro, para darle una mejor comprensión de lo que son LAS LEYES DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL Y MENTAL.
Capítulo 2

ALGUNOS HECHOS QUE HEMOS APRENDIDO ACERCA


DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL Y MENTAL
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Octubre de 1966)

Nosotros, que hemos sufrido de una enfermedad emocional y mental profunda, severa, que nos ha incapacitado y que nos hemos recuperado, estamos
capacitados, basados en nuestras experiencia personales, para informarles de algunos hechos acerca de su origen, manifestaciones y de la forma de recuperarse.

Si una persona que ha padecido de cáncer descubre la forma de curarlo y prueba que se ha curado asimismo, sin duda alguna será la máxima
autoridad en la materia. Estamos seguros que todo el mundo correrá donde él para averiguar que fue lo que lo curó.

Si una persona descubre qué era lo que lo tenía severamente enfermo emocional y mentalmente y se ha recuperado, él, también, está calificado para
decirle al mundo qué es lo que causa la enfermedad emocional y mental y la forma de recuperarse. Un caso aislado de recuperación no probará el método, pero
cuando la recuperación se produce una y otra vez y muchas personas se recuperan con éste, entonces, sí se ha probado.

No estamos desmintiendo a otras autoridades en la materia. Ellos hacen un trabajo importante y a menudo ayudan a muchas personas. Lo que
queremos decir es: “Pregunten a la persona que ha sufrido y se ha recuperado”. Obviamente él tiene el secreto, y si este secreto funciona con otros, por todos los
medios, le pedimos que lo use con ellos.

Si usted desea saber qué es tener dolor de muelas, nadie puede decírselo, usted debe experimentarlo para saber realmente qué es eso. Lo mismo se
aplica a la depresión -y a la enfermedad mental y emocional en general-. Usted debe padecerla por si mismo para conocerla. Nadie puede decirle como es realmente
la depresión. Pero si usted la ha sufrido, entonces si conoce lo que eso es.

La mejor manera de saber cómo es la depresión es preguntándole a alguien que la ha padecido. Pero aún así, usted solamente obtendrá una idea vaga.
De la misma manera, si usted desea saber cómo una persona se recuperó de la depresión -o de la enfermedad emocional en general- pregúntele a una persona que
se haya recuperado. Deje a un lado las suposiciones, pregúntele a alguien que la ha vivido y que puede decirle qué fue lo que pasó que lo hizo sentirse bien. En
otras palabras, “Salirse de la boca del lobo”.

Nosotros que hemos sufrido y que nos hemos recuperado, y que creemos estar calificados para hablarles acerca de la enfermedad emocional.
Ofrecemos los siguientes HECHOS acerca de la enfermedad, los cuales hemos descubierto a través de nuestros sufrimientos.

1. Nosotros somos los causantes de nuestra propia enfermedad. No se puede culpar a nadie más.

2. Debemos reconocer este hecho para recuperarnos.

3. Estábamos extremadamente encerrados en nosotros mismos, éramos arrogantes, exigentes, emocionalmente fríos y calculadores, abusadores, avaros
y llenos de compasión por nosotros mismos.

4. Tratábamos de engañarnos a nosotros mismos y a otros creyendo que éramos víctimas inocentes de la enfermedad, que éramos personas muy buenas
sobre las cuales había caído esa desgracia.

6
5. Éramos antagonistas a creer en UN PODER SUPERIOR. ESTO ES EL ORIGEN VERDADERO DE NUESTRO MAL.

6. No aceptábamos órdenes de nadie.

7. Rehusábamos encarar lo que éramos. Lo ocultábamos tan bien que verdaderamente ni nosotros mismos lo sabíamos.

8. Pretendíamos buscar ayuda y rehusábamos la que nos ofrecían. Estábamos determinados a hacerlo todo por nosotros mismos.

9. Sentíamos que éramos superiores a todo el mundo, cuando en realidad sólo estábamos escondiendo un profundo complejo de inferioridad o digamos,
tratando de ocultarlo.

10. Debido a nuestro extremado egoísmo, no podíamos sentir ningún sentimiento humano.

11. No había nada malo en nuestras mentes, excepto que nuestra inteligencia era anulada por nuestras emociones.

En relación a este punto deseamos decirles un secreto. Nuestra inteligencia nunca fue dañada. Podíamos hacer cualquier trabajo por difícil que fuera,
aún en estado paranoicos, fuerte depresión o tormentos emocionales -SI ESTÁBAMOS OBLIGADOS A HACERLO-. Muchos de nosotros hemos sido disculpados
por nuestros errores porque estábamos “fuera de control”. Permítannos decirles, que sabíamos perfectamente lo que estaba sucediendo y que sólo estábamos
exhibiendo nuestro mal temperamento en la forma de una rabieta de un niño. Deseamos aclarar, en caso que seamos mal entendidos, que la enfermedad es real, es
extremadamente dolorosa, es una enfermedad.

La persona no puede evitar lo que hace y verdaderamente necesita ayuda. Pero no estamos diciendo que está “loco”. Él sabe lo que está ocurriendo a
su alrededor, es más, algunas veces lo sabe mejor que quienes lo están observando. Es astuto y trata por todos los medios de obtener lo que quiere.

12. Nosotros negamos, o tratamos de negar todas las leyes que no nos convenían, y pocas eran las que considerábamos que nos convenía, y pocas eran
las que considerábamos que nos convenían. Estas leyes incluyen las leyes físicas lo mismo que las espirituales. ¿Cómo podríamos sentirnos felices
cuando no aceptábamos ni los acontecimientos naturales que ocurrían a nuestro alrededor, tales como la lluvia, mucho menos las leyes espirituales,
tales como “Ama a tu prójimo”?.

13. Tratábamos de culpar de nuestra enfermedad a otras personas y situaciones y caso logramos convencernos nosotros mismos de que era verdad.

14. Sentíamos envidia, resentimiento, odio y mirábamos de menos a las demás personas. No nos digan que no lo hacíamos, LO HICIMOS.

Los arriba mencionados son algunos HECHOS acerca de nuestra enfermedad. A continuación les presentamos algunos HECHOS acerca de nuestra
recuperación.

1. Admitir que estábamos equivocados, que los hechos arriba mencionados eran verdaderos. Que la enfermedad estaba dentro de nosotros, que
éramos autores de nuestra propia enfermedad.

2. Tenemos que admitir nuestra derrota y buscar ayuda espiritual. Estábamos espiritualmente desiertos y muertos y tuvimos que rogar a Dios,
como cada cual lo concibe y PEDIRLE HUMILDEMENTE QUE NOS RECUPERÁRAMOS, SI ESA ERA SU VOLUNTAD.

Usted puede ver que estábamos espiritualmente enfermos -que odiábamos a todo el mundo- por lo tanto tuvimos que aprender a amar a todas las
personas con la ayuda espiritual, antes de que pudiéramos disfrutar con ellas y ser felices. Sabemos que esto es un HECHO, que está basado en nuestras
experiencias personales y las experiencias de miles de personas.

Les comunicamos lo que nos recuperó y si usted está aún sufriendo emocionalmente, usted no está en posición de argumentarlo con nosotros.
Conocemos la arrogancia del neurótico -fuimos EXPERTOS en ello-. Si encuentra alguna otra forma, ofrézcanos su prueba. Nosotros ya le hemos ofrecido la
nuestra. Así es como nos hemos recuperado, ello no puede ser discutido. Nosotros somos las pruebas vivientes.

3. Los DOCE PASOS DEL PROGRAMA DE NEURÓTICOS ANÓNIMOS o los doce pasos de cualquier Programa “Anónimo” al que sirve de patrón
“Alcohólicos Anónimos” hará recuperarse a toda persona que sinceramente los practique.
Capítulo 3

LA ENFERMEDAD EMOCIONAL
ES UNA ENFERMEDAD ESPIRITUAL
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Marzo de 1966)

La enfermedad emocional es una enfermedad espiritual, es un hecho que está basado en nuestras experiencias y observaciones.

Cuando estuvimos emocionalmente enfermos, estábamos espiritualmente enfermos. Antes de que usted deje de leer y salga corriendo, le pedimos que considere
esto: Una definición de “Espiritual” es: relacionado con el pensamiento y emociones.

Realmente teníamos enfermos nuestros pensamientos y emociones, no le pedimos que ponga un significado supernatural en “Espiritual”, aunque para muchos de
nosotros tal significado sí puede ser aplicado.

Por mucho tiempo, la sabiduría humana ha usado la palabra “Espiritual” o “Espíritu” para describir el estado mental de una persona, como por ejemplo: “Él es corto
de espíritu”, “Él tiene un gran espíritu”, “Él tiene el espíritu apropiado”, “Él es una persona espiritual” y en ciertos casos: “Aquel es un animal espiritual”. Con estas expresiones
nos referimos al estado de los sentimientos, pensamientos, actitud hacia la vida y hacia las cosas que nos rodean. Por lo tanto, el espíritu de una persona es realmente la suma
de sus emociones, pensamientos, actitudes, creencias, sentimientos y todo lo que lo haga actuar del modo que él lo hace.

Por supuesto que los componentes físicos y mentales están implicados, pero éstos son sólo parte del “espíritu” total de una persona. A muchos de nosotros, los
doctores nos dijeron que, físicamente no estábamos enfermos, después de habernos realizado exámenes de toda clase, lo cual forzó a llegar a la conclusión de que nuestra
enfermedad era espiritual y mental.

Después de que nuestras capacidades mentales fueron probadas y de consultar psiquiatras, encontramos que nuestras mentes estaban intactas y fuimos forzados
a llegar a la conclusión de que nuestra enfermedad era espiritual.

Descubrimos que estábamos llenos de odio, resentimientos, cóleras, compasión por nosotros mismos, avaricia, egoísmo, y otras malas emociones. Estas malas
emociones constituían nuestra apariencia o ser espiritual, y para que nos recuperáramos debían de ser cambiadas.

Esta conclusión de que debemos cambiar espiritualmente nos cayó como un golpe. Muchos de nosotros éramos antagonistas a cualquier cosa llamada
“Espiritual”. Si lo prefiere, usted puede usar otra palabra, pero para mí “mental” no sería la palabra apropiada. Si no existe nada malo en su mente, sus actitudes y sentimientos
pueden ser cambiados, y aún así su mente retendrá sus cualidades intactas, ya que en ese cambio es su espíritu lo que habrá cambiado.

Así, si no existe nada malo mental y físicamente, sabemos que nuestra enfermedad es puramente espiritual.

La mayor prueba de que la enfermedad emocional es una enfermedad espiritual la da el que, el individuo enfermo puede recuperarse mediante la ayuda espiritual.
Lo hemos visto suceder en demasiados casos para dudarlo. También lo hemos visto suceder en casos donde los individuos habían tratado cualquier cosa conocida por el
hombre. Sólo la ayuda espiritual los ha recuperado. En mi caso particular, esto es lo que sucedió.

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Traté todos los sistemas conocidos por el hombre. Me sometí a tratamiento psiquiátrico por más de cinco años, visité muchos doctores, tomé miles de
tranquilizantes y pastillas para dormir, traté por medio de la religión y aún traté con espiritistas e hipnotistas. No me recuperé hasta que obtuve ayuda espiritual, y obtuve esta
ayuda en un grupo Anónimo. He visto y oído a muchas otras personas con historias similares. La ayuda espiritual les hizo recuperarse cuando ya habían buscado alivio por
cualquier otro medio. Por lo tanto, SI LA AYUDA ESPIRITUAL LE HACE BIEN A UNA PERSONA EMOCIONALMENTE ENFERMA, LA ENFERMEDAD EMOCIONAL ES UNA
ENFERMEDAD ESPIRITUAL.

Muchos psiquiatras también hacen énfasis en lo espiritual y obligan al paciente a buscar tal ayuda. Carl Jung el famoso psiquiatra suizo fue uno que enfatizó tal
ayuda. Muchos psiquiatras actuales declaran que se necesita más que análisis. La ayuda espiritual también es necesaria.

Hasta ahora yo he hablado de “Espiritual” en lo pertinente a la apariencia y sentimientos del individuo. Para adelantar, hablaré de otros significados de “Espiritual”,
en lo pertinente al “Alma” y que no son considerados físicos.

Hablaré de entablar una armoniosa relación con un PODER SUPERIOR: DIOS COMO CUADA CUAL LO CONCIBE. Pero es esencial que la persona crea en un
Poder Superior a él mismo. Este poder puede ser cualquier cosa: la fuerza de la gravedad, el átomo, la evolución, el amor humano, cualquier cosa. Sólo es necesario que el
individuo admita la existencia de un PODER SUPERIOR a él mismo y ese algo existe, que es más grande de lo que él es.

Esto sirve para eliminar la egocentricidad (así llamada en la enfermedad emocional) para que la persona pueda llegar a ser un ser humano. Así nos salimos de
nosotros mismos.

Este poder, no importa como sea concebido, ayudará al individuo enfermo a cambiar, a recuperarse. Tomemos el amor humano como un PODER SUPERIOR.
Verdaderamente, llegar a amar a nuestro prójimo cambiará a una persona, habrá cambiado de estar odiando a todas las personas y de estar aislado, a amarlos y a desear estar
con ellos. Esto es cambio y es obtenido por medio de la ayuda espiritual. Aún el decidir entrar en el camino de la vida, de la realidad, en lugar de tratar de embotellarla, nos
habrá cambiado.

Miremos a un individuo que ha cambiado, a uno que se ha recuperado. ¿Qué es la primer cosa que notamos? Él es feliz, ayuda a otros, tiene un “buen espíritu”.
¿Qué era él antes de que el cambio tuviera efecto? Era una persona enojada, ruda, irritable, su “espíritu era bajo”.

Ni lo físico ha cambiado ni lo mental ha cambiado, en lo que respecta a sus capacidades mentales. El cambio se realizó en su pensamiento y emociones, que
equivale a decir en su “espíritu”.

Cualquier que sea capaz de ser honesto, puede tener un cambio de espíritu y recuperarse de la enfermedad emocional. Debe de reconocer sus faltas y qué es lo
que lo tiene enfermo. Debe llegar a creer en un PODER SUPERIOR y estar en armonía con ese PODER SUPERIOR.

Para recuperarse de cualquier enfermedad, física o de cualquier otra clase, es necesario reconocer que la enfermedad existe. Por ejemplo, una persona que tiene
una pierna quebrada debe ser examinada y diagnosticada antes de que la pierna pueda ser sometida a tratamiento y curada. Por lo tanto, el diagnóstico es lo primero. No sería
bueno curar a una persona de un diente si lo que tiene es una pierna quebrada. Así, con la enfermedad espiritual, a menudo tratamos de curarla con algo apropiado para otra
clase de enfermedad. Llamemos a la espada, espada, y tratemos a la enfermedad espiritual, con ayuda espiritual.

Nunca hemos visto que tal ayuda espiritual falle una persona que de verdad la haya buscado, y nunca hemos visto que una persona no se recupere de la
enfermedad emocional, cuando de verdad buscó tal ayuda espiritual.

Recuperémonos todos, reconociendo que la enfermedad emocional es una enfermedad espiritual y busquemos la ayuda apropiada para ello. Así, nosotros
podemos cambiar y encontrar una vida rica y feliz.

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Capítulo 4

LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL:


ENFERMEDAD DEL ALMA
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Noviembre de 1966)

Nosotros que hemos estado en el fondo de la desesperación emocional y del sufrimiento y que nos hemos recuperado, atestiguamos que la
enfermedad que padecíamos, llamada enfermedad emocional y mental, es realmente una enfermedad del alma. Ahora que estamos recuperados y podemos evaluar
la enfermedad, nos es evidente que lo que teníamos enfermo era el alma. Lo sabíamos aún cuando estábamos enfermos. Muchas, muchas veces dijimos: “Me duele
el alma”. Aún oímos decir a los que sufren: “Mi alma está torturada”, “me duele el alma”, “mi alma está enferma, etc. Por extraño que parezca, aún los ateístas y
antagonistas dicen estas expresiones.

No es importante como se define el “alma”, y ya que una persona no tiene que ostentar un lama inmortal. Creemos que cuando las personas que sufren, usan la
palabra ”alma” se refieren a aquella parte del individuo que está consciente de él mismo, su razón de existir, y que está en lo más recóndito de su ser, y lo cual no es sinónimo
de “mente” ya que el alma está en un alto grado independiente del cuerpo. Alma es aquella parte del individuo que “sabe lo que él es” y que es verdaderamente única. Ha sido
variadamente llamada “ser”, “ego” y de otras formas.

Esta “alma” a que nos referimos no es únicamente la “mente”. “Mente” incluye o denota pensamientos lógicos y procedimientos establecidos para
ayudar a la persona a sobrevivir y funcionar.

Los sentimientos y emociones de uno mismo, de nuestra “alma” e algo bastante diferente a los pensamientos y usos que damos a nuestra mente, únicamente con
el propósito de sobrevivir.

En un artículo previo, dijimos que podíamos llevar a cabo trabajos mentales muy complejos, aún bajo fuertes estados depresivos. SI ESTÁBAMOS OBLIGADOS A
HACERLO. Pero nuestras almas estaban llenas de dolor. En nuestras mentes no existía nada malo excepto que estaba dominada por las emociones que provenían de una
alma dominada por el dolor.

Establecemos que nuestra enfermedad es una enfermedad del alma, porque no teníamos los sentimientos apropiados hacia un PODER SUPERIOR, nuestro
prójimo y la vida. Eramos completamente egoístas y no podíamos amar. Verdaderamente, no podíamos amar y, por lo tanto, no podíamos encontrar la felicidad.

Relacionamos estos sentimientos con el “alma”, ya que éstos son aquellos valores que tienen que ver con nuestra conducta moral, afectos y relaciones con
nuestro prójimo. Sabíamos todas las reglas sociales, sabíamos cómo desenvolvernos, pero no las sentíamos. Nos sentíamos perdidos y solitarios aún con nuestros amigos,
aunque nuestra conducta social pudo haber sido impecable.

Tampoco pudimos recuperarnos por medio de los pensamientos racionales. Los pensamientos racionales no controlaban nuestras devastadoras emociones.
Nosotros podríamos decirles: “Sí por supuesto que es bueno amar a nuestro prójimo”, pero no podíamos hacerlo, y todos los intentos para convencernos de que “seríamos
felices si aprendíamos a amar a otros”, no nos cambió. Sabíamos que amar a otros era el camino a la felicidad, pero no podíamos amarlos. Éramos demasiados egoístas, ya
que era el alma que teníamos enferma.

Aún enfermos sabíamos que estábamos equivocados, que teníamos que encontrar un medio para cambiar, pero no sabíamos que hacer. Cometimos los mismos
errores una y otra vez y mantuvimos nuestra mala voluntad hacia otros. Sabíamos que nuestra enfermedad estaba en lo profundo de nuestro ser, que existía en lo que bien
pudiéramos llamar “alma”. Muchos de nosotros, mientras nos bañábamos, pensamos: “Si yo pudiera lavar mi alma como lavo mi cuerpo, qué bendito alivio sería”.

Lo que estábamos enfatizando, era que nuestra enfermedad se debía al egoísmo, a la arrogancia, mala voluntad, falta de amor para otros y otras cosas que
estaban consideradas dentro de la moral, y no debido a nuestros malos pensamientos, falta de información o falta de conocimiento de la realidad.

La evidencia más convincente de que nuestra enfermedad era una enfermedad del alma, es que cuando cambiamos y aceptamos los valores espirituales y
morales, nos recuperamos. Por supuesto, cuando tratamos de curarnos únicamente la mente, continuamos enfermos o nos empeoramos. Fue SOLAMENTE cuando
aprendimos a amar, a interesarnos en otras personas, a tratar de ser útiles en vez de exigir que las cosas se hicieran a nuestra manera, que progresamos en nuestra
recuperación. Y EL MILAGRO ES: YA NO TENEMOS EL ALMA ENFERMA -YA NO NOS DUELEN NUESTRAS ALMAS - HEMOS CAMBIADO Y ESTAMOS AGRADECIDOS.
Y CONTINUAMOS BIEN PORQUE NUESTRA ENFERMEDAD DEL ALMA HA SIDO SOMETIDA A TRATAMIENTO Y CURADA.

Así nosotros que hemos estado enfermos del alma y nos hemos recuperado declaramos que nuestra enfermedad realmente, fue una enfermedad del alma, y que
el único camino de recuperación, es caminar de la manera que les hemos descrito y llegar a ser amoroso y serviciales con todo nuestro prójimo.

Nuestro lema: N.A.I.L. ABAJO CON LA ENFERMEDAD EMOCIONAL, muy bien pudiera decir: N.A.I.L. ABAJO CON LA ENFERMEDAD DEL ALMA.
Capítulo 5

LA ENFERMEDAD
ESTA DENTRO DE NOSOTROS
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Abril de 1966)

Si queremos recuperarnos, debemos llegar a la conclusión de que la enfermedad está dentro de nosotros. No es debida a ninguna situación exterior.

Son nuestras reacciones a un suceso, no el suceso mismo, lo que nos hace sentir como nos sentimos. Muchas personas pueden experimentar un mismo suceso y
cada uno reaccionará diferentemente. Es la propia interpretación del individuo a los sucesos y situaciones, lo que hace la salud o la enfermedad emocional.

Un ejemplo clásico que a menudo es citado, es el de dos hombres en una trinchera, durante la guerra. Las mismas balas están volando sobre sus cabezas, las
mismas bombas están cayendo tanto para uno como para otro. Pero un hombre es fuerte y llega a ser un héroe; el otro se desmorona y llega a ser víctima de la “fatiga de la
guerra”.

¿Qué distingue estos dos hombres en la misma e idéntica situación? Los profesionales dicen que el factor determinante, es como cada hombre tomó la situación,
de acuerdo a como su personalidad estaba hecha. El suceso es únicamente un agente determinante que saca a relucir el ataque emocional que un hombre sufre y quien ya
estaba emocionalmente perturbado y era un potencial para tal ataque emocional. De la misma forma, el mismo suceso sacó la fuerza de carácter que ya estaba presente en el
otro hombre.

Así, no puede ser cierto que la molesta situación de la guerra “causó” el disturbio emocional en uno de ellos. Hay muchas posibilidades de que eventualmente este
hombre se hubiera perturbado bajo las presiones de la vida en cualquier situación.

Lo mismo es cierto de todas las situaciones externas. Casi todas las personas emocionalmente enfermas empiezan sus quejas con largas historias de que malas
fueron las otras personas o situaciones con ellas, Estas ideas quejumbrosas deben ser disipadas y la propia contribución del individuo debe ser llevada a cabo antes de que
pueda recuperarse.

No es verdad que una esposa regañona, un jefe malcriado, etc., “causan” la enfermedad emocional en una persona. En casi todos los casos el individuo enfermo,
es el causante de todas las situaciones molestas que le rodean, o por lo menos está contribuyendo a ellas. Con toda seguridad, es la parte que el individuo juega en la
situación, la que permite que ésta exista. En otras palabras, se requieren dos para bailar tango, o pelear, reñir, etc.

Aún si la otra persona está equivocada no hay excusa para que una persona se enferme. Es posible sobreponerse a las malas situaciones y verdaderamente, la
definición de una vida normal es: AJUSTE -ajuste a las situaciones que lo rodean -. Nadie tiene una vida encantadora, completamente libre de dificultades. Es como manejamos
las dificultades, lo que determina nuestro ajuste lo mismo que como manejamos las situaciones felices.

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Si una situación es intolerable, el individuo deberá liberarse de ella. Ninguna persona normal lo soportaría y permitiría que lo enloqueciera. Así, el hacerse el
“mártir” de parte de las personas enfermas no es saludable, y, una vez más, la enfermedad está dentro de él, ya que permite que la situación continúe manteniéndolo molesto.

Si otra persona es mala o malcriada con usted, esta persona está más enferma que usted y debería sentir compasión por ella, ya que él paga su precio en miseria,
usted puede estar seguro de eso.

Pero la mayoría de las veces, la persona enferma ha mal interpretado la situación y la otra persona no tiene culpa alguna. Como personas enfermas culpamos a
otros por cualquier cosa. No queríamos tomar la responsabilidad por lo que existía dentro de nosotros. Queríamos librarnos de nuestros defectos de carácter acusando a otros
de ellos. No nos recuperamos hasta que paramos de huir y encararnos dónde estaban realmente las causas: dentro de nosotros.

Llegamos a la conclusión de que LA ENFERMEDAD ESTABA DENTRO DE NOSOTROS, no en ninguna otra persona o en ninguna situación exterior. Fue un gran
paso hacia delante y el punto que hizo cambiar nuestras vidas.

Realmente, fue un gran alivio saber por fin la verdad. Ya no estábamos en la oscuridad. Todos los demás sabían que estábamos enfermos, ahora nosotros,
también lo sabemos y esto no nos dolió mucho tampoco. Fue el miedo de encararnos nosotros mismos lo que nos consumía. El encararnos verdaderamente nosotros mismos,
no resultó tan malo y nos proporcionó un alivio inmediato. Nos preguntamos por qué habíamos huido de esto por tanto tiempo.

Cuando culpamos a otros, nunca obtuvimos ayuda porque no había ayuda que podía ser obtenida. Estábamos equivocados y queríamos encarar el problema de
una manera equivocada. Cuando tomamos las culpas para nosotros mismos, dimos en el clavo y obtuvimos ayuda. Como uno de nuestros miembros de Washington dice:
“Nosotros somos los autores de nuestras propias situaciones”.

Y nosotros somos autores de todas nuestras situaciones buenas y malas. El mundo da crédito al hombre, es tiempo de dar al hombre enfermo el crédito del
fracaso. Aunque él no puede ser culpado por su enfermedad es responsable de hacer algo acerca de ella. Así como un paciente de tuberculosis no puede ser culpado por su
enfermedad, sí es responsable por obtener ayuda y hacer todo lo que pueda para recuperarse. Si él rehúsa el tratamiento y empeora, entonces sí puede ser culpado por su
enfermedad. Él deberá escoger. También el individuo enfermo emocionalmente deberá escoger: Recuperarse.

No existe ningún suceso anterior, que pueda ser capaz de producir la clase de atormento que las personas emocionalmente enfermas sufren. Es la propia
interpretación de la persona a los sucesos exteriores lo que lo sana o crucifica.

El tratar de componer nuestro medio ambiente no nos recupera, la enfermedad está dentro de nosotros y sometiéndonos a tratamiento nos recuperamos. ¡TRATE
DE HACERLO!.
Capítulo 6

LA ENFERMEDAD EMOCIONAL
ES LA MISMA EN TODAS LAS PERSONAS
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Diciembre de 1966)

Nosotros atestiguamos, basados en nuestras experiencias personales y en las experiencias de cientos de miles de personas, que la enfermedad
emocional es la misma en todas la personas, sin importar los detalles por los que se manifiesta. Con esto queremos decir que las causas, el sufrimiento, y los
problemas causados por la enfermedad son los mismos para todos, sin importar los detalles. Una persona puede ser “malcriada” y “agresiva”, y otra puede ser
muy “pasiva”, pero ambas personas y todas las que están en medio de estos dos puntos, están usando métodos diferentes y superficiales para lograr un mismo
fin, y este “fin” lo buscan por la misma razón.

También varias personas pueden usar métodos diferentes en un intento de escapar a sus problemas o resolverlos; algunos usan alcohol, narcóticos, apuestas,
drogas, demasiada preocupación por el trabajo o los pasatiempos, etc. Y algunos solamente se dejan abatir por el sufrimiento. Pero estos métodos de resolver la enfermedad
no deberá cegarnos al hecho de que la enfermedad es la misma en cada individuo y que responderá al mismo tratamiento.

Hay clases especiales de enfermos, por lo tanto, hay etiquetas convenientes para personas con un síntoma especial, no una etiqueta para personas con una
enfermedad diferente. Declaramos que los alcohólicos, adictos a las drogas, neuróticos, jugadores compulsivos, hipocondríacos, aquellos con problemas con problemas
sexuales, y en verdad, todas las personas que sufren de la enfermedad emocional, tienen LA MISMA ENFERMEDAD y pueden ser curadas por EL MISMO TRATAMIENTO,
con la salvedad de que todas las personas adictas a algo, deberán abstenerse de la cosa a la que son adictas.

Hemos comparado notas con todos los tipos de personas enfermas (alcohólicos, adictos, etc. Y todos los arriba mencionados) y encontrarnos que TODOS
SOMOS IGUALES AL TENER UNA ENFERMEDAD EN COMÚN, que todos hemos sufrido de la misma cosa, que HEMOS RESPONDIDO AL MISMO TRATAMIENTO, hemos
descubierto que TODOS SOMOS HERMANOS Y HERMANAS Y QUE NO SOMOS LOS ÚNICOS EN NUESTRA ENFERMEDAD ya que TODOS TENEMOS LA MISMA
ENFERMEDAD. UNA ENFERMEDAD DEL ALMA, como explicamos en un artículo previo.

Nuestros sentimientos, actitudes y acciones fueron absolutamente idénticos. Los detalles que nos diferenciaban sólo eran superficiales. Por ejemplo, algunos de
nosotros son casados, algunos son solteros, algunos tienen una buena posición económica, algunos son pobres y trabajan duro para su mantenimiento, algunos son de buenas
familias, algunos son del lado equivocado de nuestra sociedad, pero todos teníamos una cosa en común: una enfermedad emocional idéntica.

Nuestra enfermedad común tomó formas superficiales diferentes en nuestras vidas: algunos tenían problemas en el trabajo, algunos tenían problemas en casa,
algunos tenían problemas en muchas partes, pero el problema provenía del MISMO PUNTO.

La causa absoluta de nuestra enfermedad fue un completo egoísmo y falta de amor para otros, Esto, todos lo teníamos en común, fue sobre esta base que estaban
construidos todos nuestros problemas y dificultades. Cada dificultad podrá ser investigada hasta llegar a la causa principal. Tenemos el testimonio de muchos alcohólicos, adictos,
neuróticos, etc., que verificarán este hecho. Nosotros lo sabemos, pasamos por ello,

No es verdad que el resolver intelectualmente un problema nos ayudaba a recuperarnos. Nada nos recuperó hasta que reconocimos nuestro egoísmo y falta de
amor y pusimos de nuestra parte para cambiar, hasta llegar a olvidarnos de nosotros mismos y amar a nuestro prójimo. La evidencia está en que cientos de miles de personas
con diferentes diagnósticos se han unido, se han recuperado, y han descubierto el hecho de que LA ENFERMEDAD EMOCIONAL ES UNA, no muchas enfermedades.

Los ejemplos prácticos nos ayudan a demostrar la verdad de este descubrimiento. Un dolor de muelas, es un dolor de muelas sin importa dónde esté localizado, o
qué es lo que está causando que el nervio se estimule, ya sea por una caries o quebradura. El cáncer es cáncer, sin importa dónde está localizado o cuál es la forma en que se
manifiesta.

La mente humana solamente es capaz de ciertas cosas. Hay un límite a lo que ella puede hacer y experimenta. Hasta cierto punto es razonable suponer que es
solamente capaz de soportar ciertas reacciones anormales, lo mismo que ciertas reacciones normales. Por lo tanto, la enfermedad emocional NO PUEDE SER ÚNICA, en un
individuo ya que él solamente puede llegar hasta un límite, y muchas personas deben haber experimentado la misma cosa antes.

Ha sido establecido que el olvidarse de uno mismo y amar a nuestro prójimo, hace que una persona sea normal y feliz. Nosotros que hemos sufrido esta
enfermedad y que nos hemos recuperado, atestiguamos que lo contrario: el egoísmo y la falta de amor para otros, hace la enfermedad emocional y la infelicidad. En nuestros
casos estamos seguros de que ésta fue la causa.

Cuando estuvimos enfermos, cada uno de nosotros pensó que éramos los únicos, que nuestra enfermedad no tenía comparación con la de ningún otro. Otras
personas, incluyendo los profesionales que nos examinaron, también pensaron que nuestras enfermedades eran únicas, y que se deberían llevar a cabo extensivas pruebas de
nuestras reacciones a los problemas.

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Encontramos que estas extensivas pruebas no eran necesarias; que solamente era necesario reconocer los factores comunes de la enfermedad emocional que
todos tenemos en común, con todas las personas que sufren la enfermedad y hacer algo acerca de estos factores. Por ejemplo, no importaba si nosotros teníamos dinero o no,
si teníamos un trabajo o no, una casa, etc. Estas cosas eran detalles superficiales. Lo que SÍ importaba, es que teníamos una enfermedad espiritual que se mostraba en el odio,
falta de amor para otros, egoísmo, avaricia, resentimiento, compasión por uno mismo, y otros devastadores sentimientos y actitudes. Estos sentimientos y actitudes eran las
causas de nuestras dificultades en todas las áreas de nuestras vidas, y verdaderamente no podía evitarse que nuestras dificultades sucedieran. El ajuste normal no era posible
con los sentimientos equivocados que teníamos.

Así, estos sentimientos equivocados son el motivo de nuestras dificultades; NO las dificultades por los sentimientos. Pensamos, como muchos otros, que si
nuestras dificultades pudieran ser resueltas, todo estaría perfecto. ESTO ES PONER LA CARRETA DELANTE DE LOS CABALLOS. Los sentimientos deberán ser corregidos
antes de que cualquier problema pueda ser resuelto.

Es tan fácil culpar a los problemas por el desorden en que están nuestras vidas. Durante todo el tiempo que nosotros hicimos eso, nos mantuvimos
enfermos y nos empeoramos. Para recuperarnos, tuvimos que llegar a la conclusión de que nuestras emociones enfermas, estaban causándonos todos los
problemas. Cure las emociones enfermas y verá que bien los problemas se resuelven por ellos mismos, o pueden ser resueltos inteligentemente por primera vez en
nuestras vidas.

Como personas emocionalmente enfermas todos nosotros hicimos las mismas cosas negativas y tuvimos los mismos sentimientos y actitudes equivocados. La
única diferencia en nuestros casos eran los detalles superficiales de acuerdo a la clase de desorden en que estábamos, debido a una misma enfermedad.

Neuróticos, alcohólicos, adictos, jugadores y todas las personas con la enfermedad emocional pueden hablar una con otra con un completo entendimiento y comprensión:
NOSOTROS SABEMOS QUE NUESTRAS ENFERMEDADES SON LAS MISMAS, ELLAS SOLO SE DIFIEREN POR LOS DETALLES SUPERFICIALES DE SU
MANIFESTACIÓN. SI ESTAS ENFERMEDADES FUERAN DIFERENTES, ESTE ENTENDIMIENTO Y COMPRENSIÓN NO SERÍA POSIBLE. Si las enfermedades fueran
diferentes, las formas en que se manifiesta en diferentes personas no tendrían lo suficiente en común para comprenderse uno al otro. Este no es el caso. HEMOS ENCONTRADO QUE
ES IDÉNTICA, EXCEPTO EN LOS DETALLES DE NUESTRA EXPERIENCIA EN LA VIDA.

Aún existen entre nosotros, personas que tienen múltiples clasificaciones de la enfermedad y quienes declaran que las enfermedades son las mismas. Conocemos
personas que son alcohólicas, adictas a las drogas, neuróticas y jugadoras que ahora están bien y felices. Todas estas personas, y muchas, muchas más, refuerzan el hecho
que estamos enfatizando: LA ENFERMEDAD EMOCIONAL ES LA MISMA EN TODAS LAS PERSONAS. Esta es una noticia muy buena, ya que la persona enferma no está
sola. Él es uno de muchos con una enfermedad en común y puede estar seguro que este camino ha sido recorrido por millones de personas y que hay un medio de
recuperarse. Él no es un fenómeno o un paria. Él es una persona enferma entre muchas otras, quienes pueden solicitar ayuda a muchas otras personas para que él se
recupere. NOSOTROS LO SABEMOS. NOSOTROS LO HICIMOS Y HEMOS ENCONTRADO UNA VERDADERA HERMANDAD, AL DESCUBRIR QUE COMO PERSONAS
ENFERMAS, NOSOTROS SOMOS TODOS HERMANOS Y QUE COMO PERSONAS RECUPERADAS, TAMBIÉN SOMOS HERMANOS. AHORA SABEMOS QUE SOMOS
HERMANOS Y HERMANAS DE TODA LA RAZA HUMANA.
Capítulo 7

LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL ES UNA COSA, Y


LA SELECCIÓN DE LOS SÍNTOMAS ES SOLAMENTE CASUALIDAD
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Febrero de 1969)

Hemos dicho anteriormente que la enfermedad emocional es la misma en todas las personas, sólo los detalles varían, que sólo tiene UNA CAUSA Y UNA CURA.
Por lo tanto, todas las personas enfermas emocional o mentalmente tienen la misma enfermedad, que proviene de una causa idéntica y que requiere el mismo tratamiento.
Estas personas enfermas pueden ser diferenciadas una de la otra, únicamente por los síntomas y por lo tanto decimos:

LA SELECCIÓN DE LOS SÍNTOMAS


ES SOLAMENTE UNA CASUALIDAD

Algunos artículos previos que tratan con la enfermedad, su causa y su cura son:

1) LA ENFERMEDAD EMOCIONAL ES LA MISMA EN TODAS LAS PERSONAS, sólo los detalles varían.
2) LA ENFERMEDAD EMOCIONAL ES UNA ENFERMEDAD ESPIRITUAL.
3) PREOCUPACIÓN POR UNO MISMO ES EGOÍSMO, Y EGOÍSMO ES LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD.
4) LAS EMOCIONES VIOLENTAS SON LOCURA Y VICEVERSA. LOCURA SON EMOCIONES VIOLENTAS.
5) PREOCUPACIÓN POR UNO MISMO: EL CAMINO A LA RUINA.

Como personas enfermas, todos comenzamos con la preocupación por nosotros mismos, lo cual nos impedía aprender a amar. Con esta ÚNICA causa estábamos
condenados a tener problemas; ya que éstos no podían ser evitados. A medida que encontrábamos las dificultades, que pueden ser definidas como el no lograr que las cosas
se hicieran a nuestra manera, utilizamos cualquier cosa que estaba a nuestro alcance; accesos de cólera, gritos, peleas y si eso no daba resultado, recurríamos al descontento
o mal humor que nos llevaba a un estado depresivo.

Había una gran soledad en nuestras vidas y nosotros buscábamos con que llenarla. Nos sentíamos solitarios, miedosos, y miserables. Estábamos
listos para encontrar una ruta de escape si alguna se presentaba; y claro, ¡encontramos una! Tenemos casos y casos de personas recuperadas que ahora nos dicen
que el escoger el asma, depresión, alimentación sicosomática, alcohol, drogas, apuestas, comer en exceso, fue solamente una casualidad. Si la otra ruta de escape
se hubiera presentado primero, aquellas habríamos escogido. Esto no es una teoría. Este es un hecho basado en las experiencias de cientos de miles de personas.

El fundador de Jugadores Anónimos en Washington, D.C., habló en una reunión N.A. y relató que él desde niño era un enfermo y buscaba algo que le aliviara su
sufrimiento. POR CASUALIDAD se encontró con algunos muchachos que estaban apostando y él empezó a apostar también, y encontró que eso le daba una excitación y que
era aceptado por el grupo mientras apostaba y que sus problemas eran olvidados temporalmente, durante la excitación del juego. Así llegó a ser un apostador. POR
CASUALIDAD, él había encontrado algo, que aparentemente “llenaba su soledad”.

Grover dice que fue también POR CASUALIDAD que él descubrió el alcohol. Sin ninguna duda podría haber sido otra cosa. Fue también que por casualidad a la
edad de nueve años Grover descubrió el asma, y descubrió que el asma funcionaría para obtener lo que él quería. El asma ha sido llamada “llanto en seco” y cuando las
lágrimas pararon pero continuaron los sollozos, Grover descubrió un nuevo fenómeno (para él), que estos sollozos se convirtieron en asma, era un método muy efectivo para
obtener lo que él quería. Una vez que un método es descubierto, alcohol, drogas, apuestas, depresión, llega a ser el “sello” inconsciente y habitual. Se vuelve el síntoma de la
persona.
Capítulo 8

LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL


EL MAL CARÁCTER GLORIFICADO
EL SUICIDIO: EL ÚLTIMO GRADO DE MAL CARÁCTER
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Julio de 1969)

Hemos dicho anteriormente que la causa de la enfermedad mental y emocional es el egoísmo innato que el individuo nunca ha logrado sobreponer.
Solamente por este egoísmo es que un individuo no puede ajustarse al mundo, y que está destinado a la frustración, ya que sus propios deseos no siempre pueden
ser satisfechos, y es por eso que él encuentra el mundo hostil y “que no es lo suficientemente bueno para él”. Sabemos que esto es verdad, porque lo hemos
pasado y nos hemos recuperado, y nos podemos reflejar en ello, para ver las causas de nuestra enfermedad.

La persona emocional y mentalmente enferma, sólo se preocupa por él mismo: de obtener lo que él quiere, de hacer que la gente cumpla sus deseos y
su única preocupación es como las personas y los sucesos lo afectan a ÉL. Inevitablemente, él se SIENTE FRUSTRADO, YA QUE ESAS DEMANDAS IMPOSIBLES
no pueden ser cumplidas por todo el mundo. Cuando la persona egoísta no logra que las cosas se hagan a su manera, utiliza todos los medios que están a su

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alcance, y muchos medios están disponibles. Usa muchas rutas de escape que se vuelven sus síntomas de la enfermedad: retraimiento, depresión, culpar a otros,
gritos, soñar despierto, hostilidad, y una lista completa de defectos asociados con la enfermedad emocional y mental.

Estas rutas de escape fueron muy bien aprendidas por el individuo egoísta durante la niñez y las ha llevado hasta ser adulto; las cuales no son sino UN
MAL CARÁCTER, del tipo que usaba en su niñez, sólo que aumentado. No hay ninguna diferencia entre el mal carácter que cuando niño utilizaba para obtener una
bola de beis o una muñeca y el mal carácter que como adulto utiliza para conseguir otro trabajo, un carro nuevo, una casa, etc., en ambos casos la persona sólo
está preocupada POR EL MISMO Y POR SUS PROPIOS DESEOS, Y CUANDO ESTOS DESEOS NO SON SATISFECHOS GRITA Y USA OTROS SÍNTOMAS DE LA
ENFERMEDAD EMOCIONAL Y MENTAL.

