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Queridos amigos, Como ustedes saben, soy profesor de historia. Me dedic a ensear el pasado.

Les narro batallas a las que no he asistido, le describo monumentos desaparecidos muchos antes de mi nacimiento o les hablo de hombres a los que nunca he visto. mi caso es el de todos los historiadores. !osotros no poseemos un conocimiento inmediato y personal sobre los acontecimientos de antao comparable, por e"emplo, al que tiene su profesor de f#sica con relacin a la electricidad. $lo los conocemos gracias a los relatos de los hombres que fueron testigos de su reali%acin. Cuando faltan estas narraciones, nuestro desconocimiento es total e irremediable. &odos los historiadores, tanto lo m's grande como los m's humildes, nos parecemos a un pobre e impotente f#sico si llego que slo conoce sus e(perimentos gracias a los informes de su ayudante de laboratorio. $omos "ueces de instruccin encargados de una vasta investigacin sobre el pasado, y al igual que nuestros compaeros del )alacio de *usticia, nos dedicamos a recoger una serie de testimonios con cuya ayuda intentamos reconstruir la realidad. )ero, +basta con reunir estos testimonios y unirlos de cabo a rabo, -ealmente no. La tarea del "ue% de instruccin nunca se confunde con el traba"o de su secretario. !o todos los testigos son sinceros, ni su memoria es siempre fiable y por ello no podemos aceptar sus declaraciones sin e"ercer cierto control. +Cmo se las arreglan los historiadores para e(traer un atisbo de verdad de los errores y mentiras y obtener un poco de trigo entre tanta pa"a, .l arte de discernir lo ver#dico, lo falso y lo veros#mil en las narraciones se denomina cr#tica histrica y posee unas reglas, f'ciles de conocer, que espero mostrarles.../ 01loch, Marc2 3istoria e historiadores2 4ditorial .5al2 4spaa2 67782 )'ginas 9: y 9;<

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