Somos expertos en el uso de estos síntomas para obtener lo que queremos, utilizamos los primeros 30, 40, 50 o más años de nuestras vidas, usando y
perfeccionando estas técnicas. Lo sabemos porque hoy estamos bien y podemos qué es lo que nos estaba pasando. Como muchas personas, incluyendo un gran
número de profesionales, acostumbrábamos pensar que éramos víctimas inocentes de la enfermedad emocional y mental que “alguna clase de mal había caído
sobre nosotros”, que teníamos que ser compadecidos y protegidos. Pues bien, ¡Mentira! NOSOTROS SOMOS LOS CREADORES Y AUTORES DE NUESTRA PROPIA
ENFERMEDAD Y QUE ESTÁBAMOS TENIENDO EL GLORIFICADO MAL CARÁCTER QUE TAN BIEN CONOCÍAMOS.

Si hay algo que nosotros sabemos es que, como personas enfermas, estábamos usando todos los métodos que teníamos a nuestro alcance para lograr
que las cosas se hicieran a nuestra manera. Tratamos de ser “amables”, y si eso no funcionó, gritamos; si gritar no funcionaba, nos volvimos hostiles; si la
hostilidad no funcionaba, nos volvimos depresivos; Y la depresión generalmente nos ayudó a obtener lo que queríamos, ya que es tan espectacular, y la “gente
bondadosa” (la que llamamos “gente normal”) casi siempre se dejaba impresionar por esto y nos proporcionaba lo que queríamos. Pero, si por alguna
sorprendente circunstancia, la gente bondadosa no nos hacía caso en nuestras depresiones, entonces teníamos desmayos, ataques, vómitos. Aún nos podíamos
volver pálidos, y esto sí que con toda seguridad desarmaría a la más fuerte y determinada de las personas bondadosas. Pero esto no es el final de “nuestra bolsa
de trucos”. Podríamos enumerar más si fuera necesario. Podríamos caer como muchos lo hacen en la llamada “psicosis”. Nos podíamos estar sentados o parados
por horas en “trance”, en estado catatónico. Y por supuesto siempre estaba el suicidio o intentos de suicidio. Esto, sobre todo, atraería la atención para el individuo
egoísta.

Sabemos de lo que hablamos. Tenemos miembros que han sido diagnosticados como psicópatas que ahora están bien y libres de la enfermedad
emocional y mental. Ellos, también, nos han dicho la forma como usaron las técnicas de “enfermos” para un solo propósito: obtener que las cosas se hicieran
como ellos querían. Debe ser enfatizado, también que no estábamos concientes de que estábamos usando esas técnicas, las veces que las usamos, pero eso era
exactamente lo que estábamos haciendo. Teníamos que llegar a darnos cuenta de esto para recuperarnos, y ahora que estamos bien, sabemos que eso es verdad.

Sin equivocación declaramos, con base en nuestra experiencia y en las experiencias de miles de otras personas que ahora están bien, que CUANDO
ESTÀBAMOS EMOCIONAL Y MENTALMENTE ENFERMOS, ESTÁBAMOS TENIENDO UN MAL CARÁCTER GLORIFICADO Y QUE CUANDO INTENTAMOS
SUICIDARNOS, COMO HICIMOS MUCHAS VECES, ESTÁBAMOS INCURRIENDO EN EL ÚLTIMO GRADO DE MAL CARÁCTER.

No hay ningún misterio entre la enfermedad mental y emocional y el suicidio. Estas son sólo manifestaciones del mal carácter aumentado y llevado
hasta lo último. Por supuesto, el último grado del mal carácter es un suicidio realizado y muchos lo logran.

Usted puede ver que, cuando éramos egoístas y por lo tanto, mental y emocionalmente enfermos, nos rebelamos cuando no logramos que las cosas se
hicieran a nuestra manera. Nuestra rebelión fue completa: odiábamos a la gente, sucesos, cosas, Dios, el mundo y la vida misma. Si nosotros continuábamos
frustrados empezábamos a decir: “yo no soportaré esto”, completo desafío y rebelión. Dijimos: “yo no aceptaré esto”, “yo no toleraré esto”, “yo me quitaré la vida”.
Así fue como nosotros intentamos escapar de esta vida.

La cura para la enfermedad mental y emocional, y por lo tanto, para las tendencias de suicidio, es sobreponerse al egoísmo, volverse amorosos,
recuperarse y aprender a aceptar las cosas que no podemos cambiar, aprender a dar y a recibir, aprender a que no somos tan importantes como pensamos y que el
lograr que las cosas se hagan a nuestra manera no es el propósito de nuestras vidas.

Declaramos que la ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL ES EL MAL CARÁCTER GLORIFICADO y que el SUICIDIO ES EL ÚLTIMO GRADO DEL MAL
CARÁCTER, es esto y nada más.
Capítulo 9
LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Mayo de 1967)

Ya que la enfermedad mental y emocional es el problema número uno de Salud Pública de la Nación, muy bien podríamos llamarla LA ENFERMEDAD.
Más personas sufren y son incapacitadas por esta enfermedad que por ninguna otra. Si esta enfermedad fuera causado por un virus sería declarada una epidemia
nacional. La parte engañosa de la enfermedad es su larga duración a menos que la víctima tenga la suerte suficiente de obtener la ayuda apropiada -y lo cual la
vasta mayoría que la sufre no obtiene en este momento-. Pero ahora hay ayuda que es gratis, está disponible para toda la gente, y puede ser obtenida en cualquier
parte aunque sólo sea por correspondencia.

Si usted es una de los millones de personas que sufren de LA ENFERMEDAD, ¡usted puede recuperarse!. LA ENFERMEDAD es más común que el catarro, con la
excepción de que actualmente el catarro no tiene cura; LA ENFERMEDAD sí tiene cura y esta cura está disponible a cualquiera que la quiera. Los que sufren de LA
ENFERMEDAD pueden recuperarse como muchos, muchos otros que lo han hecho a través del PROGRAMA DE NEURÓTICOS ANÓNIMOS.

En Neuróticos Anónimos, los que sufren de LA ENFERMEDAD pueden ver, oír y hablar con personas que se han recuperado y aprender que ellos también pueden
recuperarse. La esperanza y ayuda es ofrecida a través del programa de recuperación de N.A.

Muchas, muchas personas que han sido tratadas por los siquiatras, la medicina y la religión, se han recuperado de LA ENFERMEDAD a través del programa de
N.A. Ya no existe ninguna necesidad de sufrir esta terrible epidemia si la persona quiere recuperarse.

LA ENFERMEDAD puede ser cambiada por LA RECUPERACIÓN. Neuróticos Anónimos ya ha dado salud y felicidad a muchos que no habían respondido a
ningún otro tratamiento.

La buena nueva es que LA ENFERMEDAD ahora puede ser erradicada de todos aquellos que la sufren y que verdaderamente quieren recuperarse y que
trabajarán por un simple programa de recuperación. Queremos dar el programa a todos los que lo quieran y ayudar a hacer DESAPARECER LA ENFERMEDAD.
PARTE II
EL ORIGEN (CAUSA) Y MANIFESTACIÓN DE LA ENFERMEDAD

Capítulo 10

LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL:


EL EGOÍSMO
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Enero de 1968)

En el Folleto de la Salud Mental de noviembre de 1965 publicamos un artículo titulado: “LA RESPUESTA A LA ENFERMEDAD EMOCIONAL: EL AMOR”.
Ahora examinamos el otro lado del problema y declaramos: LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL: EL EGOÍSMO.

A través de nuestra experiencia personal, observación, estudio, trabajo con otros, y comparación de experiencias con otros, hemos encontrado que la
causa absoluta de la enfermedad emocional es EL EGOÍSMO. No existe ninguna otra causa; es del egoísmo que se derivan todos nuestros problemas.

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El egoísmo impide que una persona ame a otros, y sin amor para otros, no existe paz en ninguna parte. De esta forma, la persona enferma (egoísta) se
aísla ella misma de sus amigos y termina severamente retraída, solitaria, miedosa, completamente destrozada, y puede intentar quitarse su propia vida para tratar
de escapar de la horrible prisión que ha hecho para él mismo.

La persona egoísta sólo piensa en él mismo y en obtener las personas y cosas que él quiere. Este es un despiadado objetivo que está destinado al
fracaso. Primero, él no puede continuar manipulando a las personas indefinidamente, así está destinado a la frustración. Segundo, aún si él pudiera manipularlos y
tener las cosas que él piensa que quiere, siempre se sentirá frustrado, solitario, y aislado, ya que estas cosas que el quiere no le satisficieran, estarán vacías y
desiertas y “se tornarán en cenizas en su boca”. ¿Cómo lo sabemos? Nos sucedió a nosotros y a muchos, muchos de nuestros amigos y conocidos.

Muchos, muchos de nosotros queríamos a las personas que deseábamos y las “obtuvimos”, queríamos Cadillacs, TV a colores, alfombras orientales,
una casa de “vacaciones”, joyas, pieles, dinero, y obtuvimos estas cosas también, y obtuvimos estas cosas también, pero cuando las obtuvimos, nos sentimos
¡MISERABLES! ¿Por qué nos sentimos miserables?, porque habíamos puesto el valor de tales cosas primero y hecho de ellas un fin, esperando que ellas nos
harían felices. En obtener estas cosas y en nuestras vidas NUESTROS DESEOS VENÍAN PRIMERO, no nos habíamos molestado en amar a las personas o tratar de
poner el amor, entendimiento, servicio, amistad primero. Todo lo que importaba era obtener lo que queríamos y como las personas y cosas nos afectaban.
Juzgábamos las cosas como “buenas” o “malas” de acuerdo a la forma en que nos afectaban. En otras palabras, “bueno” era lo que queríamos, “malo” lo que no
queríamos. Si a otras personas les gustaba algo que a nosotros no nos gustaba, lo declarábamos “malo” y eso era el final. Éramos completamente intolerantes.

Observe a una persona emocionalmente enferma y note su conversación. Si usted quita el “yo”, “mí”, “mío” de su lenguaje, la persona enferma no
podría hablar. Toda su conversación tiene referencia a él mismo. Casi siempre va así: “yo no puedo dormir”, “yo no disfruté mi cena”, “yo voy al centro a comprar”,
“yo quiero un carro nuevo”, “no me gustó aquella película” (o programa de TV, obra. Caminata, concierto, o paseo por el campo)”, “yo tengo calor (o frío o
cansancio, o incómodo, etc.), “mi jefe es un tirano”, “yo no soy feliz”, etc., etc. Casi nunca usted escucha decir: “Juan tiene un carro nuevo, me siento muy feliz por
ello”, “el niño de María es muy bonito, ella y su esposo están felices”, “llevemos a la tía a pasear el domingo”. ¡Oh, no! La persona egoísta (enferma) virtualmente
NUNCA habla acerca de otros, o se preocupa por ellos.

Mientras nos mantuvimos egoístas nos mantuvimos emocionalmente enfermos y nos empeoramos. Descubrimos que vivir para nosotros mismos, NO
ERA SUFICIENTE. Cuando no obtuvimos que las cosas se hicieran a nuestra manera nos sentimos miserables, pero también descubrimos, para nuestro asombro,
que cuando obtuvimos que las cosas se hicieran a nuestra manera nos sentimos lo mismo de miserables y algunas veces aún más. ¡Habla usted de frustración!
Verdaderamente, nosotros nos sentimos “infelices si lo hicimos e infelices si no lo hacíamos”. Nosotros estábamos en un verdadero problema que se empeoraba
porque no conocíamos otro modo de vivir y actuar, y no podíamos encontrar el camino para salir de ello. Estábamos absolutamente ATRAPADOS, PRISIONEROS
EN NUESTRO PROPIO EGOÍSMO.

Buscábamos ayuda en muchas partes y muchas personas bien intencionadas no pudieron ayudarnos porque no podían ver que era lo que estaba malo
en nosotros, que estábamos atrapados en nuestro propio egoísmo. Así, continuábamos tropezando hasta que si tuvimos suerte, encontramos, el camino para
obtener ayuda y salir fuera del egoísmo.

No es un misterio y es explicado de un modo fácil y natural. Los niños vienen al mundo con muchas capacidades que están listas para ser
desarrolladas a medida que crecen. Una de las más importantes de estas capacidades es el egoísmo. El egoísmo aparece desde temprano y progresa por la
práctica y reforzamiento. Verdaderamente el niño es egoísta y esto es, por supuesto, necesario para su existencia. La ciencia ha declarado que los infantes son
¡EGOÍSTAS! También ha dicho que este egoísmo es necesario para que sobrevivan. No está mal en un niño, pero si está muy, muy mal en un hombre o mujer de 30,
40, 50 o más años y es aún malo en un niño algo crecido.

Como usted puede ver, nuestro egoísmo estaba allí desde el comienzo de nuestra vida y por una buena razón. Pero el egoísmo pronto debe ser
reemplazado por amor, para tener un desarrollo normal. Funciona de esta manera: necesariamente el niño es completamente egoísta, ya que debe dársele agua,
comida, se debe cambiar, que esté cubierto y confortable para que sobreviva. Su única preocupación es la satisfacción de estas necesidades corporales. Él llorará,
morderá, pateará, gritará, etc., hasta que sus demandas sean cumplidas. Este es un egoísmo en un grado extremo pero muy verdadero. Ahora, en el desarrollo
normal, con el cuidado apropiado y el amor materno, el infante aprende que se le satisface y paga respondiendo a sus servidores (usualmente la madre) con
maneras sumisas y cariñosas, aceptando las cosas ofrecidas que él demanda. Así, él aprende a amar y es algo que estará con él para toda la vida y le prevendrá de
llegar a estar emocionalmente enfermo.

Ahora, aquellos de nosotros que más tarde llegamos a estar emocionalmente enfermos, tuvimos un desarrollo diferente. Nunca aprendimos la lección
de amor, y continuamos exigentes y gritando y llorando y pateando por lo que queríamos. En otras palabras, EL EGOÍSMO NUNCA FUE SACADO DE NOSOTROS,
NUNCA APRENDIMOS A AMAR. Crecimos con el egoísmo infantil siempre presente y empeorándose por la práctica.

Permítannos aclarar que por nuestra situación no puede CULPARSE A LA MADRE. Usamos esta excusa también y nos enfermamos y empeoramos. Por
cualquier causa, fallamos en aprender a amar y debemos aceptar este hecho y no culpar a otros. Debido a que el egoísmo ya estaba en nosotros no podemos
culpar a otra persona (por ejemplo, la madre) por no librarnos de él. Sería razonable asumir que éramos más egoístas que otros infantes y que ninguna madre
podría habernos ayudado a aprender a amar, en caso de que pensemos que la madre tuvo la culpa. Para los que no lo creen, aún si la madre tuviera la culpa,
culparla a ella sólo nos hará sentirnos más enfermos. Alguna vez, en alguna parte usted tiene que aprender a amar para recuperarse. Así usted mejor aprende a
perdonar y a olvidar.

Nosotros que nos hemos recuperado de la enfermedad emocional, sabemos que habíamos sido egoísta toda nuestra vida, y vemos este egoísmo como
la causa principal de nuestra enfermedad. A medida que nos sobrepusimos al egoísmo, mejoramos y ahora sabemos que NO PODEMOS VIVIR SOLO PARA
NOSOTROS MISMOS Y PARA NUESTROS PROPIOS INTERESES. La única felicidad es EL NO SER EGOÍSTA Y AMAR A OTROS ES LA CURA PARA LA
ENFERMEDAD EMOCIONAL Y EL SECRETO PARA UNA VIDA RICA Y COMPLETA. Usted también puede encontrar esta vida, siguiendo los doce pasos de N.A.
Capítulo 11

PREOCUPACION POR UNO MISMO ES EGOÍSMO,


Y EL EGOÍSMO ES LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Marzo de 1968)

Anteriormente hemos declarado que el egoísmo es la causa de la enfermedad emocional, esta declaración está basada en nuestra propia experiencia,
como enfermos emocionales y el habernos recuperado, en la observación, trabajo con otras personas enfermas y estudio. Ahora declaramos que la preocupación
por uno mismo es egoísmo y egoísmo en el más alto grado.

Muchas personas no se dan cuenta que la preocupación por uno mismo es egoísmo. Este tipo de egoísmo es insidioso y usualmente es difícil de
reconocer. Cuando las personas piensan en el egoísmo, sólo piensan en la clase obvia y reconocible, por la cual el individuo se esfuerza por obtener lo que quiere,
pasa por encima de otros para satisfacer sus deseos, y hace demandas imposibles en otras personas. Este tipo de egoísmo es fácilmente descubierto y otras
personas pueden estar en guardia de esta persona.

Pero la clase de egoísmo que en verdad mata y que a menudo no es descubierto por la persona enferma o por otros con los que él trata, es la total y
completa preocupación por uno mismo. En lo que respecta a la salud, ánimos, sentimientos, confort, intereses, etc. La persona enferma a menudo niega que esto
es egoísmo. Grita: “pero yo no le hago daño a otros, yo no trato de obtener cosas, yo no abuso de otros en verdad, yo soy tímido y retraído. Yo sufro en silencio”.
¡Ah!. Pero aunque esto puede ser cierto en acciones obvias, ¿no es egoísmo su excesiva preocupación por él mismo? Que excluye todo lo demás. El decir: ”yo soy
tímido y retraído, yo sufro en silencio” está completamente orientado a él mismo, y por lo tanto, es egoísmo.

Invariablemente la persona enferma sólo se preocupa por lo que él siente, etc. El mundo puede ir al infierno en lo que a él concierne. Su única
preocupación es como él se siente, que es lo que quiere, que es lo que obtiene, como otros lo tratan, que hay en ello para él. Nosotros lo sabemos, fuimos de esa
manera, como son las personas emocionalmente enfermas. Si no hemos comprobado nada más, estamos seguros que esto sí lo hemos comprobado. También,
hemos comprobado que este egoísmo es lo que nos hace sentirnos enfermos y que la eliminación de ello nos hace estar bien.

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Cuando una persona sólo piensa o habla acerca de él mismo, él está siendo lo más egoísta que una persona puede ser. Escuche a la persona
emocionalmente enferma: “yo no me siento bien, yo no puedo ir a trabajar, yo me siento deprimido, yo no pude dormir anoche, yo tengo dolor de cabeza, me siento
mal del estómago, estoy cansado, hay demasiado ruido, a mí no me gusta Juan (o María, o Jaime, etc.), yo tengo calor (o frío),”, podríamos seguir y seguir. El punto
es éste. EL INDIVIDUO SÓLO PIENSA EN EL MISMO Y ESTE ES EGOÍSMO ELEVADO AL ALTO GRADO.

Cuando nuevas personas ingresan en N.A. invariablemente deniegan el egoísmo porque ellos están pensando en la clase común y visible. Cuando ellos
pueden ver la clase que está escondida, insidiosa, devastadora, que es la que estamos hablando, invariablemente obtienen alivio y empiezan en el programa.

Así, aunque puede que usted nunca haya tomado ventaja de nadie en una transacción comercial o en un juego, aunque usted nunca haya buscado
cosas materiales que no haya ganado o aunque no haga otra cosa egoísta, obvia y reconocible, si usted está demasiado preocupado por usted mismo, tenemos
noticias que darle: ¡USTED ES EGOÍSTA!.

De hecho, esta preocupación por uno mismo es la clase de egoísmo más vil y baja. Ya que está “escondida” es difícil para otros de reconocer, y la
persona enferma puede tomar ventaja de ellos sin que lo sepan. Vea la simpatía que la persona enferma obtiene con “yo no me siento bien” “yo estoy deprimido”.
Ciertamente esto es abusar de otras personas y de robarles su felicidad. Líbrese de la preocupación por usted mismo. AYUDE A OTROS.
Capítulo 12

LA CAUSA INMEDIATA Y LA CAUSA REMOTA


DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Febrero de 1968)

Es muy cierto que la enfermedad emocional como todas las cosas, tiene una causa inmediata y una causa remota. En el caso de la enfermedad
emocional demostraremos que la causa inmediata y la causa remota, son una misma; pero es necesario distinguir las dos causas para concentrarnos en la que
curará la enfermedad emocional.

Sabemos, y somos los primeros en admitir, que la enfermedad emocional es causada por algo que nos sucedió en nuestra niñez. Pero también
sabemos que concentrarnos en la causa remota no nos ayudará a recuperarnos, sino que nos hará sentir más enfermos.

Acerca de lo que nos sucedió en nuestra niñez no podemos hacer absolutamente nada. Buscar las razones de nuestra enfermedad sólo nos hará sentir
compasión por nosotros mismos, resentimiento, ira, etc., y nos hace decir: No es mi culpa. Yo no puedo evitarlo. No hay duda porque “yo soy como soy”. Esto es
completamente destructivo y con seguridad nos hará sentir a cualquiera severamente enfermo.

La causa remota, ocurrida en nuestra niñez, establece un patrón de sentimientos, pensamientos y actitudes que se empeoraron a medida que crecimos.
Hubo un tiempo en que estas cosas nos causaron tales dificultades de que en verdad estuvimos muy enfermos.

Cuando este estado de la enfermedad es alcanzado, es la causa inmediata lo que nos está enfermando. No es un evento en particular, que sucedió en la
niñez, lo que nos está causando este sufrimiento; son los sentimientos actuales como el odio, resentimiento, compasión por uno mismo, o miedo lo que nos está
haciendo sentir enfermos.

Reconozcamos que estas cosas empezaron en nuestra niñez, pero es el grupo actual de defectos de carácter, lo que nos está causando problemas.

Olvidémonos de lo que nos pasó en nuestra niñez y concentrémonos en los sentimientos ACTUALES Y NEGATIVOS. Sólo haciendo esto nos podemos
recuperar.

No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos cambiar el presente. Así, pongámonos a trabajar en la causa inmediata.

Si usted alimenta culpa, odio, ira, resentimiento, o mala voluntad, etc., usted estará enfermo. No importa como estos sentimientos se apoderaron de
usted, el caso es que usted se siente de esa manera.

Si una llanta de su carro se desinfla, saber como sucedió, no la arreglará. LA EXPLICACIÓN NO ES CURA. Usted tendrá que repararla o hacer que
alguien la repare. Usted o el mecánico tendrán que trabajar con la causa inmediata, digamos, el clavo en la llanta, y hacer las reparaciones necesarias, saber que el
clavo se cayó del camión de un viejo campesino que le precedía en la carretera y que, por casualidad estaba en su camino, no arreglará la llanta. Culpar al
campesino por el clavo que se cayó de su camión, que es, por supuesto, la causa remota, no lo llevará a ninguna parte que no sea enfermarlo.

Es el clavo que está en su llanta lo que ha hecho el daño y deber ser reparada para que usted prosiga su camino.

La enfermedad emocional es lo mismo. ¿Qué pasa si cuando usted era un niño, fue dañada o rechazado, o bien alimentado, o hambriento? Esta puede
ser la causa remota, pero no puede ser cambiada. Si usted está dañado ahora, eso es algo completamente diferente.

Asimismo, si usted se quiebra una pierna, ¿qué importa cómo sucedió? El punto es que la pierna está quebrada y deber ser enyesada. Puede que el
doctor no le pregunte como sucedió hasta que él haya terminado de curarla, y aún así quizá lo haga únicamente por curiosidad. No existe ninguna diferencia si
usted se la quebró en un campo de fútbol o cayéndose de una escalera o por resbalarse en el hielo (la causa remota). El caso es que usted no puede caminar
porque un hueso está quebrado y su pierna no lo sostendrá (la causa inmediata).

¿No sería tonto y destructivo culpar a otra persona por la situación de su pierna quebrada? Y MUCHAS PERSONAS LO HACEN y, por supuesto, ellos
sufren emocionalmente por ello. Esto es exactamente igual que culpar a sus padres por lo que le sucedió cuando usted era un niño. Aún si ellos tuvieran la culpa,
culparlos a ellos sólo le hará sentirse más enfermo.

Seguro, el viejo campesino tiene la culpa por habérsele caído el clavo; también puede que la escalera haya tenido la culpa de su caída, pero usted sólo
se recuperará trabajando con la causa inmediata, el clavo y su pierna. Descubrir al campesino y reñir con él no le hará ningún bien. Usted no puede cambiar el
pasado. Las cosas que sucedieron. ¿Pero qué va hacer usted acerca del presente?.

Para recuperarnos de cualquier enfermedad, no necesitamos conocer la causa remota. Necesitamos trabajar únicamente con el presente, que necesita
ser corregido. Los doctores saben esto muy bien. Si usted adquiere alguna enfermedad causada por un virus epidémico, no importa a donde usted obtuvo el virus.
El doctor curará el virus que está en usted. Por supuesto, los doctores buscan la causa remota para prevenir la enfermedad pero una vez que usted la tiene, ella
debe ser sometida a tratamiento EN SU ESTADO ACTUAL, no como fue ayer o como será mañana, pero como es ¡AHORA!, y lo mismo sucede con la enfermedad
emocional.

Si usted está enfermo a los 35 años, la causa de la enfermedad es lo que está enfermo en usted, ahora a la edad de 35 años, no lo que estaba enfermo
cuando usted tenía 6 o 7 años. Su enfermedad a la edad de 6 o 7 años puede ayudar a EXPLICAR porque usted está como está a la edad de 35 años, pero esto no lo
curará. Usted es lo que ha llegado a ser, y lo que usted ha llegado a ser debe ser tratado. Lo que usted ha llegado a ser es la causa de la enfermedad, no lo que lo
convirtió en ella.

Después de conocer la causa inmediata y la causa remota de la enfermedad, o de cualquier otra cosa, sabemos que las dos son una misma, en la
enfermedad emocional.

En el folleto de enero de 1968 publicamos un artículo titulado: LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL: EL EGOÍSMO.

Este egoísmo empezó en la infancia, aumentó a través de nuestra niñez, adolescencia y madurez y, en verdad, estaba presente desde que nacimos.
Nosotros, como personas emocionalmente enfermas, nunca nos recuperamos de nuestro egoísmo. Esta era la causa de nuestra enfermedad.

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El egoísmo causó nuestra enfermedad durante toda nuestra vida, a la edad 3, 5, 15, 21, 35 o más años. Por lo tanto, el egoísmo es ambas causas, la
inmediata y la remota, en nuestras dificultades.

Pero, el alcance del egoísmo varía de acuerdo a las diferentes edades, y empeoró a medida que crecimos. Así. El egoísmo de la infancia fue bastante
diferente al egoísmo a la edad de 35 o 40 años. Aunque la causa inmediata y la causa remota de la enfermedad emocional son la misma cosa, podemos distinguirla
de cómo era en el pasado y como es en el momento.

Nosotros que nos hemos recuperado de la incapacitadora enfermedad emocional, hemos descubierto que podemos ignorar la causa remota y
recuperarnos trabajando con la causa inmediata.

No nos importa como fue que nos enfermamos. Eso no prueba nada. No importa lo que nos está molestando ¡AHORA! Trabajamos con el presente y de
esta manera nos recuperamos.

Llorar sobre nuestras vidas nos hizo sentirnos severamente enfermos, encarar el presente y reconstruir nuestras vidas, nos hizo recuperarnos.

También nosotros hemos sido liberados del pasado. Ya no somos los niños egoístas que acostumbrábamos ser. Ya no estamos prisioneros del
pasado. Todo lo que tenemos es el presente. Hemos aprendido a no preocuparnos por el pasado, ni por el futuro. Y esto es salud mental y emocional.

Si algo le molesta, busque la CAUSA INMEDIATA y corríjala. Que continué sintiéndose bien.
Capítulo 13

PREOCUPACIÓN POR UNO MISMO:


EL CAMINO A LA RUINA
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Enero de 1969)

“La preocupación por uno mismo” a menudo llamada egoísmo, egocentrismo, engreimiento, muy ciertamente es el camino a la destrucción y ruina. La
preocupación por uno mismo, puede absolutamente arruinar la vida de CUALQUIER PERSONA. No puede suceder lo contrario con la preocupación por uno mismo.
NADA absolutamente puede ir derecho cuando una persona sólo piensa en él mismo y como las otras personas y situaciones lo afectan a ÉL. Está destinado a un
infierno en la tierra y con seguridad terminar en una Institución para enfermos mentales, cárcel, o muerte, si él continúa con la preocupación por el mismo.

Por alguna razón, la concentración en uno mismo no es razón suficiente para vivir. La persona que sólo se preocupa por ella misma no ve ningún
propósito en la vida, ninguna razón para existir, y por lo tanto, no hay propósito o razón. Esta persona puede lograr todos los deseos del mundo y obtener todas las
cosas que él quiere, pero si sólo se preocupa por él mismo, no puede disfrutar de nada o de nadie. Está absolutamente solo y su tormento es casi insoportable.

La persona concentrada en ella misma, no puede amar o relacionarse con otros seres humanos en forma cariñosa o significativa. Él está, por lo tanto,
en el infierno. No existe paz, ni felicidad en ninguna parte. Pronto, él aprende que “él no lo merece”, que la satisfacción de sus propios deseos es una victoria vacía.
El hombre es una criatura social y necesita de sus amigos. Cualquier vida basada en uno mismo es completamente vacía. El hombre es una criatura social y
necesita de sus amigos. Cualquier vida basada en uno mismo es completamente vacía y nula. Esto es enfermedad mental y emocional y, la enfermedad mental y
emocional, no es ni más ni menos, que esto.

Previamente hemos publicado un artículo que dice: LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD EMOCIONAL: EL EGOÍSMO. Un miembro de N.A. en el grupo de
Brooklyn, N.Y., sugirió que lo que “EGOÍSMO” en realidad significaba, era PREOCUPACIÓN POR UNO MISMO, y que la segunda era la palabra más acertada.
Nosotros estamos completamente de acuerdo. Así, ahora sustituimos “preocupación por uno mismo” por “egoísmo”. Tomando en cuenta que “la preocupación por
uno mismo” incluye “el egoísmo”, nosotros declaramos que: LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL ES LA PREOCUPACIÓN POR UNO MISMO Y
ES LO QUE DA LUGAR A QUE APAREZCA LA INHABILIDAD PARA AMAR.

La preocupación por uno mismo, trae consigo una larga lista de defectos de carácter, que hacen que la persona se sienta enferma. Algunos de estos
defectos de carácter son:

Lástima de uno mismo.


Condenarse a uno mismo.
Ventajas para uno mismo.
Glorificación para uno mismo.
Rectitud con uno mismo.
Egoísmo.
Odio para uno mismo.
Justificación con uno mismo.
Decepción con uno mismo.
Indulgencia con uno mismo.
Y aún, egocentrismo.

Estos defectos de carácter realmente son una descripción de la enfermedad mental y emocional.

Nosotros, que nos hemos recuperado a través de N.A., ahora sabemos que nosotros estábamos concentrados en nosotros mismos, que cuando
estábamos enfermos, éramos personas desamoradas, y ésta era la causa de nuestra enfermedad.

Ahora nos preocupamos por otras personas, amamos a otros y nos sentimos bien, felices, y recuperados. Incitamos a otras personas a trabajar para
eliminar la preocupación por uno mismo. Cuando esto se ha logrado, la salud, felicidad, paz mental, alegría, propósito y significado a la vida resulta. ¿Quién puede
pedir más?.

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Capítulo 14

LAS EMOCIONES VIOLENTAS SON LOCURA Y VICEVERSA,


LOCURA SON EMOCIONES VIOLENTAS
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Noviembre de 1968)

Si mantenemos nuestros ojos abiertos y nuestros oídos y mente alerta, podemos aprender mucho en diferentes lugares, algunos de ellos bastante
inesperados. En un reciente episodio de la serie de televisión “VIAJE A LAS ESTRELLAS”, la actriz principal dice a Mr. Spock: “Las emociones violentas son
locura”:

Nosotros, los Neuróticos Anónimos, no podríamos estar más de acuerdo con esto. Al oír esta frase, nos erguimos y nos sentamos en la orilla de
nuestras sillas. EN POCAS PALABRAS ha sido resumido, “Las emociones violentas son locura” dice y resume más que muchos volúmenes acerca de la
enfermedad emocional y mental.

LAS EMOCIONES VIOLENTAS SON EN VERDAD, ¡LOCURA!, y, lo contrario, ¡LOCURA SON EMOCIONES VIOLENTAS!. Reflexione acerca de esto, y
estamos de acuerdo que estará de acuerdo con nosotros: Recuerde cada emoción violenta que haya experimentado y verá que realmente usted estaba “demente”
hasta el grado que alcanzaba la emoción violenta. Por otra parte, recuerde cada acto o momento “demente” que usted haya tenido y verá que fue causado por una
emoción violenta.

También es muy importante notar que no importa que fue lo que causó la emoción violenta. Esta puede ser de CUALQUIER clase, pero el resultado es
locura. Aún cuando pensamos que estábamos violentamente “enamorados”, esto también fue locura.

Reflexione sobre esto. Cuando estuvimos violentamente “enamorados” hicimos muchas cosas locas. Fuimos excesivamente celosos, posesivos,
exigentes, suspicaces, incómodos. Sólo nos sentíamos “felices” cuando estábamos con “la persona que amábamos”. Usábamos términos tales como “el
sufrimiento de estar enamorados”, “la agridulce sensación de estar enamorados”, “el verdadero amor nunca es suave”. Bien, estas expresiones son mentiras, son
las expresiones de mentes enfermas, de personas atrapadas por las emociones violentas, y por lo tanto, locura.

Ya que hemos estado en ambos lados, la enfermedad emocional y la salud mental, podemos decir que EL AMOR, el verdadero amor, es una cosa que
libera, que no exige, que se da, no esa cosa egoísta y exigente que experimentamos cuando estábamos enfermos. No es un tormento, una sensación agridulce.
Amor es una cosa que libera, que se extiende, que satisface a la persona que ama y a aquellas alrededor de él. Y es MUY IMPORTANTE darse cuenta que amor NO
es una emoción violenta. Es algo dulce y placentero.

Lo que llamábamos amor como personas emocionalmente enfermas no era otra cosa que el egoísmo concentrado en nosotros mismos. Deseábamos a
alguien y la razón por la que éramos celosos y suspicaces, era porque estábamos tan preocupados por obtener al que amábamos ÚNICAMENTE PARA NOSOTROS
MISMOS. No teníamos ni una idea de dar libertad, de tener una mutua confianza y fe en el que amábamos. Exigíamos, tratando de manipular, tratábamos de llevar
las riendas. Esto es, en verdad, demencia de primer grado.

Hemos comenzado con la emoción violenta de lo que como personas enfermas llamábamos “amor”, ya que muchas personas no querrán reconocer
esta emoción como violenta, y por lo tanto, que produce locura, ya que muchos habrían considerado ésta como una emoción buena, y no de la clase de emociones
violentas de que estamos hablando. Todos estarán de acuerdo que el odio, el resentimiento, la ira, etc., son emociones violentas y destructivas. Pero nuestro punto
es que CUALQUIER emoción violenta es locura. Aún el querer poseer o proteger en exceso son pura locura. Cualquier acto “bueno” llevado muy lejos llega a ser
violento y, por lo tanto, demente. Usted puede hacer demasiado por otra persona, lo puede llenar de cuidados. Así, la frase: “Las emociones violentas son locura”
tiene un significado verdadero.

Cuando una persona está en la agonía de la emoción violenta, no tiene control de sí mismo. Esto es locura. Su inteligencia está completamente
dominada por sus emociones. Él, en cierto momento, “no es responsable por sus actos”. Está literalmente “fuera de su mente” y es dominado por sus emociones,
no por su mente o por su inteligencia. Trátelo usted si no lo cree. La próxima vez que se sienta enojado, resentido, deprimido, vea si puede usar su mente o su
inteligencia. Usted no puede. Sus emociones lo están dominando y su mente no puede controlarlas. Si está enojado, usted está enojado a pesar de cualquier
argumento que pueda darse usted mismo.

Por ejemplo: si se enoja con un buen vecino, usted está enojado, ningún razonamiento le ayudará a disipar su enojo. Esta clase de cosas nos ha
sucedido a muchos de nosotros; y lo suficiente como para estar convencidos. Nos enojamos con un buen vecino y sabemos que no deberíamos hacerlo, decimos
para nosotros mismos: Ese hombre ha sido muy fino conmigo, me ayudó a construir mi patio, su esposa cuida a nuestro niño, yo uso su carro, él me presta sus
herramientas, PERO AÚN ASÍ, LO ODIO.

Freud tenía razón cuando dice que las emociones son irracionales. Que no obedecen a las reglas de la razón o aún al sentido común. Las emociones
violentas no obedecen a ninguna ley, sólo a la compulsión de su propia expresión, su propia satisfacción. Por lo tanto, el individuo, no tiene control sobre sus
emociones violentas, su inteligencia no tiene control sobre sus emociones. Esto es locura.

Cuando hablamos de “locura” estamos hablando de la enfermedad mental y emocional. Sabemos absolutamente que la palabra “locura” no tiene
sentido fuera de la terminología legal, y ya no tiene el significado que tenía anteriormente. La palabra ha sido sacada de la terminología profesional, y sólo tiene
significado en uso legal. Significa que una persona “no es responsable de sus actos en un momento determinado, ya que él no tenía control de sí mismo y no podía
discernir, lo malo de lo bueno”. Las personas hoy son consideradas como enfermos mentales y emocionales, no “dementes”. Pero ya que el término “locura”
persiste en la terminología diaria, la frase “las emociones violentas son locura” tiene sentido y es válida. Recuerde también, que “locura” significa “no cuerdo” y
ciertamente nuestra conducta cuando nos dominan las emociones violentas “no es normal”. No es normal quebrar los muebles, maldecir al jefe, pelear con la
esposa o esposo, gritar, estar irritado y malcriado.

Esperamos que con esto, hayamos aclarado nuestro punto de que LAS EMOCIONES VIOLENTAS SON LOCURA. Ahora deseamos demostrarles lo
contrario, que LOCURA SON EMOCIONES VIOLENTAS. Si investiga los casos cuando estuvo “fuera de control”, cuando estuvo mental y emocionalmente enfermo,
o “demente”, usted encontrará en CADA CASO que estaba dominado por las emociones violentas. CUALQUIER persona emocional y mentalmente enferma
(¿”demente”?) está lleno de odio, resentimiento, ira, compasión por él mismo y otras emociones violentas. Esto es lo que la enfermedad mental y emocional es:
emociones violentas. Quite las emociones violentas y la persona ya no estará enferma: él estará bien. Locura es emociones violentas y nada más.

La locura ha sido variadamente llamada, y en muchos casos con desdén, “fuera de su cabeza”, “loco”, “fuera de control”, (¿fuera de control de qué? -
emociones), “lejos de la realidad”, “idiota”, etc., Algunas personas han matado a otras (¿locura?) en un “arrebato de ira”, un “arrebato de pasión”, etc. Esto es
descrito y aceptado como locura. Así, usted ve, locura es, únicamente una mera emoción violenta.

No existe nada malo en la mente ni n la inteligencia en la enfermedad mental y emocional, “locura”. Las personas “dementes” casi siempre tienen una
inteligencia muy superior. Tales personas pueden realizar trabajos intelectuales exactos y complicados aún cuando estén en tormentos emocionales muy serios. SI
TIENEN QUE HACERLO. Lo sabemos, lo hicimos muchas veces.

Cuando estábamos enfermos, muchos de nuestros miembros fueron diagnosticados como psicópatas. Fueron considerados “locos”. Muchos han
tenido tratamientos de shock y han tomado toda clase de píldoras. Pero, podemos decir que, en lo profundo de esta “locura” podíamos pagar nuestras cuentas,
hacer nuestra declaración de impuestos, manejar asuntos comerciales, contestar la correspondencia, y hacer muchas otras cosas SI TENÍAMOS QUE HACERLO.

Grover conoce el caso de una doctora psiquiatra que es alcohólica y esquizofrénica (así diagnosticada por varios profesionales) que se mantiene
embriagada y enferma todo el tiempo hasta que llega la fecha de renovar su licencia como doctora; entonces se despabila, se recupera y va ante la Junta
Examinadora y renueva su licencia, después regresa a la enfermedad y a la botella. Lo que es más, esta doctora se mantiene al día con toda la información médica,
de psiquiatría y literatura que es de bastante utilidad para ella. Aún así, ha sido diagnosticada como alcohólica y paranoica esquizofrénica y ha sido sometida a

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tratamiento por años. El caso es que ella trabaja durante todo esto, y NO HAY NADA MALO CON SU INTELIGENCIA, ÚNICAMENTE CON SUS EMOCIONES. Este es
un caso viviente, real y que puede ser verificado. Grover conoce el caso muy bien.

Hemos encontrado que al suprimir las emociones violentas nos sentimos bien. Hemos aprendido de un modo difícil que LAS EMOCIONES VIOLENTAS
SON LOCURA y lo contrario QUE LOCURA SON EMOCIONES VIOLENTAS. Queremos vivir tranquilos, sin emociones violentas de ninguna clase, y mientras
hagamos esto nos sentiremos bien y manejaremos aún más, (usted decir más que mejor) y una persona puede estar “mejor que bien”.

Recuerde, la próxima vez que usted esté tentado a permitir que una emoción se vaya a los extremos: ¡LAS EMOCIONES VIOLENTAS SON LOCURA!.
Aún, excitarse mucho por un feliz suceso es locura; es una emoción violenta. Cuando usted se recupera en N.A., puede darse cuenta de esto. Ya que la excitación
es en realidad la fase maníaca de la depresión maníaca. Si usted está excitado, pronto se sentirá deprimido. LA EXCITACIÓN ES EMOCIÓN EXCESIVA, ES MANÍA,
ES EMOCIÓN VIOLENTA, ES LOCURA.

CUALQUIERA Y TODAS LAS EMOCIONES VIOLENTAS SON LOCURA. Si usted “ama” a su perrito demasiado, esto también es locura. Si usted “odia” a
alguien, eso también es locura. Si usted desea demasiado un carro, una joya, una persona, eso también es locura. Si usted está demasiado preocupado por usted
mismo, eso también es locura. Usted ve, las personas normales tienen emociones normales, y normal significa SIN EXCESOS. Los excesos de cualquier clase son
variaciones de lo normal. Si usted quiere estar normalmente saludable y bien, será mejor que usted sea normal en todos los aspectos de su vida. No hay
excepciones. Y para lograr esta normalidad, todas las personas deberán ser emocionalmente normales primero.

Al fin, el mundo tiene un significado conocido de la enfermedad emocional y mental. Es, sin equivocación, ¡LAS EMOCIONES VIOLENTAS SON
LOCURA! QUE ES LA ENFERMEDAD MENTAL Y EMOCIONAL (¿LOCURA?) EMOCIONES VIOLENTAS.

EMOCIONES VIOLENTAS = LOCURA

LOCURA = EMOCIONES VIOLENTAS

SALUD MENTAL Y EMOCIONAL (SANO JUICIO) = EMOCIONES SERENAS, PACÍFICAS,


TRANQUILAS

Capítulo 15

LA IRA: UNA EMOCIÓN DESTRUCTIVA


(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Septiembre de 1968)

Hemos descubierto y firmemente creemos que la ira es una emoción completamente destructiva. Nunca hemos sabido que haya ningún bien en ella. La
ira daña a la persona que la tiene y a menudo daña a otros a quienes va dirigida, y siempre resulta alguien dañado; nunca falla. Este aspecto de la ira -dañar- es en
sí mismo una emoción destructiva y negativa que debe ser evitada a cualquier precio.

Cuando decimos esto, oímos exclamar: “¡Ah!, ¿pero no es la ira buena algunas veces?”; “¿no hace que las personas tomen una acción constructiva a
lo que está incorrecto cuando es necesario?”; “¿no es una emoción humana necesaria que sirve a buenos propósitos cuando es usada correctamente?”; “¿no es la
ira necesaria para sobrevivir?”; “¿no es verdad de que hay pruebas reales de que tiene un buen uso?”; “¿no seríamos débiles sin la ira?”. A estas preguntas y
muchas más como estas podemos dar un resonante ¡NO! LA IRA NUNCA ES BUENA: SIEMPRE DAÑA A QUIEN LA TIENE Y A MENUDO A OTROS Y NO TIENE
NINGUNA UTILIDAD BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA.

Equivocadamente, muchas personas piensan que la ira es necesaria para hacer que las personas tomen una acción correcta, con lo que está
incorrecto. Esto no es verdad. La acción constructiva puede ser tomada SIN IRA. En realidad, todas las acciones apropiadas se realizan sin ira. Lo sabemos, hemos
experimentado ambas situaciones y conocemos los aspectos destructivos de la ira. Sabemos que la ira hace que la persona “pierda los estribos”, diga cosas de las
que más tarde se arrepentirá y cosas que pueden hacer daño irreparable a él y a otros, lo hace sentir culpable y con resentimiento, y puede arruinar una situación
hasta destruir todo lo bueno que pudo haberse logrado.

Recuerde las veces que usted ha estado enojado; tendrá que admitir, si es honesto, que la situación pudo haber sido resuelta más efectivamente si
usted no se hubiera enojado. Si la situación se resolvió bien, fue a pesar de la ira, y no a causa de ella.

Cuando una persona está enojada no tiene ningún control sobre él, dirá y hará cosas que no haría excepto bajo un fuerte enojo. Es algo
verdaderamente muy triste no poder controlarse. En realidad, uno no es realmente responsable por su conducta cuando está siendo llevados por su ira. Por
supuesto que se es moralmente responsable, pero con esto queremos decir que uno no es uno mismo, que está haciendo y diciendo cosas que no haría y diría
cuando no está enojado.

Cuando está enojado, un hombre puede golpear a su jefe, aún sabiendo que puede ser despedido, y se pregunta que hará para conseguir otro empleo.
Ciertamente, esto es no poder controlarse uno mismo y es, en verdad, locura. Si el hombre tiene una queja justificada puede ir donde su jefe, exponer su caso, y
hablar SIN ENOJO. ¿Qué acción recomendaría usted?. Por supuesto, usted escogería la última. Mucho más será logrado con el último método. Estos no son
ejemplos extremos. Cualquier situación de enojo es muy seria y la ira es en sí misma extrema. Pero la ira no es provocada por ninguna situación, son las
reacciones de uno a la situación, lo que la ocasiona.

A menudo las personas dan ejemplos de situaciones en que ellos creen que es inevitable sentirse enojado. Usan palabras tales como “indignación
justificada”, “ira justificada”, etc. Nosotros sabemos que NO EXISTE NINGUNA SITUACIÓN QUE JUSTIFIQUE LA IRA Y NO EXISTE TAL COSA COMO
“¡INDIGNACIÓN JUSTIFICADA!”.

Cualquier situación puede ser manejada apropiadamente sin ira. La ira no es tan necesaria como para que motive a la acción. Calmadamente y con
inteligencia usted puede estudiar una situación que está mala y necesita ser corregida, luego usar su mente para saber lo que debería hacerse y proceder a
hacerlo. Todo esto puede y debería ser hecho sin ira. Sabemos que se puede y funciona. Acostumbrábamos enojarnos, ahora no lo hacemos, y hemos encontrado
que la situación en la que nosotros acostumbrábamos enojarnos puede ser mucho mejor y más apropiadamente resuelta sin ira, y que ahora somos capaces de
actuar y de corregir lo equivocado sin enojo. Este cambio es verdaderamente un milagro. Acostumbrábamos sentir que teníamos razón mientras estábamos
enojados y teníamos muchas historias y ejemplos que tratan de probar que n”nuestro enojo estaba justificado”. Pero hemos comprendido que estábamos
equivocados. Hoy podemos resolver las situaciones sin ira, en cambio, antes estas situaciones fueron excusas para nuestro mal carácter. Ya que hemos
experimentado la ira y la falta de ella podemos enfáticamente asegurarles que la ira siempre es mala. Cuando reflexionamos en las situaciones en las cuales nos
enojamos, podemos ver nuestro error.

Sin enojarnos nuestras vidas son felices y nos sentimos bien. Cuando sentimos ira EN CUALQUIER GRADO nos sentimos miserables e infelices.
Además, la ira trae consigo otras emociones tormentosas, cuando nos sentimos enojados planteamos vengarnos, sentir compasión por nosotros mismos,
culpamos a otros, y terminamos sintiéndonos terriblemente deprimidos.

La ira no puede ser usada o justificada sólo porque los seres humanos son capaces de experimentarla. El hecho de que la ira es una de las emociones
humanas no la convierte en buena. Potencialmente, cualquier persona es capaz de matar, pero eso no significa que el deseo de matar a alguien debe ser realizado
sólo porque éste existe. El argumento de que porque la sentimos debemos usarla, es ridículo. No existe ningún ser humano viviente que no haya sentido alguna
vez, en algún lugar, por una fracción de segundo el deseo de matar a alguien. Todos estarán de acuerdo que uno no debe dar rienda suelta a este deseo. Por lo
tanto, podemos rebatir este argumento, ya que sólo es bueno en el cesto de la basura.

Sabemos que todos los seres humanos están sujetos a la ira y que ésta no puede ser eliminada completamente. A pesar de sus buenas intenciones y
toda su salud mental, alguna vez usted se enojará. Pero sabemos que cuando usted se dé cuenta de lo destructivo de la ira y trata de vivir sin ella, en un espíritu de
amor y cooperación, ésta puede ser reducida y controlada a tal grado que no le causará ningún problema, y su vida será feliz y completa.

17
Alimentar la ira CON SEGURIDAD LO HA HECHO ESTAR EMOCIONAL Y MENTALMENTE ENFERMO. Trate de hacerlo y verá. La ira producirá la
enfermedad; el amor producirá la felicidad. Si usted está bien, estará de acuerdo con nosotros. Si usted está lleno de ira y enfermo, probablemente tratará de
discutirlo con nosotros. Lo retamos a ser honesto y tratar de vivir sin ira y luego decídase. Si usted está aún enojado y su vida está trastornada, muy difícilmente
estará en posición de argumentar con nosotros. Sólo puede saber los hechos si ha estado en ambos lados; la vida sin ira y la vida con ira. Hemos estado en ambos
lados y sabemos de lo que estamos hablando. Si usted vive sin ira pero aún siente que la ira es buena, lo invitamos a que venga y discuta con nosotros SIN ENOJO,
por supuesto. Estamos seguros que una vez usted haya tratado de vivir sin ira, la verá como nosotros.

No estamos enseñándole pacifismo. Únicamente le decimos, tome la decisión apropiada para corregir lo que necesita ser corregido, pero tómela sin ira.
Usted saldrá triunfante cuando actúe sin enojo. Por supuesto, hay situaciones que necesitan ser corregidas, algunas veces las personas abusan de nosotros, pero
la ira no es una reacción inevitable. Si alguien abusa de usted, comprenda que él está peor que USTED y que debería de ser compadecido, y no abusar de él. Usted
puede parar el abuso, pero aplicar la Ley del Talión, sólo lo destruirá.

Algunas emociones tienen aspectos positivos y negativos. La ira no entra en esa clase. La ira no tiene ningún aspecto positivo, solamente es negativa.
El miedo tiene dos aspectos. El miedo apropiado es necesario para sobrevivir -ayudarle a escapar de algo malo, este aspecto es positivo. Pero ese miedo siempre
presente de la enfermedad emocional es negativo y destructivo, como cualquier persona enferma puede decírselo. Este tipo de miedo, la clase negativa, puede ser
completamente incapacitador. La persona que siente la clase negativa del miedo usualmente no tiene idea de que es a lo que tiene miedo.

Muchos de nosotros teníamos miedo de salir de nuestras casas y aún de contestar el teléfono. Y no sabíamos por qué. Era miedo con una M
mayúscula. Pero no podemos encontrar ningún aspecto positivo de la ira. Nunca nos ayudó como el miedo positivo lo hizo. La ira solamente nos ha dañado. En
CUALQUIER SITUACIÓN, cuando acostumbrábamos enojarnos, perdimos algo y sufrimos amargas consecuencias debido a nuestra ira.

Estuvimos tentados a llamar este artículo “LA IRA: UNA EMOCIÓN DESTRUCTIVA” pero por supuesto, la ira no es la única emoción destructiva. Hay
muchas más y la ira puede que no sea la más importante. Esta es solamente una de muchas emociones destructivas. Para nombrar unas pocas podemos pensar en
el miedo (de la clase negativa) compasión por uno mismo, resentimientos, envidia, odio, celos, impaciencia, intolerancia, etc. Un inventario de defectos de carácter
nos dará muchas, muchas más emociones de esta clase que pueden destruir a la persona que los tiene.

Le damos un reto. Si usted puede estar enojado y sentirse feliz, disfrútelo y venga a explicarnos como lo logra. Si usted se siente verdaderamente feliz
cuanto está enojado, nos comeremos las palabras de este artículo. Todavía no hemos encontrado ningún caso de una persona feliz y enojada. En verdad parece
muy extraño escribir las dos palabras juntas “feliz” y “enojado”, es difícil hacerlo. Trate. Agarre un lápiz y papel y trate de escribir “una persona enojada y feliz”.
Nuestras mentes se rebelan, “feliz” y “enojado” simplemente no se compaginan. Es como escribir “persona adorable llena de odio” es totalmente inconexo. Si
usted piensa que enojado es feliz, será mejor que revise su castellano antes de ponerse a discutir acerca de los “buenos” aspectos de la ira.

No queremos declarar la ira como mala y destructiva en los aspectos morales. Establecemos la ira como mala y destructiva ya que hiere a la persona
que la tiene y esto esta basado en fundamentos pragmáticos y empíricos. Toda la teoría puede ser tirada por la ventana, la ira hiere y por lo tanto es mala y
destructiva.

Si usted desea paz mental y felicidad como nosotros lo deseamos, ponga la IRA en la clase de los venenos. Es destructiva y sí puede matar. Las
personas se matan ellas mismas y a otras cuando están enojadas y por lo tanto es venenosa. Hay emociones que son venenosas y este veneno puede inundar
completamente nuestro sistema y causar destrucción y aún la muerte. Puede ser mucho más efectivo que el arsénico o la estricnina, etc., pero sin embargo, es un
veneno como estos. Debemos evitar la ira si queremos estar bien. Tal vez otro título para este artículo podría ser: LA IRA: UNA EMOCIÓN VENENOSA.
Capítulo 16

COMO ESTAR EMOCIONALMENTE ENFERMO


(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Septiembre de 1967)

Este es un programa de acción -usted debe trabajar en él a tiempo completo- Si usted no quiere ser un fracaso, debe darse por completo. Una
enfermedad emocional en todo su esplendor es difícil de lograr; por lo tanto, póngase altos objetivos. Si desea los “beneficios” de la enfermedad emocional
-compasión, liberarse de las obligaciones, lástima, mimos, etc.- Esté preparado para hacerlo completo, a cada momento, cada día. Esta guía le ayudará a iniciarse,
pero usted debe ¡trabajar, trabajar, trabajar!

1. Siempre culpe a otra persona por cualquier cosa, JAMÁS acepte responsabilidades.
2. Odie y sea resentido de las otras personas y situaciones.
3. Practique el EGOÍSMO.
4. Nombre constantemente los problemas del mundo y diga que el mundo y las personas no son buenas.
5. Nunca ayude a otra persona. Usted siempre puede decir “él no me ayudaría”.
6. Dígase a usted mismo que es demasiado bueno para este mundo, pronto lo creerá.
7. Repítase a menudo “si todas las personas fueran como yo, éste sí sería un mundo maravilloso”.
8. Odie a las personas que tienen autoridad; convénzase usted mismo que ellas lo persiguen.
9. Siéntase con lástima por usted mismo. Actúe como mártir. Repítase frecuentemente y dígalo a los otros: “Oh, qué dolor, ¿por qué tenía que pasarme a
mí?”.
10. Ande con una cara amarga todo el tiempo y en todas las situaciones. Nunca sonría.

COMO SENTIRSE BIEN

Para sentirse bien siga el Programa de Neuróticos Anónimos y asista a las sesiones. Este también es un programa de acción y ¡FUNCIONA! Seleccione
el “COMO SENTIRSE...” que más prefiera y dese a él todo -trabaje, trabaje, trabaje- para lograr la recompensa que quiere. Confiamos que usted seleccionará “Cómo
sentirse bien” y unirse a la gente saludable y feliz.
PARTE III

LA CURA DE LA ENFERMEDAD

Capítulo 17

LA RESPUESTA A LA ENFERMEDAD EMOCIONAL: EL AMOR


(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Noviembre de 1965)

Capacidad para amar = Salud Emocional = Felicidad

Incapacidad para amar = Enfermedad Emocional = Tristeza, depresión

Adquirir la capacidad para amar = Salud Emocional = Felicidad

La incapacidad para amar es la causa principal de toda enfermedad emocional. Adquirir la habilidad de amar es la forma de curar esta enfermedad y el
medio de obtener una vida feliz y alegre. No hablamos de la pasión sexual, hablamos de ese amor profundo de un ser humano para todo su prójimo, para un Poder
Superior, por uno mismo (no el egoísmo) y para todas las cosas buenas de la vida.

Esto puede ser comprobado, no es teoría. La psiquiatría, medicina, religión y los conocimientos generales han sabido por mucho tiempo que las
personas que son amadas y han aprendido a amar desde su más tierna infancia, nunca padecen de enfermedades emocionales. En cada caso de la enfermedad
emocional puede ser demostrado que al individuo le falta el sentimiento apropiado (amor) para su prójimo y que ello tuvo su inicio desde una edad muy temprana.

18
Cuando una persona no puede amar, se produce toda clase de dificultades patológicas, y tiene problemas en todos los aspectos de su vida,
dondequiera que él se encuentre, y sin importar lo que le suceda.

La terminología psiquiátrica está disponible potencialmente para este individuo. La incapacidad para amar lo puede llevar al retraimiento, desilusión,
depresión, racionalización, paranoia, y a experimentar sentimientos de culpa, remordimiento, compasión por él mismo, y soledad, por nombrar unos pocos.

Con la incapacidad de amar, el individuo se encuentra fuera de sí mismo, su prójimo, su Poder Superior, y la vida en general. Esta fuera de lugar en
este mundo, sin tener ningún lugar a dónde ir, está prisionero en un lugar que le resulta completamente extraño.

Trata de crear su propio mundo y fracasa ya que no está apegado a la realidad. Puede que trate de esconderse detrás de los objetivos intelectuales,
artísticos, cazando o pescando, pero en cualquier parte se siente solo ya que no puede apreciar a las personas. Trata que la mente de los otros se adapten a la de él
y falla, no se le ocurre adaptar su mente a la de otros y además no sabría como hacerlo aún si intentara hacerlo.,

La ciencia ha establecido que el hombre es un animal sociable. La psiquiatría ha sido definida como “el estudio de la relaciones interpersonales”. El
conocimiento humano ha sabido por mucho tiempo que un individuo emocionalmente enfermo “no puede llevarse bien con otras personas”. Todo esto establece
que el hombre depende de sus semejantes y necesita su compañía. Para estar saludable y feliz, cada hombre debe aprender a vivir con sus semejantes, disfrutar de
su compañía, respetarlos, todo esto quiere decir que debe amarlos. Si una persona no disfruta de sus semejantes, si se disgusta con ellos, si los odia, si los
considera menos que él, se siente culpable y enfermo, le falta la capacidad de amar.

Por otra parte, la persona que ama todas las personas, todas las cosas buenas, y a un Poder Superior, es verdaderamente una persona feliz; es una
persona agradable. Esta es la definición de felicidad.

El milagro es este: Cualquiera pueda adquirir la capacidad de amar, a pesar de todo lo que le haya sucedido en el pasado. Existe un camino. La
Psiquiatría y la Psicología han establecido que existe un tipo de persona que no puede aprender a amar, ya que él nunca lo aprendió y no existe ninguna forma de
enseñárselo; el psicópata. Nosotros no podemos estar de acuerdo en que un psicópata no puede aprender a amar ya que hemos visto casos reales de individuos
psicópata que han aprendido a amar. Por lo tanto, lo repetimos: cualquiera puede aprender a amar y sentirse bien y feliz.

Otro milagro es este: Cuando el individuo emocionalmente enfermo adquiere la capacidad de amar, todas las dificultades emocionales desaparecen a
medida que él desarrolla esta nueva habilidad, y estas dificultades desaparecen en un corto tiempo. Tenemos pruebas que esto es cierto. Otro milagro que está
relacionado con éste es que no es necesario conocer porque razones se desarrolló en nosotros la enfermedad emocional, no es necesario saber como la persona
fracasó en aprender a amar. Es suficiente que el individuo reconozca que no puede amar y que tome las medidas necesarias para aprender a hacerlo. No es
necesario escudriñar las historias personales, ni es necesario analizar las experiencias de nuestra niñez, en busca de alguna “clave” de por qué nos sentimos
enfermos.

Como hemos dicho, existe un medio para adquirir la capacidad de amar y sentirse bien y feliz. A través de los años, millones de personas lo han
comprobado. Pero esto requiere de un esfuerzo de parte del individuo, un esfuerzo de un tipo que probablemente no ha intentado antes, un esfuerzo de fe. Pero
antes de que estudiemos la fe, permítanos decirle esto. El individuo enfermo ha tenido fe durante años en muchas, muchas cosas creadas por el hombre y es
probable que se haya desilusionado con ellas. Puede que haya tenido fe en la Psiquiatría, Medicina y Religión, y no pudo encontrar la felicidad. Muchos han tenido
fe en la hipnosis, lectura de libros intelectuales, astrología, adivinadores y toda clase de “sistemas”. Ahora, nosotros le pedimos que se embarque en una nueva
aventura de fe - la aventura de fe, la que sí funcionará-. Fe en un Poder Superior. Dios como usted lo conciba.

Creemos que cualquiera será capaz de aceptar a un Poder Superior definido de esta manera “DIOS COMO USTED LO CONCIBA”. Esta fe, ha funcionado
y ha proporcionado la capacidad de amar a millones de personas o billones de personas, y ciertamente hará lo mismo por usted. Su concepto de un Poder Superior
puede ser casi cualquier cosa. Muchas cosas han aprendido a amar definiendo este Poder Superior como el amor - el amor humano-. Una frase común es “Dios es
Amor”. Pero éste también puede ser la creencia en que la evolución va adelantando, que existe un orden en el universo aún si éste es sólo la gravedad y el
movimiento de los átomos y moléculas, que existe la bondad en el mundo o la creencia en cualquier cosa que sea más grande que el individuo: Un Poder Superior.
Permítanos recordarle que la gravedad y el movimiento de los átomos son una fuerza más grande que el individuo. También las emociones de una mayor que el
individuo ya que él NO PUEDE CONTROLARLAS. Reflexione sobre esto -es verdad-. Trate de controlar la depresión cuando le ataca. Usted no puede hacerlo.

Las personas emocionalmente enfermas son muy egoístas ya que les falta la habilidad para amar a sus semejantes y no quieren admitir a un Poder
Superior. Muchos individuos enfermos creen que existe un Poder Superior. Muchos individuos enfermos creen que existe un Poder Superior pero ellos no tienen
nada que ver con ÉL, ya que quieren las cosas a su manera, no a la de ÉL. Un ejemplo clásico sería cuando un individuo enfermo se enfurece porque llueve cuando
él tenía planeada una fiesta en el patio, culpa a la lluvia de un Poder Superior y está enojado con este Poder Superior, ya que ÉL no ha hecho las cosas como la
persona enferma las quiere. Otros están tan engreídos de su inteligencia que se consideran tan grandes que no pueden admitir a NADA ni NADIE más grande que
ellos mismos. Exhiben su patología creando grandes “sistemas” en un intento de demostrar que no existe el Poder Superior. Pero cualquiera que se detenga
pensar por un momento y sea un poquito honesto admitirá que existe un Poder o Poderes más grandes que el hombre. Ya hemos mencionado la gravedad y el
movimiento de los átomos. Como otro ejemplo, la evolución es realmente un Poder Superior que el hombre, porque sigue su desarrollo persona emocionalmente
enferma son una fuerza sujeto por lo menos a las leyes físicas. Aún si uno cree que la vida se nos da y quita únicamente por accidente, ahí, realmente, está una
fuerza más grande que el hombre. Aún si un hombre triunfa produciendo vida en un laboratorio, él únicamente estará manipulando las materias físicas de acuerdo a
ciertas leyes más grandes está meramente duplicando lo que un Poder Superior ya ha hecho.

No es nuestra intención escribir un folleto de filosofía. Nuestro propósito es ayudar a las personas emocionalmente enfermas parta que adquieran la
capacidad de amar y que es dado al individuo que cumple los designios de un Poder Superior, y de esta manera se recupera y es feliz. Existe un medio de lograr
esto, como anteriormente dijimos, no es teoría, funciona. Nunca hemos visto que una persona fracase cuando ha seguido el programa completamente, en la mejor
forma posible. Es el Programa de Neuróticos Anónimos y verdaderamente le dará el mismo resultado a usted y a cualquiera que lo practique honestamente. Usted
se sentirá lleno de amor a través de Dios como usted lo conciba y se recuperará completamente. Sabemos que este programa funciona; es absolutamente cierto. Si
usted desea sentirse bien le rogamos que lo tome, nosotros lo ofrecemos a usted.
Capítulo |18

UNA EXPLICACIÓN A LAS CURVAS DE LA


ENFERMEDAD EMOCIONAL Y DE LA RECUPERACIÓN
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Noviembre de 1967)

Las curvas muestran nuestro descenso dentro de la enfermedad emocional, el “fondo” emocional y el ascenso hacia la recuperación. Es un hecho por
el cual estamos agradecidos, que las dos curvas no tengan la misma duración. Nos tomó muchos años llegar a estar tan enfermos que alcanzamos el “fondo”
emocional; al llegar a ese fondo tuvimos que admitir nuestro fracaso y estuvimos dispuestos a aceptar y buscar la ayuda y escuchar a otros. Gracias a Dios que no
se requiere de tanto tiempo para recuperarse de la enfermedad emocional. La gráfica de la curva de “recuperación” muestra que podemos recuperarnos mucho
más rápido cuando trabajamos sinceramente por ella.

Nuestro descenso en la enfermedad emocional y ascenso a la recuperación no fueron cosa fácil, como la curva lo indicará, pero sí fueron mejoras y
recaídas dentro de la enfermedad y mucho progreso después de una recaída, ya en nuestra recuperación, como lo indican las líneas que cruzan la curva. En ambos
casos hubieron momentos cuando parecía que las cosas estaban tranquilas. Estas ocasiones fueron puntos de descanso como pasa con todo entrenamiento.

A medida que fuimos descendiendo dentro de la enfermedad, aunque siempre cayendo más profundo, hubieron momentos en que algo nos pasaba que
nos “levantaba” y empezamos a sentirnos bien, tales cosas pudieron ser la llegada de un nuevo hijo, un carro nuevo, o alguna placentera circunstancia, pero
siempre recaímos y recaímos a un punto más bajo.

19
Debería enfatizarse que, caer dentro de la enfermedad, requirió mucho trabajo y que estábamos sin ninguna guía para llevarlo a cabo. Nosotros
“sentíamos a nuestra manera” sin ninguna dirección que nos ayudara a explicar ese tiempo tan largo que nos tomó llegar a estar tan enfermos. “Aprendimos con
los fracasos”.

Para recuperarse de la enfermedad tenemos quien nos guíe y un programa a seguir, más la ayuda de muchas personas que han estado enfermas y se
han recuperado para ayudarnos a continuar mejorando.

En la curva están indicados los síntomas para recuperarse, verdaderamente es un camino de altos y bajos, pero la persona enferma que quiere
recuperarse puede tener fe y esperanza de hacerlo mucho, mucho más rápido de lo que él se tardó en enfermarse.

Todas las personas emocionalmente enfermas quieren recuperarse inmediatamente, ellos quieren una RECUPERACIÓN INMEDIATA, lo cual es
imposible. Esta idea es indicada en la curva por la línea recta de puntos desde el fondo emocional. Esta RECUPERACIÓN INMEDIATA es imposible en cualquier
enfermedad. Nadie puede recuperarse “instantáneamente” de una pierna quebrada, requiere tiempo, cuidado y tratamiento. Pero la curva de RECUPERACIÓN no es
tan empinada y la persona enferma puede estar feliz y agradecida de que puede recuperarse en tan poco tiempo.

Muchas personas que se están recuperando son perturbadas por “recaídas” o plataformas temporales, algunos se llenan de pánico. No hay razón para
angustiarse cuando el proceso de recuperación es comprendido. Note el gran salto inicial cuando la ayuda es aceptada. Este es el primer alivio y la persona ha
aprendido mucho, pero tiene que aprender más. Es probable que sienta una recaída desde el punto al que ha llegado, pero esta recaída no será tan baja como
anteriormente. Aún así, él ha ganado mucho y está listo para seguir adelante, construye una base a medida que avanza en su recuperación. Todo aprendizaje está
compuesto por logros, algunos fracasos y plataformas. La enfermedad emocional no es la excepción.

Estas curvas muestran cómo cientos de miles de nosotros llegamos a estar enfermos, tocamos el fondo, y nos recuperamos. Para nosotros son
verdaderas, para ustedes también lo serán.

20
Capítulo 19

FORMAS DEL CARÁCTER QUE CREAN


LA ENFERMEDAD O LA SALUD
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Agosto de 1967)

ESTOS DEFECTOS DE CARÁCTER LA ENFERMEDAD

Compasión por uno mismo Depresión

Resentimiento Ansiedad

Cólera Sentimientos de culpa

Rebeldía

Intolerancia Remordimientos

Falso orgullo

Egoísmo Enfermedades sicosomáticas

Avaricia
=
Culpar a otros Insomnio

Indiferencia

Insatisfacción Irritabilidad

Impaciencia Tensión

Miedo Tendencias homicidas o suicidas

Odio hacia uno mismo Abuso de los que nos quieren

Envidia Soledad

Desdeño Retraímiento

Cualquiera de ESTOS DEFECTOS DE CARÁCTER es igual a cualquiera o todos los síntomas de la enfermedad.

Cualquiera o todas estas CUALIDADES DEL CARÁCTER igual a cualquiera o todas estas recompensas de SALUD.

Las formas de carácter alineadas paralelamente en columna uno y tres son esencialmente opuestas. Por ejemplo, compasión por uno mismo tiene
como antagónico olvidarse de uno mismo. Olvidarse de uno mismo es la cura para la Compasión para uno mismo.

Los síntomas en la columna 2 y las recompensas en la columna 4 son únicamente listados y no están alineados uno con otro, o con las otras
columnas. Al tener uno o todos los defectos de carácter de la columna uno es igual a uno de todos los síntomas de la enfermedad enumerados en la columna dos;
lo mismo se aplica en la columna tres y cuatro. Nosotros escogemos las CUALIDADES y la SALUD.
Capítulo 20

UN DIOS, UNA PERSONA,


UNA ENFERMEDAD, UNA SALUD
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Junio de 1968)

El misterio que rodea muchas cosas desaparece cuando nos damos cuenta de la singularidad, de la unidad del fenómeno implicado. Es nuestra propia
confusión, que es el resultado de nuestra ignorancia, lo que nos hace tropezar y fracasar para ver la relación, los elementos comunes, la singularidad de muchas
cosas que superficialmente parece que no tienen relación. Nosotros proponemos demostrarles, como nosotros lo vemos, que muchos fenómenos considerados
diferentes por un gran número de personas, y que virtualmente no tienen relación, en realidad pueden ser agrupados como: Un Dios, Una persona, Una
enfermedad, Una Salud.

Con seguridad existe UN DIOS, sin importar como es definido. Si como DIOS tomamos las leyes naturales, las leyes morales, cualquier cosa o nada. ÉL
es una entidad. Con toda seguridad las leyes naturales son Una Cosa. No pueden ser divididas como cualitativamente diferentes. La gravedad, el movimiento de los
átomos, la evolución, etc., son ejemplos de las leyes naturales y comparte la singularidad de éstas. Nosotros pensamos en Dios como un Poder Superior al
individuo. Hay muchas cosas que son más grandes que el individuo -huracanes, tornados, terremotos, gravedad, etc.- Así, estas fuerzas son realmente parte de la
naturaleza, de Dios, y son, por lo tanto, Uno, representando un fenómeno más grande que el individuo.

Lo mismo es cierto con las leyes espirituales o morales. Hay cosas que son buenas para las personas: La honestidad, el amor, la preocupación por
otros, y otras relaciones cariñosas y humanas.

Estas cualidades del carácter son recompensas para el individuo que las posee. Como decimos en el lenguaje común “la virtud es una cualidad”. Estas
emociones humanas positivas pueden ser tomadas como Dios y estas emociones son Una. Son más grandes que el individuo y son representativas de una clase de
cosas -las cosas “buenas” de la vida, o Dios, cuando Dios es tomado como un Poder más grande que el individuo y lo bueno de la vida- estas cualidades de la
personalidad, de las leyes naturales, etc., son por lo tanto Dios y representan una clase de fenómeno y estos fenómenos y Dios son Uno.

Ciertamente, la ciencia ha dicho que las personas son Una, y con mucha seguridad la religión lo ha declarado. La ciencia establece que todos los
hombres de la actualidad pertenecen a la especie homo sapiens, todos somos miembros de la raza humana, por lo tanto, las personas con piel roja, amarilla, café,
negra, o blanca no son diferentes, aún son homo sapiens y por lo tanto, miembros de Una clase y son Uno. Así, no puede decirse que un oriental sea diferente a un
occidental ya que ambos son miembros de la especie homo sapiens y por lo tanto son Uno y no pueden ser diferentes, ya que las limitaciones impuestas por las
variaciones están muy bien fijadas. En otras palabras, un individuo no puede variar tanto de otro ser humano que lo convierta en un ser diferente.

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Nosotros declaramos que la enfermedad mental y emocional es una misma. Este hecho está basado en que nosotros hemos padecido todos los grados
de la enfermedad y por haber trabajado con miles de otras personas que también la han padecido y han encontrado una salida. Mi enfermedad era absolutamente
idéntica a la enfermedad de mi amigo aunque él había sido sometido a tratamiento de shock eléctricos, tuvo alucinaciones, ilusiones, sufrió depresiones, etc. La
enfermedad mental y emocional sólo se puede manifestar ella misma en un número limitado de formas. En otras palabras, usted sólo puede estar “tan enfermo
como otro”, y no puede ser el único. El límite de la enfermedad emocional y mental es alcanzado con alucinaciones, ilusiones, depresión, hostilidad y agresividad,
destructividad, tendencias homicidas y suicidas, estados catatónicos y tendencias negativas y similares. No existe “ningún otro síntoma” y al poseer estos
síntomas, usted es solo uno de muchos, de muchos que también la han padecido.

Habiendo estado desde poco a gravemente enfermos, podemos decirles que la enfermedad es una. Esta es meramente progresiva. La enfermedad en
su grado más grave es únicamente más intensa que cuando nuestra enfermedad no era de gravedad. No es “diferente”. La depresión es depresión y es depresión
como sea, y cuando sea padecida, ya sea suave o fuerte. Parece ser que una persona sólo puede soportar hasta un límite cada vez. Cuando sentimos la depresión
por primera vez, cuando la persona es joven, es proporcionalmente tan dolorosa como la fuerte depresión que viene años más tarde. En verdad, se desarrolla una
tolerancia a ella. La primera depresión (llamada suave) es todo lo que el individuo puede soportar en esa fecha, pero más adelante, él ha llegado a tolerarla y puede
soportar depresiones mucho, mucho más intensas.

Pero en cada grado del dolor, es todo lo que puede ser tolerado en ese momento. Es bastante similar al alcohol o las drogas con respecto a su
tolerancia.

También, desde muy jóvenes comenzamos a culpar a otras personas por nuestros problemas. Esto era “poco” al principio y bastante “gracioso”, pero
a medida que pasan los años, este culpar a otros llegó a convertirse en una paranoia muy bien desarrollada hasta que llegamos a creer firmemente que “todo
mundo nos perseguía”. Pero en ambos grados, la suave y la fuerte paranoia, nosotros simplemente estábamos “culpando a otros por nuestros problemas”.

No es verdad que una persona es “un poco neurótica” y que otra es “un psicópata grave” debido a los grados de una enfermedad idéntica. La persona
“poco neurótica” ESTÁ TAN ENFERMA como el “psicópata grave” y si la enfermedad no es tratada, la persona progresará dentro de las categorías más graves.
Pero no existe ningún misterio acerca de cómo sucedió o cómo se presentó. El ejemplo de culpar a otros desde el grado no grave hasta la intensa paranoia
psicópata es fácilmente comprendido y explicado.

Cientos de nosotros sabemos por experiencia que desde muy temprano empezamos a culpar a otros: nuestros padres, compañeros de escuela,
profesores, y terminamos pensando que nuestros jefes, amigos y asociados “querían destruirnos”. Lo sabemos -lo hemos padecido y se lo estamos diciendo a
usted-. También, sabemos como nos recuperamos cuando encaramos esta situación y seguimos el camino de recuperación. Nunca hemos visto una persona
emocional y mentalmente enferma a quien no entendiéramos y que no supiéramos que es lo que estaba malo en él. “Toma uno conocer a uno”. Cuando vemos a
nuestros hermanos y hermanas que padecen de la enfermedad emocional y mental, lo sabemos y lo entendemos y sabemos como ayudar ya que nosotros hemos
padecido la enfermedad -la enfermedad única- y hemos encontrado un camino que puede reproducirse y puede ser dado a ellos.

Yo creo que todos estarán de acuerdo que hay una salud. Esto significa que “todos los sistemas están funcionando normalmente” y que el individuo es
libre para usar sus habilidades en grado máximo. Nada impide la capacidad del individuo para llenar su potencial. No existen impedimentos físicos, mentales o
espirituales que se interpongan en su camino. No hay grados de salud, solo hay grados de enfermedad. Por ejemplo, si una persona se considera a ella misma
saludable pero digamos “demasiado gorda”, el estar demasiado gorda tiene que ver con grados de la enfermedad no con grados de salud. La gordura es un
obstáculo, por lo tanto, “mala” para él y no puede ser considerada parte de la salud. Él está muy “gordo”. Si una persona no está en “buenas condiciones”
físicamente, digamos está débil y perezoso, él está enfermo hasta ese grado. La salud es Una, y se es saludable o no se es.

Nos hemos dado cuenta que nuestra opinión de “Un Dios, Una Persona, Una Enfermedad, Una Salud” explica todos los hechos, nos hace felices,
funciona y nos da una vida completa y feliz. ¿Quién puede pedir más?.

La ciencia dice que una teoría debe explicar todos los hechos. Nuestra explicación dice todos los hechos y la hace completamente significativa, sacada
de un caos de hechos que parecía que no tenía relación. Hemos explicado un método que FUNCIONA y explica todos los hechos. Es por lo tanto, válido y puede ser
examinado y comprobado y es científico.

Nos recuperamos y continuamos bien con esta explicación, y muchas otras personas continúan bien. Lo invitamos a que usted se nos una.
Capítulo 21

ENTRE MÁS CERCA ESTAMOS DE LAS PERSONAS,


MÁS CERCA ESTAMOS DE DIOS
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Abril de 1969)

Recientemente oímos decir en una reunión: “Entre más cerca estoy de las personas, más cercas estoy de Dios”. Este hecho es absolutamente cierto y
se aplica a todas las personas; es realmente, una verdad universal. Lo aceptamos y sentimos que debería ser aumentado y presentado al Grupo.

POR EXPERIENCIA sabemos que este hecho es cierto. Cuando estuvimos mental y emocionalmente enfermos, éramos incapaces de sentirnos cerca de
las personas, o de amarlos, o de gozar con su compañía. Estábamos, por lo tanto, lejos de Dios, debido a nuestras acciones, y nos sentíamos enfermos y
miserables. Cuando aprendimos a sentirnos cerca de las personas, a amarlos y a gozar de su compañía, nos acercamos a Dios y nuestros problemas emocionales
y mentales ¡DESAPARECIERON!. Aprendimos a amar a las personas, a acercarnos a ellas y, por lo tanto, a acercarnos a Dios a través de los Doce Pasos del
Programa. Cualquiera que se preocupe de hacer lo mismo también puede recuperarse y encontrar una vida completa y feliz.

La ciencia ha declarado que el hombre es un animal social, que necesita y DEBE TENER relaciones cariñosas y confortantes con su prójimo. Si algo
está mal en las relaciones de un individuo con las otras personas, esa persona está mental y emocionalmente enferma. Realmente, la psiquiatría a menudo ha sido
definida como el estudio y tratamiento de las relaciones entre personas. Aunque en otras palabras, la religión ha declarado lo mismo por siglos. Ejemplos que han
sido tomados de la religión son: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, “Haz por otros lo que ellos harían por ti”, “Amar”, “Servir”, “Trabajemos unidos”, etc.
Neuróticos Anónimos dice lo mismo y ofrece un medio de adquirir el amor, el acercamiento, la armonía con nuestro prójimo, con Dios, y con el mundo. Demos
gracias a Dios.

No hemos encontrado ningún otro camino para recuperarse y permanecer bien, y creemos que no existe ningún otro medio. La mayoría de nosotros
han tratado todos los sistemas conocidos por el hombre para obtener ayuda para nuestra enfermedad. Solo cuando él vino a este Programa y aprendió a amar a
nuestro prójimo, encontró a Dios, como él lo concibe. Después, este amor creció hasta que abarcó a todas las personas y al mundo entero. Nos recuperamos. Esto
es lo que es estar bien.

Dios es amor y existe en las personas. Esto lo hemos descubierto después de muchas dificultades. Para nosotros, no es teoría o fe muerta, ES LA
VERDAD ABSOLUTA, CUANDO APRENDIMOS A AMAR Y A SENTIRNOS CERCA DE LAS PERSONAS ENCONTRAMOS A DIOS COMO LO CONCEBIMOS Y
LLEGAMOS A SENTIRNOS CERCA DE ÉL A TRAVES DE LAS PERSONAS. Esto nos hizo sentir bien, cuando todo lo demás había fracasado. Para nosotros, esta es
la prueba de lo que es verdadero.

Cuando estuvimos enfermos y nos sentíamos aislados, y con miedo a las personas, nos sentíamos miserables y nuestras vidas no tenían propósito y
nada tenía sentido. Cuando aprendimos a amar y a sentirnos cerca de las personas, nuestras vidas tuvieron propósito y significado y nos llenamos de energía y de
felicidad. Nosotros somos pruebas vivientes de que este es el modo de recuperarse y sentirse bien.

Ahora que nosotros nos sentimos bien, cerca de las personas y de Dios, encontramos que podemos hacer crecer y aumentar este acercamiento y su
consecuente alegría y felicidad. Esto es, verdaderamente, crecimiento espiritual. Verdaderamente nos estamos sintiendo “más que mejor” a medida que este
sentimiento aumenta.

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Invitamos a todas las personas a hacerse este simple examen. Es un examen y experimento legítimo como cualquier experimento en química y física.
Es empírico -puede ser sometido a prueba- Y SIEMPRE FUNCIONA. Nunca falla. El examen es este: Siga el Programa de sentirse bien y cerca de las personas y
cerca de Dios, y descubrirá que usted se siente bien.

Tome nuestro consejo, personas que por años estuvimos aisladas, y por lo tanto, enfermas, pero que ahora se han acercado a las personas y a Dios.
“ENTRE MÁS CERCA ESTAMOS DE LAS PERSONAS, MÁS CERCA ESTAMOS DE DIOS”.

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Capítulo 22

RESUMEN DE RECUPERACIÓN EN N.A.


AHORA QUIERO A LAS PERSONAS
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Abril de 1968)

Gracias a Dios que nos sucedió a nosotros, y una y otra vez oímos decir a muchas, muchas personas: “Ahora yo quiero a las personas”. Esta es la
marca de recuperación en Neuróticos Anónimos. Cuando una persona dice esto, sabemos que él está bien. Así es de simple -“ahora yo quiero a las personas”. Con
esta frase, él se ha adherido al Programa de N.A., y ha encontrado una nueva vida. Él va en ascenso hacia un futuro más brillante que nunca.

Cuando esta frase es hecha por una nueva persona en N.A., está lista para hablar y dirigir las reuniones de N.A., y hacer el trabajo de los Doce Pasos.
Con agrado oímos su historia de recuperación. Nos alegramos y estamos profundamente agradecidos, otra vida ha sido salvada, otra persona enferma se ha
recuperado. Tenemos testigos de un milagro más. Otra vida que ha sido sacada de la enfermedad emocional a la salud y a una vida completa y feliz.

Con esta frase “ahora yo quiero a las personas” existe una nueva mirada en la cara de la persona. A menudo él no se ha percatado de ello. Con
frecuencia se encuentra completamente sorprendido. Usualmente él dice calladamente “yo quiero a las personas por primera vez en mi vida”. En este momento él
comienza a hablar y a demostrar su nueva actitud hacia la vida. Nosotros escuchamos. Su vida ha florecido. Se han ido la depresión, ansiedad, insomnio, miedo y
otras emociones tortuosas que él y nosotros sufrimos por muchos años. Y ellas permanecerán lejos mientras él y nosotros sigamos nuestra vida de amar a las
personas.

Dos sicólogos amigos nuestros han declarado que “preocupación y amor por las personas y un deseo de ayudarlos es salud mental”; en N.A.,
aprendimos esta preocupación, amor y servicio para nuestro prójimo y esto es salud mental, y nos recuperamos. N.A., es un medio para encontrar esta salud y es
expresada en el Doceavo Paso: “Habiendo tenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos...”.

Aprender a amar a las personas es LA CURA para la enfermedad emocional y mental. Todos los problemas desaparecen o pueden ser inteligentemente
manejados cuando la persona ama a su prójimo. El retraimiento desaparece completamente lo mismo que la soledad debido a que la persona ahora ama a los que
le rodean y goza estando con ellos. Él busca y nunca está solitario, aún cuando está solo, ya que tiene siempre con él, ese magnífico sentimiento de amor, no sólo
cuando está rodeado de personas.

Este amor para toda la raza humana da propósito y un profundo significado a la vida. Todas las situaciones merecen la pena. El aburrimiento y falta de
interés han desaparecido. Existe un significado en cortar la grama, apalear la tierra, lavar los trastos, quitar el polvo de los muebles, y otros trabajos que, como
personas enfermas, considerábamos molestos.

Invitamos a todas las personas que siente que sus vidas podrían ser mejoradas a aprender a “amar a las personas”. NUNCA HEMOS VISTO A UNA
PERSONA FRACASAR N SU RECUPERACIÓN CUANDO HA APRENDIDO A AMAR A OTROS.
Capítulo 23

LAS PERSONAS NECESITAN DE LAS PERSONAS


Y PODEMOS ENCONTRARLAS A TRAVES DE N.A.
-EL MILAGRO DE LA RECUPERACIÓN POR MEDIO
DE NEURÓTICOS ANÓNIMOS-
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Enero de 1967)

Muchos campos de estudio han proclamado que el hombre es una criatura social, que necesita de su prójimo de muchas formas y para muchas cosas:
por sociabilidad, entendimiento, amor, compañía, cooperación, para darle valor, y por supuesto, él depende de su prójimo para satisfacer sus necesidades
materiales (es decir, comida, casa, trabajo, etc.).

La persona feliz es la que tiene una relación cariñosa, amistosa con los que le rodean. La persona infeliz es la que no se siente bien cerca de otras, la
que le falta el cariño y simpatía, y de esta manera se siente solitario y aislado. La persona amorosa vive una vida completa. Su vida está llena de significado y
propósito. Pero la persona que no quiere, es decir, la persona emocionalmente enferma, por faltarle un sentimiento de acercamiento con su prójimo lleva una vida
aburrida, miserable, infeliz, en la cual él no ve ningún propósito en su vida, ningún significado, y su sufrimiento y retraimiento aumenta.

De esta manera, podemos ver que LAS PERSONAS NECESITAN DE LAS PERSONAS. La persona emocionalmente enferma ha fracasado en aprender a
amar a las personas y en beneficiarse por medio de las relaciones humanas cariñosas. A menudo, la psiquiatría es definida como “el estudio de las relaciones entre
las personas”. La religión también enfatiza el acercamiento y amor a las personas, como por ejemplo: “Ama a tu prójimo”. No hay ninguna otra salida, nosotros
DEBEMOS amar a nuestros semejantes si queremos estar felices. La persona retraída, no importa cual sea su fortuna o la situación en la vida, sufrirá por la falta de
acercamiento con los otros seres humanos. ¡AMAR A NUESTROS SEMEJANTES ES EVIDENTEMENTE (POR EXPERIENCIA) UNA LEY ABSOLUTA DE LA VIDA!.
Cualquier desviación de esta LEY inevitablemente traerá desastre, en la forma de un sufrimiento emocional terrible, o aún peor, como por ejemplo, muerte por
suicidio.

Ahora, para la persona que no puede amar, el cuadro no es completamente negro. Él puede cambiar y APRENDER A AMAR SI ÉL ASÍ LO DESEA. Existe
un camino para aprender a amar y recuperarse y estar feliz. Muchos han cambiado, han aprendido a amar y han encontrado una vida completa, nueva, a través de
Neuróticos Anónimos, y cualquiera que desee esta nueva vida puede hacer lo mismo.

Para aprender a amar a las personas, el individuo debe primeramente experimentar el amor. Este amor no puede ser creado por un acto, deseo, o por
nuestra inteligencia. Si usted no lo cree, sólo trate de amar a alguien a quien usted odia o por quien siente un gran resentimiento y hostilidad. Usted no puede
hacerlo.

Por lo tanto, ¿cómo puede una persona experimentar primeramente el amor?. Neuróticos Anónimos ofrece la respuesta a esta pregunta además de que
ofrece la primera experiencia de amor para aquellos que la quieren. En efecto, esta primera experiencia de amor -este despertar o renacimiento de amor- es una
cosa muy importante que N.A. ofrece y una cosa que el recién llegado probablemente experimenta por primera vez.

Funciona de esta manera: El recién llegado, estando usualmente muy enfermo, ha estado con miedo a las personas por un largo tiempo aunque él lo
haya racionalizado diciendo que él odia a las personas y que ellas “no son buenas”. Pero cuando él entra a una sesión de Neuróticos Anónimos ve muchas
personas que están riendo y sonriendo, que le dan la bienvenida y están sinceramente interesadas en él y en tratar de ayudarlo, que francamente le dicen acerca de
sus experiencias como personas enfermas sin ninguna vergüenza, y quienes hacen cualquier esfuerzo para hacerlo sentir como en su casa. Y, mucho más,
importante, estas personas de N.A., LE ESTÁN DANDO AMOR Y AYUDA sin ninguna intención de beneficio personal. Generalmente, el recién llegado responde
rápidamente a este amor y ayuda que le rodea, siendo para él mismo, el nacimiento (o renacimiento) de una emoción positiva: Amor. Muchos dicen: “Existe ALGO
aquí. Yo no sé lo que es, pero es ALGO, me siento mejor que lo que he estado en años”. Nosotros llamamos este ALGO, Dios, como cada quien lo concibe, Él está
presente en las sesiones de N.A.

Usted ve, es virtualmente imposible para una persona no darse cuenta de que los miembros de N.A., están tratando de ayudarle; es virtualmente
imposible estar enojados con ellos, alimentar recelo o mala voluntad. Cómo puede odiar a una persona que dice: “Yo entiendo como se siente, yo me he sentido de
esa manera también. Yo he estado depresivo y he tratado el suicidio. Yo he visto psiquiatras y he tomado droga. Yo estaba sin esperanza ni ayuda, pero encontré la
ayuda y un camino para salir del sufrimiento emocional. Usted puede encontrar un camino también y recuperarse como yo lo hice. ¿Me permite mostrarle cómo
nosotros lo logramos?. Y la compañía y amor humano presente es más que fuerte.

De esta manera, Neuróticos Anónimos ofrece algo único: El amor, compañía, guía de personas que han estado enfermas y se han recuperado. Esto,
más Dios como usted lo conciba, los Doce Pasos y reuniones, ofrecen una combinación imbatible al recién llegado enfermo que quiere recuperarse. N.A. también

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ofrece una prueba de por medio de los individuos recuperados, que una persona puede recuperarse de la enfermedad emocional en Neuróticos Anónimos. ¿En qué
otra parte es ofrecida a las personas una prueba de que el sistema funciona?.

Aprendimos a amar a nuestro prójimo en Neuróticos Anónimos, y este amor nos hace sentir bien. Por medio de este amor, nuestro retraimiento
neurótico es aplastado y estamos llenos de felicidad, nuestras vidas tienen propósitos y significado. Pregunte a un N.A., cuál es el significado y propósito de la
vida. Él le responderá: “AMA Y SIRVE A OTROS”, verdaderamente, EL AMOR Y EL SERVICIO A OTROS ES LA LEY PARA UNA VIDA COMPLETA Y FELIZ Y MUY
CIERTAMENTE ES LA CURA PARA LA ENFERMEDAD EMOCIONAL.

Esto es el MILAGRO DE RECUPERACIÓN EN NEURÓTICOS ANÓNIMOS. Es esencialmente un método para aprender a amar y servir a otros. Y nosotros
aprendemos esta lección a través de otros.

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Capítulo 24

SENTIR AMOR, CARIÑO Y ACERCAMIENTO


POR LAS PERSONAS ES SALUD MENTAL
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Septiembre de 1967)

La declaración “Sentir amor, cariño y acercamiento por las personas es salud mental” hecha por el Dr. Denis O’Donovan en la entrevista de televisión
acerca de Neuróticos Anónimos “Controversia”, es la misma cosa que nosotros hemos estado diciendo en EL FOLLETO durante mucho tiempo. Siempre hemos
sostenido que amar a otros, pensar en otros y servir a otros es salud mental. (Ver: Respuesta para la enfermedad emocional: EL AMOR).

Lo que estaba equivocado en nosotros como personas -y estaba equivocado con todas las personas enfermas- es nuestra incapacidad de amar a otros,
a nosotros mismos, a Dios, la naturaleza, la vida, el mundo. Esta era la causa absoluta de nuestra enfermedad, no era otra cosa. Puede que hayamos pensado, y en
verdad lo hicimos, que ciertos problemas causaban nuestra enfermedad. Pero el egoísmo y la incapacidad de amar ha causado los problemas que nosotros
creíamos la originaba.

Pero la verdad absoluta es que aprender a amar nos cura. Aprender a amar, y nada más, nos cura. Cuando aprendemos a amar, la enfermedad
emocional y mental desaparece y vemos nuestros problemas como en realidad son.

Es esta incapacidad de amar lo que nos aísla, nos hace sentir solitarios y miserables, nos hace incapaces de llevarnos bien con las personas
incluyendo nuestras familias, y causa todas las otras dificultades. Aquellos que no pueden amar no pueden encontrar paz en ninguna parte.

Se ha dicho “El amor hace girar al mundo”, “el amor lo conquista todo”, y tales expresiones nos dicen que amar a otros es salud mental.

Nos sentimos felices que esta verdad haya sido declarada por un profesional en el campo de la salud mental, que “Sentir amor, cariño y acercamiento
por las personas es salud mental”. Nosotros estamos completamente de acuerdo. Permítannos resumir estas frases dentro de una breve expresión:

AMAR A OTROS ES SALUD MENTAL


Capítulo 25

PUNTO DE DESTINO: LA SALUD MENTAL


(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Mayo de 1968)

Si usted desea salud mental, felicidad, una vida completa y satisfactoria, verdaderamente usted puede lograrla. No existe ninguna razón por la cual no
pueda hacerlo. Existe un camino para lograr la salud mental, emocional, espiritual y física; nosotros lo sabemos -¡LO HEMOS ENCONTRADO!-, y deseamos darlo a
usted.

Sólo es necesario que tenga el deseo de recuperarse, darse por completo a un simple programa de recuperación y seguir este programa diariamente
para aumentar y mantener la salud mental. El método para sentirse bien, el programa de recuperación, es el PROGRAMA DE NEURÓTICOS ANÓNIMOS. Y funciona,
tal como ha sido comprobado por muchos cientos de personas.

Haga de la recuperación su objetivo. Ponga la salud mental como su punto de destino. No deje que nada se interponga en su camino. Si usted trabaja
por recuperarse y sentirse bien tan solo una fracción de lo que usted trabajó por obtener la enfermedad emocional y mental, podemos asegurarle que usted también
se recuperará.

Debe poner su recuperación primero. Su punto de destino debe ser la salud mental. Ya que, piense por un momento, sin salud mental usted no puede
tener las cosas que quiere. Sin salud mental usted no puede tener un trabajo estable, no puede llevarse bien con su familia y sus amigos, no puede pagar por un
carro, no puede disfrutar de la vida y de las personas. Sin salud mental no existe felicidad en ninguna parte o en ninguna cosa; la salud mental deberá ser lo
primero, es la fundación sobre la cual se construye una vida que merece la pena.

Cada esfuerzo suyo deberá ser dirigido a recuperarse y continuar bien. Es el único camino para vivir una vida útil y de triunfos. La enfermedad trae
consigo la enfermedad; la salud trae consigo la salud. Estos son hechos y usted no puede cambiarlos. El hecho es: Manténgase enfermo y lo perderá todo,
manténgase bien y ganará y logrará todo lo que necesita. El único punto de destino que vale la pena es la salud en todos sus aspectos: mental, emocional,
espiritual y física. Y usted puede tener todo esto en Neuróticos Anónimos. ¿Por qué aceptar menos?.

Sabemos que algunos estarán diciendo en este momento: “Pero, hay enfermedades físicas que no pueden ser curadas hoy en día”. Estro es verdad,
pero podemos decirle que si usted tiene la salud acerca de la cual estamos hablando, podrá sobreponerse a la limitaciones impuestas por una enfermedad física,
por la cual nada puede ser hecho actualmente. Muy paradójicamente, cuando usted se siente bien y feliz interiormente, puede aceptar las cosas que no puede
cambiar. Y cuando usted se siente bien y feliz, ¿qué más puede desear?.

Conocimos a personas que murieron de enfermedades tales como el cáncer, con una sonrisa en sus caras. Ellos estaban bien y felices realmente,
estaban alegres y llenos de vida y alegría de vivir hasta el mismo final. ¡QUÉ VIDA MÁS COMPLETA Y FELIZ TUVIERON!. Fueron seres humanos felices y se sentían
bien.

Cuando usted logra la salud de la que estamos hablando, su cuerpo funciona apropiadamente tal para lo que fue diseñado, y sólo un recurso exterior
-heridas o enfermedades orgánicas causadas por los virus- pueden atacar el cuerpo físico. Habrán desaparecido los dolores sicosomáticos y enfermedades que
fueron las causa de más de la mitad de quejas y visitas a los doctores. Dese usted mismo una oportunidad, recupérese mental, emocional y espiritualmente y
descubrirá que en casi todos los casos también se sentirá bien físicamente. En el caso de que exista una enfermedad orgánica, ésta mejorará ya que al desaparecer
los agravios emocionales puede ser que esta enfermedad orgánica desaparezca del todo. Las enfermedades que por mucho tiempo se han creído que eran
orgánicas, han desaparecido de los miembros de N.A.: Alergias, artritis, asma, úlcera. Recientemente leímos en un periódico que un grupo de investigadores
médicos han establecido que existe una relación entre la enfermedad emocional, el cáncer y la tuberculosis. Bien pudiera ser que estas enfermedades resulten ser
sicosomáticas. Si se prueba que son sicosomáticas, sabemos que Neuróticos Anónimos las curará ya que N.A. ha dado resultado en cualquier cosa que se le haya
presentado hasta la fecha.

Si estas enfermedades, tales como cáncer y tuberculosis no son realmente sicosomáticas pero se permite que sucedan debido a la enfermedad
emocional, aún así N.A., funcionará en ellas. Recupérese emocionalmente y sucederán milagros, la enfermedad puede muy bien desaparecer. Sabemos que los
gérmenes del catarro están siempre presentes en nuestros cuerpos, pero no siempre tenemos catarro. Es cuando la resistencia del cuerpo es baja que los
gérmenes pueden hacer destrozos. Por lo tanto, cuando el cuerpo está emocionalmente bajo, podemos tener catarro. Tenemos indicaciones de que esto es cierto.
Tenemos miembros que dicen que ellos no han padecido de catarro desde que han estado en Neuróticos Anónimos. El método de operación de los gérmenes del
catarro puede ser muy bien ser el mismo método de otros gérmenes y virus. El bacilo de la tuberculosis puede que siempre esté presente, pero sólo puede
desarrollarse cuando el individuo está emocionalmente enfermo.

La mente controla el cuerpo, y ésta sostiene la razón, por la cual, una mente sana gobernará un cuerpo sano y una mente enferma gobernará un cuerpo
enfermo. Es muy posible y muy bien pudiera ser, que todas las enfermedades humanas son mental y emocionalmente causadas. No se puede negar que la salud
produce la salud y la enfermedad produce la enfermedad.

Todos los llamados milagros de la historia, en los cuales los individuos fueron curados, estuvieron basados en la fe y en un cambio de la personalidad
del que sufría. Los milagros de Lourdes y aquellos atribuidos a los ministros de Cristo Jesús estuvieron basados en el cambio de la personalidad y la recuperación
del que sufría, cambio que tuvo efecto cuando aprendió a amar.

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Le pedimos que lo haga a nuestra manera, si usted desea hacerlo, y verá que lo que decimos es verdadero, usted puede sentirse bien y feliz. Lo
invitamos a comprobarlo y ver los maravillosos resultados positivos y descubrirá que puede ser científicamente comprobado.

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Capítulo 26

LA RECUPERACIÓN EN NEURÓTICOS ANÓNIMOS ES VERDADERA, DESPUÉS DE CONOCER INTERNAMENTE NUESTRA CONDICIÓN


(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Abril de 1967)

Los psiquiatras, doctores, psicólogos y ministros religiosos están de acuerdo con nuestra experiencia de que LA RECUPERACIÓN EN NEURÓTICOS
ANÓNIMOS ES VERDADERA DESPUÉS DE CONOCER INTERNAMENTE NUESTRA CONDICIÓN. Muchos de estos profesionales nos han dicho que esto es una
verdad. Cuando internamente queremos decir: llegar a conocerse a sí mismo, nuestros defectos de carácter, y nuestra parte activa en la enfermedad. Cuando se
logra realizar este honesto conocimiento de uno mismo, la persona ha comenzado a recuperarse. Al contrario, no es posible la recuperación sin este conocimiento
verdadero de nuestra condición.

Y este conocimiento de uno mismo puede ser logrado a través de la práctica del programa de N.A. Muchas personas han comprobado que esto es
cierto. En verdad, este conocerse uno mismo honestamente es una parte indispensable del programa de N.A. Esta es la razón por la que enfatizamos el Cuarto Paso
del programa. El Paso del Inventario.

Cualquier persona que evite conocerse honestamente a ella misma, está destinada al fracaso, él no se recuperará hasta que se encare a sí mismo
honestamente. Puede que una persona logre algún alivio temporal con la práctica de algunos de los pasos, pero no se recuperará hasta que los practique TODOS,
incluyendo el inventario honesto, en la mejor forma de que sea capaz.

Cuando este análisis honesto es logrado, el individuo es otra persona, ya que él ha visto algo que él no sabía antes y puede hacer algo para corregir
sus defectos de carácter.

Las personas que consideramos que verdaderamente están bien, todas han tenido este honesto análisis de su condición. Con este análisis y la práctica
de los otros Once Pasos, ellas son personas diferentes y realmente están bien. No sólo nosotros consideramos que se han recuperado, sino muchos profesionales
en el campo de la salud mental que también los consideran como individuos que han sido curados.

Nosotros hemos dicho esto por mucho tiempo y es verdaderamente grande saber que muchos profesionales confirman que LA RECUPERACIÓN EN
NEURÓTICOS ANÓNIMOS ES VERDADERA DESPUÉS DE CONOCER INTERNAMENTE NUESTRA CONDICIÓN. ¿Quién puede pedir más?.
Capítulo 27

SI USTED QUIERE ESTAR ENFERMO, ÉSE ES SU PROBLEMA;


SI USTED QUIERE RECUPERARSE, ÉSE ES NUESTRO PROBLEMA.
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental” de Agosto de 1969)

Cualquiera puede recuperarse de la enfermedad emocional y mental si verdaderamente quiere hacerlo y seguir sinceramente un programa que lo lleve a
la salud mental y emocional y a una vida satisfactoria y completa. Neuróticos Anónimos es ese Programa. N.A. es el verdadero camino para recuperarse y sentirse
bien. Nosotros lo sabemos; nos recuperamos y continuamos bien en N.A. y vemos nuevas personas que se nos unen todo el tiempo.

Pero la persona enferma debe estar LISTA para recuperarse y continuar bien. Esto significa que él tiene que haber sufrido lo suficiente para estar
“enfermo y cansado de estar enfermo y cansado”. El debe querer sentirse bien, más que nada en el mundo y estar dispuesto a escuchar, aprender y practicar el
método de recuperación. Si tiene reservas y quiere retener algunos de sus penosos hábitos, continuará enfermo y miserable. El debe querer un cambio de
personalidad, un nuevo modo de vida que traerá saludables recompensas.

Si la persona enferma quiere reservarse el “derecho de estar enojada, resentida, llena de autocompasión, a culpar a otros por sus propias dificultades”,
y luego él quiere continuar enfermo, ese es su problema. Lo que él hace con su vida es cosa suya. Puede seguir su enfermedad hasta la tumba, si así lo desea. Él
dañará a muchas personas a lo largo de ese camino, pero ese es también es su problema, y las personas que son dañadas deberán pensarlo mejor antes de
permitir que nadie los dañe.

Mientras la persona enferma quiera apegarse a su enfermedad (le sirve a él muy eficientemente en lo que a él se refiere) hará eso y no habrá fuerza
humana que pueda ayudarlo. Cuando quiera recuperarse, puede encontrar la ayuda que necesita y a muchas personas que le están esperando, listas para ayudarle.
Por lo cual nosotros decimos: Si usted quiere estar enfermo, ese es su problema. Es su vida; vívala como usted lo desea.

Ahora bien, si una persona quiere recuperarse y continuar bien, ahí sí estamos interesados; existe un camino para la salud. Y decimos: Si usted quiere
recuperarse, ese es nuestro problema. La persona puede venir a N.A. y encontrar la eliminación de la enfermedad y la salud que está buscando. Pero él deberá estar
buscando esto y nada más.

La persona que se queja, que se lamenta e intenta relatar sus dificultades está consintiendo la enfermedad y prefiere continuar enfermo. Ese es su
problema. En N.A., no le permitimos a ninguna persona practicar su enfermedad con nosotros. No le permitiremos consentir la autocompasión, culpar a otros,
criticar a otros, injuriar la vida y el mundo, y buscar la compasión y la atención para él mismo. Si quiere consentir su enfermedad puede hacerlo a su manera en
algún otro lugar, N.A. es constructiva y nosotros buscamos ayudar a las personas enfermas a recuperarse y resolver sus problemas, no a estar enfermos y a
consentirlos. En N.A. NO TRATAMOS LOS PROBLEMAS, TRATAMOS LAS SOLUCIONES.

Para la persona que está lista y verdaderamente quiere recuperarse y sentirse bien, N.A. es el lugar. Esta persona escucha y absorbe las sesiones de
N.A., estudia la literatura de N.A., y se esfuerza en practicar los Doce Pasos sugeridos del programa, y por supuesto se recupera. Él se aplica a él mismo al sistema
de N.A. totalmente, y sus recompensas son grandes y muy rápidas en notarse. Recuerde, usted saca de una cosa, lo que haya puesto en ella.

El que se lamenta, el que se queja, no hace ningún progreso. La persona que está dedicada a recuperarse y continuar bien, se dedica él mismo a
trabajar el programa que debe realizar, y pronto está saludable, feliz y libre de la angustia emocional y mental.

Nosotros con fuerza sugerimos al que se lamenta, la persona que quiere decir los detalles de sus dificultades, que si sus quejas o historias “tristes” no
le han traído nada que no sea infelicidad, es tiempo de que cambie a otro sistema. Su método ha fallado, abandónelo. Cualquier cosa sería mejor que la situación
actual. Obviamente, quejarse y decir sus historias de pena sólo hace que una persona se enferme más. Si usted está sacando protestas de ese método, ese es su
problema.

Nosotros somos personas que nos enfermamos de estar enfermas y enfermas de quejarnos y continuar nuestros cuentos de penas. Ya no queremos
quejarnos y llorar nuestras tristezas. Nosotros queremos estar bien. Queremos ser parte de las personas saludables. Hemos gastado nuestro tiempo en la
enfermedad mental y emocional y queremos salirnos de ella. Hemos llorado en los hombros de otras personas (incluyendo los de los profesionales), por un tiempo
demasiado, demasiado largo y ¡ESTAMOS CANSADOS DE ESTO!. Queremos estar bien y dejar que otros lloren en nuestros hombros por un tiempo. Se dice “es
bueno cambiar” y llegamos a sentir “no queremos estar enfermos nunca más, cualquiera que sea el precio, queremos estar bien”. Al diablo con la compasión,
atraer la atención, hacer las cosas a nuestra manera. ¡Sólo permítannos estar bien!.

Para aquellos que han alcanzado este punto al querer realmente estar bien, hay grandes noticias, un milagro esperando por usted. Puede recuperarse
en N.A. Y le decimos: Si usted quiere recuperarse, ése es nuestro problema. Y nosotros le daremos el Programa de N.A. y todo lo que él ofrece. Usted escoge: SI
USTED QUIERE ESTAR ENFERMO, ÉSE ES SU PROBLEMA; SI UD. QUIERE RECUPERARSE, ÉSE ES NUESTRO PROBLEMA: NEURÓTICOS ANÓNIMOS.

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Capítulo 28

UNA ORACIÓN PARA TODO MOMENTO,


POR GROVER
(Tomado de “Folleto de la Salud Mental” de Diciembre de 1966)

Yo agradezco a Dios, como yo lo concibo, por darme la capacidad de amar y por quitarme mi gran egoísmo. Humildemente le pido que continúe
recibiendo la fuerza e inteligencia para seguirla nueva vida que me ha sido dada, cada día, un día a la vez, y que no caiga nuevamente dentro de la horrible cosa que
fui, si ésa es Su Voluntad.

Yo sé que cuando estaba enfermo, era incapaz de amar, y estaba lleno de egoísmo. Ésta era mi enfermedad y la causa de la misma. Busqué el amor
directamente de otros, sin darlo primero. Egoístamente yo arrebataba el amor. Sólo estaba preocupado por mí, lo que yo quería y como las cosas me afectaban.
Ahora, amo a otros y pienso en ellos, yo no importo. Y en amar a otros y pensar en ellos me ha sido dado amor en abundancia, amor más allá del entendimiento
humano. Me ha sido dado amor, felicidad, una vida completa y satisfactoria, y todo debido a Dios, como yo lo concibo, que me ha enseñado a amar a otros y a
luchar por sobreponerme al egoísmo. He encontrado que el amor y una vida completa y satisfactoria es PRODUCTO de amar y sobreponerse a uno mismo; por el
contrario, que la enfermedad emocional es el producto de la falta de amor y del egoísmo. Esta realización me dada por Dios, como yo lo concibo. No lo saqué de mi
mente. El mismo regalo puede ser dado a usted, también, si se prepara para recibirlo. Todo ser humano puede estar bien, feliz, lleno de vida y alegría de vivir si él
pone de su parte. Esta es la bendición, el milagro, que funciona SIEMPRE. Estoy profundamente agradecido.
UN PSIQUIATRA HABLA ACERCA DE NEURÓTICOS ANÓNIMOS

El siguiente artículo acerca de Neuróticos Anónimos fue escrito por el Dr. Walter H. Lechler, psiquiatra del Hospital Fachrzt Für Neurologie u.
Psychiatre, 7614 Getenbach, An Amselberg 46, Alemania, y apareció primeramente en alemán en INFORMACIÓN, un boletín acerca de los grupos de Alcohólicos
Anónimos de Alemania. La traducción al inglés del texto original en Alemán, fue hecha por Ingrid, de nuestra oficina en Washington, D.C. Este artículo fue
publicado en inglés y en alemán en el Folleto de la Salud Mental de Junio de 1968.

DE LA CRONICO FAMILIA

(From de the Family Chronicle)


(Aud Der Familienchronik)
Por el Dr. Walter H. Lechler

“A través de N.A., ellos han encontrado una vida nueva y completa. Como en A.A. estas personas encontraron una fuerza, un camino a la salud, por
medio de la terapia de grupo, una fuerza que parece ser capaz de mover montañas de infinitos sufrimientos”.

La historia de “Neuróticos Anónimos” también llamada la “Historia de Grover” no es aún una de las páginas amarillas de la voluminosa Crónica
Familiar de Alcohólicos Anónimos. Quizás, muchos aún no sepan que el movimiento de Alcohólicos Anónimos ha estimulado la formación de varias asociaciones
hermanas, como por ejemplo: “Narcómanos Anónimos”, “Obesos Anónimos”, “Jugadores Anónimos”, “Ayuda Anónima”, “Esquizofrénicos Anónimos”. A esta
serie también pertenece Neuróticos Anónimos, la cual fue fundad el 2 de febrero de 1964 en los Estados Unidos, por un miembro de Alcohólicos Anónimos, Grover
B. Neuróticos Anónimos ha adoptado el programa de recuperación de A.A. y con su ayuda, los miembros han encontrado finalmente la liberación del dolor físico, el
cual había vuelto sus vidas insoportables. Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones representan, con sus respectivos cambios, la base para el funcionamiento de
Neuróticos Anónimos.

En septiembre de 1965 se publicó el primer boletín, “El Folleto de la Salud Mental”, en Washington, D.C. En todas las historias contenidas en él,
individuos enfermos describen como, a través de N.A., experimentaron el alivio a la depresión, tensión, ansiedad, nerviosidad, inseguridad, irritabilidad, de sentirse
solos y perdidos y de otras muchas dolorosas condiciones mentales.

Muchos de los que buscaban ayuda, habían puesto sus esperanzas en vano en la medicina, psiquiatría, o instituciones religiosas. Habían pasado
muchos meses de sus vidas en hospitales, habían soportado métodos intensivos de tratamiento y exámenes, y tomando miles de tranquilizantes modernos,
píldoras para dormir, y vitaminas. Su condición cambió muy poco. Muchos de ellos vieron como única salida el suicidio.

A través de N.A. han encontrado una vida nueva y completa. Como en A.A. estas personas encontraron, a través de la terapia de grupo, una fuerza, el
camino a la salud. Una fuerza que parece ser capaz de mover montañas de infinitos sufrimientos. No es una sorpresa que este movimiento, como la historia de
Alcohólicos Anónimos lo ha demostrado, experimenta un crecimiento tremendo y una distribución a través de todo el mundo. Ya se han formado grupos en
Canadá, Inglaterra, Finlandia, Dinamarca, Israel, Brasil, Uruguay e India. El 5 de agosto de 1967 tuvo lugar la primera sesión alemana, en el Hospital St. Johannes en
Hagen-Boele, después que Neuróticos Anónimos había participado en sesiones de los grupos de A.A. en Hagen. Alcohólicos Anónimos continúa ayudando con su
experiencia en la creación de nuevos grupos de N.A. Participantes de ambos grupos experimentaron en esta atmósfera un beneficio mutuo, ya que el problema
tiene similitud con las bases comunes de la neurosis. Cuando la mano de una persona que sufre se extienda, tómela y muéstrele su camino a la recuperación.
UNA ASOCIACIÓN RELIGIOSA RESPALDA
A NEURÓTICOS ANÓNIMOS*

Yo no sabía que iba a tener que representar a toda mi asociación religiosa. Pensé que podía hablar solamente en mi nombre. Pero sí, es verdad, que
nosotros estamos respaldando a Neuróticos Anónimos. Nos gustaría respaldar cualquier cosa que creamos que funcionará y logrará algunos resultados. Nosotros
tenemos una doble responsabilidad, ya que somos pastores aquí en Le Sueur, y también somos consejeros matrimoniales para la Beneficencia Católica aquí en
Mineapolis. Después de escuchar estos testimonios, creo que en lugar de tratar de aconsejar a las personas, mejor las mandaré a Neuróticos Anónimos y dejaré
que ellos se encarguen de ayudarles. No me había dado cuenta que se podía hacer esto.

Como creo que les pareceré divertido. Para nosotros, como Padres y Pastores, estos es una cosa maravillosa. Nos da otro recurso que podemos usar
al tratar de ayudar a las personas de nuestra iglesia. Tenemos que usar los recursos de otros ya que nos damos cuenta que nosotros solos no podemos hacer todo
el trabajo. Necesitamos la ayuda de otros en muchos problemas que vienen a nosotros para que les ayudemos a resolverlos por medio de nuestra guía espiritual.

Usamos organizaciones tales como A.A, la cual ha sido mencionada. Y sabemos, a través de los años, la gran ayuda que hemos recibido de A.A.,
logrando que, antes que nada, las personas vuelva a estar sobrias y luego, ya cuando han recuperado la sobriedad, que vuelvan a Dios.

Estoy seguro que, ya que N.A. es una organización más nueva, pero que funciona con el mismo patrón y tiene un programa equivalente, dará los
mismos resultados, ya que los que están teniendo problemas emocionales, ya que los que están teniendo problemas emocionales simplemente tienen demasiado
de qué preocuparse para ser capaces de relacionarse con Dios de la manera que deberían hacerlo. Y es inútil que nosotros nos sentemos a hablar con ellos acerca
de Dios y simplemente decir “Bien, rece y todos sus problemas desaparecerán” u otras cosas más parecidas a estas. Simplemente no funcionará. Sus problemas
son más profundos que eso. Ellos tienen que restaurar su balance emocional antes de que puedan llegar a tener un balance espiritual.

Así es que nosotros estamos muy felices en Le Sueur de tener un grupo de Narcóticos Anónimos. Estoy seguro de que nos ayudarán
considerablemente en nuestro trabajo, ya que seremos capaces, cuando veamos personas que tienen problemas emocionales, de enviarlas a alguien que, estamos
seguros, podrán ayudarles. Estoy seguro que a medida que pase el tiempo, muchas, muchas personas serán ayudadas a través de esta organización.

* Este capítulo ha sido tomado de la cinta grabada de la plática dada por el Reverendo Padre William McGrade, Iglesia de St. Anne, Le Sueur, Mineapolis. En la sesión abierta
de N.A. en Le Sueur del 24 de mayo de 1969. El Padre McGrade representaba a la Asociación Religiosa del área.

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Índice

Pag.

Enunciado 3

Primer Paso 4

Segundo Paso 7

Tercer Paso 12

Cuarto Paso 17

Quinto Paso 25

Sexto Paso 30

Séptimo Paso 35

Octavo Paso 40

Noveno Paso 43

Décimo Paso 46

Undécimo Paso 51

Duodécimo Paso 58

eNUNCIADO

Neuróticos Anónimos es una agrupación de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia,
fortaleza y esperanza de poder resolver sus problemas emocionales y ayudar a otros a recuperarse de la Neurosis.

El único requisito para ser miembro de Neuróticos Anónimos es tener el deseo de alcanzar la tranquilidad.
Para ser miembro de Neuróticos Anónimos no se pagan derechos ni cuotas, nos mantenemos con nuestras propias
contribuciones voluntarias.

Neuróticos Anónimos no pertenece a ninguna secta religiosa, ni política, ni organización o institución


alguna; no desea intervenir en ninguna controversia ni apoya o combate otras causas.

Nuestro fin primordial es mantener nuestra estabilidad emocional y ayudar a otros a alcanzar el estado de
tranquilidad.

PRIMER PASO

Admitimos que somos impotentes ante nuestras emociones y que ya nos es imposible manejar
nuestras propias vidas.

¿A quién le agrada admitir la derrota definitiva? Prácticamente a nadie por supuesto. Todos nuestros
instintos naturales se rebelan ante la idea de que somos impotentes para manejar solos sin ayuda de nadie, nuestra
enfermedad emocional. Es algo verdaderamente doloroso admitir que nosotros a través de nuestros disturbios
mentales, hemos torcido nuestras mentes hacia una forma destructiva de pensar, debido a nuestras emociones mal
dirigidas, y que esto es algo que solamente un acto de la Providencia puede mejorar.

Ningún fracaso es tan doloroso como éste. Cada una de las emociones mal encauzadas se han convertido
en un verdugo que nos despoja de las facultades de la voluntad para resistir a sus ataques. Cuando aceptamos el
simple hecho de que solos no podemos defendernos, nuestra derrota es completa; una derrota que puede
convertirse en victoria, si seguimos las sugerencias de nuestro programa de recuperación de N.A.

Así es que al ingresar a N.A., cambia muy pronto nuestro punto de vista respecto a esta derrota. Nos
damos cuenta de que únicamente admitiéndola, seremos capaces de dar los primeros pasos hacia nuestra
liberación y fortalecimiento. La aceptación de nuestra impotencia se convierte finalmente en firme cimiento sobre el
cual podemos edificar una vida feliz y útil.

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Es muy poco el provecho que puede obtener el neurótico que ingresa en N.A., si no se da cuenta de su
devastadora debilidad y de las consecuencias. Hasta que no lo reconozca humildemente, su recuperación si acaso
logra alguna, será muy limitada y no encontrará una felicidad verdadera. Una larga experiencia comprueba, sin
lugar a duda, que ésta es una de las verdades de N.A., el principio de que no encontraremos firmeza duradera para
vivir tranquilos hasta que no admitamos la completa derrota, es uno de los fundamentos personales sobre los que
ha crecido y florecido nuestra agrupación.

Muchos nos rebelamos cuando nos desafiaron a admitir la derrota. Nos acercamos a N.A., esperando que
se nos enseñara a tener confianza en nosotros mismos para dominar por nuestro propio esfuerzo nuestras
emociones confusas. Pero en lo que a las emociones respecta, la confianza en sí misma sin ayuda de otros que
sufren de igual manera no sirve para nada; de hecho es un verdadero riesgo.

Nuestros padrinos nos dijeron que éramos víctimas de una enfermedad mental sutilmente intensa,
producida por las emociones mal encausadas, que nos estaban llevando al fondo emocional y que ningún poder
humano podría salvarnos. Nos dijeron que con la sola voluntad, sin la ayuda de otros seres humanos, era imposible
vencer este mal. Profundizando implacablemente en nuestro dilema nos indicaron nuestra creciente susceptibilidad
hacia los disturbios emocionales como el miedo, la angustia, la soledad, la irritabilidad, y decenas de estos males.

Así la estabilidad emocional desaparece y surgen los problemas de neurosis, que convertidos en tiranos,
nos hacen sus víctimas enfermándonos cada vez más, si no llegamos a encontrar la ayuda de otros seres que como
nosotros se están recuperando de sus propios disturbios mentales. Poco son los que en estos combates, mano a
mano y solos, han logrado algún triunfo relativo. Es un hecho demostrado por la experiencia que casi nunca puede
un neurótico o una persona con otra clase de deficiencias espirituales salvarse por sus propios recursos. Y esto ha
sido cierto aparentemente, desde que el hombre empezó a sufrir estos males del espíritu.

En los primeros tiempos de N.A., pocos pudieron tragar y digerir esta amarga verdad, y aún esos
desesperados tuvieron frecuentemente dificultades para darse cuenta cabal de que estaban desahuciados. Pero
como un ejemplo de esperanza, los pocos que al principio se dieron cuenta de que en nuestra agrupación estaba la
salvación, se aferraron a las sugerencias de N.A., con el fervor de un náufrago asido al salvavidas y casi
invariablemente obtuvieron una mejoría. Por esto, es que en los primeros días tuvimos que empezar sólo los que
habíamos llegado al fondo de nuestros disturbios emocionales. Muchos neuróticos menos desesperados intentaron
seguir el programa sin ayuda de otros seres enfermos del mismo mal, reunidos en grupos pero sin éxito, porque no
podían admitir su total incapacidad para manejar solos sus disturbios emocionales.

Es muy satisfactorio hacer constar que en los años que han seguido, la situación ha cambiado. Neuróticos
que todavía conservan parte de su salud emocional, sus familias, su posición directiva en negocios, y
económicamente están bien, comienzan a darse cuenta de su incapacidad si están solos, sin un programa de
recuperación y tratan de acercarse a nuestra agrupación. Al crecer esta aceptación se sumaron otros más jóvenes
que no han tenido que pasar el infierno que nosotros atravesamos. Ya que el Primer Paso requiere la admisión de
que nuestras vidas se han vuelto ingobernables, debido a nuestros disturbios emocionales, ¿cómo pudieron estas
personas dar este paso? Obviamente ha sido necesario “levantar” el fondo que muchos de nosotros habíamos
tocado, para que ellos lo vieran de cerca. Repasando nuestros historiales dentro de la neurosis que sufríamos,
podríamos demostrar que años antes de que nos diéramos cuenta ya habíamos perdido el control de nuestras
emociones, que desde hacía mucho tiempo ya veníamos pendiente abajo hacia el fondo y que era en realidad el
comienzo de una progresión tremendamente fatal.

A los que dudan podríamos decirles: “quizá usted no es neurótico, después de todo, ¿Por qué no hace la
prueba de seguir controlándose sin nuestra ayuda, teniendo en cuenta lo que ya se ha dicho y comprobado con
relación a la neurosis?” Esta actitud produce resultados prácticos e inmediatos pues se ha descubierto que cuando
un enfermo emocional ha sembrado en la mente de otro la verdadera naturaleza de esta enfermedad del espíritu,
esa persona se dirá “puede ser que estos N.A., tengan razón...”

Muchos de ellos, después de algunas deserciones y de algunas pruebas manteniéndose solos, algunas
veces, antes de que se les presentaran dificultades y gravedades extremas dentro de sus neurosis regresaban
convencidos a nosotros. Al haber tocado fondo tan ciertamente como cualquiera de nosotros se habían convertido
en nuestros defensores.

¿Por qué tanta insistencia respecto a que cada N.A., necesita primero tocar su fondo? La respuesta es que
muy pocas personas tratarán sinceramente de llevar a la práctica el programa de N.A., si no han tocado un fondo.
Esto porque la práctica de los once pasos restantes significa la adopción de actitudes y actividades que casi ninguna
persona que tenga disturbios emocionales, pero que no los considere enteramente graves, pueda si quiera soñar en
querer adoptar. ¿Quién desea ser rigurosamente honrado y tolerante hacia sus semejantes? ¿ Quién quiere
confesarle sus errores a otra persona y reparar los daños que ha causado? ¿A quién le interesa en un momento de
desesperación saber algo de un Poder Superior o de la meditación o la oración? ¿ Quién es capaz de sacrificar su
tiempo y sus energías llevándoles a los que sufren el mensaje de N.A.? El enfermo típico de disturbios emocionales,

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egocéntrico en extremo, siempre tiene él y solamente él, toda la razón y no se siente atraído por esas
perspectivas... a menos que para salvar su vida y cuando ya esté tocando el fondo tenga que practicarlas.

El látigo de la enfermedad emocional nos ha llevado a N.A., y ahí descubrimos la naturaleza fatal de
nuestra precaria situación. Entonces y sólo entonces se han abierto nuestras mentes enfermas a la convicción
porque hemos sentido lo que es agonía. Entonces estamos dispuestos a hacer cualquier cosa que pueda liberarnos
de esa despiadada enfermedad emocional.
SEGUNDO PASO

Llegamos al convencimiento de que solo un Poder Superior a nosotros a mismos podría devolvernos el
sano juicio.

Muchos de los recién llegados al leer el Segundo Paso, se enfrentan con un dilema a veces muy serio. Con
frecuencia les oímos lamentarse en esta forma: “Vean lo que han hecho con nosotros. Nos han convencido de que
somos neuróticos y de que no podemos gobernar nuestras vidas. Después de reducirnos a un estado de impotencia
absoluta, nos dicen ahora que solamente un Poder Superior puede devolvernos el equilibrio emocional. Ustedes nos
han sacado del atolladero, muy bien, pero ahora ¿de aquí a dónde vamos?”. Algunos no quieren creer en Dios, otros
no pueden, y aún los que creen en Él, no tienen fe en que les haga este milagro.

Veamos primero el caso del que dice no creer en Dios, el beligerante. Se encuentra en un estado de ánimo
que puede describirse como salvaje. Toda su filosofía de la vida, de la que está satisfecho, está amenazada. Piensa
que ya bastante dura es la admisión de que no puede gobernar sus emociones; pero ahora, todavía dolido de tal
admisión, se enfrenta con el hombre, surgido majestuosamente de una simple célula del cieno primordial, la punta
de flecha de la evolución y por consiguiente el único Dios del universo, el único Dios de su universo. ¿Tendrá que
renunciar a todo esto para salvarse?

Lo más probable es que su padrino se ría de su situación y al recién llegado le parecerá el colmo. Esto es el
principio del fin. Y es principio del fin de su vieja vida y el principio de una vida nueva. Probablemente su padrino le
diga: “ Hay que tomar las cosas con calma. El paso que hay que dar es más difícil de lo que uno cree. Cuando
menos así lo fue para mí, y lo mismo le sucedió a un amigo mío que fue vicepresidente de la Sociedad Ateísta
Americana”. “Bueno -dice el recién llegado- sé que ustedes me están diciendo la verdad. Es un hecho indiscutible
que muchas personas que están en N.A., antes pensaban como yo. Pero ahora, en estas circunstancias, ¿cómo
puedo tomar las cosas con calma? Esto es lo que quisiera saber”.

“Esta es indudablemente una pregunta muy oportuna”, le dice su padrino. “Creo que puedo contestarla. No
tiene que esforzarse demasiado. Tenga en cuenta estas tres cosas: En primer lugar, N.A., no le exige que crea en
algo o en alguien. Todos sus Doce Pasos no son más que sugerencias. En segundo lugar, para obtener y conservar
la serenidad no hay necesidad de asimilar los Doce Pasos de un golpe. Recuerdo que yo los fui asimilando
gradualmente. En tercer lugar, todo lo que realmente se necesita es mantener la mente alerta, abstenerse de
discusiones inútiles y no preocuparse de si la gallina fue primero que el huevo. Le repito, todo lo que necesita hacer
es mantener su mente alerta”.

El padrino prosigue: “Poniendo mi propio caso como ejemplo, debido al tipo de educación que tuve no
aceptaba nada sin comprobación científica. Naturalmente respetaba, veneraba y hasta adoraba a la ciencia.
Todavía sigo respetándola, pero ya no adorándola. Se me inculcó el principio básico de todo progreso científico:
investigar y comprobar una y otra vez, siempre con la mente alerta. Cuando vine aquí por primera vez mi reacción
fue como la de usted. Pensé que este asunto de N.A., no tenía nada de científico, que no podía tragarme nada de
esto. Concluí que sencillamente, no lo tomaría en cuenta”.

“Por entonces me despabilé. Tuve que admitir que N.A., había logrado resultados prodigiosos. Noté que mi
actitud para con éstos, no había sido nada científica. No era N.A., quien era intolerante sino yo. Desde el momento
en que dejé de discutir, pude empezar a ver y sentir. Desde ese momento el Segundo Paso empezó a infiltrarse
suave y gradualmente en mi vida. No puedo precisar la ocasión o el día en que empecé a creer en la existencia de
un Poder más grande que yo, pero ahora estoy seguro que tengo esa creencia. Para ello me fue necesario dejar de
oponer argumentos y dedicarme a practicar el resto del Programa de N.A., con todo el entusiasmo de que soy
capaz”.

“Ésta es solamente una opinión individual basada en mi propia experiencia, por supuesto. Debo asegurarle
que los N.A., recorren innumerables caminos en busca de fe. Si no le interesa el que yo le sugiero, tenga la
seguridad de que encontrará el suyo si observa y escucha. Más de uno como usted ha empezado a resolver su
problema con el método de la sustitución. También puede, si quiere, hacer de N.A., su poder superior. Este es un
grupo muy grande de entes que han resuelto su problema emocional. A ese respecto, el grupo de N.A., es
indiscutiblemente un poder más grande que usted, que ni siquiera se ha aproximado a la solución del suyo.
Seguramente que puede tener fe en él. Aún ese mínimo de fe le puede bastar. Encontrará a muchos miembros que
han cruzado el umbral en esta forma. Todos le dirán que una vez que lo hicieron su fe ha crecido y se ha

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profundizado. Relevados de sus crisis emocionales, sus vidas transformadas de una manera inexplicable, llegaron a
creer en un Poder Superior y la mayoría empezó a hablar con Dios”.

Consideremos a continuación la situación de los que han caído en la indiferencia, los llenos de
autosuficiencia que se han alejado, los que han adquirido prejuicios contra la religión y los completamente
desafiantes porque Dios no les ha concedido sus exigencias. ¿Puede la experiencia de N.A., decirles que todavía
pueden encontrar una fe que obra?.

Algunas veces les es más difícil captar el programa de N.A., a los que han perdido la fe o que la han
rechazado, que a los que nunca la tuvieron, porque piensan que han hecho la prueba y no les ha dado resultado,
han recorrido el camino de la fe, y el camino sin fe. Como en ambos casos se han decepcionado han llegado a la
conclusión de que para ellos no hay a dónde ir. La indiferencia, las fantasías de la autosuficiencia, los prejuicios y la
oposición obstinada son a veces obstáculos más grandes que los que tienen los agnósticos, y aún los ateos
militantes. La religión asegura que se puede comprobar la existencia de Dios; el agnóstico dice que no puede
comprobarse; y que el ateo pretende que se puede comprobar que Dios no existe. Evidentemente, el dilema del que
se aparta de la fe es una confusión. Piensa que para él no hay consuelo en ninguna convicción. No puede lograr ni
siquiera en un pequeño grado la seguridad del creyente. El agnóstico o el ateo, es un individuo desorientado.

Muchos N.A. pueden decirle al descarriado: “También nosotros cuando niños nos apartamos de nuestra fe.
La presunción de la juventud nos perjudicó. Desde luego que nos alegrábamos de que el hogar y la enseñanza
religiosa nos hubieran proporcionado ciertos valores. Todavía teníamos la seguridad de que deberíamos ser
honrados, tolerantes, justos y, hasta cierto punto ambiciosos y trabajadores. Creíamos que nos bastarían esas
simples normas de conducta y decoro”.

“A medida que el éxito material basado en estos atributos comunes comenzó a favorecernos, creíamos que
estábamos ganando el juego de la vida. Esto nos estimulaba y nos sentíamos felices. ¿Para qué molestarnos con
abstracciones teológicas y deberes religiosos o preocuparnos por la condición de nuestras almas aquí o más allá? El
aquí y el ahora nos bastaban. El deseo de triunfar nos guiaría. Pero los desequilibrios emocionales nos ganaron la
partida. Finalmente vino la caída y nos dimos cuenta de que un golpe más nos dejaría fuera de combate para
siempre. Entonces tuvimos que buscar nuestra fe perdida. La encontramos en N.A., como lo pueden hacer otros”.

Ahora llegamos a otra clase de problemas: el hombre o la mujer intelectualmente autosuficientes. También
a ellos muchos N.A., pueden decirles: “Sí, nosotros éramos así, demasiados listos para nuestro propio bien. Nos
encantaba que nos llamaran precoces. Nuestra educación nos sirvió para inflarnos de orgullo como globos, aunque
procuramos ocultarlo. Secretamente sentíamos que éramos capaces de flotar por encima de los demás con el poder
de nuestros cerebros. Los progresos científicos nos hacían creer que no hay nada imposible para el hombre. La
sabiduría era todopoderosa. El intelecto podía conquistar a la naturaleza. Ya que éramos más brillantes que la
mayoría (así lo creíamos), con sólo pensarlo ganaríamos la batalla. El Dios del intelecto desplazó al Dios de nuestros
padres. Pero el diablillo del desequilibrio emocional tenía otros planes. Después de creer que habíamos sido los
triunfadores resultaba que estábamos perdiendo en todo. Nos dimos cuenta de que teníamos que recapacitar o
moriríamos. En N.A., encontramos a muchos que alguna vez pensaron como nosotros. Estos nos ayudaron a darnos
cuenta de nuestras dimensiones reales. Con su ejemplo nos demostraron que la humildad y el intelecto pueden ser
compatibles siempre que se ponga la humildad en primer lugar. Cuando empezamos a hacerlo recibimos el don de
la fe, una fe que obra”.

Otro grupo en N.A., dice: “ Estábamos hartos de religión y lo que se relaciona con ella. Decíamos que la
Biblia estaba llena de disparates. Podíamos citar capítulos y versículos, pero tergiversábamos su significado, En
unas partes su moral nos parecía exageradamente buena y en otras exageradamente mala. Pero lo que nos
apabullaba era la moralidad de algunas gentes religiosas. Gozábamos con la hipocresía e intolerancia inseparables
de tantos que se dicen muy creyentes. Nos encantaba proclamar el hecho de que millones de personas que se
consideran fieles a Dios se estuvieran matando en su nombre. Esto significaba que habíamos substituido una
manera de pensar positiva por una negativa. Después de ingresar a N.A., reconocimos que esta manera de pensar
estaba propiciando nuestro egocentrismo. Nos sentíamos superiores al observar los pecados de las personas
religiosas. No podíamos ver nuestros propios defectos. Habíamos juzgado con desdén aquellos que estaban muy
pagados de su rectitud, sin darnos cuenta de que lo que censurábamos en otros era el defecto que más nos
agobiaba a nosotros mismos. Nos creamos una situación falsa de la que solamente empezamos a darnos cuenta
desde que ingresamos a N.A.”.

“Los psiquiatras han advertido a menudo que el desafío es una actitud característica de más de un
neurótico. De tal manera, que no es extraño que muchos de nosotros hubiésemos desafiado a Dios mismo. Algunas
veces porque no nos concedió los bienes materiales que le especificamos, tal como lo hace un niño que envía a
Santa Claus una lista de pedidos imposibles de satisfacer. Las más de las veces, cuando no salimos bien de un
trance difícil pensamos que Dios nos había abandonado. La muchacha con la que queríamos casarnos tenía otras
ideas, le pedimos a Dios que la hiciera cambiar de manera de pensar, pero no cambió. Pedimos hijos sanos y los
tuvimos enfermos o no nos los concedieron. Pedimos éxito en los negocios y no lo obtuvimos. Seres queridos de los

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que dependíamos nos fueron arrebatados por “actos de Dios”. Entonces nos volvimos neuróticos y luego le pedimos
a Dios que nos hiciera cambiar. Pero no nos hizo cambiar. Esta fue la más cruel injusticia. Maldijimos la fe”.

“Cuando encontramos a N.A. se esclareció lo engañoso de nuestra actitud desafiante. Nunca le habíamos
pedido a Dios que se hiciera su Voluntad; por el contrario, siempre le dijimos lo que debería hacer. Nos dimos
cuenta de que no se puede creer en Dios y desafiarlo a la vez. La fe es confianza y no desafío. En N.A., hemos visto
los resultados de esta creencia: hombres y mujeres salvados de la catástrofe final de la neurosis. Los hemos visto
enfrentarse con serenidad a situaciones difíciles, sin eludirlas y sin recriminaciones. Esto no es simplemente fe, sino
fe que obra en cualquier circunstancia. Pronto llegamos a la conclusión de que estábamos dispuestos a pagar lo que
fuera por conseguir la humildad”.

Ahora veamos al individuo lleno de fe pero que vive desequilibrado emocionalmente. Cree que es devoto.
Observa escrupulosamente las fórmulas religiosas. Está seguro de que cree en Dios, pero sospecha que Dios no
cree en él. Hace promesas y más promesas. Después de cada promesa no sólo vuelve a sentirse mal sino que su
situación empeora progresivamente. Valientemente trata de luchar con sus nervios con la ayuda de Dios, pero esa
ayuda no llega. ¿Qué es lo que pasa entonces?.

Para los eclesiásticos, los doctores y para las familias, el neurótico con buenas intenciones es un enigma
desconsolador. Para N.A. no lo es. Muchos de nosotros hemos estado en las mismas circunstancias y hemos
encontrado la solución al enigma. La solución depende de la calidad más que de la cantidad de la fe. Esto no lo
veíamos. Creíamos ser humildes cuando en realidad no lo éramos. Creíamos que tomábamos con seriedad la
práctica de nuestra religión cuando en realidad sólo éramos superficiales. O pasando al otro extremo, nos
estábamos revolcando en un sentimentalismo al que confundíamos con un sentimiento religioso verdadero. En
ambos casos pedíamos algo a cambio de nada. El hecho es que no habíamos allanado el camino para que la gracia
de Dios llegase a nosotros y nos librase de nuestra enfermedad. No habíamos profundizado en la raíz de nuestros
defectos, ni habíamos reparado los daños que les causamos a otros, ni habíamos dado sin esperar una recompensa.
Ni siquiera habíamos orado como es debido. Siempre habíamos dicho: “Concédeme mis deseos” en vez de “Hágase
tu voluntad”. No entendíamos lo que es el amor a Dios y el amor al prójimo. Por consiguiente, nos engañábamos a
nosotros mismos y no teníamos la capacidad para recibir la gracia que nos devolviera nuestro juicio.

Son muy poco los neuróticos que tienen siquiera una idea de lo irracionales que son o que, si se dan cuenta
de ello, puedan enfrentarse al hecho. Algunos aceptan que se les clasifique como nerviosos pero no soportan la idea
de que son enfermos espirituales. Los apoya en su creencia, un mundo que no sabe la diferencia entre un enfermo
mental y un enfermo espiritual. Cordura quiere decir juicio sano. Sin embargo, si un neurótico analiza juiciosamente
su conducta destructiva, ya sea que haya destrozado los muebles de su casa o sus fibras morales, tendrá que
reconocer que no obró con juicio sano.

En consecuencia, el Segundo Paso es el punto de reunión para todos nosotros. Agnóstico, ateo o antes
creyente, todos podemos estar unidos en este paso. La verdadera humildad y la mente libre de prejuicios pueden
conducirnos a la fe, y cada reunión de N.A. es una seguridad de que Dios nos devolverá el juicio si confiamos en Él.
TERCER PASO

Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios tal como nosotros lo
concebimos.

Practicar el Tercer Paso es como abrir una puerta aparentemente cerrada con candado. Todo lo que se
necesita es una llave y la decisión de abrir una puerta. Sólo hay una llave y se llama buena voluntad. Cuando
nuestra buena voluntad ha quitado el candado, la puerta se abre por sí sola y mirando hacia adentro veremos un
camino junto al cual está una inscripción que dice: “Este es el camino hacia la fe que obra”. En los dos primeros
pasos nos ocupamos de reflexionar. Vimos que éramos impotentes para manejar nuestras emociones y también
percibimos que alguna clase de fe, así sea solamente fe en N.A., es posible para cualquiera. Estas conclusiones no
requirieron actividad sino solamente aceptación.

Como todos los pasos siguientes, el Tercer Paso requiere acción afirmativa, porque solamente actuando
podremos librarnos del egoísmo que siempre ha impedido la entrada a Dios –o, si se prefiere, a un Poder Superior-
en nuestras vidas. Indudablemente que la fe es necesaria, pero con la fe por sí sola no logramos nada. Podemos
tener fe y mantener a Dios fuera de nuestras vidas. En consecuencia, nuestro problema es ahora el encontrar cómo
y por qué medios podemos lograr que Él entre y el Tercer Paso será nuestro primer intento para lograrlo. De hecho,
la eficacia del programa de N.A., dependerá de la sinceridad y formalidad que aportemos para llegar a la decisión
de “poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios, tal como lo concebimos”.

Para todo principiante mundano y realista, este paso parece difícil y aún imposible. A pesar de lo mucho
que quiera uno tratar de hacerlo, ¿exactamente cómo se puede lograr poner nuestra voluntad y nuestras vidas al
cuidado de Dios, tal como nosotros lo concebimos? Afortunadamente los que hemos ensayado, y con los mismos
recelos, podemos atestiguar que cualquiera puede comenzar a hacerlo. Podemos añadir que un principio, por más
insignificante que sea, es todo lo que se necesita. Una vez que con la llave de la buena voluntad hemos abierto el

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candado y entreabierto la puerta cerraba, nos damos cuenta de que siempre podemos abrirla un poco más. Aunque
nuestra obstinación nos cierre la puerta como sucede a menudo, siempre podemos volver abrirla, con la llave de
nuestra buena voluntad.

Pueda ser que todo esto parezca misterioso y remoto, algo así como la teoría de la relatividad de Einstein o
un problema de física nuclear. No lo es. Veamos lo práctico que realmente es. Cada hombre o mujer que ha
ingresado a N.A., y que tiene la intención de seguir allí, sin darse cuenta ha empezado a practicar el Tercer Paso.
¿No es verdad que, en lo referente al control de sus emociones, cada una de esas personas ha decidido poner su
vida al cuidado, protección y guía de N.A.? Se ha logrado poner nuestra buena voluntad para desarraigar nuestra
obstinación y nuestras ideas propias acerca del problema de neurosis para substituirlas por las que N.A., sugiere.
Cualquier recién llegado que tienen buena voluntad, siente la certeza que N.A., es el único puerto seguro para el
barco a punto de hundirse en el que él se ha convertido. Si esto no es entregar nuestra vida y nuestra voluntad a
una Providencia nuevamente hallada, ¿qué es entonces?

Pero supongamos que el instinto todavía se subleva, como seguramente lo hará: “Sí, en lo que respecta al
control emocional supongo que tengo que depender de N.A., pero en todo lo demás debo todavía conservar mi
independencia. No dejaré que nada me convierta en una nulidad. Si sigo encomendando mi vida y mi voluntad al
cuidado de otro alguien o algún, ¿Qué va a ser de mí? “Voy a parecerme al agujero de una rosca”. Este es desde
luego el razonamiento con el cual el instinto y la lógica tratan de reforzar el egocentrismo y así frustrar el desarrollo
espiritual. Lo malo es que con esta manera de pensar no se toman en cuenta los hechos. Y los hechos parecen ser
estos: Mientras más dispuestos estamos a depender de un Poder Superior, más independientes seremos en
realidad. Por consiguiente, la dependencia, como se practica en N.A., es en realidad una manera de lograr la
verdadera independencia espiritual.

Examinemos por un momento esta idea de la dependencia en el nivel de la vida cotidiana. Es asombroso
descubrir en este terreno lo mucho que en realidad dependemos y lo inconscientes que de ello estamos. Toda casa
moderna tiene una instalación de alambres que conducen en su interior la electricidad. Nos sentimos satisfechos de
esta dependencia; deseamos desde luego, que nada interrumpa ese suministro de corriente. Al aceptar así nuestra
dependencia de esa maravilla de la ciencia nos sentimos, en lo personal, más independientes. No sólo somos más
independientes sino que estamos más cómodos y más seguros. La fuerza fluye por donde se le necesita. Silenciosa
y con seguridad, la electricidad, esa extraña fuerza que tan pocos comprenden, satisface nuestras más
insignificantes necesidades cotidianas y también otras más importantes. Ahí está el enfermo de poliomielitis que
vive dentro de un pulmón mecánico, que depende con entera confianza de un motor que le proporciona la
respiración que lo mantiene vivo.

Pero cuando se pone a discusión nuestra dependencia mental o emocional, reaccionamos de una manera
muy distinta. Reclamamos con persistencia el derecho a decidir por nosotros mismos cómo pensar y cómo actuar.
Claro que consideramos los dos lados del problema. Escuchamos atentamente a quienes nos aconsejan, pero todas
las decisiones las tomaremos nosotros. Nadie se va meter con nuestra independencia personal. Además, pensamos
que no debemos fiarnos de nadie. Estamos seguros de que nuestra inteligencia respaldada por nuestra fuerza de
voluntad, puede bien controlar nuestras vidas interiores y garantizarnos el éxito de este mundo en que vivimos.
Esta bizarra filosofía, en la que cada hombre hace el papel de Dios, tiene buen aspecto, pero debe sometérsela a
prueba de ácidos: ¿qué tan buen resultado da? Una hojeada al espejo debe ser toda la respuesta que necesite
cualquier neurótico.
Si su propia imagen en el espejo resultara demasiado abrumadora de contemplar y a menudo lo es, puede
observar en gentes normales los resultados de la confianza desmedida que tienen en sí mismas. Por todas partes
verán a gentes dominadas por la cólera y por el miedo, y a la sociedad dividida en grupos que pugnan entre sí.
Cada grupo dice a los demás: “Nosotros tenemos la razón y ustedes están equivocados”. Si uno de esos grupos
tiene la suficiente fuerza, se impone a los demás vanagloriándose de su rectitud. Por todas partes sucede lo mismo
en el terreno del individualismo. La suma de todo este esfuerzo poderoso, es menos paz y menos fraternidad que
antes. La filosofía basada en la vanagloria de la propia rectitud no está dando resultados satisfactorios, y es
evidente que conduce a la ruina.

Por consiguiente, nosotros los que somos neuróticos anónimos podemos considerarnos afortunados. Cada
uno de nosotros ha librado su propio combate con el conflicto de la vanagloria de la propia rectitud y ha sufrido ya
bastante en el encuentro para desear encontrar algo mejor. De manera que es por las circunstancias y no por la
virtud por lo que hemos llegado a N.A., hemos admitido la derrota, hemos adquirido los rudimentos de la fe, y ahora
queremos tomar la decisión para poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de un Poder Superior.

Nos damos cuenta de que la palabra dependencia les resulta desagradable a muchos psiquiatras y
psicólogos tanto como a los neuróticos. Como nuestros amigos profesionales también nosotros sabemos que hay
formas perjudiciales de dependencia. Hemos tenido la experiencia de muchas de ellas. Por ejemplo, una persona
adulta nunca debe tener demasiada dependencia emocional de su padre o de su madre; si no fue destetado a
tiempo debe darse cuenta de ello. Esta forma de dependencia defectuosa ha sido la causa de que muchos
neuróticos rebeldes llegaran a la conclusión de que la dependencia en cualquier forma resulta perjudicial. Pero la
dependencia hacia un grupo de N.A., o hacia un Poder Superior no ha tenido resultados perniciosos.

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Cuando se desató la Segunda Guerra Mundial este principio espiritual tuvo su prueba máxima. Gentes que
practicaban este programa prestaron su servicio militar y se diseminaron por todo el mundo. Aceptarían la
disciplina, se mantendrían firmes bajo fuego, soportarían la monotonía y calamidades de la guerra ¿Los sostendría
hasta el fin esta clase de dependencias que habían aprendido? Sí, los sostuvo hasta el fin. Entre ellos hubo menos
“parrandas emocionales” que entre los que estaban a salvo en sus hogares. Demostraron la misma capacidad de
resistencia y valor que los demás soldados. Lo mismo en Alaska que en Palermo, su dependencia de un Poder
Superior surtió efecto y lejos de ser una debilidad constituyó su principal fuente de fortaleza.

Así es que, exactamente, ¿cómo puede, la persona que está dispuesta, poner su vida y su voluntad al
cuidado de un Poder Superior? Hemos visto que ha comenzado a hacerlo al confiar en N.A., para la solución de su
problema emocional. Por ahora, lo más probable es que se haya convencido de que tiene otros problemas además
del emotivo, y de que hay algunos que no puede resolver ni con toda la determinación y el valor de que es capaz.
Sencillamente no puede cambiarlos; lo hacen desesperadamente infeliz y amenaza su recién lograda tranquilidad.
Nuestro amigo todavía es víctima del remordimiento y del sentimiento de culpabilidad cuando piensen en el ayer.
La aflicción lo domina cuando piensa en aquellos a quienes todavía odia o envidia; su inseguridad económica lo
preocupa hasta enfermarlo y el pánico lo domina cuando piensa en todas las puertas que su conducta le ha cerrado.
¿ Y cómo va a arreglar ese lío que le hizo perder la estimación de su familia y distanciarse de ella? Con su valor
solitario y sin ayuda de nadie no lo logrará. Seguramente que ahora necesita depender de algo o de alguien.

Al principio lo más probable es que ese “alguien” sea su más allegado amigo en N.A., Confía con seguridad
de que muchas dificultades ahora agudizadas, porque no puede usar drogas para alivianarlas, también pueden
resolverse. Desde luego que su padrino sabe que la vida de nuestro amigo todavía es incontrolable a pesar de que
él está en N.A., y que, después de todo, apenas está en el principio del programa. Una tranquilidad más prolongada
por la admisión de que es neurótico y por su asistencia a varias reuniones está muy bien desde luego, pero lo más
probable es que este estado todavía diste mucho de significar una serenidad permanente y una vida satisfecha y
útil. Ahí es justamente donde entran los demás pasos del programa de N.A., nada que no sea una acción continua
basada en ello, como norma de vida, puede dar el muy deseado resultado.

Entonces, se nos aclara que otros pasos del Programa de N.A., sólo se pueden practicar con éxito cuando
se ha ensayado el Tercer Paso con empeño y perseverancia. Esta afirmación puede sorprender a los recién llegados
que no han experimentado más que una continua desilusión y una creciente convicción de que la voluntad humana
no vale nada. Se han persuadido, con razón, de que además del problema emocional, muchos otros no podrán
vencerse únicamente con una valerosa embestida, si esta fuerza proviene del individuo aislado. Pero ahora, parece
que hay ciertas cosas que sólo el individuo por sí mismo puede hacer. Por sí, solo y de acuerdo con sus
circunstancias particulares, necesita desarrollar la cualidad de la buena voluntad, cuando adquiere la buena
voluntad sólo él mismo podrá decidirse a esforzarse. Tratar de lograrlo es un acto de su propia voluntad. Todo los
Doce Pasos requieren un esfuerzo individual sostenido para poder amoldarse a sus principios y así, a la Voluntad de
Dios.

Cuando empezamos a amoldar nuestra voluntad a la de Dios, es cuando empezamos a usarla


debidamente. Para todos nosotros, ésta ha sido una revelación admirable. Nuestro problema ha sido el mal uso de
la fuerza de voluntad. Con ella habíamos tratado de demoler nuestros problemas, en vez de tratar de que estuviera
de acuerdo con las intenciones de Dios para con nosotros. Conseguir que vaya en aumento nuestra capacidad para
hacerlo es el propósito de los Doce Pasos de N.A., y el Tercer Paso nos abre la puerta.

Una vez que estamos de acuerdo con estas ideas, resulta en realidad fácil empezar a practicar el Tercer
Paso. Cuando tenemos disturbios emocionales o en momentos de indecisión, podemos hacer una pausa y decir:

“Dios me conceda la Serenidad


para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
Valor para cambiar las que puedo
y Sabiduría para discernir la diferencia.
Hágase Tu Voluntad, no la mía”.
CUARTO PASO

Sin ningún temor hicimos un inventario moral de nosotros mismos.

La Creación nos dotó de instintos para un propósito. Sin ellos no seríamos seres humanos completos. Si los
hombres y las mujeres no se esforzaran por su seguridad personal ni hicieran ningún esfuerzo para cosechar sus
alimentos o construir su albergue, no sobrevivirían. Si no se reprodujeran, la tierra no estaría poblada. Si no
existiera el instinto social, y si a los hombres no les importara la compañía de sus semejantes, la sociedad no
existiría. Así, estos deseos de relación sexual, de seguridad material y emocional y de compañía son perfectamente
justos y necesarios; ciertamente son dones de Dios.

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Sin embargo, estos instintos tan necesarios para nuestra existencia nos dominan e insisten en gobernar
nuestras vidas. Nuestros deseos sexuales, de seguridad material y emocional, y de obtener una posición importante
en la sociedad, a veces nos tiranizan. Cuando los deseos naturales del hombre se descoyuntan, les ocasionan
graves dificultades. No hay ser humano, por más bueno que sea, exento de esas dificultades. Puede decirse que
casi todos los problemas emocionales son casos de instintos mal encauzados. Cuando eso sucede, nuestro “activo”
natural, los instintos, se convierten en riesgos físicos y mentales.

El Cuarto Paso es un esfuerzo laborioso y vigoroso para descubrir cuáles han sido y son estos riesgos para
nosotros. Queremos descubrir exactamente como, cuándo y dónde se deformaron nuestros instintos naturales.
Queremos mirar de frente la desdicha que esto les ha causado a otros y a nosotros mismos. Descubriendo cuáles
son nuestras deformaciones emocionales podremos corregirlas. Sin un deseo sincero y perseverante de hacerlo, es
muy limitada la sobriedad o la satisfacción que podamos obtener. La mayoría de nosotros se ha dado cuenta de que
es muy difícil de alcanzar la fe que obra positivamente en la vida cotidiana, si no se ha hecho sin temor alguno un
minucioso inventario moral.

Antes de abordar en detalle el problema del inventario, veamos cuál es básicamente el problema. El
siguiente ejemplo resultará muy significativo si nos fijamos bien en él. Supongamos que una persona antepone a
todo el deseo sexual; este instinto imperioso puede destruir sus oportunidades para lograr su seguridad material y
económica y su posición en la comunidad. Otro, puede desarrollar tal obsesión por su seguridad económica que no
quiere hacer más que acumular dinero. Yendo al extremo, puede convertirse en un avaro y hasta en un solitario que
se priva de su familia y amigos.

La búsqueda de la seguridad no siempre se manifiesta en términos de dinero. Muy a menudo encontramos


al ser humano asustado que se empeña en depender de otra persona más fuerte que lo guíe y proteja. Este ser
débil al no poder enfrentarse a las responsabilidades de la vida con sus propios recursos, no crece nunca. La
desilusión y el desamparo son su destino. Con el tiempo sus protectores huyen o mueren y una vez más se queda
solo y atemorizado.

También hemos visto hombres y mujeres a los que el poder los hace perder la cabeza de tal manera que se
dedican a mandar a sus semejantes. Estas gentes a menudo desperdician muchas oportunidades de lograr una
legítima seguridad y la felicidad del hogar. Cuando un ser humano se vuelve el campo de batalla de sus instintos no
puede tener tranquilidad.

Pero ese no es el único peligro. Cada vez que alguien impone irracionalmente a otros sus instintos, se
presenta la desgracia. Si en la búsqueda de la riqueza se atropella a los que están en el camino, se provocará
cólera, envidia y venganza. Si se subleva el sexo se provocará igual alboroto. Las exigencias exageradas a otras
personas de atención, protección y cariño, propician en ellas tiranía o repulsión, dos emociones tan malsanas como
las que las provocaron. Cuando el deseo de prestigio del individuo se vuelve incontrolable, ya sea en el círculo de
amistades o en la mesa de la conferencia internacional, hay otras gentes que se lastiman y frecuentemente se
rebelan. Este choque de instintos puede producir desde una fría indiferencia hasta una candente revolución. Así
estamos colocados en un conflicto, no solamente con nosotros mismos, sino también con otras personas que, como
nosotros, también tienen instintos.

Los neuróticos anónimos especialmente deben poder darse cuenta de que el instinto desbocado es la causa
fundamental de su manera destructiva de pensar y sentir. Hemos padecido de sentimientos de miedo, frustración y
depresión. Tendemos a escapar del sentimiento de culpabilidad ocasionado por las pasiones, y luego encausamos
nuestra conducta para lograr más pasiones. Padecemos la vanagloria y “gozamos” de sueños disparatados de
pompa y poderío. No es agradable contemplar esta perversa enfermedad del alma. Los instintos alborotados
obstaculizan la investigación. En el momento que tratamos de sondearlos, estamos sujetos a sufrir serias
reacciones.

Si temperamentalmente estamos en el lado depresivo, estamos propensos a ser abrumados por el


sentimiento de culpabilidad y de repugnancia de nosotros mismos. Nos revolcamos en ese lodazal, obteniendo
frecuentemente con ello un placer deformado y doloroso. A medida que proseguimos esta melancólica actividad,
podemos sumirnos en tal grado de desesperación que llegamos a creer que el olvido es la única solución posible.
Aquí hemos perdido todo sentido de perspectiva, desde luego, y por consiguiente de la humildad. Porque éste es
orgullo al revés. Esto no es de ninguna manera un inventario moral; es justamente el proceso por el que la
depresión se encamina a las drogas y a la exterminación.

Si por otra parte nuestra disposición natural se inclina hacia el fariseísmo o la grandiosidad, nuestra
reacción será enteramente la opuesta. Nos ofendemos con la sugerencia que N.A. hace del inventario. Seguramente
que nos referimos con orgullo a la vida ejemplar que creíamos llevar antes de que la enfermedad se agravara.
Pretenderemos que nuestros defectos serios de carácter, si es que pensamos que los tenemos, eran ocasionados
por nuestra ignorancia. Siendo así, pensamos que lógicamente la tranquilidad -primero, después y todo el tiempo-
es lo único para lo que necesitamos esforzarnos. Creemos que desde el momento en que decidimos asistir a las
reuniones, reviviremos las buenas cualidades que habíamos demostrado tener. Si habíamos sido buenas gentes,

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exceptuando nuestros momentos de desequilibrio emocional ¿qué necesidad hay de un inventario moral ahora que
estamos serenos?.

También nos agarramos a otro maravilloso pretexto para eludir el inventario. Nos lamentamos que
nuestras ansiedades y dificultades actuales son causadas por el comportamiento de otras gentes - las cuales sí
necesitan realmente hacer un inventario moral -. Creemos firmemente que nuestra indignación es justificada y
razonable, que nuestros resentimientos están justificados. Nosotros no somos los culpables. Son ellos...

En este estado del proceso del inventario nuestros padrinos entran al rescate. Están capacitados para
hacerlo porque son portadores de los conocimientos experimentados que N.A., tiene del Cuarto Paso. Consuelan al
afligido demostrándole que su caso no es extraño ni diferente y que sus defectos de carácter no son más
numerosos o peores que de los de cualquier otro miembro de N.A. Para lograrlo el padrino puede hablar con
franqueza sin exhibicionismo de alguno de sus propios defectos pasados o actuales. Esta manera pausada y
objetiva resulta muy tranquilizadora. El padrino probablemente indicará que el recién llegado tienen algo en su
haber que abonarse aparte de sus riesgos. Esto tiende a disipar la morbosidad y a alentar el equilibrio. El recién
llegado podrá empezar a darse cuenta de sus defectos tan pronto como empiece a ser más objetivo.

Los padrinos de aquellos que no creen necesitar del inventario, se enfrentan a otra clase de problemas
porque las personas impulsadas por su amor propio no se dan cuenta del riesgo que corren. Estos recién llegados
casi no necesitan de consuelo, el problema es ayudarlos a encontrar una rendija en la cárcel en que su orgullo los
encerró, para que les pueda llegar la luz de la razón.

Puede decírseles que para la mayoría de nosotros el creer tener siempre la razón originaba toda clase de
justificaciones a nuestra manera de comportarnos y nuestra conducta dañina. Habíamos hecho un arte del inventar
excusas. Sufríamos porque nuestra situación era mala o porque no era muy buena. No estábamos satisfechos
cuando en casa nos agobiaban con cariño o llorábamos porque no nos querían. Nos vanagloriábamos porque
teníamos éxito en nuestro trabajo o padecíamos cuando fracasábamos en él, y así hasta el infinito.

Pensábamos que las circunstancias nos empujaban a sufrir y cuando tratábamos de corregirlas nos
dábamos cuenta que podíamos hacerlo a nuestra entera satisfacción, nuestra conducta se volvía incontrolable y
nosotros neuróticos. Nunca se nos ocurrió que necesitábamos cambiar para afrontar las circunstancias, cualesquiera
que fueran.

Pero en N.A., aprendimos poco a poco que había que poner algún remedio a nuestros resentimientos
negativos, a la lástima por nosotros mismos y a nuestro injustificable orgullo. Teníamos que darnos cuenta de que
con nuestras baladronadas nos echábamos en nuestra contra a los demás. Teníamos que darnos cuenta de que
cuando guardábamos mala voluntad y tramábamos vengarnos de esas derrotas, en realidad nos estábamos
golpeando con el garrote de la ira que intentábamos esgrimir contra otros. Aprendimos que si estábamos
seriamente perturbados, nuestra primera necesidad consistía en calmar ese disturbio sin importar quién o qué lo
motivaba.

Francamente, nos tardamos mucho en darnos cuenta de cómo nos convertimos en víctimas de emociones
erráticas. Las podríamos percibir prontamente en otros, pero cuando se trataba de nosotros lo hacíamos con
lentitud. Antes que nada, teníamos que admitir que estábamos llenos de estos defectos, a pesar que estas
admisiones resultaban dolorosas y humillantes. Cuando se tratara de otros, teníamos que abolir la palabra
culpabilidad de nuestra conversación y de nuestro pensamiento. Esto requería mucha buena voluntad desde el
principio. Pero una vez que vencimos los primeros obstáculos, el camino se hizo más fácil de recorrer, porque
habíamos empezado a vernos en perspectiva, es decir que estábamos ganando en humildad.

Desde luego que la depresión y la sed de poder son características de extremos de la personalidad, tipos
que abundan en N.A., y en todo el mundo. Frecuentemente estos tipos de personalidad se perfilan con la claridad de
los ejemplos que se han dado. Pero con la misma frecuencia, algunos de nosotros encajamos más o menos en las
dos clasificaciones. Los seres humanos nunca somos iguales, así es que cada uno de nosotros, al hacer su
inventario, necesitaría determinar cuáles son sus defectos de carácter individuales. Una vez que uno encuentre
zapatos a su medida se los podrá poner y caminar con la nueva confianza de que se va por un buen camino.

Ahora vamos a examinar la necesidad de una relación de los defectos de carácter más notorios que todos
tenemos en diversos grados. Para los que tienen una preparación religiosa, en una relación de esta naturaleza
verán violaciones graves a principios de moral. Otros verán en ella defectos de carácter; para otros será un índice
de desajustes. Algunos les molestará que se hable de inmoralidad y ni qué decir, de pecado. Pero hasta el menos
razonable estará de acuerdo con este punto: Que hay mucho de este mal en nosotros los neuróticos y acerca de lo
mucho que habrá que hacerse si es que esperamos serenidad, progreso y habilidad necesaria para adaptarnos a la
vida.

Para evitar confusiones sobre las denominaciones de estos defectos vamos a adoptar una relación
universalmente reconocida de los principales defectos humanos, los siete pecados mortales: el orgullo, la avaricia,

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la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. El orgullo no encabeza esta relación por mera casualidad. Porque el
orgullo, nos provoca la tendencia de tratar de justificar todos nuestros actos, y siempre espoleados por los temores
conscientes o inconscientes, es la causa principal de la mayor parte de las dificultades humanas, el principal
obstáculo al verdadero progreso. El orgullo nos induce a imponer a otros o a nosotros mismos, exigencias que no se
pueden cumplir sin pervertir o hacer mal uso de los instintos de los que Dios nos ha dotado. Cuando la satisfacción
de nuestros instintos sexuales, de seguridad o sociales, se convierten en el único objetivo de nuestras vidas, el
orgullo hace acto de presencia para justificar nuestros excesos.

Todos estos defectos generan miedo, una enfermedad del alma por sí sola. A su vez el miedo genera otros
defectos de carácter. El miedo irrazonable a que nuestros instintos no se satisfagan nos impulsa a codiciar lo ajeno,
al deseo inmoderado de satisfacciones sexuales y de poderío, a enfadarnos cuando las exigencias de nuestros
instintos se ven amenazadas y a ser envidiosos cuando las ambiciones de otros se logran mientras que las nuestras
no. Comemos, bebemos y arrebatamos más de lo que necesitamos por el temor de que no nos toque lo suficiente. Y
con genuina alarma, ante el trabajo permanecemos indolentes. Flojeamos y lo dejamos todo para después y,
cuando más, trabajamos a la mitad de nuestra capacidad y a regañadientes. Estos temores son el comején que
devora sin cesar la base de cualquier clase de vida que tratemos de edificar.

Así que cuando N.A., sugiere hacer un inventario sin temor alguno, a todo recién llegado le parecerá que se
le está pidiendo más de lo que puede hacer. Tanto su orgullo como su temor lo rechazan cada vez que intenta
mirarse por dentro. El orgullo dice: “No te atrevas a mirar aquí”. Pero el testimonio de los N.A.., que realmente han
acometido el inventario moral es que el orgullo y el temor de esta especie resultan ser simples espantajos. Una vez
que tengamos la cabal buena voluntad de hacer el inventario y nos esforcemos concienzudamente en el
cumplimiento de esta tarea, la luz iluminará este tenebroso paisaje. A medida que perseveramos, nace una
confianza completamente nueva, y el alivio al enfrentarnos con nosotros mismos es indescriptible. Estos son los
primeros frutos del Cuarto Paso.

Para entonces el recién llegado probablemente ya llegó a las siguientes conclusiones: que sus defectos de
carácter, que representan sus instintos desviados han sido la causa primordial de su desequilibrio emocional y su
fracaso en la vida; que a menos que esté dispuesto a luchar con ahínco para eliminar sus defectos más graves, la
sobriedad y la serenidad mental los evadirán; que todos los cimientos defectuosos de su vida tendrán que ser
destruidos para poder construir otros que sean una base firme. Ahora, bien dispuestos a empezar la búsqueda de
sus defectos, preguntará: “¿Cómo puedo hacer un inventario de mí mismo?”.

Como el Cuarto Paso es el comienzo de una costumbre para toda la vida se sugiere examinar primero
aquellos defectos que sean los más obvios que hayan ocasionado más dificultades. De acuerdo con el buen juicio de
lo que ha sido lo correcto y lo equivocado, puede hacerse un examen preliminar de la conducta con respecto a los
instintos primarios sexuales, de seguridad, y sociales. Observando la vida pasada pronto podrá ponerse en marcha
el inventario si se consideran preguntas como éstas:

¿Cómo y en qué ocasiones perjudiqué a otras personas o me perjudiqué a mí mismo, en mi búsqueda


egoísta de satisfacciones sexuales? ¿A quiénes lastimé y a qué grado? ¿Hice desgraciado mi matrimonio y
perjudiqué a mis hijos? ¿Comprometí mi posición en mi comunidad? ¿Cómo reaccioné entonces a esas situaciones?
¿Sentí un remordimiento implacable? ¿O insistí en que era yo el perseguido y no el perseguidor y además me
absolví? ¿Cómo he reaccionado ante frustraciones de índole sexual? ¿Cuándo se me negaba algo me volvía
vengativo o me sentía deprimido? ¿Me desquitaba con otros? ¿Si en mi hogar me repudiaban o trataban con frialdad
me servía como pretexto para mi promiscuidad sexual?.

También son importantes para los neuróticos las preguntas acerca de su conducta relacionada con su
seguridad material y emocional. En ese terreno, el temor, la codicia, el acaparamiento y el orgullo, muy a menudo
han causado mucho daño. Examinando sus antecedentes en negocios o empleos casi cualquier neurótico puede
hacerse preguntas como estas: Además de mi problema emocional, ¿qué defectos de carácter contribuyeron a mi
inestabilidad económica? ¿Destruyó mi confianza y me creó un conflicto en mi capacidad para adaptarme al
trabajo? ¿Traté de disimular ese sentimiento de ineficiencia alardeando, timando, engañando o evadiendo la
responsabilidad? O, quejándome de que los otros no reconocían mis excepcionales aptitudes, ¿me sobreestimé e
hice un papel de “personaje?” ¿Tenía una ambición tan inconsciente que traicioné a mis asociados? ¿Fui
derrochador? ¿Pedí dinero prestado atolondradamente, sin importarme si lo devolviese? ¿Fui tacaño, rehusándome
a sostener a mi familia adecuadamente? ¿Quise arribar fácilmente y sin escrúpulos?.

Las mujeres de negocios que están en N.A., encontrarán que muchas de estas preguntas pueden ser para
ellas también. La esposa neurótica también puede ocasionar la inseguridad económica de su familia. Puede
tergiversar sus cuentas corrientes, manejar mal el presupuesto destinado a la alimentación de su hogar, pasarse las
tardes jugando y comprometer con deudas a su marido, debido a sus despilfarros y a su irresponsabilidad.

Pero todos los neuróticos que han perdido por su manera de ser empleos, familia y amigos, necesitarán
examinarse detenida y despiadadamente, para poder determinar cómo sus defectos de personalidad demolieron su
estabilidad.

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Los síntomas más comunes de la inseguridad emocional son las preocupaciones, la ira, la lástima de sí
mismo y la depresión. Estos síntomas emanan de causas que algunas veces parecen estar dentro de nosotros y
otras, parecen venir de fuera. Para hacer un inventario a ese respecto debemos considerar cuidadosamente todas
las relaciones personales que nos acarrean dificultades continuas o periódicas. Debe recordarse que esta clase de
inseguridad puede asomar en cualquier terreno donde los instintos estén amenazados. El interrogatorio que tenga
ese propósito puede ser algo así: Mirando el pasado y el presente, ¿qué clase de situaciones sexuales son las que
han causado ansiedad, amargura, frustración o depresión? Evaluando cada situación con cuidado ¿puedo darme
cuenta en qué consistía mi error? ¿Me acosaban otras perplejidades porque tenía exigencias egoístas o
irrazonables? O, si mi perturbación era ocasionada aparentemente por la conducta de otros, ¿por qué me falta la
habilidad necesaria para aceptar lo que no puedo cambiar? Estas son las cuestiones fundamentales que pueden
revelarme el origen de mi malestar e indicarme si puedo alterar mi propia conducta y así ajustarme serenamente a
la autodisciplina.

Supongamos que la inseguridad económica despierta constantemente estos sentimientos. Puedo


preguntarme hasta qué punto han sido alimentadas mis corrosivas ansiedades por mis propios instintos. Y si las
acciones de los otros son parte de la causa, ¿qué puedo hacer acerca de ello? Si no puedo cambiar el presente
estado de cosas, ¿estoy dispuesto a tomar las medidas necesarias para amoldar mi vida a las situaciones reales?
Preguntas como éstas y como otras, que fácilmente pueden venir a la mente, ayudarán a encontrar las causas
básicas.

Pero es por nuestras retorcidas relaciones con la familia, los amigos y la sociedad, por lo que la mayoría de
nosotros ha sufrido más. Hemos sido especialmente estúpidos y tercos a este respecto. El hecho fundamental en
que fallamos, es en reconocer nuestra falta de capacidad para lograr una asociación genuina con cualquiera.
Nuestra egolatría cava dos pozos profundos: o insistimos en dominar a los que nos rodean o dependemos
demasiado de ellos. Si dependemos de otras gentes tarde o temprano nos fallarán, porque también son humanos y
porque no podrán al cabo satisfacer nuestras continuas exigencias. De esa manera crece nuestra inseguridad, y se
encona. Cuando habitualmente tratamos de manipular a los otros de acuerdo con nuestros deseos voluntariosos, se
rebelan y se resisten enérgicamente. Entonces se nos desarrollan el amor propio lastimado, el sentimiento de
persecución y el de venganza. A medida que redoblamos nuestros esfuerzos para controlarlos y continuamos
fallando, el sufrimiento se agudiza, se hace más constante. Nunca hemos tratado de ser uno de la familia, de ser
amigo entre los amigos, trabajador entre los trabajadores, un miembro útil de la sociedad. Siempre hemos pugnado
por llegar a la cúspide de la montaña, o por escondernos debajo de ella. El comportamiento egocéntrico obstaculizó
cualquier relación de asociación con los que nos rodean. Teníamos muy poca comprensión de lo que es la genuina
confraternidad.

Algunos objetarán las preguntas expuestas porque creen que sus defectos de carácter no han sido tan
notorios, a éstos se les puede sugerir que un examen concienzudo puede demostrarnos con precisión los defectos a
que se refieren las preguntas. Como nuestros antecedentes superficiales no nos han parecido graves,
frecuentemente nos hemos sonrojado al darnos cuenta de que ello se debe sencillamente a que hemos escogido
esos defectos con nuestra propensión a justificar todos nuestros actos. Cualesquiera que hayan sido los defectos al
final nos han conducido a la neurosis y a la desgracia.

Por consiguiente, el inventario debe hacerse concienzudamente. A este respecto, es conveniente anotar
nuestras preguntas y respuestas, hacerlo nos ayudará a pensar con claridad y hacer un avalúo honrado. Será la
primera prueba tangible de nuestra buena voluntad de ir hacia adelante.
QUINTO PASO

Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestras
faltas.

En todos los Doce Pasos de N. A., se nos pide ir en contra de nuestros deseos naturales... en todos nos
desinflan el ego. En lo que respecta a desinflar el ego, pocos pasos son tan difíciles de practicar como el Quinto.
Pero casi ninguno de los otros es tan necesario como éste para lograr la serenidad duradera y la tranquilidad
espiritual.

La experiencia de N.A., nos ha enseñado que no podemos vivir solos con nuestros problemas apremiantes
y con los defectos de carácter que los causan y que los agravan. Si hemos iluminado el curso de nuestras vidas con
el fanal del Cuarto Paso, y hemos visto en relieve esos incidentes que preferimos no recordar, si hemos llegado a
comprender cuánto daño nos ha causado a nosotros mismos y a los demás esa manera de pensar y de actuar
equivocada, entonces necesitamos más urgentemente que nunca dejar de vivir solos con esos fantasmas
torturantes del ayer. Tenemos que hablar de ello con alguien.

Sin embargo nuestro temor y nuestra renuencia a hacerlo son tales, que al principio muchos N.A., tratan de
saltar el Quinto Paso. Buscamos un método más fácil que generalmente consiste en la admisión general y poco

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dolorosa de que éramos muy malos actores y para redondear la admisión, añadimos descripciones dramáticas de
episodios de nuestras crisis emocionales, posiblemente ya conocidos de nuestros amigos.

Pero no decimos nada de lo que realmente nos molesta y produce escozor. Nos decimos que no debemos
compartir ciertos recuerdos humillantes. Estos los debemos guardar en secreto. Nadie debe enterarse de ellos.
Esperamos llevárnoslo a la tumba.

Sin embargo, si se ha de tomar en cuenta la experiencia de N.A., ésta no solamente resulta una actitud
imprudente sino también peligrosa. De las actitudes confusas, es ésta de la que más dificultades nos ha causado
para la práctica del Quinto Paso. Algunos no logran ninguna tranquilidad y otros recaen periódicamente hasta que
pueden orear sus secretos. Aún algunos de los veteranos de N.A., que ya han estado serenos por años, suelen pagar
caro su descuido en este paso. Nos dirán como trataron de llevar la carga solos; cuánto sufrieron con su irritabilidad,
ansiedad, remordimiento y depresión; y cómo, buscando inconscientemente alivio, acusaban a sus mejores amigos
de aquellos mismos defectos de carácter que ellos trataban de ocultar. Siempre llegaban a la conclusión de que no
se consigue ningún alivio confesando las faltas de otros. Todos tuvieron que confesar las propias.

Este sistema de admitir nuestros defectos ante otra persona es desde luego muy antiguo. Se ha hecho
válido en cada siglo, y caracteriza la vida de todas las gentes de fondo espiritual y de las verdaderamente
religiosas. Actualmente la religión no es la única defensora de este principio redentor. Los psicólogos y los
psiquiatras señalan la necesidad imperiosa que tiene todo ser humano de la percepción de su propia personalidad y
del conocimiento de sus fallas, para poder discutirlo con una persona comprensiva y de confianza. En lo que refiere
a neuróticos, N.A., iría más lejos. La mayoría de nosotros estaba de acuerdo con esto, pero sin admitir nuestros
defectos ante otra persona, no podríamos conservarnos tranquilos. Parece claro que la Gracia de Dios no llegará a
nosotros para expulsar nuestras obsesiones destructivas mientras no estemos dispuestos a hacer esa admisión de
nuestros defectos ante otra persona.

¿Que es lo que podemos recibir del Quinto Paso? Por lo pronto, librarnos de esa terrible sensación de
aislamiento que siempre hemos tenido. Casi sin excepción, los neuróticos hemos sido torturados por la soledad. Aún
antes de que nuestra conducta empeorara, y de que la gente nos empezara a rechazar, casi todos nosotros ya
sufríamos con la sensación de que no pertenecíamos a ninguna parte, porque o éramos tímidos y no nos atrevíamos
a acercarnos a los demás, o éramos propensos a ser buenos chicos algo escandalosos ansiosos de compañía y de
que se fijaran en nosotros, sin lograrlo nunca, cuando menos de acuerdo con nuestra manera de pensar. Siempre
estaba ahí la misteriosa valla que no podíamos traspasar ni comprender. Era como si fuéramos actores en un
escenario y de pronto nos diéramos cuenta de que no sabíamos ni una sola línea de nuestro papel. Esta es una de
las razones por las que buscábamos medios de escape que nos permitían actuar improvisadamente. Pero fuimos
abatidos y nos quedamos en un aislamiento aterrador.

Cuando llegamos a N.A., y por primera vez en nuestras vidas estuvimos entre gentes que parecían
comprendernos, la sensación de pertenecer fue muy estimulante. Creímos que el problema de la soledad ya estaba
resuelto. Pero de pronto descubrimos que si bien ya no estábamos solos en el sentido social, aún sentíamos muchos
de los viejos tormentos de la exclusión ansiosa. No sentimos que pertenecíamos a algo hasta que no hablamos con
entera sinceridad de nuestros defectos y oímos a otra persona hacer lo mismo. El Quinto Paso fue la respuesta. Fue
el principio de un parentesco genuino con el hombre y con Dios.

Este paso vital también fue el medio por el cual empezamos a sentir que se nos podía perdonar, sin
importar lo que hubiéramos hecho o pensado. Además, en este paso frecuentemente trabajamos con nuestros
padrinos o nuestros consejeros espirituales y por primera vez nos sentimos verdaderamente capaces de perdonar a
otros, sin importar la profunda convicción que teníamos de que nos habían hecho daño. Nuestro inventario moral
nos había convencido de que era conveniente perdonarlo todo, pero solo fue hasta que abordamos resueltamente el
Quinto Paso cuando supimos que podríamos recibir y otorgar perdón.

Otro bien que podemos esperar como resultado de la admisión de nuestros defectos ante otro ser humano
es la humildad –palabra frecuentemente mal interpretada-. Para los que han hecho progresos en N.A., significa el
reconocimiento manifiesto de qué y quienes somos en realidad, seguido por un esfuerzo sincero de llegar a ser lo
que podríamos. Por consiguiente, nuestro primer movimiento práctico hacia el logro de la humildad deberá consistir
en el reconocimiento de nuestras faltas. Ningún defecto podrá corregirse si no vemos con claridad en qué consiste.
Pero tendremos que hacer algo más que ver. El vistazo objetivo que de nosotros mismos logramos en el Cuarto Paso
fue, después de todo, solamente un vistazo. Todos vimos, por ejemplo, que nos faltaba honradez y tolerancia, que a
veces nos acosaban la lástima por nosotros mismos o los delirios de grandeza. Pero aunque esta experiencia haya
sido humillante no implica necesariamente que hayamos adquirido humildad verdadera. Si bien ya habíamos
reconocido nuestros defectos, todavía estaban allí. Algo tenía que hacerse a este respecto. Y pronto descubrimos
que aunque deseáramos y estuviéramos dispuestos a librarnos de ello, nosotros solos no podríamos eliminarlos.

Las principales ganancias que obtenemos bajo la influencia del Quinto Paso son mayor realismo y, por
consiguiente, más honradez para con nosotros mismos.

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Al hacer el inventario empezamos a sospechar que el habernos estado engañando a nosotros mismos nos
había ocasionado muchas dificultades. Si casi toda la vida nos habíamos estado engañando más o menos, ¿Cómo
podíamos estar seguros de que no lo seguíamos haciendo? ¿Cómo podíamos estar seguros de que habíamos
catalogado verídicamente nuestros defectos y de que los habíamos admitido en realidad, hasta ante nosotros
mismos? Como todavía estábamos obstaculizados por el miedo, la compasión por nosotros mismos y los
resentimientos es probable que no hubiéramos podido evaluarnos con imparcialidad. El sentimiento exagerado de
culpabilidad y de remordimiento, pueden hacernos exagerar y dramatizar nuestras faltas. O la cólera y el orgullo
lastimado, pueden formar una cortina de humo tras la que ocultamos algunos de nuestros defectos mientras
culpamos de ellos a otras personas. Posiblemente también, todavía nos estorbaban muchos obstáculos grandes y
pequeños que no sabíamos que teníamos.

Ahí se nos hizo evidente que no sería suficiente un autoavalúo solitario y la admisión de nuestras faltas
basados en eso únicamente. Necesitaríamos ayuda de fuera –la de Dios y la de otro ser humano-, para con entera
veracidad, averiguar y admitir la verdad acerca de nosotros mismos. Solamente ventilando nuestras vidas sin
retener nada, solamente estando dispuestos a recibir consejos y a aceptar ser dirigidos, podremos ir por el camino
de la debida manera de pensar, de la honradez sólida y de la humildad genuina.

A pesar de todo, muchos de nosotros nos quedábamos atrás. Decíamos: “¿Por qué ese Dios, tal como cada
quien lo concibe, no nos dice dónde está nuestro error? Si en primer lugar el Creador fue quien nos dio la vida, Él
debe saber al detalle nuestras equivocaciones. ¿Por qué no hacemos esas admisiones directamente ante Él? ¿Para
qué necesitamos inmiscuir a otras personas en esto?”.

En esta etapa, las dificultades que se presentan al procurar que nuestro trato con Dios sea el debido, son
obvias. Aunque al principio nos sorprendemos de que Dios sepa todo lo que se relaciona con nosotros, pronto nos
acostumbramos a ello. Quién sabe porque el encontrarnos solos con Dios no nos parece tan embarazoso como
enfrentarnos a otra persona.

Nuestra buena voluntad de ventilar nuestras dificultades no pasa de ser teórica hasta que nos sentamos y
hablamos de lo que tanto tiempo hemos ocultado. Cuando somos honrados con otras personas, se confirma que
hemos sido honrados con nosotros mismos y con Dios.

La segunda dificultad es ésta: nuestro racionalismo y nuestras creencias motivadas por los deseos egoístas
pueden tergiversar aquello que nos llegue si estamos solos. El beneficio que se obtiene al hablar con otra persona
consiste en que podemos recibir directamente de ella comentarios y experiencias con respecto a nuestra situación,
y en que no habrá en nuestras mentes ninguna duda acerca de la naturaleza de esos consejos. En cuestiones
espirituales es peligroso conducirse solo. Cuántas veces hemos oído a gentes bien intencionadas presumir de que
están guiadas por Dios, cuando era obvio que estaban lamentablemente equivocadas. Faltándoles tanta práctica
como humildad, se habían engañado y trataban de justificar las más grandes tonterías basándose en que Dios se las
había comunicado. Vale la pena hacer notar que las personas que tienen un elevado desarrollo espiritual siempre
insisten en consultar y confrontar con amigos o consejeros cuando creen haber recibido la guía de Dios.
Seguramente entonces, el novato debe evitar ponerse en una situación ridícula y tal vez trágica. Aunque los
comentarios o consejos de otros no sean infalibles, es probable que sean más específicos que cualquier guía que
podamos recibir directamente si todavía no tenemos la experiencia necesaria para poder establecer contacto
directo con un Poder Superior a nosotros.

Nuestro próximo problema será dar con la persona a la que haremos nuestras confidencias. Aquí debemos
tener mucho cuidado, recordando que la prudencia es una gran virtud. Tal vez necesitamos compartir con esa
persona hechos acerca de nosotros de los que otros no deben enterarse. Desearemos hablar con alguien que tenga
experiencia y que no solamente se haya conservado sereno, sino que además haya vencido dificultades graves.
Dificultades tal vez análogas a las nuestras. Esta persona tal vez, pero no necesariamente, resulte nuestro padrino.
Si se llega a tener una confianza especial en él y si su temperamento es afín, la selección puede resultar afortunada.
Además, se tendrá la ventaja de que el padrino ya estará enterado del caso del ahijado. Tal vez la relación que
exista con él sea de tal índole que se preferirá revelarle solamente parte de nuestro historial. Si éste es el caso,
debe empezarse aunque sea en esas condiciones porque es muy importante comenzar esta tarea lo más pronto
posible. Puede suceder que escoja a otra persona para la parte más difícil de las revelaciones. Esta persona puede
estar desligada completamente de N.A., por ejemplo, nuestro confesor o nuestro médico. Para algunos de nosotros
una persona completamente extraña puede a veces dar el mejor resultado.

Las verdaderas pruebas de la situación son la buena voluntad para abrirse y la completa confianza en la
persona con la que se compartirá el primer autoexámen preciso. Aún después de encontrar a la persona,
frecuentemente se necesita de mucha resolución para abordarla. Nadie debe decir que en el programa de N.A., no
se requiere fuerza de voluntad; ésta es una parte de él en la que puede necesitarse toda la que se tenga.
Felizmente, lo más probable es que nos espere una agradable sorpresa. Después de explicarle cuidadosamente a la
persona que se ha escogido lo que se solicita de ella, y de que ésta se dé cuenta de la ayuda que puede prestar, la
conversación será fácil y pronto animada. Siempre que el interesado no retenga nada sentirá un gran alivio. Las
emociones que han estado constreñidas por años se liberan y se desvanecen al ser expuestas, a medida que cede

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el dolor, lo reemplaza una tranquilidad reparadora. Y cuando se combinan así la humildad y la serenidad, algo
grande está a punto de ocurrir. Más de un N.A., que ha sido agnóstico o ateo, nos ha dicho que fue en esta etapa del
Quinto Paso cuando por primera vez sintió la presencia de Dios. Y hasta ésos que ya tenían fe, frecuentemente
estuvieron conscientes de la presencia de Dios como antes nunca lo habían estado.

Este sentimiento de ser uno con Dios y con el hombre, esta salida del sistema del aislamiento a través del
honrado comportamiento de nuestra terrible carga de culpabilidad, nos conduce a un estado de tranquilidad en el
que podemos prepararnos para los siguientes pasos a la serenidad plena y significativa.
SEXTO PASO

Estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase todos estos defectos de carácter.

“Este es un paso que separa a los hombres de los muchachos...”. Así piensa un clérigo. Dice que la persona
que tiene la suficiente buena voluntad y honradez para aplicar una y otra vez el Sexto Paso a sus defectos “sin
reservas de ninguna especie”, ha avanzado mucho espiritualmente, y por consiguiente merece que se diga de él
que es una persona que está tratando sinceramente de crecer a la imagen de propio Creador.

Desde luego la frecuentemente discutida pregunta de si Dios puede eliminar defectos de carácter –y si lo
hará bajo ciertas condiciones-, tendrá una respuesta afirmativa de parte de casi cualquier miembro de N.A. Para él
esta proposición no es una teoría; para él será tal vez el hecho más importante de su vida.

Generalmente se referirá a ello así: “Seguramente que estaba vencido, absolutamente derrotado. Mi fuerza
de voluntad no me servía en nada para controlar mis emociones. Cambios de ambientes, los mejores esfuerzos de
mi familia y mis amigos, de médicos y clérigos, resultaron inútiles contra mi neurosis. Sencillamente no podía
controlarme y nadie podría lograr que lo hiciera. Pero cuando estuve dispuesto a ventilarme y le pedí a un Poder
Superior, Dios tal como lo concebí, que me liberara de mis defectos, mi neurosis desapareció. Me la arrancaron”.

Esta clase de testimonios se oye a diario en reuniones de N.A., en todo el mundo. Cualquiera puede ver
claramente que cada miembro de N.A., ha sido liberado. Así es que de una manera cabal y literal todos los
miembros de N.A., estuvieron dispuestos a dejar que Dios eliminase de sus vidas la neurosis. Y Dios procedió a
hacer exactamente eso.

Una vez que se nos ha liberado de una manera perfecta de nuestro principal medio de escape (drogas,
píldoras, alcohol, etc.), ¿Por qué no podemos lograr por el mismo medio, una liberación perfecta de cada uno de
nuestros problemas y defectos? Este es un acertijo de nuestra existencia cuya respuesta solamente puede estar en
la mente de Dios. A pesar de todo podremos darnos cuenta de parte de la respuesta cuando menos.

Cuando los hombres y mujeres se dejan llevar por sus emociones a tal grado que destruyen sus vidas,
están cometiendo un acto antinatural. Desafiando a su instinto de conservación parecen que están empeñados en
destruirse. Van contra su instinto más hondo. Al ser humillados por la terrible paliza que les propinan las emociones
descontroladas, la Gracia de Dios puede llegar a ellos y liberarlos. Aquí, su instinto poderoso de vivir puede
colaborar de lleno con el deseo de su Creador de darles una vida nueva. Porque tanto la naturaleza como Dios
aborrecen el suicidio.

Pero la mayoría de las otras dificultades que tenemos no entran en esta categoría para nada. Toda persona
normal quiere, por ejemplo, comer, y reproducirse, ser alguien en la sociedad de sus semejantes. Y desea estar
razonablemente a salvo y seguro mientras trata de conseguir sus fines. Ciertamente Dios lo hizo así. No lo concibió
para que se destruyera. Y sí lo dotó de instintos que lo ayudaran a sobrevivir.

No se evidencia en ninguna parte que nuestro Creador espere que eliminemos totalmente nuestros
impulsos instintivos. Hasta donde sabemos, no hay constancia de que Dios haya removido de algún ser humano
todos sus impulsos naturales.

Como la mayoría de nosotros nace con abundancia de deseos naturales, no es raro que frecuentemente
dejemos que éstos excedan su propósito. Cuando nos llevan a ciegas, exigimos voluntariamente de ellos que nos
proporcionen más satisfacciones de lo que es posible o de lo que es debido, es el momento en el que nos apartamos
del grado de perfección que Dios desea para nosotros en la tierra. Esta es la medida de nuestros defectos de
carácter o, si se quiere, pecados.

Si se lo pedimos Dios seguramente nos perdonará negligencias. Pero en ningún caso nos dejará blancos
como la nieve si no aportamos nuestra colaboración. Eso es algo que se supone que nosotros estamos dispuestos a
esforzarnos por lograr. Él solamente pide que tratemos, lo mejor que podamos, de avanzar en la formación de
nuestro carácter.

Así es que en el Sexto Paso “estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase nuestros defectos de
carácter” es la forma en que N.A., expresa lo que es la mejor actitud que puede asumirse para empezar esta tarea

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de toda la vida. Esto no quiere decir que se espere que todos nuestros defectos de carácter serán eliminados como
lo fue nuestro principal medio de escape. Puede que algunos sí, pero tendremos que contentarnos con mejorar
pacientemente en lo que respecta a la mayoría de los demás. Las palabras clave “enteramente dispuestos”
subrayan el hecho de que aspiramos a lo mejor en lo que conozcamos o podamos conocer.

¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a este grado? En un sentido absoluto, nadie. Lo mejor que
podemos hacer, con toda la honradez que podamos aportar, es tratar de estarlo. Aún entonces los mejores de
nosotros descubrimos con tristeza que siempre hay un momento crítico en el que nos detenemos y decimos: “No
esto todavía no lo puedo dejar”. Y pisamos frecuentemente terreno aún más peligroso cuando gritamos: “Esto no lo
dejaré nunca”. Tal es la fuerza que tienen nuestros instintos para propasarse. A pesar del progreso logrado habrá
deseos que se opongan a la gracia de Dios.

Algunos de los que creen haberlo hecho bien tal vez refuten esto, así es que vamos a ir más allá. Casi
cualquier persona siente el deseo de poder liberarse de sus impedimentos más notorios y destructivos. Nadie quiere
ser tan orgulloso que se tilde de jactancioso, ni tan ambicioso que se le llame ladrón. Nadie quiere encolerizarse al
grado de matar, o ser lujurioso hasta llegar al rapto, ni tan glotón que arruine su salud. Nadie quiere sentir el
malestar crónico que produce la envidia o quedarse paralizado por la pereza. Desde luego que la mayoría de los
seres humanos no sufre de estos defectos en ese grado exagerado.

Los que hemos evadido llegar a estos extremos estamos propensos a felicitarnos de ello. Sin embargo,
¿podemos hacerlo?, después de todo ¿No ha sido el egoísmo, puro y simple, lo que nos ha permitido evadir los
extremos? No hay gran esfuerzo espiritual de por medio en tratar de evadir excesos por lo que se nos castigaría de
todas maneras. ¿pero dónde estamos cuando se trata de los menos violentos de esta misma clase de defectos?.

Lo que debemos reconocer ahora es que nos regocijamos de algunos de nuestros defectos. En realidad los
queremos. Por ejemplo, ¿a quién no le gusta sentirse un poco superior y aún muy superior, de los que lo rodean?
¿No es cierto que dejamos que la codicia se ponga la máscara de la ambición? Pensar en que nos agrade la lujuria
parece algo imposible. Sin embargo, cuántos hombres y mujeres hay que hablan de amor y creen lo que dicen, para
poder ocultar la lujuria en un rincón oscuro de sus mentes. Y aún manteniéndose dentro de los límites
convencionales, muchas gentes tendrán que admitir que sus excursiones sexuales imaginarias están a veces
disfrazadas de sueños románticos.

Podemos hasta gozar con un estado colérico que creemos justificado. De una manera perversa puede
causarnos satisfacción el hecho de que muchas gentes nos resulten molestas porque esto nos da un sentido de
superioridad. Una forma amable de asesinar personalidades, es la murmuración espoleada por la ira, también tiene
sus satisfacciones. En este caso no estamos tratando de ayudar a los que criticamos; estamos tratando de pregonar
nuestra hipocresía.

Cuando la glotonería no llega a un grado ruinoso, usamos un término más moderado para calificarla:
confort. Vivimos en un mundo contagiado de envidia. Esta afecta a todos en mayor o menor grado. Es de suponerse
que de este defecto derivamos una satisfacción torcida. De otra manera, ¿por qué perdemos tanto tiempo deseando
lo que no tenemos, en vez de emplear ese tiempo en tratar de obtenerlo, o buscando torpemente atributos que
nunca tendremos en vez de adaptarnos a los hechos y aceptarlos? Y cuántas veces trabajamos arduamente para
conseguir esa seguridad y haraganería, a lo que llamamos “retirarnos de la vida activa”. Consideremos también el
talento que tenemos para demorar lo que tenemos que hacer y que en realidad es pereza. Casi cualquiera puede
hacer una larga lista de estos defectos y pocos de nosotros pensaríamos seriamente en renunciar a ellos, cuando
menos hasta que no empezaran a hacernos muy desgraciados.

Desde luego que algunos llegan a la conclusión de que ya están preparados para que los libren de sus
defectos. Pero aún estas personas, si hacen una relación de los menos graves de sus defectos, se verán obligados a
admitir que prefieren quedarse con algunos de ellos. Por consiguiente, parece claro que pocos de nosotros podemos
llegar rápida o fácilmente a estar preparados para aspirar a una perfección moral o espiritual; queremos transar
solamente con el grado de perfección indispensable para irla pasando. Así es que la diferencia entre muchachos y
hombres, es la diferencia entre luchar por obtener un objetivo limitado de nuestro ego y luchar por obtener el
objetivo que es Dios.

Muchos preguntaremos en el acto: “¿Cómo aceptar todo lo que implica el Sexto Paso? Eso sería la
perfección”. Esta parece una pregunta difícil, pero en realidad no lo es. Solamente se puede practicar a la
perfección el Primer Paso, en el que hicimos una admisión absoluta de que éramos impotentes para luchar contra
nuestras emociones descontroladas. Los siguientes once pasos exponen ideales perfectos. Son metas a las que
aspiramos e instrumentos que sirven para medir nuestro progreso. Visto desde este punto, el Sexto Paso todavía
resulta difícil, pero de ninguna manera imposible. Lo que urge es empezar y seguir perseverando.

Si en la aplicación de este paso no conseguimos alguna ventaja substancial en la solución de problemas no


relacionados con nuestra forma de escapar, necesitaremos empezar de nuevo con la mente más alerta.

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Necesitaremos mirar hacia la perfección y estar preparados a marchar en esa dirección. Poco importa que a veces
tropecemos. Lo que importa es estar listos.

Mirando otra vez aquellos defectos de los que todavía no queremos desprendernos, debemos desvanecer
los límites rígidos que nos hemos marcado. En algunos casos tal vez aún tenemos que decir: “Esto no lo puedo dejar
todavía...”, pero nunca debemos decirnos: “¡Esto no lo dejaré jamás!” .

Vamos a cerrar lo que parece ser un final peligrosamente entre abierto. Se sugiere que necesitamos estar
completamente dispuestos a aspirar a la perfección. Sin embargo, hacemos notar que cierto grado de demora es
perdonable. El neurótico que buscara la explicación razonada de la palabra demora, fácilmente la interpretaría
como plazo largo. Podría decir: “Esto es muy fácil. Seguramente que me encaminaré hacia la perfección pero no
tengo por qué apresurarme. Tal vez puedo posponer el tener que enfrentarme a algunos de mis problemas”. Desde
luego esto no da resultados satisfactorios. Esta manera de engañarse a sí mismo no conduce a ninguna parte. Por lo
menos, tendremos que batallar contra nuestros peores defectos de carácter y tomar medidas activas para
extirparlos lo más pronto que nos sea posible.

En el momento en que decimos “no, nunca” nuestras mentes se cierran a la Gracia de Dios. La demora es
peligrosa y la rebeldía puede ser fatal. En este punto abandonamos los objetivos limitados y nos encaminamos a lo
que es la Voluntad de Dios para con nosotros.
SÉPTIMO PASO

Humildemente le pedimos a Dios que nos librase de nuestros defectos.

Como este paso se ocupa de la humildad específicamente, debemos detenernos aquí para considerar lo
que es la humildad y lo que practicarla puede significar para nosotros.

El logro de un mayor grado de humildad es ciertamente la base fundamental de cada uno de los Doce
Pasos de N.A., porque sin cierto grado de humildad ningún neurótico anónimo podrá conservarse equilibrado. Casi
todos los N.A., se han dado cuenta también de que a menos que desarrollen esta preciada cualidad más allá de lo
que es indispensable para estar serenos, todavía no tendrán la oportunidad de llegar a ser verdaderamente felices.
Sin ella su vida no tiene un fin útil o en la adversidad no podrán invocar la fe que es necesaria para afrontar ciertas
emergencias.

La humildad como palabra y como ideal sufre muchos contratiempos en nuestro mundo. No solamente no
se comprende la idea; la palabra misma no es del agrado de muchos. La mayoría de las gentes no tienen ni siquiera
un conocimiento superficial de lo que la humildad significa en la manera de vivir. En muchas de las conversaciones
que escuchamos a diario y en mucho de lo que leemos resalta el orgullo que siente el hombre por sus hazañas.

Con su gran inteligencia, los científicos le han estado arrancando sus secretos a la naturaleza. Los
inmensos recursos que en la actualidad están siendo domados prometen tal cantidad de beneficios materiales, que
muchos han llegado a creer que tenemos por delante un milenio forjado por el hombre. Desaparecerá la miseria y
habrá tal abundancia que todos tendrán seguridad y todas las satisfacciones que ambicionen. La teoría parece
basarse en que una vez satisfecho los instintos primitivos de todos los seres humanos, no habrá motivo para
pelearse. El mundo será feliz entonces y libre para concentrarse en el engrandecimiento de la cultura y el cultivo de
la personalidad. Los hombres habrán labrado su destino bastándose con su inteligencia y sus fuerzas.

Seguramente que ningún neurótico, y menos aún uno que sea miembro de N.A., menosprecia los logros de
orden material. No discutimos con muchos que todavía se aferran a la creencia de que la satisfacción de nuestros
deseos naturales es el objetivo principal de la vida. Pero estamos seguros de que no hay en el mundo ninguna
persona que haya tenido resultados tan desastrosos en la aplicación de esa fórmula como nosotros los neuróticos.
Durante muchos años hemos estado exigiendo más de lo que nos corresponde de seguridad, prestigio, y aventura.
Cuando parecía que estábamos teniendo éxito soñábamos con grandezas. Cuando nos desengañábamos, aunque
fuera parcialmente, buscábamos un escape para olvidar. ¡Nunca nos saciábamos!.

Lo que malograba todos nuestros esfuerzos, aún los bien intencionados, era la falta de humildad. Nos había
hecho falta la perspectiva necesaria para ver que la formación de la personalidad y los valores espirituales están en
primer término y que las satisfacciones de orden material no son un objetivo primordial de la vida. Muy
característicamente, nos habíamos desviado completamente al confundir los medios con los fines. En vez de
considerar la satisfacción de nuestros deseos materiales como medios para existir y funcionar como seres humanos,
habíamos considerado estas satisfacciones como un objetivo final en la vida.

Ciertamente, muchos pensábamos que cierta forma de conducta era obviamente necesaria para conseguir
la satisfacción de nuestros deseos. Con un despliegue adecuado de honradez y moralidad, nos sería fácil conseguir
lo que deseábamos en realidad. Pero cuando teníamos que escoger entre nuestro carácter y nuestra comodidad,
hacíamos a un lado lo concerniente al desarrollo de nuestro carácter y nos embarcábamos en la búsqueda de lo que
creímos era la felicidad. Pocas veces le dimos importancia al hecho en sí, de mejorar nuestro carácter sin

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importarnos que nuestras necesidades instintivas fueran satisfechas o no. Nunca procuramos que la base de
nuestras vidas cotidianas fueran la honradez, la tolerancia, y el amor genuino a nuestros semejantes y a Dios.

Esta falta de arraigo a cualquiera de los valores permanentes, esta ceguera que nos impedía ver la
verdadera finalidad de nuestras vidas, producían otro mal resultado. Porque mientras estuviéramos convencidos de
que podíamos vivir exclusivamente a base de nuestra inteligencia y de nuestras fuerzas individuales, sería
imposible tener una fe operante en un Poder Superior. Esto era cierto hasta cuando creímos en la existencia de
Dios. En realidad podíamos tener creencias religiosas fervorosas, pero resultaban estériles porque todavía la
estábamos haciendo de Dios. Mientras poníamos en primer lugar la confianza en nosotros mismos, no era posible
tener confianza genuina en un Poder Superior. Faltaba uno de los ingredientes básicos de la humildad: el deseo de
hacer la Voluntad de Dios.

Para nosotros fue increíblemente doloroso el proceso de ganar una perspectiva nueva. Solamente a costa
de repetidas humillaciones, nos vimos forzados a aprender algo acerca de la humildad. No fue sino hasta el final de
un sendero largo, lleno de derrotas y humillaciones, y después del aniquilamiento de nuestra autosuficiencia cuando
empezamos a sentir la humildad como realmente es y no como un estado de humillación servil. A cada miembro de
N.A., se le dice, y pronto se da cuenta por sí mismo, que ésta admisión humilde de impotencia ante nuestras
emociones es el primer paso hacia la liberación de ese yugo paralizador.

Así por necesidad es como nos enfrentamos a la humildad por primera vez. Pero esto es apenas el
principio. Para alejarnos por completo de nuestra aversión a la idea de ser humildes, para poder considerar a la
humildad como algo deseable en sí, la mayoría de nosotros necesitará mucho tiempo. No puede cambiarse de
repente el rumbo de toda una vida que ha girado siempre alrededor de uno mismo. Al principio la rebeldía
obstaculiza todos nuestros pasos.

Cuando al fin hemos admitido sin reservas nuestra impotencia frente a nuestras emociones, tal vez
suspiremos con alivio y exclamemos “Gracias a Dios que ya pasó todo, ya no tendré que volver a pasar por lo
mismo”. Entonces nos enteramos, a veces con cierta alarma, de que esto es solamente el principio del camino que
estamos corriendo.

Todavía espoleados por la necesidad abordamos renuentemente aquellos defectos graves de carácter que
nos convirtieron en “neuróticos problema”, los que habrá que atacar para evitar regresar a la situación anterior.
Queremos librarnos de algunos de estos defectos, pero en algunos casos parecerá una tarea insuperable ante la
que retrocedemos. Nos aferramos con una insistencia apasionada a otros defectos que perturban nuestro equilibrio
porque todavía gozamos con ellos. ¿Cómo podremos hacer acopio de la resolución necesaria para librarnos de esos
deseos y compulsiones tan abrumadoras?

Otra vez somos impulsados por la conclusión ineludible, a la que hemos llegado por la experiencia de N.A.,
de que tenemos que esforzarnos con buena voluntad o caeremos en el camino por donde vamos. En esta etapa de
nuestro progreso estamos fuertemente presionados y restringidos en nuestros esfuerzos para obrar como es
debido. Estamos obligados a escoger entre el dolor que produce tratar de hacerlo y el castigo que resulta si no lo
hacemos. Estos pasos iniciales los damos a regañadientes, pero los damos. Tal vez todavía no tengamos una
opinión halagadora de lo que la humildad significa como una virtud personal deseable, pero reconocemos que es
una ayuda necesaria para nuestra supervivencia.

Cuando hemos mirado de frente algunos de nuestros defectos y los hemos discutido con otra persona y
cuando hemos estado dispuestos a que nos librasen de ellos, nuestra manera de pensar sobre la humildad empieza
a tener un significado más amplio. Lo más probable es que para entonces ya hayamos logrado librarnos en cierto
grado de los más devastadores de nuestros obstáculos. Ya gozamos de momentos en los que hay algo que se
parece a la tranquilidad del espíritu. Esta recién descubierta tranquilidad es un regalo inapreciable para nosotros
que hasta entonces solamente habíamos sabido de agitación, depresión y ansiedad. Se ha ganado algo más. En
tanto que antes se había menospreciado la humildad, ahora se le empieza a considerar como un ingrediente muy
importante para poder disfrutar de la serenidad.

Esta percepción más desarrollada de la humildad pone en marcha otro cambio revolucionario de nuestro
punto de vista. Empezamos a abrir los ojos a los valores inmensos que ahora podemos percibir porque el ego se ha
desinflado. Hasta ahora, nuestras vidas estaban dedicadas en gran parte a huir del dolor y de los problemas.
Huimos de ellos como de la peste. Nunca quisimos tener nada que ver con el sufrimiento. La fuga, por cualquier
conducto, era nuestra solución. El desarrollo del carácter a través del sufrimiento podría estar bien para los santos,
pero a nosotros no nos atraía la idea.

Entonces en N.A., miramos a nuestro alrededor y escuchamos. Por todas partes vimos fracasos y
desgracias transformadas por la humildad en bienes inestimables. Escuchamos narraciones de cómo la humildad
había sacado fuerzas de la debilidad. En cada caso el comienzo de una vida nueva había sido pagado con dolor.
Pero a cambio de ese pago se había recibido más de lo que se esperaba. Adquirimos una dosis de humildad y pronto

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descubrimos que además curaba el dolor. Empezamos a temerle menos al dolor y a desear tener humildad más que
nunca.

Durante el proceso de aprender más acerca de la humildad, el resultado más significativo que obtuvimos
fue el cambio de nuestra actitud hacia Dios. Y esto fue así para los creyentes y para los que no lo eran. Empezamos
a superar la idea que teníamos de que el Poder Superior era algo remoto a lo que solamente se acude en casos de
emergencia. Se empezó a desvanecer la idea de que podíamos seguir viviendo “nuestras propias vidas” ayudados
por Dios de vez en cuando. Muchos de nosotros que habíamos creído que éramos devotos, despertamos a la
realidad de nuestra situación limitada en ese sentido. Nos habíamos privado de la ayuda de Dios al negarnos a
ponerlo en primer lugar. Entonces, las palabras “Yo solo, no soy nada, el Padre dispone” empezaron a tener
significado y hacernos entrever promesas brillantes.

Nos dimos cuenta de que no era necesario estar siempre apaleados y abatidos por la humildad. Podríamos
alcanzarla tanto con nuestra buena voluntad de seguirla, como con el sufrimiento que no espera recompensa. Fue
un momento decisivo en nuestras vidas aquel en que empezamos a procurar humildad, no como algo que teníamos
que tener, sino como algo que realmente deseábamos tener. En ese momento empezamos a darnos cuenta de todo
lo que el Séptimo Paso encierra: “humildemente le pedimos a Dios que nos librase de nuestros defectos”.

Al acercarnos a lo que en realidad es dar el Séptimo Paso, estaría bien que, los que somos N.A.,
averiguáramos cuáles son exactamente nuestros objetivos más hondos. Cada uno de nosotros quisiera vivir en paz
consigo mismo y con los demás. Quisiéramos estar seguros de que la Gracia de Dios puede hacer con nosotros lo
que no podemos hacer solos. Hemos visto que los defectos basados en deseos indignos o miopes son los obstáculos
que estorban nuestro camino a esos objetivos. Ahora vemos claramente que hemos tenido exigencias irrazonables
para con nosotros, para los demás y para Dios.

El principal causante de los defectos ha sido ese miedo que está en nosotros - miedo principalmente de
perder algo que ya teníamos o de no obtener algo que exigíamos-. Viviendo con base en exigencias no satisfechas,
estábamos en un continuo estado de perturbación y frustración. Por consiguiente era indispensable, si queríamos
disfrutar algún grado de tranquilidad, reducir nuestras exigencias. Cualquiera sabe la diferencia que hay entre una
exigencia y una petición. Es el Séptimo Paso donde al cambiar nuestra actitud podemos, con la humildad como guía,
salir de nosotros para ir a los demás y a Dios.

A través de todo el Séptimo Paso se hace hincapié en la humildad. En realidad se nos dice que debemos
estar dispuestos a tratar de librarnos de nuestros defectos a través de la humildad, en la misma forma en que
admitimos que éramos impotentes con las emociones y que llegamos al convencimiento de que sólo un Poder
Superior podría devolvernos el buen juicio. Si ese grado de humildad nos ha podido ayudar a encontrar la gracia por
la que haya sido posible desterrar las emociones negativas, entonces debe haber esperanzas de obtener el mismo
resultado en lo que respecta a cualquier otro problema que pudiéramos tener.
OCTAVO PASO

Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a
reparar el daño que les causamos.

Los pasos octavo y noveno tratan de las relaciones personales. Primero, miramos hacia atrás y tratamos de
descubrir en que nos hemos equivocado; a continuación hacemos un esfuerzo firme encaminado a reparar los daños
que hemos causado, consideramos como establecer la mejor clase posible de relaciones con todos los seres
humanos a quienes conozcamos.

Esta es una tarea muy grande. Es una tarea que podemos desempeñar con mayor habilidad cada día, pero
que nunca tiene fin. Aprender a vivir con los demás, como quiera que sean, fraternalmente en paz, es una
experiencia conmovedora y fascinante. Todo miembro de N.A., ha descubierto que se adelanta poco en el logro de
una manera nueva de vivir si no se retrocede y examina cuidadosamente sin hacer una omisión, los daños
ocasionados a otras personas. Al hacerse el inventario moral se ha hecho esto hasta cierto grado, pero ahora es el
momento de redoblar los esfuerzos para poder darse cuenta de a quienes se ha lastimado y en que forma se ha
hecho. El volver a abrir heridas, unas antiguas, unas tal vez ya olvidadas y algunas infectadas y dolorosas, parecerá
al principio una cirugía inútil. Pero si se comienza a hacerlo con buena voluntad, enseguida se verá su utilidad al
darse cuenta de que el dolor va desapareciendo a medida que los obstáculos van siendo eliminados. Sin embargo
estos obstáculos son muy reales. El primero, y uno de los más difíciles, está relacionado con el perdón. En los
momentos en que cavilamos sobre alguna relación torcida con otra persona, nuestras emociones se ponen a la
defensiva. Para evitar contemplar el daño que esa persona nos ha ocasionado. Esta manera de reaccionar se
acentúa naturalmente cuando esa persona efectivamente se ha portado mal con nosotros. Triunfantes, nos asimos
a su mal comportamiento, utilizándolo como pretexto perfecto para tratar de justificar o de pasar por alto nuestra
conducta.

Aquí mismo necesitamos parar en seco. Resulta un contrasentido que una persona que está llena de
defectos censure a los otros. Recordemos que son muchos los atormentados por emociones enfermizas. Más aún

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generalmente es un hecho que nuestro comportamiento durante las crisis emocionales ha exasperado los defectos
de otros. En repetidas ocasiones hemos colmado la paciencia de nuestros mejores amigos y hemos hecho que salga
a relucir lo peor que tienen aquellos que no nos tienen en muy buen concepto. En muchos casos tratamos con otros
a los que les hemos empeorado sus sufrimientos. Si estamos a punto de pedir perdón para nosotros, ¿por qué no
empezamos perdonando a cada uno y a todos los demás?.

Cuando hacemos una relación de aquellas personas a las que les hemos hecho algún daño, la mayoría de
nosotros tropieza con otro obstáculo serio. Sentimos una fuerte sacudida al darnos cuenta de que estamos
preparándonos a admitir nuestra miserable conducta frente aquellas personas a quienes habíamos herido. Había
sido bastante penoso hacer esa admisión ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, pero la
perspectiva de entrevistarnos con esas personas y aún la de escribirles nos apabullaba, especialmente cuando
recordábamos el mal concepto en que nos tenían. Había también casos de personas a las que habíamos dañado sin
que ellas se dieran cuenta afortunadamente. ¿Por qué no olvidar el pasado? ¿Para qué teníamos que ocuparnos de
esas gentes? Estas eran algunas de las formas en que el miedo conspiraba con el orgullo para detenernos en
nuestro propósito de hacer la relación de todas las personas a quienes habíamos dañado.

Algunos de nosotros tropezamos con un obstáculo muy distinto. Nos aferramos a la pretensión de que no le
hacíamos daño a nadie más que a nosotros mismos. Nuestras familias no sufrían porque siempre cubríamos sus
gastos. Nuestros socios en los negocios no sufrían porque siempre cumplíamos con nuestras obligaciones. Nuestras
reputaciones no habían sufrido menoscabo porque estábamos seguros de que muy pocas personas sabían que
éramos neuróticos. Los que estaban enterados nos decían que una crisis emocional de vez en cuando solo era una
pequeña falla en un hombre bueno. Por consiguiente ¿qué de malo habíamos hecho? Nada que no pudiera repararse
con disculpas sencillas.

Aunque en algunos casos nos es absolutamente imposible hacer reparaciones y en otros la acción debe
diferirse, debemos de todas maneras hacer un examen preciso y concreto de nuestro pasado en lo que respecta a la
forma en que hemos afectado a otros. En muchos casos encontraremos que aunque el mal causado a otros no ha
sido grave, el daño emocional que hemos causado a nosotros mismos sí lo ha sido. Hay conflictos emocionales muy
profundos, algunas veces completamente olvidados, que persisten por debajo del nivel de lo consciente, cuando
esto sucede, pueden en realidad haber deformado nuestras personalidades en una forma tan violenta, que desde
entonces han opacado nuestras verdaderas personalidades y han alterado en el peor sentido nuestras vidas.

Mientras que reparar los daños que les hemos causado a otros es primordial, es igualmente necesario que
extraigamos del examen de nuestras relaciones personales toda la información que podamos obtener acerca de
nosotros mismos y de nuestras dificultades. Ya que las relaciones irregulares con otros seres humanos han sido casi
siempre la causa inmediata de nuestras desdichas, ningún otro campo de acción podría como este, darnos
recompensas tan valiosas. Si reflexionamos con serenidad sobre nuestras relaciones personales, nuestro
discernimiento será más agudo. Podemos ir más allá de aquello que en nosotros estaba superficialmente mal, para
darnos cuenta de nuestras fallas básicas, que algunas veces eran responsables de todas nuestras formas de vida.
Ya hemos descubierto que se obtienen resultados muy satisfactorios cuando se hacen las cosas cabalmente.

Tal vez nos preguntemos ¿qué significa “haberle causado daño” a otras personas? ¿Cómo es el “daño” que
unos causan a otros? Para definir en una forma práctica la palabra “dañar” podemos decir que es el resultado de
instintos que chocan y que causan a alguien perjuicios de orden físico, mental, emocional o espiritual. Si nuestro
mal genio es persistente, provocamos la cólera en otros. Si mentimos o engañamos, despojamos a otros no
solamente de sus bienes terrenales, sino de su seguridad emocional y de su tranquilidad mental. En realidad los
estamos invitando a ser despectivos y vengativos.

Si nuestra conducta sexual es egoísta, podemos provocar celos, desgracias y el deseo de venganza. Esa
conducta torpe no es la única causa de los daños que hemos provocado. Examinemos algunos de los menos graves,
pero que a veces pueden perjudicar tanto como los otros. Supongamos que en nuestras vidas hogareñas somos
mezquinos irresponsables, indiferentes o fríos. Supongamos que somos irritables, criticones, impacientes y
malhumorados. Supongamos que colmamos de atenciones a uno de nuestra familia e ignoramos a los demás. ¿Qué
pasa cuando intentamos dominar a toda la familia, ya sea con la mano de hierro o tratando de que cada uno de sus
actos se apegue minuciosamente a las órdenes que les estamos dando constantemente? ¿Qué pasa cuando
exageramos nuestra depresión, creyéndonos muy dignos de compasión y hacemos víctimas de nuestra condición a
los demás? Esa serie de daños que les causamos a otras personas, daños que hacen que la vida cotidiana con
nosotros los neuróticos, cuando estamos en crisis emocional resulte difícil y a veces insoportable, pueden ser
numerosos. Cuando llevamos esas características de nuestra personalidad a la tienda, la oficina y a las reuniones,
puede causar tanto daño como el que hemos ocasionado en nuestros hogares.

Después de examinar cuidadosamente todo ese sector de las relaciones humanas y detectar exactamente
cuáles características de nuestra personalidad son las que han lastimado o molestado a otros, podemos empezar
ahora a buscar en nuestra memoria a las personas que hemos ofendido. No será difícil encontrar entre las personas
que están dentro de nosotros, aquellas a las que más daño hemos causado. Entonces, a medida que miramos
retrospectivamente los años pasados hasta donde nos alcanza la memoria, podremos hacer una relación larga de

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personas a las que en mayor o menor grado hemos dañado. Debemos desde luego estudiar y pensar
cuidadosamente cada caso. Debemos limitarnos a admitir lo que hemos hecho nosotros, a la vez que perdonamos
los daños reales o imaginarios que nos han causado. Debemos evitar llegar a los extremos al juzgarnos a nosotros
mismos y al juzgar a los demás. No debemos exagerar nuestros defectos ni los de los demás. Nuestra mente será
un punto de vista sereno y objetivo.

Si tenemos vacilaciones nos dará ánimo recordar lo que para nosotros ha significado la experiencia de N.A.,
en este paso. Es el principio del fin del aislamiento de nuestros semejantes y de Dios.
NOVENO PASO

Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño que les habíamos causado, salvo en
aquellos casos en los que el hacerlo perjudicaría a ellos mismos o a otros.

Discernimiento, habilidad para escoger el momento oportuno y cautela. Estas son cualidades que
necesitamos cuando demos el Noveno Paso.

Después de hacer la relación de las personas a las que hemos hecho daño, de haber reflexionado
cuidadosamente sobre cada caso y de haber tratado de asumir la actitud debida para proceder, nos daremos cuenta
de que la relación directa de nuestras faltas divide a las personas que tenemos que abordar en varias clases. Habrá
esas a quienes debemos abordar tan pronto como tengamos una confianza razonable en que podemos
recuperarnos. Habrá aquellas a quienes podremos reparar parcialmente los daños que les causamos, si la
revelación completa de nuestras faltas ha de ocasionarles más mal que bien. Habrá otros casos en que debemos
diferir la acción y aún otros en los que, por la misma naturaleza de la situación no lo podremos hacer nunca.

La mayoría de nosotros empieza a hacer cierta clase de reparaciones directas desde que ingresa a N.A. En
el momento en el que les decimos a nuestros familiares que realmente vamos a tratar de seguir el programa, el
proceso ha comenzado. En este terreno casi no intervienen ni la habilidad para escoger el momento oportuno, ni la
cautela.

Ansiamos pregonar la buena noticia. Al regresar de nuestra primera reunión, o tal vez después de leer el
folleto “Neuróticos Anónimos” sentimos el deseo de decirle a alguno de nuestra familia, que ahora nos damos
cuenta de los daños que hemos ocasionado por nuestra manera de comportarnos. Casi siempre queremos ir más
lejos y admitir que tenemos otros defectos que han hecho difícil el vivir con nosotros. Este será un momento muy
distinto a aquellos en que estando crudos por una parranda emocional, alternábamos entre sentir asco de nosotros
mismos y echarle la culpa de nuestro estado a nuestra familia y a todos los demás. La primera vez que admitimos
nuestros errores es suficiente hacerlo en una forma general. En esta etapa puede ser imprudente ponerse a
desmenuzar ciertos episodios angustiosos. Aunque estamos dispuestos a revelar lo peor, debemos recordar que no
podemos obtener nuestra tranquilidad mental si lo hacemos a costa de otros.

Más o menos en la misma forma podemos abordar nuestra situación en el trabajo. Pronto pensaremos en
algunos que están bien enterados de nuestra manera de ser y que han sido los más afectados por ella. En estos
casos necesitamos ser un poco más discretos que con la familia. Tal vez pase algún tiempo antes de sentir el deseo
de hablar de esto. Primero queremos estar razonablemente seguros de que N.A., nos está alumbrando el camino.
Entonces estamos listos para acercarnos a esas gentes a decirles qué es N.A., y qué es lo que estamos tratando de
hacer. En esas circunstancias, podemos admitir sin reservas el daño que hemos causado y podemos pedir disculpas.
Podemos pagar u ofrecer pagar todas nuestras deudas de carácter económico o de cualquier otra naturaleza. A
menudo nos sorprenderá la generosa acogida que se le da a nuestra serena honradez. Hasta los más severos y los
más justamente ofendidos de nuestros censores nos harán concesiones al primer intento que hagamos.

Este ambiente de aprobación y de elogio tiende a desequilibrarnos al crearnos un apetito insaciable de los
mismos. O puede impulsarnos del otro lado cuando, en raras ocasiones, nos reciben con frialdad y escepticismo.
Esto nos tentará a discutir o insistir en nuestro punto de vista obstinadamente. O tal vez nos tiente a caer en el
desconsuelo y en el pesimismo. Pero si ya nos hemos preparado con la debida anterioridad, esas reacciones no nos
apartarán de nuestro propósito.

Después de estos primeros intentos de reparar daños que hemos causado, es posible que sintamos un
alivio tan grande que nos haga llegar a la conclusión de que nuestra tarea ha terminado. Queremos descansar en
nuestros laureles. Podemos sentirnos tentados a pasar por alto los encuentros humillantes y temidos que todavía
tenemos por delante. Frecuentemente inventaremos pretextos plausibles para esquivar esas situaciones. O
sencillamente pospondremos la ocasión de hacerlo diciéndonos que todavía no es el momento, cuando en realidad
hemos dejado pasar muchas oportunidades propicias para reparar algún daño grave. No se debe hablar de
prudencia cuando lo que se está haciendo es evadir responsabilidades.

Cuando empezamos a sentir confianza en nuestra manera de vivir y comenzamos con nuestra conducta y
nuestro ejemplo, a convencer a los que nos rodean de que estamos cambiando a algo mejor, generalmente ya es
oportuno hablarles a quienes hemos dañado gravemente y hasta aquellos que no se han dado cuenta del daño que

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les hemos causado. Deberán exceptuarse aquellos casos en que nuestras revelaciones pueden ocasionar perjuicios.
Estas conversaciones pueden iniciarse en una forma llana y natural. Pero si no se presentara esa oportunidad,
llegará un momento en que sentiremos la necesidad de armarnos de valor y abordaremos a quien corresponda,
resuelta y francamente. No necesitamos desplegar un remordimiento exagerado ante aquellos a quienes hemos
dañado, pero a esa altura las rectificaciones deben ser francas y amplias.

Solamente puede haber una consideración que restrinja nuestro deseo de revelar en su totalidad el daño
que hemos causado. Esta tendrá razón de ser en el caso poco frecuente de que al hacer una revelación completa se
perjudica seriamente a la persona a quien tratamos o, también muy importante, a otras personas. Por ejemplo, no
podemos descargar sobre los hombros de una esposa o de un marido que no sospecha nada de ello, una relación
detallada de nuestras aventuras amorosas y, aún en los casos en que estos asuntos tienen que discutirse, evitemos
lesionar a terceros, sean quienes fueran. No aligeremos nuestra carga cuando atolondradamente hacemos más
pesada la de otros.

En lo que se refiere a este principio, son muchos los aspectos de la vida en los que pueden surgir más de
un problema peliagudo. Supongamos por ejemplo que, ya sea con préstamos o abultando nuestros gastos de
representación, hemos hecho mella considerable en las finanzas de nuestra empresa. Supongamos que esta
situación puede seguir pasando inadvertida si no lo mencionamos. ¿Confesamos en el acto nuestras irregularidades
en la empresa si tenemos la certeza de que nos van a despedir? ¿Vamos a ser tan exageradamente rectos en la
reparación que no nos importen las consecuencias que ello acarrearía a nuestra familia? ¿ O consultamos antes a
aquellos que pueden resultar afectados? ¿Le exponemos el caso a nuestro consejero espiritual, pidiéndole
encarecidamente a Dios que nos ayude y guíe resolviendo mientras tanto obrar debidamente en el momento
propicio, cueste lo que cueste? ¿ Desde luego, no hay una respuesta que satisfaga todos los dilemas? Pero todos
requieren cabal buena voluntad para reparar los daños que hemos causado, lo más pronto posible y hasta donde
sea posible, dentro de las circunstancias especiales de cada caso.

Sobre todo, debemos tratar de estar absolutamente seguros de que no estamos demorando porque
tenemos miedo. Porque la buena voluntad de aceptar todas las consecuencias de nuestros actos pasados y de
asumir la responsabilidad del bienestar de otros es la verdadera esencia del Noveno Paso.
DÉCIMO PASO

Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocamos lo admitimos


inmediatamente.

A medida que trabajamos los primeros nueve pasos nos preparamos para la aventura de una vida nueva.
Pero cuando llegamos al Décimo Paso empezamos a llevar a la práctica la nueva manera de vivir que hemos
logrado en N.A.; día a día en cualquier circunstancia. Entonces se presenta la prueba más difícil: ¿podemos
mantenernos tranquilos y emocionalmente equilibrados? ¿Podemos vivir teniendo metas útiles, en cualquier
situación en que estemos?.

La observación constante de nuestros deberes y de nuestros riesgos y un deseo positivo de aprender y


desarrollarnos con estos medios son verdaderas necesidades para nosotros los neuróticos. Lo hemos aprendido por
un camino difícil. Desde luego las gentes que tienen más experiencia siempre han practicado implacablemente el
examen y la crítica de sí mismas. Porque las gentes sensatas siempre han sabido que nadie puede hacer mucho con
su vida si el examen de sí mismas no se vuelve un hábito, si no se puede admitir y aceptar lo que se descubre y si
no se trata de corregir, con insistencia y paciencia, aquello que esté mal.

Cuando un alcohólico sufre una cruda terrible porque ayer bebió con exceso, no puede vivir hoy como es
debido. Pero hay otra clase de cruda que todos hemos sufrido sin haber bebido. Esta es la cruda emocional,
resultado directo del exceso de emociones negativas, cometido ayer y a veces hoy -cólera, miedo, celos y
similares-. Si vamos a vivir serenamente hoy y mañana necesariamente debemos tratar de eliminar esas crudas.

Esto no significa que recordemos con morbidez el pasado. Requiere admitir y corregir nuestros defectos
ahora. El inventario nos permite liquidar nuestro pasado. Cuando hemos hecho esto, ya podemos dejarlo atrás.
Cuando hemos hecho cuidadosamente nuestro inventario y estamos en paz con nosotros mismos, llegamos al
convencimiento de que los desafíos del mañana se afrontan a medida que se presenten.

Aunque en principio todos los inventarios son iguales, el factor tiempo los diferencía entre sí. Hay un
inventario que hacemos donde estamos y a cualquier hora, si nos hayamos embrollados. Otro es el que hacemos al
finalizar el día, cuando repasamos los sucesos de las horas que acaban de transcurrir. Aquí hacemos un balance
anotando en nuestro favor lo que hemos hecho bien y en contra lo que debemos. También hay ocasiones en que
estando solos o con nuestro padrino o nuestro consejero espiritual, revisamos cuidadosamente los progresos
logrados desde la última vez en que hicimos inventario. Muchos N.A., son partidarios de hacer dos veces al año un
inventario general minucioso. Muchos somos partidarios de un retiro ocasional en el que, alejados del mundo y con
entera tranquilidad, podemos hacer una revisión de nuestras vidas, y practicar la meditación.

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¿Esta práctica no es aguafiestas y una pérdida de tiempo? ¿Tienen que pasarse los N.A., la mayor parte del
día desmenuzando los errores de sus actos y lo que dejaron de hacer? Ciertamente, no. Se hace mucho hincapié en
el inventario porque muchos de nosotros no teníamos la costumbre de hacer el avalúo de nosotros mismos. Una vez
encarrilados en esta saludable práctica, resultará tan interesante y provechosa que no nos importará el tiempo que
en ello empleamos. Porque estos minutos, a veces horas, dedicadas a autoexaminarnos pueden hacer que las
demás horas del día sean mejores y más felices. Y a la postre nuestros inventarios se vuelven parte normal de
nuestra vida cotidiana, dejando de ser algo fuera de lo común.

Antes de hacernos preguntas acerca del inventario que se practica a cualquier hora y donde sea que se
esté, examinaremos en qué circunstancias puede hacerse.

Es un axioma espiritual que cada vez que nos alteramos, no importa cual sea el motivo, hay algo que no
está bien en nosotros. Si alguien nos lastima y nos molestamos, también andamos mal. Pero, ¿no hay excepción a
esa regla? ¿Qué de la ira que tiene “justificación”? ¿no podemos molestarnos con las personas que se vanaglorian
de su rectitud?. Para los que somos miembros de N.A., estas excepciones son peligrosas. Hemos descubierto que la
ira justificada es sólo aquellos que pueden manejarla.

Pocas gentes han sufrido más por los resentimientos que nosotros los neuróticos. No importa que nuestros
resentimientos sean justificados o no. Una explosión de cólera puede echar a perder todo un día, y un solo
resentimiento arraigado puede hacernos ineptos e infelices. Generalmente tampoco sabemos distinguir la ira
justificada de la que no lo es. Desde nuestro punto de vista siempre está justificada. La cólera, ese lujo ocasional de
gentes equilibradas, puede mantenernos, indefinidamente en un estado lamentable. Estas “parrandas emocionales
secas” frecuentemente nos conducían con derechura a una crisis y buscar una vía de escape (drogas, alcohol,
juego, etc.). Otra clase de disturbios como los celos la envidia, la lástima por nosotros mismos, el amor propio y
otros, también nos llevaron a lo mismo. Hacer esa clase de inventarios a que nos estamos refiriendo puede
ayudarnos mucho cuando estamos agobiados por esos disturbios.

El inventario que se practica a diario tiene su aplicación directa en los problemas que se nos presentan en
el transcurso del día. Si es posible, debe esperarse hasta que se disponga de suficiente tiempo para considerar
problemas de larga duración. El inventario diario rápido nos ayuda especialmente en las altas y bajas de nuestra
vida cotidiana y en particular cuando se trata de gentes o de sucesos que rompen nuestro equilibrio que nos
conducen a cometer faltas. En todas estas situaciones necesitamos de moderación, de un honrado análisis de cada
una de ellas, de buena voluntad para admitir nuestra culpabilidad cuando la tenemos y de igual buena voluntad
para perdonar cuando la culpabilidad es de otros. No debemos desanimarnos cuando caemos en los errores de
nuestras antiguas costumbres por que esta disciplina no es fácil. Debemos procurar el progreso y no la perfección.

Nuestro primer objetivo será el fomento de la moderación. Esto ocupa un lugar principal. Cuando hablamos
o actuamos a la ligera o imprudentemente, la capacidad para ser imparcial desaparece en el acto. Una salida
hiriente o un juicio emitido voluntariosamente puede empañar todo un día, y hasta todo un año, nuestras relaciones
con otra persona. No hay nada como la moderación en la palabra y en lo escrito. Debemos de evitar la crítica
irascible, lo mismo que el mal humor y el desdén silencioso. Estas son trampas emocionales que nos tienden el
orgullo y la vanidad. Debemos fijarnos en ellas y considerarlas con cuidado. Porque no podremos pensar ni actuar
debidamente hasta que el hábito de la moderación no se vuelva automático.

Los problemas desagradables o inesperados no son los únicos que requieren control de uno mismo.
Debemos ser igualmente cuidadosos cuando empecemos a tener un cierto grado de importancia y de éxitos
materiales. Porque a nadie le satisface más que a nosotros esa clase de éxitos; cuando nos embriagábamos con
ellos confiados en que siempre nos causarían euforia. Cuando tuvimos rachas de buena suerte le dimos rienda
suelta a la fantasía, imaginándonos toda clase de triunfos. Así, cargados de una orgullosa confianza en nosotros
mismos, jugábamos a ser personajes importantes. Desde luego que los demás, aburridos o a veces heridos, nos
daban la espalda.

Ahora que estamos en N.A., serenos y recuperando la estimación de nuestros amigos y de las personas que
tratamos en nuestros negocios nos damos cuenta de que necesitamos ejercer una vigilancia especial. Como medida
para evitar nuestros sueños de grandeza, podemos hacer una pausa y recordar que solamente estamos tranquilos
por la Gracia de Dios y que cualquier éxito que logremos se deberá más a Dios que a nosotros mismos.

Finalmente cuando empezamos a darnos cuenta de que toda la gente, nosotros inclusive, tiene un mal
emocional y que frecuentemente se equivoca también, quiere decir que ya nos aproximamos a la tolerancia y que
empezamos a comprender lo que es el amor al prójimo. Cada vez será más evidente que no tiene objeto enfadarse
o sentirse herido por los actos de personas que tienen sufrimientos parecidos a los nuestros.

Un cambio tan radical en nuestra manera de ver las cosas requiere bastante tiempo. Pocas personas
pueden decir con honradez que aman a todos sus semejantes. La mayoría de nosotros admite que ha tenido ese
sentimiento sólo para unas cuantas personas; que muchos otros nos han sido indiferentes mientras nos
perjudicaron y que en lo que respecta a los demás, nos resultaban verdaderamente antipáticos, o los odiábamos.

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Aunque estas actitudes son bastante comunes, nosotros los N.A., comprendemos que necesitamos de algo
más que lo usual para poder mantener nuestro equilibrio. Si tenemos rencores, estos nos lo impedirán. Aunque sea
paulatinamente tendremos que descartar la idea de que podemos ser afectuosos con una cuantas personas,
indiferentes con otras y de que podemos seguir odiando o temiendo a quien fuere.

Podemos dejar de abrumar a nuestros seres queridos con exigencias irrazonables. Podemos demostrar
bondad donde no lo habíamos hecho. Podemos empezar a practicar la cortesía y la justicia con aquellos que nos
caen mal, tal vez llegando hasta el grado de tratar de comprenderlos y de ayudarlos.

Cuando les fallamos a esas gentes, podemos admitirlo con prontitud, ante nosotros mismos siempre, y ante
ellas si el hacerlo fuera provechoso. Cortesía, bondad, justicia y amor son la clave para lograr la armonía con casi
cualquier persona. Cuando estemos inciertos podemos hacer una pausa exclamando: “Hágase Tu Voluntad, no la
mía”. Y podemos preguntarnos con frecuencia: “¿Estoy actuando hoy con los demás como quisiera que ellos lo
hicieran conmigo?”.

Muchos de nosotros, por la noche, antes de dormirnos hacemos un balance de nuestro día. Es oportuno
recordar que en el balance no solamente se apuntan defectos. Malo será el día en que no haya algún buen acto en
nuestro favor. Es un hecho que cuando despertamos por la mañana se nos ocurren muchas ideas constructivas.
Tenemos buenas intenciones, pensamientos y propósitos. Cuando a pesar de nuestras buenas intenciones hemos
fallado en algo, el balance es a nuestro favor. En estas condiciones las penas que nos causan el fracaso se
convierten en haber. De allí recibimos el estímulo necesario para seguir adelante. Un sabio dijo que el dolor es la
piedra de toque del progreso espiritual. Los N.A., estamos completamente de acuerdo en esto porque sabemos que
los sinsabores que acarrean los disturbios emocionales tenían que venir antes de la serenidad.

Al hacer nuestro balance del día, debemos examinar cuidadosamente los motivos que tuvimos detrás de
aquellos de nuestros actos y pensamientos que parezcan equivocados. En la mayoría de los casos no será difícil
comprender esos motivos. Cuando estuvimos orgullosos, coléricos, celosos, afligidos o temerosos, actuamos bajo la
influencia de aquel estado. En este caso, solo necesitamos reconocer que pensamos o actuamos mal, tratar de
darnos cuenta de cómo lo pudimos hacer mejor y tomar la resolución de, con la ayuda de Dios, aprovechar el día de
mañana estas lecciones, tratando de corregir lo que sea necesario y que hayamos pasado por alto.

En otros casos solamente un escrutinio minucioso nos revelará verdaderamente los motivos. Hay casos en
los que nuestro viejo enemigo, el racionalismo, surge para justificar una conducta que en realidad estaba
equivocada. En estos momentos tenemos la tentación de imaginarnos que tuvimos muy buenos motivos y razones
que en realidad no tuvimos. “Criticamos en una forma constructiva a alguien que lo necesita, cuando en realidad
estábamos tratando de ganar una discusión estéril. O, si no estaba presente el interesado, creíamos que lo
estábamos haciendo para tratar de que otros lo comprendieran, cuando en realidad lo estábamos rebajando para
sentirnos superiores. Algunas veces heríamos a seres queridos con el pretexto de “enseñarles una lección” y la
realidad era que queríamos castigarlos. Estábamos deprimidos y nos quejábamos de que nos sentíamos mal,
cuando en realidad queríamos que nos compadecieran y que se fijaran en nosotros.

Este extraño rasgo mental y emocional, este deseo perverso de disfrutar un motivo malo con uno bueno, es
muy común en los actos humanos. Esta clase sutil y elusiva de fariseísmo puede estar en los pensamientos y actos
más insignificantes. La esencia del desarrollo del carácter está en detectar, admitir y corregir estas fallas. Un
arrepentimiento sincero de las faltas que hemos cometido, una gratitud genuina por las bendiciones que hemos
recibido y buena voluntad para el logro de metas superiores, serán los fines positivos a que aspiraremos.

Después de considerar nuestro día en esa forma, sin omitir anotar lo que ha sido bien hecho y de esculcar
nuestro corazón sin temor ni parcialidad, podremos ciertamente darle gracias a Dios por las bendiciones que hemos
recibido y podremos dormir con la conciencia tranquila.
UNDÉCIMO PASO

Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios tal y
como lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con
nosotros y nos diese la fortaleza para aceptarla.

La oración y la meditación son los principales medios que tenemos para comunicarnos conscientemente
con Dios.

Nosotros los N.A., somos gentes activas, gozando de la satisfacción de enfrentarnos a la realidad de la vida,
generalmente por primera vez en nuestra existencia, y tratando de ayudar al próximo neurótico que encontremos.
Así es que no es raro que tengamos la tendencia a menospreciar la meditación y la oración, como si fueran
innecesarias en realidad. Sí sentimos que es algo que puede sernos útil para cuando se nos presente una
emergencia eventual, pero al principio la mayoría de nosotros suele considerarle algo así como una misteriosa
maña de clérigos de la que podemos derivar beneficios de segunda mano. O tal vez no creemos en nada de esto.

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Para algunos de los recién ingresados y para los que fueron agnósticos que todavía se aferran a la idea de
que el grupo N.A., es para ellos su Poder Superior, la fuerza de la oración, a pesar de toda la lógica y de la
experiencia que la comprueba, sigue siendo algo que no los convence y a lo que ponen reparos. Aquellos de
nosotros que pensamos así alguna vez, podemos comprender y compadecernos de ellos. Nos acordamos muy bien
de cómo algo que teníamos muy dentro de nosotros que se rebelaba continuamente por la idea de tener que
inclinarnos ante cualquier Dios. ¿Qué de los accidentes, enfermedades, crueldades e injusticias que azotan al
mundo? ¿Qué de las vidas desgraciadas por el resultado directo de un nacimiento desdichado y en circunstancias
ajenas a todo control? En esas circunstancias no puede haber justicia y por consiguiente no puede haber Dios.
Algunas veces nuestro alegato era ligeramente distinto. Nos decíamos que indudablemente la gallina había existido
antes que el huevo. Indiscutiblemente el universo tenía una “una primera causa” de alguna índole, el átomo unas
veces caliente y otras frío. Pero ciertamente no existía prueba de que algún Dios hubiera conocido a los seres
humanos o que se hubiere interesado en ellos. N.A. nos parecía bien, estábamos prontos a decir que había hecho
milagros. Pero retrocedíamos ante la oración y la meditación tan obstinadamente como el científico que se
rehusaba a hacer cierto experimento por temor a que éste comprobara que su teoría favorita estaba equivocada.
Claro que al fin experimentamos y cuando los resultados fueron inesperados pensamos de otra manera; de hecho
supimos que había algo distinto y que desconocíamos; y así aceptamos la meditación y la oración. Y hemos
descubierto que eso puede suceder a cualquiera que trate de lograrlo, bien se ha dicho que “casi los únicos que se
burlan de la oración son aquellos que nunca han tratado realmente de orar”.

Aquellos de nosotros que ya tenemos el hábito de orar, no podíamos prescindir de la oración del mismo
modo que no podíamos vivir sin aire y sin comer. Cuando rechazamos el aire o la comida, el cuerpo sufre. Y cuando
nos alejamos de la meditación y de la oración en igual forma privamos a nuestras mentes, emociones o intuiciones,
de un sostén vital que necesitan. Así como el cuerpo falla por falta de alimentación, también puede fallar el alma.
Todos necesitamos la luz de la realidad de Dios, el alimento de su fuerza y el ambiente de su Gracia. Los hechos en
la vida de N.A., confirman en un grado sorprendente esta verdad.

Hay una conexión directa entre el examen de uno mismo, la meditación y la oración. Separadamente
pueden proporcionar gran alivio y beneficio, pero cuando se les relaciona y entrelaza lógicamente el resultado es
una base firme de toda la vida. De vez en cuando se nos puede conceder entrever esa realidad fundamental que es
el reino de Dios. Y se nos concederá y se nos asegurará que nuestro propio destino estará seguro en ese reino
siempre que tratemos, no importa que haya vacilaciones, de encontrar y de hacer la Voluntad de nuestro propio
Creador.

Como hemos visto, la búsqueda de uno mismo es el medio a través del cual hacemos llegar, a la parte
oscura y negativa de nuestras naturalezas, la visión nueva, la acción y la Gracia necesarias. Es un paso en el
desarrollo de la humildad que hace posible que recibamos la ayuda de Dios. Pero sólo es un paso. Queremos ir más
lejos.

Deseamos que crezca y florezca lo bueno que hay en nosotros. Tenemos mucha necesidad de aire
tonificante y de alimento. Pero antes que nada necesitamos la luz del sol; casi nada crece en la oscuridad. La
meditación nos proporcionará la luz del sol. ¿Cómo le haremos para meditar?.

La experiencia real que existe de la meditación a través de los siglos es inmensa. Esparcidos en todo el
mundo, bibliotecas y templos de todas las religiones guardan tesoros para los investigadores.

Es de esperarse que todo aquel N.A., que tenga algún nexo religioso en el que se haga énfasis en la
meditación, vuelva a practicar esa devoción con más firmeza que nunca. ¿Pero qué de aquellos de nosotros que por
desgracia no sabemos ni cómo empezar?.

Bien, podemos empezar en esta forma. Primero veamos lo que es la oración. No tendremos que ir lejos a
buscar; los grandes hombres de todas las religiones nos dejaron un legado maravilloso. Examinemos esta oración
que se considera clásica. Su autor fue un hombre calificado como un santo desde hace siglos. Este hecho no nos va
a asustar ni a predisponer, porque él padeció como nosotros de disturbios emocionales. Y, cuando salió de ese
estado, expresó esta oración lo que pudo entonces ver y sentir y lo que quería llegar a ser:

SEÑOR

Haz de mi conducto de Tu Paz:

Para que allí a donde haya odio,


pueda llevar amor.

Para que donde haya mal,


pueda llevar el espíritu del perdón.

53
Para que a donde hay discordia,
pueda llevar armonía.

Para que a donde haya error,


pueda llevar la verdad.

Para que a donde haya la duda,


pueda llevar la fe.

Para que a donde haya el desconsuelo, pueda llevar


la esperanza.

Para que a donde haya tinieblas, pueda llevar la luz.

Para que a donde haya tristeza,


pueda llevar alegría.

SEÑOR:

Concédeme que yo pueda consolar y no ser


consolado.

Comprender, y no ser comprendido.

Amar, y no ser amado.

Porque para encontrarse hay que olvidarse de sí


mismo.

Perdonando, seremos perdonados.

Al morir es cuando despertamos a la Vida Eterna.

Amén.

Como principiantes en la meditación podemos releer despacio, varias veces, esta oración, saboreando cada
palabra y tratando de comprender el significado de cada frase y de cada idea. Nos ayudará a despojarnos de
cualquier oposición que tengamos a esa oración. Porque en la meditación no cabe la discusión. Descansamos como
si estuviéramos en una playa tranquila y aspiramos hondo la atmósfera espiritual con la que la gracia de la oración
nos rodea. Necesitamos buena voluntad para participar y ser fortalecidos, y elevados por el Poder Espiritual, la
Belleza y el Amor, pensamos en el misterio que encierra, elevamos la mirada al lejano horizonte detrás del que
buscaremos maravillas que nos son desconocidas.

“Caramba -dice alguien- esto es absurdo. No tiene nada de práctico”. Cuando se piensa así, podemos
recordar con cierto pesar la mucha importancia que le dábamos a la imaginación cuando ésta trataba de convertir
en realidades nuestros sueños. Sí, gozábamos con esa manera de pensar. ¿Hay ocasiones en las que tratamos de
hacer más o menos lo mismo? Tal vez nuestra dificultad no estaba en que usábamos nuestra imaginación hacia
objetivos apropiados. No hay nada de malo en la imaginación constructiva; todos los logros firmes se basan en ella.
Después de todo nadie puede construir una casa sin planearla antes. Bueno, la meditación también es así; nos
ayuda a distinguir nuestro objetivo espiritual antes de que vayamos hacia él. Así es que regresemos a esa playa
tranquila.

Cuando con estos procedimientos tan sencillos hemos creado un estado de ánimo propicio para concentrar
sin obstáculos nuestra imaginación constructiva podemos proceder así; volvemos a leer nuestra oración y tratamos
una vez más de darnos cuenta de su verdadera esencia. Pensamos en el que la rezó por primera vez. Primero, él
quería ser un “conducto”. Después pidió la Gracia necesaria para otorgar amor, perdón, armonía, verdad, fe,
esperanza, luz y alegría, a cuanto ser humano pudiera.

Después expresa su anhelo y su esperanza. Tenía esperanza de que con la voluntad de Dios podía
encontrar algunos de estos tesoros. Esto trataría de hacerlo olvidándose de sí mismo. ¿Qué quiso decir con la
expresión “olvidándose de sí mismo” y cómo se proponía llevar a cabo lo que ella implica? Le pareció mejor
consolar que ser consolado; comprender que ser comprendido; perdonar que ser perdonado.

Esto podría ser parte de lo que se llama meditación; tal vez nuestro primer intento de penetrar en una
esfera espiritual. Después de este intento debemos fijarnos en la situación en que estamos y pensar en lo que
podría ser de nuestras vidas si pudiéramos acercarnos más al ideal que hemos estado tratando de vislumbrar. La

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meditación es algo que siempre puede perfeccionarse. No tiene limitaciones. Guiados por los ejemplos y las
enseñanzas que hayamos obtenido, es esencial aventurarnos solos y de acuerdo con la manera de ser de cada
quien. Pero el objetivo siempre es el mismo: mejorar nuestro contacto consciente con Dios, con Su Gracia, Sabiduría
y Amor. Y recordemos que, en realidad, la meditación es algo muy práctico. Uno de los primeros resultados que se
obtienen de ella es el equilibrio emocional. Con ella podemos ampliar el conducto entre nosotros y Dios, tal como
cada quien lo concibe.

¿Y la oración? La oración es la elevación a Dios del corazón y de la mente y en este sentido también
abarca a la meditación. ¿Cómo podemos proceder? ¿En qué forma está relacionada con la meditación?. La oración
como se le considera comúnmente es un ruego que se le hace a Dios.

Disponiendo ya de más medios, tratemos de pedir aquello que es debido y que nosotros y los demás
necesitamos más. Y creemos que el límite de nuestras necesidades está bien definido en esta parte del Paso
Undécimo que dice: “pidiéndole que nos ilumine así a fin de poder cumplir con Su Voluntad”. Esta es una clase de
petición que puede hacerse a cualquier hora.

Por la mañana pensamos en las horas venideras. Tal vez pensamos en nuestro trabajo de ese día y en las
oportunidades que en él tendremos de ser útiles y de poder ayudar, o tal vez pensamos en que se nos pueda
presentar algún problema. Posiblemente el día de hoy traiga la continuación de algún problema serio que no se
resolvió ayer. Nuestra reacción inmediata será caer en la tentación de pedir soluciones específicas para nuestros
problemas y capacidad para ayudar a otros tal como ya habíamos pensado que debíamos hacerlo. En este caso le
estamos pidiendo a Dios que obre a nuestro modo. Por consiguiente, debemos considerar, cuidadosamente cada
petición para poder darnos cuenta de cual es su verdadero mérito. Aún así, cuando se hagan peticiones específicas
será bueno añadirle a cada una esta salvedad: ...si es Tu Voluntad. Sencillamente le pedimos a Dios en el
transcurso de cada día que nos permita comprender Su Voluntad para obtener la gracia con que cumplir.

A medida que transcurre el día podemos detenernos cuando haya que afrontar determinadas situaciones y
tomar ciertas decisiones y volver a pedir sencillamente: “Hágase Su Voluntad y no la mía”. Si en ese momento
nuestro estado emocional fuese grave, conservaremos mejor nuestro equilibrio si recordamos o nos repetimos
alguna frase o alguna oración que nos hubiera llamado la atención en nuestras lecturas o meditaciones. El solo
hecho de repetirla una y otra vez, frecuentemente nos ayudará a remover obstáculos tales como la cólera, el
miedo, la frustración y el mal entendimiento, y a volvernos hacía la clase de ayuda más segura en momentos
difíciles: nuestra búsqueda de la Voluntad de Dios, no la nuestra. En estos momentos críticos, si recordamos que “es
mejor consolar que ser consolado”, “comprender que ser comprendido, amar que ser amado”, estaremos siguiendo
lo que es el propósito del Paso Undécimo”.

Desde luego que es razonable y comprensible que a menudo se haga esta pregunta: “¿Por qué no podemos
dirigirnos directamente a Dios cuando tenemos un problema específico que nos aflige y por qué no podemos
obtener de Él respuestas positivas y definitivas a nuestras preguntas a través de la oración?”.

Esto puede hacerse pero tiene sus riesgos. Hemos conocido a muchos N.A., que han pedido con mucho
empeño y fe en Dios, les dé direcciones explícitas en asuntos que van desde crisis familiares o económicas, hasta
defectos personales como la morosidad.

A menudo, las ideas que parecen venidas de Dios no parecen resolver nada. Resultan ser en realidad
racionalizaciones inconscientes bien intencionadas. El miembro de N.A., o más bien cualquier persona que trate de
normar su vida rígidamente de acuerdo con esta manera de orar, resulta un individuo particularmente
desconcertante por esa su exigencia de que Dios responda a sus demandas egoístas. A cualquier pregunta o
comentario que se le haga de sus actos, inmediatamente saca a relucir la confianza que tiene en la oración como
guía en toda clase de asuntos, sean importantes o no. Puede haber olvidado que su manera de pensar voluntariosa
y la tendencia humana a racionalizar, han distorsionado eso que él llama guía. Con las mejoras intenciones tiende a
imponer su voluntad en toda clase de situaciones con la cómoda certeza de que está obrando de acuerdo con las
instrucciones específicas de Dios. Con esa ilusión puede, sin quererlo, causar verdaderos estragos.

También caemos en otra tentación parecida. Nos formamos ideas acerca de lo que creemos que es la
voluntad de Dios para con otras gentes. Nos decimos “éste debe ser curado de su mal fatal”... o “éste debe ser
librado de su sufrimiento emocional”... Y oramos porque se haga cada una de esas cosas. Esas oraciones
constituyen fundamentalmente buenos actos, pero a menudo están basadas en una suposición de lo que la
voluntad de Dios es para con esas personas por las que oramos. Esto significa que al lado de una oración fervorosa
puede haber cierto grado de presunción y fatuidad de nuestra parte. La experiencia de N.A., indica que en estos
casos debemos rogar que se haga la Voluntad de Dios, sea como fuere para con otros así como para con nosotros
mismos.

En N.A., hemos descubierto que los verdaderos buenos resultados de la oración son indiscutibles. Todos los
que han insistido han hallado un grado de fortaleza que normalmente no poseían, han encontrado un grado de

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sabiduría que va más allá de lo que es su capacidad normal. Y han encontrado una creciente tranquilidad espiritual
que puede sostener con firmeza en circunstancias difíciles.

Descubrimos que recibimos dirección de nuestras vidas en el mismo grado en que le dejamos de hacer a
Dios peticiones que están de acuerdo con nuestras exigencias. Casi cualquier N.A., con alguna experiencia podrá
decir como han cambiado sus asuntos en una forma inesperada, desde que empezó a tratar de mejorar su contacto
consciente con Dios.

También mencionará que en cada período de aflicción y de sufrimiento, cuando la mano de Dios parece
pesada y aún injusta se aprenden nuevas lecciones de cómo vivir, se descubren nuevos recursos de fortaleza y final
e ineludiblemente se llega a la convicción de que Dios “maneja en una forma misteriosa los prodigios que realiza”.

Todo esto debe de ser muy alentador para aquellos que rechazan el acto de orar porque no creen en ello o
porque se sientan distanciados de la ayuda y dirección de Dios. Todos nosotros sin excepción, pasamos por épocas
en las que solamente podemos orar si nos esforzamos en hacerlo. Ocasionalmente vamos aún más lejos. Se
apodera de nosotros una rebeldía a tal grado, que nos enferma y nos impide orar. Cuando esto sucede no debemos
de pensar mal de nosotros mismos. Sencillamente debemos volver a orar tan pronto como podamos, haciendo lo
que estamos seguros que nos beneficia.

Tal vez una de las mejores recompensas de la oración y la meditación es el sentir que pertenecemos. Ya
no vivimos en un mundo hostil. Ya no estamos perdidos, temerosos y sin un objetivo. En el momento en que
alcancemos a vislumbrar la Voluntad de Dios, en el momento en que empecemos a considerar la verdad, la justicia
y el amor como verdades eternas y reales de la vida, no nos alterará tan profundamente la evidencia aparente de lo
contrario que nos rodea en asuntos de índole netamente humano. Sabemos que Dios vigila amorosamente sobre
nosotros. Sabemos que cuando nos acercamos a Él, todo estará bien en nosotros, aquí y en el más allá.
DUODÉCIMO PASO

Habiendo experimentado un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar
este mensaje a los neuróticos y de practicar estos principios en todos nuestros actos.

La alegría de vivir es el tema del Paso Duodécimo de N.A., y acción su palabra clave. Aquí vamos hacía
nuestros compañeros neuróticos que todavía sufren. Aquí experimentamos la clase de dádiva que no espera
ninguna recompensa. Aquí empezamos a practicar los Doce Pasos del Programa en nuestras vidas cotidianas para
poder encontrar sobriedad emocional para nosotros y los que nos rodean. Cuando se examina el Duodécimo Paso
en todo lo que implica, se comprende lo que quiere decir amor desinteresado.

Nuestro Duodécimo Paso también dice que como resultado de haber practicado todos los pasos, cada quien
ha encontrado algo que se llama despertar espiritual. A algunos recién llegados, ésto les parece algo inverosímil y
ambiguo. Preguntan: ¿Qué quieren decir con un “despertar espiritual”?.

Tal vez haya tantas definiciones de lo que es un despertar espiritual como personas que lo han
experimentado. Pero ciertamente cada una de estas definiciones, si es genuina, tiene algo en común con las
demás. Y eso que tiene en común no es muy difícil de comprender, cuando una persona tiene un despertar
espiritual, lo más importante de ese hecho es que ahora puede hacer sentir y creer aquello que antes, sin ayuda y
sin medios, no podía. Ha recibido el don que consiste en un nuevo estado de conciencia de sí misma y de su vida.
Ha sido puesta en un nuevo camino por el que sabe llegará a su meta, sabe que la vida no es una callejón sin salida
y que no es algo que haya que soportar o conquistar. En un sentido muy real, ha sido transformada porque ha
encontrado una fuente de fortaleza de la que antes ella misma se había privado. Es dueña de un grado de
honradez, tolerancia, desprendimiento y amor, del que antes se sentía incapaz. Lo que ha recibido es una dádiva y
sin embargo ha contribuido aunque sea en una pequeña parte a estar en condiciones de recibirla.

La manera de prepararse para recibir este regalo de acuerdo con N.A., es practicar los Doce Pasos de
nuestro Programa. Así es que consideremos brevemente lo que hemos estado tratando de hacer hasta ahora:

En el Primer Paso nos encontramos una paradoja sorprendente: nos dimos cuenta de que éramos
totalmente impotentes para manejar nuestras emociones, si no admitíamos esa impotencia. En el Segundo Paso,
nos dimos cuenta de que si no podíamos nosotros mismos recuperar nuestro sano juicio, tendría que ser un Poder
Superior el que lo hiciera por nosotros si queríamos sobrevivir. Por consecuencia, en el Tercer Paso pusimos
nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de Dios, tal como cada quien lo concibe. Por el momento, aquellos de
nosotros que eran ateos o agnósticos descubrieron que nuestro propio grupo o N.A. en su totalidad podía bastarles
como Poder Superior. Al principio del Cuarto Paso, empezamos a rebuscar lo que estaba en nosotros que nos
hubiera ocasionado una bancarrota física, moral y espiritual. Hicimos sin ningún temor, un inventario completo.
Mirando el Quinto Paso, decidimos que un inventario que hubiésemos hecho solos no era suficiente. Sabíamos que
teníamos que abandonar la fatal costumbre de vivir solos con nuestros conflictos y que tendríamos que confiárselos
honradamente a Dios y a otro ser humano. Al llegar al Sexto Paso, algunos de nosotros protestamos por la sencilla
razón de que no queríamos despojarnos de todos nuestros defectos, ya que algunos nos acomodaban. Pero

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sabíamos que teníamos que llegar a algún acuerdo con la parte fundamental del Sexto Paso. Así es que decidimos
que mientras teníamos algunos defectos de carácter, de los que no podíamos despojarnos, debíamos sin embargo
desistir de nuestra manera rebelde de aferrarnos a ellos. Nos dijimos: “Esto tal vez no lo pueda hacer hoy, pero
puedo dejar de vociferar ¡no, nunca!”. Entonces, en el Séptimo Paso, humildemente le rogamos a Dios que
eliminase nuestros defectos de carácter tal como Él lo dispusiera cuando se lo pidiéramos. En el Octavo Paso,
seguimos ventilándonos ya que nos dimos cuenta de que los conflictos que teníamos no eran sólo con nosotros
mismos, sino que también con las otras gentes y situaciones del mundo en que vivíamos. Teníamos que empezar a
estar en paz, así es que hicimos una relación de las personas a quienes habíamos dañado, y estuvimos dispuestos
a repararles esos daños. Esto lo seguimos haciendo en el Noveno Paso, al reparar esos daños directamente a las
personas a quienes se los habíamos causado, excepto aquellos casos en que el hacerlo habría ocasionado perjuicios
a ellas o a otras personas. Para entonces, en el Décimo Paso habíamos empezado a adquirir una base para nuestra
vida cotidiana y nos dimos cuenta de que necesitábamos seguir haciendo nuestro inventario y de que cuando
estuviéramos en una error debíamos admitirlo prontamente. En el Undécimo Paso nos dimos cuenta de que si un
Poder Superior nos había devuelto nuestro sano juicio y nos había permitido vivir con cierto grado de tranquilidad
espiritual en un mundo gravemente atribulado, quería decir que valía la pena saber algo más de Él por la vía más
directa que pudiéramos hacerlo. Nos dimos cuenta de que el hábito perseverante de la meditación y la oración
había ensanchado mucho el camino hacia una fortaleza firme y a que Dios nos guiase a medida que podíamos
comprenderlo mejor a Él.

Así es que practicando estos Pasos tuvimos un despertar acerca del que ya no hay duda alguna.
Observando a aquellos que estaban apenas empezando y que todavía tenían dudas, los demás de nosotros pudimos
ver el cambio que se operaba. Basados en muchas experiencias de este género podíamos predecir que aquel que
dudaba y que sostenía que tenía un “punto de vista espiritual” y que todavía consideraba a su grupo de N.A., como
su Poder Superior, dentro de poco empezaría a amar a Dios y a pronunciar su Nombre.

Aún el más novato de los recién ingresados encuentra recompensas inesperadas, cuando trata de ayudar al
hermano neurótico que esta aún más ciego que él. Esto es en realidad la clase de dádiva que no exige nada. No
espera que su hermano neurótico le pague, ni siquiera que lo ame. Y entonces, descubre que en la divina paradoja
de esta clase de dádiva ha encontrado su recompensa, ya sea que su hermano haya o no recibido algo. Su propio
carácter puede ser todavía muy defectuoso pero en alguna forma sabe que Dios lo ha ayudado a lograr un
comienzo eficaz y siente que está al borde de nuevos misterios, alegrías y experiencias en las que no había ni
siquiera soñado.

Casi todos los miembros de N.A., aseguran que su mayor satisfacción y alegría ha sido poder trabajar bien
el Duodécimo Paso. La esencia de lo que recibimos al llevar el mensaje de N.A., al próximo neurótico puede ser
evidente al observar a los hombres y mujeres que llenos de admiración surgen de las tinieblas a la luz, al observar
cómo sus vidas adquieren un nuevo propósito y significado, al observar a familias unidas de nuevo, al observar
cómo el neurótico proscrito es vuelto a recibir en la sociedad como ciudadano íntegro, y sobre todo, al observar
cómo despiertan estas gentes a la presencia en sus vidas de un Dios amante.

Esta no es la única manera de trabajar el Duodécimo Paso. En las reuniones de N.A., nos sentamos a
escuchar no solamente para recibir algo nosotros mismos, sino también para dar la ayuda y la confianza que
nuestra presencia puede proporcionar. Si nos toca hablar en una junta estaremos llevando el mensaje de N.A., ya
sea que el auditorio se componga de unas cuantas o de muchas personas. Estaremos trabajando en el Duodécimo
Paso. Hay muchas oportunidades aún para aquellos de nosotros que no nos resolvemos a hablar en las reuniones o
que estamos en una situación en la que no podemos trabajar el Duodécimo Paso de persona a persona. Podemos
ser de aquellos que nos ocupamos de tareas que no llaman la atención, pero que sí son importantes y que hacen
posible que se realice el trabajo del Duodécimo Paso, tales como hacernos cargo del refrigerio después de las
reuniones. Muchos recién llegados escépticos y suspicaces han adquirido confianza y encontrado consuelo en esos
ratos, después de las reuniones, en que se toma el café y la conversación se hace alegre. Esto es trabajar el
Duodécimo Paso en el mejor sentido de la palabra. La parte medular del Duodécimo Paso esta expresada así: “Has
recibido dádiva que no entraña recompensa; da en la misma forma”.

Con frecuencia solemos pasar por ciertas etapas en la práctica del Duodécimo Paso en las que parecería
que no estamos muy cuerdos. En esos momentos creemos que aquello es un retroceso, pero más tarde nos
daremos cuenta de que son peldaños que conducen a un mejoramiento. Por ejemplo, después de meses de estar
trabajando para que determinada persona conserve su serenidad, ésta tiene una recaída. Tal vez esto suceda en
una serie de casos y podemos desilusionarnos mucho de nuestra capacidad para llevar el mensaje de N.A., o
podemos encontrarnos con una situación opuesta, en la que nos sentimos engreídos por el éxito que hemos
obtenido. En este caso hay la tentación de volvernos posesivos con los recién llegados. Tal vez tratemos de
aconsejarlos en sus asuntos, cuando no estamos capacitados para hacerlo o cuando sencillamente no deberíamos
hacerlo. Entonces nos sentimos lastimados si no se aceptan nuestros consejos o si el seguirlos ha producido un
estado de confusión. Algunas veces hemos llevado el mensaje a tantos neuróticos que se nos pone en un cargo de
confianza. En este caso volvemos a sentir la tentación de excedernos en el desempeño de nuestro cargo y algunas
veces da por resultado contrariedades y otras dificultades difíciles de aceptar.

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Pero a la larga comprenderemos que estos son sufrimientos naturales de desarrollo y que nada que no sea
bueno puede resultar de ellos si recurrimos más y más a cada uno y a todos los Doce Pasos para encontrar las
respuestas que necesitamos.

Ahora llegamos al dilema más importante. ¿Qué hay que “practicar” estos principios en todos los actos de
nuestra vida? ¿Podemos querer esa norma de vida en su totalidad, así como queremos ese pequeño segmento de
ella que descubrimos cuando tratamos de que otros neuróticos logren su tranquilidad? ¿Podemos poner en nuestras,
algunas veces maltrechas, relaciones familiares, el mismo cariño y tolerancia que ponemos en nuestro grupo N.A.?
¿Podemos tener la misma confianza y fe que tenemos en nuestros padrinos cuando se trata de aquéllas gentes a
las que hemos infectado y hasta lisiado con nuestra enfermedad? ¿Podemos realmente seguir la esencia del
Duodécimo Paso en el desempeño de nuestras ocupaciones? ¿Podemos enfrentarnos a las responsabilidades que
acabamos de descubrir que tenemos con el mundo en general? ¿Y podemos tener una finalidad y devoción en la
religión que sea la nuestra? ¿Podemos encontrar una nueva alegría de vivir al tratar de hacer de todo esto una
realidad?.

Más aún, ¿cómo llegaremos a un acuerdo cuando se trate de un aparente fracaso o éxito? ¿Podemos ya
aceptarlos o amoldarnos a ellos sin sentir desesperación ni orgullo? ¿Podemos aceptar la pobreza, las
enfermedades, la soledad y las penas con valor y serenidad? ¿Podemos ser perseverantes en conformarnos con las
satisfacciones más humildes, pero duraderas, cuando nos están vedadas otras que relumbran?.

La respuesta de N.A., a estas preguntas acerca de cómo vivir es: sí, todo esto es posible. Lo sabemos
porque vemos cómo los sufrimientos, la monotonía y hasta las calamidades les han sido útiles a esos que
perseveran en la práctica de los Doce Pasos. Y si estos son hechos de las vidas de muchos neuróticos que se han
recuperado en N.A., también podrán serlo en las de muchos más.

Desde luego que ni los mejores de los N.A., obtienen una estabilidad emocional absoluta. Sin llegar a una
crisis, hay veces en que perdemos el equilibrio. Algunas veces nuestras dificultades se presentan en forma de
indiferencia. Estamos felices con nuestro trabajo de N.A. Las cosas marchan bien en casa y en la oficina. Nos
felicitamos de lo que después resulta ser un punto de vista demasiado fácil y superficial. Nuestro desarrollo se
detiene temporalmente porque estamos satisfechos de no necesitar de todos los Doce Pasos. Nos está yendo muy
bien con solo unos cuántos de ellos. Tal vez nos esté yendo bien solo con dos, el Primer Paso y la parte del
Duodécimo Paso que se refiere a llevar el mensaje. En la jerga de N.A., se dice de los que están en ese dichoso
estado que están bailando el “paso doble”. Esto puede durar años.

Los mejores intencionados de nosotros podemos ser víctimas de esa ilusión. Tarde o temprano se nos
acaba y todo parecerá muy aburrido. Empezamos a pensar que N.A., no da ningún resultado. Nos sentimos
perplejos y desilusionados.

Entonces tal vez la vida, como suele hacerlo, nos depare una contingencia difícil de tragar y aún más de
digerir. Nos falla un ascenso que hemos tratado de conseguir. Perdemos un buen empleo. Tal vez haya dificultades
domésticas o amorosas, o tal vez perdamos a un ser querido.

¿Qué pasa entonces? ¿Tenemos o podemos obtener, nosotros los que estamos en N.A., los recursos
necesarios para afrontar estas calamidades que aquejan a tantos? Estos eran problemas de la vida que antes no
podíamos afrontar. ¿Podemos ahora con la ayuda de Dios tal y como cada uno lo concibe, manejarlas tan bien como
casi siempre lo hacen nuestros amigos los que no son neuróticos? ¿Podemos convertir esas calamidades en
ventajas y fuentes de desarrollo y de bienestar para nosotros y para los que nos rodean?

Pues bien, tendremos una oportunidad si cambiamos el sistema de los dos pasos por el de los Doce Pasos,
y si estamos dispuestos a recibir la Gracia de Dios que puede sostenernos y fortalecernos en cualquier catástrofe.

Nuestras dificultades básicas son las mismas que las de los demás, pero cuando se hace un esfuerzo
sincero para “practicar estos principios en todos nuestros actos”, los N.A., que están bien cimentados parecen tener
la capacidad necesaria, con la Gracia de Dios, para sobrellevar estas dificultades de fe. Hemos visto a compañeros
de N.A., padecer enfermedades crónicas y fatales casi sin quejarse y a veces hasta de buen humor. Algunas veces
hemos sido testigos de cómo el nuevo modo de vivir de N.A., ha vuelto a unir a familias que se habían desbaratado
a consecuencia de falta de entendimiento, tensiones o infidelidades.

Aunque la capacidad económica de la mayoría de los miembros de N.A., es relativamente elevada, hay
algunos que tienen dificultades de esa naturaleza y otros que tropiezan con serios trastornos de la misma índole.
Generalmente hemos visto que estas situaciones son afrontadas con fortaleza y con fe.

Como la mayoría de la gente, nos hemos dado cuenta de que podemos resolver las dificultades conforme
se presenten. Pero también, como los demás, frecuentemente encontramos desafíos mayores, problemas de la vida
que son constantes. Nuestra respuesta es un desarrollo espiritual más intenso. Solo así podremos tener mayores
oportunidades de llevar una vida verdaderamente útil y feliz. Y a medida que nuestro desarrollo espiritual es mayor,

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nos daremos cuenta que nuestra antigua actitud hacia nuestros instintos necesita ser revisada drásticamente.
Nuestra ansiedad de seguridad y riqueza, de prestigio personal, de poder y de satisfacciones familiares debe ser
encausada. Hemos aprendido que la satisfacción de los instintos, no puede ser el único propósito y fin de nuestras
vidas. Si anteponemos los instintos, hemos puesto la carreta delante del caballo: seremos arrastrados hacia atrás
rumbo a la desilusión. Pero cuando estamos dispuestos a poner en primer lugar nuestro desarrollo espiritual,
entonces y solo entonces, tendremos una verdadera oportunidad.

Después de ingresar a N.A., si progresa nuestro desarrollo, nuestra actitud y nuestros actos con respecto a
la seguridad –seguridad emocional y seguridad económica- empiezan a cambiar profundamente. Nuestra exigencia
de seguridad emocional como creemos que es, nos había involucrado constantemente en relaciones falsas con otras
personas. Aunque a veces no nos dábamos cuenta de esto, el resultado siempre era el mismo. O la hacíamos de
Dios y dominábamos a los que nos rodeaban, o insistíamos en depender de ellos de una manera exagerada. Cuando
algunos permitían que manejáramos temporalmente sus vidas como si fueran niños, nosotros nos sentíamos muy
satisfechos y seguros de nosotros mismos. Pero cuando se llegaron a resistir o huyeron de nosotros, nos sentíamos
profundamente heridos y desilusionados. Los culpábamos porque no nos dábamos cuenta de que nuestras
exigencias irrazonables eran la causa de ello.

Cuando actuábamos en la forma opuesta e insistíamos, portándonos como si fuéramos niños, en que las
gentes nos protegieran y cuidaran, o en que todo el mundo tenía la obligación de proporcionarnos un medio de vida,
el resultado fue igualmente desgraciado. Esto frecuentemente hacía que las gentes a las que más queríamos nos
hicieran a un lado o que nos abandonaran completamente. Había sido muy difícil soportar nuestras desilusiones. No
podíamos imaginarnos por qué nos trataban así. No nos habíamos dado cuenta de que a pesar de ser adultos en
años, todavía nos portábamos como niños, tratando que todos –amigos, esposas, maridos, todo el mundo- nos
protegieran como si fueran nuestros padres. Nos habíamos negado a aprender la difícil lección de que la excesiva
dependencia hacia otro no da resultado, porque todas las gentes son falibles y aún los mejores de ellos algunas
veces nos dejan mal, especialmente cuando nuestras exigencias se vuelven irrazonables.

Conforme progresamos espiritualmente vimos estos engaños claramente. Se hizo evidente que para poder
sentirnos emocionalmente seguros entre gente adulta tendríamos que vivir “a base de dar y recibir”; tendríamos
que desarrollar la conciencia de estar en sociedad o en hermandad con las gentes que nos rodean. Nos dimos
cuenta de que tendríamos que dar de nosotros mismos constantemente sin exigir recompensa. Cuando lo hicimos
empeñosamente, empezamos a descubrir que atraíamos a otros como antes no lo hacíamos. Y hasta cuando nos
dejaban mal, podíamos ser comprensivos y aquello no nos afectaba muy seriamente.

Cuando progresamos más descubrimos que la fuente ideal de estabilidad emocional es el mismo Dios.
Descubrimos que la dependencia de Su Justicia Perfecta, Perdón y Amor, era saludable y que operaría donde nada ni
nadie lo había hecho. Si en realidad dependíamos de Dios no era lógico que tratáramos de hacer el papel de Dios
ante nuestros semejantes, ni que sintiéramos la necesidad de depender totalmente de la protección y el cuidado
humano. Estas fueron las actitudes que finalmente nos proporcionaron fortaleza interior y paz, que no podrían
sacudir fácilmente los defectos de los demás ni cualquier calamidad ajena a nuestra voluntad que se presentara.

Aprendimos que este punto de vista era algo especialmente necesario para nosotros los neuróticos,
porque habíamos experimentado una situación de soledad a pesar de estar rodeados de gentes que nos querían.
Pero cuando nuestra obstinación había alejado de nosotros a todos, y nuestro aislamiento se había vuelto completo,
esto dio lugar a que empezáramos a presumir de ser personajes y luego empezáramos a mendigar. Todavía
estábamos tratando de encontrar seguridad emocional al ser dominantes o dependientes de otros. Aún cuando
nuestra situación económica no había llegado a un grado desesperante, pero sí nos encontrábamos aislados en el
mundo, todavía tratábamos en vano de sentirnos seguros valiéndonos de alguna clase de dominación o de
dependencia. N.A., tiene un significado muy especial para aquellos de nosotros que fuimos así. A través de los Doce
Pasos empezamos a aprender lo que verdaderamente son las relaciones con gentes que nos comprenden; ya no
tendremos que estar solos.

La mayor parte de las personas que están casadas en N.A., tienen hogares felices. N.A., ha aligerado en un
grado sorprendente el peligro que años de desequilibrio emocional entrañan para la vida familiar. Pero lo mismo
que en otras sociedades, tenemos problemas sexuales y conyugales y algunas veces son desconsoladamente
agudos. Separaciones y rupturas conyugales son poco frecuentes en N.A., nuestro principal problema no está en
cómo conservar la unidad en el matrimonio, está en procurar mayor felicidad en él, eliminando los problemas
agudos que tan frecuentemente derivan de las crisis emocionales.

Casi todo ser humano cabal siente en algún momento de su vida el deseo apremiante de encontrar
consorte con quien realizar la unión más completa que existe - espiritual, mental, emocional y física -. Esta urgencia
imperiosa es la base de muchos de los logros humanos, es una energía creadora que influye profundamente en
nuestras vidas. Dios nos hizo así. Así es que nuestro problema es el siguiente: ¿Cómo es que por ignorancia, por
compulsión y por la propia voluntad, hacemos mal uso de este don y tratamos de destruirnos? Nosotros los N.A., no
pretendemos tener la respuesta a estas perplejidades seculares, pero nuestra propia experiencia nos proporciona
ciertas respuestas que a nosotros nos han dado resultados positivos.

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Cuando la neurosis ataca pueden presentarse situaciones anormales que amenazan los lazos del
matrimonio. Si el afectado es el hombre, la esposa tiene que asumir la responsabilidad del hogar y frecuentemente
su sostenimiento. A medida que las cosas empeoran, el marido se vuelve un niño enfermo e irresponsable que
necesita que se le cuide y saque de innumerables atolladeros. Gradualmente y sin darse cuenta la esposa se ve
obligada a convertirse en madre de un niño descarriado. Y si para empezar ella tenía un instinto materno
pronunciado, la situación se agrava. Es obvio que en estas condiciones no puede haber una sociedad verdadera. La
esposa sigue actuando lo mejor que puede, pero el neurótico alternativamente ansía y aborrece la protección
maternal. Entonces se establece un cuadro que es muy difícil de cambiar después. Sin embargo, bajo la influencia
de N.A.; estas situaciones muy a menudo se componen.

Pero cuando el desequilibrio ha sido grande, será necesario pasar por un período largo de esfuerzo.
Después de que el marido ha ingresado a N.A.; la esposa puede tornarse descontenta y hasta muy resentida de que
N.A., haya hecho precisamente lo que ella no pudo hacer, en todos los años de su vida de dedicarse a tratar de
hacerlo. Tal vez su esposo se enfrasque tanto en N.A., que empiece a estar fuera de su casa con frecuencia. Él, al
darse cuenta, le recomienda a su esposa los Doce Pasos de N.A., y trata de enseñarle a vivir. Naturalmente ella
piensa que durante años enteros ha demostrado ser más apta que él en ese sentido. Se culpan mutuamente y se
preguntan si su vida conyugal volverá algún día a ser feliz. Pueden hasta llegar a sospechar que desde el principio
no lo fue.

La compatibilidad puede desde luego estar seriamente dañada, a tal grado que una separación sea
inevitable. El neurótico dándose cuenta de lo que ha soportado la esposa y comprendiendo ahora cabalmente la
magnitud del daño que le hizo a ella y a sus hijos, casi siempre se hace cargo de sus responsabilidades
matrimoniales, con la mejor buena voluntad de reparar lo que se puede y aceptar lo que no. Aplica con
perseverancia en su hogar todo los Doce Pasos de N.A.; derivado de ello, los buenos resultados no se harán esperar.
En este estado, comienza con firmeza y cariño a portarse como socio en vez de cómo niño malcriado. Y sobre todo,
al fin ya se ha convencido de que las aventuras amorosas atolondradas no son para él.

¿Qué puede decirse de muchos N.A. que no pueden tener una vida conyugal? Al principio muchos de ellos
se sienten solos, heridos y excluidos cuando contemplan la felicidad doméstica que existe a su alrededor. Si esta
clase de felicidad no es para ellos, ¿puede N.A., ofrecerles satisfacciones de importancia y durabilidad similares? Sí,
siempre que se trate con ahínco de encontrarlas. Estos “solitarios” que están rodeados de tantos amigos en N.A.;
dicen que no se sienten solos. En sociedad con muchos hombres y mujeres, pueden dedicarse a muchos propósitos,
personas y proyectos constructivos, e incluso, con el tiempo, a través de la práctica del Programa de Recuperación,
logran tal estabilidad emocional, que llegan a casarse (no entre compañeros).

Diariamente observamos a miembros, casados o solteros, que prestan valiosos servicios y que como
resultado de lo que hacen reciben satisfacciones y alegrías. Nuestro punto de vista en lo que respecta a la posesión
de riquezas y de otras cosas de índole material, también cambió radicalmente. Con pocas excepciones, todos
nosotros habíamos sido botarates. Tirábamos el dinero para darnos gusto y para impresionar a los demás. A veces
nos conducíamos como si el dinero fuera inagotable, a pesar de que entre una y otra parranda emocional nos
íbamos al otro extremo y nos volvíamos mezquinos. Sin darnos cuenta estábamos ahorrando para la próxima
parranda. El dinero era el símbolo de placer y de la propia importancia. Cuando nuestra manera de ser había
empeorado bastante, el dinero era solo un requisito apremiante que podía proporcionarnos una vía de escape y la
tranquilidad y el olvido, que momentáneamente conteníamos con ella.

Al ingresar a N.A., estas actitudes se invirtieron frecuentemente con exageración. El espectáculo de años
de derroche nos llenó de pánico. Pensamos que no tendríamos tiempo de reconstruir nuestra maltrecha economía.
¿Cómo podríamos pagar aquellas deudas, llegar a ser dueños de una casa, educar a nuestros hijos y ahorrar una
reserva para nuestra vejez? Tener mucho dinero ya no era nuestro fin principal, ahora solo anhelábamos seguridad
material. Aún después de volver a encausarnos en nuestros negocios, estos temores nos seguían persiguiendo. Esto
hizo que volviéramos a contar los centavos. Era necesario tener una absoluta seguridad económica. Nos olvidamos
de que la mayoría de los neuróticos que están en N.A., tienen una capacidad para ganar dinero que está por encima
del término medio; nos olvidamos de la gran buena voluntad de ayudarnos a conseguir empleo, de la necesidad que
tienen nuestros hermanos de N.A.; nos olvidamos de la real o posible inseguridad económica de todos los seres
humanos. Y lo peor fue que nos olvidamos de Dios. En asuntos de dinero solo teníamos fe en nosotros mismos, y
ésta no era mucha.
Esto quería decir desde luego, que todavía estábamos muy desequilibrados. Cuando un trabajo parecía ser,
solo un medio de ganar dinero, y no una oportunidad de servir, cuando la adquisición de dinero para la
independencia económica parecía más importante que la debida dependencia de Dios, todavía éramos víctimas de
temores irrazonables. Y estos eran temores que hacían completamente imposible tener una existencia tranquila y
útil en cualquier nivel económico.

Pero a medida que pasó el tiempo nos dimos cuenta de que con la ayuda de los Doce Pasos de N.A.,
podríamos desechar esos temores sin importar cual fuera el panorama económico. Podíamos desempeñar trabajos
humildes sin preocuparnos del mañana. Si nuestra situación era buena, no temíamos que se volviera mala, porque

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habíamos aprendido que esas dificultades podrían trasformarse en valores importantes. No importaba demasiado el
estado de nuestra condición espiritual. Gradualmente el dinero se convirtió en nuestro servidor y dejó de ser
nuestro patrón. Se convirtió en un instrumento para el intercambio de amor y para servir a los que nos rodean.
Cuando, con la ayuda de Dios aceptamos con tranquilidad la parte que nos corresponde, descubrimos que podíamos
vivir en paz con nosotros mismos y que podíamos enseñarles a otros, que también padecían esos temores, que
podrían librarse de ellos. Descubrimos que era más importante estar libres de temores que de necesidades
materiales.

Aquí podemos fijarnos en el progreso que hemos logrado en problemas de importancia personal, poder,
ambición y mando. Estos fueron escollos que hicieron naufragar a muchos de nosotros en nuestras carreras.

casi todo niño en cualquier país sueña en llegar a ser presidente de su patria. Quiere llegar a ser el primer
hombre de su nación. Cuando crece y se da cuenta de que ello es imposible, tal vez sonría recordando su sueño
infantil. Más tarde descubre que la verdadera felicidad no está en ser el primero de su nación y ni siquiera en ser el
primero de su clase, en la descorazonada lucha por el dinero, las aventuras o el prestigio. Aprende que puede
sentirse contento mientras desempeñe el papel que a él le ha tocado en la vida. Todavía es ambicioso, pero ya no
en una forma absurda, porque ahora ya puede darse cuenta de la realidad y puede aceptarla. Está dispuesto a
conformarse.

Con los neuróticos no sucede lo mismo. En los primeros tiempos de N.A., varios eminentes médicos y
psicólogos hicieron un estudio exhaustivo de un grupo promedio de individuos a los que se les llama “problema”.
Estos doctores no estaban tratando de establecer la diferencia entre unos y otros de nosotros; trataban de
establecer cuáles eran los rasgos de personalidad que tenían en común los compañeros de ese grupo. Al final
llegaron a una conclusión que ofendió a los que entonces eran miembros de N.A. Estos señores tuvieron el
desparpajo de decir que la mayoría de los que habían observado eran todavía pueriles, emocionalmente sensitivos y
ampulosos.

¡Cómo resentimos nosotros los neuróticos, ese dictamen! No podíamos creer que nuestros sueños de
grandeza fueran todavía infantiles. Y tomando en cuenta la rudeza con que nos había tratado la vida, nos parecía
muy natural que fuéramos emocionalmente sensibles. En lo tocante a nuestra conducta ampulosa, insistíamos en
que lo único que teníamos era una ambición grande pero legítima de ganar la batalla de la vida.

Sin embargo, en el transcurso del tiempo la mayoría de nosotros logró estar de acuerdo con lo que
opinaron esos doctores. Hemos podido observarnos con mayor agudeza a nosotros mismos y a los que nos rodean.
Nos hemos podido dar cuenta de que había temores o ansiedades irrazonables que nos impulsaban a convertir, en
una tarea de toda la vida, el empeño de conseguir familia, dinero y lo que creíamos que era poder. De tal manera, el
falso orgullo se volvió el reverso de aquella moneda fatal que tenía estampado “miedo”. Sencillamente teníamos
que ser el número uno para tapar esas inferioridades que teníamos por dentro. Cuando tuvimos éxitos esporádicos,
alardeamos de que tendríamos otros más; cuando perdimos, nos sentimos amargados. Si no obteníamos ningún
éxito mundano, nos sentíamos deprimidos y acobardados. Entonces la gente decía que éramos de un tipo “inferior”.
Pero ahora ya nos damos cuenta de que somos astillas del mismo palo. En el fondo habíamos sido anormalmente
temerosos. Poco importaba que hubiéramos estado a la orilla del mar de la vida tratando de olvidar; o que
irresponsablemente hubiéramos avanzado en él hasta una distancia a la que no podíamos llegar por no saber nadar
bien. El resultado fue el mismo: todos, por poco nos ahogamos.

En la actualidad, gracias a los Doce Pasos de N.A., esos impulsos ya han sido encausados hacia su
propósito verdadero. Ya no tratábamos de dominar y de dirigir a los que nos rodean para satisfacer nuestra vanidad.
Ya no buscamos fama y honores para que nos alaben. Cuando por nuestra dedicación a la familia, los amigos, los
negocios o la comunidad, nos granjeamos el afecto general y algunas veces se nos escoge para ocupar puestos de
mayor responsabilidad y confianza, tratamos de ser humildemente agradecidos y nos esforzamos con un espíritu de
amor en ser serviciales. Descubrimos que el mando depende del ejemplo eficaz y no de los desplantes vanos de
gloria y poderío.

Aún más maravilloso es saber, que no tenemos que distinguirnos en una forma especial que nuestros
compañeros, para poder ser útiles y felices. Pocos de nosotros podemos llegar a ser prominentes jefes y tampoco lo
deseamos. Los servicios que se hacen con gusto, el cumplimiento estricto de nuestras obligaciones, las dificultades
aceptadas o resueltas con la ayuda de Dios, el saber que en nuestro hogar o en el mundo somos socios en una
tarea común, el hecho bien entendido de que a los ojos de Dios todos los seres humanos son importantes, la
seguridad de que ya no estamos aislados y solos en cárceles que nosotros mismos construimos, la certeza de que
encajamos en el orden de las cosas de Dios: éstas son dos satisfacciones verdaderas y legítimas de un modo de
vivir adecuado que no pueden ser substituidas por ningún grado de pompa y ningún cúmulo de posesiones
materiales. La ambición verdadera no es lo que creíamos que era. La ambición verdadera es el deseo intenso de
vivir útilmente y cambiar humildemente siguiendo la Gracia de Dios.

Estos pequeños estudios de los Doce Pasos de N.A., llegan ahora a su fin. Hemos considerado tantos
problemas que puede parecer que N.A., se dedica principalmente a desmenuzar problemas y cazar dificultades. Es

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verdad hasta cierto grado. Hemos estado tratando de problemas porque somos gentes que teníamos problemas que
hemos podido resolver y deseamos compartir la forma en que lo hicimos con todos aquellos a quienes pueda ser
útil.

Porque solamente aceptando y resolviendo nuestros problemas podemos estar bien con nosotros mismos,
con el mundo en que vivimos, y con el que Preside sobre todos nosotros. La comprensión es la clave de los
principios y actitudes genuinas y la acción correcta es la clave de una mejor manera de vivir; por consiguiente, la
manera de vivir debidamente es el tema del Duodécimo Paso.

Que cada día que pase pueda cada uno de nosotros percibir más profundamente el verdadero significado
de esta sencilla oración de N.A.:
“Dios me conceda
la Serenidad para aceptar las cosas
que no puedo cambiar,
Valor para cambiar las que puedo
y Sabiduría para discernir la diferencia.
Hágase Tu Voluntad, no la mía”.

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